JUAN MANUEL VALLEJO MONTAÑES
PROYECTO VLKN
INTRODUCCIÓN AÑO: A MEDIADOS DE 1998. LUGAR: LA TIERRA. Después de muchos meses de negociaciones, todas fallidas, los Estados Unidos de América hacen un ataque de castigo a Irak. Rusia, China y los países árabes, contrarios al uso de la fuerza le declaran la guerra a éste y a sus aliados. Comienza la tercera guerra mundial. AÑO: 2003. LUGAR: LA TIERRA. Los países envueltos en la conflagración mundial firman un acuerdo de paz. Los países en sí han desaparecido, ahora son Confederaciones. Las reunidas son: La Confederación del Atlántico, formada por América (conquistaron los EE.UU. a todos los países de América central, del norte y del sur), Reino Unido, Alemania y Austria; la Unión del Mediterráneo Norte, formada por España, Francia, la República Independiente de Córcega, Italia, Grecia y la República de Estambul, separada de Turquía durante la guerra; la Confederación de Asia, formada por la antigua Rusia, China y el Imperio del Japón; la Unión de Países Árabes, formada por Irak, Irán, Arabia, Afganistán y el recién formado Estado Independiente Palestino desmembrado de la desaparecida Israel; la Unión del Mediterráneo Sur, por Marruecos, Argelia, Libia, Egipto y Siria; y la Confederación no Alineada, formada por los países africanos y los de Oceanía. Todos firmaron un acuerdo por el cual se extendió al planeta la prohibición de armamento de destrucción convencional, armas químicas y armas nucleares. El antiguo proyecto de la base lunar Alpha fue de nuevo relanzado. AÑO: 2053. LUGAR: LA TIERRA. Han pasado ya cincuenta años desde la finalización de la última guerra. La Tierra es ahora una Federación formada por cuatro grandes bloques: el bloque Americano, el bloque Ruso-asiático, el Bloque árabe, la Federación Europea y los Países Neutrales (antes llamados no alineados). Pero todos acataban los mandatos de la Junta de Federados, poder seudo-militar instaurado por acuerdo de las antiguas Confederaciones. La democracia había sido abolida en la mayoría de los bloques excepto en los Países Neutrales y en la zona mediterránea de la Federación Europea (España, Italia, Grecia y Francia). El régimen totalitario gobernaba en la vida de todos los habitantes de los bloques; todos los habitantes de la Tierra tenían que estar registrados en sus respectivas Federaciones, y estas eran regidas por las leyes que dictaba citada Junta, excepto la zona mediterránea de la Federación Europea y los Países Neutrales, qué tenían estatutos independientes. La propiedad privada desaparece y el número de hijos por pareja es controlado por la Junta. Los jóvenes al llegar a la mayoría de edad se les dan la oportunidad de servir a la Federación como soldados, científicos, o pasar a ser ciudadanos. La conquista del espacio ha pasado a ser prioridad, ya que en el planeta han empezado a escasear materias primas, se han creado colonias extractoras en la Luna, en las lunas de Marte, así como en el cinturón de asteroides que rodea la a los dos planetas. Los antiguos transbordadores de finales de siglo XX como el Discovery y Challenger han sido sustituidos por gigantescas naves de transporte que tienen su base en el Cinturón Defensivo que rodea a la Tierra. Por razones ecológicas estas naves no pueden penetrar en la atmósfera terrestre, ya bastante más deteriorada que a principio de siglo, solo transbordadores y naves pequeñas se internan en el planeta. Además el sistema de transporte de moléculas descubierto después de la guerra se emplea para llevar materiales desde el Cinturón al planeta, transporte de personal y víveres. El ejercito esta compuesto por varios cuerpos: la Armada, la Fuerza de Choque é Intendencia. La Armada se encarga de la vigilancia espacial (hay piratas que atacan los transportes) y transporte; la Fuerza se encarga de la seguridad en el planeta y en las bases del Sistema, son policía y ejercito todo en uno; la Intendencia esta formada por ciudadanos y militares, los primeros son para tareas de carga y de mantenimiento, los segundos se dedican al transporte de mercancías en los planetas y a la protección de transportes fuera de las zonas de influencia de la Armada. Los ciudadanos habitan las ciudades y las colonias de extracción, así como las estaciones que hay en el espacio. La primera estación fue creada a finales del 2005, en lugar de la desaparecida estación MIR, que fue destruida por un ataque nuclear. Entre los ciudadanos hay científicos, trabajadores, médicos, profesores, abogados y todos aquellos que no quieren entrar a servir a la Federación como militares.
AÑO: 2075. LUGAR: LA TIERRA. La Junta de Federados, gracias a la unanimidad de los principales bloques; América, la Unión Ruso-asiática, los Países Árabes y los países no mediterráneos de Europa, revocan los estatutos de libertad democrática de los países mediterráneos, que son tomados por cuerpos de élite de la Fuerza de Choque. Todas las libertades son anuladas, y la Federación Europea toma cargo de todo el control en esta zona. Los Países Neutrales son tomados e incorporados a una nueva zona: la Unión de Países Oceánicos. La resistencia de estos países es totalmente barrida. La Junta de Federados desaparece y se convierte en Consejo, está formado por un representante de cada bloque y ellos eligen al Jefe del Consejo, que es quién ejecuta las ordenes del Consejo.
1. EL PRIMER AVISO AÑO: 2150. LUGAR: BASE OLYMPUS-FEBO (MARTE). En el espacio, nuestra galaxia es como una pequeña mota de polvo en la inmensidad. En el año 2006 se empezó a construir un viejo proyecto de finales del siglo XX, la base ALPHA en la Luna. El proyecto se retrasó debido a la destrucción en 1999 de la estación orbital MIR en un ataque. En enero del 2004 fue lanzada en la misma orbita la estación Lincoln, la cual sirvió de estación de enganche para, dos años más tarde, construir en la Luna dicha base. Desde ella, en el 2010, sirvió de lanzamiento para la conquista de Marte y sus satélites, al cual en 1997 llegó la sonda Sojourner y se pudieron ver las primeras imágenes del gigante rojo. Desde allí, desde hacia unos veinte años partían naves al cinturón de asteroides para investigar los minerales que formaban parte de ellos. En los siguientes años las federaciones mandaron al cinturón muchas misiones y establecieron colonias para la extracción de minerales. Pero entonces muchas pseudo colonias aparecieron en el espacio; pertenecían a pequeños países neutrales que no siempre cumplían las leyes vigentes, se dedicaban a atacar a los pequeños transportes que iban de colonia en colonia. La Junta tomó la decisión de proteger dichos transportes con cruceros y cazas. Hasta el 2075, cuando desapareció la Junta y se creó el Consejo, las colonias no tuvieron apoyo de los países y muchas desaparecieron, pero otras se unieron y formaron lo que hoy se llama colonias no registradas. Aún hoy, en el 2500 existen algunas de estas colonias. La base ALPHA estaba protegida por una flota de acorazados, cruceros y destructores. Además desde allí, interconectada con la base Olympus en Febo, se tenían monitorizado todo el sector, hasta las nuevas bases en las lunas de Júpiter y Saturno. Todas las colonias registradas del sector eran vigiladas desde allí. En la base Olympus, una pequeña guarnición formada por un acorazado, dos cruceros y cinco destructores mantenía la paz en la zona. La zona era rica en asteroides, por lo cual había una cincuentena de colonias en el sector. En el puente de mando de la base, estaban de guardia un teniente y una alférez. La sala era pequeña, llena de terminales y solo había espacio para los dos, qué estaban sentados en sus sitios. Los indicadores estaban encendidos, marcando el sitió exacto de cada una de las colonias. La noche (periodo en cual la luz del Sol no llega al satélite) pasaba tranquila; las naves de reconocimiento partían cada dos horas para hacer sus rondas y reportaban sin novedad, el silencio era la tónica general. Los dos militares eran jóvenes, la alférez había sido promocionada hacia poco y era la primera guardia que hacia. Vestían los dos unos uniformes negros totalmente abotonados hasta el cuello y llevaban un cinturón con las armas estándar de vigilancia, una pistola y munición, todo completado por unas botas de caña alta. - Normalmente las vigilancias son así de aburridas, mi teniente?- inquirió la alférez. - Si-contestó el teniente-, y agradece que no haya ninguna novedad. Mira el indicador del sector C, algunas veces falla. La alférez golpeó delicadamente el indicador apagado con el dedo índice y este volvió a iluminarse. El teniente cambió de sitió y fue hacia la pantalla de estado, la cual comprobó si estaba en orden. En el teclado del lado introdujo la clave de oficial y accedió a la lista de patrullas. La tranquilidad era total. El indicador de comunicación se encendió y en uno de los terminales apareció el rostro de un soldado. - Aquí Olympus responda. - Aquí Lince informando sin novedad en el sector F (zona cercana al cinturón de asteroides). Nos preparamos para acceder al siguiente sector y volver a la base. - Confirmado, buena suerte. La alférez apagó el indicador y tecleó en el ordenador la situación de la patrulla. Giro la silla y se levantó. Miró al teniente que continuaba repasando el listado de patrullas y volvió el rostro a la pantalla de situación. - Señor, hay un mensaje por canal codificado Beta- dijo ella. - Aquí Olympus- dijo la alférez- conteste. - Aquí colonia Ceres, en el sector H-5! (más allá del cinturón de asteroides) manden por favor un destructor, estamos siendo atac...!- la imagen se veía borrosa, pero se veía la figura de un hombre de mediana edad pero de repente la comunicación se cortó. El teniente se acercó al puesto del alférez. - Colonia Ceres!, responda! Aquí Olimpos!, conteste, por Dios!. Los dos oficiales se miraron uno al otro. Un escalofrió recorrió la espalda de ambos. El teniente fue el primero en reaccionar. - Alférez mande un mensaje a la patrulla Tigre- dijo mirando el monitor de patrullas- que se dirija al sector H-5. - Si señor- respondió ella, conectando el canal rojo-. Tigre diríjase al sector H-5 e informe,
rápido es una emergencia. La nave de la patrulla Tigre era una Centris, nave de vigilancia. En su interior iban tres personas, un suboficial y dos soldados. Rápidamente fueron transportados al sector. Al llegar descubrieron la colonia totalmente destruida. - Tigre a Olympus. - Si Tigre informe- dijo el rostro de la bella joven, la alférez, qué apareció en el terminal del piloto. - Nos acercamos a Ceres, la destrucción es total! - Utilice los sensores de energía e informe- dijo el teniente. El sargento dio la orden. En la pantalla no salía ninguna señal de energía. - Negativo mi teniente, no hay señales de vida, pedimos permiso para acércanos a la colonia. - Negativo sargento, tomé posición de alerta naranja, mandamos escuadrón de apoyo en diez minutos. - Si mi teniente- respondió el suboficial. - Alférez- dijo el teniente-, llamé al cuerpo de guardia, que se preparen los marines. - Si, mi teniente- dijo la joven a la vez qué pulsaba un botón rojo que había al lado de ella. La oscuridad inundaba el cuerpo de guardia; se escuchaban los ronquidos de los marines que dormían a pierna suelta. Aproximadamente, unos veinticinco soldados había en aquella barraca, era una sala con literas, las cuales ocupaban a dos marines cada una; en una sala adjunta, otros dos y un cabo hacían la guardia nocturna, y a la derecha estaba la armería. De repente se encendió una luz roja. El cabo dio un salto de la silla y se dirigió a la habitación donde estaban el resto de los marines, encendió las luces y los despertó a pleno pulmón a todos. En ese momento un suboficial entró en la sala. - Qué pasa cabo?- inquirió. - La luz de emergencia mi sargento!, algo pasa. El sargento salió de la sala y se dirigió al mando de oficiales. Allí el comandante del puesto y un capitán observaban una pantalla. - Esta seguro de eso teniente?- dijo el comandante. - Si, señor, la patrulla no ha encontrado ninguna señal de vida. Les he ordenado que esperen a que llegue una lanzadera de combate con tropas para que entren en la colonia. - Bien teniente- el comandante se giró y dio órdenes al capitán-. Quiero en tres minutos una escuadra de veinte hombres formada con todos los pertrechos de combate. Usted les acompañara, capitán. - Si señor - dijo el capitán y le dio la orden al sargento. En poco tiempo una columna de veinte marines estaba lista para embarcar en la lanzadera. Los soldados vestían el uniforme de combate, un traje negro de teflón con casco. Los soldados, acompañados por el capitán, un sargento y dos cabos, abordaron la nave e inmediatamente fueron lanzados al sector H-5. Cuando llegaron allí la nave de reconocimiento fue relevada y volvió a la base. En el interior de la lanzadera los soldados preparaban sus pertrechos, estaban en una pequeña nave de asalto que en pocos segundos atracó en puerto de la colonia. Los soldados, según el procedimiento estándar, se desplegaron por el área de aterrizaje. La zona estaba asegurada y el oficial dio orden al sargento de que avanzaran en grupos de cinco, y buscaran supervivientes. Él con el sargento y tres soldados avanzaron hacia el centro de mando. Según se internaban en la base, cada vez menos esperanzas tenían que encontraran a alguien vivo, solo encontraban cuerpos calcinados y todo estaba destruido. Rápidamente llegaron al centro de mando; los cuerpos sin vida del oficial de guardia y dos soldados estaban allí, el intercomunicador estaba destruido. El impacto fue directo y mató a todo ser viviente que estaba allí. - Sargento revise los instrumentos y haga recuento de daños- dijo el capitán. El sargento obedeció al instante, superando de forma sorpresiva sus más internos sentimientos, y en unos segundos y dio su informe. - Señor, todo está destruido, por lo visto el ataque fue directo e implacable. Lo que más me extraña es que no hay impacto de rayos, todo está quemado, incluso los cuerpos. Los instrumentos destruidos, las defensas de la estación no se activaron porque no tuvieron tiempo de actuar. Mi capitán, los sorprendieron. El capitán miró a su alrededor. Tenia el estomago revuelto por la visión de los cuerpos calcinados de los habitantes de la colonia. Dio orden de que volvieran a la pequeña nave; en pocos minutos llegó a la nave, y ordenó al sargento de qué registrara todo lo sucedido en video y después limpiara
la estación. Subió a la lanzadera y cuando se encontraba en ella le dijo al piloto que le comunicara con el comandante del puesto por un canal codificado. - Señor, el asunto es realmente oscuro. - Qué me dice capitán?- preguntó el comandante. - No hay supervivientes. Los piratas nunca han atacado una colonia, solo naves de transportes desprotegidas. Además las armas empleadas en el ataque no han sido rayos, ni mísiles, son armas energéticas. Todo esta destruido. - La verdad es que es muy extraño, de orden a sus hombres de abandonar el lugar y esperen ordenes. - Si señor- dijo-, piloto!, comunique con el sargento y de la orden de evacuación. El piloto asintió y dio la orden. En unos minutos los marines volvieron a la lanzadera. Allí esperaron hasta que apareció el acorazado Lestrea, la nave del comandante. La lanzadera entró en la gigantesca nave. Nada más aterrizar el capitán fue llevado a presencia del comandante. - Capitán, me he comunicado con el Alto Mando de la Tierra. Me han ordenado que olvidé este asunto. Se lo ordenó a usted y a sus hombres. La colonia Ceres nunca ha existido. - Pero señor, yo... -Lo sé capitán, pero son las órdenes- le contestó el comandante a regañadientes- y debemos obedecerlas. El acorazado abrió fuego contra la colonia. Los mísiles de protones hicieron blanco y la colonia explotó de forma violenta. Uno de los impactos dio en el reactor de la colonia lo cual produjo una reacción en cadena qué borró del espacio la colonia Ceres para siempre.
EL ENTRENAMIENTO: PRIMERAS MISIONES 1. INICIACIÓN. AÑO: 2230. LUGAR: LA TIERRA. Las mega polis del siglo XXIII son informes masas de acero, hormigón y cristal. Nacieron después de la destrucción de la tercera guerra. En pleno siglo XXI fue su apogeo, cuando se convirtieron en el centro de los destruidos países. Las masivas emigraciones desde todos puntos hicieron qué en cada país nacieran dos o más de ellas. Tomaron la situación de las desaparecidas y algunas incluso sus nombres. Nueva York, Paris, Roma, Madrid, Berlín, Tokio, Moscú, fueron centro de las nuevas Federaciones nacidas después de la guerra. En ellas los gobiernos dictatoriales tenían mayor peso, y muchas personas abandonaron las bellas pero destruidas ciudades del siglo XX. Tony vivía en una de ellas, en Madrid. Pero ahora debía de irse de allí. Tenía ya dieciocho años y se dirigía en un tren al campamento. Estaba absortó en sus pensamientos, por fin su sueño se convertía en realidad. Había convencido a su padre, un científico de la Federación Europea, para que le dejara ingresar en Intendencia y como era natural, él quería que su hijo estudiara y fuera en un futuro también un científico. Era un joven alto, por lo menos un metro ochenta, pero tenía una mirada asustadiza. Su padre decía qué perdía demasiado tiempo en fantasear con viajes por el espacio, cuando podía tener verdadero poder al decidir junto con los científicos el futuro de la humanidad. Pero nada de esto le atraía, en la Academia tenia su propia escuadra de combate en los juegos de caza, y ya varios mandos de la Armada e Intendencia lo habían tentado para que cuando saliera de la Academia se uniera a ellos. Sus compañeros y compañeras lo tenían por un líder nato y él lo sabia, así que se volcó en los estudios y en el juego de caza. El año lo acabó mejor de lo qué esperaba, sacó matricula de honor y su escuadra fue la ganadora del juego. Gracias a esto logr ó convencer a su padre para que le dejara entrar en Intendencia. Ahora iba a cumplir su sueño. El tren se detuvo y esto lo sacó de sus pensamientos. En un display leyó Orgaz, sabía qué era donde tenía que ir. Se levantó de su asiento y se dirigió a la salida del tren. Bajó al andén y observó. En las inmediaciones vio a unos militares y se acercó a ellos. - Buenos días- dijo él- saben como puedo llegar al campamento? - Si, claro- dijo uno de los soldados-, tienes qué coger ese autobús qué hay allí. Después pregúntale al conductor. - Gracias. Tony se encaminó hacia el autobús. Junto a él había un hombre, seguramente el conductor. - Buenos días, este es el autobús qué va al campamento? - Si, se puede decir que sí, te puedo dejar cerca de allí. Tony le sonrió al hombre. Se subió al vehículo y le mostró su tarjeta militar al hombre. Este la pasó por un scanner y en su pantalla apareció la conformidad, después le dio a Tony un ticket. Él pasó al interior del vehículo y se acomodó en uno de los asientos; después de él entraron más gente y cuando el vehículo estuvo lleno, partió. Pasaron unos minutos y Tony se sentía intranquilo, con un nudo en el estomago. Serian los nervios, pensó. El autobús se paró y desde dentro de la cabina salió la voz del conductor. - Chico!, ya hemos llegado. Tony se levantó del asiento y cuando iba a abandonar el vehículo saludó al hombre. Se apeó de él y vio delante de él el lugar que seria durante un año su nuevo hogar, el campamento. La vida militar era diferente a lo que él creía. Nada más llegar, junto con sus compañeros los recibió "amablemente" el instructor. Era un hombre de unos treinta y cinco años, de mediana estatura y con el cabello corto. Cuando llegaron al campamento, un antiguo aeropuerto de los que se utilizaron a finales del siglo XX antes de la guerra, comprendieron que era en realidad el ejército. - Soy el instructor De Vreau, y a partir de ahora estáis en mis manos. Pasareis junto a mí un año, y cuando esté acabe seréis capaces de pilotar desde una simple lanzadera a un transporte de Clase F. Pero no creáis que va a ser sencillo, muchos de vosotros no pasareis del primer mes, solo quiero lo mejor y vosotros ahora solo sois una atajo de niñitos de mamá. Cuando salgáis de aquí seréis pilotos, pero ahora no sois nada. La dureza se impuso desde el primer día. Los cadetes fueron divididos en tres escuadrones, formados por cuatro instructores y veinte cadetes. Ese mismo día les dieron los uniformes grises con botas de caña alta, los instructores vestían uniforme de color rojo, para diferenciarlos de ellos. Después los metieron en un simulador, para comprobar la destreza en combate y también para elegir los jefes de ala. Cuando entró en él se dio cuenta qué era igual que la cabina de su antiguo caza. Tomó
los mandos y siguió las indicaciones del instructor. Pronto estaba en el aire; la primera misión era sencilla, para familiarizarse un poco con los mandos, la cual completó baste rápido. Salió de la cabina y entró el siguiente cadete. Cuando salió él instructor le dio una tarjeta con la puntuación obtenida. - Con esta tarjeta cadete, dirijase a la mesa seis y entréguela allí. - Si, señor- le respondió y dirigió sus pasos hacia la mesa, llegó a la fila y esperó a qué llegara su turno. - Nombre cadete- le dijo la mujer qué estaba en la mesa. - Sánchez, Antonio. -Déme su tarjeta. Tony le dio la tarjeta, y observo la sala; era pequeña y en ella había solo una mesa con un ordenador y una impresora en ella. La mujer cogió la tarjeta y la pasó por un pequeño scanner que había al lado del ordenador. Se escuchó el sonido del mecanismo de la impresora y un papel salió por el otro extremo de ella; la mujer cogió la hoja qué salió, la ojeó y con un tampón láser que tenia allí, la selló. - Escuadrón Fénix- le dijo entregándosela. Él la tomó y salió por una puerta que había al lado de la mesa. Una vez que cruzó la puerta entró en otra sala mayor que la anterior. En ella había seis mesas más, con un instructor en cada una de ellas. Buscó el anagrama del escuadrón Fénix, un ave ardiendo, y se dirigió a la mesa. Una vez qué llegó a ella entregó la hoja. - Sánchez, no?- le preguntó el instructor. - Si, señor- le pregunto èl. Ojeó la nota. - Código rojo?- puso cara de sorpresa primero, pero esta fue rápidamente borrada por una sonrisa-. El primer código rojo que tenemos en seis años. Sal por la puerta tres. Tony se preguntó qué significaba aquello de código rojo, pero pronto se olvidó de ello, así qué salió por la puerta que le indicó y llegó a un amplio patio; en él había una docena de jóvenes, chicos y chicas, vestidos como él. Se dirigió a un banco en el cual había un chico sentado. Era un joven normal, como cualquier otro chico de los qué había allí. - Esta ocupado?- dijo Tony. - No- le dijo el chico que aparentaba su misma edad. Se sentó y empezó a observar a los demás. Todos jóvenes, recién salidos de la Academia. Cada cinco minutos observó que entraba un cadete por la puerta, pero ahora observaba a una chica, una preciosa pelirroja muy atractiva qué entró unos momentos después qué él qué hablaba con un chico qué parecía divertirse a costa de ella. Los observó durante unos segundos, hasta qué el chico qué estaba a su lado le habló. - Me llamo Marc, Marc Lefebre - le dijo el joven. - Tony Sánchez - le contesto él, distraído. No se había percatado de qué el chico le extendía la mano, al darse cuenta se la dio él también. - Según parece nos a tocado a todos los que estamos aquí en este escuadrón- le dijo Marc. - Si, compartiremos un año juntos- dijo sonriendo Tony. - De donde eres Tony? - Soy de Madrid en España, y tú? - De Niza en Francia. Los dos jóvenes empezaron a hablar cuando entró el instructor al cual entregaron la hoja. - Bien cadetes, a formar! Ya no estáis en vuestra casa!- Gritó. Los cadetes formaron en grupo. Otros instructores entraron y formaron con ellos. Una vez formados el instructor jefe se dirigió a ellos. - Bien me presentaré cadetes, soy el teniente Hears, jefe de vuestro escuadrón. A partir de ahora, y por un año formáis parte del escuadrón Fénix. En ese año aprenderéis muchas cosas, entre ellas a pilotar, pero también a formar parte de un equipo. Cada escuadrón, esta formado por cinco alas de cuatro pilotos, siendo una de ellas la ala de mando. A continuación el sargento va a decir los componentes de las cinco alas. El sargento dio un paso adelante y empezó a hablar. - Bien, las alas 1 y 2 a la derecha, alas 3 y 4 a la izquierda, el ala de mando junto aquel árbol. El orden en que diga los nombres de la ala de mando son los lideres de cada ala- hizo una pequeña pausa y continuó-. Ala 1: Martins Gerard, Klein Franz, Harris Mary y Ciciani Paula; ala 2: Deveraux Jeanne, Jackson Martin, Sorensen Heindric y Garcia Rebeca; ala 3: Martines Iñigo, Lyan Roberta, Beaufau Linda y Marx Berta; ala 4: Michaels Alan, Berg Andrea, Friedrick Herman y Lianni Marta; ala de mando: Sánchez Antonio, Lefebre Marc, Simonsen Thomas y Kraüs Helenna. Jefe de escuadrón: Sánchez Antonio. Rápidamente se formaron los grupos. Tony notó qué la chica a la qué había visto antes formaba parte del ala de mando así como el joven qué estaba hablando con ella y Marc. Estaba ella junto a él, y por un momento ambos cruzaron sus miradas. Le sonrió y él le correspondió.
Fueron llevados al escuadrón. Era un viejo hangar reconvertido, dividido en cinco cámaras con dos literas y cuatro taquillas, en el fondo estaban las duchas y a la derecha un pequeño cuarto que hacia las veces de armería. El ala de mando tenia reservada la parte final del edificio, junto a la armería. Tony observó a sus compañeros de ala. Con Marc había conversado antes, y según parecía era un buen chico. El otro chico se acercó a él. - Hola me llamo Thomas- dijo sonriendo-, creó qué a partir de hoy vamos a estar juntos en esto. - Me llamo Tony- dijo él sonriéndole-, este qué esta aquí es Marc- a la vez qué lo señalaba. - Hola- dijo Thomas-, eres francés no? - Si- respondió él muy serio-, soy francés. - Yo soy danés, y tú Tony seguro que eres español. - Si. En ese momento la chica se acercó a ellos. - Hola- dijo tímidamente-, me llamo Helenna, vosotros sois mis compañeros. - Si, hermosa dama- dijo Thomas arrodillándose a los pies de ella- yo soy vuestro caballero, Thomas. - Yo soy Marc- dijo él dándole la mano, a lo qué ella le dio la suya. - To...To...ny- dijo él balbuceando, dándole también la mano. Ella se la dio, él tomó su delicada mano. Sintió como el calor de la mano de ella llegaba a la suya. Un segundo después la soltó. - Bien, ya están hechas las presentaciones- dijo Thomas acomodándose en una de las literas-, esta me la pido yo, me gusta dormir arriba. En ese momento entró el sargento instructor. - Cadetes, instálense y descansen. Jefe de ala, venga a mi despacho. Tony lo siguió, salieron del edificio y se dirigieron a una construcción adyacente al hangar. Entraron, el sargento se sentó e invitó a Tony a hacer lo mismo. - Bien, hijo, a partir de ahora has ascendido- le dijo alargándole una pequeña caja. Tony la abrió y miró con curiosidad qué había en su interior. Solo había unas insignias. - Si, mi sargento. - Tienes una gran responsabilidad a partir de este momento, aquí tienes los expedientes de cada uno de tus pilotos- dijo dándole un CD-. Mañana por la mañana os quiero ver en la sala del simulador después de desayunar, habla con los instructores si tienes alguna duda sobre algo, qué para eso están. Tienes alguna pregunta? - Si señor, qué significa el código rojo? - Ah!, eso. Dividimos a los cadetes en tres códigos de color dependiendo de sus habilidades. El código verde es para los más inexpertos, el naranja para los que saben algo y el rojo es para los mejores. - Gracias, mi sargento- dijo cuadrándose de forma respetuosa. - Bien puedes retirarte. Tony estaba tendido en su litera examinando en un pequeño terminal los expedientes de sus compañeros. La mayoría eran códigos verdes, exceptuando los de los tres líderes de ala, que eran naranjas y el suyo que era rojo. Demasiada responsabilidad para él, pensó. Además no era como en la Academia que era un grupo reducido de cuatro personas, sino un grupo de veinte, la voz de Marc lo sacó de sus pensamientos. - Qué tal es el grupo, Tony? - Regular, pero podremos hacer algo. Mañana, después del desayuno, tenemos qué ir al simulador, díselo al resto. Tenemos el resto del día libre. - Si me dejas opinar, tendríamos que reunirnos todo el grupo y conocernos mejor- dijo Marc. - Es una buena idea- respondió Tony-, ya que vamos a pasar un año juntos mejor que nos conozcamos lo más deprisa posible. Unos minutos después, todos estaban reunidos junto a las literas. Tony observaba a cada uno de sus compañeros, a Marc más o menos lo conocía, aunque fuera hacia poco tiempo, ya tenia más o menos una opinión formada sobre él. De los demás con el tiempo que estuvieron charlando en aquella reunión la sacó. Cada uno era distinto y en eso radicaba el peligro de la desunión. Para él lo más difícil era tratar con las chicas, pero gracias a Helenna todo podía ser más fácil. Con los chicos no tendría ningún problema, ya qué cuando pasaran unos pocos días se llevaría perfectamente con ellos. - Bien he estado viendo vuestros expedientes y creó qué podremos sacar algo bueno de aquídijo mirando a todos- pero ante todo debemos de ayudarnos unos a otros. Ese es el trabajo de vosotros, Marc, Thomas y Helenna, cada uno debe de ayudar a los miembros menos hábiles del ala. Mañana empezaremos las clases en el simulador; si estoy en lo cierto será igual que en el que estuvimos esta mañana, pero para hacer practicas en grupo. - Jefe - dijo uno de los chicos-, la mayoría de nosotros nunca ha pilotado un caza de esas
características, y algunos ni si quiera un caza. - Tu eres...- dijo Tony ojeando los expedientes- Alan, Alan Michaels, verdad?- el joven asintió con la cabeza-, si puede ser verdad; en la Academia teníamos cazas de esas características y no son tan difíciles de pilotar como crees. En una de semana lo dominareis en el simulador y a la siguiente semana ya podréis pilotar vosotros solos uno de ellos. Cuando estaba allí, en la Academia, mi grupo era el líder en un juego qué llamábamos La Caza. Se trataba de una persecución de dos grupos con cazas del tipo MRT 100, estos iban armados con lásers tácticos y misiles. Quedamos los primeros con una puntuación de mil setecientos derribos; no había grupo que nos resistiera. Así, poco a poco Tony fue conociendo aquel día a todos sus compañeros y compañeras. Las horas pasaron y entonces se notó la unión en el escuadrón. Cada uno, al finalizar la reunión se dirigió hacia su litera. Los rayos del sol tocaron por última vez en ese día la tierra, hasta desaparecer este por el occidente. A la mañana siguiente una sirena despertó al escuadrón. - Vamos arriba!- dijo una voz gritando a pleno pulmón -, vamos bellos y bellas durmientes! Tenéis tres minutos para levantaros, vestiros y asearos un poco, si no os quedareis sin desayunar. Con prisas y a toda carrera los cadetes en tres minutos estaban levantados, aseados, vestidos y formados en la parte delantera del escuadrón. El sargento se dirigió ellos esa mañana. - Bien cadetes!, este es vuestro primer día en Intendencia. A partir de hoy dejareis de ser chicos y chicas; seréis compañeros de armas y los compañeros de armas lo comparten todo, aquí no hay diferencia de sexos ni de razas, todos estáis en el ejército y a partir de hoy todo es para el ejército. Viviréis juntos y dormiréis juntos, lo haréis todo juntos y también os respetareis unos a otros. Ahora iréis a desayunar y dentro de cuarenta y cinco minutos os quiero ver a todos aquí, instructor pueden romper filas. - Si mi sargento- dijo el joven qué estaba con ellos- cadetes!, rompan filas! Los cadetes rompieron filas y se dirigieron al comedor; el desayuno fue frugal, unas tostadas con mantequilla y un poco de café, pero reconfortante para ellos. En una mesa Marc, Tony, Helenna y Thomas compartían el desayuno. - Dentro de poco veremos que da de si nuestro grupo- dijo Marc. - Si- contestó Helenna -, pero tengo confianza en ellos. - Al principio, normalmente las cosas van mal- dijo Tony-, pero dándole un tiempo lograremos un grupo compacto y fuerte; mi anterior grupo al principio era malísimo y en un mes escalamos desde los últimos puestos hasta los primeros. - No sé como te decidiste a entrar en Intendencia pudiendo entrar en la Armada, Tony- dijo Thomas- y como ellos no se fijaron en ti. - No te creas, si se fijaron en mí y me ofrecieron, incluso hasta para mandar un destructor, pero les dije que no. - Si mis padres supieran donde estoy me matarían- dijo Helenna-, a ellos no les gustaría verme aquí, preferirían que estuviera en casa con mis hermanos. - Los míos no- dijo Thomas-, se sienten orgullosos de que esté aquí, así no me aguantan. Y los tuyos Marc? El rostro de Marc se ensombreció y se levanto de la mesa. - Perdonadme. - Qué he dicho?- dijo Thomas. - Ayer mientras ojeaba los expedientes- dijo Tony-, vi el de Marc. Sus padres murieron hace seis meses. - Creó que has metido la pata, Thomas- dijo Helenna. Thomas bajó su rostro y se quedó apesadumbrado. Tony lo reconfortó. - No te preocupes, es normal. Es el segundo día que estamos juntos y apenas nos conocemos, no te preocupes. - Voy a ir con él- dijo Thomas-, será mejor qué me disculpe. El chico se levantó de su asiento y fue tras Marc. Estaba en la puerta del comedor. - Perdona, Marc, no lo sabía, me lo ha contado Tony ahora- dijo Thomas, apenado. - Es normal, aquí ninguno sabemos nada de los otros. No te preocupes. - Bien, creó qué deberíamos volver al comedor. Tony se ha quedado a solas con esa preciosidad y no tengo ganas de qué me la vuele, entiendes?- dijo guiñándole el ojo, a la vez que le sonreía. - Si, volvamos. Pero no deberías de preocuparte, Tony es muy tímido y te apuesto qué cuando lleguemos no ha cruzado más de tres palabras con ella. Mientras, Tony y Helenna continuaban en la mesa. Tony la observaba mientras untaba mantequilla en un trozo de pan. Ella se dio cuenta y le habló.
- Quieres mantequilla? - No, digo si- dijo él confundido. - La quieres o no?, decídete. Él asintió con la cabeza, ella le acercó la mantequilla y él tomó la tarrina. En ese momento aparecieron Marc y Thomas. El desayuno terminó unos minutos después. El escuadrón se reunió y se dirigieron al simulador. Allí les esperaba cinco instructores. - Bien cadetes, a partir de hoy y por un par de semanas haréis prácticas en el simulador en grupo. Aquí hay cuatro salas de simulación. En cada una hay cinco simuladores. Aprenderéis a manejar cada uno los cazas de esta forma. El escuadrón se dividió en cuatro alas, cada ala estaba compuesta por un grupo de cinco personas, y en cada ala había un instructor para cada una. Todos entraron en sus respectivas cabinas. - Bien líderes de ala- dijo el sargento- a partir de ahora vosotros lleváis al grupo. Hoy os familiarizareis con el manejo de los controles. A vuestra derecha hay un ordenador el cual os dirá para que sirve cada indicador. Haréis solo prácticas de vuelo en formación, y solo los líderes estarán en contacto unos con otros. A cada ala se le asignara un color. El ala 1 es rojo, ala 2 naranja, ala 3 azul y ala 4 ve rde. Empezaremos con un vuelo por los alrededores de la base. - Entendido, mi sargento- asintió Tony. Un paisaje se generó en los displays de las cabinas. Todos los cazas estaban allí, generados por ordenador en tiempo real; y uno a uno cada uno despegaron. El vuelo fue superficial, solo se movieron alrededor de un paisaje ya creado. Pasó media hora y solo ocho cazas se mantenían en vuelo, la mayoría se habían estrellado ó habían aterrizado forzosamente. - Rojo 3 ten cuidado con los árboles- dijo Tony a un piloto de su ala, el cual se estrelló contra ellos. - Jefe rojo- dijo Helenna- informó que en el verde solo me quedan dos cazas. - En el naranja dos- dijo Marc. - Azul informa que solo quedó yo- dijo Thomas. - Alas vuelvan a aterrizar en la base- dijo el instructor jefe. Pocos minutos después todos habían aterrizado, salieron de las cabinas y se reunieron con los instructores. - Bien, no ha estado mal- dijo el sargento-, para ser el primer día de vuelo han quedado muchos cazas en pie. Cada día estaréis tres horas pilotando en el simulador, hoy repasaremos el vuelo y os enseñaré los fallos que habéis tenido los derribados. Uno a uno fue explicando a cada piloto los fallos qué habían tenido. Después volvieron a las cabinas y media hora después solo habían caído cinco de los veinte cazas, el resto aterrizaron sin novedad. - La semana que viene empezareis con prácticas de fuego- les dijo el sargento- y para la siguiente dejareis el modo práctica y empezareis con las misiones de combate. Dos horas después todos estaban en el escuadrón, comentando la práctica del día. Tony se reunió con los jefes de ala. - La última vez ha estado mejor- dijo Thomas. - Si, por lo menos solo dos se han estrellado- le contestó Marc. - Tenemos que echarle una mano a Sorensen y a Lianni- les dijo Tony-, pertenecen a las alas naranja y verde respectivamente. - Si, observé a Marta y estaba bastante nerviosa- le contestó Helenna-, pero creo que con un poco de tiempo lo superara. - A Sorensen le pasa algo parecido - dijo Marc-, se pierde fácilmente entre tantos controles... - Necesitaran más prácticas. Mañana Helenna y tú estaréis con ellos en la cabina- dijo Tony señalando a Marc- y les enseñareis. Si puede ser en la primera hora. Las otras dos horas las pasaremos practicando tácticas, y probando, si nos dejan los instructores, las armas. A mediados de la semana que viene tenemos que empezar a hacer las primeras misiones. - Pero si el sargento dijo qué hasta dentro de dos semanas no lo haríamos, como el resto de los escuadrones- le replicó Helenna. - Vamos a ser el primer escuadrón en todo, pasado mañana empezaremos las practicas de puntería, y la próxima semana tenemos que hacer las primeras misiones- le contesto Tony- decídselo a todos. Marc asintió con la cabeza y Thomas también, Helenna intentó replicar pero la determinación de sus compañeros la convenció. Minutos después la reunión acabo.
Todos se fueron excepto Helenna y Marc, qué se quedaron sentados. - Puedo preguntarte algo?- dijo ella. - Si. - He notado algo raro en Tony. Cuando estamos todos juntos se comporta como un verdadero líder, pero está mañana me quedé a solas con él y no cruzó más de tres palabras conmigo, creó qué no le caigo bien. - Si, se a lo que te refieres. No te preocupes, es el segundo día que estamos juntos. Tony es un poco tímido, sobre todo con las chicas, pero dentro de unos días cojera confianza, eso es todo. Ella le sonrió. Acto seguido se levantó de su asiento. Marc se quedó sentado allí mientras la observaba. A Helenna le gustaba Tony. Pasó una hora desde que acabaron las prácticas de vuelo. El sargento entró en el escuadrón y se dirigió a Marc. - Cadete, donde está el cadete Sánchez. - Estoy aquí, mi sargento- le contestó Tony. - Bien, dentro de diez minutos quiero ver a todos delante del escuadrón con las armaduras de combate- y diciendo esto se dio media vuelta y despareció por la puerta. Cinco minutos después todos estaban delante del escuadrón, el sargento al verlos se dirigió a ellos. - A partir de hoy, todos los días os enseñaré combate cuerpo a cuerpo. Un piloto no solo debe saber manejar su nave, si no también estar preparado para defenderse en ambiente hostil. En estas clases os enseñaré defensa personal sin armas y manejo de armamento de combate. Dentro de poco sabréis desmontar y montar un fusil, así mismo utilizar desde vuestras manos como armas a armamento pesado. Hoy empezaremos con un poco de carrera y de camino veremos que tal estáis de forma física, cabo proceda. - Alas 1 y 2 vayan con el instructor Reini, alas 3 y 4 conmigo. Durante aproximadamente dos horas estuvieron haciendo ejercicio físico. Las armaduras de combate se pegaban a sus cuerpos con el sudor y a muchos les impedían hasta moverse. Los dos instructores se miraron y hablaron durante un rato. - Qué continúen corriendo un rato más. - Freyd, están desechos- dijo el instructor. -Son órdenes del sargento, y ya sabes lo que pasa si no se cumplen las órdenes del sargento, nos veremos nosotros corriendo toda la noche- dijo el otro instructor-, además solo les quedan diez minutos. - No creó qué aguanten ni dos minutos más- repuso. Pero aguantaron y diez minutos después estaban de nuevo formados delante del escuadrón. El sargento se dirigió de nuevo a ellos. - Por lo que veo no estáis muy bien físicamente, por eso a partir de mañana por la mañana la practica con el simulador la haréis por la tarde, después de comer. Cuando os levantéis saldréis vestidos con las armaduras y tendréis durante toda la mañana una clase intensiva de ejercicio y así durante todos los días hasta que vuestra condición física sea la adecuada. Ahora ya podéis romper filas, ducharos y dentro de media hora a comer. Rompieron filas y se dirigieron al escuadrón. Los vestuarios eran una sala que estaba al final del escuadrón. En otro tiempo había formado parte del antiguo hangar, pero ahora lo habían remodelado y se parado de él por un muro y una puerta. Estaba compuesto de una sala que era el vestuario propiamente dicho y otra que eran las duchas. Estas estaban divididas en dos zonas claramente identificables, separadas ambas por un delgado tabique; una eran los servicios y la otra las propias duchas. Ambas zonas eran compartidas por los chicos y las chicas. En el ejército lo compartían todo y esta era una de ellas. Todos los primeros días estaban avergonzados de ducharse juntos, pero en días posteriores terminaron por acostumbrarse.
2. AMIGOS AÑO: 2230. LUGAR: CAMPAMENTO-LA TIERRA. Después de comer volvieron de nuevo al escuadrón. Tony y Helenna preparaban las tácticas que utilizarían al otro día en el simulador, Marc y Thomas estaban poniendo a punto las funciones de cada uno en el Ala de Mando. - El líder del escuadrón es sin duda Tony- dijo Thomas. - Si indiscutiblemente- le contestó Marc-, Helenna va ser su mano derecha seguro. - Si, según parece le gusta bastante, pero hay más chicas que tampoco están nada mal- replicó con un pequeño guiño. - Si, es muy atractiva, pero creó que Tony no lo hace por eso, en el poco tiempo que le conozco me he dado cuenta de una cosa. - Si, cual? - Con nosotros no tiene el más mínimo problema al relacionarse, pero lo he observado y se muestra con las chicas distantes y no logra articular tres palabras seguidas con alguna de ellas, es un poco tímido... - Si ya te entiendo- asintió Thomas- pero lo veo un poco raro. - Yo no. He conocido a mucha gente como él, lo mismo a chicos qué a chicas, y la raíz de todo es la falta de confianza. Creó que Tony esta actuando correctamente, poco a poco se va ganando la de Helenna y cuanto más se acerque a ella más cerca estará del resto, y llegara a ser su amiga- respondió Marc. - Pero hay un problema- dijo Thomas. - Cual? - Todos tenemos sentimientos y estos en un sitio como este llegan a ser lo único que te mantiene en pie- le respondió Thomas. - Bueno, todos los tenemos, lo has dicho antes. - Lo malo es que ella en esa amistad vea algo más que eso e intente llegar a otra cosa. Los dos se miraron y volvieron a mirar a Helenna y a Tony conversando muy amigablemente, pero volvieron a sus tareas inmediatamente. Durante toda la tarde estuvieron preparando la práctica del día siguiente. Helenna tenía unas ideas bastante buenas sobre las estrategias a seguir. - Si esta muy bien- le dijo él- pero, y si nos dividieran, nos cortaran a los grupos por la mitad? - No había pensado en eso, tienes razón. - Dividir el escuadrón cuatro alas es una buena solución, el problema radica en que si, alguno de nosotros es inutilizado, el ala se queda sin quién la mande. Por eso, a parte de nosotros cuatro debería haber otros que hicieran un trabajo parecido a nosotros para que no se nos echaran en falta. - Pensándolo bien- le replicó ella- es verdad, pero la reorganización no se hace en un día. Deberíamos de ver que opinión tienen Thomas y Marc. Tony llamó en ese momento a los dos. - Chicos venid un momento! Los dos se acercaron a ellos. - Explícaselo tú, Helenna. - Bien tenemos un pequeño problema con esta táctica y quiero que deis vuestra opinión. Podemos hacer que cada ala ataque por separado, en grupos de cinco. - Buena idea- dijo Marc. - Pero el problema no es ese,- cortó Tony- si alguno de los líderes cae bajo el fuego... - Ya te entiendo- asintió Thomas- crees que debería haber un segundo de ala. - Si, pero la señorita cree que no es bueno repetir funciones en el ala- dijo en tono irónico Tony, señalando a ella. - Oye, el ser el jefe del escuadrón no te da derecho a hablar así!- replicó ella molesta. Marc y Thomas sonrieron, llevaban una hora juntos y ya se producía la primera escaramuza entre Helenna y Tony. - Lo veo bien- dijo Marc-, pero ella tiene un poco de razón. Si queremos que funcione bien cada ala dos lideres es demasiado. Esta última respuesta tuvo diferente efecto en Helenna y Tony. - Tengo razón!- dijo ella triunfante, aunque intentando herir a Tony- ya ves que tengo razón. Marc se dio cuenta con eso que aún lo había liado más de lo que estaba. Miró a Thomas con rostro de incredulidad. - No me dejas explicarlo, tontita, creó que... Tony no pudo acabar la frase, ya que ella lo cortó de inmediato.
- Qué me acabas de llamar?- dijo ella con una furia contenida. - No tengo por qué repetírtelo, ya eres bastante mayorcita- dijo Tony un poco irritado. - Qué seas el líder del escuadrón no te da derecho a insultarme, cerdo! - No te he insultado solo te he dicho lo de tontita de forma cariñosa. Aunque con lo de cerdo te has pasado un poco. - Lo has vuelto a hacer! Eres un cerdo machista!- y diciendo esto saltó de la litera donde estaba, la superior y se dirigió afuera del escuadrón. Thomas, con aire decidido se acercó a la litera de Tony. - Te voy a hacer una pregunta. - Cual?- dijo él. - Cuando estabas en la Academia en tú grupo había alguna chica? - No, no había ninguna. - Solo quería asegurarme, por lo que veo has tratado poco con ellas no? Tony agachó la cabeza y asintió. - Te voy a dar un consejo de amigo- y miró sonriendo a Marc- nunca, te lo repito, nunca le digas tontita ni de forma cariñosa a ninguna chica. El peor enemigo de un hombre es una mujer enfadada, no sabes lo crueles que pueden llegar a ser con nosotros en ese estado, qué haces Marc... Marc empujó a Thomas contra su propia litera. - Por lo que veo he metido un poco la pata- dijo él. - No pero...- intentó decir Tony. - Mira!, ahora mismo sé como te sientes, y también sé como se siente ella. Tengo dos hermanas, y cuando éramos más pequeños me sucedió una cosa parecida con una de ellas. Ella esta ahora molesta, te aconsejó que salgas ahora mismo y le pidas perdón. Tony titubeó. - Si Marc, tienes razón- dijo-, me he portado mal con ella. La intenté tratar como a uno de nosotros y lo único que he hecho es herirla. Salió al exterior del escuadrón y con la mirada la buscó; no estaba allí, así que se dio una vuelta por el campamento. Marc tenia razón, se dijo. El trato suyo con las chicas se limitaba a las felicitaciones que le daban cuando había derribado a alguno de sus oponentes. Y a su madre. Si, la echaba de menos y seguro que ella le habría aconsejado como actuar en esta situación. El campamento estaba formado por varios edificios. En un lado estaban los escuadrones de los cadetes e instructores y las salas de simulación, y en otro los de altos mandos y apartados de todos los hangares con los cazas. Deambuló por él sin rumbo, y cuando ya iba a regresar a su escuadrón escuchó unos gemidos. Más que gemidos parecían los sollozos de un niño pequeño. Provenían de una zona con árboles que había cercana a un pequeño lago que había en el área de mandos. Se internó en ella y descubrió a Helenna. Se acercó a ella, y notó que estaba llorando. - Helenna!, yo... - Déjame, quiero estar sola!- dijo ella intentando reponerse secándose a toda prisa las lagrimas. - No te voy a dejar aquí- dijo cogiéndola por el brazo y volviéndola hacia él-, he estado buscándote para hablar contigo, y ahora que te encontrado no me voy a ir. Me he portado mal contigo, y he dicho algo que te ha herido, no porque lo hiciera queriendo, te pido que me perdones. Ella lo miró, bajó la cabeza, asintió y le sonrió débilmente. Al parecer el chico tiene buenos sentimientos, pensó ella. Él apartó sus rizos pelirrojos, qué le caían por su rostro mojado por las lagrimas. - Tampoco he sido muy tolerante contigo- dijo ella. - La verdad es que soy un burro, por eso Marina no me tomó en cuenta- se sinceró él. - Quién es?, una novia?- dijo ella, interesada. - Pudo serlo, pero no le di la importancia qué tenia. - No solo tú cometiste errores- dijo ella riéndose-, no estaría aquí si no fuera por el estúpido de Conrad. Pero eso no te interesa... - No, cuenta- dijo Tony sentándose al lado de ella-, soy el jefe del escuadrón... - No te lo voy a contar por que seas mi jefe, si te lo cuento es por que quiero ser amiga tuya. Conrad era mi novio, estábamos prometidos... - Y qué pasó?- preguntó él cogiendo una de sus delicadas manos. - Me engañó. Faltaban pocos días para casarnos, y el muy cerdo, me dejó por otra, una niñata que...- Helenna no pudo continuar, ya que de nuevo empezó a llorar. Él la tomó y la acercó a su regazo. Sintió como su cuerpo temblaba al lado del suyo. - No llores, se supone que un piloto no debe llorar- dijo sonriendo. - Soy una tonta!- dijo separándose de él- pero cada vez que lo pienso...!
- Ya, es duro, lo sé bastante bien. - No me digas que te pasó también a ti. - No de esa forma, pero parecido. En cuestión de sentimientos soy bastante... - Tímido- completo ella. - Si, puede ser la palabra. Yo digo qué me cuesta trabajo expresarlos a quién quiero. - Es una forma bastante bonita de decirlo, lo que dice de ti que los tienes- le contestó ella. - Fui un cobarde, y todo por no soportar un no por respuesta. - Por lo menos se lo preguntaste- le respondió ella- y eso es lo qué cuenta, no? Él asintió y se sonrió. - Creó que deberíamos volver al escuadrón, no?- le contestó Tony. - Si, creó que si, pero antes de irnos prométeme algo. - Qué?- respondió Tony. - Si alguna vez tienes un problema, cuéntamelo, soy tu amiga. - Si, pero tú también a mí.
3. UNA GRAN RECOMPENSA AÑO: 2230. LUGAR: LA TIERRA. En días posteriores la rutina se apoderó de ellos. Por la mañana, después de desayunar, tocaba entrenamiento y ejercicio físico, y por la tarde, el simulador. El grupo, poco a poco, progreso rápidamente ante los ojos incrédulos de los instructores. Físicamente, en poco tiempo adelantaron bastante, y a la semana empezaron con la defensa personal; con el simulador a finales de semana con las prácticas de tiro y al final de la siguiente, el sargento les dio permiso para iniciar las primeras misiones. Cuando se dieron cuenta cumplieron su primer mes en el campamento. El grupo se fortaleció, era compacto, sin fisuras. El sargento estaba perplejo por los avances, tanto físicos como en el simulador, del escuadrón Fénix. El mismo teniente del escuadrón no podía creer lo que veía, y muchas veces personalmente iba a ver los progresos de su escuadrón y no se los creía. Al tercer mes llevaban ya un cuarenta por ciento de las misiones realizadas. Por ello el teniente les preparó una sorpresa. - Sargento, le felicito. El escuadrón Fénix es el mejor que tenemos en seis años- le dijo. - No me felicite señor, no he hecho nada. Han sido ellos, al mando del cadete Sánchez. - En todos estos años hemos sido el hazmerreír del campamento, y ya no podrán decir nunca más que el escuadrón Fénix no renace de sus cenizas. - Señor creó que los chicos merecen un premio a su esfuerzo- dijo el sargento-, llevan tres meses aquí y aún no les han dado un permiso. - Lo sé, y se lo merecen. Pero ya sabe usted, sargento, qué no se le dan permisos a los cadetes hasta que no llevan un mínimo de seis o más meses, pero haremos una excepción con ellos. Hablaré con el capitán, él podrá arreglar algo con el comandante. Eso si, el cadete Sánchez y el escuadrón de mando serán ascendidos. Varios días después, el escuadrón formaba con las armaduras para dar su clase matutina de combate. - Bien cadetes!, tengo varias noticias para vosotros. El teniente me dice que os felicite por vuestros sorprendentes progr esos, y por ellos os van a premiar. Los cadetes Lefebre, Simonsen y la cadete Kraüs son ascendidos a sargento; el cadete Sánchez es ascendido a teniente. Además el teniente y yo estamos de acuerdo para daros unos días de permiso a todo el escuadrón. Ahora podéis romper filas y arreglaros para iros. Ninguno del escuadrón podía dar crédito a lo que escuchaba. Un permiso, una cosa que solo se les daba cuando llevaban como mínimo seis meses de servicio. Rápidamente se dirigieron al escuadrón. - Te felicito Tony, o debo de decir mi teniente- le dijo extendiéndole la mano Marc. - Te lo ruego, sargento- le contestó estrechándosela. - No me lo creó, un permiso- dijo Thomas- y encima nos ascienden a todos. - Si, no me lo creó- dijo Helenna. El escuadrón era una algarabía. Las armaduras de combate volaban por los aires y se notaba a todos muy alegres. Diez minutos después todos estaban en el exterior del escuadrón esperando los permisos vestidos con los uniformes de gala para salir. - Bien chicos y chicas! A partir de hoy estáis de permiso cinco días- dijo el sargento-. Os vamos a mandar a unas vacaciones a una pequeña ciudad que hay a unos kilómetros de aquí; allí en un hotel de la localidad hay reservadas unas habitaciones. Podéis moveros libremente por la ciudad y vestiros de civil, aprovechad lo que tenéis y no os metáis en líos. El sargento les dio la orden de romper filas. Se acercó a Tony y habló con el unos minutos. - Mi teniente- le dijo, saludándolo- son todos suyos. Ya saben, si hay algún problema pongasé en contacto con nosotros. - Si se... sargento- le respondió Tony- cuidaré de todos. - Lo sé, muchacho, confió en ti, pero la vida fuera de aquí no es tan fácil. Toma esto es vuestra paga correspondiente a los meses que lleváis aquí- le dijo dándole un sobre- creó que la necesitareis. Cuídate y cuida de todos. - No se preocupe, mi sargento- le dijo Tony sonriéndole.
Media hora después llegaron a una ciudad de provincia situada a unos cuarenta kilómetros del campamento. El vehículo que los llevó hasta allí, un viejo autobús de finales de siglo XXI. Lo primero que hicieron al bajarse de éste fue dirigirse al hotel, donde dejaron en sus respectivas habitaciones los equipajes. Mientras Tony y Thomas le preguntaron a la recepcionista. - Perdone señorita, Puede decirnos donde hay unos almacenes para poder comprar ropa de
civil?- preguntó Tony. - Si caballeros- le respondió ella amablemente-, unas calles más al norte hay unos grandes almacenes, les daré una tarjeta con la dirección. La joven les dio una tarjeta. - Gracias- le contestó. Tony volvió a la planta donde estaban y rápidamente se reunieron en la habitación de él. - Bien chicos... y chicas. Cuando os acomodéis vamos a ir unos almacenes cerca de aquí a comprar algo de ropa. Aquí tenéis cada uno quinientos mil créditos- les dijo entregándole un sobre a cada líder de ala-, gastad una parte de ellos en vestiros decentemente, recordad qué sois soldados. En los sobres hay en cada uno cinco tarjetas con vuestro sueldo de tres meses. Cabo Martins, tomé y reparta esto a los integrantes del ala. - Si, mi teniente- le respondió incrédulo Martins. - A partir de ahora Martins, Deveraux, Martínez y Michaels son ascendidos a cabos- terminó Tony. - Ah- dijo cuando se estaban marchando-, tengo que hablar con usted sargento Kraüs. - Si, mi teniente- le respondió ella. Cuando todos se hubieron marchado Tony se dirigió a ella. - Helenna, quiero que vayas con las chicas a comprar la ropa, de eso no entiendo. Tú sabrás lo mejor para ellas. - Si señor- le contestó ella. - Cuando estemos solos tú, Marc y Thomas no tenéis por qué llamarme por mi rango. - Lo siento, es la costumbre del campamento. Ya sabes... - Si, prepárate salimos dentro de unos minutos. La ciudad era la típica de la España de finales del siglo XX. Pese a la guerra se había conservado bastante bien, y últimamente la gente huía de las mega polis y volvían a las pequeñas ciudades abandonadas después de la guerra. Las calles principales eran anchas y llenas de gente que se dirigían al mercado. En poco tiempo llegaron al almacén. Los chicos y las chicas llegaron pronto a la planta de ropa juvenil. Se dividieron y al cabo de dos horas se volvieron al hotel cargados de bolsas. La ciudad no era grande, comparada con las mega polis, pero era acogedora, al contrario qué las mega polis. En el aire se respiraba un ambiente antiguo, con solera. Sus edificios contaban la historia muda de sus habitantes, los cuales habían sobrevivido después de haber pasado más de dos siglos de la destructora guerra mundial sucedida entre finales del siglo XX y principios del XXI. Aquella tarde salieron a dar una vuelta por sus calles, no iba todo el grupo, pues la mayoría se quedaron en el hotel descansando o viendo la holovisión. - Así eran durante el siglo XX las ciudades?- preguntó interesada Helenna. - Si, creó- le respondió Tony. - Me recuerda mucho a la parte antigua de Niza- dijo Marc. - En mi país había muchas ciudades así, pero muchas fueron destruidas durante la guerra- dijo pensativamente Thomas- aunque unas pocas sobrevivieron. - Sevilla no corrió la misma suerte- dijo Iñigo Martínez qué iba en el grupo-; en ella había monumentos de más de ochocientos años como la Catedral, fue una lastima que fueran demolidos en el año 2010 para construir esa maldita mega poli. - Muchas bellas ciudades de muchos países desaparecieron- afirmó Mary Harris-; pero afortunadamente otras se conservan. La tarde caía poco a poco sobre ellos. Al cabo de un rato regresaron al hotel y se acostaron temprano por qué estaban bastante cansados. Tony se despertó. Se levantó de la cama y se dirigió a la ventana. La abrió y vio como el sol despuntaba por el horizonte. No había soñado, no estaba en el campamento si no en una pequeña ciudad, a orillas de un río. Desde allí observó toda la ciudad. Vivirían en ella unos veinte mil habitantes, las antiguas murallas la delimitaban y le daban un aire casi mítico. Por un momento olvidó qué estaba en el siglo XXIII y se imaginó en pleno siglo XX. Solo salió de este estado cuando oyó como alguien golpeaba en la puerta; se giró y se dirigió hacia la puerta. - Tony, estas despierto- le dijo una conocida voz femenina. - Si, me acabó de despertar- dijo hablando a través de la puerta. - Puedo pasar?
- Si, claro- dijo él descorriendo el pequeño pestillo y abriendo la puerta. Delante de la puerta estaba Helenna, con su cabello enmarañado caído sobre su rostro. Vestía un albornoz con las iniciales del hotel a la altura del pecho. - Pasa. - Me desperté y escuché ruido en tú habitación- dijo ella. - Si, estaba viendo amanecer. Entró en la habitación, y Tony le ofreció un asiento, que ella aceptó gustosa. Él se sentó en la cama. Vestía un pijama militar. - Es un sitio muy bonito- le dijo ella. - Si, nuestros mandos tienen muy buen gusto. - Creó que es un premio por nuestra dedicación. - Si, y me siento muy orgulloso de vosotros- respondió Tony. - He venido para ver si querías venir a dar una vuelta por hay. - Qué hora es?- dijo Tony bostezando. - Sobre las siete y media de la mañana. - Es muy temprano. Se han despertado el resto? - No lo sé. Recuerda que estoy en la habitación de al lado. - Si es verdad. La puerta volvió a ser golpeada, aunque esta vez más fuertes. Tony se levantó de la cama y se acercó a ella y la abrió. Ante él apareció un soñoliento Thomas. - Ah, ya te has despertado- dijo Tony. - Con vosotros hablando tan temprano es muy difícil dormir, qué hora es?- dijo Thomas bostezando y posteriormente entrando en la habitación. - Son las siete y media- dijo Helenna quitándose el cabello de su rostro. Ando unos metros y se dejó caer en la cama. Tony cerró la puerta y se sentó en la cama. - Cuando me desperté- dijo Tony- creí qué estaba en el campamento. - Yo no- dijo Thomas reincorporándose-, creí que estaba en mi habitación, en mi casa. - Tenemos que planear que vamos a hacer hoy- dijo Helenna. - Hasta que me habéis despertado sabía perfectamente lo que iba a hacer. - Venga Thomas, no me digas que ibas a dormir durante toda la mañana- le dijo Tony. - No, solo hasta que me despertara, a las doce o la una de la tarde. - No sé como puedes dormir hasta esas horas- repuso Helenna. - La vida militar me ha estropeado- dijo muy serio Thomas- antes me levantaba a las tres o las cuatro de la tarde. - Y cuando ibas a la Academia?- dijo irónico Tony. - Tenía clase por la tarde, nos daban a elegir. - Bueno volviendo a lo de salir, he visto abajo unos mapas de la ciudad bastante interesantesdijo Helenna. - Bien, podíamos hacer turismo- dijo Tony. - Para mí el turismo empieza a las diez de la noche- cortó Thomas- nos iremos de marcha por ahí. - Qué?- dijeron al unísono Tony y Helenna. - Marcha, discoteca, fiesta, ya sabéis... Un par de horas después, Helenna y Tony salieron para visitar la ciudad. Thomas y Marc no quisieron acompañarlos ya qué se quedaron en la piscina del hotel con la mayoría de los chicos del resto del escuadrón. Solo Iñigo Martínez y Mary Harris fueron con ellos. La ciudad era más grande de lo que ellos creían, pero gracias al mapa que consiguieron en el hotel, conocieron la mayoría de los sitios de interés de ella. Comieron fuera y sobre las cuatro de la tarde regresaron al hotel. Los días pasan más rápidamente si te diviertes, y para ellos pasaron volando. El encargado de fiestas y diversión, Thomas, preparó para el penúltimo día una sorpresa. Durante sus salidas nocturnas descubrió un gran número de lugares de diversión, léase bares, billares y discotecas, así que convenció a la mayoría para celebrar esa noche. Después volverían a la rutina del campamento, así que deberían de pasárselo bien. Les preparó una gira "turística " por todos los locales de moda de la ciudad. Tony no estaba muy de acuerdo, pero entre Marc, Helenna y el propio Thomas lo convencieron. En su habitación preparaba la ropa con la qué se vestiría esa noche. Un pantalón vaquero negro, una camiseta de mangas cortas del mismo color, una raída cazadora de cuero también negra tirada en la cama
y unas botas que dejó en un rincón de la habitación; era lo único que se trajo de su casa, y aquella noche se vestiría así. Recordó cuando estaba en su ciudad natal, cuando después de la Academia salía con sus amigos por las noches ataviado de esa guisa. Se dirigió al cuarto de baño donde se adecentó. Antes tardaba una eternidad en peinar su largo cabello, pero ahora lo tenía corto y tardaba menos. Cuando se miró al espejo sonrió, su estilo le recordaba a un viejo póster que tenía su padre de un viejo grupo musical de finales de siglo XX. Recordó que le dijo su padre que se lo regalo su bisabuelo, cuando era un niño junto con la colección completa de todos los CDS que sacaron. También recordaba que algunas veces que su padre le dejó escuchar alguno de ellos, pero ahora no recordaba muy bien el nombre de ellos. Se volvió a mirar, se revisó la mejilla por si se había afeitado mal y salió del cuarto. Se sentó en la cama, cogió el pantalón y se lo puso. Antes le costaba la vida ponerse aquel estrecho pantalón, pero ahora estaba más delgado y no le costó mucho ponérselo; se enfundó la camiseta y cogió las botas. Estas eran negras, y según le dijo una vez un amigo suyo, eran parecidas a las que se usaban durante el siglo XX en el ejército. Se las puso, las ató y se levantó de la cama. Después se puso la cazadora, cogió la tarjeta de la habitación, la cerró y se dirigió al vestíbulo; al salir pasó junto la puerta de Thomas, a la cual llamó. En pocos segundos éste abrió la puerta. - Bien, como estoy?- le dijo. - Bestial, tío. Un poco retro, pero bestial- le respondió-, solo te falta ponerle una pequeña cadena a la cazadora y un pendiente en la oreja izquierda. - Demasiado recargado, además no es mí estilo. Hacia ya unos meses que no me ponía esta ropa y no sabia si me iba a estar bien. - Mientras terminó de arreglarme, llama a Helenna y a Marc- dijo Thomas. - Bien, pero no tardes mucho. Tony se dio media vuelta y se dirigió a la habitación de Marc. Estaba ya listo, así que ambos fueron a la habitación de Helenna. - Un momento- dijo ella-, ya estoy. Al cabo de unos segundos abrió la puerta y salió al pasillo. Tony y Marc casi se caen al suelo cuando la vieron; llevaba un vestido negro, muy ceñido, con escote, que realzaba su estupenda figura. Estaba maquillada, con los ojos y los labios pintados. - Qué tal estoy chicos?- dijo. Ni Marc ni Tony podían articular palabra. En ese momento Thomas salía de su habitación. - Helenna estas de miedo - dijo-, si no fuera por que no esta bien visto que un soldado bese a otro soldado te besaba ahora mismo. Ella se echó a reír. - Bien, vamos a reunirnos con los demás- logró articular Marc-, creó que nos esperan en el vestíbulo. Los cuatro bajaron las escaleras y allí estaban todos. - Solo os digo una cosa- dijo Tony- divertiros, pero no os metáis en líos. - No seas aguafiestas, teniente, y vosotros dejaros llevar por el señor de la noche, moi...- dijo Thomas haciendo una pequeña reverencia. Después de deambular de bar en bar, hacia las una de la noche, el grupo encaminó sus pasos, dirigidos por Thomas, a una discoteca en el centro de la ciudad. Una vez dentro todos se quedaron con la boca abierta. Era un local de música retro, muy al estilo de los que había a finales de los años 1970 y 1980. Tenia cuatro pistas de baile, en cada cual ponían música de varios estilos. Eran salas bastante espaciosas, con capacidad para quinientas o mil personas. En cada una de ellas había una barra donde se servían bebidas típicas del siglo XX. En las paredes había holopantallas en las que se proyectaban antiguos video clips de aquella época. - Bueno- dijo Thomas-, yo tengo sed así que voy a la barra a pedir algo. - Vamos contigo- dijo Marc- venís? Tony miró a Helenna y al resto y asintió. El grupo se acercó a la barra. En ella había una chica. - Qué vais a tomar?- dijo. - Yo una cerveza, que queréis vosotros?-dijo Thomas Se miraron unos a otros sin saber lo que contestar. - Bien, para los chicos cerveza y para las chicas una... como se llama ese refresco...- respondió él. - En mi país he bebido cerveza más de una vez- dijo Helenna- como sabéis, soy alemana. Se oyó un murmullo de aprobación a Helenna. - Bien, veinte cervezas- dijo Thomas. La chica las sirvió y Thomas le dio su tarjeta. La chica la pasó por un scanner y se la devolvió.
Una por una fueron viendo cada una de las pistas. Al principio el grupo iba junto, pero pasado un rato cada uno se fue por su lado. Tony se quedó con Helenna, Marc y Jeanne. Thomas salió disparado para bailar en la pista. Unos cuantos se fueron con él. - Guau, son The Mood of Sound!1 En una de la holopantallas apareció la imagen de una sala con dos personas manipulando dos antiguos sintetizadores. Eran dos hombres; uno de aproximadamente treinta años, moreno, de estatura media, con gafas y vestido de una forma parecida a la que iba Tony. El otro también era moreno, aunque un poco más joven, de casi la misma estatura y también llevaba gafas. Los dos tenían cierto parecido. Helenna le dijo algo a Jeanne, y acto seguido acercó su cabeza a Tony. - Voy al servicio, esperadnos aquí. Tony asintió, las dos se marcharon. - Donde van?- preguntó Marc. - Al servicio, qué te parece esto? - Esta bien, después vamos a las otras pistas. - Si hay tres más. Esta es la tecno, las otras son de hard rock, música lenta y otra de años 196070- dijo Tony. Unos minutos después vinieron las chicas. - Marc y yo vamos a ir a las otras pistas. - Nos vamos con vosotros- dijo Helenna. La otra chica asintió. Entraron en una sala decorada de forma distinta, pintada de forma chillona, con colores rosas y celestes. De fondo sonaba una vieja canción de los 60s. Se quedaron un momento. Pasado un rato salieron y se dirigieron a la de hard rock. Una música fuerte partía de su interior, y cuando entraron vieron una sala llena de gente bailando, o eso parecía ya qué se chocaban unos contra otros y con mucho humo. Al cabo de unos minutos salieron de ella y se dirigieron a la otra sala. Estaba medio a oscuras y sonaba en ella una música suave y romántica. - Bailas?- le dijo Marc a Jeanne. - Si, vamos- le contestó ella. Marc guiñó el ojo a Tony y sonrió. - Tú no bailas- le dijo Helenna casi pegando su cuerpo a él. - No- dijo-, no sé. - Es muy sencillo, ven- le contestó ella. - No, mejor no, soy muy torpe y te pisaría. Ella se acercó aún más a él. - Ven, yo te enseñó, tengo mucha practica. Bailé más de una vez con el idiota de mi exnovio. Tony negó con la cabeza, sonriéndole y apartándose un poco de ella. - No, no creó que... - Vamos Tony, son solo excusas. Ves a ellos- dijo señalando a Marc y a Jeanne-, solo es bailar, nada más. Al final logró convencerlo. Ella lo tomó por la mano y sintió el calor de su mano en la de él. Salieron a la pista. - Ven, dame tus manos y ponlas aquí, no más abajo, ¿eh?- dijo ella con una sonrisa burlona, poniendo las manos de él alrededor de su cintura, a la vez que ella se acercaba más a él, ponía las suyas alrededor de su cuello y dejaba caer su cabeza en sus hombros. El tiempo que pasaron bailando pasó muy lento o eso le pareció a él. Miraba al frente, sin inmutarse, mientras sentía la respiración de ella. El movimiento de los dos se hizo lento, casi imperceptible. El olor del perfume que llevaba ella lo embriagaba y le hacia sentirse excitado, ó era contacto del cuerpo de ella; no lo sabia, estaba nervioso, pero se sentía bien, muy bien. Miró el rostro de ella, pegado a sus hombros, con los ojos cerrados. Estaba preciosa, diferente, no parecía su compañera de armas, le recordaba más a Marina, aunque Helenna era más guapa y atractiva. De pronto la música cesó. Ella levantó su cabeza y le sonrió. Él le respondió con otra sonrisa, ella acercó su cabeza a la suya. En ese momento llegó Thomas. - Eh, parejitas!, os estábamos buscando. En un instante ambos se separaron. Afortunadamente Marc y Jeanne aparecieron en aquel instante. - Marc, ven conmigo, vamos a tomarnos algo, te invitó- dijo Tony. Marc asintió y lo acompañó. Thomas se unió a ellos. - Voy con vosotros, me debes una cerveza Tony.
- No, quédate con las chicas, te la traemos nosotros- dijo Marc. - Marc tráenos un refresco- dijo Jeanne- estamos aquí con Mary y Paula, ve con ellos Thomas y ayúdalos. Mientras los chicos iban a por las bebidas, ellas se quedaron allí, al borde de la pista. En ese mismo momento entraron en la sala unos ocho tipos, vestidos todos según la moda imperante en la época, con guardapolvos amplios y pantalones de cuero muy ceñidos. Nada más entrar, se fijaron en ellas, ya qué eran las únicas chicas que estaban allí solas. Los tipos se acercaron a ellas. - Hola, guapa, ven a bailar. - Piérdete, imbecil- dijo Jeanne. - Cállate zorra, no estoy hablando contigo- dijo otro-, al jefe no se le habla así. Uno de los tipos se acercó a ella y la empujó. El que parecía el líder de la pandilla le lanzó a Helenna el humo del cigarrillo qué fumaba y la cogió por la cintura. - Qué me contestas? El olor a tabaco del tipo hizo qué ella tosiera. - Coff! Será mejor qué me sueltes, cerdo - le dijo. Le hizo una señal a Paula. Esta se escabulló sin que lo notaran. - Baila conmigo - dijo el tipo rodeando con sus manos la cintura, apretándola contra él de tal forma qué entre el olor a tabaco y sus manos casi la asfixia-, después nos iremos a un lugar más tranquilo donde nos lo pasaremos muy bien. Diciendo esto acercó la cabeza de él a ella y la besó salvajemente en los labios. Ella lo empujó y lo abofeteó. El tipo l a miró de arriba abajo. - Me gustan las zorras como tú, difíciles, siempre después el premio es más placentero, disfrutaré más si te violó que si te entregas a mí voluntariamente- dijo riendo. Helenna se volvió, miró a Mary y Jeanne y les sonrió a la vez que rápidamente volvía a golpear en el rostro al tipo. De los labios de este salió un reguero de sangre. Las otras dos chicas redujeron a dos de los matones. - Te gusta jugar fuerte- dijo él-, a mi también. Y a la vez qué dijo esto, le dio un puñetazo a la muchacha en el estomago. Ella cayó violentamente en el suelo. Las otras dos chicas se acercaron a ella y vieron como se contraía de dolor y le faltaba el aire para respirar. - Eres un gilipollas- le dijo Jeanne, qué fue quién primero la vio. - Cállate, o te pasara a ti algo peor- dijo riéndose. - Qué peor, valiente?- dijo una voz de hombre. El tipo se giro y vio a dos jóvenes. Antes, Paula se dirigió directamente a la barra. En ella estaban los tres charlando, mientras que esperaban que los atendiera la camarera. - Qué, ya por fin te has liado con Helenna?, es un premio gordo - dijo Thomas golpeando suavemente la espalda de Tony. - Eres un bocazas- respondió contrariado Marc-, déjalo tranquilo. - No, déjalo- dijo Tony sonriendo-, por lo menos no me he puesto a bailar como un... No pudo terminar la frase por que escuchó una voz ahogada detrás de él. - Tony!, teniente!, señor...!- dijo la dulce voz, casi al borde de la asfixia. - Qué te pasa?- dijo Thomas-, pareces asustada. - Allí... en la pista, señor. - Tranquila, no me digas señor ni teniente. - Las chicas... Helenna. Tony la miró. Algo grave pasaba. - Tranquilízate. Marc pide un vaso de agua para ella. Marc actuó de inmediato, le pidió a la camarera un vaso de agua. Se lo trajo de inmediato. Ella bebió un sorbo. - Rápido, unos tipos están molestando a las chicas- dijo ella más sosegada. Tony actuó rápidamente. -Id los dos a por los demás- dijo señalando a Paula y a Thomas-. Marc ven conmigo. Tony cruzó la sala abarrotada de gente hasta llegar al sitio donde estaban ellas. Vio que Helenna estaba en el suelo atendida por Mary y como Jeanne se encaraba con el tipo. - Qué peor, valiente?- dijo Tony desafiante. A su lado estaba Marc, qué rápidamente se reunió con las dos chicas. - Veras, amigo- dijo el tipo, acercándose a Tony y lanzándole una bocanada de humo-. Solo
quería bailar un poco, pero estas zorras se han puesto un poco nerviosas. Tony no se inmutó. Lo observó, el tipo era el típico matón que disfrutaba golpeando e incluso violentando a las mujeres. - Yo no soy tú amigo y resulta que esas chicas que llamas zorras son amigas mías- dijo encolerizado. - Bien, si ellas son amigas vuestras, supongo que vosotros sois sus chulos- dijo riéndose y señalando primero a ellas y después a ellos dos. Hizo una señal y los otros matones se unieron a él, rodeando a Tony. Marc intento dar un paso adelante, pero vio como Tony negaba con su cabeza. En ese momento llegaron Thomas, Paula y el resto de los cadetes. Los matones dejaron a su jefe solo al ver que estaban desventaja. - Creó qué solo eres un cobarde- dijo Thomas exasperado-, un bocazas que disfruta golpeando a las mujeres. Tony apartó de allí con la mano a Thomas. Pasó delante del tipo y se agachó donde estaba tendida en el suelo Helenna. - Estas bien?- le dijo a ella. - Si- dijo asintiendo con la cabeza a la vez-, pero no necesito que me defiendas, sola me basto. - Lo sé, pero no actuó como amigo tuyo, si no como tu teniente. Tony se levantó. El tipo estaba allí de pie esperándolo. - Resulta que esa zorra como tu la llamas- dijo-, es algo muy mío, y no me gusta que un cerdo como tú la maltrate. - Qué valiente!- dijo el tipo-, quizás aquí rodeado con tus amigos, pero no en la calle tú y yo solos. - Aquí y en la calle, donde prefieras- le respondió. El tipo con la mano señaló la calle. Ambos salieron fuera, seguidos por los matones y el resto de los compañeros de Tony. Fueron a un callejón cercano a la discoteca. Tony se volvió a Marc y a Thomas. - No quiero qué os metáis ninguno- dijo mirando a ambos y entregándole la cazadora a Marc-, es mío. Thomas se acercó a él. - Machácalo, no tengas piedad de él. Tony y el tipo se saludaron fríamente. El tipo se quitó el guardapolvo, se lo entregó a uno de sus secuaces y tiró la colilla del cigarro al suelo. Era bastante más fuerte que Tony, todo músculo. Llevaba una camiseta transparente y protecciones metálicas en las botas. - Bien, gallito, qué empiece el baile- dijo el tipo-. Voy a disfrutar más machacándote que cuando le atice a tu novia. El matón y Tony empezaron a describir círculos uno alrededor del otro. Tony fue el primero en golpear, lanzando un puñetazo a su cara. - Buen intento, chico- dijo el matón, parando el golpe de él-, pero con tan poca fuerza no vas a hacer nada. El matón le respondió con una patada directa a la rodilla que hizo qué Tony se tambaleara primero y cayera después. Se levantó rápidamente y empezó a estudiar a su enemigo. Los golpes del matón pronto empezaron a causar mella en Tony. Dos directos a la cara hicieron que este sangrara abundante por la mejilla. Intentó golpearlo, pero paraba sus golpes y le respondía con una inusitada violencia. Aún así se mantenía en pié. Tenia que encontrar su punto débil, lo tenía que tener. Cada vez que el matón golpeaba a Tony, algo dentro de Helenna se rompía. Una de las veces qué lo golpeó, apartó la vista para no ver el lamentable estado en el que estaba dejándolo. El matón se dio cuenta e intentó sacar partido de ello. - Tu novio es un blandengue- le dijo-, yo si qué soy un hombre de verdad, y te haré más feliz que él. Estas palabras hirieron en lo más hondo el orgullo de Tony. Recordó las palabras del sargento: dejar creer al enemigo que estas derrotado y entonces podrás vencerlo. Tony gritó y se lanzó con violencia hacia el tipo. Lo arrolló y ambos cayeron al suelo. Se levantaron, y con una agilidad increíble Tony golpeó al enemigo con una combinación de golpes; dos patadas a nivel de la articulación de la rodilla y un puñetazo en el rostro que hicieron qué este de nuevo cayera al suelo. Cuando se levantó su nariz sangraba abundantemente y cojeaba ligeramente. Tony no le dio respiro y volvió a golpearlo con una patada con salto en plena cara y, cuando caía al suelo, un puñetazo en la boca del estomago; ya no volvió a levantarse. Se acercó y se agachó junto a él. Al principio creyó qué lo había matado, pero pronto se dio cuenta que respiraba. Se levantó y se dirigió a los amigos del matón. - Cogedlo y llevároslo.
Los matones asintieron y desaparecieron por la calleja. Los chicos se acercaron a él. - Como estas?- le preguntó Marc. - Como si le hubiera atropellado un auto del siglo XX- contestó irónicamente Thomas-, como quieres qué este. Helenna se acercó rápidamente a él, lo abrazó y lo besó. - Tranquila- dijo Tony-, no me ha pasado nada. Solo son rasguños. Vamonos de aquí. Abandonaron la calleja y volvieron a la calle de la discoteca. - Tony- dijo Thomas-, los chicos y yo pensamos volver al hotel. - No, volved dentro y divertiros. Estoy bien, volveré solo al hotel, me curaré y me acostaré para descansar- dijo Tony. - Yo te acompañó- dijo Helenna-, después de esto se me han quitado las ganas. - Bien- dijo él-, pero Marc, cuida de que no se metan en líos. - A sus ordenes, mi teniente- dijo este ultimo saludando de forma militar y sonriendo a Tony-, alguna orden más? Tony sonrió y se despidió de él con un manotazo. Durante todo el trayecto hacia el hotel, ninguno de los dos dijo nada. Pronto llegaron y Helenna lo acompañó hasta su habitación. - Estoy bien, me encuentro perfectamente- dijo él. - Te crees que soy tonta. Hasta qué no te curé y vea si tienes alguna lesión no me voy. Entraron en la habitación. Él se sentó en la cama mientras ella iba al cuarto de baño por algodón, alcohol y un poco de agua. Unos instantes después regresó y se sentó en la cama junto a él. - Te duele?- dijo ella. - Ah, solo cuando me rió. - Antes parecía que tenías más, son solo cortes superficiales. - La sangre es muy escandalosa, ayyy, como escuece. - Es alcohol, es bueno que te escueza. - Hablando así me recuerdas a mi madre, eres tan buena enfermera como ella. - Si, pero no soy tú madre. - Eso ya lo sé. - Quítate la cazadora y la camiseta, quiero ver si tienes algún hueso roto. Él se quitó las dos prendas, qué tiró en la cama. Ella empezó a revisar su torso. - Según parece no tienes nada roto, ni costillas ni nada. - Es un milagro. Me duele un poco aquí...- dijo él señalando la región abdominal. - No es nada, mañana tendrás solo un moretón. - Como es qué sabes tanto? - Mi padre es médico, en casa tenemos muchos libros de medicina. - Serias una enfermera estupenda. Ella cogió una tirita y se la puso en el corte de la mejilla. - Ya esta, curado- dijo ella. Ella se levantó y llevó las cosas al cuarto de baño, cuando regresó, Tony ya tenia la camiseta puesta. Se acercó a él y se sentó cerca, muy cerca de él. - Perdóname, todo esto es por mi culpa...- dijo ella. - Porque?, era mi deber, primero como oficial tuyo, y segundo como amigo. Ella se echó en sus brazos llorando. Lo agarró firmemente por el cuello y puso su cabeza en sus hombros. - Venga, no seas... - Tonta- completó ella-, soy tonta. - No eres tonta, eres solo sensible. - Cuando vi como te golpeaba despiadadamente sentí... - Si ya, pero debes de acostumbrarte. Lo de hoy solo es una pelea callejera, y mira como estas. No sé como reaccionarias en caso de una batalla. Ella separó la cabeza y le sonrió tímidamente. Él le devolvió la sonrisa y le secó con la mano las lágrimas qué caían por su mejilla. Entonces ella se acercó más a su rostro y le besó en los labios. Él la atrajo y respondió al beso. Estuvieron besándose durante un buen rato. Ambos se dejaron caer en la cama. Él se incorporó un poco, pero volvió a inclinarse de nuevo hacia ella y la volvió a besar, una y mil veces. De pronto se levantó de la cama como por un resorte. - No!- gritó- vete de aquí, por favor.
Ella se levantó de la cama y se acercó a él. - Deja que suceda, Tony, te quiero, te amo con toda mi alma. - No, Helenna, no puedo. - Tienes miedo, lo sé, no tienes por qué tenerlo. - Solo quiero qué seas mi amiga, nada más. Lo cogió por la cintura a él y lo volvió a besar. Él la apartó. - No, déjame... - Te quiero, hazme tuya, te necesito- dijo ella empezando a quitarse el vestido. Él la detuvo. - No, por favor, vete- dijo Tony, qué no pudo contenerse más. Se acercó a ella y empezó a llorar desconsoladamente. Ella volvió a abrazarlo. - Yo no soy como ella- le dijo. - Ya lo sé, no puedo evitarlo, es superior a mí. No debo volver a enamorarme más. - Porque?- le contestó ella separándose de él- tanto miedo tienes? - Si- le respondió él-, miedo a amarte y qué después me dejes por otro, miedo a mis sentimientos, miedo por ti... - Y mis sentimientos no cuentan. Estoy en la misma situación qué tú, o peor. Como líder eres perfecto, pero como persona eres aún mejor. No me he enamorado como una burra del líder, sino de ti. Sé apartó de ella y comenzó a andar nerviosamente por la habitación. De pronto se paró. - Creó esto se me esta escapando de las manos- dijo él-, será mejor que te vuelvas a tú habitación, estoy un poco confundido. - Te quiero...- dijo ella acercándose a él, pero él de nuevo la rehuyó. - Por favor vete, quiero estar solo, necesito pensar. - No, no me voy, me quedo aquí contigo. - Vete!, es una orden!, ya no te habló como amigo, sino como oficial superior suyo, sargento. - Muy bien, señor, no le molestaré más- dijo ella a punto de romper a llorar. Abrió la puerta y salió al corredor. Después la cerró y se dirigió a su habitación. Entró en ella y sin encender la luz cerró la puerta, se desnudó y se metió en la cama. Entonces, empezó a llorar, le había hecho daño, mucho daño, pero aún así lo quería, lo quería más qué antes. A la mañana siguiente Tony se levantó temprano, antes qué nadie y se fue a pasear. Se dirigió a la muralla y allí se sentó. Necesitaba pensar, pensar muy detenidamente en lo sucedido la noche anterior. Le dio mil vueltas a la cabeza, y no sabia qué decisión tomar. Si la trataba con deferencia, podía pensar qué el también sentía algo por ella, podría pedir al teniente del escuadrón que la transfiriera a otro, pero enseñar lo que ella sabia a otro era perder el tiempo. Lo desechó al instante, no se lo podía permitir. No podía pensar estaba bloqueado, tal vez si le pidiera opinión a alguien. Pero, a quién?; si se lo decía a Thomas, le saldría con alguna sandez, y con él resto de los cadetes no tenia confianza, excepto con... Marc. Una serie de golpes en la puerta sacaron a Marc de un hermoso sueño. Sé restregó los ojos, cogió el reloj y vio la hora, las nueve. Malhumorado contestó a media voz. - Quién es? Una voz susurró algo. - Soy yo, Tony. Lentamente se levantó de la cama, se dirigió a la puerta y la abrió. - Perdona si te he despertado, pero tengo que hablar contigo - dijo Tony. Marc le invitó a pasar con la mano. Bostezó y cerró la puerta una vez que Tony entró. Ambos se sentaron, uno en la cama y el otro en una silla. - No sé como empezar... - Qué te pasa?- dijo Marc, veía a Tony nervioso y muy preocupado. - Bien, lo que te voy a contar no quiero que lo comentes con nadie, ni con Jeanne y aún menos con Thomas y...- no le dejó continuar Marc. - Es algo personal, no? - Si, muy personal. - Cuenta. - Veras- parecía que a Tony le costaba trabajo sincerarse con él-, anoche pasó algo. Cuando os dejamos Helenna y yo volvimos aquí, al hotel, subimos a mi habitación y me estuvo curando... Hizo una pausa, buscaba las palabras para continuar. - Bueno, que...- dijo Marc, que fue cortado por Tony. - Como te dije antes pasó algo entre ella y yo..., me besó, y yo la besé a ella. - Si, qué?- dijo Marc con un gesto de impaciencia. - Te cuento esto por qué eres mi amigo, por qué sino...
- No me tengas en vilo, cuenta. - Es muy embarazoso. Nos besamos como locos, casi estuve a punto de... ya sabes. Lo supones. - Si, lo supongo, pero continúa. - No pasó nada entre los dos, que consté, no sé si fue por la pelea, pero ella me dijo que me quería. - Eso solo?, no pasó nada más?- replicó divertido Marc. - Si, me puso en una situación difícil y creó qué le hice daño, mucho daño. No superé la situación. - Por qué?- dijo Marc gesticulando- no te comprendo... - Verás, cuando estuve en la Academia me gustaba una chica. Muchas veces estuve a punto de decírselo, pero cuando me di cuenta la quería con toda mi alma. Un día me acerqué a ella y se lo dije. Se burló de mí; me dijo cosas terribles, y me rompió el corazón en diez mil pedazos. Al poco tiempo empezó a salir con el líder de otro escuadrón y entonces me volqué en los estudios y en el juego. Llegó el día en que nos enfrentamos, y le gané, lo derribé. Pero la perdí a ella. - Te comprendo, aún la quieres... - No lo sé, tal vez, un poco, no lo sé. Pero Helenna me recordó la frustración y entonces tuve miedo, mucho miedo de que volviera a pasar. - Bueno- le dijo Marc- qué es lo que pasa ahora? - No sé que hacer con Helenna. Si la trato bien puede pensar qué... - Lo primero que debes hacer es poner en claro tus sentimientos. Quieres a Helenna? - No- negó con la cabeza-, es atractiva, y puede qué alguna vez llegue a sentir algo por ella, pero solo quiero ser su amigo, no quiero... - Te comprendo. - Pensé en trasladarla a otro escuadrón, pero es muy valiosa para nosotros- dijo Tony hundiendo la cabeza, desesperado-. No sé que hacer. - Creó que si tomaras esa decisión la lastimarías. Puedes seguir tratándola como hasta ahora...; mejor, tengo una idea- el rostro de Marc se iluminó -, habla con ella, explícaselo. - No, ya sé lo dije una vez. Me limitaré al trato de oficial a subordinado, nada más. - Tú sabrás lo que haces, pero yo volvería a hablar con ella y se lo explicaría. Ella lo comprenderá.
4. NUEVAS PERSPECTIVAS AÑO: 2230-31. LUGAR: CAMPAMENTO-LA TIERRA. Dos días después, al anochecer, volvieron al campamento. Del rostro de Tony había desaparecido cualquier rastro de la pelea y solo quedaba un pequeño e invisible arañazo. En esos días no cruzó palabra con Helenna, ni ella con él. Nada más llegaron, el teniente les dio buenas nuevas. - Escuadrón, a partir de hoy tendrán trabajo muy duro hasta que se les pongan los destinos. En estos nueve meses deberán de terminar las misiones del simulador, aprender a manejar armas de combate personal y sus primeros vuelos en práctica. Además se les enseñaran conocimientos sobre física, matemáticas, química y tecnología actual. Estarán preparados física y mentalmente para solucionar cualquiera de los problemas que en un futuro no muy lejano puedan tener. El teniente le cedió la palabra al sargento. - Mañana por la mañana os quiero ver con las armaduras de combate, a partir de ahora no descansaremos nunca, estaremos siempre alerta, dispuestos para cualquier eventualidad; teniente Sánchez puede mandar romper filas. Tony dio un paso al frente y saludó a sus superiores. - Escuadrón!, rompan filas!- gritó. Los días sucesivos fueron duros, muy duros. Por la mañana tenían combate, después clases teóricas y por la tarde el simulador. En pocas semanas sabían manejar una pistola de plasma, un fusil de asalto MK9 o como calcular el transporte de un ala de un determinado sitio a otro. La relación entre los compañeros mejoró e incluso Helenna y Tony algunas veces cruzaban algunas palabras, eso sí sin salir del ámbito del trabajo, nunca llegando a nada personal. Marc los observaba y notó que los sentimientos de ella por él no habían desaparecido, sino que eran cada día más fuertes. Veía como en combate, por ejemplo, cuando nadie podía advertirlo miraba a Tony. Además aceptaba las órdenes de este ciegamente, sin objetar nada, por muy difíciles o arriesgadas que fueran. En uno de los pocos descansos que tenían, Marc se lo hizo ver a Tony. - Teniente, tengo que hablar contigo. - Si sargento. Ambos fueron a un lugar apartado del resto. - Creó que te estas pasando un poco con Helenna- dijo Marc. - No comprendo... - Te he observado, y las ordenes qué le das algunas veces sobrepasan lo que les pides al resto. - La sargento Kraüs es la encargada de tácticas, le mando como a cualquier otro sargento del escuadrón, además yo soy quién manda aquí- dijo molesto. Marc le saludó militarmente y se fue de su lado. Al llegar a los seis meses el escuadrón ya estaba preparado para entrar en acciones reales de combate. Habían completado el noventa y nueve por ciento de las misiones del simulador y solo les restaba la misión final. Sabían manejar cualquier arma desde un pequeño cuchillo hasta un potentísimo cañón de plasma. Aquella tarde se enfrentaban al examen final del simulador. - Bien, pilotos- dijo el instructor-, hoy es vuestro gran día. La misión de hoy es crucial para el destino de una colonia; la misión es la siguiente: "Habéis sido transferidos desde la base BV-700 a la colonia Andrómeda, en el sector D-4. Últimamente en citada colonia se han sucedido ataques de los corsarios. Su situación es crítica, ya qué el último ataque los dejó sin repuestos y la comida empieza a escasear. Con vosotros llegó un transporte con algunos repuestos y comida, pero no son suficientes. Por ello, desde la base BV-700 se va a mandar un convoy de dos transportes, vuestra misión es escoltar a ambos hasta llegar a la base. Para ello contareis con veinte cazas MRT-300. Buena suerte." En la pantalla apareció un display con la misión de cada uno: - Líder verde. Misión: protección de transporte. - Líder azul. Misión: defensa de transporte. - Líder naranja. Misión: cobertura alas verde y azul - Líder rojo. Misión: protección de la colonia. Tony se puso en contacto con todos los líderes. - Ya tenéis vuestras órdenes. Ala verde partid hacia el sector 3.45. Líderes azul y naranja mantengan posición. - Entendido, mi teniente- dijo Helenna-. Partiendo hacia sector 3.45. - Aquí líder azul, ala en posición. - Líder naranja preparado. El ala verde avanzó sin problemas y en pocos segundos tomó contacto con los transportes.
- Líder verde llamando a transporte- ella miró la identificación del transporte- FH-100. Tomando posición de protección. Las naves se situaron alrededor de los dos cargueros. Del transporte le respondieron y se puso en contacto con Tony. - Líder verde a líder rojo. Posición tomada, vamos según rumbo previsto al sector 3.50. - Muy bien, líder verde- dijo Tony-, líder azul proceda al sector 3.50 para defensa activa. - Si señor- le respondió Thomas-, rumbo en curso sector 3.50 en 0.5 segundos. La misión se realizaba con normalidad. En unos segundos las alas verde y azul estaban en posición y dispuestos para cualquier incidencia. Marc continuaba en la misma posición que el ala de Tony. - Informa, líder naranja- dijo Tony. - Sin novedad mi teniente, no se detecta...- de repente Marc se calló y un cuarto de segundo después volvió a hablar- ... ¡Dios mío! - Informa Marc. - Detectada formación enemiga sector 3.49. - Entendido, ala azul en formación de ataque. Tiempo estimado de intersección 1.5 segundos. Detectamos diez cazas tipo DF-5, iniciamos ataque- le respondió Thomas. El ala de Thomas se puso en posición y en pocos segundos interceptaron los cazas enemigos. - Líder a ala, azul 2 y azul 3 conmigo, azul 1 y azul 4 cobertura paralela. - Si señor, azul 1 en posición - Azul 4 en línea. - Azul 2 cubriéndote, líder azul. - Azul 3 con objetivos en scanner. La maniobra fue perfecta. En poco tiempo destruyeron siete de las naves enemigas. - Líder azul a líder rojo. Destruidos siete bandidos; iniciamos persecución del resto hacia el sector 3.48. - Entendido líder azul, procede según plan- contestó Tony-. Líder verde formación defensiva cerrada. - Si señor, procediendo a tomar posición. Las cinco naves procedieron a tomar posiciones, una a cada flanco, dos atrás y otra delante. Mientras tanto Thomas perseguía a las tres naves que huían hacia el sector 3.48. - Ese es mío, azul 2- dijo Thomas a la vez que dirigía su nave hacia uno de los cazas. Lo persiguió y lo cazó fácilmente. En el mismo momento, azul 3 daba cuenta de otro. - Azul 1 persiguiendo a un bandido, me dirijo a sector...- dijo callándose de repente. - Contesta azul 1!- le dijo Thomas. - Azul 1 llamando a líder azul!, detectada gran concentración enemiga aproximadamente unos cincuenta- dijo haciendo una pausa- no!, no puede ser! He detectado también un porta aeronaves de combate, GH-5000, escoltado por un destructor WQ-300. - Reorganización ala azul, punto 3.48. En pocos segundos el resto de los cazas se dirigió hacia la posición. - Líder azul a líder rojo- dijo Thomas. - Aquí líder rojo- contestó Tony-, informa. - Gran concentración de enemigos, sector 3.40; aproximadamente cincuenta cazas, un porta aeronave y un destructor enemigos, estoy reorganizando el ala en sector 3.48. - Bien, mantén la posición e intenta cortar el avance del enemigo- le contestó Tony. Rápidamente las primeras avanzadillas enemigas llegaron a inmediaciones del sector donde estaba Thomas. El ala de Thomas las mantuvo a raya durante un buen rato. Pronto la situación se hizo insostenible. - Líder rojo, no puedo aguantar más, pido refuerzos urgentemente- dijo Thomas- nos superan en tres a uno. - Líder naranja- ordenó Tony-, ve al sector 3.48, ayuda inminente. - Ala naranja en rumbo- dijo Marc-, tiempo previsto de llegada 1.3 segundos. El ala de Marc llegó al sector casi de inmediato. - Thomas ya estoy aquí- dijo. - Bien, te echaba de menos. - Informa situación. - Azul 1 y 3 dañados, el resto sin novedad.
- Ala naranja, ataque directo al flanco izquierdo. Reorganización de alas en sector 3.49 en 2.5 segundos. - Entendido líder naranja, tomando posiciones- dijo Jeanne. Las naves se lanzaron a gran velocidad contra la formación enemiga. Los cañones de plasma escupieron sus mortíferos rayos y un gran número de enemigos fueron destruidos. El ala azul salió por el pasillo creado y se reunieron con el ala naranja en el sector 3.49. Desde el puesto de los instructores, el teniente, el sargento y unos cuantos instructores observaban las evoluciones del escuadrón. - Qué tal van?- dijo el teniente. - Bien, aunque creó qué el líder de escuadrón ha cometido un pequeño error- dijo uno de los instructores. - Cual, sargento? - Ha dejado casi sin protección el ala verde. Vera mi teniente- dijo empujando su silla hasta un terminal cercano-, el plan de batalla del ordenador es el siguiente: primero obligan al líder a romper el escuadrón en alas y después atacan a cada una de las alas independientemente. El movimiento que ha hecho ahora, reunir en un punto a dos de las alas, deja prácticamente al ala verde en inferioridad. Dentro de unos segundos el transporte será atacado por cuarenta cazas. Esta ala no aguantara el ataque. Pero también tiene una virtud, su ala, la roja, no ha entrado todavía en acción. Su siguiente movimiento será seguro que él mismo con el ala roja hará la cobertura del ala verde, pero para el caso hay una pequeña trampa. - Qué trampa?- preguntó el sargento-; se supone que el ordenador no hace trampas. - La trampa es qué la colonia puede ser destruida por el destructor y el porta aeronaves- dijo otro de los instructores, un teniente-. Los dos, si esto funciona saltaran a la posición 3.70 en pocos segundos, destruirán la colonia y la misión acabará. - Alguien ha llegado tan lejos?- preguntó el teniente. - No. Desde hace seis años nadie ha completado esta misión- le respondió el teniente-. El último que lo completó fue el general Bernard Hidges. Estoy bastante orgulloso de mi programa. - Líder naranja, aquí líder rojo, ataca al porta aeronaves. - Si señor, procediendo a maniobra de ataque. Protección de ala, naranja 1, 2 y 3, naranja 4 conmigo. - Tomando posiciones de ataque- dijo Jeanne- naranja 1,2 y 3 en posición de cobertura. Las naves procedieron a hacer la maniobra. El líder naranja y el resto de los cazas pasaron a gran velocidad entre los enemigos en dirección al transporte. - Líder azul, encargate del destructor- dijo Tony. - Hacia su posición en 3 s egundos-contestó Thomas-. Azul 2 y 4 conmigo, azul 1 y 3 vuelvan a la base para reparar. - Entendido, líder azul. Azul 2 y 4 en posición. - Azul 1 y 3 rumbo en curso, dentro de diez segundos volveremos, dejad algo para nosotrosdijo Iñigo.
Mientras, tal como había dicho el instructor, el transporte era atacado por el enemigo. - Líder rojo, aquí líder verde. Detectó aproximadamente sobre unos cuarenta cazas en sector 3.51 aproximándose a gran velocidad. - Aquí líder rojo, procede según plan defensivo - dijo Tony-, y ten cuidado. - No te preocupes- le contestó ella-, verde 2 y 4 conmigo hasta retaguardia. Verde 1 y 3 protección de transporte, te dejó al mando Alan. - Vete tranquila, líder verde. Ocupó la posición de protección total. Los cazas hicieron la maniobra. Helenna y sus dos cazas se lanzaron a toda velocidad y en poco tiempo tuvieron delante una gran masa de enemigos. - Verde 2, cobertura de ala, verde 4 sígueme, vamos a mandar al infierno a esos malditos cazas. - Procediendo a la maniobra- dijo verde 2. - Verde 4, no utilices los cañones, dispararemos los misiles- dijo Helenna. - Entendido líder verde, armados misiles 1, 2 y 3. - Fuego a mi señal, ahora. De cada uno de los cazas partieron tres misiles, dirigidos al grupo de enemigos. Una gran explosión recorrió el espacio. - Líder verde, aquí verde 2, los enemigos se separan. Van a por ti y por verde 4. Helenna le dio mayor potencia aún a su caza. Ante ella aparecieron diez cazas, que en poco
tiempo la rodearon. - Líder verde, aquí verde 4, me han dado falló total... No pudo escuchar nada más. De su display de batalla desapareció la luz de verde 4. Ella no lo tenía mejor, su nave también estaba dañada. Fue perseguida por dos de los cazas enemigos. Todo le salía mal, le estaba fallando a Tony. De pronto su monitor de batalla quedó en negro, la habían derribado. - Líder rojo, aquí verde 2. - Contesta verde 2.- dijo Tony. - Señor, unos veinte cazas se dirigen hacia mi posición, necesito ayuda, la líder verde y verde 4 han sido destruidos, y yo no podré aguantarlos durante mucho más tiempo. Tony se quedó callado, había cometido un error al dejar casi desprotegido el transporte. Verde 2 no aguantaría mucho tiempo. - Thomas, aquí Tony cambia tu rumbo, dirigete a 3.51, y ordénale a azul 1 y 3 que se dirijan al rumbo 3.65. - A la orden, señor. Azul 1 y 3 dirijanse a 3.65. El resto que me siga a toda velocidad. - Ala roja, aquí líder rojo. A toda potencia a 3.51, ataque total. El ala entera de Tony se dirigió a gran potencia al punto 3.51. Cuando ellos llegaron verde 2 resistía a duras penas, y sus daños eran cuantiosos. Casi al mismo instante llegó Thomas. - Verde 2, vuelva con el transporte- dijo Tony. - Si señor, vuelvo a la posición original. - Azul 1 y 3 en posición. Pasamos a defensa pasiva.- dijo azul 1. - Thomas, vamos a toda potencia y destruimos el mayor número de cazas posibles- dijo Tony-. Por Helenna. - A la orden, jefe. Por Helenna. Mientras todo esto ocurría, Marc y su ala atacaban por segunda vez el transporte. - Aquí líder naranja, creó que sé la forma de causarle mayor daño al transporte. - Como?- dijo Jeanne. - Quiero que tú, naranja 2 y 3, cojais la mayor potencia posible y entréis en su bodega de carga. Cuando pasé antes vi sobre unos cien cazas allí listos para despegar, naranja 4 y yo vamos a intentar llegar al reactor principal de la nave; bombardea y sal corriendo a toda prisa, cariño - respondió Marc. - Sí, ten cuidado. Jeanne, junto con los otros dos cazas se lanzó a toda potencia en dirección a la aeronave. Entre ellos y el transporte había gran cantidad de enemigos. - Ya sabéis la orden, no utilicéis los misiles, guardadlos para después. Abriros paso a cañonazos- dijo Jeanne. - Entendido, naranja 1. Cañones de plasma dispuestos. Gran cantidad de explosiones ocurrieron a su paso. Pronto tuvieron delante de ellos la aeronave. Se introdujeron dentro de la bodega. Ante ellos aparecieron, en la panza de la nave, aproximadamente unos cien cazas dispuestos para ser lanzados en cualquier momento. - Ya sabéis muchachos- dijo ella-, sin piedad, destruidlos todos, qué no quede ninguno. Los tres cazas se separaron, dispararon sus misiles e inmediatamente convirtieron la bodega en un infierno. - Bien, vamonos de aquí, ya hemos acabado con esto. Mientras Marc y Rebeca, avanzaban con sus cazas por un intrincado laberinto de túneles. - No sé como nos dejan hacer esto, sargento. - Muy sencillo Rebeca. En teoría ninguna nave debería llegar nunca hasta aquí, pero me parece que no contaban con nosotros; ten cuidado con esa pared. Ambos cazas esquivaron un retorcido recodo del pasillo. En unos segundos salieron de él y se encontraron en el interior del reactor. - Arma todos los misiles- dijo Marc, a la vez que hacia él lo propio-, dispararemos los dos a la vez. - Entendido, misiles armados. - Bien a mi señal dispara contra ese edificio del centro y sal a toda potencia, ahora! Los dos cazas dispararon a la vez y rápidamente desaparecieron por un pasillo que había a la derecha. Los misiles hicieron blanco, y el reactor comenzó a estallar. Sin muchos problemas salieron al exterior, donde se reunieron con el resto del ala. Segundos
después la gigantesca aeronave estalló en miles de pedazos. Thomas y Tony terminaron con los últimos cazas que quedaban. El plan les había salido bien. Los instructores no podían creer lo que veían. La pequeña fuerza de ataque había destrozado el porta aeronaves. - No deberían haber llegado hasta allí- repetía uno de los instructores-, lo que han hecho es ilógico. - De mis chicos no me extraña nada- dijo feliz el teniente- les he visto hacer cosas increíbles. - Ni siquiera el general hizo tanto- dijo el instructor-, creó que programé esa parte muy mal. Ninguna nave puede hacerlo. - Si, pero ya han perdido- dijo otro de los instructores con satisfacción- el destructor ya ha saltado y se dirige hacia la colonia Andrómeda, no llegaran a tiempo. - No estés tan seguro- dijo el sargento alegremente-, seguro que Sánchez tiene un as en la manga. - Líder de escuadrón, aquí líder naranja. Misión cumplida, el porta aeronaves ha sido destruido. Daños mínimos. - Id al encuentro del destructor y acabad con él- respondió Tony-. Buen trabajo. - Mi teniente, aquí verde 1 desde el transporte. - Informe verde 1- respondió Tony. - Recibo en mi unidad una llamada de auxilio desde la colonia Andrómeda. Están siendo atacados por una fuerza superior- dijo Alan. De inmediato Tony pensó rápidamente en el destructor. Conectó el scanner de larga distancia y lo descubrió. Era él. - Thomas, Marc, cambiad de rumbo. Dirigiros al 3.70 de in-mediato, a toda potencia- dijo él. - Entendido, tiempo estimado de llegada 3.4 segundos- le contestó Marc. - Voy hacia allá, 2.3 segundos. - Ala roja dirijanse al sector 3.70 a toda potencia. Ataquen con todos los misiles el destructor. Tiempo de llegada 1.2 segundos. El primero en llegar fue Tony. Atacó con toda su furia al maldito destructor. Este, al detectarlos, descargó sus armas contra ellos. Los instructores observaban la carga del ala roja contra el destructor. En pocos segundos dos cazas fueron destrozados. El instructor sonrió, no soportarían un segundo ataque. Tony replegó su ala en las cercanías de la colonia. Rojo 2 y rojo 4 habían caído. Poco tiempo después aparecieron Marc y Thomas. - Qué hacemos chicos?- dijo Tony. - Un ataque directo es un suicidio- le contestó Thomas-, ni yo me atrevería a hacerlo. - Creó que deberíamos dividirnos y atacar por oleadas- dijo Marc-, es la única solución. Mientras en su cabina Helenna observaba la acción. Le había fallado a Tony y ahora no podrían acabar la misión. Si ella hubiese estado allí le hubiese dado la solución a Tony; la única forma de vencer al destructor es destruir su centro de mando, en la parte superior de la nave y dañar sus motores. Ella hubiera dividido el escuadrón en dos alas y...; pero no podía decírselo. Llena de frustración comenzó a llorar. Tony había dado la orden de ataque total. Todos los cazas, a la vez, atacarían al destructor. No le quedaba otra solución. Dio la orden a sus jefes de ala. Y entonces pensó en Helenna. Ella seguro que tendría la solución. Entonces evocó el día de su pelea, cuando él la llamó tonta...; y entonces encontró la solución. - Lideres de alas!, aborten trayectorias!- gritó Tony. - Qué?- respondió Thomas. - Marc, coge tu ala y dirigete al punto 3.69 y espera allí instrucciones- dijo excitado Tony. - Entendido, señor. - Thomas, te quedan misiles? - Si, los tenemos todos. - Ve al punto 3.71 y espera mis órdenes. Vamos a destruir ese maldito destructor. Cada uno de los líderes llevó a su ala a las posiciones indicadas. Mientras, él les explicó a sus pilotos lo que tenían que hacer.
- Rojo 1 encargate de cubrirnos a rojo 3 y a mi. Y ten preparados los misiles. - Si señor- contestó. - Y tu rojo 3, ven a la misma velocidad que yo y cuando te indique lanza todos los misiles al centro de mando, y después te retiras a gran velocidad. Después toma la posición de rojo 1. - Si, señor. - Ala azul en posición- llamó Thomas. - Ala naranja lista- le dijo Marc. Tony les explicó en pocas palabras su estrategia. - Os acordáis el día de mi pelea con Helenna. Ambos asintieron. - Bien, vamos a emplear su estrategia. Thomas tu vas a intentar destruir sus motores, mientras Marc vas a realizar un ataque directo a ellos. Quiero que atraigas todo su fuego hacia ti. Mientras mi ala y yo intentaremos destruir su centro de mando. - Entendido- dijo Thomas. - Bien, adelante- contestó Marc. Mientras, en la sala de instructores, estos observaban las maniobras de Tony. - Se esta equivocando de nuevo - dijo uno de los instructores. - Si, al dividir sus fuerzas, el destructor va eliminarlos uno a uno a todos los cazas- dijo otro. El teniente sonrió al sargento. Sabían qué Tony no hacia las cosas apresuradamente. Las alas tomaron posición. Marc, a gran velocidad, atraía el fuego delantero del destructor, mientras, por la retaguardia, Thomas y sus chicas descargaban todos sus misiles en los motores, solo un pequeño cañón les incordiaba, del cual Thomas dio buena cuenta. El ala de Tony, en ese momento entró en escena. Casi sin que los instructores lo notaran, apareció por un borde su ala y la puso en un punto muerto de las baterías del destructor. Mientras Marc recibía toda la potencia de fuego. Naranja 3 había sido destruido y naranja 4 tenia considerables daños. - Retirate, Rebeca. Ve al sector 3.71- dijo Marc- ya no haces nada aquí. - Entendido, me retiró- dijo ella. Thomas destruyó los motores y el destructor se quedó parado, en ese momento lo aprovechó Tony para entrar. - Marc, retirate. Ya me encargo yo de esto- dijo él. - Bien, vuelvo a sector 3.71- le contestó. El ala de Marc se retiró a toda potencia. Tony lanzó toda su potencia de fuego directamente al centro de mando. Después salieron disparados a toda velocidad. El destructor empezó a arder por los cuatro costados, hubo una reacción en cadena y estalló. El resto de las alas se unió al transporte y momentos después entraron triunfalmente en la colonia Andrómeda. Un mensaje apareció en sus pantallas: “Bienvenidos a colonia Andrómeda. Misión completa”. Un grito de júbilo partió de sus gargantas. Mientras, en la sala de instructores, estos no salían de su asombro. - No puedo creerlo- decía el instructor que había programado la misión-, es imposible. - Te lo advertí- dijo el teniente, guiñándole el ojo al sargento-, sabia que se le ocurriría algo. Los instructores repasaron la misión varias veces. No lo creían. - Teniente Sánchez- dijo la voz del sargento-, vuelvan al escuadrón. Tony y el resto de sus compañeros salieron de las cabinas y se dirigieron al escuadrón. Una vez allí estalló la alegría, todos se abrazaban y contaban como, unos habían destruido tal caza, o como habían bombardeado la aeronave. Marc y Thomas se acercaron a Tony. - No puedo creer lo que hemos hecho - dijo Thomas-, no creo que sea tan buen piloto. - Pues creedlo- dijo Tony-, los hemos destrozado. - Si, pero creó que hay alguien que no está tan contenta- dijo Marc señalando a un rincón donde estaba Helenna cabizbaja-, será mejor qué... - Entiendo lo que dices- dijo Tony-. Vamos a darle ánimos. Los tres chicos se acercaron a ella.
- Vamos, Helenna- dijo Thomas-, deberías estar contenta. - No me lo merezco- contestó ella-. Os he fallado. Tony les hizo una señal a sus compañeros. Estos se retiraron. Tony se sentó al lado de ella. - Vamos fuera, tengo que hablar contigo- dijo Tony. Ella se levantó del suelo y salieron juntos al exterior del escuadrón. Estuvieron andando en silencio un buen rato. De repente se pararon junto al bosquecito, cerca de los hangares. Los dos se sentaron y continuaron en silencio. Ella fue la primera en hablar. - Te he fallado, Tony. - No me has fallado Helenna. - Si!- grito ella-, te he fallado a ti, a mi ala y al resto. - No- dijo él acercándose a ella-, he sido yo quien les he fallado, y también a ti. Ella lo miró extrañada. - Te pido perdón- dijo él-, en estos meses te he herido, me he portado contigo como un déspota. Me lo advirtió Marc, pero como de costumbre, no le hice caso. Él la cogió por su talle. Con la mano apartó su cabello del rostro. - Te he despreciado- dijo él. - No- le respondió ella poniendo su cabeza en sus hombros-, no has hecho eso. Me he portado como una niña malcriada no como lo que soy, una mujer. - Hoy he comprendido algo- dijo él-; cuando pierdes a alguien qué quieres, sea de la forma que sea, lo pierdes todo, hasta tu razón de ser. Me has ayudado muchísimo. - No me digas- dijo ella levantando la cabeza- en qué te he ayudado? - Al recordarte me acordé de cierto incidente- sonrió él acariciando su mejilla-, que nos sucedió cierta vez, y ello me dio cierta idea, tú idea. Gracias a ti los destrozamos. - No es...-intentó contestarle ella, pero él la interrumpió. - Solo te voy a decir algo que tuve que haberte dicho hace unos meses. Te necesito a mi lado como amiga, y tal vez algún día llegue a quererte como tú a mí. No me dejes nunca- dijo a la vez que la abrazaba y la besaba en la mejilla. Iba anochecer cuando llegaron al escuadrón. Todo era una fiesta. Al entrar ambos fueron vitoreados como héroes. El sargento dio un paso al frente y saludó efusivamente a los dos, el teniente estaba junto a él. - Teniente Sánchez- dijo- le felicitó por su gran victoria. Tony negó con la cabeza. - Sin ellos no hubiera hecho nada. El teniente alzó las manos y se dispuso a hablar. - Ante todo os quiero felicitar a todos por lo que habéis hecho. También deciros que no solo sois el primer escuadrón que en seis meses completa el simulador, sino que también termina con éxito la última misión en seis años. Por esto el comandante y yo hemos decidido que a partir de mañana empezareis con vuestras prácticas de vuelo real. Pilotareis los cazas MRT que tenemos aquí. Un grito de júbilo estalló en el escuadrón. La alegría duró hasta altas horas de la noche. Días después empezaron las prácticas de vuelo real. Pilotar un caza real no era lo mismo que hacerlo en el simulador, pero en unas horas de practicas lo dominaban como si llevaran varios cientos de horas de vuelo. La rutina era diaria. Combate por la mañana, teoría, y por la tarde practicas de vuelo. Cuando se dieron cuenta llevaban ya casi nueve meses en el campamento. Las relaciones entre los cadetes del escuadrón Fénix se hicieron cada vez más fuertes. Se ayudaban unos a otros y llegó un momento que se convirtieron en una pequeña familia. El tiempo para Tony pasaba rápidamente. Como todas las tardes después de las prácticas de vuelo, volvían todos hacia el escuadrón. Pero ese día era diferente para Tony, era su cumpleaños. Días antes, Marc y Thomas miraron las fichas aprovechando uno de los múltiples paseos que daban Helenna y Tony. Por esto supieron cuando era su cumpleaños. Se lo contaron al resto y juntos decidieron hacerle una fiesta sorpresa. Todos, incluida Helenna lo sabían, así que aquel día al llegar al escuadrón lo sorprendieron. - No lo teníais que hacer- dijo Tony, sorprendido-. No lo merezco. - Mira, los chicos y yo te hemos comprado esto- dijo Thomas, entregándole un pequeño paquete-, no es gran cosa pero la intención es lo que cuenta. Tony lo cogió y lo abrió. Era una medalla con el anagrama del escuadrón. - Gracias, no lo merezco. - Si, te lo mereces- dijo Marc-, mandándonos nos has hecho ser los mejores.
