En Pánuco, la miseria convive con la riqueza Por Juan Lizárraga T. NOROESTE-Mazatlán, 4 de diciembre de 1980.
Pánuco, Concordia.- Aquí, en las entrañas de la sierra, alejado del ruido, de la mundana rutina diaria de la ciudad, relativamente retirado de las hipocresías y las vanidades sociales, se abren las puertas a la purificación de la salud física y mental de los hombres. Así es. Sin embargo, a pesar de las asperezas, de sus estrechas sendas y sus altos riscos, en tiempos electorales, la política suele llegar hasta el último rincón, hasta los lugares más escondidos de la sierra, para prometer a los pobladores que "ahora sí" se les incorporará al progreso, que se abrirán rúas efectivas, que les dotarán e los servicios necesarios para que exploten la incalculable riqueza natural que les rodea, que pisan, que... bueno. Y los serranos creen, confían en las promesas. Si son tan grandes los beneficios que obtendrían, si tienen disposición para realizar cualquier sacrificio que los integra, cómo no van a creer. Pero no quieren el progreso cursi y ridículo de la "civilización de los animales", pregonada por el cantante brasileño Roberto Carlos, en una de sus canciones titulada precisamente "El progreso". No. Ellos quieren el bienestar