así somos Nº 15 Niña wayúu. Fotografía: Miguel García Moya
Mujeres que paren patria
E d
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Luis Adrián Galindo C. D i r ector de l M useo N aciona l
de l a s
C u lt u r a s
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En nuestra avanzada por las comunidades para la conformación de las Escuelas Nacionales de las Culturas Populares, son centenares los y las compatriotas reunidas debatiendo sobre las características que deben tener estos nuevos espacios para el compartir de nuestros saberes ancestrales. La mayoría son casi siempre mujeres. En sus ojos de mujeres artesanas vemos la fuerza de nuestro Libertador Simón Bolívar y vemos el profundo amor por esta patria bonita que tanto nos pidió Hugo Chávez. También sentimos con ellas la imperiosa necesidad de seguir luchando por un país sin exclusión alguna, sobre todo de las más grandes de todas, la de ser pobres, la de ser mujer, la de ser indígena, la de ser negra… Mujeres que le han parido a esta patria variopinta su diversidad de seres humanos, mujeres que por donde metamos la mirada en este territorio sostienen nuestras devociones religiosas, nuestros mitos, el arte de transformar las fibras que da la naturaleza, el canto que estremece al pueblo en su llamado, la danza que recorre nuestras calles y las que eligen los colores de sus casas que avivan nuestra mirada desde las carreteras. Son ellas quienes calman y sanan nuestros dolores desde que nacemos, que saben dónde está la planta que cura, la oración que reconforta, la voz milagrosa que nos adormece cuya melodía nos trae los más increíbles sueños, que habrán de ser interpretados también por ellas a la mañana siguiente. También están al frente las mujeres cuando de producción hablamos. Colocan ellas con sus manos la semilla de maíz en la tierra fértil como sus vientres, de la cual nacen las mazorcas que nos dan de comer, las que atraviesan las oscuras sombras en la recolección del cacao, las que sostienen las pesadas cargas sobre sus cabezas, las que suben las montañas recolectando el café y las que de niñas caminan kilómetros para llevar el avío al jornalero. Son las mujeres que en el mercado gritan ofreciendo productos y enseres, y las que preparan el alimento que nutre a nuestro pueblo. Son abuelas y madres de esta patria de cuyos cuidados depende el porvenir del colectivo, ellas nos despiertan la alegría del festejo por los logros alcanzados y son las primeras en traer la música para celebrarlos. Pero también son las primeras en llorar nuestra ausencia, la de sus propios hijos, las del vecino, los hijos del pueblo y los de la patria, por ello son también las primeras en defender este país en las calles, en la voz de ellas la verdad se hace grande, tan grande que ni las empresas privadas de comunicación pueden callar. Son también mujeres con agudo pensamiento transmitido en la palabra rebelde, en la escritura insurgente, en la mágica poesía, en la educación de nuestros hijos, en la investigación científica, en la invención tecnológica y en la medicina especializada. Son mujeres luchadoras sociales y en este país son muchas: lideresas sindicales, comunitarias, comandantes guerrilleras, oficiales militares, impulsoras de movimientos sociales de indígenas, afrosdescendientes, campesinos, de la lucha por la equidad de género y por una salud sexual y reproductiva. Catorce mujeres acudieron a escribir para esta quinceava edición de la revista Así Somos, mirando nuestro país y el mundo desde sus distintos lugares de enunciación, desde su condición femenina pero a la vez de indígena, mestiza, afrodescendiente, investigadora, luchadora social o servidora pública, buscando de esta forma tratar de aproximarnos a la problemática de la exclusión, la desvalorización y la estigmatización de la mujer en nuestra sociedad desde la diversidad sociocultural que nos caracteriza, todas ellas conscientes de los avances que hemos logrado como país soberano y revolucionario en la lucha por la equidad de género, pero al mismo tiempo problematizadas a partir de esta preguntas: ¿por qué si la mujer en nuestro país es un soporte fundamental para la patria, nos hacemos portadores de su exclusión y su estigmatización? ¿Cuáles son los antivalores en el sistema de mercado-mundo, en nuestra sociedad, en las tradiciones y en las costumbres que en cada una de nuestras culturas patrias sirven de sustento a la opresión y a la dominación de la mujer?
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Una revolución debe asentarse en las más radicales, vuelvo otra vez, las más radicales tradiciones –fíjate– tradiciones, estoy hablando de una revolución que se afinque en lo tradicional, pareciera una contradicción pero no lo es. Hugo Rafael Chávez Frías
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De la cultura patriarcal a una cultura liberadora L í d i c e N a v a s
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La belleza femenina como síntoma J e s s i e B l a n c o
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Embarazo adolescente: ¿problema de quién? G i o c o n d a M o t a
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La mujer y los oficios socioproductivos N o r a C a s t a ñ e d a
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Breviario de la imagen y símbolo de María Lionza D a i s y B a r r e t o
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Comadronas: un oficio en el corazón del tiempo B e l k i s R o j a s
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Comunidad wayúu: sociedad matrilineal L u z Fe r n á n d e z
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La mujer venezolana, ¿emancipada o esclavizada? M a r í a M a r t h a M i j a r e s
Ideas Para Dialogar C a s i m i r a M o n a s t e r i o s
Así Vamos L a r i s s a C h a c ó n
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Las mujeres en las cofradías de los santos B e t t y M e n d o z a C h a c ó n
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La mujer, víctima principal del sistema patriarcal, lleva el mayor peso en la formación de los miembros de la familia, en una sociedad que paradójicamente la oprime, la discrimina y desavaloriza, convirtiéndose así en factor fundamental al reproducir valores de esa sociedad machista, de manera que resulta pertinente revisar los patrones culturales de nuestra sociedad para comprender por qué nuestras propias contradicciones no nos permiten avanzar en ese campo.
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Los nuevos tiempos hablan de igualdad, pero también de derecho a la diversidad. ¿Somos iguales los hombres y las mujeres? ¿O somos diferentes con roles sociales definidos e iguales derechos? El papel que juegan las mujeres en la realización de las fiestas tradicionales es muestra de ello.
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La sociedad wayúu se organiza mediante clanes matrilineales, identificados por el e’irukuu —que significa literalmente “carne”—, y corresponden a un número determinado de personas unidas por lazos de consanguinidad y carnal en línea materna, quienes comparten una condición social y un antepasado mítico común.
18 Hace cuatro años forma parte del Colectivo Radio Rebelde 91.5 FM. Se confiesa una lectora empedernida de las cartas de Bolívar, sobre todo de aquellas en las que exalta las luchas femeninas. En abril de este año cubrió la VI Cumbre de las Américas. Catia es su barrio y no cría cuaimas.
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Según sean las necesidades, en cada tiempo histórico, espacio territorial y cultura dominante, así serán las respuestas productivas de unos y otras. En lo que se refiere a los trabajos de larga tradición (cuidado de la especie humana, agricultura, ganadería, pesca, caza, cerámica, artesanía utilitaria y no utilitaria, tejeduría, queseras, orfebrería, etc.), las respuestas tendrán que ver con las especificidades de cada género humano y la viabilidad de sus respuestas productivas.
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Mucho se ha debatido sobre el patriarcado, sobre todo durante el siglo XX por las socialistas y el movimiento feminista de los años sesenta, en la búsqueda de los orígenes de la situación de opresión y dominación de las mujeres y la lucha por su liberación.
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La ruta de la matria es una invitación a recorrer el país colocando el acento en las mujeres que desde su hacer silencioso han ido construyendo las identidades de los diversos pueblos que nos conforman como nación; no solo desde la socialización primaria en el seno de sus propias familias, sino también en la construcción de los referentes que dan sentido de pertenencia a los pobladores/as de las localidades donde habitan.
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Docente, guerrillera, madre. El 10 de julio de 1926, la población de Río Chico, en el estado Miranda, vio nacer a Argelia Laya, una de las mujeres del siglo XX que ha trascendido en la historia venezolana. La labor y el legado de Argelia Laya se fundamentan en su compromiso y sacrificio por las ideas de igualdad y justicia, su trabajo incansable por los derechos humanos y sociales, la solidaridad incondicional en la lucha por los derechos de las mujeres, así como la defensa de los más altos valores y el amor infinito por su patria. Desde la década de los 40, no hubo conquista de la mujer venezolana en la cual Argelia Laya no haya combatido con el fervor de su condición de mujer aguerrida y política. Desde su vocación y profesión como educadora defendió el derecho de las mujeres a la educación, la participación cultural y la capacitación con la formulación del Plan Nacional Educando para la Igualdad, donde estableció los principios y estrategias para una educación por la paz y la justicia, con fundamento en la erradicación de toda forma de discriminación por sexo en el sistema y proceso educativos. Honramos la presencia sólida y respetada de Argelia en la vida política y social del país, su influencia determinante durante su existencia, así como en las actuales y futuras generaciones, constituyendo una de las bases fundamentales del movimiento femenino popular venezolano, en su lucha por la conquista de la plena igualdad de condiciones y oportunidades para las mujeres. El 27 de noviembre de 1997, Argelia Laya nos dejó para permanecer por siempre como símbolo representativo de las mujeres luchadoras de nuestra historia.
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Argelia Laya
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La Ruta de la Tradición A r i a n n e Ve l i s
Qué Leemos E r n e s t o Ye v a r a
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En esta sociedad una mujer no es mujer sino es madre. Y ser madre constituye la razón central de su vida. En muchísimos casos una mujer solo comienza a ser valorada cuando empieza su carrera materna, aunque esta valoración signifique un continuo juicio sobre “ser buena o mala madre”.
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Sabores y Saberes D o r i n d a R o d r í g u e z / M a i l y n g B e r m ú d e z S c u l p i
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Otras Voces J a e l P a l a c i o s
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División del trabajo: ¿discriminación sexual o de género? D o r i s A c e v e d o
La mujer: sinónimo de paz pero víctima de violencia J u d i t h L ó p e z
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A sí Va m o s
Hacia la construcción de un gran movimiento social de base cultural
Primer EncuentroNacional de
Museos
Comunitarios R E V I S TA
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se realizó en
Los
Táchira
museos comunitarios deben constituirse como un espacio
para la investigación así como para el fortalecimiento
de la historia local y la capacidad productiva de cada región .
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proyectos deben ser liderados por la comunidad
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y la experiencia debe multiplicarse en espacios de características similares con el fin de contribuir con la construcción del movimiento social de base cultural
L ar is s a
C hacón
Secretaría de Información y Comunicación MPP Cultura, Gabinete Táchira
B
ajo el manto de las montañas andinas se abren nuevas rutas para una organización comunitaria donde la cultura es fuente de fortalecimiento de las potencialidades y capacidades productivas, muestra de ello fue el recién realizado Primer Encuentro Nacional de Museos Comunitarios, en el cual representantes de diversos puntos de la geografía venezolana se congregaron para sentar las bases de la conformación de un movimiento social para el reim-
pulso de los saberes populares. Lisneida Nieto fue la encargada de dar la bienvenida, a principios del mes de noviembre, a las diferentes delegaciones que arribaron a la colorida casona de la Fundación Agromuseo Estación El Tabor ubicada en el municipio Rafael Urdaneta de la entidad andina. Entre los asistentes se contaron representantes del Museo Monseñor Jáuregui y del Museo Comunitario de San Lázaro (ambos del estado Trujillo),
Este Primer Encuentro de Museos Comunitarios en Venezuela fue posible gracias al proceso de construcción de un modelo de gestión democrático, descentralizado e incluyente, en pro de coadyuvar a la estabilización y consolidación de las artes, la imagen y el espacio en el territorio nacional.
Parte de la exposición del Agromuseo Estación El Tabor, estado Táchira. Fotografía: Archivo MNC
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05 Sede del Museo Comunitario Murükunî, El Palomo, estado Bolívar, 2011. Fotografía: Archivo MNC
los museos comunitarios, estén constituidos o no”, explicó Nieto, al extender una invitación a otros colectivos para que se incluyan en la conformación y consolidación de este tejido social de resguardo de los saberes de los pueblos. De igual modo resaltó la anfitriona de este evento la necesidad de continuar captando comunidades dispuestas a dar sus primeros pasos en la creación de sus propios museos, así como aquellas que desean fortalecerlos. Pueblo y gobierno Este Primer Encuentro de Museos Comunitarios en Venezuela fue posible gracias al proceso de construcción de un modelo de gestión democrático, descentralizado e incluyente, en pro de coadyuvar
a la estabilización y consolidación de las artes, la imagen y el espacio en el territorio nacional. De esta forma el Ministerio del Poder Popular para la Cultura, a través de un Convenio de Cooperación Cultural, estableció un aporte a la comunidad de El Tabor para la realización de este encuentro. Este convenio igualmente señala que el proyecto comunitario se incorpore al Museo Virtual de América Latina y el Caribe, a fin de visibilizarlo como una iniciativa vanguardista que demuestra el trabajo mancomunado entre los colectivos organizados del poder popular en acción con los entes gubernamentales. Luis Galindo, representante del Ministerio del Poder Popular para la Cultura, explicó que
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Del movimiento de base Sobre este Primer Encuentro Nacional de Museos Comunitarios, Nieto destacó que durante cinco días los asistentes a la actividad realizaron un diagnóstico de la situación de cada museo, a través de la metodología de las mesas de trabajo: “Nuestro objetivo es conformar un movimiento social que trascienda”, detalló, haciendo énfasis en la necesidad de estrechar relaciones entre las comunidades que se han sumado a la gran cruzada de la organización cultural. “Estamos en pie de lucha para formar un movimiento nacional que permita fortalecer
así somos
Museo Comunitario de Chuao (Aragua), Museo Comunitario La Vela (Falcón), Museo de La Zaragoza (Lara), Ecomuseo del Café y del Agromuseo Estación El Tabor (Táchira).
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Primer Encuentro Nacional
de
este organismo nacional se ha dedicado a la tarea de acompañar el proceso de organización del Movimiento Social de Museos Comunitarios: “Nos incorporamos a la mesa buscando la horizontalidad en el proceso de gestión cultural, a fin de proporcionar la metodología de participación para definir cómo se debe llevar la organización de bases comunitaria”. En este sentido, Galindo enfatizó que este encuentro nacional ha dejado saldos positivos en la organización cultural, pues los asistentes definieron un perfil común de participación del proyecto de movimiento social. De esta forma, y gracias a las experiencias comunitarias que se han desarrollado en Táchira, Lara, Trujillo, Aragua y Falcón, el debate se alimentó y fue in crescendo en cada jornada.