La fiesta empezó. Todos estaban allí bailando y divirtiéndose. Helenna se acercó por detrás a Tony. - Tony, ven tengo que hablar a solas contigo- dijo ella. Él la siguió hasta el exterior del escuadrón, después lo llevó a un sitio apartado. Se sentaron en el suelo. Ella le dio un pequeño paquete. - No tenias que hacerlo- dijo él, cogiendo el paquete. - Soy quien tiene más derecho, no? Él asintió y beso su mejilla. - Ábrelo- le dijo ella. Tony abrió el paquete. En su interior había una pequeña bala dorada de prácticas. - Es para me recuerdes siempre, aunque no esté a tu lado, para que sepas que siempre puedes contar conmigo- le dijo ella-; te la puedes poner como un colgante, tiene una inscripción aquí. Tony la buscó y la leyó en voz alta. - "Para mi mejor amigo, de Helenna. Te quiero." Él la abrazó emocionado. De sus ojos empezaron a caer unas lágrimas. Ella le acarició la mejilla. - Perdona, no creí que fuera tan sensible, no puedo evitarlo. Siempre la llevaré conmigo, siempre- dijo él a modo de disculpa. - Es natural, te he sorprendido. Por primera vez te he hecho llorar yo a ti. Tony se repuso y volvió a abrazarla y besarla. - Creó que deberíamos volver con los chicos- dijo ella-, van a pensar mal de nosotros. Tony sonrió, se levantaron y volvieron a la fiesta. Unas semanas después, el teniente Hears, oficial en jefe del escuadrón Fénix, fue llamado a la oficina del comandante en jefe del campamento. Llamó a la puerta. Una voz le indicó qué podía pasar. - Ah, teniente siéntese- dijo el comandante, un hombre de unos cuarenta años, rapado casi al cero. El teniente se sentó en una silla cercana. - Qué tal va su escuadrón?- dijo el comandante. - Muy bien, mi comandante, están progresando rápidamente- le contestó el teniente. - Creé podrían realizar misiones ya? - Si, creó que sí- le respondió extrañado-, pero los chicos aún no han acabado su preparación previa. - Le he llamado por qué he recibido un comunicado de la Junta de Defensa. Me han pedido que transfiera el escuadrón Fénix a la base Alpha. - Señor- el teniente elevó el tono de su voz, molesto-, esos chicos no están preparados para...! - Tomé y léalo usted. Dicen que terminan su adiestramiento en la base lunar. - Están demasiado verdes, no tienen experiencia en combate- dijo el teniente. - Lo siento, John. Es una orden de prioridad uno. No estoy de acuerdo, se lo dije al general Margs, pero dijo que el representante del bloque americano presionó a todos los integrantes del Consejo para qué tomaran esta decisión. No podemos hacer nada. - Sabe que van a morir- dijo el teniente, entristecido-, los van a utilizar como carne de cañón. - No, conozco personalmente al almirante Jefferson, comandante en jefe de la base Alpha- dijo el comandante-, y me aseguró que solo realizarían misiones de factor verde, sin peligro alguno, cuando completen el tiempo de instrucción serán asignados a una base de nuestra esfera. - Cuando serán transferidos?- preguntó el teniente. - A final de este mes.
5. MISIONES REALES AÑO: 2231. LUGAR: ESPACIO, BASE ALPHA-LA LUNA. Mientras iban en el trasbordador, Tony recordaba lo que había sucedido en la última semana. A la mañana siguiente de su cumpleaños el teniente apareció en la formación de mañana y les dio, apesadumbrado, la noticia. Casi tres meses antes de acabar su adiestramiento serian trasladados a la base lunar Alpha. Ahora, en una pequeña nave de carga, eran llevados a la base orbital Lincoln y desde allí cogerían una lanzadera que los llevaría a la base lunar. Nadie en la nave hablaba, todos estaban callados. Thomas no dejaba de mirar a través de los pequeños ojos de buey como salían del campo de acción de la gravedad de la Tierra. Helenna, sentada al lado de Tony, jugueteaba nerviosamente con las manos, mientras que Marc, detrás de ella observaba la nave. Esta era un trasbordador, un pequeño carguero utilizado para llevar personal desde la terminal Diógenes a la base orbital. Ya no vestían los uniformes de cadetes, sino que llevaban los uniformes negros de soldados. Marc, Thomas y Helenna, además llevaban los distintivos de sargento y Tony los de teniente; llevaban un macuto cada uno con sus utensilios personales. Rodeando la Tierra había una serie de satélites, lo que se conocía como el cinturón defensivo. La base Lincoln era uno de ellos, mejor dicho, el más importante de ellos ya que era la base principal de operaciones de la Federación. Desde allí se mantenía contacto con todas las colonias hasta el cinturón de asteroides. Además, todos los bloques tenían representantes en él. En sí no era un satélite más, era una estación orbital, un puesto avanzado, el centro neurálgico del comercio con la Tierra. Todos los transportes, por pequeños que fueran, traían sus mercancías allí. Una hora después de haber partido desde la Tierra, el trasbordador se adentró en el estomago del gigante que era la estación. En pocos minutos la nave atracó en el puerto. Tony tenía órdenes precisas. Se tenía que presentar al oficial en jefe de la estación. Este le proporcionaría, todo lo que necesitara, desde alojamiento para el escuadrón hasta el transporte a la base lunar. La estación estaba organizada como una gran ciudad. Tenia calles, abarrotadas de vehículos y de personas. Deberían vivir allí sobre unas cien mil personas, entre militares y civiles. Un vehículo oficial les esperaba en el puerto, que los llevó rápidamente al cuartel general. El cuartel general era un edificio que dominaba toda la estación. Allí había alojamiento para la fuerza defensiva, unos diez mil hombres, y también las principales oficinas de los representantes de los bloques. Entraron en el edificio. - Sargento Lefebre, tomé usted el mando- dijo Tony-. Voy a ver al oficial en jefe. Esperen mis órdenes. - A la orden, señor- dijo Marc. Tony se dirigió al cuerpo de guardia del edificio. - Soy el teniente Sánchez- le dijo al oficial de guardia-, vengo a ver al Comandante Lee. - Si teniente, le esperábamos, soy el teniente Marcus- dijo el teniente, un joven de unos veinticinco años. - Antes que nada quisiera saber cuando parte la lanzadera hacia la base- dijo Tony intranquilo. - Hasta mañana no sale el siguiente transporte, pero no se preocupe, el comandante nos dio órdenes para que les habilitáramos un escuadrón para usted y sus soldados- dijo el joven. Ambos salieron al vestíbulo donde estaba el escuadrón. El joven se acercó a uno de los soldados. - Cabo, lleve al sargento y a sus hombres al escuadrón. - Si señor. El cabo se acercó a Marc, le saludó y le rogó que les acompañara. Todos se fueron a un escuadrón cercano al cuerpo de guardia. El teniente llevó a Tony hasta el puesto de mando. Mientras iban hacia allí charlaron un rato. - Así que vienen del campamento- dijo el joven. - Si- dijo Tony-, venimos del campamento. - Hace unos años me destinaron aquí- dijo el joven- es un buen destino, así como la base. - Nuestro destino no es la base- dijo Tony- solo vamos allí para terminar nuestro adiestramiento. - Qué?- dijo el joven extrañado- no han acabado el adiestramiento? - No- negó Tony-, vamos acabarlo en la base, después nos darán el destino. Tony le contó lo sucedido en los últimos nueve meses. El teniente no podía dar crédito a lo que escuchaba.
- Y terminaron en seis meses el simulador?, no puedo creerlo. La última misión tardamos nosotros casi una semana en completarla- le dijo el teniente. - Nosotros a los siete meses ya pilotábamos los cazas MRT de prácticas - le dijo Tony. - Si, ah! ya estamos llegando. Le felicitó a usted y a su escuadrón- dijo el joven estrechándole su mano-, en un futuro cercano podré tener el orgullo de decir que conocí al oficial en jefe del escuadrón Fénix. Se dirigieron a un despacho. El teniente habló con un oficinista y se despidió de Tony. Minutos después entraba en un despacho anexo a la oficina. Era una sala espaciosa, amueblada con muy buen gusto. En ella, un hombre de mediana edad, sentado tras una mesa. - Pase usted, teniente, y siéntese- dijo el hombre ofreciéndole un sillón. Tony avanzó y se sentó. El hombre, tras unas gruesas gafas, le sonrió. - He leído sus informes y..., es usted increíble. No he visto en vida un oficial con estos resultados, usted va a llegar lejos, muy lejos. - Gracias, señor- dijo Tony sonriendo. - Mañana a primera hora saldrá la lanzadera Arcturus con destino a la base- dijo el comandante, mientras a usted y sus hombres se les ha facilitado un alojamiento cercano al cuerpo de guardia. Le aconsejo que en este tiempo que tienen libre visiten la ciudad y se diviertan. Puede retirarse. - Si señor. Tony se levantó del sillón, saludó al comandante y dio media vuelta con destino a la puerta. - Teniente, antes de irse le quiero preguntar algo. - Qué señor?- dijo Tony volviéndose. - Como diablos pudo completar el simulador solo en seis meses, cuando la mayoría tarda casi un año en hacerlo? En el escuadrón Marc había repartido ya a cada uno su litera. Helenna, Thomas y él esperaban ansiosos el regreso de Tony. Tenían ganas de llegar a la base y ver que les deparaba el destino. - Quisiera saber que hemos hecho?, no nos han dejado acabar la fase de adiestramiento- dijo Helenna. - Muy sencillo- dijo Thomas tumbado en una de las literas-, somos los mejores. El mejor escuadrón de la historia de Intendencia. Marc se echó a reír. - Creó que te has pasado un poco- dijo. - Creó que no- le contestó Tony, que acababa de llegar en aquel momento-, creó que por una vez Thomas tiene razón. Todos lo miraron sin creérselo. - He estado hablando con el comandante de la estación- dijo- y me ha preguntado que como diablos acabamos el simulador en seis meses, cuando casi todo el mundo tarda casi un año. - Tuvimos suerte- dijo Marc. - No, fue gracias a mi certera puntería- dijo levantándose de la litera Thomas. - No lo sé, pero somos los elegidos. Todo el mundo espera algo de nosotros. Cambiando de tema, tenemos el día libre. La lanzadera no sale hasta mañana- dijo Tony dándole a Marc las ordenes-, salimos a las ocho. Encárgate de todo. - A la orden, futuro general Sánchez- dijo sonriendo Marc. - No andas muy desencaminado- le respondió Tony. Aprovecharon qué tenían el día libre y visitaron la ciudad de la estación. Estaba hecha a imagen y semejanza de las mega polis de la Tierra. Altos edificios de acero, hormigón y cristal. Las calles, sucias y mojadas, parecían las de cualquiera de la Tierra. El ambiente, cargado de humedad, era deprimente, te hacia sentir incomodo. A diferencia que en la ciudad que estuvieron cuando el permiso, que era radiante y alegre, esta donde estaban ahora era oscura y triste. Las callejas oscuras, que ocultaban a vista de todos los vicios y perversiones de sus habitantes, estaban llenas de gente que pululaban sin descanso. La ciudad estaba dividida en dos sectores, uno era en el que vivían los trabajadores y fuerza de protección; y otro donde vivían ricos comerciantes, políticos y altos mandos del ejército. No estuvieron mucho tiempo por ella, regresaron al escuadrón y se prepararon para el viaje del día siguiente. Al otro día, muy temprano, el escuadrón estaba listo en el puerto. Subieron a la lanzadera Arcturus, y partieron con destino a la base lunar Alpha. El viaje duró aproximadamente tres horas. Desde la nave veían la Luna, muy diferente a como
se veía desde la Tierra. Desde ella se veía con un aire místico, casi de leyenda; pero desde allí se veía como un ser vivo, en plena actividad. Un ir y venir de transportes y cazas demostraba que no se descansaba. En la superficie, las altas torres de la base subterránea eran como picos de montañas. En breves minutos aterrizaron en la base. Al bajar de la lanzadera los esperaba el comandante de la base, el almirante Jefferson, quien saludó cordialmente al joven teniente. Era un hombre mayor; de unos cincuenta años, con pelo cano y curtido por la vida militar. - Estaba deseando conocerle- dijo-. Me han contado maravillas de usted y de su escuadrón. - Gracias señor- le contestó-, mis hombres y yo estamos deseando entrar en servicio. - Si, pero antes, usted y sus chicos van a pasar por la armería. Se les van a dar el equipo estándar de combate, y sus armaduras de piloto. El almirante los llevó a la armería. Allí se les dio el equipo, y después fueron llevados al escuadrón. Este era una sala en una de las alas del cuartel general. Estaba compuesto por unas camas individuales, no literas, y alrededor de la sala, las taquillas de cada uno. El servicio, con las duchas estaba al fondo. El almirante informó a Tony, que allí no era como en el campamento, él no tenía ningún oficial superior, excepto él mismo. Le explicó como funcionaban las cosas allí. Al escuadrón se le asignaban unos sectores de vigilancia y, unos determinados servicios de carga. Los sectores de vigilancia eran en la superficie del satélite, en los cuales se encargaban de la protección de vehículos lunares que se dedicaban a la extracción de minerales. Los servicios de carga eran una vez a la semana, en los cuales se rotarían con los otros seis escuadrones; un ala pilotaba un carguero mientras que la otra se dedicaba a protección de este. El primer mes pasó rápidamente. No tenían apenas tiempo para distraerse. Cuando no les tocaba un servicio tenían otro, en ese mes tenían ya más de cincuenta servicios realizados. Aquél día, Tony y Helenna tenían servicio de carga; los dos compartían la cabina con Andrea Berg, Mary Harris y Gerad Martins. El resto se encargaba de la protección del carguero. Las naves partieron. Se dirigían a la estación Lincoln. Era un envió normal de los que se hacían todos los días, de minerales y material. En unas horas llegaron a la estación, descargaron y volvieron a salir con destino a la Luna. En estos viajes era el poco tiempo que tenían ambos para estar juntos, ya que casi todo el tiempo se llevaban preparando nuevas misiones. Tony y Helenna estaban solos, ya que los otros tres estaban descansando. - Cuanto tiempo falta para llegar a la base?- inquirió desperezándose Helenna. - Un par de horas- le contestó él, mientras llevaba el control de la nave -, hoy te notó distinta. - Sí, hoy es mi cumpleaños, cumplo diecinueve. - Te felicitó. - Me siento vieja, parece que hace una eternidad que tenia dieciséis años. - Si eres una vieja- dijo Tony, soltando los mandos, poniendo el piloto automático y acariciando su rostro-, eres la más guapa y atractiva que he visto en mí vida. - No seas... - Es verdad, me arrepiento de no haberme aprovechado cierta vez de ti. Ella se giró hacia él y le sonrió. - Si, te lo digo de verdad. Poco a poco me estas conquistando, no creí que diría esto, pero me estoy enamorando de ti. - Esta usted de broma, teniente. Si te escucharan... - No me importa. No lamentaría enfrentarme yo solo contra mil naves corsarias, con tal de tenerte una vez en mis brazos- dijo él, girando de su asiento y cogiendola a ella por la cintura a la vez que intentaba besarla en los labios. - Hecha cuenta de lo que tienes entre las manos- dijo ella apartándolo con delicadeza. - Eso es lo que hago ahora- dijo él sonriéndole, y besándola. - Digo de la nave, no de mí- le dijo ella levantándose del asiento- Quieres beber algo? - Si- dijo él volviendo a tomar el control de la nave -, tráeme un vaso de agua. Ella salió de la cabina y entró en la parte que hacia las veces de cocina. Sirvió dos vasos y volvió a la cabina. - Toma- le dijo ella dándole un vaso-, menos mal que inventaron el sistema de gravedad, que sino... - Si, menos mal, te imaginas lo que era tomarse un vaso de agua al principio de la carrera espacial- dijo él cogiendo el vaso.
- Oye Tony- dijo ella muy seria-, lo que me has dicho antes era broma, no? - El qué? - Que me quieres. - No, no he hablado más en serio en mi vida. Ella se quedó pensativa mirándolo. - Qué miras? - Lo que has cambiado en tan poco tiempo. Hace tres meses no me hubieras dicho nada de eso. - Si he cambiado, la culpable eres tú, no nadie. Hablando de otra cosa, como están esos? - Dormidos, están cansados. - Y tú, no estas cansada? - No, contigo a mi lado no. Dos horas después, como estaba previsto llegaron a la base. Atracaron el carguero y los cazas y se dirigieron al escuadrón. Cuando llegaron, vieron que todo estaba en silencio, algo pasaba. Todos tenían las caras tristes. - Qué es lo que pasa? Y Marc?- preguntó Tony. Thomas se acercó a los recién llegados. - No os habéis enterado?- dijo Thomas. - No, acabamos de llegar de un servicio, qué ha pasado? - Veras, durante la vigilancia de hoy... - Le ha pasado algo a Marc?- dijo Helenna. - No, a él no, ha sido a Jeanne- dijo Thomas tocándose el cabello- ha tenido un accidente. Perdió el control del vehículo lunar y se estrelló contra un depósito. Ha muerto. Tony miró a Helenna, y la abrazó. Ella rompió a llorar. - Marc esta destrozado- dijo Thomas-. Él lo vio todo, estaba con ella en ese momento. Va a presentar la dimisión. - Donde esta?- preguntó Tony. - Ahí, en el servicio- le dijo Thomas. Tony atravesó el escuadrón. Entró en el servicio y Marc estaba allí, tirado en un rincón, con la cabeza en su regazo. Se acercó a él. - Marc. Levantó la cabeza. Tenía los ojos rojos de tanto llorar. Hasta ese momento no comprendió la verdadera relación entre Jeanne y Marc. Al principio creyó que era solo amistad, pero ahora sabía que había algo más. - Vete!, quiero estar solo- sollozó Marc. - Mira Marc, creó que... - Fue culpa mía!, pude salvarla! - Que fue lo que pasó?- dijo Tony sentándose junto a él. Marc se serenó un poco. - Salimos de patrulla. Ella tenía que llevar el vehículo hasta la zona oculta, a los depósitos de minerales, junto al lago- volvió a hundir la cabeza y empezó a sollozar-. Estaba hablando con ella cuando perdió el control del vehículo, y se estrelló contra uno de los depósitos. Lo vi todo, Tony, todo y no pude hacer nada- Marc cerró el puño en actitud feroz-. Me lancé a toda velocidad para intentar cogerla con el gancho, pero no llegue a tiempo- ahora empezó a llorar abiertamente-. Nos prometimos esta mañana, nos íbamos a casar dentro de dos meses. Tony se conmovió. Al escuchar aquello, se le saltaron las lágrimas. Rápidamente se compuso. - Marc, escucha- dijo- ya no puedes hacer nada, ya ha pasado todo. Marc se levantó, se dirigió al lavabo y se mojó el rostro con agua. - Tú no sabes lo que es esto. No es la primera vez, pero ahora me duele más que antes. Primero mis padres, hace un año, y ahora...- se volvió hacia Tony llorando- me duele!, me duele en lo más hondo del corazón. Tony se levantó y lo miró, no sabia que hacer. Dic media vuelta y salió del servicio. Al entrar en el escuadrón vio el rostro de todos sus compañeros. Todos tristes, muchos llorando. No sabia que hacer. Helenna no se lo creía. Aquella mañana, antes de partir habían hablado las dos. Le había dicho que ella y Marc proyectaban casarse cuando terminara el adiestramiento. Sentada en su cama vio como Tony se pasaba al lado de ella y salía del escuadrón. Se secó las lágrimas y fue detrás de él. Salió del escuadrón. Necesitaba pensar. No sabia que decirle a Marc. Sus pensamientos eran confusos. De pronto oyó una voz detrás de él. - Tony, espera- dijo Helenna. Él se detuvo y dejó que ella lo alcanzara. - Donde vas?
- No lo sé. Estoy confundido. Ella le cogió su mano, acariciándosela. Continuaron andando juntos. - No sé que decirle a Marc- dijo él. - Consuelazo, dile que...- ella tampoco sabia muy bien lo que decir, estaba trastornada. - Tengo miedo- dijo él deteniéndose y tomándola por su esbelto talle- no sé como reaccionaria si tú... - Yo tampoco- dijo ella, acercando su cabeza al torso de él-, si a ti te pasara algo, me moriría. Nuestro trabajo tiene muchos riesgos. - Si, y esté es el mayor de todos. Si hubiera sido cualquiera de otro escuadrón no seria tan duro. Pero cuando es una persona cercana a ti, lo sientes muy hondo y aún más si es la persona que amas, por la cual lo darías todo. Lo mejor es no involucrarse sentimentalmente, estar ajeno a todos estos sentimientos. - Somos humanos- dijo ella- y nos necesitamos. El amor y la amistad son los únicos sentimientos qué valen algo en esta vida. - Si, pero son un obstáculo. Si no los tuviéramos seriamos... - Máquinas- dijo ella separándose de él-, seriamos máquinas, no seres humanos. - Creó- dijo él cogiendo la mano de ella-, que deberíamos replantearnos nuestra relación. Tengo miedo a perderte... para siempre. Ella, intentó decir algo, pero después lo pensó y asintió con la cabeza. Retiró su mano de él y se fue. En el escuadrón Thomas estaba tendido en su cama mirando al techo. Pensaba, algo raro en él, que pasaría ahora por la mente de Marc. Thomas sabia que él quería a Jeanne con toda su alma, y que debería estar desecho. También sabía la relación que tenían Tony y Helenna, aunque prefería que no se dieran cuenta de que él lo sabía. Hacia poco tiempo había visto a Tony salir del escuadrón y como Helenna lo había seguido. Tony estaba confuso, pensó. Se levantó de la cama y se dirigió al servicio. Junto a uno de los lavabos esta Marc refrescándose, cuando entró Thomas. - Marc- dijo Thomas. - Qué quieres tu también?- le contesto agriamente. Sospechó que Tony no lo había conseguido sacar de su estado de abatimiento. - Se como te sientes, pero la vida continua. - Si ya lo sé- dijo Marc-, si se todo eso de la vida continua, todas esas chorradas. - Mira!, no me voy a compadecer de ti!- dijo Thomas enfadado-, no es mi estilo. - Ella esta muerta!, no puedo seguir aquí más, me voy, dimito. Thomas perdió el resto de la poca paciencia que tenia. - Bien huye!, vete! Escóndete como lo que eres, un maldito cobarde!. Tira todos estos meses por la borda!. - No hago nada ya aquí- lloró amargamente Marc-, sin ella no. Thomas lo observó. La única forma de hacerle reaccionar era atacándole. - Si vete!, pero dime, que harás cuando te hayas ido? llorar su muerte durante el resto de tu vida? - No lo sé- divagó Marc-, volveré a mi casa. - Si a tu casa, a llorar amargamente por que has perdido el amor de tu vida. Sabes que haría yo? Marc negó con la cabeza. - Intentaría ser el mejor en todo- le contestó Thomas sorprendiéndole, ya que esperaba una de sus sandeces-, por ella, por su recuerdo. La llevaría siempre en lo más hondo de mi corazón. Marc se sonrió. Era la primera vez que oía a Thomas decir algo con sentido y sentimiento, al parecer no era tan superficial como todos en el escuadrón creían. Se acercó a él y lo abrazó. Thomas lo abrazó y se sintió feliz. Había logrado su propósito. - Mira Marc, será mejor que me sueltes. Si ahora entrara alguien, arrojarías mi reputación por los suelos. Marc se apartó de él. Era su amigo. Tony después de caminar sin rumbo por la base volvió al escuadrón. Todavía no sabia lo que decirle a Marc. Iría a su cama, tal vez descansar le sentaría bien. Pero cuando entró se llevo una grata sorpresa. Marc estaba allí sentado con Helenna y Thomas charlando, como siempre. Se le acercó. - Tony- dijo Marc-, estoy preparado para lo que ordenes. - Qué tal estas?- dijo Tony. - Destrozado, pero hay que continuar adelante.
Al otro día fue el funeral. El cuerpo de ella no se había podido recuperar, pero se organizó uno. Una caja metálica con su uniforme fue lanzada al espacio. El almirante habló de ella, fue ascendida a sargento y condecorada con la Cruz Púrpura. Pero aquello no era nada, por que siempre estaría en el recuerdo de todo el escuadrón Fénix. Dos meses después Tony fue llamado al despacho del almirante Jefferson. - Teniente Sánchez- dijo el almirante levantándose y estrechando la mano de él-, hoy oficialmente han acabado su adiestramiento. Le felicitó, a partir de hoy forman parte del cuerpo de Intendencia. Aquí tiene usted sus ordenes, han llegado esta mañana muy temprano. Tony cogió el sobre. Se lo guardó en el interior de un bolsillo. - Pero, muchacho, no va a ver cual es su destino?- dijo el almirante. - Si señor- volviendo a sacar el sobre de su bolsillo. Lo rasgó y, nerviosamente, sacó un papel de él. - Léalo en voz alta, teniente- dijo el almirante. - "Se le notifica al capitán Antonio Sánchez que han acabado usted y su escuadrón el periodo de adiestramiento- dijo sonriendo, y continuó leyendo-. Además se le asigna a usted y a su escuadrón veinte cazas MRT-500 así como todo el equipo de combate necesario. Como destino se le asigna la colonia Altaír, perteneciente a la Confederación Europea, en el sector F-1, en Marte". - Le felicitó capitán- dijo el almirante estrechándole la mano de nuevo-. Además, como su escuadrón a tenido desafortunadamente una baja le asignó uno de mis mejores hombres, el piloto Stan Lisberger. - Gracias, señor. - Mañana partirán usted y su escuadrón hacia su destino. Les llevara el porta aeronaves Libertad. - A la orden, señor. Tony salió del despacho, y en el exterior le esperaba un joven de unos veinte años, de casi su misma estatura, con todos los pertrechos de un piloto. Le saludó respetuosamente. - Se presenta el piloto Stan Lisberger, señor- dijo entregándole sus órdenes. - Bien piloto- dijo Tony, ojeando los papeles-, sabe donde esta el escuadrón? - Si, señor. - Tiene usted permiso hasta las nueve. Ahora puede marcharse. - A sus ordenes, señor. En pocos minutos llegó al escuadrón. El ala verde se estaba preparando para el servicio de protección diario. - Sargentos, quiero verlos a ustedes en tres minutos en nuestra cámara. Marc, Thomas y Helenna dejaron lo que estaban haciendo, dirigiéndose a la cámara. Cuando llegaron Tony estaba sentado en su cama. - Todos los servicios de hoy son anulados- dijo Tony. - Qué pasa?- dijo extrañada Helenna. - Mañana quiero a todo el escuadrón preparado con todos los pertrechos de combate, encargate tú teniente Kraüs... - Sargento- dijo ella-, soy sargento. - No- volvió a decir Tony-, os asciendo a todos. Y a todos los cabos a sargento. Se miraron unos a otros. - Quién te ha dado esa orden, teniente?- dijo Thomas. - Teniente no, a partir de ahora capitán- le respondió Tony-; mañana nos vamos de aquí. Nuestro nuevo destino es la colonia Altaír, en Marte. Tony les dio las órdenes y cada uno se fue para preparar su ala. - Marc, espera tengo que hablar contigo. - Si, que quieres? - A partir de mañana tu ala tendrá un piloto más- dijo dándole unos informes- es el piloto Lisberger. Creo que debo de ascender a sargento a Jackson, que opinas? - Bien, muy bien, creó que lo hará bien. La tarde fue frenética. Los pilotos se apresuraban para empacar sus pertenecías. Armas y bultos se mezclaban, nadie quería dejar nada olvidado allí. Casi al anochecer aun faltaban cosas por dejar preparadas. Sobre las nueve de la noche se presentó el nuevo piloto en el escuadrón.
- Soy el piloto Lisberger, señor- dijo. - Te tienes que presentar al teniente Lefebre- dijo Thomas-, es aquel que esta allí. El joven se acercó a él y se presentó. - Señor se presenta el piloto Lisberger. - Bienvenido al escuadrón Fénix- dijo Marc-. Ponga sus cosas allí con el resto del ala. Mañana nos levantaremos a las cinco, para llevar el equipaje a la nave. - Nos vamos de viaje, señor- dijo él. - Si, a Marte.
ALTAIR Y JERA 1. DESTINOS. AÑO: 2231-32 LUGAR: COLONIA ALTAIR-MARTE. A la mañana siguiente, a primera hora, todos estaban en el puerto esperando a embarcar en la nave Libertad. Era una gigantesca aeronave, en cuyo interior cabían unos quinientos cazas. Ninguno había subido nunca a una nave de estas características, la cual les impresionó. Tony llevo a sus hombres al hangar para que vieran las nuevas naves que iban a pilotar. - Estos son los cazas MRT-500, nuestras nuevas naves- dijo Tony. - Mi capitán, son iguales que los cazas de practicas MRT-300?- dijo Alan Michaels. - No, sargento, no son iguales- le respondió Tony-; este es un modelo nuevo. El MRT-500 es una mejora de él. Tiene más potencia de fuego, a parte de llevar un generador de escudos y más capacidad para misiles y combustible. La protección es total. - Señor, el sistema de navegación es el mismo?- dijo Rebeca García. - Si- respondió Marc-, es el mismo, además se ha mejorado el sistema de scanner, la selección de objetivos y es más rápido, tres veces, así que tened mucho cuidado. - Señor, yo he pilotado en la Luna cazas ARS-500- dijo Lisberger- y estos, a parte de escudos, son muy robustos. Los MRT tienen fama de ser frágiles. - El modelo ARES es muy rígido- dijo Tony-, es lento de movimientos, además esta limitado en armamento y son difíciles de pilotar. Ha pilotado alguna vez un MRT? - No, no mi capitán. - Cuando lo pilote sabrá la diferencia que hay entre uno y otro. Tony dio la palabra a Thomas que les explicó la naturaleza de su misión. - Vamos a la colonia Altaír. Cuando lleguemos comprobareis que tal colonia no lo es. Es un experimento nuevo. Es un planetoide artificial, que copia fielmente la fisonomía de la Tierra. En él hay montañas, vegetación, ríos y todo lo que podáis imaginar. Es una colonia de suministros, además de ser la base del sector F-1. Solo hay otros dos planetoides igual a este. Sus habitantes son civiles, solo nosotros y un pequeño destacamento de la Fuerza de Choque son los militares que hay en él. Thomas dio paso a Helenna, con una pequeña reverencia. - Es una colonia perteneciente a la Federación Europea, sus habitantes son la mayoría daneses, excepto pequeña parte que hay ingleses, alemanes, franceses, españoles y suecos. - Bien esta es toda la información que poseemos. Dentro de dos días llegaremos a la citada colonia. Ahora nos transportaran a la base Olympus, en Febo, y desde allí, con un carguero llegaremos a nuestro destino. Ahora preparémonos para el transporte- dijo Tony. Los pilotos se retiraron y fueron a sus cámaras. En pocos minutos serian transportados a Febo, una de las lunas de Marte. A finales del siglo XX se vio que eran prácticamente irrealizables los viajes a la velocidad de la luz. En el 1997 unos científicos norteamericanos fueron los primeros en transportar un protón de un punto a otro, así que, después de la guerra, un grupo de científicos investigó la forma de llevar naves de un punto a otro del universo. Este grupo de científicos, basándose en los estudios anteriores, hicieron un transportador, el ST-1 a principios del 2015. Al principio solo se podían llevar materiales, pero a finales del 2020 se sacó un modelo que lo mejoraba, el ST-1A, también para transportar personas, pero resultó ser un fracaso, ya que en su primera prueba murieron cinco personas. A principios de 2031 se subsanaron todos los errores y se construyeron los ST-2, y a finales del 2032 el ST-3, que podía hacer transportes entre planetas. El sistema funcionaba instantáneamente. La nave era desintegrada y volvía a reintegrase en otro lugar con la misma materia. Tony, Helenna, Thomas y Marc estaban asomados en una de las pantallas de la nave. Ahora veían la Luna, pero segundos después esta desapareció y en su lugar apareció Febo. Tony y su escuadrón avanzaban por el espacio a gran velocidad, junto con una pequeña lanzadera donde llevaban sus pertenencias. - Tony- dijo Helenna-, estas naves son increíbles. - Mirad lo que hago... Guau!- dijo Thomas a la vez que hacia una maniobra con la nave. - Teniente, deja de hacer tonterías- dijo Tony-, no me gustaría que dejaras tus sesos tirados por el espacio. - Mi capitán- dijo Lisberger-, tiene usted razón. Con esta nave se puede hacer cualquier cosa. - Ya se lo dije- le contestó Tony.
Después de dos días de navegar por el espacio llegaron a la colonia Altaír. Desde el exterior parecía la Tierra, una copia exacta, aunque más pequeña. Veinte minutos después, el escuadrón aterrizaba en Puerto Copenhague, la ciudad principal de la colonia. Una copia de la Sirenita de Andersen coronaba el puerto. Nada más descender de los cazas, fue al encuentro de Tony el gobernador de la colonia, el coronel Hanssen. El coronel era un hombre joven, de unos treinta años, de cabello rubio, bastante más alto que Tony. - Bienvenido a Puerto Copenhague, capitán Sánchez. - Gracias, mi coronel- dijo Tony saludándole militarmente-, le presentó a mis subordinados. Los tenientes Lefebre, Kraüs y Simonsen. Todos le saludaron. El coronel informó a Tony. - En esta colonia estamos poco protegidos- dijo-. Solo hay una pequeña guarnición de treinta soldados de la Fuerza. Antes había una guarnición mayor, de la Armada, con un acorazado y un par de destructores, pero recibieron órdenes de ir a la colonia Andrómeda. Nos dejaron una docena de viejos DS900. La mayoría de ellos no funcionaban, así que lo denunciamos a la Federación. - Y según parece, nos han mandado a nosotros, señor- completo Helenna. - Si, teniente- dijo él. - Necesitaremos para los cazas un equipo de mecánicos, y un sitio para mis hombres- dijo Tony. - Les hemos habilitado, capitán, una zona aquí, en el puerto, y tenemos a los mejores mecánicos que hay en Europa. Además me gustaría que conociera usted al profesor Kristianssen, un brillante científico de nuestro país. Es ingeniero y esta diseñando las futuras naves de nuestra Federación. El nuevo escuadrón era una nave que había en el puerto. A su lado estaban los hangares, con todos los cazas listos para salir en cualquier momento. Era un edificio de dos plantas. En la planta inferior estaba la sala de oficiales, y una pequeña habitación, qué Tony dejó como armería. La segunda planta es-taba dividida en tres alas. La primera eran las habitaciones individuales de los oficiales, la segunda la sala de reunión y la tercera era el escuadrón de tropa. Tony entró en su habitación. Era amplia, con cuarto de baño. Hacia cerca de dos años que no tenia una habitación para él solo. Tiró su equipaje en la cama y empezó a deshacerlo. Ordenó cada cosa en su sitio, y se dejó caer en la cama. Las cosas habían cambiado mucho. Ahora era un oficial y tenia que portarse como tal. Un golpe en la puerta lo sacó de sus pensamientos. Miro en dirección a ella y apoyada en el marco estaba Helenna. De inmediato se sentó en la cama - Te molestó?- dijo ella. - No, pasa. Ella traspasó el marco. Vestía el ceñido uniforme de piloto de traslak2, que le hacia tener una estupenda figura. Se sentó en la cama junto a él. - Qué te parece mi habitación?- dijo él. - No esta nada mal, es amplia, igual qué la mía-dijo ella sonriendo. Desde el día de la muerte de Jeanne no habían vuelto a estar a solas. - Qué haremos ahora?- preguntó ella. - Bien, lo primero será organizar los servicios. Me ha informado el coronel que una vez a la semana llega un carguero cargado de minerales desde el cinturón de asteroides y que una vez al mes sale desde aquí un envío hacia Febo. - Como vamos a repartirnos el trabajo? - Cada ala se encargara, una vez por semana de un servicio de protección y una vez al mes dos de ellas tendrán que acompañar al convoy a Febo. Además tendremos un ala de emergencia, dispuesta para entrar en cualquier momento en combate. Momentos después entraron Thomas y Marc, que al pasar, vieron la puerta abierta. - Le estaba contando a Helenna mis planes, no se qué opinareis vosotros. Tony les explicó sus planes. Ellos los aprobaron. - Bien- dijo Tony-, a partir de mañana esto se pondrá en marcha. La primera escolta desde el cinturón de asteroides la hará mi ala dentro de tres días. Así el primer retén de emergencia lo tendrá tú ala, Marc, mañana, al cual le seguirá la tuya Thomas y así sucesivamente. A final de mes mi ala y la de Helenna haremos el primer traslado. No os preocupéis, os daré gráficos de servicios para cada ala, Helenna se encargara de eso.
- Vale- asintió ella-, mañana tendréis la lista de servicios de la próxima semana. - Tú, Thomas, te encargaras de la relación con el personal civil; mecánicos, mantenimiento, ya sabes. - Entendido jefe. - Y tú Marc te vas a encargar de todo lo que es entrenamiento. Quiero tener a los hombres que no tengan servicios listos para poder actuar en cualquier momento y que utilicen su caza como si fuera parte de su cuerpo. - Listo- respondió Marc-, mañana estará en marcha. - Además quiero que deis mayor confianza a los sargentos de ala- les dijo Tony-, ellos serán los qué las dirigirán. Vosotros estaréis en contacto con ellos. - Eso significa que no iremos con ellos en los servicios- dijo Thomas e hizo un gesto de aprobación. - Si, exactamente eso. Vuestra misión será la de coordinar las fuerzas, excepto en los convoys mensuales, a los cuales acompañaremos. Además, Thomas, tendrás el trabajo más difícil, ya que te encargaras del personal no militar de la base. En caso de que yo falté, por que no me encuentre en la base, o que esté de servicio, el oficial en jefe será Marc. Helenna continuaras como hasta ahora, con estrategias y tácticas. - Creó que me das demasiada responsabilidad- dijo Marc. - No, recordad que ya no somos cadetes. A partir de ahora no somos los qué recibimos las órdenes, nosotros las damos. Tony dio por concluida la reunión. Cada uno fue a preparar las tareas que Tony les había encargado. Antes de irse Marc, Tony lo llamó. - Marc, ven tengo que hablar contigo. Helenna y Thomas salieron de la habitación. - Qué quieres?- dijo él - Qué opinión tienes del nuevo? - Buena, es un excelente piloto, aunque me gustaría verle en acción. Tony le invitó a sentarse, ya que casi todo el tiempo había estado de pie. Este se sentó en una silla cercana. - Como estas?- dijo Tony. - Bien, como quieres que este?, por fin he asumido la muerte de Jeanne... - Sé qué fue tremendo, no supe como reaccionar. Por eso quiero pedirte un favor. - Ya sabes que somos amigos, pídeme lo quieras. - Si alguna vez me pasara algo, quiero que tú se lo digas a...- Tony no pudo acabar la frase. - Si, te comprendo. No te preocupes. Ella lo sabrá solo por mí. Estuvieron hablando un rato más, recordando buenos momentos, después Marc salió de la habitación y se fue a preparar sus obligaciones. El tiempo pasa rápido, y cuando se dieron cuenta llevaban ya en la colonia cerca de ocho meses y ya formaban parte de ella. La rutina era diaria. Ni Tony, ni Helenna y aún menos Thomas y Marc paraban en todo el día. Aunque muchos de sus asuntos los relegaban en sus subordinados, apenas tenían tiempo para relajarse y desconectarse de la realidad. El trabajo era agotador, y rara vez salían de lo que ellos llamaban el puerto. Faltaban unos días para que acabara el año 2231, cuando le llegó a la base un mensajero. Era un soldado de la Fuerza. - Traigo un mensaje del gobernador Hanssen para el capitán Sánchez. - Ahora mismo no puede entregárselo a él- dijo el sargento Martins -, esta reunido con el resto de oficiales. Si quiere me lo puede dar a mí, yo se lo entregaré. El soldado accedió y le entregó al sargento un pequeño holoCD. El soldado se marchó. En la sala de reuniones, Tony y sus oficiales hacían la reunión semanal. En ese momento el sargento entró en la sala. - Qué pasa sargento? - Ha llegado este mensaje, señor. - Bien- dijo Tony alargando la mano y cogiendo el pequeño dispositivo -, puede retirarse. - Si, señor. Tony inspeccionó el holoCD y lo insertó en una unidad qué tenia cercana. En el centro de la mesa de reuniones apareció el busto del gobernador Hanssen. - "Hola capitán Sánchez, le he mandado esto para invitarlo a usted y a sus hombres a la anual, y nunca mejor dicho- dijo sonriendo-, fiesta de Fin de Año que se celebra en el ayuntamiento de esta ciudad. Muy cordialmente me despido." La imagen del gobernador desapareció. Se miraron unos a otros. Marc fue el primero en hablar.
- Creó que deberíamos aceptar. Los hombres necesitan distraerse. - Hace años que no celebró un fin de año- dijo riéndose Thomas, como si hubiera hecho un chiste. - Thomas tiene razón- dijo Helenna, mientras hacia una bola con una cuartilla de papel que tenia en su lado-, desde hace más de un año no tienen un permiso, aunque solo sea un día. - Si, pero habríamos de poner unos servicios mínimos- les contestó Tony. - Me ofrezco voluntario para quedarme- dijo Marc. - Tú eres el primero que debería de ir- le contestó Thomas-, así dejarías de estar tan amargado. - Bueno, Thomas, déjalo ya. Creó, que para variar te has pasado- cortó la conversación Tony-, a ver si vas a ser voluntario para quedarte. - No me importa- respondió desafiante Marc-, ya sabemos que eres un bocazas, Thomas. - Yo creó que no deberíamos dejar ningún servicio- dijo Helenna-, esta semana no hay ningún envío. Además los piratas también celebraran el Fin de Año, no? - Ayer estuve hablando con uno de los ingenieros- dijo Thomas- y me aseguro qué en poco tiempo puede montar un dispositivo de vigilancia que no necesita personal humano. - Como es eso?- le preguntó Tony, interesado. - No me entere muy bien, si quieres, lo llamó y hablas con él. - Bien, ya lo veremos. Volviendo a lo que íbamos- dijo Tony-, Marc, dame las novedades de esta semana. - No ha visto ninguna. Los cargueros no han tenido problemas. Nuestra última incursión ha dañado mucho a los piratas. - Se ha descubierto su base?- le volvió a preguntar Tony - No, pero suponemos que esta en este sector, ya que aparecen y desaparecen rápidamente. Puede ser cualquiera de las colonias abandonadas. También puede estar cercana al cinturón, los últimos ataques los hicieron en esa zona- le contestó Marc. - Bien, Thomas. - Ah- dijo Thomas mirando su terminal-, espera un momento. Necesitamos recambios para los cazas. Los cañones de plasma instalados se sobrecalientan rápidamente. Además hay cinco DS qué hay cambiarles el motor. También necesitamos más generadores de escudos para los DS, uno de los mecánicos creé que puede adaptárselos. - Helenna. - Esperamos el siguiente carguero para mediados de la semana entrante, el cuatro o el cinco de enero. Esperó la confirmación. También para final del mes entrante se va a fletar un convoy para Febo, estará compuesto por cinco naves. Piden protección extra- dijo ella mientras jugueteaba con la bola de papel. - Algo más? Thomas levantó discretamente un dedo. - Thomas- dijo Tony. - Solo una cosa, que si vamos a la fiesta que le digas a Helenna que no se vista tan provocadoramente como la otra vez. Uno es humano y aunque sea una compañera... No pudo acabar la frase por qué ella le lanzó la bola que tenia en las manos, qué le dio en pleno rostro. - Vamos, seamos serios. Aparte de eso algo más. Thomas volvió a levantar el dedo. - Dos cosas; la primera que se prohíban a partir de ahora posibles objetos arrojadizos en las reuniones. - Y la segunda- dijo ella con una amplia sonrisa. - Por favor, sed serios!- dijo Tony molesto. - Qué Helenna me deje bailar una vez con ella, ya que tú, capitán, la otra vez la acaparaste todo el rato- dijo de forma sarcástica. - Puedes esperar sentado- le contestó ella. - Ves- le dijo Tony a Marc-, estos dos siempre están igual. - Déjalos, en el fondo no pueden estar uno sin el otro- le contestó Marc. - Me habéis descubierto, Helenna es mi amor secreto- dijo Thomas acercándose las manos a su corazón y bajando la cabeza avergonzado. Dieron por terminada la reunión. Se levantaron de la mesa y volvieron cada uno a sus tareas. Una hora después Tony se entrevistó con el ingeniero, en la sala de reuniones. - Pase usted- dijo Tony. El hombre entró y se sentó en una silla cercana a la mesa. - Bien, capitán, según me ha dicho el teniente Simonsen, está usted interesado en mi idea de
centro de control. - Si, pero no me fió mucho del teniente, por eso le he hecho venir, para que usted mismo me lo expliqué. - El sistema no es complicado, tengo qué monitorizar todas las funciones en un solo mando. El teniente me ha llevado al centro de mando y lo he observado. Es perfectamente factible su realización. - Cuantos hombres se encargarían de él? - Uno o dos, no más. - Podría hacerlo portátil, para llevarlo por ejemplo en un brazo y estar informado siempre de todo? - Si, creó que si, pero debería de jugar con algunos satélites. - Es factible. Para cuando lo podría tener en marcha? - En dos días estará operativo. - Bien, adelante. Aquella misma tarde, en el monitor del escuadrón los pilotos, miraban ávidamente la lista de servicios. Todos se sorprendieron a ver la noticia que tres días después no tendrían servicios. La nota decía: “Los próximos días, a partir de las cinco de la tarde del día 31 de diciembre del 2231 y el 1 de enero del 2232 no habrá servicios ya que todo el escuadrón Fénix esta invitado a la fiesta de Fin de Año que tendrá lugar en el ayuntamiento de la ciudad. Se ruega a los pilotos que vayan con el uniforme de gala. El capitán del escuadrón Fénix, Antonio Sánchez." Los días siguientes pasaron volando. Los pilotos estaban deseando que llegará esa fecha. Hasta el humor de los oficiales mejoró. En su habitación, Helenna preparaba con todo cuidado el uniforme de gala. No se lo había puesto desde hacia por lo menos un año y tal vez le estaría un poco estrechó. Mejor, pensó ella, así Tony lo notaria. Desde que murió Jeanne en aquel fatídico día, no habían vuelto a hablar de ellos. Cogió el pantalón y se lo puso. Se acercó al espejo y se miró. Le sentaba como un guante. Se metió por dentro de este la ajustada camiseta que resaltaba sus pechos. Se peinó su largo cabello pelirrojo, se puso la guerrera, que se abotonó hasta el cuello y se colocó las insignias de teniente. Luego se observó, ya no era la cría que quería ser piloto, era una mujer decidida y valiente. Thomas buscaba frenéticamente en su habitación algo. A medio vestir gritaba como un loco desquiciado. - Tiene que estar aquí!, tiene que estar aquí!- decía mientras revolvía su ropa buscando algo. Marc, que pasaba por allí, lo vio por la puerta abierta. Se paró en el marco y entró. - Qué haces?, estas armando una buena- dijo divertido. - Ahora déjame, no estoy para bromas!, maldita sea, no lo encuentro!, siempre me pasa lo mismo! - Bien me voy, solo quería ayudarte. Qué es lo que buscas?- le preguntó Marc. - Mis insignias! las malditas insignias de teniente!- se dejó caer desesperado en el suelo. Marc entró en la desordenada habitación y se paró delante de una desordenada estantería, a un lado de la habitación, de donde cogió algo. - No será por casualidad esto lo que estabas buscando?- dijo mostrándole las dos pequeñas insignias. Thomas se levantó y se las arrancó de la mano. - Por lo menos dame las gracias- dijo Marc al volverse para salir de la habitación riéndose. Tony estaba ya preparado. En uno de sus brazos llevaba el dispositivo que le había instalado el ingeniero, desde donde lo monitorizaba todo. Revisó toda la habitación, se dirigió a la puerta, la abrió y salió al pasillo. Se encontró con Marc riéndose. - Qué te pasa?- dijo. - Si vieras a Thomas también te reirías. Vaya la que tiene armada en su habitación. En ese momento salió Helenna por la puerta. - Bien, nos vamos- dijo ella. - El color negro te sienta estupendamente- dijo Tony-, estas fantástica.
Marc asintió. En ese momento salió Thomas, a toda velocidad con la guerrera en la mano. - Qué le pasa a este?- dijo Helenna señalándolo. - Nada, como ya sabéis, Thomas es muy ordenado- dijo Marc soltando una sonora carcajada. - Eres muy gracioso- le contestó Thomas. Al ver a Helenna se acercó a ella y se arrodilló. - Bella joven, estaría muy orgulloso de que usted entrara esta noche en la fiesta de mi brazo. - Lo siento, caballero- dijo ella riéndose-, pero ya tengo con quién ir del brazo. Lo apartó, se acercó a Tony y lo tomó por el brazo. - Siempre me pasa lo mismo - dijo Thomas contrariado, poniéndose la guerrera. - Eres un payaso- contestó Marc a la vez que lo empujaba-, así ninguna chica te tomara en serio. La ciudad entera estaba engalanada. Fuera en la Tierra o en el espacio las Navidades eran unas fiestas que celebraban todo el mundo. Y aún más el fin de año. Daba igual la religión, eran unas fiestas para todo el mundo. Y tratándose de una colonia europea aún más. En la ciudad había gente de distintas nacionalidades y cada uno a su estilo las celebraba. El ayuntamiento, ahora residencia del gobernador, estaba adornado. De los diez mil habitantes de la colonia, en aquella recepción se encontraban los más importantes e influyentes. Militares, científicos, comerciantes y algún que otro político, formaban parte de los invitados. Había dos zonas bien diferenciadas, una para altas personalidades y otra para el resto de los invitados. El gobernador y su esposa, como anfitriones, recibían en la puerta a cada uno de los invitados. Él vestía el uniforme de coronel y ella llevaba un lujoso vestido de noche. Tony y los pilotos llegaron cerca de las doce de la noche al recinto. El gobernador les recibió personalmente y les saludó uno a uno. Para ellos, el escuadrón Fénix eran sus salvadores. Gracias a ellos, su colonia prosperaba y no temían los ataques de los piratas. Y un aire de agradecimiento a ellos corría por toda la fiesta. Pronto se darían las campanadas y el año 2231 pasaría a la historia. Le darían la bienvenida al 2232. Y con la llegada del nuevo año cambiarían muchas cosas, o no? Helenna estaba charlando con dos de las chicas del escuadrón cuando tenía este pensamiento. En aquel año habían pasado muchas cosas, se veía más vieja, más cansada. El rechazo de Tony al principio le había dolido, pero ahora era nada. Compartía con él más cosas de las que había creído . Ya no le importaba que la quisiera o no, o si ella le quería o no. Él dependía de ella, hasta un extremo insospechable, era su mano derecha, sin ella no podía hacer nada. Pero esto, también los había separado. Ya no la veía como una amante, la veía como una fiel compañera, como una amiga. En un rincón solitario, Marc bebía a sorbos una copa de champagne. Estaba triste, melancólico. Recordaba tantas cosas, algunas difíciles de olvidar. En un momento como ese echaba de menos a Jeanne, pensaba que en esa fecha podrían llevar ya casi un año casados, y con un poco de suerte con algún bebé en camino. Pero no era así, estaba solo, tremendamente solo. Al tener estos pensamientos, siempre reprimía unas lágrimas, pero ese día se sentía sensible. Cuando vio como Thomas se acercaba a él con dos copas más se repuso. Thomas se e staba divirtiendo. Vio a Marc, solo en aquel rincón y se puso como tarea que hoy se lo pasarían bien. Comprendía a su amigo, sabia por lo que estaba pasando y también lo que hacer para que reaccionara. - Toma Marc, otra copa- dijo. - Vas a conseguir que me emborraché, no soportó bien el alcohol. - Veras- dijo pasando el brazo por los hombros de su amigo-, esto no es alcohol, es un elixir. Sabes cuanto cuesta traer desde la Tierra hasta este rincón del espacio una sola botella de este elixir? - No, no lo sé. - Pues por lo menos un año de nuestro sueldo. Esta noche estamos aquí, codeándonos con la crème de la crème de la colonia y tenemos que aprovecharnos de ello, sabes lo que veo? - No- negó con la cabeza Marc-, no lo sé. - Ricos comerciantes, políticos y militares influyentes, y con ellos a sus hijas. Normalmente, en nuestros círculos no aspiramos a ellas, pero aquí si. Hoy tenemos esa oportunidad. - Thomas, cuantas copas te has bebido? Creó que estas un poco borracho - dijo a la vez que se apartaba de él. En otro lugar de la sala, Tony charlaba animadamente con otros militares. En ese momento
apareció el gobernador. Le acompañaba un hombre de mediana edad, sobre unos cuarenta y cinco años. Se acercaron a él. - Capitán Sánchez, amigo mío. Le voy a presentar a alguien que esta muy interesado en conocerle. - Bien- respondió él. - Le presentó al profesor Michael Kristianssen, es ingeniero en aeronáutica. - Encantado- le dijo Tony, estrechando la mano del hombre. - Estaba deseando conocerlo, capitán- dijo el profesor-, su fama le precede. - Gracias. - Me gustaría hablar con usted, no hoy por supuesto, de un proyecto que tengo en mente- dijo el hombre-, cuando pasen las fiestas ya me pondré en contacto con usted. - Cuando gusté, estoy a sus ordenes, profesor. La hora final de aquel año se acercaba. Tony con la mirada buscaba a Helenna, a Marc y a Thomas, la mejor forma de despedir y recibir el año era con sus amigos. Al final los encontró. - Por fin aparece el señor ocupado- dijo Thomas con su peculiar humor, con otras dos copas en las manos. - Perdonad, pero... - No tienes que disculparte- dijo Helenna acercándose a él y rodeándole con sus brazos el cuello- eres una persona importante en la colonia. - Alguna novedad?- dijo Marc, señalando al brazo. - Ninguna, el dispositivo funciona a las mil maravillas- dijo Tony-. Y vosotros, qué tal os lo estáis pasando? - Bien- contestó Thomas-, muy bien. Esta noche siento que algo bueno nos va a pasar, confiad en mí, es como si... - Qué le pasa?- le dijo Tony a Helenna, acercándose a su mejilla. - Creó que ha bebido. Esta noche creó que pueden pasar muchas cosas- dijo ella, insinuadora mente, pasándole un dedo por sus labios y apartándose de él-, ahora vuelvo. Vigílamelo, Marc. - Amigo mío, de esta noche no te escapas- dijo Marc. - También ha bebido- dijo Tony, señalándola con el dedo. Unos minutos más tarde, todos salieron a la puerta del ayuntamiento. La ciudad entera se quedó a oscuras, solo un foco iluminaba el reloj de la torre del ayuntamiento. Tony, Helenna, Marc y Thomas estaban juntos, entre la muchedumbre. - Dentro de poco va acabar un año muy importante para nosotros- dijo Tony. - Si, un año que ha cambiado nuestras vidas- dijo triste Marc. - No seas aguafiestas Marc. Ahora solo somos un año más viejos- dijo Thomas. Marc y Thomas avanzaron un poco para ver mejor las campanadas. Thomas llevaba una botella de champagne en una mano y unas copas en la otra. Helenna y Tony se quedaron un poco más atrás. - Qué te pasa?- dijo Tony cogiendo a Helenna por la cintura-, no has dicho nada. - Pienso, pienso en Marc, en Thomas, en ti y en mí. Pienso en lo que nos ha pasado en estos años. Tony, ya hace casi dos años que nos conocemos. Dos años aguantando las bromas de Thomas, viendo a Marc como poco a poco va reponiéndose y como lucha por ser feliz. - Si, ya lo sé- dijo él estrechándola contra sí-. Y como te he tratado en este tiempo, cariño, me he portado fatal contigo. Él acercó sus labios a los de ella y justo cuando empezaron las campanadas se besaron y acabaron cuando estas terminaron. Thomas y Marc se giraron para saludar a Tony y a Helenna. Los vieron besándose. - Vaya, por fin se ha decidido la parejita- dijo Thomas. - Déjalos, después de lo que han pasado merecen ser felices- le contestó Marc-. Por cierto, nos merecemos una copa, no? Los dos rieron. Thomas destapó la botella, y después de bañar a Tony y Helenna con el champagne, sirvió una copa para cada uno. - Amigos- dijo-, lo único que deseó en este momento es que para el año próximo volvamos a estar todos aquí, juntos, aunque ni yo ni Marc solos. A vuestra salud. Los cuatro alzaron las copas al espacio, al espacio negro y profundo. Volvieron al interior. Marc y Thomas empezaron como siempre y Helenna abrazada a Tony. El profesor Kristianssen era un hombre metódico, pero no aburrido. Estaba allí en la fiesta con su mujer, divirtiéndose. Llevaban casados desde hacia por lo menos veinte años, y tenían tres hijos. La mayor, Ingrid, tenía diecinueve años y era la única chica, los otros dos eran chicos, Michael de diecisiete años y
Daniel de trece. Aquella noche le acompañaba también Anja, su sobrina, hija de una hermana de él. Ahora vivía con sus tíos, desde que sus padres murieron. Era una joven bella, de unos diecisiete años. El profesor estaba con su familia, cuando pasó Tony acompañado de Helenna, quién lo saludó con la mano. - Quienes son esos dos jóvenes?- inquirió su esposa. - Él es el famoso capitán Sánchez- dijo el profesor- y ella creó que es la teniente Kraüs. - Es guapo- dijo Anja-, aunque tiene poco gusto. - Michael, por que nos lo presentas?- le dijo su esposa. - Lo he conocido hoy mismo, no tengo mucha confianza con él- dijo el profesor-, si se lo dices a tu hermana... La esposa del profesor y la del gobernador eran hermanas, y tan pronto como se lo dijo, corrió junto a su marido. - Querido, mi hermana me ha dicho que si puedo presentarle al capitán. - Querida ahora no puedo estoy ocupado. Pero la esposa del gobernador lo convenció. Diez minutos después se acercó donde estaban Tony, Helenna, Marc y Thomas. - Ah, capitán, a usted quería ver- dijo fingiendo sorpresa. - Si señor, que desea? - Verá. Durante toda la noche mi cuñada, la esposa del profesor, ha estado preguntando por usted, ya que esta deseando conocerle, me acompaña usted? - Si, como no. - Si algunos de ustedes quieren venir?- dijo el gobernador al resto. - Oye Thomas- dijo Helenna-, quieres bailar conmigo ? - Encantado, querida- y dirigiéndose al gobernador dijo Thomas-. Perdone señor, pero la dama... - El teniente Lefebre me acompañara, cortó Tony. Los tres se marcharon mientras Thomas se quedó con Helenna. Ella y Thomas salieron a la pista y comenzaron a bailar. Nunca había querido bailar con él, pero esta vez, Thomas se comportó como un caballero. - Qué ya por fin Tony y tú...?- dijo serio. - Qué dices?- le contestó ella. - Venga, te crees que me chupo el dedo. Se lo de Tony y tú. Él esta enamorado de ti y tú de él. - Con lo que has bebido hoy alucinas. - Mira, para una vez que hablo en serio..., vas tú y crees que me estoy burlando. - Perdona, pero... - Si, ya. Siempre estoy de guasa. - Te puedo hacer una pregunta, Thomas? - Dispara. - Como eres el único que no tiene chica?, la mayoría de nuestros compañeros... - Es que estoy profundamente enamorado de ti- dijo en tono sarcástico-, ninguna chica se puede comparar contigo. - Venga ya!- dijo ella golpeándole levemente en el brazo-. Contéstame por una vez en tú vida en serio. - Podemos salir de aquí?- le dijo él. - Si, como no. Los dos salieron al exterior, a un pequeño patio. Se sentaron en un banco. - Lo que te voy a contar no se lo he contado a nadie, ni siquiera a Tony ni a Marc. Te ruego que lo guardes en secreto- dijo Thomas, muy serio cogiendo su mano. - Si, cuenta con ello. - Bien, fue antes de entrar aquí, en el ejército. Yo no era antes así, tan capullo. - No eres capullo, solo divertido. - No, soy un irresponsable. La verdadera razón por la que estoy aquí es por que soy un cobarde. Como te iba diciendo, yo no era así antes. Era normal, pero de repente, un día conocí a una chica, no me acuerdo ni de su nombre. Nos lo pasábamos de miedo, era muy divertida, pero un día cambió. Quedaba con ella y me decía que no podía salir, nunca salía ya más conmigo. Un día descubrí por que. - Porque?- dijo ella intrigada. - Por qué... era de broma. - Thomas, venga no seas payaso- dijo ella apartando su mano de él.
- Mira, si te digo la verdad, no lo sé, tal vez no le gusté a las chicas- dijo él, más serio-. Tal vez les gusten más serios. - O siempre te toman a guasa, hombre. - Si puede ser eso. También puede ser por que no he encontrado a una que me interese, rectificó he encontrado a una, pero esta ocupada- dijo riendo-. No lo sé. - Tal vez no la has buscado bien. Volvemos dentro? - Si, como quieras. Los dos entraron en la sala. Continuaron charlando, de repente Helenna, se quedó helada. - Creó que esa chica de allí me mira, no crees?- dijo Thomas. - Me perdonas un momento- dijo ella-, vuelvo en un minuto. - Vale, te esperó. Helenna ando unos metros, y se detuvo detrás de un grupo de soldados de la Fuerza de Choque. Llamó a uno en el hombro. El soldado se volvió y se cuadró ante ella. - Si mi teniente, que quiere?- dijo saludando. - Conrad, no me recuerdas, soy yo, Helenna. El joven se quedó mirándola. Después sonrió débilmente. - Hel, no puedes ser tú- dijo él-, no me lo creo. - Si, soy yo. - Bueno, no te había reconocido, primero por el uniforme y como ahora llevas el pelo tan largodijo tocándole el cabello. Ella se acercó a él y lo abrazó y besó en la mejilla. - Estas estupenda, y si me permites decirlo, hasta más guapa que antes. - Cuanto tiempo llevas aquí?- le preguntó ella. - Llegue hace un par de semanas. Te veo y no me lo creó, teniente. Y tú? - Llevamos ya ocho meses, en el puerto. Qué tal están las cosas allí? - Bien, como siempre. Tony y Marc, mientras tanto eran presentados a la familia del profesor. El gobernador hacia los honores. - Estos jóvenes son el capitán Sánchez y el teniente Lefebre. Esta es mi cuñada Ginebra- dijo señalando a la mujer. - Encantado señora- dijeron los dos jóvenes casi al unísono. El gobernador desapareció rápidamente. - Les voy a presentar al resto de la familia. A mi marido ya lo conocen- dijo señalando al profesor-. Esta es mi hija mayor, Ingrid, estos son mis hijos Michael y Daniel, y esta joven es mi sobrina Anja. Ellos los saludaron. El mayor de los hijos del profesor inició la charla con Tony. Los padres se retiraron. Ingrid dio muestras de sentirse interesada en Marc. - Usted es francés, no? - Si, soy francés- respondió él cortésmente. - De Paris- intervino Anja. - No, no soy de Paris, soy de Niza. - Si, estuve una vez allí- repuso Ingrid-, cuando era muy pequeña, fue cuando vi por primera vez el mar. En ese momento empezó a sonar música. - Teniente, baila usted?- dijo Ingrid. - Bueno no...- dijo Marc mirando a Tony, quien asintió con la cabeza-, si. - Decídase, teniente- dijo Anja. Marc le dio el brazo a Ingrid y ambos se fueron a la pista. Anja se acercó donde sus primos estaban asediando a Tony a preguntas. - Bien chicos- dijo Anja-, baila usted, capitán? Tony no sabia lo que decir. Si decía no, demostraría ser poco cortes con la joven, y si decía si... - Venga capitán- dijo Michael-, mi prima, como siempre, esta deseando. - Perdoné, señorita- dijo dándole su brazo-, vamos. Tony salió a la pista con la joven. Era rubia, con el cabello rubio largo y tenia unos preciosos ojos azules. La cogió por su delgado talle y comenzaron a bailar. Marc miraba a Ingrid como extasiado. La joven, de la misma edad de él, era preciosa. Tenia el
cabello moreno y corto, y sus formas eran muy delicadas. - No es usted muy joven para ser teniente?- le preguntó ella. - Eh... bueno... yo... no lo sé- respondió balbuceando, no había escuchado la pregunta ya que estaba absorto observándola. - Le preguntó si no es usted muy joven para ser teniente. - Si, pero Tony..., digo el capitán, también lo es.- respondió él, no muy convencido. - Es su amigo, no? - Si, fue la primera persona que conocí cuando entré en el campamento. Mientras Thomas se acercó donde estaba Helenna. - Helenna- dijo con voz suave. Ella inmediatamente se volvió y le presentó a Conrad. - Mira te voy a presentar a un amigo- le dijo a Thomas-, este es Conrad Braun. - Encantado- dijo Thomas extendiendo su mano. - Mucho gusto, mi teniente. - No hace falta el trato- dijo Thomas, serio; ese tipo no le gustaba- me llamo Thomas Simonsen. Veras Helenna creó que deberíamos de buscar a Tony y a Marc, no? Hasta ese momento no se había acordado de Tony. Tardaba mucho, no sabia donde estaban. Se despidió de Conrad; Thomas y ella volvieron a la pista. Cuando llegaron vieron a Tony y a Marc charlando animadamente con la familia del profesor. Los dos se acercaron al grupo. - Profesor, le voy a presentar a otros dos de mis oficiales- dijo Tony-. Son los tenientes Kraüs y Simonsen. El profesor los saludó. También los presentó a sus hijos y a la sobrina. - Bien estos son la teniente Kraüs y el teniente Simonsen- dijo a los jóvenes-. Estos son Michael, Daniel... Ingrid y Anja. - Me llamó Thomas- dijo él a todos- y ella es Helenna. - Encantada, me llamo Ingrid- dijo ella sonriente a Helenna dándole la mano-, espero que seamos amigas. - Esperó lo mismo- respondió ella. Anja miró despectivamente a Helenna. A ella tampoco le caía bien la joven. - Tony, bailamos un poco?- le dijo Helenna. - Si cariño- dijo él sonriente a la vez que la besaba. Los dos salieron a la pista y se abrazaron. - Creó que a Marc le gusta la hija del profesor- dijo Tony. - Si, no me lo imaginaba. - Antes, cuando estuve bailando con Anja, vi como no dejaba de mirarla. - Si Anja, no la soporto. - Cariño, la acabas de conocer. - Si pero... tengo que decirte algo. - Qué? - He visto a Conrad, mi exnovio aquí. - Si- dijo Tony acercándola más a él- y qué?, no me importa, quien me importa eres tú. La besó y continuaron bailando mientras la besaba. Thomas y Marc habían ido a por más bebida, y las dos chicas estaban solas esperándolos. - Qué te parece Marc?- dijo Ingrid. - No esta mal, pero el capitán es más interesante- dijo Anja. - Si pero según parece- dijo Ingrid señalando a la pista-, ya esta ocupado. - Esa teniente Kraüs es idiota- dijo Anja-. Me cae fatal. - Parece una buena chica. Creó que a ti te va más Thomas, es muy divertido, según me ha contado Marc. - Déjame, prima- dijo despectivamente Anja. La noche pasó sin más. La fiesta terminó a altas horas de la mañana, pero Tony, Helenna, Thomas y Marc regresaron antes al puerto. Todos estaban cansados así que nada más llegar se acostaron. Pasaron unos días después de la fiesta. Todo volvió a la normalidad. El trabajo era agotador, pero Helenna siempre aprovechaba un momento para ir a ver a Tony. - Hola, querido - dijo ella-. Pasaba por aquí. - Si, ven aquí- dijo abriendo sus brazos.
Ella se sentó encima de él. Estaba en la sala de reuniones, sentado en su despacho. - Qué tal te va el día?- dijo Tony. - Bien, no hay mucho trabajo, por eso estoy aquí, y tú? - Ya ves, sin novedad- dijo a la vez que acariciaba su mejilla y la besaba. El holoterminal se iluminó y la imagen del sargento de guardia apareció en él. - Señor, el profesor Kristianssen dice que si usted puede recibirlo. Helenna se levantó de sus rodillas y él contestó al sargento. - Si, dígale que le recibo en un momento- dijo apagando el holoterminal. - Me voy, ya nos veremos más tarde- dijo ella arreglándose el uniforme y el cabello. - No, no hace falta que te vayas. Y ella se quedó allí con él. Minutos después entró el profesor. - Siéntese profesor, disculpe estaba despachando unos asuntos... - No tiene importancia, solo venia a dejarle esto, es mi proyecto, el sistema de defensa VULKAN. Se lo explicaré de forma sencilla- dijo sentándose, a la vez que sacaba de su maletín un estuche de holoCDs-. Vea usted esto. El profesor le pasó un CD. Tony lo insertó en la unidad. El terminal se iluminó mostrando unos gráficos. - Estos son los diseños de un nuevo tipo de caza- dijo el profesor-. Su nombre es el VLKN-700, entre nosotros VULKAN. - El diseño es muy bueno, profesor- dijo Helenna. - Gracias, teniente. El VULKAN es un caza ligero de incursión, aunque también se puede usar para combate. - Dígame sus características - dijo Tony, interesado. - Tiene un propulsor de fisión fría, cuatro cañones de plasma independientes, micro mísiles de fotones, sistema defensivo doble y lo que yo llamo VNS. - Qué es eso?- preguntó Helenna. - Es el Sistema Virtual de Navegación. Me explicó. Ustedes han visto alguna vez una maquina recreativa de realidad virtual?- pregunto el profesor. Tony negó con la cabeza. Solo Helenna contestó. - Si, una vez, en un museo. Nos divertimos muchísimo con ella, aunque era de principios del siglo XXI. - Bien como sabrá, teniente, en algunas de estas maquinas había un sistema de control basado en el movimiento. Pues bien, con un poco de ayuda de Leonardo Da Vinci, he creado un sistema de navegación basado en eso. - Como es?- dijo Tony. - Vera, aquí tengo un gráfico, si es este- el profesor le mostró un grafico de una persona metida como en una especie de jaula-. El piloto es sujeto por estos soportes a lo que llamamos "la jaula". Como verá el piloto no va sentado, sino que va de pie, y controla la nave por los movimientos de su cuerpo, más bien de la parte superior, los hombros. En esta simulación se muestra como se movería la jaula. - Un momento, profesor, pero como se mueve el caza?- preguntó Tony, un poco liado. - Mi hija, Ingrid, ha diseñado un sistema de sensores y mecánico por el cual, al más ligero movimiento del cuerpo del piloto, el sistema de control reacciona, y la nave gira a la derecha o izquierda, hacia arriba o abajo. - El movimiento seria instintivo, no profesor?- dijo Helenna. - Si, usted lo ha comprendido. En el soporte hay dos mandos con empuñadura con todo el sistema de control de la nave. No hay dispositivos complicados, todo se reduce a cinco botones, situados en los llamados "joysticks". Dos son los botones de disparo de los cañones, otro es el de lanzamiento de micro mísiles, el cuarto se encarga del propulsor y el quinto es el de confirmación de acción, así de sencillo. - Bien, empiezo a comprenderlo- dijo Tony. - Por ejemplo, si usted quiere que la nave vaya hacia delante solo debe de pulsar el botón del propulsor. Si quiere ir hacia la derecha, por ejemplo, solo tiene que pulsar el botón del propulsor y girar a la derecha. - Y si quiero volver hacia atrás?- preguntó Helenna, interesada. - Solo debe de girar hacia la derecha o la izquierda a tope, parar y pulsar el botón de propulsión. Y esto no es todo, también esta el sistema de objetivos. Por ejemplo están ustedes rodeados por, un decir, cinco cazas enemigos, uno delante, otro atrás, en los lados y arriba. Ustedes solo tienen que girar la nave y disparar. Los objetivos son fijados automáticamente. - Aparte de eso, qué más tiene?- preguntó Tony. - Los sistemas de defensa. En los cazas actuales solo cuentan con los escudos, no? - Si profesor- contestó ella.
- Bien, mi hija y yo hemos investigado y hemos creado un nuevo sistema. Un campo de fuerza alrededor de la nave. El campo protege toda la nave y soporta hasta un cañón de plasma de un destructor, si puede acertar a la nave. - Que tamaño tiene? - Vera capitán, es una nave pequeña, la mitad o menos de las actuales. - Pero también es más frágil?- preguntó Helenna. - En teoría sí. Por eso tiene dos dispositivos defensivos. Pero no se preocupe, a la velocidad que va ninguna nave podrá acertarle, y si le dan, el sistema de defensa repelerá el ataque. - Cual es su velocidad?- preguntó Tony - Al usar un propulsor de fisión fría, puede ser diez o quince veces más veloz que el más rápido de los cazas actuales. Y por el combustible no hay problema: utiliza agua. - Agua normal?- inquirió Helenna. - Si agua del grifo, con un vaso de agua puede ir y volver a Febo diez veces. - Cuando podría tener un prototipo listo?- dijo Tony. - No lo sé. Tal vez dentro de seis o siete semanas, depende. - De qué?- preguntó ella. - El tiempo de fabricación de los displays de objetivos, si se quieren que funcionen bien hay que hacerlos con tranquilidad. - Bien, usted continué con el trabajo. Cuando esté listo me lo dice, si necesita un sitio para construirlo, en nuestros hangares hay sitio de sobra y si necesita ayuda, tenemos un equipo de mecánicos muy buenos. - Muy bien, dentro de poco quedaremos para el traslado de la carcasa del caza- dijo el profesor levantándose y recogiendo las cosas-, tengo que volver al trabajo. Puede quedarse con el CD, tengo más copias. El profesor salió por la puerta. Helenna estaba excitadísima. - Has oído?- dijo ella. - Si, es increíble. Con esas naves nada ni nadie se nos resistirán. - Me ha dado una idea. A partir de ahora voy a trabajar en una nueva táctica que se me ha ocurrido. Bueno cariño, me voy, tengo trabajo- dijo ella a la vez que se levantaba de la silla y lo besaba en la mejilla. Cuando iba a salir por la puerta se volvió-. Ah, se me olvidaba. Te quiero- dijo lanzándole otro beso. - Y yo a ti- respondió él de la misma forma. Helenna salió del despacho y se dirigió hacia su habitación. Necesitaba ponerse a trabajar ya mismo en esa idea que había tenido. Tony observaba el terminal. En él estaba el CD con el proyecto. Lo sacó de la unidad y lo guardo en un estuche cercano. Se levantó del asiento y salió del despacho. Iba por el puerto paseando cuando, Marc se acercó a él muy nervioso. - Qué pasa, Marc?- dijo Tony. - Ven a la sala de control, hemos detectado una transmisión de los piratas. He mandado dos cazas. - Vamos. A varios miles de kilómetros, dos cazas surcaban el espacio hacia un punto determinado. - Qué detectas algo rojo 3? - No rojo 1, nada. Me parece que lo hemos perdido. - Bien vamos al sector 1.30 tal vez allí tengamos más suerte. Marc y Tony llegaron al centro de control. Rápidamente se pusieron al mando. - Quienes son los pilotos?- dijo Tony. - Son el sargento Martins y la cabo Harris, señor- dijo el piloto Sorensen- van hacia el sector 1.30. - Aquí líder rojo a rojo 1. Informe. - Aquí rojo 1, señor. No hay novedad, estamos trazando la trayectoria. Hemos estado cerca muy cerca, supongo que la base esta en los sectores 1.20 al 1.40. - Es mucho terreno, sargento. Vuelvan a la base, ya tendremos otra oportunidad. - A la orden señor. Volvemos a la base.
2. PIRATAS. AÑO: 2232 LUGAR: COLONIA JERA-MARTE. Una pequeña nave surcaba el espacio a gran velocidad. Era un antiguo FG-750, un caza de reconocimiento. De repente cambió el rumbo. Se internó en el cinturón de asteroides, y después de esquivar peligrosamente los mayores, avistó una colonia, que parecía ser un cementerio naval. Se dirigía a ella. La colonia Jera, que era así como se llamaba, parecía deshabitada. Eso era ahora, pero hace cien años era el centro de la actividad más prolífica del espacio: la piratería. Creada a principios del 2100, la colonia fue la más próspera del sector. Era el centro del comercio en Marte ya que todas las naves corsarias iban a ella. Un historiador de la época dijo que era la Isla Tortuga del siglo XXII. El volumen de negocios que había en ella la hizo en poco tiempo en la colonia más importante del espacio. Incluso algunos bloques, principalmente la Federación Europea y los Países Oceánicos, mantenían con ella secretas, pero beneficiosas, relaciones. Sus corsarios eran los únicos que se atrevían a atacar a los grandes convoys protegidos por la Armada y los tuvieron en jaque durante más de cincuenta años. Además ni el bloque Americano ni Ruso tenían las suficientes fuerzas para derrotarlos. Pero, gracias a una conspiración política, los americanos y rusos, lograron hacia finales del mismo siglo aislar a las llamadas colonias no registradas. La Federación Europea y los Países Oceánicos fueron acusados de comerciar con delincuentes, por lo cual sus gobiernos fueron depuestos. La maniobra les salió bien ya que casi diez años después la mayoría de las colonias no registradas desaparecieron. La colonia Jera se sobrepuso de esto y gracias al poder que tuvo durante años creó una fuerza de ataque y defensa gigantesca. Los almirantes de la Federación intentaron conquistarla, pero resistían como valientes. Más de mil naves enemigas fueron destruidas, y ellas contribuyeron después a formar la más grande e insuperable barrera jamás creada. Pero eso era antes. Habían pasado más de cincuenta años y la colonia había decaído hasta límites insospechados. La anteriormente lujosa y rica se había vuelto, poco a poco, mísera y pobre. La mayor protección de los transportes hizo que el negocio de la piratería no fuera rentable ahora. El formidable ejercito de miles de naves era ahora un espejismo, ya que solo casi un par de cientos de ellas eran utilizadas, el resto se convirtieron en chatarra. La cosa llegó hasta tal extremo que ya únicamente se dedicaban a sobrevivir. La pequeña nave entró en la colonia. Atravesó el antiguo puerto y aterrizó en la única zona que se utilizaba actualmente. De ella descendió un hombre joven. Vestía un antiguo uniforme de piloto que no le sentaba muy bien. Una multitud de mecánicos rodeó la nave. El joven se dirigió a uno de ellos. - Repostad- dijo-, dentro de una hora la volveré a utilizar. Uno de los mecánicos asintió. El joven desapareció en un edificio cercano. En la sala de reuniones, Max Keir, esperaba la llegada de uno de sus espías. Estaba intranquilo, ya que sabía que se jugaban mucho. Junto a él, otro hombre hablaba. - Max, la situación es muy seria. - Si ya lo sé. Pero no tenemos suficientes créditos para comprar repuestos para las naves. - Además el problema esta creciendo- dijo el hombre-. Las reservas de comida decrecen a un ritmo muy alto. Ten en cuenta que habemos casi cinco mil personas viviendo aquí. Nuestros recursos no dan para alimentar a más de mil. - Cuanto tiempo podremos aguantar en estas condiciones?- inquirió Max. - Como mucho no más de un año. Gracias al almacén que construyó tu padre hemos aguantado estos años. Pero ya no damos abasto. Hay que volver a reducir las raciones. - Mi pueblo sufre, los malditos americanos y rusos han llevado el embargo hasta las últimas consecuencias. Qué noticias hay de Europa?. - El envió con el que contábamos fue interceptado por la Armada. El gobierno de la Federación Europea negó todas las acusaciones, pero los americanos y los rusos se aprovecharan de cualquier cosa con tal de acusarlos. Y más ahora. Hay informes que Europa esta construyendo nuevos cazas y astronaves más potentes y baratas que las americanas, quieren dejar los cabos bien atados ya que esto para ellos supondría un gran revés. Se dice que los americanos van a ganar con la remesa de este año de naves más de cien mil trillones, lo suficiente para construir por lo menos cien mil astronaves para el siguiente. - Solo con un billón tendríamos nosotros para alimentar a nuestros hijos durante veinte añosdijo Max-. No les importa nada ni nadie. - Últimamente la Federación Europea les esta haciendo mucho daño. Su poder crece día a día apoyado por los Países Oceánicos. - Si pero los americanos aún tienen la mayoría con el apoyo de árabes y rusos. La batalla será dura.
En ese momento entró el joven piloto. Max se levantó y se dirigió a saludarlo. - Qué noticias traes, hijo mío? - Muy buenas padre, muy buenas. - Cuenta. El joven se sentó al lado de los dos hombres. - Me enterado que dentro de diez meses va a ver un gran envío desde Altaír a Febo. - Quién te lo dijo?, son fiables los informes? - Si, me lo dijo un comerciante de Olympus mientras estaba en la cantina. El convoy estará compuesto por lo menos de diez cargueros con minerales y comida. - Bien Sarg, podremos aguantar diez meses?- dijo hablándole al hombre. - Si, creó que si, pero sufriremos mucho. Si conseguimos el cargamento, podríamos aguantar por lo menos tres años, además el mineral nos podría reportar grandes beneficios en P uerto Myst. Mi contacto nos lo cambiaria por créditos o comida. - También me enterado- dijo el joven- que la escolta será bastante numerosa, de por lo menos diez cazas. - Bien- dijo Max-, tendremos que utilizar todos los cazas disponibles. Cuantos tenemos? - Aproximadamente unos ciento cincuenta, si contamos con los FG- dijo Sarg. - Y naves de asalto?- volvió a preguntar Max. - Cinco, no hemos podido encontrar repuestos para el resto, son demasiado antiguas. Además dispondremos de por lo menos trescientos hombres y mujeres dispuestos para la lucha. - Bien, ya pensaré algo. Ven hijo mío tenemos que hablar. Sarg empieza a prepararlo todo. Sarg salió por la puerta mientras Max y su hijo se quedaban solos charlando en la habitación.
3. CAZAS. AÑO: 2232 LUGAR: COLONIA ALTAIR-MARTE. El proyecto del profesor seguía su curso. En los siguientes días después de la visita de él a Tony, una frenética actividad se había apoderado del puerto. El actual hangar del escuadrón se quedaba pequeño así que Tony habló con el gobernador para si podrían cederle más espacio en el puerto. Este accedió y al principio de la semana un nuevo hangar empezó a construirse. A los tres días quedó terminado. - Bien profesor- dijo Tony al profesor cuando vino a visitar el hangar-, este será su taller. Que le parece? - Muy bien, hijo, muy bien- dijo él-. Justo lo que necesitaba para el ensamblaje. Un sitio espacioso. - Si papá- dijo Ingrid-, aquí se trabajara muy bien. Capitán, cuando podemos empezar a traer los instrumentos? - Cuando usted guste, señorita. Además tengo preparado el equipo de mis mejores mecánicos para que les ayuden. - Mi hija se encargara de la construcción y posterior prueba del aparato si usted no dice otra cosa, capitán- dijo el profesor. - Si, como usted quiera, aunque quisiera que uno de mis hombres hiciera las pruebas del caza. - Soy tan buen piloto como cualquiera de sus hombres, capitán- dijo ella molesta-. No necesitó a ninguno de sus pilotos... - Perdone señorita, si la molesté- dijo Tony cortésmente. - Pensándolo bien- dijo el profesor-, creó que tendré tiempo suficiente para hacer dos cazas, mi hija podría pilotar uno y uno de sus hombres el otro. - Si puede ser. Mañana le mandaré a uno de mis mejores pilotos, profesor. Aquella tarde había reunión de oficiales. - Bien Thomas, infórmanos con tú peculiar humor- dijo Tony. - Si capi. Bien, todo esta listo para mañana, los mecánicos tienen las órdenes, te he seleccionado a cinco de los mejores. Hablando de otra cosa, por fin hemos descubierto por que los cañones de plasma se sobrecalentaban tanto. El ingeniero esta intentando hacer una mejora en el circuito de refrigeración. Por lo demás nada. Siguien...te- dijo haciendo un gesto con la mano. - Eres imposible Thomas- dijo Helenna-, ni en el asunto más serio estas... - Marc- dijo Tony. - Desde lo del otro día no hemos vuelto a tener noticias de los piratas. El entrenamiento sigue adelante. Además los pilotos te agradecen lo de la fiesta. - Helenna. - Si, ah, yo... bien- dijo ella titubeante-, estoy trabajando en las nuevas estrategias. El último cargamento llegó sin novedad y el gobernador me ha dicho que dentro de unos meses será la recolección anual, que quiere una escolta numerosa para el convoy. - Cuantas naves son el convoy?- preguntó Tony. - Sobre unas diez, contando con el mineral que hay en los almacenes- dijo ella. - Bien, creó que con diez cazas habrá suficiente- dijo Tony-. El profesor me ha pedido un piloto, el mejor para probar el prototipo. Como jefes de alas, que opináis? - No sé- dijo Thomas-. Desde luego a mí no me miréis, no estoy loco. - Creó que Lisberger tendría todos nuestros votos- le contesto Marc-. Creó que es el más indicado. - Creó que el piloto debería de ser un oficial- dijo Helenna. - Bien ya lo decidiré- dijo Tony-. Yo también prefiero que sea un oficial. - A mi no me mires- dijo Thomas-, tengo mucho trabajo. - A ti no te daría el control ni de un auto- dijo Helenna sonriendo-. Te cargarías hasta la nave más segura, no sé como eres teniente. - Mira que graciosa- le contestó Thomas-, qué no sabe ni freír un huevo. - Basta ya!- dijo Tony furioso-, cuando no empieza él, es ella. Sois compañeros, a ver si os portáis mejor. Tony dio por finalizada la reunión. Todos se fueron de la sala, excepto Helenna. - Qué haces tú aquí?- dijo Tony, molesto. - Vale!, vaya humor que tienes a veces. - Perdóname, cariño, pero cuando tú y Thomas empezáis así, me ponéis de los nervios- dijo levantándose su asiento y acercándose a ella.
Ella se levantó de su asiento. - Llevas una temporada que estas un poco susceptible- le dijo-, me imagino por qué Marina no quiso nada contigo. Bien me voy. Ella se levantó del asiento y salió por la puerta del despacho molesta. Tony volvió a su asiento y comenzó a ver las fichas de sus oficiales. De Thomas, como dijo Helenna, no se fiaba mucho. Era capaz de hacer cualquier hazaña, pero también era el piloto más loco y temerario del escuadrón. Helenna era muy buen piloto, pero la necesitaba más en el puesto que tenía ahora, así que el único candidato que quedaba era Marc. Era el instructor de los pilotos, y además confiaba en él, sabia como reaccionaria en cada momento. Definitivamente era el mejor candidato. Además quería que se distrajera. Observando las fichas vio que el escuadrón podría quedarse en el futuro un poco corto. Si se producía un ataque masivo y necesitara a todos los hombres, no habría nadie que los guiara desde la base. Pensó en ampliar el escuadrón, en reclutar a por lo menos un grupo de seis personas. Con el dispositivo que hizo el ingeniero de la base dos personas podrían controlar y tomar decisiones desde la base. Lo pensó y creyó que podría ser una buena idea, se lo comentaría al gobernador. A la mañana siguiente, al levantarse, To ny se dirigió a la habitación de Marc. Llamó a la puerta. - Quién es? - Soy yo, puedo pasar? - Si, esta abierta. Tony abrió la puerta. La habitación de Marc era como la de él, pero estaba todo perfectamente ordenado. Él estaba sentado en la cama, poniéndose una de las botas. - Qué ya has elegido al piloto?- dijo Marc a la vez que encajaba la bota. - Si, pero quiero tú aprobación. - Bien, habrás elegido a Lisberger. - No, otro mejor que él. - No se a quién, a Thomas seguro que no, tal vez a Helenna... - No, a ti. - Estas de guasa, Tony. - No, te he elegido a ti. Lisberger es un buen piloto, pero para esto necesito al mejor. Tú eres el instructor de ellos, así qué a quién mejor. - Pero, y quién los va a entrenar?- preguntó Marc. - He pensado en Thomas- le dijo Tony-. Después de la exhibición de ayer, creó que merece un escarmiento por lo qué debe de tener más responsabilidades, a ver si de una vez sienta la cabeza. - Creó que tú y yo sabemos lo único que se sienta. Estoy de acuerdo contigo. - También he pensado algo más. Ayer estuve echando un vistazo a las fichas de lo chicos. Necesitamos más gente en el escuadrón. - No habemos suficientes ya? - Si, pero pienso que en caso de un ataque masivo el centro de mando se quedaría vacío. He pensado que seria bueno tener por lo menos seis hombres más, una especie de grupo en tierra. Así también los chicos tendrían más tiempo para entrenar. - Buena idea. Hablando de otra cosa, donde tengo que ir y a quién presentarme? - Ve al hangar nuevo y preséntate al profesor, él te indicaras que debes hacer. Solo una cosa, ten cuidado. - Lo tendré. Presiento que esto me va a venir bien. Los dos salieron de la habitación. Al salir se encontraron con Helenna y Thomas. Tony se dirigió a él. - Ah, Thomas!- dijo-, tengo un pequeño trabajo para ti. - Si, qué bien- dijo contento Thomas. - A partir de hoy te encargaras del entrenamiento de los pilotos. Helenna se hará cargo de lo que estés haciendo ahora. Thomas asintió, loco de alegría. Se fue directamente al hangar. Helenna se lo recriminó. - Tony, estas loco!- dijo Helenna-, quieres que maté a todos los pilotos? - Por su bien que no los mate- dijo Tony-, veremos si cambia un poco su actitud.
Una hora después Marc llegó al hangar. Entró en él y vio que había mucha actividad en él. - Profesor- saludó él. El profesor estrechó su mano cordialmente. - Teniente Lefebre, ha visto usted al capitán? Me dijo ayer que me iba a enviar un piloto. - Si, esta mañana. Yo soy el piloto que ha enviado.
- Muy bien, teniente. Venga le mostraré su puesto de trabajo. Él y el profesor entraron en una especie de despacho. En él había unos terminales de holoCDs y en el fondo dos "jaulas". - Bien este es el sitio. Su trabajo será el entrenarse con este simulador. No estará solo, trabajara con mi mejor ayudante, que además será su compañero de vuelo. - Quién es su ayudante? - Yo, teniente- dijo una voz femenina, muy suave. Marc se giró y vio que apoyada en la puerta estaba Ingrid, la hija del profesor. Ella avanzó hacia él. - Yo seré el piloto- dijo ella-. Hay algún inconveniente. - No- dijo Marc sorprendido-, ninguno, señorita Kristianssen. - Bien, los dejó. Tengo que volver al laboratorio para seguir el montaje de los sistemas de navegación- dijo el profesor, acercándose a su hija y besándola en la mejilla-. Hasta luego, mi niña. - Adiós, papá. El profesor salió por la puerta. - Bien, señorita. Qué vamos a hacer? - Lo primero, ya que vamos a trabajar juntos, será tutearnos y llamarnos por nuestros nombres... Marc. - Vale, seño... Ingrid. - Qué tal estas físicamente? - Bien, en el campamento teníamos todos los días entrenamiento, y después he continuado con él. - Todos los días por la mañana vamos a irnos a correr unos kilómetros y después vamos a practicar con la "jaula"- dijo ella señalando las que había en el fondo-. La tarde la dedicaremos a estudiar los planos de la nave. - Por mí no hay problema. Los dos inmediatamente se pusieron a trabajar. Empezaron por la "jaula". - Ves Marc, la posición es esta- dijo ella subida en la "jaula"-, estos soportes impiden que te caigas. Aparte estos dos mandos con los botones sirven para aguantarte con las manos. - Si- dijo él-, ya lo comprendo. Por eso para saber pilotar tienes que tener una buena forma física. - Si. Al principio te puede resultar un poco difícil manejarlo, pero con un poco de práctica... ¿me ayudas a bajar? Él asintió. Ella se deshizo de la "jaula", se dejo caer y ambos rodaron por el suelo. Ingrid y Marc estaban en el suelo, uno encima del otro, riéndose. - Cuando este montado en la nave no pasara esto?- dijo él riéndose. - No, entonces entraremos por arriba- le contesto ella, apoyada encima de él- creó que deberíamos levantarnos, si alguien entrara... - Si, creó que si- dijo él. Ambos se levantaron del suelo. - Quieres probar tú. - No, dejémoslo para otro día. Mientras, Thomas asistía a su primer entrenamiento. - Bien pilotos, a partir de ahora yo seré su instructor- dijo imitando al sargento que tenían en el campamento-. Ahora todos a los cazas. Todos se rieron. Desde un sitio cercano, Helenna y Tony lo observaban. - Creó que he metido la pata- dijo Tony-. No lo tenía que haber hecho. - Lo hecho, hecho esta- dijo ella-. Bien, que voy a hacer yo? - Vas a encargarte de las tareas de Thomas y lo que haces normalmente. Podrás con todo? - Si, claro. Solo hay un problema. - Cual? - De donde voy a sacar tiempo para poder estar un rato contigo a solas- dijo ella cogiendolo por el cuello y besándolo. Dos días después, las cosas seguían adelante. Marc e Ingrid continuaban con sus prácticas sin novedad. Helenna lo hacia todo y aparte tenia tiempo suficiente para ver a Tony y Thomas empezaba a sacar algo en claro del escuadrón. Aquel día Helenna fue al despacho a ver a Tony.
- Hola. - Hola, cariño- dijo él-. Perdona, pero tengo prisa, voy a ver al gobernador. - Qué lastima!- dijo ella con tristeza-, hoy ya había terminado. - Lo siento- dijo él-. Aunque... pensándolo bien. Ven conmigo. Hace mucho tiempo que no salimos. - Bien, voy a soltar esto. Vuelvo dentro de un momento. - Te esperó. Unos minutos después Helenna y él partían en dirección a la residencia del gobernador en un transporte terrestre. El vehículo atravesó la ciudad a gran velocidad. En pocos minutos llegaron al ayuntamiento. Se bajaron del vehículo y entraron en el edificio. El gobernador los recibió de inmediato. - Capitán siéntese, qué se le ofrece?- dijo ofreciéndole un asiento- y usted también teniente. Ambos se sentaron. Tony le explicó la razón de su visita. - Verá señor- dijo Tony-. He venido por que me hacen falta más hombres. - Si ya- dijo el gobernador-, pero pedirlos a la Tierra... - No había pensado en pedirlos a la Tierra, sino reclutarlos de aquí, de la colonia. - Buena idea. - Necesito seis personas, para formar un cuerpo de vigilancia terrestre. Tienen que estar familiarizados, como mínimo, con sistemas de comunicación y seguimiento. - Para cuando?- dijo el gobernador. - Lo más pronto posible, ya le dará los datos a la teniente- dijo señalando a Helenna. - Bien, a finales de la próxima semana los tendrá. Tony se despidió del gobernador. Al salir de su despacho se encontraron con Anja. Ella se dirigió a Tony. - Tony, que casualidad. - Anja- dijo él. Helenna y Anja se saludaron fríamente. - Qué hacéis vosotros por aquí?- dijo Anja. - Hemos venido a ver al gobernador, teníamos asuntos con él. - Si asuntos militares, ¿supongo? - Si. y tú?. - He venido a ver a mi tía. Tenia que hablar con ella de cierto asunto. Ya vuelvo a casa. - Nosotros vamos al puerto, si quieres puedes venir con nosotros- dijo Tony. - Encantada- dijo Anja. Helenna la observaba. Aquella niñata le recordaba a la que le quitó a Conrad, y eso la hacia ponerse de mal humor. Durante todo el trayecto hasta la casa del profesor, ella no abrió la boca. Cuando volvían de dejarla, estalló. - No sé por qué la teníamos que traer- dijo ella, molesta. - Cariño, es la sobrina del profesor. Además solo nos desviamos un poco. - Esa niñata me cae fatal. Me recuerda a cierta persona. - No me digas que estas celosa. - Si, y qué?- dijo ella cada vez más enfadada. - Nunca te había visto así, pero a partir de ahora intentaré verte más de una vez así. - Por qué? - Nunca te habías puesto tan guapa como ahora. Creó que deberías ponerte celosa más a menudo. La semana pasó rápidamente. La reunión semanal se celebró por la tarde. - Bien, qué tenemos esta semana? Helenna fue la primera en hablar. - Los cazas DS tienen ya los escudos montados, los cañones ya no se recalientan y mañana esperamos otro transporte del cinturón. - Thomas- dijo Tony. - Bien, el entrenamiento sigue adelante. Además no hay novedad sobre los piratas. Solo tengo una pequeña queja. - Cual?- inquirió confundido Tony. - Quisiera que pusieran en la sala de control aire acondicionado, hace un calor terrible.
Todos se rieron. - Marc. - El montaje de los cazas sigue adelante. Ingrid y yo...- no pudo continuar por que Thomas lo cortó. - Ingrid... ya la llamas Ingrid. Marc parecías tonto, pero vas rápido con ella. Primero todos vieron como Marc se ponía rojo de vergüenza, después como, volviendo a la normalidad, le contestó violentamente. - Mira, estúpido. Te creerás muy gracioso, pero esta es la última... Y diciendo esto, se levantó del asiento y, saltando a través de la mesa derribó a Thomas en el suelo. Tony y Helenna los separaron. Tony, furioso les dirigió la palabra. - Esta es la última vez que sucede esto aquí!, la próxima os arrestó a los dos! - Lo siento, Tony. Perdí los nervios- dijo Marc extendiéndole la mano a Thomas-. Me perdonas Thomas?. - Claro, he metido la pata, no tenia que haber dicho eso- dijo a la vez que le daba la mano y lo abrazaba. - Bien volvamos a donde estábamos! Todos se sentaron y Marc continuó. - Nuestro entrenamiento sigue adelante, Ingrid y yo estamos revisando el proyecto y vamos a cambiar ciertas especificaciones. - Cuales son esos cambios?- dijo Helenna. - Vamos a sustituir ciertas cosas y ponerle otras nuevas, entre ellas, los cañones de plasma los hemos decidido sustituir por aceleradores de partículas, más pequeños y efectivos y adaptarles un gancho magnético de remolque. Podría arrastrar, con la potencia del propulsor, hasta una lanzadera pequeña, también estamos pensando en un sistema de eyección, para que en caso de fallo total. - Bien, algo más? - Si, el profesor me ha dicho que tiene casi terminado el nuevo sistema operativo del VNS. Según me contó será un sistema totalmente intuitivo, que se controlara mediante uno de los mandos. Te permitirá elegir ruta de navegación, y hasta señalar los objetivos prioritarios. - Qué se sabe de la elección del equipo de tierra?- preguntó Tony a Helenna. - El gobernador me ha comentado que va bastante bien. Ya hay seleccionados más de cien candidatos, todos ellos voluntarios. A finales de la próxima semana nos mandara las fichas. - Vale, es todo por hoy. Tenientes Simonsen y Lefebre esperen un momento. Helenna recogió sus cosas, se levantó del asiento y salió del despacho. Thomas y Marc, silenciosos, esperaban la tormenta que se avecinaba. - Bien, tenientes, donde diablos os creéis que estáis? - Perdone, señor- dijo Marc-, pero no pude controlarme. - No, toda la culpa la tengo yo. Soy un bocazas y... - Lo que habéis hecho, en cualquier sitio os hubiera llevado un severo castigo y aún más hacerlo delante de un oficial de mayor rango. No se en qué pensabas, Marc, cuando lo hiciste. Y tú, Thomas, eres un irresponsable. Creí que el haberte dado el entrenamiento de los pilotos te habría hecho recapacitar un poco, y no, continúas siendo un zoquete. Como os he dicho antes no os voy a imponer un castigo, pero me vais a prometer que tú, Marc, antes de hacer las cosas las vas a pensar y Thomas qué va intentar, sobre todo los días de reunión, ser más consecuente. Los dos asintieron. - No me gusta trataros así, sois mis amigos, pero una cosa es la amistad y otra muy diferente el servicio. Los tres se quedaron un rato en silencio. Minutos después abandonaban el despacho. Pasados unos días, el incidente fue olvidado, y todo volvió a ser como antes. Helenna pilotaba su caza con habilidad, manteniéndolo a una distancia prudencial del carguero. Los integrantes del ala verde surcaban el espacio en dirección a Febo. Todo estaba tranquilo. Desde el incidente con la nave pirata, no habían vuelto a tener noticias de ellos. Parecía que, como pasaba algunas veces, los piratas no podían mantener durante mucho tiempo la actividad en la zona. - Verde 2, alguna novedad. - Nada líder verde. El scanner no señala nada. Si sigue todo así, dentro de tres horas llegaremos a la base Olympus. - Bien, mantén la vigilancia. Voy a comunicar con Altaír. Altaír, aquí líder convoy. - Aquí base, alguna novedad.
- Nada todo tranquilo. Como esta previsto dentro de tres horas llegaremos a nuestro destino. - Bien, informé dentro de una hora, corto. Cuando pilotaba su caza se sentía libre, sin ataduras. Allí en el espacio, podía pensar con claridad acerca de todo lo que le sucedía en la base. Le gustaba realizar los servicios de transporte, se quitaba durante unos días de la base, aunque no pudiera ver a Tony. Podía pensar en todo y en aquel momento algunas le rondaban por la cabeza. Bueno hacia ya tiempo que le rondaba, pero antes no podía pensar en ello. Desde la fiesta habían sucedido algunas cosas. La primera era cuando la besó Tony y la segunda su encuentro fortuito con Conrad. Creía que la relación con Tony podía hacerle olvidar a Conrad, pero ahora que lo había visto, tenía que reconocer que sentía todavía algo por él. Por otro lado estaba la inaguantable y antipática Anja. La joven hacia salir lo peor de ella; cuando andaba pululando cerca de Tony se sentía celosa, la odiaba a muerte. Aunque Anja tampoco sentía un gran aprecio por ella. Cuando coincidían en algún sitio, casi nunca le dirigía la palabra y si lo hacia, notaba como intentaba herirla, y lo peor era cuando estaba con Tony. A él le caía bien la joven y tenía que soportarla. Su prima si era simpática, y aún más ahora que la trataba más a menudo. Y se dio cuenta que cada vez que le preguntaba por Marc, Ingrid se sentía insegura. No sería extraño que le gustara, ya que se llevaban todos los días juntos. Ahora volvió a pensar en Conrad. Lo había notado diferente, más mayor. Era normal, se dijo, ahora tenia veintitrés, y ella volvía a interesarse por él. No, no podía pensar aquello. Ella quería a Tony, era imposible. Pero recordaba los momentos que había pasado con él, cuando se quedaban solos en su casa y él intentaba aprovecharse, ella le decía qué no, pero secretamente le gustaba. Por aquella época tenia ella dieciséis y él tenia veinte. Al final ella, dejaba que él se aprovechara, y se lo pasaban de miedo. Hasta que un día los pilló el padre de él, y vaya bronca. Si, todavía lo recordaba. De pronto una llamada la sacó de sus pensamientos. - Líder verde- dijo Marta- se detecta movimiento en el sector 7.30. - Entendido, verde 4 acompáñame. Verde 1 toma tú el mando. - Vale, líder verde. Las dos naves se separaron del convoy con rumbo al sector. Delante de ellas dos naves se acercaban a gran velocidad. Eran dos FG. Una de ellas disparó con sus cañones, pero falló. - Verde 4, en posición de combate. Yo me encargo de esta, vete tú por la otra. - Entendido líder verde, lista para hacer la maniobra. Las dos naves se separaron. Helenna fue detrás de la que había disparado y Marta detrás de la otra. La nave que perseguía Helenna le hizo frente, volviendo a disparar, haciendo impacto en la nave de ella, sin causar daños. Ella, rápidamente utilizó sus cañones y dañó la nave enemiga, que estalló. Mientras, Marta seguía al otro caza. Este iba más rápido que ella y pronto salió del radio de acción de su radar. - Líder verde, he perdido al enemigo. - Bien, regresemos con el convoy verde 4. En la colonia Jera, Arthur Kier estaba furioso. Dos de los corsarios, por iniciativa propia, habían salido a atacar el convoy. Las órdenes de su padre fueron tajantes: no habría actividad hasta que no saliera el gran convoy. Al cabo de media hora, regresó solo una de las naves. El piloto, un joven llamado Isak, bajó de la nave. Allí lo esperaban Sarg y Arthur. - Bien Isak- dijo Sarg, tranquilo-, donde esta Greg? El chico, medio llorando, se tiró a los pies de Sarg. - Le han derribado!, Sarg, le han derribado! - Qué te sirva de lección!- dijo Arthur-, así no desobedecerás más las ordenes de Max. - No teníamos que comer!- dijo el joven. - Si no le hubierais cambiado a Fay las raciones del ges por pasar un rato con ella no pasaríais hambre- dijo cruelmente Arthur-, si quieres comer, pidele comida a ella. Arthur sabia que Fay, una bella corsaria del puerto mucho mayor que el joven, no accedería a ello. Era dura como el acero, y seguramente le patearía el culo al joven. No era la primera vez que lo hacia, dar favores sexuales por comida, y tanto él como su padre se lo habían advertido. Excitaba a los más jóvenes corsarios y después se aprovechaba de ellos, su moneda de pago era la comida. Ellos lo sabían, pero por su cuerpo sensual, eran capaces de todo. Arthur, en el fondo era buena gente y se apiadó del joven. - Bien- dijo- levántate! El joven se levantó del lado de Sarg. - Te voy a dar una parte de mi ración, pero creó con esto has aprendido la lección. Y la idiotez que habéis hecho Greg y tú será el mejor castigo. Enfrentarse con dos viejos FG a los MRT de los pilotos de Intendencia es un suicidio. Creíais que podríais derribar a un ala entera o robar uno de los transportes!. Vete, idiota y ya sabes.
- Si Arthur, gracias. El joven se fue. Arthur miró a Sarg y le habló. - Ves- dijo Arthur-, siempre hay alguien con pocos escrúpulos que se aprovecha de las debilidades de los demás. - Ya sabes, la pobreza trae estas cosas. - No, no es la pobreza. He descubierto lo que hace Fay. Antes de ayer, paseaba por la zona de desguacé y la descubrí cuando vendía a una familia comida por una cantidad desorbitada de créditos. No me vio, pero yo si vi y hablé con la desesperada madre. Dio todo lo que tenia para que comieran sus hijos durante una semana. - Creó que se lo deberías de decir a Max- dijo Sarg. - No, ya tiene demasiados problemas mi padre como para que también se preocupe por esto. Además cada día lo veo peor de su artritis. Ayer no se levantó de la cama, y ya lo conoces. - Si, llevalo tú como mejor creas. Sarg se despidió del joven. Arthur era un jove n brillante. Si no hubiera sido corsario seguro que hubiera sido uno de los mejores pilotos de la Armada. Era alto, de complexión fornida y con el pelo moreno largo. En uno de sus bíceps llevaba un tatuaje del número de la bestia. Tenía veinticinco años y era un líder querido, un excelente piloto y un bravo guerrero. Se dirigió al puerto, donde estaba la Fortaleza. Esta era donde las fuerzas corsarias se reunían, donde seguro encontraría a la Guardia. Entró en ella y salió a un patio, donde lo recibió el oficial de servicio. - Teniente, necesitó a seis de tus mejores hombres y dos vehículos, uno de transporte y otro prisión. - En cinco minutos los tendrás, Arthur. Qué vas de cacería? - Si y de un premio gordo - le contestó él riéndose. Fay vivía en la zona centro de la ciudad. Tras muchas triquiñuelas y engaños, había podido comprar una residencia en ese sector de la ciudad. Ella siempre había tenido gustos caros, desde pequeña. Además era peligrosa, muy peligrosa. Tenía treinta años y era una mujer bellísima, de ojos negros profundos y cabellos morenos largos, muy largos. Su piel, era tersa y suave y tenía un cuerpo de curvas sensuales. Y había sido la ruina para más de un hombre. Hace unos años, los hombres luchaban entre si para obtener sus favores, aparte de ofrecerle verdaderas fortunas por pasar con ellos una noche. Con ese dinero se pudo comprar la casa y ahora sabía como hacerse más rica aún. Las penurias por las que estaba pasando la colonia eran para ella su riqueza. No tenía escrúpulos, y era capaz de comprar y vender cualquier cosa, incluso hasta su cuerpo. Nadie se fiaba de ella, pero era la que tenia más comida que nadie, excepto Max. Con sus cargueros traía comida de otras colonias y las vendía a precio de oro. Y también sacaba provecho de los hombres. Muchos daban por estar con ella toda la comida que tenían. Y había otros, los menos, que con tal de conseguir comida eran capaz de hacer cualquier cosa, y se aprovechaba de ello. Le gustaban los jóvenes y les hacia hacer cualquier cosa, hasta matar. A Greg e Isak los engatusó y manipuló para que hicieran lo que ella quería. Pasaron la noche con ella, pero a cambio de dos meses de comida. Y les dijo que si querían más, deberían de traer más comida. Por eso y por sobrevivir atacaron el transporte. Arthur llegó a la residencia acompañado de los hombres. Al momento de entrar ellos, un muchacho joven salía. Arthur lo observó y vio que ahora el joven se arrepentía. Llegaron a una sala, donde seis hombres, jóvenes y no tan jóvenes esperaban. Junto a una puerta había un tipo fornido, un matón. Arthur se acercó él. - Quiero ver a Fay!- dijo con acento autoritario. - Ahora no puedes, esta ocupada. Además espera tu turno y paga, como los demás- dijo el matón. Arthur se dio media vuelta, y rápidamente se giró y le lanzó al matón una patada en sus genitales. El matón cayó al suelo, sin aliento. Hizo desalojar la sala. Sus hombres lo hicieron rápidamente. Ató al matón, que empezaba a recuperar el sentido y ordenó que le vigilaran. Se volvió hacia la puerta, y de una brutal patada, la arrancó del marco. Entró en la habitación. En ella estaba Fay tendida desnuda en una lujosa cama con un joven. Arthur recogió la ropa del joven del suelo y se la lanzó. - Vete de aquí, imbecil!, ya ajustaré cuentas contigo después!- dijo encolerizado. El muchacho cogió su ropa, y a medio vestir salió de la habitación. Fay y él estaban solos en la habitación. Ella, tendida de forma impúdica en la cama, miró de reojo a Arthur. - Ah, pero si eres tú, querido- dijo-. Creí que era algún bruto que no había quedado satisfecho. Arthur la miró y escupió al suelo. - Fay, eres escoria- dijo él.
- Si, lo sé, pero por lo menos sobrevivo - dijo poniéndose una camisa de dormir casi transparente y levantándose de la cama. - Te he descubierto, Fay, ya sé cual es tu juego. Antes creí que solo eras una zorra pervertida, pero ahora sé, que aparte de eso eres una... - Una mujer de negocios. Por fin el puro hijo de Max Keir se digna a visitar mi casa. Para qué has venido, para fastidiarme- dijo ella acercándose a él y cerrando una de sus piernas alrededor de su cuerpo -, o tal vez no eres lo suficiente hombre para mí. Arthur la empujó y ella cayó sobre la cama. - Uhh, chico!- dijo ella con voz sensual-, veo que te gusta forzar las situaciones. Sin que él lo advirtiera, de uno de lo laterales de la cama, cogió una pequeña daga. Ella se levantó de la cama y volvió a acercarse a él, con sensualidad. Agitó su cuerpo junto al de Arthur y le besó en los labios salvajemente. - Me gusta que me peguen, y más cuando es un hombre tan atractivo como tú- dijo ella rodeándole con sus brazos el cuello. Arthur la separó de él, y descargó un violento puñetazo en su bello rostro. Su recta y proporcionada nariz empezó a sangrar. Aguantó bien el golpe, para tratarse de una mujer, y ciega de rabia intentó acuchillarlo con una daga. La hoja atravesó la antigua armadura de Arthur, en el costado, al nivel de la última costilla. Él notó como la hoja traspasó la armadura y se clavó en su carne. Aguantando el dolor sacó la daga de su costado y haciendo un esfuerzo sobrehumano, cogió por sus largos cabellos a Fay y la tiró al suelo. Una vez tendida allí, él descargó una patada en su estomago. - A partir de ahora estas fuera. No quiero ni verte, antes de ayer descubrí lo que haces, pero lo de hoy es ya pasarse. Enviaste a dos jovenzuelos a la muerte, para satisfacer tu codicia y tu lujuria, pero hasta aquí has llegado. Todo lo que tienes, tus créditos, la casa y la comida, pasará a formar parte de la colonia, además serás juzgada, y ya sabes cual es la sentencia. - Si, y me lo pasé muy bien con ellos. No tengo la culpa de que les gustara e intentaran repetir. Arthur se volvió, y sin piedad, la cogió por el cabello y la alzó. De nuevo descargó una serie de puñetazos y patadas contra ella, que cayó otra vez al suelo. - Eres un cerdo - dijo ella, casi sin aliento-. Voy a decírselo a tú padre, él te quitara el poder que crees tener. - Ja!- rió Arthur-. La ley somos mi padre y yo. Además cuando sepa lo que haces me dará la razón. Esta vez no te saldrás con la tuya. Él fue a un armario cercano y sacó alguna ropa para ella. - Toma, ponte esta ropa. Quiero verte fuera en un minuto. Arthur salió de la habitación y dejó a Fay allí sola, tendida en el suelo. Ella se levantó como pudo y cogió la ropa que le había tirado Arthur. Se miró a un espejo y vio que la sangre corría desde su rostro y había manchado la camisa de dormir. Se quitó la camisa. Se limpió el rostro y se vistió con el uniforme que le había tirado Arthur. Ya se vengaría cuando pudiera. Al salir de la habitación, Arthur se miró la herida del costado. Afortunadamente era solo un corte poco profundo, sin importancia. Allí vio al joven que había estado con Fay. - Bien, cuanto te cobrado por estar con ella? - Dos días de comida- dijo el joven avergonzado. - Te devolveré la comida, pero como castigo y para que te sirva de lección, durante lo que resta de mes tendrás servicio de guardia durante todos los días. Entendido? - Si Arthur. - Ahora vete. En ese momento salía Fay de la habitación, vestida con la ajustada armadura de asalto. Arthur se la llevó a los sótanos de la Fortaleza, a la prisión. Allí iban a parar todos los que hacían algo en contra de las leyes de la colonia. La condujo a una sucia mazmorra. - Bien Fay. A partir de ahora, y por unos meses, vas a vivir aquí. - Vete al infierno. Ya ajustaremos cuentas. - Yo iré al infierno, pero tú ya estas en él. Arthur escuchó los gritos de Fay. La tendría allí unos días. Dos días después, Arthur fue llamado por su padre. Sarg le había contado lo de Fay. - Arthur tengo que hablar contigo de Fay. - Si padre, y yo también. - Me contó Sarg lo que le has hecho. Nunca te lo va a perdonar. - Cuento con ello. Pero ya sabes lo que hizo. En otra época hubiera sido condenada a muerte. He sido bastante clemente con ella.
- Si, lo sé. - Lo hecho echo esta, padre. Además, hizo que se saltaran tus ordenes, perdimos una de nuestras naves, durante largo tiempo se enriqueció con la miseria de nuestra gente y provocó la muerte de un muchacho que había empezado a vivir, creó qué el precio que ha pagado es poco. Se merece que se le aplique el código. - Si, y cuando hallamos acabado con el asunto del convoy se aplicará con todo rigor. Será lanzada en una pequeña nave de reconocimiento averiada, con comida para una semana, como dice el código.
4. EXPERIMENTOS AÑO: 2232 LUGAR: ALTAIR-MARTE Helenna regresaba de su último viaje. Durante este tiempo había meditado sobre sus sentimientos y ya creía cuales eran. Hablaría con Tony y se lo explicaría, él lo comprendería, tenia que comprenderlo. El convoy, compuesto por los cazas y dos cargueros, entró en la peculiar atmósfera del planetoide. Al contrario de la terrestre, en la del planetoide no había peligro de calentamiento de las naves. Pocos minutos después aterrizaron en Puerto Copenhague. Aquella tarde había reunión, y Helenna, recién llegada no había preparado apenas nada. - Bien, que novedades hay?- dijo Tony. - El entrenamiento de los pilotos va bien. En los hangares no hay problemas que reseñar- dijo Thomas. - Marc. - El proyecto esta muy adelantado. La construcción de los cazas esta casi acabada, solo queda montar los VNS. - Qué tal el viaje, Helenna? - Bien, acabo de regresar. Fue bastante tranquilo, si exceptuamos un pequeño contratiempo. - Si, que pasó? - Casi llegando a Olympus, fuimos atacados por un par de cazas FG. No tuvimos ningún problema para deshacernos de ellos; destruí uno y el otro escapó. El viaje de vuelta fue bastante tranquilo. - Bien, creó que no ahí más nada- dijo Tony. - Se me olvidaba- dijo Thomas-. El gobernador ha remitido las fichas de los candidatos. Están ya metidos en tú terminal. Por lo que he visto son bastante buenos. - Ya los veré más adelante. Bien, ya hemos acabado por hoy. - Por fin- dijo Thomas alzando los brazos-. Que tal he estado? Todos se rieron. Marc y Thomas se levantaron de sus asientos y se fueron. Helenna se quedó allí sentada. Tony se levantó, dispuesto a marcharse. - Espera Tony, tengo que hablar contigo. - Si, qué es lo que quieres, querida? Tony se volvió a sentar, vio que ella estaba muy seria. - Veras, Tony... no sé como decírtelo. Tony se volvió a levantar del asiento se puso en cuclillas al lado de ella. - Qué te pasa?- dijo él, mientras acariciaba su mano. - He estado pensando, y creó que es mejor que lo dejemos- dijo ella acariciando su cabello-. Sé que con ello te voy a lastimar, pero debo de poner mis sentimientos en claro. Tony se levantó y se dirigió hacia la puerta, cuando iba a salir, sintió como ella lo cogía por su brazo. Lo volvió y vio que él estaba llorando. - No, por favor Tony, no. No merezco que derrames ninguna lágrima por mí. - Te quiero. Eres con la única con quien me atrevo a correr el más grande peligro de mi vida, enamorarme. Ella lo abrazó, lo atrajo hacia su pecho y también empezó a llorar, a la vez que acariciaba su cabello. - Lo siento, cariño, lo siento. Tienes que olvidarme. - Ya te sabes lo que te dije una vez, en el hotel. Has hecho de nuevo aparecer mis miedos... - Perdóname, pero creó que continuó amando a Conrad. No tengo derecho a lastimarte. Tony se apartó de ella. Se secó las lágrimas y tomó sus manos. - Tony, perdóname, tenias razón teníamos solo que ser amigos. - Si- dijo él acariciando su rostro. - Quiero que sepas una cosa, pasé lo que pase siempre seré tú amiga. Y ambos se abrazaron, pero era un abrazo distinto, un abrazo de amigos. Las semanas pasaron rápidamente. Y en ellas ocurrieron muchas cosas. Tony eligió el equipo de tierra, seis jóvenes que fueron enseñados por él mismo. En pocos días funcionaban solos. Por su parte Thomas y sus chicos avanzaban los entrenamientos a pasos agigantados, y por fin se notó un cambio en su actitud. Y también la notaron el resto de los pilotos, Thomas se convirtió en el terror de ellos. Marc e Ingrid terminaron sus entrenamientos y el proyecto VULKAN se terminó por realizar. Los cazas estaban preparados para las pruebas. Helenna continuó con sus tácticas y las preparó. Y volvió con Conrad, aunque sin estar muy
convencida todavía. Por fin llegó el gran día. Todos lo esperaban, Tony, Helenna, Thomas, el profesor, el gobernador, el resto de los pilotos y los dos principales interesados, Marc e Ingrid. - Qué tal estas?- dijo Marc a Ingrid. - Bien, un poco nerviosa. - Es normal, en los primeros vuelos. - Te veo muy tranquilo, como lo haces? - Si te digo la verdad estoy más nervioso que tú, pero no los exteriorizo. Ella bajó la cabeza, y Marc sentado junto a ella, la cogió por sus delgados hombros. - Estas temblando!- dijo él, a la vez que la abrazaba-. Tranquila, mi niña. No te va a pasar nada, voy a estar contigo, cariño. Y diciendo esto la besó en los labios, un beso apasionado. Él se apartó de ella. - Perdona Ingrid, no debí de hacerlo. Ella le sonrió. - Si Marc, pero lo deberías haber hecho antes- dijo besándolo ella-, siento lo mismo que tú. Ahora estoy más tranquila. Minutos después, los dos subían a los cazas. - Aquí control central- dijo la sargento Gómez-, revisen el estado de las naves. Marc, con uno de los mandos, eligió el icono de testeo. Unos segundos después estaba hecho. - Vulkan 1, todo correcto. - Vulkan 2, todo correcto. Tony dio la orden a la sargento. - Bien. Ahora vamos a despegar, alimenten propulsores. Unos segundos después todo estaba preparado. Los dos cazas estaban encajados en una estructura metálica, de aproximadamente cuarenta metros de altura. A una señal del control, las dos naves salieron disparadas. Pronto salieron de la tenue atmósfera y se adentraron en el espacio. - Informen. - Vulkan 1, todo correcto. - Vulkan 2, sin novedad. Las dos naves surcaban el espacio a gran velocidad, las maniobras se hacían rápidamente. - Marc e Ingrid, soy Tony, vamos a pasar a la primera prueba, velocidad. Tenéis que recorrer desde el sector 1.20 al sector 1.50. - Entendido, Tony. Introduciendo rumbo en computadora- dijo Marc. - Lista, cuando queráis. - Sargento, dígame cuanto tiempo tarda un caza convencional en hacer el trayecto- dijo Tony. - Si señor- dijo la sargento-, 10.30 segundos, señor. - Bien, Vulkan 1 y 2, tiempo aproximado de llegada. - Vulkan 1, 1.3 segundos. - Vulkan 2, 1.4 segundos. - Bastante bien- dijo Tony-, que le parece, profesor? - Mejor de lo que esperaba, veamos la prueba de los propulsores. - Marc- dijo Tony-, vamos a probar los propulsores, ya sabes no pases del límite de seguridad. - Entendido, media potencia. - Bien, Vulkan 2 a media potencia. Ingrid llevo el indicador con el mando al icono de potencia del propulsor. Lo llevó hasta la mitad. Las dos naves aumentaron su velocidad. Los scanners de la base casi se vuelven locos. - Ingrid, sube un cuarto más- dijo Marc. - Si Marc, subiendo un cuarto. Las dos naves aumentaron aún más su velocidad. El profesor estaba preocupado. - El límite lógico de potencia es el máximo, si utilizan el modo turbo no sé lo que puede pasar. Tony siguió las indicaciones del profesor. - Vulkan 1 y 2, no subáis más de potencia del máximo. - Vulkan 1 subiendo a potencia total. - Vulkan 2 subiendo también. Las dos naves ya casi no eran detectadas por el scanner. Recorrían las distancias casi instantáneamente.
