Buenos días compañeras. Mi nombre es Azalea, soy docente con comisión de directora, actualmente atiendo el grupo de 1° y 2° en el jardín de niños Miguel de Unamuno ubicado en la comunidad de San Francisco Independencia municipio de Tlachichuca. He leído las problemáticas expuestas en este foro, en la mayoría empatizo con las compañeras por lo que escribir sobre una problemática semejante considero que estaría de sobra, prefiero rescatar una experiencia que me frustro hace cuatro años cuando empezaba a tomar conciencia de la metodología constructivista, el caso se dio con una niña de 3° de preescolar. En el proceso de transición de mis practicas tradicionalistas y las fundamentadas en el programa preescolar 2011 tuve el caso de una niña a la cual le costaba trabajo aprender a leer y escribir, es importante señalar que el método de enseñanza que utilice con esa niña fue el onomatopéyico mismo que se utiliza en la primaria y parcialmente el lenguaje total, justificado en su momento por la exigencia de los padres de familia para que aprendieran a leer y escribir. En ese periodo me resultaba confuso que la niña no logrará aprender a leer y escribir pues era una niña muy inteligente, participativa, reflexiva y con una excelente memoria; en actividades como identificar la letra inicial de tu compañero, escribir la letra con la que empieza la palabra mesa, copiar la letra inicial de tu nombre se convertía en un tormento para ella porque en su mayoría no podía hacerlo. Teniendo en frente el portador de texto escrito identificaba otras letras que no se le pedían aun cuando se le enseñaban al momento, escribía las letras al revés, confundía letras por otras, si lograba reconocer letras y sonidos al otro día se le olvidaban, continuamente terminaba reprendida por mí y de esta manera concluyo el año con la observación para la mamá: necesita mucho apoyo en casa para aprenderse las letras del alfabeto y el sonido de las mismas. Tiempo después leí un libro muy corto, el cual narraba la vida de una niña con dislexia, en ese libro se reflejaban todas las conductas y actitudes que mostraba Paola lo que me hizo cuestionar mi evaluación sobre la niña, quizás Paola si tenía un problema y no era que no podía aprender a leer y escribir sino que tenía dislexia y necesitaba una metodología diferente para que aprendiera hacerlo. Mi planteamiento es ¿Es posible identificar de manera temprana elementos o rasgos de dislexia en la alfabetización inicial? ¿Cómo afecta está el aprendizaje del lenguaje total?
Hola Liz, igual que Isabel hace falta trabajar con los padres de familia con talleres dónde definan con exactitud los estándares curriculares pero, antes de eso valorar
tu propia práctica, en esa valoración debes identificar hasta que punto tus práctica docente cumple con lo que marca el campo formativo de lenguaje y comunicación. En mi relato argumentativo, que estoy por terminar, observé que durante mis ocho años me pasó algo similar, desde mi perspectiva aparentemente fundamentada en el programa preescolar me deslindaba parcialmente del proceso de la lectura y escritura rescatando la idea que no era necesario que los niños aprendieran hacerlo sin embargo, no observé avances en los alumnos que me permitieran ver la transición de un nivel de escritura a otro, cuando cuestiono mi propia práctica retomo referentes teóricos que la orientaran adecuadamente y a partir de este análisis empleo estrategias y metodologías diferentes a las que realizaba, los resultados son perceptibles al punto de lograr identificar los avances de mis niños y el nivel de escritura en el que se encuentran. De este análisis personal con mayor dominio de la enseñanza aprendizaje de la lengua escrita fundamentado en el programa, en el cual se identifiquen los avances de los niños de cada aspecto del campo formativo de lenguaje y comunicación, los padres de familia de igual forma que a las docente nos ocurrió darán sentido a esta nueva metodología de aprendizaje.