M u s e o s C o m u n i ta r i o s
Primer módulo del Museo Comunitario de Chuao, estado Aragua, 2012. Fotografía: Archivo MNC
El sentir telúrico comunitario Los asistentes pudieron observar la exitosa experiencia del Agromuseo Estación El Tabor, cuya principal fortaleza ha sido desarrollar las capacidades productivas
Parte de la exposición del Museo Comunitario Monseñor Jáuregui, en Niquitao, estado Táchira. Fotografía: Archivo MNC
“
vinculadas a la agricultura, utilizándolas para la producción de alimentos y dulces tradicionales con salida al mercado. Así es como se llegó a la primera definición dentro del perfil de participación para el proyecto de movimientos sociales, y es que los museos comunitarios postulados sean un espacio para la investigación y fortalecimiento de la historia local, así como de la capacidad productiva. Igualmente, los proyectos deben ser liderados por la comunidad y estar disponibles para multiplicar la experiencia en otros espacios. Finalmente, los organizadores de este primer encuentro nacional informaron que se acordó realizar, en febrero de 2013, en la comunidad de Chuao el próximo encuentro de este tipo. as
Nos incorporamos a la mesa buscando la horizontalidad en el proceso de gestión cultural, a fin de proporcionar la metodología de participación para definir cómo se debe llevar la organización
de bases comunitaria
”
en
C asim ira
M onas t er io s
Investigadora del Museo Nacional de las Culturas
E
n este número dedicado a la mujer en Venezuela nos planteamos abonar la reflexión sobre tan importante tópico a partir del hecho cultural que significa el papel de las mujeres en revolución; problematizarnos como pueblo en torno a los roles que
Fotografía: Miguel García Moya
desempeñan las féminas en nuestra sociedad. Transformar la sociedad es una ardua tarea que nos convoca a todos y todas a la reflexión crítica y autocrítica acerca de cómo somos, por qué somos, qué queremos ser y qué hacer para lograrlo. Ello implica generar cambios profundos en el sujeto individual y colectivo, lo cual es solo posible en la medida en que nos sumerjamos en un proceso de reflexión-acciónreflexión que nos permita insurgir con la fuerza necesaria para la construcción de la nueva república. Por tal motivo, en esta edición de Así Somos deseamos orientar nuestras cavilaciones hacia un tema tan fundamental para nuestro país: el papel de la mujer en nuestra sociedad.
La permanencia patriarcal Si asumimos que la lengua es un elemento cultural fundamental y un medio de expresión del pensamiento, los dichos, refranes y proverbios son reveladores de nuestra cultura, he aquí estas perlas: “la mujer venezolana es padre y madre y no se deja morir el hijo en la barriga”, “el hombre pa’ la calle y las mujeres pa’ la cocina”, “hombre es hombre y siempre cae parao”, por nombrar solo algunas… Estas frases son expresadas por hombres y mujeres de esta tierra con mucha naturalidad; en sus aparentes contradiciones se expresan identidades socioculturales acerca del rol y el comportamiento de la mujer en nuestra sociedad, quien —es bueno recordarlo— es mayoría en nuestro país y asume cada día con más convicción actividades fundamentales en los ámbitos educativos, sociales, culturales, agrícolas, petroleros, industriales, políticos, jurídicos, etc., para el desarrollo de la patria.
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La mujer, víctima principal del sistema patriarcal, lleva el mayor peso en la formación de los miembros de la familia, en una sociedad que paradójicamente la oprime, la discrimina y desavaloriza, convirtiéndose así en factor fundamental al reproducir valores de esa sociedad machista, de manera que resulta pertinente revisar los patrones culturales de nuestra sociedad para comprender por qué nuestras propias contradicciones no nos permiten avanzar en ese campo
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nuestra sociedad
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Id ea s Pa ra Dia lo ga r
El papel de la mujer
Id ea s Pa ra Dia lo ga r así somos R E V I S TA N º 1 5 • E ne r o - A b r i l 2 0 1 3
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El
pa pe l d e l a muj e r e n n u e st r a soci e da d
Lo paradójico es que hombres y mujeres, en desacuerdo o no con esos conceptos, terminamos, de una manera u otra, reproduciendo y fortaleciendo patrones de vida, hábitos y costumbres que “supuestamente” deseamos cambiar. La mujer, víctima principal de la sociedad patriarcal, lleva el mayor peso en la formación de los miembros de la familia en una sociedad que paradójicamente la oprime, la discrimina y desavaloriza, convirtiéndose así en factor fundamental al reproducir valores de la sociedad machista, de manera que resulta pertinente revisar los patrones culturales de nuestra sociedad para comprender por qué nuestras propias contradicciones no nos permiten avanzar en ese campo. Así, nos topamos día a día, sin el menor asombro, con compañeras de alto vuelo intelectual, manejando altos cargos, cuyo desempeño no se diferencia en nada del ejercicio masculino, pero que siguen la recomendación: “búscate a un hombre para que te represente”; o muchos quienes dicen llamarse“revolucionarios” pero son incapaces de fregar un plato, darle un tetero o cambiarle el pañal a un hijo o hija porque “las mujeres son las que saben de eso”… Mientras combatientes vecinas del barrio o del caserío crían hijos, cumplen con sus “obligaciones” laborales tradicionales y paralelamente asumen la creación de las nuevas organizaciones que la refundación de la república demanda. La liberación en la cotidianidad Conformamos un país altamente urbanizado, sin embargo, en nuestros ethos se conservan valores de la ruralidad perdida con la bonanza petrolera. Constituimos una sociedad patriarcal (impuesta por el colonizador) donde la familia matrilineal (de origen indígena y
africana) tiene un gran peso en la conformación de las comunidades rurales y urbanas populares, situación que se resume en la frase: “hijo con su mae”, fomentando con ello la paternidad irresponsable. Realidad que la institucionalidad (pública y privada) se niega a aceptar esgrimiendo el concepto del modelo de familia nuclear occidental como único posible en nuestra sociedad, solapando otras formas de convivencia familiar que por negarlas o invisibilizarlas no son inexistentes. Si observamos el mundo indígena, más allá de los falsos mitos inventados por los europeos y su descendencia, los roles de la mujer varían de una etnia a otra, pero siempre poseen un papel fundamental. Así mismo, en sociedades y cofradías religiosas de comunidades afrodescendientes se prohíbe la participación visible y directa de la mujer en ciertos rituales, pero sin el concurso de estas sería imposible su realización y sobre todo su permanencia y sostenibilidad en el tiempo. No obstante, en la Venezuela de hoy las antiguas y nuevas organizaciones comunitarias responden a las demandas de una sociedad patriarcal mientras una parte de la sociedad comulga con los valores expresados en los refranes anteriormente mencionados, otra, aún minoría, se escandaliza y lucha para romper con eso que considera dogmas del pasado. Nuestra carta magna, además de reconocernos multiétnicos, pluriculturales y diversos, entre otros valores, establece la igualdad de género en procura del ejercicio de la equidad, la inclusión de todas y todos, sin discriminación alguna entre quienes habitamos esta nación, base fundamental para la conformación y establecimiento de una sociedad justa. Pero, en nuestra
cotidianidad estamos muy lejos de esa sociedad que nos planteamos en el preámbulo constitucional. Refundar la república implica cimentar la sociedad con nuevos principios, valores y creencias. Si bien es una cuestión de orden político, puesto que se trata del ejercicio del poder (en el ámbito público y privado), para erigir la nueva sociedad no bastan los cambios jurídicos expresados en la Constitución y en las nuevas leyes de la república, tampoco se trata de un problema cuantitativo: cuántas mujeres egresan de los centros de estudio o cuántas se incorporan cada año al mercado de trabajo o cuántas ocupan hoy cargos públicos en las más altas esferas. Se trata de revisar cómo en el juego social, en nuestra cotidianidad, se asignan los distintos roles a partir de aquello que cada una de nuestras culturas considera adecuado según el ¿sexo? o el ¿género? Si reconocemos que la mujer es el gran motor material y espiritual de nuestra sociedad, cómo es posible que persista una situación histórica de opresión, explotación e invisibilización de este sector de la población. Diversidad cultural y tradición ideológica En este sentido y dado su papel en nuestra sociedad, es importante reflexionar sobre los temas que convocamos para la decimaquinta edición de Así Somos desde nuestra diversidad cultural, rompiendo con la visión falaz de una sola cultura, de comportamientos y modos de vida uniformes. Partendo del hecho de que somos diversos y diversas socioculturalmente, es importante revisar cómo se desarrollan esas concepciones, percepciones y autopercepciones sobre la mujer y su papel en las diferentes regiones geohistóricas del país y en lo interno
mujer en nuestra sociedad, eje integrador de nuestra gran familia extendida y articuladora de comunidades, trasmisora de conocimientos, valores y afectos, desde sus diferentes roles desempeñados según los patrones culturales actuales; analizar cuáles valores reafirmar, cuáles transformar y cuáles negar y superar para la conformación de las nuevas subjetividades femeninas y masculinas. Comprender y analizar los diversos modos de vida concebidos y establecidos desde y para la reafirmación de la sociedad patriarcal, y desde ahí proceder al desmontaje de los mecanismos de dominación que le son inherentes. Ergo, es importante conocer y comprender cómo es la percepción y autopercepción de lo femenino y lo masculino en nuestra cultura venezolana latinoamericana y caribeña, cómo concebimos el papel de la mujer y los oficios productivos tradicionales de larga data, cómo se da la distribución sexual del trabajo en la sociedad industrial. Puesto que la mujer “gana” espacios en el ejercicio de sus derechos como ciudadana (estudio, trabajo, recreación, libertad de escoger y
decidir sobre cada rol a ocupar en la sociedad) al costo de la doble y triple jornada. Es imperativo reflexionar sobre la persistente visión acerca del trabajo doméstico como oficio de mujeres sin valor alguno. De igual manera, muchas personas (hombres y mujeres) perciben el trabajo comunitario o voluntario como diversión o como simple ocupación del tiempo libre, cuando de ambos (trabajo doméstico y comunitario) depende la vida familiar, privada y pública. También es importante revisar la percepción y autopercepción de la belleza femenina a partir de los patrones sociales establecidos y cómo la publicidad incide en esta percepción y autopercepción de la mujer venezolana, cómo funcionan los estereotipos de vieja y nueva data, los cambios de patrones estéticos, cómo pasamos de la voluptosidad latinocaribeña a la anorexia gringaeurocentrista, y qué importancia tiene y qué significa que nuestro gran culto nacional esté precedido por una mujer: María Lionza. as
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La humanidad es construcción de mujeres y hombres y por lo tanto requiere de ambos para realizar los cambios que la sociedad actual reclama. Ciertamente no todo lo construido debe desaparecer. En nuestras culturas tradicionales, las que nos definen y constituyen nuestra nación, existen elementos contundentes de resistencia cultural vinculados al papel de la mujer en nuestra sociedad. Según Lenin, en la conformación de la nueva cultura convergen elementos de la vieja cultura que queremos erradicar junto a elementos de la nueva cultura que queremos implantar. Entonces, en tanto que transformación cultural no se trata de pasar tabla rasa. La sociedad se transformará en la medida que hombres y campo mujeres modifiquen su praxis en el juego social y para como en la ello se hace necesario conocer y reflexionar acerca ciudad? En este de cómo se concreta en nuestra realidad la orden de ideas, es cultura patriarcal en una sociedad de familia pertinente y necesario matrilineal y donde nunca falta quien nos revisar el papel de la recuerde que Venezuela es mujer.
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La mujer en la construcción de humanidad
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de las diferentes etnias (indígenas, afrodescendientes y mestizas), asumidas las diferencias entre lo rural y lo urbano, lo provinciano y lo capitalino, lo elitesco y lo popular, para no repetir el error de algunas feministas venezolanas quienes asumieron sus luchas reinvindicativas de género desde una visión unicultural: blanca, clase media, citadina; avasallando e invisibilizando precisamente a esa gran mayoría que pretendía reivindicar y defender. Con este número buscamos aproximarnos a nuesta realidad actual desde la complejidad de lo diverso inclusivo que reconoce al otro/a para la reflexión colectiva que ayude a hombres y mujeres de esta tierra a comprender el ahora, y así poder visualizar la nueva sociedad que queremos mañana. Problematizarnos en torno a nuestra sociedad no desde una esfera feminista, sino principlamente desde nuestras propias culturas, desde los distintos modos de vida, de las diversas cosmovisiones, desde los diferentes sistemas de valores y creencias que se han venido desarrollando históricamente en este territorio que decidimos nombrar República Bolivariana de Venezuela. ¿Qué tanto funcionan los patrones culturales tradicionales para enfrentar los nuevos retos que plantea la formación de niños, niñas y adolescentes en una sociedad con un alto consumo de tecnología y donde los medios de difusión masiva y la publicidad funcionan como mecanismos de alienación y estímulo para el consumo, homogenizando a la población e invisibilizando nuestra diversidad? ¿Los ciudadanos del mañana han de criarse con los mismos patrones con los cuales fuimos criados nosotros o se hace necesario revisar y cuestionar nuestros patrones de crianza tanto en el
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La quinceava edición, Mujeres que paren patria, presenta sendos artículos que ofrecen a los lectores una mirada ref lexiva sobre diversos ámbitos que sitúan al mundo de lo femenino en un lugar significativo dentro de la sociedad, a la vez que muestra sus facetas más humanas,visionarias y trascendentales.
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Ve n ez ue la Plura l
Las mujeres
en las cofradías de los santos
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Los nuevos tiempos hablan de igualdad, pero también de derecho a la diversidad. ¿Somos iguales los hombres y las mujeres? ¿O somos diferentes con roles sociales definidos e iguales derechos? El papel que juegan las mujeres en la realización de las
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fiestas tradicionales es muestra de ello
B e t t y M en doz a C hacón Docente, Universidad Nacional E xperiment al de las Ar tes (Unear te)
La normativa excluyente …y así mismo prohibimos que en las procesiones, y en especial en la festividad del Corpus, salgan danzas de mujeres; sino que las que hubieren de salir sean de hombres, y estas honestas, y con los trajes decentes. Con este decreto, emitido por las autoridades eclesiásticas en 1687, se inicia la exclusión de las mujeres de los bailes que realizaban las cofradías y muy especialmente en la celebración de Corpus Christi que reunía en la Provincia de Caracas a una buena cantidad de mulatas que mostraban sus bailes durante un largo recorrido. Muchas cofradías obedecieron la prohibición que, en importantes casos, sobrevive en nuestros días, siendo un claro ejemplo las festividades de los Diablos Danzantes. La cofradía fue una institución traída a América por los españoles, se puede definir como la asociación voluntaria de fieles laicos para venerar a un santo patrono. Celebración en honor a San Juan Bautista. Curiepe, estado Miranda, 2009. Fotografía: Harold Palacios
Una festividad femenina
Gaita de mujeres En las cofradías de San Benito de Palermo, en el sur del estado Zulia, que desde hace mucho son llamadas vasallo, sucedió algo diferente ya que a la prohibición de participación de la mujer en sus actividades se le agregó la función de preparar la comida para el vasallo durante las festividades. En su momento ellas decidieron que, estando dispuestas a aceptarlo, tomarían el día anterior para realizar su propia fiesta y es cuando nace la gaita de tambora, que toma prestados dos tambores de la batería de chimbangueles. Apenas finalizado ese día y entrando el día de San Benito sale el chimbanguele a buscar los tambores que le faltan, realizando una persecución de la gaita por todos los espacios del pueblo hasta que los recupera, y así el chimbanguele y los hombres vuelven a dominar.