- Ingrid, vamos a probar el modo turbo- dijo Marc. - No Marc, no esta asegurado que funcione- dijo ella. - Si no lo probamos ahora, no lo haremos nunca. - Bien- dijo ella, sabia que él tenia razón-. Potencia turbo. Desde la base Tony se dio cuenta demasiado tarde. Él y el profesor no daban crédito. - No deje que lo haga!- dijo el profesor-. El sistema no es estable y las naves podían estallar. - Vulkan 1 y 2. Disminuyan velocidad de inmediato! Pero ni Marc ni Ingrid lo hicieron. Las dos naves navegaban por el espacio a miles de kilómetros de velocidad. - Guauu!- gritó Marc-. Esto es maravilloso! - Marc, regresa a base- dijo Tony- es una orden. - Negativo Tony. Vamos al sector 1.10 para realizar las pruebas de tiro, tiempo previsto de llegada 0.3 segundos. Tony, enfadado, volvió a hablar. - Regresa a base!, el modo turbo puede provocar que las naves estallen! - Tranquilo capitán- dijo Ingrid-. Los indicadores señalan que el reactor de la nave esta estable, no hay ningún problema. Momentos después llegaron al área de tiro. - Vulkan 1 en posición. - Vulkan 2 en posición. - Estáis locos los dos!- dijo Tony enfadado-. Podríais estar muertos!- intentó calmarse un poco-, bien pasemos a la prueba de tiro. Se compone de dos pruebas, una de tiro a blancos estáticos y otra de tiro a blancos en movimiento armados. Sargento preparé el lanzamiento de los blancos. La sargento procedió a lanzar los blancos. - Lanzados blancos del 1 al 20. Los blancos, a gran velocidad abandonaron el planetoide. Una vez en el espacio se colocaron en la posición adecuada. - Blancos en posición, señor- dijo la sargento. - Marc, Ingrid. Vuestra primera misión es destruir seis blancos. Para los cuatro primeros utilizareis los aceleradores, para los otros dos probareis con los micro mísiles, y recordad, son los de color azul. - Entendido Tony. Vamos allá. Las dos naves aceleraron y se separaron. Marc, pronto abatió dos de los tres blancos. Se acercó al último, al cual disparó con un micro misil. Una gran explosión tuvo lugar. - Guauu!- dijo él-. Con esto yo solo podría derrotar al destructor. Tony se echo a reír. Mientras las cosas para Ingrid no iban tan bien. Nunca había utilizado antes armas y no se le daban muy bien. Tony se dio cuenta de ello y se lo dijo a Marc. - Vulkan 1, aquí Tony. Creo que deberías de echarle una mano a Vulkan 2. No ha dado ni un solo blanco. Marc voló a su lado. - Ingrid, tranquila- dijo él. - Lo sé, pero no logro acertar. - Yo te guió, cariño, déjate llevar por mi. Bien, ves los indicadores de tiro? - Si, los veo. - Hay dos, el rojo es el punto de mira de los aceleradores y el azul el de los misiles. Cuando el indicador rojo esté sobre el blanco dispara. Ingrid observaba atentamente el indicador rojo, cuando vio que brillaba disparó. No dio en el blanco. - Bien, te has acercado. Pero no dispares tan rápido, hazlo cuando veas que el indicador no brilla. Saldrá un pequeño mensaje que dirá "OBJETIVE O.K.", dispara entonces. Y no dejes pulsado los gatillos. Ella lo intentó de nuevo. Dieron otra pasada. Observaba el indicador rojo, que al instante empezó a brillar. Unos segundos después salió el mensaje. Ingrid cerró sus ojos, pulsó y soltó los gatillos. Cuando abrió los ojos vio como el blanco estallaba. - Lo hice!- gritó ella, casi llorando de alegría- lo hice! - Muy bien, para ser la primera vez, esa es mi niña- dijo contento Marc.
En la base, el profesor observaba las evoluciones de su hija. Se le saltaron las lágrimas cuando dio en el blanco. - Vamos a repetirlo con el siguiente blanco, pero ahora tú solita- dijo Marc-, a ver como te portas. - Lo tengo controlado, cariño- dijo ella feliz. Dio la vuelta a la nave y se dirigió hacia el siguiente blanco. Volvió a repetir la operación. Dio en el blanco a la primera. - Fabuloso- dijo Marc-. Has estado fantástica. Ahora vamos a por el tercero. Ahora mira al indicador azul. Cuando veas que parpadea sobre el blanco dispara y sal lo más rápido que puedas. Y recuerda que estoy contigo. - Entendido, procediendo a maniobra de acercamiento. Las dos naves viraron hacia el blanco. Estaba a unos dos kilómetros. Ingrid observaba el indicador, vio que parpadeaba y apretó el gatillo superior izquierdo. De la nave de Ingrid salió un pequeño proyectil que dio en el blanco, el cual explotó de forma atronadora. Instantes después las dos naves salían disparadas en una dirección perpendicular. - Muy bien- dijo Tony-. Ahora viene la segunda prueba, es igual que la anterior, pero los blancos son móviles y están armados con un láser. Deberéis destruirlos a la vez los esquiváis. Los dos se pusieron en posición. - Ahora es diferente- le dijo Marc a Ingrid-, los blancos se mueven, haz lo que yo haga. - Entendido, cariño- le contestó ella dulcemente. Las dos naves se movieron casi a la vez. Pronto cuatro blancos se acercaron a ellos. Marc, casi en un abrir y cerrar de ojos, destruyó dos de ellos. - Cariño, tranquila. Hay vienen los tuyos. - No voy a poder destruir los dos. - Si lo vas a hacer. Deja pulsado los gatillos. Ingrid veía como los dos blancos se acercaban a ella disparando. En el display salieron dos indicadores azules. - Marc, han salido dos indicadores azules, a cual de los dos disparó? - Tranquila- dijo él-, solo pulsa los gatillos, el ordenador se encarga del resto. Los dos indicadores se fijaron en los blancos. Ingrid disparó y ambos estallaron. - Como es eso?, yo solo he visto uno... - Tranquila, el ordenador se encarga de orientar los aceleradores hacía los blancos, tú solo tienes que disparar. Ten cuidado vienen hacia ti cinco disparando. Era cierto. Cinco de los blancos se acercaban a ella a gran velocidad disparando. Ella maniobró rápidamente y esquivó sus disparos a la vez que destruyó a dos. Se giró rápidamente y dio buena cuenta del resto. Mientras, otros cinco se dirigían directamente hacia Marc. Este sonrió y pulsando a la vez, aceleradores y micro mísiles, los destruyó todos. - Vulkan 1 y 2, prueba acabada. Vuelvan a base. Las dos naves se dirigieron al planetoide. Minutos después aterrizaban en el puerto. Nada más aterrizar, Ingrid fue al encuentro de Marc. Salto a sus brazos, lo abrazó y besó. - Para, para!- dijo él riendo- tranquila! - Viste lo que hice!, destruí a dos, me giré y destruí el resto!, fue alucinante! En ese momento aparecieron Tony, Thomas y Helenna. Los dos se apartaron. - Marc, Ingrid. Os quiero ver esta tarde en una reunión especial que vamos a tener- dijo Tony. - Oye Ingrid- dijo Thomas-, me tienes que enseñar a hacer eso con la nave. - Cuando quieras- le contestó ella. Unas horas más tarde, la sala de reuniones estaba ocupada por Tony, Thomas, Marc, Helenna, Ingrid, el profesor y el gobernador. - Nos hemos reunido hoy para tomar una decisión del proyecto VULKAN- dijo Tony-. Tiene usted la palabra profesor. - Lo primero que voy a decir es que ha sido un éxito. Los cazas han respondido en todos los sentidos, además las pruebas del propulsor han sido reveladoras. Aguanta una velocidad máxima veinte veces superior a la de los MRT. El tiempo de respuesta es inmediato. El sistema de armamento es fiable y su potencia de fuego es tres veces superior a los ARES del bloque americano. Creó que este caza en situaciones de combate real es un paso hacia delante en la historia armamentística de la Federación Europea. Además, el sistema de navegación, el VNS, es el más fiable de los que existen actualmente. - Marc.
- El caza es estable. Respondió a todos los movimientos que hice. En el apartado de armamento es muy potente. Eso sí, he notado que las armaduras de piloto son demasiado rígidas. Necesitamos unas más flexibles. - Thomas. - Qué queréis que diga?- dijo Thomas-. Todavía estoy alucinando por lo que he visto esta mañana. No tengo palabras. - Bien. Helenna. - Es un caza de miedo para estrategias. Respecto a los otros cazas tiene ventajas impresionantes. Por un lado el sistema de navegación, lo he estudiado y es fantástico. La selección de objetivos es muy buena, puedes disparar hasta cinco blancos a la vez, comparado con el resto de los cazas que solo puedes disparar a uno. Además, a diferencia del resto, el armamento es inteligente y móvil. Con los misiles puedes destruir, por ejemplo, un enemigo que ataque por la retaguardia. - Ingrid. - Lo primero son los propulsores. Pueden ser adaptados para funcionar en cualquier nave. Lo segundo es el VNS. Aparte de su uso bélico, puede tener más aplicaciones, desde controlar un carguero, hasta un automóvil. Su sistema operativo también es apto para ordenadores personales, y va a ser un gran rival para el W-2232, que hacen los americanos. - Las conclusiones que sacó de todo esto es que estamos ante una nueva forma de ver la industria aeronáutica- dijo el gobernador- y le digo, profesor, que seré el primero en defender ante la Federación Europea su proyecto. Me he comunicado esta mañana con el presidente del consejo europeo y me ha dado permiso para ascender a usted, teniente Lefebre, al rango de capitán y a la señorita Ingrid Kristianssen el de piloto honorario del cuerpo de Intendencia. Les felicito. - Bien, enhorabuena a los dos- dijo Tony-. Profesor, cuanto tiempo tardaría en tener preparados veinte cazas más? - No lo sé. Tal vez en aproximadamente catorce o quince meses, no lo sé. - Bien pongase a trabajar en ello. Además le ofrezco al capitán Lefebre el mandar el ala VULKAN del escuadrón Fénix, te encargaras de entrenar a nuestros pilotos. - Bien- dijo Marc-, no sé que a hacer... - Yo tú aceptaría- dijo Thomas sonriendo-, serias tonto si no aprovecharas esta oportunidad. En poco tiempo se formó la llamada ala Vulkan del escuadrón Fénix. En ella estaban los antiguos pilotos de las alas roja y naranja. Además el gobernador le dio permiso a Tony para que alistara a nuevos pilotos para el escuadrón Fénix. Y uno de ellos iba a ser Ingrid. Se lo dijo a su padre, el cual a regañadientes accedió. - Eres tonta, prima- le dijo Anja-, vas arriesgar tu vida por nada. - No, no soy tonta, Anja. Muchos jóvenes de la colonia se han alistado, y yo no podía ser menos, además ya soy piloto honorario, y voy a alistarme para ser piloto del ala Vulkan. - Tú lo que quieres es estar todo el día con Marc, no prima? - Si, pero aparte de eso también para ser más útil. Días después Tony llamó a Marc a su despacho. - Qué quieres Tony? - Siéntate, he estado hojeando los expedientes de los cadetes. - Bien- dijo Marc sentándose-, y qué? - Hay varios que son para tú ala. - La noticia ha corrido rápidamente por la colonia y no me extraña que haya chicos interesados. - De todos, solo me quedó con uno. Imaginas quién es? - No, no lo imaginó. - Te lo digo ahora para que no te sorprendas después. Es Ingrid. - Qué?, qué Ingrid quiere entrar en el ala?, no lo voy a permitir! Marc se levantó del asiento. Tony hizo también lo propio. - Creó que no te deberías de oponer. - Tú no mandas en mi ala, ella no va a entrar. No la quiero de piloto, ni en mi ala, ni en ninguna ala. - Te comprendo, sé por que lo dices, pero creó que deberías explicárselo tú- y diciendo esto pulsó un llamador. La puerta se abrió y apareció Ingrid vestida con el uniforme de piloto. Tony salió del despacho. Marc se sentó en una de las sillas del despacho. Ella se sentó en otra. - Deberías de habérmelo dicho!- dijo furioso Marc-. No quiero que seas piloto. - Por qué? Tú lo eres, y el día de la prueba...
Él se levanto de su asiento y se sentó cerca de ella. - Voy a contarte algo. Hace más de un año que me sucedió. Antes de conocerte, estuve a punto de casarme con una chica, Jeanne Deveraux. - Bueno y que?, que hizo ella?, te abandonó? - Si se puede decir de esa forma. Formaba parte de mi ala. Estábamos muy enamorados, como te he dicho a punto de casarnos. Fue en los meses que estuvimos en la Luna, antes de que nos destinaran aquí. Un día salimos de servicio de vigilancia. Este consistía en vigilar los vehículos lunares del satélite. Como te iba diciendo salimos de servicio, aquel día nos prometimos. Ella conducía un vehículo lunar, y yo un caza de reconocimiento. Era ya el último viaje cuando pasó algo terrible. Su vehículo perdió el control y se estrelló contra un depósito. Yo estaba allí, iba a cogerla, pero llegue tarde. Jeanne murió- y al decir esto rompió a llorar. Ella intentó decir algo. Él continuó hablando. - He pasado unos años muy mal. Primero fue la muerte de mis padres hace dos años, y casi un año y medio después, la perdida de Jeanne. Y hace unos meses mi fortuna cambia, te conozco a ti. Te amo, y no quiero perderte. Ella se levantó del asiento y se giró hacia él enfadada. - Como te crees que me siento yo cada vez que sales de servicio?, crees que no pienso en que un día un maldito pirata destruya tu nave ? También tengo miedo por ti, y prefiero estar contigo allí que un día me diga Tony, Thomas o Helenna que has muerto en un ataque, o que te has estrellado contra un asteroide. Prefiero morir a tú lado. Ella se acercó a él y lo abrazó, lo besó y ambos lloraron. - Si, tienes razón. No creí... - Entonces me quedo, señor. - Si, pero vas a hacer lo que yo te diga. Minutos más tarde Tony entró en la sala. Los dos estaban de pie, abrazados. - Perdonad que os moleste, pero tenemos nueva cadete o no? - No, cadete no- dijo Marc-. Piloto, piloto del ala Vulkan. Voy a integrar a Ingrid en mi ala. Pasaron unos meses. La construcción de Vulkan iba viento en popa. El profesor había entregado ya cinco cazas, pero Tony fue a visitarlo porque Marc necesitaba un caza más a finales de semana. Cuando llegó, la esposa del profesor lo recibió. - Siéntese capitán, mi marido vendrá enseguida, como sabe usted esta muy atareado. - No se preocupe señora, no tiene importancia. Y diciendo esto, mandó a uno de sus criados a buscar al profesor. Durante unos minutos charló con ella. En ese tiempo no hubo señales del profesor. El criado volvió pasados unos minutos. - Has ido como te he dicho a buscar al profesor? - Si, señora. El profesor no está en el laboratorio, ha ido al laboratorio 5. No sabemos cuando llegara. - Qué contrariedad!- dijo ella. - No importa, señora, volveré más tarde. - No se marché, capitán. Uno de mis criados puede guiarlo. - No se moleste... En ese momento entró Anja. Venia de pasar un rato con unas amigas. - Tony, que gusto verte aquí- dijo ella. Tony se levantó cortésmente del asiento. - Anja...- dijo él. - El capitán se marcha, Anja, voy a llamar a un criado para que lo acompañé a ver a tú tío al laboratorio 5. - No hace falta que lo acompañe ningún criado, tengo que ver a mí tío. Mi terminal me ha dado errores últimamente y quiero que lo revisé. Si quieres yo misma lo guió. - Bien hija, como tú quieras- dijo su tía. - Espérame, Tony, voy a recoger el terminal. - No te preocupes, te espero aquí- dijo Tony. Unos minutos después apareció Anja con el terminal portátil. - Bien, tía, nos vamos. - Ten cuidado, hija- dijo su tía. - No se preocupe, señora, la llevaré en mi vehículo- dijo Tony. Minutos después, el vehículo terrestre de Tony se dirigía al laboratorio 5. - Esto me parece increíble- dijo Tony- esta colonia es idéntica a la Tierra.
- La extrañas, no?- le pregunto ella. - Si, algunas veces. - Yo no la conozco. Nací en la colonia Vega. - Es impresionante, Anja- dijo Tony. - Y la teniente Kraüs, como siempre va contigo?- le dijo Anja. - Tiene mucho trabajo, hemos reorganizado el escuadrón. Sabrás que tu prima se ha unido al ala de Marc. - Si, ya lo sé. Me lo dijo ella misma, creó que ha hecho una estupidez. - Por qué? Si cree que esta lo suficientemente preparada. - Solo lo ha hecho por estar todo el tiempo con Marc. - Si tú quisieras a un piloto harías lo mismo? - No, no soy tan tonta como mi prima. - Tú prima, aparte de que quiera a Marc, lo ha hecho por que se siente más útil defendiendo su colonia. - Sigo diciendo lo mismo, es idiota. Durante un rato no se dirigieron la palabra. Al cabo de unos minutos llegaron al laboratorio 5. El profesor estaba allí revisando un nuevo proyecto. - Tony, amigo mío- dijo el profesor. - Profesor, me encanta verlo. - Veo que has venido con mi sobrina. - Si tío, no sabia donde estaba el laboratorio, así que lo he acompañado, además quiero que me revises el terminal, hace cosas raras. - Bien veámoslo. El profesor los llevó a un pequeño taller, al lado del laboratorio. - Profesor he venido para pedirle un favor. - Habla, te escucho- dijo el profesor mientras desarmaba el terminal de Anja. - A Marc le hacen falta un caza para finales de semana, creé usted que tendrá alguno terminado? - Si creó que sí- dijo a la vez que revisaba un circuito-. Te tengo. Anja te he dicho cien veces que no le compres los circuitos americanos, no duran nada. - Si tío, pero son más baratos. - Y seguro que le tienes instalado el W-2232, te dije que le instalaras el XR-25, es mejor y totalmente compatible. - Si tío- dijo Anja, con disgusto-, has acabado ya? - Si, le he puesto un circuito nuevo. Toma- dijo dándole el terminal. - Entonces, profesor?- dijo Tony. - Si, a finales de semana Marc tendrá su caza. No te preocupes. - Bien profesor, no le molesto más. - No me molestas, hijo. Los dos se despidieron. - Espera, Tony. Vuelvo contigo- dijo Anja. Los dos salieron del taller, se montaron en el auto y regresaron. Iban a mitad de trayecto, cuando Anja empezó a hablar. - Tony, tengo que decirte algo- dijo ella. - Qué quieres? - Será mejor que pares el auto, es importante. Él paró el auto. - Veras- dijo ella-, quiero decirte que me gustas. - Si, y qué?- dijo Tony molesto. - Quería saber si tú saldrías conmigo, solo eso. - Mira, no puedo perder el tiempo con niñas tontas. - Ya no soy una niña, tengo dieciocho años. - Si, pero no me interesas. Me gustas como amiga, solo eso. - Quién te gusta?, esa idiota de Helenna?- dijo ella, casi llorando. - Mira, mi relación con Helenna no te interesa, y además Helenna no es ninguna idiota. Es mejor que continuemos y te deje en tú casa. Tony arrancó el coche. Durante todo el tiempo, hasta llegar a la casa, ninguno de los dos dijo palabra. Dos días después, Marc fue al despacho a ver a Tony.
- Ya ha venido el caza?- dijo Tony. - Si, ya esta aquí. Pero no he venido a hablar de eso- dijo Marc sentándose-. Ayer fue Ingrid a su casa. - Si. - Y cuando fue a la habitación de Anja para verla, la encontró llorando. Lloraba por ti. - Bueno yo... - Me dijo que hablara contigo, creó que deberías contarme algo, no? - Si, no sé si sabrás que... - Si lo de Helenna que anda con ese tipo, Conrad. - Si, no quiero pasar por lo mismo otra vez. - Te comprendo, pero creó que fuiste demasiado duro con Anja. Debiste de decirle lo de Helenna, o ser más delicado con ella. - Marc, ya me conoces. - Si se que no es tu fuerte, igual que aquella vez con Helenna, pero ella te quiere de verdad. Me lo dijo Ingrid. Solo te digo una cosa, habla con ella, ábrele tu corazón y cuéntale tus razones. Después escúchala y decide lo que creas conveniente. - Vale, lo haré. La llamaré dentro de un rato y quedaré con ella. - Si quieres, se lo digo. Vamos a ir Ingrid y yo a comer a su casa. - Si, mejor. Según parece lo tuyo con Ingrid va en serio. - Si, dentro de un año nos casamos. - Me invitaras a la boda, no? - Claro, después te llamo. Aquella tarde, Tony se encontró con Anja. La acompañaban Marc e Ingrid. - Bien- dijo Ingrid-, dentro de dos horas nos vemos aquí. - De acuerdo, prima- le dijo Anja. Ellos se fueron y Anja y Tony se quedaron solos. Fueron a un tranquilo parque del centro de la ciudad. Se sentaron en un banco y empezaron a charlar. - Te ruego que me perdones- dijo él-, el otro día me porté muy grosero contigo. - Es normal, te cogí de improviso. - No, lo que pasa es... veras, hasta hace unas semanas Helenna y yo, salíamos juntos, pero ella, en la fiesta vio a un antiguo novio suyo, y entonces... - A vuelto con él- dijo ella, acariciándole la mano. - Si, en este tiempo me he sentido hundido, mal. - Te comprendo, pero yo te quiero... - Si ya, pero no puedo, no quiero arriesgarme otra vez a otro desengaño. No lo resistiría. - Si Tony, tienes que olvidarla. Tal vez yo pueda ayudarte a hacerlo. - Eres muy bonita, e incluso atractiva, pero no puedo... - No quieres. Desde que te conocí me has gustado. No sé como he aguantado así hasta ahora, hasta lo del otro día. Ya no puedo resistirlo más, te quiero. - Mira no sé lo que hacer, si quieres lo pienso, y digamos, mañana nos volvemos a ver aquí y te contesto. De acuerdo? - Si, de acuerdo. - Creó que deberíamos buscar a estos dos no?- dijo Tony. - Si, creó que sí. Un rato después los encontraron. Juntos los cuatro, fueron al cine. Durante todo el día Tony meditó la respuesta. Por una parte no quería salir con ella, pero por otra aquella muchacha le gustaba, y para decirlo sinceramente, le gustaba muchísimo, más incluso que la primera vez que le gustó Helenna. Por la tarde quedaron en el mismo sitio. Tony ya tenía una respuesta. La cogió de una de sus manos y se sentaron. - Bien- dijo ella nerviosa-, qué has decidido? - Lo he pensado fríamente, más con la cabeza que con el corazón y esta es mi respuesta. Si. - Gracias- dijo ella, y le dio un beso-. Te quiero. Muchas tardes salieron juntos, y se divertían muchísimo. Fueron al cine, de paseo, hasta incluso a discotecas. Poco a poco Anja se fue metiendo en su piel y llegó un momento que hasta había olvidado a Helenna, la quería con toda su alma, como nunca había querido a nadie.
Mientras, Helenna cada vez estaba más harta de Conrad, hasta que un día decidió no seguir más con él. A quien quería de verdad era a Tony. Pero ya era demasiado tarde.
5. EL ATAQUE AÑO: 2232 LUGAR: ESPACIO-MARTE Los meses pasaron rápidamente. Pronto un gran envió se haría a la base Olympus. Tony, Thomas, Marc y Helenna lo tenían todo listo, pero los piratas también. En Altaír se notaba que se acercaba el gran día, el convoy anual de la cosecha. En el puerto estaba todo listo. - Bien, Helenna dime cual es el dispositivo especial- dijo Tony, reunidos todos en la sala de reuniones. - Si, Thomas y yo protegeremos los transportes hasta las cercanías de Febo. Iremos diez pilotos, cinco de protección y otros cinco de cobertura, con MRT. Mi ala se encargara de proteger el transporte. - Marc. - Mis pilotos y yo estaremos listos en cualquier momento, dispuestos para cualquier emergencia. Utilizaremos los Vulkan disponibles para cualquier eventualidad. - Thomas. - Mis órdenes son defender el transporte de cualquier ataque. Y en caso de que el enemigo huya, volver a la posición del transporte inmediatamente. - Bien, yo desde la base lo coordinaré todo. Dentro de veinte minutos saldréis los dos, tened mucho cuidado, aunque hace unos meses que no hay actividad, no os fiéis. - No te preocupes- dijo Helenna-, no es la primera vez que hacemos esto. - Solo os digo una cosa. Buena suerte. Veinte minutos después, el convoy compuesto de diez cargueros tipo VL y diez cazas partían de Altaír con destino a Olympus. En la colonia Jera se vivía con excitación. Era su última oportunidad para sobrevivir. Max lo había preparado todo. Ciento cincuenta cazas, mandados por Arthur, dispuestos a cualquier cosa con tal de robar uno solo de los cargueros. - Esta todo preparado, Sarg? - Si Max, todo. - Padre, tengo preparados a mis hombres, nuestra consigna es luchar o morir. - Arthur, si ves que la cosa se pone mal, retírate al momento. - Por qué, padre?, tenemos ventaja de quince a uno, no podemos fallar. - No te fíes de ellos, son unos valientes pilotos, no los subestimes, aún en desventaja pueden ganarte sin que te des cuenta. - No te preocupes, padre, no vencerán- y diciendo esto Ar thur salió por la puerta. Max, nervioso, siguió con la mirada a su hijo. - Sarg, creó que a partir de hoy van a cambiar las cosas, ya sea para bien o para mal. -No te preocupes, Max. Vencerán. Pasaron unas horas. El convoy surcaba el espacio. Los diez cargueros iban rodeados por los cazas. Tony, intranquilo, desde la base seguía atentamente la dirección del convoy. Pronto llegarían a la mitad del viaje. Lamentaba que el profesor no hubiera tenido listos el resto de los cazas Vulkan. Si hubiera sido así, los habría mandado para que protegieran el convoy, pero los cazas no estaban preparados, a si que tomó la decisión de mandar los MRT en lugar de los Vulkan. Thomas vigilaba atentamente su scanner. Estaba un poco aburrido, así que llamó a Helenna. - Líder verde, aquí líder azul, que tal el viaje? - Bien Thomas, un poco aburrida. - Si quieres te cuento un chiste, o mejor, ahora que no me puedes lanzar nada, me meto contigo. - Ten cuidado, como me enfades por que te disparó un misil y adiós Thomas- dijo Helenna riéndose. - Pensándolo mejor, creó que será mejor que solo hablemos. Qué tal vas con ese estúpido de Conrad? - A ese estúpido de Conrad le he dado la patada. Me equivoqué, Thomas. Creí que todo iba a ser como antes, pero no fue así. - Todavía quieres a Tony? - Creó que sí, no lo sé. Tal vez. No sé qué es lo que estoy diciendo. No tendría que estar
hablando contigo de esto... - Helenna, eres mi amiga. - Si, pero... - Líder azul, aquí azul 2. - Responde azul 2. - Detectada presencia enemiga en cuadrante 4.20, aproximadamente unos diez cazas tipo FG. - Bien, Helenna creó que te tengo que dejar. Ya hablaremos de esto en otra ocasión. Ala azul en posición de ataque. - Suerte, y ya sabes, si huyen no los sigas. - Entendido, jefa. Cinco de las naves se apartaron de los cargueros. A gran velocidad desaparecieron dejando una estela. Thomas, con sus hombres se dirigía a toda velocidad hacia el cuadrante. Las naves, pronto tuvieron contacto visual con el enemigo. - Ala azul, preparada para ataque- dijo Thomas-. Azul 2 y 3 conmigo. Azul 1 y 4 hacednos la cobertura. - Entendido teniente- dijo el sargento Michaels-, pasando a posiciones de cobertura. Dos de las naves se adelantaron con Thomas, mientras las otras dos se quedaban un poco rezagadas cubriéndolos. - Tened cuidado, chicos- dijo Thomas- esta es una zona de asteroides y pueden estar acechándonos. - Entendido líder azul, scanners en largo alcance. Delante de ellos, unas naves avanzaban hacia ellos a gran velocidad. Empezaron a disparar. Thomas esquivó los disparos, y respondió al ataque. Destruyó una de las naves. - Chicos, formación de ataque total- dijo Thomas. Las naves se separaron, cada una iban por uno de los cazas enemigos. De pronto, Thomas notó que algo iba mal. - Un momento, azul 3. Ves lo que yo veo en mi scanner. - Si mi teniente, se detecta una gran concentración de enemigos, aproximadamente sobre unos cincuenta. - Bien, volvamos junto al convoy no me gusta esto nada. Pero ya era demasiado tarde, estaban rodeados. Mientras, en el convoy, Helenna se preguntaba que tal le estaría yendo a Thomas. Una voz la sacó de sus pensamientos. - Líder verde, aquí verde 1. Detectados cinco naves enemigas dirigiéndose hacia nosotros. - Entendido verde 1, toma el mando. Verde 3 ve n conmigo. - A la orden, mi teniente. Las dos naves se apartaron del convoy, unos segundos después ante ellos aparecieron las naves. Estas, no dispararon, sino que al llegar a la altura de ellos, se separaron cada una por un sitio distinto. - Verde 3, maniobra disuasoria, vamos a por ellos. - Entendido líder verde. Las dos naves se fueron detrás de los cazas enemigos. Pronto Helenna había destruido dos de los enemigos y verde 3 a otro. - Verde 3, vete tu por uno, yo me voy por el otro, cuando acabes vuelve al convoy. - Entendido líder verde. La persecución de los enemigos no fue larga, al cabo de unos segundos ambos fueron destruidos. - Líder verde, aquí verde 3. Detectados seis... no diez, no..., no puede ser..., hay por lo menos treinta. - Volvamos al convoy. En el convoy, Alan estaba al mando. Su pericia en el combate le había valido que fuera ascendido a sargento, con lo cual pudo acceder a mandar el ala cuando Helenna no estaba. Ahora debía de mantenerse firme. - Verde 1, aquí verde 2. Detectadas sesenta naves en dirección a nosotros. - Entendido- dijo Alan sin saber como actuar, lo pensó un instante-, no os separéis del convoy. En la base, Tony recibió la llamada de auxilio de Alan.
- Base aquí verde 1. Vamos a ser atacados por lo menos sesenta cazas en aproximadamente veinte segundos. Vienen a gran velocidad. - Sargento, de la alarma al ala Vulkan, que se preparen de inmediato- dijo Tony, nervioso. Marc estaba en la sala de emergencias con sus pilotos. Charlaba con Ingrid cuando sonó la señal de emergencia. - Bien muchachos- dijo- vamos a salir disparados y cargarnos a esos piratas. - Si señor, vamos a por ellos- dijo el sargento Martin Jackson. Cuando todos salían hacia sus cazas, Marc cogió a Mary Harris por un brazo. - Mary, quiero que me hagas un favor. - Lo que quieras, Marc- dijo ella. - Quiero que te pegues a la estela de Ingrid todo lo que puedas, protégela. - No te preocupes, mi capitán. Las diez naves Vulkan partieron a toda velocidad del planetoide. Una vez en el espacio, Tony les puso en antecedentes. - Marc, el transporte será atacado dentro de aproximadamente unos siete segundos, crees que llegaras? - Si Tony, dentro de tres segundos habremos llegado allí, tranquilízate. Las naves, a elevadísima velocidad surcaban el espacio. Pronto llegarían donde estaba el convoy. - Líder Vulkan a Vulkan 5. Comience despliegue de ala. - Entendido líder Vulkan todo listo. Las naves, a gran velocidad, se desplegaron. Segundos después aparecieron las naves enemigas. - Ala Vulkan ataque total. Tony, desde la base lo observaba. Prefería estar en el espacio que esperando allí. De pronto un mensaje le hizo sentirse vivo. - Base, aquí Thomas, necesito ayuda. He perdido ya dos cazas, estoy en el sector 4.20, detrás de los asteroides, socorro!, estamos siendo atacados por lo menos por cincuenta naves. - Thomas, soy yo, Tony, enseguida te mando ayuda. Marc, responde! - Aquí Marc, que novedades hay? - Manda a la segunda ala al sector 4.20, detrás de los asteroides. Thomas esta siendo atacado. - Entendido. Vulkan 5, diríjase con su ala al sector 4.20, justamente detrás de los asteroides. Thomas necesita ayuda. - Si mi capitán- dijo el sargento-. Ala naranja rumbo sector 4.20, tiempo de llegada 1.2 segundos. Las naves se separaron a gran velocidad y partieron al sector donde se encontraba Thomas.
Mientras todo esto sucedía, Helenna huía de la persecución de diez cazas. Verde 3 había caído hacia unos segundos, pero antes, entre él y ella, habían destruido por lo menos cinco cazas. El resto había ido a reunirse con los atacantes al transporte. La velocidad del caza de Helenna era alta, pero sus perseguidores no la dejaban. Aunque la nave había recibido varios impactos, aún no estaba dañada. Ella esquivaba como podía las andanadas de sus enemigos e incluso hizo que algunos se estrellaran con algún pequeño asteroide antes de que recibiera un disparo en el sistema de energía. La nave se paró. Sus enemigos pasaron por encima de ella y la dejaron allí, abandonada en el espacio. Thomas resistía con los otros dos cazas como podía. Había lanzado casi todos sus misiles. - Thomas, cuando viene la ayuda- dijo Iñigo. - Tranquilo, dentro de poco. Ten cuidado con ese FG. Vamos a intentar dirigirnos allí, detrás de esos pequeños asteroides. - Crees que llegaremos?- dijo Linda. - Si no lo intentamos no lo sabremos. Así qué, máxima potencia y disparad como locos! Las tres naves salieron disparadas, y en poco tiempo llegaron al lado de los asteroides. En su venida hasta allí destrozaron siete naves enemigas. - Thomas, tengo dañado el control de disparo- dijo Linda-, por favor, cúbreme. - Tranquila.
De repente, al lado de los cazas enemigos se escuchó una estridente explosión. Tres FG habían saltado por los aires, y una marea de fuego y acero se esparció por la zona. - Ya estamos aquí los chicos de la limpieza!- dijo Martin Jackson. - Por primera vez en mi vida me alegró de verte, Jackson- dijo Thomas-. Vamos a patearles el culo a esos malditos piratas. Las naves disparaban sin descanso. Avanzaban, giraban y volvían a disparar. En pocos segundos treinta cazas enemigos fueron destruidos. El resto emprendió la retirada. Mientras, Marc y su ala estaban causando el terror entre las naves que intentaban atacar el transporte. - Vulkan 1 y 2 a mi ala. Vulkan 3 y 4, cobertura. - Entendido, cariño, te cubro. Marc, con dos cazas más, se metió en el centro de la formación enemiga. - Vulkan 1 y 2. Táctica rodillo. - A la orden capitán. Las tres naves empezaron a girar a gran velocidad. En poco tiempo veinte naves enemigas fueron destruidas. Ingrid observaba las maniobras de Marc, seguida a corta distancia por Mary. Vieron como diez cazas enemigos intentaban llegar a las cercanías del convoy. - Mary, mira a las diez. Una manada de esas sabandijas intenta llegar al convoy- dijo ella. - Bien, ya que los chicos se están divirtiendo, creó que nosotras también tenemos derecho, no? Las naves de las chicas se dirigieron hacia ellos. En ese grupo iba Arthur, guiando un grupo de corsarios. Pronto se dio cuenta de que le seguían dos cazas enemigos. - Freg, tú y Jake encargaros de esos dos angelitos. Nosotros vamos a por el convoy. - Entendido, Arthur. Las dos naves giraron hacia las chicas. Segundos después eran destruidas por Ingrid. En la base Tony estaba preocupado. Hacia un buen rato que no tenia noticias de Helenna. - Sargento, intente contactar con la teniente Kraüs- dijo. - Lo intento, señor, pero no contesta- le dijo el sargento. Tony miró el indicador de los cazas. El de ella continuaba encendido. A punto de perder los nervios oyó la voz de ella. - Base, aquí líder verde. Necesitó ayuda rápidamente, no tengo a penas energía, manden a alguien, estoy en el sector 4.3...- la comunicación se cortó. Tony cogió el intercomunicador. - Helenna!, contesta!- gritó Tony. - Señor, se ha cortado la comunicación- dijo el sargento. - Bien, preparen un caza Vulkan inmediatamente. Tomé el mando, sargento. - Si señor, hay ya un caza listo en la torre. Tony salió corriendo de la sala de batalla. Atravesó rápidamente los doscientos metros que lo separaban de la torre de lanzamiento. Subió la torre y en pocos segundos partió de ella para buscar a Helenna. Ingrid y Mary habían dado cuenta ya de cuatro de los cazas, solo quedaban dos, el de Arthur y el de otro corsario. - Mary, ve tú por uno, yo iré por ese, creó que es el del líder. - Ten cuidado, si te pasara algo el capitán me arrancaría la piel a tiras. - Tranquila, no me pasará nada. Arthur no lo podía creer. Una pequeña ala de cinco cazas destrozaba a cerca de setenta cazas. Y para colmo uno de ellos le perseguía los talones. Giró la nave y se propuso lanzarse hacia él. Pero recordó que los FG eran como papel, un impacto directo con aquel caza podía destrozarlo. Así que decidió utilizar el misil que le quedaba. Iba a lanzarlo cuando algo lo detuvo. - Arthur contesta- dijo la voz de Sarg. - Sarg, eres tú. - Si, tú padre me ha dicho que te retires inmediatamente, con los cazas que queden. Hemos perdido. Él vaciló. Retirarse, eso significaba que su pueblo se moriría de hambre. Antes que eso prefería morir.
- Hijo mío!- dijo Max-. Retírate, por favor. La voz de su padre lo hizo reaccionar, pero antes de irse le lanzó su último misil a la nave de Ingrid. Marc, acercándose al convoy, vio como el misil hacia impacto en la nave de ella. - Ingrid!, ¡NO! En la base, el sargento detectó la llamada a la nave pirata. Rápidamente, con la ayuda del otro soldado encontró el punto de partida de la señal. Intentó ponerse en contacto con Tony. Helenna estaba en su nave casi a oscuras. Observo el indicador de la reserva de oxigeno. Faltaba poco, estaba también dañado, por que otras veces había estado la nave hasta dos días. Poco a poco los nervios la traicionaban. De pronto sintió una vibración en la nave. Cerró sus ojos y unas lágrimas brotaron de sus bellos ojos. Seguramente había chocado con ella algún pequeño asteroide; pronto iba a morir, sin Tony. Después notó como si la nave fuera arrastrada. Abrió los ojos y miró hacia arriba. Vio una nave Vulkan que la arrastraba. Ahora lloraba, no de desesperación si no de alegría. Tony iba con su caza, arrastrando la nave de Helenna. De pronto su indicador de comunicación empezó a parpadear. Tony eligió con el mando el icono de comunicación. - Aquí líder Vulkan, conteste. - Señor, hemos intervenido una comunicación con una de las naves piratas. Hemos detectado la fuente de la comunicación, en el sector 1.60, en el cinturón de asteroides. - Sargento, comuníquese con el gobernador. Cuando llegué a la base quiero veinte hombres con los pertrechos de combate y una nave de asalto preparada para salir inmediatamente. - Entendido, señor. El sargento efectuó la llamada. En veinte minutos una nave estaba preparada en el puerto. En unos minutos, la nave de Tony llegó a la base. Posó en tierra el caza, lo liberó del gancho y ancló la nave en la torre. Dos minutos después bajaba de la torre. Allí se encontró con Helenna. - Gracias, Tony- dijo ella-. Me has salvado la vida. - Tenia que hacerlo. Los dos se dirigieron a la zona donde estaba la nave dispuesta para partir. El gobernador lo esperaba allí con los hombres, todos con los pertrechos de combate. - Capitán, teniente, me alegró de verlos- dijo el gobernador-. Todo esta listo, esta nave es un prototipo. Me la ha dado el profesor para usted. - Bien. Un soldado se acercó a Tony y le dio una cartuchera con una pistola de plasma y un fusil MK-9. Él se colocó la cartuchera en la cintura y se la ató a una de sus piernas, y cogió el fusil con una de las manos. Otro soldado le ofreció a Helenna las armas. Ella hizo lo propio. - Eh! donde demonios crees que vas?- dijo Tony. - Contigo, no te creerás que te voy a dejar ir solo- le contestó ella. - Bien, haz lo que quieras. Señor, se queda usted al mando- dijo Tony al gobernador. - Váyase tranquilo, capitán. Los soldados entraron en la nave. Los dos iban detrás de ellos. De pronto Tony se paró. Estaba observando el nombre de la nave, la "A" estaba dibujada con un arco iris en el primer palo y sobre la "I" había un cubo rojo. - AMIGA3- dijo Tony. - Qué es eso?- le preguntó ella. - El nombre de la nave esta en español, significa lo que eres tú. Los dos entraron en la nave. La nave partió del puerto. En pocos momentos desapareció de la vista del gobernador. Marc hundió su cabeza. Estaba llorando. Vio como el misil impactó directamente en la nave de Ingrid. Levantó su cabeza, y vio, la nave de Ingrid intacta!, no había estallado! - Ingrid responde, por favor! Durante unos segundos nadie contestó. Marc estaba enfilando su nave hacia la de Arthur
cuando escucho la dulce voz de Ingrid. - Ha resistido!, el campo ha resistido!- dijo ella gritando feliz. - Estas bien?- dijo él. - Si, todo funciona perfectamente, no estoy herida. Ambos vieron como la nave de Arthur desaparecía en el espacio. Segundos después llegaron Thomas y el resto de los muchachos. - Thomas, informa. - Nada aquí estoy. He perdido dos naves y tengo otra averiada, pero nada importante. - Sargento. - Sin bajas, ni nos han visto llegar. Los barrimos. Habrán huido cinco o seis, no más. De pronto el indicador de comunicación de Marc parpadeó. - Marc, soy Tony. Necesito cuatro de tus cazas para escoltarnos. - Bien, ahora te los mando. - Nos encontraremos en el sector 1.55, dentro de 2.5 segundos. - Entendido. Thomas, hazte con el mando del convoy. Te dejó dos cazas. - Comprendido. Nos veremos dentro de dos días. - Vulkan 8 y 9, vayan con el teniente Simonsen. Vulkan 1, 3 y 4 acompañadme. El resto regrese a base con el sargento. Las naves se separaron. Unas continuaron con el convoy, las otras siguieron a Marc y el resto regresó de nuevo a Altaír. Segundos después Marc y sus hombres se encontraron con la lanzadera y procedieron a hacer la maniobra de cobertura.
6. JERA AÑO: 2232 LUGAR: COLONIA JERA-MARTE Las primeras naves habían llegado a la colonia Jera. En el puerto, Sarg y Max, en una silla frotante, esperaban noticias. Un técnico del puerto se acercó a ellos. - Max, Sarg- dijo el hombre-. Hasta ahora han entrado veinte naves. - Mi hijo venía con ellos?- preguntó intranquilo Max. - No, por ahora no ha entrado. Los pilotos me han dicho que la última vez que lo vieron iba con siete cazas más a atacar el convoy. Max, con un gesto de la mano, hizo que el hombre volviera al trabajo. - Qué crees?- dijo Sarg. - No sé qué pensar. Por lo menos intentó acercarse, veremos si las próximas naves tienen mejores noticias. Arthur volaba a máxima velocidad hacia la colonia. Estaba ya en el cinturón de asteroides, le acompañaban cinco naves más que habían huido de la masacre. Pronto vieron la muralla de acorazados y detrás de ella, la colonia. Las cinco naves entraron en el puerto. En el rostro de Max se vio un relajamiento al ver la nave de su hijo. Unos minutos después, Arthur hablaba con el técnico del puerto. - Cuantas naves han regresado?- preguntó Arthur. - Con las tuyas veinticinco. - Qué sé sabe del resto? - Según los indicadores faltan sobre unas quince naves, el resto han sido destruidas. - Bien- dijo Arthur con rostro preocupado. Se despidió del hombre y avanzó hacia donde estaban Sarg y su padre. - Estas bien, hijo? - Si, padre. Estoy bien. - Como te encuentras?- inquirió Sarg. - Desecho, íbamos ganando, cuando de repente, aparecieron esos malditos cazas- le contestó él irritado-. Fue como un huracán de fuego. En pocos segundos disparaban y ya no estaban allí. Fue una locura. Intenté con unos cuantos cazas acercarme al convoy, pero nos siguieron dos. Destruyeron en un segundo a dos de los FG. Y cuando me di cuenta estaba solo. Pero antes de irme, dispare el misil que me quedaba a uno de ellos. Después salí disparado hacia aquí. En ese momento entraron el resto de los cazas que faltaban. De repente la alarma de la colonia empezó a sonar. Rápidamente se dirigieron al centro de control. Allí todo era un caos. Un hombre se acercó a ellos. - Max, hemos detectado cinco naves. - De qué se trata?- preguntó nervioso Sarg. - Son cuatro naves pequeñas, tal vez cazas, y una lanzadera. Su destino es la colonia. - Les voy a preparar la bienvenida- dijo Arthur-. Llévate a mi padre al refugio. Yo me encargaré de todo. Las cinco naves divisaron el cementerio espacial. En la lanzadera, los soldados se preparaban para desembarcar. To ny y Helenna pilotaban la nave. - Mira- dijo Helenna. - Si, ya lo veo. Hay hasta acorazados, la batalla tuvo que ser terrible. - Si, y son todos de la Armada. Marc se comunicó con Tony. - Tony, voy a avanzar con dos de los cazas. - Entendido, pero tened cuidado. - Vulkan 1 y 3, venid conmigo. Ingrid, protege la lanzadera. Las tres naves avanzaron a velocidad media. Pronto dejaron atrás el cementerio y ante ellos vieron la colonia. - Tony no hay novedad, a simple vista parece que la colonia está abandonada- dijo Marc. - Utiliza el scanner, busca indicios de energía- le contestó Tony. - Entendido, conectando sensores- dijo, a la vez que enraba en el icono de búsqueda-. Si, hay indicios de consumo de energía. - Bien, avanzad hasta las cercanías de la base. Descubrid si el sistema defensivo está conectado.
- Vulkan 1, al norte. Vulkan 3 cúbrelo. - Entendido capitán. Procediendo a tomar posición. Desde su nave, Ingrid observaba las evoluciones de las naves. Estaba ya más tranquila. - Nada, no se detecta indicios de defensas. Y si las hubo llevan mucho tiempo destruidas- dijo el sargento. - Avanzad hasta el corredor. Vamos a entrar. Vulkan 1, entra después de mí, Vulkan 3 cubrenos y síguenos después. - Entendido, capitán. Voy detrás de ti. - Posición tomada. Las naves fueron hacia el corredor. La primera en entrar fue la de Marc, seguida de la del sargento y después la de Mary. Pronto se encontraron en el interior de la colonia. Un mar de chatarra cubría el puerto. Viejas naves mohosas, tal vez en ese estado por la falta de uso, se amontonaban unas al lado de otras. No solo había cazas, si no que también había cargueros e incluso pequeños destructores. Unos segundos después, Marc encontró un lugar donde poder atracar. - Tony, aquí Marc. Procede con el desembarcó. Ingrid cubre la lanzadera. - Entendido, cariño- dijo ella. Las dos naves avanzaron a media velocidad hacia el corredor y unos segundos después se hallaban en el mar de chatarra. Momentos después llegaron a donde los cazas estaban gravitando. La lanzadera disminuyó su velocidad hasta quedar prácticamente parada y entonces la potencia de los propulsores fue descendiendo hasta que bajó al lugar indicado por Marc. En unos segundos la nave quedó anclada en el puerto. - Marc, misión cumplida. Vuelve a la colonia- dijo Tony. - Entendido, y tened mucho cuidado- le contestó él. Los cuatro cazas cambiaron de dirección y desaparecieron por el corredor, de vuelta al exterior. Mientras los hombres ya habían desembarcado y montado una zona de emergencia. En el interior de la nave, Tony, Helenna y un sargento preparaban el ataque mirando un mapa en tres dimensiones de la colonia. - De qué unidades disponemos?- preguntó Tony. - Tenemos veinte hombres armados con fusiles MK-9, pistolas de plasma y granadas. También tenemos cinco robots de combate ERT-2000 equipados con cañones de plasma y lanzamisiles- le dijo el sargento. - Bien, creó qué es suficiente- dijo Helenna-. Podríamos dividir el equipo en tres escuadras, una mandada por el sargento, otra por mí y otra por ti y dirigirnos hacia el centro de control por estos caminosdijo señalando unas zonas del mapa- mientras que con los robots podíamos crear confusión. - Si, es un buen plan, teniente- dijo el sargento. - Qué es esto de aquí?- dijo Tony señalando una zona fortificada. El sargento se dirigió a un terminal cercano. - Es una zona de defensa de la colonia. Se conocía como la Fortaleza. En ella estaban el grueso de los corsarios- respondió el sargento. - Acabó de tener una idea- dijo Tony-. Si eso es lo que creó y todavía se usa, puede ser el cuartel general de los piratas. Y si dirigiéramos a parte de los robots hacia allí? - Buena idea. Podríamos mandar dos o tres robots para que atacaran allí y así tendríamos ocupados a gran parte de los piratas- dijo Helenna. - Bien. Sargento, programe los objetivos de los robots. Manden dos a la Fortaleza, uno a esta zona del norte y otro al muelle del oeste- dijo Tony señalando las zonas-. El último se quedará con mi grupo, cubriendo nuestro avance. Usted, sargento llévese a cinco hombres por este pasillo, hacia el centro de control, y tú Helenna encárgate de eliminar a los francotiradores. Por el camino más recto avanzaré con mis hombres y el robot. Si tenemos suerte dentro de poco esta colonia será nuestra. Mientras, Arthur preparaba la defensa de la colonia. Hablaba con un hombre de mediana edad, armado con un antiguo fusil láser. - Quiero a los mejores tiradores apostados en los sitios más altos de la zona. - Si Arthur- dijo el hombre. - Con qué armamento contamos? - Poco, si te soy sincero- le respondió-. Contamos solo con unas treinta pistolas de plasma, diez fusiles láser y MK-5. Además tenemos cuarenta antiguas escopetas de cartuchos y veinte antiguos fusiles de repetición. De munición andamos más bien cortos. - Bien- dijo Arthur pensativo -. Arma a los tiradores con los MK-5 y los fusiles láser. Reparte el
resto de las armas entre los pilotos que quedan y nosotros. El resto de los hombres que cojan lo que puedan para defenderse. El hombre asintió y se marchó en con el resto. Arthur estaba preocupado. Sabía que era un pequeño grupo, unos veinte, pero irían bien armados, aparte de que estaban bien entrenados. Se desplazó a un terminal cercano y observó la localización de los invasores. Un pirata, preocupado, le habló a él. - Hemos recibido informes. Han visto a unos robots de combate, unos se dirigen hacia la Fortaleza y otros al muelle oeste y al sur. Qué hacemos? Arthur se quedó callado, tenia que pensar. Helenna avanzaba oculta con sus soldados, cubriendo al grupo de Tony. - Mi teniente- dijo uno de sus soldados-, he detectado un tirador en el sector 3, junto a aquella fábrica. - Bien, llévese a dos soldados y que sigan el resto conmigo. El cabo dio la orden y desapareció con dos de los soldados. Ellos continuaron adelante. El cabo avanzaba entre la chatarra cuando llegó a una zona algo más descubierta. Los dos soldados que lo acompañaban, un chico y una chica, se desplegaron. En lo alto de una de las torres, descubrieron a un hombre. El cabo sacó su scanner y el pequeño display de este se iluminó. Hizo una señal a la chica, qué avanzó hasta una pequeña lanzadera mohosa; una vez allí se tumbó en el suelo y con la mira de su fusil señaló el objetivo. Era un hombre joven, de unos veintipocos años y estaba armado con un antiguo fusil MK-5. Apuntó con cuidado. El joven estaba semitapado por una parte de la torre. Avanzó él un poco y ella lo tenía a tiro. La soldado apretó el gatillo. Ella vio a través de la mira como el joven se contrajo de dolor, después su pecho estallaba y por ultimo caía al suelo de la torre, muerto. Ella se levantó del suelo y le hizo una señal a sus compañeros. Los robots habían llegado a sus destinos. Los dos primeros, a la Fortaleza, donde sorprendieron a por lo menos cincuenta piratas. El otro, en el muelle, mantuvo ocupado a unos treinta hombres durante un buen rato hasta que fue destruido con un lanzamisiles. El cuarto, en el sur, causaba una gran confusión y veinte hombres intentaban cazarlo. Tony llegó hasta las inmediaciones del centro de control. Desplegó a los hombres. Helenna llegó en aquel momento junto a él. - La zona esta asegurada- dijo ella-. Los tiradores han eliminado a diez hombres. - Bien. Dentro de unos segundos llegará el sargento a aquella zona- dijo él señalando a un pequeño muelle por encima de el centro de control-, lo ves? - Si- dijo ella, al momento que vio como el sargento llegaba y desplegaba a sus hombres-, ya esta allí. - Arthur, uno de los robots que atacaban la Fortaleza acaba de ser destruido - dijo una chica que controlaba un terminal-. Con él son ya tres los destruidos. - Bien- dijo él-. Qué destruyan el qué queda. Un hombre de mediana edad lo llamó. - Arthur, se detecta un robot. Arthur se acercó donde estaba el hombre. - Cual es el sector? - Es este, se dirige hacia nosotros- le contestó el hombre-. También detectó unos soldados detrás de él. Arthur se giró, se dirigió a una mesa cercana y cogió una pistola de plasma que había en ella. Se puso la cartuchera y la ató a su muslo. - Vosotros, venid conmigo- dijo señalando a un grupo de hombres-. Tenemos trabajo. Estos asintieron y siguieron a su líder. Nada más salir fueron recibidos por una lluvia de disparos. Dos hombres cayeron muertos. Arthur sacó su pistola y junto a cinco hombres avanzó hasta un pequeño montículo de chatarra. Sacó un visor y miró a través de él. Un robot, junto con unos quince soldados avanzaban hacia ellos. También observó en un muelle por encima de ellos a un grupo indeterminado de hombres, qué eran los que le habían disparado antes. - Sirk, quiero que te lleves a veinte hombres y que cacéis al grupo que esta en el muelle- dijo Arthur señalando hacia donde estaba el sargento. - Vale, Arthur. Tony y Helenna llegaron hasta un antiguo carguero, ahora prácticamente desguazado. Desde allí
observaron que había unos hombres armados apostados en una especie de barricada. - Qué vamos a hacer?- dijo Helenna. - Tenemos que entrar en ese centro de control. Si lo logramos habremos vencido. Llévate a cinco hombres hacia aquel carguero y apostadlos. El robot avanzará hasta la barricada, mis hombres y yo llegaremos detrás de él. Helenna asintió. Cogió a cinco soldados y en pocos minutos llegó al derruido carguero. Tony avanzaba disparando junto con el resto de los soldados detrás del robot. Los disparos de los piratas daban casi todos en el robot, pero alguno llegaba alguna vez hasta ellos. Las armaduras de combate de los soldados reflejaban los disparos, y salvó algunos que se retrasaron, la mayoría llegó casi al lado de la barricada. Tony desconectó el robot. Mientras el sargento mantenía un duro combate con un grupo de piratas que intentaban sacarlos del muelle. No tenía muchos problemas, ya habían matado a seis de los piratas, y el resto no tardaría en hacerles compañía. El jefe de los piratas llamó a Arthur por un comunicador. - Arthur, soy Sirk. - Informa- dijo él. - Tenemos seis bajas, y continúan apostados en el muelle. - Bien continuad allí un rato, mantenedlos ocupados- y diciendo esto cortó la comunicación. Helenna, desde el carguero observaba la escaramuza. El grupo de Tony estaba cogido en la parte inferior de la barricada. Sus defensores, armados con pistolas de plasma habían causado ya tres bajas en el grupo de él. Rápidamente ella estudió la situación. Encontró un punto débil en las defensas de los piratas. - Chicos- dijo ella-, vamos a ayudar al grupo del capitán. Avanzaremos por entre esa chatarra hasta aquel punto. Por él entraremos y podremos hacer que el grupo ascienda hasta la barricada. Rápidamente se pusieron en camino. Ella avanzaba con los soldados, cubriéndose con los desguazados aparatos que había allí. Pronto llegaron hasta el punto que indicó ella. En ese momento saltaron la barricada y se internaron en el complejo. A poca distancia vio como un grupo de unos treinta piratas disparaban contra Tony. Ella miró a sus soldados. - Ataquémoslos- dijo ella. Los soldados asintieron. Totalmente desprotegidos, ella y los cinco soldados empezaron a disparar como locos. Cinco de los piratas cayeron al suelo, muertos o heridos. El resto, sorprendidos se giraron hacia ellos. Arthur no esperaba este ataque. Lleno de ira se volvió con sus hombres hacia los atacantes. Al ver que solo eran seis se fueron hacia ellos disparando. Los soldados se protegieron detrás de una pared semiderruida. Pronto los acorralaron. Mientras, Tony notó que los piratas habían disminuido en número. Se dirigió a un cabo. - Bajas cabo- dijo él. - Dos hombres heridos levemente y hay otro que esta peor, ya que tiene una herida en el estomago. - Bien, quédese con dos hombres y los heridos, con el resto vamos a intentar subir. Tony dio las órdenes oportunas. En pocos segundos, dirigiendo el un grupo de cinco hombres, escalaba la barricada. El sargento no tenía muchos problemas. De los veinte hombres que los atacaban no quedaban ya más de seis. De repente vio como los piratas alzaban las manos y tiraban sus armas, se rendían. Helenna resistía con sus soldados. Uno estaba herido levemente. Junto a ella, otra chica disparaba contra los piratas. - Creé usted que el capitán tardará mucho en subir?- dijo la chica disparando una ráfaga. - No lo sé, pero no tardara mucho- dijo ella disparando con su fusil a un pirata que avanzaba hacia ellos-, como esta el herido? - Estoy bien- dijo el chico tosiendo, a la vez que desenfundaba su pistola-, no se preocupe por mi, mi teniente. Arthur, por su parte veía como el pequeño grupo se hacia fuerte junto a la pared. Dos piratas se acercaron a él. - Arthur, los de abajo están subiendo, qué hacemos?- dijo uno de ellos. - Dejadme pensar - le contestó él-. Bien, quédate al mando de estos e intenta llegar hasta la
pared. Intentaré ir en busca de refuerzos. El pirata asintió. Arthur tocó a dos en la espada, que lo siguieron. El pirata se quedó con el resto, iban a hacer un ataque a los soldados de la pared. Helenna desde su puesto vio como unos quince hombres corrían hacia ellos. Iban armados con armas antiguas, y a la vez que corrían disparaban. En pocos segundos llegaron cerca de su posición. Tony escaló la barricada con cinco soldados y se cubrieron en un montón de chatarra cercano. En un lado cercano, cinco piratas les disparaban con pistolas de plasma. - Tirad los fusiles. Desenfundad las pistolas, vamos a acabar con ellos. Los soldados se desembarazaron de los fusiles y sacaron sus pistolas. A una señal de él, todos dispararon a la vez. Los cinco piratas cayeron al suelo, unos heridos, otros muertos. Rápidamente atisbó el frente. En uno de los extremos vio como un grupo de piratas atacaba al grupo de Helenna. Indicó a sus hombres que lo siguieran. Avanzaban a grandes zancadas, disparando sus pistolas contra los enemigos. Llegó casi al lado de ella cuando vio como cinco de los piratas atravesaban la pared. Cuatro de ellos cayeron muertos, pero el que quedaba vivo se acercó al lado de Helenna. El pirata, al llegar a su lado descargó su arma, una vieja escopeta de cartuchos con los cañones recortados, en el pecho de Helenna. Ella se retorció de dolor y cayó al suelo entre convulsiones. El chico herido descargó su pistola contra el pirata. Desde la posición donde estaba, Tony vio como el pirata disparaba contra Helenna y como ella caía al suelo retorciéndose de dolor. Algo recorrió su cuerpo, como un estremecimiento. En ese momento no pensó en nada y como un loco poseído corrió hacia donde estaba ella. Avanzaba con los ojos llenos de lagrimas, y un dolor que lo recorría desde la cabeza hasta el estomago. Cuando llegó hasta ella, el pirata estaba en el suelo muerto. Se acercó al cuerpo exánime de Helenna, tendida en el suelo y la tomó en sus brazos. - Helenna!, Dios Mío, responde!- dijo él sacudiéndola violentamente. La volvió a mirar. Examinó su pecho, nada no tenia ninguna herida, la armadura había resistido el disparó a quemarropa. Volvió a sacudirla. Entonces ella entreabrió sus ojos, sus bellos ojos grises. Por primera vez en todo el tiempo en que llevaban juntos, se dio cuenta él que ella tenia los ojos grises. - Tony, cariño- dijo ella tosiendo. - Tranquila, estas bien- dijo él acariciando sus rizos pelirrojos, a la vez que la acercaba a su pecho y la besaba en la frente llorando. El sargento vio esta escena cuando llegó hasta la barricada. Traía a unos piratas capturados. Tony la ayudó a levantarse. No podía mantenerse en pie debido al impacto del disparo. Al ver al sargento, la dejó al cuidado de una de las chicas del grupo. Se acercó a él. - Bien sargento- dijo Tony. - Capturamos a estos cuando nos atacaron. Nos han dicho donde esta el centro de control- dijo señalando hacia una zona cercana. - Bien. Ahora descansé, dentro de unos minutos nos pondremos en marcha. Tony miró hacia la barricada. Los últimos soldados la escalaban. Se acercó donde estaba Helenna. - Qué tal estas?- dijo él, preocupado. - Bien, algo aturdida pero bien- dijo tocándose su pecho. - Voy a llevarme diez hombres, quédate tú aquí con esta cabo. - No, voy contigo- dijo ella, a la vez que casi se caía al suelo, mareada aún. - No te quedas, es una orden. Cabo. - Si, mi capitán- dijo la chica. - Cuide de la teniente Kraüs, de los prisioneros y de los heridos. Le dejaré a cinco soldados y el robot- dijo dándole a ella el mando del aparato-. Mantenga la posición. - Entendido mi capitán- le contesto la cabo. Tony se volvió, cuando la mano de Helenna le tocó el brazo. - Ten cuidado- le dijo ella. - Lo tendré, no te preocupes- dijo él sonriendo. Él se giró. El sargento lo esperaba ya con los hombres. Momentos después avanzaban hacia el centro de mando. Arthur, acompañado por dos piratas llegó hasta el centro de mando. Al entrar vio que Sarg y su padre estaban allí.
- Sarg! te ordené que llevaras a mí padre al refugio- dijo enfurecido. - Lo intente pero...- intentó disculparse Sarg. - Qué tal va la cosa?- dijo Max - Mal padre. Han entrado en la barricada y en pocos minutos estarán aquí. Voy a pedir refuerzos a la Fortaleza. - No, hijo mío. - Pero...- respondió Arthur. - No. Todo esta perdido- dijo Sarg. - Podemos vencerles, lo sé, les hemos causado bajas. - Si, les podemos vencer, pero cuanto tiempo resistiremos sin apenas comida. Un mes, dos meses...- dijo Max. - Escucha a tu padre- dijo Sarg abatido-, tiene razón. Tony llegó con el sargento frente al centro de mando. En el exterior un grupo de piratas los esperaba. El grupo estaba formado por un joven alto de complexión fuerte y unos veinte piratas. El joven tenía en sus manos una bandera blanca. Tony ordenó al sargento que desplegara a los hombres. Estos tomaron posiciones. El joven se dirigió a los soldados. - Soldados de Altaír, quiero hablar con vuestro jefe- dijo Arthur. - Tenga cuidado, mi capitán, puede ser una trampa- dijo el sargento. - En caso de que lo sea, ordene a los hombres que disparen, sargento- dijo Tony. Él avanzó hacia donde estaban los piratas. - Soy el capitán de Intendencia Antonio Sánchez. - Mi nombre es Arthur Kier. Le ofrecemos nuestra rendición sin condiciones. Helenna se reponía poco a poco. El disparo no le había causado ninguna herida, pero el impacto la había dejado durante un buen rato inconsciente. Todavía ahora le dolía un poco el pecho, pero este desaparecía poco a poco. El sonido de su comunicador la sacó de sus pensamientos. - Helenna- dijo la voz de Tony. - Si, qué quieres?- le contestó ella. - Libera a los prisioneros y volved a la nave con todos los heridos y esperadnos. - Como? - Los piratas se han rendido. Helenna dio las órdenes pertinentes y regresaron a la lanzadera. - Cabo- dijo ella. - Si, mi teniente- le dijo la chica. - Liberé a los prisioneros y disponlo todo para volver a la lanzadera. - Pero? - Son órdenes del capitán, los piratas se han rendido. La cabo hizo lo que ella le dijo. Minutos después los seis piratas iban hacia la ciudad y ellos se dirigían hacia donde estaba la lanzadera, acarreando los heridos. Las altas torres de la colonia apuntaban al espacio como dedos. El lujo y la riqueza de la colonia solo estaban ya en sus edificios. Esta fue la conclusión de Tony cuando entraron en la mísera ciudad. El grupo iba formado por él, Arthur, dos piratas y un par de soldados. Sus calles, llenas de gente que vagabundeaba era un reflejo de lo que sucedía; mujeres, niños y hombres buscaban comida entre la basura, la situación había llegado a un extremo peligroso. Tony observó el rostro apesadumbrado de Arthur. En poco tiempo llegaron a la residencia de este y de su padre. Entraron en una sala donde dos hombres lo esperaban. Le invitaron a sentarse. - Mi nombre es Max Keir y soy el gobernador de esta colonia, él es Sarg, mi consejero. - Soy el capitán Sánchez, de la colonia Altaír. - Ya ha visto usted nuestra situación- dijo Max. - Si es bastante seria- afirmó Tony. - Desde hace unos años atacamos a los convoys no por enriquecernos, si no para sobrevivir. La carga era llevada a algunos puertos donde nuestros contactos las vendían. Así hemos sobrevivido desde hace diez años- dijo Sarg-. Nuestros recursos no dan para alimentar a cinco mil personas. - Yo no tengo el poder suficiente para ofrecerles nada- dijo Tony-, pero podría usted venir y explicárselo al gobernador de Altaír. - Es una buena idea- dijo Sarg. - Yo no me fío- dijo Arthur-. Cuando vayas a Altaír pueden retenerte allí.
- Puede confiar en mí- les respondió Tony-, conozco muy bien al gobernador y este es de fiar. - Iré con usted, capitán- dijo Max-. Si es la única forma de salvar a mi pueblo iré. - Yo te acompañaré- dijo Arthur-, en el estado que estas no podrás valerte por ti mismo. - Bien, les esperó- les respondió Tony-. En media hora partiremos hacia Altaír. Me comunicaré con la lanzadera para que venga a recogernos. Indíqueme un sitio donde pueda aterrizar. - En el muelle 3 hay suficiente sitio- le contestó Sarg. - Bien, mandaré uno de mis soldados para que vaya por el resto de mis hombres y me comunicaré con la lanzadera. El soldado salió de la ciudad. En pocos minutos llegó a la posición donde estaba el sargento. - Señor, el capitán me ha dado órdenes para que vengan conmigo a la ciudad. - Bien, soldados en marcha! Minutos después el grupo estaba en el muelle 3. Mientras Tony llamó a Helenna a la lanzadera y le dio las coordenadas de aterrizaje. En pocos minutos la nave apareció delante de ellos. Max, en el muelle con su hijo, se despedía de Sarg. - Ya sabes, estas al mando- dijo Max. - Si Max, y tú cuida de tú padre- le respondió Sarg. - No te preocupes, tenlo todo preparado para partir, si logró convencer al gobernador, dentro de poco abandonaremos este trozo de chatarra volante- le contestó Max. Todos subieron a la nave. En pocos minutos esta partía hacia la colonia Altaír. En el centro de control el gobernador Hanssen estaba inquieto. No tenia respuesta de Tony desde hacia unas horas. Junto a él, Marc también se empezaba a preocupar. - No sé como el capitán no ha llamado ya- dijo el gobernador. - Es extraño en Tony. Tal vez las cosas no han salido como él pensaba. Tenía que haberme quedado allí protegiéndolo con los cazas. - No se inquieten- dijo Thomas, a través de su comunicador-, Tony y Helenna son lo suficientemente inteligentes para llevar bien esta situación. De otras peores hemos salido. - Si, Thomas- dijo Marc-, pero estas eran simuladas. Ahora son reales. El sargento interrumpió la conversación. - Señor tengo una llamada- dijo él-, es del capitán. - Pásela al comunicador, sargento- dijo Marc. La voz de Tony se escuchaba clara a través del comunicador. - Marc, soy yo, Tony- dijo él. - Le escuchamos atentamente- dijo el gobernador. - La colonia Jera se ha rendido, voy hacia Altaír con dos representantes de ella que quieren hablar con usted. Llegaré aproximadamente en unos minutos. - Entendido capitán. Lo prepararé todo para recibirlos- le contestó el gobernador. La actividad se apoderó del puerto. En pocos minutos la lanzadera aterrizó en el puerto. Bajaron de la nave y se dirigieron a la sala de reuniones. En aquel momento, el gobernador, Max, Arthur, Helenna, Marc, Tony y Thomas se reunieron en la sala. - Mi nombre es Max Kier y soy el gobernador de la colonia Jera. Este joven es mi hijo, Arthur. - Encantado, soy el coronel Hanssen, gobernador de esta colonia- dijo amablemente. - Vengo a ofrecerles nuestra rendición incondicional y también a pedirles ayuda. Nuestra situación es insostenible- dijo Max. - Cuente, señor. - Bien, necesitó trasladar a mi gente desde Jera a otro sitio. No tenemos recursos suficientes en la colonia para abastecer a nuestros habitantes. Antes sobrevivíamos como podíamos, pero ya la situación es insoportable. - Vera, mi coronel- dijo Tony-. He estado junto con mis hombres en la colonia y es verdad. He visto a gente hambrienta en las calles, rebuscando entre la basura, creó que deberíamos ayudarlos. He pensado que podríamos traerlos aquí, a Altaír. Gran parte del planetoide esta deshabitado, podrían cultivar en una zona de él. El gobernador escuchaba atentamente las alegaciones de Tony. Con un gesto de su mano le invitó a callarse. - He escuchado su petición atentamente, capitán. Según el Consejo no puedo de ayudarlos, son
piratas, delincuentes perseguidos. Eso seria si esta colonia perteneciera al bloque americano o ruso. Pero estamos bajó el amparo de la Federación Europea, y como máximo representante de ella aquí tengo que ejercer las leyes que la rigen. También es sabido por todos que la Federación, extraoficialmente, ayuda a algunas colonias no registradas, como en el caso de Jera. Según tengo entendido esperaban ustedes un cargamento de víveres, no? - Si coronel, lo esperábamos. Pero la Armada interceptó el carguero y lo requisó. Europa siempre nos ha apoyado... - Bien, como máximo dignatario de la Federación Europea les concedo el privilegio de instalarse en Altaír. Se les donara una parte del planetoide donde podrán tener su base. Allí podrán cultivar y comerciar. Incluso aquel que así lo desee podrá entrar a formar parte del ejército de la colonia. Todo a cambió de una cosa. Deberán de dejar la práctica de la piratería. Oficialmente serán indultados por el gobierno de esta colonia, solo les pido eso. - Es aceptable- dijo Max-, tiene usted mi palabra, coronel. Necesitaríamos naves, y comida para alimentar a mi gente. - Todo eso lo tendrá. La teniente Kraüs se lo proporcionara- dijo el gobernador. Unas horas después todo estaba preparado. Las primeras naves partían hacia Jera. Unos días después, el gobernador preparaba una gran ceremonia para los héroes. Una gran sala del ayuntamiento fue habilitada para tal fin. Los soldados de la Fuerza, vestidos con uniformes de gala, flanqueaban a ambos lados de la estancia. Los cadetes, vestidos con sus uniformes de gala grises, abrían la comitiva y en el fondo, las personas más influyentes y los militares de más alta condecoración esperaban a los héroes. En los lados el público esperaba impaciente la entrada de ellos. Sonaba de fondo música militar. Cuando todo estaba dispuesto, entraron Tony, Marc, Helenna, Thomas, los pilotos supervivientes y los soldados que habían participado en el ataque. Todos vestían sus uniformes de gala. Todos avanzaron en perfecta coordinación hasta llegar al lugar indicado. El gobernador dio un paso adelante y empezó su discurso. - Pueblo de la colonia Altaír, hoy es un día triste y alegre a la vez. Por una parte despedimos a los valientes pilotos que dieron su vida por defender el convoy, y por otra damos la bienvenida a los nuevos integrantes de la colonia. Además he informado a la Federación Europea y nos han felicitado. Me han dado total libertad de acción y por ello, todos los caídos en combate son ascendidos a sargento y condecorados con el Corazón Rojo de la Federación. También los capitanes Sánchez y Lefebre son ascendidos a comandantes, así como los tenientes Simonsen y Kraüs son ascendidos a capitanes. Todos ellos, así como los pilotos y soldados son condecorados con la Cruz Naval y la Cruz del Valor. Los soldados heridos en combate también son condecorados con el Corazón Púrpura del Valor. Les felicito a todos. Se procedió a la entrega de los nuevos rangos y medallas. La felicidad se palpaba en ellos. Tony se reunió con Marc, Ingrid y Anja. - Vaya, comandante Sánchez- dijo Marc. - No te quejes comandante Lefebre- le respondió él. Ingrid abrazó y besó a Marc. - No se como llamarte ahora querido - dijo ella- si comandante o Marc. - Llámame como quieras, sargento- le respondió él. - Sargen... yo... no...- dijo Ingrid rompiendo a llorar a la vez que besaba como una loca a Marc. Anja abrazó también a Tony. Este la besó en los labios apasionadamente. - Estoy muy orgullosa de ti, Tony- le dijo ella. - No me lo merezco- dijo él humildemente. Helenna observaba todo esto. Se sentía mal, y decidió irse. En ese momento se encontró con Thomas. - Donde vas?- dijo él. - Me largo de aquí- le respondió ella enfurecida. - Hoy es nuestro día, no lo estropees- dijo él. - Lo siento, no puedo soportarlo. Ver a esa lamiosa con...- y diciendo esto, Helenna rompió a llorar. Sin despedirse de él, salió corriendo fuera de la sala. Thomas lo comprendió inmediatamente. Fue detrás de ella y en la puerta del ayuntamiento la cogió del brazo. - Helenna!, no seas tonta! - Déjame Thomas!, por favor- dijo ella llorando. Thomas, al verla en aquel estado, la soltó. Nunca la había visto así, ni cuando se enfadaba con Tony y él. La tomó en sus brazos y notó como ella lloraba nerviosamente.
- Qué te pasa?- dijo él. Ella no contestó. Notó que estaba un poco más tranquila. - Quiero irme de aquí- dijo ella. - Bien, esperame un momento- dijo Thomas-. Ahora vuelvo. Thomas la dejó y volvió al interior. Se acercó donde estaban Marc e Ingrid. - Marc, tengo que hablar contigo, a solas- le dijo Thomas muy serio. - Perdona Ingrid- le dijo Marc-, vuelvo en un minuto. - Qué te pasa, Thomas? - Voy acompañar a Helenna al puerto, se siente mal. - Si quieres vamos Ingrid y yo contigo? - No, no te preocupes. No hace falta, ya te contare lo que pasa. Thomas se despidió de Marc. Este volvió junto a Ingrid. En ese momento, Thomas salía del edificio. - Qué pasa?- dijo ella. - Nada, Helenna se siente mal y Thomas la va acompañar al puerto. La verdad me sorprende, estaba muy serio. - Deberíamos de ir con él- dijo Ingrid. - No, dice que no nos preocupemos. Ya hablará conmigo. Thomas se reunió con Helenna en la puerta del ayuntamiento. Ella estaba más tranquila. - Bien, cojamos un auto- dijo él. - No, me apetece ir andando- le respondió ella. - Como gustes. Los dos se fueron andando, y pronto Helenna volvió a ser la misma de antes. Llegaron a inmediaciones de un parquecito. - Soy una tonta- dijo ella-, he perdido los nervios. - No, han sucedido muchas cosas en estos días. Se que lo pasaste mal en la nave y después en el ataque a la colonia. - Si, creí que moriría abandonada en el espacio, y después en la colonia... - Ese día recuerdo qué me estabas contando algo antes del ataque- dijo serio Thomas. - No lo recuerdo- dijo ella. - Me hablaste que has dejado a ese casposo de Conrad, y cuando te pregunte que si querías a Tony, pasó el ataque. - Creó que será mejor nos sentemos- dijo ella señalando un banco del parque. Los dos se sentaron en el banco. Thomas observó que volvía a ponerse nerviosa. - Creó que me debes una explicación, no?- le dijo él. - Si... bueno... no sé como empezar. - Confía en mí, soy tu amigo aunque algunas veces me pasé contigo. Ella sonrió. - Si, creó que quiero a Tony- dijo ella-. Como dijiste antes, en estos días han pasado muchas cosas. Cuando ya había perdido toda esperanza, Tony apareció y me remolcó hasta la colonia. Después, cuando aquel pirata me disparó a bocajarro con el arma, sentí que el mundo se me venia encima. Cuando desperté y vi a Tony allí...- ella volvió a llorar. Thomas le ofreció sus brazos, ella se hundió en su pecho y se desahogó. - Te comprendo, Helenna. Se por lo que estas pasando. Y también tú reacción hoy. Sentiste celos de Anja, la cabeza te estaba a punto de estallar y tu corazón se te salía del pecho, es una reacción normal, cuando se quiere a alguien. - Como lo sabes?- le pregunto ella. - Muy fácil, una vez sentí lo mismo. Ge antes de entrar en el campamento. - Ya estas de guasa otra vez- dijo ella apartándose de sus brazos. - No, esto es en serio. Estaba enamorado de ella. Nadie lo notó, por mi forma de ser, sabes. Cada vez que la veía me sucedía. Un día la vi con un tipo. Perdí el control. Casi me volví loco. Durante mucho tiempo lo dejé todo. Pero el tiempo pasó y la olvidé. Volví a ser otra vez yo mismo. Lo único que te digo es que no te des por vencida. Si quieres a Tony, lucha sin descanso. - Tienes razón, pero no sé si podré. - Vuélcate en tú trabajo. Sacalo adelante, sé la mejor. Mientras, en a la colonia Jera llegó el primero de los cargueros. En el venían Max y Arthur. Sarg en el puerto los recibió. - Todo esta listo?- preguntó Arthur.
- Si todo listo. La gente esta contenta- dijo Sarg-, saben que tienen una nueva oportunidad. - Cuantos cargueros tenemos disponibles?- preguntó Max. - Cinco, en ellos podrán ir unas mil personas- le respondió Sarg. - Bien, en tres días toda la colonia podría estar instalada en Altaír- le dijo Arthur a su padre. - Otra cosa- le dijo Sarg-, qué hacemos con Fay? - Cumplir el código- dijo Max. Aquel mismo día, al atardecer, como decía el código, la sentencia de Fay fue cumplida. Fue conducida desde la prisión hasta el puerto. Allí la esperaba una pequeña lanzadera, la cual estaba enganchada a cuatro cazas FG. Iba tranquila, desafiante. Cuando llegó a la altura de Arthur se enfrentó a él. - Te vas a salir con la tuya, querido- le dijo Fay, desafiándolo. - Es el código, llevas comida para una semana, intenta sobrevivir el mayor tiempo posiblerespondió él. - Solo te digo una cosa, volveré y entonces sentirás en tú piel mi furia, seré implacable contigo y con tú padre. Me vengaré. Los dos piratas que la custodiaban la metieron en la nave. Sellaron la puerta de la nave y los cuatro cazas se elevaron. En pocos minutos abandonaron la colonia, y más allá del cinturón de asteroides, soltaron los anclajes magnéticos de la lanzadera y observaron como la nave desaparecía en la inmensidad del espacio. Los cazas volvieron a Jera. Aquella noche, Thomas paseaba, cuando escuchó la voz de Marc. - Thomas!- dijo él. Thomas se volvió. - Marc, eres tú. Qué haces? - Dar una vuelta, y tú? - Vuelvo de la fiesta, he dejado a Helenna en su habitación. - Qué le pasa?, me preocupaste. - La verdad es qué Helenna me preocupa bastante, no te lo puedo negar. Está un poco nerviosa. - Ha pasado en estos días muchas emociones, es natural. - Si, pero lo qué más me preocupa no es eso, creó qué cualquier día puede hacer una idiotez, ya sabes como se las gasta. - Si, pero explícate mejor, no te comprendo. - Quiere a Tony, se fue por eso de la fiesta. Y me temo que sea Anja quien pague los platos rotos, será mejor qué la vigilemos un poco. - Ahora qué lo dices es verdad. No té preocupes, Ingrid y yo cuidaremos de Anja.
TRAICION Y VENGANZA 1. EL COMPLOT AÑO: 2233 LUGAR: LA TIERRA. El consejero Dimitri Kristchenko se dirigía a la reunión. Aquellas reuniones secretas a altas horas de la madrugada no le gustaban, pero sabía que el consejero Warren y el Jefe del Consejo eran muy dados a ellas, sobre todo cuando se trataba de fastidiar a alguna de las otras Federaciones. Cuando entró en la sala, tres personas estaban ya allí. Eran el Jefe del Consejo, el consejero Warren y el consejero Adzid, representante de los países árabes. Llegó a su asiento y se acomodó junto a ellos. - Señores consejeros- dijo el Jefe del Consejo- les he convocado a esta reunión secreta para informarles acerca de unas noticias que hemos recibido hace poco. La primera es el descubrimiento de un proyecto secreto de la Federación Europea llamado VULKAN. Es muy peligroso, ya que influye directamente en las economías de nuestros respectivos bloques. - De qué forma nos influye?- preguntó el consejero Adzid. - Por una parte a América. La construcción de ese tipo de naves puede reducir más de un setenta por ciento nuestros ingresos directos por venta de material bélico y también su sistema de navegación, ya que emplea un nuevo sistema operativo que es mejor que nuestro W-2232. Por otra a Rusia, ya que en vez de utilizar misiles tácticos y los cañones de plasma fabricados por ustedes-hizo una seña al consejero Kristchenko- utilizan unos micros misiles y aceleradores de partículas de fabricación europea. Y a la Unión Árabe por que no utiliza gas extraído de las estrellas, ni de los escasos pozos de gas de la Tierra, si no agua. Seria el caos de nuestra forma de vida. - La Federación Americana espera este año tener unos beneficios netos de cien mil trillones. Con ese proyecto, para este año dejaremos de percibir cerca de noventa mil y no podríamos hacer las doscientas cincuenta mil naves que tenemos proyectadas- dijo el consejero Warren. - Nosotros, Rusia, tendremos este año unas ventas de cincuenta mil trillones. Con esas nuevas armas dejaríamos de percibir el setenta y cinco por ciento de beneficio. - Si se utilizara el agua, nuestra economía se rompería- dijo el consejero Adzid. - Bueno, señores y eso no es todo. Europa se ha saltado nuestro embargo a los piratas. Hace un año interceptamos un convoy con alimentos que iba hacia una de estas colonias. Ellos lo negaron, decían que iba dirigida a la base Olympus, pero nuestros espías descubrieron que iba dirigida a una colonia llamada Jera, situada en el cinturón de asteroides. Hace un mes, uno de nuestros destructores fue mandado a la citada colonia, y descubrieron que estaba abandonada. Pero gracias a un golpe de suerte, descubrimos que sus habitantes habían sido trasladados a la colonia Altaír, donde nuestro gobierno no tiene jurisdicción. Además, basándose en una ley interna de su Federación, dieron un indulto a todos estos criminales- dijo el Jefe del Consejo. - Creó que deberíamos de aplicar un castigo a la Federación Europea- dijo el consejero Warren. El resto asintió. - Mañana van a presentar el proyecto VULKAN al Consejo. Creó que seria "conveniente" que rechazáramos el proyecto- dijo el Jefe del Consejo- y aprobáramos una ley por la cual a partir de ahora, ciertas colonias situadas cerca del cinturón de asteroides pasaran a formar parte de nuestras respectivas Federaciones. Claro que nos las repartiríamos de forma "democrática". Además vamos a dictar una circular inmediata por la cual el cuerpo de Intendencia será desmantelado y sus efectivos pasaran a formar parte de la Fuerza. Todas las funciones que llevaba antes a cabo este cuerpo pasaran a la Armada. - Es muy satisfactorio- dijo el consejero Adzid-, pero creó que esto enfurecerá al consejero Gerard y al consejero Nurb. - No podrán hacer nada. Por eso nos hemos reunido a estas horas. Con sus votos favorables aprobaremos la ley, la circular, rechazaremos el maldito proyecto y nuestras federaciones saldrán beneficiadas- dijo el consejero Warren. - Otra cosa- dijo el Jefe del Consejo-, seria conveniente que usted, Adzid apoyara hasta el último momento al consejero europeo. Todos se pusieron de acuerdo. El Consejo se reunió al día siguiente. La Sala del Consejo estaba llena de gente. El consejero Gerard estaba sentado junto con el resto de los consejeros. Estaba confiado de que el proyecto VULKAN saliera adelante gracias a los votos de los consejeros Nurb y Adzid. Entró el Jefe del Consejo en la sala y todos los presentes se pusieron de pie. Al sentarse este, todos se sentaron. La sesión dio comienzo. Un secretario se levantó de su asiento y, saludando al Consejo, se dirigió al estrado y dio comienzo a la sesión.
- Señores consejeros, respetable publico, el primer punto del orden del día es la aprobación por parte del Consejo del llamado proyecto VULKAN, presentado por el consejero Gerard, de la Federación Europea. Esta avalado por el consejero Adzid, de la Unión Ár abe y el consejero Nurb de los Países Neutrales. Tiene usted la palabra, consejero Gerard. El secretario volvió a su asiento. El consejero europeo se acercó al estrado. - Honorable Jefe del Consejo, señores consejeros, respetable publico, señores y señoras. Les voy a exponer el proyecto VULKAN, una nueva forma de entender la defensa de nuestra forma vida. Nuestra nueva meta es ampliar nuestras fronteras más allá del cinturón de asteroides, salir al profundo espacio e incluso, abandonar nuestro querido Sistema Solar. Pero con las obsoletas naves actuales esto no es posible, ni siquiera con los ya aprobados nuevos proyectos de la Federación Americana. Europa va más allá. En el siglo XX logramos salir de la Tierra e incluso pisar la Luna. En los siglos XXI y XXII fue de expansión y colonización de los planetas cercanos y la explotación comercial del cinturón de asteroides. Ahora, en el siglo XXIII, en este día, veinte de febrero del dos mil doscientos treinta y tres se abre una nueva frontera, el viaje a otros sistemas solares, la búsqueda de otros lugares en condiciones similares a nuestro planeta y la toma de contacto pacífica con otras civilizaciones extraterrestres. Hemos intentado crear más planetas como el nuestro, pero solo hemos logrado hacer pequeños c entros de vida, planetoides donde se podía cultivar y que podrían alimentar a una reducida población. Sabemos que nuestro querido planeta esta masificado, y nuestros recursos son cada vez más cortos. Primero fueron los minerales, después fue el petróleo y en un futuro será la comida. Con el proyecto VULKAN podríamos viajar a otros sistemas en un tiempo record. En vez de tardar dos o tres décadas en llegar, tardaríamos si acaso una. Y eso no es todo. En la vertiente bélica tendríamos la fuerza de ataque y defensiva más impresionante de la Tierra, los llamados cazas Vulkan. Tengo grabaciones de pruebas realizadas por militares pertenecientes a nuestra Federación y de situaciones de combate real que son significativas. Es un paso adelante en la carrera espacial. El consejero sacó de su bolsillo un holoCD y lo puso en una terminal. Todo el mundo vio las pruebas realizadas por Marc e Ingrid y el ataque a los cazas piratas. El consejero volvió a hablar. - Bien, señores consejeros, después de esto solo queda que ustedes decidan. El consejero se retiró a su asiento. El secretario volvió al estrado. - Señores consejeros, voten la propuesta. Votos en contra. Los consejeros ruso y americano levantaron la mano. El consejero europeo estaba contento. - Bien, votos a favor- volvió a decir el secretario. Los consejeros Nurb y Gerard levantaron la mano. Este último miró con ira al consejero árabe que no se inmutó. - Abstenciones- volvió a decir el secretario. El consejero Adzid levantó su mano y acto seguido se levantó de su asiento y se dirigió hacia el estrado. - Señores consejeros. Nuestro voto a la propuesta no tiene razón de ser. Nuestra Unión es pobre y no tenemos los suficientes recursos como para seguir apoyando a nuestra hermana Federación Europea. El consejero volvió a su asiento y el secretario habló de nuevo a todos los presentes. Los consejeros Nurb y Gerard estaban enfurecidos. Comprendían que todo era una maniobra de las federaciones americana y rusa - Señores consejeros, se ha producido un empate. En casos como este el honorable Jefe del Consejo es quien decide. Voto a favor o en contra. La parte inferior del estrado se iluminó de color rojo. El Jefe del Consejo votó en contra. Enfurecido, el consejero europeo pidió la palabra y se dirigió al estrado. - Señores y señoras, esto es una burda burla a nuestra Federación. Exijo que la votación sea anulada. - Yo lo apoyo- dijo el consejero Nurb-. Esto es una de las maniobras que nos tiene acostumbrado el corrupto orden que nos gobierna. El Jefe del Consejo se levanto de su asiento y habló. - Señores consejeros- dijo con voz calida, pero imperiosa- la votación esta ya hecha. Si quieren anular la votación deberán esperar a nuestra próxima sesión, dentro de un mes. Se volvió a sentar. Los dos consejeros se sentaron en sus asientos, enfurecidos. El secretario volvió a hablar. - La propuesta ha sido rechazada por el Consejo. Pasemos al segundo punto. Es una propuesta de la Armada, quiere que el cuerpo de Intendencia desaparezca como tal y que entre a formar parte de la Fuerza. El almirante Hurt tiene la palabra. Un hombre de mediana edad, vestido con uniforme de gala de almirante subió al estrado. - Honorable Jefe del Consejo, señores consejeros, respetable publico, señores y señoras. La propuesta de la Armada tiene razón de ser. Durante el siglo XXI fue creado un nuevo orden en el ejército,
muy bueno para aquella época, pero obsoleto para esta. La Armada e Intendencia duplican sus funciones. Lo que hacen ellos lo hacemos nosotros. El almirante salió del estrado. El consejero europeo fue hacia el estrado. - Honorable Jefe del Consejo, señores consejeros, respetable publico, señores y señoras. Las palabras dichas por el almirante no tienen razón. Intendencia cumple las mismas funciones que la Armada, es verdad. Pero hay sitios donde la Armada no llega y ellos si. Protegen a nuestras colonias del espacio con bastante eficacia, mientras que la Armada abandona a su suerte a otras colonias. El consejero se retiró del estrado y se sentó. El consejero Warren salió a la palestra. - Honorable Jefe del Consejo, señores consejeros, respetable publico, señores y señoras. En esto tengo que quitarle la razón. Nuestra gloriosa Armada defiende los derechos de la gente...- fue interrumpido por el consejero Nurb. - Defiende derechos?, no señor consejero- dijo enfurecido-. Abandona y oprime a las colonias que resultan rentables y las obligan unirse a los bloques americano o ruso. Además las que no pueden conquistar son acusadas de piratería para perseguirlas y exterminarlas. - Usted no tiene la palabra, consejero- dijo la voz del secretario-, si no atiende al turno será desalojado por la fuerza. El consejero se sentó y dejó de hablar. Warren continuó. - Como iba diciendo, nuestra gloriosa Armada defiende los derechos de la gente y persigue a los delincuentes. En cambio Intendencia solapa a piratas y delincuentes. Esta vez no fue el consejero Nurb, si no un oficial de alto grado, un general, perteneciente a Intendencia. - Eso es falso, no ayudamos a piratas, los perseguimos. La Armada resulta inoperante contra ellos- dijo, pero fue obligado por dos soldados a sentarse. El consejero Warren volvió a su asiento. El secretario volvió a hablar. - Voten, señores consejeros, en contra. Los consejeros Nurb y Gerard levantaron sus brazos. - Bien, a favor. El resto de los consejeros levantaron sus manos. - La propuesta ha sido aprobada. A partir de ahora el cuerpo de Intendencia desaparece y es incorporado a la Fuerza. El general intentó protestar, pero los dos soldados que tenia a su lado le hicieron desistir. - Bien, vamos al tercer y ultimo punto. Es la propuesta de las federaciones americana, rusa y árabe para castigar a la Federación Europea por ayudar a unos piratas. El consejero Gerard salió al estrado, malhumorado. - Según parece, el punto anterior y este tienen algo en común. En el fondo de todo esto hay un agravio comparativo. Intendencia a hecho algo que la Armada nunca pudo hacer. Hace seis meses conquistaron la colonia Jera, famosa base pirata. Desde hace más de cincuenta años, la Armada intentó conquistarla, pero fue rechazada y derrotada por los piratas. Con las naves destruidas formaron una barrera infranqueable que ninguna nave de la Armada pudo atravesar. Decidieron oprimir a la colonia, hasta llevarla a la miseria. No les importó matar de hambre a sus habitantes. Como he dicho antes, hace seis meses cayó esta colonia. Sus habitantes fueron trasladados a Altaír, donde fueron acogidos por sus habitantes. El gobernador de la colonia, el coronel Hanssen, llegó a un acuerdo con el líder de los infortunados piratas, Max Keir, por el cual se les ofrecía el indulto a cambio de que ellos dejaran su actividad. Este aceptó y la Federación Europea, gracias a un estatuto interno de nuestra federación, los dejó libres de todo cargo. Ahora conviven pacíficamente con los habitantes de Altaír. El consejero se retiró del estrado. El secretario volvió a hablar. - Señores consejeros, en contra. Nurb y Gerard levantaron sus brazos sin ganas, sabían que perderían. - A favor. Los representantes de América, Rusia y los Países Árabes la secundaron. - La propuesta es aceptada, el Jefe del Consejo tiene la palabra- dijo el secretario retirándose. - Señores consejeros, respetable publico, señores y señoras. Por las facultades que me dan mi cargo condenó a la Federación Europea a pagar al Consejo la cantidad de doscientos trillones como multa por apoyar a conocidos delincuentes. Además se quitan de su control las colonias Altaír, Deria y Girau, pasando a formar parte de nuestra Federación. También se decreta un embargo comercial durante un año. La Federación Europea no podrá comerciar ni utilizar ninguna estación orbital perteneciente a ninguna federación, y durante el mismo tiempo su derecho a voto en este consejo queda anulado. El Jefe del Consejo terminó su sentencia. Los consejeros Nurb y Gerard conversaron un momento. Gerard pidió la palabra. - Jefe del Consejo, resto de los consejeros, respetable público, señores y señoras. De común
acuerdo entre el representante de los Países Neutrales y yo mismo, a partir de ahora nuestras respectivas federaciones se alían y forman frente común contra el corrupto y dictatorial gobierno de ustedes. También abandonamos el Consejo y formamos la Unión de Naciones Libres. Tenemos el consentimiento de nuestros respectivos gobiernos. Y diciendo estos ambos se levantaron de sus asientos y abandonaron la sala. Nadie dijo nada. - Señores- dijo la voz dura del Jefe del Consejo-. Mi decisión después de esto es la de que a partir de hoy el Consejo estará compuesto por los representantes de América, Rusia y los Países Árabes. La Federación Europea y los Países Neutrales se auto expulsan de este Consejo y dejan nuestra ala protectora. A partir de hoy son declarados en rebeldía. El secretario se acercó al estrado. - La sesión ha terminado. Varios días después de esto, el exconsejero Gerard llegó a la sede de la recién nacida Unión Europea. Había pasado por muchos peligros para huir del territorio dominado por el Consejo. Por fin estaba a salvo. Entró en un despacho y lo recibió el presidente de la Unión. - Siéntate Paul- dijo el presidente-, tenemos que hablar. Gerard se sentó. - Señor presidente, no tuvimos elección. - Si ya lo sé. Se esperaba desde hace tiempo alguna jugada de este tipo. Estate tranquilo, has obrado bien. Gerard, más tranquilo, se relajó. - Y ahora qué?- preguntó Gerard. - Seguiremos adelante con el proyecto VULKAN y nos prepararemos para una eventual guerra.
2. ¿UN NUEVO ORDEN? AÑO: 2233 LUGAR: COLONIA ALTAIR-MARTE. Los meses pasaron en Altaír. Los piratas se unieron a la colonia y rápidamente fueron parte de ella. Además crearon una segunda colonia en el interior del planetoide, en la parte no explorada. En ella montaron granjas y refinerías de minerales. Los primeros meses fueron duros, pero los soportaron bien. El gobernador llamó a Tony y a Marc a su residencia. Algo estaba pasando. - Comandantes- dijo él-, el asunto que vamos a tratar es importante. - De qué se trata, señor?- pregunto extrañado Marc. - He recibido una comunicación de nuestra federación. Han ocurrido graves incidentes en la Tierra. - Qué ha pasado?- dijo Tony intrigado. - La Federación Europea ha desaparecido. Toma el antiguo nombre de Unión Europea y se ha desvinculado del Consejo. Y lo peor es qué el Consejo le ha quitado el control de nuestra colonia. Dejan que los gobernadores tomen la decisión final. - Creé que habrá guerra?- dijo muy serio Marc. - No lo sé, Marc, no lo sé. El presidente nos da libre elección. Podemos unirnos a Europa o formar parte de América. La decisión es nuestra. - Gobernador, creó que debemos obediencia a nuestra federación, deberíamos unirnos a Europadijo Tony. - También hay otra noticia que les incluye a ustedes dos- dijo el gobe rnador. - Cual es?- preguntó Marc. - El cuerpo de Intendencia ha desaparecido. Ahora forman parte de la Fuerza. - Eso es imposible!- dijo enfurecido Tony. - Es posible. Pero lo han hecho. Y creó saber cual es la razón. Quieren dejar a Europa sin ejército. Formáis parte del ejército americano. Tony paseaba nervioso. No sabia lo que hacer. - También me han dicho que dentro de dos días llegará una fragata de la Armada con el nuevo gobernador y una dotación de naves para la protección de la colonia. - Podríamos atacarles con los Vulkan que tenemos. Seria un trabajo limpio- dijo nerviosamente Marc. - No- le dijo Tony-. Mandarían un ejército y la población civil seria la que sufriría todos los males. - Hay algo más. Nos han dicho que los habitantes de Jera deberían de abandonar el planetoide por que van a ser perseguidos como delincuentes- dijo el gobernador. - No hay problema, no los encontraran nunca la colonia, esta bien oculta. Los que se han alistado pertenecen al ejército y no podrán hacerles nada- dijo Tony-. Lo que me preocupa son los Vulkan. - El presidente me dio su última orden. Hay que destruir los Vulkan antes de que caigan en poder de los americanos. - No se preocupe por eso. Yo mismo me encargaré de ello- dijo Marc-. Será mejor que regresemos al puerto, tenemos trabajo. - Si- dijo Tony-, póngase en contacto con el profesor y dígale lo que pasa. Los dos se despidieron del gobernador. En poco tiempo volvían a estar en el puerto. Reunieron a todos los pilotos y cadetes en la explanada del puerto. - Pilotos, cadetes. El comandante Lefebre y yo hemos sido llamados por el gobernador. Se nos ha comunicado unas malas noticias. A partir de dentro de dos días esta colonia dejara de pertenecer a la Federación Europea, pasara a integrarse en la americana. Además el cuerpo de Intendencia ha sido suprimido. Todos sus efectivos pasan a la Fuerza. Las naves serán requisadas y pasaremos a ser soldados de pie. El presidente de la antigua Europa nos ha dado una última orden: destruir los Vulkan. Un murmullo se escuchó entre todos los soldados. Helenna fue la primera en reaccionar. - Cual ha sido la reacción de la Federación? - Se han separado del Consejo- le contestó Marc-. Nos han dado libertad de elección, podemos elegir entre enfrentarnos a ellos o acatar las órdenes. - Creó que deberíamos de plantarle cara- dijo el cadete Arthur Kier-. Durante más de cincuenta años los resistimos en Jera. - Si cadete- dijo Tony-, pero debemos pensar en los civiles de la colonia. La Armada actuará sin piedad. - Necesitó un grupo de voluntarios para destruir los Vulkan- dijo Marc. - Señor- volvió a decir Arthur- no hace falta destruir-los. En nuestra colonia tenemos una cripta
secreta, construida por nosotros. Nadie puede detectarla y aún menos esos estupidos de la Armada. La tenemos para casos de emergencia. Es lo suficientemente grande como para poder meter allí más de cien naves. Además podríamos trasladar el laboratorio del profesor al asentamiento. - Buena idea, cadete- dijo Tony-. Marc ponte en contacto con e l profesor y díselo. Transportaremos las naves hacia la colonia Jera 2. - Entendido- dijo Marc. Rápidamente se pusieron en acción. Los pilotos subieron a las naves y estas fueron trasladadas al asentamiento. Arthur se lo explicó a su padre, el cual acept ó sin reservas. Mientras Marc se puso en contacto con el profesor. Este accedió a trasladar su laboratorio al asentamiento. Como estaba previsto, dos días después llegó el convoy de la Armada. Estaba compuesto por tres naves, una fragata, un destructor y un transporte de naves. En el puente de mando de la fragata, el almirante Newman vio la figura del planetoide. Junto a él, la plana mayor de su unidad esperaba para recibir las órdenes de desembarco. - El desembarco se realizará dentro de unos minutos, señor- dijo el coronel McAlister. - Bien, que estén preparados los pilotos y los marines- dijo el almirante-. Comandante Harris, creé usted que encontraremos resistencia? - No lo sé, señor. El presidente europeo dio total libertad de elección a los habitantes de la colonia. No creó que tengamos problemas. - Señor, hay una comunicación desde la colonia- dijo un joven teniente. - Pásela al comunicador, teniente- dijo el comandante. El teniente cumplió la orden. - Aquí la colonia Altaír. Identifíquense- dijo una voz autoritaria. - Somos la fragata Slow Death de la Armada- dijo el teniente- en dirección a la colonia Altaír. Con quien estoy hablando? - Soy el capitán Simonsen, de la colonia Altaír. Les estábamos esperando, aterricen en el muelle 5 del puerto. - Entendido, mi capitán- volvió a decir el teniente-, pasamos a realizar la maniobra. Tony, Marc, Helenna, Thomas y el gobernador esperaban la llegada del nuevo gobernador americano. Una guardia de honor, formada por soldados de la Fuerza y pilotos lo esperaban. La lanzadera del almirante aterrizó en el muelle. La compuerta de la nave se abrió y de ella salieron unos treinta marines con pertrechos de combate, seguidos por la plana mayor del almirante y de este. El gobernador, seguido de Marc y Tony se dirigió hacia él. - Soy el coronel Hanssen, gobernador actual de Altaír. Me acompañan los comandantes de Intendencia Sánchez y Lefebre. Ambos saludaron militarmente al almirante. - Soy el almirante Newman, representante de la Federación Americana. A partir de hoy tomó posesión de esta colonia en nombre de América. Mi primera misión es indicarles que el cuerpo de Intendencia ha sido suprimido. Su personal pasa a formar parte de la Fuerza y todas sus naves serán requisadas por la Armada. Los dos comandantes deberán reportar al coronel McAlister el número de pilotos y naves de las que disponen. El almirante se fue con el gobernador en dirección a los edificios del puerto. En ese momento, cerca de doscientos cazas ARES aterrizaban en el puerto. También un destacamento de la Armada compuesto por más de mil marines desembarcó. El cambio en la colonia se dejó sentir rápidamente. Las nuevas leyes que impuso el nuevo gobernador eran dictatoriales. La libertad que antes había en la colonia fue reemplazada por un estado represivo. El estado de sitio se apoderó de la colonia, nadie podía salir a partir de las diez de la noche a las calles, y el que tenía la desgracia de salir era detenido por los marines de la Armada. Las reuniones fueron prohibidas y un aire de temor se difundió por la colonia. Ajenos a todo esto, en el asentamiento, todavía disfrutaban de una libertad que era añorada por la gente de Altaír. Tony fue aquella tarde a ver a Anja. Hacia unos días que no la veía y estaba preocupado. Quedaron como siempre, en el parquecito. Ella apareció, acompañada por Marc e Ingrid. Los cuatro paseaban. - Como estas?- dijo él. - Bien, un poco trastornada por todo esto, y tú? - Bien, ves mi nuevo uniforme.
- Si, me gusta más que el que tenías antes. Era tétrico, todo negro. El rojo tiene otra cosa. Él acarició su mejilla. Ella se apartó levemente. - Perdona- dijo ella-, no lo esperaba. - Soy un torpe. Qué tal van tus estudios? - Muy bien, este año acabó y para el siguiente ingresaré en la Universidad. Creó que estudiaré Medicina, aún no lo tengo decidido. - Así que mi niña va a ser médico?- dijo él, rodeando con su brazo su cintura. - Si, creó que sí. Me gusta el curar a la gente. Los dos continuaron charlando. De vez en cuando la besaba y ella a él. Pronto llegó la hora de que se marchara. La acompañaba hasta su casa y luego, con Marc e Ingrid regresaban al puerto. La actividad de Tony y de los soldados cambió. Ya no se tenían que preocupar de proteger cargueros, ahora lo único que prácticamente hacían era entrenarse en combate cuerpo a cuerpo. Después por la tarde se reunían para tomar decisiones. - Bien, hoy es nuestra primera reunión después de la remodelación. Quiero dar la bienvenida a los recién ascendidos tenientes Martins y Michaels, y al coronel Hanssen que a partir de ahora formaran parte de esta reunión. Capitán Kraüs, empiece. - Después de la nueva remodelación, el coronel queda como oficial nuestro. Él deberá responder ante el almirante Newman, nuevo gobernador de la colonia. El escuadrón queda ahora dividido en dos secciones, una al mando del comandante Lefebre, en la cual sus auxiliares son el capitán Simonsen y el teniente Martins y otra mandada por el comandante Sánchez, teniendo como auxiliares al teniente Michaels y a mi misma. El escuadrón pasa a ser compañía y esta dividida en dos unidades. La primera unidad esta dirigida por el comandante Lefebre y se divide en dos escuadras, una formada por los antiguos pilotos de la desaparecida ala Vulkan y otra formada por cadetes, en total cuarenta soldados. La segunda unidad esta dirigida por el comandante Sánchez, formada por otros cuarenta soldados y también los soldados que había de la Fuerza. En total unos doscientos soldados. - Comandante Lefebre. - Mi unidad será dividida, como ha dicho antes la capitán, en dos escuadras, una mandada por el capitán Simonsen y otra por el teniente Martins. El capitán se encargara de los cadetes y el teniente de los soldados. - Tiene algo que objetar capitán Simonsen?- dijo Tony. - No nada, señor. - Continué, capitán Kraüs. - La unidad del comandante Sánchez esta dividida de la misma forma que la anterior, en dos escuadras, la de los soldados mandada por mí y la de los cadetes mandada por el teniente Michaels. - Esta reunión solo era para eso. Si el coronel tiene algo que decir. - Nada comandante, la capitán lo ha explicado muy bien todo. - Bien, la reunión ha acabado. Los días pasaban con monotonía para todos, y en especial para Tony. Por las tardes paseaba con Anja, y era lo único interesante. Echaba de menos las misiones de protección de convoys. Alejados de la realidad que sucedía en la colonia. Esta se había vuelto triste, y más de una vez deseó que Europa le declarara la guerra al Consejo, pero esto no ocurría. El nuevo gobernador de Altaír, el almirante Newman, estaba enfurecido. Sus espías no tenían noticias ni de los piratas ni aún menos de los famosos cazas Vulkan. - Como puede ser esto?- dijo enfurecido-. No pueden haber desaparecido como por arte de magia. - Señor- dijo su segundo al mando, el coronel McAlister-, según parece, antes de llegar nosotros el gobierno europeo dio ordenes de sacar a los piratas del planetoide. De los cazas, el coronel Hanssen dice que recibió órdenes del presidente europeo para que fueran destruidos. - Bien. Tiene la lista de naves requisadas? - Si señor. Cuarenta cazas MRT-500, cerca de veinte DS y una docena de FG. - Basura. Nos están engañando. Sé qué tenían un ala especial, de pilotos entrenados para pilotar los Vulkan, por lo menos veinte. Y no me creó que hayan destruidos los cazas. - Ah, ya ha llegado la teniente Grass- dijo McAlister-. Ha vuelto de su misión a Jera. - Bien, que pasé. El coronel llamó por el intercomunicador. La puerta se abrió y entró una mujer joven, de unos treinta años, muy atractiva. Tenía el cabello moreno y corto. Era bellísima con unos ojos negros profundos. Su forma de andar, muy sensual, hacia que al mirarla su cuerpo mareara. Saludó militarmente al almirante.
- Bien teniente, qué ha descubierto usted? - Nada, señor. Por lo que he visto allí salieron deprisa, pero no dejaron nada atrás. - Donde podrían haber ido? - No lo sé. Sabia que vendrían aquí a esta colonia, pero no sé donde irían después. Según mi información, el gobernador llegó a un acuerdo con Kier para cederles una zona del planetoide, pero no dijeron donde. - Puede retirarse, debe de estar cansada- dijo el almirante. - Si señor- dijo ella. Se giró y salió por la puerta. - Una mujer estupenda- dijo McAlister. - Si, pero no se fié de su apariencia, es una arpía. - Donde la conoció, si no es una indiscreción? - No, John, no lo es. Fue hace cinco meses, en una misión de reconocimiento más allá del cinturón de asteroides. Estábamos patrullando cuando detectamos una pequeña lanzadera. Mandé una nave de reconocimiento. La lanzadera estaba averiada. Después me contó que era una pirata, condenada por los suyos a vagar sin rumbo por el espacio. Cuando la encontramos estaba muy mal, con síntomas de desnutrición. Gracias a ella logramos saber la ayuda de Europa a la colonia Jera. La teniente salió del ayuntamiento. Le gustaba que le llamaran así. Fay Grass, la corsaria era su pasado. Ahora la teniente Fay Grass, miembro de la Armada americana, era su presente. Gracias a su información había obtenido ese rango. Había traicionado otra vez a los suyos, pero a ella no le importaba. En su mente la única palabra que resonaba era venganza. Estaba deseando localizar a Arthur o Max, para que supieran lo qué era su furia. Cuando se dio cuenta llegó hasta la zona habilitada como cuartel de la Armada. Estaba deseando llegar a su habitación, desnudarse, ducharse y meterse en la cama para dormir. En ese momento pasó delante de ella un joven soldado. Se digirió a él. - Soldado- dijo ella insinuadora mente. - Si, mi teniente- dijo el joven. - Quiero que me acompañes, tengo un trabajo para ti. - Si, mi teniente. Lo había pensado mejor. Mejor que ducharse y acostarse sola era hacerlo con compañía, además hacia por lo menos una semana que no se acostaba con nadie, el almirante era un zorro y cuando mandó a Fay a Jera la hizo acompañar de chicas. Así que esa noche lo pasaría bien, pero que muy bien. Había transcurrido ya un mes desde la llegada de los americanos. El profesor Kristianssen, en el asentamiento, estaba contrayendo seis nuevos cazas. Unidos a los que ya había, hacia un total de cincuenta. Los ingenieros y mecánicos que le habían proporcionado Tony y Max eran muy capaces. Todos los días, salía desde su casa con destino al asentamiento. Siempre se cercionaba de que nadie le seguía. Los americanos darían cualquier cosa por saber donde estaban los cazas y aún más los piratas. Como todas las tardes, Thomas y el teniente Michaels dirigían el entrenamiento de los cadetes. - Thomas, creó que te pasas con los chicos- dijo el teniente. - Eso crees, Alan?- dijo sonriendo Thomas- vamos con más fuerza!, parecéis delicadas mariposas! - Sabes, me recuerdas al sargento que tuvimos en el campamento, recuerdas? - Si, pero yo no soy tan duro- le contestó Thomas. - No me hagas reír, los vas a destrozar, déjalos descansar ya. - No, les quedan todavía diez minutos. - Ayer, cuando acabamos las clases, cuando me dirigía al escuadrón, oí a los chicos que hablaban de ti. - Si?, que decían? - Te llaman el capitán Muerte. Dicen que un día los mataras. - Ya me lo dirán con razón. Les voy a meter veinte minutos más. Thomas ordenó a los cadetes que pararan. Ellos, contentos, formaron. - Bien, aprendices de soldados. Han llegado a mí ciertos rumores de que me llamáis capitán Muerte y por ello os voy a hacer un regalo. - Si mi capitán, cual?- dijo un chico joven. - Hoy vais a estar veinte minutos más practicando con los fusiles. Vamos! Los cadetes volvieron a su tarea. Thomas volvió al lado de Alan. - Ves, la disciplina es la única forma de corregirlos. - Thomas, eres incorregible. Y me extraña que hables de disciplina. Tú eras el más indisciplinado del escuadrón.
Los dos se rieron, y volvieron a recordar viejos tiempos. Parecía que había pasado una eternidad y no hacia más de tres años. Desde una zona del puerto, Fay, observaba a los cadetes haciendo instrucción. Le excitaba ver a aquellos jovencitos jugar a la guerra, le gustaba verlos sudando y como se arrojaban al suelo. Aquel día se llevó unos prismáticos, para observarlos mejor. Quedó muy impresionada por uno de ellos, un joven alto, fornido. Se dijo que tenía que ser suyo. Vio como el joven se arrodilló en el suelo y se quitó el casco. No podía creer lo que veía. Volvió a mirar, si, era él, era Arthur. Fay se dirigió a la explanada. Allí, el capitán de los cadetes los mandó al escuadrón. Con la vista buscó a Arthur. Pronto lo localizó. - Cadete Kier!- le grito ella. Arthur se volvió, al principio no la reconoció, pero después sí. Se puso en tensión. - Ah!, eres tú- dijo él. - Si, maldito idiota. Creíste que estaba muerta, no? - Debí haberlo hecho cuando tuve la oportunidad. - Si, qué te parezco? Sabes me he cortado el pelo, y gracias a ti y a tú padre hasta he adelgazado unos kilos. - Continuas siendo la misma zorra- dijo él-, y por lo que veo te va bien la cosa. Eres teniente, con cuantos te has tenido que acostar para serlo? - Eres un niño pequeño, Arthur- dijo ella acariciando con un dedo su pecho-. A partir de ahora me tienes que saludar, cadete, soy una oficial. - Seas lo que seas, para mí siempre serás una maldita zorra- le contestó él- y si me disculpas, tengo que volver con mis compañeros. - Tranquilo, nos volveremos a ver, muy pronto, antes de lo que crees. Arthur se fue a reunir con sus compañeros. Thomas y Alan lo habían visto conversar con Fay. Se acercó a él. - Arthur- dijo Thomas-, quien ese bombón con quién estabas hablando? - Ella?, una antigua "amiga". - Es muy atractiva, me la tienes que presentar. - Si la conociera como yo no, es muy peligrosa, mi capitán. Aquella tarde Tony paseaba con Anja, como siempre. Iban con ellos Ingrid y Marc, quienes habían ido a comprar algo que comer. Estaban sentados en el parque. - Bien, cariño, qué tal el día?- dijo ella, interesada. - Como siempre, la misma rutina- le respondió él. - Hoy hemos tenido un examen, creó que lo he aprobado- dijo ella abrazándose y besándolo. - Me alegró por ti. En ese momento llegaron Ingrid y Marc. - Queréis?- dijo Marc. - Si, yo si- dijo Anja. Ingrid le dio a su prima una bolsa de patatas fritas. Ella cogió una y le ofreció a Tony. Este metió la mano en la bolsa para coger una, cuando ella, juguetonamente, le cogió la mano dentro. Ambos empezaron a reír. Helenna estaba en su habitación, sola. Estaba mirando en su terminal los gráficos de los soldados. Contando los pilotos, los cadetes y los soldados, hacían un total de doscientos soldados. Comprobó la fuerza de la Armada. Demasiados. Doscientos contra más de mil quinientos. Un golpe en la puerta la sacó de sus pensamientos. Desconectó el terminal y se dirigió a la puerta, la cual abrió. Allí en el pasillo estaba Conrad. - Eres tú- dijo ella, sorprendida. - Tengo que hablar contigo, Hel. - No tenemos nada que hablar. Será mejor que te marches. - Por favor, será solo un momento. Ella le permitió entrar. Se sentó en su sillón y él en su cama. - Qué es lo quieres?- dijo ella. - Te necesito, Hel. Vuelve otra vez conmigo- dijo él, desesperado. - Otra vez con lo mismo ! Mira ya dejamos esta cuestión zanjada. - Solo me dijiste que lo dejáramos, nada más, no me diste ninguna razón. - Bien, te daré una. No te quiero. - Pero... si tú y yo...
