ENTREACTO PARTIDA INTRODUCCION Después de que el tashio Soyuzuke supiera del alzamiento de algunas aldeas de campesinos, motivado por el trato que los gobernantes daban a estos, este envió a un grupo de samuráis a la ciudad costera de Hendai, bajo el mandato del Señor Kuge Mitsamuke, para comerciar con algunos de los gaijin que llegaban a aquellas tierras. El Señor Mitsamuke, Daymio de su clan, tenía en su poder muchos teppo, armas diabólicas que escupían fuego y Soyuzuke esperaba poder conseguir algunas. Mando a cargo de la embajada al busho Dentai Kensiro, uno de los samuráis con más honor y fama de su clan. Este se encargaría de conseguir las armas. El viaje fue tranquilo y aunque solo cinco samuráis con varias carretas y servidores podrían llamar mucho la atención, sobre todo teniendo que pasar cerca de zona de guerra, donde, según informaciones de los ninja del clan, los Takeda hacían incursiones en este territorio. Pero al parecer, no hubo rastro de los Takeda. Además Kensiro tenía otra misión, si cabía más importante aún. Después de que un asesino llamado Demonio acabara con los mejores shinobi del clan Estrella Oscura, su señor necesitaba que se pusiera en contacto con otro de los clanes ninja más afamados de Hymukai, los llamados Sin Rostro. Estos ninjas tenían la habilidad de cambiar su rostro y su apariencia con solo pensarlo. Su contratación sería muy efectiva para el plan que estaba preparando para acabar de una vez por todas con Demonio y de esa forma acabar con la rebelión. Pero si esto fallaba, necesitaba los teppo. Ambas misiones se desarrollaron con normalidad, Kensiro consiguió a los ninja y también los teppo, pero en ese trato, los gaijin querían más, algo más de los Kuge. Querían no solo lo que les ofrecían, si no también minerales preciosos. Por eso, y para que lo negociase con el Gobernador, el comerciante gaijin, acompañado por una escolta, los acompañaría. El viaje comenzó. Además de la caravana, los acompañaban los cinco samuráis, cinco lanceros y cuatro soldados gaijin armados con teppos.
Tendai era joven, demasiado joven. Hacía poco había ascendido a samurái. Era arrogante, como solo lo puede ser un joven y temerario. Con toda una vida por vivir, para él no existía la palabra miedo, ya que no temía nada. Pero su puesto se lo tenía que ganar. Por eso, el hijo mayor del Señor de los Caballos lo había destinado a él y a varios samuráis jóvenes a una misión muy importante: vigilar el territorio adyacente a donde se estaban concentrando las tropas. Era un trabajo importante, pero para el joven no. Las órdenes de Takeda Kenji habían sido tajantes. Observar, ver las fuerzas enemigas e informarle. Solo eso.
Pero el joven Tensai, por eso estaba ofuscado. Aquello no reportaba honor alguno. Para él, el honor era lo más importante. Allí tenía unas pocas tropas a su mando, algunos samuráis con yumi, algunos yari y algunos samurái expertos que Kenji había mandado para que estos refrenaran las ansias de gloria de los jóvenes. Estaban en el campamento, cuando de repente apareció Misekume, uno de los exploradores, que armado con un yumi que estaba vigilando ese turno. Apareció y se dirigió la tienda que los oficiales tenían. Tensai estaba mirando el mapa de situación cuando apareció el samurái. -
Mi señor- dijo el joven- hay novedades.
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Habla- dijo Tensai, nervioso.
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Samuke y yo hemos divisado una caravana enemiga. Vienen por el camino de Hendai.
- Seguro que traen refuerzos para el general enemigo- dijo Tendai- deberíamos de atacar. - No Tendai- dijo Renui, uno de los samurái más expertos de los Takeda-. Las órdenes de Kenji-san fueron concretas. Ver e informar. -
Ve a informar tú- dijo el joven- vamos a atacar esa caravana, ¿Cuántos van en ella?
- Además de los criados, cinco samuráis y unos diez gaijin armados con yari, o un arma parecida y varios con teppo. - Les atacaremos- dijo el joven-, esos gaijin no son rivales para nosotros. Los demás encargaros de ellos, dejad para mí a los samurái.
Kensiro iba con sus hombres delante de la caravana cuando, de repente, una flecha, venida de quien sabe dónde, se clavó delante de él. Dio órdenes de parar el convoy. Él y sus hombres avanzaron y vieron que, desde la arboleda salían unos samurái, con el color distintivo de los Takeda. Trece samuráis estaban delante de ellos y les separaban de su destino. Con su mano izquierda saco su katana del su vaina. Tendría que luchar para llegar a casa.
EPILOGO Cuando Kensiro abrió los ojos vio que su cuerpo le dolía mucho. Esa era la única sensación, dolor. El yari le había atravesado parte del hombro, fue una locura cargar a los samurái Buke, pero después de vencer al líder Takeda, se atrevía con cualquier cosa. Miro a su alrededor, incorporándose y vio a todos los caídos, la mayoría de su grupo. Había algunos gaijin ensartados con flechas, mientras algunos de sus hombres yacían muertos. De los Takeda no quedaba rastro, no estaban ni los cuerpos de los caídos. El resto, después de la muerte de su líder habían huido. Vio movimiento detrás de unos arbustos. Casi con sus últimas fuerzas, empuño la katana e intento plantar cara a sus rivales, pero, su cuerpo casi no le respondía. Había perdido mucha sangre y su visión era muy borrosa. De pronto cayó al suelo y escucho unas palabras antes de caer inconsciente. ¿Está bien señor?, pronto llevadle a una de las carretas, sigamos nuestro camino hacia la capital y entreguemos las armas.
Renui llego al campamento de Kenji-san. Llevaba en sus brazos el cuerpo inerte del chico. Desde que lo recupero del campo de batalla lo llevaba en brazos. Incluso después de que los samurái con yari volvieran de perseguir sin éxito al gaijin superviviente, no lo había soltado. Era su culpa, había faltado a la palabra de su señor. Tenia que protegerlo. Al verlo llegar, Takeda Kenji se acercó a él. ¿Qué ha pasado? Sorprendimos a una caravana Kuge. La atacamos, pero fracasamos- dijo Renui casi en un susurro. ¿Él dio la orden?- inquirió Ryu-san. El samurái asintió. Teníamos sus órdenes, Takeda-san, pero el chico no las acató. Intente evitarlo, solo observar e informar, pero su ansia de gloria lo ha llevado a esto. He fallado. De eso ya hablaremos más adelante, ¿han sospechado algo?, ahora debemos de ocuparnos de él- al decir esto hizo una señal y algunos hombres recuperaron el cuerpo del chico. No, creerían que somos una de las muchas patrullas que hay en la frontera de las provincias. He fracasado y reparare mi falta, prepare el ritual del sepukku y lo cumpliré por mi falta. Kenji lo miro directamente. Renui te ordeno que no lo hagas. Eres un samurái con mucha experiencia y te necesito a mi lado. Tu honor no está manchado por lo sucedido. He fallado y tengo que reparar mi falta. El samurái saco un cordón de su armadura y se lo ató en el dedo meñique. Saco la katana corta y de un tajo se cortó el dedo. Con esto es suficiente- dijo Takeda Kenji-. Tenemos que esperar a que llegue mi padre con el resto de las tropas.