San Juan es de las mujeres, pero somos los hombres los que dirigimos la cofradía. Jonathan Liendo, presidente de la Cofradía de San Juan Bautista de Chuao. En Chuao, hermosa población del estado Aragua, las mujeres aún tienen que enfrentarse al imperativo establecido en su Cofradía de San Juan Bautista. Son ellas las madres y protectoras de San Juan, a quien llaman “el hombrecito”, siendo las guardianas del orden social y sustentadoras de la cohesión cultural de la comunidad. Procesión en la celebración a San Benito. Bobures, estado Zulia, 2012. Fotografía: Luis Trujillo
Son ellas las madres y protectoras de San Juan, a quien llaman “el hombrecito”, siendo las guardianas del orden social y sustentadoras de la cohesión cultural de la comunidad. Organizan la festividad, visten al santo, adornan la iglesia, cantan, cocinan, preparan el cacao caliente que servirán durante la celebración, pero el presidente de la cofradía es un hombre.
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Las establecidas de manera legal disfrutaban en la colonia de indulgencias parciales o plenarias que garantizaban la vida eterna al lado del creador. A América llegaron estas instituciones como una forma de mantener bajo el control de la Iglesia al cada vez más amplio universo laico que iba surgiendo. Estas normalizaban su funcionamiento y en muchos casos establecían la exclusión de las mujeres en su conformación. Cada cofradía debía generar sus propios recursos, por lo que acostumbraban realizar “bailes” con el fin de recaudarlos, y hacia ellos se dirigió la prohibición.
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Celebración del Corpus Christi, Diablos de Yare. Yare, estado Miranda, 2012. Fotografía: Claris Triguero
así somos
Organizan la festividad, visten al santo, adornan la iglesia, cantan, cocinan, preparan el cacao caliente que servirán durante la celebración, pero el presidente de la cofradía es un hombre. Sin embargo, las palabras de Liendo no hacen más que evidenciar la realidad que se vive en la mayoría de los pueblos de la costa en los que se realiza el culto a San Juan Bautista, y es que la festividad es de las mujeres. Ellos sustentan la autoridad solo desde el plano jurídico pues son ellas las que definen el papel que cada quien jugará durante la fiesta y quiénes (hombres) tocarán el tambor o cargarán al santo durante la procesión.
mujere s en l a s cofr adía s de los santos
Xiomara Sánchez, integrante de la agrupación tocuyana Expresión Morandina. Barbacoas, estado Lara, enero 2013. Fotografía: Antonio Zapata
En ese sentido podríamos suponer que existe un convenio tácito en el que se aceptan los roles que hombres y mujeres cumplen en el desarrollo de las festividades, cada grupo lo asume como su responsabilidad y lo realiza amorosamente, sin que por ello se sientan unas menospreciadas por los otros…
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Las
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El respeto a la diversidad Podemos considerar que en la actualidad esta situación está cambiando, pues en la mayoría de las fiestas tradicionales, que son la actividad heredada de las cofradías coloniales, las mujeres están ocupando cada vez más espacios que usualmente ocupaban los hombres. Por ejemplo, en el estado Lara podemos observar que existe un grupo de mujeres tocando tamunangue, algo que anteriormente era impensable. En El Tocuyo una mujer toca el cuatro con los tamunangueros: Xiomara Sánchez, quien desde muy pequeña ha estado aprendiendo y demostrando que puede hacerlo bien, aunque los hombres le han ofrecido la oportunidad de tocar como si de una excepción se tratará. En el Sur del Lago algunas mujeres han sido nombradas mayordomas de San Benito, pero aún no se visualiza la probabilidad de que puedan llegar a ser capitanas, al parecer es un oficio solo asignado a los hombres. En ese sentido podríamos suponer que existe un convenio tácito en el que se aceptan los roles que hombres y mujeres cumplen en el desarrollo de las festividades, cada grupo lo asume como su responsabilidad y lo realiza amorosamente, sin que por ello se sientan unas menos-
preciadas por los otros; al respecto dice la señora Augusta Chavez a Carmen Alemán en Chuao: “No mi amor, porque para nosotros el Santo es muy grande para que una mujer le bata una falda, eso no puede ser, porque la danza del Corpus Christi es sagrada (…) la mujer siempre es mujer, y ¿qué es eso de pasarle por delante al Santisimo alzándole las piernas? Porque tú sabes cómo es esa danza. Prácticamente esa danza es para hombres, a mí no me parece”. Sabiduría ancestral aplicada a la asignación de roles en las fiestas tradicionales, cada cual sabe lo que le corresponde hacer… as Para seguir leyendo y viendo… “Bailes y pataleos”, El desafío de la historia, año 3, nº 17, 2011. Venezuela: tradición en la modernidad. Primer Simposio sobre Cultura Popular. Caracas, Equinoccio, Ediciones de la Universidad Simón Bolivar, 1998. http://www.fundacionsur.com/ IMG/pdf/Frater.pdf
La mujer
Mar ía Mar t ha M ijare s Pach eco Antropóloga
Madre. Santa Elena de Uairén, estado Bolívar. 2010. Fotografía: Filippo Bilotti
H
oy día en Venezuela vivimos un proceso de reflexión que constantemente estamos revisando en busca de mejoras para alcanzar lo que Simón Bolívar denominó “la máxima felicidad posible”, frase que recoge un proyecto libertador que nuestro presidente Hugo Chávez ha rescatado para darle un nuevo sentido emancipador. Dentro de los cambios que permanentemente procuramos en este sentido resulta de primer orden tomar en cuenta los roles tanto individuales como colectivos de nuestra población, con miras siempre a la equidad e igualdad de condiciones sin que esto menoscabe el libre desenvolvimiento de nuestras aptitudes y nuestro sentir humano. Para llevar a cabo esta misión es necesario revisar las dinámicas sociales y las formas como nos desempeñamos dentro de nuestra comunidad, teniendo en cuenta que la reflexión debe llevarnos a la rectificación y con ello a la eficiencia de nuestras acciones dentro de este largo camino a la independencia. Tomando lo anterior como base, en este artículo nos proponemos revisar el rol que la mujer venezolana representa en nuestro imaginario colectivo, el porqué de algunos patrones de comportamiento y, con suerte, dar con algunas alternativas a ciertos estereotipos que se ciñen sobre nuestro país retrasando el desenvolvimiento real de la mujer venezolana como pieza clave de la revolución.
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Usando como base un contexto político, económico y social que enmarque la diversidad y complejidad del tema, ¿qué significa en nuestro imaginario venezolano ser mujer? Procuraremos ofrecer una visión crítica de nuestra realidad en la búsqueda de una meditación profunda dentro del proceso transformador y revolucionario que se lleva a cabo en la actualidad
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venezolana, ¿emancipada o esclavizada?
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mujer vene zol ana ,
¿ e m a n c i pa d a
o e s c l av i z a d a ?
La "súpermujer" como epíteto Resulta interesante escuchar por las calles de Venezuela a mujeres de todas las edades decir de sí mismas que son independientes, “echadas pa’ lante”, y que el epíteto de esta frase siempre refiera al hecho de ser madres/trabajadoras/amas de casa/hermanas/hijas/amigas al mismo tiempo y sin la necesidad de tener un hombre al lado. Pareciera que haber alcanzado todo lo anterior y mantenerse en pie es considerado una especie de “graduación de mujer” en algún registro del imaginario venezolano. Es cierto que el hecho de realizar tal multiplicidad de tareas y aun así tener el tiempo de salir a tomarse un café o de ir al cine resulta un logro de grandes magnitudes, sin embargo, ¿dónde queda el papel del hombre en toda esta historia? Podríamos llamarlo logro si estuviésemos hablando de un lugar en el que el género masculino ha desaparecido y las mujeres han tenido que repoblar la tierra por sí mismas generando un nuevo orden social; pero esta no es la realidad, muchas de estas mujeres, que se consideran “súper mujeres” por haber alcanzado tal nivel de responsabilidad, en muchos casos son casadas, con esposos, novios, parejas, hermanos, padres, etc. Entonces, dentro de esta ecuación, ¿dónde queda el hombre? Y más aún, si esa es la tarea de la mujer, ¿cuál sería el rol del varón en este juego social? ¿Realmente son mujeres independientes o simplemente hemos vuelto a caer dentro de otra trampa del capitalismo? La mujer se ha emancipado, o eso nos han hecho creer, ya que de ser cierta esa emancipación no serían las mujeres las receptoras de la mayoría de los productos de limpieza, de productos del hogar y, sobre todo, no serían las emisoras principales de las publicidades dedicadas a vender mercancía relacionada con bebés. Esta “estrategia de mercado” no solo responde a unas estadísticas de venta que beneficia al capital, sino que responde a una política que pretende mantener un status quo en cuanto a la repartición de responsabilidades dentro del hogar. Solo bastaría con ver una publicidad al azar para darnos cuenta de que para los publicistas las mujeres limpian, cocinan, planchan y crían a los hijos, mientras los hombres trabajan en la calle y leen el periódico mientras mamá se encarga de lo demás. Todo esto podría parecer lógico si viviésemos en la Venezuela de los cincuenta, en donde lo “común” (entre muchas comillas) era que el hombre trabajara y la mujer se quedara en el hogar; sin embargo, la mujer de este siglo (y desde hace rato) trabaja jornadas completas al igual que el hombre, el género femenino conquistó (por ponerle un término) el mundo laboral, demostró que el trabajo no depende de los cromosomas
sino de la inteligencia y la fuerza de voluntad, sin embargo, ¿qué recibe a cambio? El mismo trapeador esperándola en casa para cuando llegue. Hemos sido engañadas y engañados, la mujer no se emancipó, ¡se esclavizó doblemente! Porque ahora no solo debe realizar las labores domésticas (que vaya que es un gran trabajo) sino que también tiene que trabajarle a un extraño durante ocho horas al día para poder ganar un sueldo más o menos decente. El cuidado de los hijos
Pueblo Llano, estado Mérida, enero 2013. Fotografía: Flor Perozo
Si consideramos todo lo anteriormente expuesto resulta lógico preguntar: ¿quién cuida a los hijos? Lamentablemente las estadísticas indican que en la mayoría de los casos no es el padre, termina siendo la hermana, la cuñada, la abuela e incluso la vecina o la amiga, quien acude al rescate de la mayoría de esas madres llenas de responsabilidades y tareas. Los mamíferos suelen agolparse por manadas, y esto no excluye a nuestra especie, las hembras humanas, al igual que las de otros géneros de mamíferos, deben recurrir a la ayuda de sus pares para el cuidado de sus hijos e hijas, inconscientemente pareciera entretejerse una red de solidaridad entre hembras que las impulsa a ayudarse, sobre todo si se trata de la cría de nuevas/nuevos miembros de la casta, por lo tanto no resulta para nada extraño escuchar decir a una mujer venezolana: “voy a buscar a mi hija en casa de mi amiga tal” o “mi hermana me buscó a la niña mientras presentaba mi examen en el posgrado”. El cuidado de las hijas e hijos “ajenos” es una práctica muy común en las zonas rurales, esta situación tiene que ver con la forma como se establecen las relaciones vecinales dentro de esos espacios geográficos, en las zonas de casas cercanas se ve con frecuencia a la vecina de alguien cuidando a varias niñas y niños de la cuadra mientras sus madres se dedican a otras tareas. En el ámbito urbano podemos observar estas prácticas en los sectores “populares” o de bajos recursos económicos, allí la comunicación es horizontal y, por lo general, las manifestaciones culturales son semejantes a las de los sectores rurales. Tanto en el contexto rural como en la “barriada” prevalece el inconsciente colectivo de familia extendida propio de los grupos indígena y afrodescendiente. En los ámbitos urbanos de medianos recursos económicos la situación es mucho más complicada ya que geográficamente hablando los edificios son espacios mucho más privados y alejados de las áreas comunes que se pueden disfrutar en las zonas rurales, además la concepción de familia que prevalece en ese contexto es producto del modelo de familia nuclear, propio de la cultura occidental.
así somos R E V I S TA Niñas de Santa Lucía. Santa Lucía, estado Zulia, 2012. Fotografía: Miguelangel Machado
un agregado ni un actor secundario sino el encargado del 50 por ciento de las labores tanto domésticas como las referentes al cuidado y trato de sus hijos. Si queremos lograr esto resulta imprescindible deslastrarnos de mucha información que erróneamente se ha tomado como veraz en la crianza de las niñas/niños, en este sentido un instrumento legal como la Lottt (Ley Orgánica del Trabajo, los Trabajadores y las Trabajadoras), por ejemplo, proporciona un permiso de 14 días al padre y dos años de inhabilidad laboral, lo cual simboliza un gran avance dentro de los procesos judiciales en cuanto a la equidad de género, esta ley representa un gran paso para las luchas reivindicativas reales que buscan la igualdad de condiciones y derechos para todas y todos, avanzando cada día más hacia la constitución de una nación libre de prejuicios y desigualdad social. as
Nos han enseñado a pensar que el hombre es “torpe” en las tareas del hogar, que es “inútil” cuidando niños y que el “instinto materno” sabe cómo hacer para solucionar cualquier problema que se pueda presentar relegando al padre a un segundo plano de “proveedor de alimentos” y “ayudante de la madre”.
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Una insana costumbre Es importante rescatar el hecho de que el machismo no es una característica de los hombres como especie, es una responsabilidad que comparten hombres y mujeres casi por igual y es reforzado por una serie de factores sociales que se arraigan en el imaginario colectivo, uno de estos males es la publicidad, que ya mencionamos arriba, y otro factor fundamental es el costumbrismo, que solemos confundir con tradición. Nos han enseñado a pensar que el hombre es “torpe” en las tareas del hogar, que es “inútil” cuidando niños y que el “instinto materno” sabe cómo hacer para solucionar cualquier problema que se pueda presentar relegando al padre a un segundo plano de “proveedor de alimentos” y “ayudante de la madre”. Es necesario recordar que el padre debe formar parte activa y equitativa en la crianza de sus hijos, que él no es
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wayúu: Comunidad
sociedad
matrilineal
La sociedad wayúu se organiza mediante clanes matrilineales, identificados por el e’irukuu —que significa literalmente “carne”—, y corresponden a un número determinado de personas unidas por lazos de consanguinidad y carnal en línea materna, quienes comparten una condición social y un antepasado mítico común L uz
Fer nán dez
( U t ina)
Clan Ja´yaliyuu, Pot shoui, Alta Guajira. Parlamento Indígena
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Origen del pueblo wayúu desde su cosmovisión Según la mitología, en aquellos días sagrados del primigenio origen la mujer wayúu emergió de las entrañas de Mma —la Tierra—. Primero salieron las jierü —mujeres— y luego los toolo —hombres—. Al mismo tiempo que los Wayúu emergían, salió la voz de la Tierra llamando a las mujeres para comunicarle su palabra, el mensaje para todos sus hijos wayúu, tal como lo haría una madre wayúu al hablarle a sus hijos a la usanza de hoy. En aquellos días estas fueron las palabras que desde un principio la Tierra dirigió a sus hijos, en las narraciones de los abuelos wayúu: “Ahora que están todos ustedes, mis hijos, van a escuchar mis palabras. La palabra wayúu la usarán para llamarse entre sí, ustedes están dotados de espíritu y de sabiduría, que fueron aprendidos en nuestros primeros sueños, que enriquecerán con el tiempo en todos los lugares. Para siempre dirán, nosotros somos wayúu por todos los tiempos, por donde estén y por donde caminen. Vengan a mi presencia todas las mujeres, ustedes van a ser las autoras de las nuevas existencias, las mujeres orientarán las leyes de los Wayúu, las que harán crecer y
enaltecer la familia, las que van a encaminar la vida, las conductas y las costumbres. La carne continuará en sus descendientes, la carne de los Wayúu se formará y se heredará de la madre, y sabrán siempre que son hijas de la Tierra”. La Madre Tierra prosiguió hablando: “De esta forma se organizarán y vivirán las familias wayúu, cada una de ustedes tendrá un nombre, así: Tú vas a ser una mujer Uliana, tú una mujer Sapuana, tú serás una madre Aapüshana, tú serás Iipuana, tú serás la abuela de los Epieyuu”, y así sucesivamente salieron todos los e’irukuu encabezados por una mujer. Desde entonces, la mujer se convirtió en la base de la organización social y política de la sociedad wayúu, de carácter matrilineal, donde las autoridades son los atuushii o abuelos y tíos maternos, a’laülaa. La mujer es la orientadora de la formación de la familia, del sistema de parentesco, de la organización de las relaciones sociales y políticas, del poder político descentralizado en la sociedad wayúu, así como de la organización de los patrones de asentamientos y comunidades dentro del territorio wayúu.