- Mira, una vez me dejaste plantada casi en el altar por irte con aquella niñata, y ahora me vienes con esto. Él no sabia lo que contestar, se levantó de la cama, abrió la puerta. Se volvió hacia ella. - Ya no te molestaré más. Helenna se levantó de su sillón y se acercó a él. - No quiero hacerte más daño, olvídame. Quiero a otro. - Podremos ser amigos, no? - Si eso sí, ser amigos si. Y al decir esto, ella le besó en la mejilla. Él se despidió. Ella lo vio desde su puerta como se alejaba por el pasillo y bajaba la escalera. Cerró la puerta y se echó en la cama. Estaba pensando la forma de quitarle Tony a Anja. Arthur, en el escuadrón pensaba en el encuentro que había tenido con Fay aquella tarde. Sabía que a partir de ahora estaría en peligro. Ella intentaría hacerle algo, pero él la vencería, como la venció antes. Fay se dirigió al cuartel general de la Armada. Fue al despacho del almirante. Rápidamente fue recibida. Entró en la sala. - Teniente- dijo el almirante-, qué la trae por aquí? - He visto a uno de los piratas, señor. - Donde?, nadie ha visto uno en el tiempo que llevamos aquí. - Es un cadete, un aprendiz de soldado. - Si?, pero al ser un militar no podemos arrestarlo. - Si señor, pero déjemelo a mí, es un asunto personal. - Lo dejó en sus manos, teniente. Haga usted lo que crea que sea preciso. Puede irse. - Si señor- dijo ella saludándole. Salió por la puerta. En su mente estaba maquinando un plan para darle una lección a Arthur, y de pasó saber donde estaban los piratas. Una semana después, Arthur iba a hacer, como era su costumbre todas las tardes, las practicas de tiro. Llegó al campo de tiro, situado cerca del puerto, y como siempre preparó su arma, una pistola de plasma. Aquel día se le estaba dando muy bien. Normalmente estaba allí una hora y después regresaba a la base. Cuando se dio cuenta esta pasó y se estaba preparando para volver, cuando, al salir del edificio volvió a encontrarse con Fay. - Hola, querido - le dijo ella-, me alegró de volver a verte. - Yo no, si me disculpas tengo prisa, llegó un poco tarde al recuento de la tarde. - Ah, ya. Ahora eres un cadete, no? - Si, y con mucha honra. - Si, pero me parece que hoy no vas a pasar lista, tenemos que saldar viejas cuentas- y diciendo esto hizo una señal con la mano y aparecieron cuatro marines que rápidamente lo rodearon. Él se aprestó para defenderse, pero lo único que sintió fue como un golpe impactó en su cabeza. Después cayó al suelo y perdió el sentido. Alan hacia el rutinario recuento de las tardes. Empezó a pasar lista diciendo uno a uno los nombres de los cadetes. Pronto llego a Arthur. - Cadete Kier, Arthur Kier. Nadie respondió. Era extraño. Ese cadete era uno de los más puntuales. Continuó diciendo los nombres del resto de los cadetes, y al finalizar, volvió a nombrar a Arthur, pero obtuvo la misma respuesta. Nada. Mandó romper filas. Luego se dirigió donde estaba Thomas. - Bien, teniente. - Treinta y nueve cadetes, mi capitán. Falta uno. - Quien falta?- dijo Thomas extrañado. - El cadete Kier. Y la verdad es que me resulta raro, es el más puntual de todos los cadetes que tenemos. - Si, es verdad. Esta en la segunda escuadra, no? - Si. - Vamos, a la escuadra, a lo mejor se ha sentido indispuesto. Los dos tomaron el camino de la segunda escuadra. Cuando iban para allí se cruzaron con Helenna. - Donde vais?, parecéis preocupados. - Si, no es nada. Solo nos falta un cadete de la segunda escuadra- le respondió Thomas.
- De mí escuadra?- dijo ella-, es muy raro. - Y aún más de cuando te diga de quien se trata, el cadete Kier- le dijo Thomas. - Arthur Kier- dijo ella-, la verdad es que es muy extraño. Os acompañó. Los tres llegaron poco después al escuadrón. Vieron a un cadete, qué era quién estaba a cargo ese día del escuadrón. - Cadete, has visto al cadete Kier?- pregunto Alan. - No, no mi teniente, desde después del entrenamiento no. Como todos los días fue al campo de tiro a practicar y todavía no ha regresado. Y la verdad me extraña. Siempre a esta hora está aquí. Los tres lo dejaron. El cadete continuó con sus obligaciones. - Es muy raro- dijo Thomas-, me estoy empezando a preocupar. - Yo también- dijo Alan-, creó que deberíamos buscarlo. - Vayamos al centro de control- dijo Helenna-. Desde allí lo podemos encontrar rápidamente. - Como?- dijo Thomas. - No sé como has llegado a capitán, Thomas. No sabes que desde allí podemos localizar a cualquiera- dijo ella. - No, es la primera vez que lo oigo- dijo Thomas- y tú Alan? - También, es la primera vez. - Es un proyecto nuevo, un experimento del profesor. En un principio se utilizó para detectar quien de nosotros había caído en combate. Pero como pasó todo esto, no tuvimos tiempo para probarlo. En breves momentos llegaron al centro de control. Estaba todo lleno de polvo, ya que hacía un tiempo que no se utilizaba. Los tres se sentaron frente a un terminal. Helenna encendió el terminal. Tardó un momento en estar en funcionamiento. Les explicó como funcionaba. - El profesor ideó un sistema mediante satélite para poder saber en cada momento donde estábamos. Lo inventó un poco después de que Ingrid ingresara como piloto. Nuestras armaduras y uniformes están hechos de un material que es fácilmente detectable. Fue una lastima que el día del ataque al convoy no estuviera operativo. Aja!. Mira esos son Marc, Ingrid y Tony. Ves, se dirigen a casa del profesor a dejar a la estupida de Anja. Alan y Thomas se sonrieron. Ella continuó con el rastreo. - Esos somos nosotros tres, ves. Bien daré la orden de rastreo único. Meteré los datos de Arthur en el ordenador. Cuando pulse el Enter lo empezará a buscar. - Qué es esa barra azul que está al lado del corazoncito?- preguntó Thomas. - Es el estado del piloto. El azul significa que esta operativo. Bien, según parece el señor Kier no esta en el puerto. Bien, déjame pensar. Vamos a rastrearlo por la ciudad, seguro que está allí. Ves, detectado. No, no es posible. - Qué pasa?- dijo Alan. - Esta inconsciente. La barra es de color verde. Si fuera roja estaría muerto. Sus constantes vitales son un poco más bajas de lo normal. - En que zona esta?- dijo Thomas. - En el sector 20.45, cerca del acuartelamiento de la Armada. - Creó que vamos a tener un poco de trabajo esta noche- dijo Thomas levantándose-. Vamos Alan, nos llevaremos a un par de soldados e iremos a por él. - Si, creó que por propia voluntad no iría él tan cerca del acuartelamiento. No sabes como los odia- dijo este levantándose también. - Esperad, donde demonios creéis que vais los dos? - Vamos a por él. Y tú quédate aquí y se lo cuentas todo a Marc y a Tony- le dijo Thomas. - Si, que tú te lo crees. Voy con vosotros. Ya se lo diremos después a esos dos. Y no digáis nada ninguno de los dos, ahora mismo soy vuestro oficial superior. Los tres salieron del edificio. - Creó que deberíamos ir los tres solos- dijo ella. - Si, creo que si- dijo Alan-, pasaríamos inadvertidos. Se dirigieron a la armería. Una vez allí, tomaron armas. - No Thomas, no cojas fusiles- dijo Helenna-, coge pistolas. Thomas tomó una cartuchera y se la lanzó a Helenna. Ella la recogió, se la puso a su cintura y se la ató al muslo. Después metió en la cartuchera dos cargadores y montó el tercero en la pistola y cogió también un scanner de mano. Además introdujo un cuchillo en el compartimiento secreto de una de sus botas. - Bien, estáis ya preparados, chicos- dijo triunfante. - Listos- dijo Thomas-, cuando Tony se enteré de esto nos mata.
3. EL RESCATE AÑO: 2233 LUGAR: ALTAIR-MARTE Poco a poco Arthur recuperaba la conciencia. Intentó mover sus brazos y notó, que aunque podía sentirlos no se movían. Hizo lo mismo con sus piernas que si le respondieron. Abrió los ojos lentamente y sintió un tremendo dolor en su cabeza. Según podía ver estaba sentado. Delante de él había dos tipos vestidos con un uniforme verde pardo. Y escuchó una voz que le resultaba muy familiar. En una habitación al lado de la que estaba Arthur, estaba Fay y cuatro de sus marines. Los soldados que había visto él no eran marines comunes, pertenecían a un grupo especial creado por el almirante. Los utilizaba para casos especiales. El resto de los marines los llamaban los "espías". Y Fay se había integrado rápidamente en ellos. Uno de los marines entró en la habitación. - Mi teniente, el "palomo" se ha despertado. - Gracias, sargento- dijo ella complacida. Hizo un gesto y los seis entraron en la habitación. El marine que vigilaba estaba jugueteando con un cuchillo. Al abrirse la puerta, el soldado lo dejó caer al suelo. Fay le hizo una señal y, cogiendo el cuchillo se dirigió a donde estaba Arthur. Cortó sus ligaduras y volvió a donde estaba antes. - Ya te has despertado, cariño- dijo ella con voz melosa. - Maldita zorra- dijo él tocándose su dolorida cabeza. - Perdona por el golpe. Mis chicos no son muy delicados, pero son efectivos. - Qué es lo que quieres?- dijo Arthur mirándola. - Bueno..., veras..., recuerdo cierta vez, en cierta c olonia en la cual te dije que volvería y aquí me tienes. También dije que sentirías mi furia en tu piel y eso es precisamente lo que voy a hacer- y diciendo esto hizo una señal a uno de los marines-, te voy a arrancar la piel a tiras. El marine se acercó a Arthur e intentó golpearlo, pero este, con una agilidad fuera de lo común, lo esquivó y lo arrojó al suelo. - Muy bien, Arty, muy bien. Me gustas, me excitas- dijo sentándose en una caja cercana-. Machacadlo. Los soldados rodearon a Arthur. Uno de ellos lo agarró por la espalda mientras otro descargó una patada en el estómago de él. Tirado en el suelo, retorciéndose de dolor, oía la sensual voz de ella. - Muy bien, chicos. Dos de los marines lo levantaron del suelo, mientras el que antes había tirado él al suelo descargaba una serie de golpes en él. - Este es por tirarme antes- decía el marine mientras le golpeaba-, este por ser un maldito pirata, y este... - Basta- dijo ella. Se levantó de las cajas y se acercó donde estaba él aguantado por los dos marines. - Chicos, chicos, no le hagáis tanto daño. Cogió su cabeza y la alzó. La estaba viendo allí, frente a él. - Me gustas mucho- dijo lamiéndole su rostro manchado de sangre-. Aunque eso creo que ya lo sabes. Ella se dio la vuelta y le dio una patada con giro en los genitales de él. - Y recordando viejos tiempos, me acuerdo de cierta vez que me golpeaste. Sabes que a las señoritas no se las pega. Volvió a golpearlo, esta vez con un puñetazo en su rostro. Él, mirándola fijamente, le lanzó un sanguinolento escupitajo a la cara de ella. - Esos son los modales que te enseñó tu padre- dijo ella limpiándose su rostro-. Y hablando de él, no lo he visto últimamente, ni a él ni a ese perro rastrero de Sarg, ni a nadie de la colonia. Me gustaría saber donde están. - Antes de decírtelo, prefiero morir- dijo él. - Eso lo vas a conseguir, pero antes me lo dirás, maldito cerdo- dijo, volviendo a golpearlo con furia. Thomas, Alan y Helenna, siguiendo la señal del scanner, llegaron a un edificio, cerca del centro de la ciudad. Alan paró el auto en un oscuro callejón. Los tres se bajaron de él. - Es ese- dijo ella. - Bien, vamos al lío- dijo Thomas desenfundando su pistola. - Alan, ve por detrás, Thomas entra por ese flanco, yo iré por esa puerta, y ya sabéis, cuando detectéis su posición avisad por el comunicador. - Entendido, jefa- dijo Thomas.
Helenna observó la puerta, estaba abierta. Entró en el edificio. Era un almacén, bastante grande. Avanzó por un pasillo, con la pistola apuntando hacia donde miraba ella. Llegó hasta una escalera y escuchó voces cercanas, una de mujer y de varios hombres. Pulsó su comunicador. - Thomas, Alan venid aquí, estoy en la escalera, al lado del pasillo. - Entendido- dijo Alan- voy para allá. - Esperadme, voy. Un momento después estaban los tres juntos. Subieron la escalera, que daba al primer piso y se ocultaron entre unas cajas. Observaron como una mujer joven golpeaba a un joven, que era sostenido por dos marines, mientras otros cuatro los observaba. - A esa tía la conozco- dijo Thomas-. No te acuerdas Alan. - Si era la amiga de Arthur. - Pues vaya "amiga"- dijo Helenna-. Le están pegando una brutal paliza al pobre de Arthur. - Tengo a uno en mí punto de mira- dijo Alan. - Bien- dijo Helenna-, puedes inutilizar a uno de los que sujetan a Arthur? - Si, creó que sí. Helenna le hizo una señal a Alan, él cual asintió y se colocó unos metros más allá de donde estaban ellos. Apuntó a uno de los marines que estaba cerca un fusil. Fay se volvió a acercar a él. Esperaba que lo golpeara de nuevo, pero sorpresa, vio como un disparó fulminaba a uno de sus captores. Al verse libre de uno golpeó de un cabezazo al otro, que cayó, junto a él, inconsciente al suelo. Vio como otro de los marines era también abatido. De las sombr as salieron tres personas a las que rápidamente reconoció. Thomas saltó por encima de las cajas. Uno de los marines intentó sacar su pistola. - No, yo tú no lo haría, forastero- dijo él. Alan rodeó las cajas, y pistola en mano avanzó hasta donde estaba Arthur. - Estas bien?- le preguntó. - Si, mi teniente estoy bien. Le ayudó a levantarse. - Soltad las armas- dijo Helenna con voz autoritaria. Fay estaba furiosa, la habían sorprendido. - Soltad las armas- dijo Fay. Miró a Helenna con desprecio. Alan y Arthur se iban reunir con Helenna y Thomas. Pero Fay, se lanzó contra ambos dando un grito de furia. Los tres rodaron por el suelo. - Cogedlos- dijo Fay en el suelo. Los marines, casi sin que ellos se dieran cuenta cayeron sobre Thomas y Helenna. Alan, tendido en el suelo sintió como Fay intentó golpearle. Reaccionó instintivamente. Evitó su golpe y se levantó de un salto y la arrojó lejos de ellos. Arthur, dolorido, se incorporó. Vio como avanzaban dos tipos hacia ellos. Helenna se había librado de su oponente, y observó como Fay intentaba huir. Dio una voltereta en el aire y se puso delante de ella. - Quítate del medio, zorrita!- dijo Fay, furiosa, golpeando con su pierna en la mano de Helenna, desarmándola. - Ja!- dijo Helenna- de aquí no sales. Fay la intentó golpear. Helenna paró el golpe y le respondió con un barrido a una de sus piernas. Fay cayó al suelo. Ambas se prepararon para pelear. Mientras, Alan y Arthur daban cuenta de los dos marines que les habían atacado. Los dos, tendidos en el suelo no se movían. - Como...?- intentó decir Arthur. - Ahora no preguntes, ese tipo se va a levantar. Uno de los marines intentó levantarse. Arthur se acercó a él y le golpeó brutalmente con una patada en su rostro. Thomas mantenía a raya al marine. Este le había desarmado, Thomas no era un buen luchador, pero se defendía bastante bien. El marine le lanzó un puñetazo, que Thomas esquivó y buscando el punto débil de él, le dio una patada en los genitales al soldado. El marine cayó al suelo pesadamente. No volvió a levantarse. Las dos chicas luchaban denodadamente. Helenna golpeó a Fay en el estomago, y esta a su vez la golpeó en la cara. Las dos luchaban incansablemente. - Bien, zorrita- dijo Fay-, luchas bien, pero no te puedes comparar a mí. - Que tú te lo crees!- le contestó Helenna. Fay intentó lanzarle una patada, pero Helenna, con su mano, le agarró la pierna, la tiró al suelo, y una vez que estaba tendida Fay en él, se lanzó encima de ella y la golpeó con un puñetazo en su estomago y otro e n su rostro. Helenna se incorporó del cuerpo de Fay y le dio una patada en el estomago.
- Cuidado, Thomas!- dijo Helenna, a la vez que se agachaba y sacaba de su bota el cuchillo, que lanzó contra un marine, qué armado con una pistola intentaba disparar contra Thomas. El marine cayó al suelo, atravesado por el cuchillo, muerto. - Te debo una- dijo él. Ella se acercó al cuerpo del soldado y sacó el cuchillo de su cuerpo, limpiando la sangre en el uniforme del marine muerto. - Tenemos que irnos de aquí- dijo Alan-, podrían venir más. Recuperaron sus armas y salieron de aquel edificio. Montaron en el auto y desaparecieron en la oscuridad. Fay recobró el conocimiento. Tenia que reconocer que aquella chica era tan dura como ella misma. Se incorporó a duras penas, le dolía todo el cuerpo. Miró a su alrededor y vio a sus hombres tendidos en el suelo. Dos de ellos empezaban a moverse. Se sentó en una de las cajas y observó la habitación. Dos de sus hombres estaban muertos, uno de un disparo y a otro le habían acuchillado y había un tercero con heridas graves. Los otros estaban como ella, les habían dado una paliza. Sonrió, ya más adelante tendría oportunidad de coger a los cuatro.
4. SUCESOS INESPERADOS AÑO: 2233-34 LUGAR: ALTAIR-MARTE - Sois idiotas los tres!- decía Tony furioso-. Vamos de quién fue la feliz idea de ir solos a buscar al chico? - Fue mía- dijo Helenna-. Fui yo quién lo sugerí. - Si lo hubiera dicho Thomas, me lo hubiera imaginado, ya que esta como una cabra. Pero de ti no me lo esperaba- dijo Tony. - Si no lo hubiéramos hecho, a estas horas el chico estaría muerto- repuso Thomas. - Como esta?- pregunto Ingrid. - Dentro de lo que cabe esta bien. Solo tiene dos costillas rotas, un brazo dislocado y contusiones. La paliza fue brutal- dijo Alan-. Cuando llegamos nosotros vimos como lo apaleaba la tía esa, la teniente de esos cerdos. No sé de donde sacó la fuerza para derribar de un cabezazo a ese tipo y después pegarle una paliza a otro. - Si- dijo Thomas-, ese chico es algo fuera de lo común. No sé como lo soportó. - Donde esta?- preguntó Marc. - En el hospital. El médico le ha dicho que guarde reposo durante un par de meses- dijo Helenna. - Por lo menos podíais haberme llamado, no?- dijo Tony. Helenna le contestó. - Si, e interrumpir tú hermoso idilio con esa idiota de Anja. Ingrid la miró y se sonrió con Marc. Ambos sabían que las dos se odiaban a muerte. - Eso es otro tema que no le interesa a nadie- le respondió bruscamente Tony-. Y además mi relación con Anja es... Tony fue interrumpido por Marc, quien suponiendo la tormenta que se avecinaba prefirió cambiar de tema. - Y como demonios averiguasteis que lo tenían allí? - Qué te lo explique la señorita- dijo Thomas, divertido por la situación, ya que veía la contestación de Helenna solo como un repentino ataque de celos. Helenna se tranquilizó. - Bien, no sé si recordaras, Ingrid, que tú padre instaló el sistema de búsqueda en el centro de mando- dijo ella. - Si, lo recuerdo. Fue después del ataque al convoy- dijo Ingrid-. Ideó un sistema de búsqueda basado en la detección de nuestros uniformes. Como sabéis, las armaduras y uniformes que llevamos están hechos de un material llamado traslak. Este material tiene la particularidad que desprende cierta energía. Gracias a esto, mi padre ideó un sistema conectado a un satélite por el cual podría saber, en que posición nos encontrábamos cada uno de nosotros. Además podría saber si estábamos heridos, o muertos. Pero entonces pasó lo del Consejo. - Si- dijo Helenna-, no pudo ser probado. Cuando me encontré con estos dos y fuimos al escuadrón y no estaba, rápidamente pensé en él. Así que se lo comenté y gracias al sistema lo encontramos. - Si me habéis dicho bien, matasteis a tres soldados- dijo Tony. - Si creo- dijo Helenna-, a tres. Uno lo maté yo con mi cuchillo, ya que iba a disparar contra Thomas, Alan dio cuenta de otro. - Y yo, por accidente, acabe con otro- dijo Thomas-, solo tenia intención de inutilizarlo, pero ya sabéis como disparo. - Si- dijo Alan-, fue un verdadero milagro que no nos dieras a nosotros. - Veremos si esto no nos trae más problemas. Podéis retiraros, debéis de estar cansados- dijo Tony. - Si- dijo Thomas. Todos se fueron de la sala de reuniones, todos excepto Helenna, que se quedó sentada. Tony se levantó de su asiento y ya se disponía a irse. - Perdóname- dijo Helenna. - Qué quieres que te perdone?- le contestó él. Se acercó su lado y tocó con sus manos los hombros de ella. - Lo que te dije antes, delante de todos. - Eso, no tiene importancia. Pero lo que has hecho esta noche sí. Me preocupé, no solo por ti, sino por los cuatro. Imagínate cual fue mi sorpresa cuando pregunté por ti para preparar la reunión de mañana, cuando va el oficial de guardia, el teniente Martins y me dice que los tres habíais salido en un auto. Y peor aún cuando me vino el cabo de la armería y me dijo qué os habíais llevado con vosotros las armas. Pero lo peor fue cuando volví al cuerpo de guardia y teniente Martins, que por cierto lo sabia todo, va y me dice tan
tranquilo que habíais salido a buscar a un cadete que había desaparecido. - Te preocupaste?- dijo ella, levantándose de su asiento y enfrentándose a él. - Tú que crees. - Si, es verdad. Ahora que lo pienso fríamente, veo que hicimos una idiotez. Deberíamos haber llevado unos soldados con nosotros, tal vez no hubiese muerto nadie. - Si, pero no es la primera vez que matas a alguien- dijo Tony. - Si, pero fue distinto, incluso cuando atacamos Jera. Fue distinto. Cuando le tiré el cuchillo a aquel marine no lo pensé, fue instintivo. Quizás fuera por que iba a matar... Helenna no pudo continuar, rompió a llorar. Tony la abrazó, la reconfortó. - Venga, no llores. - No, me siento fatal. Lo hice instintivamente, sin pensarlo, era elegir entre Thomas y ese marine, fue tan... Ella no pudo continuar, lloraba nerviosamente. - Nuestra vida es así, somos soldados. Es nuestro trabajo. Ella alzó su vista y lo vio allí. Era Tony, el Tony que ella amaba. Cuando se dio cuenta estaba besándolo en los labios. - No, Helenna- dijo él apartándola-, no lo vuelvas a hacer. - Perdona. Helenna se fue de su lado, abrió la puerta y se dirigió a su habitación. Con las luces apagadas se desnudó y se metió en la cama. Estaba muerta, cansada y al poco rato se quedó dormida llorando. Al día siguiente, Thomas, antes de irse para instruir a los cadetes se acercó donde estaba Helenna conversando con otra chica. - Helenna- dijo él. La chica saludó a Thomas, y después se marchó. - Qué quieres?, no tenias que ir ahora a machacar a los cadetes. - Si, pero antes quería hablar contigo, darte las gracias. - No es nada, eres mi amigo, era... - Helenna, cuando me necesites allí estaré, sea la hora que sea- dijo él casi llorando- te debo lo más preciado, mi vida. Helenna estaba alucinando, era la primera vez que veía a Thomas en ese estado, por fin demostraba ser humano. Lo abrazó y le dio un beso en la mejilla. - Oye, Thomas. Como se te ocurrió decirle aquello a ese tipo cuando fue a sacar su arma? - No lo sé, fue lo primero que se me vino a la cabeza. Cuando era más pequeño, mi padre y yo veíamos viejas películas del oeste, pensé que era apropiado decirlo, no? - Si creó que si. Ahora volvamos al trabajo. Los dos se despidieron. El almirante se había enterado de la escaramuza de la noche anterior, y para confirmarlo, llamó a Fay a su despacho. - Bien teniente, qué tiene usted que contarme?- dijo de forma inquisitoria. - No se referirá al incidente de anoche?- dijo ella, con cara de no haber roto un plato. - No se intente reír de mí!, sé por fuentes muy fiables lo que sucedió ayer, solo quiero que usted me lo cuente. - Perdone, señor. Lo de ayer fue un "accidente" solo eso, un pequeño "accidente". - Pequeño accidente?, no me diga teniente. Murieron dos hombres y hay otro medio muerto. Y no hay nada más que ver su aspecto para ver que usted tampoco salió bien parada. El rostro de ella estaba lleno de moretones y de algunos cortes en la ceja, en la mejilla y en la nariz. - Verá, señor- dijo ella, sobre todo poniendo énfasis en el "señor"-, capturamos al pirata y lo llevamos a un almacén cercano al acuartelamiento. Me cuidé de que no nos seguía nadie. Allí lo interrogamos "delicadamente" para sacarle donde estaban el resto de los piratas, pero el condenado se puso duro, muy duro. Mis marines tuvieron que "persuadirlo" para que hablara, y cuando empezaba a flaquear, aparecieron esos tres, los dos capitanes y el teniente. No sé como nos encontraron. Solo sé que aparecieron, y armados. Mataron a uno de los marines e hirieron a otro. En un descuido, pude ordenar a atacar a los marines contra ellos. Luché contra uno de ellos, una chica. Nos vencieron. Cuando desperté vi que otro de los marines estaba muerto y ellos habían desaparecido. El almirante la miró de arriba abajo, después sonrió. - Y por lo que veo la paliza que le dio fue monstruosa. Y según me han informado, los soldados están peor que usted.
Fay no contestó. Se guardo para ella las disculpas y solo asintió. - Bien, puede retirarse, y la próxima vez antes de hacer otra cosa de estas infórmeme personalmente. Le proporcionaré los hombres necesarios. Ella saludó y salió por la puerta. Ya se vengaría de ella. Tony se reunió con el coronel en la sala de reuniones. Le informó de lo que había sucedido la noche anterior. - Qué le parece? - Qué quiere que le conteste, Tony. Los chicos hicieron bien. Los cadetes son responsabilidad nuestra. - Si, ya lo sé, señor, pero se expusieron los tres a un incidente con la Armada. - El almirante no dirá nada, y aún menos tratándose de su cuerpo de élite. Quedaron como lo que son, unos inútiles. Felicite a los capitanes Simonsen y Kraüs y al teniente Michaels. Son unos valientes. - Si señor, pero debieron de comunicarse con Marc o conmigo. - Le voy a dar un consejo, Tony. Deje que sus subordinados tomen de vez en cuando algunas decisiones por si mismos, sin su consentimiento. Así aprenderán de sus errores. - Si señor. - Y no se preocupe, ya los americanos saben a lo que atenerse con nosotros. El coronel tenía razón. El almirante americano ya había descubierto que no estaban tratando precisamente con unos soldados desmoralizados como creía. Se dio por acabada la reunión y ambos volvieron a sus quehaceres. Aquella tarde, no se celebró la reunión ya que Tony decidió que descansaran un poco. Un poco más tarde se reunió con Marc e Ingrid. - Qué tal están los héroes?- dijo Ingrid-, hoy no he visto ni a Helenna, ni a Thomas, ni a Alan. - No lo sé- dijo Tony-. He estado ocupado y no los he visto en todo el día. Supongo que estarán bien. - Bien, nos vamos- dijo Marc. - Si, vamonos. Como todas las tardes salieron a pasear. Recogieron a Anja, a la cual su prima le contó la aventura que tuvieron la noche anterior Helenna y Thomas. - No me extraña tratándose de Helenna- dijo Anja. - Ya sabes a lo que atenerte con ella- le dijo irónicamente Ingrid. Aquella tarde, Helenna y Thomas fueron a ver a Arthur. Estaba en el hospital tendido en la cama. - ¿Qué tal estas?- le preguntó Thomas. - Bien, mi capitán, un poco dolorido. - Mira, cuando estemos solos no hace falta que nos trates con los rangos. Será mejor que nos tuteemos- dijo Helenna- no te parece? - Si, creo que sí- dijo sonriendo. - Les dimos una buena paliza a esos matones- dijo Thomas triunfante. - Si, es verdad- dijo Arthur-, y no me explicó como Helenna le dio la paliza a Fay. Es una luchadora implacable. - No lo sé- dijo ella, tomando su mano. - Lo que más me alucinó fue, que después de la paliza que te dieron tuviste suficiente fuerza como para golpear a aquellos dos tipos- dijo Thomas, extrañado. - Ni yo mismo lo sé, tal vez fuera la rabia interna que tenia, el odio hacia Fay, no lo sé. - Cuéntanos algo más acerca de ella- dijo ella. - No sé que contaros, solo os digo una cosa, no os fiéis nunca de ella. Es traidora, una mentirosa, sádica, perversa. En Jera la condenamos a muerte, pero según parece ha tenido demasiada suerte. Se quedaron allí conversando con él toda la tarde. Mientras, Tony y Anja estaban sentados en el parquecito. Él la notó más fría que otras veces. Intentó besarla, pero ella le apartó los labios. - Qué te pasa?- dijo él - No sé. Últimamente estoy muy nerviosa. - Seguro que son los exámenes, estudias mucho. - Debe de ser eso, a finales de esta semana tengo mi último examen. Si lo apruebo, dentro de quince días entraré en la Universidad.
- Ves, eso es. Estas tensa, necesitas distraerte. Los dos continuaron hablando. Pasado un rato aparecieron Ingrid y Marc. Anja debía de volver ya a su casa. Los días fueron pasando poco a poco. El incidente de Helenna, Thomas y Alan pasó inadvertido, ya que los americanos no dijeron nada de él. Arthur mejoraba de sus heridas poco a poco y los soldados tenían la moral por las nubes. Max Kier se enteró de lo que le había sucedido a su hijo, y juró que Fay pagaría muy caro lo que había hecho. Pero una de las cosas que más alegró a toda la gente fue la próxima boda del comandante Lefebre con Ingrid. Aquella misma tarde, cuando le anunciaron a todos que se iban a casar, pasó algo que le cambiaria la vida a Tony. - Ya era hora- dijo Thomas estrechando la mano de Marc. - Gracias, Thomas. - Me alegró por ti- dijo Helenna besando en la mejilla a Ingrid. - No sabes lo que me costó convencerlo- le dijo Ingrid. - Conociéndolo no me extraña- dijo Tony-, es tan indeciso. - Déjate de guasa- le respondió Marc. - Bien, quién va ser el padrino del primer niño?- dijo Thomas, en broma. Todos se rieron. Como siempre, Thomas había tenido una de sus ocurrencias. - Bien- dijo Tony- creó que deberíamos irnos, no? - Si- dijo Ingrid- Anja debe estar esperándonos. El semblante de Helenna cambió. De una risueña alegría pasó a rabia contenida. - Bien, nos vemos después. Vamos Helenna, quiero que me vuelvas a explicar lo del terminal ese- dijo Thomas, cogiendo a ella por uno de sus brazos y llevándosela antes de que tuviera uno de sus frecuentes accesos de sentimentalismo. Los tres llegaron a la casa del profesor. Anja salió y se fue con ellos. Durante todo el corto trayecto hasta el parque Anja no abrió la boca. Tony no le dio importancia, aunque le preocupaba. Al recogerla, como todos los días, la besó pero la notó rara. - Qué tal te ha ido el día?- dijo Tony cuando estaban cerca del parque. - Bien, me han aceptado en la facultad de Medicina- le dijo ella. - Me alegró- dijo él intentándola besar, pero ella le apartó el rostro. - Tengo que hablar contigo, a solas- dijo ella muy seria. - Vale, yo también quiero decirte algo. Pero primero tú. Los dos se separaron de Ingrid y Marc. Pasearon sin decir nada, hasta que llegaron al lado de un lago y se sentaron en un banco. - Bien...- dijo Tony. Ella lo miró a los ojos, y rápidamente apartó su mirada de él. - Mira... se que lo que te voy a decir es... - No te andes por las ramas- dijo Tony muy serio-, lo que me tengas que decir es mejor que lo digas rápido. - Veras, creó que lo nuestro es mejor dejarlo- dijo ella. - Qué?- dijo Tony. Notó como se le venia el mundo encima. - Lo que has oído. Será mejor que dejemos de vernos. - Te... te quiero- dijo él en un susurro lastimero, inaudible, casi llorando-, te quiero con toda mi alma. - Si, te comprendo- dijo ella, triste- pero es mejor así. - Porque?- dijo él, casi a punto de llorar. - No te quiero. Ella se levantó del asiento, pero Tony la agarró fuertemente por uno de sus brazos. - No es verdad, dímelo a los ojos, dímelo!- dijo él, mezclando la furia con una pena que le rompía el corazón-. Cuando me dejó Helenna me rodeé de una coraza, prometiéndome qué esto no volvería a pasar. Entonces apareciste tú, y poco a poco hiciste qué cediera hasta hacerla desaparecer por completo y ahora, cuando está ya destruida me hieres sin compasión, destrozándome el corazón. Ella no le contestó. Él, furioso, la miró con odio. - Nunca me has querido, en todo este tiempo te has reído de mí. Te has divertido mucho a mí costa, has jugado con mis sentimientos. - Perdóname- dijo ella- yo nunca he jugado... Tony la volvió a mirar, y sin decir media palabra se fue sin rumbo. Ella volvió con Marc e
Ingrid. La mente de Tony estaba confusa. Andaba sin rumbo, se movía solo por el impulso de sus pensamientos. Estaba al borde de la locura. Su pequeño mundo perfecto se derrumbaba. Cuando se dio cuenta ya era de noche. No sabia donde estaba. Se sentó en el suelo, y una vez allí se encogió y empezó a llorar como un niño pequeño. Marc e Ingrid llegaron al puerto. Nada más llegar se encontraron con Thomas, al cual le contaron lo sucedido. - Lo vimos pasar por delante de nosotros- dijo Marc- y no nos reconoció. - Me preocupa- dijo Thomas muy serio-, y decís que eso pasó hace un par de horas. - Si- dijo Ingrid-. Tony la quiere de verdad. - Tony siempre había huido de esas situaciones- dijo Marc-. Te acuerdas de aquella vez, el día de la pelea. - Si, recuerdo que me lo mencionaste cierta vez, cuando rechazó a Helenna- dijo Thomas. - Es un líder nato, pero es muy sensible- dijo Marc-, temió que alguna vez le volviera a pasara esto. - Tenemos que buscarlo, quizás Helenna nos pueda ayudar- dijo Ingrid. - Ella es la última persona que se debe de enterar de esto- dijo Thomas muy serio-. Destrozaría a tú prima si se enterase que le ha hecho tanto daño a Tony. - Bien, que hacemos?- dijo Marc. - Ingrid, tu sabes manejar el buscador?- le preguntó Thomas. - Si, se manejarlo. - Bien, pongamos manos a la obra- dijo Thomas. Unos minutos después, Thomas y Marc encontraron a Tony. Lo localizaron fácilmente gracias al buscador. Lo hallaron en una zona cercana al puerto, estaba en un estado de nerviosismo. - Tony- dijo Thomas acercándose a él. Alzó los ojos y lo miró como si no lo reconociera. Thomas miró a Marc. Estaba peor de lo que ellos esperaban. - Déjame a mí- dijo Marc. Se sentó a su lado. - Qué te pasa, camarada? - Déjame, Marc. Quiero estar solo. - De veras?, nos tenias muy preocupados. - Dejadme, no quiero saber nada de nadie. No le importó a nadie. Al escuchar aquellas palabras, Thomas se acercó a los dos. - No le importas a nadie?- le dijo-. Creó que te equivocas. Le importas a mucha gente. A mí, a Marc, a Ingrid, a Helenna y a todos los chicos y chicas que confían en ti ciegamente. No eres un niño, eres un soldado. - No le importó a ella...!- gritó volviendo a llorar. Marc miró a Thomas. En un segundo lo cocieron y se lo llevaron al puerto. Al llegar allí lo metieron en su habitación y lo acostaron. Al día siguiente, Helenna se enteró de lo sucedido. - Qué esa zorra le a hecho eso a mí Tony?- dijo ella en un estado de nerviosismo parecido al que tenia Tony la noche anterior-. Se va a enterar de quien soy. - Helenna... Helenna... donde diablos crees que vas?- le dijo Marc, que se tomó la tarea de decírselo. - Voy a darle tal paliza a esa mocosa que no la va olvidar en lo que le resta de vida- dijo ella violentamente. - Helenna, no seas tonta- dijo Ingrid que estaba con Marc. - No soy tonta, le a hecho daño a Tony, a mí Tony, y me las va a pagar todas juntas- dijo ella, rompiendo a llorar. Los dos sabían que aquello iba más allá del cariño de amigos. - No te creas que te vamos a dejar salir en ese estado- dijo Marc. - Quién me lo va impedir?, tú?- dijo ella, desafiándolo. - No, yo- dijo la voz de un hombre. Los tres se volvieron. Era Tony. Helenna al verlo, corrió llorando a sus brazos y lo llenó de besos. Él, sensible, la abrazó. Marc e Ingrid los dejaron a los dos, solos llorando.
Marc estaba preocupado. Había pasado ya cerca de tres semanas y Tony no salía de la depresión que tenia. Los intentos de Helenna por sacarlo de ella habían sido frustrantes. - No sé que hacer- dijo ella, dejando se caer en la cama. - Tenemos que intentar animarlo- dijo Ingrid- no puede estar toda la vida así. - Ya he perdido los nervios- dijo Thomas-. Ni con mis chistes y bromas he podido animarlo un poco. - Tu no animas ni a un muerto- dijo Helenna-. Debemos de intentar otra cosa. Se llevaron un buen rato viendo que hacer. Todos estaban desesperados. Aquella tarde, Thomas acompañó a Marc y a Ingrid a casa del profesor. El coronel le dio la orden a Tony de que le preguntará al profesor que de cuantos cazas disponía ahora. Este, intentando no ver a Anja, le dijo a Thomas si podría hacerle el favor. Le respondió que sí. Los tres fueron recibidos por la esposa del profesor, ya que este había regresado hacia poco tiempo y estaba duchándose. Mientras lo esperaban llegó Anja, quien saludó a Marc y a su prima, pasando de Thomas. Pero él, que no es persona que se guarde para sí las cosas, si le habló. - Bien, según parece, hay ciertas personas que están muy orgullosas de sus actos, aunque con ellos le destrocen la vida a alguien. Anja, al sentirse aludida, le contestó. - Eso solo le importa a las personas que están implicadas. Existe una cosa que se llama consideración y respeto a las decisiones de otras personas. Marc e Ingrid se miraron. Sabían que Thomas no se callaría. - Si es verdad, pero cuando una de esas personas es capaz de dañar a la otra no merece ni consideración ni respeto. Y si me disculpáis, creó que volveré al puerto, tengo que hacer cosas. Marc, dale tú el recado al profesor. Marc asintió, era mejor que Thomas se marchara, no fuera a decir una tontería. Anja se sentó allí con los dos. - Qué le pasa a ese idiota?- dijo Anja. Los dos se callaron. - Prima, ya estoy haciendo las primeras prácticas en el hospital. - Si- respondió Ingrid-, me alegró por ti. - Estoy deseando que sea la boda. Hace tiempo que no tenemos fiesta- volvió a decir Anja. - Si- contestó escuetamente Marc. En ese momento entró el profesor. Saludó a Marc. Los dos hablaron durante largo rato. Anja se retiró a su habitación. Todavía pensaba en lo idiota que era Thomas, aunque aquel muchacho le gustaba a ella un poco. La tensión política entre la recién fundada Unión de Naciones Libres y el Consejo estaba llegando a límites insospechados. Tras el embargo del Consejo, la Unión de Naciones pasó a la acción. Como primera medida, se decidió continuar adelante con el proyecto VULKAN, y como segunda investigar un nuevo modelo de armamento para el futuro ejercito de la Unión de Naciones. Una vez que esto estuvo hecho, se le hizo saber al Consejo las intenciones de ellos. El aviso fue el ataque y conquista de la estación orbital París. Con esto logró que los cargueros que venían del espacio se saltaran el embargo. Esta estación estaba protegida por una fuerza de cincuenta cazas Vulkan y cuatro destructores, tres porta aeronaves y dos fragatas. El Consejo intentó reconquistarla, pero fueron derrotados por la fuerza defensiva. Las noticias llegaron pronto a Altaír. La presencia de naves de la Armada y de los marines fue multiplicada. Pero los habitantes de la colonia sabían que era muy pronto para iniciar un ataque suicida contra el nuevo gobierno autoritario de Altaír. Mientras todo esto ocurría, faltaban pocos días para la boda de Marc e Ingrid. - Qué vas a venir a nuestra boda, Tony?, no puedes faltar- le dijo Ingrid unos días antes. - No, creó que no voy a poder ir- le contestó él. - Venga- dijo, intentando animarlo, Marc-, eres muy importante para nosotros. - No, no voy a ir. Solo os tengo que decir eso. Perdonadme. Tony se fue del lado de ellos. Después fueron a ver a Helenna y Thomas, y les explicaron la situación. - Es natural que no quiera ir- dijo Helenna, excusándolo. - Si- dijo Thomas-, todavía esta dolido por lo de tú prima.
- Si, lo comprendemos, pero Tony es mi mejor amigo- dijo Marc-. Para mí es como si fuera de mi familia. - Entiéndelo- le volvió a decir Helenna-. No hace ni dos meses que le ocurrió eso. Algunas noches, desde mi habitación lo oigo llorar. - Bien, pero vosotros iréis, no? - Sí- dijo Thomas-, vamos a ir. A esta tonta también le hace falta distraerse un poco. - No, no iré- dijo Helenna-. Si me encontrará con tu prima no se lo que podría ocurrir. Pero entre los tres la presionaron, y al final cedió e iría a la boda. El día de la boda, Marc se levantó más temprano de lo habitual. Estaba nervioso, tenía un nudo en el estomago. Miró su armario y vio el nuevo uniforme de gala que le habían hecho para la ocasión. Lo sacó de allí y lo puso en la cama recién hecha. Y volvió recordar algo que se suponía que tenía olvidado. A Jeanne. Se sentó en el sillón de su habitación y pensó lo diferente que hubiera sido su vida al lado de ella. Ya tendrían por lo menos dos niños, un niño y una niña. Inmerso en sus cavilaciones, no notó que Tony lo observaba desde la puerta. Un golpecito en esta lo sacó de su ensoñación. - Tony, perdona- dijo Marc. - No importa, vi la puerta abierta y decidí pasar- le contestó Tony. - Siéntate- le dijo Marc-. Estaba preparando el uniforme. - Si, ya te veo- dijo Tony sentándose en una silla cercana al armario-. Quiero decirte que me perdones por no ir. - Si, ya sé por qué. Helenna y Thomas me lo hicieron ver. - En realidad he venido a darte esto- dijo Tony sacando un pequeño paquete de uno de sus bolsillos. - No tenías que hacerlo- dijo Marc, tomando el piquetito. - No es gran cosa. Solo un pequeño recuerdo, para que no os olvidéis de mí. Marc abrió la cajita y sacó de su interior un corazón dividido en dos mitades, una con las iniciales de Marc y otra con las de Ingrid. - Detrás he mandado imprimir unas palabras. - "Para dos de mis mejores amigos. Tony"- leyó Marc-. No tenias que haberlo hecho. - Bien. Por lo que veo esta un poco nervioso. - Solo un poco?- dijo Marc-. Parece que voy a enfrentarme yo solo contra una unidad entera de destructores. Te aconsejo una cosa. No te cases nunca. Los dos se rieron. - Te dejó, voy a revisar el escuadrón. Te deseo que tengas mucha suerte en tu nueva vida- dijo Tony. Los dos se despidieron. Marc volvió a sus pensamientos. Sacó del armario la espada de gala. Unas horas después, en la catedral de la colonia, todos esperaban que llegara la novia. Marc estaba hablando con el coronel y Thomas. Helenna, sola en un rincón lo observaba. Pensaba en todo lo que había sufrido Marc. Primero la muerte de sus padres, después la de Jeanne. Ya era hora de que empezará a ser feliz. Y ella también. Sus pensamientos volaron a la única persona que no estaba allí, Tony. Se imaginó que en lugar de Marc estuviera Tony y en lugar de Ingrid, ella. Pasar el resto de su vida con él. Pero de inmediato volvió a la realidad. La presencia de Anja la hizo volver. Acababa de llegar, acompañada de su primo Michael. Ese día tendría la oportunidad de hablar con ella, decirle un par de cosas a esa niñata engreída. Decidida se fue hacia donde estaba Anja. Estaba ya casi a su altura, cuando sintió una tenaza en uno de sus brazos. Se giró y vio a Thomas que la miraba con rabia. Se la llevó casi a rastras a un sitio apartado. - Qué intentabas hacer?- dijo Thomas, enfadado. - Qué crees?- le contestó ella, desafiándolo-. Esa necesita que alguien le diga tres verdades en su carita bonita. - Y menos mal que me di cuenta. Sé qué eres capaz de agredirla aquí, delante de todo el mundodijo Thomas. - Déjame!- dijo ella-. Por favor. Thomas la soltó. Miró hacia donde estaba la gente. Acababa de llegar Ingrid con su padre. - Bien, pero quiero que sepas que no te voy a quitar el ojo de encima. No quiero que cometas ninguna tontería- dijo Thomas. Los dos volvieron con el resto de la gente. En la entrada de la catedral les esperaba una escolta de honor de soldados de la Fuerza vestidos de gala. Marc la esperaba dentro. Ella entró en la catedral del brazo de su padre. Vestía un traje de novia blanco, con una cola larga. Llegaron al altar y el sacerdote inició la ceremonia. Ingrid miró a Marc y le sonrió. Él también le sonrió.
Media hora después, Marc e Ingrid salían de la catedral, ya como marido y mujer. La guardia de honor alzo sus espadas al aire, y los dos cruzaron por debajo de ellas. Thomas, al lado de Helenna los observaba. - Bien, ya hemos perdido a Marc. Qué lastima- dijo Thomas. - Por fin es feliz, se lo merecía- dijo Helenna. El convite se celebró en el puerto, en la base de los soldados. Tony desapareció de allí, dijo qué tenia que hacer unas cosas y se recluyó en la sala de reuniones. Fuera, todos se divertían. Tony estaba en la sala, cuando vio que la puerta se abrió. Eran Ingrid y Marc. - Qué hacéis aquí?- dijo él sorprendido, levantándose del sillón y saliendo a su encuentro. - Venia darte las gracias por el regalo- dijo Ingrid mostrándole una de las mitades del corazón. Ingrid le besó en la mejilla. Estaba llorando. - Venga, no llores- dijo Tony-. Hoy debes de estar feliz. Te llevas a uno de los mejores comandantes. - Al mejor- dijo Marc sonriendo. - No, el mejor soy yo- dijo Tony estrechando su mano y abrazándolo-. Me alegró por ti, amigo mío. - Nos vas a acompañar, no?- dijo Ingrid-, aunque sea solo un momento. - No, tengo mucho trabajo atrasado. Además como Marc tiene unos días de permiso, tengo que hacerme cargo de las dos unidades, quiero ponerme al día lo más rápido posible. - Venga!- volvió a decir ella-. Vente un rato. Así Helenna no estará sola. - Perdóname. No puedo. - Si puedes- dijo Marc-. Tú mejor que nadie sabes como controlar a Helenna. El pobre de Thomas no sabe como apartarla de quien ya sabes. - Bien, lo haré solo por él. Me imaginó lo que estará pasando, la conozco muy bien. Los tres llegaron al convite. Llegaron justo cuando, por décima vez, Helenna intentaba escabullirse de Thomas. - Ven, Helenna- dijo Tony-, vamos a bailar un rato. - Si, llevatela, me tiene ya harto- dijo Thomas, sabiendo que se quitaba un peso de encima. Los dos salieron a la pista. La cogió por la cintura, mientras ella rodeaba con sus brazos su cuello y dejó caer su cabeza en el pecho de él. Se sentía feliz, la persona más feliz del mundo. - Le has hecho perder la paciencia al pobre de Thomas- dijo Tony. - Yo no...- dijo ella, pero se interrumpió. - No intentes excusarte conmigo. No soy Thomas. - Si ya lo sé. No eres tan tonto como él. - Mira quien dice que soy tonto- dijo él sonriendo a la vez que acariciaba su mejilla. - Me estas llamando tonta? - Sé que por mi bien no debo de hacerlo. Todavía recuerdo nuestra primera pelea hace cuatro años. - Si, han pasado muchas cosas en estos años. Nos hemos peleado muchas veces- dijo ella riendo. - Si, y me arrepiento de muchas cosas que hice- dijo él-. Tenia que haberme aprovechado cuando pude. - Si, ya lo sé- dijo ella mirándolo-. Tal vez las cosas hubieran salido bien desde el principio. - Lo hecho, hecho esta. No debemos de preocuparnos eso. De veras te hubieras peleado con Anja? - Ponme a prueba, cariño- le dijo ella sonriéndole-. Por ti haría cualquier cosa. - Dejémoslo. Será mejor que nos tomemos algo. - Si, me hace falta beber algo. Los dos abandonaron la pista y se acercaron a una barra cercana donde se tomaron dos cervezas. Tony la observaba, había algo en ella diferente. - Qué me miras?- dijo ella. - No sé, te noto diferente, más mujer. - No sé por que lo dices- dijo ella cogiéndole una mano. - Ya esta, tu cabello- dijo él. - Te has dado cuenta, es buena señal. Si, me lo he cortado. Qué te parece? - Estas bien. Ahora pareces más vieja...- dijo él abrazándola. Ella sonriéndole, le golpeó con sus puños en el pecho. - Así que vieja- le dijo-. Desde cuando piensas eso.
- No me has dejado terminar, tonta. La vieja más guapa del mundo. - Tú sabes lo que me gustaría hacer ahora?- le dijo ella a él. - No. Qué? - Irme contigo por ahí los dos solos- dijo ella, sonriéndole de forma picara. - Creó que no es el momento. - Si es verdad. Se separó de ella. Por el rabillo del ojo vio a Anja con su primo. - Tengo que volver al trabajo. Hay muchas cosas que hacer. Quédate aquí y pórtate bien. - A la orden, mí comandante!- dijo ella sonriendo y saludándole de forma militar. Él acarició su mejilla. Ella se acercó a él y lo besó en los labios apasionadamente. - Y esto es solo un anticipo - le dijo a él. Tony se acercó donde estaba Thomas. - Thomas- le dijo- vuelvo a la sala. Échale un vistazo a Helenna. - No te preocupes, la tengo controlada. No te preocupes- le dijo él, seguro. Los dos se despidieron. Tony volvió a la sala de reuniones. De nuevo comenzó a revisar los informes, intentando no pensar en Anja. Helenna se encargó de que Thomas estuviera ocupado. Él la vio hablando con un joven, así que no se preocupó. Helenna buscó a Anja. Pronto la descubrió, estaba con su primo. Se acercó a los dos jóvenes. - Hola- dijo ella, saludando al joven-, tú eres... - Michael, teniente- dijo el chico. - No, ya no soy teniente, ahora soy capitán. Pero no me llames así, llámame por mi nombre, Helenna. - Si, Helenna. - Podrías traernos algo de beber a mí y a tú prima?- dijo ella con intención. - Si, qué quieres, Anja? - Nada, no me traigas nada- dijo la chica. - A mí tráeme un refresco- dijo Helenna. - Enseguida te lo traigo - dijo el chico. El joven fue a traerle una bebida a Helenna. Esta aprovechó para atacar a Anja. - Por lo que veo estas muy bien- le dijo a la chica. - Si, perfectamente. - Me gustaría hablar contigo en otro lugar, donde no hubiera tanta gente- dijo Helenna-, por ejemplo detrás de aquel hangar. - Bien, hablemos- dijo Anja. Las dos jóvenes fueron hasta el hangar. Una vez allí el talante de Helenna se hizo más violento. - Bien, qué es lo que quieres?- dijo Anja. - Hace mucho tiempo que tenia ganas decirte esto. Eres una niñata. - Qué me estas llamando?- dijo Anja, enfureciéndose. - Eres una niñata engreída y egoísta, nunca me has caído bien, pero a partir de lo de Tony te odió con toda mi alma. Le has hecho mucho daño a mí Tony y te voy a hacer pagar por ello. - No tengo por que seguir aguantando esto de ti, una marimandona, una...- Anja no pudo termina la frase. Helenna, furiosa, le dio un puñetazo a la chica en el rostro. Anja cayó al suelo. - Y ahora entérate bien. Te aconsejó que no vuelvas a acercarte a Tony. Déjalo en paz. Ya le has causado el suficiente daño como para...- no pudo continuar Helenna, estaba llorando. Salió corriendo, atravesando la fiesta en dirección al escuadrón. Thomas vio a Helenna corriendo llorando desde el hangar hasta el escuadrón. Sospechaba algo, y por curiosidad se dirigió al hangar. Allí vio a Anja tirada en el suelo, llorando. Se acercó a ella. - Me lo tenía que haber imaginado- dijo al acercarse a ella-, como estas? La ayudó a levantarse, y vio qué Anja tenia un pequeño corte en la mejilla. La chica lloraba nerviosamente. - Bien, estoy bien- dijo llorando. - Te voy a intentar curar eso. Si Marc te ve así es capaz de matarme. Ha sido culpa mía por dejarla sola. - No te preocupes- dijo ella-, solo es un rasguño. Thomas examinó la herida. Sangraba mucho, pero no era profunda. Cogió uno de sus pañuelos y se lo puso a ella en la cara. - Mantenlo así, hasta que se corte la sangre- dijo él-. Vamos a ir dentro del hangar, hay un botiquín dentro.
Los dos entraron en el hangar. En unos minutos localizó el botiquín. - Lo que te voy a hacer ahora duele- le dijo él, mientras cogía una botella con desinfectante. - Ayyy!- dijo ella. - Te lo dije. Bien, se ha cortado la sangre. El corte apenas se aprecia. - Gracias, Thomas. - De nada. Mantente apartada de Helenna. - Qué tiene esa estúpida contra mí? - Qué tiene?, lo primero, te odia. Lo segundo, le quitaste a Tony. Y lo tercero y más importante es que por tú culpa Tony tiene una depresión grandísima. Hacerle daño a Tony es hacerle daño a ella. - Lo quiere?- dijo Anja. - Si lo quiere? Esta enamorada de él desde hace por lo menos cuatro años. - No lo sabía. Creí solo que era por... - Pues estarías ciega. Yo lo sé desde que los vi juntos por primera vez, en el campamento. Supe que acabarían enamorándose. - No me lo había imaginado- mintió Anja. Desde la primera vez que vio a Tony con Helenna comprendió que entre los dos había algo más que amistad. - Te aconsejó que tengas cuidado con ella. Es una de las mejores luchadoras del escuadrón. Mantente alejada de ella. - Bien será mejor que volvamos a la fiesta- dijo ella como sino hubiera pasado nada. - Si, pero antes quiero que no le digas a nadie lo que ha pasado. Si Tony, Marc o tu prima se enterasen, me matarían. - Si, pero con una condición. - Cual?- dijo él, temiendo algo. - Qué un día de estos tenemos que vernos. Salir, divertirnos. - No, no podría hacerlo. Tony es mi mejor amigo. - Entonces se enteraran de lo que a pasado, querido. Thomas se quedó pensativo. Si ellos se enterarán de lo que había ocurrido, la bronca seria buena. Se decidió. - Vale, pero sin que nadie lo sepa. No lo tiene que saber nadie. - De acuerdo. Nadie lo sabrá- dijo ella ofreciéndole la mano. Él se la estrechó. - Bien, será mejor que no nos vean juntos. Podrían sospechar. Sal tú primero, y dentro de unos minutos iré yo. Anja salió del hangar y sin que apenas nadie lo notará se unió a la fiesta. Minutos después, Thomas hizo lo propio. Marc e Ingrid buscaban a Helenna. En un buen rato no pudieron verla. Se acercaron a donde estaba Thomas conversando con unos jóvenes. - Perdonad. Thomas, has visto a Helenna? - A Helenna. Ahh!, si la vi hace un rato dirigirse al escuadrón, después de que Tony se marchará- dijo mintiendo-. Para que la buscáis?. - Es para darle el ramo - dijo Ingrid. - Yo me voy ya. Si queréis, yo se lo llevó. - Bien toma. Ya sabes, se lo das de mi parte. - Si, Ingrid. Bueno yo me voy. Mañana tengo que levantarme temprano, y ya sabéis, divertiros. Y no abuses del primo este- dijo Thomas guiñándole el ojo a Ingrid. - Eres un payaso- dijo Marc. Thomas se despidió de los dos. Se dirigió al escuadrón. Entró en él y subió la escalera. Llegó a la habitación de Helenna. Llamó a su puerta. Helenna estaba tendida en su cama. Estaba llorando, arrepentida de lo que había hecho. De pronto sintió que alguien llamaba a la puerta. - Quién es?- dijo entre sollozos. - Soy yo, Thomas. - Espera un momento, no estoy vestida. Rápidamente se levantó de la cama y se dirigió al cuarto de baño. Se quitó el uniforme y se puso el albornoz que tenia en el cuarto. Se lavó la cara, para que no notara Thomas que estaba llorando. También se despeinó. Dos minutos después, abría la puerta. Vio a Thomas con el ramo de flores apoyado en la pared. - Por fin has abierto- dijo él molesto-, según parece es ve rdad que las mujeres tardáis una barbaridad tanto en arreglaros como en desarreglaros. He venido por que me han dado esto para ti. - Gracias- dijo ella sin poder disimular la voz-. Pasa.
Thomas entró en la habitación y se sentó en un sillón que había allí. Le entregó el ramo a ella, que cerró la puerta. Ella se sentó en la cama. - Qué tal estas?- inquirió con intención Thomas. - Bien, el bailar con Tony me ha sentado muy bien- mintió ella. - Si, ya- dijo él mirándola fijamente-. No te duele la mano? - Por qué debería de dolerme la mano?- dijo ella distraída. - Solo por qué, normalmente, sobre todo cuando "accidentalmente", choca violentamente con el rostro de alguien. - Mi mano no ha chocado con nadie, y si me perdonas, mañana me tengo que levantar temprano... - Si ya..., solo te digo una cosa. Puedes estar tranquila, por mí nadie se va a enterar si alguna vez sucediera, que chocara por ejemplo, con el rostro de Anja y le hiciera una pequeña herida. - No pasará, estate tranquilo- dijo ella sonriendo. Thomas salió. Un momento después Helenna cerraba la puerta. Ella respiró profundamente. Thomas lo sabia, pero confiaba en él. Thomas cogió el pasillo y abrió la puerta de su habitación. Sonrió divertido. Helenna era muy inteligente. Dos días después, Thomas cumplió su promesa. Aquella tarde salió con Anja. Se fueron a dar una vuelta, y se divirtieron muchísimo. Pero aquella tarde no fue la única. Se volvieron a ver, muchas veces. Una semana después, Tony estaba aburrido, harto de los informes. Marc todavía no había vuelto de su viaje de novios y él estaba cansado. Decidió distraerse un poco. Fue a buscar a Thomas, pero no estaba en su habitación; después fue a la de Helenna. - Te vienes a dar una vuelta por ahí?- dijo Tony. - Lo siento, pero tengo que preparar unos informes para mañana. Ya sabes que mañana tenemos reunión y tengo mucho trabajo atrasado. - Si, ya iremos otro día. Se despidió de ella. Decidió salir por la ciudad él solo. Tal vez se encontrará con Thomas. Y se encontró con Thomas. Al principio se alegró de verlo, pero al ver que Anja lo acompañaba, decidió que lo mejor seria no acercarse a él. Sin que ninguno de los dos lo supiera, él los observaba sin que lo notaran. A partir de ese día, siguió algunas veces a Thomas. Eso hizo que en él anidara un nuevo sentimiento que lo corroía: los celos. Todas las tardes, casi obsesivamente los seguía, sin que ellos lo notaran. Y cada día estaba peor. Incluso en el puerto, muchas veces evitaba hablar con Thomas. Este no sospechaba que Tony lo había descubierto. Hasta que los nervios de Tony estallaron. Fue durante una de sus salidas, cuando paseaba Thomas con Anja. Sin que lo notaran, sigilosamente, se acercó a ellos. - Maldito seas!- dijo Tony violentamente-. Es mía! Sorprendido, Thomas fue empujado violentamente contra una pared. Alzó su puño para golpearlo. Pero no descargó el golpe. - Tony!- dijo ella. Tony miró a los ojos a Thomas, y después miró a Anja. Le iba estallar la cabeza. Soltó a Thomas, y con lágrimas en los ojos, salió corriendo. A mitad de la madrugada, Tony, ya un poco más tranquilo, llegó al puerto. Entró en su habitación y se tendió en la cama para intentar descansar un poco. Pero cada vez que cerraba los ojos volvía a él la imagen en la que intentaba golpear a Thomas. No podía, no debía, no quería quedarse dormido. Una y otra vez venían a él las imágenes. Su mente iba a estallar. Se levantó de la cama, pero se sintió muy mal, mareado e impotente ante lo qué le había sucedido, él, el comandante Antonio Sánchez, se estaba comportando como un niño pequeño. Intentó olvidarlo por un momento, apartar de su mente a Anja, pero no lo logró. Sintió como de nuevo la furia inundaba su cuerpo y casi sin darse cuenta, arremetió contra la estantería que tenía allí. La arrojó al sue lo y no sintiéndose satisfecho, volcó la cama. Continuó con todos los muebles, arrancó los pocos cuadros qué tenia en su habitación y los destrozó contra el suelo. Se sentía cansado, destrozado. Sin darse cuenta empezó a llorar, y casi sin saber lo qué estaba haciendo, abandonó la habitación. Al otro día, Marc, que ya hacia unos días que había regresado de su permiso. Fue a ver a Tony. Llamó a la puerta. Nadie contestó. Empujó la puerta y vio que esta estaba abierta. Su habitación estaba revuelta, como si un loco lo hubiera tirado todo. En ese momento, Helenna pasó por la puerta y se encontró con Marc. - Hola- le dijo ella-, venia a ver a Tony, por si quería salir a dar una vuelta.
Marc no le contestó. Ella vio la habitación. - Qué ha pasado? Parece como si hubiera habido una batalla. - No, no habido ninguna batalla. Me parece que Tony...- no pudo acabar, Helenna sospechó que algo había ocurrido. - Qué le ha pasado a Tony? - No lo sé. Ayer por la tarde, mientras estábamos en casa del profesor, vimos que Thomas acompañó a Anja. Nunca me lo habría imaginado que los dos salieran. Como te iba diciendo, llegó con Anja, y entró ella llorando. Me contaron que habían tenido un desagradable encuentro con Tony. Dice que atacó a Thomas, estaba como loco. Yo vine a verlo, para hablar con él. Abrí la puerta y me encontré con esto. Helenna se puso muy seria. - Hay que buscarlo!, voy a buscarlo! - Helenna!, ven aquí- dijo él cogiéndola por el brazo-. No puedes... - No puedo hacer qué?, creó que aquí la única persona que de verdad se preocupa por él soy yo. Sé como se siente. Y diciendo esto se fue al centro de control. Entró en la sala, conectó el terminal y puso en marcha el programa. Unos minutos después lo localizó. Tony estaba en un sitio solitario, alejado de todos. Estaba sentado en el suelo, al lado de un árbol. De pronto notó que alguien le tocaba en el hombro. Volvió su rostro y vio a Helenna. - Tony, cariño- le dijo ella tiernamente, sentándose a su lado. - Por favor, vete, déjame solo- dijo casi susurrando. - Qué te pasa?, cuéntame, soy tu amiga- volvió a decir ella pasándole el brazo por sus hombros. Él no contestó. Sencillamente hundió su cabeza en su regazo y empezó a llorar. Ella lo abrazó, lo besó, lo intentó reconfortar. - Esto es culpa mía- dijo ella-. No estuve contigo cuando tenía que estarlo. - No, no es culpa tuya. Es mía, solo mía- dijo él levantándose-. Soy un cobarde, no debería existir, debería morirme y dejar a todos tranquilos. - No digas eso- dijo ella abrazándolo y poniendo su cabeza en el pecho de él-. No se que haría si te pasará algo. - Te voy a dar un consejo. Déjame, haz tú vida y no te preocupes más de mí. Él la apartó delicadamente y se alejó de ella. - Tony!- dijo ella casi llorando-, te quiero. Él no volvió la vista atrás. Continuó andando, sin prestarle atención. Ella le siguió. Unas horas después, Helenna traía a Tony al puerto. Sin mediar palabra a nadie, lo llevó a su habitación y lo dejó allí. Ella fue a su habitación y se acostó. Cuando estaba en la cama, lo oyó a través de la pared llorar. Ella cerró sus ojos, y también comenzó a llorar. Dos días después, Thomas quedó con Anja. Estaba decidido a acabar con ella. - Anja- dijo muy serio-. Esto no puede funcionar. - Lo sé. Será lo mejor. La llevó a su casa, y él volvió al puerto. Anja hacia sus prácticas en el hospital de la colonia. La casualidad quiso que, unos días después de dejar a Thomas, conociera allí a Arthur. - Bien, creó que estas mejorando- dijo ella. - Eso creé, doctora?- dijo él, tendido en la cama-. Estoy deseando salir de aquí. - Dentro de dos semanas estarás ya bien. Los scanners muestran que las lesiones están ya casi curadas. - Ojalá fuera mañana. Estoy deseando volver al puerto. Echó de menos algo de acción. - Si, pero aunque vuelvas en dos semanas, no podrás reintegrarte a los ejercicios. Necesitaras una semana más para recuperarte totalmente. Se quedaron charlando. Casi todos los días iba a visitarlo. Ese mismo día, a la salida de sus prácticas, fue abordada por Tony. - Necesito hablar contigo- dijo él. - No quiero hablar- dijo ella molesta-. Vete. - Perdóname, por favor. Perdóname, me arrepiento de lo que hice, te quiero. - Ya es demasiado tarde. No puedo hacerlo. Y diciendo esto se separó de él. Tony agachó su cabeza y volvió al puerto. Pasaron unos meses. Tony caía en un pozo sin fondo. Se distanció de todos, a Thomas no le
dirigía la palabra, con Marc apenas cruzaba dos, a Ingrid ni la veía. Helenna era la única que se mantenía a su lado. Y ella sufría tanto o más que él al verlo en el estado que estaba. La depresión lo llevó hasta la bebida, teniendo una temporada en la cual las borracheras eran frecuentes. Helenna estaba muy preocupada. Terminó el año 2233, y empezó el 2234. Con el nuevo año las cosas mejoraron. Tony poco a poco fue reponiéndose. Pasaron dos meses. Aquella tarde había una reunión. Estaban todos allí. Thomas, Tony, Marc, Helenna, el coronel y los tenientes Michaels y Martins. El coronel abrió la reunión. - Bien, según parece las cosas se están poniendo bastante negras. Las noticias no son muy halagüeñas. La tensión entre el Consejo y la Unión de Naciones se puede cortar con un cuchillo. - Nuestros hombres están listos para actuar en cualquier momento- dijo Marc. - Los cadetes ya han terminado su adiestramiento- dijo Helenna-. Ya se han integrado con el resto de los soldados. Los nuevos cadetes son bastante buenos. En ese momento el comunicador se iluminó. La imagen del sargento Lisberger salió en él. - Si sargento- dijo el coronel. - Mi coronel, conecte el terminal. Ha sucedido algo muy grave. Todos pensaron lo mismo, la Unión de Naciones le había declarado la guerra al Consejo. El coronel conectó el terminal. En él salieron imágenes de la cadena de holovisión del Consejo. - Señoras y señores, tenemos nuevas noticias del incidente que ha sucedido en la colonia Giraudijo él presentador-. Conectamos con Frank Nelson. - Aquí Frank Nelson, en el destructor Oklahoma, de la Federación Americana. Nos acercamos a la colonia Girau. Según las noticias recibidas, algo raro ha pasado en citada colonia... Señores, esto es increíble- dijo el periodista-. Vemos una gran concentración de naves, naves que en la vida hemos Visto. La imagen mostró dos naves gigantescas, de forma totalmente desconocida y muchísimas naves más pequeñas. Estaban rodeando el planetoide. De repente alrededor de una de las naves grandes se formó una especie de aureola. - Señoras y señores, esto es maravilloso. Una de las naves esta creando a su alrededor...- el presentador no pudo acabar, la emisión se cortó de forma repentina. Durante unos minutos se quedó la pantalla en negro. Nadie hablaba, todos estaban expectantes. De pronto salió la cabecera de las noticias y de nuevo el presentador. - Señoras y señores. Tenemos la triste noticia de que el destructor Oklahoma ha sido destruido, y todos sus ocupantes han muerto. El coronel apagó el terminal. Se miraron unos a otros. Algo grave había sucedido. La noticia corrió como la pólvora en la colonia. Una nave del Consejo había sido destruida por las extrañas naves. Rápidamente corrieron rumores que esas naves pertenecían a la Unión de Naciones, otros decían que todo era un montaje del Consejo para apartar la atención de irregularidades cometidas por este. Unas horas después, el Jefe del Consejo comparecía delante de las cámaras. - Ciudadanos de la Federación. He hablado personalmente con el presidente de la Unión de Naciones. Ellos dicen no tener que ver nada con lo sucedido. Lo hemos corroborado, es cierto. Se trata de un ataque en toda regla, un ataque de una raza alienígena. Desde aquí hago un llamamiento a todas las federaciones que forman la Tierra, para que hagan frente común ante los invasores. Tony vio las imágenes y miró a Marc. Ambos sabían perfectamente lo que iba a ocurrir. Era la guerra, pero no una guerra en la Tierra, era una guerra en el espacio.
5. GIRAU. AÑO: 2234 LUGAR: ALTAIR Y GIRAU. Las noticias corrieron de la Tierra a la Luna, y desde ella a Marte. Todas las colonias de la Vía Láctea lo sabían. El Consejo dio órdenes para que todas las tropas fueran acuarteladas y preparadas para una posible intervención. En Altaír, las cosas tomaron distinto cariz. Inmediatamente después de la comparecencia del Jefe del Consejo, el almirante llamó al c oronel y a su plana mayor. Marc y Tony lo acompañaron. La reunión se produjo en la sala de juntas del ayuntamiento. - Bien, señores- dijo el almirante-, la situación es más seria de lo que parece. La colonia Girau, perteneciente a la Federación Árabe ha sido invadida por una fuerza alienígena desconocida. Según los informes de inteligencia, la fuerza invasora estaba formada por dos naves, las dos naves que vimos por la holovisión. Una de ellas se ha ido del planetoide, ignoramos hacia donde. La segunda permanece allí, en el planetoide. Según los informes, todos sus habitantes, unos mil, han sido muertos. - Eso dice algo acerca de ellos- dijo el comandante Harris-. No conocen la piedad, no toman prisioneros. - No, no lo hacen- reexpuso el almirante-. Coronel Hanssen, de cuantos hombres dispone? - No lo sé a ciencia cierta, comandante Sánchez? - Sobre unos doscientos cincuenta, contando con los cadetes, sin ellos unos doscientosrespondió Tony. - Bien, cualquier hombre disponible es bueno- dijo el coronel McAlister. - Los cadetes no están preparados para una situación de combate real!- dijo enfurecido Marc-. Llevan apenas dos meses con nosotros. - Se necesitan más hombres- dijo el almirante-. Vamos a alistar a todos los hombres hábiles mayores de diecisiete años. - Son niños, señor- dijo Tony-. Necesitamos soldados ya formados, por ejemplo una unidad de marines, unos doscientos hombres. - El Consejo no puede en este momento destinar a nadie a esta colonia, ya que necesita todos sus efectivos para proteger sus colonias en la zona cercana a Girau- dijo el comandante Harris-. Además debe de saber que en caso de ataque, el primer contingente de tropas saldría de las colonias Altaír, Deria y de la base Olympus. - No estamos preparados para esa responsabilidad- dijo el coronel Hanssen-. Si llevamos soldados sin la preparación necesaria serian masacrados. - Coronel, he recibido ya órdenes del Consejo- dijo el almirante-. Se esta preparando una incursión en Girau. Dentro de unos cinco días, usted se unirá a las unidades mandadas por los generales Lorchester y Abrams. Partirán junto con ellos a Girau para reconquistarlo. Un total de cerca de dos mil hombres. Serán acompañados por una fragata y una porta aeronaves. El coronel se quedó callado. - Si señor- dijo, sabiendo que no podía hacer nada. - Bien, la reunión ha terminado. El coronel, Marc y Tony se reunieron, una hora después con el resto de los hombres. - Bien, chicos- dijo el coronel-. Tenemos órdenes. Mañana llegaran cien hombres, nuevos reclutas, mandados por el almirante Newman, que se unirán a nosotros y dentro de cinco días partirán todos, los trescientos cincuenta hombres con destino a Girau. Se unirán a las unidades de los generales Lorchester y Abrams. Allí recibirán el resto de las órdenes. Desde ahora los comandantes Sánchez y Lefebre están al mando. - Señor- dijo Helenna-, esto es una locura. Los chicos no estarán listos en cuatro días... - Si, lo sé, Helenna- dijo Marc-. Pero tenemos órdenes. El coronel se quedará aquí con un pequeño destacamento, formado por gente de la colonia Jera 2, unos treinta hombres. Nosotros, con el resto, partiremos hacia el maldito planetoide. - Es un suicidio!- dijo Thomas exaltado-. Van a mandar a trescientas cincuenta personas a la muerte! - Hemos recibido órdenes- dijo Tony-, es cierto que es una locura, pero debemos de acatar las órdenes del almirante. Es nuestro oficial superior. Todos callaron. El coronel dio por acabada la reunión. Ése y los cuatro días siguientes fueron de frenética actividad. Ninguno de los cuatro paró. Marc y Tony lo preparaban todo para la partida. Mientras, Thomas instruía lo mejor que podía a los recién llegados y a los cadetes, mientras que Helenna entrenaba sin descanso a los soldados.
La última tarde antes de llegar el transporte, Tony llegó a su habitación. Abrió la puerta y se tendió en la cama, estaba rendido. Se quedó dormido. Pero oyó perfectamente un leve golpe en la puerta. No le hecho cuenta al principio, ya que creyó que estaba soñando, pero segundos después el golpe se volvió a repetir. Se levantó de la cama medio dormido, y se dirigió a la puerta. La abrió. Se quedó sorprendido, ya que encontró allí a la persona que menos había imaginado, Anja. - Puedo pasar?- dijo ella casi susurrando. Él la invitó a pasar con un gesto. Estaba tan aturdido que no podía hablar. - He venido para pedirte un favor- dijo ella sentándose en una silla. - Qué quieres?, estoy cansado, tengo mucho trabajo- dijo él. - Necesito hablar de una cosa contigo. - No tengo nada que decirte. Si, rectificó, si una cosa. Quiero qué te vayas de aquí, que desaparezcas de mi vida de una vez. - Bien, me iré, pero antes he decirte una cosa. Quiero que dejes aquí a uno de tus soldados. - A quien?, a Thomas? Él me hará falta en Girau. - No, no es a Thomas. Es un soldado, Arthur Kier. - No puedo, Arthur tiene que venir con nosotros. Ha sido recientemente ascendido a sargento y se encarga de una de las avanzadillas de combate. Ella lo miró y se arrodilló a su lado llorando. - Por favor!- dijo de forma lastimera-. No puedes ser tan cruel. Él la levantó del suelo. - No puedo hacerlo. - No quieres!, no quieres hacerlo! Te estas vengando por qué te deje y por qué no quise perdonarte la última vez que nos vimos. - No, no es por eso. Le quieres, no? Ella asintió. Tony la cogió por sus brazos. - Mira, me es prácticamente imposible prescindir de ninguno de mis hombres. Todos, absolutamente todos son necesarios. No lo hago por que él sea tu novio, ni por que yo te siga queriendo, y qué esta seria la forma más sencilla de acabar con vuestra relación, él mismo Arthur no lo aceptaría. Lo conozco muy bien, forma parte de una de mis escuadras. Es un buen chico, abnegado y valiente. Esta deseando entrar en acción, lo mismo qué yo y qué el resto de los chicos. Vale, arriesgamos nuestras vidas, pero acostúmbrate; es nuestro trabajo, somos soldados. Ella se soltó de las manos de Tony. Se volvió, abrió la puerta y salió de la habitación. Tony se dejó caer en la cama. Al rato estaba profundamente dormido. Marc fue a buscar a Ingrid, que estaba preparando los bultos para ser embarcados en el transporte al día siguiente. - Ingrid- dijo Marc. - Mí comandante- dijo ella sonriendo-, a qué has venido? - Tenia que verte, cariño. Te he echado de menos estos días. - Yo también- dijo ella abrazándolo y besándolo. - Tengo que decirte algo- dijo él-. No quiero que vengas con nosotros. - Estas loco?- dijo ella empujándolo-. Si por algo entre en el ejercito, era para estar contigo. - Si, ya lo sé. Pero no vamos de paseo, vamos a primera línea de batalla. - Ves esto?- dijo ella mostrándole su anillo de casados-. Prometí que estaría contigo en lo bueno y en lo malo, en la salud y en la enfermedad. Mi sitio esta donde tú estés. Marc la abrazó y la besó. - Perdóname- dijo llorando-, perdóname. Creí que... - No tengo que perdonarte nada. Iré? - Iras. Thomas estaba empaquetando sus cosas. Echaría de menos aquella habitación, y no sabía si la volvería a ver de nuevo. Recordó todo lo sucedido en esos cinco años. Helenna revisaba el equipo que tenia que ser embarcado el día posterior. Mientras lo hacia pensaba en lo que se avecinaba. No seria una simple escaramuza con piratas, era una guerra contra un enemigo despiadado, para el cual no existía la palabra rendición. Vencer o morir, y moriría mucha gente. Arthur esperaba impaciente a Anja. Había conseguido, gracias a Ingrid, que Marc le dejará salir del puerto. Ella apareció unos minutos después. - Arthur!- dijo ella abrazándose a él.
- Mañana salgo a una misión. - Ya lo sé. Me lo dijo Ingrid. - Es peligroso, no sé si volveré con vida de ella. - Si. Tú quieres ir? - Si. Debo de estar con mis compañeros. - Perdóname. - Porque debo de perdonarte?- preguntó él. - Veras, fui a ver a Tony para que no embarcaras. - Qué fuiste a ver al comandante? No debiste haberlo hecho. No quiero favoritismos. - Creí que accedería a dejarte en tierra. No lo hizo por que era su forma de vengarse de mí. - No. No es eso. Debes de comprender que soy un soldado, tengo la misión de defender a la colonia. - Quédate. No vayas. - Lo siento- dijo él apartándose de ella-, es mi deber, quedaría como un desertor, un cobarde. Solo te digo una cosa, no me olvides nunca. Te quiero. - También te quiero. Arthur se separó de ella y volvió al puerto. Ella se quedó allí, llorando. A la mañana siguiente todo estaba preparado. El convoy llegó a su hora. En el puerto, los soldados esperaban la llegada de las lanzaderas de transporte. Estas naves eran distintas al resto de las lanzaderas qué habían visto antes, eran bastante más grandes y en ellas cabían unas ciento cincuenta personas. Las naves aterrizaron. Los portones se abrieron. - Rápido!, todos adentro!- gritaban Marc y Tony. Los soldados entraban en las lanzaderas y se acomodaban en ella. Unos minutos después, las naves se elevaban y dejaban la colonia. En unos minutos estaban en el espacio, en dirección a una gigantesca nave de transporte. Junto a ella había dos naves más, una porta aeronaves y una fragata. Las lanzaderas entraron en el transporte. Aterrizaron en la bahía de la nave. Todos los hombres desembarcaron. Un oficial se acercó a Marc y a Tony. - Mi comandante- dijo el oficial- Soy el teniente Yates. - Teniente- dijo Tony, saludándolo-. Soy el comandante Sánchez y este es el comandante Lefebre. Los tres hombres se saludaron. - El general Lorchester les espera a ustedes para preparar los planes de batalla. - Mis hombres necesitan un sitio para descansar- dijo Tony. - Ya esta todo previsto, mi comandante. Se les ha asignado una zona en la cubierta G. Un soldado les acompañara. - Capitán Kraüs!- dijo Marc. - Si, señor. - Siga a este soldado y lleve a los hombres a la zona que le indiquen. - Si, señor- dijo ella. Marc y Tony fueron con el teniente, que los llevó hasta la habitación del general Lorchester. - Caballeros- saludó el general. Los dos se cuadraron respetuosamente ante el general. - Descansen, señores. Les he traído aquí para explicarles nuestro plan de ataque. El general pulsó un interruptor de un terminal que tenia en su habitación. Se generó un dibujo en tres dimensiones del planetoide. - Bien, este es plan de ataque. Las naves de apoyo que vienen con nosotros atacaran la nave que queda en la colonia. Mientras nosotros desembarcaremos. El general Abrams, en la zona norte, ustedes en el oeste y mi unidad en el sur. Formamos un contingente de dos mil cuatrocientos hombres. Nuestra misión es avanzar hasta la colonia. - Perdoné, señor- dijo Marc-, sé sabe de cuantos soldados dispone el enemigo? - No lo sabemos comandante, aunque calculamos que podrían ser sobre unos cinco mil. Pero no se preocupe, los espías nos han dicho que puede haber en el planetoide una fuerza de quinientos. Una hora después, Marc y Tony se reunían con Thomas y Helenna. - Bien, este es el plan- dijo Marc- qué os parece? - Demasiado sencillo- dijo Helenna-. No me fió de esas informaciones. - Y si no es más que una trampa?- dijo Thomas-. Imaginaos que en vez de enfrentarnos contra quinientos nos enfrentamos a dos mil o tres mil hombres. La otra nave puede estar en otro sector, oculta.
- Si, pero según los scanners de la Armada, en siete sectores a la redonda no se detecta nadadijo Tony-. Qué sabemos del planetoide, Helenna. - He intentado recoger la mayor información posible en esta última hora. Sabemos que es un planeta artificial, que formaba parte del experimento del cual también forman parte Altaír y Deria. Al contrario que Altaír, es un planeta desértico, utilizado para minería. En él estaba la colonia Girau, la cual, según parece a sido totalmente aniquilada. Vivian allí unas mil quinientas personas, contando mineros y personal militar. - Bien, dentro de un día y medio llegaremos a Girau- dijo Tony-. Nuestras órdenes son claras, tenemos que abrirnos paso hasta la colonia, fortificar la zona y esperar a los generales Lorchester y Abrams. Se supone que encontraremos una débil resistencia, ya qué a la vez ellos desembarcaran en el planeta. Solo hay unidades de tierra, soldados de a pie. No hay indicios de baterías, ni de carros de combate. Los cazas están en la nave principal, no debemos de preocuparnos por qué las naves de la porta aeronave y la fragata la atacaran. Los cuatro continuaron charlando. Treinta minutos después, Tony dio por terminada la reunión. - Espera, Thomas, tengo que hablar contigo, a solas- dijo Tony. Marc y Helenna salieron de la habitación. Tony se levantó de su asiento. - Bien, hace unos días que quería hablar contigo. - Si, yo también- dijo Thomas. - Nuestra amistad en este tiempo se ha resentido. Y todo por mi culpa- se lamentó Tony. - Te comprendo perfectamente. No tuve que salir con ella, ahora me arrepiento. - Perdóname, no sabía lo que hacia estaba loco, no sé ni lo que hice. - Sé como estabas, estabas celoso. Es la otra cara del amor. Gracias a Dios que reaccionaste a tiempo. - Si, no sé... - En parte tuve yo la culpa- dijo Thomas-, sino hubiera accedido al chantaje de Anja, nada de esto hubiera pasado. - Chantaje? - Si, veras, fue durante la boda de Marc e Ingrid. Recordaras qué te fuiste y me dejaste a cargo de Helenna. - Si, me fui y me dijiste qué te harías cargo de ella. - Bueno, lo hice, al principio, pero después Helenna se me escabulló. - Se te escabulló? - Si, se acercó a Anja y la llevó detrás de un hangar y la golpeó. Yo la vi, a Helenna, cuando salía corriendo del hangar. Me imaginé algo y fui allí. Anja estaba en el suelo, sangrando por la mejilla. La curé y entonces ella me amenazó con decírselo a Marc e Ingrid si no salía con ella. Acepté. Pero no hablemos más de eso- dijo Thomas, levantándose de su asiento y acercándose a Tony-. Somos y siempre seremos amigos. Thomas le ofreció su mano, la cual estrechó Tony. - Bien, creó que tenemos trabajo hasta mañana, no- dijo Thomas. - Si, ya hablaré yo con Helenna. En la fragata, el general Abrams tenía una reunión con el coronel Jones. - Las órdenes del Consejo son claras. Las unidades de Altaír y de Deria deben de ser derrotadas. Los pilotos de transportes ya tienen las ordenes?- dijo el general Abrams. - Si señor, los pilotos asignados a los transportes ya saben lo que tienen que hacer. Los informes falsos le han sido entregados al general. - Bien, la zona de lanzamiento de ellos será esta- dijo el general señalando una zona del mapa tridimensional-, donde esta la mayor concentración de enemigos. Nosotros seremos lanzados en el sector B, en una zona de escasa actividad. Los pilotos nada más descargar tienen orden de volver a las naves. Los nuestros transportes se quedaran en la posición, esperando nuestro regreso. Nuestra misión es llegar hasta las minas, recoger las lanzaderas y volver a la nave. En la nave de transporte había muchísima actividad. Los soldados esperaban en la cubierta G. Arthur, con el resto de los soldados preparaba su equipo. Sabía que dentro de dos días entraría en combate. Sus pensamientos estaban en Altaír, con Anja. Al cerrar sus ojos la veía, riendo. No observó que Ingrid se acercaba a él. - Arthur- dijo ella. - Ah, Ingrid. - Parece como si no estuvieras aquí- dijo ella. - Y en realidad no lo estoy, estaba pensando en Anja. Me siento culpable por haberla dejado
llorando. - No te preocupes, mi prima siempre ha sido un poco egoísta, nunca le ha importado nada. Esto para ella es una buena lección. - Si, pero la quiero. Hasta habló con el comandante Sánchez para que yo no viniera. Por suerte, él no le hizo caso. - Si ya lo sé. Creyó que podría manejar a Tony, como maneja a todo el mundo. Me lo contó Marc antes de partir de Altaír. Se lo dijo él mismo. Por suerte Tony no accedió a las exigencias de ella. - Si, sé lo tengo que agradecer. Antepuso su deber a los sentimientos. Anja hubiera hecho cualquier cosa con tal de qué yo no viniera. Ella lo acusó de querer vengarse. - Es típico en Anja. Siempre acusa a los demás cuando no puede conseguir una cosa. Tony ha llegado donde esta gracias a que es un líder nato. No se deja influenciar por nada ni por nadie. Es un oficial íntegro. - En la compañía todos le admiramos, es un ejemplo a seguir. Helenna estaba en su cámara, estudiando los planes de ataque, algo había en ellos que no cuadraba, tenia un extraño presentimiento, un nudo en el estomago. Los nervios, pensó ella, era normal antes de un ataque de esa magnitud. Volvió a ojear los informes, aunque no estaba muy convencida. Marc preparaba a su unidad. Antes de cualquier acción le gustaba conversar con los chicos. - Nuestra misión es llegar hasta la colonia. Según los planos, nuestra zona es de escasa actividad. - Si señor- dijo una soldado- pero también pueden equivocarse. Ellos preverán una respuesta del Consejo. - Si, es natural, pero no sabemos a lo que nos enfrentamos- dijo el teniente Michaels-, no sabemos si son seres inteligentes. No sabemos nada de ellos. La charla continuó una hora más. Era ya tarde cuando acabaron, sobre las una o las dos de la madrugada. - Estoy muy orgullosa de ti- dijo Ingrid, besándolo en la mejilla-. Tus soldados te quieren y te respetan. - Si, estoy cansado. Vamos a dormir un poco, mañana nos espera un día muy duro. A última hora llegaremos a Girau. Marc abrazó a su esposa y ambos se retiraron a su cámara. Thomas estaba en su cámara, no podía dormir. Daba vueltas en la cama. Estaba nervioso. Se levantó de ella y se dirigió al cuarto de baño adjunto. Bebió un poco de agua, orinó y se acostó. Minutos después dormía profundamente. Tony miraba sus pertenencias más intimas. Era algo que no hacia últimamente. Sacó una caja y la tiró encima de su cama. Se recostó en ella y abrió la caja. En ella había recuerdos. Cogió una foto de sus padres y de sus hermanos. Hacia casi cinco años que no los veía y los echaba de menos. Cuando regresará de esta misión hablaría con el coronel y le pediría un permiso, unas semanas para descansar y poder ver a los suyos. Soltó esta foto y tomó otra. Esta era de Anja. Nada más verla la desechó, detrás de ella había otra de sus mejores amigos. Era antigua, de cuando estaban en el campamento. Era del escuadrón Fénix. Todos estaban allí, Thomas, Marc, la pobre de Jeanne, Alan y muchos de sus actuales soldados. También recordó a los que cayeron el día del convoy. Y junto a él estaba Helenna. Soltó la foto. Encontró una medalla, la que le habían regalado los chicos el día de su décimo noveno cumpleaños. Junto a ella había un colgante. Era una bala de prácticas dorada. Recordó que Helenna se la había regalado el mismo día. La dejó allí y volvió a mirar la foto. Ella siempre estaba con él, lo quería con toda su alma y él, muchas veces la había ignorado, pero también la quería. Ahora empezaba a comprender. Sabia qué, pasara lo que pasara siempre la tendría, dispuesta a ayudarle. Comprendió su angustia en Jera. En realidad no amaba a Anja, era a Helenna. Guardó todas sus cosas. Se levantó de la cama y salió de su cámara. Al lado de la suya estaba la de Thomas, al cual escuchaba roncar. Al lado de la de este la de Marc e Ingrid. Llegó ante la puerta de Helenna. Estaría dormida, pensó él, e hizo ademán de marcharse. Pero escuchó como ella hablaba sola. Decía algo. Llamó a la puerta. Unos segundos después ella la abrió. - No podía dormir- se justificó él. - Yo tampoco- le contestó ella-, ese maldito plan de batalla me tiene loca. No tiene ni pies ni cabeza. Perdona, pasa. Entró en su cámara. Los dos se sentaron. - No cuadra nada- dijo ella-. Es una chapuza.
- Si- dijo él mientras la observaba-. Lo he revisado antes y no me convence. - Por si las cosas se ponen mal he ideado un plan de huida- dijo ella sonriendo. Se acercó a más a ella. - Si, es mejor tener uno- dijo él-. Siempre piensas en todo. Ella se acercó aún más a él. Con su corta melena acariciaba el rostro de Tony. - Qué te parece el plan?- dijo ella, señalando unos garabatos. - Bien, muy bien. El olor de su cabello lo embriagaba. Casi sin querer cogió su cabeza, la acercó a la suya y la besó en los labios. Ella no se lo esperaba. - Perdona- dijo él separándose de ella y levantándose de su asiento-. No debí haberlo hecho. Volveré a mi habitación. Pero la reacción de ella fue diferente a la que él esperaba. Se levantó del asiento y se encaró con él. - Quién te crees que soy?- dijo ella, al parecer enfadada. - Perdona, yo... - Ni perdona ni nada. Te crees que soy tu juguete. Ahora me besas, después si te he visto no me acuerdo- dijo ella pegando su cuerpo al de él contra una de las paredes de la cámara-. Nadie juega con mis sentimientos. Él agachó la cabeza, avergonzado. Entonces oyó su risa. Alzó su cabeza y la vio allí, junto a él, sonriendo. - Te lo has creído!- dijo ella-. Te lo has creído, cariño. Y al decir esto lo besó. Los dos se besaron. La cogió por su cintura y la estrechó más contra él. - Te quiero!, te quiero!- decía él llorando. La besaba en sus labios, en sus mejillas, en sus ojos, en el cuello. Ella le sonreía y a la vez lloraba, feliz. - Por fin- dijo ella-, por fin te has dado cuenta. - He sido un idiota, durante todos estos años te he tenido aquí, a mi lado, y hasta ahora no estoy seguro de ti. Ella se apartó un poco de él. Cogió su mano y lo condujo hasta la cama. Tony la cogió de nuevo por la cintura y desabrochó, lentamente su guerrera. Después hundió su cabeza en su pecho y la besó. Ella se la quitó y ambos se dejaron caer en la cama. Los dos se besaron ahora, abiertamente, sin descanso. Él continuó besándola, primero los labios y después su cuello. Ella, tendida, lo acariciaba lentamente. - Tony, te amo- dijo ella-. Te quiero con toda mi alma. - Te quiero- dijo él sonriéndole. Ella le sonrió de forma picara. - Quiero ser tuya, hoy y siempre- dijo ella quitándole a él la guerrera-. Hoy puede ser nuestra última oportunidad. Tony despertó. Estaba en su cámara, aunque no podía asegurarlo. Si estaba en su cámara. Se sentía feliz, había tenido un hermoso sueño. Soñó qué él estaba de nuevo junto a Helenna, y que todo se había arreglado entre los dos. Pero ahora... Abrió sus ojos. Esa no era su cámara. Miró a su alrededor, no era su cámara. Se giró y vió el cuerpo de una mujer a su lado. Estaba tendida. No estaba seguro, pero se parecía a Helenna. La miró fijamente, si era ella. Acarició sus cabellos pelirrojos. Ella, dormida, se giró. Si era ella, su Helenna. Juntó su cuerpo con el de ella. La besó en los labios. Ella, lentamente abrió sus ojos y le sonrió. Volvió a fijarse en sus preciosos ojos grises. - Hola, cariño- dijo ella. - Hola. Estas bien? - Como nunca he estado en mi vida- dijo ella a la vez que extendía sus delicados brazos por su cintura-. Te quiero. - Yo también. Por cierto, es la segunda vez qué me doy cuenta de qué tienes unos preciosos ojos grises. Por cierto, es verdad que le pegaste a Anja? - Si- dijo ella sonriéndole-. La golpee, y lo hice por ti. Qué hora es?- dijo ella... - No lo sé-dijo él-. Nos quedamos dormidos. Alargó su mano hacia un reloj digital que había en un mueble al lado de la cama. - Son las nueve- dijo él distraídamente, la besó en los labios-. Las nueve!, llegamos tarde a la reunión! La reunión había empezado. Marc, Thomas, los tenientes Michaels y Martins y los seis
sargentos de tropa, Ingrid, Lisberger, Klein, Martínez, Lianni y Arthur, llevaban ya cerca de un cuarto de hora esperándolos. - Podemos empezar ya?- dijo Thomas intranquilo. - No, esperemos unos minutos- dijo Marc-. Tal vez se han quedado dormidos. - Mí comandante- dijo el sargento Klein-, podíamos ver las armas que... Ge interrumpido por Tony y Helenna. Los dos entraron en la sala y se disculparon. - Perdonad, podéis continuar- dijo Tony. - Bien- dijo Marc-. No habíamos empezado todavía, os estábamos esperando. - He revisado el plan de batalla del general Abrams y tiene fallos de libro- dijo Helenna muy perturbada-. Hay información que no esta muy completa. O es un estúpido, o sus ayudantes son unos inútiles. - Qué estabas intentando decirnos, sargento Klein?- dijo Marc. - Si, mí comandante. El armamento de los hombres. Tenemos armas para todos los hombres. - Bien- dijo Thomas, mirando su terminal-. Reparte a cada hombre seis cargadores de fusil, cinco granadas y cuatro de pistola de plasma, además de los cuatro cañones de plasma para el perímetro defensivo. - No- dijo Helenna-. Los fusiles no están dando el resultado que se esperaba de ellos. Algunas veces llegan a ser ineficaces. Yo repartiría solo tres cargadores de fusil, siete granadas y llegaría hasta diez cargadores de pistola. - Algo más?- dijo Tony-. Bien sargento, reparta lo que ha dicho la capitán a cada soldado. Lleve también cincuenta cargadores de fusil, doscientos de recarga para los cañones y cien para las pistolas. - Entendido, señor. - Pasando a otra cosa- dijo Marc-, tenemos que repartir las funciones de cada jefe de pelotón. Creó que tú te ocupabas de ello, no Ingrid? - Si- dijo ella-. El comandante Sánchez dirigirá la unidad uno, formada por cien soldados. Ira comandada por la capitán Kraüs y por el teniente Martins. De recarga se encargara el sargento Klein, de avanzadillas el sargento Keir y de retaguardia la sargento Lianni. La segunda unidad, será mandada por el comandante Lefebre, formada por doscientos cincuenta hombres. Será comandada por el capitán Simonsen y el teniente Michaels. Se encargara de la recarga la sargento Kristianssen, de avanzadilla el sargento Martínez y de retaguardia el sargento Lisberger. Todos asintieron. - Bien. Nuestra misión es la de llegar a la colonia y fortificarla. Se supone que la zona donde nos van a dejar es de color verde- dijo Helenna-. La unidad uno será la primera en desembarcar. Su misión será la de asegurar la zona y proteger a la segunda unidad. Esta desembarcara después. La misión de esta unidad será la de llegar a la colonia, instalar los cañones de plasma y fortificarla. - Bien, señores, dentro de doce horas llegaremos a Girau. Ya saben lo que tienen que hacer cada uno. Se terminó la reunión- decidió Tony. Todos se fueron de la sala. Cuando iban a salir, Marc se acercó a Tony. - Qué diablos te ha pasado?, quedamos a las nueve aquí. - Si ya lo sé, pero me quedé hasta muy tarde revisando el plan de batalla con Helenna y me quedé dormido. - La verdad es que tienes un aspecto fatal. Recuerda que dentro de una hora nos reuniremos con los generales Lorchester y Abrams. - Si, lo recuerdo. Voy a adecentarme un poco. - Vale, dentro de veinte minutos nos vemos. Tony se fue en dirección a su habitación. Thomas se acercó donde estaba Marc. - Qué te ha dicho?- dijo en tono irónico. - Nada. Se quedó dormido, dice que estuvo hasta tarde preparando los planes de batalla con Helenna. - Si, los planes de batalla- dijo en tono sarcástico Thomas-. Te has fijado en el aspecto de los dos. Parece como si hubiesen estado toda la noche despiertos. - No intentes sacar los pies del tiesto. Ya los conoces. - Si, ya..., por eso. Al mismo tiempo, Ingrid y Helenna iban juntas, a la cubierta G. - Chica, tienes una pinta...- dijo Ingrid. - Me acosté tarde, estuve preparando los planes con Tony. Nos acostamos a las tres o las cuatro, no lo recuerdo. - Ya, os acostasteis, juntos? - Eres tonta- dijo Helenna, molesta-. Cada uno en su cámara, por supuesto. - Si.
Veinte minutos después, Marc pasó a recoger a Tony para ir a la reunión. - Bien, vamos- dijo Tony, vestido con un uniforme limpio. - Ahora tienes mejor aspecto. Vamonos. La reunión tuvo lugar en la fragata. Los mandos de cada una de las compañías estaban allí. - Señores, este es mi plan. Es un plan magnífico, en pocas horas tendremos el control de nuevo de la colonia- dijo el general Abrams. - Bien. Ya sabemos lo que tenemos que hacer cada uno- dijo el general Lorchester. - Señores- dijo Tony-. Perdonen mi atrevimiento, pero, en caso de que algo salga mal, que hacemos? - Es su primera campaña en combate, no comandante?- dijo Abrams. - Si, mi general, es mi primera campaña- dijo Tony-. Pero tengo experiencia en combate contra piratas en la zona de Altaír. - Si, pero lo que usted sepa de combate es nada. No nos enfrentamos contra simples piratas. Nos enfrentamos contra hordas alienígenas. Esto es una guerra, no simples escaramuzas. Le aseguró que el plan no saldrá mal. - El comandante tiene razón, Abrams- dijo Lorchester-, sin un segundo plan... Fue interrumpido por Abrams. - El plan esta bien trazado, no tiene fallos. Además yo soy el comandante de esta expedición. La reunión ha terminado. A la hora de la comida, Marc conversaba con Ingrid. - El general Abrams trató muy mal a Tony y al general Lorchester. - Qué raro? - Si, me extraña- dijo Marc-. Cambiando de tema, viste la pinta de Helenna y Tony? - Si, los vi. Era como para no verlos. Estuve hablando con ella esta mañana. Se acostaron tarde. - Si, cuando vinimos de la fragata, Tony se fue directo para su cámara para dormir. Estaba rendido. - Me recuerda a ti, después de la noche de bodas. Dormiste durante todo el día después. - No creerás que esos dos?- le preguntó Marc. - Porque no?, ya son lo suficiente mayorcitos, no. Además lo que hicieran o no hicieran no es nuestro problema. - Eso es verdad. Tony y Helenna tienen derecho a ser felices también. Marc besó en los labios a su esposa. Las horas pasaron rápidamente. Pronto tuvieron a la vista el planetoide. - Bien- dijo Tony a sus amigos-. A partir de hoy entramos en la Historia, ya sabéis, siempre juntos. - Siempre juntos- dijo Helenna poniendo su mano sobre la de él. Marc, Ingrid y Thomas los imitaron. - Ya sabéis- dijo Tony-, si nos pasará algo a alguno recordadnos siempre. - Siempre- dijeron al unísono Marc, Thomas, Ingrid y Helenna. - Vamos a los transportes!- gritó Marc. Los primeros en subir fueron el grupo de Marc. Helenna desde afuera los observaba. La mayoría eran chicos jóvenes. Vio a Conrad. Estaba en el grupo de Tony, ella también subió a la lanzadera. Del porta aeronaves salieron una nube de cazas en dirección a la gigantesca aeronave. La fragata también se dirigió hacia ella. De la nave de transporte salieron diez naves. Dos de ellas se separaron del resto, eran las de Marc y Tony. Tony estaba en la lanzadera, sentado al lado de Helenna. Buscó su mano con la suya. - Estas bien?- le preguntó él. - Si, solo un poco nerviosa. - Te quiero- murmuró Tony, acercando sus labios a su oído. - Te quiero- le contestó ella. En la segunda lanzadera, Marc se acercó a Thomas. - Qué tal estas?- le dijo Thomas.
- Bien, y tú? - Como siempre. - Te puedo pedir un favor?- le dijo Marc. - Si, lo que quieras. - Si por mala suerte, yo cayera, ocúpate de Ingrid. - No te preocupes, no vamos a morir ninguno. De todas formas, para que estés tranquilo, vale. - Eres un buen amigo. No le comentes nada a Ingrid. - De acuerdo, jefe. Las dos naves se adentraron en el planetoide. Unos minutos después llegaron a su destino y aterrizaron. Como estaba previsto, el primer grupo en bajar fue el de Tony. - Nuestra misión es la de asegurar la zona- dijo Tony-. Arthur, sal con tus hombres y despliégalos en la zona. - Si, señor. - Y tú, Lianni, le seguirás a él. - Si señor- dijo ella. Los dos grupos salieron a la vez. Se separaron en dos hileras. El de Arthur en la parte delantera, a unos doscientos metros de las naves. Una vez llegó a la zona desplegó a los soldados. Al mismo tiempo, la sargento Lianni salió con sus soldados. Aseguró otra zona, a unos trescientos metros por detrás de las naves. Los dos se comunicaron con Tony. - Avanzadilla uno en posición- dijo Arthur. - Retaguardia asegurada- dijo ella. - Entendido. Rápido, salid- le dijo al resto de los hombres. Todos salieron de la nave y rodearon las dos. - Marc procede- dijo Tony, cuando sus hombres aseguraron la zona. Marc, en su nave dio la orden de salir. Todos los soldados, algunos de ellos cargados por los cañones de plasma, salieron a toda prisa. - Vamos- dijo Tony-, Sargento Kier, abra la marcha. - Si señor. Arthur con su grupo, compuesto por cinco hombres, avanzó rápidamente. Marc llegó al lado de Tony. - Coge tus hombres y que se dirijan al interior de la colonia- le dijo Tony-, que instalen los cañones y que fortifiquen el perímetro. - Entendido, Tony. Sargento Martínez, coge tus hombres y avanza. - A la orden, señor. Martínez avanzó con sus hombres y poco tiempo después alcanzó al grupo de Arthur. Detrás avanzaba Marc con el resto de los hombres, y más retrasado aún, Tony los protegía con el resto de los soldados. En pocos minutos llegaron a la colonia. El espectáculo era dantesco. La mayor parte de los edificios estaban semidestruidos, había cadáveres por todos sitios. - Qué te parece, Tony?- dijo Marc. - Lo primero es limpiar la zona- le contestó Tony-. Divide a tus hombres en tres grupos, uno que limpie la zona, otro que se encargue de construir trincheras y fortificar y el tercero para la instalación de los cañones. - Entendido, ya lo dispongo- dijo Marc, marchándose. - Helenna- dijo Tony. - Si, Tony. - Qué los hombres se coloquen detrás de este muro. Qué se sitúen cada cinco metros armados con los fusiles. Actuaremos de barrera defensiva hasta que los cañones estén operativos. - Entendido. Mientras Helenna daba a sus hombres las ordenes de Tony, Marc dio las suyas a sus hombres. Media hora después, los cadáveres desaparecieron de la ciudad, y una barrera defensiva estaba casi terminada a unos trescientos metros más lejos de la qué instaló Tony. El montaje de los cañones estaba casi acabado. Tony y Helenna conversaban mientras esperaban las noticias de Marc. - Por ahora va bien la cosa?- dijo ella. - Si, y me molesta tanta tranquilidad. Cuanto tiempo hace desde que aterrizamos? - Casi una hora. - Dile a los hombres que utilicen las miras láser, en caso de ataque.
- Si, qué... Fue interrumpida por los gritos del sargento Klein. - Mi comandante, señor! Miré!- dijo, señalando hacia delante. Tony alzo la vista. Observó qué unos carros de combate avanzaban rápidamente. - Cuantos son?- dijo Tony. Helenna puso en funcionamiento su scanner. - Cinco, se dirigen a gran velocidad- le contestó ella. - Disparen a los carros con las granadas!- gritó Tony. Los soldados comprendieron las órdenes. Dispararon. Las granadas hicieron blanco. Uno de los carros se quedó parado, mientras los otros intentaban girar para colocarse en posición de disparo. Arthur tenia en punto de mira al que se quedó parado. Cargó una granada y disparó su fusil. El carro de combate estalló. Dio un grito de alegría. El resto de los carros retrocedieron unos cien metros. Tony se cercionó de ello. Pulsó su comunicador y llamó a Marc. - Marc. - Si, qué quieres, Tony? - Necesito fuego de cobertura en mi posición, unos carros de combate nos están atacando. En ese momento un disparó impactó contra el muro. Algunos hombres salieron despedidos. - Date prisa- dijo Tony. - No te preocupes. Tony se acercó a la posición donde cayó el disparó. Vio a tres soldados tirados en el suelo. Se acercó a ellos. Dos de ellos, un chico y una chica estaban muertos, mientras que el tercero esta malherido. Cogió al muchacho y lo llevó a un sitió más seguro. Mientras Helenna daba ordenes a los soldados de disparar contra los carros. Otro de ellos fue destruido. Marc dio la orden. Unos de los cañones fue orientado a la posición de Tony. El operador del cañón señaló como objetivo uno de los carros. Disparó. Desde su posición, Gerard vio como el carro estallaba. Cargó en su fusil una granada y disparó contra otro de los carros. Fue un impacto directo, pero no le causó apenas daño. Los carros se movieron. Se retiraban. Los soldados gritaban de júbilo. Tony, desde una posición más retrasada lo observó. Miró al chico que llevaba en brazos. La herida era muy fea, la onda expansiva le había desgarrado la armadura y le había herido en el abdomen. El chico sangraba abundantemente. Lo dejó en un lado, al cuidado de un médico. El hombre se acercó a él. - Está muerto, las heridas eran muy graves. Tony agachó su cabeza. Unas lágrimas brotaron de sus ojos. Los carros de combate se retiraban. Marc desde su posición elevada lo observó. De repente un ruido, algo parecido a una tormenta, llegó a sus oídos. Después una gigantesca explosión. Se giró y vio como saltaba por los aires un cañón que estaba en una posición alejada. Thomas estaba más cerca y lo vio acercarse. Era como un destelló. El disparó cayó cerca de él, y por la onda expansiva fue arrojado al suelo. Unos segundos después se levantó del suelo, aturdido. Miró a su alrededor. Una nube de polvo lo rodeaba y donde antes estaba el cañón, ahora solo había chatarra. Varios soldados estaban muertos a su alrededor. Helenna esperaba a Tony. Este apareció unos segundos después de la explosión. - Qué ha sido eso?- le preguntó ella. - No lo sé. Tal vez un ataque con baterías, no lo sé. Helenna miró de nuevo su scanner. - Tony, mira- dijo ella tocándole en su hombro. Él miró al display. Vio centenares de puntos. Alzó su vista y vio, como una gigantesca ola, que centenares, tal vez miles de soldados alienígenas a pie se acercaban a su posición. Tenían forma humanoide y vestían unas armaduras integrales, qué les cubrían todo el cuerpo. Reaccionó rápidamente. - Helenna, reagrupa a la tropa. Qué retrocedan cien metros, hasta esa muralla. - Si, ahora mismo. Helenna se puso en contacto con los sargentos y dio la orden. Los soldados se retrasaron. El muro donde estaban ahora había pertenecido las antiguas defensas de la ciudad y todavía se conservaba en buen estado. Tony pulsó el comunicador y les habló a todos los soldados. - Bien, chicos, hay los tenemos. Usad la mira láser de los fusiles, disparadles. Los soldados alienígenas estaban a unos quinientos metros de ellos. Recibieron la descarga de los fusiles, pero ninguno de ellos cayó herido.
- Maldita sea!- exclamó Tony-. Esas armaduras son inmunes a los disparos. Usad las granadas. Los soldados dispararon las granadas. Algunos de los alienígenas cayeron al suelo por las explosiones, pero se levantaban rápidamente. Empezaron a disparar sus armas. Una oleada de fuego arrasó la muralla. Veinte soldados cayeron bajo los disparos de los alienígenas. Tony pensó rápidamente. - Usad las pistolas!, fuego! Un mar de plasma partió del muro. Los soldados alienígenas que estaban más cerca cayeron al suelo y no volvieron a levantarse. Marc desde su puesto observaba el ataque. Se le acercó un soldado. - Señor, los cañones están listos. - Bien- dijo Marc. Pulsó su comunicador y llamó a Tony. - Todo listo, cuando quieras. - Cubre nuestra retirada- dijo Tony. Marc dio la orden. Los cañones dispararon contra las hordas alienígenas. Tony dio la orden de retirada. Sus hombres se retiraban descargando sus pistolas contra los enemigos. Helenna había gastado ya su segundo cargador. Pulsó el botón de expulsión y el cargador salió disparado de la pistola, con la mano libre que le quedaba, introdujo otro cargador en la pistola y continuó disparando. - Vamos!, vamos!- gritaba a los soldados. Los cañones de plasma causaban grandes bajas en el ejército enemigo. Además, desde su posición, la unidad de Marc causaba bastante daño al enemigo. Pronto Tony llegó a la altura de Marc. - Bien?- dijo Marc. - Son muy duros. Solo con las pistolas hemos podido causarles daño. - Cuantas bajas? - Veintitrés soldados, por ahora. Cuando reagrupé el grupo lo sabré con certeza. Y tú? - Quince muertos y veinte heridos. - Mal, muy mal- dijo Tony preocupado-. Tenemos que salir de aquí, son demasiados. - Pero las ordenes...- dijo Marc. - ¡Al demonio las ordenes!, son dema...! No pudo acabar la frase, ya que otra explosión impactó en otro de los cañones. Los dos se miraron. Había que tomar una decisión. Los soldados enemigos avanzaban rápidamente. Ya habían dejado atrás la muralla y se dirigían hacia el complejo, a la posición que tenían Tony y Marc. La decisión fue tomada. Tony llamó a Arthur. - Tenemos que salir de aquí, Arthur. Llévate a tres hombres y descubre una salida de esta ratonera. - Entendido, señor- dijo marchándose a gran velocidad. Arthur se acercó a un grupo de soldados. - Vosotros tres, venid conmigo. Los soldados lo siguieron. La colonia era un tercio de Altaír, así que no le resultó muy difícil encontrar otro sitio por donde salir. Minutos después, encontró una entrada a las minas del planetoide. Llamó a Tony. - Mi comandante. - Si Arthur. - Hemos encontrado una entrada a las minas de la colonia, creó que por aquí saldremos a algún sitio. - Vale, indícame la dirección. - Noreste, señor. - Vale, esperadnos. Tony dio la orden de retirada. - Vamos!- dijo a sus hombres-, rápido! Helenna, ve delante. - Si- dijo ella. Tony se acercó a la sargento Lianni.
- Marta!, ve con Helenna, yo me quedo con tus hombres. - Pero, señor... - Es una orden, vete. La muchacha asintió. Pronto llegaron a la entrada de la mina. Arthur lo esperaba allí. - Me alegró de verlo, mi comandante- dijo él. - Gracias. Ve delante y abre la marcha. Qué te sigan el comandante Lefebre y el resto de los chicos. - Si señor. Arthur se internó en la mina. Detrás de él avanzaba Marc y el resto de la tropa. Tony se rezagó un poco. Observó que los alienígenas estaban cerca. Cuando entró el último de sus hombres, él se internó en la mina. Cuando se vio que estaba lo suficientemente lejos de la entrada, cogió su fusil y cargó una granada en él. Alzó el arma, apuntó al techo, justo en una viga, y disparó la granada. La explosión hizo que la entrada se sellará. Se giró y se reunió con el resto. Los soldados descansaban tirados en el suelo. Tony llegó un momento después. Se acercó donde estaban Thomas, Helenna, Marc e Ingrid. - Qué tal estáis?- les preguntó Tony. - Bien- contestó Marc-. Un poco cansados, eso es todo. - Cuantas bajas tenemos?- volvió a preguntar Tony. - En mi unidad cincuenta muertos y por lo menos cuarenta heridos- dijo Marc-. Los disparos de las baterías nos causaron mucho daño. - En la nuestra, cuarenta muertos y treinta heridos- dijo Helenna. Thomas estaba tendido en el suelo. Su armadura estaba llena de polvo y tenia algunos cortes en el rostro. Miró a Tony. - Qué hacemos ahora?- dijo. - Tenemos que salir de aquí. Estad tranquilos, no nos seguirán, he bloqueado la entrada a la mina con una explosión. Arthur!- llamó Tony. - Si señor- dijo él levantándose del suelo. - Quiero que cojas a cinco hombres e investigues los túneles. - A la orden, señor- dijo Arthur. Llamó a cinco soldados y desapareció por uno de los túneles. Llevaba un scanner en la mano y trazaba el túnel. Llegó a una intersección. - Por el de la derecha- dijo al grupo. Siguieron ese camino y notó aire fresco en su rostro. Pulsó su comunicador y llamó a Tony. - Mi comandante. Estoy en la salida. - Bien. Vamos para allá. Tony habló al grupo. - Vamonos, la avanzadilla ha encontrado una salida. El grupo avanzaba compacto. Unos llevaban a los heridos que no podían valerse por si solos, otros heridos, los más leves, iban solos. El grupo iba formado por doscientos cincuenta y cinco personas. Avanzaban lo rápido que les permitían los heridos más graves, que iban en camillas hechas con lo fusiles de los soldados que los llevaban. Veinte minutos después llegaron al sitio donde estaba Arthur con sus hombres. - Buen trabajo- les dijo Tony cuando llegó a su altura. - Gracias, señor. Descansaron allí. Tony se reunió con Marc, Helenna y Thomas. - Bien, qué proponéis? - No sé- dijo Marc-. Creó que deberíamos seguir adelante, tal vez si nos uniéramos al grupo del general Lorchester. - Creó que es una buena solución- dijo Thomas- según los planes de batalla esta cerca de aquí, no? - No, esta al otro lado- dijo Helenna mostrándole a Thomas su pequeña terminal digital-. Y el general Abrams también esta lejos de aquí. Yo opinó que esto debe ser una salida de minerales, y que cerca de aquí debe de haber naves de carga. En un par de ellas cabríamos todos. - Bien- dijo Tony-, busquemos esas naves. Arthur, Iñigo venid. Los dos se acercaron a Tony. - Tenemos que encontrar un transporte para salir de este pedazo de roca. Coged vuestros scanners y detectad si hay alguna en los alrededores. -Entendido- dijo Arthur.
