Roger Verneaux presenta en esta obra el esbozo de un tratado general sobre el mal de acuerdo a las ideas clásicas de la filosofía. Aunque existen editadas síntesis de éste tipo, el libro tiene su utilidad, por la claridad de exposición, la atinada trabazón de los argumentos y sus más que razonables conclusiones. Así visto, es un compendio muy pedagógico, profundo y sencillo. Tiene además la rara cualidad de que no deja sin examen ninguna cuestión esencial sobre el mal y sus implicaciones antropológicas, morales e incluso teológicas. Presenta en su propio contexto las perspectivas sociológicas, existenciales y espirituales. Obvia el menor desarrollo patético, cosa que sería a la vez fácil y vana.
Entre las perspectivas metafísicas destaca el mal como problema y misterio, subrayando su estatuto ontológico, sus clases, sus causas y su presencia en el mundo. Le siguen las perspectivas teológicas.