Los roles por género desde la concepción wayúu
Las mujeres mayores desempeñan un rol vital para la cultura como es la educación de los más jóvenes de la familia. Esta función es compartida con el tío materno quien asume la formación de los hombres, mientras la tía materna se encarga de la de las mujeres, con la finalidad de definir el rol de cada uno en la colectividad wayúu. La cultura wayúu tiene predeterminados los roles por género y por actividades socioeconómicas y socioculturales. Sin embargo, la libertad de elegir lo que se quiere hacer se realiza ante las posibilidades y distintos escenarios de elección frente a diversas situaciones.
La mujer es la orientadora de la formación de la familia, del sistema de parentesco, de la organización de las relaciones sociales y políticas, del poder político descentralizado en la sociedad wayúu, así como de la organización de los patrones de asentamientos y comunidades dentro del territorio wayúu. Baile de la Yonna. Celebración wayúu. La Guajira, estado Zulia, 2012. Fotografía: LARRY PARRA
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Sistema matrilineal Aunque históricamente en el mundo social y político wayúu las mujeres no sean la figura representativa, en el seno del grupo familiar tienen un gran peso sus opiniones, en especial las de las mujeres mayores. Ellas ejercen influencia en las decisiones de los hombres, por ser las reproductoras de la familia y las trasmisoras del conocimiento a las futuras generaciones. En este sentido, Jorge Pocaterra apunta: “La abuela es el origen del parentesco familiar wayúu o sea de los apüshii. Las abuelas progenitoras comunes de todas las generaciones pasadas y presentes se constituyen en la cabeza de las familias o clanes wayúu. Desde entonces las abuelas se instituyen en fuentes primordiales de la historia de las generaciones de una familia, del clan o e’irukuu, que forma en lo específico el parentesco clanil. Es el inicio del sistema matrilineal de la sociedad wayúu, o sea el parentesco organizado por la línea materna. La abuela es la depositaría común de las tradiciones, de los preceptos morales,
de los valores y las normas de conducta que deben observar las familias que integran un clan o e’irukuu. La abuela está plena de obligaciones y responsabilidades para con sus descendientes, su familia y su clan. Dada su condición de ser la anciana, quien ha vivido la plenitud de su existencia, quien tiene conocimiento de las leyes, del arte, de las virtudes, de las costumbres y de los valores, para poderlas trasmitir a las nuevas generaciones, ella se constituye en la fuerza integradora de la familia, en la que se fundan las bases de las relaciones interfamiliares e interclaniles entre los Wayúu”. La abuela es la principal colaboradora en la formación integral de los hijos, es la primera educadora de la familia, enseña a sus nietas el arte de tejer, la preparación de los alimentos, las normas sociales, la virtud, el idioma y la comunicación, los valores, y, sobre todo, a ser mujer
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La organización social La sociedad wayúu se organiza mediante clanes matrilineales, identificados por el e’irukuu —que significa literalmente “carne”—, y corresponden a un número determinado de personas unidas por lazos de consanguinidad y carnal en línea materna, quienes comparten una condición social y un antepasado mítico común. En tal sentido, la familia se define a través de la carne o e’irukuu materno. Es una sociedad matrilineal donde el poder político está totalmente descentralizado, las autoridades de los clanes o familias wayúu son los tíos maternos; cada clan es autónomo y tiene carácter totémico; es decir que los clanes están representados por un animal ancestral y un símbolo gráfico que los identifica.
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Dorila Echeto, cultora y artesana wayúu. La Guajira, estado Zulia, 2012. Fotografía: Miguel García Moya
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C o m u n i d a d W ay ú u :
s o c i e d a d m at r i l i n e a l
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Mujeres wayúu en faena de preparación y distribución de alimentos durante reunión de clanes wayúu. La Guajira, estado Zulia, 2012. Fotografía: Larry Parra
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wayúu, madre y abuela, quienes tendrán la responsabilidad sobre las nuevas generaciones. Muchas de estas enseñanzas se imparten en la fase del encierro de las señoritas o majayülü, cuando reciben la formación en el ser wayúu, en la cultura social, espiritual y material. Nuevos paradigmas en el rol de la mujer wayúu Las últimas décadas del siglo XX, con los procesos de proyección política de las sociedades nacionales colombiana y venezolana hacia La Guajira, trajeron consigo la creciente demanda de actividades comerciales, generando el surgimiento de nuevos modelos de riqueza basados en actividades económicas de tipo occidental capitalista propias del medio urbano, y otras como el trabajo asalariado como complemento de las formas de subsistencia tradicional. Aunada a esta situación, la sobrecarga demográfica del territorio ancestral Wayúu ha causado el desplazamiento de excedentes de población hacia los centros urbanos. Esto estimuló inéditos procesos de jerarquización social, así como un clima favorable para la aparición de nuevas formas de liderazgo. Todos estos elementos han impactado la forma de vida de los Wayúu. Por un lado, han potenciado el liderazgo de la mujer, quien asume roles que tradicionalmente corres-
Actualmente el liderazgo
pondían única y exclusivamente al hombre, como es el manejo y la movilización de los recursos económicos a través del ejercicio del comercio. No obstante, esta responsabilidad inicialmente consistió en una estrategia para garantizar la integridad física del hombre wayúu en la comercialización, ante el atropello constante de las autoridades del Estado; aunque posteriormente la agresión se trasladó hacia ella, sin importar su condición de mujer y en violación a la excepción de la cual goza en su sistema normativo propio. Actualmente el liderazgo de la mujer wayúu ha tomado un auge que va más allá de lo social, lo económico y lo político. Se ha profesionalizado, cada vez es más notoria su participación en las organizaciones sociales y/o movimientos indígenas, así como su incursión en la política y en el ejercicio de cargos públicos importantes. Esto ha contribuido a hacerla más visible como cabeza de familia, líder de su comunidad y de su clan. A pesar de estos avances, muchas mujeres wayúu continúan siendo discriminadas y explotadas por el sistema capitalista patriarcal occidental, como en el caso de aquellas que se desempeñan como domésticas en casas de familia de las principales ciudades; otras son víctimas del narcotráfico. Lamentablemente este sistema no tiene ojos para valorar los grandes aportes de las mujeres en general, mucho menos para visualizar la diversidad y complejidad de la naturaleza de la mujer originaria. No obstante, esta situación ha sido revertida por la mujer wayúu mediante su fortaleza; ha sabido superar las barreras de carácter cultural, económico, social y hasta político, convirtiéndose hoy día en ícono de liderazgo para el resto de la sociedad nacional. De igual modo es destacable que si bien las mujeres wayúu siempre han sido reconocidas por su labor de formadoras y trasmisoras de los conocimientos tradicionales de su pueblo, en la actualidad cobra mayor fuerza su liderazgo mediante su incorporación al ejercicio de la docencia institucional, efectivamente existe un altísimo
de la mujer wayúu
ha tomado un auge que va más allá de lo social, lo económico y lo político.
Se ha profesionalizado, cada vez es más notoria su participación en las organizaciones sociales y/o movimientos indígenas, así como su incursión en la política y en el ejercicio de cargos públicos importantes. Esto ha contribuido a hacerla más visible como cabeza de familia, líder de su comunidad y de su clan.
queremos volver al lugar de donde venimos por el temor de encontrarnos con nuestro pasado. Cuando finalmente regresamos con una formación profesional en las manos nos sentimos más que cualquier otro de nuestra comunidad, queriendo solapar el rol de los a’laülaa, pretendiendo decidir por ellos, usurpando un lugar que no nos corresponde, decidiendo arbitrariamente por las autoridades de la familia e irrespetando la tradición que durante generaciones se ha venido ejerciendo dentro del clan. as Para seguir leyendo… Guerra Curvelo, Weildler. La disputa y la palabra. La ley en la sociedad wayúu. Bogotá, Ediciones de Antropología. Premios Nacionales de Cultura 2001. Ministerio de la Cultura, 2001. Pocaterra, Jorge. Los Wayúu. Na Wayuukana. Estudios etnográficos. Caracas, 2009. Unicef -Ministerio de Educación. Documento final del Proyecto Educativo Wayúu, Ekirajawaa Süpüla Wayuuwaa. Elaborado por el pueblo y comunidades wayúu del estado Zulia, docentes, investigadores, organizaciones indígenas y organizaciones del poder popular con presencia wayúu. Maracaibo, 2011.
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índice de educadoras que representan un importantísimo bastión en la educación de las nuevas generaciones; ellas tienen una gran responsabilidad frente a una generación con una forma de pensar y de actuar diferente. Se trata de una nueva generación que considera la tradición como cosa del pasado, devalúa el componente de la historia, tan esencial para nutrirnos de ella y poder asumir nuestro papel protagónico de estos días. Cada uno/a de nosotros/as tiene un rol en su familia, su clan y dentro de la sociedad wayúu, el cual no se está asumiendo por múltiples razones, entre ellas el desconocimiento de la propia cultura. Caemos en el irrespeto a nuestras autoridades, por ejemplo a los a’laülaa, por asumir el protagonismo, influenciados por los recursos de transferencia y demás elementos externos que han incidido en esta situación. A todo esto debemos ponerle atención si queremos mantenernos vivos culturalmente. Debemos valorar nuestras costumbres para que los demás puedan respetarlas. Si entendemos con claridad quiénes somos y de dónde venimos será más fácil comprender hacía dónde vamos y cómo vamos a enfrentar las múltiples adversidades que se nos presentan actualmente y en un futuro. Otro factor exógeno que ha influido de forma negativa ha sido la escuela occidental con su visión de familia nucleada, que desarticula la visión de la familia wayúu. Es en la escuela alijuna (no wayúu) donde aprendemos a repetir su idioma muchas veces sin llegar a entenderlo realmente, porque es difícil transmitir lo que pensamos y sentimos desde un idioma que no es el nuestro. Solo aprendemos a repetir lo que creemos que es aunque muchas veces no es. Esto nos hace sentir que lo nuestro es inferior a lo de los demás, y en esta misma dirección queremos igualarnos a los alijuna, tratamos de parecernos a ellos sin importar quiénes somos. En ese proceso de cambio no
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Mujer wayúu pastoreando. La Guajira, estado Zulia, 2012. Fotografía: Larry Parra
En caso de conflictos entre clanes, la mujer wayúu goza de una condición de excepción en honor a su función de garante de la continuidad del e’ìrükuu, por lo cual es respetada por los clanes o partes involucradas de acuerdo con el sistema normativo wayúu. En el caso de disputa con otro clan, las mujeres ayudan a movilizar apoyo y contribuyen con sus bienes al pago de la compensación. Es por ello común que públicamente muestren siempre un gran respeto hacia sus varones, aunque en privado suelen aconsejar a los hombres impetuosos y reprender a sus tíos maternos y hermanos. Existen situaciones particulares donde interviene la mujer como autoridad. Es de destacar el papel de las mujeres mayores como la abuela oushii o la tía aa´irüü, cuando estas expresan sensatez a favor de la paz pueden intervenir en la mediación e influir con sus argumentos en la negociación de la querella. Y en la realización de los rituales la mujer chamán (ouutsü) es quien asume el control momentáneo de las acciones del grupo familiar a través de la celebración de ceremonias y demás tareas que se desprenden de su contacto con los ancestros séyuu, expresado a través de los sueños.
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La mujer wayúu como mediadora
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Saberes, prácticas y representaciones en el Páramo andino
Comadronas: un oficio en el corazón del tiempo B e lk i s Rojas
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Partera y sobandera. Mucuchíes, municipio Rangel, estado Mérida, 2011. Fotografía: Amilciar Gualdrón
Etnohistoriadora, profesora e investigadora, Universidad de Los Andes (UL A)
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El continuo y vertiginoso avance de la medicina moderna en el siglo XIX aparta a las mujeres de la atención oficial en relación con el embarazo, el parto, el posparto y, en general, los problemas relacionados con la salud femenina e infantil. Sin embargo, el saber de las comadronas ha permanecido en el tiempo y se muestra en distintos espacios sociohistóricos como un conocimiento válido, eficaz y necesario dentro de comunidades rurales, lejanas y de difícil acceso
...las comadronas han representado y continúan representando una alternativa práctica y humana de parto natural o parto sin cesáreas. Por otra parte, los médicos universitarios tradicionalmente han considerado que las parteras o comadronas son figuras que muestran un gran retroceso en la práctica gineco-obstetra, aun cuando estas hayan sido instruidas y, en la actualidad, profesionalizadas.