Arthur salió de la cueva acompañado por Iñigo y dos soldados. - Llévate tú a uno, yo me llevaré a otro- dijo Iñigo. Arthur asintió. Puso en marcha su scanner. En breves segundos detectó, a unos cien metros de ellos, cinco naves. - Mi comandante, soy Arthur. - Qué has descubierto? - Cinco naves, a unos cien metros de nosotros, detrás de una colina. Nos acercamos para investigar. - Entendido, pero ten cuidado. Arthur y el otro soldado avanzaron, hasta una pequeña colina. Cuando la subieron descubrieron las naves, pero no solo estas. El espectáculo era dantesco. El soldado que lo acompañaba se dio la vuelta y vomitó. - Señor- pudo mascullar Arthur-. Venga, no se lo puedo contar, tiene que verlo usted mismo. Unos minutos después, Thomas, Tony y Helenna llegaron a la colina. La visión era espeluznante. Si, allí había cinco naves, pero además también había los cuerpos de soldados muertos. Una de las naves, estaba destruida. En lo que en otro tiempo fue su interior, había un par de centenares de cuerpos quemados hacinados. Más alejados de las naves, alrededor de unas rocas, había más cuerpos, algunos de ellos mutilados por los disparos. Y en el camino de esas rocas un reguero de cuerpos amontonados. Helenna volvió su rostro, Thomas se quedó con la boca abierta. Tony avanzó hasta donde estaba Arthur. - Qué crees?- le dijo al chico. - Son marines, han sido masacrados. Ve señor, una de las naves fue destruida sin que les diera tiempo a salir. Solo esas cinco están intactas. Tres de ellas son cargueros. - Si ya lo veo- dijo Tony, pulsó su comunicador-. Marc, ven con todos los hombres, rápido. - Entendido, en unos minutos estoy ahí. Minutos después se reunió con Tony. - Tenemos que salir de aquí- dijo Marc, después de ver los marines muertos. - Si, estoy de acuerdo. Coge los heridos y dirígete a una de las naves. Monta en ella a todos los hombres que puedas y sal de aquí. Yo cogeré la otra con el resto de los soldados. - Vale. - Espera, antes de irte toma esta copia del plan de batalla. Si sales de esta, preséntalo a la Unión de Naciones. Creó que esto es una maldita trampa. Estas naves nunca debieron de aterrizar aquí. También quiero que me hagas un último favor, asciende al sargento Kier a teniente. Marc asintió y cogió el CD, se lo guardó en uno de sus bolsillos. Acto seguido se despidieron. - Nos vemos después- dijo Tony. - Si, nos vemos después. Tony se acercó a donde estaban el resto de los soldados. - Necesito cincuenta voluntarios para proteger al comandante Lefebre y los heridos. Todos los soldados dieron un pasó al frente. Tony eligió a los cincuenta que lo acompañarían. Se dirigió al resto. - Dejad todo lo que llevéis, pertrechos y armas. Iréis más rápidos, bien chicos, nos veremos dentro de poco. Tony se acercó donde estaban Thomas y Helenna, los dos estaban discutiendo. - Yo me quedó- dijo Thomas. - No, le haces falta a Marc para sacar la nave de aquí- dijo Helenna- me quedaré yo con Tony. - No os quedareis ninguno. Thomas vete y llévate contigo a Helenna. - No!, yo me quedó contigo. - Vete, Helenna!, por favor- dijo Tony. - No, no me voy. Si nos vamos nos iremos juntos. - Hele... - No discutas con ella- dijo Thomas, a la vez que le daba a él su pistola- será mejor que se quedé contigo. Su sitio esta a tú lado, igual que Marc e Ingrid. Adiós, amigos. Thomas le dio un fuerte apretón de manos a Tony y besó a Helenna en su mejilla. Arthur se acercó a los dos. - Qué hacemos, señor? - Qué hacemos? Tú irte con el grupo de Marc. Nosotros nos quedamos. - Tony, yo me quedó. - No hay tiempo para discutir. Tú te vas. Si murieras Anja nunca me lo perdonaría. Vete!, es una orden, teniente. Arthur vaciló, pero segundos después asintió. Miró a Tony con gratitud.
- Anja lo sabrá, no te preocupes- dijo Arthur. Tony con sus soldados tomaron posiciones. Marc y su grupo, atravesando el mar de cadáveres, se acercaban a una de las naves de transporte. - Tony!- dijo Helenna-. Se acercan nuestros enemigos. - Bien chicos y chicas, tenemos que proteger al comandante hasta que su nave salga de este maldito planeta- dijo Tony-. Demostremos a esos alienígenas lo caro que venden sus vidas la gente de Altaír. Todos se aprestaron para defenderse. Helenna miró a su derecha y vio a Conrad casi a su lado. Había decidido quedarse, ella le hubiese dicho que se fuera, pero ya era demasiado tarde. Los enemigos estaban a unos setecientos metros, y avanzaban rápidamente. Tony dio la orden de disparar. Los alienígenas, sorprendidos, cayeron unos detrás de otros. Habría unos trescientos, se retiraron un poco, pero rápidamente comenzaron a disparar. Marc ya casi había metido en la nave a todos los soldados, cuando vio que estaban atacando a Tony. Algunos de los más antiguos en el escuadrón intentaron ir a ayudarlo. - No- dijo Marc-, él decidió que nosotros huyéramos del planetoide. Ha sido la última orden que nos dio. A regañadientes subieron a la nave. Marc entró cuando ya se había cercionado de que todos estaban dentro. Cerró la puerta automática de la nave, y entró en la cabina de piloto. Thomas ya estaba allí, acomodado en su asiento. Marc se sentó en el suyo. - Esta todo listo?- preguntó a Thomas. - Todo listo, dispuestos para despegar. Tony, estaba disparando a diestro y siniestro contra los enemigos. Había gastado ya su cuarto cargador. Junto a él, Helenna se agachó para recargar también su pistola. De pronto un zumbido lo interrumpió. - Tony, todo listo- dijo la voz de Marc. - Bien, marcharos, suerte. - También te la deseó a ti y a todos vosotros. Os recordaremos siempre. - No te pongas sentimental. Dentro de unas horas recordaremos esto como una anécdota. - Nos vamos, Thomas- dijo Marc. - Como en los viejos tiempos. Propulsores a máxima potencia- dijo Thomas. Una llamarada roja salió de las toberas. La nave se elevó unos metros del suelo. Thomas vio que un grupo de alienígenas estaba acercándose demasiado al grupo. Se giró en el asiento y seleccionó el objetivo. Marc lo vio pero no le dijo nada. - Blanco fijado, capitán- dijo Marc, y le sonrió. Thomas volvió el asiento a su posición original y pulsó los disparadores de los cañones que llevaba la nave. Tony, desde su posición vio como un grupo numeroso de alienígenas fueron muertos. También vio como la nave de Marc cabeceaba y tomaba rumbo hacia el espacio. - Nos vamos!- dijo Tony- todos a las naves! El grupo empezó a retroceder. En las rocas quedaban los cuerpos de los que habían caído bajo el fuego enemigo. Tony retrocedía disparando, Helenna permanecía a su lado, junto con Conrad y tres soldados más. El resto de los soldados, unos treinta, corría hacia la otra nave de transporte. Los alienígenas habían llegado casi a la muralla de roca. Disparaban contra todo lo que se movía. Muchos de los que corrían fueron abatidos antes de entrar en la nave. Los dos de los soldados que se quedaron con Tony habían caído al suelo, muertos. Él disparaba contra los alienígenas. - Rápido, a la nave!- gritó Tony. El soldado, Helenna, Conrad y él mismo corrieron hacia la nave. Helenna corría delante de Tony. De pronto oyó un grito detrás de ella. Fue casi instintivo, escuchar el gritó y volverse, para ver como Tony caía al suelo con el pecho abierto en dos por un disparo de los alienígenas. Con lágrimas en los ojos disparó acercándose a él, que yacía convulsionándose en el suelo. - No!, Malditos seáis, bastardos!- decía ella mientras disparaba. Conrad y el soldado la vieron y empezaron a disparar como locos. Ella alcanzó la posición de Tony, unos metros más atrás. Lo cogió por el cuello de la armadura y lo arrastró hasta unas rocas cercanas. Mientras Conrad y el soldado continuaban disparando. - Tony!, amor mío, por favor. Él la miró y sonrió. - Hel...lenna, sabes, me he da...do cuen...ta de que tie...nes los ojos más...- no pudo continuar, cayó inconsciente.
Ella trató de reanimarlo, pero fue en vano. - Tony!, Tony!- decía mientras golpeaba su pecho sangrante-. No!, no te mueras!, te quiero. Al escuchar las palabras de ella, recobró de nuevo la conciencia. Le sonrió. - También te...te quiero- dijo él, conteniendo el dolor de su herida. Conrad llegó hasta donde estaban los dos. Al llegar vio como el soldado caía al suelo, atravesado por varios disparos de los alienígenas. - Llévatelo hacia la nave!- le dijo a Helenna-. Yo os cubro. Ella le cogió su mano y le sonrió. Él la ayudó a cargar a Tony y empezó a disparar. Vio como ella se lo llevaba casi arrastrando. Salió de la cubierta de las rocas, y cogiendo la pistola del soldado muerto, llenó de rabia se acercó disparando como un poseído a los alienígenas. Estos, sorprendidos, retrocedían. Él llegó casi a la altura de ellos, y tras haber ya matado a una buena cantidad de ellos, se arrojó hacia el resto. Los soldados alienígenas le dispararon casi a quemarropa, pero el continuaba de pie, disparando. Helenna, desde donde estaba giró su cabeza y vio como Conrad caía al suelo muerto. Llorando arrastró a Tony como pudo. Ya estaban cerca muy cerca de la nave. Un carro de combate enemigo subía por el macizo de rocas. Vio las naves, y como dos de los humanos intentaban llegar a una. Disparó contra las naves. Helenna vio la distancia que la separaba de la nave, apenas unos cien metros. Intentó reanimar a Tony. - Venga, cariño!, no te vengas abajo ahora!, ya falta poco- dijo gritándole. Llevaba a Tony, medio por las pocas fuerzas que le quedaban a él, medio por la fuerza de ella, arrastrando sus piernas por el polvoriento suelo. La herida sangraba abundantemente. De pronto vio un intenso resplandor caer a poca distancia de ellos. Instintivamente, arrojó a Tony al suelo, ella se tiró encima de él protegiéndolo con su cuerpo. Después sintió como ambos volaban. Después sintió dolor en su cuerpo. Luego nada. Anja estaba bailando con Arthur. Lo miro a sus ojos y sonrió, apoyando después su cabeza en su pecho. Se sentía protegida a salvo de todo; de repente sintió como su mano acariciaba su cabello. Alzó de nuevo sus ojos pero el rostro que allí vio no era el de Arthur, sino el de Tony, forcejeando se separó de él a la vez que observaba la sala. El rostro de Tony empezó a sangrar, pero él no era el único que estaba allí. Los cuerpos sangrantes de Arthur, Marc, Ingrid, Thomas, Helenna, aparte de Tony se acercaban a ella para tocarla. Ella corría asustada, intentaba huir, pero la estaban alcanzando, la estaban alcanzando. De pronto una luz muy intensa la cegó... - Tony!- gritó Anja, qué se despertó violentamente. Estaba sudando. Había tenido una pesadilla. Vio que estaba en su habitación, acostada en la cama. Alargó la mano y cogió el reloj de pulsera que había en la mesilla de noche al lado de su cama, eran las cuatro menos cuarto de la madrugada. Se levanto de la cama y cogió un vaso de agua que tenia allí. Bebió un poco de agua, después volvió acostarse y se durmió pensando en Arthur. Thomas, desde la nave vio como el carro de combate disparaba contra el transporte. También vio como Helenna arrastraba a Tony herido. El transporte estalló y la onda expansiva llegó hasta donde estaban Helenna y Tony, que salieron despedidos unos cuantos metros. - No!, Tony, Helenna!, no!- dijo con lagrimas en los ojos. Marc miró y a gran velocidad salió del alcance del carro de combate. A su lado Thomas lloraba desconsoladamente.
6. EL JURAMENTO AÑO: 2234 LUGAR: ESPACIO/ALTAIR (MARTE). Anja se despertó, como todas las mañanas. Pero hoy estaba muy cansada, esa noche había dormido muy mal por culpa de una pesadilla. No recordaba como era, pero eso era natural. Poco a poco se levantó de la cama. Miró el reloj, eran las nueve de la mañana. - Es temprano- se dijo ella a sí misma-. Hoy no tengo clase hasta las diez y media. Tranquilamente se duchó y después se vistió. Sobre las nueve y cuarto bajó al saloncito a desayunar. No había nadie. - Qué raro- dijo ella-, normalmente a esta hora mis tíos están desayunando. Pero, no. Aquella mañana no. Oyó voces en el comedor, y se dirigió hacia él. Allí estaban sus tíos, viendo la holovisión. Algo estaba sucediendo. - Qué pasa?- dijo ella despreocupadamente. - Calla un momento!- dijo el profesor nerviosamente. Su tía estaba al lado de él, también bastante nerviosa. Apareció el logotipo de la emisora e n la holovisión. Unos momentos después salió un presentador. - Señoras y señores, tenemos noticias del ataque a la colonia Girau. Un reportero nuestro, que iba en el transporte de tropas ha logrado sacar en exclusiva para nosotros la destrucción de la fragata y del porta aeronaves. Vean ustedes las espeluznantes imágenes. Salieron unas imágenes. La gigantesca nave alienígena estaba al lado del planeta. Los cazas salieron de la porta aeronaves y se dirigieron a toda velocidad hacia la nave. Detrás de ellos, la fragata, también a toda velocidad, disparaba sus armas nucleares contra los alienígenas. De pronto salió un resplandor de ella, un resplandor azuláceo. Este resplandor fue subiendo de intensidad y se convirtió casi como si se mirara al Sol directamente. La luz lo ilumino todo. Después esta fue poco a poco disminuyendo. Las naves, los cazas y la fragata explosionaron con violencia. Después se quedó todo negro, la nave alienígena y el planetoide habían desaparecido. - Señoras y señores, la explicación de que el planeta haya desaparecido es, según nuestro reportero, qué el comandante del transporte dio ordenes para que fueran transportados a otro sector- dijo el presentador-. Según informaciones de nuestro reportero, el comandante ha sido condenado a muerte por el Consejo por huir en plena batalla. Seguimos sin tener noticias de las tropas terrestres. Si..., esperen un momento, queridos espectadores. Me comunican que ahora mismo, en directo, el Jefe del Consejo va a dar una rueda de prensa. Conectamos con nuestro hombre en New York MegaCity. Otro hombre salió en la pantalla. Anja, intranquila se sentó al lado de su tía. - Ahora mismo el Jefe del Consejo va a empezar la rueda de prensa. Más que una rueda de prensa es un comunicado. - Hoy, diecisiete de marzo del 2234, tengo que darles a todos los habitantes de nuestra querida federación esta noticia. Hacia las nueve de la noche de ayer, una fuerza combinada de tropas, comandadas por los generales Abrams y Lorchester han desembarcado en la colonia Girau. Han aterrizado en tres puntos del planetoide tres unidades, una mandada por el coronel Jones, otra por el propio general Lorchester y la tercera comandada por los comandantes Sánchez y Lefebre. El Jefe del Consejo paró unos segundos y tomó agua de un vaso que tenia a su lado. Los tres, el profesor, su esposa y Anja estaban nerviosos, tensos. Sabían que Ingrid, Marc, y sobre todo Anja, qué Arthur estaban allí. - Las noticias que tenemos del planetoide son confusas - dijo el jefe del Consejo-, pero podemos confirmar que las compañías del general Lorchester y de los comandantes Sánchez y Lefebre han sido exterminadas... Anja no oyó nada más. Notó que su cuerpo se quedaba helado, y como caía desmayada al regazo de su tía. Se despertó, había tenido una pesadilla, pero la recordaba. Estaba tendida en la cama. A su lado estaban su tía y su tío. - Tíos he soñado...- intentó decir, pero al ver los rostros de sus tíos se quedó sin habla. - No, hija mía- dijo su tío- no has soñado. Han muerto todos. Marc, Ingrid, To ny, Helenna, Thomas. Todos. - No!, no es verdad!, es mentira!- dijo ella llorando-, Arthur!, no!, mi Arthur no! Su tío se sentó al lado de ella en la cama y la abrazó. - Hazte a la idea, mi niña, todos han muerto, todos. Anja, por primera vez, sintió que algo en su corazón se partía. Marc estaba sentado en el suelo. Apoyada en su regazo tenia a su esposa, Ingrid. La pobre se
había quedado dormida hacia un rato, había estado llorando hasta unos minutos antes y tenia en su mano la mitad del corazón que le había regalado Tony. Él, el comandante de la misión, también estaba llorando por la perdida de sus amigos. En un rincón, Thomas dormía. Nadie hablaba en la nave. Solo se escuchaba los quejidos y lamentos de los heridos. Marc dejó cuidadosamente a Ingrid en el suelo. Se levantó y se dirigió a la parte trasera de la nave, donde el médico cuidaba de los heridos. - Qué tal están? - Mejorando, comandante- dijo el médico-. Los heridos más graves mejoran rápidamente. Solo me preocupa el teniente Michaels. Su herida es bastante fea. Si no es operado en las próximas cinco horas, puede fallecer. Marc asintió. No podía pensar. Llevaban ya cinco horas navegando por el espacio, desde que huyeron del maldito planetoide. El zumbido de su comunicador lo sacó de sus pensamientos. - Marc, soy yo Gerard, ven a la cabina. Unos segundos después, Marc estaba en la cabina. - Qué pasa, Gerard? - He detectado una comunicación en el sector 17.9, entre un caza y un convoy. No he podido averiguar de qué tipo son. - Bien, Linda, vete a descansar, yo ocupó tu lugar- dijo Marc. - Pero...- intentó decir ella, pero la mirada de Marc hizo que ella obedeciera. Se sentó al lado de Gerard. - Dirígete hacia ese sector- dijo al teniente-, a toda velocidad. - A la orden, señor- dijo el teniente. Thomas, que se había despertado y al no ver a Marc con Ingrid le preguntó a una soldado. - Donde está el comandante? - Lo he visto ir a la cabina- dijo la chica. Thomas le sonrió y se dirigió a la cabina. Cuando iba hacia allí se encontró con Linda. - Ese hombre esta loco!- exclamó ella cuando se vio con Thomas-, no hace ni una hora que le he relevado y ahí esta otra vez, en la cabina. Thomas le sonrió. Unos segundos después llegó a la cabina. - Qué sucede?- inquirió a Marc. - Hemos detectado una transmisión en el sector 17.9. Vamos allá a toda velocidad. Tal vez sean amigos. Tres cazas Vulkan de la Unión de Naciones patrullaban por el espacio. Pertenecían a un convoy de la Unión que se dirigía a la colonia Beta. - Nada, ni rastros de naves del Consejo- dijo uno de los pilotos a su líder. - Mejor así, no tengo ganas de encontrarme con uno de esos americanos pilotando uno de eso malditos ARES. - Yo tampoco- dijo la tercer piloto-. Una vez piloté uno de esos cacharros y no sé como estoy viva todavía. - Líder Vulkan, aquí Vulkan 1. - Qué quieres Franz?- dijo él. - Detectó una nave de transporte dirigiéndose a nuestro sector. Viene a gran velocidad. - Bueno, y qué?- le respondió el teniente. - Teniente, se trata de una nave tipo Artus, una nave de transporte de soldados del Consejo. - Bien chicos- dijo el teniente-. Pasemos a cobertura. Voy a llamar a la base. Base aquí el teniente Ganz, detecto nave tipo Artus dirigiéndose a nuestra posición. - Aquí el comandante Koller, vayan al encuentro de ella y conmínenla a rendirse. - Entendido, señor. Alas Vulkan trayectoria de intersección. Las tres naves, en pocos segundos tenían a la vista el transporte. - Aquí el teniente Ganz, de la Unión de Naciones, identifíquense. Gerard no sabia lo que contestar. Marc tomó control de la situación. - Aquí el comandante Lefebre, de la Fuerza de Choque. - Señor- dijo el teniente Ganz-, ríndase y acompáñenos hasta la base. - Teniente, llevamos en esta nave un hombre herido gravemente, qué necesita urgentemente ser intervenido quirúrgicamente. A que distancia esta su base? - Esta en el sector 25.8, señor. - A la velocidad actual que llevamos tardaríamos unas dos horas en llegar allí. Según veo, sus naves son Vulkan, y van más rápidas que este cacharro. Le agradecería que nos remolcaran. - Entendido, señor. Me pondré inmediatamente en contacto con la base.
- Gracias. - Alas 1 y 2, utilicen sus ganchos magnéticos para enganchar el transporte. Volvemos a la base. - Entendido, teniente, procedemos a maniobra. Las dos naves, a gran velocidad se acercaron al transporte y lanzaron sus ganchos, que se pegaron a él. Después los remolcaron. - Gerard, desconecta los motores- dijo Marc. - Si señor, motores fuera. Debido al golpe de los ganchos, Ingrid se despertó. Al ver que no estaba Marc junto a ella se dirigió a la cabina. Cuando llegó allí vio como Thomas conversaba con Marc. - Qué pasa, cariño?- dijo ella medio dormida. - Tenemos suerte- dijo Thomas-, toda la suerte que les faltó a Helenna y a Tony. Nos están remolcando hacia una nave de combate de la Unión. Minutos después llegaron a la base. Esta era en realidad una nave de combate, un porta aeronaves, que se dirigía hacia la colonia Beta, bajo dominio de la Unión. Las dos naves dejaron el transporte en uno de los muelles de la inmensa nave. Marc, abrió la compuerta y el primero en salir fue el médico con el teniente. Una unidad médica lo esperaba y fue rápidamente evacuado a la enfermería de la nave. El comandante de la nave los e speraba allí. - Soy el comandante Koller, de la Unión de Naciones- dijo el comandante ofreciéndole su mano. - Comandante Lefebre, de la colonia Altaír- le respondió Marc, estrechándola. - Un momento, no será usted por casualidad el mismo comandante Lefebre que probó uno de los prototipos de los Vulkan? Esta usted muy lejos de su colonia, comandante. - Si soy yo, formamos parte de un contingente de tropas del Consejo. Del contingente que ha atacado Girau. - Girau?, es imposible, todas las tropas que han atacado han sido aniquiladas. - Lo puede ver por usted mismo. Nada más ver a mis soldados puede verlo. Ha sido una masacre. - Venga usted conmigo a mi cámara y cuénteme su aventura- dijo Koller. - Si, pero mis hombres están cansados, llevamos más de cinco horas navegando por el espacio, y también quisiera que los heridos fueran reconocidos por algún médico. - No se preocupe, todo eso se hará. Vamos a mí cámara. Los soldados bajaron de la nave. Los que estaban bien ayudaban a los heridos. Marc, antes de irse con Koller, se dirigió a donde estaba Thomas. - Cuida de Ingrid- le dijo- tengo que tratar unos asuntos con el comandante de la nave. - No te preocupes, me encargaré de ella. Media hora después, Marc había terminado de contarle a Koller su odisea en Girau. - Así que se salvaron? - Si, pero solo gracias al comandante Sánchez, a la capitán Kraüs y al resto de los que se quedaron allí cubriéndonos. Vi como la nave estallaba. Todos murieron. En esa maldita roca quedaron los cuerpos de ciento cuarenta buenos soldados y amigos. - Demasiado caro. Si las informaciones qué dio el Consejo son reales, pueden haber muerto más de dos mil hombres. - Si, son reales. Esta nave no era la nuestra, era la de otra compañía, la del general Abrams. Todos sus marines, más de mil fueron masacrados. A algunos ni los dejaron salir de una de las naves. - Eso no es todo, Marc, le puedo llamar Marc? - Si, es mejor. - Como le iba diciendo, no es nada. La fragata y el porta aeronaves que les protegían también fueron destruidos, solo se salvó el transporte que les llevó a ustedes porque el comandante de él dio la orden de transportarlo a una zona sin peligro. El pobre diablo fue condenado a muerte por el Consejo de inmediato, por haber abandonado el campo de batalla. - Y qué se sabe del general Abrams? - Poco, según parece, antes del ataque volvió a la base del sector, reclamado por el consejero americano. - Le quiero pedir un favor, comandante. - Llámeme Helmmut. De qué se trata? - No quiero que nadie sepa, ni la Unión, ni el Consejo, que escapamos con vida de Girau. Le explicaré por qué. Tenemos sospechas de que el plan de batalla que seguimos el general Lorchester y nosotros
era muy raro, parecía bastante incompleto. Y cuando se lo dijimos al general, nos respo ndió que éramos unos novatos y que él era el qué mandaba en la misión. - La verdad es qué es extraño. Descanse y no se preocupe. Nadie sabrá nada, délo por hecho. - Gracias, Helmmut. Minutos después, Marc estaba reunido con los soldados que quedaban. - Podemos hacer dos cosas. Volver a Altaír o quedarnos aquí y unirnos a la Unión de Nacionesdijo Marc-. Vosotros tenéis la decisión. - Yo volvería a Altaír- dijo una chica-. Ahora mismo deseó volver allí, nuestros seres queridos nos creerán a todos ahora muertos. Muchos de los soldados empezaron a disentir de ella. - Si, y nos cogen los marines y nos pasará igual que al comandante del transporte, nos matarán por haber abandonado el campo de batalla. Yo voto por entrar en la Unión- dijo un chico que estaba situado unas filas detrás de ella. - Yo volvería a Altaír, no para que mis familiares supieran que estoy vivo, si no para echar de allí a los malditos soldados del Consejo- dijo Heindrick Sorensen-. Muchos de mis camaradas han caído en combate y no quiero que sus muertes queden sin aclarar. - Muchos amigos nuestros han muerto- dijo Thomas-, yo apuesto por la decisión de Heindrick. - Tranquilos- dijo Gerard intentando poner cierta cordura en la reunión-. No tenemos pruebas de que nuestros camaradas hayan muerto por un error. Si queremos que se nos escuché tenemos que tener pruebas. - Estoy de acuerdo con el teniente- dijo Ingrid-. No podemos acusar a nadie sin pruebas. Ya sé qué el plan era muy raro. - Gracias a esta nave estamos vivos- dijo Marc-. Me preguntó como la columna del general aterrizó allí. Según el plan de batalla, aterrizaron a más de veinte kilómetros del objetivo. La verdad es que es raro. Pero no estamos aquí para acusar a nadie. Tenemos que decidir si nos vamos o nos quedamos. Lo otro ya se verá más tarde. - Volvamos a Altaír- dijo Arthur, que había estado callado durante ese tiempo-. Si volvamos a Altaír. Necesitamos la ayuda del profesor. Él nos puede ayudar, podríamos ir a Jera 2, con mi gente. - Buena idea- dijo Ingrid-. Sabéis que mi padre ha continuado, en secreto, con la construcción de los Vulkan. - Si- dijo Thomas-. Él podrá encontrar alguna prueba. - Qué decís? Todos asintieron. Volverían a Altaír. - Bien, tenemos que prepararlo todo. Lo primero es preparar la nave. Ingrid y Gerard encargaros de eso. Thomas tú te encargaras de acomodar a bien a los heridos. Coge a veinte hombres y haz una zona para ellos. - Bien, mi comandante- dijo Thomas. - Sargento Lisberger, haga recuento de armas, quiero saber de que armas disponemos. - Entendido, señor. - Bien nada más, voy a ir a ver al comandante Koller, por si nos puede dejar cerca de Altaír. Arthur ven, tengo que hablar contigo. Arthur se quedó a solas con Marc. - Qué quiere, señor? - Tengo una orden que cumplir, la última orden del comandante Sánchez. A partir de ahora eres ascendido a teniente. - Teniente, yo?, es una broma. - No, no es ninguna broma. Fue la última orden de Tony. Quiero qué el sargento Lisberger te de a ti el recuento de armas, teniente. - Si, mi comandante. No le fallaré. Thomas y veinte soldados empezaron a preparar la zona de los heridos. Mientras, Ingrid y Gerard estaban en la cabina revisando los posibles daños que tuviera la nave. - Bien, veamos que tenemos aquí- dijo Ingrid sentándose en el sitio del copiloto y accediendo a la computadora de a bordo-. Veamos. El teniente, a su lado, revisaba los controles de la nave. - Por aquí todo parece bien- dijo él-. Necesitamos recargar combustible, solo eso. Ingrid estaba con el terminal buscando el sistema de navegación, para programarlo. - Desde luego, estos americanos lo complican todo. El sistema de navegación no...- se interrumpió-. Gerard mira esto.
Gerard se levantó de su asiento y se puso detrás de ella. - Qué quieres, Ingrid? - He encontrado algo, no estoy segura, pero creó..., aquí esta. Marc estaba charlando con Koller en el puente de mando. - Así que vuelven a Altaír? - Si, hay un sitio donde nunca...- fue interrumpido por una llamada a su comunicador-. Qué pasa? - Soy yo, cariño. Lo he encontrado. - Qué has encontrado?- dijo él extrañado. - El plan de batalla original. Cuando veas esto vas a quedarte alucinado. - Helmmut, podemos ver el plan aquí? - Claro, podemos. - Ingrid, pasa los datos al ordenador de la nave. - Ya lo estoy haciendo. Listo. En una de las pantallas del puente de mando salió la imagen tridimensional del planetoide. Nada más ver las imágenes supo lo que había encontrado. - Lo sabia- dijo Marc golpeando con su puño la consola-. La pobre de Helenna lo sospechaba. El plan de batalla nuestro era falso, un engaño. - No comprendo- dijo Koller-. No entiendo que... - Miré. Estos puntos en estas tres zonas indican los puntos de aterrizaje. Dos de ellas están en rojo, la del general Lorchester y la nuestra. La tercera, cerca de las minas esta en amarillo. Tomé este disco y verá la diferencia- dijo Marc, sacando de uno de sus bolsillos un CD. Koller lo cogió y lo introdujo en un lector. En una pantalla, a la izquierda de la otra salió una imagen idéntica, aunque retocada. Koller lo comprendió. - Les dieron al general y a ustedes un plan falso. Les hicieron aterrizar en la boca del lobo. - Si, pero algo salió mal. Por eso la unidad de marines fue destruida. Los esperaban al lado de la mina. Puede sacarme una copia de ese fichero en el disco? - Si, claro que sí- dijo Koller y en ese mismo momento, a través de un teclado cercano, copió el fichero en el disco que estaba insertado. Un momento después le devolvió el CD-. Tomé usted, y si no le importa, me he hecho una copia de los dos ficheros, que serán remitidos a la Unión de Naciones para que ellos lo hagan saber al resto del mundo. - Muy bien. Ahora debo de volver con mis hombres. A partir de hoy las cosas van a cambiar en Altaír. Vamos a arrebatársela al Consejo y se la vamos a devolver a Europa. - Esperé un momento. Cuentan con naves y armamento? - Con naves si, tenemos más de cincuenta Vulkan en un sitio secreto de Altaír, de armas nos bastamos con las pistolas de plasma. - Vera, llevamos un cargamento de fusiles JF-45 y pistolas GH-78 a Beta y después nos dirigimos a Nemec, pero podríamos, si a usted le interesa, darle una parte de ellas. - De cuantas dispone usted? - Aproximadamente unas veinte mil de cada clase. Les podría facilitar a usted el acceso a unas trescientas, de cada clase. - No conozco ese tipo de armas- dijo Marc. - No me extraña. Es lo último en armamento. Después del embargo del Consejo, se dio el caso de que no teníamos suficiente armamento para nuestro recién formado ejército. Nuestros científicos decidieron alejarse de los estándares del Consejo y diseñaron un nuevo tipo de armas. Se basan en los aceleradores de fotones. - Si, los he usado en los misiles de los Vulkan. - Bien, gracias a estas armas conquistamos la estación París y posteriormente la defendimos. Eso si usted quiere... Marc lo pensó. Si tenían aquellas armas podrían de una vez librarse del yugo opresor del Consejo. Sabia que los habitantes de la pacifica colonia estaban ya hartos de los desmanes de los marines, y también sabia que los habitantes del asentamiento los ayudarían. - Aceptó. También necesitaré munición para las armas, y el combustible necesario para la nave. - Todo eso lo tendrá. Además le vamos a instalar en la nave un sistema antirradar para que los americanos no puedan localizarlos cuando se acerquen al planetoide. - Gracias. Cuando Marc regresó, el médico se acercó a él. - Comandante, tengo noticias del teniente Michaels.
- Si, como esta? - De esta a salido, lo han traído hace un momento, pero aún esta sedado. El cirujano que lo ha atendido no se cree como el joven ha resistido las heridas que tenia. Esta ya en la nave. Marc dejó al medico. Se acercó donde estaba Thomas, qué ya había acabado la tarea encomendada por él. - Qué tal todo? - Bien, como dijiste ya he terminado los compartimentos para los heridos. Hace unos minutos han llegado esas cajas y ahora están cargando combustible en los depósitos. También un equipo de mecánicos nos está instalando un sistema antirradar. - Si, ya lo sé. Coge a los hombres que tengamos disponibles y que metan esas cajas en la nave. - Como quieras. Thomas dio las ordenes pertinentes, después volvió donde estaba Marc. - Si no es una indiscreción, qué hay en esas cajas? - Nuestra libertad, Thomas, nuestra libertad. Una hora después, estaban ya listos para partir. Koller se despidió de Marc. - Espero tener pronto noticias agradables de Altaír. - No se preocupe, las tendrá. Adiós. - Adiós, amigo. Marc lo saludó y entró en la nave. Ocupó su sitio en la cabina. - Bien, Thomas conecta el sistema antirradar. - Conectado. - Motores. - Listos. La nave partió del muelle y salió por una de las compuertas del porta aeronaves. Momentos después atravesó la tenue atmósfera del planetoide. - Bien, nos dirigimos hacia el asentamiento- dijo Marc a Thomas. - Entendido. Señalando trayectoria, en diez minutos llegaremos a nuestro destino. - Qué tal funciona el sistema? - Perfecto. En el asentamiento, como todos los días, el profesor había ido a trabajar. Y como todos los días había problemas. - Te dije que no montaras el impulsor hasta que no esté montado el anclaje. Ahora abr que desmontarlo todo, si Ingrid... Ingrid, pensó el profesor. Su querida hija, muerta en la inútil conquista de un trozo de roca en el universo. Se quedó callado, y dejó al pobre mecánico. Se metió en su despacho y se sentó en el sillón. Dejó sus gafas encima de la mesa y deseó que ella estuviera viva. El recuerdo de ella le hacia llorar. Lloraba ahora, pero no lloró cuando escuchó la noticia en la holovisión, ni después cuando el coronel Hanssen hizo el funeral por los caídos, había resistido mucho tiempo. La echaba de menos. De pronto unos gritos lo sacaron de sus recuerdos. Algo estaba pasando. Salió de su despachó y vio que todos estaban fuera y que estaban mirando al cielo. Una nave iba aterrizar en el asentamiento, una nave del Consejo. Max Kier ordenó a sus hombres que se armaran y recibieran a los marines como se merecían. Hasta Sarg empuñó un arma para luchar contra los soldados. Los habitantes del asentamiento, esperaban detrás de una barricada a los marines. La nave aterrizó justo en el centro del asentamiento. Vieron como la compuerta se abrió. Todos aprestaron las armas, dispuestos a matar a los malditos marines. Entonces un grupo de hombres y mujeres salieron de la nave. El profesor estaba allí, detrás de la barricada y vio como los soldados bajaban de la nave. Algo les resultaba conocido de ellos. - No disparéis!- gritó atravesando la barricada-, no los reconocéis!, son Marc y mí niña. El profesor corrió al encuentro de Marc e Ingrid. Se abrazó primero a él y después a su hija, llorando. - Papá, ya. Estoy aquí, contigo. - Profesor, no llore usted- dijo Marc. - Creí que te había perdido, que os había perdido a los dos- dijo el hombre sollozando. - Venga ya. No estamos muertos, estamos aquí, contigo. - Tony y Helenna, donde están?- dijo el profesor. - Papá, han muerto.
El resto de los soldados bajó de la nave. Arthur bajó de la nave y se dirigió donde estaba Sarg, junto con su padre. - Padre- dijo él. - Me alegro que estés bien- dijo emocionado. Sarg estaba a su lado. Arthur vio como unas lágrimas caían de sus ojos. Se acercó a él y lo abrazó. - Sarg, viejo amigo. - Arthur...- Sarg no pudo decir nada más. Unos minutos después, en el despacho del profesor, Thomas, Marc, Ingrid, Arthur, el profesor, Max y Sarg, hablaban de la odisea de ellos y les preguntaban que tal iban las cosas en la colonia el tiempo que ellos habían estado fuera. - Así que muchos de los soldados del Consejo han sido transferidos- dijo Marc. - Si- dijo Sarg-. El coronel nos tiene muy bien informados. Ahora el almirante tiene solo aquí unos quinientos marines. - Cuantas naves tienen?- preguntó Thomas. - Después de las órdenes recibidas del Consejo, solo quedan una fragata, un porta aeronaves y unas trescientas ARES; según nos dijo el coronel, preparan una ofensiva a gran escala contra los alienígenas de Girau.- le contestó Sarg. Marc y Thomas se sonrieron. - Qué es lo que pasa?- preguntó Max. - Qué les parecería librarse de una vez por todas de los malditos soldados del Consejo?preguntó Marc. - Si tengo que serle franco, Marc, me gustaría que desaparecieran. Desde que están aquí no han hecho nada más que intentar darnos caza- le contestó Max. - Esta es la oportunidad de hacerlo- dijo Thomas-. Profesor, de cuantos cazas disponemos? - A finales de mes, de unos ochenta. - Para cuando es el ataque?- preguntó Marc. - Según el coronel, para dentro de unas semanas, tal vez un par de semanas- dijo Sarg. - Ingrid, podrías tener a ochenta hombres listos para pilotar los cazas en una semana?- dijo Marc. - Es muy apresurado, pero si me ayudan los pilotos que han pilotado antes los Vulkan, creo que sí. - Sarg, podía usted disponer de por lo menos doscientos hombres listos para el combate en ese tiempo?- preguntó Thomas. - Si, los puedo tener a finales de esta semana- le contestó Sarg. - Bien, el día que vayan a atacar Girau, nosotros atacaremos Altaír. Vamos a arrebatarle nuestra colonia al Consejo- dijo Marc. - Si todo eso esta muy bien- dijo Arthur-, pero si no tenemos armas. Marc le hizo una señal a Thomas y ambos salieron del despacho. Todos los presentes se miraron unos a otros, no comprendían lo que sucedía. Unos minutos después, los dos volvían a entrar en la habitación, armados cada uno con un extraño fusil y unas pistolas. - Con esto vamos a vencer a los marines. Son las armas más potentes de todo el planeta. - De donde han sacado eso?- dijo el profesor-. Saben que son... - Si profesor, es lo que usted iba a decir- dijo Thomas-, pertenecen a la Unión de Naciones. Gracias a usted y al proyecto VULKAN existen estas armas. - De cuantas dispone?- preguntó Max. - Trescientos fusiles y trescientas pistolas. Lo suficiente para armar a lo que queda de mis hombres y a los suyos- dijo Marc. - Bien, tendrá usted esos hombres- dijo Max. - Solo les pido una cosa. Nadie debe de saber que estamos vivos- dijo Thomas-. Ni el coronel, nadie, solo los presentes. - Bien, nadie lo sabrá- dijo el profesor. - Ahora vuelvan al trabajo- dijo Marc-, y adviértale a su gente que no le digan a nadie que estamos vivos. - Délo por hecho, comandante- dijo Sarg. La nave fue descargada y las armas repartidas entre los piratas y una parte de los soldados. Ese mismo día, antes de anochecer, los supervivientes de la masacre de Girau se reunieron a las afueras del
asentamiento. Todos estaban allí, Marc, Ingrid a su lado, Thomas, Arthur, y el resto de los supervivientes. - Chicos, a partir de hoy dejamos de servir al corrupto Consejo y nos convertimos en fueras de la ley- empezó a decir Marc-. Nos han hecho mucho daño, han asesinado por su culpa a muchos camaradas y amigos nuestros, que dieron sus vidas por salvar las nuestras. Ahora podemos pagarles lo que hicieron por nosotros, vengándolos de quienes los enviaron a una muerte absurda y sin sentido. Hoy y aquí hacemos este juramento. No descansaremos hasta que Altaír sea libre y el maldito Consejo derrocado- dijo Marc, visiblemente emocionado-. Nuestra rengaza será implacable. Juradlo. - Lo juramos- dijeron todos los presentes, como si fueran una sola voz.
7. LA VENGANZA. AÑO: 2234 LUGAR: ALTAIR (MARTE). El almirante tenía un humor de perros. Las últimas órdenes del Consejo hicieron que perdiera la poca paciencia que tenia. - Vea usted coronel. Se lo han llevado todo. Solo me han dejado con trescientos ARES y la fragata. - Señor, también nos han dejado el porta aeronaves- dijo el coronel. - Si, y solo por eso tengo los trescientos cazas. Cincuenta en el puerto y el resto aislado en la maldita aeronave. -Señor las ordenes son ordenes, el Consejo prepara el ataque masivo contra Girau... - Desde luego, para conquistar un maldito trozo de roca mandan una flota de más de cien mil naves y con más de medio millón de marines, y para colmo me dejan solo con quinientos hombres, siendo trescientos de ellos pilotos. - Señor, si me permite decirlo, estamos en la retaguardia de la zona de guerra, no creo... - Le estamos dando pie a los malditos imbéciles de la Unión de Naciones para que nos ataquendijo el almirante, levantándose violentamente del asiento-. Cualquier día de estos, tendremos delante de nosotros una maldita nave Vulkan... En ese momento se iluminó el terminal. La imagen de un teniente salió en él. - Qué quiere, teniente? - Señor, el coronel Hanssen, desea verle, y también la teniente Grass. - Bien, recibiré primero al coronel, dígale a la teniente que espere. - A la orden, señor. El rostro del teniente desapareció del terminal, qué se apagó. Segundos después entraba el coronel en la sala. - Qué desea coronel?, tengo mucho trabajo. - No le quitaré mucho tiempo, solo vengo para recordarle que todavía no me ha dado los hombres que me prometió. Vera, desde la lamentable pérdida de la compañía Fénix, solo cuento con treinta soldados de la Fuerza de Choque. - No tengo suficientes hombres ahora- le contestó el almirante-. El Consejo se ha llevado la mayor parte de mis hombres y me ha dejado solo con doscientos marines. Estamos, por si no lo sabe, en guerra contra una fuerza alienígena que quiere exterminarnos. - Lo sé, almirante. Le ruego que me perdone- y al decir esto lo saludó con la mano, se dio media vuelta y salió por la puerta. - Ve coronel- le dijo a su segundo en el mando-. Hasta este idiota viene exigiendo. No sé como no lo he fusilado ya, después de la jugada con los Vulkan- alargó la mano al comunicador-. Dígale a la teniente que pasé. - Si señor- dijo el joven. Fay pasó a la estancia. Entró y se paró delante del almirante. - La he mandado llamar por qué la voy a trasladar al puerto, va a mandar la escuadra de cazas que hay en él. - Si señor- dijo ella sonriendo. - A partir de ahora, va a dejar todo lo que llevaba entre manos al teniente Jones, no sé si sabrá quien es. - Si, lo conozco de vista- dijo ella, pero en realidad pensaba lo que la hizo disfrutar el teniente hacia dos noches. - Bien, ahora retirase y hágase cargo de la escuadra. - A la orden, señor. Fay se dio la vuelta y salió por la puerta. El coronel se quedó mirándola hasta que desapareció por la puerta. - Me gusta esa mujer- dijo el coronel-, me gustaría pasar una noche con ella. - No creó que la soportaría, he oído que le pide mucho a sus amantes. Cambiando de tema, que noticias tenemos del Consejo. - Señor, se ha detectado una nave cercana a este sector, una de esas nuevas de combate. Dice que deberíamos de destruirla. - Destruirla!, con qué?, no tengo ni un solo destructor, no querrán que mande la fragata. - Eso es lo que sugiere el Consejo. Fay tomó cargo de su escuadra. Estaba situada en el antiguo escuadrón que perteneció a la compañía Fénix. Ella observaba desde la ventana de su habitación, la antigua habitación de Tony, las
cincuenta naves que había allí posadas. Volvió a unos informes que había tirados en la cama. Se recostó en la cama y empezó a hojearlos. Cincuenta pilotos a sus órdenes, en ese momento estaban separando los informes de las chicas y los chicos. Treinta chicos, pensó. Uno por día. En el asentamiento la actividad era frenética. Habían pasado ya cinco días desde que llegaron los soldados allí. En los campos, los hombres probaban las recién estrenadas armas, en la cripta el profesor daba los últimos retoques a los cazas e Ingrid y los supervivientes del escuadrón Fénix entrenaban a los nuevos pilotos para los cazas Vulkan. Marc y Thomas estaban dándole los últimos toques al plan de ataque. Echaban de menos a Helenna, que en poco segundos tenia un plan listo. - Ya esta!- dijo Thomas aliviado-, por fin lo tenemos. - Helenna estaría orgullosa- recordó Marc-. Te acuerdas cuando en el campamento se llevaban ella y Tony horas preparando las estrategias que teníamos que utilizar con el simulador. - Si, y de las broncas que tenían. Resultaba divertido verlos. - Si, pero debemos de hacernos a la idea de que no volveremos a verlos más, por lo menos al final están juntos. - Si- dijo Thomas-, yo nunca podré querer a nadie como ellos dos se querían. - Yo si- dijo Marc-, y además dos veces. Una a Jeanne, y la otra a mi Ingrid. Y ahora que lo pienso, Thomas, cuando te vas a buscarte una chica? - Quién?, yo no. Todavía no ha nacido quién a Thomas Simonsen lo lleve al altar. Además soy muy joven todavía, solo tengo veintitrés años, y hablando de nacer, qué para cuando un Marc o una Ingrid pequeñitos? - No lo sé, ya sabes como son esas cosas. Además Ingrid por ahora no quiere que tengamos hijos, la guerra, no se la quiere perder. - Yo tú la convencería. Estoy deseando ver corretear a un pequeñajo por aquí llamándome tío Thomas. - Tío Thomas?, creó que deberías buscarte una chica. Ingrid me ha dicho que conoce a varias que están interesadas en ti. Dicen que eres un gran partido. - Yo un gran partido?, alucinas, no sé quien se interesaría en mí. Dame nombres. - Vamos a ver si recuerdo alguno..., si, Selene, Selene Johannsen, Mary Harris, Marta Lianni... - Para, para. Y dices qué Selene, la maciza, esta interesada en mí?, esa chica es un premio gordo. Aparte de ser muy atractiva, es una de las chicas más hermosas que he visto en mi vida. Tal vez después vaya a darle clases. - Bien, volvamos al trabajo. Dame los datos de los cazas de que disponemos. - Setenta y tres. Para finales de esta semana tendremos los siete que faltan. - Vale. Armamento. - Trescientos fusiles y trescientas pistolas, repartidas a el resto de los soldados y a los habitantes del asentamiento. - Si, ya sé sabe cuando van a atacar? - No, el profesor todavía no ha visto al coronel. - Ya hablaré yo con el profesor. Algo más? - Si, creó que antes del ataque deberíamos evacuar a los civiles de la colonia. - Estoy de acuerdo, pero lo haremos el último día. Creó que tendré que hablar de eso con el coronel. Bien, hemos terminado. - Me voy a descansar un poco. Estas reuniones me vuelven loco. - No hace falta que lo digas, reúnete con Ingrid y ayúdala a entrenar a los pilotos. Muchos de ellos solo han volado en DS y FG. - A la orden, jefe. Los dos se despidieron. Marc, unos momentos después fue a ver al profesor. - Hola, profesor. - Hijo mío, como va todo? - Bien, muy bien. El plan ya esta trazado, solo me queda saber cuando van a atacar Girau. - Bien, te apuesto lo que quieras que el coronel te lo puede decir. - Si, había pensado que usted podía hablar con él. Mejor, iremos los dos a verlo. - Me parece bien. Pero tendremos que tener cuidado, en la ciudad hay muchas patrullas de marines. El almirante tiene pánico desde qué el Consejo se llevó a la mayoría de sus hombres. Los controles son periódicos, sobre todo al anochecer. - Cuando salimos?- inquirió Marc. - Si quieres nos podemos marchar ahora, espera que de las instrucciones para dejar acabado el caza.
- Le esperó. El auto de Marc y el profesor entró en la ciudad y Marc pudo observar por si mismo lo que le había contado el profesor. La colonia estaba prácticamente tomada por los marines. La gente andaba entre ellos con miedo. El ambiente estaba tan cargado qué la tensión se podía cortar con un cuchillo. Vio como detenían a un hombre que les resulto sospechoso y qué, pobre de él, intentó escapar de ellos. No tuvieron piedad de él, ya que fue acribillado en plena calle, a la vista de todos. Después los marines se acercaron a él, y cogiéndolo por sus exánimes brazos, se lo llevaron a una callejuela y lo dejaron tirado allí, a la espera de que viniera un transporte. - Pasa casi todos los días- dijo el profesor-. Muchos infelices son muertos así. Primero disparan y después preguntan. Los otrora defensores de la libertad y de la democracia se han convertido en represores y verdugos. Son solo un reflejo oscuro de lo que eran. En el siglo XX, había unos tipos que se comportaban de la misma forma que ellos. Incluso hasta provocaron una guerra mundial, la segunda del siglo. - Esto debe de acabar- dijo Marc-. El pueblo esta siendo oprimido. En poco tiempo llegaron al nuevo cuartel general de la Fuerza de Choque, situado cerca del ayuntamiento. Era un edificio pequeño, amurallado. Estaba diseñado para almacenes, pero se adaptaba perfectamente al nuevo uso que se estaba haciendo de él. El guardia que estaba en la puerta reconoció inmediatamente al profesor. Marc ocultó su rostro. - Profesor. Qué gusto verlo!- dijo el soldado. - Está el coronel?- le preguntó el profesor. - Si, señor. Viene a verlo. El soldado hizo un gesto a otro soldado que estaba a cargo de la puerta. El vehículo entró en los aparcamientos subterráneos del edificio. Unos minutos después los dos estaban ante el sargento de guardia, qué les condujo hasta el reducido despacho del coronel. Este estaba revisando unos informes que le había dado el almirante, acerca de cuestiones triviales de la colonia. El terminal de él se iluminó, mostrando la imagen del secretario del coronel. - Si, sargento- dijo el coronel, distraído. - El profesor Kristianssen, señor. - Bien, dígale que pasé inmediatamente. El terminal se apagó. Segundos después aparecía por la puerta el profesor, acompañado por Marc. El coronel les dic la bienvenida. - Michael, me alegra verte querido cuñado. - A mi también, Lars. Mira voy a presentarte a este joven, es un primo lejano mío, viene de la Tierra- mintió socarronamente. - Hola- dijo el coronel-. Me llamó Lars Hanssen y usted? - Marc Lefebre, comandante Marc Lefebre- dijo Marc quitándose el embozo que lo ocultaba. - Marc!- dijo sorprendido- estas vivo! - Si, mi coronel, estoy vivo. El coronel y él se abrazaron efusivamente. Se sentaron y Marc lo puso en antecedentes de lo ocurrido en aquella trágica semana. - Pobres Tony y Helenna- dijo el coronel-. Les apreciaba mucho a ambos. - Mi coronel- dijo Marc-, la muerte de todos fue inútil y estéril. Todo fue un plan maquinado por el Consejo. Querían acabar con todos los soldados que tenían que ver con la Unión Europea. Pero el plan les salió mal. Todo fue una maniobra de distracción para sacar del planetoide tres naves llenas de minerales, pero no contaban con que los alienígenas eran inteligentes. Les pusieron un cebo y ellos picaron. Aún así, el Consejo no cede en su empeño, según me ha contado el profesor, van a hacer un ataque masivo a Girau. - Si, me lo dijo el almirante. Esta paranoico desde que vio las imágenes de la holovisión, creé que los alienígenas van a atacar la colonia. Fue poco tiempo después de que nos confirmaran la muerte de ustedes. Estaba hecho una fiera. El Consejo le había exigido que mandara cerca de los dos mil hombres que tenia aquí y también la mayor parte de la flotilla aquí destinada. Actualmente dispone de doscientos marines, trescientos pilotos, trescientos ARES, una fragata y un porta aeronaves. - Podría decirme donde están cada uno?- inquirió Marc. - Si. En el puerto solo hay cincuenta cazas, en el antiguo escuadrón Fénix. En el acuartelamiento están los marines, aunque una parte de ellos patrullan por las calles de la ciudad. En el porta aeronaves hay unos doscientos cincuenta cazas, todos ellos dispuestos para el combate en cada momento. La fragata domina toda la colonia. Pero por qué quieres saber esto? - Por qué hemos preparado un ataque. Vamos a quitarle la colonia al Consejo. Utilizaremos los Vulkan que tenemos en el asentamiento. - Muy bien Marc, pero con qué armas lucharemos contra las tropas de tierra y los marines? Aquí tenemos solo unos cuantos fusiles. Además solo tengo un puñado de soldados- dijo el coronel.
- No hay problema, tengo un ejército de trescientos hombres armados. Además puedo facilitarle armas para sus hombres. - De donde las ha sacado?, en la colonia todas las armas han sido requisadas, y en el asentamiento no hay bastantes armas. - Como le he contado, fuimos recogidos por la nave de combate de la Unión. El comandante de la nave nos proporcionó trescientos fusiles y pistolas. - Ahh, cuando vamos a atacar? - Eso es lo que veníamos a preguntarte, Lars- dijo el profesor. - Necesito saber cuando será el ataque a Girau- dijo Marc. - Según tengo entendido, se producirá a finales de esta semana, lo único qué no sé es el día, pero creó que se lo podré sonsacar al almirante. - Aparte de todo- dijo Marc-, necesito qué antes del ataque evacué a todos los civiles de la colonia y los lleve al asentamiento. - Eso esta hecho. Esta tarde puede que sepa algo. - Bien, Lars- dijo el profesor-, nos vamos. Tienes trabajo y nosotros también. - Después nos veremos en tú casa- dijo el coronel. - Hasta luego. Aquella tarde, en la casa del profesor, él y el coronel se reunieron. - Qué noticias traes?- dijo el profesor. - Muy buenas. Me ha resultado muy fácil que el almirante me dijera la fecha. Tenía un ataque de histeria. Resulta que el Consejo le ha pedido que mande a la fragata para destruir un transporte de combate de la Unión de Naciones. Les contestó que no podía hacerlo y le han dicho que obedezca las órdenes si no quiere que lo juzguen por cobardía. No ha tenido más remidió que hacerlo. El ataque se producirá dentro de tres días. - Bien, mañana, cuando vaya al laboratorio, se lo comentaré a Marc. - Me voy, mañana nos vemos. Al día siguiente, el profesor se reunió con Marc. - Pasado mañana- dijo Marc. Tendremos que tenerlo todo preparado. Habrá que montar la torre de lanzamiento de los Vulkan, no profesor? - No, hijo. He perfeccionado el sistema de lanzamiento, me he basado en el sistema que tienen las naves de combate para lanzar las naves. No es necesario hacerlo desde ninguna torre. Además ya esta montado, ocultó entre los árboles de la colonia. Lo único que tenemos que hacer es trasladar las naves. - Cuanto tiempo tardaría? - A finales de esta tarde las naves estarán dispuestas para ser lanzadas. - Bien. Mañana los pilotos podrán realizar su primer vuelo. Buen trabajo, profesor. Aquella tarde, como dijo el profesor, las naves estaban dispuestas en sus muelles. Estos estaban ocultos en un bosque cercano, camuflados por la vegetación de la zona. La tarea fue dura, ya que las naves fueron transportadas por vehículos terrestres y después ancladas en el muelle. Casi al anochecer la última nave fue anclada. Por la noche Marc se dirigió a los pilotos. - Pilotos, mañana vais a realizar la primera y única practica que podremos realizar. También se os va a dar el equipo de piloto. Este esta compuesto por una armadura de piloto, el equipo de supervivencia y una pistola. El primer vuelo será muy sencillo, seguid las instrucciones de los instructores. Buena suerte. Al día siguiente, muy temprano estaban todos los pilotos listos para la prueba. Marc dirigía el entrenamiento desde su caza. - Pilotos, con lo primero que vamos a practicar es con el sistema de control del aparato. Es muy sencillo, ya que se basa en una serie de iconos tridimensionales que hay en el display. Vamos a chequear el sistema, es el icono que tenéis a la derecha. El chequeo fue realizado en pocos segundos. Pocos minutos después las naves fueron lanzadas. - Bien, chicos, conectad el sistema antirradar, con él no podrán detectarnos- dijo Marc. Todos lo hicieron, En unos segundos eran completamente invisibles a los radares. - Muy bien, ahora vamos a hacer unas maniobras básicas- dijo Marc. Las naves se movieron hacia delante, a la derecha, a la izquierda, arriba y abajo, y también giraron. En poco tiempo ya sabían manejar la nave a la perfección. - Ahora vamos a salir al espacio, seguid a los instructores, ellos os dirán las maniobras a hacer y os explicaran como usar las armas. Faltaban pocas horas para el ataque. Marc se reunió con los jefes de ala.
- Amigos míos, dentro de doce horas iniciaremos el ataque. A las nueve de la mañana, todos atacaremos a la vez. Nos vamos a dividir en tres grupos. El primero, mandado por mí, atacará el puerto. El segundo, mandado por el teniente Martins, se encargara del porta aeronaves y el tercero, mandado por el capitán Simonsen, de la fragata. El coronel y Sarg se encargarán de la compañía de tierra, que atacará el ayuntamiento y el acuertelamiento de los marines. Mientras, el profesor llegó a su casa. Llamó a dos de sus criados. - Llama a todos los de la casa y tú a la señora y a mi sobrina. - Si señor- dijeron los dos criados casi al unísono. Minutos después, todos estaban reunidos en la sala. El profesor les habló de forma autoritaria. - Dentro de diez minutos os quiero ver a todos aquí con todo lo preciso para pasar un par de días fuera. - Qué pasa tío?- dijo Anja. - No preguntéis nada, hacedlo, es lo único que os puedo decir. La respuesta cruzó la mente de todos. El profesor nunca estaba así, tan serio. Diez minutos después todos estaban en el salón. - Joseph, coge tú uno de los vehículos y sígueme- dijo el profesor-, y qué tú hijo nos siga con el tercero. - Si, profesor- Joseph sabía que al profesor no se lo podía contradecir. Minutos después, los tres vehículos se dirigían por la carretera hacia el asentamiento. Varias veces tuvieron que esconderse de algunas patrullas de marines. - Qué pasa Michael?- dijo su esposa. - Va a pasar algo que va a cambiar nuestras vidas, es lo único que estoy autorizado a decir. - Tío, me intriga mucho. Los alienígenas van a atacar, no? - No os puedo decir nada más- respondió el profesor-, lo he prometido. Cuando lleguéis al asentamiento lo comprenderéis. El asentamiento, pensó Anja. Y de repente recordó a Arthur. Echó su cabeza en el regazo de su tía y lloró. Lo echaba de menos. El coronel, en la ciudad, mandó a sus hombres para qué le dijeran a todo el mundo que se prepararán para huir de la colonia. Los vehículos terrestres estaban llenos y eludieron a más de una patrulla de los marines. El profesor llegó al asentamiento. Su esposa y Anja se asustaron bastante al ver a tantos hombres armados. Se bajaron de los vehículos. - Joseph, llévate a tú familia a mí laboratorio- le dijo el profesor-, ya sabes donde esta. - Si señor- dijo el hombre. El criado se fue con su familia, el profesor se dirigió a su esposa y a su sobrina. - Venid conmigo, os tengo que enseñar algo. Las condujo a las dos a la sala de batalla. Y les explicó lo que iba a pasar. - Vamos a atacar a los marines- dijo él-. El ataque será en pocas horas. Lars esta sacando a la gente de la colonia y trayéndolos aquí. - Pero, con que armas van a luchar?, quién los va a dirigir en la batalla?- dijo Anja. - No te preocupes por eso, tenemos armas. Además os he traído aquí para que veáis a alguien. El profesor se dirigió a una puerta y la abrió. En ella aparecieron Marc e Ingrid. - Mamá!, Anja!- dijo ella llorando. Se abrazó a las dos. - Hijos míos!- dijo su madre, llorando al recuperar a su hija y yerno, que creía muertos. Anja también lloraba. Temblando nerviosamente le preguntó a su prima. - Y..., y Arthur? - Está bien- dijo Marc-. Ve a verlo, se alegrará después de por lo que ha pasado. Anja respiró tranquila. Salió de la habitación y empezó a buscar a Arthur. Pronto lo localizó, hablando con unos pilotos. - Arthur!, Arthur, cariño!- dijo ella. - Anja!- gritó él. Los dos se abrazaron y besaron. Los dos lloraban como niños. - Creí que te había perdido, cuando el... - No digas nada más, cariño. Se por lo que has pasado- dijo él. - Estas bien?- le dijo ella. - Si, estoy bien. Preparado para el combate. - No, no iras. Hablaré con Marc y no te dejara ir. No se que haría si te volviera a perder- dijo
ella abrazándolo y besándolo nerviosamente. - No, no puedes hacerlo, se lo debo a Tony y a Helenna. - No sé qué es lo que le puedes deber a esos dos. Ella es odiosa y él...- no pudo continuar porque Arthur la cortó. - No hables así de ellos. Gracias a los dos estoy aquí. - Qué, te salvaron la vida?- dijo ella enfadada. Arthur se puso serio. Se apartó de ella y la cogió por los hombros. - Si me salvaron la vida. Y no solo a mí. A Marc, a Thomas, a Ingrid. Dieron sus vidas por salvar a más de doscientas personas. Anja se sintió fatal. No podía mirar a Arthur. - Antes de subir a la nave - continuó él-, me dijo que te lo dijera. Yo me iba a quedar con él allí, en Girau, pero me dijo que no, que subiera a la nave y me fuera, que tú no le perdonarías jamás si yo moría. Minutos después vi como los dos morían al estallar la nave - Arthur empezó a llorar-. Los dos cayeron juntos, los dos se querían, como tú y yo. - Lo...siento. No lo sabia- dijo ella avergonzada. - Dentro de tres horas partiré con el grupo de Marc al espacio, eso es lo único que te puedo decir. En ese momento llegó el coronel Hanssen con los refugiados de la ciudad. Les habían habilitado unas viviendas en el asentamiento. - Llevadlos a las viviendas- dijo el coronel a un soldado-, y después estad listos para partir. - Si, señor- dijo el hombre. El coronel se dirigió a la sala de batalla. Cuando llegó vio que estaban allí el profesor, la esposa de este, Marc e Ingrid. - Hola- dijo el coronel-. La ciudad ha sido evacuada. Qué hacemos ahora? - Le voy a explicar nuestro plan- dijo Marc-. Es muy sencillo. Lo he dividido en cinco fases. En la primera, mi unidad atacará el puerto y creará confusión. Intentaremos sacar a la mayoría de los cazas de allí y llevarlos al espacio. En la segunda y tercera dejaremos inutilizable el porta aeronaves y la fragata. En la cuarta y quinta, Sarg y usted van a atacar a las tropas terrestres. Sarg se encargará de asaltar el puerto y dejarlo todo listo para que los cazas puedan aterrizar allí, además, si sale bien la cosa, podríamos incluso hacer aterrizar allí al porta aeronaves y a la fragata, él ya sabe lo que tiene que hacer. Usted se encargará de asaltar el acuartelamiento de los marines. Necesitó que capture vivo al almirante. - Bien, lo intentaré. - Preparé a sus hombres, dentro de tres horas se iniciará el ataque. Newman no podía dormir. Aquella noche tenía múltiples pesadillas, aunque todas eran iguales: una fuerza alienígena les atacaba, y no podían repelerlos. Al final del sueño veía a un viscoso alienígena que intentaba matarlo. Entonces se despertaba, y cuando se tranquilizaba e intentaba conciliar el sueño, la pesadilla volvía a repetirse. Así estuvo casi toda la noche. Se levantó de la cama y miró la hora que era en el reloj despertador que tenia en la mesilla; eran las siete. Se desperezó, se acercó a la ventana y la descorrió. Veía la colonia, sumida en el silencio. Dentro de un par de horas amanecería, y la tranquilidad volvería a él. Fue al armario y sacó un uniforme de él, lo puso encima de la cama. Fue al cuarto de baño, hizo sus necesidades fisiológicas y se afeitó. Poco después se vistió, casi eran las ocho y media cuando salió de su habitación para dirigirse a su despacho. Fay estaba acostada. Como todas las noches, no dormía sola. Junto a ella había un joven, el piloto qué le tocaba esa noche. Se levantó de la cama desnuda y fue al cuarto de baño. Segundos después salió de él y volvió a la cama. No tenia sueño, así que miró la hora que era, casi las nueve. Despertó al joven. - Ehh, chico- le dijo ella, a la vez que acariciaba el cabello. - Si, teniente- dijo el joven a la vez que abría los ojos. - Levántate y vistete, cariño - dijo ella falsamente-, ya casi va amanecer. - Si, Fay- dijo él. El chico se levantó de la cama y empezó a vestirse. Unos minutos después salió furtivamente de la habitación. Fay se quedó tendida en la cama. De pronto oyó voces, gritaban. Después oyó como un piloto llamaba a su puerta. Se levantó de la cama, se tapó con la sábana y fue a la puerta. - Qué pasa?- dijo medio adormilada. - Teniente es grave, nos atacan. Marc iniciaba el ataque con su unidad. Al amanecer, un grupo de diez cazas se dirigía a toda
velocidad al puerto. Lo mandaba Marc y su misión era bombardear y destruir un número limitado de cazas, los suficientes para dejar a los pilotos del Consejo en inferioridad. Estaban ya casi en el muelle. Fay salió de su habitación vestida con su uniforme de piloto. Se acercó rápidamente al puerto de control. - Qué pasa, sargento? - Se han detectado diez naves que han entrado en el perímetro de seguridad del puerto. No se saben del tipo que son pero van a gran velocidad. - De la orden de que los pilotos vayan a los cazas, y que dentro de dos minutos estén listos para salir a su encuentro. - Si, señor. Pero creó que no tendrán tiempo, ya los tenemos encima. Marc le habló a sus pilotos. - Chicos, vamos a ser rápidos y letales. Utilizad los micro mísiles contra los cazas que están en el suelo, y recordad que solo vamos a inutilizar unos cuantos. - Entendido- dijo uno de los pilotos-. Pasamos a posición de ataque. Las naves, a gran velocidad, hicieron una pasada por el muelle. Lanzaron algunos misiles y destruyeron unos cuantos cazas y algún edificio cercano. Después volvieron por donde habían venido. Fay, desde tierra vio como los cazas destruían los suyos. Furiosa se dirigió hacia uno de los cazas. Un piloto se acercó a ella. - Cuantos cazas han sido dañados?- dijo ella. - Cinco dañados y siete destruidos- dijo el piloto. - Ven conmigo, vamos a seguirlos. Ella montó en uno de los cazas y el piloto en otro. Segundos después estaban ya en el aire. Thomas tenía ya a tiro a la fragata. En una hábil maniobra la rodeó. En la fragata, el comandante de la nave se dio cuenta de la maniobra, así que intentó comunicarse con los cazas. - Sargento, comuníquese con los cazas enemigos. - Si señor, al instante. Recibimos una comunicación de ellos. - Pásela, sargento. El sargento la pasó al altavoz de la sala de mando. - Aquí el capitán Simonsen, de la Unión de Naciones. Ríndanse o mueran. - Nosotros no nos rendimos a unos cuantos cazas, les vamos a destruir. Teniente preparé las baterías de babor y estribor, a mí orden disparen. - Si señor. Listas. - Fuego!- dijo el comandante. Las baterías de la fragata dispararon. Algunos de los disparos hicieron blanco en algunos de los cazas. En la fragata se escucharon gritos de júbilo. El teniente Martins sorprendió a los cazas que estaban alrededor del porta aeronaves. Él y sus cuarenta cazas se internaron entre los ARES, lanzándoles una marea de fuego. - Qué me sigan cinco cazas, el resto que dé cuenta de los que estén aquí fuera. Vulkan 2, 3, 5, 7 y 9 conmigo. Lisberger, quédate al mando. - Entendido, Gerard, me hago cargo de esto. Martins, con sus cazas se internó en la aeronave. De pronto recordó la última misión del simulador. Era exactamente igual a lo que veía ahora. - Chicos, apuntad bien, vamos a destruir los cazas. - Entendido, señor. Objetivos a tiro. Todas las naves dispararon a la vez todas sus armas. Un infierno se desató en la bodega del porta aeronaves. Los cazas ARES estallaban y se incendiaban. Los pilotos intentaban sofocar los múltiples incendios que había en la nave. - Vamonos de aquí- dijo Martins-. Creó que ya hemos causado el suficiente daño. Las cinco naves salieron del porta aeronaves. En el exterior, Lisberger había dado cuenta de las naves y ya solo quedaban grupitos aislados de tres o cuatro cazas. - Aquí teniente Martins, de la Unión de Naciones. Les conminó a que se rindan o serán destruidos.
El comandante de la nave oyó el mensaje. - Teniente, nos rendimos- dijo el comandante. - Entendido, dirijanse al sector 1.9 y esperen allí. Lisberger coge a diez cazas y rodeadlos. - Bien, Gerard. Los cazas rodearon la aeronave. Su misión había sido cumplida. Fay, con los cazas supervivientes iban detrás de Marc y sus cazas. Ellos, para que los siguieran, desconectaron el sistema antirradar de sus cazas. Fay se puso en contacto con el almirante, que estaba en el ayuntamiento. - Señor, estamos siendo atacados por una fuerza desconocida- dijo Fay. - Alienígenas?- preguntó el almirante asustado. - No podría asegurarlo. Se mueven rápidamente, pero nunca he visto naves como esas. No tienen distintivos. - Cuantos son, teniente? - Unos diez, pero han causado muchos daños en el puerto, han destruido o dañado unas doce naves. - Sígalos y destruyalos, voy a ponerme en contacto con el porta aeronaves y la fragata. - Si, señor. Mientras, Sarg había llegado ya al puerto. Con cincuenta hombres lo había tomado fácilmente. Se acercó al antiguo puesto de mando de los cazas Vulkan y lo activó. - Aquí Sarg al grupo 3, pueden aterrizar en el puerto, zona despejada. - Aquí el sargento Lisberger, procediendo a llevar a el porta aeronaves capturado. Tiempo estimado de llegada, cinco minutos, preparé fuerza de intervención. Cinco minutos después, la nave aterrizaba en el puerto. Los soldados de Sarg entraron en la nave y sacaron a los soldados y pilotos prisioneros y los llevaron a un almacén cercano. Thomas observó como las baterías habían hecho blanco en algunos de los cazas. Rápidamente se puso en contacto con ellos. - Vulkan 5, 9, 7, 16, 19 y 20, respondan. Informen de daños. - Hache Vulkan 5, sin daños, el campo a resistido. - Vulkan 7 sin daños. - Vulkan 9 sin daños. - Vulkan 16 sin daños. - Vulkan 19 sin daños. - Vulkan 20 sin daños. - Todos los Vulkan- dijo Thomas-, preparen misiles para ser lanzados. Fuego! De cada uno de los cazas salió un destello de energía, que impactó en la fragata. Hubo una explosión en cada uno de los flancos. Ardía por los cuatro costados. - Teniente, informé de los daños- dijo el comandante de la nave. - Las cubiertas 3, 4, 5, 7 y 9 están destruidas, la 6 esta inutilizada y tenemos una fuga de oxigeno en el sector 3 - una nueva explosión sacudió la nave -. La zona del reactor secundario esta dañada y hay una fuga radioactiva. - Sellé la zona del reactor. Resistiríamos otro ataque? - No señor- dijo el teniente-. Esas armas son las más potentes que hemos visto nunca. - Prepárense para abandonar la nave, esto va estallar. Thomas y sus pilotos observaron como muchas naves de todos tamaños salían de la fragata. Enseguida se percató de que algo grave iba a pasar. - Vamos al sector 1.95, las ratas abandonan el barco cuando va estallar- dijo Thomas. Unos segundos después, desde la nueva posición, vieron como la fragata estallaba en miles de pedazos. Algunos de ellos incluso destruyeron alguna nave de salvamento que se rezagó. - Aquí capitán Simonsen al comandante de la fragata, ríndase. - Capitán- dijo la voz del comandante- nos rendimos. - Póngase a estribor de nosotros y síganos hasta el puerto. Minutos después las naves de salvamento, junto con lo cazas Vulkan aterrizaban en el puerto. A la vez, el coronel tomaba el ayuntamiento. El almirante estaba muy nervioso. Desde el acuartelamiento, seguía la evolución de sus hombres.
- Se ha puesto en contacto con la fragata y el porta aeronaves? - Si señor, pero ninguno de los dos contesta. Señor, hemos perdido la fragata. - Perdido?- dijo el almirante. - Si señor, destruido. La fuerza enemiga la ha destruido. El almirante se llevó sus manos a la cabeza. A su mente vino el sueño que tuvo la noche anterior. - Señor, detecto tropas terrestres que se dirigen hacia aquí, sobre unos trescientos soldados. - Preparen las unidades de defensa, saquen las tanquetas. - Si, señor. Marc era perseguido por el grupo de Fay. Este se puso en contacto con Arthur. - Teniente Kier, prepárese. - Entendido, comandante. Ingrid estás lista? - Si, mis pilotos están listos. Vamos a por ellos. Cuando Marc los llevó hasta donde quería paró todas las naves. Fay se dio cuenta de ello. - Teniente, se han parado, sector 1.76- dijo una piloto. - Entendido, piloto. Vamos a toda velocidad hacia ellos, armad los misiles. Las naves de Fay, unos segundos después, llegaron donde estaban las de Marc. Ella le habló. - Aquí la teniente Grass al líder de naves enemigas, ríndase, estamos en superioridad numérica. - Negativo, teniente. Ríndase usted. El grupo de Ingrid y Arthur la rodeó. Fay gritó de ira. Arthur escuchó la conversación de Marc y Fay. Por la voz la reconoció. Llamó a Marc. - Marc, quiero cazar viva a la teniente. Tenemos cuentas pendientes. - Bien es toda tuya. Es mi último aviso, teniente. Ríndase. - Quienes son?- dijo ella enfadada. - Soy el comandante Lefebre, de la Unión de Naciones. - Mentira, él esta muerto. Ha muerto en Girau. - Te equivocas, Fay. No hemos muerto. Voy a por ti. - Arthur?, me alegra oírte. Me vas a dar el placer de destruirte. Ella armó uno de sus misiles y lo disparó contar una de las naves. El resto de los ARES se desplegaron y atacaron a los Vulkan. La nave esquivó el misil. Los Vulkan, giraron y se dirigieron hacia los ARES. - Vulkan 5 y 7, seguidme- dijo Arthur-. Preparad vuestros ganchos, vamos a capturar a la teniente. - Si teniente, vamos detrás tuya. Las dos naves siguieron a Arthur. La nave de Fay, qué estaba pintada con una franja roja, fue acosada por las tres naves. Pero ella los esquivaba lo mejor que podía. Arthur la tenia en su display, disparó su gancho. Fay notó como algo golpeaba su casco. Pensó que se trataría de algún trozo pequeño de un asteroide. Pronto se dio cuenta que no, estaba siendo retenida. Aumentó la potencia de su caza. Los otros dos Vulkan se dieron cuenta y lanzaron sus ganchos. Con la potencia de las tres naves fue remolcada. - Señor, pido permiso para llevar a la prisionera al puerto- dijo Arthur. - Permiso concedido, teniente. Aquí casi hemos terminado. Ingrid, con sus pilotos causaba el caos en las naves enemigas. Había destruido ella sola tres. Marc lanzó un ultimátum. - Llamó a los pilotos del Consejo. Hemos capturado a vuestra teniente, rendiros. Quedáis ya solo quince. - Señor, nos rendimos- dijo uno de los pilotos, un sargento. - Buena elección- dijo Marc-. Síganos. Las naves de Arthur y los dos pilotos, aterrizaron en el puerto. Dejaron la nave de Fay en el muelle, la soltaron de los ganchos y ellos anclaron las naves en la torre. Fay, al intentar bajar de su caza fue detenida por un grupo de soldados que rodearon su nave. Unos minutos después el resto de los cazas aterrizaban en el puerto. El coronel avanzaba rápidamente con sus hombres. Ya estaba casi llegando al acuartelamiento, cuando fue detenido por cinco tanquetas. Ellas dispararon, matando e hiriendo a un buen numero de hombres. El coronel dio la orden de retirarse a unos edificios cercanos. - Base, aquí el coronel Hanssen. - Aquí base, señor- dijo un sargento.
- Tenemos un pequeño problema, hay cinco tanquetas que nos impiden el paso. Necesitamos cobertura aérea. - Entendido, señor, le mando dos cazas. Marc llegaba en aquel momento a la sala de control. - Señor- dijo el sargento-, el coronel Hanssen tiene problemas. Ha pedido dos cazas, ya que están siendo atacados por unas tanquetas. - Bien, voy yo- dijo Marc. Salió corriendo en dirección a la torre, entrando en ella, se tropezó con Ingrid. - Donde vas, querido?- dijo ella. - Tu tío necesita ayuda. Ha pedido unos cazas, ya que están siendo atacados por unas tanquetas. - Voy contigo, me necesitaras. - Vamos- dijo él-, coge un caza y sígueme. Los dos, segundos después llegaron a sus respectivos cazas. Montaron en ellos y segundos después ya estaban en vuelo. El coronel lo estaba pasando mal. Las tanquetas estaban deteniendo su avance, y tras de ellas un numero indeterminado de marines, que disparaba contra ellos. - Ven aquí- le dijo el coronel a uno de los soldados-, llévate a unos hombres e intenta acabar con alguna de las tanquetas. - Si señor, pero con las pistolas poco podemos hacer. Esas tanquetas son blindadas. Ni aún con los fusiles podemos con ellas. En ese momento, su comunicador zumbó. - Si- dijo el coronel. - Tío soy yo- dijo la dulce voz Ingrid- qué quieres? - Me alegro de oírte, hija mía, cuantos cazas venís? - Dos- dijo ella-. Marc viene detrás de mí. - Coronel- dijo Marc. - Quiero que ataquéis a las tanquetas, no nos dejan avanzar. Han causado algunas bajas en nuestras filas. - Entendido- dijo él-. Ingrid, encárgate de las dos de la derecha, yo me encargo de las de la izquierda. - Vale, objetivos seleccionados. Las dos naves se separaron, cada una salió disparada en una dirección. Las tanquetas, estaban situadas a la derecha e izquierda del edificio donde estaba el coronel, a unos doscientos metros. Ingrid, situó sus dos blancos. Las dos tanquetas disparaban sus letales rayos de plasma, aunque Ingrid los esquivaba a gran velocidad. Disparó sus aceleradores. Las dos tanquetas estallaron. Pasó por encima del incendio qué provocaron. Marc tenía a las dos suyas en el punto de mira. Una de ellas le disparó e impacto en su nave, pero debido al campo de fuerza fue casi inapreciable. Disparó. Las dos tanquetas explosionaron de forma violenta. El almirante vio, desde el acuartelamiento, como las tanquetas estallaban por los disparos de las naves. También las reconoció, eran Vulkan, el maldito coronel Hanssen se la había jugado. Lleno de furia, se acercó al coronel McAlister. - Coronel, preparé a los hombres. Quiero a los mejores tiradores en las torres, armados con fusiles. También quiero al resto situados en la muralla, armados hasta los dientes. - Si, señor. McAlister dio las órdenes precisas. Los hombres se situaron en las posiciones que les indicaron, esperando a los enemigos. El coronel avanzaba con los soldados, casi llegaron a la quinta tanqueta, que estaba abandonada, ya que los soldados que la llevaban, al ver la destrucción de las otras cuatro, huyeron. El coronel pulsó su comunicador. - Marc, Ingrid, buen trabajo. Volved a la base. - Entendido, volvemos al puerto. Desde el suelo vio como las dos naves se dirigían hacia el norte, al puerto. Dic las ordenes y los hombres se desplegaron. A poca distancia de ellos estaba el cuartel de los marines. Estudió la situación. El almirante reconoció al coronel enseguida. Ahora comprendía la última visita del coronel, en la que él le dijo lo del ataque de la Armada a Girau.
- Maldito sea!- bramó furioso-, he sido un estúpido. Comandante Harris. - Si señor- dijo el comandante. - Ordene a sus hombres que abran fuego contra esos traidores. - Si señor. Fuego! Los marines de las murallas y de las torres abrieron fuego contra los soldados. Hanssen, al ver que les disparaban, ordenó a sus hombres abrir fuego. De ellos partieron una tormenta de rayos, que en pocos segundos destrozaron la muralla. Hanssen avanzaba con sus hombres, disparando a diestro y a siniestro. En pocos segundos llegaron hasta la muralla. El almirante se refugió en un edificio cercano, con unos cincuenta hombres. Junto a él, McAlister le informaba de como estaba la cosa. - Señor, han caído casi todos los hombres, en la muralla. El comandante Harris esta muerto, junto con sus hombres. Solo nos quedan estos hombres y los que están apostados en las torres. - Ordené a los de las torres que nada más los tengan a tiro abran fuego contra ellos y haga barricadas en esta pared. Tenemos que resistir el mayor tiempo posible. Tenemos que ponernos en contacto con alguna de nuestras bases. - Si, señor. Hanssen atravesó la muralla. En ella había muchos cuerpos de marines, unos heridos, otros muertos y muchos aislados que se rendían. El almirante vio al grupo de marines que se acercaba a los soldados para rendirse. - John, de orden a los marines de las torretas que acaben con ese grupo de traidores. - Señor, son nuestros...- no pudo continuar, ya que el almirante lo interrumpió. - Cumpla la orden!, coronel. En la Armada no hay sitio para los cobardes. Muy a pesar suyo el coronel cumplió la orden. Los marines de las torretas abrieron fuego contra sus propios compañeros. Hanssen vio como uno de los marines caía al suelo con el pecho destrozado por el impacto de uno de los proyectiles. Y a éste le siguieron dos más. - Abrid fuego!- dijo el coronel-, contra los de las torres. Los soldados dispararon contra las torretas. Uno a uno los marines de ellas fueron abatidos. El coronel dio la orden de sitiar el edificio donde estaba el almirante. - Almirante Newman!, ríndase!, esta completamente rodeado- dijo el coronel a través de un micrófono. El almirante, desde el interior del edificio lo oyó. - Hanssen, es usted un traidor al Consejo. Merece la muerte. - Almirante, yo seré un traidor al maldito y corrupto Consejo, pero no mató a mis hombres por qué se rindan al enemigo. Y no mandó a mis hombres a una muerte segura, como mandaron a mi sobrina, a su esposo y a sus amigos. El almirante le contestó con una ráfaga de fusil. - Esta es mi respuesta. Resistiré hasta el último hombre. Hanssen miró a uno de los jefes de los anteriormente corsarios. - Ese hombre esta loco- dijo el hombre-, prefiere morir y que mueran sus hombres a rendirse. - No lo crea- le contestó Hanssen-, el almirante no es tan estúpido. Dejara que sus hombres mueran, pero él intentara salir con vida. Pero le cogeremos, no sé preocupe. Usted coja a los hombres y ataque el edificio, yo y unos cuantos hombres lo esperaremos detrás del edificio, si sale por algún sitio será por allí. - Ojalá no se equivoqué, coronel. - Ojalá. El coronel le hizo una señal a un sargento, quien con dos soldados le siguió. El corsario dio órdenes a los soldados de avanzar. Los soldados avanzaban disparando sus fusiles. Desde el interior del edificio, el almirante se dio cuenta. - Coronel, que los hombres disparen, voy a coger un grupo de marines e intentar hacer que se retiren. - Si, señor- dijo el coronel. El almirante llamó a diez marines y les dijo que lo siguieran. El coronel dio la orden de disparar. A través de los ventanales, veía como una mezcla de
soldados y corsarios avanzaban hacia ellos. Los fusiles de los marines dispararon y varios soldados cayeron al suelo, unos muertos y otros heridos. Estos les contestaron disparando sus fusiles. Un infierno de fuego se desplegó en el edificio. McAlister cayó herido al suelo, y solo pudo ver como un reducido grupo de marines aún continuaba en pie. Enseguida comprendió que la batalla estaba perdida. Se levantó del suelo como pudo y se acercó al grupo de marines. - De...jad de disparar!- les dijo. - Pero señor, las ordenes del almirante fueron...- dijo uno de los marines, con galones de cabo. - Al diablo con las órdenes del almirante, nos están masacrando. La batalla esta perdida, sois unos ilusos si continuáis luchando. Será mejor que nos rindamos. En ese momento, el corsario, seguido por un grupo de hombres entró en el edificio. El coronel, cojeando, se acercó a ellos con las manos levantadas. - No disparen!, no disparen!, nos rendimos. El resto de los marines hicieron lo mismo que el coronel, tiraron sus armas y levantaron las manos. - Aceptó su rendición, coronel- dijo el hombre, y mandó al grupo de soldados que los capturarán. El almirante Newman, con diez soldados estaba saliendo del edificio cuando oyó la descarga. Se sonrió. Pensaba que el idiota de McAlister le estaba dando un tiempo precioso para él, tendría suficiente tiempo para llegar hasta el puerto y huir en un caza. Pero fue sacado de sus pensamientos por uno de los marines. - Señor, mire!- dijo el soldado. Frente a ellos, resguardado tras un muro destrozado estaba Hanssen con tres soldados más. - Almirante, ríndase!- dijo Hanssen-, no podrá salir de aquí. - Abrid fuego contra ésos traidores- dijo el almirante a sus soldados. Éstos dispararon, pero los disparos dieron en el grueso muro. Hanssen y sus hombres les contestaron. Cinco de los soldados cayeron al suelo muertos y dos de ellos heridos. El almirante y los tres soldados supervivientes se ocultaron dentro del edificio. La situación era desesperada, pero todavía podía salvarse, pensó el almirante. - Marines, salid ahí fuera y matad a ésos malditos- dijo Newman. - Pero señor, ellos están parapetados detrás del muro, nos van a...- el marine no pudo terminar. - Osas discutir la orden de un superior!- dijo el almirante con tono autoritario-. Eso es insubordinación, marine. Si sale de esta será juzgado por el Consejo, y ya sabe cual es la pena para su acto. - Si, señor- dijo el chico, avergonzado. - Señor lo que usted nos manda es un suicidio- dijo una chica que estaba al lado del marine-, un oficial nunca...- la chica no pudo acabar la frase. Un disparo, proveniente de la pistola del almirante hizo que se interrumpiera. Con una mueca de dolor cayó al suelo, con su estomago abierto. - Salid ahí afuera!- amenazó Newman a los dos marines, que intentaban auxiliar a su compañera herida. Los dos soldados se miraron uno a otro, y dejando a la chica en el suelo, cargaron sus armas y cruzaron la puerta. El almirante, al ver salir a los dos chicos, huyó del lugar, subiendo por una escalera cercana. Hanssen al ver a los dos marines salir, les habló. - No seáis tontos, rendiros, no tenéis ninguna posibilidad. Los dos chicos se miraron uno al otro. Temían más al almirante que al enemigo. - Lo sabemos, coronel, pero no tenemos más remedio. Si no el almirante nos matará, igual que ha hecho con May. - El almirante ya no esta donde creéis- dijo Hanssen-. Rendiros. Los dos chicos, con las armas apuntando hacia el muro se volvieron a mirar. Tomaron una decisión. - Prefiero vivir como un cobarde que morir como un idiota- dijo uno de ellos-. Nos rendimos. Los dos chicos tiraron los fusiles al suelo y levantaron las manos. Hanssen entró con los soldados y los marines en el edificio. Justo al lado de la puerta había una chica tendida en el suelo. Su armadura de combate había sido dañada y sangraba abundantemente por una herida en el estomago. Uno de los soldados se agachó al lado de ella. - Como ésta?- preguntó Hanssen. - Muy mal, señor- dijo el soldado-. Ha perdido mucha sangre y la herida es muy fea. Debería de verla un médico. Los dos marines se miraron uno al otro. En ese momento, el corsario que había dirigido el ataque entró en la estancia por la puerta del fondo.
- Qué pasa?- dijo el hombre. - Esta chica necesita ayuda médica- dijo Hanssen-. Coja a estos dos marines y llévelos con el resto. Afuera hay también un par de heridos. - Si coronel. Médico!- gritó el hombre. Un soldado joven entró en la sala. Iba seguido por dos jóvenes más. Se agachó y la observó. - Esta muy grave, señor. Tiene una hemorragia. Hay que llevarla al hospital urgentemente. - Vosotros dos acompañadlos- dijo Hanssen a los dos marines, a lo que los chicos asintieron-. Nadie a visto al almirante? Todos negaron con la cabeza. Hanssen miró a la escalera. - Sargento sígame con sus hombres- dijo muy serio-. Vamos a cazar a ese cobarde. El almirante había llegado a la tercera planta del edificio. Iba corriendo, con su pistola en la mano. Pensaba que no lo cogerían, llegaría al puerto y huiría en un ARES, con destino a la base Olympus. Una vez llegará, desde allí mandaría un ejército para conquistar de nuevo Altaír. Llegó a la escalera, para subir a la siguiente planta, cuando escuchó unos pasos en el piso inferior. - El coronel- dijo en voz alta. Hanssen, el sargento y los dos soldados subían rápidamente la escalera. En las plantas anteriores no habían encontrado al almirante. La escalera daba de la segunda planta a la tercera, era la penúltima planta. Subieron la escalera, cubriéndose unos a otros. Segundos después alcanzaron la tercera planta. La observaron. Estaba repleta de cajas, un buen sitio para una emboscada. Hanssen hizo una señal a uno de los soldados para que avanzara. El soldado, con paso firme, se dirigió a un grupo de cajas, situadas a unos diez metros de donde estaban, con la mano indicó que avanzaran, otro soldado le siguió, que tomó otra posición. El sargento y el coronel se reunieron con ellos. El camino hasta la escalera estaba limpio. El coronel avanzó hacia la escalera, cubierto por el sargento y los dos soldados. Un disparo cortó su avance. - No siga, Hanssen, o lo mató- dijo el almirante. - Newman usted es un perro rastrero- le contestó Hanssen, que se había apoyado contra la pared-. Ha intentado matar a uno de sus soldados, para que otros obedecieran las órdenes. - En la guerra todo vale. El fin justifica los medios, el Consejo esta por encima de cualquier hombre o mujer. - Usted y su Consejo están podridos. Ningún gobierno puede ponerse por encima de ninguna persona. Los integrantes de su Consejo están tan corruptos como sus jefes militares, ahora comprendo lo que hicieron en Girau. - Lo de Girau fue solo una estratagema. Esos minerales nos hacían falta y teníamos que conseguirlos de cualquier forma. Utilizamos a las tropas del general Lorchester y las del iluso del comandante Sánchez, eran la distracción necesaria. El coronel no contestó. Hizo una señal al sargento que desplegó a los hombres. El sargento se acercó a él arrastrándose. - Señor, lo tenemos- le dijo. - Bien, pero no lo maten. Solo quiero que lo hieran levemente. - Entendido- y diciendo esto le hizo una señal a los soldados. Uno de los soldados lo tenía en el punto de mira. Veía la parte superior de su cuerpo. Si no le hubieran dado la orden de herirlo, le abría disparado en la cabeza, pero las ordenes eran de herirlo. Cuando tuvo su hombro a tiro disparó. El almirante sintió el impacto del rayo en su hombro. Soltó la pistola y cayó al suelo lleno de dolor. Cuando intentó levantarse para coger la pistola vio el rostro de dos soldados apuntándole con sus fusiles. El ataque había tenido éxito. En aproximadamente dos horas, habían tomado bajo control la colonia. Los prisioneros fueron trasladados al puerto, donde se unieron a los pilotos y supervivientes de la fragata y del porta aeronaves. Marc estaba en el puerto hablando con Thomas, cuando el coronel se acercó a ellos. - Como estáis, chicos? - Bien- le contestó Marc-, y usted. - Cansado, soy demasiado viejo para estos ajetreos. - No me lo creó, señor- dijo Thomas-. Más bien creó que usted lo echaba en falta. Un poco de acción no viene mal de vez en cuando. Un sargento médico se acercó al coronel. - Señor- dijo el hombre. - Qué tal esta la chica? - A duras penas se esta recuperando, había perdido mucha sangre.
- Bien, vuelva con los heridos- dijo el coronel. - Si señor. Una soldado llegó al asentamiento. Ge directamente al puesto de mando. - Hemos recuperado el control de la colonia- dijo la chica-, los marines del Consejo se han rendido. El almirante Newman ha sido capturado vivo y será juzgado por traición y el teniente Kier ha capturado a la teniente Fay Grass con su nave. - Me alegró- dijo Max-. Ahora recibirá un justo castigo a sus actos. Voy a hablar con el coronel para que yo mismo sea quien la juzgué. Anja estaba preocupada en el asentamiento. Temía que le hubiera pasado a Arthur. Su tía estaba junto a ella. - Cuando volverán?- dijo ella ansiosa. - No lo sé, Anja. Tal vez dentro de unas horas todo haya acabado- le contesto su tía. En ese momento entró su tío, que había estado en el puesto de mando. - Todo ha salido como se esperaba- les dijo a las dos-. Hay muchos herido, pero están muy bien todos. - Tal vez requieran mi ayuda, tío. - Si, seguramente. Ve al puesto de mando, allí hay una soldado que te acompañará a la colonia. Minutos después, Anja y la joven volvían a la colonia. Pronto llegaron al hospital, donde se presentó al jefe médico de él. Había mucho trabajo, tanto de heridos de un bando como del otro y unas horas más tarde ella estaba rendida. Ingrid se enteró por la soldado que su prima estaba en el hospital. Se pasó por allí para verla. Anja estaba en ese momento de descanso. - Anja!- dijo Ingrid. - Hola prima- le dijo ella-. Como estáis? - Nosotros bien, no tuvimos ninguna baja. - Las tropas de tierra no han corrido tanta suerte, hay heridos y muertos de ambos bandos. Hablando de otra cosa, como esta Arthur? - Bien, esta con Marc, Thomas y tío Lars. Están preparando la defensa de la colonia, en caso de respuesta del Consejo. También se han puesto en contacto con la Unión de Naciones, que les van a mandar naves de combate. Volvemos a formar parte de la Unión Europea.
8. LA GRAN FLOTA. AÑO: 2234 LUGAR: COLONIA GIRAU. Cuando la noticia de la caída de Altaír en manos de rebeldes llegó al Consejo, ya era demasiado tarde para actuar. La mayoría de sus efectivos estaban congregándose en las cercanías de Girau, para lanzar un devastador ataque contra la antigua colonia terrestre, ahora en manos del invasor alienígena. Cerca de doscientas mil naves, entre cazas, fragatas, porta aeronaves, destructores y cazas se reunieron allí y más de medio millón de marines preparados para desembarcar. Era el ataque definitivo, qué le devolvería el control de la colonia minera al Consejo. Pero a costa de eso, habían dejado sin protección a casi todas las colonias del universo conocido. El Consejo se enfrentó a la protesta generalizada de las colonias que veían aquella flota como un esfuerzo inútil. Cuando se enteraron de lo sucedido en Altaír, comprendieron su error, un gravísimo error. Si a aquella pequeña colonia se le permitía que hiciera eso, el resto de las colonias, en poco tiempo seguirían sus pasos. Pero ya era demasiado tarde para actuar. Cuando acabara la batalla de Girau, mandarían a parte de su gran flota para destruir a los rebeldes. Las cosas en Girau habían cambiado. Cuando llegó la Flota allí se encontró que el número de enemigos había crecido. Ya no era solo contra una nave a lo que se tenían que enfrentar, si no a tres naves y a cerca de cinco mil cazas. Pero a ellos no les importaba. Tenían en la Flota las naves más avanzadas que podía dar la tecnología americana, armadas con lo último en armamento ruso. Las naves se desplegaron en formación. La primera oleada de cazas fue brutal, ya qué destruyeron casi a la mitad de los cazas alienígenas, teniendo bajas mínimas. Las tropas de tierra masacraron a las escasas huestes enemigas que había allí, y llegaron al convencimiento que la batalla de Girau había sido ganada antes de comenzarla. Pero todo fue un espejismo, ya qué al otro día, la infantería alienígena, tomó la capital de Girau. En el espacio las cosas iban mejor. Las fragatas y destructores habían dañado una de las naves alienígenas, qué sé retiró, y la mayoría de los cazas enemigos habían sido dañados o destruidos. Por unas horas se hizo una zona de nadie, donde tan pronto tenían el control los alienígenas, que la controlaba la Armada. Pero aquello era solo el comienzo. Al día siguiente, ante los ojos atónitos de todos los mandos de la Flota, apareció ante ellos una nave, un nuevo tipo de nave de combate. Era más grande que las otras, con forma de un disco gigantesco. Era dos veces el tamaño del planetoide. Las dos naves alienígenas, entraron dentro de ella, y fueron sustituidas por una ingente cantidad de cazas, más de veinte mil, qué igualaban el numero de los del Consejo. En el planetoide, las cosas iban peor, ya que más de setecientos mil soldados, y cerca de diez mil carros de combate desembarcaron de la gigantesca nave. El ataque de esta fuerza fue tan demoledor, que el comandante de la flota sacó a los supervivientes del planetoide. El Consejo fue informado de esto, y preparó un nuevo envío de soldados, más de un millón. Pero estos no salieron de la Tierra. La Flota terrestre atacó con toda su fuerza la gigantesca nave de combate. La batalla fue feroz. Los cazas alienígenas, más rápidos, prácticamente masacraron a los ARES. En un intento suicida de controlar la situación, el Consejo ordenó a todas las fragatas y a los destructores de atacar la nave. La gigantesca nave alienígena fue el blanco de todos los disparos de las naves del Consejo durante una batalla que duró más diez horas. Los daños externos de la nave enemiga fueron mínimos. Y entonces esta, desató un infierno de fuego, hielo y calor sobre la Flota. La diezmó de tal forma, que al cabo de una hora, solo quedaban unas veinte mil naves. Después, entre naves más pequeñas y los cazas terminaron por hacer que la formidable flota de más de ciento cincuenta mil naves, fuera reducida a no más de cinco mil naves. El Consejo dio orden inmediata de retirada.
9. LA REVOLUCIÓN. AÑO: 2234-35. LUGAR: LA TIERRA. Todas estas noticias llegaron a la Tierra casi de inmediato. Este fracaso, unido a las pruebas que presentaron la Unión de Naciones sobre el anterior ataque a Girau, hizo que los habitantes de la Tierra volvieran sus espaldas al Consejo. En la Federación Americana se produjo una violenta escisión, ya que los países conquistados (América del Sur, América Central y Canadá) rápidamente se alzaron contra los dominadores, la antigua Unión Americana. La violencia estalló en las calles de las mega polis y para mantener el orden, unidades de marines tuvieron que salir a enfrentarse contra los ciudadanos. La mayoría de ellos abandonaron las mega polis y volvieron a las pequeñas ciudades y pueblos. Los países de habla hispana de América se unieron a la Unión de Naciones, que dejó de llamarse así y volvió a tomar el nombre que tenía en el siglo XX, Organización de Naciones Unidas (ONU). Pero no solo la Federación Americana se deshizo. En la Federación Asiática se produjeron los hechos más notables. Japón se alzó en armas contra los invasores rusos, y tras unos meses de luchas lograron expulsar a estos de la isla. En China pasó algo parecido, solo qué murieron más de cinco millones de personas. Los enfrentamientos entre los dos bandos, los que apoyaban al extinto Consejo y los que apoyaban a la ONU, lo convirtieron en una guerra abierta. La misma Rusia volvió a desintegrarse por segunda vez (la primera fue en la última década del siglo XX, con la caída del muro de Berlín), todos los países conquistados se rebelaron y formaron distintos países libres. Rusia, al igual que Estados Unidos volvió a tener las mismas fronteras que tuvieron durante la última década del siglo XX, antes de la guerra. Los Países Árabes se disgregaron, unos tomaron bando de los Estados Unidos y otros de la ONU. En Estados Unidos las cosas fueron a peor, se dividieron en dos facciones, los que apoyaban al Consejo y querían que se mantuviera el régimen dictatorial, y los que querían volver al antiguo régimen gobernante en el país antes de la guerra, la democracia. Al final, se formaron dos países distintos: la Unión Americana, qué apoyaba al Consejo, y la propiamente dicha Estados Unidos, qué se unió a la ONU. El símbolo del Consejo durante casi tres siglos, las mega polis, fue destruido. Estas ciudades se han convertidos en las ciudades fantasmas del siglo XXIII. Al ser abandonadas, la fuerza del Consejo se desvaneció.
LA NUEVA UNIDAD FENIX 1. LA UNIDAD FENIX. AÑO: 2234. LUGAR: ALTAIR-MARTE. Mientras esto ocurría en la Tierra, en Altaír las cosas mejoraron muchísimo. Una semana después del ataque, una nave de combate de la recién creada ONU atracó en la colonia. Los representantes de ella fueron recibidos por el coronel Hanssen. - Sea bienvenido, representante- dijo el coronel. - Si, coronel, lo que me trae aquí es un asunto de política. Como verá, después de su rebelión contra el Consejo, en la Tierra las cosas han cambiado. Las federaciones prácticamente han desaparecido y se han convertido en países. El Consejo solo tiene una pequeña camarilla de seguidores, sobre todo en la Unión Americana y Rusia. Los países árabes se han separado y están en guerra continua. Y por si eso fuera poco, en el espacio, los alienígenas cada vez van ganando más terreno. Solo la Unión Europea tiene el poder suficiente para luchar contra ellos. Por eso nos han mandado aquí. Necesitamos un general para nuestros ejércitos, y habíamos pensado en usted, coronel Hanssen. Será ascendido a general y sus subordinados, el comandante Lefebre a coronel y el capitán Simonsen a comandante. Quiero que rehaga la unidad Fénix. También quiero que nos entregue a los prisioneros que han hecho durante el ataque. - Si, señor- dijo el coronel-, los prisioneros les serán entregados. Lo de la unidad Fénix lo veo más difícil, solo tenemos ochenta cazas. - Ya lo sé, general. Por eso la ONU les va a mandar mil cazas con sus pilotos totalmente adiestrados, aparte de cerca de tres mil hombres de infantería armados con la última tecnología y los nuevos tipos de fragatas, destructores, acorazados y porta aeronaves que hemos fabricado. Una hora después, Hanssen comentaba esto con Thomas y Marc. - Mandar nosotros a mil hombres- dijo Thomas-. Ese hombre esta loco. - No Thomas- dijo Hanssen-, no lo está. Después de sus hazañas han decidido haceros este regalo. Además nos han ascendido, a mí a general, a Marc a coronel y a Thomas a comandante. Ahora debéis de elegir a vuestros subordinados. Yo me voy con el representante a la sede de la ONU para organizarlo todo, estaré allí unos meses. El coronel Lefebre se quedará al mando de todo. - Entendido, señor- dijo Marc. - Bien, deseadme suerte. Ah, se me olvidaba, los prisioneros serán llevados a la Tierra y después repatriados a sus respectivos países. Muchos de ellos pertenecen a Estados Unidos. - Qué vamos a hacer con el almirante?- preguntó Thomas. - Será mandado a Estados Unidos donde lo juzgarán por diversos cargos, entre ellos el de traición y el de genocidio. No me extrañaría que fuera condenado a muerte. - Una de los marines, que pertenecía a la colonia Jera- dijo Thomas-, también va a ser transferida? - Ya he hablado de ese tema con el representante. Me dijo que se podía quedar aquí, y qué su gente decidiera lo que hacer con ella- le respondió Hanssen-. Bien chicos, eso es todo. Hanssen se despidió de Marc y Thomas. Pronto la noticia llegó a oídos de Max y Sarg. Rápidamente formaron un tribunal, donde seria juzgada por sus crímenes. Pero ella no estaba dispuesta a ello. Según una antigua ley de los piratas, un condenado tenía derecho a defender su honor con su propia vida. Y eso era lo que iba a hacer ella, retó a los habitantes de Jera a un duelo. Según la tradición, el condenado podía elegir las armas. El elegido para enfrentarse a ella fue Arthur, y ella eligió una de las armas más antiguas de la historia, el sable. Desde pequeños, los piratas son enseñados en el manejo de este arma. Antiguamente, en la época dorada de los piratas, en los siglos XV, XVI y XVII, se usaba como arma. Más tarde, ya en el siglo XXI, estas armas no se utilizaban, pero por tradición, a los más jóvenes se les enseñaba el arte de la esgrima. Fay era una de las mejores espadachines de Jera. Su maestro fue Max Kier, quien también enseñó a su hijo el tiempo que su enfermedad le dejó, hasta que le impidió casi moverse por si solo. Entonces, Sarg fue quién pasó a ser su maestro, pero siempre bajo la estrecha mirada de su padre. Cuando cumplió los quince años, Arthur se enfrentó a su último examen, intentar derrotar a uno de los piratas, y la elegida por su padre fue Fay. En aquellos días, ella era una hermosa joven de unos veinte años, y ya era temida y respetada por todos los capitanes piratas. El combate fue muy duro, ambos recibieron serias heridas, pero la experiencia de ella se impuso. Arthur fue derrotado. Ahora, casi doce años después volvía a repetirse el enfrentamiento, aunque ahora seria a muerte. El duelo tendría lugar en la ciudad, en uno de los almacenes cerca del puerto. Mucha gente,
entre ellos Marc, Thomas, Ingrid y Anja fueron a verlo. El duelo estaría presidido por Max y Sarg. - Habéis visto alguna vez un duelo?- dijo Anja. - Si, yo si- dijo Thomas-, en antiguas películas. Luchaban con las espadas hasta que uno mataba a otro. - No seas tan tétrico- dijo Ingrid, señalando a Anja-, vas a hacer que se preocupe. No te preocupes Anja, no le va a pasar nada a Arthur. - No seas tan optimista, cariño- dijo Marc-, he tenido esa arma en mis manos y es temible. Puede cortar y desgarrar la piel como si fuera mantequilla. El semblante de Anja cambió cuando vio a Arthur. - No lleva la armadura- dijo ella-, va a luchar solo con esa frágil ropa. - Es la regla- dijo Marc-, no están permitidas armaduras de combate. Anja se llevó las manos a la cara, no quería ver aquello. Los dos contrincantes se encontraron cara a cara en la sala. En un palco, instalado para la ocasión, estaban sentados Sarg y Max. Arthur y Fay les saludaron. - Otra vez- dijo ella mientras se ponía un guante en su delicada mano-, igual que hace unos años. - Si- le contestó él-, pero ahora no soy el niño inexperto que te enfrentaste en su examen final. Ahora soy un maestro, igual que tú. - Te voy a vencer igual- repuso ella-. Sabes, ese día disfrute mucho cuando te veía sangrar. - Saludo- dijo la severa voz de Sarg. Los dos se saludaron con sus sables. Ella le sonrió de forma picara. - En guardia- volvió a decir Sarg. Los dos tomaron la posición de en guardia, chocando el filo de sus sables. - Qué empiece el combate- dijo la áspera voz de Max. Los dos volvieron a chocar los aceros. Fay lanzó su primer ataque, qué fue repelido por Arthur. Los dos estaban tanteándose. Ella se movía rápidamente, trazando círculos a su alrededor. Arthur pasó al ataque, lanzándole una estocada al pecho, qué ella paró con maestría. Anja observaba el combate, aunque de vez en cuando ocultaba su rostro bajo sus manos. Esos momentos los aprovechaba Thomas para martirizarla. - Uy, casi hiere a Arthur. Esa chica sabe pelear- dijo intencionadamente Thomas. Marc lo observaba. Se estaba vengando de ella. Se estaba divirtiendo a costa del sufrimiento de ella. Arthur y Fay entrecruzaron los aceros. Él había parado una finta de ella que lanzó al fondo. - Muy bien, cariño- le dijo ella-, por ahora estoy disfrutando tanto como aquel día. Pero dentro de poco voy a disfrutar aún más, porque vas a morir. Arthur la apartó de su lado, cayendo al suelo. Él aprovechó para lanzarle un ataque que la hirió levemente en uno de sus brazos. - Esto no te pasó ese día, zorra. Voy a destrozarte, lentamente- dijo él encolerizado. Ella se levantó del suelo y se miró la herida. Le sonrió. Pasó directamente al ataque, sus sables se volvieron a cruzar, y esta vez ella lo acorraló contra una de las paredes y, con una furia imparable, le rasgó la camisa a la altura de su pecho, que empezó a sangrar. Anja se volvió a tapar la cara con sus manos. Arthur se palpó la herida con su mano izquierda, y se lamió uno de sus dedos llenos de sangre. Lanzó un grito lleno de furia, seguido por un violento ataque. Fay no podía parar todos los golpes, y fue herida repetidas veces en sus brazos, piernas e incluso en su rostro. La holgada camisa blanca que llevaba se convirtió en un harapo sangriento, dejando ver parte de su piel. Ella volvió a sonreír. - Muy bien, querido- le dijo sonriendo-, pero ahora me toca a mí. Y diciendo esto, lanzó una estocada, que detuvo él, pero que hábilmente ella le atravesó el hombro derecho. Él dejo caer su espada al suelo. Al ver esto, Anja lanzó un grito de dolor y casi pierde el sentido. Ingrid, que estaba a su lado, la cogió entre sus brazos. Fay sacó limpiamente su acero del cuerpo de él y lo limpió en su pantalón. Arthur, aún en pie, se llevó la mano al hombro. - Ves, cariño, ya no vas a poder luchar con la derecha, qué vas hacer ahora?- le dijo ella irónicamente. La contestación de él fue coger del suelo l a espada con la izquierda. - Sé luchar con ambas manos, estupida- le dijo él. Arthur la atacó, y la arrinconó contra una de las paredes, repetidas veces le hizo cortes profundos en la piel. Esta vez, Fay era la que estaba furiosa. Le lanzó una estocada a él, pero la esquivó y desde su espalda, Arthur tocó su trasero con su acero.
- Te diviertes ahora- le dijo sonriendo-. La próxima vez te atravesaré. Todos los presentes se rieron a carcajadas por lo que había hecho Arthur. Esto solo hizo que ella se enfureciera aún más. - Maldito hijo de perra, te estas burlando de mí- le dijo ella-. Me las vas a pagar todas juntas. Arthur había logrado su objetivo. La única oportunidad que tenia de vencerla era enfurecerla, ya que bajaría su guardia, y la mejor forma era aquella, dejarla en ridículo delante de todos. - Ven aquí, querida- le dijo él. Ella asintió y le lanzó una serie de fintas, acabadas en una estocada que paró él sin muchos problemas. Ahora pasó él ataque, avanzó, acorralándola de nuevo contra una de las paredes, estaba jugando con ella. Al llegar a la pared, dejó que ella saliera fácilmente. Poco a poco Fay se fue cansando del esfuerzo realizado, pero él también se cansaba y dosificaba como podía las fuerzas. Además estaba empezando a sentir los primeros síntomas de la perdida de sangre, con mareos. Anja se dio cuenta y se lo comentó a su prima. - Arthur ha perdido mucha sangre- le dijo a Ingrid-. Además esta cansado, aunque menos que ella. - No debe de jugar más con ella- dijo Marc-. Tiene que acabar con ella ahora. Fay también se dio cuenta de que la perdida de sangre estaba influyendo en él. Por eso lanzó un ataque desesperado para acabar con la lucha. Atacó furiosamente, haciendo que él retrocediera hasta la pared. Una vez que estaba contra la pared lanzó una mortal estocada al pecho de Arthur. Todos contuvieron un grito. El sable de Fay fue desviado por el de Arthur y seguidamente él le propinó un fuerte puñetazo en su rostro, haciendo que cayera al suelo. Ella se levantó, e intento de nuevo acorralarlo, pero esta vez, el sable chocó contra la pared y se rompió. Esto lo aprovechó él para ensartarla con el suyo. Fay lanzó un grito. Arthur soltó la empuñadura, y ella, con la espada atravesando su cuerpo, cayó al suelo, moribunda. Arthur se acercó a ella. - Me has vencido... por fin, cariño- le dijo ella sonriendo. - No tenia elección, tú o yo. - Lo sé, y ahora... me doy cuenta que las cosas que hice estaban mal. Y también sé que he hecho la tonta durante más de quince años. Sé que lo más importante en esta vida no es el dinero, ni el poder que puedas atesorar. Es el amor. El amor de tus amigos, a tus padres. Y también que todo este tiempo solo ha habido a una persona que he querido más que a mí. - No hables. Te vas a curar. Esta herida no es tan grave- le contestó él. - No, sé que voy a morir, prefiero morir en tus brazos que vivir lejos de ellos. Todo el odio que te he tenido en todos estos años, ocultaba en realidad una pasión ciega por ti. Y me he dado cuenta demasiado tarde. Fay le sonrió, para acto seguido cerrar sus ojos y exhalar su último suspiro. Murió en sus brazos. Marc, Thomas Ingrid y Anja se acercaron donde estaba él. Anja se lanzó a su regazo. - No te acerques- le dijo Arthur-, te vas a manchar de sangre. - No me importa- le contestó ella, llorando-. He estado cerca de perderte, y no me importa, no me importa. Él la rodeó con sus fuertes brazos, y la besó. Después se fueron al hospital, acompañados por Marc e Ingrid. Pasaron unos días, y Arthur se recuperaba rápidamente de las heridas, bajo el atento cuidado de Anja. Un mes después, Thomas y Marc, ponían en marcha la nueva unidad Fénix. Celebraron una reunión, a la cual asistieron todos los antiguos integrantes del escuadrón Fénix. - Bien, hoy es un gran día para nosotros- dijo Thomas-. Hoy se pone en marcha, no el escuadrón Fénix, si no la unidad Fénix. Esta estará compuesta de mil cazas tipo VULKAN, seis fragatas, dos acorazados, diez destructores, quince naves de combate y cinco porta aeronaves. Cada uno de vosotros estará encargado de una parte de la unidad. Ahora os voy a decir que es lo que haréis cada uno. Aparte, tenemos órdenes del general Hanssen para ascenderos a cada uno de vosotros. Los tenientes Michaels y Martins son ascendidos a capitanes. El resto del escuadrón es ascendido a teniente. La unidad será dividida en dos secciones, una mandada por el coronel Lefebre, que se encargará del mando de los cazas y porta aeronaves. La otra será dirigida por el general Hanssen y se encargara del resto de las naves. Ahora os diré los destinos de cada uno.
Como antes he dicho, el coronel Lefebre se encargará de los porta aeronaves. Yo tendré a mi mando la escuadra de cazas. Esta escuadra estará dividida en dos compañías, la del capitán Michaels, que se encargara de incursiones y ataques a gran escala, formada por quinientas naves, y la del capitán Martins que se encargara de defensa y protección de la flota, formada por otros quinientos cazas. Las compañías, Hidra y Medusa, estarán formadas por cinco escuadrones, cada uno de cien cazas. Ahora diré quienes serán los jefes de cada uno de los escuadrones. La compañía Hidra será mandada por el capitán Michaels. Sus oficiales serán, tenientes Klein, Cicciani, Jackson, García y Beaufau. La compañía Medusa, mandada por el capitán Martins, sus oficiales, los tenientes Harris, Sorensen, Lisberger, Martínez y Lianni. - Bien, ese será vuestro destino, para cada uno de vosotros- dijo Marc-. Yo me encargaré, desde el porta aeronaves, de coordinarlo todo. Esperó que os comportéis a partir de ahora como siempre. - Señor- dijo el teniente Lisberger-, qué va a pasar con el resto de los pilotos, los que forman ahora el escuadrón Fénix? - Buena pregunta, teniente- le contestó Marc-. Ya lo tengo pensado. El escuadrón Fénix continuara en funcionamiento, aquí en Altaír. Se hará cargo de él el capitán Kier, teniendo de segundo en el mando a la teniente Kristianssen, mi esposa. Ellos se encargarán de lo que hasta hace unos meses nos encargamos, la protección de la colonia. Alguna pregunta más? Ninguno respondió. - Dentro de una semana llegarán sus nuevos pilotos- dijo Thomas-. Prepárenlo todo para cuando lleguen. La reunión ha terminado. Todos se levantaron de sus asientos y salieron por la puerta. Solo se quedaron allí Marc y Thomas. - Esto le hubiese gustado a Tony y a Helenna- dijo Thomas, triste. - Si, pero estarán orgullosos de nosotros. Vamos a hacer que sus nombres no sean olvidados. Ellos son los que van a mandar de verdad la unidad. El liderazgo de Tony, y las tácticas de combate de Helenna. En el tiempo que hemos vivido con ellos, hemos aprendido eso. - Es verdad. Vamos amigo, tenemos muchísimo trabajo. - Si, muchísimo trabajo. El general Hanssen llevaba ya en la Tierra unas semanas. Le acompañaron su esposa y sus hijos. Estos nunca habían visto el planeta, ya que nacieron en Altaír, se quedaron asombrados de su belleza y grandiosidad. Para ellos fueron unas vacaciones. Pero para su padre no. Todos los días tenía reuniones con el resto de los generales y almirantes de las fuerzas de la ONU. Tenían que preparar un plan para detener a las fuerzas alienígenas. Quedó totalmente descartado atacar de nuevo Girau, seria una empresa inútil. Ahora tenían que investigar la forma de luchar contra las armas del enemigo. Aquella tarde, Hanssen estaba en la reunión, cuando el general Jackson, de las fuerzas estadounidenses, apareció en la reunión con unos expedientes. - Señores- dijo el general-, me han remitido desde Washington estos expedientes, clasificados como sucesos no averiguados.. Todos los presentes se sonrieron. - Como iba diciendo, el relato contado en él data del 2150, cuando una colonia fue destruida por causas no muy claras. El nombre de la colonia fue borrado de todos los archivos, la colonia nunca existió. - Qué tiene que ver en esta reunión una colonia que nunca existió?- preguntó un general francés. - Ahora les explicaré. Resulta que cuando recibieron constancia del ataque, mandaron un escuadrón de ataque. Este aterrizó en la colonia- al decir esto, sacó un holoCD y lo insertó en el terminal-, y verán ustedes lo que vieron cuando llegaron allí. Las imágenes mostraban al grupo de soldados saliendo de la nave y entrando en la colonia. - Todo lo que encontraron fue muerte y destrucción. Todo el equipo de la colonia fue destruido. Todos sus habitantes muertos, carbonizados. No había una explicación lógica posible. Así que el Consejo, decidió ocultarlo a la vista de todo el mundo. En el expediente hay una frase que es demostrativa: "la colonia fue atacada con armas energéticas, por lo cual desechamos que se debiera a un ataque pirata". Señores, la colonia estaba situada más allá del cinturón de asteroides, muy cerca de la zona de Girau. Son demasiadas coincidencias, no? Hanssen lo escuchó atentamente durante todo el rato. - De todo esto solo sacó en claro una cosa- dijo Hanssen al general-. Estos dos ataques tienen en común la zona. - Si, general, pero hay algo más. He observado los holovideos de la holovisión y creó que las armas empleadas durante los dos ataques a Girau son energéticas. No tengo pruebas, pero creó que el ataque del 2150 fue un aviso, un aviso de esa raza alienígena.
