“LA CONSQUISTADORA”, UNA FÁBRICA CIGARRERA CONSUMIDA POR EL FUEGO
Dos Siniestros, uno en 1945 y el otro en 1973, causa del fin de esta importante factoría Por Juan Lizárraga T.
NOROESTE-Mazatlán, 9 de abril de 1982 Ya no puede más. No fueron solo dos grandes incendios de que fue víctima los que la tienen postrada en la agonía, sino el desarrollo económico. La Conquistadora, fue, aunque su nombre esté en la entrada de la casa de la vieja fábrica de cigarros. Hoy es sólo un montón de recuerdos. Pregúntenle a Heberto Bernal, su actual RESTOS. El señor Heberto Bernal muestra a Noroeste los restos de la maquinaria con la que se fabricaban los cigarrillos de "La propietario, si no lo creen. Conquistadora". (Foto: Leonardo Mendoza).
Ahí, por la calle Morelos, entre la Aquiles Serdán y la Teniente Azueta, está La Conquistadora, mejor dicho, los restos, todavía vivos, de esta cigarrera. La aventura la inició Daniel Bernal, en 1920, en el municipio de San Ignacio. Conseguía tabaco en los pueblos de los alrededores y surtía los chumilcos del pueblecillo. Daniel Bernal y Manjarrez, que así era su nombre completo, se vino a Mazatlán en octubre de ese mismo año e instaló su cigarrera —para lo que no contaba más que con sus manos— por la calle Melchor Ocampo, antes de llegar a la Benito Juárez. Progresaba y se cambió a la calle Aquiles Serdán. Ya tenía maquinaria y pasó luego a la esquina de Serdán y Morelos, contra su voluntad, porque estaba alejado del centro de la ciudad, que terminaba ahí en la calle Zaragoza. Nada más absurdo: en ningún tiempo tuvo auge mayor la cigarrera que cuando estuvo instalada entre Serdán y Morelos.
Había competencia, sí. Ya funcionaba La Muralla, El Vapor, El Dios del Amor y El Guerrero Mexicano, pero todos fumaban “conquistador”, que costaba a 5 centavos la cajetilla. En agosto de 1945 sucedió un siniestro, pero la empresa, a pesar del fuego, siguió con su labor de fabricar cigarrillos. Cambióse un poco más allá de la Aquiles Serdán, por la Morelos y a partir de junio de 1873 vino el declive cuando se registró otro incendio, misterioso, por la noche. Era un domingo. Se habían asociado a don Daniel, su cuñado José Vicente Laveaga y Rafael Laveaga. Después del siniestro de 1973, don Daniel se enfermó y luego de dos años de estar internado, falleció. Hubo problemas laborales. No se reponían las piezas de las máquinas y de ahí para acá ha seguido una larga agonía de La Conquistadora. Están ahí los últimos pedidos de papel de tabaco que se traía de Nayarit, de envoltura. El local es sumamente visitado, pero por personas que van a comprar cachitos de lotería. Ya no llegan como antes para pedir sus changos o sus amarillos, como les decían a los cigarros por el color del papel, sino por su número de la suerte. Estos cigarros, aun cuando ya habían sido invadidos por los cigarros hechos con química, gustaban por su economía y porque era tabaco puro. Sólo se le humedecía, se le secaba luego y perdía su sabor fuerte pero agarraba más aroma. Las hojas pasaban a la picadora y de ahí a la granuladora, luego a las máquinas “Comas”, encargadas de la envoltura. Llegaron a trabajar hasta doce simultáneamente. Todo ha influido en esta agonía: los incendios, los problemas laborales y el que no consigan las piezas de las máquinas, así como que ya no se produzca el papel para la envoltura. Como en la política, “La Conquistadora” pasó por su mejor tiempo y hoy vive en el de su agonía. Para hacer humo nació y por el humo murió.