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Las comadronas en el Páramo No cabe duda de que las comadronas han representado y continúan representando una alternativa práctica y humana de parto natural o parto sin cesáreas. Por otra parte, los médicos universitarios tradicionalmente han considerado que las parteras o comadronas son figuras que muestran un gran retroceso en la práctica ginecoobstetra, aun cuando estas hayan sido instruidas y, en la actualidad, profesionalizadas. Me comentaban las comadronas de Mucuchíes que cuando se fundó el hospital de esa localidad algunos médicos aceptaron de buen grado y hasta requirieron la presencia y ayuda de las comadronas, siempre y cuando estas presentaran sus debidos certificados de “instrucción”. Sin embargo, con el paso del tiempo los galenos fueron rechazando sus saberes por considerarlos folklóricos y anacrónicos en la práctica de la preservación de la salud femenina e infantil. En la visión campesina del cuerpo femenino el parto es considerado como uno de los momentos máximos de desequilibrio pues, después de este, el cuerpo de la mujer queda abierto y en un estado precario de calor muy peligroso. Tradicionalmente las mujeres parían en sus casas y eran atendidas por la comadrona de su confianza, esto brindaba ciertas ventajas pues las parturientas no tenían que moverse de sus hogares ni alejarse de su entorno familiar. La comadrona se hacía ayudar por otra comadrona o por la madre o el esposo de la parturienta, lo cual
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Al lado del fogón. Mitivivó, municipio Rangel, estado Mérida, 2011. Fotografía: Amilciar Gualdrón
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Depositarias del saber tradicional El oficio de comadrona o partera es una ocupación muy antigua y, al parecer, de carácter universal. En Europa, entre los siglos XIV y XVII, estas mujeres fueron tildadas de brujas maléficas y fueron llevadas a la hoguera por el delito de conocer las virtudes curativas de las plantas y otros elementos utilizados en el desempeño de su oficio. Generalmente la actividad de la comadrona abarcaba otros aspectos aparte de los referidos al parto, incluía el oficio de curar, pues muchas de ellas desarrollaron una comprensión de los huesos, de los músculos, de la sangre, de las drogas y los ungüentos útiles en su quehacer. En el siglo XVIII, con la conversión de la obstetricia en ciencia, los hombres se apropian de ese campo y excluyen a las mujeres quienes se convierten en auxiliares por no pertenecer al campo académico, pues las universidades estaban cerradas para las féminas y las leyes prohibían toda práctica médica a quienes no fueran doctores entrenados en las universidades. El continuo y vertiginoso avance de la medicina moderna en el siglo XIX aparta a las mujeres de la atención oficial en relación con el embarazo, el parto, el posparto y, en general, los problemas relacionados con la salud femenina e infantil. Sin embargo, el saber de las comadronas ha permanecido en el tiempo y se muestra en distintos espacios sociohistóricos como un conocimiento válido, eficaz y necesario dentro de comunidades específicas, por ejemplo, los asentamientos rurales, lejanos y de difícil acceso, en los que aún hoy se carece de servicios médicos o estos son insuficientes. A raíz de la reunión de Alma Atta en 1978 y de las reflexiones sobre la “salud para todos en el año 2000”, los organismos internacionales de salud, así como los Estados, consideran pertinente retomar las figuras de los agentes comunitarios y tradicionales de salud, entre ellos las parteras y/o comadronas, quienes como miembros de las comunidades podían convertirse en aliados del bienestar. Así, se contempla la necesidad de incorporarlos a las actividades de atención primaria de salud, dándoles el adiestramiento correspondiente. Se diseñan y ponen en práctica políticas de formación, supervisión, evaluación, función y prácticas de curanderos y parteras.
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un oficio en el cor a zón del tiempo
En las comunidades rurales el oficio de comadrona es respetado y ha llegado a considerarse casi sagrado, no solo por estar vinculado a los misterios del nacimiento y la muerte, sino porque, como señalan algunas mujeres parameras, ellas poseen “un don de Dios, es un don de nación”, que se va desarrollando con la experiencia y el entrenamiento que reciben de otras parteras con mayor experiencia en la tarea de traer niños al mundo, cuidando la salud física y psíquica de las mujeres. conformaba un ambiente de confianza y calidez, entre otras razones porque todos compartían un mismo modo de ver el cuerpo, la salud, el nacimiento y la muerte. A finales de los años noventa, cuando realicé mi trabajo de campo en Mucuchíes y sus aldeas, el hospital era percibido por las mujeres como un lugar hostil, extremadamente frío, extraño, ajeno, formado por “gente de afuera” que no conocían o nunca habían visto y que las trataban de manera distante y muchas veces déspota. Aunque las comadronas ya no eran solicitadas para atender partos, pues la mayoría de las mujeres se familiarizaron rápidamente con la medicina hospitalaria oficial, sus servicios seguían siendo —y aún hoy es así— requeridos para la atención anterior y posterior al parto. La ayuda de la comadrona es muy reconocida por estos pobla-
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Comadrona s:
Bernardina, partera. Fotografía: Luis Trujillo
dores: la aplicación de conocimientos quiroprácticos como las“sobas” o masajes así como sus “bebedizos”, sus lavados con aguas de hierbas de “naturaleza caliente y cordial”, la eficacia del rezo de sus oraciones, preveen las enfermedades que pueden ser causadas por la entrada de “los hielos del hospital y los malos aires” en sus cuerpos, o por “entradas de calor excesivo” en el cuerpo del recién nacido, provenientes de miradas y manipulaciones de personas ajenas a su entorno familiar. Por otra parte, las atenciones de la comadrona, tanto a la madre como al niño, ofrecen confianza y tranquilidad a la mujer, pues estas le revelan constantemente la dimensión simbólica de su cuerpo-persona. En las comunidades rurales el oficio de comadrona es respetado y ha llegado a considerarse casi sagrado, no solo por estar vinculado a los misterios del nacimiento y la muerte, sino porque, como señalan algunas mujeres parameras, ellas poseen “un don de Dios, es un don de nación”, que se va desarrollando con la experiencia y el entrenamiento que reciben de otras parteras con mayor experiencia en la tarea de traer niños al mundo, cuidando la salud física y psíquica de las mujeres. Hoy claramente el oficio de comadrona ha ido desapareciendo. En la zona del páramo de Mucuchíes las mujeres acuden al hospital para atenderse a lo largo del embarazo, el parto y el posparto. Las jóvenes que son señaladas en las comunidades como “poseedoras de cualidades o curiosidad para curar o asistir partos” prefieren profesionalizarse en enfermería o en medicina y a lo largo de sus estudios olvidan o banalizan la “cualidad de médicas o de parteras que les venía de nación”, además casi ninguna de ellas regresa a trabajar a su lugar de origen. Sin embargo, es necesario aclarar que posiblemente las comadronas en el páramo andino han perdido o han cedido su oficio de parteras, pero no su oficio de curanderas y cuidadoras de la salud femenina e infantil. Son ellas las que soban a las mujeres para “ajustarlas o acomodar al niño” en posición para su nacimiento. Son estas mujeres las que atienden “las enfermedades que
En definitiva, el trabajo de la comadrona en las sociedades denominadas tradicionales no se limita a la atención del parto, sino que va mucho más allá, la relación es cotidiana, familiar y abarca la vida de las mujeres, de sus maridos y de sus hijos, es decir, se ocupan de la salud integral de las familias. Casi siempre la comadrona es la “mamita” de la parturienta y, algunas veces, también de su marido, pues fue ella quien cortó sus ombligos, lo cual genera una relación de respeto y afecto entre ellos. Así lo señalaron varias mujeres de Mucuchíes, por ejemplo la señora Elodia Rangel de Serpa, de la aldea de Misintá, en una conversación en el año 1988: “A uno le enseñaban que la que le cortaba el ombligo, lo asestía y todo eso, era mamita y en todo tiempo uno le pedía la bendición. Era como otra mamá, uno tenía que respetala mucho y llevale alguna cosita cuando se podía. Le enseñaban a uno que tenía que arrodillase y pedile la bendición a la mamita onde quiera que la viera, porque le había cortao el ombligo a uno”.
Para seguir leyendo y viendo… Ehrenreinch, Barbara. “Brujas comadronas y enfermeras”, en Medicina popular. Santo Domingo-República Dominicana, División de Recursos Humanos en Salud/ Secretraría de Salud Pública y Asistencia Social, Serie Salud y Medicina Popular, 1981. Rojas, Belkis. Cuerpo y enfermedad en Mucuchíes. Trabajo especial de grado para optar al título de Magister Scientiae en Etnología, mención Etnohistoria, Universidad de Los Andes, Mérida-Venezuela, 2000. ———. “Comadronas o parteras y curanderas: guardianas de la salud y de la tradición en Mucuchíes”, en J. Clarac, B. Rojas y O. González Ñañez (comps.). El discurso de la salud y la enfermedad en la Venezuela de fin de siglo (enfoques de antropología). Mérida (Venezuela), CIET/Grial, Universidad de Los Andes, 2000. Matecki, Rosana. Las comadronas en Mucuchíes. Producciones Kiskakuna, Conac y Villa del Cine. Documental. 25 minutos. 2006.
así somos
Por otra parte, rituales que tienen que ver no solo con la salud física y psíquica de la mujer sino también con el desarrollo y mantenimiento del sentido de pertenencia e identidad con la familia y la comunidad, como el entierro de la placenta y el “cierre” de ciertos orificios corporales del recién nacido (el ombligo y la fontanela), solo pueden ser llevados a cabo con eficiencia por las comadronas; pues son ellas las “dueñas de las oraciones” que deben hacerse en estos momentos. Rituales como el “aliño” con plantas aromáticas clasificadas como calientes, el entierro y posterior quema de la placenta en un lugar de la casa preservado de la humedad y el posterior consumo simbólico de la misma, aseguran la salud (equilibrio del estado corporal calorfrío ideal) de la madre y del niño o niña, evita peligros de brujería y actitudes futuras de desarraigo y desamor en su hijo o hija y propicia la abundancia de leche para amamantar al recién nacido, así como su fertilidad para seguir teniendo hijos vivos y sanos.
Recuperar el ámbito de lo humano En las sociedades actuales urbanas, la medicalización progresiva y cada vez más acentuada de la vida reproductiva femenina ha implicado para las mujeres una desposesión del control de sus cuerpos, de sus experiencias de embarazo y parto, las cuales han dejado de ser un proceso natural para convertirse en un asunto de la mercantilización y tecnocratización de la medicina; desposesión y devaluación de las prácticas y saberes terapéuticos femeninos que han sido subordinados al conocimiento biomédico y masculino que los ha convertido en no-saberes. En ese sentido, el rol terapéutico de las comadronas, profesionalizadas o no, ha permanecido resistente en el tiempo y claramente está relacionado con necesidades sociales y culturales a las que ellas dan respuesta. Es oportuno e inteligente superar el paradigma tecnocrático de salud dominante y refuncionalizarlo en aras de un sistema más humano que le devuelva el dominio y el poder de decisión sobre sus cuerpos a las mujeres y valide y se conjunte con los saberes de los otros y las otras. as
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Las comadronas se ocupan de la salud integral de las familias. Mucuchíes, estado Mérida, 2011. Fotografía: Amilciar Gualdrón
los doctores no conocen”, como el mal de ojo, la caída o movida de la paletilla, el cuajo caído, que comúnmente afectan a los niños. O el mal de madre que afecta a las mujeres.
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Una práctica integral de la salud
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Breviario de la imagen y símbolo de
María Lionza Dais y
J .
B ar re t o,
R .
Antropóloga, Universidad Central de Venezuela (UCV )
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María Lionza simboliza la naturaleza, la tierra y el agua. Lo animal, lo humano, lo virgen y lo reproductivo. Condensa diversas facetas de lo femenino y de la identidad nacional. Expresa el pasado, el presente y el devenir de la nación venezolana
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Sierpe de las aguas La divinidad venezolana María Lionza concentra variados sentidos de feminidad gracias a sus originales y variables transformaciones. En su imagen primigenia es un espíritu o fuerza cósmica, telúrica, símbolo de la fecundidad de la tierra y por analogía de la mujer madre.
Como deidad dadora de las lluvias, ríos, lagunas, serranías, montañas, es protectora de los animales salvajes, en especial los de caza (danto, venado, onza o jaguar), cuya representación asume al igual que la de la gran sierpe de las aguas: la anaconda. Simboliza la naturaleza virgen personificada en una joven desnuda de seductora belleza. Esta antigua simbolización de María Lionza la asemeja a algunas deidades femeninas de los pueblos indígenas ya extintos y a otros supervivientes. En el noroccidente de Venezuela, la región en la que se asienta su origen, existen abundantes piezas arqueológicas de los indígenas precolombinos
Deidad ecléctica La deidad María Lionza reúne además los atributos femeninos que hacen de ella un símbolo del amor, del erotismo, de la unión de los sexos en el sentido libre. Pues si bien el rasgo que más han destacado artistas, poetas e intelectuales, ha sido el de sus favores para atraer y “encantar” a los hombres, los testimonios escritos sobre el culto, desde hace medio siglo, exponen la confluencia y aceptación en este de la más amplia diversidad sexual.
De esta forma la Reina simboliza lo indígena o lo originario, por ende, lo nacional, y al mismo tiempo, lo extranjero, entendido en su sentido más amplio, como el mestizaje biológico y cultural que se inicia en la conquista, se transfigura en el tiempo y se prolonga hasta el presente actual. Como símbolo supremo de la identidad nacional, ella encarna las complejidades del devenir de nuestra reconfiguración social y cultural. Celebración del Baile de la Candela. Quibayo, montaña de Sorte, estado Yaracuy, 2012. Fotografía: Miguel García Moya
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Emblema del mestizaje biológico y cultural Pocos venezolanos conocen las raíces profundas de esta creencia ancestral. Pocos saben que entre los siglos XVII, XVIII y finales del XIX, en documentos y mapas antiguos de la región de los actuales estados Yaracuy y Portuguesa, los nombres María la Onza, Marilonza, Aldonza, María Alonso y María Lionza designan, alternativamente, diferentes elevaciones montañosas; y que la antigüedad de su nombre, evidentemente cristianizado, se remonta a cuatrocientos años. Estas variaciones históricas testimonian, a su vez, el doble origen transmitido por las leyendas míticas, en las que se muestra como a una mujer india o blanca (española o europea).
De esta forma la Reina simboliza lo indígena o lo originario, por ende, lo nacional, y al mismo tiempo, lo extranjero, entendido en su sentido más amplio, como el mestizaje biológico y cultural que se inicia en la conquista, se transfigura en el tiempo y se prolonga hasta el presente actual. Como símbolo supremo de la identidad nacional, ella encarna las complejidades del devenir de nuestra reconfiguración social y cultural. Complejidades profundas y de carácter muy diverso, que de manera más visible se expresan a través de los rituales de posesión por el creciente número de espíritus que conforman las cortes de su panteón. Entre las más antiguas se pueden identificar la corte de los caciques aborígenes de la conquista, la de los negros rebeldes de la colonia y la corte libertadora integrada por los héroes de la independencia. Estas son, en conjunto, exponentes de la resistencia, la rebelión y la emancipación frente a cualquier dominio extranjero. Resistencia que de igual manera mantiene esta creencia y culto nacional frente al ataque, la represión y la descalificación histórica de la Iglesia católica, y más recientemente evangélica, que la condenan como prácticas de brujería y hechicería.
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que permiten establecer esta filiación, tales como vasijas decoradas con los motivos de la culebra y el tigre, y estatuillas femeninas y masculinas cuyas formas evidencian su sentido sagrado. La mayoría de estas piezas fueron halladas en cuevas y al fondo de lagunas, donde la antigua tradición describe que vive María Lionza en un palacio. Igualmente, en diversos documentos de la colonia y los siglos siguientes hay suficientes testimonios sobre los rituales que los indígenas, los negros, los campesinos y hasta los potentados hacendados —“gente supersticiosa y adoradora de la naturaleza”— le rendían a una deidad femenina en cerros, cuevas y lagunas. Deidad que tiene el doble atributo o poder de proveer el bienestar y las desgracias, de proteger o castigar a los que respetan o lesionan la naturaleza y a sus congéneres, por lo que los creyentes solicitan su intervención y favor para hacer tanto el bien como el mal.
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Réplica de la estatua de María Lionza, estado Yaracuy, 2011. Fotografía: Iván Calzadilla
de l a imagen y símbolo de
María Lionza ¿Sabías qué?