- Nos avisan de qué no salgamos del cinturón- dijo Hanssen. - Exacto. La fuerza de sus tropas es descomunal. Pueden barrer a cualquier ejército de la faz de un planeta. - No, general- le contestó Hanssen-. El proyecto VULKAN puede detenerlos. Los alienígenas ya no se contentan solo con no dejarnos pasar del cinturón. Hace una semana atacaron otra colonia, dentro del cinturón. - Si, ya lo sé- dijo otro general, un indio-. Atacaron una de nuestras colonias. Nos vimos obligados a retirarnos de ella. - Ya no se contentan con no dejarnos pasar del cinturón, hay que detenerlos- dijo el general estadounidense. - Dentro de unos días- dijo Hanssen- la unidad Fénix estará totalmente operativa. La próxima semana saldré con las naves, de vuelta a Altaír. El coronel Lefebre ya lo tiene todo listo. En un mes estaremos dispuestos para el ataque. - Las tropas de la ONU- dijo un almirante alemán- estarán listas para esa fecha. Podríamos hacer un ataque a gran escala. - No estoy de acuerdo - dijo un general camerunés-, eso seria un fallo tan grande como el qué cometió el Consejo cuando atacó a Girau con todas sus fuerzas. Deberíamos de atacarlos en distintos sectores casi a la vez, eso no les daría tiempo para que prepararan un contraataque. - Estoy de acuerdo con usted, general- dijo el estadounidense- de esa forma no tendrían tiempo para reaccionar. Al finalizar la sesión aquella tarde, llegaron al acuerdo que les atacarían. Una semana después, el general Hanssen partía con la nueva unidad Fénix con destino a Altaír. El viaje se realizó sin demasiados contratiempos, ya que aproximadamente a los tres días llegaron a Altaír. Marc, Ingrid, Thomas y toda la plana mayor de oficiales de Altaír esperaban al general en el puerto. La nave del general aterrizó en el muelle. La pequeña lanzadera aterrizó, y segundos después la compuerta se abrió, saliendo por ella el general. Marc se acercó a él. - Señor- dijo Marc-, bienvenido a Altaír. - Gracias Marc, qué tal estas? - Bien, y usted? - Muy bien, todo esta preparado? - Si, todo listo- le respondió Marc-. Ya cada uno de los oficiales sabe lo que tiene que hacer. - Bien, dentro de dos horas os quiero ver a ti y a Thomas en la sala de reuniones. Marc asintió. En aquel momento llegaron Thomas e Ingrid. - Señor- dijo Thomas saludándolo. - Tío- dijo Ingrid abrazándolo y besándolo en la mejilla. - Hola, querida. Te veo muy bien, con tu uniforme de teniente. - Te has divertido en la Tierra, tío?- le preguntó ella. - No, no he tenido tiempo. Los chicos y tú tía si que se han divertido. Dos horas después, en la sala de reuniones, Marc, Thomas y el general Hanssen estaban hablando de las resoluciones de la ONU. - Nuestro sector de ataque es este, cerca del cinturón- dijo el general. - Si, señor- dijo Thomas-, en esa zona hay una gran concentración de naves. - Si- le contestó Hanssen-, pero solo hay dos naves de combate y unos quinientos cazas. - Buena idea- dijo Marc-, vamos a atacarlos por diferentes sitios, no sabrán como disponer sus fuerzas. Solo hay una pega, no sabemos de cuantos soldados disponen ni cuantas naves tienen. - Si, ese es el único problema- respondió el general-. Tampoco sabemos la localización exacta del planeta de donde proceden. Lo mismo puede estar en nuestra galaxia que fuera de ella. Ah, la investigación de sus armas esta casi acabada, los misiles energéticos son devastadores, aunque el dispositivo creado por nuestros científicos es bastante eficaz. El rayo ya es otro cantar, lo mejor que podemos hacer es quitarnos del medio cuando lo lancen. - Le pasaré al profesor el diseño que usted me ha dado- dijo Thomas-, agradecerá esta adicción. - Cuando estarán listos los cazas?- dijo el general. - No lo sé- dijo Marc-. Tal vez para final de mes. Necesitará más ingenieros y mecánicos. - En las naves vienen muchos, podré mandarlos para que le ayuden- dijo el general-. Preparadlo todo, dentro de tres semanas partimos al sector. Los preparativos empezaron desde aquel día. El profesor y su equipo de ingenieros y mecánicos
trabajaron a destajo, Marc y Thomas tuvieron a los chicos trabajando en las naves hasta casi el agotamiento. Prácticamente en una semana, todos se trataban como si se conocieran desde hacía un año. Por su parte, Arthur e Ingrid preparaban a su grupo para la defensa de la colonia. El general había destinado cerca de dos mil soldados de la Fuerza de Choque en la colonia. Mientras, a millones de kilómetros de allí, en el planeta Tierra, una nave de transporte llevaba al almirante Newman desde Nueva York a Washington. Era una lanzadera de la ONU, en misión oficial. La nave iba a gran velocidad, surcando el cielo. De pronto, un destructor apareció detrás de ella. - Qué es lo que pasa, piloto?- dijo el teniente a cargo de la lanzadera. - Señor, tenemos un destructor detrás nuestra, no se identifica. - Lanzadera, ríndanse- dijo una llamada desde el destructor-. Disminuyan su velocidad. La nave disminuyó su velocidad. Una nave de asalto salió del destructor y se pegó a la compuerta de la lanzadera. Un grupo de hombres armados entró en la lanzadera. El teniente de ella los recibió. - Qué quieren ustedes?- se encaró el teniente-. Esta es una lanzadera oficial de la ONU. Uno de ellos, que al parecer ostentaba el mando se dirigió a él. - Buenas, teniente. Solo quiero una cosa, déme al almirante Newman. - Yo no puedo hacer eso- dijo el teniente. El individuo le hizo una señal a otro de los hombres. Este se acercó donde estaba el teniente y le golpeó con la culata de su fusil en la cabeza. El teniente cayó al suelo, sangrando. - Bien, teniente, donde esta el almirante?- le volvió a decir el hombre, sarcásticamente. El teniente le indicó con la mano, hacia un compartimiento de carga. El individuo dio las indicaciones a dos de sus hombres. El almirante estaba encerrado en la parte trasera del transporte. Estaba sentado en el suelo. El cuarto era pequeño, hecho para llevar como mucho un par de prisioneros. De pronto, la puerta de su celda se abrió y entraron dos hombres, que enseguida reconoció como marines. Los conocía, pertenecían al cuerpo especial que él creó con el consentimiento del Consejo. Se levantó del suelo. - Señor- dijo uno de los marines-, acompáñenos. El almirante asintió. En breves momentos estaba fuera de la celda. En el exterior vio a otros hombres y de entre ellos reconoció a otro, al capitán Kerg. El teniente continuaba en el suelo, con la cabeza semipartida, sangrando. - Me alegro de verlo, señor- dijo el capitán. - Yo también, capitán- dijo él. - Si me sigue usted, podremos volver al destructor. - Si, vamonos de aquí. Los marines entraron en la nave y volvieron al destructor. En él los recibió un comandante. - Me alegró de verlo, señor- dijo el comandante. - Gracias, pero antes de irnos quiero pedirle un favor. - Diga usted... El teniente, sangrando, se levantó del suelo. La sangre que tenia en su rostro le impedía ver, pero llegó hasta la cabina del piloto. - Piloto- dijo el hombre con mucho esfue rzo-. Sal...gamos de a...qui- No pudo resistir más, cayó al suelo inconsciente. La lanzadera emprendió la marcha. El destructor estaba situado a unos cien metros de ella. De él salieron unos misiles, que impactaron en la pequeña nave; medio destruida, cayó a una arboleda cercana. Un gran revuelo se produjo en la sede central de la ONU. Se oían rumores de que la nave que transportaba desde Washington a Nueva York al almirante Newman había tenido un accidente. Rápidamente, el Consejo de Emergencia de la ONU se reunió. Mientras, a Altaír llegaron también los rumores del "accidente" de la nave del almirante. - Según dicen- dijo Thomas- el almirante Newman y sus acompañantes se estrellaron en un bosque cercano, se han iniciado la búsqueda de los cuerpos. - Creó que hay algo más detrás- dijo Hanssen. - También lo creó- dijo Marc-. Si no encuentran el cuerpo del almirante podremos sospechar que puede que lo ayudarán a fugarse.
Unos días después, la noticia de la fuga del almirante se confirmó. Pero para entonces, la unidad Fénix estaba ya en el espacio.
2. LA BATALLA DE ALTAIR. AÑO: 2234 LUGAR: ESPACIO/COLONIA ALTAIR-MARTE. “Querida Ingrid: Llevó ya dos semanas fuera de Altaír y me parece una eternidad. Te echó de menos, por aquí estamos bien, todos los días tenemos misiones de ataque a los alienígenas. Tu tío ya lo tiene todo preparado, vamos a empezar el ataque. Thomas y los chicos están deseando entrar en acción, y ya no lo aguantó más. Thomas ha vuelto a su vieja costumbre de gastar bromas, desde que está liado con Selene se comporta como siempre, como cuando hacia perder los estribos a Tony, a Helenna y a mí. Los echo de menos, a los dos. Bien cariño, me despido ya. Tu tío ha dado la orden de partir. Te quiero." Marc dejó la carta en su terminal. Tecleó el destinatario, y a través de ETNET la mando a Altaír. Sabía que dentro de unos minutos, le llegaría a Ingrid. Se levantó de su asiento y salió de su habitación. En pocos segundos estaba en el puente de mando. Allí estaban, aparte de él, el general Hanssen, Thomas y los tenientes de cada escuadrón. El general les estaba explicando la misión del día. - Como sabéis, nuestros enemigos utilizan una red de transporte muy grande y muy protegida. Nuestra misión será la de cortarla. Necesitamos destruir los cargueros, ya que llevan armas y naves nuevas para el frente. Van muy bien protegidos. Alguna pregunta?- nadie respondió-. Bien, a las naves. Todos se levantaron de sus asientos y se dirigieron al hangar. El general llamó a Marc y a Thomas. - Venid, os voy a dar las órdenes- dijo el general. Los dos se acercaron a él. - Marc, tu te vas a encargar de la compañía Hidra, y tu Thomas de la Medusa. La misión de Medusa es hacer que los cazas de protección dejen a los cargueros lo más desprotegidos posible, así Hidra podrá destruirlos. Y recordad, hay por lo menos cerca de mil quinientos cazas protegiéndolos. Si veis que se ponen mal las cosas, abortad la misión. - No se preocupe, Lars- dijo Marc. - Tened suerte. Los dos lo saludaron. Salieron por la puerta, en dirección al hangar. Hanssen se dejó caer en un asiento. Sabía el peligro de la misión, pero confiaba en los dos chicos. Para él eran algo más que compañeros de armas, Thomas era como si fuera su hermano pequeño, y Marc era su sobrino. Las naves partieron de los porta aeronaves. En unos segundos todas las naves estaban reunidas. - Thomas- dijo Marc-, ya sabes, dentro de trece segundos asaltaremos el convoy. - Entendido coronel, dentro de quince habrán pasado a la historia. - Ten cuidado, cabeza loca- le respondió Marc. - No te preocupes, llevó a Selene pegada a mí, no deja que se me acerque nadie. Tenlo tú también, si te pasara algo, Ingrid me mataría. Los dos grupos se separaron. En unos segundos Thomas tenía al convoy en su radar. - Bien, oficiales de la compañía Medusa. Vamos a entrar en combate dentro de unos segundos. Ya sabéis lo que tenéis que hacer. Gerard estas ahí? - Detrás tuya, Thomas. - Vamos al lío. Buena suerte. Las naves se desplegaron. Unos segundos después entraban en el corazón del convoy, disparando. Nada más entrar, destruyeron tres de los cazas. El resto, al verlos emprendieron la persecución de los cazas. - Chicos, retirada- dijo Thomas. - Voy detrás de ti le dijo Selene. Las naves salieron disparadas. Los enemigos iniciaron la persecución.
Marc, a cubierto, observaba la maniobra. Al ver que la mayoría de las naves alienígenas se alejaban, dio orden de pasar al ataque. - Alan, vamos a por ellos- dijo Marc. - Entendido, Marc, mi grupo se va encargar de los cazas. Los dos grupos se dividieron, y atacaron. El ataque fue muy duro. Los alienígenas se defendían muy bien y destruyeron unas cuantas naves del grupo de Alan. Marc, con unos cien cazas, había destrozado ya uno de los cargueros. Por su parte, Thomas estaba sufriendo en su grupo el más duro ataque. Pronto de huir pasaron directamente a atacar. Thomas y cinco pilotos estaban persiguiendo a un grupo de cazas, que intentaba volver al convoy. En pocos minutos ya no existía ninguno de ellos. Alan había derrotado a los cincuenta cazas que habían quedado. Llamó por el comunicador a Marc. - Marc, todo limpio. - Muy bien, Alan. Nosotros casi hemos acabado también. Marc y sus pilotos tenían ante sí al último de los cargueros, que estaba protegido por unos treinta cazas. - Teniente García- dijo Marc-, encárgate de la escolta, yo me encargaré del carguero. - Afirmativo, coronel- dijo ella-, pasamos al ataque. La chica, con quince cazas, atacó ferozmente a los enemigos. Las naves se desplegaron y una a una atacaron a los enemigos. Las explosiones se sucedían, una tras otra. Dos de las naves de ella fueron destruidas. Marc entró con cinco cazas a por el carguero. - Chicos, usad los misiles, Vulkan 5 y 7, detrás de mí. - Entendido señor, pasamos a posición de ataque. Las dos naves se situaron en su posición. Un segundo después dispararon sus misiles, que impactaron en el carguero. Detrás de ellos entraron tres cazas más, que descargaron otra andanada contra el carguero. El impacto de ellos hizo que la nave empezara a arder, con violentas explosiones. Marc y su grupo volvieron a atacar, y ya el carguero estalló y sus pedazos se esparcieron por el espacio. - A todos los Vulkan- dijo Marc-, misión acabada, volvemos a casa. Ingrid estaba en su despacho, intentando dejar pasar el tiempo. De repente su terminal se iluminó, y salió en él un mensaje. Era una colorista animación por la cual sabia que había un mensaje. Dejó lo que estaba haciendo, estaba fechado ese mismo día hacia unos minutos. Cuando vio su remite, nerviosamente empezó a leerlo. Era de su marido. No era muy largo, sabía que a él no le gustaba escribir mucho, pero en pocas palabras lo decía todo. Lo había escrito, como siempre, antes de una misión, y ella sabia él por qué, era una forma de decirle adiós, por si no regresaba. Como siempre hacia cuando recibía una de los mensajes de Marc, se echó a llorar, pensando en él. Una llamada en su terminal hizo qué saliera de su estado. - Si, sargento- dijo ella, intentando ocultar sus sollozos. - Mi teniente, el capitán Kier y su prima están aquí, quieren verla- dijo el sargento. - Qué pasen- dijo ella. Rápidamente se levantó de su asiento y se dirigió al cuarto de baño que estaba anexo al despacho. Fue al lavabo y mojó su cara con un poco de agua. Instantes después estaba de nuevo en la habitación. Allí estaban Arthur y Anja sentados, esperándola. - Perdonad- dijo ella. - No te preocupes- dijo él. Ingrid se sentó. Todavía tenía los ojos rojos. - Qué te pasa?- dijo Anja. - Nada, he recibido un e-mail de Marc y ya sabes. - Como están?- le preguntó Arthur. - Bien, están bien. Iban a salir a una misión ahora. También me estaba contando que según parece Thomas y Selene van en serio. Nada más, la rutina. - Te gustaría estar allí- le dijo su prima. - Si, a su lado. - No te preocupes- dijo Arthur-, Thomas te prometió que cuidaría de él. - Si, ya lo sé, pero siempre que me escribe tengo la sensación de que será la última. Bueno, a qué habéis venido?
- Díselo tú, Anja- dijo él. - Veras, prima es que Arthur y yo habíamos pensado en casarnos. - Me alegró por vosotros- dijo Ingrid levantándose de su asiento e yendo a su encuentro. Se abrazó a Anja y a Arthur. - No sé lo hemos dicho a nadie- dijo Anja-, eres la primera en saberlo. Queríamos que nos indicaras como debemos decírselo a tío Michael. - No te preocupes- dijo Ingrid-, lo tomará bien, no es un viejo cascarrabias. Además tiene muy buena opinión de Arthur. Para cuando os casáis? - Teníamos pensado para principios de año, dentro de tres meses- dijo él. - A lo mejor ya para esa fecha han regresado ya Marc y tío Lars- dijo Anja. - Ojalá, echo de menos a Marc. Estar sola en casa es aburrido. - Ya sabes, somos soldados- dijo Arthur. La noche cayó sobre Altaír. Solo las patrullas de vigilancia no dormían. Dos pilotos, nuevos en el planetoide, hacían la ronda con un Sidefire. Estaban dando la vuelta, cuando de repente localizaron algo en su scanner. - Jean, he detectado algo, algo raro. - Informaré a la base. El chico llamó por su comunicador. Nada. - No contesta nadie- dijo el piloto. - Es muy raro- dijo ella-, será mejor que volvamos a la base a informar. - Si, creó que será lo mejor. Mira ahí Jacq, delante nuestra! La chica miró. Una fragata, dos destructores y una cantidad incalculable de cazas aparecieron delante ellos. La Sidefire hizo una maniobra para escapar, pero cinco cazas salieron tras de ellos. La nave era muy rápida, pero los cazas eran más rápidos que ellos y rápidamente se colocaron a tiro, comenzaron a dispararles. La chica montó los aceleradores, giró su asiento y se colocó en posición de combate. Los cazas disparaban sin descanso, pero el sistema defensivo de la nave respondió perfectamente. Pronto dos de los cazas enemigos fueron destruidos. - Son ARES- dijo la chica. - Ya lo sé, tendremos que informar, voy a entrar en la atmósfera, para ver si puedo despistarlos. La nave enfiló hacia el planetoide. En pocos segundos entró en la tenue atmósfera de Altaír. Pusieron rumbo hacia el puerto. Los tres cazas continuaban persiguiéndoles, y disparaban con más intención que antes, uno de los disparos impactó en la nave. - Daños- dijo ella. - Perdemos potencia, han dañado el generador de escudos y el propulsor esta seriamente dañado. El sistema de armamento funciona. En ese momento la chica derribó otro caza, el cual, al ser dañado en una de sus alas, chocó violentamente contra unos árboles. Los dos cazas, al ver que su compañero había sido destruido, volvieron a disparar sus cañones contra la nave. Esta ge impactada por varios disparos. - Jacq, contesta!- dijo el chico. Nadie le respondió. Vio en su display los daños que tenia la nave. Eran numerosos. De pronto vio un lago, y se dirigió hacia él, intentaría hacer un aterrizaje forzoso. Los dos cazas continuaron disparando y varios de sus disparos hicieron blanco en la nave. Él continuó llevando firmemente la nave hasta el lago. Los pilotos de los cazas vieron como la nave se estrelló contra las tranquilas aguas del lago. Llamaron a la base. - Base, aquí ARES 3. El objetivo ha sido destruido. - Entendido, sargento. Vuelva a la formación. El almirante Newman estaba en la fragata preparando los planes, cuando un teniente entró en la sala. - Señor, la nave ha sido destruida. - Bien teniente. Comandante, se han destruido todos los satélites? - Si señor- dijo el comandante-. Todos han sido destruidos. - Inicien el ataque. El chico, al notar el contacto del agua, despertó. La nave estaba inundada a la altura de cintura. Miró a su alrededor, todos los indicadores estaban destruidos y rápidamente pensó en la chica. Se deshizo de su arnés y como pudo intentó abrir la cabina, lo cual logró con gran esfuerzo. El agua entró en la nave,
inundándola del todo. - Jacq!- gritó el joven. Ella seguía sin contestar. Se giró como pudo y la vio sentada en su puesto. Nadando se acercó a ella y la liberó del arnés. Intentó ver si respiraba, le notó un suspiro leve pero esperanzador y miró las heridas qué tenia. Tenía un brazo roto, su pecho sangraba abundantemente y se había golpeado la cabeza por lo qué estaba inconsciente. El joven rodeó su cuello con sus brazos y nadando la sacó de la nave, qué terminó de hundirse en el lago. Poco a poco fue avanzando, hasta alcanzar la orilla. Una vez allí la revisó más a fondo. Intentó cortar la hemorragia de su pecho con unas vendas fabricadas con jirones de su propio uniforme, le limpió la sangre qué tenia en la cabeza y le entablillo el brazo con unas ramas qué le cortó a un árbol cercano. Después volvió a mirar como estaba. Respiró aliviado, ya qué su respiración se normalizó y sus constantes vitales volvían a ser casi normales. - Jacq, despierta!- volvió a decir el jove n, cogiéndola en sus brazos. Ella abrió sus ojos y lo miró. Le sonrió levemente para después toser violentamente; de su boca salió un reguero de sangre. - Qué...a...pasa...do?, don...de es...to...y? - Nos han derribado, Jacq- dijo él limpiándole los labios-, estamos en un lago. Estas herida, te pondrás bien. - De...ja...mé y ve a la ba...se. Tie...nes q...- la chica no podía continuar hablando. - No, tú vas a venir conmigo, te llevaré aunque sea en brazos. Él la tomó en sus brazos y sé levantó del suelo. Como pudo vio su display y lo manipuló. En breves segundos sabia donde estaba y también sabia a donde dirigirse, al asentamiento. Miró al frente y con ella en sus brazos se dirigió hacia el sur. La noche era tranquila, sin embargo, Arthur no podía dormir, estaba nervioso, intranquilo. Estaba allí fuera, en el puerto, sentado observando las estrellas y pensando en Anja. De pronto, un sonido lo sacó de sus pensamientos. Miró al cielo y los vio, unas docenas de cazas que se dirigían hacia allí. Ingrid estaba en su habitación, dormida. De pronto un gran ruido, como de una explosión la despertó. Asustada se levantó de la cama y se acercó a la ventana. Desde que Marc se fue a la guerra, ella vivía en su casa con sus padres y su prima. Miró por la ventana y vio grandes llamas que provenían desde la ciudad. Algo estaba pasando. De pronto lo comprendió. Vio un destructor que avanzaba disparando, arrasando todo lo que encontraba en su camino. Y ahora se dirigía hacia donde estaba ella. Arthur llegó corriendo a la base. Vio como algunos de los pilotos, mecánicos e ingenieros intentaban apagar las llamas de los edificios. Vio a un teniente y le habló. - John, qué pasa?- dijo él. - Nos han sorprendido- dijo el teniente-, han atacado por sorpresa. - Qué daños tenemos? - Bastante numerosos, la torre de lanzamiento ha sido destruida, varios hangares han volado y hay veinte pilotos heridos y diez muertos, por ahora. Los Vulkan han sido destruidos. Arthur miró a su alrededor, con impotencia. Pero estaba preparado. - Teniente, organiza a los hombres. Llévate a los pilotos que están ilesos al asentamiento y que preparen las naves que tenemos allí camufladas. Yo iré para allá dentro de un rato. - Entendido, señor. Arthur se dirigió a un vehículo. Iba a ir por Anja. El joven se paró a descansar por segunda vez. La miró y vio qué, aunque inconsciente, todavía respiraba. Le preocupaba mucho la joven. Descansó unos minutos y volvió a cogerla en sus brazos. Se levantó y de nuevo consultó su display, se encontraba a unos diez kilómetros del asentamiento, una hora y media de andar más, pensó. De nuevo se puso en movimiento. - Por lo menos la oscuridad nos protege, Jacq- dijo él en voz alta-. Pronto llegaremos a nuestro destino y entonces te atenderá un médico. Había andado unos metros cuando vio en el horizonte una luz intensa. Pensó qué era muy temprano para amanecer, así qué se dirigió hacia un sitio alto, para ver qué era lo que estaba pasando. Cargado con la joven llegó a una colina cercana. Ahora comprendía lo qué era el resplandor. No era qué estuviera amaneciendo, si no un incendio monstruoso qué provenía de la ciudad. Miró a un lado y vio la ciudad ardiendo por los cuatro costados, y a varias naves sobrevolándola disparando. Decididamente se puso en camino hacia el asentamiento. La fragata, flanqueada por un destructor y un porta aeronaves, disparaban indiscriminadamente
contra todo lo que se moviera. Era dantesco ver la imagen de las tres naves provocando a su paso un infierno. En las ruinas de las casas, se veían a soldados que intentaban ayudar a los infortunados habitantes de la ciudad. Había cientos de heridos y muertos. Arthur llegó a la ciudad y lo que vio fue desolador. Paró su vehículo al lado donde el comandante Lión daba las órdenes a sus hombres. - Me agrada verte, Arthur- dijo el hombre. - Tienes mucho trabajo. - Ya ves. Estos animales casi han destruido la ciudad. Hay muchos heridos y muertos. - Voy a la casa del profesor, mantenme informado de lo que pasé- dijo Arthur. En ese momento el comunicador del comandante zumbó. - Qué es lo que pasa? - Mi comandante, las naves se retiran, pero han lanzado naves de asalto, unas veinte. Los dos se miraron. - Evacua la ciudad- dijo Arthur-, lleva a los supervivientes y heridos al asentamiento. - Si, daré las órdenes pertinentes- pulsó su comunicador-. Teniente Lawrence, forme dos unidades, llevase a la mitad de los hombres y evacué la ciudad, capitán Jerl coja al resto de los hombres. Preparé trincheras y levante defensas. Dentro de diez minutos me reuniré con usted. - Si señor- dijeron los dos. Arthur montó en su auto y se dirigió hacia la casa del profesor. A Anja la despertó los gritos de su prima llamándolos. Rápidamente se levantó de la cama y vio lo que estaba pasando, en pijama salió de la habitación y ayudó a su prima a despertar a todos. Segundos después, notó como disparaban contra la casa. También vio como a Ingrid se le caía parte del techo encima. Gracias a los hijos mayores de Joseph y otros criados la lograron sacar de entre los escombros. Entre todos la sacaron de la casa, mientras que ella fue a buscar a sus tíos. Cuando entró en la habitación, vio a su tía como intentaba mover el cuerpo exánime de su tío, se acercó a ellos, calmó a su tía y lo revisó. Con ayuda de su tía lo sacó de la habitación, y una vez en el pasillo, las dos mujeres fueron ayudadas por los criados. Cuando salieron afuera, vieron como el destructor se alejaba; la casa estaba en ruinas. Después había revisado más a fondo a su prima y a su tío, él tenía un brazo roto qué ella le entablillo y al poco tiempo volvió en sí, pero Ingrid seguía sin sentido, lo cual le preocupaba. Tenia una pierna y un brazo rotos, qué ella le entablilló. A Joseph, qué había desaparecido entre los escombros y minutos después lo encontraron muerto. Su esposa esta desecha, consolada por sus hijos y sus tíos. Ella estaba ahora pensando en todo esto. Le dolía la cabeza y estaba desesperada por el estado de su prima. Lloró desconsoladamente, se sentía impotente ante la situación. Necesitaba junto a ella a Arthur. En pocos minutos, llegó Ar thur a donde estaba antes la casa. La desesperación le invadió al ver la casa totalmente destruida, estaba prácticamente reducida a escombros. Escuchó unos gemidos en donde estaba antes la parte trasera de la casa. Cuando llegó allí los vio a todos. - Anja!- dijo él. Ella levantó la cabeza y vio su semblante. Se levantó del suelo, corrió a su encuentro, lo abrazó y besó nerviosamente. - Tranquila, ya ha pasado todo- le decía él, intentándola confortar. - Tenemos que ir al hospital- dijo ella nerviosamente, conduciéndolo donde estaba Ingrid-, mi prima esta mal. Ha recibido un golpe en la cabeza, creó. - Al hospital no podemos ir- dijo él-, he pasado por delante de él hace unos minutos y esta totalmente destruido. La llevaremos al asentamiento, junto con todos los heridos. Ella asintió. Rápidamente los montaron a todos en el auto y salieron hacia el asentamiento. A unos kilómetros del asentamiento, Arthur vio a un joven qué llevaba a una chica en sus brazos. Paró el vehículo. - Anja ven, ese joven necesita ayuda. Ella asintió. Los dos se bajaron del auto y fueron al encuentro del joven. Él, al verlos ir a su encuentro aceleró sus pasos. - Jacq, despierta!, estamos salvados- dijo el chico, llorando. Anja se fue la primera en llegar a su altura y revisó a la chica. - Arthur!, ven rápido, esta muy mal, hay qué atenderla de inmediato. Él, corriendo llegó a su altura y le arrebató de los brazos al joven a la chica. Rápidamente la subió al vehículo. Anja revisó al joven. - No se preocupe por mí, señorita, yo estoy bien, solo tengo algunos cortes y heridas leves. - Ven con nosotros, vamos al asentamiento. El joven asintió y montó junto a ellos en el vehículo.
Arthur condujo a gran velocidad hasta qué, unos minutos después llegó al asentamiento. La joven fue evacuada rápidamente y él llevado también a la enfermería. Los marines del almirante habían desembarcado en Altaír, unos cuatro mil. Pero los soldados de la Fuerza de Choque los mantuvieron a raya hasta que el comandante Lión fue informado de que las tropas habían evacuado a los supervivientes y heridos de la ciudad. Fueron unas horas de combate intenso. Entonces mandó a sus tropas que se batieran en retirada, con destino al asentamiento. Una hora después, Arthur y él organizaron una reunión. - El ataque ha sido devastador. La ciudad está destruida, hay más de mil quinientos muertos y cerca de dos mil heridos- dijo el comandante-. De mis hombres han muerto cien y tengo cerca de trescientos heridos. Solo tengo unos mil quinientos soldados dispuestos para el combate. - Yo estoy casi igual- dijo Arthur-. He perdido más de cuarenta cazas, el puerto esta totalmente destruido, y tengo veinte pilotos muertos y más de treinta heridos. Tendré activos unos cuarenta pilotos. Aparte los mecánicos e ingenieros. La mitad de los que tenía están muertos. Tenemos que pedir refuerzos. - No podemos, mi comandante- dijo un teniente-. Todos los satélites han sido destruidos, estamos incomunicados. Arthur se levantó del asiento y salió fuera, a respirar un poco de aire puro. Vio a la multitud. Era impotente ante todo el caos que habían organizado las tropas del Consejo. No sabia lo que hacer. Apesadumbrado, se dirigió a donde estaba Anja atendiendo a los heridos. Al verla la abrazó, la necesitaba, tenia que sentirla viva al lado de él. - Como van las cosas?- preguntó ella. - Mal, muy mal. El almirante Newman ha hecho bien su trabajo. Estamos incomunicados. Como esta Ingrid? - Ya ha vuelto en sí. Los médicos la han revisado, y excepto el brazo y la pierna rota no tiene nada más. - Me alegró. Y el resto, como están? - Bien. Mi tío se recuperara dentro de unos días. Solo tiene un brazo roto, por lo demás esta bien. El resto están bien. Gracias a Ingrid, que los avisó. - Tengo que hablar con tu tío, es importante. - Ahora mismo esta dormido, necesita descansar, cuando despierte se lo diré. Iba a irse, cuando se volvió. - Anja, como están el chico y la chica qué recogimos en el camino? - Él bien, solo tiene heridas leves y contusiones, pero ella ha entrado en coma, tenía una hemorragia interna y había perdido mucha sangre. No sé lo qué le va a pasar. Arthur asintió. La besó en la mejilla y volvió a la sala de reunión. Cuando entró, su padre y Sarg estaban ya allí. - Comandante, puede usted contar con mil quinientos de mis hombres- dijo Max-. Son buenos luchadores y odian al Consejo. - Son bien recibidos, señor Kier. Pero lo que más necesitamos son armas, no hay para todos. - Por eso no hay problema- dijo Sarg-, la última nave que vino de la Tierra nos dejó cerca de dos mil fusiles y pistolas. El general las trajo aquí, por si acaso sucedía algo. - Qué se sabe de nuestra flota?- dijo Arthur. - Nada, hijo- dijo Sarg-. Lo último que supimos, antes del ataque, fue que nuestras naves estaban combatiendo en el sector 56.8. - Y de las naves de refuerzo?- preguntó el comandante. - Nada. La ONU las mandó hace dos días, no llegarán hasta dentro de tres semanas. - Sarg, los Vulkan están preparados- dijo Arthur. - Si, noventa cazas, listos para entrar en combate. - Lo malo es que no tengo suficientes pilotos- dijo Arthur- si... Fue interrumpido por un zumbido. El terminal se iluminó y apareció en él la imagen del almirante Newman. - Soy el almirante Newman, comandante en jefe de las tropas liberadoras del Consejo. Les comunico que están totalmente rodeados, la colonia Altaír me pertenece. Les he rastreado y se perfectamente donde están. Arthur, furioso le contesto. - Lo que es usted es un asesino. Nos ha atacado salvajemente, asesinando a muchas personas civiles inocentes. Además ha destruido el hospital. - Esto es una guerra, capitán. Ustedes son unos rebeldes y como tales les estamos tratando, nadie desafía al Consejo y menos una colonia de tercera fila como esta. Ríndanse.
Iba a contestarle el comandante, cuando la puerta se abrió y entró el profesor. Se dirigió a donde estaban ellos y le contestó al almirante. - Sabe usted quién soy. Esta es nuestra contestación- y diciendo esto, cortó la comunicación-. Señores, no nos rendiremos. Ahora vamos a contactar con Lars. Todos se miraron unos a otros. El golpe había vuelto loco al profesor, pensaron. - Como?- preguntó Sarg-. Los satélites están destruidos. - Querido amigo Sarg, siempre tengo un as en la manga. Han destruido los satélites, muy bien, vamos a lanzar otro, uno muy especial. Es mi última investigación el DSC. - DSC?- preguntó extrañado el comandante-, qué es eso? - En el siglo XX, en la década de los ochenta, los científicos estadounidenses investigaron un sistema de defensa de la Tierra, basado en satélites puestos en orbita alrededor del planeta. Recuerdo que se sacaron hasta juegos de ordenador, aunque era un proyecto secreto. Fue desechado en la década de los dos mil. Ahora yo vuelvo a tomarlo. He diseñado un satélite, armado con cañones de plasma y micro mísiles, mi idea es ponerlo en órbita, y cuando este en el espacio, mandar desde aquí un mensaje a nuestra flota. Pero para hacer esto, antes tenemos que contactar con un satélite cercano. Cual es el más cercano? - Esta en Olympus- dijo el comandante-, es un satélite militar. - Bien, solo tengo que marcar las coordenadas en el terminal y emitir. - Donde esta ese satélite?- preguntó Arthur. - En mi casa. - Su casa esta destruida- volvió a decir él. - Si, pero no el laboratorio que hay oculto bajo la tierra. Esta diseñado para resistir un ataque con bombas atómicas. Necesito ir allí para lanzarlo. - Cuente conmigo - dijo el comandante. - Yo y unos pilotos nos encargaremos de dejarle el campo libre hasta que el satélite este en órbita- dijo Arthur. - Bien, preparémoslo todo. Tenemos poco tiempo. Una hora después, el profesor, el comandante Lión y un pelotón de quince soldados salían con dirección a su casa. Arthur y tres pilotos se preparaban para ser lanzados. Antes de ir a la zona de lanzamiento, fue a ver a Ingrid. - Como estas?- dijo él. - Bien, ayy, me duele la pierna, solo eso. - Y el brazo? - Un poco, solo un poco. Estoy lista para pilotar. - Tú estas loca!- dijo Anja, que estaba con ellos-. Tienes que tener reposo total. - Eso es verdad- dijo Arthur-. Haz caso al médico. - No me voy a perder la diversión!- dijo ella, molesta-. No quiero estar aquí, tendida como si fuera una inválida mientras vosotros... - Teniente Kristianssen!- dijo Arthur-, te ordenó que descanses. Así te recuperaras antes. Me voy, tengo que hacer una misión. Ya hablaremos cuando vuelva. Arthur se despidió de las dos y se dirigió a la zona de lanzamiento. Cuando iba a salir del hospital de campaña, vio al joven qué había recogido en el camino sentado llorando. Se acercó a él. - Hola, como estas? - Bien, señor- dijo el joven reponiéndose. - Como esta ella? - Jacq ha muerto. Maldito sean esos... Si pudiera...- el joven no pudo continuar. - Afronta la situación, estamos en guerra, vas a tener tiempo de vengarte, ya lo veras. - Si, señor. El profesor, el comandante y los soldados habían llegado a las cercanías de la casa. Esta estaba a veinte kilómetros del asentamiento, fueron a pie. Media hora después llegaron allí. El comandante desplegó a sus hombres. Mandó una patrulla para que investigara si había enemigos en las inmediaciones. Unos minutos después llegaron los soldados. - Señor, nada. La zona esta limpia. - Bien, sargento, abra la marcha. Se dividieron en tres grupos, uno en vanguardia, otro en el centro en el que iban el comandante y el profesor, y el tercero en la retaguardia. Unos minutos después llegaron a las ruinas. - Donde, profesor?- dijo el comandante. El profesor, cansado, señaló con la mano en dirección a donde se suponía que estaba la cocina.
Descubrieron una trampilla. - Sargento, cubra esta zona con doce hombres- dijo el comandante. - Si, señor. El profesor, el comandante y el resto de los hombres bajaron por la trampilla. Entraron en un túnel, iluminado por un generador que según le explicó el profesor al comandante, tenía instalado en su laboratorio. Continuaron bajando durante unos minutos, hasta llegar a una amplia sala llena de aparatos. El profesor se dirigió a un terminal y le indicó al comandante que se sentara en uno que había al lado. - Bien comandante, desde el qué esta usted podrá hablar con Arthur.- dijo el profesor. - Si, ya he visto terminales como estos- dijo el comandante-. Me pondré en contacto con ellos. Arthur, me escuchas. - Alto y claro. Indicadnos las coordenadas del lanzamiento. - Hijo- dijo el profesor-, ve al sector 1.46, desde allí lo controlaras todo, una vez llegues avísanos. - Comprendido, profesor. Trayectoria en curso. Las tres naves llegaron al sector en pocos segundos. - Comandante- dijo Arthur-, cazas en posición. - Bien, entendido- dijo el comandante-. Cuando quiera, profesor. El profesor apretó el botón de lanzamiento. Desde la fragata detectaron algo saliendo de la atmósfera del planetoide. El almirante fue informado de inmediato. - Señor- dijo un capitán. - Qué quiere, capitán? - Se ha detectado desde el planetoide el lanzamiento de un satélite hace dos minutos. También hemos detectado desde donde lo han lanzado. - Bien, capitán. Mande un caza para que lo destruya. Envi é también una patrulla al lugar de emisión. - Profesor, satélite en posición- dijo Arthur. - Podéis volver a la base- dijo el comandante. - Bien, nos vamos. Los cazas partieron a gran velocidad y entraron en la atmósfera del planetoide. El profesor activó el satélite. Unos segundos después este conectó con él de Olympus. - Conexión realizada- dijo el profesor al comandante-. Mande el mensaje. - Mensaje mandado. - Vamonos de aquí- dijo el profesor-. Dentro de poco esto estará lleno de marines. Será mejor que lo destruyamos todo. El comandante dio las órdenes, los soldados minaron la zona y después salieron. Antes de irse, el comandante conectó la última granada. - Esta es la que lo activa todo. Cuando intenten abrir la trampilla, todo estallará- dijo el comandante. - Mi comandante- dijo el sargento-, ya casi están aquí. - Vamos a aquella arboleda- dijo el comandante. El grupo corrió hasta los árboles. Se tendieron en el suelo. Desde la posición vieron como llegó un grupo de asalto. Estaba formado por unos diez hombres. Pronto descubrieron la trampilla como el sitio desde donde venían las señales. Vieron como uno de los marines abrió la trampilla y como tres de los marines qué estaban junto a él estallaban en pedazos. Sintieron un ligero temblor, lo cual indicaba que el laboratorio había sido destruido. - Volvamos al asentamiento- dijo el comandante. Al marcharse escuchaban en la lejanía los gritos de dolor de los marines. Un ARES había detectado ya al satélite. Armó sus misiles y los disparó contra él. Los misiles iban hacia él, cuando ambos fueron detectados y destruidos. El piloto, sorprendido, reaccionó justo cuando unos disparos iban a destruirlo. - Base, aquí ARES 1, me están atacando. - Aquí base, no detectamos ningún caza en la zona. - No es ningún caza, es el satélite. Vuelvo a la posición original, voy a atacar con los cañones. La nave volvió al punto de origen. Después enfiló de nuevo hacia el satélite. Este volvió a disparar. El piloto lo tenía como blanco, disparó y el satélite fue destruido.
Marc estaba dormido en su cámara. De pronto un ruido lo despertó. Era Thomas. - Qué pasa?- dijo medio dormido. - El general quiere vernos. - Te ha dicho para qué?- respondió Marc, desperezándose. - No, solo me ha dicho eso. - Bien, dentro de unos minutos me reúno contigo. Marc y Thomas llegaron a la cámara del general. Llamaron a la puerta. - Pasad- dijo el general-, esta abierta. Los dos entraron en la cámara y se sentaron donde pudieron. - Qué pasa?- preguntó Thomas. - Os he llamado para que veáis esto. Es un mensaje del profesor. El general accionó el terminal, una imagen del profesor apareció en él. - "Hola, Lars. Soy yo Michael. Ha sucedido algo terrible. Aprovechándose de que vosotros no estabais aquí, una flota del Consejo a atacado Altaír, la ciudad ha sido totalmente destruida. Estamos bien. A mí ya me ves, tengo un brazo roto. Dile a Marc que no se preocupe por Ingrid, aunque tiene un brazo y una pierna rota, tu mujer y tus niños están a salvo. Os mando algunas imágenes de la colonia para que las mandéis a la ONU, junto con este mensaje. No te intentes poner en contacto con nosotros, ya que los satélites han sido destruidos, nos vemos en el asentamiento." Los tres se miraron. Marc fue el primero en hablar. - Ha mandado ya el mensaje? - Si, y también tengo la contestación. Van a actuar. Me han pedido que mande una flotilla. - Yo la mandaré, si no le importa, Lars- dijo Marc. - No, Marc, no vas a ir. - Pero... - Tiene razón, Marc- dijo Thomas. - Te necesito aquí, mandando el grueso de las tropas, junto con Thomas. Vosotros sabéis más de esto- dijo el general-. Además tengo órdenes directas de la ONU de que me encargue yo del problema. Me llevare una fragata, un destructor, una nave de combate y un porta aeronaves con doscientos Vulkan. - Si, señor- dijo Marc, molesto. - No te preocupes por Ingrid- dijo Thomas-, estará bien. Es mejor así, por lo menos no podrá pilotar. - Bien, me voy dentro de dos horas. Quiero que lo tengan todo preparado. A partir de ahora, Marc eres el comandante en jefe de la flota. - Si, señor. Dos días después, en Altaír, las tropas dirigidas por Newman controlaban una buena parte del planetoide. Cerca de lo que había sido antes el puerto, montaron su cuartel general. - Coronel informe - dijo Newman. - Dominamos el sesenta por ciento de la colonia, tenemos muy pocas bajas, solo unos veinte marines. Ya he determinado la zona donde esta su base. - Bien, coronel. Preparé las tropas para un ataque inmediato. - Si señor. - Qué hay del incidente del otro día? - Si, el satélite fue destruido, pero tenemos sospechas de que emitieron un mensaje desde él. Se encontró la fuente del mensaje, eran unas ruinas en la colina que hay al norte, pero todo fue destruido. Murieron dos soldados, hay un tercero muy grave, mutilado, y varios heridos. - En la colina norte? Era la casa del profesor Kristianssen, y seguro qué aquello era el laboratorio. Bien, coronel, puede retirarse. El coronel le saludó. El almirante se quedo pensativo. Mientras, las tropas de la ONU en Altaír, preparaban las defensas, cavaban trincheras, preparándose para la batalla que se avecinaba. En el asentamiento, el comandante y Arthur preparaban los planes de batalla. - La cobertura aérea esta asegurada- dijo Arthur-, con mis pilotos podemos causarles mucho daño. - Tengo cerca de tres mil soldados listos para la lucha. Las trincheras y barricadas van desde el este hasta el norte, más de veinte kilómetros. Tengo instaladas baterías de partículas cada cien metros, además contamos con cincuenta carros de combate. - Bien, creó que podremos resistir durante por lo menos unos días- dijo Arthur-, para entonces creó que ya habrán llegado refuerzos. Pongámonos en acción.
Arthur, al mando de unos cuarenta cazas, partió hacia la nueva base de los soldados del Consejo. - Chicos, vamos a bombardearlos, utilizad los misiles. - Entendido señor. Las naves iban en grupos de cinco, y en breves segundos llegaron a la base del enemigo. - Ahí los tenemos, vamos a por ellos. Jean pilotaba uno de los cazas. En sus objetivos tenia a varios edificios y tiendas. - Ahora me las vais a pagar todas juntas, cerdos. Por Jacq. El chico pulsó todos los botones de sus mandos, y disparó los aceleradores y los misiles qué dieron en sus blancos. Junto a él, todos los cazas descargaron una andanada de fuego sobre el campamento enemigo, al cual sorprendieron. Newman, oyó el ruido de los propulsores, y salió fuera de su tienda de campaña. Al ver a los Vulkan, comprendió lo que pasaba, los estaban atacando. Varias decenas de marines volaron por los aires. El fuego de los misiles y los aceleradores convirtió el campamento en un infierno. A cada pasada de los cazas, más caos generaban. Newman pulsó su comunicador y llamó al porta aeronaves. - Comandante, aquí el almirante Newman. Necesito que mande de inmediato una escuadra de cazas. Es una orden. - Si señor, dentro de dos minutos llegaran- y diciendo esto pulsó la señal de alerta roja. Enseguida las cubiertas de la nave tuvieron una frenética actividad. Pilotos, mecánicos, todo corrían hacia las naves. En pocos segundos partían las primeras naves. Las naves salieron del porta aeronaves, con destino al planetoide. Entraron en la atmósfera de Altaír, y unos segundos después tuvieron a la vista la base de los marines del Consejo. Unos segundos después, los cazas llegaron al campamento, aún bajo ataque de los pilotos de Arthur. - El plan funciona- dijo Arthur-, vamonos de aquí, hacia el sector 2.78. - Entendido líder, vamos detrás de ti dijo uno de los pilotos. Los Vulkan se retiraron hasta el sector indicado. Los ARES los persiguieron. - Señor- dijo uno de los pilotos al mando de los ARES-, hemos descubierto donde están parapetados. Han hecho una barrera al norte de la ciudad, hay cañones de plasma y muchos soldados. - Bien teniente, enseguida mandaré tropas terrestres para que les ayuden- dijo el almirante-. Comandante, preparé a los marines. Quiero que lleven carros de combate y artillería. - Si señor, hemos tenido bastantes bajas, treinta muertos y cincuenta heridos. Los aceleradores de partículas dispararon contra los cazas enemigos. Cinco de ellos estallaron. Los sorprendidos pilotos, qué creían que eran cañones de plasma, se retiraron. Arthur y sus pilotos anclaron sus naves en el muelle. Mientras esperaban a que repostaran. Los carros de combate, seguidos por marines a pie, avanzaban hacia las defensas. Las baterías de aceleradores abrieron fuego. El fuego de estos fue contestado por unos cañones de plasma situados en una colina cercana. El combate fue feroz. Los carros avanzaban disparando contra las defensas. Las baterías de plasma impactaban en las trincheras. El comandante Lión llamó a Arthur. - Arthur, necesitamos ayuda. - Dentro de dos minutos las naves estarán listas- le contestó-. Nos están recargando la munición. - Bien, daros prisa. Los cazas ARES entraron en acción. Sobrevolaban las trincheras, a las que bombardeaban con sus misiles, mientras los aceleradores disparaban contra ellos y los carros de combate. Varias decenas de estos fueron destruidos. Los aceleradores resistían bien los impactos del fuego enemigo, protegidos por un campo de fuerza generado por ellos mismos. En las trincheras las cosas eran distintas, ya qué el fuego enemigo había causado muchas bajas, en algunos lugares los soldados que estaban vivos estaban prácticamente bañados en la sangre de sus compañeros caídos. Ellos disparaban contra los carros y contra los marines que se parapetaban detrás de los carros. Estos disparaban con los ineficaces fusiles MK-9, que apenas causaban daño a las nuevas armaduras de combate que llevaban los soldados. En cambio las tropas de la ONU, cuando disparaban sus nuevos fusiles contra los marines los masacraban. Arthur y sus pilotos partieron de nuevo. El comandante les dijo donde el fuego era más intenso, y prácticamente en segundos aparecieron en los sectores. Los ARES fueron obligados a retirarse, mientras un
teniente a cargo de otra ala bombardeaba a las baterías de plasma. En el campo de batalla solo quedaron los carros de combate y los marines, que empezaban a cavar trincheras y a levantar barricadas enfrente de las de los soldados de la ONU. Ingrid estaba acostada en una cama. Se aburría muchísimo , ya que su padre estaba trabajando en el laboratorio y su prima en el improvisado hospital que se había montado en el asentamiento. Su madre entró por la puerta. - Mamá- dijo ella. Su madre sonrió y se acercó a ella. - Creí que estabas dormida. Por eso no he venido antes. - Estoy aburrida, no sé lo qué hacer. No puedo pilotar, no puedo combatir. Me pasó todo el día aquí tendida, sin hacer nada, parezco una inválida. - Ahora eres una inválida, hija mía. Cuando vuelva Arthur pregúntale a él, tal vez en el centro de mando puedas hacer algo. - No, no esperaré a que vuelva- dijo intentándose levantar de la cama-, ayúdame. La mujer ayudó a su hija a levantarse. Apoyada en ella salió de la habitación y ambas mujeres se dirigieron al centro de mando. Al pasar por delante del laboratorio, su padre las vio a las dos. - Ingrid, donde demonios vas!- dijo su padre. - Estoy aburrida!- le contestó ella suplicante- Voy al centro de mando. Su padre sonrió y se acercó a las dos mujeres. Cogió a Ingrid en brazos y la llevó hasta el centro de mando. Sarg y Max estaban allí, observando los derroteros que tomaba la batalla. En ese momento entró el profesor llevando en brazos a su hija. Saludó a los dos hombres y dejó a ella en un asiento cercano a Sarg. El profesor salió de allí. - Como vamos?- dijo ella. - Regular- dijo Sarg-, sus baterías nos estaban machacando, pero Arthur y sus pilotos los están destruyendo. Sus cazas se están retirando también, pero los carros de combate nos mantienen a raya. Tenemos muchísimas bajas. - Puedo hablar con el comandante?- preguntó ella. Sarg asintió. Le pasó a ella un comunicador. - Sabes usarlo?- le preguntó él. - Si- asintió ella-. Comandante Lión, aquí la teniente Kristianssen. - Me alegra oírla, teniente- dijo el comandante-, los malditos carros de combate nos están masacrando. - Comandante, la única forma de acabar con los carros es atacar los con los aceleradores. De la orden de que disparen al sector 45.78. Aproveché eso para evacuar a los hombres de esa posición y llevarlos hasta 43.05. - Entendido teniente, daré la orden de inmediato, pero necesitamos cobertura. - No se preocupe- le contestó ella-. Arthur, estas ahí. - Ingrid!, te dije que te quedaras...- no pudo continuar. - No seas estupido y escúchame. El comandante Lión va a retirar sus tropas y necesita cobertura. Bombardea el sector 45.78, y mantén alejados los cazas de la zona. - Bien, Ingrid. Daré las órdenes- le contestó él-. Ya cuando lleguemos a la base hablaremos. - Tenemos más tropas, Sarg?- dijo ella. - Si, una unidad de soldados y los carros de combate, en estos sectores- dijo él señalando con la mano a una porción del mapa. - Bien. Quiero que los carros de combate se sitúen aquí- dijo ella señalando a unos kilómetros de la posición de los aceleradores- y qué se preparen para rechazar a las tropas enemigas. Los aceleradores se pueden controlar por remoto, no? Sarg asintió. - Vale, quiero qué todos los hombres que están en los aceleradores se retiren y qué los dejen en automático. También quiero que la unidad de soldados este preparada en las murallas del asentamiento. - Si, voy a ponerme en contacto con ellos- dijo Sarg, llamando a cada uno de los aceleradores-. Listo. - Crucemos los dedos para que salgan bien las cosas. El comandante dio la orden de retirada. Los soldados empezaron a retroceder disparando. Desde el aire, Arthur y sus pilotos disparaban, unos contra los carros y otros contra las baterías. Ingrid lo observaba todo desde el centro de mando. No podía estar en la batalla, pero desde allí
la controlaba. Su comunicador zumbó. - Si?- dijo ella. - Aquí el teniente Dire, al mando de la unidad acorazada. Estamos en posición. - Bien teniente, en el sector 47.98 hay unos cañones de plasma. Bombardéelos desde su posición. - Si, teniente. Fuego! Desde su nave, el teniente Hanson vio como los cañones de plasma recibían los impactos de los disparos de los carros de combate. Recibió la llamada de Ingrid. - Teniente, dirigete al sector 43.50, quiero que protejas a las tropas que se retiran. - Ala Vulkan venid conmigo- dijo el teniente. Las naves se movieron al sector, desde donde vigilaban el movimiento de las tropas. - Las tropas están preparadas- dijo Sarg. - Quiero que los chicos fortifiquen, hagan barricadas y trincheras alrededor del asentamientodijo ella-, cuando vengan los soldados del comandante tiene que estar preparado, para defendernos desde allí. - Creó que se podrá realizar en ese tiempo - le contestó Sarg. El comandante llevaba a sus tropas hasta el sector que le había indicado Ingrid. En un descanso hizo un rápido recuento de sus soldados. - Señor, hay dos mil soldados- dijo un teniente-, trescientos de ellos heridos. - Setecientos soldados muertos. Bien teniente- dijo el comandante. En marcha. Media hora después llegaron al sector que le había indicado Ingrid. - Teniente, estamos en posición- dijo el comandante. - Bien, informe de bajas. - Trescientos heridos y setecientos muertos, nos han castigado mucho. - Comandante, dirijase usted al asentamiento. Todo esta preparado para recibirlo. - Entendido teniente. Ingrid cortó la comunicación. En ese momento entró Arthur en el centro de mando. - Hola Arthur- le dijo ella. - Se puede saber que demonios haces aquí?- preguntó él. - Ya lo ves, dirigir la batalla. - Te dije qué descansaras. - No puedo estar tendida todo el día en una cama, me aburró. Aquí hago algo importante, entiendelo. Arthur se acercó donde estaba ella y le cogió la mano. - Mira si te pasará algo, Marc nos mataría a todos. - Ya lo sé, pero desde aquí he salvado la vida a dos mil soldados. - Eso es verdad- dijo Max-, ella ha sacado a los chicos de allí. La verdad es que es bastante buena en esto. El comunicador de Ingrid zumbó. - Si. - Soy el comandante Lión, estamos en la posición. Pasaron dos días, dos días de ataques continuos. Gracias a las tácticas de Ingrid, el enemigo no avanzó e incluso cedió gran parte del terreno. La moral estaba por las nubes. La flotilla del general estaba ya muy cerca de Altaír. Unas horas más de viaje y llegarían al planetoide. Estaba revisando unos informes, cuando en su terminal salió la imagen de uno de sus oficiales. - Si, capitán. - Señor, estamos cerca de Altaír. Hemos detectado la presencia de algunas naves del Consejo. - Han detectado nuestra presencia? - No, señor. A parte de qué estamos utilizando la protección antirradar, no estamos lo suficiente cerca como para que nos detecten. - Bien, capitán. Preparé una lanzadera, voy a ir a Altaír. Cuando estemos en órbita avíseme. - Si, señor. La imagen de la pequeña ventana desapareció. Volvió a los informes, los cuales acabó de revisar media hora después. Una hora después, el general se reunió con uno de sus oficiales, en la cubierta C. - Bien comandante, usted está al mando. No muestre nuestra presencia al enemigo, evítelo- dijo
Hanssen. - Si, señor, sé lo qué tengo que hacer. - Tenga preparados los cazas para cualquier eventualidad- dijo Hanssen-. Intentaré ponerme en contacto con usted dentro de dos horas. Y recuerde, los satélites del planetoide han sido destruidos. - Si, señor. Todo estará listo para cuando necesite. Las tropas terrestres también estarán preparadas para desembarcar en el planeta. - Bien, nos veremos dentro de unas horas. Vamos a sorprender a esos malditos. Hanssen se despidió del joven. Los soldados de escolta subieron a la nave, y él los siguió. Unos segundos después abandonaban la nave de combate. La pequeña lanzadera atravesó la zona controlada por las naves del Consejo sin ser detectada. En pocos minutos se adentró en la atmósfera del planetoide. Vio las ruinas de lo que antes había sido la ciudad, el hospital y también las ruinas de la mansión del profesor. Siguieron el rumbo previsto y en unos minutos aterrizaron en los muelles que había en el asentamiento. Los soldados bajaron de la nave, seguidos por Hanssen. Todos estaban allí, el profesor, Arthur, Sarg, la esposa del general y sus hijos, incluso hasta Ingrid apoyada en su prima Anja. Todos fueron al centro de mando donde les esperaba Max Kier, sentado en su silla. - Me puse en contacto con la ONU y nada más ver las imágenes de la colonia, me ordenaron que viniera con una flotilla para ayudarlos- dijo el general. - Y Marc, como esta?- dijo Ingrid, nerviosa. - Bien, un poco preocupado por ti, pero muy bien. Lo he dejado al mando de la misión, hasta que yo vuelva. Él y Thomas son unos valientes, están luchando como verdaderos jabatos contra las hordas alienígenas. Por ahora controlamos la zona, pero son unos enemigos muy peligrosos. Qué tal andan las cosas, capitán Kier? - Regular, señor. Resistimos los ataques de los marines como podemos. Nos han causado muchas bajas, pero ellos tampoco se han ido de rositas. Entre las tropas de tierra del comandante Lión y mis pilotos hemos diezmado bastante las del almirante Newman. También Ingrid ha contribuido a esto, organizando desde aquí los ataques. - No te preocupes- le contestó el general-, los refuerzos han llegado. He traído doscientos cazas, más de cinco mil soldados y más de doscientos carros de combate. Están preparándoos para actuar en cualquier momento. Dentro de una hora estarán en posición. - Creó que podríamos hacer un ataque de distracción mientras se acerca la flota- dijo el comandante. - Mis cazas podrían bombardear sus trincheras- dijo Arthur-, obligando a algunos cazas a salir de el porta aeronaves. - Se podría hacer- contestó el general-, pero de forma sincronizada. Me pondré en contacto con el comandante. Donde podría aterrizar la nave de combate? Ingrid se acercó al terminal e introdujo los datos en él. - Aquí tío. En esta zona, es lo suficientemente grande para poder aterrizar la nave. Además esta cubierta por estos árboles y las colinas al norte. Tardarán bastante en localizaros. - No nos localizaran, todas las nuevas naves construidas por la ONU llevan un sistema antirradar que los hace indetectables ante los del Consejo- dijo el general-. Además los canales de comunicación están codificados y protegidos, lo que los hace prácticamente indetectables a su sistema de comunicación. Voy a dar las órdenes pertinentes al comandante. El general se levantó de su asiento y fue a la lanzadera. Desde allí le explicó al comandante su plan, el cual fue puesto en marcha de inmediato. Una hora después todo estaba preparado. Arthur con sus pilotos, el comandante Lión con sus tropas terrestres y el general coordinándolo todo desde la base con la ayuda de su sobrina. La flota ya estaba en posición, preparada para el ataque. El comandante había dado las ordenes pertinentes a sus oficiales, los pilotos ya cuales eran sus objetivos, y la nave de combate estaba ya colocada en la zona de Altaír que no controlaban las tropas del Consejo. A la hora indicada, el ataque de las tropas de Altaír se llevó a cabo. Arthur y sus pilotos fueron los primeros en atacar. Con sus naves bombardearon las trincheras enemigas. Detrás avanzaban las tropas del comandante Lión. - Nos están atacando, señor- le dijo uno de sus oficiales a Newman-. Es un ataque desesperado, ya que nos atacan con todos sus efectivos. - Bien, coronel, de orden a nuestras tropas terrestres de repeler el ataque. Ah!, avisé al porta aeronaves de que mandé dos escuadras de cazas. Vamos a acabar con esos malditos Vulkan de una vez por todas.
- Si, señor. El coronel dio las órdenes. Las tropas del Consejo se aprestaron para machacar a las ya diezmadas fuerzas de Altaír. Los marines, apoyados por las baterías de plasma y los carros de combate, descargaban fuego contra los soldados del comandante Lión. Estos aguantaban el tirón como podían, avanzaban con gran rapidez apoyados desde el aire por los cazas Vulkan. Unos minutos después llegaron las dos escuadras de ARES, unos ciento cincuenta cazas. La batalla se hizo más cruenta. Los cazas se perseguían unos a otros en el cielo del planetoide; en el suelo yacían los cuerpos de muchos soldados de ambos bandos muertos o heridos por las andanadas de los cazas, de las baterías y de los carros de combate. Desde la sala de control, todo esto era observado por el general y su sobrina. Ingrid daba las órdenes a las distintas unidades. - Arthur, mantén el fuego sobre la posición norte- decía ella-. Comandante Lión, avance con los carros hacia el este, abra más la brecha de ese flanco, por ahí podrán entrar los soldados. El general la observaba. Ya no era la jovencita débil y despreocupada que había conocido durante toda su vida, ahora era una mujer luchadora, y si no fuera por el brazo y la pierna rota, seguro que estaría dirigiendo a una de las alas de Arthur, vomitando fuego contra las posiciones enemigas. - Bien, Ingrid. Qué se mantengan así- dijo él-. Comandante, ahora. - Si señor- dijo el comandante desde la fragata insignia de la flota. En tierra, Lión veía como morían muchos de sus soldados. Las armas de plasma de los marines les causaban daño. Aunque ellos no se quedaban atrás. Con cada ataque de ellos, el daño que les habían inflingido a los marines se multiplicaba por tres. Pronto los marines se retiraban de una de las posiciones que ellos tomaban y desde allí los dañaban más aún. Las nuevas armas de sus soldados hacían bien su trabajo. - Teniente, avance- dijo él. - Si, señor. El teniente avanzaba con un grupo reducido de soldados, la mayoría de ellos tiradores. Se apostaban en las trincheras enemigas y desde allí disparaban contra sus enemigos. Arthur sobrevolaba las posiciones. Ahora estaban atareados persiguiendo a los cazas enemigos. Ya habían destruido una buena cantidad de ellos. De pronto un notó que un grupo de ARES le perseguía a él. Serian unos diez, y le estaban disparando todo su arsenal. Había recibido varios impactos, y aunque sus escudos reflectores estaban al mínimo, el c ampo de fuerza aguantaba bien el ataque. Zumbó su comunicador. - Arthur, ten cuidado, no tienes escudos- dijo Ingrid. - Ya lo sé, pero los tengo en la cola, no logró apartarme de ellos. Arthur vio que el punto de mira de sus micros misiles estaba sobre uno de los enemigos. Apretó el botón de lanzamiento. El misil salió por la parte delantera del caza, para después bruscamente cambiar de dirección y dirigirse hacia su objetivo. Unos segundos después, el caza enemigo reventaba con violencia. Los compañeros del piloto destruido arreciaron su ataque contra él, uno de sus misiles impactó cerca del propulsor. El display de datos de Arthur desapareció durante un segundo, para volver aparecer después. Miró el icono de daños, una larga lista apareció, la mayoría leves, aunque lo que más le preocupaba era que habían dañado seriamente el propulsor. - John, necesito rápidamente un par de cazas- dijo él. - Qué te pasa, capitán?- dijo el piloto. - Tengo dañado el propulsor, no sé como lo han logrado, date prisa. - Vale, Vulkan 3 y 7 venid conmigo, el capitán necesita ayuda. - Vamos contigo- dijeron ambos pilotos al unísono. Ingrid, desde el centro de mando oyó la conversación, además en su terminal aparecieron los daños en la nave de él. Afortunadamente Anja no estaba allí, rápidamente se puso en contacto con él. - Arthur, regresa a la base de inmediato. Estoy viendo los daños que tienes en el caza y son muy serios. Podría haber un fallo general en el caza. - Entendido, intentaré esquivar a algunos. Arthur guió su caza hasta la zona montañosa del planetoide. Solo tres de los cazas le habían seguido, el resto luchaba contra el teniente y los pilotos o habían sido ya derribados por ellos. Con maestría, se metió por los recodos más intrincados, uno de los cazas perseguidores se estrelló contra uno de ellos. Dos cazas continuaban a su cola, de pronto se encontró en un callejón sin salida, una inmensa pared obstaculizaba su paso, no se atrevía a utilizar el propulsor al máximo. Paró y giró su nave; observó como los dos cazas venían hacia él disparando con sus cañones. Tenia a los dos cazas en objetivo. Dejó que se acercarán un poco
más, y disparó sus aceleradores. Ingrid vio la escena, como se acercaban los cazas disparando. En ese momento entró en la sala Anja, quien rápidamente supo que esa era la nave de su prometido. - Qué pasa?- dijo ella. - Arthur ha sido acorralado por dos cazas- dijo su prima-, se acercan a él a gran velocidad, disparando. - No hay problema, la nave resistirá el ataque- dijo ella confiada. - Yo no estaría tan segura, prima- dijo Ingrid en tono negativo -, su caza esta muy dañado y no se si resistirá. Anja cerró sus ojos, no quería verlo. Después, cuando oyó la voz de Arthur, los abrió y unas lágrimas cayeron de ellos. - Vuelvo a la base. Creó que no podré anclar la nave, así que prepáralo todo para un aterrizaje forzoso. Arthur puso rumbo hacia el asentamiento, en pocos minutos llegó allí. - Arthur dirígete al sector 25.56, lo reconocerás de inmediato, es una gran explanada que hay delante de el asentamiento- dijo Ingrid. - Ya la veo, crees que la nave resistirá? - No lo sé, el campo de fuerza debería, pero no te lo puedo asegurar. Estate tranquilo, ya están preparados un vehículo antiincendio y Anja está allí con el material médico. Buena suerte. - Gracias, la voy a necesitar. Arthur bajó el morro de la nave y disminuyó la velocidad de está. Desde la cabina, la jaula, vio la explanada, la altitud de la nave disminuía a cada segundo. De pronto estaba ya casi en el suelo. El impacto e n la explanada fue terrible. Nada más tocar tierra, la unidad antiincendios y la ambulancia fueron hacia la nave. Rápidamente bajaron de los vehículos y socorrieron a Arthur. En la parte trasera del caza, cerca del propulsor, se produjo un pequeño incendio que fue de inmediato sofocado. Anja y dos enfermeros sacaron a Arthur por la parte de arriba inconsciente por el terrible golpe. - Hay que llevarlo al hospital- dijo ella-, puede tener alguna lesión interna. El enfermero asintió. Rápidamente lo bajaron de la nave y lo evacuaron en la ambulancia. La nave de combate aterrizó en la retaguardia del enemigo. El desembarco se hizo rápidamente, soldados, carros de combates y baterías de partículas fueron desembarcados en poco tiempo e instalados para iniciar el ataque. La flota veía ya a las naves del Consejo. El comandante de la flota dio la orden de ataque. La fragata y el destructor abrieron fuego contra el enemigo, los Vulkan salieron con a toda velocidad del porta aeronaves, la batalla había comenzado. Newman estaba en su campamento, cuando un oficial entró en su tienda. - Si, capitán. - Señor, hemos detectado una nave de combate en el sector 78.56, justo detrás de nuestras líneas. He enviado una patrulla y han visto a una gran concentración de tropas de la ONU, con carros de combate y baterías. - Bien, que las tropas de reserva aterricen en el planetoide. - Si señor. El capitán se acercó al terminal y conectó con su flota. - Teniente, desembarque. - Si señor. Desconectó el terminal. En el momento que iba a irse, este volvió a iluminarse, la imagen de un asustado comandante salió en ella. - Póngame de inmediato con el almirante- dijo el hombre nerviosamente. - Señor- dijo el capitán-, el comandante Heads quiere hablar con usted. Newman se acercó al terminal. Al ver el rostro del soldado se preocupó. - Qué pasa, comandante? - Señor estamos siendo atacados por una flota de la ONU, nos están atacando con toda su potencia, y creó que no podremos resistir mucho tiempo. - Debe de resistir!- gritó Newman, apagando el terminal. En el espacio, las naves de la flota machacaban literalmente a las tropas del Consejo. Los cazas estaban siendo destruidos uno a uno, y uno de los destructores estaba a punto de estallar, mientras que el otro
ardía por los cuatro costados. La fragata se había retirado a una posición más de retaguardia, mientras que el porta aeronaves recibía ahora un duro ataque de los cazas Vulkan. El comandante no sabia que hacer. Todos los cazas estaban fuera, combatiendo, y les habían destruido parte del sistema defensivo. Los daños de la nave eran múltiples. - Daños, capitán. - Señor, las baterías del flanco derecho han sido destruidas, las cubiertas A, B, C, D y F han sido completamente destruidas por el fuego enemigo. Tenemos daños importantes en el reactor...- el capitán fue interrumpido por una explosión que sacudió el puente-, perdemos gran cantidad de oxigeno. De pronto, el puente de la aeronave estalló. Una andanada lanzada desde el destructor impactó en él. La mayoría de los que estaban allí estaban muertos, otros mal heridos. El comandante, herido, se acercó arrastrándose a un terminal. La situación era desesperada, los daños eran múltiples. La parte trasera de la aeronave reventó. Toda esa parte estalló, y unos segundos después se produjo una reacción en cadena que hizo estallar la nave en millones de pedazos. Los cazas ARES supervivientes, al ver que el porta aeronaves estalló, se reagruparon al lado de la fragata. Los Vulkan habían destrozado más de cinto cincuenta cazas, y preparaban su ataque a la fragata. En ese momento el segundo destructor estallaba al recibir la andanada del acorazado. Hanssen reagrupó a las naves. - Señor, estamos en posición- dijo el comandante del acorazado. - Bien, ataquen a esa fragata- dijo Hanssen. El comandante dio la orden. El acorazado, el destructor y la fragata abrieron fuego, impactando unos en la fragata enemiga, otros en los cazas que la protegían. Los Vulkan se lanzaron al ataque, disparando aceleradores y misiles contra los cazas enemigos. El comandante de la fragata llamó de nuevo al almirante. - Señor, han destruido el resto de las naves, solo la fragata y un centenar de cazas estamos aquí resistiendo. - Abra fuego contra ellos, estúpido. Atáqueles con los cazas. Le voy a mandar la nave de combate, para que los cojamos entre dos fuegos. - Si señor. El terminal se apagó. El almirante le dio la orden a la nave de combate. Cuando se dirigía hacia el sector, fue interceptada por la nave de combate de la ONU. Un combate titánico se produjo entre las dos naves. Las baterías de ambas naves abrieron fuego. Las dos recibieron impactos, pero la nave del Consejo se llevó la peor parte, ya que los aceleradores causaban más daño que los cañones de plasma. En pocos segundos empezó a incendiarse. Unos minutos después se estrellaba contra las montañas de la colonia. El comandante de la fragata estaba aterrado. Los cazas habían sido casi todos destruidos, había recibido la llamada de auxilio desde la nave de combate y la fragata tenia daños importantes. Llevado por el miedo, dio una orden. - Teniente- dijo el hombre. - Si, señor. - Preparé las coordenadas de transporte, nos vamos de aquí. - Señor, las ordenes del almirante son... - Obedezca, nos están masacrando. - Si, señor. Los cazas Vulkan pusieron rumbo hacia la fragata. Cuando quisieron darse cuenta esta había desaparecido, se había transportado. En el centro de mando, en el asentamiento, un grito de júbilo partió de sus voces cuando les comunicaron que la fragata se había retirado. Ingrid los mando a callar cuando recibió una llamada del comandante Lión. - Cállense!, no me enteró!- gritó ella-. Repita, comandante. - Los marines nos están machacando, han recibido refuerzos y nos están atacando con todas sus fuerzas. - Retírese, comandante- le contestó ella-, le mando cobertura aérea. - Gracias, teniente. - Ala Vulkan, cubran la retirada del comandante Lión- dijo ella. - Entendido, pasamos a posición, teniente.
Ingrid lanzó un suspiro de respiró. Ahora era el general a quien sus tropas de tierra lo llamaban. - Todo listo, general. - Bien coronel, ataquen. Y recuerde, quiero a Newman vivo. - No me lo tiene que repetir, señor. El coronel dio la orden a sus tropas. Abrieron fuego contra el campamento enemigo, a la vez que las tropas avanzaban hacia él. Las tropas del Consejo se enfrentaron a las de la ONU. Pero la imparable fuerza de los soldados de la ONU, no pudo ser resistida por los marines, que fueron materialmente destrozados. Al enterarse de ello, Newman retiró sus tropas del frente y las mando de vuelta al campamento para resistir el ataque de los soldados. Pero la fuerza de estos, apoyados por carros de combate, de baterías y de algunos cazas, fue arrolladora. En pocas horas, el almirante estaba rodeado en el campamento. Newman no podía dar crédito a lo que veía. Había sido derrotado por segunda vez en Altaír. Estaba en su tienda, cuando se iluminó su terminal. Se acercó a él y vio el rostro familiar del general Hanssen. - Hanssen, maldito traidor- dijo Newman. - General Hanssen, Newman. Ríndase, esta rodeado por mis tropas. - Nunca, no me rendiré a un maldito inepto como usted. Resistiré hasta el último hombre. - Si, igual qué con esa chica a la cual disparó la otra vez. Si sus marines supieran a quien tienen por oficial superior ya lo hubieran abandonado. Hágales un favor, ríndase. No malgaste inútilmente las vidas de más chicos y chicas jóvenes. El terminal se apagó. Newman salió de su tienda y le dio al coronel sus últimas órdenes. - Coronel. Preparé a los marines. Vamos a atacar a esos cobardes. - Pero señor, estamos rodeados, seria mejor rendirnos. Newman sacó su pistola de plasma y disparó a quemarropa contra el coronel, que cayó agonizante al suelo. Después se acercó a un capitán. - Mande a los marines a atacar!- dijo, fuera de sí. - Si, señor- dijo el chico-. Marines!, al ataque! Los marines se reunieron alrededor del almirante. Vieron como este disparó contra el coronel por contravenir sus órdenes. Todos sabían que Newman era un hombre despiadado, que no tenía piedad de nadie, ni de los enemigos ni de sus propios soldados. Por eso, una teniente, con un grupo de cincuenta marines alzó sus voces contra él. - No, no vamos a atacar- dijo la chica-. No somos carne de cañón. No tenemos ninguna posibilidad ante ellos. - Acaté las órdenes, teniente- dijo el capitán, enfurecido. - No, señor. Yo y mis marines no. Newman dio un paso al frente. - Capitán, ordene a sus marines que abran fuego contra esos traidores- dijo sin inmutarse. - Pero, señor..., eso no puedo hacerlo. - Obedezca mis órdenes, capitán- dijo amenazadoramente Newman, a la vez que sacaba su pistola. - Si capitán, obedézcale y quedará a su mismo nivel- dijo la teniente. El capitán no sabia lo que hacer. Si obedecía las ordenes de Newman, sus marines se podían poner en su contra, además acataría las ordenes bajó la amenaza del almirante. Si no las obedecía, el almirante era muy capaz de matarlo allí mismo, delante de los soldados. Titubeó, pero tomó una decisión. - No, señor- dijo el capitán-. No puedo obedecer esa orden, una cosa son las ordenes y otra muy distinta lo que usted quiere. - Bien almirante, qué va hacer ahora?- dijo la teniente, desafiándolo-. Tal vez decida matarnos usted mismo a todos, aunque eso no seria tan malo, es preferible estar muerta a servir bajo las órdenes de un oficial egoísta y corrupto. Pero sepa una cosa, podrá matar a tres, tal vez a cuatro, pero el resto acabaría con usted, señor- terminó de decir ella, irónicamente. Newman lo sabía. Hasta entonces había jugado con el miedo de una persona, como mucho con tres, pero ahora no era una, sino un grupo bastante numeroso. Él sabía que tenía no posibilidades. - Sois un atajo de cobardes traidores- dijo Newman, enfurecido-. No tenéis lo que tiene que tener un soldado, cobardes. - Señor, los chicos tienen razón- dijo el capitán-. Sabemos lo que sucedió aquí, hace unos meses, lo que usted le hizo a una marine. Al principio no lo creímos, parecía que era propaganda de la ONU, pero ahora lo creemos. Usted no está capacitado para dirigirnos, es solo un maldito cobarde. No tenemos ninguna posibilidad ante las tropas de la ONU, lo mejor que podemos hacer es ir y rendirnos. Si usted quiere luchar, hágalo solo. Un murmullo de aprobación se escuchó. Los marines tiraron sus armas al suelo y se disolvieron
poco a poco de alrededor de Newman, y fueron en dirección a donde estaban las tropas enemigas. Unos minutos después Newman estaba solo en el semidestruido campamento. Miró a su alrededor y entró en su tienda. Las tropas del general iban a asaltar el campamento enemigo, cuando fueron sorprendidas. Desde su ventajoso puesto vieron como los hombres restantes, unos quinientos, se acercaban a su posición, totalmente desarmados y con los brazos sobre sus nucas. El coronel se adelantó a sus hombres y se acercó al oficial de mayor graduación. - Señor- dijo el capitán-, nos rendimos a ustedes. No queremos seguir luchando. - Acepto la rendición- dijo el coronel-, sus heridos serán atendidos por nuestros médicos y sus hombres conducidos a la ciudad. Respetaremos todos los tratados vigentes. El oficial le saludó respetuosamente. Hizo ademán de irse, pero fue detenido por la mano del coronel. - Antes de irse, quiero hacerle una pregunta. - Si, pregunté usted. - Donde esta el almirante Newman? - En el campamento. Se ha quedó allí, solo. El chico se reunió con sus hombres. El coronel dio la orden de avanzar a la vanguardia, hacia el campamento enemigo. Anja estaba revisando por tercera vez a Arthur. Ya había recuperado la conciencia. - Déjame- dijo él- debo de volver a la batalla. - Si!- dijo ella-, y que te lo voy a permitir. Hace una hora estabas inconsciente, y ahora quieres irte. Tengo que hacerte unas pruebas, por si tienes alguna lesión interna. - Al diablo las pruebas!- le contestó él intentando levantarse de la camilla. Pero no lo logró ya que se sentía mareado. - Ves!- dijo ella cogiéndolo por sus hombros-, no estas en condiciones de hacer nada. - Esto es pasajero, dentro de un rato estaré bien. - Si, pero t e tengo que hacer las pruebas, cariño- le contestó ella, a la vez que le sonreía y acariciaba con ternura su cabello. Él le devolvió la sonrisa y se recostó en la camilla. Anja se acercó a un enfermero y le indicó las pruebas que tenían que hacerle. En ese momento llegaron Ingrid, su tío y Max. - Como está?- dijo Max, impaciente. - Está bien- le contestó Anja-, le estoy haciendo algunas pruebas, ya que se siente mareado. Qué tal va todo? - Bien- contestó Hanssen-, las tropas del Consejo o bien se han rendido o han sido exterminadas. En ese momento, el comunicador de él zumbó. - Si, coronel. - Hemos entrado en el campamento enemigo, está desierto, como dijo el capitán. Hemos encontrado todas sus armas, tiradas en el suelo. - Hay rastro de Newman? - Si señor, le hemos encontrado. Esta en su tienda, se ha suicidado. - Bien coronel, destrúyalo todo. - Si, señor. Hanssen miró a sus dos sobrinas. Les sonrió y se fue. Buscó a su esposa y a sus hijos y se abrazó a ellos. Finalmente todo había acabado. Unos días después, todos los habitantes de Altaír se pusieron rápidamente manos a la obra; en la colonia había mucho trabajo, había que reconstruir la mayoría de los edificios. Pero no estuvieron solos en ello, los soldados de la ONU los ayudaron y también los prisioneros, que habían renunciado volver a su país por las represalias que pudiera tomar el Consejo contra ellos. Entre todos iban a construir una nueva ciudad para Altaír, un lugar donde nadie volvería a intimidarlos. Ingrid estaba sentada en el centro de mando. Lo primero que le había pedido a su tío era que pusiera un satélite en órbita, para poder comunicarse con Marc y él había accedido. Pulsó su dirección y la imagen de él apareció en el terminal. Unas tímidas lágrimas afloraron en sus ojos. - Marc, cariño- dijo ella, llorando. - Querida- dijo él, también llorando-, como estas?, te echo mucho de menos. - Yo también, no te preocupes, estoy bien. Y tú?
- Tengo trabajo. Y por allí? - Ya ha terminado todo, estamos bien. Gracias a mi tío todo ha salido bien. - Él me ha dicho que no tiene nada que ver, que tú, Arthur y los chicos os habéis portado como unos valientes. Me alegró mucho la muerte de esa sabandija de Newman. Tuvo el final que se merecía. - Si, se lo merecía. Durante toda su vi da fue un cobarde y murió como tal- le dijo ella sonriendo. - Estoy deseando estar allí, contigo. Como están tu brazo y tu pierna?- le dijo él. - Están bien, no puedo andar sin muletas, pero el brazo ya me responde bien. Cuéntame, como esta Thomas? - Como quieres que este, como siempre. Sabes, cuando volvamos se casara con Selene. Le ha dado muy fuerte. - Por aquí también vamos a tener boda. Anja y Arthur también se casan, todos están muy contentos. Y hablando de volver, cuando? - Para este año que entra, en febrero o marzo, no lo se seguro, todavía no nos lo han notificado. Estos cuatro meses se me van a hacer eternos. - A mi también- le contestó ella-. Me haces mucha falta. Te ha contado mi tío lo de Arthur, no? - Si, lo del aterrizaje. Como esta? - Bien, afortunadamente Anja encontró el origen de sus mareos y se esta recuperando. - Me alegró por él, es un buen chico. Bueno, el deber me llama. Tenemos un ataque. - Te quiero. Ten cuidado - Lo tendré, te quiero. Ingrid apagó el terminal, y ayudada por las muletas salió del centro de mando. La noticia de la derrota del Consejo y el suicidio del almirante Newman fue dada a conocer unas horas después de la rendición de los marines. La ONU realizó un embargo total al Consejo, el cual semanas después fue disuelto. La Unión Americana se disolvió; algunos de sus estados fueron absorbidos por Estados Unidos, mientras que otros se convirtieron en pequeñas dictaduras, dirigidas por una especie de señores feudales que dirigían las vidas de sus súbditos y que siempre estaban en guerra, unos contra otros. En Rusia las cosas tampoco estaban muy bien. Estaba virtualmente sitiada, ya que le ofreció asilo al Jefe del Consejo, y este se trasladó allí. Gobernaba el país con mano de acero, lo mantenía unido, pero su gobierno dictatorial solo duraría unos años, hasta que murió en extrañas circunstancias.
3. LA GUERRA. AÑO: 2234-35-36 LUGAR: SECTOR 235.100/ALTAIR-MARTE. La guerra en el espacio continuaba. Las flotas alienígenas dominaban parte del cinturón de asteroides. Afortunadamente, la flota terrestre los había hecho retirarse hasta esa zona, aunque el frente era lo suficientemente vasto como para que variara de día a día y algunas veces en unas pocas horas. La flota de Marc había sido destinada al sector 235.100 como punta de lanza, más allá del cinturón de asteroides, cerca de la antigua colonia Jera. Su misión era de cortar el suministro de la armada enemiga, atacando sus cargueros y bases. La misión era muy difícil, ya que en esa zona la presencia enemiga era muy grande, calculada en por lo menos veinte mil naves. La ONU la había reforzado con veinte naves grandes (acorazados, naves de combate, cruceros, destructores, porta aeronaves y fragatas) y con más de mil cazas. Marc estaba en su caza. Unos minutos antes había estado hablando con su esposa, y se sentía ahora más tranquilo. No había charlado con ella en semanas, después del ataque y reconquista de Altaír. El zumbido de su comunicador lo sacó de sus pensamientos. - Mi coronel, tenemos el enemigo en el radar- dijo uno de los pilotos. - Bien, capitán. Preparados para el ataque, llévese usted a dos de las alas. - Entendido, nos vemos en un rato. Los dos grupos de naves se separaron. El grupo de Marc, formado por unas treinta naves, se dirigió hacia un grupo de asteroides. Mientras, el grupo del capitán, intentaría atraer hacia ellos a los cazas que protegían aquella pequeña flotilla. En breves segundos, el capitán comenzó el ataque. Los Vulkan se adentraron en la formación enemiga destrozaron un buen numero de cazas y salieron a toda velocidad de allí. Como habían previsto, un gran número de cazas les siguieron. Al llegar cerca de donde estaba Marc, el capitán lo llamó. - Los tengo detrás de mí. - Bien, ya los detectó en el scanner- le contestó Marc-. Chicos estad preparados. Unos segundos después, el grupo del capitán pasó por delante de ellos. Las naves enemigas los siguieron. A una orden de Marc, las naves salieron de entre los asteroides y dispararon a discreción contra los alienígenas. Estos, sorprendidos, no reaccionaron a tiempo y fueron destruidos por ambos grupos en poco tiempo. Después, unidos los dos grupos, atacaron a la nave alienígena y a los pocos cazas que se habían quedado para protegerla. No les dio muchos problemas, ya que no estaba armada. Thomas estaba en su cámara, revisando los últimos informes de las patrullas. En su terminal se abrió una ventana en la cual salió el rostro siempre risueño de Selene. - Hola, cariño- dijo ella. - Hola, qué quieres?, estoy trabajando- dijo él, un poco molesto. - Si ya lo sé. Tienes a Marc en línea. - Perdona, cariño - se disculpó él. La imagen de Marc salió en otra ventana, en la parte inferior de la pantalla. - Qué tal van las cosas?- preguntó Thomas. - Muy bien, volvemos a la flota. Te llamó para que me des información. Creó qué por aquí cerca hay una antigua colonia, no? - Si, Jera- le respondió él. - Me había parecido reconocer la zona- le contestó Marc-. He pensado una cosa, para no tener que estar siempre de un sitio a otro, expuestos a un ataque, seria mejor tener una base estable. Además mejor protegida que ella, ninguna. - Tienes razón- le contestó Thomas-, pero hay un problema, las naves grandes no podrán pasar la barrera. - Ya lo he pensado, pero recuerdo que hay una zona lo suficientemente ancha por la cual cabrían las naves. Ya cuando volvamos hablaremos. - Bien, camarada, hasta dentro de un rato. La idea de Marc se puso en marcha en unas semanas. Todas las naves fueron a la colonia y aterrizaron en sus muelles. Instalaron el cuartel general en "La Fortaleza", la antigua construcción que fue la base de operaciones de los corsarios y piratas de Jera. Desde allí planeaban los ataques a las naves alienígenas. La guerra se extendió por todos los frentes. Las fuerzas alienígenas, qué al principio de la
contienda machacaron literalmente a las tropas terrestres, poco a poco se fueron debilitando y cedieron gran parte del terreno conquistado. El cinturón de asteroides, aparte de ser una barrera natural, fue la frontera entre los territorios dominados por los terrestres y los que pertenecían a los extraterrestres. Los meses comenzaron a pasar. En algunos sectores la guerra continuaba viva, mientras que en otros había una paz que solo era perturbada por las idas y venidas de las flotillas. En el sector de Marc y Thomas las cosas eran distintas. Los ataques contra los alienígenas eran casi diarios, pero ya era cada vez más difícil detectar transportes, hasta llegar un momento que fue casi aburrido estar allí, pasaban semanas hasta que detectaban algunas naves, pocas. Los meses pasaron rápidamente y pronto llegaron los relevos, Marc y Thomas volvieron a Altaír. La noche antes de partir, Marc no pudo dormir, excitado por la perspectiva de que en un par de días vería a su esposa. La última vez que habló con ella, hacia un mes, le contó que Anja y Arthur ya se habían casado hacia unas semanas y como regalo de boda este había sido ascendido a comandante, en recompensa por la valentía demostrada durante el sitio de Altaír, y ella ascendida a capitán. Dos días después, Ingrid, acompañada por Anja y Arthur estaba en el puerto, esperando que la lanzadera de Marc aterrizara. En pocos segundos, la nave aterrizó en el muelle. La compuerta se abrió y por ella salieron primero Thomas y Selene, cogidos de la mano, y detrás de ellos Marc, cargado con su equipaje. Ingrid, al verlos fue a su encuentro. - Thomas!, Selene!, Marc!- gritó ella. Ellos se acercaron donde estaba ella. No pudo reprimirse, ya que saltó a los brazos de su esposo, el cual sorprendido dejó caer sus cosas al suelo, lo abrazó y besó sin parar, llorando. - Por fin- decía ella-, te quiero, te echaba tanto de menos. - Yo también- dijo Marc, también llorando. La tenía cogida por su delgada cintura y la apretaba contra él con todas sus fuerzas y la besaba sin descanso. - Vale, vale, parejita- decía Thomas como siempre, en tono irónico-. Ayy!- gritó llevándose una mano a sus costillas, ya qué Selene le había propinado un codazo. - Déjalos, pedazo de burro. No ves que hace meses que no se ven. Marc e Ingrid rieron. - Por lo que veo, Thomas, por fin has encontrado la horma de tu zapato- dijo Ingrid. Él le sonrió a ella molesto. Arthur y Anja les saludaron. Después, todos juntos volvieron a la colonia. Un par de meses después de la llegada a Altaír, Marc fue llamado por Hanssen, pues tenía que tratar con él unos asuntos importantes relativos al servicio y a la colonia. - Siéntate Marc- le dijo él afablemente. Marc se sentó, y enseguida Hanssen empezó a hablar. - Como te sientes de nuevo en casa?- le preguntó. - Muy bien, Lars. Estoy cerca de las personas que quiero. - Eso esta muy bien. Te he mandado llamar por que he recibido una comunicación del presidente de la Unión Europea. Están muy contentos por las misiones realizadas por la unidad y te felicitan por la elección de Jera como base de operaciones. Ha sido una gran idea. - Gracias, señor. - También, en el mismo comunicado, me piden que vuelva a la Tierra, en calidad de almirante y que nombré a mi sustituto. La verdad es qué es fácil. Quiero que tú aceptes el puesto. - Yo?, no, es demasiada responsabilidad para mí. No sé qué es lo que hace un gobernador de una colonia, además solo soy un militar, no un político. - Es eso precisamente lo que se necesita aquí, un militar. Así, en caso de ataque, tú serás quien tomé las decisiones. - Pero, Lars, yo...- no pudo continuar. - General Lefebre, acepta las órdenes, te lo pido. - Yo no soy general, Lars. - Si, a partir de ahora sí. Ya tengo firmado tú ascenso, así como el de Thomas a coronel. Mañana tomó el transporte, junto con mi familia rumbo a la Tierra. Hanssen se levantó de su asiento y se acercó a Marc. - Mira Marc, al estar casado con mi sobrina eres mi sobrino y te siento como parte de la familia. Sé que vas a hacer un buen trabajo aquí. Marc se levantó del asiento. - Gracias, Lars. En realidad es la oportunidad que estaba esperando para asentar mi relación con Ingrid, estoy cansado de vagar por el espacio combatiendo. Aceptó.
- Lo esperaba, muchacho. Te conozco hace ya unos años, y sé que no me defraudaras- dijo Hanssen estrechándole la mano. Marc se dirigió al puerto, donde rápidamente convocó una reunión con Thomas, Ingrid, Arthur y el recién ascendido coronel Lión. Se reunieron en la sala de juntas. - Os he mandado llamar por que tengo importantes noticias- empezó a decir Marc-. La primera de ellas es qué el general Hanssen nos abandona, ha sido reasignado a la Tierra con el rango de almirante. La segunda es que han mandado un sustituto para él. - Vaya, voy a echar de menos a Hanssen- dijo Thomas. - Su sustituto será algún general que venga de la Tierra- afirmó Lión. - No, Luc, no es de la Tierra. Ha elegido a un militar de aquí, de Altaír. Se miraron unos a otros. Arthur fue el primero en hablar. - Es... uno de nosotros, verdad? - Si- contestó afirmativamente Marc-, me ha elegido a mí. - Buena elección- dijo Lión. - Me parece bien- dijo Arthur-, sabes como tratar asuntos graves. - Te felicitó Marc- dijo Thomas. - También me han ascendido a general, y a ti Thomas, a coronel. - Ya era hora que se acordaran de nosotros- le contestó Thomas- con todo lo que hemos hecho hay fuera. - A partir de mañana asumo todas las funciones del almirante Hanssen. Todo continuará como hasta ahora. Thomas tú serás mi segundo en el mando. Luc, tú te encargaras de las tropas terrestres, y tú Arthur, de los pilotos. Ingrid se va encargar de todo lo que son tácticas y estrategias. Bien, creó que esto es todo. Marc dio por acabada la reunión. Todos se levantaron de sus asientos y salieron de la habitación excepto Ingrid que se acercó a su esposo. Él la sentó en sus piernas. - Me alegró mucho - dijo ella, a la vez qué ponía sus brazos alrededor del cuello de él-. Por fin vamos a estar juntos. - Si, no quería aceptarlo, pero tú tío me obligó. La verdad es qué estoy cansado de andar por hay, separado de ti. - Creó que las cosas van a cambiar para nosotros- le dijo ella apoyando su cabeza en el pecho de Marc. - Si, tenemos mucha suerte. Mi nuevo ascenso me recuerda una conversación que tuve una vez con Tony. Fue recién llegado a la base Alpha, en la Luna. Lo recuerdo como si fuera ayer, pero han pasado ya cuatro años o más- unas lagrimas brotaron de sus ojos-, volvió de ver al comandante de la base y me contó de que todos estaban alucinado con el tiempo en el cual acabamos el simulador y le dije que él era el futuro general Sánchez. No me imaginaba que Tony y Helenna... - Calla, te hace daño- dijo ella-. Gracias a nuestros recuerdos ellos están vivos. - Si, y los recuerdo a los dos perfectamente, siempre juntos, unas veces peleándose, porque se peleaban, no te puedes imaginar que broncas, pero la mayoría de las veces ayudándose y ayudando a los demás. - Ahora que estas con el animo un poco decaído, te voy a dar una noticia- lo miró ella de forma picara. - Si, es buena o es mala? - Según se miré, por una parte es buena, pero por otra es muy mala. - Dispara. - Ahí va, primero la parte mala. Estas últimas semanas me he sentido mal, así que fui a ver a Anja para comentárselo. - Qué te dijo? - Me hizo unas pruebas y me dijo que... - Venga cuéntalo. - No, cariño, será mejor que te agarres, lo que te voy a decir es muy fuerte, me dio los resultados de las pruebas y...- ella hizo una pausa, intencionadamente. - Y qué?, me estas poniendo muy nervioso. - Me dijo que...- ella se volvió a interrumpir, vio la cara de espanto que él tenia y se sonrió-... estoy enferma, pero que dentro de nueve meses aproximadamente estaré bien. - Solo eso?- dijo él intrigado. - Si, papaíto. Ella se levanto de sus rodillas, y él se levantó del asiento. Estaba muy nervioso. - Te dijo que tienes? - Si, papaíto- volvió a decir ella-. Ahora qué lo pienso, Marc, eres un poco tonto.
- Tonto yo?- dijo él. Había algo que no iba bien. Al parecer ella le había dado alguna pista y él, confuso, no se había dado cuenta-. Dímelo ya. - Bien, pero siéntate- le dijo ella, haciendo que se sentara en un sillón-. Estoy embarazada de dos meses. Marc estaba aturdido, no sabia lo que contestar. La afirmación de Ingrid le había dejado sin habla. - Nu...nuestro- tartamudeó él. - Si, tonto- dijo ella besándolo. Marc sonrió. - Niño o niña?- fue lo único que atinó a decir. - Todavía no lo sé, hasta que no pasen unos meses. Él reaccionó, por fin. La atrajo hacia él, la besó y empezó a llorar y ella al verlo también lloraba. Hanssen y su familia volvieron a la Tierra, y Marc se quedó a cargo de todo. Pero antes de irse, le comunicaron la buena nueva, que acogieron con alegría y se la comunicaron a todos. También se celebró la boda de Thomas y Selene. Mientras esto ocurría en Altaír, en el espacio la guerra seguía su curso. En este momento, las batallas se sucedían más allá del cinturón de asteroide, cerca del planetoide Girau. Las flotas terrestres habían hecho retroceder a los alienígenas hasta allí, y preparaban el asalto de la antigua colonia terrestre. Unas semanas después de que Hanssen estuviera en la Tierra se produjo el ataque. Las tropas desembarcaron en el trozo de roca y no encontraron indicios de presencia enemiga. El planeta fue conquistado sin pegar un solo disparo. Una gran flota fue destinada allí. Entonces pasó algo que se dio a llamar la "Gran Paz", que duró por seis meses, tiempo durante el cual ninguna nave alienígena fue detectada. Pero después las batallas continuaron, si cabe con mayor violencia que antes, ya que los combates pasaron del espacio a las colonias. En Girau tuvo lugar una gran batalla que duró aproximadamente hasta principios del año 2236. El planetoide estaba dividido en dos zonas, una controlada por los terrestres y otra por los alienígenas. Pero durante todo este tiempo, nadie logro ver nunca a un alienígena sin su armadura. Esto disparó la imaginación de los habitantes del sistema, que imaginaban a los alienígenas como bestias incapaces de sentir piedad o misericordia de sus enemigos. Mientras, en Altaír la vida continuaba su curso. Con la llegada del nuevo año también vinieron, primero la niña de Marc e Ingrid, a la que llamaron Helenna, pero también Thomas y su esposa esperaban descendencia, así como Arthur y Anja. Las noticias que llegaban allí del espacio eran alentadoras, ya que todo indicaba que los alienígenas serian expulsados de la zona controlada por los terrestres en poco tiempo . Todo esto hizo que en la colonia la gente se relajara y dejara de mirar siempre hacia el espacio con miedo. La guerra estaba ahora lejana para ellos, a mucha distancia. Incluso se dio por acabada ya qué, después de la conquista de Girau por las tropas de la Tierra, no se volvió a saber nada más de los alienígenas. Al parecer habían desaparecido tan misteriosamente como habían aparecido. Con todo esto, el almirante Hanssen y su familia volvieron a la colonia, para conocer a la pequeña Helenna. Marc y él conversaban largo tiempo sobre la nueva política de expansión de la Tierra. - Marc, se están preparando nuevas naves para llevar a los colonos más allá del cinturón, para expandirnos hacia Saturno y Urano. Al finalizar este siglo los científicos esperan salir del Sistema Solar, hacia otros mundos. - Suena muy bien- le contestó Marc-, pero el peligro de guerra está todavía latente. Los alienígenas se retiraron tan misteriosamente como aparecieron. - Si, pero para eso estamos nosotros, para defender a los nuevos colonos. Esa orden se ha dado por que la Tierra se esta superpoblando a gran velocidad, ya que la natalidad a experimentado un gran crecimiento. - Me gustaría volver a la Tierra, hace años que no he estado allí. Además Ingrid esta deseando volver y quiero que mi hija la conozca- dijo Marc. - Cuando vayáis no la vais a conocer, ha cambiado tanto. Por fin, después de muchos años de lucha contra la polución, la Tierra tiene el aire más puro que puedas respirar. La contaminación ha pasado a la historia, y la capa de ozono ha sido recuperada. Tenemos un planeta casi nuevo. - Salí de ella hace cinco años. Todavía recuerdo cuando desde el trasbordador nos alejábamos de ella hacia la estación Lincoln.
En ese momento apareció Ingrid con Lenna. - De qué estáis hablando?- dijo ella. - Ven- dijo Marc, indicándole que se sentara a su lado-. De la Tierra, me estaba contando cosas de la Tierra. - Me gustaría verla- dijo ella-. Hace años que no la he visto. - Te gustará, Ingrid- le contestó su tío. Marc cogió en sus brazos a su hija. Tenia unos tres meses y ya reconocía a sus padres, él la miraba absortó y la pequeña le sonreía. - A mi niña también le gustaría- dijo Marc-, verdad, Lenna. - Os gustaría a todos- les contestó Hanssen. La guerra, según parecía, había acabado. Pero un hecho cambió todo. Una semana después, Marc estaba reunido con Thomas y Arthur, cuando la imagen del oficial de guardia apareció en el terminal. - Qué pasa capitán?- dijo Arthur. - Mi comandante, las noticias, vea las noticias- le dijo el hombre casi sin aliento. - Qué pasa?- dijo inquieto Thomas. - No lo sé, el capitán me ha dicho que vea las noticias- le contestó Arthur. Este se levanto del asiento y encendió la holovisión que había en la sala. La imagen del presentador de las noticias salió en el aparato. - Buenas tardes, señoras y señores. Se interrumpe nuestra emisión para dar una noticia de última hora. Hay indicios de que algo grave ha sucedido esta mañana en la frontera. Les pasamos con nuestro corresponsal Mike Gerty que está a bordo del acorazado SUCESS. Te damos pasó, Mike. - Buenas tardes. Aquí Mike Gerty desde la frontera a bordo del acorazado SUCESS. A mi derecha tengo al almirante John Bernard, perteneciente a la ONU. Puede explicarle a nuestros holovidentes que sucede? - Si, Mike. La zona de la frontera ha sido puesta en alerta roja ante la inminente presencia de un gran número de naves alienígenas, aproximadamente unas cincuenta. - Se dirigen realmente hacia aquí?- preguntó el periodista. - Si, se dirigen hacia aquí. Fueron detectadas por nuestra base de Girau. Al parecer en breves minutos podremos verlas, aparecerán por allí- dijo el almirante señalando hacia delante. - Bien señores, esta es la noticia. Cuando todos creíamos que la guerra había finalizado, una gran flota, tal vez lo que les queda a esos repugnantes seres, es mandada hacia la frontera para recordarnos que todavía están ahí. Desde la frontera, se despide Mike Gerty.
EL FINAL 1. LA FLOTA ALIENÍGENA. AÑO: 2236 LUGAR: ESPACIO/COLONIA ALTAIR-MARTE. En la sala se hizo un silencio sepulcral. Se miraron unos a otros. Arthur hizo el ademán de apagar la holovisión, pero Marc se lo impidió. - No la apagues- dijo-. Tal vez pongan más noticias. En ese momento, del terminal salió un zumbido. Marc se acercó a él y vio la imagen de Hanssen en una ventana. - Lo has visto?- dijo Hanssen. - Si, lo he visto- le contesto Marc. - Marc mira- dijo Thomas. El periodista había vuelto a salir en la pantalla. - Señoras y señores, la gran flota alienígena esta ya casi a la vista, observen ustedes- en la parte superior de la pantalla, salió un rectángulo con el rostro del comentarista y la imagen se torno en una vista del espacio-. Si señores, hay están. Es una gran flota, el número de naves es elevadísimo, hay desde los gigantescos discos, pasando por naves de transporte, destructores y cazas. Se acercan, ya están casi pegadas a nosotros. Nuestras tropas están listas para hacerles frente. Señores, estamos en un día aciago para la humanidad. Almirante, cual va a ser su siguiente paso? - Intentaremos impedir que avancen, pero creó que no vamos a poder detenerlos. - Señor- dijo un coronel que apareció detrás del almirante-, ordenes del Alto Mando. - Excuseme, Mike. - Es usted excusado, almirante- el almirante se giró y desapareció del radio de acción de las cámaras-. Señores, esto no se puede explicar, es una sensación extraña. Vean las imágenes y juzguen. Las naves avanzaban lentamente, desafiantes, pero no podía ser parado su avance. El almirante volvió junto al periodista. - Bien almirante, qué va a hacer usted? - Tenemos órdenes del Alto Mando de no intervenir. Han decidido que les sigamos a una prudente distancia. Los alienígenas no han abierto fuego, ni se han mostrado hostiles. Marc se levantó y apagó el aparato. Se acercó al terminal y le habló al almirante. - Qué opina, Lars? - Muy raro, no es la forma de proceder de los alienígenas. No nos han atacado..., un momento, Marc estoy recibiendo algo en mi terminal. No, no puede ser, es imposible. - Qué sucede?- dijo Thomas intrigado. - He recibido una comunicación de la ONU. Estamos en alerta roja. La flota alienígena se dirige hacia Altaír, llegará en quince horas. Prepara a los pilotos y soldados para el combate. Marc reunió a todos los oficiales. Rápidamente se prepararon para evacuar a todos los civiles de la colonia. - Arthur, tú y tus pilotos escoltareis a los transportes hasta Jera- dijo Marc-, los quiero todos en vuelo en seis horas. - Si, señor. - Thomas, tú te encargaras de asignar a los oficiales los destinos. Dentro de nueve horas quiero ver a todos los Vulkan de la colonia preparados para el ataque. - Como digas. - Luc, qué tus hombres fortifiquen la ciudad, quiero baterías de aceleradores en los sitios más escondidos de la colonia. También que se hagan desde ya trincheras y defensas, lo más seguro será que desembarquen. - Entendido. - Dentro de aproximadamente once horas llegarán- les dijo Marc-. Todo debe de estar listo. Pongámonos a trabajar. Todos se levantaron de la sala y salieron de ella. Cuando iba hacia el puerto se encontró con el almirante Hanssen. - Hola Marc. -Señor- dijo él respetuosamente-. El dispositivo de defensa esta en marcha. Le he dado órdenes al comandante Kier para que saque de aquí a todos los civiles. - Muy bien, general- dijo Hanssen-. Yo me encargaré de todo, ve a tú casa y despídete de Ingrid. - Si, señor.
Marc cumplió la orden. Su casa estaba cerca de allí, llegó en breves minutos. - Ingrid!- gritó Marc. - Qué te pasa?- inquirió ella. - Coge a la niña, dirigete al puerto y embarca en uno de los transportes. Vamos a ser atacados por los alienígenas. Ella lo miró y actuó con rapidez. Cogió una pequeña maleta con cosas y diez minutos después estaban los tres en el puerto. Una vez allí se encontraron con Max, Arthur, Anja, Thomas, Selene, el profesor y su esposa, Daniel, el hijo pequeño del profesor y la esposa de Hanssen con sus hijos. - Michael, llevese a su hija y a la niña de aquí- dijo Marc. - No te preocupes, muchacho, ellas vendrán con nosotros- le dijo él. Se acercaron a una nave, que estaba lista para partir. Ingrid le dio la niña a su madre. - Ingrid- dijo Marc-, nunca te olvidaré. - No te creas que te vas a librar de mi tan fácilmente- dijo ella llorando-, me quedo contigo. - No, no permitiré que lo hagas. Tienes que cuidar de Lenna. - Mi madre se encargará de ella. Yo también soy un soldado. - No, ahora no, ella es lo primero. - Te hice una promesa, estaría junto a ti siempre. - Ingrid- dijo él llorando-, por favor vete, te lo suplico. Tienes que cuidar de Lenna. Ella lo abrazó, no quería separarse de él. Su padre la llamó. - Ingrid!, vamos. Thomas se despidió de Selene, ella subió a la nave. Arthur hizo lo propio con Anja. Los tres se quedaron allí, en el puerto viendo como la nave partía. Los tres estaban llorando. El carguero, custodiado por tres cazas, salió de la atmósfera de Altaír y se adentró en el espacio, con destino a Jera. Pero este no fue el único. En las siguientes horas, estos viajes se repitieron hasta qué ningún civil quedó en la superficie de la colonia. Marc, Thomas y Arthur fueron asignados a una porta aeronaves, desde el cual dirigían a los pilotos. - Thomas, llegada la hora de que aparezcan las naves enemigas, sabes que tendremos que combatir contra ellos- dijo Arthur. - Estoy preparado, no te creas que esos alienígenas me dan miedo, los he derrotado ya unas cuantas veces. - Bien, Arthur, tú te vas a encargar de la compañía Pegasus- dijo Marc-, Thomas tú de la Medusa y yo de la Hidra. Dentro de un par de horas estaremos metidos en un combate. No os tengo que decir lo que nos jugamos aquí. - No- le contestó Thomas-, el futuro de nuestros hijos está en juego. - Chicos, si me pasara algo, decidle a Anja que la quiero. - No hace falta que se lo digamos- dijo Marc-, ella lo sabe. Los tres se abrazaron. Quizás podría ser la última vez que lo hicieran. Los transportes llegaron a Jera. Max condujo a las chicas, al profesor y a toda su familia a lo qué en otro tiempo fue su casa. Era una mansión, situada en el centro de la ciudad. Una vez allí, cada uno fue a una habitación. Ingrid, con su hija en brazos, fue a ver a su prima. Cuando entró, vio que no estaba sola, sino que conversando con Selene. Nada más la vieron las tres jóvenes empezaron a hablar. - Como estas, Anja?- dijo Ingrid. - Ya ves- dijo señalando a su abultado vientre-, no sé cuando a Art. le dará por salir. - En cualquier momento- dijo Selene, a la que le quedaban todavía un par de meses-. Si llegó a saber que los alienígenas nos iban a atacar, no me hubiera quedado embarazada. Las tres chicas rieron. - Crees que sobrevivirán?- dijo Selene muy seria. - Si, claro- le contestó Anja-. Si salieron de Girau, saldrán de esta. - Si- dijo Ingrid-, pero ahora no están ni Tony ni Helenna para ayudarlos. El silencio se hizo en la habitación. Selene lo rompió. - No llegué a conocerlos, como eran los dos? - Tony era un buen chico- dijo Ingrid-, el mejor piloto que he visto en mi vida. - Si, también era la persona más sensible que he conocido - dijo Anja-. Con Helenna no me llevé muy bien, era tozuda y bastante dominante.
Ingrid miró a su prima y le sonrió. - Si, sobre todo tu lo sentiste en tú piel- dijo ella-, creó que fue el día de mi boda, no? Selene las miró a ambas. - Podéis explicaros las dos, no lo capto. - Veras- dijo Ingrid-, como te lo diría, resulta que Anja y ella tenían gustos similares, sabes a lo que me refiero, y Helenna era bastante celosa. Golpeó a Anja y metió en un verdadero lió a Thomas. - No me digas qué..., y que pinta Thomas en todo esto? - Si- dijo Anja, molesta-, me gustaba Tony. Pero entonces ya no salía con él. Yo salí con Thomas una temporada. Selene e Ingrid sonrieron. El enfado de Anja las divertía. Las tres chicas pasaron un buen rato hablando. Mientras, en Altaír se esperaba la llegada de la flota enemiga para la siguiente hora. Marc estaba en su cámara, revisando viejos recuerdos. Un golpe en la puerta de su cámara lo devolvió al mundo real. Se acercó a la puerta y la abrió. - Hola- dijo Thomas-, puedo pasar. - Claro- dijo Marc-, toma asiento. Los dos se sentaron donde pudieron. - Otra vez en la brecha? - Si, otra vez- le contestó Marc. - Estaba aburrido, no, nervioso- dijo Thomas-, tal vez charlar me calmé un poco. - Recordaba viejos tiempos- dijo Marc-, tiempos pasados. - Yo también, sabes, me estoy acordando de aquel sitio donde fuimos, en nuestro primer permiso. - Lo recuerdo, mejor de lo que crees. - Nos lo pasamos bien aquellos días, eh? - Si, pero ya no volverán más. - Qué les habrá pasado aquellos tipos, a los de la pelea? - No lo sé, Thomas. Será mejor que lo dejemos, no tengo ganas de recordarlo. - Si, es mejor. - Como está Selene? - Bien, muy bien. Dentro de dos meses tendremos a Thomas II- y al decir esto, unas lágrimas salieron de sus ojos-. Marc no sé si lo voy a conocer. - Lo vas a conocer, no te preocupes. Lo que no estoy seguro es de que si, cuando crezca, vamos a poder aguantar a dos Thomas en la colonia. Ya aguantar a uno es difícil- le contestó, riendo. Thomas rió también. Los dos continuaron charlando, pero fueron interrumpidos por la sirena de alerta. Unos minutos después, los dos estaban en el puente de mando. - Qué sucede?- inquirió Marc a Arthur. - Se han detectado las primeras naves de reconocimiento enemigas. El almirante ha dado la orden de preparar a los pilotos. - Bien, todos a las naves. Las cubiertas de la porta aeronave se convirtieron en un hervidero de vida. Los pilotos iban a las parrillas para entrar en las naves para ser lanzados al espacio, y los mecánicos e ingenieros iban de nave en nave, arreglando los pequeños fallos que tuvieran. Marc entró en su caza, miro a su derecha y vio como Thomas entraba en el suyo. Se acomodó en la jaula y se colocó los arneses. De inmediato estaba manejando el sistema de navegación de la nave, comprobando su estado. Todo esto lo hacia maquinalmente, naturalmente, como si formara parte de él. Era la rutina diaria, y ya se había convertido en costumbre. En el display salió el me nsaje que esperaba, todo correcto. Puso el propulsor al mínimo. Soltó los anclajes, y un segundo después estaba en el espacio. Desde allí vio como desde los otros porta aeronaves se repetía la misma operación, hasta completar los casi dos mil cazas que formaban parte de la unidad Fénix. Fue al icono de comunicaciones y lo pulsó. - Thomas, Arthur, estáis ahí? - Si- reconoció la voz de Thomas-, mis pilotos están listos, cuando quieras. - Te escuchó claro y fuerte, Marc. Todo preparado. - Bien chicos, ya sabéis cual es el plan. Thomas, a mi derecha y tú, Arthur, a mi izquierda. Vamos al sector 5.78, donde según marca el scanner se están reuniendo. Los cazas, seguidos de cerca por los destructores y acorazados se dirigieron al sector. Cuando llegaron allí vieron una gran cantidad de naves, de todos los tamaños congregadas; había desde pequeños
cazas, hasta grandes cruceros de combate, armados con el letal rayo energético, pasando por destructores, transportes y todo un sin fin de naves. No llevaban distintivos especiales, pero se intuían que eran de esos tipos. De pronto las naves de la flota terrestre se detuvieron a una prudente distancia de ellos, situándose entre las naves enemigas y el planetoide. Una tensa espera se produjo. Ingrid estaba en su habitación, intentando dormir. Lenna estaba a su lado, dormida. La niña tenia cogido uno de sus dedos, Ingrid la acercó a su cuerpo. Aquella personita era todo para ella. De repente oyó un griterío, reconoció las voces de Anja, Selene y la de su madre, que llamaba a su padre. Se levantó de la cama y salió al pasillo. - Qué pasa?- dijo ella cuando se cruzó con su madre. - Tu prima, que está de parto. Tu hermano y tu padre han ido a llamar a un médico. Ingrid, al escuchar a Lenna llorar volvió a la habitación. La cría se había despertado al oír los gritos, la cogió en sus amorosos brazos y la acunó, para intentar dormirla. Ella empezó a hablarle. - Qué te pasa, mi niña?- le decía dulcemente-. Venga, tranquilízate. Cogió un biberón de agua que tenia allí e introdujo la tetina de él en la boca de la niña, que empezó a chuparlo, a la vez que ella le cantaba. Minutos después, la chiquilla se quedó dormida. La acostó en la cama, la besó en la frente y salió de la habitación. Tal vez su madre la necesitara. Lo peor de una batalla era la espera. Marc estaba allí, delante de las naves enemigas. Su comunicador zumbó. - Si?- contestó, intranquilo. - En que piensas?- dijo Arthur. - En nada, ahora mismo tengo la mente en blanco. Y tú? - En Anja, pienso como estará. - No te preocupes, esta bien, seguro. Te aconsejó que no pienses en nada. Cuando empiece todo estarás más tranquilo. - Si, tienes razón. Son muchas naves. - Si, pero hay algo que me escama, podían ir a cualquier sitio, pero por qué Altaír? - No lo sé, no sé como piensan. - Marc- dijo la voz del almirante-, procede. - Entendido, señor. Alas en posición de ataque, empieza el baile. Las naves avanzaban a velocidad media. Detrás de ellos los acorazados y destructores preparaban sus baterías para cubrir el ataque de los cazas. - Thomas, encargate de los destructores y Arthur de los cazas, y yo iré por los acorazados, buena suerte, chicos. - Igualmente- dijo Thomas. - Nos veremos después en Altaír- dijo Arthur. Los cazas aceleraron. En pocos segundos llegarían a la altura de las primeras naves. Marc eligió sus objetivos y preparó sus armas. Llevaba ya velocidad de combate. El médico había llegado ya, acompañado por el profesor y Daniel. El médico entró en la habitación, mientras el profesor y su hijo esperaban fuera. Los dos estaban nerviosos. Ingrid salió de la habitación y se sentó con su padre y su hermano. - Qué ya?- dijo su padre. - No, todavía no. El médico esta atendiéndola- le respondió ella. Ingrid se sentó al lado de su hermano. - Como estará Michael?- dijo Daniel. - Bien, no te preocupes, esta con Marc, Thomas y Arthur. Los tres callaron. El silencio lo rompió el llanto de un niño pequeño. - Marc, aquí Thomas. Ves lo que están haciendo? - Si me he dado cuenta, están colocándose en posición defensiva. Es extraño, es muy parecida a la que tomamos nosotros. Hanssen estaba en el centro de mando. Desde allí controlaba la batalla. - Comandante Ferrer, en cuanto estén en posición abran fuego contra el enemigo. - Entendido señor- dijo la voz de una mujer-. Daré la orden a los capitanes de las naves. Uno de los capitanes que había en el centro de mando llamó la atención del almirante. - Señor, hemos detectado una comunicación del enemigo. - Bien, capitán. Pásemela.
Las naves iban a atacar. Los destructores empezaron a disparar fuego de cobertura, y los cazas aumentaron la velocidad. Los capitanes de ala preparaban sus armas. Marc marcó en su display los objetivos. Dos destructores y tres cazas eran los objetivos. Iba a pulsar los disparadores, cuando su comunicador zumbó. - Aquí el general Lefebre, quién llama? - Marc, aborta el ataque- dijo la voz de Hanssen-, es una orden. - Pero... - Es una orden. Dirigiros tú y Thomas, con dos cazas al sector 5.46. Esperad allí una nave, a la cual escoltareis hasta el puerto. Después atracad los cazas y venid los dos a la sala de reuniones. - Entendido, almirante. Misión abortada, volved al sector de origen, Thomas coge a dos pilotos y ven conmigo, Arthur estas al mando. - Voy detrás de ti dijo Thomas-, Vulkan 4 y 9 venid conmigo. - Pasamos a realizar maniobra- le dijo Arthur-, no te preocupes. Ingrid entró en la habitación, junto con su hermano y su padre. Junto a la cama de Anja estaban Selene y la esposa del profesor. Anja tenia en sus brazos a un recién nacido. Marc, junto con Thomas y los dos cazas, llegaron al punto de encuentro. Tras unos minutos de espera apareció una pequeña nave, de forma achatada. No era un caza, pensó él, si no que debía de ser una nave de transporte, tal vez una lanzadera. - Vulkan 4, ve a uno de los flancos- dijo Marc-, Vulkan 9 al otro, y tú, Thomas colócate detrás. - Pasamos a realizar la maniobra- dijeron los tres casi al unísono. - Atención, nave desconocida, colóquese en el centro y sígame- le comunicó Marc a la nave alienígena. - Afirmativo- dijo una voz extraña, casi metálica, con un acento extraño-, les sigo. Las cinco naves tomaron rumbo a Altaír. En breves minutos se adentraron en la atmósfera, y casi diez después, la nave aterrizaba en el puerto. Desde sus cazas, Marc y Thomas, veían la guardia de honor que esperaba a la nave. - Vulkan 4 y 9, vuelvan a la flota- dijo Marc. - Entendido señor, volvemos a la flota- dijo uno de los pilotos. - Thomas, atraquemos los cazas en las parrillas. Los dos cazas se dirigieron a las nuevas parrillas colocadas en el puerto. Unos segundos después atracaban en ellas. Una vez atracadas las naves, Thomas y Marc abrieron las compuertas de ellas y saliendo por un estrecho túnel, llegaron al pasillo superior de las parrillas. Los dos se encontraron. - Qué sucede?- dijo Thomas-, todo esto es muy extraño. - No lo sé, recibí una comunicación de Hanssen, algo raro esta pasando. Es la primera vez que los alienígenas mandan un emisario, muy extraño. Vamos a la sala de reuniones, a ver si de una vez aclaramos este asunto. Los dos hombres siguieron el pasillo y unos segundos después bajaron de la parrilla. Cruzaron prácticamente todo el puerto y por fin tuvieron a la vista el antiguo escuadrón, que estaba reconstruido. Los dos entraron en el edificio, y se dirigieron a la sala de reuniones. Un capitán les cortó el paso. - Venimos a ver al almirante- dijo Marc. - Si mi general- dijo el joven, a la vez que pulsaba un comunicador-. Señor, el general Lefebre y el coronel Simonsen han llegado- el chico hizo una pausa, y como si recibiera ordenes, asintió-. Si, señor, de inmediato. Pueden pasar. El chico les flanqueó el paso. Entraron en la sala de reuniones los dos. En la sala había tres hombres, aparte de Hanssen. Este, al verlos a los dos les hizo una señal. Uno de los hombres giró su rostro. Tenia unos marcados rasgos, casi orientales, el cabello largo, unos penetrantes ojos de color claro y vestía un holgado uniforme, aunque lo que más les llamó la atención fue la forma de sus orejas, acabadas en punta. Junto a él había dos hombres más que vestían unas antiguas armaduras de combate. Al girarse el otro hombre, los otros dos también se giraron. Marc y Thomas se quedaron petrificados. No pudieron decir ni una palabra. El primero en reaccionar fue Thomas. - No!, no puede ser verdad!, estoy soñando! - No, no estas soñando, soy yo. Marc reaccionó, aunque solo pudo vocalizar una palabra. - Tony! Thomas y Marc se acercaron a él. Los tres se abrazaron, con lágrimas en los ojos.
- Como...?- dijo Marc-, esto es increíble, no puede ser. - Sentaros, chicos- dijo Hanssen-, el comandante Sánchez y el general Lorchester os tienen que contar algo. Es increíble, pero real. Los dos se sentaron. El primero en hablar fue el general Lorchester. - Bien, intentaré contarlo lo más breve posible. Cuando las naves aterrizaron sobre la superficie de Girau, desembarcamos. Rápidamente tomamos posiciones en la roca. Unos minutos después, fuimos atacados por las tropas enemigas. El ataque fue feroz, muy reñido. En poco menos de veinte minutos, vi como mi unidad fue prácticamente reducida a una cuarta parte, entonces mandé a mis soldados volver a los transportes. Nos retiramos, y cuando llegamos a la zona de desembarco, vimos que las nave s habían desaparecido, no estaban allí. Organicé como pude una línea de defensa. El ataque enemigo se hizo si cabe más fuerte, en pocos minutos quedaban junto a mí unos diez hombres. Entonces nos rendimos. Todos soltamos las armas. Nos entregamos al comandante enemigo, el cual nos llevó a su base. Lorchester guardó silencio. Ahora fue Tony quien habló. - Como recordareis, nos quedamos Helenna y yo junto con un puñado de soldados para cubriros, y como sabéis, fui herido. No lo recuerdo muy bien, ya que estaba semiinconsciente, pero según me contaron después, Helenna me arrastró casi hasta llegar junto a la nave de transporte... - Entonces fue cuando el carro de combate disparó- dijo Marc-, destruyendo la nave y golpeándoos la onda expansiva. Los dos salisteis despedidos unos metros. - Si, así fue- le dijo Tony. - Y Helenna?- preguntó Thomas-, como esta? - Bien- le contestó Tony-, está en la nave nodriza, esperándonos, tiene muchas ganas de veros a todos. Como estaba contando, la explosión nos desplazó unos metros de la nave. Cuando nos encontraron, Helenna estaba tendida encima mía, herida por la explosión y yo, según ella, medio muerto por las heridas. No lo recuerdo muy bien, pero los alienígenas nos llevaron a su base y nos curaron. Una semana después desperté. No sé que fue lo que pasó, siga usted general. - Nuestros enemigos los encontraron y los llevaron con nosotros. Cuando vi en el estado qué estaban, intente hablar con el oficial en jefe de ellos- dijo-, el cual, amablemente accedió a curarlos. Una vez curados estuvieron con mis hombres y conmigo en la prisión. Hemos estado más de seis meses encerrados, y aún ahora no sabemos muy bien lo que ha ocurrido, pero el almirante Jeranthalas os pondrá en antecedentes.
2. ALIENÍGENAS. AÑO: 2236 LUGAR: COLONIA ALTAIR-MARTE. - Hace muchos millones de años- empezó a decir el hombre, con voz melodiosa-, incluso antes de que vuestra raza apareciera en la Tierra, como la llamáis vosotros, nosotros la descubrimos. Entonces no era nada más que una esfera ardiente y al principio no le hicimos mucho caso. Por aquel entonces, nuestra tecnología no era muy avanzada, se podría comparar a la que tenían ustedes a finales del siglo XX. Mandamos sondas espaciales al planeta, que nos mantenían informados de los cambios que se producían en él. El hombre hizo una pausa, como para poner en orden sus pensamientos. Después prosiguió. - Antes de continuar, les explicare algunas cosas de nuestra civilización. Lo primero, como ven, somos muy parecidos a vosotros, no solo exteriormente, si no también en el interior. Como vosotros también nuestra sangre es roja. Al parecer, tenemos varias cosas en común. Nuestro planeta es muy parecido al vuestro, con gigantescos árboles milenarios. Pero no solo en eso nos parecemos. Nuestro sistema de gobierno s muy parecido al vuestro. Pero nuestra vida es más larga que las vuestras. Mientras ustedes no logran vivir más de cien años, las nuestras pueden llegar a los mil años, aunque no somos inmortales. De nuevo hizo una pausa. - Como os iba diciendo, descubrimos el planeta. Pasaron varias generaciones hasta que vimos que en el planeta se estaba produciendo un fenómeno extraño, aunque maravilloso, se estaba creando vida. Para entonces, ya viajábamos al espacio en antiguas naves, casi arcaicas comparadas con las que poseemos ahora. Mandamos una expedición de reconocimiento, la cual nos dic valiosa información acerca de su planeta. Dos mil años después, mandamos nuestra primera avanzadilla. Nos instalamos en el planeta y vivimos en él durante muchísimos años. Estudiamos las especies que había en él, gigantescos reptiles, que vosotros llamáis dinosaurios. Pero entonces sobrevino una catástrofe natural. Los volcanes lanzaron gases mortíferos a la atmósfera y se produjo una etapa de glaciación. Muchas de las especies de animales desaparecieron, otras se adaptaron al nuevo ambiente. Nos vimos obligados a abandonar el planeta, ya qué los gases mataron a muchos de los nuestros. Pasó cerca de un millón de años hasta que volvimos al planeta. Había cambiado mucho, ya no era igual que antes. Instalamos una de nuestras bases, y tres generaciones después de nuestra llegada, os descubrimos. Al principio creímos que erais animales que Vivian en cuevas, pero poco a poco fuimos descubriendo que no erais animales, que erais seres inteligentes. No nos mezclamos con vosotros hasta casi más de cien mil años después. Para entonces ya teníamos ciudades construidas. Por órdenes de nuestros mandatarios, se nos prohibió tener tecnología avanzada en el planeta, así que tuvimos que casi volver a nuestros orígenes montaraces. Nuestros poderosos desintegradores fueron cambiados por arcaicas armas, como espadas, arcos, etc. El hombre los miró y sonrió. - Os enseñamos a construir edificios, a trabajar la piedra y los minerales, convivimos durante varios miles de años. En algunos sitios nos tenían como dioses, mientras que en otros éramos respetados como maestros. Os enseñamos la escritura, a interpretar las estrellas, convertimos nuestra tecnología en magia para vosotros, y a su vez vosotros, con el pasó del tiempo, la convertisteis en ciencia. Éramos respetados y queridos por vosotros. Pero un día, por orden de nuestro gobierno, nos vimos obligados a dejar el planeta. Se produjo una guerra en el planeta, entre los que querían quedarse y las tropas que enviaron nuestros gobernantes, hubo muertos y algunas de nuestras principales bases fueron destruidas, como Atlanthas, más conocida por vosotros como la Atlántida. Finalmente fueron vencidos y llevados a nuestro planeta natal. Se prohibió que volviéramos. Pero entonces entramos en la leyenda. En vuestras historias nos llamáis de diversos nombres. Para unos somos dioses, pero el nombre que más nos gustó fue el de elfos, que en nuestro idioma significa "el que trae la sabiduría". Nuestro planeta se llama Treinard, por lo que nuestro verdadero nombre es treinards. Durante muchos miles de años no supimos nada del planeta, hasta que hace unos cuatrocientos años, algo nos hizo que volviéramos a vosotros. Se detectaron niveles de energía altos. Corría la mitad de lo que vosotros llamáis siglo XX. Mandamos una expedición, qué nos dijo que habíais descubierto una nueva forma de energía, la energía atómica. Entonces todo cambió. Nuestros gobernantes, antes benévolos, les invadió el miedo y empezaron a portarse como dictadores. Durante el siglo XX mandaron muchas expediciones, la mayoría para investigaros, incluso llegaron a raptar a algunos de los terrestres. Pero nos descubrieron, e incluso derribaron algunas de nuestras naves. Esto hizo que nuestro gobierno dedicara más a investigar armas, así que a mediados del siglo XXII, ya teníamos diseñada un arma lo suficientemente potente, el rayo energético. Muchos de los nuestros se opusieron a la creación de tal arma, ya que la consideraban algo maléfico. Pero nada podía con la determinación de nuestros líderes. Secretamente hicieron una prueba, atacando una de vuestras colonias en el espacio, pasando el cinturón de asteroides. Fue una prueba, pero también un avisó para vosotros. Durante muchos años dominaron nuestra forma de vida en todos los aspectos. Se crearon gigantescas flotas para conquistar mundos cercanos a nosotros. Se convirtieron en algo parecido a vuestro Consejo. Pero también tenían detractores, rebeldes que se enfrentaban a ellos, aunque eran pocos y mal armados. Hace unos años decidieron recuperar lo que creían nuestro, por eso atacaron el
planetoide, Girau. Entonces empezó una gran guerra, en la cual alguno de vosotros estuvisteis implicados. La captura por sus tropas del general y sus hombres fue detectada por los rebeldes, los cuales asaltamos la nave donde los conducían para ejecutarlos. Entonces fue cuando os comprendimos de verdad. Coincidiendo con las más grandes victorias de nuestros enemigos sobre vosotros, nosotros construimos una flota, con la cual más tarde y gracias a la ayuda del general Lefebre pudimos atacar a los dictadores. - Como os ayudamos?- preguntó Marc, extrañado-, no hemos hecho nada. - Si, lo hicisteis- dijo el hombre-, atacasteis a nuestros enemigos y gracias a ellos, los dividisteis, y les vencisteis. Le hicisteis ver a nuestro pueblo que podían ser vencidos. Desde entonces, al tener dos frentes en los que combatir, se retiraron. - Ya entiendo- le interrumpió Thomas-, esa es la explicación para los periodos de paz que hemos tenido durante la guerra. - Si, y llegó un momento en el cual, totalmente desesperados, intentaron apoderarse de nuevo de Girau, pero les salió mal. Los derrotasteis, pero ahora ellos han concentrado las naves que les quedan para intentar destrozar a los rebeldes, atacando nuestra base principal. Y por ello estamos aquí, para que nos ayudéis. Hanssen se quedó callado, miró a Marc y a Thomas. Después miró a Lorchester y a Tony. - Según esto, en realidad hemos sido aliados sin saberlo. El hombre asintió. - No venimos a luchar contra vosotros. Queremos la paz tanto como vosotros, lo único que nos separa de ella son los dictadores. Hace unas semanas empezaron atacar nuestra base principal, gracias a Tony conseguimos sacar de allí a muchos civiles y huyendo de ellos estamos aquí. Nuestro líder se quedó allí con varios cientos de naves defendiéndose como podía, aunque nos estábamos llevando la peor parte. - Es cierto- dijo Tony-, he vivido y luchado con ellos y he pilotado sus cazas. Ellos quieren lo mismo que nosotros. - Tony- dijo Hanssen-, como sabemos nosotros que es verdad?, como sabemos que tú eres el comandante Antonio Sánchez de verdad? - Le comprendo, almirante- le contestó Tony-, si queréis hacedme algunas preguntas, de cosas que solo conozcamos nosotros, también pueden hacerme exámenes médicos, lo que quieran. - Tony- dijo Thomas-, te voy a preguntar algo. Que pasó entre tú y yo?. Tony se puso muy serio y miró a Marc. Este miró a Thomas, sabía a que se refería. - Nos peleamos. Mejor dicho, perdí los nervios e intente golpearte. Thomas asintió. - Por qué?- insistió Thomas. - Fue cuando saliste con Anja. Perdí el control. - Qué hiciste en tu habitación?- preguntó ahora Marc. - La destrocé y después me marché del puerto- le contestó él. - Una última pregunta- dijo Marc-, es algo que solo sabemos, Thomas tú y yo. Fue hace unos años, mientras estábamos en el campamento. Qué pasó entre Helenna y tú la noche de la pelea? Tony sonrió, sabia a lo que se refería. - Fue durante nuestro primer permiso- contestó él-, cuando aquel tipo golpeó a Helenna, la noche que Helenna me curó las heridas, la noche que todo cambió entre Helenna y yo. Nos besamos, pero la abandoné aquella noche. Y al otro día fui a darte la lata casi al amanecer, mientras estabas dormido. Marc sonrió, sabia muy bien de lo que estaba hablando. Thomas intervino. - Ahora te voy a preguntar algo yo, quién es el oficial más simpático del escuadrón Fénix? - Desde luego tú no, gracioso- le respondió Tony-. Siempre nos has dado la tabarra con tus chistes malos, incluso hiciste que Marc te golpeara una vez y a la pobre de Helenna la tenias amargada, siempre metiéndote con ella y me calló las veces que hiciste que perdiera los nervios... Marc sonrió de nuevo, sin duda era Tony de verdad. Thomas intentó de nuevo hablar, pero Marc con una mirada lo hizo desistir. - Y por lo que veo continuas igual, no has cambiado- completó Tony. - Es él- dijo Thomas-, no me comprende. - Muy bien, acepto vuestra palabra chicos- dijo Hanssen-. Almirante, aceptó su propuesta. Hanssen se levantó y le ofreció la mano al almirante de los treinards, el cual se la estrechó. Hanssen, Lorchester y el almirante salieron de la habitación los tres juntos, para preparar la batalla. Thomas, Marc y Tony se quedaron solos en la habitación. - Otra vez juntos en esta sala, no?- dijo Tony. - Si, otra vez- le contestó Marc-, y Helenna? - Bien, esta en la nave como te dije antes, con nuestro hijo. E Ingrid? - Bien- le contestó Marc-, esta en Jera, con el resto de los civiles. - Como es eso?- le preguntó Tony intrigado-, nunca os habéis separado.
- Si, es verdad, pero ahora tiene algo muy importante de lo que preocuparse, de Lenna, mi pequeña. - También tú- dijo Tony-. Seguro que Thomas continua soltero. - Te has equivocado- le dijo Thomas-, ahora si que estoy seguro de que eres tú, Tony. Me he casado y dentro de un par de meses vamos a tener a nuestro hijo. - Horror!- dijo Tony-, otro Thomas más, como si no tuviéramos suficiente con uno. Los tres sonrieron, ya no había duda de que era Tony. - Y Anja?, qué hay de ella- inquirió Tony. - Anja se casó con Arthur, después del ataque a la colonia- dijo Thomas-, está con Ingrid y Selene, mi esposa, en Jera. - Me tenéis que contar tantas cosas- dijo Tony-, me he perdido un buen fregado, no? - Si, y de los buenos, ya te pondremos en antecedentes- dijo Marc-, pero cuéntanos tú. - De al principio no recuerdo mucho, solo el rostro de Helenna. Después me recuperé, gracias a los médicos, y nada más estuve medio bien fue cuando fuimos metidos en aquella nave. Helenna estaba aterrada, fue cuando me uní más a ella. Si la hubierais visto no la reconoceríais. Después pasó lo del ataque a la nave, cuando conocí a Jeranthalas, el almirante. Entonces era solo un capitán. Nos rescató, nos llevó a su nave y después nos presentó al líder de la revuelta. Rápidamente congeniamos, fue entonces cuando me contaron su historia, y pude verlo reflejado en sus estudios sobre nuestro planeta. Entonces me ofrecí para ayudarlos. Entrené a sus pilotos con la ayuda de Helenna y del general. Los dirigí en los ataques contra los dictadores. Lo demás ya os lo podéis imaginar. - Si, nos lo imaginamos- respondió Thomas-, nosotros también nos hemos enfrentado a ellos. - Decidme que es eso que dijiste del ataque a la colonia- dijo Tony. - En realidad los dos ataques a la colonia- respondió Marc-, el primero lo hicimos nosotros, cuando descubrimos la traición del Consejo. El segundo fue cuando nos fuimos con nuestra flota a atacar a los treinards. Newman se aprovechó y destruyó la colonia. Mucha gente murió, nos enteramos casi a la semana del ataque. Entonces Hanssen en persona vino aquí y luchó contra las tropas del Consejo, la derrota de Newman fue tal que hasta sus soldados se volvieron contra él. Terminó suicidándose. Tony se quedó callado. Se levantó de su asiento y les sonrió. - Bien, lo importante es que estamos de nuevo juntos, no amigos. - Si- le contestó Marc, acercándose a él-, afortunadamente estáis vivos, Helenna y tú. - Si, pero muchos cayeron en Girau- dijo Tony-. Eso es lo peor, muchas vidas se han perdido. Helenna estaba mirando desde una de las pantallas de la nave Altaír. En sus brazos tenia un niño de aproximadamente siete meses, que jugueteaba con su cabello, que se había dejado crecer de nuevo. Vio las naves, a los cuales reconoció de inmediato, eran Vulkan. Al ver el planetoide, unas lágrimas llegaron a sus ojos, al recordar todo lo que había vivido allí. El niño la miró y le sonrió. Ella lo atrajo hacia sí y lo besó en la frente, después se retiró de la pantalla y lo acostó en una cuna. Lo dejó allí jugando con un juguete qué le habían hecho los treinards cuando nació. Ella miró de nuevo a la pantalla. Estaba deseando aterrizar en la colonia, volver a ver a Marc, a Ingrid y a Thomas, al pensar en él no pudo reprimir una sonrisa. Pero tal vez al aterrizar no estaban, ella sabía que habían combatido contra los dictadores, y que las bajas en el lado humano habían sido cuantiosas. Prefirió hacerse a la idea que alguno de ellos había muerto, aunque deseaba que eso no hubiera sucedido. - Mamá!- dijo el pequeño sonriendo. Ella salió de sus pensamientos y se volvió a él sonriendo, se acercó a él y acarició su cabello moreno. El niño tendió sus brazos hacia ella, riendo. Hanssen dio órdenes a sus hombres. Los cazas volvieron a los porta aeronaves. El almirante Jeranthalas también dio ordenes a sus pilotos, los cuales volvieron a las naves. Hanssen se reunió a sus oficiales. - Qué opináis? - Es Tony- dijo Marc- puedo poner mi mano en el fuego que es él. - Puede ser una trampa- dijo Lion-, no es la primera vez que se utiliza algo así, recuerden la guerra de Troya. - Estoy de acuerdo con Marc- dijo Thomas- he hablado con él y puedo afirmarlo con toda certeza. Qué dice usted, almirante? - He hablado con Tony, Lorchester y son ellos. El almirante Jeranthalas es sincero. Arthur? - No he tenido la oportunidad de hablar con ninguno- le contestó él-, pero conozco bien a Tony. Me fió de la palabra de Marc y Thomas, ellos se han llevado muchos años con él y creó que son los que mejor le conocen. - Bien, vamos a ayudarlos. Voy a mandar a la unidad Fénix con Marc al mando. Thomas y
Arthur serán sus ayudantes, usted Lion también los acompañara con un destacamento de soldados.- dijo Hanssen. La reunión continuó unos minutos más, después Hanssen la dio por terminada. Todos se levantaron y cuando Arthur iba a salir, Hanssen lo llamó. - Arthur, espera. - Si, señor. - Tengo que hablar contigo, de algo personal. Siéntate. Arthur se sentó. - He recibido una transmisión desde Jera- dijo el almirante-, y creó que debo ser yo quién te lo diga. - Qué ha sucedido? - Anja ha tenido a vuestro hijo. He decidido mandarte allí, para que así de camino conozcas a tu hijo. - Gracias, señor. - No me llames por el rango, Arthur. Al casarte con mi sobrina perteneces a la familia, igual que Marc. Prepárate para partir. - Si, Lars. Gracias de nuevo. Arthur saludó a Hanssen y salió por la puerta todo lo rápido que podía. En breves minutos salió del puerto con unos cazas en dirección a Jera.
3. LA ÚLTIMA BATALLA. AÑO: 2236 LUGAR: COLONIA ALTAIR-MARTE. Media hora después, una lanzadera de los treinards aterrizaba en el puerto. La compuerta se abrió y de ella salieron los supervivientes de la masacre de Girau. Entre ellos estaba Helenna, que llevaba en sus brazos a su hijo. Nada más descender de la nave, lo primero que hizo fue buscar a Tony con la mirada. Cuando lo vio, junto a Thomas y a Marc, les saludó con la mano. Rápidamente fue al encuentro de ellos. Thomas la observaba cuando se dirigía hacia ellos. Ahora la veía distinta. Ya no era la chica que habia compartido con él, Marc y Tony mil aventuras, era una atractiva mujer. Al llegar donde estaban ellos, le dio el pequeño a Tony, quien lo cogió amorosamente. - Marc, me alegro tanto de verte- dijo ella abrazándose a él, llorando-. Temía que algo os hubiera sucedido a Thomas y a ti. - No llores, Helenna- dijo Marc, también llorando-. Lo que importa es que de nuevo estéis aquí, con nosotros. Ahora miró ella a Thomas. Lo notó como siempre. - Bien, no vas a abrazar a tu admirador secreto- dijo Thomas, riendo. Ella se apartó de Marc y se abrazó a Thomas. Ninguno de los dos pudo soportarlo, ya que terminaron llorando como niños pequeños. - Thomas, te he echado tanto de menos- pudo decir finalmente ella. - Veis, por fin hay alguien qué me comprende- dijo Thomas, intentando ocultar sus emociones-. Déjame que te vea, estas estupenda. Ella le sonrió. - Os tengo que presentar a alguien- dijo ella, alargando sus brazos hasta donde estaba Tony con el niño. Lo cogió en sus brazos. - Mira, Tony, este es tío Thomas- dijo ella al pequeño. - Hola- dijo Thomas, cogiendo su mano, a lo que el pequeño se rió-. Veis, también le gusto. Marc y Tony se miraron y se rieron. - Mira- volvió a decir ella- este es tío Marc. Marc acarició la manita del pequeño. - Donde está Ingrid?, tengo ganas de verla- dijo ella. - Vendrá dentro de poco- le contestó Marc-. Con la llegada de la flota treinard mandamos a todos los civiles a la base de Jera. - Ya no está en el ejercito?- dijo ella extrañada. - Si, lo que pasa es qué está con nuestra hija- le contestó Marc-. No podía permitir que ellas se quedaran aquí, por si había una batalla. - Lo comprendo- dijo Helenna-. Así que ya tenéis una niña, como se llama? - Helenna, le pusimos Helenna como recuerdo a ti, aunque la llamamos Lenna- le contestó él. - Gracias, Marc- de nuevo se le saltaron las lágrimas. Ella le cogió la mano. - A mi nadie me pregunta!- dijo Thomas, haciéndose el enfadado-, desde luego, me tenéis olvidado. - Toma Tony- dijo Helenna, dándole el niño-. Veamos que te a pasado a ti?, por lo que veo continuas igual que hace unos años. - Si, eso es lo que tú te crees- le contestó Thomas-, ahora soy un respetado padre de familia. - Y yo soy la tonta que me lo creó- le contestó ella. -Tony, Marc, vosotros lo habéis oído, Helenna es tonta. Marc y Tony se rieron, las cosas volvían a ser como siempre. Arthur estaba cerca de Jera. Él guiaba al grupo hacia la colonia. No le hacia falta el ordenador de a bordo para saber que se acercaba a su casa, ya que conocía todo lo que rodeaba a la colonia. Como sabia, en pocos segundos se encontró delante de la colonia, aunque ahora tenía más vida que antes. Había orbitando cerca de ella una buena cantidad de fragatas, destructores, acorazados y algunas naves de reconocimiento haciendo su ronda. - Nave XF-233- dijo una voz a través de su sistema de comunicación de la nave de Arthurproceda a reconocerse. - Aquí caza XF-233, pilotado por el comandante Kier. Mis pilotos y yo venimos en misión especial. - Procedan a aterrizar en el muelle 56 de la colonia, si quiere le indicamos donde está. - No hace falta- dijo Arthur-, sé donde esta, gracias. Arthur guió hábilmente al grupo por la barrera de chatarra. Notó la diferencia de hacerlo en un
FG, ya que ahora podía esquivar fácilmente las dificultades. Ahora podía ver la entrada a la colonia. Observó que las antiguas defensas de la base habían sido reparadas. En unos segundos entró en la colonia. Sintió una extraña emoción al ver después de unos cuantos años la colonia donde había nacido y crecido. Veía los mares de chatarra y la Fortaleza al fondo. Viró en redondo, y vio la parrilla del muelle. Se dirigió a él. Desaceleró la nave y en unos segundos ancló la nave en la parrilla. Abrió la escotilla y salió del caza. En el pasillo se encontró a los pilotos y a un capitán, qué el coronel de la base había mandado para recibirlo. - Teniente aguarde instrucciones, dentro de tres horas nos vamos- dijo a uno de los pilotos. - Si, señor- dijo el joven saludándolo. - Mi comandante- dijo el capitán saludándolo-, me ha mandado el coronel Creen para recibirlo. - Gracias, capitán- dijo él devolviéndole el saludó-. Quiero ver de inmediato al coronel, ya que el almirante Hanssen me ha mandado en misión especial. Mis hombres necesitan descansar. - Se les acomodará, no se preocupe. Acompáñeme, el coronel está en la Fortaleza. Arthur lo siguió. En breves minutos llegó a la Fortaleza. - Así que le envía el almirante Hanssen?- dijo el coronel. - Si, señor. En este CD vienen las órdenes que me ha dado, espera qué usted las acepte. - Si, como no- dijo el coronel leyendo el contenido del CD-. Tiene usted libertad para ir a ver a su familia. - Gracias señor. - Dentro de tres horas todo estará preparado. Arthur salió de la Fortaleza. Mientras cruzaba las callejuelas, recordó escenas de su vida anterior. En pocos minutos alcanzó la parte de la ciudad donde vivía su padre. Las calles estaban llenas de gente y limpias, pero guardaban cierto aire que le resultaba familiar. Ahora la colonia le recordaba a sus mejores tiempos, antes de que no tuvieran recursos suficientes, cuando era él un niño. Llegó a un portal, en el cual se detuvo. Se acercó a la puerta y la empujó. Sabia qué su padre tenia la costumbre de no cerrar la puerta. Entró en el edificio. Todo estaba como antes. De pronto oyó un ruido detrás de él. Se giró rápidamente, con su pistola en la mano. - Soy yo, Arthur- dijo Ingrid, asustada-. Oí ruido y bajé. - Ah, Ingrid- dijo él guardando su arma-. Perdóname, pero ya sabes. - Si, te comprendo. Qué haces aquí?, pasa algo malo en Altaír? - No, no pasa nada. Me ha mandado el almirante para que conozca al pequeño. - Habéis vencido a los alienígenas? - No, no a hecho falta luchar, ya te contaré lo que a pasado. Donde están Anja y el niño? - Arriba, en tú antigua habitación. No dejó terminar a Ingrid, ya qué cuando ella dijo la última silaba, él ya había subido el último peldaño de la escalera. En pocos segundos entró en la habitación. Cuando entró vio a Anja, acostada en la cama y a su lado una cuna en la cual estaba el niño. Si hacer ruido se acercó a los dos. Observó al pequeño, qué estaba dormido. Después se sentó en la cama y acarició los rizos rubios de la madre; ella al sentir el contacto de sus dedos entreabrió sus ojos y lo vio, al principio creyó que se trataba de un sueño. - Arthur- dijo ella, casi en un susurro. - Si, cariño, soy yo. - Como estas?- dijo él. - Bien, lo has visto? - Si, está dormido. - Tráelo- dijo ella. - No me atrevo a cogerlo, se me puede caer. - No tengas miedo, c ógelo. Arthur se levantó de la cama y se acercó a la cuna. Cogió con cuidado al pequeño y lo llevó hasta donde estaba Anja. En ese momento entró Ingrid. - Qué ya estas ejerciendo de padre?- dijo ella sonriendo-. Cuando Marc cogió por primera vez a Lenna, creyó que podía rompérsele en las manos. - Si, es tan delicado y débil- asintió él, acercándose a la cama y sentándose en el borde, junto a Anja-. Cógelo, Anja. En ese momento el pequeño abrió los ojos y por primera vez vio a su padre. - Ves, cariño- dijo Anja-, ha abierto sus ojitos. Mira parece que te está sonriendo. El pequeño sonrió débilmente. Unas lágrimas brotaron de los ojos de Arthur. Ingrid se acercó a los tres, era la primera vez que veía a Arthur llorando. - Como estáis todos por Altaír? - Bien, muy bien- dijo Arthur mientras acariciaba las manos del pequeño-. Tenéis que
prepararos. Dentro de unas semanas volveréis a Altaír, cuando os cuente lo que ha pasado no os lo vais a creer. Mejor no os voy a contar nada, ya lo veréis por vosotras mismas. - No nos tengas en ascuas- dijo Anja-, qué ha pasado? - Un milagro- dijo él-, es algo maravilloso. Los alienígenas se han aliado con nosotros. Ya no hay guerra. - Me alegró- dijo Ingrid-, ya no morirán más inocentes. - No seas tan optimista, Ingrid, los alienígenas que han llegado a Altaír venían a pedirnos ayuda. Hanssen a organizado al escuadrón para entrar en combate ya, vamos a mandar muchos pilotos y soldados, pero todo no es tan malo, cuando estéis allí ya lo veréis. - Cuando estemos allí?- dijo Ingrid sonriéndole-, me lo vas a contar ahora. Arthur le dio el niño a Anja. - No, se lo he prometido a Marc y Thomas. Prepáralo todo, Ingrid, volvéis a casa dentro de unos días. Varias horas después, Arthur volvió a Altaír con varios destructores y acorazados, que se unieron a la armada que se estaba reuniendo allí. Arthur las vio al llegar con sus naves, el espectáculo era magnifico, las naves treinards se mezclaban con las terrestres, formando una amalgama de formas y tonalidades. Las gigantescas naves alienígenas contrarrestaban con los pequeños pero letales cruceros terrestres. Un oficial se acercó a él. - Mi comandante, hemos recibido una comunicación del alto mando. Estas son las ordenes. Arthur tomó las órdenes del joven oficial y las leyó someramente. - Bien teniente, que preparen una lanzadera. - Si mi comandante- dijo el chico. Saludó a Arthur, dio media vuelta y dio las ordenes pertinentes. Media hora después, Arthur se reunía con todos en la nave insignia, un acorazado que pertenecía a la flota del almirante Jeranthalas. Allí estaban, aparte de él, Tony, Marc, Thomas, el comandante Lion, el almirante Jeranthalas, Hanssen y el general Lorchester. - Bien muchachos- dijo Hanssen-, os vamos a explicar el plan que hemos ideado el almirante Jeranthalas, el general Lorchester y yo. Y diciendo esto, Jeranthalas oprimió un botón y ante todos apareció un gráfico tridimensional de la base de los rebeldes. - Este es nuestro planeta base, Idarán, aquí es donde los dictadores nos tienen asediados- dijo él. Sus cruceros, destructores, acorazados, cazas y naves nodriza nos tienes acorralados en este planeta. La situación es muy crítica, ya que la munición se está acabando, la mayoría de los soldados que tenemos allí están heridos o muertos, los civiles que se quedaron allí intentan ayudar a los militares a defender el planeta. Las tropas de los dictadores tienen tomadas estas zonas de aquí- dijo él señalando varias partes del mapa-, por lo cual nuestras tropas están rodeadas. Aparte de esto, hay una barrera formada por naves de combate, destructores y cruceros rodeando el planeta que tienen órdenes de destruir cualquier nave que intente salir o penetrar en él. - Es cierto- dijo Tony asintiendo-, el planeta esta rodeado por numerosas naves, nos será muy difícil penetrar esta barrera. - Tiene razón comandante, pero tenemos una posibilidad de pasarla- le contestó Lorchester-, si lanzamos un ataque directo podemos atravesarla. El almirante Hanssen les explicará como. - Con una escuadra de naves- empezó a decir Lars- podríamos crear la suficiente confusión como para atravesar la barrera. Detrás de ellos podría ir un escuadrón de apoyo, con el cual irían las naves de combate con tropas de tierra. Mientras esto suceda, las naves de gran tonelaje, entiéndanse por cruceros, acorazados, corbetas, atacarán a las naves de los dictadores que están estacionadas alrededor del planeta. - Bien- dijo Jeranthalas-, dentro de cinco horas partiremos hacia Idarán, tenemos que tenerlo todo preparado para entonces y recuerden, el planeta está aproximadamente a unos dos días de viaje. El almirante dio por finalizada la reunión, pero Hanssen les pidió a Tony, Marc, Thomas y Arthur qué se quedaran un momento ya que iba a hablar con ellos. - Bien chicos, he pensado que debía deciros esto, Marc tú vas a dirigir el ataque de los cazas a la flota enemiga. Thomas, Tony y Arthur te apoyarán a corta distancia. - Gracias, Lars, pero creó que no estoy capacitado para ello, no he luchado nunca contra naves de combate de los treinards, solo contra pequeños acorazados y como mucho cruceros de poco tonelaje, Tony esta más capacitado para ello. Thomas y Arthur asintieron. - Bien, qué dices Tony? - No sé lo que contestar- dijo él-, pero creó que Lars tiene razón, oficialmente tú eres el oficial
de mayor rango, Marc. - En teoría sí- le contestó Hanssen-, pero según me informado no lo es, eres tú Tony. He hablado con el senador de nuestra zona y me han dicho que se ha enterado de que próximamente serás ascendido de coronel a general, por los meritos recibidos en combate. - Lars, soy comandante, no coronel- le respondió Tony. - Si, pero todos los caídos en Girau fueron ascendidos oficialmente por la ONU. En tú caso fuiste ascendido a coronel y Helenna a comandante. - Tony acéptalo- dijo Thomas-, contigo dirigiéndonos estoy seguro que les venceremos. Además será como antes, los chicos del escuadrón Fénix estarán deseando que tu los dirijas. - Bien, acepto. Pero será como los viejos tiempos, Marc tu serás mi segundo. - No te preocupes, amigo- le contestó Marc. Tony volvió a la casa donde provisionalmente los habían alojado. Al entrar en ella, vio como Helenna estaba jugando con el pequeño, sin decir nada los observó a los dos. Tenía una familia, tenia a Helenna y a su hijo para apoyarse cuando todo iba mal y no quería perder a los dos por nada del mundo. Helenna se dio cuenta de qué Tony estaba allí. - Mira quien ha llegado- dijo ella acercándose a Tony con el niño-, es papa. Ella besó a Tony, y el pequeño, nada más ver a su padre salto a sus brazos, el pequeño lo abrazó. Tony, quien en otro tiempo no se hubiera inmutado, se emocionó y unas lagrimas cayeron por su mejilla. Helenna se percató de ello. - Que te pasa, cariño?- dijo ella con voz dulce. - Dentro de tres horas partimos hacia Idarán con los chicos. Voy a dirigirlos en el ataque. - No es la primera vez que lo haces, Tony. - Si, ya lo sé, pero hace mucho que no estoy con ellos, no sé si me aceptarán. - Claro que te aceptarán- le contestó Helenna-, pasamos mucho juntos, primero en el campamento, después en la Luna, luego aquí en Altaír y en Girau, además has demostrado ser un líder competente cuando dirigiste a los treinards en los combates contra los dictadores, ellos te admiran y te seguirán ciegamente a donde sea. - Si, lo sé, pero ahora no sé si estoy preparado. Antes no tenia nada y no me importaba arriesgar mi vida, ahora os tengo a ti y a Tony, quiero verlo crecer. - Te comprendo cariño, pero Marc, Thomas y Arthur están en tu misma situación. Pero ellos no tienen una cosa que tú tienes. - Qué? - Una mujer que va estar junto a ti durante todo el combate- le respondió Helenna- y no me contradigas, voy a ir contigo. - Otra vez lo mismo, Helenna- le respondió Tony medio enfadado-, esta conversación ya la hemos tenido antes. Tú te quedas aquí, tienes que cuidar del niño. - El niño se puede quedar con Laran- le respondió ella-, Tony y ella son muy buenos amigos, verdad cariño? El niño se rió, como contestando a la pregunta que le había hecho Helenna, quien le acarició el rostro delicadamente. - Pero... Hel... - No hay nada más que hablar, yo voy- interrumpió Helenna a Tony-, me necesitaras cerca de ti. Además estaré más tranquila, esperarte aquí seria una tortura para mí. - Bien- le contestó Tony-, contigo no puedo discutir, cariño. Tenlo todo preparado. - A la orden mí comandante- dijo Helenna sonriendo. - Ah, se me olvidaba, Lars me ha dado una noticia qué desconocía, he sido ascendido a coronel y tú a comandante- le dijo Tony dándole el niño y se dirigió hacia una habitación contigua donde intentaría dormir un rato. Ella le sonrió y miró a su hijo; por un momento pasó por su mente que esta podía ser la última vez que lo vería, que lo podría abrazar y acariciarlo. Esto hizo que de sus bellos ojos cayeran unas lágrimas. Dos horas después, el puerto era un ir y venir de naves de transporte. Estas tomaban tierra y se alineaban en las pistas, esperando que fueran abordadas por los soldados. Por el azul cielo de Altaír cruzaban naves Vulkan que se dirigían hacia los cruceros terrestres que las esperaban en orbita alrededo r del planetoide. Tony, vestido con su nuevo uniforme de coronel, lo veía desde lo que antes fue su despacho en el escuadrón Fénix. La explanada estaba llena de gente, soldados, mecánicos y de pilotos, sonrió al reconocer a algunos de ellos, chicos que habían estado en Girau y que gracias a él estaban vivos. - Cariño- dijo la dulce voz de Helenna, la cual lo sacó de sus observaciones. Tony se giró y vio a ella vestida con su uniforme de piloto, se acercó a ella.
- Hola- le contestó él besándola. - Cuando nos vamos?- le pregunto. - Dentro de un rato, ya están subiendo los soldados y los pilotos están trasladando sus naves a los cruceros, como estas? - Un poco nerviosa, hace mucho que no piloto un Vulkan y no sé si todavía estoy adaptada a ellos. - Si quieres te asigno a un Serian treinard, vamos a llevar unos cincuenta en el escuadrón- le contestó Tony. - No, no hace falta, sabes que esos cazas no me gustan. - Si, por eso te lo digo, cariño- dijo Tony abrazándola-, me gustas cuando te enfadas. Tony la besó, justo en el momento que Thomas y Marc entraban por la puerta del despacho. Thomas fue el primero en hablar. - Bien, parejita, dejadlo ya, nos tenemos que ir. Tony y Helenna le sonrieron, pese a los años que habían pasado, Thomas continuaba igual de oportuno que siempre. - Bien, partamos- le contestó ella. Las naves de transportes se dirigían a los acorazados y cruceros cargadas de soldados. Después estos serian trasladados a las naves de combate desde donde saldrían para la superficie del planeta. Pero estos transportes no solo iban cargados con soldados, en ellos también iban alimentos, medicinas y armamento variado, desde fusiles de fotones hasta los poderosos carros de combate, aceleradores de partículas y material para construir fortificaciones. En el puerto, Tony montó en su caza. Bajó por la escalerilla hasta el interior del caza y una vez allí se acomodó en la "jaula". Cogió un mini auricular con micrófono que había en la nave y se lo puso en su oreja, rápidamente empezó a operar con el sistema, lo recordaba como si fuera ayer la última vez que hubiese montado en uno de los cazas. Puso los motores en marcha y varios segundos después ya estaba sobrevolando la superficie del planetoide. Al principio le costó un poco, pero después de unos segundos lo controlaba perfectamente, estaba absorto mirando el paisaje cuando notó que su comunicador zumbó. - Que tal lo llevas?- le dijo Marc. - Bien, al principio me costó un poco, pero ya lo controlo. Y Helenna? - Viene dando tumbos detrás de mí seguida por Thomas. Me preocupa un poco, antes de entrar en el caza me ha dicho que hace unos años que no pilota un Vulkan. - Si, lo sé, pero lo único que le falta es un poco de práctica, dentro de unos segundos lo dominara. - Estáis hablando de la loca que va delante mía?- salió de repente la voz de Thomas-, he estado a punto de chocar tres veces con ella por que pilota tan mal... Fue cortado por la dulce, pero enfadada voz de Helenna. - Oye guapo, aquí si hay algún loco lo eres tú!. Sales de la parrilla a toda velocidad y un poco más y chocas conmigo. - Si, pero por que tu vas muy lenta, querida- le respondió Thomas. - Bien chicos, dejadlo ya- los cortó Tony- tomad rumbo al sector 25.45, nos veremos en la nave nodriza dentro de unos minutos. - Entendido Tony, voy detrás de ti le contestó Marc. Las tres naves aceleraron hasta abandonar la superficie del planetoide. Una vez que estaban en el espacio veinte naves más se unieron a ellos. Estas eran naves de combate treinards, pequeños bombarderos que se iban a unir a la unidad de Tony. - Aquí el capitán Jarthas, mi coronel- dijo una voz. - Hola capitán, bienvenido- le dijo cortésmente Tony-, y gracias por aceptar la oferta de unirse a nuestro escuadrón. - Es un placer, señor- dijo el hombre-, ambos luchamos por lo mismo, además todos los treinards le debemos muchísimo ya que gracias a usted derrotamos a esos cerdos en batallas, para mi unidad es un honor. - Síganos capitán, venga usted detrás de nosotros- le respondió Tony. El grupo de naves, en pocos minutos llegó hasta donde estaba la nave nodriza, la gigantesca nave de combate del almirante Jeranthalas. - Helenna, Thomas, Marc, seguidme, vamos a la cubierta cinco; usted capitán va a la cubierta cuatro.
- Entendido coronel- le respondió la voz del capitán-, cuando aterricemos nos veremos en la nave. Los Vulkan se separaron de las naves treinards y se dirigieron hacia una de las cubiertas interiores. Pocos segundos después, ante los tres se alzaba una gigantesca parrilla de lanzamiento, capaz de albergar en su interior los diez mil cazas que iban a participar en el ataque. Helenna guió su nave hasta llegar a la parrilla, una vez que la nave estaba asegurada apagó el motor y abrió la trampilla, por la cual salió a la parte superior de la parrilla donde la esperaban Tony, Marc y Thomas. - Por fin has llegado!- le dijo Thomas nada más verla-, al parecer continuas siendo tan lenta como siempre. Helenna, enfadada como la mayoría de las veces que Thomas se metía con ella se acercó a él. - Si, listillo, para tú información llevo más de dos años que no piloto un Vulkan. - Si, ahora me vienes con excusas- le contestó Thomas. - No son excusas...- le contestó ella, pero fue cortada por la mirada de Tony-, bien dejemos de discutir, se que con ello no vamos a ningún sitio. - Marc, ven conmigo, vamos a presentarnos al almirante Jeranthalas. Tú y Thomas id a la cubierta seis, allí encontrareis Arthur, ayudadlo en lo que podáis. - Entendido, Tony- le contestó Thomas. - Ah, Thomas estas al mando, ya sabes lo que te digo, compórtate- dijo Tony. - No te preocupes- le contestó él. Los cuatro estaban en la parte superior de la parrilla, junto a ellos había dos pasillos, uno a la derecha y otro a la izquierda. Tony y Marc fueron el de la izquierda, mientras que Helenna y Thomas tomaron el de la derecha. Aún cuando se habían alejado los dos bastante de Marc y Tony se podía oír como discutían. - Crees que es una buena idea dejar a esos dos solos?- le preguntó Marc. - Si- le respondió Tony-, los dos llevan mucho tiempo sin verse, además Helenna necesita tranquilizarse un poco. - Tú sabrás lo que haces, pero Helenna y Thomas son una bomba de relojería mal sincronizada, no se sabe cuando van a estallar. - Por que te crees que los he mandado con Arthur?, el chico sabrá como mantenerlos ocupados a los dos. Los dos continuaron andando. Marc observaba la gigantesca nave, era como una ciudad en el espacio, cuando iban hacia el ascensor que los llevaría al puente de mando, la pudo observar desde dentro. - Esto es magnifico!- exclamó Marc. - Si, en esta nave hay toda una ciudad. Cuando se levantaron en armas contra los dictadores mataron a muchos familiares de los rebeldes, así que ellos, para proteger a sus familias construyeron naves como estas, unas veinte. Son poderosas, armadas con las armas más mortíferas que puedas o hayas visto. Mira, ya estamos llegando. El ascensor se paró, sonó una especie de campana y la puerta se abrió. Los dos hombres entraron en la sala de mando, el puente de la nave. El puente era bastante sobrio y austero para tratarse de una nave tan grande, los controles estaban repartidos inteligentemente, sin formar grandes amasijos de personal, al entrar en él pudieron observar que cada uno estaba en su puesto, presto para recibir las órdenes del almirante. Este estaba dando hablando a uno de los subordinados, pero al ver a Tony y a Marc, rápidamente fue a su encuentro. - General Lefebre, Tony, bienvenidos a mi nave!- le saludó el hombre afablemente, haciéndoles una reverencia con la cabeza. - Encantados de estar aquí- le respondió Tony de la misma manera, realizando este también un movimiento con la cabeza. Marc, al ver que Tony lo hacia también lo hizo él, más tarde le explicó Tony que esa era la forma en la cual los treinards saludaban a sus invitados. - Bien, todo esta listo- les dijo el almirante-, solo quedan por entrar en las naves las tropas terrestres. - Si, cuando salimos de Altaír, las últimas naves de transporte salieron. Todos mis pilotos están ya preparados, listos para el combate- le contestó Tony. - Muy bien, dentro de dos días llegaremos a Idarán, pero casi un día antes de llegar tendremos ya informes de las naves espías, para ver si nos tienden alguna trampa. - Perdone, almirante- inquirió Marc-, pero según puedo adivinar, los dictadores nos esperaran. - No lo sé, general- le respondió el almirante-, pero pueden haber reforzado las defensas después de nuestra huida, tenemos qué estar preparados. - Bien Jeranth- dijo Tony-, veo que está muy atareado aquí, nos retiraremos ya que tenemos mucho que hacer y poco tiempo para prepararlo.
- Como gustes, Tony, pero antes de irte quiero saber una cosa, vuestros cazas tienen blindaje antienergia? - Si, disponemos de un sistema antimisiles energéticos bastante fiable- le respondió Marc-, en nuestras batallas contra los dictadores los utilizamos con bastante éxito. - Si, tenemos noticias, pero por lo que veo el problema del rayo energético no lo solucionaron, no? - Si, es cierto- le volvió a contestar Marc-, pero el profesor Kristianssen estaba en ello antes de irse a Jera. - Nosotros tenemos un dispositivo que los elude en un porcentaje bastante alto, si quieren ustedes podría facilitarle el acceso a suficientes dispositivos para sus naves. - Como guste, almirante- le respondió Tony. - Bien, dentro de una hora los tendrán listos, mis ingenieros les dirán a los suyos como acoplarlos a las naves. - Muchas gracias, señor- le respondió Marc cortésmente. El almirante hizo un gesto con la cabeza que fue respondido por los dos. Una hora después, en las cubiertas donde había naves terrestres había un bullicio ensordecedor, varios cientos de ingenieros y mecánicos tanto humanos como treinards trabajaban sin cesar en las naves, tanto en los cazas Vulkan como en los acorazados, corbetas, fragatas, destructores, naves de combate y naves de transporte, colocando los nuevos dispositivos antienergia. Ajena a todo esto, Helenna estaba en una cámara que le habían asignado para Tony y ella. Tony en aquel momento estaba revisando los trabajos en los cazas y ella se suponía que debería estar preparando los planes de batalla, se suponía por que en realidad estaba sentada mirando los planes, pero con el pensamiento a varios miles de kilómetros, en Altaír. Desde que salieron de Altaír tenia un presentimiento, una inquietud que hacia que se sintiera mal, pensaba en su niño pequeño, como si fuera esa la última vez que lo viera y esto la hacia sentirse mal, muy mal. Cuando estaba con Tony y el resto intentaba ocultarlo, pero ahora que estaba sola lo sentía, era como un dolor que le sacudía el corazón. Y cuando sentía eso lo único que podía hacer para remediarlo era llorar; las lagrimas le caían por sus mejillas, enrojeciendo sus bellos ojos grises. Se levantó de la silla y dirigió sus pasos hacia el camastro que había en la habitación, donde se dejó caer, y cuando estaba tendida cerró sus ojos. Estaba en Altaír, junto a ella estaban Tony y el niño, los dos jugando. Ella estaba en los brazos de Tony, mientras el niño jugaba en su regazo. Cerró sus ojos, ahora se sentía bien, protegida, feliz... - Helenna- oyó como la llamaba Tony. - Si, cariño- le respondió ella abrazándose a él. - Despierta cariño, tenemos reunión. Ella se sentía confundida, abrió sus ojos. Delante de ella estaba Tony, enfundado en su traje de piloto. - Venga, dormilona, tenemos que irnos- le dijo Tony, quien se sentó a su lado en el camastro. Ella le sonrió y se levantó de él. Tony la observó, noto algo raro en ella, no sabia lo que era pero lo sentía, se acercó a ella. - Que te pasa, Helenna?, te noto triste. - A mí?- le respondió ella-, nada, cariño. - No me mientas, te conozco muy bien. Helenna no pudo soportarlo más. Se abrazó a Tony y comenzó a llorar. - Que te pasa?, no llores- dijo él, acariciándole el rostro-. Es por algo que te he dicho? - No, Tony, son cosas mías, tú no las comprenderías. Tony levantó su rostro y la observó, las lágrimas le recorrían sus mejillas, cayendo por su barbilla. Comprendió que le pasaba algo grave, solo la había visto en aquel estado durante el presidio en la nave de los dictadores, cuando estuvieron a punto de morir los dos. - Estas preocupada, no? Ella no le respondió, no podía hablar, pero asintió con la cabeza. Él la abrazó aún más fuerte. - En este estado no te puedo permitir que entres en combate, si no me dices lo que te sucede te quedaras aquí, serias un peligro para la misión. - No, Tony, por favor- le respondió ella-, te lo contaré. Desde que salimos de Altaír tengo un presentimiento, un oscuro presentimiento. - Cuéntame. Tony sacó un pañuelo y le limpió las lágrimas de su bello rostro. - Creó que no volveré más a ver a mi pequeño.
- No seas tonta, Helenna- le contestó él abrazándola-, vamos a volver a verlo, lo veremos crecer juntos, cariño. Helenna lo abrazó, lo cual la hizo sentirse mejor, aliviada de una pesada carga. - Bien, ahora ve al cuarto de baño y ve a lavarte la cara, estas horrorosa, si todos te ven entrar así pensaran que eres muy fea, así no podré presumir de ti- le dijo él acariciándole el rostro-, te esperaré. - No hace falta, dentro de cinco minutos me reúno contigo, vale?- le contestó ella. - Entendido, cariño, la reunión es en el sector siete, en la cubierta diez. Helenna fue al cuarto de baño, Tony movió su cabeza, como diciendo "vaya las ideas que tienes" y salió de la habitación. Una vez en el pasillo, pensó sobre lo que le había dicho ella. No era tan descabellado, cualquiera de los dos podría caer en la batalla que se avecinaba, quizás los dos, y entonces Tony estaría solo en el mundo. Rápidamente apartó esa idea de la cabeza, él y Helenna sobrevivirían, tenían que hacerlo, se habían enfrentado a todo y a todos; habían salido victoriosos, inclusos ante la muerte en Girau. Si, eso le hizo fortalecerse, habían vencido una vez a la muerte y ahora lo harían otra vez. Dirigió sus pasos hacia el ascensor, al llegar a la puerta pulsó el botón digital y esta se abrió ante él. Entró en el ascensor y pulsó el botón correspondiente al sector siete, donde tendría lugar la reunión. El ascensor se puso en movimiento, unos segundos después la puerta se abrió. Tony salió y se dirigió hacia la cubierta diez, pero al girar en un recodo se tropezó con Arthur, Thomas y Marc, los tres se dirigían hacia la cubierta. - Hola Tony- dijo Marc-. Y Helenna? - Vendrá dentro de un minuto- le contestó Tony-, adelantémonos nosotros y preparémoslo todo. Los tres asintieron, y se encaminaron los cuatro hacia la cubierta. Mientras, Helenna terminó de arreglarse; ya estaba mejor, las palabras de Tony la habían reconfortado y le habían hecho ver que todos sus presentimientos eran una tontería, ahora se sentía feliz, contenta. Se miró al espejo, se recogió el cabello en una larga cola, cogió la cartuchera que tenia en la cama y se la puso alrededor de su delgada cintura, se volvió a mirar al espejo. - Perfecto!- dijo ella-, vamos a la reunión! Acto seguido cogió un CD de la mesita y se dirigió a la puerta, la cual se abrió automáticamente. Dirigió sus pasos hacia el ascensor qué antes había tomado Tony y pulsó el botón de llamada, esperó unos segundos, sonó un ligero sonido y la puerta del ascensor se abrió. Unos treinards salieron de él, entonces ella entró en el ascensor y pulsó el botón del sector siete. Unos segundos después, el ascensor llegó a su destino, la compuerta se abrió, ella salió del ascensor y se dirigió hacia la cubierta diez. Cuando llegó allí la reunión estaba a punto de empezar, observó la sala y allí vio rostros muy conocidos para ella. Allí estaban, aparte de Arthur, Marc, Thomas y Tony, Gerard Martins, Franz Klein, Mary Harris, Paula Ciciani, Rebeca García, Iñigo Martínez y Alan Michaels. - Bien, Helenna, ya era hora que vinieras- le dijo Marc. - Perdonad, habéis empezado ya? - No- negó con la cabeza Arthur-, todavía no hemos empezado. - Bien, ya estamos todos- dijo Tony-, antes de todo, ponednos en antecedentes. - Bien, Tony- le contestó Alan-, debo de decirte que los chicos se alegran de tenerte a ti y a Helenna entre nosotros; también debo de informarte del estado en el que se encuentra la unidad Fénix. Originariamente la unidad está compuesta de dos unidades, Medusa e Hidra, y cada una de ellas compuestas a su vez por doce alas. Actualmente, después de el último enfrentamiento que tuvimos contra los dictadores estas quedaron muy reducidas, algunas de las alas fueron destruidas, por lo cual de las doce alas originales solo quedan ahora siete, las que dirigimos los que estamos aquí. - Por ello cuando llegamos a Altaír después de nuestra última misión- continuó Marc-, algunos de los mejores cadetes fueron ascendidos a tenientes, aquí tienes la lista de ellos, a los cuales les dimos el mando de una ala. La unidad está ya completa, pero estos chicos no tienen mucha experiencia en combate, mejor dicho nula. - Entendido- le contestó Tony-, aquí también pone que hay dos oficiales que están de baja, no? - Si, son Ingrid y mi esposa- le contestó Thomas-, tienen permiso de maternidad, sus alas son comandadas por sus subordinados. - Bien, también veo aquí que Arthur está libre, no tiene ninguna ala a su mando. - No, veras Tony, en realidad si tengo un grupo de alas- le contestó él-, lo que pasa es que estas no pertenecen a la unidad Fénix, forman parte de la fuerza defensiva de Altaír, Ingrid es mi segundo en el mando. - Comprendo perfectamente, bien, vamos a reorganizar las alas. Cuéntalo tú Helenna. - Bien, lo he hecho muy aprisa, pero empecemos. La unidad va a ser dividida en cuatro grupos, uno mandado por Tony, otro por Marc, Thomas y Arthur. Alan y Rebeca, iréis con el grupo de Tony, Mary e Iñigo iréis con Thomas, Gerard y Paula con Marc y Franz y yo con el grupo de Arthur; los cadetes serán
nuestros ayudantes, ellos se encargarán de los grupos de pilotos. - Esas son las ordenes, pero antes de todo os voy a recordar algo- les dijo Tony-, esta batalla será la peor de todas en las que habéis estado, muchos de los nuestros caerán en combate, por eso os pediría que los que vengan sean voluntarios. Exceptuando los mil que irán con Arthur, el resto de los pilotos que vayan con Marc, Thomas y conmigo estarán en peligro, nos enfrentaremos directamente al enemigo, lucharemos contra sus naves de mayor tonelaje y potencia de fuego, esto también va dirigido a vosotros, si alguno quiere abandonar lo comprenderé. El silencio se hizo en la pequeña sala. Todos los presentes se miraron unos a otros. - Creó que habló por todos- dijo Alan rompiendo el silencio-, Tony, durante todos estos años hemos admirado el sacrificio que Helenna, tú y el resto de los qué se quedaron en el planetoide hicisteis por nosotros, seriamos unos desagradecidos sino fuéramos con vosotros. Tony los miró a todos, quienes asintieron a las palabras de Alan. - Bien, chicos, recordad decírselo a los pilotos. Creó que podemos dar por acabada la reunión, preparadlo todo. Todos se levantaron de sus asientos y se dirigieron a la puerta. - Espera, Arthur, tengo que hablar contigo - dijo Tony. Los dos se quedaron solos. - Antes de que entremos en combate quería hablar contigo a solas- le dijo Tony-, como os encontráis Anja y tú? - Muy bien, la vi antes de salir y está muy bien, con mi hijo en Jera. - Me ha perdonado?, sabes por que te lo preguntó. - Si- asintió Arthur-, lo sé. Ya conoces a Anja, es muy testaruda, pero no te preocupes, hablaré con ella. - Gracias, Arthur. Además quiero pedirte un favor, he asignado a Helenna tu compañía. - Si, ya lo he visto. - Necesitaras una mente despierta cuando estéis allí, en el planeta, alguien que lo conozca, pero aparte de eso también es para apartarla del combate que vamos a mantener contra las naves de los dictadores. En el planeta estaréis a salvo, solo deberéis de preocuparos de la entrada en la atmósfera, cuando atraveséis la muralla de naves, quiero pedirte algo. - Lo que quieras, Tony. - Protege a Helenna, es una de las dos cosas más importantes que tengo en esta vida, si a ella le sucediera algo no sé que haría. - No te preocupes, siempre irán con ella un par de pilotos. Algo más? - Si, he visto la lista de pilotos y hay un nombre que me resulta familiar, es de la compañía de Marc, Michael Kristianssen. - Si, el hermano de Ingrid, es uno de los tenientes recién ascendidos. - Me parecía, antes de entrar en combate quiero hablar con todos los chicos para explicarles a lo que se enfrentan. Ah, se me olvidaba, con tu grupo irán unos bombarderos treinards, cuando leas las ordenes lo veras. - Entendido. Me retiraré para prepararlo todo. Arthur saludó militarmente a Tony y se retiró. Tony cogió sus cosas y dejó también la sala. El ajetreo que había en la cubierta se trasladó pronto a los pilotos, quienes preparaban sus cazas para tenerlos a punto. Ya faltaban unas pocas de horas para que los inmensos acorazados treinards llegaran a Idarán. En ese momento, Helenna y Franz revisaban las armas que serian cargadas en los cazas pertenecientes al grupo de Arthur. - Esto ya esta, Helenna- le dijo él-, los misiles ya han sido cargados en las naves. - Bien, todavía nos quedan unas horas hasta llegar al planeta, así que será mejor que descansemos. - Quiero preguntarte algo, Helenna. - Dispara Franz. - Tony y tú habéis luchado contra ellos, contra sus gigantescos acorazados. - Si, nos hemos enfrentado a ellos varias veces. - Son tan temibles?, sé que su potencia de fuego es increíble. - Si, vimos a muchos amigos nuestros caer contra ellos. No sé si lo sabrás, pero los cazas treinards son más fuertes que los nuestros y aún así tienen poco que hacer delante de un acorazado, incluso sus destructores. - Si te digo la verdad, me gustaría estar en el grupo de Tony o en el de Marc y enfrentarme a uno de ellos, Heindric fue destruido por un acorazado, así como Marta, me gustaría destruir uno y así
vengarlos. - Si, te comprendo, la verdad resulta extraño no ver aquí a ninguno de ellos, ni a Heindric, Marta, Linda, Stan y a Martin. Siempre os recordábamos cuando estábamos Tony y yo como ahora, listos para entrar en combate. - Hay que hacerse a la idea de que ya no están aquí- le contestó Franz-, al principio a uno le falta algo, sobre todo cuando has compartido con ellos tanto. - Si, esto me recuerda cierta vez, cuando estábamos en la Luna, cuando murió Jeanne... - Si, me acuerdo de ello. Bien, volvamos al trabajo y dejemos de estar tristes. - Si, volvamos al trabajo. Helenna y Franz continuaron con sus tareas, mientras en la cabeza de ella revoloteaba el recuerdo de sus compañeros caídos. Una hora después, Tony, Marc, Thomas y Arthur se reunieron con los veinticinco cadetes recién ascendidos. - Bien, muchachos- dijo Tony-, no sé si me conoceréis algunos, pero para quienes no me conozcan les diré que soy el coronel Sánchez, vuestro oficial al mando. Os he reunido para explicaros la misión que vamos a llevar a cabo. - Bien, tenientes- dijo Arthur-, nuestra misión es la de abrir una brecha en las defensas enemigas en el sector oeste y penetrar en el planeta para que las naves de combate desembarquen personal de tierra, vehículos de combate y materiales. Dispondremos de mil quinientos pilotos, los cuales dividiremos en tres grupos. El primero, mandado por mí, tendrá como misión destruir las baterías de energía enemigas. El segundo grupo, a cargo de la comandante Kraüs se encargara de la protección de las naves de combate, mientras que el tercero, mandado por el comandante Klein se encargara de bombardear el puerto enemigo. Todo está en las órdenes que tienen ustedes. - Bien, al resto les diré lo siguiente- dijo Tony-, mientras ellos hacen eso en el planeta, nosotros nos encargaremos de causar el mayor daño posible en las naves situadas en el espacio. La misión es muy difícil, ya habrán hablado los oficiales con vosotros y os han comunicado que quizás no volvamos a Altaír todos, por lo qué solo quiero voluntarios para esto. El general Lefebre les explicará el resto del plan. Marc dio un paso al frente y comenzó a explicarlo. - Nos vamos a dividir en tres grupos, el grupo del coronel Sánchez se encargara de atacar en el sector norte, el del coronel Simonsen el sector este y el mío el sector sur. El ataque será sincronizado, a la vez. Quiero informarles de lo siguiente, en estos sectores se hayan los acorazados enemigos, por lo que soportaremos un fuego más potente, como saben, estas naves están equipadas con los letales rayos energéticos. - Perdone, mi general, pero los ingenieros treinards están dotando nuestras naves con un sistema defensivo antienergetico- le contesto uno de los chicos. - Si- afirmó Marc-, pero este sistema solo resiste cada vez una andanada, después de haber recibido el ataque deberán de esperar unos segundos hasta que el sistema esté de nuevo estable. Como iba diciendo, nos enfrentaremos a los acorazados, por lo cual les pido que extremen su defensa, eso es todo. - Bien, dentro de aproximadamente media hora llegaremos al planeta- dijo Tony-, así que prepárense. Tony dio por concluida la sesión. Los chicos se levantaron de sus asientos y se dirigieron hacia la puerta de la sala. El capitán Jarthas estaba en su casa junto con su mujer y sus tres hijos. Sabía que en media hora llegarían a Idarán. - Bien querida, ya vamos a llegar a casa. - Si, esposo mío, lo sé. Aquí están tus hijos, se quieren despedir de ti. Detrás de la mujer había dos chicos y una chica. El hombre se acercó uno a uno a ellos. - Bien Seris, eres el mayor- le dijo a un chico que aparentaba unos ocho años-, tienes que cuidar de tú madre y de tus hermanos mientras esté fuera. - Si, padre, no te preocupes- le contestó el niño sonriéndole. El capitán se acercó al otro chico, menor que su hermano, a quien le acarició la cabeza. El niño se abrazó a él. - No quero que vayas, papa!- le sollozó el pequeño. - Compórtate, Igfrid!- le regañó su madre-, tu padre... El hombre cortó a su esposa, cogió al pequeño en brazos y lo alzó. - Igfrid, tengo que ir- le dijo el hombre acariciando su pequeña cara-, ya te he contado lo que pasa.
- Si, lo sé- le contestó el niño -, los dictares tienen a Sheri en el planeta rodeado, vais a ayudarlo. - Si, eso es- dijo el hombre sonriendo, el niño era pequeño y todavía no hablaba muy bien, aunque entendía lo que le decía su padre- lo has entendido, por eso tengo que ir, nuestros hermanos necesitan ayuda. El niño asintió y se abrazó al cuello de su padre. Este, delicadamente lo posó en el suelo. Ahora se acercó a la pequeña, una niña que aparentaba tener unos tres años. - Mi princesita- le dijo el hombre. - Apa, te quero- le dijo la niña. - Yo también a ti- le contestó el hombre, besándola en su feliz carita. Después se acercó a su mujer, la cual lo abrazó. - Ten cuidado- le dijo la mujer llorando. - No te preocupes, querida, dentro de unas horas estaré de nuevo aquí contigo y los niños. La mujer se separó de él. Cada vez qué él tenia una misión le repetía lo mismo y volvía. El hombre dio media vuelta y se dirigió a la puerta, la cual atravesó en pocos segundos. Al salir pudo escuchar el sonido de unos sollozos, lo cual hizo que unas lagrimas cayeran por su ajado rostro. Mientras, en el puente de mando, el almirante Hanssen y el almirante Jeranthalas miraban los planes de ataque. - Según me han informado las naves de vigilancia- dijo Jeranthalas-, todo está como esperábamos. No hay ningún problema. - Los chicos van atacar por estos sectores, no?- preguntó Hanssen señalando el diagrama. - Si, por esta zona entrara el comandante Kier, que es en la que hay menos actividad; el resto de los grupos atacarán en los sectores tres, cinco y siete, este es el sitio de mayor resistencia, así que tendremos que mandar el apoyo de algunos destructores. Usted atacará por el sector dos, mientras mis pilotos y acorazados atacarán el sector uno y seis. - Bien, si después de esto sobrevivimos, será un verdadero milagro. - Tiene usted razón, pero no debe de olvidar qué también tendremos apoyo desde el planeta, con los pocos cazas Girant que hayan allí. - Si, solo y cuando Arthur y sus pilotos destruyan las baterías terrestres. El almirante Jeranth asintió, sabía qué el éxito del plan residía en que el grupo de Arthur destruyera las baterías. Sheriand miraba al espacio en el puesto de mando, estaba haciéndolo a través de un telescopio electrónico que le regaló su padre cuando no era más que un niño. Se sentía nervioso, no sabia si Jeranth habría podido llegar a Altaír, confiaba en él, era su mejor almirante y amigo, pero no confiaba en que los terrestres los ayudaran, sabia que estos también luchaban contra los dictadores y podían estar escasos de fuerzas de ataque. De pronto, el ruido de la puerta al abrirse lo sacó de sus pensamientos. - Si pase- respondió él. Entró un hombre joven, que aparentaba unos veinte años. - Señor, la situación es critica. - Explícate, Reist. - Los dictadores han abierto otra grieta en el muro defensivo, necesitamos más soldados en el muro norte. - Si, ya lo sé, pero no puedo darte más soldados, no tenemos más. - Lo sé, Sheriand. Por eso he dado ordenes de retirarnos de ese punto, todos se han marchado excepto esos locos terrestres; dicen que esperarán allí a su general. Sheriand miró al joven, giró su cabeza y miró de nuevo a través del telescopio. - Los terrestres no están locos, Reist, eso lo llaman ellos intuición, algo de lo cual nosotros no disponemos. - Si, pero nadie nos ha confirmado que las naves del almirante Jeranth pasarán la zona de cuarentena, solo ellos lo dan por hecho. - Si- sonrió Sheriand-, los terrestres son así, no piensan el efecto que tendrán sus acciones, simplemente lo hacen. Yo lo hice una ve z, y mira donde nos encontramos, rodeados por los dictadores. Pero te voy a decir algo, ojalá hace mil años hubiéramos hecho algo de esto, esa maldita casa Hidryx no estaría mandando ahora. - Si, pero van a morir si no salen de allí... - Es cierto, pero morirán contentos de haber cumplido con su deber, cubrir a sus camaradas. Manda veinticinco hombres para que los ayuden, tengo el presentimiento de que Jeranth llegará dentro de poco, como dicen ellos. - Pero...- dijo el hombre, pero al mirar el calmado r ostro de su líder, asintió-, entendido.
El joven lo saludó poniendo sus manos en sus hombros y haciendo una reverencia, dio media vuelta y salió por la puerta. Sheriand continuó mirando por el telescopio. Observaba el espacio, las estrellas; giró el aparato hacia donde estaba la Vía Láctea y la observó, desde allí se veía como una mancha de leche, blanca e impoluta. Lo giró de nuevo, unos grados al oeste, pero continuó su observación. De pronto un destello de luz le llamó la atención, cualquiera no se hubiera percatado de ello, lo podría haber tomado por un cometa o una estrella fugaz, pero él no. En ese momento su corazón le dio un vuelco, ajustó el telescopio y lo vio claramente, era una nave, no tres, cinco, siete, pronto perdió la cuenta. - Es Jeranth con los terrestres- dijo en voz alta. Tony estaba en la cubierta con Marc, Helenna, Thomas, Arthur y el resto de los chicos. - Ya vamos a entrar en combate- dijo Thomas. - Si, ya falta poco- le contesto Mary Harris-, estoy nerviosa. - Bien, ya sabéis lo que tenéis que hacer- dijo Tony-, todos a las naves! Los chicos asintieron, cada uno se fue hacia la cubierta que le habían asignado, todos excepto Helenna quien se acercó a Tony. - Suerte, cariño - le dijo ella sonriéndole. Ella se abrazó a él y le besó en los labios. - Te quiero, recuérdalo siempre- le contestó él. Ella se apartó de Tony, se giró para después, volverse rápidamente. - Te amo, nos veremos en la vuelta- le dijo ella. Helenna se dirigió hacia la cubierta donde la esperaba Arthur. - Estas bien Helenna?- le preguntó él. - Si, perfectamente, deseando entrar en combate. - Tu caza es ese, te encargaras del convoy junto con Mike Lens, ese joven teniente que esta allí. - Entendido, Arthur, suerte. - Suerte, Helenna. Ella se reunió con el chico. No tendría más de diecinueve años. - Teniente- le dijo ella con voz dulce pero enérgica. - Mi comandante, todo esta preparado, los pilotos están al lado de los cazas esperando sus ordenes. - Bien- le contesto ella muy seria, como tratando de imitar a Tony-, que monten en los cazas. - A la orden, mi comandante- le contestó el chico. Este se dio media vuelta y les hizo una señal a los pilotos, los cuales bajaron a sus cazas. El chico iba hacer lo mismo, pero fue detenido por Helenna. - Teniente, es la primera vez que entra en combate? - Si- asintió el chico-, y si le soy sincero, mi comandante, estoy un poco nervioso. - Es normal- le contestó ella-, yo también antes de entrar en combate estoy nerviosa. Le hizo una señal al chico y ambos se metieron en sus respectivas escotillas que les llevaba a los cazas. En otra de las cubiertas, Tony ya estaba en su caza. Estaba dando el último repaso, de pronto su comunicador sonó. - Si?- respondió él. - Bien, Tony, todo ya está preparado- dijo una voz amiga, la de Hanssen-, dentro de breves minutos llegaremos al punto indicado. - Entendido, señor, todo esta preparado. El almirante Saren estaba en el puente de mando de su acorazado. Había sido llamado a toda prisa ya que se habían detectado la presencia de un número bastante elevado de naves rebeldes. - Son los rebeldes, no hay duda. Los muy ilusos han vuelto para ayudar a su líder- dijo el hombre. Aparentaba unos cuarenta años, era bastante alto para ser un treinard, llevaba el cabello cano largo y sus facciones eran como la de la mayoría de los treinards, firmes pero delicadas. Vestía un uniforme negro, abotonado hasta el cuello y en sus hombros llevaba los galones que denotaban su alto rango, almirante en jefe de la Armada treinard. - Señor, se detectan aproximadamente unas treinta naves, todas de los rebeldes, no hay indicios de que vengan con ellos más naves- le dijo un comandante que estaba a cargo de los sensores. - Bien, comandante, que se preparen las nuestras para abrir fuego en cuanto los tengan a tiro, y que partan nuestros cazas de los hangares. El comandante retransmitió las órdenes, las cuales rápidamente fueron obedecidas. De las naves de los dictadores, salieron pequeños acorazados, corbetas, destructores y fragatas,
y a su vez de estas salieron un ingente numero de cazas y pequeños bombarderos, los cuales se colocaron formando una muralla delante ellos, enfrentados a las naves de los rebeldes. Hanssen, al mando de su acorazado, esperaba impaciente la orden del almirante Jeranthalas para que sus naves salieran de las entrañas de los gigantescos acorazados. De pronto la imagen del almirante apareció en su terminal. - Adelante, almirante, que salgan sus naves. - Entendido, almirante, coronel proceda. Las tripas de las naves se abrieron y de ellas salieron las naves terrestres, que se alinearon de forma defensiva delante de las gigantescas naves rebeldes. - Señor, de las naves rebeldes están saliendo naves de combate! Según nuestro scanner son... terrestres! El rostro de Saren palideció un poco, para después tomar un color rojizo. - Que ataquen los cazas!, destrocen a esos malditos! Hanssen se dio cuenta de la maniobra de los dictadores, así que rápidamente dio sus órdenes. - Comandante, de la orden para que las naves de reserva salgan ahora y que los comandantes de navío disparen nada más tengan a los cazas a tiro. - Entendido, señor. Cazas de reserva salgan! Los cazas Vulkan salieron de los acorazados y tomaron una posición de defensa, pero dispuestos a disparar en el momento que los cazas de los dictadores se acercarán a ellos. Las naves de mayor tonelaje empezaron a disparar contra los cazas disparos intimidatorios. Varios de los cazas fueron dañados, mientras que un par de ellos fueron destruidos. - Ahora Tony!- oyó Tony en su comunicador, era la voz de Hanssen. - Grupos de asalto, preparados para el combate- dijo Tony por su comunicador. Las naves salieron de los hangares de los acorazados, Tony y su grupo se dirigieron hacia el norte, mientras que Thomas y Marc se dirigieron respectivamente hacia el este y al sur. Mientras, Arthur con su grupo se dirigió hacia el oeste. - Tened los ojos abiertos- dijo Thomas por su comunicador- y preparad los aceleradores y los misiles, vamos a tener trabajo. Mary encárgate tú del cuadrante A. - A la orden, mi coronel- le respondió ella-, grupo Tigre, seguidme. Unos cincuenta cazas se separaron del resto y se situaron en vanguardia. - Iñigo, retrasa tus cazas hasta el cuadrante C, y prepárate para entrar en acción. - No te preocupes, Thomas, escuadrón Anaconda, seguidme. Los cazas aminoraron su marcha y se colocaron en retaguardia, protegiéndole las espaldas al grueso de la unidad. El grupo de Arthur ya estaba cerca de su objetivo. Los cazas rodeaban una decena de naves de combate, cada una de ellas cargada con un par de cientos de naves de asalto. - Chicos prepararos para el baile- dijo este-, Helenna, quédate con los transportes, Franz prepara a tus hombres. - Entendido, mi comandante- le contestó Franz-, los chicos están deseando entrar en combate. - Comandante Kier, ya estamos aquí con usted- le dijo el capitán Jarthas-, estamos listos para atacar. - Bien capitán, sígame, vamos a acelerar hasta velocidad de combate. Un grupo de cincuenta cazas se separó del resto, los cuales fueron seguidos por otro grupo de caza bombarderos treinards. En breves segundos tenían su objetivo delante de ellos, tres destructores que protegían la zona. El comandante de uno de los destructores vio como un enjambre de naves se acercaba a ellos. - Mi comandante, se tratan de cazas terrestres, bombarderos rebeldes y un numero desconocido de naves de guerra- le dijo un teniente. - Si teniente, ya los veo-, avise a los comandantes del resto de los destructores, que abran fuego contra ellos. Avisé también al planeta, que manden cazas para protegernos. - A la orden, señor- le respondió el teniente a la vez que hacia lo que el comandante le había pedido. Pero ya era demasiado tarde, los cazas estaban ya a unos pocos kilómetros de los destructores.
- Atentos chicos, disparad a mi orden, fuego!- grito Arthur. De los cazas terrestres y de los bombarderos treinards salieron un huracán de fuego. Uno de los destructores fue impactado de lleno, el cual empezó a arder de forma bastante espectacular, otro fue obligado a retirarse a una posición más defensiva debido a los daños que le causaron y otro fue destruido. El comandante de los dictadores no daba crédito a lo que veía desde su nave. Unos pequeños cazas le estaban ganando. - Helenna, ahora!- volvió a gritar Arthur. - Ya lo habéis oído, vamos a atravesar esa barrera, a toda potencia- fue la contestación de ella. Las naves, antes paradas, aumentaron su velocidad, y rápidas como centellas se dirigieron hacia el planeta. Mientras, Marc, Tony y Thomas intentaban distraer al resto de las fuerzas enemigas con suerte dispar. Marc había logrado hacerse con una pequeña ventaja delante de los acorazados, ya uno de ellos estaba casi destruido, mientras que otro estaba recibiendo ahora casi todas las descargas de su grupo. Thomas, por su parte, mantenía un mano a mano con una inmensa fortaleza volante, una de las impresionantes naves de las que disponían los dictadores; estaban tan cerca de la nave que esta no podía utilizar su mortífero rayo energético sin dañar a sus propios cazas. Tony se llevaba la peor parte, ya que fue cogido entre dos fortalezas, las cuales estaban diezmando al grupo. - Estamos acorralados Tony- le dijo Alan por su comunicador-, he perdido veinte cazas en un momento. - Ya lo sé, Alan- le respondió Tony-, retírate a 20.6, allí hay menor fuego, Rebeca cúbrele. - Entendido Tony, grupo Lince, cubrid al coronel, grupo León, venid conmigo. Las naves se separaron y salieron del grupo de Tony para ayudar a Alan. Por su parte, To ny intentaba llegar con un grupo de cazas hasta una de las fortalezas que estaba fuertemente protegida por un grupo bastante numeroso de destructores y cazas. - Teniente, prepárese para disparar a mí señal- dijo Tony. - Si mi coronel, estamos preparados. - Ahora!- gritó Tony. Los pequeños cazas Vulkan escupieron letales rayos por sus aceleradores, los cuales destruyeron varios cazas y uno de los destructores fue dañado seriamente. El almirante treinard que estaba al mando de la fortaleza, al ver como sus cazas estaban siendo destruidos intentó remediar la situación. - Comandante, de orden a los cazas y a los destructores de retirada. - Si, señor- le respondió el comandante. - Preparen el rayo para disparar de inmediato, vamos a mandar al infierno a esos malditos terrestres- volvió a decir el almirante. - Entendido, señor. El almirante Jeranthalas vio desde su nave la maniobra e intento avisar a Tony. - Coronel Sánchez, me escucha. - Si, le escucho, almirante. - La fortaleza les va a disparar, preparen sus escudos antienergeticos. - Si, ya me he dado cuenta- le respondió Tony-. Chicos, preparad los escudos! Tony pulsó el icono de escudo antienergia, y de inmediato apareció en pantalla un mensaje que le indicaba que este estaba activado. - Veremos si funciona- se dijo para sí. Las naves de los dictadores se retiraron, dejando solos a los cazas terrestres enfrente de la descomunal fortaleza. La compuerta inferior de la gigantesca nave se abrió y salió de ella un intenso color azulado, el cual fue cambiando de intensidad, de azulado pasó a púrpura y de este a rojizo, para rápidamente cambiar a una deslumbrante ráfaga de luz muy intensa, la cual envolvió a todos los cazas terrestres. Alan y Rebeca lo presenciaron desde su posición, ella ya había llegado donde estaba él, cubriendo la retirada de los pocos cazas que le quedaban a Alan. - Estas bien, Alan?- le pregunto ella. - Si, estoy bien, pero he perdido cuarenta cazas, gracias por venir, Rebeca. - No me las merezco, Alan. Reagrupa tus fuerzas y espérame en ese sector, vamos a destruir esa maldita fortaleza, creó que sé la forma de causarle mayor daño. Si nos pegamos a ella, no podrán disparar y
tendrán que mandar cazas para destruirnos uno a uno. - Si..., que ha sido eso, ese resplandor tan intenso- le respondió Alan. - Viene de la zona donde deje al coronel, su fuente de origen es... la fortaleza!, han disparado el rayo energético contra Tony y los cazas! Tony estaba deslumbrado, además sentía un calor intenso, que le quemaba el cerebro. Antes había luchado contra otras fortalezas y estas habían disparado el rayo, pero entonces pilotaba cazas treinards y no notó nada, salvo el peculiar deslumbramiento. Pronto este pasó, y pudo volver a ver el display de su caza en unos segundos. Los cazas estaban enteros, para la sorpresa de los dictadores, los cuales se esperaban que estos fueran destruidos. - Estáis bien?- dijo Tony por su comunicador. - Perfectamente, mi coronel- respondió la voz de unos de los pilotos, que hacemos ahora? - Bien, pongamos rumbo hacia la fortaleza y bombardeémosla- dijo la voz del teniente-, según tengo entendido el rayo deja inoperante durante unos minutos el escudo defensivo de la nave. - Si, teniente eso es cierto- le contestó Tony-. Pongamos rumbo hacia la nave, y tened preparados los misiles. Las naves pusieron rumbo hacia la gigantesca nave, disparando toda la artillería que tenían disponible. Mientras, Hanssen y Jeranth se enfrentaban al almirante Saren y a sus seis fortalezas, las cuales dominaban la parte central del planeta. El combate era feroz, con notables bajas tanto en un bando como en el otro. Los acorazados de Hanssen disparaban sin parar sus baterías y hacían blanco en las fortalezas, pero esto para las súper protegidas naves no era nada, por su parte, las naves de Jeranth intentaban avanzar entre un maremágnun de acorazados, destructores y cazas, para intentar llegar a dos de las fortalezas, en una de las cuales estaba el almirante de los dictadores. En el planeta, las naves de combate ya habían aterrizado en el punto de reunión; empezaron a desembarcar las primeras unidades de infantería y de artillería, así como unidades de ingenieros y de tropas de intendencia. Helenna, desde su caza, observaba como las tropas desembarcaban en el planeta. Hacia ya un rato que Arthur y Franz se habían ido, por lo cual ella estaba al mando de la unidad encargada de proteger a las naves de combate, la habían dejado a cargo de un grupo de pilotos inexpertos, los cuales nunca habían entrado en combate, pero aún así sabia que la misión que le había encargado Arthur era tan importante como la que él mismo tenia que hacer o la de Franz. Si las tropas de asalto terrestres no desembarcaban allí se podía dar por perdida la guerra, esa era la verdad. De pronto su comunicador zumbó. - Si- contestó ella. - Mi comandante, soy el teniente Gerd, hemos detectado unos cien cazas que se dirigen hacia nuestra posición- le contestó la nerviosa voz de un joven. - Entendido teniente, alas Alfa y Beta, venid conmigo a la posición 34.56, teniente Lens le dejó al mando. - A la orden, mi comandante- le respondió el joven. El caza de Helenna salió de la formación seguido por unos cuarenta cazas y puso rumbo hacia donde estaban los cazas enemigos. Desde tierra, el recién ascendido almirante Lorchester vio como los cazas desaparecían en el horizonte; junto a él estaba el comandante Lion, su segundo al mando de las tropas terrestres en Idarán. - Bien comandante, lleve a las tropas mecanizadas hasta este sector y las tropas de asalto que estén preparadas para intervenir en cualquier momento. - Si señor- le respondió el comandante-, nada más desembarque la última nave daré las órdenes. - Usted está al mando desde este momento, si dentro de una hora no tiene noticias mías, dirija sus tropas hasta el sector 20, allí se encontrará con Learanth, el comandante de las tropas rebeldes. - Quiere que le acompañen algunos soldados?- le preguntó Lion. - No, iré solo más rápido. Además estos chicos no conocen el planeta y solo me retrasarían. El comandante asintió, sabia que Lorchester era un hombre difícil de convencer, en los pocos días que había estado junto a él se lo había demostrado varias veces, no podía contrariarlo. Observó como el hombre desaparecía en el frondoso bosque junto al cual habían aterrizado, el cual bordeaba en ese extremo a la pradera donde estaban posadas las diez naves de combate, pronto lo perdió de vista y él volvió a su trabajo. Lorchester sabia por donde se movía, avanzaba rápidamente hacia la muralla norte, donde le esperarían un pequeño grupo de soldados supervivientes de Girau. Una vez allí estos le indicarían la ruta secreta que podría llevar a las tropas terrestres hacia la base rebelde, donde podrían resistir y rechazar a las
temibles tropas de asalto de los dictadores. Pero para que eso pudiera suceder tenía que llegar hasta allí, hasta el pequeño fortín situado en la muralla norte. Arthur y su grupo estaban ya cerca de la segunda batería energética. Con la primera no habían tenido ningún problema y había sido destruida rápidamente. La segunda estaba enfrente de ellos, detrás de él se acercaba a toda velocidad el capitán Jarthas y su escuadrón de bombarderos. Desde su scanner pudo ver que esta batería estaba más protegida, ya que junto a ella había un pequeño escuadrón de carros de combate. - Capitán, me escucha?- dijo Arthur. - Perfectamente comandante Kier- le contestó el hombre en un tono amable-, que sucede? - Tenemos delante de nosotros la segunda batería, pero está protegida por carros. - Si, ya lo detecto en el scanner- le contestó el capitán-. Si, pero son defensas antiaéreas automáticas, no carros. - Quédese usted en la retaguardia, mis cazas se encargarán de ellos. - Entendido comandante, tenga cuidado con esos bastardos teledirigidos. - No se preocupe. Ala Derian detrás de mí teniente Harald, está usted al mando. - A la orden señor- le contesto la casi infantil voz de uno de los tenientes. Arthur se separó del grupo con una veintena de cazas y puso rumbo hacia las defensas; parecían carros pero no lo eran, su forma era muy parecida pero al hacer una termografía vio que no había ningún ser vivo en su interior. - Bien chicos, vamos a hacer una pasada, tenemos que destruir esas malditas defensas, verde 1, 2, y 3 seguidme. El resto nos seguirá después en grupos de cuatro. Las cuatro naves se separaron del grupo y se dirigieron hacia las defensas, las cuales nada más detectarlos empezaron a disparar como condenadas. Arthur aceleró su caza, esquivando los disparos de las defensas. En su display observó los blancos, dos a la derecha y otros dos a la izquierda, y vio como los indicadores de los aceleradores se posaban sobre ellos primero, y después de unos segundos los de los misiles. - Fuego!- dijo al resto de las naves. Un torbellino de fuego partió de sus naves e hizo impacto en las defensas. Una de ellas comenzó a arder de forma aparatosa, mientras que las otras no sufrieron ningún daño aparentemente. Pasaron a gran velocidad, cerca de la gigantesca estructura de la batería energética a la cual protegían las defensas. Detrás de ellos pasaron una segunda oleada, formada por cuatro cazas, los cuales también impactaron en las defensas, la que antes ardía explotó al recibir el impacto de los primeros rayos y una de las otras comenzó a arder al explotar un misil. Los cazas pasaron a gran velocidad, pero unos de ellos fue destruido por uno de los rayos de las defensas, esto hizo que los pilotos de la tercera oleada, furiosos, dispararan llenos de rabia y destruyeron dos más de las defensas. Ahora le tocó el turno de nuevo al grupo de Arthur, que terminó por destruir la última defensa aérea de unos certeros disparos. - Capitán es su turno, tiene vía libre- le dijo Arthur por su comunicador. El grupo de naves treinards aceleró hasta llegar a unos doscientos metros de la gigantesca construcción. El capitán, desde la cabina de su bombardero, se veía pequeño ante la batería, la cual había empezado a disparar sus primeras ráfagas dirigidas hacia la muralla norte de la base rebelde. Un pequeño grupo de humanos resistía valerosamente en la muralla norte, en un improvisado fortín que ellos mismos habían amurallado; hasta hacia unos minutos habían estado solos, rechazando el ataque de las hordas de los dictadores, pero ahora se habían unido a ellos veinticinco treinards rebeldes con los cuales habían rechazado uno de los ataques. Ahora su posición estaba siendo bombardeada, por una de las baterías energéticas. - Matt, bajas- dijo uno de los hombres, el cual llevaba un viejo uniforme de comandante. Los dos se protegían detrás del medio derruido muro de la edificación, en medio de un infierno de fuego. - Tres hombres muertos, dos de los nuestros y un treinard que han sido aplastados por el muro sudeste, y seis heridos. El bombardeo duró apenas treinta segundos, después se hizo de nuevo la paz, la que sucedía a la próxima oleada de los dictadores. - Bien, según parece ya han dejado de disparar, Jansen y Lerith subid al punto más alto y vigilad a esos bastardos- dijo el comandante-, teniente encárgate de recoger a los muertos. - A la orden- le contestó un chico joven que estaba cerca de él. El chico le saludó y se dirigió hacia un grupo de soldados que estaban junto al muro, les dio las órdenes y empezaron el ingrato trabajo. Los dos hombres llegaron a lo alto de unos de los torreones, desde el cual se divisaba toda la jungla que rodeaba el fortín. - Este es un buen sitio, no?- dijo Jansen al treinard. - Si, desde aquí se divisa desde la jungla hasta las colinas- dijo este señalando hacia el lado
contrario. - Este es un buen sitio para vivir, una vez terminada la guerra- le contestó el humano-; no es igual que vivir en una de esas chatarras volantes que son las estaciones orbítales. - Tú lo has dicho, será un buen lugar para vivir una vez que hallamos expulsado a los dictadores. El panorama que se observaba desde la torre era impresionante, se veía desde allí la enormidad de la selva, un manto verde lleno de vida que llegaba hasta los linderos de las colinas, las cuales se veían al fondo. Si miraba hacia la derecha se veía la capital del planeta, Serenis, en la cual estaba el gobierno del planeta rebelde; y si se hacia la izquierda se veía el río Mirasma, el cual se internaba y serpenteaba alrededor de la selva. Pero también allí estaban la tropas de élite de los dictadores, los temidos cazadores, quienes disparaban contra cualquiera que intentara internarse en la selva, ellos estaban allí, escondidos entre la maleza, dispuestos a dispararle a cualquiera que intentara llegar hasta el fortín; Sheriand había mandado a más de uno para que intentara ponerse en contacto con las tropas mecanizadas que estaban al otro lado del valle, muchos habían sido acribillados nada más llegar a los linderos de la selva, otros, con peor suerte, eran heridos y se internaba en la selva, donde los cazadores jugaban con ellos durante días hasta que morían desangrados, o cansados eran devorados por algún habitante de la selva. Jansen observaba callado la quietud de la selva con un visor; nada, solo se veía la arboleda y ni rastro de los cazadores, pero tanto Lerith como él sabían que estaban allí, acechando a que alguien intentara salir del fortín. El sol había empezado a pegar fuerte, por lo que Lerith estaba sudando. Miró a Jonson y pensó para si mismo: " A este el calor no le afecta", pero lo que él ignoraba es que Jansen llevaba un uniforme de combate que se adaptaba a las temperaturas existentes y mantenía el cuerpo de quien lo llevara a la misma temperatura. De pronto, a través de su visor vio algo. - Jansen, me ha parecido ver algo en el sector rojo 5. El hombre miro hacia la dirección que le había indicado el treinard. - No es nada, falsa alarma- le contestó el humano después de haber echado un vistazo-. Tal vez has visto a algún animal moviéndose. - Si, tal vez, pero voy a percatarme- y diciendo esto sacó de su mochila un aparato-, voy a intentar trazar si hay movimiento en el sector. No me fió de esos cazadores. El treinard manipuló el aparato con familiaridad, y breves segundos después volvió a avisar a Jansen. - Mira Jansen, lo ha detectado, a unos quinientos metros de la muralla norte. Jansen se acerco al treinard y lo vio por sus propios ojos, el aparato había detectado a un ser moviéndose hacia ellos con sigilo. Cogió su visor e inspecciono la zona, lentamente, siguiendo las indicaciones de Lerith. - No ahí no, veinte grados a la izquierda. - Diablos, es cierto, ya lo veo Lerith- le respondió al treinard. - Es un cazador?- le preguntó este preocupado. - No, es...- se interrumpió el hombre-, es increíble. Mi comandante. - Si Jansen- le respondió el comandante quien nada más zumbar su comunicador le contesto. - Ya esta aquí!, ya ha llegado! - Quien?, que diablos dices?, te has vuelto loco por el sol. - No mi comandante, es el general. Efectivamente, Jansen había visto a Lorchester, quien avanzaba sin prisa pero sin pausa por la selva, observando cuidadosamente a su alrededor para no ser descubierto por los cazadores. Sabia que estos estarían allí, preparados para dispararle en cualquier momento, por lo cual avanzaba con su pistola en la mano, listo para disparar el primero. De pronto se lanzó al suelo, detrás de un tronco. - Cuando crees que esos estúpidos se rendirán?- dijo una voz melodiosa, probablemente de un cazador. - No lo sé, Geist, estos malditos estúpidos creen que pueden con la Alianza, pero están muy equivocados, el Regente no dejara que un maldito planeta se le escape de las manos. - He oído que no solo es este planeta el que se ha alzado en armas contra la Alianza, sino que además medio millar de planetas más los apoyan. - Son tonterías, no las creas, el Regente los tiene a todos bien cogidos, además si hay alguna rebelión para eso estamos nosotros, los cazadores. - Si, es verdad- le respondió el otro cazador. Poco a poco Lorchester pudo escuchar como las voces se fueron apagando poco a poco, hasta quedar tapadas por el murmullo de la jungla; salió de su escondrijo y se sentó en el tronco. Se llevó la mano a un bolsillo de su pantalón y sacó de él un scanner, el cual le indico donde estaba, según el aparato estaba a
unos cuatrocientos metros del fortín, el cual estaba situado en la linde de la arboleda, unos cien metros más adelante. Se levantó del tronco y continuó hasta llegar a la linde. Una vez allí observo la situación, el fortín estaba a unos doscientos metros, pero para llegar hasta él tenia que atravesar un terreno descubierto, cubierto de cuerpos de anteriores ataques, prácticamente lleno de trincheras y tal vez minado. Además también estaban los cazadores, los cuales nada más verlo le dispararían, lo tenia difícil, pero confiaba en que sus hombres, si todavía quedaba alguno en el fortín, lo cubrirían hasta llegar a él. - Estas seguro Jansen?- le volvió a preguntar el comandante por cuarta vez. - Si, mi comandante, estoy seguro, era é l, Lorchester, nuestro general. El comandante miraba por una contraventana hacia la selva con su visor. - No veo nada, no te habrás confundido?- inquirió de nuevo el comandante. - Maldita sea Armand!- dijo el hombre ofuscado a través del comunicador-, he servido con Lorchester más de cinco años y le reconocería a un kilómetro de distancia! - Cálmate Jansen, te creó, llevo el mismo tiempo que tú a sus ordenes y sé que siempre cumple su palabra. El comandante volvió a mirar al sector rojo, su cuerpo lo tenia cubierto de un sudor frío, el cual hacia que se le pegara la armadura al cuerpo. Observaba detenidamente, casi milimétricamente la zona; con la mano que tenia sin coger nada se limpió un poco el sudor que le caía por su cabello hasta la frente. De pronto la expresión de su rostro en tensión cambió a una expresión alegre. - Jansen, tenias razón!, es él!, lo veo esta en la linde, a unos trescientos metros a tú izquierdale contestó satisfecho -, teniente, que se preparen los hombres en la muralla. - Si, mi comandante- le contestó el chico, muy contento. - Reparta a los soldados tres cargadores a cada uno y que disparen nada más vean que el general sale de la arboleda. - Entendido, pero como le diremos a él que le hemos visto?- inquirió el teniente. Lorchester esta sentado entre la maleza, estudiando la forma de llegar hasta sus hombres. Podía lanzarse a la carrera en dirección a una cercana trinchera y desde allí correr hasta el fortín, seguramente eso haría, evitando lo posible las zonas descubiertas, pero también tenia que contar con que los cazadores dispararían desde sus protegidas posiciones en la jungla; si hubiera tenido unos años menos no le hubiera sido muy difícil avanzar por la zona a campo abierto, ya que siempre había sido un corredor muy rápido, pero ahora, a punto de cumplir los cincuenta, sabia que no lo lograría. Volvió a observar el camino, y al hacerlo se percató de algo; desde lo alto del torreón, un hombre, estaba poniendo algo en él. Cogió unos prismáticos que llevaba y lo observó detenidamente, reconoció a Jansen, el cual estaba poniendo con un palo un paño, un paño con tres colores, rojo, azul y verde. Rápidamente comprendió, lo habían visto y le estaban diciendo que lo cubrirían desde el fortín, el hombre se sonrió. Todos los soldados estaban en su puesto y la orden había sido tajante, disparar a la maleza para cubrir a su general. Jansen bajó de la torre junto con el treinard y ambos se reunieron con el comandante. - Crees que lo habrá visto?- le pregunto el comandante. - Tu que crees!, desde esa distancia se ve cualquier cosa, y aún más los colores de nuestra unidad, los Tigres de Derian. El comandante sacó su pistola de plasma y miró su nivel de energía, el cual estaba por la mitad, lo cual era lógico teniendo en cuenta los ataques que habían tenido desde hacia una semana. Miró a la jungla y vio como un hombre salía de ella, corriendo hasta llegar a una trinchera cercana. - Chicos, preparados, esos bastardos ya se han dado cuenta y la próxima vez que el general se mueva le dispararan- dijo el comandante. Lorchester salió de la trinchera corriendo, y como había dicho el comandante los cazadores comenzaron a disparar. Desde la fortaleza partió una tormenta de fuego en dirección a la jungla. El general llegó hasta otra trinchera, sabia que estaba teniendo suerte, a parte de que sus soldados lo estaban cubriendo; tomó aire y de nuevo salió corriendo. Desde la muralla Jansen disparaba su fusil de partículas, y desde allí vio como avanzaba el general en medio del fuego. De pronto, vio como un disparo le impactó a Lorchester en una de sus piernas y vio como este se arrojó a una trinchera, herido. - Malditos bastardos!- dijo lleno de odio-, Armand le han dado! - Si, ya lo he visto, Jansen! - Tenemos que hacer algo!, sino lo ayudamos lo mataran! - Si, lo sé pero...- el comandante no pudo acabar la frase, ya que Jansen había saltado la muralla y caído al suelo-, maldito loco!, ten cuidado. Jansen estaba fuera, empuñando su pistola de plasma. Pronto localizó al general, a unos doscientos metros a la izquierda; arrastrándose llegó hasta él mientras esquivaba los disparos enemigos.
- Hola, mi general- le dijo a Lorchester. - Jansen, que demonios haces aquí!- le respondió él. - Vengo a ayudarlo- dijo el hombre. Miro s u herida y vio que esta era limpia-, podrá usted seguirme? - Claro, pedazo de merluzo!- le contesto Lorchester. Los dos hombres salieron de la trinchera arrastrándose para llegar al fortín. Los cazadores, desde la jungla los observaban como avanzaban esquivando sus disparos. - Teniente, esos humanos van a llegar al fortín, tenemos que impedirlo- dijo un cazador con galones de capitán. - Si mi capitán, pero vamos a tener que salir de la jungla para detenerlos. - Ya sabe cual es la máxima de nuestro cuerpo, no tememos a la muerte ni a nuestros enemigos. - Si, mi capitán. Un minutos después, desde la muralla, el comandante vio como salían de la jungla los cazadores. Iban vestidos con sus armaduras de combate, de color verde pardo, las cuales los camuflaban en el interior de la jungla. En su rostro llevaban unas mascaras del mismo color, las cuales les ocultaban el rostro. - Disparad a esos malditos!- dijo el comandante-, teniente esta usted al mando, Lerith venga conmigo, vamos a abrirles la puerta al general. El treinard asintió y siguió al comandante. Jansen y Lorchester se arrastraban rápidamente hacia el fortín, perseguidos por unos siete cazadores, los cuales les disparaban. Jansen se giro y, apuntando su arma disparó contra uno de los cazadores, el cual cayó al suelo herido. - Siga usted, mi general, yo los entretendré todo lo que pueda, ya estamos cerca de la puerta. Lorchester asintió, miró hacia la puerta y vio como esta se abría. Le quedaban unos cincuenta metros, podía lograrlo. Sacó las pocas fuerzas que le quedaban y se arrastró hasta la puerta. Miró hacia atrás y vio como Jansen despachaba a otro cazador, ahora, henchido de fuerza se levantó y, arrastrando la pierna herida, avanzó hacia la puerta. Pero antes de llegar, volvió a caer al suelo, a unos veinte metros de la entrada. De nuevo volvió a mirar a Jansen, quien avanzaba hacia él corriendo, disparando contra sus perseguidores. Lorchester se volvió a levantar y haciendo un último esfuerzo, llegó hasta la puerta, donde el treinard y el comandante lo cogieron cuando caía de nuevo al suelo. - Jansen!, esta fuera- dijo Lorchester. - Yo me encargo de eso, comandante- dijo Lerith. El treinard se acercó a la puerta y empezó a disparar en dirección a los cazadores, matando a un par de ellos. Desde la selva un cazador tenía en su punto de mira a Jansen, aguardo un momento, y cuando este estaba casi llegando a la puerta, disparó su arma. Jansen cayó al suelo, el cazador sonrió, había cumplido con su trabajo. Lerith estaba junto a Jansen, y cogiéndolo por el cuello de su armadura de combate y lo introdujo por la puerta. El comandante Lion estaba nervioso, hacia ya casi una hora que Lorchester se había ido y no tenía noticias de él. De pronto su comunicador zumbó. - Si, aquí el comandante Lion. - Comandante, aquí la comandante Kraüs, vuelvo a la formación, los enemigos han sido rechazados. - Muy bien, comandante, tenga su grupo listo para moverse dentro de diez minutos. - Entendido, corto. El comandante volvió a mirar la hora de su reloj, faltaban apenas cinco minutos para que se cumplieran y su nerviosismo iba en aumento; entonces zumbó de nuevo su comunicador. - Aquí el comandante Lion!- dijo con ansiedad. - Comandante... soy el almirante... Lorchester- dijo él de forma entrecortada-, proceda según el plan. - A la orden, señor- le contestó Lion a la vez que daba las órdenes-. Atención todos, nos movemos! Hanssen estaba en su cámara el informe de batalla. La cosa no había ido mal, pero las bajas eran muy numerosas; en el grupo de Tony habían caído ciento cincuenta pilotos, en el de Thomas setenta y cinco, en el de Marc unos treinta y en el de Arthur diez pilotos, además habían sido destruidos trescientos cazas, seis
destructores, cuatro cruceros, una fragata, más de trescientos cazas y habían sido dañados dos acorazados y una fortaleza en su grupo. Pero no todo eran malas noticias, a pesar de las bajas; las tropas terrestres habían cumplido su misión sin tener ni una sola baja, llegando a la capital Serenis. Solo Lorchester había sido herido en una de sus piernas por un disparo, pero se estaba reponiendo rápidamente. Giró la pagina y continuó leyendo, en el espacio las posiciones habían sido tomadas, Marc lo hizo sin apenas problemas, destruyeron dos acorazados y varias decenas de cazas; el grupo de Thomas destruyó una fortaleza y dañó seriamente otra, pero además destrozaron cien cazas; Arthur inutilizó dos destructores y destruyó otro, aparte de las baterías terrestres y una treintena de cazas y finalmente Tony destruyó una fortaleza, hizo huir a otra y destruyó por lo menos trescientos cazas. Su grupo no tuvo tanta suerte, ya que tuvieron que retirarse junto al almirante Jeranth. Terminó de leer el informe y lo arrojó al camastro que había en la habitación. Se dirigió a un terminal que tenia a su lado y vio las nuevas posiciones que tenían ahora, pero fue interrumpido por un zumbido de su comunicador. - Si- respondió. - Almirante Hanssen, soy Jeranthalas, ya es la hora. - Ahora salgo para allá. Hanssen apagó el comunicador, se acercó al camastro y cogió los informes, para acto seguido salir por la puerta. Los ojos de Helenna y Arthur estaban mirando la capital de Idarán, Serenis. Esta ya no era la de antes, el esplendor y la riqueza habían desaparecido desde la llegada de los dictadores al planeta, ahora la mitad de sus edificios habían sido destruidos por los continuos bombardeos a los que la población civil había estado sometida. - Esta ciudad antes era preciosa, una verdadera maravilla- dijo Helenna. - Me recuerda a Jera, a la Jera que vosotros conquistasteis, la cual había sido invadida por la pobreza y la miseria. - Todas las ciudades asediadas se parecen- le respondió ella-, no importa que sean dictadores o el Consejo, todos son iguales. Los dos continuaron andando hasta llegar a un barrio residencial, Helenna lo llevó hasta un conjunto de casas. - Aquí es donde Tony y yo vivimos durante cerca de una año y donde nació nuestro hijo. Arthur miró la zona, ahora devastada por el bombardeo. - Es duro verlo así- volvió a decir Helenna-, si lo hubieras visto hace un par de meses esto era precioso y mira en lo que se ha convertido. Nosotros vivíamos allí- dijo ella señalando hacia un muro ruinoso. - Será mejor que volvamos a la nave - dijo él. - Si, es mejor- y al decir esto los dos dieron la espalda a la destruida ciudad. Marc, Thomas y Tony estaban en uno de los hangares de la nave insignia, hablando con el jefe de los ingenieros. - Las bajas son considerables- dijo el hombre-, aparte de los cazas destruidos, hay un par de centenares que están seriamente dañados. - Se podrán reparar?- inquirió Thomas. - Si, pero tardaremos todavía unas horas, necesitamos algunas piezas de repuesto que están en la fortaleza del almirante Jeranthalas. - Cuanto tiempo?- preguntó ahora Marc-, necesitaremos el mayor número posibles de cazas para dentro de una hora. - Un par de horas, general, las piezas tardaran por lo menos veinte minutos en traerlas. - Tiene que ser en menos tiempo - dijo Tony-, tenemos que estar preparados para su contraataque. - Le comprendo, coronel, mis mecánicos están trabajando a destajo, incluso hasta he doblado los turnos de trabajo. Tony miro la cubierta, la cual estaba prácticamente tomada por un ejercito de mecánicos que se afanaban en dejar terminado el mayor números de cazas en el menor tiempo posible. - Bien, no tenemos más remedio- dijo Tony-, esperaremos. - Si no le importa, volveré al trabajo- le contestó el hombre. Tony asintió. El hombre se alejó y volvió a sus tareas. - Bien chicos, creó que aquí no hacemos nada, solo estorbar, salgamos de aquí y vayamos a un sitio más tranquilo. Los tres salieron de la cubierta y se dirigieron hacia uno de los ascensores, al cual subieron. - Si a los dictadores les da ahora por atacar nos cogerán desprevenidos, la mitad de los cazas de
mi grupo están dañados- dijo Thomas. - Te comprendo, Thomas, a mi grupo le pasa también igual, solo contamos con los cazas del grupo de Marc para rechazar el posible ataque de los dictadores- le respondió Tony. - Setecientos cazas- dijo Marc-, si atacan con todas sus fuerzas en este sector tenemos solo setecientos cazas, un par de acorazados y varios destructores de poco tonelaje para intentar rechazarlos. Los tres hombres se miraron unos a otros en silencio, pero este duró poco tiempo ya que fue Thomas quien lo rompió. - Tenemos que hablar con Hanssen, tienen que enviarnos refuerzos. - Si, lo intentaré- le respondió Tony-, pero según tengo entendido en su sector las bajas han sido altísimas, por lo cual dudo que pueda mandarnos refuerzos. - Tony, por intentarlo que no quedé- le dijo Marc-, además las bajas en el bando contrario tampoco han sido moco de pavo. En el informe oficial se dice que hemos destruido por lo menos un par de fortalezas. El ascensor se paró en el nivel elegido, la puerta se abrió y los tres hombres salieron de él. - Voy a mi cámara, desde allí hablaré con Lars. Nos veremos dentro de setenta minutos en la sala de juntas. - De acuerdo- le respondieron los dos y se despidieron. Tony tomó el pasillo de la derecha, el cual le llevó hasta un ala residencial de la nave, donde Tony y Helenna tenían su cámara. Al entrar en ella notó que algo le faltaba y ese algo era Helenna, se pregunta como estaría ella, si estaría bien; no estaba preocupado, sabía que Arthur la protegería, confiaba en él. Al entrar en la habitación se dirigió hacia un pequeño terminal, se identificó y conectó con el terminal de Hanssen. El proceso duró apenas un segundo, así que rápidamente salió en su pantalla un mensaje:" En este momento no estoy, llamen dentro de una hora." Tony escribió un mensaje para el almirante y apagó su terminal y se dirigió hacia el camastro donde se tendió e intentó descansar un poco. El almirante Lorchester estaba en un improvisado hospital de campaña. Sabia que el plan había salido bien y que el comandante Lion había llegado hasta la ciudad de Serenis con sus soldados; según le había comentado el teniente Matt Ford las afueras de la ciudad habían sido fuertemente fortificadas, protegidas por unidades mecanizadas y por cazas de la flota. Además las diezmadas unidades defensivas de la ciudad habían sido reforzadas por tropas regulares terrestres. El joven teniente estaba allí con él, charlando amistosamente. - Bien teniente, que más noticias hay de afuera. - Muchas, señor. El comandante me envía para decirle que las nuevas armas les vendrán de muy bien, además el líder de los treinards le ha asignado una unidad de combate en las murallas. Lorchester se llevó una mano a su pierna, la cual le dolía bastante. - Maldita sea!- dijo él-, si no estuviera atado a esta cama ahora mismo estaría en las murallas con vosotros. - Si, señor, como en los viejos tiempos, como en Girau- dijo el joven, cuya primera misión fue precisamente en el planetoide aquel aciago día. - Cambiando de tema, como esta Jansen? - El sargento?, esta mejor, aunque todavía delicado, la herida es muy grave, afortunadamente la armadura de combate absorbió la mayor parte del disparo. Ha tenido mucha suerte ya que si el cazador hubiera disparado unos milímetros más abajo, le hubieran matado. - Bien, teniente, creó que ya debe volver con el comandante. - Si, señor- respondió el chico-, quiere usted algo más? - Si hijo, manténgame informado de todo lo que suceda y cuídese. El chico se levantó de su asiento, saludó militarmente al almirante y se dirigió hacia la puerta del hospital. Lorchester echó su cabeza hacia atrás y, tocándose su dolorida pierna, intentó descansar un poco. La reunión con el almirante Jeranthalas había sido bastante fructífera. Después de unos minutos de charla entre los dos hombres, habían ideado un plan para destruir a las fuerzas enemigas. Hanssen llegó a su cámara, soltó los informes en su camastro y advirtió que tenía un mensaje en su terminal. Se sentó delante de la pantalla y vio que este era de Tony, necesitaba hablar con él. Rápidamente llamó a la cámara de este. - Hola Tony- dijo Hanssen-, he recibido tu mensaje. - Si Lars, quería hablar con usted- le respondió él- necesitamos refuerzos, ya que nuestras fuerzas han sido bastante diezmadas por los dictadores. - Te comprendo hijo, pero el almirante Jeranth está preparando una gran ofensiva. - Una ofensiva!- dijo Tony pensativo -, no me esperaba esto.