Erguida sobre un danto a cuyas patas se deslizan serpientes, la
Fotografía: Miguel García Moya
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Breviario
Reina María Lionza
muestra la carga erótica de su exuberante cuerpo, sosteniendo en lo alto, desafiante, con
(la pelvis). María Lionza cabalga marcada por un destino: sumergirse en el devenir, en la transfiguración en el tiempo de la nación Venezuela.
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los brazos elevados, el hueso sacro
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En la estatua monumental que la muestra cabalgando desnuda, el escultor Alejandro Colina enalteció todos estos variados sentidos de la feminidad que ella como símbolo congrega: la naturaleza, la tierra, el agua, lo animal y lo humano, lo virgen y lo reproductivo, lo autóctono y lo nacional. Erguida sobre un danto a cuyas patas se deslizan serpientes, la Reina María Lionza muestra la carga erótica de su exuberante cuerpo, sosteniendo en lo alto, desafiante, con los brazos elevados, el hueso sacro (la pelvis). María Lionza cabalga marcada por un destino: sumergirse en el devenir, en la transfiguración en el tiempo de la nación Venezuela. as
María Lionza está representada popularmente como una diosa o reina. Es la figura central del llamado espiritismo marialioncero, culto híbrido en el que convergen ritos y creencias católicas, indígenas y africanas. También ha absorbido elementos de la religión yoruba, vudú, así como elementos místicos y teológicos de otras culturas. Dentro de las cortes espirituales de mayor jerarquía, María Lionza es el centro de la trilogía conformada por el Cacique Guaicaipuro –líder de los indios Caracas– y el Negro Felipe –soldado durante las guerras de independencia. Para seguir leyendo… Barreto R., Daisy J. María Lionza. Mito e historia. Trabajo de Ascenso. Escuela de Antropología, Universidad Central de Venezuela, 1987. ———. “El mito y culto de María Lionza: identidad y resistencia popular”, en Historias de identidades urbanas. Composición y recomposición de identidades en los territorios populares urbanos. Teresa Ontiveros y Emanuel Amodio (comps.). Caracas, Fondo Editorial Tropykos y Ediciones Faces-UCV, 1995. ———. María Lionza. Genealogía de un mito. Tesis doctoral. Faces-UCV, 1998. Ferrándiz, M. Francisco. Escenarios del cuerpo: espiritismo y sociedad en Venezuela. Bilbao, Universidad de Deusto, 2004.
Fotografía: Miguel García Moya
La mujer y los oficios
tendrán que ver con las especificidades de cada género humano y la viabilidad de sus respuestas productivas
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Según sean las necesidades, en cada tiempo histórico, espacio territorial y cultura dominante, así serán las respuestas productivas de unos y otras. En lo que se refiere a los trabajos de larga tradición (cuidado de la especie humana, agricultura, ganadería, pesca, caza, cerámica, artesanía utilitaria y no utilitaria, tejeduría, queseras, orfebrería, etc.), las respuestas
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socioproductivos N ora C as t añ e da 29 N º 1 5 • E ne r o - A b r i l 2 0 1 3
Economista / Militante del Movimiento Amplio de Mujeres
Francisca Serrano, locera, patrimonio cultural de la región. Manicuare, municipio Cruz María Salmerón Acosta, estado Sucre. Fotografía: Amilciar Gualdrón
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mujer y los oficios socioproductivos
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Señora Ligia, quesera de la comunidad. Mitivivó, municipio Rangel, estado Mérida, 2011. Fotografía: Amilciar Gualdrón
El trabajo de la mujer, ¿oficios? Queremos comenzar por expresar, aunque parezca poco ortodoxo, que la necesidad de desarrollar el tema “la mujer y los oficios socioproductivos” me condujo de inmediato a pensar el concepto de trabajo en el proceso de humanización de la sociedad y su posterior deshumanización. De manera que, en lo posible, lo tendré presente a fines del desarrollo de este artículo. En efecto, cuando se habla de la mujer en relación con el trabajo se tiende, por lo general, a pensar este último como un oficio, lo que no ocurre si el sujeto social es un hombre. En este caso resulta obvio que la acción social que realiza es trabajo transformador de la naturaleza; productor de valores de uso y de cambio, de larga tradición o no.
Secado natural de la lana de ovejo cruda, estado Mérida. Fotografía: Carmen Ángel
Así, el proceso productivo, diverso como es, ha encontrado a mujeres y hombres realizando procesos de trabajo, también diversos, en la construcción de la vida humana y en relación con el resto de los seres vivos. De manera que todos los seres vivos (la naturaleza) son transformados, y este proceso alcanza a las mujeres trabajadoras y a los trabajadores, en el espacio y en el tiempo. El trabajo de la mujer en el espacio y en el tiempo Según sean las necesidades, en cada tiempo histórico, espacio territorial y cultura dominante, así serán las respuestas productivas de unos y otras. En lo que se refiere a los trabajos de larga tradición (cuidado de la especie humana, agricultura, ganadería, pesca, caza, cerámica, artesanía utilitaria y no utilitaria, tejeduría, queseras, orfebrería, etc.), las respuestas tendrán que ver con las especificidades de cada género humano y la viabilidad de sus respuestas productivas. Como se sabe las mujeres somos las reproductoras directas de la especie humana, lo que condujo a que se nos considerara cuidadoras, por excelencia, de tal especie. Así un hecho biológico determinó la distribución social del trabajo, de manera que nuestro trabajo llegó a no ser considerado como tal, sino que se le denominó como oficios del hogar; siempre subvalorados en relación con el trabajo realizado por el hombre fuera del hogar como proveedor de la familia.
Como se sabe las mujeres somos las reproductoras directas de la especie humana, lo que condujo a que se nos considerara cuidadoras, por excelencia, de tal especie. Así un hecho biológico determinó la distribución social del trabajo, de manera que nuestro trabajo llegó a no ser considerado como tal, sino que se le denominó como oficios del hogar; siempre subvalorados en relación con el trabajo realizado por el hombre fuera del hogar como proveedor de la familia.
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Desigualdades, inequidades y exclusión Está claro para el movimiento amplio de mujeres en el mundo, que los hombres y mujeres somos diferentes, lo que no aceptamos es que sobre la diferencia se monten desigualdades, inequidades, subvaloración de nuestro trabajo y, más grave aún, la exclusión. Sobre este particular, en nuestra América hay avances importantes tanto en la comprensión teórica-conceptual del asunto, como en el desarrollo de estrategias, políticas, proyectos y programas que permitan una práctica transformadora positiva de la realidad imperante, en un tiempo que necesariamente debe ser lo más perentorio posible. Sin temor a equivocarnos podemos afirmar, a partir de una evaluación sumamente rigurosa, que el avance de las mujeres en América Latina y el Caribe es altamente significativo, lo que no implica que lo hayamos alcanzado todo. En efecto, la región y el país se destacan por haber alcanzado grandes logros de cara a la superación de lo aquí planteado como problemas. Venezuela, por ejemplo, cuenta con un movimiento de mujeres que desde los movimientos sociales realizan esfuerzos coordinados en la investigación, comprensión
de la realidad, incidencia en las políticas públicas y participación activa en la lucha permanente contra los flagelos comprendidos en este aparte del artículo. Así mismo, damos cuenta de los avances alcanzados en el país, sobre todo con el proceso bolivariano: los logros constitucionales (1999) y otros instrumentos legales posteriores; los cambios institucionales a favor de las mujeres y con visión de género en todos los poderes del Estado; la fuerte alianza de género con el presidente de la República, quien se ha asumido públicamente como militante socialista y feminista y por tanto constituye un aliado fundamental a la hora de continuar superando y manejando las contradicciones que aún persisten. as
Taller de tejido de Moriche, comunidad Jubasujuro, estado Delta Amacuro, 2006. Fotografía: Carmen Ángel
En tanto el cuidado de la especie humana permitía o requería de otras labores las mujeres hacemos presencia tempranamente en la agricultura, la artesanía, la tejeduría y la cerámica. Todos oficios que permiten utilizar el espacio en los tiempos de embarazo, lactancia materna, enfermedad de los niños y niñas y del resto de la familia. Paralelamente los hombres, proveedores, realizan trabajos que suponen un alejamiento temporal, a fin de cumplir con su función primordial, del espacio donde se desarrolla la familia, por ejemplo, se dedican a la caza y a la pesca. Si analizamos hoy día el modo de producción de nuestras comunidades originarias, históricamente, podremos entender cómo surge la actual división del trabajo y por ende podríamos intervenir respetuosa y de manera participativa en tales comunidades; con una visión étnica, de género y de clase.
3 Actividades productivas
Ganado caprino
Dulcería criolla
Queseras
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1 Actividades productivas
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Cerámica wayúu
Textiles wayúu
Piscicultura
Devoción San Benito Chimbánguele
2 Actividades productivas
Cultivos y recolección
Las mujeres participan como promeseras, bailando y preparando las comidas Tejidos de fibras vegetales (cola ‘e mula o bejuco)
Tejidos de fibras animales (lana de ovejo)
Dulcería tradicional
La mujer en Venezuela Para apreciar el alcance del rol de las mujeres en nuestro país, es necesario entenderlas como el verdadero centro de todas nuestras relaciones afectivas; es el vínculo fuerte y estable en nuestra sociedad. La familia matricentrada (relación mujer-madre y hombre-hijo) es el lugar permanente y privilegiado de la convivencia, es espacio humano de revelación de sentido, de la elaboración del pensamiento y las aspiraciones más profundas de nuestra realidad cultural. De igual manera, la mujer participa en la construcción, mantenimiento material y organización del hogar, ejerce el liderazgo en las comunidades, así como en los espacios productivos primarios; es decir, la mujer reproduce biológica y socialmente a la sociedad, transmite nuestros valores (incluso prejuicios), patrones de comportamiento, los idiomas y el conocimiento. Fuentes: Documentación: Ernesto Yevara.
Papa
Maíz
Leguminosas
1 ZULIA La mujer es agente activo en todos los ámbitos de la educación, transmite valores sociales y conocimientos de larga tradición, al tiempo que se desempeña como docente en los diferentes ámbitos de la formación académica. En el mundo urbano trabaja en la industria petrolera. Como indígena, mantiene el equilibrio espiritual-material de su familia y comunidad; es tejedora, ceramista, sabia y dirige la política. 2 LOS ANDES La mujer extiende su espacio de acción a los campos de cultivo, los valles y las cuencas, trabaja en la producción de
5 Actividades productivas
4 Actividades productivas
Administración pública
Servicios y comercio
Pesca artesanal
Industrias
Plátano
Frijoles
Hortalizas
Industria petrolera
Comercialización del pescado
Cestería y tejido de hamacas
Cultivos
Cacao
Festividades Devoción a la sagrada Cruz de Mayo, Virgen del Valle y santos patronos de cada ranchería o comunidad Parteras y sanadoras con medicina tradicional Cantadoras de calipso, aguinaldos, galerones, punto de velorio, gaita oriental
Festividades
Devoción a San Juan Bautista, Cruz de Mayo y al Corpus Christi
6 Actividades productivas
Quesos de búfala y vaca
Talabartería
Ganadería y siembra
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El parrandón llanero
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Las mujeres organizan la preparación de las comidas, y participan bailando y cantando
Actividades productivas
7 Cultivos
Yuca
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Plátano
Maíz
Liderazgo comunitario en capitanías indígenas, consejos comunales, consejos de ancianas/os
papa, maíz, legumbres, flores, en la recolección de plantas medicinales y colorantes. Es promesera y organizadora de rituales y festejos como novenas, procesiones, rosarios cantados, paraduras de Niño Jesús, siembra de agua y baila para San Benito y Santa Lucía. 3 CENTRO-OCCIDENTAL El trabajo femenino está presente en la industria del ganado caprino, en la fabricación de dulces y quesos; las mujeres además ejercen los oficios de artesanas textileras y loceras. En el mundo ceremonial y festivo, la mujer es fundamental en la organización de cofradías, los rituales a María Lionza y el ritual de las Turas (la
Trabajo agrícola
Producción de casabe, mañoco, naiboa y panela
reina de las Turas), asociado a la produc- ca, procesamiento de sardina, pepitonas, camarones y caracoles, así como en la coción del maíz. mercialización del pescado. También tie4 CENTRO-NORTE-COSTA ne su espacio en la industria petrolera, La mujer asume tareas en todos los espa- en la producción de cacao y fabricación cios laborales, en las industrias tradiciona- artesanal de cestas y hamacas. En lo cereles como la cacaotera y la pesquera, en monial, la mujer es quien organiza los velas industrias procesadoras de alimentos lorios a la Sagrada Cruz de Mayo. La trans(carnes, vegetales y harinas), producto- misión de la lengua Patuá, los saberes de ras de papel, materiales de construcción, la medicina tradicional y la atención del etc. En la comunidad, el liderazgo femeni- parto también son labores femeninas. no organiza las mesas técnicas de agua, los consejos comunales, movimientos so- 6 LOS LLANOS ciales y acompaña las cofradías religiosas. La mujer administra y organiza el hogar y las fincas, compartiendo las responsabili5 ORIENTE dades de crianza de hijas e hijos con la El rol de la mujer es importante en la pes- faena de producción de arroz, carne, que-
sos, cachama y plátano. También son artesanas del cuero, fabricando campechanas, alpargatas y bolsos. La mujer es también sujeto inspirador de la poesía y el canto llanero. 7 GUAYANA El trabajo agrícola para obtener yuca, maíz y plátano es compartido con la mujer, así como la recolección de frutas/os estacionales, como el seje, la manaca o el copoazú. La producción de casabe, mañoco y naiboa es femenina. De igual manera, es importante el papel de la mujer en los movimientos sindicales y el liderazgo comunitario, así como en la producción y organización del Carnaval de El Callao
Infografía: Mauricio Vivas
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Problema social, cultural, de salud pública
Embarazo
adolescente:
¿problema de quién?
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En esta sociedad una mujer no es mujer sino es madre. Y ser madre constituye la razón central de su vida.
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En muchísimos casos una mujer solo comienza a ser valorada cuando empieza su carrera materna, aunque esta valoración signifique un continuo juicio sobre “ser buena o mala madre” Gioconda Mo t a Gu t iér rez Educadora, comunicadora popular / Colec tivo La Araña Feminista
Estudiantes de bachillerato. Villa de Cura, estado Aragua, 2011. Fotografía: Filippo Bilotti
Mandato materno y embarazo adolescente En cuanto al primer mandato, en esta sociedad, una mujer no es mujer sino es madre. Y ser madre constituye la razón central de su vida. En muchísimos casos una mujer solo comienza a ser valorada cuando empieza su carrera materna, aunque esta valoración signifique un continuo juicio sobre “ser buena o mala madre”. Lo cierto es que desde muy pequeñas estamos viendo a nuestro alrededor “el sagrado mandato materno”: en los juguetes que nos regalan, en la mayoría de todas las conversaciones familiares, comunitarias, escolares, etc. No en balde existen expresiones coloquiales como “lo entenderás cuando seas madre”, “solo una madre sabe…”, “quien no ha sido madre no comprende…”. El embarazo adolescente es el que ocurre en una mujer entre los 10 y 19 años. Regularmente no ha sido deseado ni planificado. Y si bien es cierto que Madre e hija. Caracas, 2009. Fotografía: Filippo Bilotti
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en esta problemática hay un problema de conocimiento, acceso y uso de métodos anticonceptivos, también lo es que un conjunto de mandatos culturales también afectan de manera muy sustantiva y poco se les presta atención. El mandato materno, los mandatos machistas que se resisten al uso de métodos anticonceptivos, entre otros. Y aunque se llegue al embarazo adolescente de forma no deseada o planificada, una vez que se está en esa situación, luego de los regaños y chaparrones, se erige el mandato materno y existe un nexo casi fantástico con la nueva y futura condición de “madre”. Ya pasó, hay que aceptarlo. Y allí empieza la carrera materna. La mayoría de las culpas recaen sobre las chicas: “te acostaste antes de tiempo”, “no te cuidaste”, “y los valores que te di, tanto que te lo dije…”, etc., pesando sobre ellas toda la carga valorativa de la responsabilidad y en muy buena medida evadiendo la responsabilidad de los chicos. Incluso, la reacción cultural más común de padres y madres de los varones es “esa barriga no es tuya…”. Vivimos una sociedad que mantiene constantemente un “doble mensaje” hacia la sexualidad. Como el sexo “vende”, por un lado, existe una gran hipersexualización de todo lo que nos rodea, casi desde que naces todo lo que te rodea te dice “ten sexo, ten sexo…”, pero cuando esto ocurre y se generan sus consecuencias, toda la sociedad te sataniza, mucho más aún si eres adolescente. En muy buena medida las y los adolescentes que se inician temprano y sin protección alguna responden a este continuo mandato cultural-mercantil.
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esde pequeñas, dos de los mandatos culturales más contundentes hacia las mujeres y que se constituyen luego en valoraciones muy profundas a lo largo de toda la vida —en ellas y en todo el contexto que les rodea— son ser madres y ser bellas. El segundo mandato se expresa a través de sutiles y no tan sutiles expresiones simbólicas, propias del mercado capitalista, que conllevan a la generación de falsas necesidades y que a su vez suponen destinos estéticos infinitos e inalcanzables que inciden directamente en la obsesiva búsqueda de la belleza “hegemónica” y se traducen en la práctica concreta en una vida llena de consumos múltiples, sistemáticos y eventuales para alcanzar dicho anhelo de belleza. Esto abarca desde la ropa, el maquillaje, los diversos productos cosméticos, la peluquería y sus múltiples servicios hasta gimnasios, dietas, etc. Toda una vida siendo “esclavas” del mandato. Hasta llegar a lo más extremo —lamentablemente hoy muy común y con consecuencias conocidas—: intervenciones quirúrgicas del cuerpo de la mujer. Con frecuencia se afirma: ¿cómo es que llega una mujer a esas cosas si saben que les hace mal? Pero nadie se plantea cómo es que desde que nace la mujer el mandato de “ser bellas a toda costa” es enfático e incesante a lo largo de toda la vida y en absolutamente todo lo que la rodea. Es fácil pensar en las nefastas consecuencias que esto genera.
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adolescente:
¿p ro b l e m a
d e q u i é n?
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Embar a zo
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Caracas, julio 2012. Fotografía: Flor Perozo
Otro elemento que es importante nombrar es el abuso sexual, pues también sucede que un alto porcentaje de embarazos adolescentes tiene su origen en casos de violaciones. Una madre adolescente corre riesgos de salud física durante el embarazo y durante el parto. Pero también está expuesta a importantes riesgos de desarrollo en su proyecto de vida integral que, muchas veces, está ausente y “pareciera” que la exigencia materna intentara sustituirlo. Una madre adolescente regularmente no culmina sus estudios, tiene trabajos precarios, con frecuencia es víctima de múltiples formas de violencia, entre muchos otros aspectos que afectan su realización personal y su realización en un contexto social. Políticas públicas Políticas integrales deberían combinar estrategias de prevención y estrategias de atención directa a la problemática. Entre las estrategias de prevención es muy importante abordar aspectos que impacten en
lo cultural. En la valoración de la mujer como mujer y todas sus potencialidades de desarrollo y no solo en la valoración de la mujer como madre. Asimismo, una discusión abierta y menos pacata sobre la sexualidad, su goce y también su protección. Una discusión que implica posicionamiento masivo de estos temas y transversalización en la educación (en todos los niveles), en la comunicación, y muchas otras políticas públicas. Venezuela es uno de los países de la región con índices más altos de embarazos adolescentes, de hecho ocupa el primer lugar en Suramérica, sin embargo, no pareciera ser un tema que esté priorizado entre las políticas públicas con una acción coherente, sistémica y mancomunada. Es tiempo ya de que el gobierno revolucionario preste atención estructural a esta problemática que incide directamente en nuestro desarrollo integral como país. Porque la limitación de desarrollo de cualquier mujer adolescente, así como de sus hijos(as) que nacen en condiciones adversas, es también limitante del desarrollo de la patria. as
La belleza
J e ssie
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Psicóloga y socióloga / Profesora de la Universidad Central de Venezuela (UCV )
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Para el capitalismo los cuerpos de las mujeres se convierten en un objeto incesante de consumo. Ser bella es un síntoma social del cual pareciese que ninguna mujer puede desprenderse. ¿A qué se debe esta necesidad imperante de ser bella? ¿Qué costo trae para las mujeres esta aspiración?
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femenina como síntoma
Centro Comercial San Ignacio. Caracas, 2011. Fotografía: Brahma TORRES
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belle z a femenina como síntoma
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Sabana Grande, Caracas, 2010. Fotografía: Edgar Martínez
La belleza como síntoma hegemónico El peso que le otorga actualmente nuestra cultura a la “belleza” femenina es producto de la imposición hegemónica de ideal de belleza que emerge desde el siglo XX, caracterizado por un estereotipo de feminidad que se difunde masivamente para su consumo encarnado en un cuerpo de mujer reducido a un objeto-mercancía. A pesar de que cada cultura y cada época ha tenido una definición propia de lo que es la belleza y la propia diversidad es lo que la ha nutrido, existe una representación de la belleza hegemónica que se ha impuesto y ha pretendido inclusive mermar su diversidad a través de la homogenización e imposición de un estereotipo predefinido. La universalización de este ideal y su naturalización hace que este modelo de belleza o “mito de la belleza” se erija como el referente único desde el cual se compare cualquier forma de expresión de la belleza femenina.
La naturalización de la idea de belleza asociada exclusivamente a la mujer es síntoma de las relaciones asimétricas de poder entre los sexos en una cultura patriarcal. Dichos como “el hombre es como el oso mientras más feo más hermoso” y “para ser bella hay que ver estrellas” develan el lugar que las mujeres ocupan en este posicionamiento simbólico. Las mujeres son objetos de la mirada masculina de la cultura y esta mirada afecta su propia autopercepción. Las crecientes industrias de las cirugías cosméticas y estéticas, que atentan contra la salud física y psicológica de las mujeres, se sostienen gracias a la esclavitud que genera el consumo ilimitado de este ideal de belleza. Las mujeres aspiran alcanzar este ideal y los hombres anhelan tener mujeres que lo representen.
Esta falsa pero imperante necesidad de parecerse al ideal de mujer que vende el sistema del capital, al costo que sea, incluyendo el riesgo de muerte, trae serias consecuencias en la salud de la mujer, no solo física sino psicológica, tales como la anorexia, la bulimia, el desarraigo o la falta de identidad, la esclavitud cosmética, todas producto de la inconformidad con sus propios cuerpos.
El consumo del cuerpo femenino Solas frente al espejo la mayoría de las mujeres reflejan su insatisfacción con sus cuerpos y con la imagen que de este tienen, producto del bombardeo mediático contra las mujeres: contra su edad, su peso, su talla, pero sobre todo contra la posibilidad del ejercicio de su libertad. La miso-
DATO CURIOSO • En 2012, aproximadamente 256.000 venezolanos se sometieron a una cirugía plástica, prácticamente el doble de intervenciones que hubo en 2011: 130.595 cirugías. • Se estima que 40.000 venezolanas recurren anualmente al bisturí para aumentar el tamaño de su busto. • 33.000 pares de prótesis PIP fueron usadas por venezolanas en los últimos veinte años. • En 2012 se estima que un número indeterminado de personas se practicó tratamientos no quirúrgicos para reducir el peso, talla o para disimular la edad. Datos que colocan a Venezuela entre las veinte naciones con más intervenciones estéticas. • Venezuela, según los récords y los cánones impuestos por la organización Miss Venezuela, es el país de las mujeres más bellas. Sin embargo, las ganadoras de altura superior a 1,80 centímetros, de medidas 90-60-90 y facciones simétricas no representan el tipo promedio de la morfogenia de la venezolana, que es de facciones bellas pero de mediana estatura.
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ginia estética refleja la necesidad del sistema capitalista patriarcal de ejercer un dominio masivo sobre las mujeres desde sus cuerpos y la función social de los mismos. En talleres realizados con grupos de mujeres encontramos que la mayoría señalaban malestar, disconformidad y tensión en aquellas zonas de su cuerpo asociadas al hecho de ser mujeres; esto es el abdomen, el vientre, las caderas y los senos. Cuando se compara con las publicidades sexistas de las revistas, donde el 99 por ciento está basado en el modelo o estereotipo hegemónico de la mujer, no es casual constatar tal malestar. Ahí donde se pide un cuerpo delgado, las mujeres tienen curvas; ahí donde se pide un cabello alisado las mujeres tienen rizos; ahí donde se piden unos senos de plásticos las mujeres tienen senos caídos producto del ejercicio de la maternidad. Estos efectos psicológicos producto de la somatización del mito de la belleza expresado por las obsesiones físicas, el terror a envejecer y el miedo a perder el control, se sostienen desde la subjetividad de las mujeres y las convierten en esclavas de un consumo para tratar de alcanzar un ideal de belleza que se les impone En el caso de las mujeres latinas, que se alejan mucho en su apariencia física de este ideal de mujer, el consumo de los artículos, instrumentos y juguetes para alcanzar este ideal se incrementa masiva y considerablemente. Podríamos decir que a mayores diferencias entre el cuerpo real de las mujeres y el cuerpo objeto ideal que vende la industria publicitaria, mayor será el nivel de consumo y la esclavitud estética. as
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Caracas, 2012. Fotografía: Susana Arwas
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El ideal tóxico A pesar de los cambios en los ámbitos político e ideológico que se han sucedido, en nuestro país, desde los noventa, la industria que gira en torno a la mercantilización del cuerpo y la imagen de la mujer no solo ha permanecido intacta sino que ha proliferado de manera indiscriminada. Esto suele hacerse notorio de manera paradójica cuando los costos en los cuerpos de las mujeres cobran sus propias vidas. Ejemplos de esto son las recientes denuncias a médicos por el uso y abuso de biopolímeros para implantes mamarios, así como mujeres que mueren en operaciones negligentes tratando de cambiar, a través de cirugías estéticas, alguna parte de su cuerpo que les incomoda. Sin embargo, las mujeres protestan por insumos de calidad para sus implantes más que en contra de la estructura misma de esclavitud y dominación que les exige dejar de ser ellas para ser aceptadas social y culturalmente. Esto ilustra el lugar que ocupa la mujer en el intercambio de bienes simbólicos y cómo ellas se perciben a sí mismas desde la mirada cultural de la dominación masculina. Esto es, como objetos deseables y no como sujetas deseantes. Se cosifica su propia autopercepción. Esta falsa pero imperante necesidad de parecerse al ideal de mujer que vende el sistema del capital, al costo que sea, incluyendo el riesgo de muerte, trae serias consecuencias en la salud de la mujer, no solo física sino psicológica, tales como la anorexia, la bulimia, el desarraigo o la falta de identidad, la esclavitud cosmética, todas producto de la inconformidad con sus propios cuerpos.
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De la
cultura patriarcal a una cultura
liberadora Mucho se ha debatido sobre el patriarcado, sobre todo durante el siglo XX por las socialistas y el movimiento feminista de los años sesenta, en la búsqueda de los orígenes de la situación de opresión y dominación de las mujeres y la lucha por su liberación L ídice
Navas
Antropóloga
Desde esa perspectiva, la mujer debía estar limitada a ser reproductora de la especie humana y ocuparse de los quehaceres del hogar. A la idea de lo femenino, por otra parte, se vinculan los sentimientos: el amor, la sensibilidad, la sensiblería, la felicidad, el dolor, el llanto; la novela rosa, así como la debilidad y la fragilidad. Según ese patrón cultural la mujer debía ser sumisa, obediente al hombre.
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¿Sabías qué?
En 2007 se promulgó la Ley Orgánica sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, la cual comprende un logro significativo de diversas organizaciones y movimientos de mujeres venezolanas en materia de protección y seguridad relacionada a la violencia de género. La presente ley establece 19 tipos de violencia contra la mujer reflejados en el Capítulo III, Definición y Formas de Violencia Contra las Mujeres, Artículo 15: violencia psicológica, acoso u hostigamiento, amenaza, violencia física, violencia doméstica, violencia sexual, acceso carnal violento, prostitución forzada, esclavitud sexual, acoso sexual, violencia laboral, violencia patrimonial y económica, violencia obstétrica, esterilización forzada, violencia mediática, violencia institucional, violencia simbólica, tráfico de mujeres, niñas y adolescentes y trata de mujeres, niñas y adolescentes.
... la mujer debía estar limitada a ser reproductora de la especie humana y ocuparse de los quehaceres del hogar.
A la idea de lo femenino, por otra parte, se vinculan los sentimientos: el amor, la sensibilidad, la sensiblería, la felicidad, el dolor, el llanto; la novela rosa, así como la debilidad y la fragilidad. Según ese patrón cultural
la mujer debía ser sumisa, obediente al hombre.
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Los roles heredados “Cambia, todo cambia… cambia, todo cambia…” Pero hay una cultura que por ser milenaria se resiste a cambiar. Venimos al mundo físicamente diferentes, con sexos distintos: una parte de los seres humanos nacen mujeres, otros seres humanos nacen con sexo masculino. Sobre esa diferencia física se define intensamente el papel que se nos asigna en la sociedad a hombres y mujeres con base en patrones socioculturales que nos imponen una manera de pensar, de comportarnos y una determinada manera de sentir desde el momento mismo de venir al mundo. De allí los colores con que nos visten al nacer: el rosado para la niña; generalmente el azul para los hombres. Comienza luego el aprendizaje, según esos patrones culturales, acerca de cómo ser, actuar, pensar y sentir como hombres, y las mujeres aprenden a ser, actuar, pensar y sentir como tales. Así se nos enseña a desempeñar un rol en correspondencia con lo que dicta la cultura patriarcal desde hace miles de años, la cual posteriormente le da fundamento a la opresión capitalista. El término patriarcal o patriarcado significa gobierno de los padres; ha sido utilizado para designar un tipo de organización social o sistema en el que la autoridad la ejerce el varón jefe de familia, dueño de un patrimonio del que formaban parte los hijos, la esposa, los esclavos y los bienes. Mucho se ha debatido sobre el patriarcado, sobre todo durante el siglo XX por las socialistas y el movimiento feminista de los años sesenta, en la búsqueda de los orígenes de la situación de opresión y dominación de las mujeres y la lucha por su liberación. Algunas investigaciones encuentran sociedades patriarcales en Mesopotamia, entre 6.000 y 3.000 a.C., en las cuales el hombre ejercía la autoridad absoluta sobre los hijos, sobre la esposa y sus otras mujeres. En todo caso, en la medida en que las sociedades avanzaron hacia el sistema capitalista, esa concepción del gobierno de los padres, ese poder del pater (padre), le fue transferido al Estado. Así, al hombre se le forma para ejercer el poder, para ser el sostén económico del hogar y, en este sentido, se le asocia con el valor “racional”, es el que tiene el derecho a estudiar.