- Si, además no debes preocuparte por un contraataque en vuestra zona de los dictadores, ya que nuestros satélites espías nos han informado que están reorganizando sus tropas en un punto lejano, cercano a las fortalezas del sector 4. Ah, necesito veros a ti, a Marc y a Thomas aquí, en la nave insignia. - Bien me voy a reunir dentro de un rato con ellos. Cuando partimos? - Lo más pronto posible. - Entendido, daré las órdenes pertinentes, dentro de media hora estaremos ahí. - Nos veremos dentro de un rato- dijo Hanssen despidiéndose de Tony. Diez minutos después, Tony se encontró en la sala de reuniones con Marc y Thomas, a los cuales informó de la situación. Cinco minutos más tarde los tres pilotaban una pequeña lanzadera en dirección hacia la nave insignia. La reunión fue informal, en ella Hanssen informó a los chicos de sus planes. - Bien, muchachos, este es el plan, que opináis? - Esta muy bien- respondió Thomas con su habitual sentido del humor-, un ataque frontal a las naves enemigas! - Lars es un plan casi suicida, miles de cazas contra el grueso de la flota dictadora- le respondió Marc. - Te comprendo, hijo, pero es la única forma de distraerlos. Mis naves de gran tonelaje atacaran de frente, disparando con toda su potencia de fuego, siendo apoyados por las dos fortalezas del almirante y sus acorazados; mientras vuestro grupo intentara una incursión entre sus fuerzas y crear la máxima confusión posible. - Es demasiado arriesgado- dijo Tony-, las bajas podrían ser bastante numerosas, pero tiene usted razón, Lars, no tenemos tiempo de hacer un plan mejor. - Bien, cuento con vosotros, se que no me fallareis. Tony, Thomas y Marc se levantaron de sus respectivos asientos y se dispusieron a abandonar la sala cuando el almirante les interrumpió. - Ah, chicos, se me olvidaba; sé que desde que llegamos a este planeta no habéis hablado con vuestras esposas, así que os doy permiso para hacerlo. Se habilitaran varios satélites especiales para que os comuniquéis con vuestras familias, así como todos vuestros pilotos. - Entendido, señor- respondió Tony. - Además, tengo que hablar con Arthur- volvió a decir Hanssen-, le necesito en este plan. Los chicos asintieron. Minutos después volvieron a su nave. Helenna estaba acostada en su cámara cuando su terminal personal se iluminó y apareció en él el rostro de Tony. - Hola, querida- dijo Tony-, como estas? - Bien, y tú? - Bastante bien teniendo en cuenta lo que hemos pasado. - Si, he leído los informes oficiales, por lo que veo lo pasasteis bastante mal. - No lo sabes bien, pero no hablemos de cosas tristes, quería decirte que Hanssen nos ha dado permiso para hablar con Jera y Altaír. - Si?- dijo ella extrañada-, por que? - Se prepara una ofensiva- le respondió él-, tengo una sorpresa para ti. En ese momento la pantalla del terminal de ella se dividió en do partes, en una aparecía Tony y en la otra el pequeño hijo de ambos, sostenido por la treinard a la cual le habían asignado el pequeño. - Tony, mi pequeño- dijo ella llorando. - Hola Helenna- dijo la mujer. - Hola, como esta el niño? - Bien, muy bien. - Se está portando bien?- pregunto Helenna con la voz entrecortada, a la vez que acariciaba la imagen del pequeño. - Si, como siempre. Mira Tony, esos son papa y mama. El pequeño sonrió y de forma bastante audible los llamó a los dos. - Bien, tenemos que despedirnos- dijo Tony-, no podemos acaparar el satélite para nosotros solos. Tony se despidió de la mujer y la imagen del pequeño desapareció para solo quedar la imagen de Tony. - Hasta luego, cariño- dijo él. Helenna no pudo contestarle, ya que no podía aguantar más y rompió a llorar abiertamente como una niña pequeña. Después la imagen de Tony se desvaneció también; ella
se levantó del asiento y se dirigió hacia su camastro donde lloró desconsoladamente. Marc estaba hablando con Ingrid, a la cual hacia ya casi tres semanas que no veía. - Hola cariño- le respondió ella-, como es que...? - No, preguntes nada, amor mío. Como estáis? - Muy bien, las dos- respondió ella- cuando volvéis? - No lo sé, tal vez dentro de un par de semanas. Y Lenna, donde esta? - Esta dormida. Dentro de unas semanas volvemos a Altaír, todo esta ya preparado- dijo Ingrid-, estoy deseando estar allí contigo. - A mí también me gustaría. Estoy ya harto de la guerra, deseo volver a estar con vosotras dos, con Lenna y contigo. - Mi padre te envía recuerdos. - Recibió el envió de Lars?- preguntó Marc. - Si, lo recibió y se volvió loco de alegría, era como un niño pequeño con juguete nuevo. Además me dijo que si lograba hablar contigo que te mandara esto- dijo ella señalando a un pequeño CD. - Bien, mándalo- dijo él. - Al finalizar la llamada te lo descargo- le respondió ella. - Bien, creo que ya me tengo que despedir, los demás también tienen que hablar. Cuando volvamos a Altaír las cosas cambiarán. - Que cambiará?, todo seguirá igual. - Cuando volvamos lo comprenderás, te vas a llevar una agradable sorpresa. - Hablas igual que Arthur cuando vino aquí hace unas semanas. - De que forma?- le respondió él sonriendo. - De forma muy misteriosa, recuerdo que dijo no se que de una sorpresa; cual es esa sorpresa? - Todo en su momento cariño, cuando volvamos a Altaír, adiós. - Adiós- dijo Ingrid. La imagen de su esposo desapareció de la pantalla, y ella, casi maquinalmente introdujo el CD en la unidad y le mandó el contenido de este. Se quedó un momento muy pensativa, sabia que Marc le ocultaba algo. Unos minutos después de hablar con Ingrid, en el terminal de Marc apareció un mensaje, el cual indicaba que el fichero había sido descargado. Rápidamente, observo el contenido de este, el cual se ejecutó de inmediato. - "Hola Marc- dijo la imagen del profesor con la misma jovialidad de siempre-, si has recibido esto es porque mi hija ha podido establecer contacto contigo, bien vayamos al grano. He estudiado los planos que nos mandasteis del escudo antienergia y los he encontrado fascinantes; nada más llegar los estudie ávidamente y he descubierto algo muy importante: si al diseño original le añadimos el circuito que te mando lograremos tener una inesperada aliada contra las temibles fortalezas de los treinards, me explicó. Como sabes su arma energética provoca una sobrecarga en todos los dispositivos electrónicos, con lo cual estos son fundidos o destruidos. El circuito que me mandasteis es una protección contra él, como una especie escudo que minimiza los efectos de la sobrecarga, el único inconveniente que tiene que para hacer esto se descarga completamente y para que esté de nuevo activo hace falta que pasen unos minutos. Bien, este problema lo he solucionado con mi circuito, el cual hace que la descarga del escudo no sea total sino parcial, hasta un cuarto de la potencia. Esto para un caza esta bien, muy bien, pero cuando probaba esto, me ocurrió un pequeño, llamémoslo "accidente", el circuito se sobrealimentó lo cual provocó que este primer prototipo se fundiera hace tres días. La versión que te mando esta mejorada y gracias este accidente no solo he impedido que el circuito se descargue sino que además se realimente de la energía del disparo, lo cual significa que prácticamente sois invulnerables a ese arma. Pero eso es solo por lo que respecta al escudo, creó que nuestros ingenieros y los de los treinards encontraran otras aplicaciones a este diseño, como por ejemplo almacenar esta energía en un generador y poder utilizarla, por ejemplo para abastecer durante cincuenta años una colonia. Bien, hijo mío, me despido ya. Solo te pido que tengas cuidado y regreses sano y salvo junto a tu mujer y tú hija, ah, se me olvidaba y que cuides de Michael, adiós." La imagen del profesor desapareció del terminal, y Marc se quedó pensativo delante de él. Unos segundos después, introdujo un CD dentro de su terminal y copió el fichero a él, se levantó del asiento y se dirigió hacia la cámara de Tony. En pocos segundos cruzó el pasillo que separaba las dos cámaras y llamó a la puerta de Tony. Este la abrió - Hola Marc-dijo Tony y entró este en la habitación. - Tengo que hablar contigo, Tony, hace un momento he estado hablando con Ingrid. - Si, yo también he hablado con Helenna, y hemos visto al pequeño Tony, como están por Jera? - Bien, ajenos a todo lo que esta sucediendo aquí, por supuesto; como te iba diciendo he hablado con ella y me ha mandado esto- dijo Marc sacando el reluciente CD de su bolsillo-, será mejor que lo
veas, es un mensaje del profesor. - Veámoslo. Hanssen estaba intentando contactar con Jera desde hacia unos minutos para ver a su esposa. Desde hacia unas semanas no la había visto, como todos y estaba deseando de hablar con su esposa aunque solo fuera unos pocos s egundos. Pero en su mente no solo pasó esto, hacia unos minutos había hablado con Arthur y le había dado permiso para hablar con Anja en Jera, pero este, muy atareado con los preparativos del inminente ataque a las huestes dictadoras, solo podía grabarle un escueto mensaje para que se lo enviara a Anja, ya que ella, junto con Ingrid, su padre, su madre y la esposa de Hanssen vivían en la casa del padre de Arthur. Una imagen apareció en el terminal, era Ingrid. - Si?- dijo distraídamente. - Hola, Ingrid, soy yo tú tío Lars. - Hola tío, como estas, hace unos minutos he estado hablando con Marc. - Si, ya lo sé. Esta por ahí mi esposa? - Si, esta arriba con Anja y con mi madre, voy a conectarte con su terminal. - Gracias, hija- dijo Hanssen. - Ha hablado contigo Marc? - No, hace ya por lo menos un par de horas que no lo veo. Por que lo preguntas? - Porque le he mandado un fichero a él de mi padre y creí que cuando lo viera se pondría en contacto contigo. - No, no me ha llamado. - Bien, te paso mi tía. La imagen de Ingrid desapareció para dar paso a la de su esposa. - Hola, cariño- dijo él de forma cariñosa-, como estáis ahí? - Bien Lars, muy bien, que tal estáis vosotros por ahí? - Ya sabes, tenemos mucho trabajo. - Si me lo imagino, que sabes de los chicos? - Están todos bien, por cierto esta Anja? - Si, aquí a mí lado. - Dile que se ponga. La esposa de Hanssen se apartó y en su lugar apareció Anja. - Como estáis tú y el niño?- le dijo su tío. - Los dos estamos bien, pero estoy preocupada por Arthur. - Es normal, muy normal, pero él no puede ponerse en contacto contigo, tiene muchísimo trabajo con la contraofensiva- y al decir esto vio como el rostro de Anja se contraía-, pero en el poco tiempo que ha tenido me ha mandado este mensaje para ti; te lo mando y tú ya lo veras. - Bien tío Lars. - No te preocupes por Arthur, esta muy bien arrop...- en ese momento el comunicador de la habitación de Hanssen sonó y abrió la puerta-, perdona, pasad chicos. - Tenemos que hablar con usted, Lars- dijo Marc. - Es muy imp...- dijo Tony pero fue interrumpido por un gesto de Hanssen. Anja continuaba en el terminal cuando oyó dos voces de hombres, una era la de Marc sin duda, pero la otra no la reconoció. - Bien hija- dijo Hanssen-, tengo trabajo. Me pasas a tu tía. - Si, claro- dijo ella sonriéndole. La esposa de Hanssen se puso delante del terminal y se despidió de él. Pero antes de cortar, el almirante le mando el fichero con el mensaje de Arthur para Anja. - Bien chicos, que queréis? - Vea esto almirante, solo eso- dijo Tony enseñándole un brillante CD- y después dígame lo que le parece. Anja se quedó a solas unos minutos después y vio el mensaje de Arthur, el cual la hizo sentirse mejor. Apagó el terminal y se recostó en la cama, mirando al techo. En su mente seguía revoloteando aquella voz, le era muy conocida. Thomas no era, su voz era grave, pero no tanto como la de... Tony. Rápidamente desechó este pensamiento, no era la voz de Tony, no podía serlo, era la de Thomas, seguro. Además Tony estaba muerto, había muerto junto con Helenna en Girau hacia dos años... por lo menos eso le habían dicho Arthur, Marc e Ingrid. Y si estaba vivo?, no podía ser verdad ellos los habían visto morir a los dos junto con el resto de los que se quedaron en aquel maldito planetoide. Y pensando en esto cerró sus ojos y se quedó dormida, profundamente dormida.
Después de ver el fichero Hanssen se quedó sin habla durante treinta segundos. - Que le parece, Lars?- dijo Tony. - Los cálculos de Michael son correctos?- preguntó el almirante. - Si, creo que sí- le contestó Marc- he hablado con el ingeniero en jefe de mi nave y después de ver un momento los diseños y los cálculos así lo admitió, de todas formas tenia que comprobarlo en el simulador. - Bien, dentro de una hora nos reuniremos todos y veremos que se puede hacer. Una hora después Hanssen se reunía con Marc, Tony, Thomas, el almirante Jeranth y el ingeniero jefe de la flota. - Que opinas Nils?- preguntó Hanssen. - Bien, hemos comprobado el diseño en el simulador y tengo que decirles, caballeros, que este funciona perfectamente, es una maravilla. - Cuando podrá tener un prototipo?- dijo Marc. - Ya hemos empezado a producirlos, quizás dentro de cinco horas tengamos fabricados unos quinientos listos para utilizarse. - Quinientos!- exclamó Thomas. - Qué aplicaciones tendrá?- le preguntó Tony. - Bien, como los generadores que se necesitan tienen que ser bastante potentes solo se están instalando en los acorazados, pero también vamos a instalar el circuito básico del profesor en los cazas y destructores, así como en el resto de las naves. - Circuito básico?, no me diga que han diseñado un circuito avanzado?- preguntó el almirante Jeranth. - Si, perdone almirante, pero no le he contado lo más interesante. Verá, el proyecto del profesor venia con un anexo en el cual se detallaban posibles usos del circuito, así como un diseño avanzado. Mis hombres nada más leerlo empezaron a hacer cabalas sobre el dispositivo; el modelo básico, el que ha diseñado el profesor será instalado en los destructores, cazas y en el resto de las naves del convoy, es muy sencillo de fabricar y de acoplar en este tipo de naves, pero el modelo avanzado del profesor solo puede ser utilizado teniendo unos generadores de gran potencia. Por eso hemos pensado que solo hay un tipo de nave que tenga esos generadores, aparte de sus fortalezas, y ese es el acorazado. - En que se diferencian ambos modelos?- preguntó Hanssen. - Intentare explicárselo, mientras que en el modelo base se utiliza un modelo de generador, el cual es de baja potencia, en el modelo avanzado se usan una serie de generadores de alta potencia y de amplificadores. La energía que absorbe el modelo base es el mínimo para que el escudo no se desgaste, pero en el modelo avanzado la absorción de energía es mayor, muchísimo mayor, trescientas o cuatrocientas veces más. - Que aplicación se le podía dar a este dispositivo?- preguntó Marc. - Bien general, como dice el profesor, puede dar energía a una colonia, pero nosotros hemos ido más allá y hemos pensado que podíamos aprovechar esta energía para realimentar los cañones de partículas, con lo cual podríamos aumentar nuestra potencia de fuego veinte veces. - Bien, creó que este informe es bastante bueno- dijo Hanssen-, dentro de una hora nos reuniremos y prepararemos un nuevo plan. Señores la reunión a terminado. Mientras, en el planeta Idarán, Arthur se reunía con el comandante Lion y con varios oficiales treinards, además de Helenna. - La ofensiva se realizara dentro de unas horas- dijo Lion. - Si, mis hombres les ayudaran- dijo uno de los oficiales, un comandante-, según tengo entendido van a utilizar la nave que capturamos ayer, no comandante Kier? - Si, la comandante Kraüs y yo hemos ideado un plan para adueñarnos de una de las fortalezas que están en el espacio, en concreto esta- dijo señalando un sector de la proyección holográfica que habían preparado para la explicación del plan-, como verán es la que menos problemas nos puede dar; esta en un sector lo suf icientemente alejada del resto de la flota dictadora, y además es la que abastece de material, naves y soldados al planeta. Por otra parte, tenemos informes de sus espías, comandante, en los cuales informan que la mayor parte de sus naves están repartidas por el planeta, pero aún así en el interior de ella pueden haber unos trescientos cazas y unos diez destructores. La comandante Kraüs les informara más a fondo. Arthur dio paso a Helenna. - Bien, señores, el plan es sencillo, pero también entraña riesgos. Con la nave de suministros que capturamos vamos a intentar introducirnos en el interior de la fortaleza. Esta es la parte más fácil del plan, ya que se supone que el trasbordador llegara a la fortaleza; la carga original, productos manufacturados en la
base de los dictadores, ha sido reemplazada por explosivos, los cuales serán colocados en el hangar seis, que es donde están las naves de combate dictadoras, tanto los cazas como los destructores. Esta será la primera parte del plan; la segunda es un poco más complicada ya que un reducido grupo de soldados se infiltrara en el interior de la fortaleza e intentara anular los sistemas defensivos de esta, se cortara la energía a las baterías, al cañón energético y se inutilizaran las puertas de las bahías. Este grupo deberá de actuar rápido, ya que nada más aparezcan nuestras naves de asalto en el scanner, la cubierta seis será devastada por los explosivos. - Muy bien comandante- dijo uno de los oficiales treinards-, pero donde desembarcaran nuestras tropas para adueñarse de la nave? - Ahora iba a explicarles; según parece, cuando nuestra nave descargue en la cubierta seis, será trasladada a otra cubierta, lo más probable en la dos o cuatro, en una de las cuales dejaremos una pequeña avanzadilla, la cual preparara la llegada del resto de las naves. Mientras, como les iba diciendo, el pequeño grupo se hará fuerte en la sala de energía de la fortaleza hasta la llegada de la tropas. Según los informes, en el interior de la fortaleza habrá una pequeña guarnición de defensa, de unos doscientos cincuenta a unos trescientos soldados o tal vez menos, eso si, muy bien armados, ya que tienen lo último en tecnología treinard. - Quien estará al mando del grupo de asalto?- preguntó otro de los oficiales. - Yo- respondió Helenna-, yo seré quien lideré el grupo de asalto; además pilotaré también el trasbordador con la ayuda del capitán Nimeh, quien se ha ofrecido voluntario junto con varios de sus mejores soldados. El grupo estará formado por unas treinta personas, además del capitán, nos acompañara el teniente Harris, quien se encargara del grupo de "recibimiento"; de la colocación de los explosivos y de su posterior deflagración se encargara el capitán, quien se reunirá con Harris después y finalmente mi grupo se encargara de la sala de energía. - Bien, señores, alguna pregunta más? Todos los presentes se miraron unos a otros, los oficiales treinards negaron con vehemencia y Lion miró con satisfacción a Arthur. - Bien- volvió a decir Arthur-, dentro de dos horas y media comenzaremos el plan y dentro de tres las tropas del comandante Lion y las suyas atacarán a las fuerzas dictadoras. Nada más, señores. Todos se levantaron de sus asientos, excepto Arthur, quien miró inquisitivamente a Helenna, para acto seguido llamarla. - Espera, Helenna, tengo que hablar contigo - dijo él. En ese momento el resto del grupo abandonó la habitación. - Qué quieres, Arthur?- le respondió ella, desafiante. - Sabes que me opongo a que vayas en esa misión, creó que no estas preparada para ello. - Tu crees que no lo estoy!- dijo ella con furor-, di más bien qué me quede en mi casa! - No me mal interpretes Helenna... - Si, ya lo sé. Sé que durante estas horas me has puesto, como se dice, un "canguro" para que me vigile, para que a la frágil comandante Kraüs no le pasé nada!- le contestó ella con ironía. - No es eso, Tony me hizo prometerle que cuidaría de ti. - Si, ya lo sé, él esta preocupado, pero yo qué?, no crees que yo también estoy preocupada por él? - Seguro que lo estas. - Bien, tu mismo te has respondido, lo mismo Tony, Marc, Thomas y tú mismo estáis en peligro. Todos estamos metidos en esto. - Si, pero creó que deberías dejar al teniente Harris que se hiciera cargo de la defensa del generador. - A Harris?, Arthur, creó que pierdes aceite, ese chico es la primera vez que esta en combate real, y no creó que sabria llevar una situación tan tensa. - Y tú sí? - Si!, listo; no te creas que estos dos últimos años he estado de vacaciones. Después de tener a mi hijo he participado en más batallas que todos esos "niños de mama" y nos hemos enfrentado con los más temibles grupos de infantería de los dictadores. Además, recuerda, cuando ellos aún estaban en el instituto, nosotros ya habíamos combatido, y por si no lo recuerdas, soy una soldado profesional. - Tienes razón, Helenna, perdóname, pero de todas formas, quiero que Harris vaya contigo en tú grupo. El sargento González se encargara de la avanzadilla. Helenna se quedó pensativa unos segundos, para después contestarle. - Bien, acepto, no tengo más remedio. - Recuerda, Helenna, yo también cedí cuando me expusiste el plan al dejarte ir para que pilotaras el transporte. - Mejor dicho- le contestó ella sonriendo-, soy la única que puede pilotar esa nave, ya que ni los pilotos treinards serian capaces de ello. - Lo reconozco, tienes razón.
Ella se volvió y cuando se disponía a salir, Arthur volvió a hablar. - Solo quiero que me prometas una cosa. - Cual?- le respondió ella. - No te expondrás tontamente al fuego enemigo, y que además dejaras que el teniente se encargue de organizar la defensa. - Si, te lo prometo, pero tú también me vas a prometer algo- repuso ella con picardía-, no le dirás a Tony nada de esto. Arthur no le contestó, pero asintió con su cabeza. - Bien, puedo retirarme?- dijo ella. - Si, puedes hacerlo. Al contestarle él esto, Helenna le saludó militarmente, dio media vuelta y salió por la puerta. Mientras, Hanssen y sus hombres tenían ya un plan medio elaborado. - Bueno chicos, que se os ocurre más?- dijo Lars. - Podríamos mandar una pequeña flota de recibimiento- le contestó Thomas-, les enviamos quinientos cazas y bum! - No seas payaso, Thomas- le reprendió Marc-, estamos hablando en serio. La idea de Tony es buena, pero es demasiado arriesgada. - Los acorazados avanzaran protegidos por cazas- le contestó Tony-, e irán en número suficiente como para obligarles a disparar. - Si, pero y si el almirante treinard decide mandar una unidad de cazas?- volvió a preguntar Marc. - Entonces el grupo de Thomas actuara- le contestó Hanssen. - Si, pero será una batalla a vida o muerte. Si lanzan contra nosotros la mayor parte de sus fuerzas, que es lo que harán, los destruidos seremos nosotros- dijo sarcásticamente Thomas. - Si, puede ser, pero creó que el almirante treinard cuando vea a tantas naves juntas no podrá resistir la tentación de disparar- le respondió Tony. - Saben que tenemos un dispositivo que rechazaría su ataque- dijo Thomas de forma vehemente. - Si, lo sabemos- le respondió Hanssen-, y por ello creó que este plan es bastante arriesgado, podemos perder nuestra fuerza de ataque. - No- les respondió Tony-, si las cosas salen como yo creó no. Veréis, cuando el almirante de los dictadores vea que se les acerca una gran masa de naves no mandara a los cazas a destruirlos, si no que intentará acabar con nosotros lo más rápido posible y cometerá el error de disparar el rayo energético de solo una de sus fortalezas, las otras pasados unos segundos volverán a disparar; pero también tenemos que contar con la rapidez de respuesta de nuestras naves. Si recordáis, después de disparar el rayo energético, las fortalezas quedan casi desprotegidas ya que deben de bajar el campo de fuerza del escudo al mínimo por el consumo de energía del rayo. - Si, lo sé- dijo Marc-. Creó que empiezo a entender tu plan poco a poco; en ese momento contraatacaremos. - Exacto- dijo Tony-, ellos esperan que nuestra defensa repela el ataque, saben que nuestros escudos estarán bajos e intentarán disparar de nuevo el rayo. Ese instante es el que debemos aprovechar para atacarlos. - Cuanto tiempo dispondremos?- pregunto Hanssen. - Apenas unos veinte segundos, tiempo suficiente para que los generadores acumulen la cantidad de energía necesaria para disparar los cañones de los acorazados. - Crees que harán esto?- preguntó sorprendido Thomas. - Tengo la esperanza de que lo hagan- respondió Tony-, sino, no volveremos nunca más ver Altaír. Helenna estaba preparada. Faltaban ya solo unos minutos para que la nave estuviera preparada, después partirían hacia la fortaleza. Estaba sentada en su puesto de piloto revisando el plan de vuelo, cuando el teniente entró en la cabina. - Mi comandante- dijo el chico-, la nave ya ha sido cargada con los explosivos. - Bien, teniente- le respondió ella mirando las pantallas repletas de datos-, de la orden de que embarquen los soldados, dentro de unos minutos nos vamos. - A la orden, mi comandante- le respondió el chico, visiblemente nervioso. El joven salió de la cabina para cumplir las órdenes de Helenna. En ese momento, a solas, comprendió lo importante que era la misión; el futuro de Idarán estaba en juego, así como el futuro de Altaír. Si los dictadores eran vencidos allí, una alianza entre humanos y treinards no seria descabellada. - Comandante- dijo la voz melodiosa de un hombre, un treinard.
- Capitán Nimeh- le contestó ella. - Seré su copiloto una vez más- le contestó el hombre sentándose al lado de ella. - Si, será como hace un año, cuando nos enfrentamos a los cruceros Freriag en Sildos. - Exactamente, Helenna- dijo el hombre-, según parece la lanzadera no es muy difícil de pilotar, no? - Usted lo ha dicho- le contestó ella-, no es difícil, pero debemos de imitar su forma de pilotarla. Un fallo daría al traste con todo el plan. Rápidamente los dos comenzaron a descargar ficheros de la memoria del computador de la nave, en los cuales había información acerca de anteriores viajes a la fortaleza; en breves segundos tenían ya una noción de como pilotar la lanzadera. El teniente Harris dio las órdenes pertinentes y rápidamente el grupo de soldados humanos, cargados con su impedimenta de combate, así como el grupo de soldados treinards disfrazados de cazadores, entraron en la nave y se acomodaron en ella. El teniente, rápidamente cerró la escotilla de la nave, se dirigió hacia la cabina e informó a Helenna. - Mi comandante- dijo el chico-, los soldados ya han embarcado en la nave. - Bien- le contestó ella-, teniente acomódese, vamos a despegar. Desde un lugar cercano, Arthur observaba como las turbinas de la lanzadera se ponían en funcionamiento. La nave era pequeña, de unos veinte metros de larga, pero tenía capacidad para cien toneladas. Situados a ambos lados de las alas, se hallaban las turbinas de friat, combustible utilizado en las naves treinards y altamente inflamable, de las cuales unos segundos después salieron un par de llamaradas nacaradas. Despacio, la nave se fue elevando, levantando una polvareda en la tierra que circundaba la pista de aterrizaje, para unos segundos después, cuando ya estaba a varios metros del suelo, ascender vertiginosamente hacia el celeste cielo de Idarán, hasta perderse de su vista. Mientras, Hanssen volvía a releer por quinta vez el plan de ataque. - Era bueno- se dijo en su mente, cuando fue interrumpido por el sonido de su comunicador. - Si- contestó casi automáticamente. - Señor- dijo la voz de Arthur-, el plan se ha puesto en marcha, la nave ya ha partido hacia la fortaleza. - Bien, Arthur, gracias- le contestó afablemente, desconectando el comunicador unos segundos después. Sabia que ya faltaba poco para el ataque, como mucho una hora, para que empezara la gran ofensiva, de la cual dependía que aquella guerra terminara en aquel momento ó continuara unos meses más.
La lanzadera salió de la atmósfera de Idarán y en breves segundos se encontraría en el espacio exterior, a unos mil kilómetros de la fortaleza dictadora. Helenna estaba trazando el rumbo hacia fortaleza, mientras el capitán pilotaba la nave con maestría. - Ah, ya esta- dijo ella suspirando-. Si las informaciones de nuestros espías son ciertas, no tendremos ningún problema hasta llegar a la fortaleza. - Esperemos qué sea así- le contestó el capitán-. Ojalá al comandante de la fortaleza no se le haya ocurrido la feliz idea de poner patrullas en las cercanías. - Es improbable- le contestó ella-, en este sector no se han producido ninguna escaramuza y además confiara ciegamente en la fuerza defensiva de su nave, ellos controlan esta parte del planeta y están confiados en que nadie les puede atacar. - No son estúpidos, comandante- le contestó el capitán. - Si, lo sé- respondió Helenna-, pero ya sabe, como le dije antes están confiados, es su sector, no esperarían... - Que una nave enemiga se introdujera en su sector, no? - Exacto!- le respondió ella sonriéndole. El capitán sonrió mirando el scanner. - Ya falta poco para alcanzar el punto en el cual su scanner nos detectara- le dijo el treinard. Helenna asintió. El capitán se preparó para recibir la inminente comunicación de la fortaleza. - Khe unshi arg nagath?- dijo una voz treinard a través del comunicador. - Seleri antion Idaran secomb aight- respondió el capitán al oficial dictador. - Geli naum? - Shoian, ningore u beneris. Derensis heriba jerkiaran humanis- volvió a responder el capitán, quien miró a Helenna, la cual sonreía divertida. - Dei, sanivore ternia asi- respondió la voz del oficial.
- Fingore- dijo por último el capitán cortando la comunicación. - Lo hemos conseguido capitán- dijo Helenna. - Si, lo logramos. - Hangar seis, no? - Exacto, veo que ha mejorado bastante su comprensión de nuestro idioma. - Si, un poco, aunque todavía me lió un poco con ciertas palabras. Así que traemos prisioneros humanos, no? El capitán sonrió. La nave se acercaba a velocidad media a la gigantesca fortaleza, la cual parecía sostenida en el espacio por unos invisibles hilos. Helenna maniobró con maestría e introdujo el carguero en la bahía seis. - Bien capitán, todo suyo- le dijo Helenna dándole los mandos-, aterrice usted, voy a reunirme con los chicos. El capitán asintió. Helenna se levantó del asiento y salió de la cabina, entrando en el compartimiento destinado a la carga, donde estaban los soldados esperándole. - Bien, ya estamos dentro- dijo ella secamente-, ahora debemos de seguir el plan. Usted sargento se quedara en la nave con diez soldados disfrazados de cazadores. - Entendido, mi comandante- le respondió el sargento. - Usted sargento se encargara de preparar el desembarco de las naves de asalto. Teniente usted con otros diez soldados vendrá conmigo y el resto se quedaran aquí para descargar los explosivos- Helenna los miró a todos-. Alguna pregunta? Nadie respondió, lo cual indicaba que todos habían comprendido el plan. - Bien, todos a sus puestos. Teniente, venga aquí. El teniente avanzó hacia la posición de Helenna. - Teniente usted a capturado a un grupo de humanos y nos llevan a la sala de detención, entendido. - Si, mi comandante. - No habla la boca, el sargento Nihmis se encargara de todo, usted solo haga lo que el le indique. Llegado el momento oportuno sabrá lo que debe hacer. - Entendido- le respondió el chico, visiblemente nervioso. - Tranquilícese- dijo Helenna sonriendo- todo saldrá bien. - Lo sé, mi comandante. Es normal que este un poco nervioso ya que es mi primera misión de combate. - No se preocupe, cuando estemos metidos en el embrollo actuara mecánicamente y hará lo que debe. El chico asintió, se giro y volvió con los soldados, los cuales estaban terminando de disfrazarse de cazadores. El capitán guió magistralmente la nave hasta el punto de aterrizaje donde les esperaban un oficial dictador con un par de soldados. En el interior todo estaba listo, Helenna y cuatro de los soldados habían sido convenientemente maniatados como si fueran prisioneros; el teniente, disfrazado de cazador, se había mezclado con cinco de los soldados treinards también vestidos de cazadores. El sargento miró a Helenna, quien asintió con vehemencia; era la señal que esperaba para abrir el portón de la nave, la comedia había empezado. El sargento salió de la nave acompañado por los prisioneros y varios soldados, saludo al oficial dictador. - Esto no estaba previsto en el embarque de hoy- dijo el oficial. - Si, mi teniente, pero los detuvimos esta mañana- le contesto el sargento-, además el comandante quería que estuviesen aquí lo más pronto posible para que interrogásemos a la humana, ya que sabe los planes de ataque de los suyos. - Interesante- le contestó el teniente. El teniente Harris no entendía nada de lo que decían los dos treinards, pero por los gestos que hacían comprendió que hablaban de la comandante, así que mientras los observaba atentamente reparó en los soldados que acompañaban al oficial y en ese momento comprendió que la estratagema saldría bien, ya que los vio totalmente relajados y confiados. La comandante Kraüs tenía razón, los dictadores confiaban en ellos, no esperaban que debajo de los uniformes de cazadores estuvieran en realidad varios rebeldes y un humano. El sargento intento convencer vanamente al oficial dictador, quien se obcecó en acompañarlos
hasta la sala de detención, donde serian interrogados los humanos, pero finalmente tuvo que acceder a que este les acompañara. - La sala de detención estaba un nivel más arriba que la sala de energía- pensó Helenna mientras era conducida por los soldados hasta el elevador que les llevaría hasta la sala-. Bien, tendré que pensar rápidamente; tal vez aquí tengamos una oportunidad de eliminar al oficial y a sus dos soldados, tenemos que ser muy cuidadosos. La puerta del ascensor se abrió; Helenna y los soldados entraron en él, mientras el oficial dictador detrás de ellos. Observó que este charlaba amistosamente con el sargento, al cual asediaba preguntándole acerca de como iba la guerra en el planeta. El sargento comenzó a sentirse intranquilo, sabia que si el tipo continuaba por esos derroteros tarde o temprano los descubriría, así que se armó de paciencia y contestaba con monosílabos las preguntas del oficial. Uno de los soldados pulsó el botón del nivel diez, donde estaba situada la sala de detención y el ascensor se puso en marcha. El teniente Harris estaba en el fondo del ascensor, detrás de Helenna. De pronto oyó como ella le hablaba. - Teniente, debemos de acabar con el oficial y los soldados. - Pero mi comandante- dijo el chico oculto detrás de la mascara-, como vamos a librarnos de ellos. - Aquí no podemos, el elevador es demasiado estrecho, además rápidamente encontrarían los cuerpos. Tendremos que esperar a salir de aquí, tal vez cuando lleguemos a la sala de detención, o antes. - Entendido, mi comandante- le contestó el muchacho. - Este preparado, deberemos de actuar rápidamente. Unos minutos después el elevador se detenía en el nivel diez. La puerta se abrió con un ligero silbido, el oficial y soldados salieron de el ascensor seguidos por los "prisioneros" y sus acompañantes. Helenna miró el vestíbulo, en el había un par de soldados haciendo la guardia, así como un numero indeterminado de personas que iban y venían por los pasillos próximos. Rápidamente el oficial los guió hacia un pasillo a la izquierda, por donde fueron hacia la sala de detención. El teniente se percató de que había llegado el momento oportuno, en aquel pasillo no había nadie excepto ellos. Miro a Helenna y esta asintió. Actuó rápidamente, casi automáticamente; desenfundó su pistola y le hizo una señal al sargento que iba delante de él. Este comprendió rápidamente y con un ligero gesto se lo hizo entender al resto de los soldados. El sargento miro a Helenna y esta asintió, este era el sitio y el momento oportuno. Ella se dejo caer al suelo, como si tuviera un desvanecimiento. - Mi teniente!, a la prisionera le sucede algo!- gritó el sargento. El oficial dictador se giró y observó que la mujer humana estaba tendida en el suelo contorsionándose de dolor. De una zancada se aproximó a ella. - Rápido, vayan a buscar a un médico!- dijo el oficial. El oficial se agachó e intentó coger el exánime cuerpo de Helenna. Los dos soldados se acercaron a él para ayudarle a incorporar a la humana. En ese momento el sargento y sus hombres rodearon al oficial y a los dos soldados. - Vayan a buscar a un médico!- volvió a decir el oficial. El sargento negó con la cabeza y desenfundó su arma, gesto con el cual fue seguido por el resto de los soldados, incluido el teniente. - No hace falta, teniente- le contestó Helenna en un perfecto treinard. El oficial miró a su alrededor y comprendió demasiado tarde, intentó desenfundar su pistola pero desistió al ver que los fusiles de asalto de los rebeldes le apuntaban, lo único que pudo hacer fue soltar su arma, siendo seguido por los dos soldados. El capitán Nimeh había terminado de descargar junto con sus hombres las cajas de explosivos, la última de las cuales fue colocada cerca de un gigantesco deposito de friat. Después dio la orden de volver a los soldados a la nave y un minuto después esta se dirigía hacia la cubierta cuatro, donde esta aterrizó. Sin muchos problemas Helenna y su grupo llegaron hasta la sala de energía. Después de dejar al oficial y a los dos soldados convenientemente atados, amordazados y ocultos en un panel del suelo, rápidamente volvieron sobre sus pasos y de nuevo subieron al elevador que los llevó hasta el nivel once, donde estaba la sala de energía. - Ya estamos aquí- dijo ella-. Actuemos rápidamente, teniente ocúpese usted junto con el sargento de la defensa de la zona.
- Si mi comandante- le contestó el chico. - Quiero tres hombres cubriendo este pasillo, y otros tres en aquel. Además quiero una barricada cubriendo la puerta de la sala. El chico asintió, dando ordenes rápidamente al sargento, quien presto las llevó a cabo. Helenna, seguida por un ingeniero treinard entró en la sala de energía. - Bien- dijo ella- tenemos que localizar el interruptor de fuerza de las defensas y del cañón energético, así como los controles de las puertas de las bahías de desembarco. El treinard asintió. No le llevó mucho tiempo localizar los interruptores, los cuales fueron desactivados y cuyas tarjetas de circuitos fueron destruidas. Ahora solo tenían que esperar a que llegara la caballería. Arthur, desde tierra observó como las naves de asalto partían, protegidas por unos cincuenta cazas de combate. El plan ya estaba en marcha, él tenía que preparar su parte del plan, el ataque junto con las tropas terrestres de la base enemiga. El comandante de la fortaleza estaba tranquilo, a decir verdad estaba relajado. El sector que le había sido asignado era uno de los más tranquilos, podría haber sido peor, podría haber estado en primera línea con el almirante en jefe y formar parte de la línea defensiva que se enfrentaba a los rebeldes y a los terrestres. La verdad era que no los envidiaba, prefería el trabajo que tenía por delante: simplemente cuidar de una zona de influencia verde, sin peligro aparente y abastecer a la base militar de tierra, en la cual estaban todos los efectivos. En su fortaleza tenia solo lo indispensable para defenderla, unos ciento veinte cazas y poco más de doscientos soldados, incluyendo a los pilotos. El comandante aparto sus pensamientos y miro el puente de mando, el cual estaba muy tranquilo. Junto con él estaban los oficiales de cubierta, uno encargado de comunicaciones, otro de la defensa y un tercero encargado del tráfico de naves de carga provenientes del planeta. - Todo va bien teniente?- le preguntó al oficial de comunicaciones. - Si mi comandante, perfecto. Las comunicaciones con la base, así como con el resto de las fortalezas son normales. - Hay actividad enemiga? - Negativo, mi comandante, los rebeldes y humanos no han vuelto a dar señales de vida desde que llegaron y atacaron a la fuerza defensiva del planeta. - Comuníqueme con la base, quiero hablar con el general Sirthes, deseo comunicarle que la lanzadera de suministros ya ha llegado. El teniente asintió, pero cuando se disponía a hacerlo algo le llamó su atención. - Mi comandante, estoy detectando una emisión no autorizada en este sector. - Pásela a mi monitor- le respondió el comandante. Con paso cansino llego hasta su consola y se sentó lentamente en su asiento. Delante de él, aparecieron los gráficos del sector, y en ellos un punto de color amarillo que indicaba desde donde venia la llamada. Cogió unos auriculares con micrófono y se dirigió al encargado de defensa. - Capitán Gertias, tenemos alguna patrulla en ese sector. - Negativo, mi comandante, las patrullas regresaron hace unos minutos. - Es extraño- dijo el comandante-, podemos interceptar la comunicación, teniente? - No, mi comandante, están demasiado alejados para hacerlo. Tal vez dentro de unos segundos pueda, si se acercan un poco más. - Hágalo teniente. Capitán que se prepare una escuadra de intercepción, que salga inmediatamente. - A la orden mi comandante- dijo el capitán encargado de defensa. Helenna estaba nerviosa, faltaba poco ya para que se iniciara el ataque, por lo cual tenía una intranquilidad en su estomago. Miró su cronometro y vio que casi era la hora. En el puente de mando la tensión había aumentado. La teniente encargada del tráfico de naves había detectado un grupo de naves que se acercaban a ellos, pero no había logrado reconocer ninguna, ni sabía cual era su número. - Mi comandante- dijo el teniente encargado de comunicaciones- hay una llamada del capitán Jhering. - Pásemelo, teniente- dijo el comandante. - Mi comandante, tenemos las naves en el scanner, aunque no podemos verlas todavía. Al parecer se trata de una especie de convoy formado por cinco naves de transporte y unos veinte cazas. - Nuestros?- inquirió el comandante.
- No me atrevería a asegurarlo, la telemetría de sus naves es distinta a las nuestras, tal vez se trate de una distorsión solar, no puedo asegurarlo. - Ha interceptado alguna comunicación? - Negativo, según parece han dejado de emitir, o tal vez están empleando un tipo de emisión que no podemos detectar. - Bien capitán, continué informándome. Teniente, avise al resto de oficiales, estamos en alerta azul. - Si, mi comandante. El oficial al mando de la escuadra de asalto tenía hacia ya bastante rato en su scanner la posición de la escuadra de cazas que se aproximaba a ellos. - Mi comandante están en el scanner y se aproximan a gran velocidad hacia nosotros- le dijo uno de los pilotos, un teniente. - Ya los veo, teniente- le contestó el hombre-, usted y su escuadra adopten la formación de defensa. Su misión es defender el convoy. - Si mi comandante. - Capitán Jarvis, intercéptelos con su escuadra. Intente causar el mayor daño posible. - Entendido líder- le contestó el capitán-, escuadra Alce, seguidme. Del grupo de naves salieron unas veinte, poniéndose a la vanguardia del convoy, mientras las naves del teniente rodeaban a las naves de desembarco. El oficial dictador al mando de la escuadra se puso rápidamente en contacto con la fortaleza cuando vio delante de él los cazas terrestres y las naves de asalto. - Son cinco naves de asalto, mi comandante, y unos cincuenta cazas del tipo Vulkan. - Bien, podrán detenerlos, capitán? - No lo sé. Los cazas Vulkan son muy rápidos, además nos superan en número. - Lo sé, pero debe de intentarlo, por lo menos hasta que partan los refuerzos para ayudarlo, capitán. - Se hará, mi comandante, pero deprisa, estamos muy cerca de ellos. El comandante miró al teniente encargado de las comunicaciones. Sabía que tenía que dar la orden. - Teniente, estamos en alerta roja, que todos los pilotos se dirijan al hangar seis y que estén dispuestos para salir de inmediato. - A la orden, mi comandante. La alarma sonó en el barracón de los pilotos. Estos sabían lo que eso significaba, la nave iba a ser atacada de inmediato por un enemigo, así que rápidamente tomaron sus pertrechos y se dirigieron al hangar seis, donde los esperarían sus naves ya preparadas para el combate. El teniente Harris miró su cronometro, faltaba poco más de un minuto para que la cubierta seis fuera destruida. Miró a Helenna, quien estaba a pocos metros de él mientras observaba expectante uno de los pasillos que conducían a la sala de energía, y pensó que le pasaría a ella ahora por su mente. Tendría miedo?, no lo creía, ella era uno de los héroes de Girau junto con el general Sánchez, tenia muchísima experiencia en combate. Si eso era, su falta de experiencia en estas situaciones hacia que estuviera aterrorizado y que incluso le temblaran las piernas, por no decir la sensación de nauseas le llegaba a la garganta. Miro de nuevo el cronometro, faltaba ya menos de un minutos, solo cincuenta segundos. - Mi comandante, la escuadra Ónice esta lista para partir- le dijo el capitán encargado de la defensa de la nave. - Bien, que parta, que se unan a la escuadra del capitán Jhering. El oficial dio la orden, y de inmediato las naves se elevaron en la bahía. Allí la actividad era frenética, casi de locura; los mecánicos iban de nave en nave intentando tenerlas a punto para que los pilotos partieran lo más pronto posible y los pilotos se afanaban en revisar que todo funcionara a la perfección. La escuadra partió por la puerta del hangar, dirigiéndose hacia el espacio profundo. Estaba compuesta por unos veinte cazas Kartyaris, armados con lo último en tecnología treinard, un duro rival para los cazas de intercepción Vulkan. Las cinco últimas naves salían por la puerta cuando una explosión sacudió el hangar. Uno de los depósitos de friat había estallado, al cual siguieron el resto de los que había en la cubierta, destruyendo todo lo que había en ella. Desde el exterior, el capitán de la escuadra Ónice vio como una lengua de fuego destruía los
cinco últimos cazas, que explotaron de forma violenta. Y también observó como la lengua de fuego arrasó el hangar, como esta segaba la vida de todo el que estaba en la cubierta. - Qué pasa?, teniente- dijo el comandante. - Señor, la cubierta seis ha explotado. El dictador, visiblemente nervioso se dirigió hacia el puesto del teniente. - Daños, teniente. - Hemos perdido todos los cazas, así como a todos los pilotos y a los mecánicos que había en el área. Los accesos han sido destruidos. Una nueva sacudida, otra explosión, fue sentida en el puente. - Mi comandante, el fuego se esta extendiendo en dirección al arsenal de misiles energéticosdijo la voz del capitán encargado de la defensa. - Sellen la zona- dijo el comandante- así como los sectores siete, nueve y doce. Mandé a treinta soldados para sofocar el fuego. - A la orden mi comandante. Jarvis se acercaba con velocidad de vértigo a su objetivo, los cazas dictadores. Nada más tenerlos a tiro, lanzó uno de sus misiles, que impactó en uno de ellos, causándole graves daños. El capitán Jhering, al ver que uno de sus cazas atacado, optó por una acción evasiva. - Separaos- gritó el capitán a sus pilotos-, son más que nosotros. La coreografía de las naves fue perfecta, las naves dictadoras se separaron y las naves terrestres las siguieron, pegándose a sus alas. - Tengo al bandido en mi scanner, líder alce- dijo uno de los pilotos, al mismo tiempo que disparaba sus aceleradores. La nave dictadora esquivó el primer ataque, pero fue destruida con la segunda ráfaga. - Uno menos, líder alce, apúntamelo a mí, alce seis. - Entendido, Max- le respondió Jarvis- pero ten cuidado en tu flanco derecho, se acercan dos más. La nave del piloto frenó en seco, giró hacia la derecha y escupió una ráfaga de fuego, que impactó en uno de los dos cazas, que fue destruido.
Jhering aumentó la velocidad de su caza e intentó reunir a su diezmado grupo. - Teniente Ulkar, bajas. - Hemos perdido seis cazas, mi capitán sugiero que volvamos a la fortaleza, con solo cuatro cazas no podemos hacer frente a esos Vulkan. Jhering sabia que era cierto, cuatro pequeños cazas Gigas no eran rivales para los Vulkan. - Bien, regresemos. Las cuatro naves giraron en dirección a la fortaleza, seguidas por varios cazas terrestres. Jarvis se dio cuenta de ello. - Alce cuatro y alce tres, volved, no los sigáis. - Son un blanco inmejorable- le contestó alce seis- además no podrán avisar a la fortaleza que estamos aquí. - Max, ellos saben que estamos aquí!, da media vuelta y no seas estúpido! - A la orden, líder alce, espera, detectó algo, cinco, diez, quince naves enemigas que se dirigen hacia nosotros a gran velocidad. - Si, las veo- dijo alce tres-, son caza-bombarderos Kartyaris, lo último en tecnología dictadora. - Volved!, no tenéis ninguna oportunidad frente a ellos. Pero ya era demasiado tarde. Los cazas Kartyaris eran muy veloces y cuando los dos Vulkan se dieron cuenta estaba a pocos kilómetros de ellos. Cuatro de los cazas enemigos dispararon sus cañones, impactado directamente en alce tres, que fue destruido, mientras alce seis era perseguido por dos de los cuatro cazas Gigas supervivientes, seguidos de cerca por el resto de los cazas Kartyaris, los cuales tenían sus armas listas para disparar contra el grupo de Jarvis. - Mi comandante, se acercan a nosotros unos veinte cazas enemigos, la mayoría de ellos de la clase Kartyaris- informó Jarvis al comandante. - Ya lo veo, capitán, podrá hacerles frente? - Lo intentaré, mi comandante, pero los cazas Kartyaris son muy duros y además están armados hasta los dientes. - Le mandaré una escuadra de apoyo, capitán.
- Gracias mi comandante. La escaramuza se convirtió en una verdadera batalla. Jarvis y sus chicos se enfrentaron valientemente a los cazas dictadores, destruyendo seis de los Kartyaris y dañando al resto, que se retiraron a toda velocidad hacia un sector enemigo, seguidos por lo que quedaba de la escuadra de Jarvis y la escuadra León. Mientras, en la fortaleza, el comandante veía como los transportes de soldados y los cazas de escolta avanzaban sin ninguna resistencia hacia ellos. Miró en el scanner y vio que estaban a unos cien kilómetros. Observó a través de uno de los ventanales del puente y pudo ver por si mismo que estaban allí, acercándose a su nave; tenia que tomar una decisión. - Preparen el cañón energético- fue la orden que dio. El capitán encargado de la defensa asintió y se dirigió a la consola del cañón. Tocó un interruptor y un panel se deslizó, dejando visible un mando y unos botones. Hábilmente pulso cada uno de los botones, para finalmente dirigirse al comandante. - Todo listo. - Dispare! El capitán pulsó el botón de ignición, sabía que tres segundos después un destello rodearía la nave y que cinco segundos después las naves terrestres serian destruidas, sonrió feliz. Pero nada de esto pasó, no hubo destello. El comandante miró al capitán. - Que pasa, capitán?, no ha disparado? El capitán volvió a pulsar el botón de ignición, y no sucedió nada. Intercambió una mirada con el comandante. - Mi comandante, no hemos disparado- fue lo único que pudo decir- voy a revisar el proceso. El capitán volvió a mirarlo todo, que en teoría estaba correcto. Miro cada uno de los pasos y vio que estaban correctos, así que solo quedaba una cosa. - Mi comandante, no tenemos energía! - No hay energía en el cañón? - Negativo- dijo el capitán observado un panel anexo a su puesto-, no hay energía en el cañón, ni en el sistema defensivo. - Cierre las puertas de los hangares- dijo el comandante. La teniente de tráfico ejecutó la orden. - Cerrándose las puertas de los hangares, uno, dos, tres, cinco y siete. La puerta del hangar cuatro no responde, no le llega energía. Al decir esto la teniente, el comandante comprendió. - Capitán, vaya usted a la sala de energía con cinco soldados y verifique que esta sucediendo allí. - Si, mi comandante- le contestó el capitán levantándose de su asiento y dirigiéndose hacia la puerta del puente de mando. - Teniente Leith, de órdenes a las tropas de defensa de dirigirse al hangar cuatro y que rechacen la invasión. Los transportes avanzaron si oposición hasta llegar frente a la fortaleza. Rápidamente, guiados por la señal que emitía el capitán Nimeh las naves de desembarco entraron en el hangar cuatro. Helenna miró su scanner de mano, y observo cinco puntos que se dirigían hacia la sala de energía, sabia que vendrían, tarde o temprano. - Bien, ya los tenemos aquí, vienen por el túnel de la derecha, estad preparados- les dijo ella. El capitán avanzaba con cuatro soldados cuando de repente, un soldado que mandó de avanzadilla le indico que se detuviera. - Mi capitán, hay una barricada en la entrada de la sala- le dijo el soldado. - Bien, soldado, avance usted e investigue- dijo el capitán- y se lo ve mal vuelva, me voy a poner en contacto con el comandante. El soldado avanzo unos metros escudándose en el túnel, con su fusil en la mano. Helenna lo había visto, el soldado dictador intentaba ocultarse de su vista en el fondo del túnel, pero ella sabia que le resultaría prácticamente imposible. Le apuntó con su pistola y disparó, el impacto le dio de lleno, en el pecho. Ella vio como el caía al suelo con el torso sangrante, y también vio como, a modo de respuesta, varios disparos provenientes del fondo del pasillo impactaron en la barricada. - Nos han disparado y uno de mis soldados ha sido abatido, Saran- dijo el capitán.
- Le mandaré refuerzos, ha visto cuantos enemigos hay? - No, pero calculo que serán unos diez, no más. - Bien cortó. El comandante dio las ordenes pertinentes mientras se dirigía a la cubierta cuatro, donde las tropas enemigas habían desembarcado hacia unos minutos. El capitán Nimeh, desde la barricada observó la fuerza enemiga que se estaba congregando delante de él. Eran pocos, pero los suficientes para atacar la precaria posición que el tenia tomada y arrebatársela. Afortunadamente, el grueso de las tropas de asalto ya había desembarcado y el comandante que dirigía el ataque se acercaba a él. - Buen capitán, ¿cual es la situación? le preguntó el hombre, estrechándole la mano. - Vera, comandante, se están congregando tropas enfrente de nosotros y están fortificando cada una de las puertas del hangar, calculo que habrá unos doscientos soldados, aproximadamente. - Bien, daré las ordenes a mis capitanes, nos acompañara en el ataque, no? - Si, iré con ustedes. Los cazas Vulkan partieron de la base provisional dirigidos por Arthur hacia la base enemiga, mientras las tropas terrestres de Shedian avanzaban cubiertas por los veloces carros de combate del comandante Lion. Así mismo Tony, Thomas y Marc, apoyados por Hanssen y Jeranthalas, partían hacia la batalla que decidiría el futuro de aquel planeta y tal vez del universo. En una de las cubiertas de lanzamiento, Tony, Thomas y Marc estaban preparados para partir en cualquier momento, esperando la señal de Hanssen para ir a sus respectivas naves. - Cuándo entraremos en acción?- preguntó Thomas visiblemente nervioso. - El plan se apuesto ya en marcha- le contestó Tony- creo que dentro de poco partiremos con nuestros cazas. Sabéis lo que tenéis que hacer cada uno. Thomas y Marc asintieron. - Lo sabemos perfectamente- le contesto Marc. - Bien, vamos cada uno a nuestros puestos, buena suerte chicos- dijo Tony. - Buena suerte- le contestaron casi al unísono Thomas y Marc, a la vez que cada uno se dirigía hacia la zona de lanzamiento donde estaban sus respectivas unidades. Dentro de unos minutos estarían en el espacio. Los refuerzos llegaron hasta la sala de energía. Helenna y los chicos los vieron desde su protegida posición, por lo menos media docena de soldados dictadores armados con fusiles de rayos. - Bien, ya están ahí- dijo Helenna-, todo esta listo para defendernos no teniente? - Si mi comandante, todo esta preparado- le contestó el chico. En ese momento vieron como, dirigidos por un oficial, un grupo de enemigos se acercaba hasta su allí. Helenna dio la orden de abrir fuego. Desde la barricada, una oleada de fuego partió hacia la avanzadilla de los dictadores. Vieron como caían al suelo, tal vez muertos, dos dictadores. El oficial al ver su situación dio la orden de retirarse. - Retiraos, Dherenh, ve a la armería. - Entendido capitán- dijo el dictador. Helenna desde la barricada vio como se retiraban un par de soldados enemigos, sabia que estaban tramando algo. - Teniente- dijo ella dirigiéndose al chico. - Si, mi comandante. - Que los hombres estén atentos, dentro de un momento volverán a atacar. Esta bien? - Si mi comandante, solo un poco nervioso, solo eso. - No se preocupe, encárguese usted del grupo del túnel de la izquierda, yo me ocuparé del de l a derecha y recuerde, el enemigo no debe de pasar. - Entendido- dijo el chico deslizándose hacia la barricada orientada a la izquierda. Helenna observaba desde allí al oficial dictador como impartía órdenes, como desplegaba a sus soldados. Seguramente había mandado a esos soldados por armas de mayor calibre, puede que incluso algún lanzamisiles o granadas para desalojarlos a ellos de su posición. Debía de actuar rápidamente, antes si podía ser de que vinieran los dos soldados con las armas. Se acerco al sargento y hablo con él. - Crees que desde aquí puedes darle a alguno de esos soldados? - Si creo que si- le respondió el hombre. - Bien cúbreme- y diciendo esto Helenna se adelantó impulsivamente, fusil en mano disparando contra los soldados enemigos. Los soldados de su grupo, rápidamente la cubrieron abriendo fuego.
Helenna, cubierta por el fuego de sus soldados, disparaba contra los enemigos. Vio como caían dos soldados al suelo, heridos, tal vez muertos, y esto le dio más ánimo para continuar disparando. Apuntó al oficial enemigo, quien se estaba intentando protegerse detrás de unas cajas, pero al intentar seguirlo, descubrió su presencia, que rápidamente fue advertida por el enemigo que disparó varias ráfagas dirigidas a su posición. El sargento, desde la barricada, vio como una de esas ráfagas impactó en el pecho de Helenna quien cayó pesadamente al suelo. - Le han dado a la comandante- dijo el hombre-, cubridme voy a por ella. El sargento, cubierto por el fuego de sus soldados llegó sin muchos problemas hasta donde estaba ella en el suelo. Arrastrándose llegó hasta ella y observó su herida; no le gustaba, tenia muy mala pinta, ya que el disparo había destrozado por completo la armadura y había afectado a su pecho y el estomago. Si no reaccionaba de inmediato, Helenna podría morir allí desangrada, así que, desde el suelo agarró a Helenna por los restos de la armadura e intentó llevarla a cubierto tras la barricada. Arrastró el cuerpo exánime de la mujer, y cuando tuvo la certeza de que ningún soldado enemigo podía dispararle, la levantó del suelo y la tomó en brazos. Estaba a unos pasos de la barricada, cubierto detrás de unas cajas. Solo le quedaba dar un pequeño paso y estaría detrás de la barricada, resultaba sencillo, pero cargado con la mujer no lo era tanto. - Teniente- dijo el hombre a viva voz-, acérquese usted a esta parte de la barricada y cuando yo le diga coja a la comandante. El joven asintió. Se acercó donde estaba el sargento y lo miró con determinación. - Ahora!- grito el sargento, quien dejó a Helenna en los brazos del joven. Rápidamente el chico la dejó en el suelo y la observó. El sargento, casi un segundo después saltó a través de la barricada y aterrizó cerca de don de estaban el chico y Helenna. - Como la ve usted, sargento?- inquirió el joven. - Está mal, muy mal- le contestó el hombre-, pero espero que nuestros compañeros no tarden mucho en llegar. Tony, Marc y Thomas habían partido hacia poco al espacio. Cada uno estaba con su grupo, esperando las órdenes de la nave comandante. - Aquí estamos otra vez- dijo Thomas- siempre en la brecha, esperando... - Thomas no te pongas otra vez con lo mismo - le respondió Marc-, me se esa retahíla desde que estábamos en el Campamento. - Eso es verdad- asintió Tony- y por lo que veo en todos estos años has cambiado muy poco. - En esta vida Thomas solo hay uno, y para que cambiar. Soy feliz sien... Sus palabras fueron cortadas por la voz de Hanssen. - Bien chicos, se acerca el momento deseado por todos. Nos vamos a enfrentar a un enemigo superior en número y tecnológicamente. Solo os digo una cosa, el futuro de la Humanidad y de la libertad en el Universo esta en vuestras manos. La ofensiva ha comenzado y no nos va nada mal. El enemigo esta siendo derrotado en el planeta, pero para que la misión tenga éxito nosotros debemos de hacer nuestra parte. Vamos a destrozarlos, y hacer que utilicen el rayo energético, que nosotros utilizaremos contra ellos. Y ya sabéis chicos, buena suerte y volved enteros. Tony desde su caza observó como centenares de naves de todos los tamaños se ponían en posición de ataque. Los cazas se adelantaron varios puntos a los acorazados, destructores y naves de asalto, mientras que su unidad junto con la de Thomas y Marc se pusieron en vanguardia. Marc desplegó sus naves en su flanco derecho mientras que Thomas hacia lo mismo en el izquierdo. Él estaba en el centro y dentro de poco daría la orden de avance. El almirante Saren observaba desde el puente de mando las naves enemigas. Sabía que este ataque no iba a ser como el que hicieron cuando llegaron las naves al planeta. Ellos, los humanos y los rebeldes, esta vez atacarían sin cuartel, hasta la última nave, hasta el último hombre, no se rendirían serian ellos o los treinards, esta seria la batalla definitiva. -Comandante, que se preparen los pilotos para salir-dijo Saren mirando las naves enemigas- y que los comandantes de las otras dos fortalezas se preparen para disparar el rayo energético. -Si señor-dijo el comandante impartiendo rápidamente las ó rdenes a sus hombres. Tony dio las órdenes a sus naves. Su grupo, la vanguardia del ataque rebelde seria la punta de lanza que se clavaría en el corazón del enemigo. - Adelante- dijo este a escuadrón- .Vamos a ser los primeros que atacaremos, por lo cual seremos los primeros que sentiremos sus rayos. Estad preparados para que ante la menor resistencia nos dirijamos hacia las fortalezas. Y ya sabéis, nuestra misión es la de destruir el mayor numero posible de naves.
Nadie contestó pero aquel silencio era la respuesta que él esperaba. Todos estaban concentrados en lo que tenían que hacer, no podían fallar ya que este seria la perdición para la Humanidad y para los treinards rebeldes. El almirante Saren observo de nuevo la situación. Eran muchísimas naves, quizás demasiadas como para lanzar un ataque de cazas contra ellas. Rápidamente se giro y le habló al comandante. - Cancele la orden, comandante. Que se preparen los artilleros para disparar el rayo energético. - Si señor- le contesto este último, quien impartió las órdenes precisas a sus subordinados. Desde las naves terrestres y rebeldes vieron como las bases de las fortalezas se abrían para mostrar los devastadores cañones energéticos, y también vieron como el chisporroteo azul que indicaba la actividad de los escudos descendía. Era el momento que tanto deseaban y que a la vez temían. Las fortalezas dispararían los letales rayos energéticos con los cuales pretendían destruir la flota enemiga. Se preguntaban si los escudos funcionarían, si harían lo que el profesor les había dicho, si serian inmunes a los rayos y si los acorazados, fragatas y fortalezas almacenarían en su interior la suficiente energía para destruir una de aquellas moles inmensas. - A mi orden disparen- dijo Saren aparentemente tranquilo-. Fuego-dijo con voz calmada pero que denotaba cierta ansiedad. Un destello azulado partió de la base de la fortaleza situada a la derecha de la del almirante Saren. Rápidamente este destello se hizo más intenso hasta que un rayo de pura energía partió iluminando la zona en donde estaban todas las naves enemigas. Marc observaba inquieto el indicador. En todas las naves se habían instalado indicadores que les indicaban el nivel de energía absorbido por el escudo, y este observaba como los leds subían a velocidad de vértigo. Pronto llegó al máximo de energía almacenada y no noto nada raro como otras veces, ni el típico sobrecalentamiento de la versión anterior. El rayo perdió intensidad, aquello indicaba que la descarga había terminado. Saren desde su nave observaba la flota enemiga, que había salido indemne del ataque, cosa que esperaba. Se disponía a dar la segunda orden de fuego cuando un súbito estruendo le hizo perder la concentración. - ¿Que sucede comandante?- dijo Saren. - No lo sé señor nos ha sorprendido tanto como a usted- el comandante miro su indicador de batalla-; el enemigo inicia un ataque a una de nuestras fortalezas, sus acorazados y fragatas están disparando sus rayos, seguramente para proteger el avance de sus cazas. Pero Saren no se conformo la explicación del comandante y se asomo a uno de los inmensos ventanales que había en la sala de mando. Y la visión no le hizo ninguna gracia. La fortaleza que debía de realizar el siguiente disparo estaba siendo atacada y ardía por uno de sus costados. Jeranthalas se le había anticipado, una vez más y había previsto su siguiente movimiento. Sabia el momento justo cuando debía de disparar, un segundo después de que la fortaleza bajara sus escudos y ese era el instante en el que atacar. El rayo impactó en la bahía de descanso de los pilotos, con lo cual destruyó toda la potencia defensiva de la nave. Saren desde su nave, lleno de rabia, se giro. - ¡Comandante informe de daños!- dijo con la voz atenazada por una furia incontrolada. El comandante como pudo le contestó. - La bahía de descanso ha sido destruida- dijo este a media voz-, las defensas están inservibles y se puede decir que el noventa por ciento de los pilotos están muertos. El incendio se esta propagando a la bahía dos, donde están las reservas de combustible... La frase fue cortada por una fuerte explosión, la cual observo Saren sin inmutarse. En su mente se dibujó la tragedia que acababa de acontecer; el fuego había llegado a los depósitos de combustible y este muy volátil se había calentado hasta estallar. También vio las naves que allí estaban destruidas, unos mil quinientos cazas Kartyaris, la mayor parte de la flota allí destinada. - Dígale al almirante de la fortaleza que la evacué inmediatamente- dijo Saren con voz calmadaY también dígale al almirante Freithalas que se retire al sector treinta y cinco. - Si señor. - Y de también orden de poner rumbo hacia ese mismo sector, nos retiramos- susurro-, nos han ganado esta batalla, pero les aseguro que no ganaran esta guerra. Las órdenes fueron dadas de inmediato. Hanssen desde su acorazado observó como las naves enemigas se retiraban, y como la fortaleza enemiga estallaba. El fuego había llegado al reactor y este sobrecargado de temperatura había reventado. Momentos antes observo como partían las últimas naves de rescate que se dirigían hacia una de las fortalezas, presumiblemente la del almirante de aquella flota. Tenía en sus manos un mensaje y no sabia como iba a comunicarlo. Tony observaba la retirada cuando fue llamado por su comunicador. - Si- contestó mientras observaba la retirada enemiga.
- Tony, soy yo Hanssen- le dijo este a media voz. - Si señor- respondió este. - Dirígete inmediatamente a la nave ciudad Alpha. - Señor eso es imposible, estamos preparados para lanzar...- Tony no acabó la frase-, pasa algo, se lo noto en la voz. - Deja el mando de la unidad a Marc y dirígete tan rápido como puedas a la nave Alpha, solo te puedo decir eso. Te estaré esperando allí. - Entendido- contestó Tony-. Marc toma tú el mando de la unidad. - Pasa algo- inquirió Marc. - No sé, he recibido una llamada un tanto rara de Hanssen, me tengo que reunir con él en la nave Alpha. - Bien, no te preocupes, yo me encargo de esto, no creó que haya muchos problemas. Tony asintió, y sacando su nave de la formación la pilotó a velocidad suicida esquivando cazas, acorazados y fragatas hasta llegar al centro de la flota terrestre donde estaba la nave Alpha, una gran fortaleza treinard robada a los dictadores en uno de los primeros combates de los rebeldes contra estos. Enfiló la pequeña nave Vulkan hacia una de las bahías que habían sido habilitadas para el uso de estos en la gigantesca nave. Rápidamente entró en la parrilla y a través de su display observó a Hanssen en la plataforma. Lo saludó con la mano, le indicó que iba a salir y abrió la escotilla que le llevaba al pasillo. Cuando salió de la nave Hanssen ya estaba allí. Uno de los técnicos le ayudo a salir de la pequeña nave. - Pasa algo- dijo Tony mirando el ceño fruncido del hombre y el rostro blanquecino. - Tony...- balbuceó el hombre- ven conmigo. -¿Donde?- inquirió él poniéndose en marcha junto al hombre- No me oculte nada. Hanssen no le contesto, simplemente le indicó la dirección con la mano. Llegaron a un elevador, y cuando los dos se introdujeron dentro y se cerró la compuerta comenzó a hablar. - Tony..., no se como decirte esto... - ¿Que pasa?- preguntó este ya no inquieto sino preocupado. - Se trata de Helenna- dijo Hanssen-. No quise decírtelo por el comunicador, pero esta herida, gravemente herida. El elevador se volvió pequeño para Tony. Hanssen le recogió del suelo, ya que Tony había sufrido un leve desvanecimiento a causa de la impresión. - Estoy bien- le dijo- ¿qué le ha pasado a Helenna? - Ha sido durante el ataque a una fortaleza. Sabes que en una de las fases de nuestro ataque debíamos de capturar una. - Si, lo sé- respondió. - Ella dirigía el ataque de un comando. - No me dijo nada la última vez que hable con ella. - No quiso decírtelo para que no te preocuparas. Tampoco quería yo que fuera y menos aún Arthur. Lo presiono y este al final accedió. Todo iba bien hasta que tomaron la sala de energía, en la cual se hicieron fuertes. - Continué - Fueron descubiertos y acorralados por un escuadrón enemigo. Defendieron la posición, pero Helenna salió de la barricada y disparó contra los enemigos eliminando a un par de ellos. Después intentó acabar con el oficial, pero descubrió su posición y este le...- en ese momento la puerta del elevador se abrióvamos. Salieron del elevador y se dirigieron a toda velocidad hacia el hospital, donde llegaron en unos minutos. Hanssen se acerco a uno de los médicos y le habló. - ¿Como esta Helenna?- dijo impetuosamente Tony. - Esta muy mal- le contestó el médico mirándolo fijamente-, no le voy a engañar, general. La comandante ha perdido mucha sangre y la herida es lo suficientemente fea como para temer lo peor. Ahora mismo esta en el quirófano, siendo intervenida por segunda vez. Tony agachó su cabeza, e intentando fortalecerse a si mismo hablo. - ¿Cu...cuando podré verla? - En cuanto salga del quirófano, podrá verla, si soporta la operación. En ese mismo momento, las puertas del quirófano se abrieron y Tony vio como salía en una camilla Helenna llevada por un enfermero y seguida por el cirujano que la había intervenido. Tony se acerco a él. - ¿Como esta?- inquirió nervioso. - Es muy fuerte, pero las heridas son muy graves, tiene muy mal un pulmón y se lo he tenido
que reconstruir prácticamente, además le hemos extraído parte de bazo. No quiero mentirle, general, pero tiene muy pocas posibilidades de que se recupere, esta en coma, del cual es posible que no salga. - ¿Puedo ir con ella?- inquirió Tony. El hombre miró al médico con el que pocos segundos antes había hablado Tony, este asintió. - Si, vaya con ella, es lo único que puede hacer. Tony siguió al enfermero con la camilla, mientras observaba como Hanssen, el médico y el cirujano intercambiaban impresiones. Entraron en una habitación sencilla donde Helenna fue depositada en la cama. Tony observo como las enfermeras conectaba las maquinas a su cuerpo. Una de ellas le acercó un sillón a la cama en el cual Tony se sentó. Las enfermeras abandonaron la habitación, y solo entonces Tony ya no pudo soportarlo más, cogió su mano y la besó a la vez que un mar de lágrimas anegaba su rostro. Entre los sollozos solo una frase pronuncio: Te quiero, no me abandones ahora. Te necesito.
4. SOLA EN LA NADA AÑO: 2236 LUGAR: ???????? Helenna no podía ver nada. Eso o en donde estaba no había luz, intuyó, si eso no había luz. Respiró profundamente y observó que poco a poco empezaba a vislumbrar algo; se estaba iluminado donde estaba o sus ojos lentamente se iban acostumbrando a aquella oscuridad. - No es eso, tonta- dijo ella en voz alta, asombrándose incluso del vozarrón que había lanzado-, no te estas acostumbrando a ver en la oscuridad, la habitación donde estoy se esta iluminando lentamente. Eso era lo que estaba pasando. Las paredes se iluminaban lentamente ofreciendo un tono amarillento. Podía ver claramente que estaba tendida en algo que parecía una cama, pero que para ella no lo era, parecía más una especie de diván que otra cosa. Se levanto, y al hacerlo se sentía cansada, un cansancio poco natural. Intentó recordar porque estaba allí, pero fue en vano. Debería de estar en una nave treinard, en algo parecido a una sala de detención, pero por poco que ella recordara no había sido capturada, eso al menos suponía. Estaba de pie, y excepto el diván no había nada más en la habitación, exceptuando una puerta metálica que había en una de sus paredes. Se acercó a ella y esta se abrió. Era la celda más rara en la que había estado. La puerta se abría sola así que decidió atravesar la puerta la cual la condujo a un pasillo del cual no veía el final a ambos lados. En este había más puertas, de otras celdas supuso. No sabia en que dirección ir, a la derecha o a la izquierda, así que se tanteo uno de sus bolsillos por si tenia una moneda en el. - Como voy a tener una moneda- se dijo otra vez en voz alta a si misma-, si estoy en una guerra; desde luego esto es lo más extraño que me ha pasado nunca, cuando se lo cuente a... T...Tony, si, Tony... Helenna se estremeció. Aquel nombre le traía recuerdos, algunos dolorosos, pero otros llenos de amor y de alegría. Tony debía de ser alguien muy importante en su vida, importantísimo , por que solo el recordar su nombre la hacia sentirse mejor, revitalizada. De pronto, como atraída por un hechizo imparable comenzó a andar por el pasillo hacia la derecha. No sabía por que, pero algo la hizo ir en esa dirección, algo que no entendía. Avanzó andando lentamente primero, para después ir aumentando su velocidad. Pero le daba la impresión de que no avanzaba, ya que la monotonía del pasillo la hacia sentir que estaba siempre en el mismo sitio, y entonces comenzó a correr, corría como nunca había corrido en su vida, como si esta dependiera de ello. Noto que aunque el pasillo pareciera igual, algo lo hacia diferente, si, algo que no había notado hasta ahora, era como si donde estuviera ella poco a poco disminuyera la luz. Se detuvo de improviso y miro hacia atrás. El pasillo había desaparecido, engullido por una oscuridad malsana, innatural. Y se dio cuenta que esta avanzaba hacia ella lentamente, pero cada vez más deprisa, lo cual la hizo de nuevo correr. De nuevo vino a su mente un nombre Tony, pero esta vez no como antes sino con ternura y amor, un amor limpio y puro, como el que siente una madre por su hijo. Y entonces comprendió algo, ese Tony era su hijo, y la necesitaba. Corrió de nuevo, como una desesperada, tenia que llegar donde estaba Tony, era su salvación de esa oscuridad que le pisaba los talones. Corría a una velocidad que ni siquiera ella misma creía que podría alguna vez, sin mirar atrás, como luchando contra un enemigo invisible e invencible. No veía el pasillo solo el frente, donde estaba su salvación, pero salvación de qué, eso no lo comprendía. De pronto se paró en seco y observo el pasillo, estaba cortado, abriendo se una sima entre ella y el siguiente trozo de pasillo entero. Sabía que si saltaba aquella sima la oscuridad que la perseguía, no podría cogerla. Miró la sima mediaría unos diez o doce metros, demasiado grande para saltarla. Un deportista entrenado no podía saltarla y menos aún ella. Miró hacia atrás y vio como la oscuridad crecía y parecía decir su nombre. Pero oyó una voz, una voz que le decía, “Helenna tu puedes hacerlo, se que lo puedes hacer”. Era la voz de un hombre y el nombre de Tony volvió de nuevo a su mente, pero distinto al anterior, en el había pasión y amor, amor por ella. Volvió a mirar atrás y miro hacia delante. Retrocedió varios metros, cerró sus ojos y de nuevo corrió, corrió como nunca lo había hecho antes, para que, al llegar al abismo de la sima saltar. Lo que siguió después no lo pudo explicar. Cuando creía que iba a llegar al otro lado oyó una risa atronadora y triunfante, entonces notó que nunca llegaría al otro lado del pasillo ya que se sentía caer en el abismo, una caída de años. Se daba por vencida, no vería nunca más a su hijo, ni a sus amigos, ni a Tony, Tony, ese nombre le taladraba el alma, y entonces fue cuando se dejó caer abrazando la oscuridad que cernía entorno de ella. Y justamente en ese momento oyó unas palabras: Te quiero, no me abandones ahora. Te necesito. Helenna abrió los ojos y justo delante de ella se materializo una mano, una mano amiga que cogió la suya y la elevó de la sima, momento en el cual perdió la vista de nuevo.
5. VUELTA A CASA AÑO: 2236 LUGAR: IDARAN Lentamente Helenna abrió sus ojos, tenia que saber lo que pasaba, al lado de ella había un hombre joven, tendido en su regazo, vestido con un uniforme de piloto. - Tony- logro articular ella al mismo tiempo que acariciaba su cabello. El joven se movió, y poco a poco alzo su cabeza, mirándola. -¿Don...de es...toy?- volvió a decir ella. Tony la miró y se levantó de inmediato de su lado y salió al pasillo. - Enfermera, rápido, llame al doctor- dijo este con voz imperiosa. La enfermera, rápidamente llamó a un médico y los dos entraron en la habitación. - Por favor ¿puede salir?- le dijo el médico a Tony. Este asintió y salió de la habitación. Fuera le esperaban Hanssen, Marc y Thomas. Tony se acercó a ellos. -¿Como esta?-preguntó Thomas, visiblemente apesadumbrado. -No lo sé- fue lo único que logró articular Tony-, no lo sé, me siento impotente ante todo esto. Ella acaba de despertar, pero no sé si es una buena señal o no- volvió a decir. Unas lágrimas salieron de sus ojos y no pudo volver a decir nada más. Los minutos que pasaron se le hicieron eternos, o por lo menos eso les parecían a ellos. Por fin el médico salió de la habitación. Tony se levantó del sofá donde estaba sentado, seguido por Marc, Hanssen y Thomas y juntos se acercaron a él impaciente. - ¿Co...mo esta doctor?- logró articular casi sollozando Tony. - Ha despertado del coma, pero todavía se encuentra muy débil, y por lo menos hasta que no pasen unas horas no podré dar un diagnóstico concreto. Tony asintió. - Pero aún así es un buen síntoma que saliera del coma. Si, como le he dicho antes, supera las siguientes horas, se puede restablecer. Tiene a su favor una fuerte constitución y además lo poco que me hablado, se nota muchas ganas de vivir. Siendo muy optimista le podría decir que se salvará, pero es mejor esperar unas horas. - Gracias doctor- articuló de nuevo Tony-, muchas gracias. El médico se alejó de ellos. Todos se miraron y vieron un rayo de esperanza en los ojos de Tony. Tony, se volvió y de nuevo entró en la habitación. Allí, una enfermera conectaba a Helenna unas maquinas para controlarla. Ahora descansaba, dormida por la acción de unos tranquilizantes que le había dado el médico. Tony observo su rostro, todavía estaba ceniciento, pero era distinto al que había visto unas horas antes, el rostro de Helenna irradiaba vida, una vida por la cual iba a luchar denodadamente durante las siguientes horas. Y él la acompañaría en esa lucha, tenia que hacerlo ya que era aparte de su deber, su único consuelo. Las siguientes horas fueron muy duras para todos, sobre todo para Tony y Helenna. En ese tiempo no se apartó en ningún momento de ella. La habitación se convirtió en un continuo ir y venir de médicos y enfermeras. Y cada vez que uno de ellos entraba, las esperanzas de Tony crecían cada vez más. Si Helenna superaba las siguientes cuarenta y ocho horas, su vida se salvaría y con ella el pequeño mundo de Tony. Y allí fue donde él se dio cuenta lo que de verdad la amaba. Una vez ella le dijo que hasta que no estabas a punto de perder lo que más querías no te dabas cuenta lo que lo necesitabas, y eso era precisamente lo que les estaba pasando ahora. Sabía perfectamente que si Helenna salía de esta estaría junto a él hasta el fin de sus días. Y Helenna salio adelante. Dos horas después, volvió a abrir sus ojos y miró a su alrededor. Estaba en una habitación parecida a la del sueño que había tenido antes y también estaba tendida, pero no en un diván si no en una cama. Y aquello no era una sala de detención, era una habitación normal y corriente. Intento levantarse, pero no podía, no tenia fuerzas para hacerlo, y también unos cables y gomas le impedían hacer cualquier movimiento.. Se giró y vio junto a ella un cuerpo, el de un hombre, sentado en un sofá; aparentemente dormía pero lo reconoció inmediatamente, era Tony. Alargó su mano hacia él y con un susurro casi imperceptible articuló su nombre. - Tony... ¿donde estoy?, ¿que me sucede? Tony se despertó y al ver a ella con los ojos abiertos le sonrió. - Estas en la nave Alpha, en el hospital- le contestó él-. Resultaste herida durante el ataque a la fortaleza ¿recuerdas? Helenna asintió levemente. - Si, lo re...cuerdo muy vaga...mente, pero lo re...cuerdo. Habia...mos a...sal...tado la for...tal...eza- le contesto ella con trabajo.
- Si cariño- le contestó Tony-, en el ataque resultaste herida de gravedad. Han pasado ya casi cuarenta y ocho horas de aquello. - ¿He...mos, ga...nado? - Si, pero no te preocupes por eso ahora, no tiene importancia. Lo que importa eres tú- le contestó él-, te tienes que poner bien, ¿me comprendes? Ella volvió a asentir. - Dentro de poco volveremos a casa, a Altaír y debes de estar bien. - Si- le contestó ella-, ten...go muc..chas ganas de ver a mi pe...queño. - Yo también- dijo Tony. Helenna, volvió a cerrar los ojos, pero inmediatamente los volvió a abrir. - Ten...go miedo, Tony. - ¿De que tienes miedo?, estoy aquí contigo, a tú lado. - Miedo de dor...mir y no poder desper...tar. - No te preocupes, cariño- le contestó él a la vez que acariciaba su rostro-. Tienes que descansar, es la única forma que te pongas bien. De todas formas yo estaré contigo todo el tiempo, sentado aquí. Velare tu sueño si es necesario. No quiero perderte. Helenna le sonrió y volvió a cerrar los ojos más tranquila y se durmió. La batalla de Idarán ya había terminado. Las últimas naves dictadoras se habían retirado del espacio, y ahora las naves rebeldes dominaban las cercanías al sistema. A Jeranthalas le había sorprendido esto, no esperaba que después de la batalla las naves enemigas hicieran esto. Después de todo, de las victimas que habían costado el asalto la victoria era de ellos. Sheriand había mandado un embajador a la capital treinard para poner sus cartas sobre la mesa, la misión de aquel embajador era clara: tenia que sacar un compromiso de la cúpula treinard, un acuerdo de paz por el cual la facción dictadora debería de dejar el gobierno y nombrase un nuevo Consejo, basado ahora en reglas de igualdad. Eso significaba que las cosas cambiarían, la guerra civil terminaría, y aún más importante, la fútil guerra con los terrestres llegaría a su fin. Ellos y los humanos colaborarían para formar una sólida alianza.
6. VIEJOS AMIGOS AÑO: 2236 LUGAR: ALTAIR-MARTE Las noticias de victoria fueron propagadas rápidamente por todas colonias de la Tierra, incluidas Jera y Altaír, en donde fueron tomadas con júbilo. Era normal ya que la unidad Fénix había tomado parte activa en el contingente de tropas enviado a Idarán. Ingrid y Selene escuchaban las noticias, y no daban crédito a ellas. - ¿Y así acaba todo?- inquirió Selene mientras veían las noticias-,¿así, sin más? - Según parece nuestra unidad ha tenido una parte activa en la lucha- le contestó Ingrid-, la última vez que hable con Marc me dijo que los dictadores habían recibido una buena paliza en el planeta y que estaban preparando el ataque final. Por lo visto, según parece las cosas han salido bien. - Después de esto vendrán dentro de poco. - Eso espero, tengo muchas ganas de ver a Marc, igual que tú de ver a tú Thomas. Y no digamos mi prima. - Si la cual, déjame que te diga, esta últimamente muy rara. - Si, es verdad me he dado cuenta. Pero lo veo normal, ha tenido a Arty hace poco y esta muy irritable. Además también echa de menos a Arthur, es normal. En ese momento entro el profesor en la sala. - Estáis aquí viendo las noticias, ¿no? - Si papa- le contestó Ingrid-, no sé si sabes que la guerra ha acabado. - Si, lo sé desde hace unas horas. He estado hablando con Lars esta mañana muy temprano. - ¡Lo sabias y no nos has dicho nada!, eso no se hace papa. - Estabais dormidas, y no quería despertaros, sobretodo a Selene que necesita descansar. - ¿Que le dijo el almirante, profesor? - La batalla había salido mejor de lo que se esperaba- contestó el profesor-, mi dispositivo funciono perfectamente y no hubo ninguna baja por nuestras fuerzas, por lo menos allí. Aún así y todo doscientos veinticinco de nuestros chicos han caído en combate. - Doscientos veinticinco- dijo Ingrid como para sí. - Si, esa es la triste noticia. Pero han sido pocos comparados con la bajas de los treinards, cerca de dos mil soldados. Y los dictadores también han tenido muchísimas bajas, más de cinco mil y además han perdido una fortaleza y multitud de naves. - Es la guerra, papa. - Ya lo sé hija, tú estas acostumbrada a esto, yo no - dijo el profesor-. Soy un científico, no un militar, aunque mis investigaciones estaban en este terreno. Pero después de esto he decidido dejarlo. Ya no voy a investigar más en armas, voy a dedicarme por entero a otros temas. - Te comprendo, papa. - Ah, se me olvidaba decíroslo, volvemos a Altaír dentro de dos días. - Eso si que es una buena noticia- dijo Selene sonriendo. - Y los chicos vuelven a casa dentro de una semana, en este momento están preparándolo todo. - ¡Te lo dijo tío Lars!, y hasta ahora no nos lo dices. - Ya sabes hija soy bastante despistado, y también hay otra noticia.... - ¿Que pasa?- dijo Anja entrando en la sala en ese momento con su hijo en los brazos. - La guerra a terminado- le contestó Selene-, nosotros volvemos a Altaír dentro de dos días y los chicos dentro de una semana. - Os estáis quedando conmigo- dijo Anja con rostro ensombrecido. - No Anja, los chicos vuelven, la guerra a terminado. Es una buena noticia ¿no? - Si- una sonrisa iluminó un poco su rostro-, tengo ganas de ver a Arthur, hace ya tanto que no lo veo. - Aunque parezca raro, yo también hecho de menos a Thomas- sonrió Selene- además ya falta poco para que nazca nuestro hijo y quiero que él este aquí. - Dentro de una semana los tendréis aquí a todos, a todos- dijo el profesor casi susurrando. - ¿Nos ibas a contar algo más no, papa? - El que... no... - Cuando entró Anja nos ibas a decir algo más, ¿no es así?, otra noticia. - No me acuerdo, ya sabes como soy hija, además seguro que seria una de mis cosas, ah si Michael regresa con ellos. Bien os dejo, tengo que decirle a tú madre que prepare las cosas para nuestro regreso a casa. Ingrid le sonrió y le besó en la mejilla. El profesor le sonrió y las dejo allí a las tres, charlando de sus cosas. Cuando salió de la habitación respiró profundamente, gracias a la entrada de Anja en ella impidió que se le escapara que Tony y Helenna venían con ellos. Estuvo a punto de fastidiar la sorpresa que les esperaba cuando las naves terrestres llegaran dentro de una semana, afortunadamente.
Dos días después las naves de transporte partieron de Jera. Iban veinte, cargadas con los refugiados de Altaír. Muchos de ellos, antiguos habitantes de Jera, se quedaron allí. Escoltándolas iba un grupo formado por seis naves. En pocas horas llegaron a Altaír. Desde su asiento Ingrid observaba a través de su ventana el planetoide. Junto a él había una nave inmensa, no la reconocía por lo que pensó que podía ser treinard. Y en ella seguro vivían ellos, miles de ellos, refugiados que huyeron de la guerra que asolaba su planeta. Esto la entristeció un poco, cualquiera que tenga que abandonar su casa por la guerra la hacia reflexionar sobre la naturaleza de esta. Pero este pensamiento se acentuó cuando volvió su mirada hacia Altaír. Sus ojos se le humedecieron y aferró con fuerza a la pequeña Lenna que llevaba en su regazo. La acarició y pensó que ojalá creciera en un mundo sin guerras, y que pudiera vivir en paz, junto a todos ellos. A su derecha iba Selene, quien dormitaba. - Selene...- dijo susurrando-, ya hemos llegado. Esta abrió sus ojos y observo a su alrededor, medio dormida. - Si ya lo veo- dijo totalmente distraída. - No sé si te pasara lo mismo que a mí, pero siento algo que creí que nunca sentiría. - Si, ¿que? - Estoy contenta de volver a Altaír, no sé, siempre quise salir de aquí, me agobiaba, y ahora después de estar unos meses fuera siento como si me hubieran quitado algo. - Si, creo que se llama añoranza, es algo que normalmente tienen los viejos- contesto Selene sonriéndole. - No te lo tomes a broma, Selene, pero creo que he cambiado desde que conocí a Marc. El cambio de ver mi forma de ver el mundo y desde entonces me tomé en serio este planeta. Altaír es nuestra casa, ya no tengo dudas. Volvió a mirar por la ventana y vio la atmósfera tenue que envolvía el planetoide y como entraba en ella. Minutos después vio ante los bosques de Altaír, sus montañas, y a lo lejos, el puerto de su ciudad, Nuevo Copenhague. La nave se dirigía allí, al muelle que era el único sitio donde las naves podían aterrizar, allí donde estaba el cuartel general de la unidad Fénix. Ingrid lo observaba y pensó en Marc, donde estaría, llegaría allí mismo, dentro de cinco días y ella le esperaría allí con su hija. La nave entro en el puerto y comenzaron las maniobras. Los cazas se dirigieron a la parrilla, donde anclaron. Mientras, el primero de los transportes aterrizó en el puerto. La nave se posaba en el muelle, lanzando pequeñas llamaradas azules por sus propulsores. Por fin se posó en el suelo y se apagaron los propulsores. Las puertas de la nave se abrieron e Ingrid, seguida por su prima, su madre, el profesor y Selene descendieron a tierra. Ahora más que nunca sabia qué estaba en su casa. Marc estaba en la nave, hacia cuatro días que habían partido de Idarán y ahora se acercaban a marcha forzadas a Altaír. El teletransporte los había llevado hasta Plutón, más lejos de lo que nunca una nave había sido transportada gracias a la tecnología treinard. Y ahora estaban allí, cerca de Urano, para cubrir la última parte hacia Marte. Dentro de dos días entrarían en la posición idónea para ser transportados en dirección al planeta rojo. Una vez allí, en un día llegarían a Altaír. Miró hacia la dirección donde debía de estar Urano, aproximadamente a dos días de viaje y se imagino como seria, pero fue sacado de este estado por Thomas que se acercaba donde estaba él. - ¿Que haces?- inquirió con tono alegre, como estaba siempre. - Hago algo que tú deberías de hacer más a menudo, pensar- le contestó Marc sonriendo. - Aunque no te lo creas lo hago, aunque solo de vez en cuando- le contestó este riendo. - ¿Donde vas? - Iba a ver a Helenna- le contestó Thomas. Dejo de mirar por el ventanal y se giro. - ¿Como esta Helenna? - Esta mejorando rápidamente, ya es casi tan inaguantable como siempre- Thomas sonrió-. Creí que íbamos a perderla. - Yo también- contesto Marc-, después de tanto tiempo vino a mi cierto hecho... - No empieces con el rollo de siempre Marc- contestó Thomas-, además me han mandado en misión oficial. - ¿Misión oficial?, ¿a ti? No puedo creerlo. - Si, Tony me dijo qué le hiciera compañía a Helenna. - Era eso, yo creí que era “otro” tipo de misión, me habías asustado. - Me lo ha pedido Tony- Thomas se puso serio, como nunca antes había estado-, quiere darle ánimo a Helenna. Y para eso me envía a mí- sonrió de nuevo, borrando de su semblante todo resquicio de
seriedad. - Si, eso me lo creo- sonrió Marc-. Mira voy a ir contigo, hace dos días que no veo a Helenna y tengo ganas de hablar con ella. - Bien, vamos. Los dos se dirigieron hacia el elevador. Entraron dentro y dijeron el nivel hacia el que se dirigían. En pocos segundos llegaron al nivel elegido, y una vez salieron del elevador llegaron a la enfermería de la nave. En un cuarto privado estaba Helenna acostada en una camilla. Estaba aburrida, y deseaba ya levantarse. Pero el médico se obstinaba en negárselo, le decía que todavía debería estar en reposo, por lo menos hasta la llegada a Altaír. Pero ella no estaba de acuerdo con él, y quería levantarse, dar un paseo por las cubiertas de la nave y estar cerca de Tony y los chicos. Así que, tozudamente intentó levantarse. Le costaba trabajo sentarse en la camilla, le dolían las heridas y eso era mala señal, pero aún así lo hizo. Después de todo no estaba tan mal, se dijo. Intentó hacer otra cosa, ponerse de pie y lo logro con mucho esfuerzo. Era normal, pensó ella, llevaba muchos días en cama y era la primera vez que llegaba tan lejos, así qué fue hacia el armario donde estaba su uniforme. Andaba lentamente, pero aquello era para ella una gesta. Por fin llego a la puerta del armario, el cual abrió. Dentro, como esperaba, estaba su uniforme el cual sacó y puso encima de la camilla. En ese momento la puerta se abrió y entraron Marc y Thomas. - Hola bella durm...- no pudo acabar la frase Thomas-, ¿que haces levantada?, ¡ya sabes lo que te ha dicho el médico! - ¡Iros el médico y tú al infierno!- le contestó Helenna-. ¿Que hacéis los dos aquí?, venís a compadecer a la enferma ¿no? - Helenna, no deberías de hacer esfuerzos- le contestó Marc- tus heridas son muy gr... - ¡Déjate ya de sermones Marc!- exclamó visiblemente enojada-. Si no os importa me gustaría que salierais un momento al pasillo, ya que voy a cambiarme. No les dio tiempo a contestar, ya que como pudo, los echo a los dos al pasillo. Marc y Thomas se miraron. Fue Thomas quien rompió el silencio. - Creo que ya Helenna esta mejor, ¿no? - Es una irresponsable- le contestó Marc enfadado-, el médico ha dicho que no podía levantarse hasta dentro de dos días, según me has contado antes. - Si, pero ya la conoces. Siempre hace lo que le da la gana y no le lleves la contraria nunca ni la obligues a hacer nada que no quiera hacer. ¿Después de seis años parece mentira que no la conoces? - Si, ya lo sé pero creí que en este tiempo había cambiado. - Marc, Helenna nunca cambiara, siempre será igual. - Creí que cambiaria en estos dos años, ya sabes, ha pasado por muchas experiencias, ha tenido un hijo, ya sabes... - ¿Yo he cambiado?, me he casado y estoy a punto de tener un hijo y sigo siendo igual... - De pesado, si ya lo sé por desgracia. En ese momento salió Helenna por la puerta vestida con el uniforme. - Bien chicos, ¿donde vamos? - Helenna creo que no deb...- dijo Marc pero fue cortado por ella. - Lo repito chicos, ¿donde vamos? - ¿Donde quieres ir?- dijo Thomas. - Quiero dar una vuelta por la nave, ver a los chicos y a Tony. Hace tres días que no lo veo. - Está muy atareado con la vuelta a casa- dijo Marc. - Ya lo sé- sonrió Helenna- pero vosotros no así que vamos. Helenna se cogió al brazo de Marc y ando con él hasta llegar a la sala principal de la enfermería. Una enfermera le salió al paso. - Comandante Kraüs, ¿que hace usted?, el doctor dio ordenes tajantes de que usted no se levantara. - Estoy bien, y me aburro en la habitación, me voy con el general y el coronel a dar un paseo. - Las ordenes del doctor fueron tajantes, comandante, no puedo dejarla salir sin orden expresa de él- le contestó la enfermera-, si se entera él mi puesto estaría en juego. - No se preocupe, enfermera- intervino Thomas-, nosotros nos hacemos cargo de ella. - Aún así tampoco la puedo dejar salir coronel, las órdenes son las órdenes. - ¿Y si le firmamos un documento en el cuál nosotros asumimos todos los riesgos que pueda tener la enferma?- dijo Marc. - Si, creo que así si, si ustedes se hacen responsables. - Chicos no debéis de hacer eso- contestó Helenna-, por mi no. Yo misma firmare el documento, la responsabilidad es solo mía.
La enfermera accedió y Helenna firmó el papel por el cuál se hacia responsable si le sucedía algo. Los tres abandonaron la enfermería y se dirigieron al elevador. La salida de la habitación cambió el humor de Helenna, quien se mostraba más simpática y aguantaba mejor las bromas que le gastaban Marc y Thomas. - Cuando lleguemos a Altaír conocerás a Selene- dijo muy serio Thomas. - Todavía sigo sin creerme que estas casado, Thomas, te estas intentando quedar conmigo. - Pues es verdad- contestó Marc riendo-, yo tampoco podría creerlo si no lo hubiera visto con mis propios ojos. Y lo peor es qué va a tener un hijo, si ya es temible aguantar a uno, dentro de poco tendremos que aguantar a dos, no es espantoso. - Si lo cuentas así si- se rió Helenna- si ya uno es terrible, dos es, no tengo palabras para expresarlo. - Me parece que os estáis pasando un poco, no- contestó Thomas medio en serio, medio en broma-, vale reconozco que algunas veces soy un poco pesado, pero hoy os pasáis los dos. - No sé- contestó Marc- bien creo que llegamos a nuestro destino, nivel siete. La compuerta se abrió y Helenna observo que estaba en el escuadrón de la unidad Fénix. Y allí estaban dos de sus antiguos integrantes, Paula y Gerard. Nada más la vieron se acercaron a ella. - ¿Como te encuentras Helenna?- inquirió Paula. - Mejor- contestó ella- mucho mejor pero algo cansada, ¿nos sentamos? Paula asintió. Los cinco se sentaron donde pudieron y estuvieron un rato charlando de todo. - ¿Sabéis donde esta Tony?- preguntó Helenna. - Hace un rato estaba aquí, pero lo ha llamado el almirante Hanssen y ha ido a hablar con él, no creo que tarde mucho- le contestó Gerard. - Bien- dijo Helenna. Mientras tanto, Tony estaba en una reunión con Hanssen, meditando sobre que pasaría a partir de ahora. - Las cosas van a cambiar- dijo Hanssen- lo sé. La guerra ha terminado, y solo quedan pequeños cabos que atar. - Si, lo sé- contestó Tony-. Sheriand quiere mandar unos embajadores para que se reúnan con la ONU. - Exacto, yo soy el encargado de prepararlo todo, Jeranthalas me acompañara a la Tierra y me ayudara a hacer los preparativos. Pero me falta una persona en el grupo, un hombre de confianza, que sepa hablar tanto con los treinards como con los terrestres. - El almirante Lorchester creo que seria la persona indicada- le contestó Tony-, recuerda que dirigió la unidad Therendays durante el asedio de Idarán, hasta que nos marchamos. - Si, pero Lorchester esta ahora ocupado de otras cosas. Lo van a enviar a Estados Unidos para intentar pacificar el país. No sé si sabrás que existe una corriente allí contraria a la ONU. Altos mandos de la Junta campan a sus anchas en el país y están cometiendo desmanes en nombre de la Unión Americana. La ONU quiere pararlo de inmediato y su unidad es la encargada de hacerlo. Tony lo miró pensativo. - He estado pensando en ti- dijo Hanssen. - ¿En mí?, ¿por qué? - Conoces bien a los treinards, has luchado junto a ellos. Además tú nombre suena muy fuerte en las altas esferas, eres uno de los héroes de Girau. - ¿Héroes de Girau?- inquirió Tony perplejo-. Yo diría más bien uno de los engañados de Girau. Lars aquello fue un a matanza. Nos sacrificaron por algo que ni siquiera sabíamos. - Lo sé Tony, lo sé. Yo también viví aquello, a través de vosotros. Y desde luego aquello fue una trampa. No sabían la forma de quitar de en medio al escuadrón Fénix y esa fue la forma. - Muchos amigos míos murieron allí- le contestó Tony apesadumbrado-. En parte yo tuve algo de culpa por lo que pasó. - Tony eso pasó hace do s años. Pero como iba diciendo se habla muy bien de ti en las altas esferas. Por eso te quiero a mi lado. Además hace mucho que no vas a la Tierra. - Sí, seis años, desde que salimos del campamento. - Además Helenna necesita descansar y allí podrá hacerlo. Tony lo miró. - La Tierra ha cambiado mucho en estos seis años. - Lo sé. También tengo ganas de ver a mis padres y hermanos y conocer a los de Helenna. - Piénsatelo tranquilo, ya me contestaras dentro de unos días. - Bien, ¿algo más?, tengo ganas de ir a ver a Helenna, hace unos días que no la veo. He
mandado a Thomas para que la entretenga. Ya sabes como es y siempre Helenna hace lo que quiere con él. - Ya lo sé. Es un buen chico. Además ha cambiado bastante desde que se casó con Selene. - Yo lo veo igual que siempre, igual que a Marc. - Ya, vosotros os conocéis muy bien, lleváis mucho tiempo juntos. - Bien me marcho. Pero antes iré al escuadrón tengo que darle instrucciones a Gerard para que se las transmita a Arthur. - Espera, se me olvidaba, lo más importante. Ha llegado esta orden hoy. Ya es oficial, te han ascendido a general y a Helenna a coronel. - Gracias Lars, hasta luego. - Hasta luego Tony. Tony salió del despacho y se dirigió directamente al escuadrón. Cuando llegó allí se encontró con una sorpresa. - ¿Qué haces tú aquí?- dijo Tony muy sorprendido-, Helenna, no deberías estar aquí. - Estaba aburrida de estar tendida en esa cama- le contestó ella-. Además tenia ganas de ver a los chicos. - Volvamos a la enfermería. Con vosotros dos ya hablare más tarde- señaló en dirección a Marc y Thomas-. Venga. Helenna se levantó de la silla y se despidió de Paula, Gerard, Thomas y Marc y cogió del brazo a Tony. Tony y Helenna estaban en el elevador y un silencio incomodo se interpuso entre ambos. - Lo...lo siento Tony- Helenna interrumpió el silencio-, es culpa mía, solo mía. Utilicé a Thomas y a Marc para salir de la enfermería, no los culpes a ellos. - Siempre has hecho lo que has querido con los dos- le contestó Tony enfadado. - Se que te preocupas por mi, cariño- Helenna acercó su cabeza al pecho de Tony-, pero compréndeme. Ahora estas enfadado, pero después lo olvidaras. - No te creas, ya hablaré después con ellos. Y estas en lo cierto me preocupo por ti. Eres una de las dos cosas qué más me importan en esta vida: tú y nuestro hijo. - Me he portado mal, lo sé. Pero me encuentro mejor, no puedo estar todo el día tendida en una cama. - Bueno dejemos este tema- corto Tony mirándola-. Tengo algo importante que decirte, sabes qué he estado hablando con Lars. - Si, me lo dijeron los chicos. - Quiere que vaya con él a la Tierra, para preparar la llegada de los embajadores treinards. - ¿La Tierra? - Si, me dijo que lo pensara. ¿Tú que opinas? - Volver a la Tierra. ¿Iras tú solo? - No, quiero que vengáis vosotros también, Tony y tú. ¿Tendrás ganas de ver a tu familia no? - Si, la verdad que sí. Tengo ganas de verlos y charlar con ellos y que conozcan a nuestro hijo. - También tengo ganas de ver a los míos. Entonces todo esta dicho. Le contestare a Lars que aceptó. - Bien, una cosa Tony, ¿cuando llegamos a Altaír? - Dentro de dos o tres días. Helenna miró fijamente a Tony y le sonrió. - Tengo ganas de llegar y ver a nuestro hijo. - Yo también. En ese momento el elevador se paró en la planta donde estaba la enfermería. Los dos salieron de él al pasillo. - Helenna solo te pido una cosa. No salgas de la enfermería hasta que lleguemos a Altaír, ¿me lo prometes? - Si- le contestó Helenna con un hilo de voz-, te lo prometo. Dos días después la nave llego al punto en el cual seria transportada hasta Marte, cuya faz vieron unos minutos después. Desde allí sabían que llegarían pronto, tal vez en unas horas. En Altaír los preparativos para dar la bienvenida a las tropas de Idarán se hacían a toda velocidad. En cuanto la nave llegó a Marte enviaron una señal indicando su posición y la nave llego hasta las inmediaciones de Jera, a partir de donde fue escoltada por una guardia de honor formada por varios acorazados y fragatas, así como cazas y naves de reconocimiento. Una hora después, en el P uerto, todos esperaban la llegada de las naves de transporte. Ingrid, su prima y todos estaban allí. Ella sentía algo en su interior, algo que no podía explicar, como una sensación de
felicidad nerviosa, un rato estaba riendo, al otro unas lágrimas salían de sus ojos y besaba a la pequeña Lenna la cual tenía en sus brazos. Ahora estaba bastante tranquila, observando el aterrizaje de las pequeñas naves escolta, a su lado estaba Anja, mirando nerviosamente el ajetreo de la pista. - ¿Falta mucho para que aterricen?- pregunto Anja nerviosa, con su hijo en brazos. - Faltara poco- le contestó su tío- la nave no puede tardar. - Después de las naves escoltas aterrizaran las naves de transporte- le contesto Ingrid. Tony, Helenna, Arthur, Marc y Thomas estaban ya en el transporte. Desde su sitio, Marc observaba la gigantesca nave que los había traído hasta Altaír. Aparto la vista de la nave y observo a su alrededor. Sentado junto a él estaba Thomas, su compañero inseparable. La nave era un transporte ligero, una nave de comunicación entre la nueva estación orbital que había sido construida allí y el Puerto. - Ya queda menos- dijo casi susurrando Helenna. - Si, cariño- le respondió Tony. - Me pregunto...- volvió a decir ella-, que tal estarán todos. - Estarán bien, supongo. Los hemos echado de menos durante estos dos años, ¿no? - Si- le respondió ella-, ¿habrán cambiado mucho las cosas? Tony no le respondió, la abrazó, a atrajo para sí y la beso en la frente y ella se acomodó en su regazo. Separado de ellos estaba Arthur, quien se preguntaba que gracia le haría a Anja la repentina aparición de Tony y Helenna. Él sabía la aversión que tenia hacia ellos, motivada sobretodo por la fallida relación entre Tony y ella, pero apartó el pensamiento de su mente. Los transportes se acercaban a Altaír rápidamente, atravesó su atmósfera y como un rayo se dirigió al Puerto. Ingrid vio como el cielo fue invadido por una multitud de transportes, unos diez según pudo contar. Venían en formación, uno al lado de otro y observo como uno se separaba del resto y tomaba otra dirección. Miro a su prima y esta asintió. El transporte se dirigía al hospital, con los heridos más graves. La primera nave se acercaba a la pista. En ella, Marc observaba desde su ventanilla y vio la masa humana que los esperaba en la pista de aterrizaje, por primera vez le embargo la emoción desde su llegada a Altaír. Las lágrimas le vinieron a sus ojos y con la manga de su uniforme se limpio unas tenues lágrimas. Thomas, a su lado se dio cuenta pero no dijo nada. En realidad el sentía algo parecido dentro de sí pero lo ocultaba al resto de sus compañeros. La nave se dirigió a la pista y se situó a unos metros levitando sobre la pista gracias a los motores, una lengua de fuego azulada partía de ellos y mantenía al transporte. Eso fue durante unos segundos, ya que la potencia de la lengua de fuego rápidamente fue extinguiéndose y con ello la nave bajo hasta la pista. Y no solo fue esto ya que casi al mismo tiempo el resto de las naves hacían la misma maniobra, con lo cual todo el mundo que estaba allí pudo ver un espectáculo emocionante. Cuando el último de los transportes aterrizó los portones de ellos se abrieron. Arthur se acerco a Helenna y la cogió por el brazo, indicándole que deseaba hablar con ella. - Helenna quiero hablar contigo- le dijo casi en un susurro, amortiguado por las voces de los otros oficiales. Ella asintió - ¿Que pasa?- le pregunto-, si quieres hablar con Tony no esta, esta preparando junto con Marc la bajada. - Prefiero hablar contigo - le contestó él. - Dispara- le contesto ella sonriéndole. - Tal vez puede que sean imaginaciones mías pero cuando desembarquéis, Anja estará ahí abajo, con el resto del mundo. - Si, lo sé- respondió ella, con una sonrisa en sus labios-, me lo imagino. - Ayer estuve hablando con el profesor y me dijo que no le ha dicho a nadie lo de vuestra vuelta, y que Anja ha estado muy rara desde que tuvo al niño. No sé, tal vez no os reciba como el resto. - Si, me lo imagino. - Lo que quiero decirte es... - No hace falta que lo digas, Arthur. En el pasado Anja y yo nos llevamos muy mal- Helenna volvió a sonreír-, pero Tony y yo pondremos de nuestra parte para que todo salga bien. - Con eso me quedo más tranquilo- dijo él sonriendo-. Bien vivamos nuestro momento de gloria. Helenna le devolvió la sonrisa y cogió un pequeño hatillo con su equipaje. Respiró hondo y se coloco junto a Tony cogiendo su mano. Ingrid esperaba excitadísima. Un escalofrío de emoción recorría su cuerpo, sobre todo al ver caer los portones de las naves. Ahora miraba a la pista, a la primera nave, en la cual venia Marc. En sus brazos estaba Lenna, y ella la acariciaba con delicadeza, esperando el momento en el que se abrieran las puertas de
las naves. Y momentos después estas lo hicieron y desde su posición vieron como los primeros soldados salían de las naves. La emoción exploto en ese momento; el cordón que rodeaba a los transportes fue roto y los familiares entraron en la pista. Ingrid buscaba entre la multitud a Marc, y lo localizo cerca del primer transporte, al lado de Thomas. - ¡Marc!, ¡Thomas!- grito ella saludando con la mano libre de la niña, pero ellos no la vieron, así que se mezclo con la multitud que rodeaba a la nave. El profesor intento impedirlo, pero ella lo logro. - ¡Ingrid!- le grito su padre. Miro a su esposa. - Creo que deberíamos ir junto a ella ¿no? Ella y Anja asintieron y se mezclaron con la muchedumbre. Ingrid luchaba con toda sus fuerzas contra todos por lograr acercarse donde hacia un minuto vio a Marc y a Thomas. Al verlos de nuevo volvió a gritar el nombre de su esposo y esta vez él si lo oyó. Con la ayuda de Thomas y Arthur abrieron un hueco y llegaron hasta donde estaba ella. Ingrid no pudo soportarlo más. Los meses de incertidumbre, los meses de espera estallaron en ella y cuando por fin pudo abrazarlo rompió a llorar, y no solo ella ya que también él. Las emociones fueron demasiadas y cuando los dos se abrazaban rompieron a llorar. - Te quiero- decía ella. - Te quiero- le contesto el con él rostro surcado por las lágrimas. Casi apartados de ellos, Tony y Helenna vieron la enternecedora escena. Helenna sentía algo especial y casi sin que pudiera resistirlo arrastro a Tony hacia el sitio donde estaban el resto de los chicos. Cuando llegaron al lado de ellos Marc tenía en sus brazos a la pequeña Lenna, a quien besaba. Ingrid intuyo algo a su alrededor, y cuando se disponía de nuevo a abrazar y besar a su esposo se quedo helada. No podía ser verdad, ellos no estaban allí, era su imaginación, habían muerto en Girau, ella lo vio. Helenna se acerco a Ingrid y se quedo parada delante de ella. - Hola Ingrid- le dijo, y al decir esto no pudo soportarlo más y unas lágrimas cayeron por sus ojos. La abrazo e Ingrid al sentir el cuerpo vivo de Helenna reacciono. Las dos se fundieron en un abrazo. - ¿Como es esto?- fue lo único que pudo articular Ingrid- Yo os vi allí en Girau, tendidos en el planeta con el resto. - Estamos aquí con vosotros- le contesto Tony. Helenna se aparto de ella y abrazo a Marc, siendo Tony quien la abrazo ahora. Ingrid los miraba fuera de sí, llorando como una niña pequeña. Lenna observaba aquello en los brazos de su padre sin comprender nada. Anja se acercaba a ellos cuando una mujer treinard cargada con un niño humano pasó por el lado de ella. Ella extrañada, no le dio mucha importancia, pero la mujer se dirigía hacia donde ellos iban. Laran´Ash buscaba a Helenna, cargada con el pequeño Tony y la localizo junto a un transporte. Rápidamente se acerco a ella. Helenna todavía no se había repuesto de su encuentro con Ingrid, cuando Laran apareció con el pequeño. Helenna corrió hacia ella. - Tony, mi pequeño- dijo ella. - Aquí esta tu madre- dijo la mujer con la voz melodiosa de los treinards dándole el niño a Helenna. Aquello fue superior a sus fuerzas. Después de lo sucedido en los últimos meses, el contacto con el pequeño hizo que ella perdiera ya totalmente sus sentidos. Cogió al pequeño y lo beso sin parar. Tony la miraba y lo comprendía, sobretodo después de lo pasado hacia unas semanas. Thomas observaba aquello desde una posición cómoda y comprendía todos los sentimientos que flotaban allí en ese momento. Él por un lado deseaba aquello y lo temía, pero sabia que pronto él se sentiría igual cuando viera a Selene. Y por eso se separo del resto y se mezclo con la gente, para buscarla y disfrutar de ese momento a solas. Anja vio a Ingrid y al resto y se acerco al grupo buscando a Arthur. Al verlo se acerco al él. En ese momento él estaba hablando con Tony quien le daba la espalda a Anja, y a quien, ella no conoció. Paso delante de él, abrazo a Arthur y le mostró al pequeño Arty, pero al girarse inesperadamente ella, se topo de frente con Tony. - ¡NO PUEDE SER!- grito ella en un alarido que dejo a todos helados-, ¡TÚ ESTAS MUERTO! - Anja no...- intentó decir Arthur. Anja perdió la cabeza, conmocionada por la visión de Tony y de Helenna, quien al escuchar el alarido se acerco allí. Y eso fue aun peor ya que Anja al verla salió corriendo cargada con su hijo, y desapareció entre la multitud.
- ¡ANJA!- grito Arthur; hizo ademán de seguirla pero fue detenido con seguridad por Tony. - No Arthur, iré yo a hablar con ella. - No te hará caso- le contesto Arthur-, no Tony, esta fuera de sí y no atenderá a razones. Hablare con ella. - Puedo convencerla- dijo él. - No iréis ninguno de los dos- les contesto a los dos-, esto solo puedo hacerlo yo. Tony y Arthur miraron a Helenna y esta le dio el pequeño a Tony y fue tras Anja. No tuvo que andar mucho, ya que Anja estaba sentada en un banco de un parque cercano, donde estaba abrazada a su hijo llorando. Helenna al verla, se enterneció y se acerco a ella lentamente, no fuera otra vez a salir corriendo, cuando estaba al lado de ella le hablo. -Hola Anja, ¿como estas? Estas palabras sacaron a Anja de su estado, quien se puso rápidamente a la defensiva. -¿Me vas a pegar otra vez?- fue la respuesta de ella. Helenna sonrió. - No, eso ya paso hace mucho tiempo. Una de las cosas por la que he venido puede ser por eso. Quiero pedirte perdón. Anja la miro sorprendida. - Aquella vez hice mal, no tenia que haberlo hecho, pero estaba fuera de mí. La situación se hizo insostenible. - No me interesa nada eso- le contesto Anja despectivamente. Helenna la miro, detrás de esa falsa seguridad de ella había algo más. Sabía que Anja podía explotar en cualquier momento. - Bien, lo que tú quieras- le contesto-, pero creo que deberías escuchar. Lo que hicimos los dos estuvo mal, él por su parte y yo por la mía. Además tengo parte de culpa de lo que pasó con Tony. Debía de haber estado junto a él, le fallé cuando más me necesitaba. Pero eso no volverá a suceder más. Helenna se sentó junto a ella y acarició al pequeño. - Arthur me habló mucho de ti y de él mientras estábamos en Idarán. - Eres una mentirosa- le contesto Anja, furibunda-, tú y Tony deberíais estar muertos. Helenna no le contesto, la miró fijamente y respiro profundamente. - En la nave donde estábamos capturados comprendí lo qué era lo que sentía por Tony. Allí él fue mi fuerza y mi razón de ser. Después de eso no tuve ya más dudas. - No deberíais haber salido de aquella roca- insistió Anja-, todos estaríamos más tranquilos ahora. - ¿Y que ganarías con ello?- inquirió Helenna, ahora si un poco hosca. Anja la miro desafiante. - Helenna te odio, siempre te he odiado- fue la única contestación de ella. - Yo también tengo un hijo, Tony. Él nació en Idarán- fue la única contestación de Helenna. Anja la volvió a mirar, ahora más nerviosa que antes. - Deberíais de haber muerto- repitió ella, casi como un susurro. Helenna perdió la paciencia, estaba empezando a hartarse de la situación. - Bien, según parece no se puede razonar contigo. Sabes una cosa, nos debes algo Anja. Anja la miro expectante. - Si, si no llega a ser por Tony y por mí, Arthur hubiera muerto también en Girau, quería quedarse con nosotros, allí en aquella roca, pero Tony le dio la orden de embarcar con Marc. Nos debes mucho. Anja la miro con furia. - ¡ESO ES MENTIRA!- grito furiosa- ¡EL NUNCA HUBIERA...! - No conoces a Arthur- le contesto tranquilamente Helenna-, él quería quedarse con nosotros, pero lo obligamos a subir a la nave. Me debes tu felicidad. Anja intento levantarse para huir de nuevo, pero Helenna la cogió por el brazo fuertemente y la miró fijamente a los ojos. - No huyas, enfrenta tus problemas- le dijo Helenna. Anja no pudo resistirlo más, se derrumbo delante de ella. - ¡NO, NO!- dijo llorando- ¡ES MENTIRA! Helenna la encaró y miro a sus ojos. - Cuando venia en la nave pensaba en una cosa, pensé que tú y yo tal vez podríamos ser amigas, como con tú prima, pero veo que te he sobre valorado. Eres rencorosa, una niña mal criada. Venia dispuesta a ofrecerte mi amistad para ayudarte en lo que necesitaras y olvidar todo lo pasado. Yo he cambiado, tú no. Aquello hizo mella en Anja. Helenna prosiguió. - Dentro de un par de días te libraras de nosotros, ya que volveremos a la Tierra y no nos veras
en una larga temporada. Tendrás tu mundo perfecto, sin interrupciones, pero habrás perdido una oportunidad, seguirás viviendo en el pasado. Pero te prevengo, Arthur es nuestro amigo y le estas haciendo daño, muchísimo daño con tú actitud. Anja la miro, pero en ella había algo distinto, algo que la hacia pensar. - ¿Intentas volver a Arthur en mi contra?- pregunto Anja. - No, yo no lo haré, lo harás tú sola, y al final estarás sola. - Si me dejara Arthur no podría soportarlo- le contesto. - Te pasa lo mismo que a mí con Tony. Ves tenemos mucho en común. Helenna soltó su brazo y volvió a hablar. - Solo te pido una cosa, intentemos ser amigas, yo pondré todo de mi parte, pon tú algo también. Anja no podía hablar, pero Helenna noto algo en su talante, menos beligerante ahora que le hizo abrigar esperanza. Al fin contesto. - ¿Es fácil olvidar el pasado? - No tienes que olvidarlo, solo aprender de él, aprender lo bueno y corregir lo malo. Si no lo hicieras te convertirías en una amargada, inténtalo, por favor. Anja le sonrió por primera vez a Helenna y asintió. - Somos amigas, ¿no? - Si, somos amigas- le contesto Anja llorando. - Además así te podré dar un consejo sobre tú hijo. Pasado un rato, Anja y Helenna volvieron y se reunieron con el resto del grupo. Tony y ella se abrazaron todo quedo perdonado y vo lvieron a ser de nuevos amigos. Días después todo estaba preparado para partir. Todos fueron a despedirse de Tony y Helenna. Desde una de las ventanas de la lanzadera que los llevaría al transporte, los dos veían a sus amigos. Ella llevaba al pequeño en sus brazos, qué jugueteaba travieso con el cabello de su madre. Tony los miró. Se sentía feliz al ver a los dos seres qué más quería sobre la tierra y de compartir con ellos esa felicidad. Le sonrió a Helenna. - Tony, sabes, a merecido la pena por todo lo qué hemos pasado. - Si, nos ha unido más. No me arrepiento de haberte conocido. Tony besó a Helenna. En ese momento la nave partió del puerto. Desde la ventana veían como este se hacia cada vez más pequeño, hasta desaparecer. Después estaban ya en el espacio.
EPILOGO AÑO: 2237 LUGAR: LA TIERRA. La gigantesca nave de transporte llegó al planeta Tierra. Su tamaño era de varios cientos de kilómetros, tal vez miles. Del interior de ella salieron varias naves más pequeñas, con destellos de variados colores. Estas entraron en la atmósfera y se dirigieron hacia un determinado punto. Era de noche, y los destellos luminosos de estas hacían qué se pudieran ver desde varios kilómetros. Desde las ciudades veían estas luces y sabían lo qué significaba. En una base militar, un hombre con un niño de unos dos años y una mujer esperaban qué las naves aterrizaban. Junto a ellos había una representación de militares de alto rango, políticos y hombres influyentes. Todos los esperaban. La primera nave se visualizó y aterrizó a varios cientos de metros de ellos. Las llamaradas naranjas de sus propulsores contrastaban enormemente con las luces de colores que emitían las naves. La primera de ellas se posó en el suelo. La compuerta se abrió y de ella salieron un número indeterminado de personas. Eran de una estatura parecida a los humanos, llevaban el pelo largo y vestían una especie de túnicas blancas. Sus rasgos eran orientales, pero se distinguían claramente los hombres de las mujeres. El líder de ellos se adelantó al grupo e hizo un saludo, que fue correspondido por otro del presidente de la ONU. Tony miró a Helenna. Desde qué le había dicho qué de nuevo estaba embarazada estaba feliz, sabia que las cosas iban a cambiar y la primera señal era la llegada de la nave de los treinards. Le sonrió y ella le devolvió la sonrisa.
INDICE Introducción...................................................................................3 1. El primer aviso..........................................................................5 El entrenamiento: primeras misiones 1.Iniciación....................................................................................8 2. Amigos....................................................................................14 3. Una gran recompensa..............................................................17 4. Nuevas perspectivas................................................................27 5. Misiones reales........................................................................35 Altaír y Jera. 1. Destinos...................................................................................42 2. Piratas......................................................................................54 3. Cazas........................................................................................56 4. Experimentos...........................................................................65 5. El ataque..................................................................................74 6. Jera..........................................................................................80 Traición y venganza 1. El complot...............................................................................90 2. ¿Un nuevo orden?...................................................................94 3. El rescate...............................................................................101 4. Sucesos inesperados..............................................................104 5. Girau......................................................................................117 6. El juramento..........................................................................132 7. La venganza...........................................................................140 8. La Gran Flota.........................................................................154 9. La revolución.........................................................................155 La nueva unidad Fénix 1. La unidad Fénix.....................................................................156 2. La batalla de Altaír................................................................163 3. La guerra................................................................................182
El final 1. La flota alienígena..................................................................187 2. Alienígenas.............................................................................193 3. La última batalla.....................................................................197 4. Sola en la Nada.......................................................................236 5. Vuelta a casa...........................................................................237 6. Viejos amigos..........................................................................239 Epilogo........................................................................................248 © 1997-2002 Juan Manuel Vallejo Montañés.