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De
l a c u lt u r a p at r i a r c a l a u n a c u lt u r a l i b e r a d o r a
Así encontramos refranes y dichos populares, aparentemente inocentes, que funcionan como reproductores de la dominación patriarcal: “el hombre pa’ la calle y las mujeres pa’ la cocina”. Expresiones sostenidas o prácticas alimentadas por las propias mujeres, de manera consciente o no,
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que continúan multiplicando los valores dominadores
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Redes de la dominación Esta cultura patriarcal se asienta en los estados modernos mediante un complejo sistema expresado en leyes, estructuras, lenguaje, usos y costumbres, y es reforzada a través de todos los instrumentos reproductores, tal es el caso de la religión, los medios de comunicación masivos y la educación. Así encontramos refranes y dichos populares, aparentemente inocentes, que funcionan como reproductores de la dominación patriarcal: “el hombre pa’ la calle y las mujeres pa’ la cocina”. Expresiones sostenidas o prácticas alimentadas por las propias mujeres, de manera consciente o no, que continúan multiplicando los valores dominadores, incluso desde los medios de comunicación masiva que como sabemos cuentan con un contundente impacto en la formación de los pueblos. A estos factores que refuerzan los patrones dominantes en nuestra conciencia profunda e histórica se suman nuevos mecanismos de dominación tales como las imágenes de la mujer como objeto comercial o la realidad de la mujer como fuerza de trabajo en condiciones de explotación, sin pasar por alto otras formas de violencia contra la mujer: física, sexual o de otra índole, la discriminación laboral por embarazo o por otras razones. Es larga la lista de las diversas expresiones de la cultura patriarcal. as
Hacia la conquista de la equidad
Como decimos al comienzo de este artículo: “Cambia, todo cambia… cambia, todo cambia…”. Efectivamente. Todo ha venido cambiando. En primer lugar, la resistencia de la mujer en el mundo contra ese orden de opresión patriarcal, sobre todo desde el siglo XX, ha sido permanente, aunque haya sido invisibilizada a pesar de la heroicidad que alcanzó esa lucha en algunos momentos (recordemos las 140 jóvenes mujeres que murieron en el incendio de la fábrica de camisas Triangle Shirtwaist, en Estados Unidos, en marzo de 1911). Esta perseverancia por la conquista de sus derechos de las mujeres organizadas en el mundo y en Venezuela ha demostrado hasta la saciedad que son un sexo fuerte, con enormes capacidades y potencialidades políticas y económicas antes menoscabadas. Esas capacidades están quedando demostradas en las victorias que han ido alcanzando frente a la cultura patriarcal aún dominante, desde la nueva Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en el plano legislativo, en el plano político y en un cada vez más poderoso nivel de organización que avanza con propuestas hacia el socialismo feminista.
La mujer: sinónimo de paz
pero víctima de violencia
J ud i t h Lóp ez Gue vara
Economista / Vicepresidenta del Instituto Nacional de la Mujer (Inamujer) / Defensora de los Derechos Humanos
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paradójicamente la mujer como ser humano ha sido oprimida durante siglos y excluida de la historia
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El capitalismo implantó un doble juego que enaltece a la mujer al tiempo que la aprisiona y esclaviza. La paz como principio al que se aspira tiene como imagen a la mujer, pero
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Niña indígena del pueblo Añú que posa delante del mural del casique Nigale. Isla Zapara, estado Zulia, 2009. Fotografía: Miguel García Moya
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muj e r : si nón i mo d e pa z pe ro v íc t i m a d e v iol e nci a
La paz incluye la liberación Al considerar el tema de la importancia de la paz en el mundo, debemos primero definir el significado de la palabra paz, la cual comprende un estado de tranquilidad, equilibrio y quietud o, mejor dicho, de ausencia de guerra o violencia. Partiendo de esta reflexión podríamos inferir que para alcanzar un estado de tranquilidad y quietud debe existir en el planeta un sistema que ofrezca equilibrio y armonía en la sociedad; es decir, un Estado hacedor de paz que se refleje en el individuo, en la familia y en la sociedad; que garantice las relaciones entre las comunidades de individuos; con capacidad de defenderla y acrecentarla: hablamos de un Estado socialista para la igualdad y la equidad. Es necesario un Estado que comprenda las desigualdades sociales que han surgido desde la sociedad patriarcal, donde las relaciones de poder que se establecen son dominadas por los hombres y causan la opresión de la mujer. Desde esta visión el símbolo que tradicionalmente ha representado la paz ha sido la imagen de una mujer con niños y niñas en sus brazos o en su regazo significando la fertilidad de la paz; por medio de mujeres portando la cornucopia (cuerno de la abundancia) como símbolo de la riqueza que la paz permite desarrollar a la tierra y a los pueblos. Concepto abstracto Si bien es cierto que la paz viene representada con el símbolo de la mujer, no es menos cierto que esa representación debe ir acompañada de la liberación de la propia mujer, oprimida durante muchos siglos de la historia, una historia contada y construida por los hombres. Aún cuando la historia y la sociedad han condenado, discriminado, aislado y excluido a las mujeres, todavía hoy la paz como abstracción y contemplación ha sido considerada mujer, ha tomado su cuerpo y muchos de
Madre e hijas. Manicuare, municipio Cruz María Salmerón Acosta, estado Sucre. 2012. Fotografía: Amilciar Gualdrón
los símbolos relacionados con ella. La paz es considerada como un principio o un bien natural, siempre latente, del que se parte y al que se aspira llegar. Para asegurar la paz se debe desmontar el sistema capitalista y opresor que nos divide en clases sociales, representadas por los propietarios de los medios de producción y los dominados que nos vemos obligados a vender nuestra fuerza de trabajo para subsistir; un sistema donde la mujer es considerada solo como reproductora biológica y es explotada tanto en el trabajo como en el hogar, este es el circuito capitalista y de allí la violencia de género. Simplemente la mujer se convierte en mercancía, en un producto comercial, este esquema se refuerza en los medios de comunicación que establecen estereotipos de belleza que la mujer debe adoptar y copiar para ser aceptada en la sociedad, los cuales la llevan a desmejoras en su estado de salud como la anorexia o la bulimia, por ejemplo, y a someterse a procedimientos quirúrgicos para lograr la “belleza ideal capitalista y occidental”.
En Venezuela, la violencia machista es un problema grave a pesar de los esfuerzos que se hacen a través de las leyes y las estructuras del Estado que existen para combatirla, pues la raíz de la violencia hacia las mujeres está en el sistema patriarcal, que consiste en convertir la trivial diferencia física entre mujeres y hombres en desigualdad económica, social y cultural, mediante la afirmación de que los hombres son más valiosos que las mujeres.
Para seguir leyendo… Engels, Federico. Origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, disponible en www.espartaco.cjb.net Ministerio del Poder Popular para la Mujer y la Igualdad de Género/Instituto Nacional de la Mujer (Inamujer). Mujeres en revolución. Caracas, 2012. Martínez López, Cándida. Las mujeres y la paz en la historia. Aportaciones desde el Mundo Antiguo. Instituto de la Paz y los Conflictos/Universidad de Granada, 1998. Montero García, María Luisa y Mariano Nieto Navarro. El patriarcado: una estructura invisible, disponible en www.stopmachismo.net/marmar2.pdf (julio, 2002).
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Nuestro país es uno de los pocos en el mundo que cuenta con una Constitución transversalizada con la perspectiva de género, que visibiliza a las mujeres y está escrita en un lenguaje no sexista. La revolución, teniendo como punta de lanza al Inamujer, ente ejecutor de las políticas públicas adscrito al Ministerio del Poder Popular para la Mujer y la Igualdad de Género, creó la infraestructura institucional para la defensa de los derechos de la mujer. Así nacieron la Defensoría Nacional de los Derechos de la Mujer, las líneas telefónicas 0800-MUJERES y *112 Movilnet para denunciar en completa privacidad la violencia de género y el Banco de Desarrollo de la Mujer. Así mismo, impulsó la creación de 18 institutos estadales, 142 institutos municipales, 18 casas de la mujer y 17 oficinas de Atención para las Mujeres, el primer Instituto Municipal de Atención a la Mujer Indígena en el Alto Orinoco, estado Amazonas, la Casa de la Mujer Indígena en Kumarakapai de San Francisco de Yuruani en la Gran Sabana y la Oficina de Atención a la Mujer del Inamujer en Santa Elena de Uairén. Para combatir la violencia de género en la zona fronteriza viene ejecutando el Memorando de Intención firmado entre Brasil y Venezuela. Con la promulgación de la Ley Orgánica Sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, impulsada por el Inamujer conjuntamente con los frentes de mujeres organizadas, fueron creadas 64 fiscalías y 46 tribunales especiales con competencia en materia de violencia de género y las defensorías delegadas que brindan no solo asesoría y orientación legal, sino que acompañan y representan a las mujeres cuando el caso lo amerite. Las luchas por la liberación de las mujeres desde la paz no es contra los hombres, sino al lado de ellos, para lograr una sociedad justa, donde no exista la explotación de los seres humanos y humanas, donde podamos vivir en igualdad de condiciones y derechos.
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Emprendimientos en revolución
El capitalismo se retroalimenta del patriarcado creando un sistema de opresión cultural que invisibiliza a la mujer y divide a la sociedad para la guerra. Por eso es importante la implementación de estrategias de prevención de la violencia de género para la paz, con el objetivo de desmontar los patrones socioculturales impuestos desde el capitalismo en una sociedad que no le da valor al ser humano, al cual lo divide en lo sexual y lo social. En Venezuela, la violencia machista es un problema grave a pesar de los esfuerzos que se hacen a través de las leyes y las estructuras del Estado que existen para combatirla, pues la raíz de la violencia hacia las mujeres está en el sistema patriarcal, que consiste en convertir la trivial diferencia física entre mujeres y hombres en desigualdad económica, social y cultural, mediante la afirmación de que los hombres son más valiosos que las mujeres. Las mujeres hemos luchado por nuestros derechos desde la época precolombina y hoy continuamos en esa búsqueda por una sociedad igualitaria y paritaria, hemos alcanzado muchos logros, pero aún faltan muchos caminos por recorrer, hemos abierto muchos espacios de participación gracias al apoyo irrestricto que hemos recibido del gobierno revolucionario, bolivariano y socialista que lidera el comandante Hugo Chávez Frías. as
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Afirmación de lo femenino Federico Engels, en su obra Origen de la familia, la propiedad privada y el Estado, señaló que las mujeres eran las poseedoras de la reproducción de la vida, alimentaban a las tribus por medio de los conucos familiares, mientras los hombres se encargaban de la caza y de la pesca, que no todo el tiempo eran productivas; cuando llegaban con las manos vacías siempre en casa había frijoles y verduras para comer. Cuando se dieron cuenta del poder que tenía la mujer le arrebataron sus derechos y la degradaron hasta convertirla en servidora del hombre.
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División del trabajo:
¿discriminación
o de
sexual
género?
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Como consecuencia de la división sexual del trabajo
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que identifica a los hombres con la producción y
a las mujeres con la reproducción, estas son percibidas como fuerza de trabajo secundaria, con efecto discriminatorio en su inserción laboral D or is
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Docente-investigadora del Centro de E studios en Salud de los Trabajadores, Universidad de Carabobo
Sargento Liebano. Caracas, 2011. Fotografía: MIGUELANGEL MACHADO
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División sexual del trabajo La división sexual del trabajo consiste en la asignación de tareas y responsabilidades específicas en la organización social del trabajo de acuerdo con el sexo de las personas, alude a atributos naturales y culturales, donde el sexo masculino se ha identificado con fuerza física, seguridad, autoridad; y el sexo femenino con docilidad, delicadeza, protección, fertilidad. Debido a la identificación del género femenino con la reproducción biológica y las tareas domésticas, el trabajo productivo de la mujer ha sido considerado complementario al del hombre y subvalorado. Las mujeres son percibidas, erróneamente, como fuerza de trabajo secundaria, lo que tiene un efecto discriminatorio en sus aspiraciones laborales. La segregación ocupacional de género es consecuencia directa de la división sexual del trabajo, basada en estereotipos y prejuicios acerca de la función de la mujer y el hombre en la sociedad; según la Organización
Internacional del Trabajo (OIT): “las mujeres y los hombres aparecen concentrados en diferentes tipos y niveles de actividad y empleo, estando las mujeres confinadas en una gama de ocupaciones más restringidas que los hombres (segregación horizontal) y tareas de nivel inferior (segregación vertical)”. Las mujeres, a partir de la segunda mitad del siglo XX, han tenido mayor acceso a la educación en general, pero se mantiene la discriminación sexista en algunas categorías profesionales, así vemos, por ejemplo, ingenieras realizando actividades poco lucrativas en la economía informal. El sector servicios, que es el mayor empleador en ambos sexos, constituye un nicho de las mujeres, concentrando 80 por ciento de la fuerza de trabajo femenina. Áreas de mayor dinamismo económico como la construcción, el transporte y la agricultura son fuertemente masculinizadas, con pocas posibilidades de empleo para las mujeres.
Debido a la identificación del género femenino con la reproducción biológica y las tareas domésticas, el trabajo productivo de la mujer ha sido considerado complementario al del hombre y subvalorado. Las mujeres son percibidas, erróneamente, como fuerza de trabajo secundaria, lo que tiene un efecto discriminatorio en sus aspiraciones laborales.
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Trabajadoras de Pdvsa. Intevep, estado Miranda, 2012. Fotografía: Iván Calzadilla
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División
del trabajo:
¿d i s c r i m i n ac i ó n
se x ua l o d e g é n e ro?
7,8 por ciento. Nos preguntamos: ¿cuáles son las oportunidades de trabajo para las mujeres en estas opciones? Es necesario repensar las políticas públicas de formación para el empleo con visión de género, donde se conciba a las mujeres como trabajadoras con iguales derechos y oportunidades que los hombres.
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Trabajadora de la empresa Fama de América, estado Carabobo, 2011. Fotografía: Iván Calzadilla
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Políticas públicas e igualdad de género Gracias a recientes políticas de acción positiva ha aumentado el ingreso de mujeres en sectores masculinizados, como seguridad y defensa (policía, ejército, bomberos). Sin embargo, estos procesos de inclusión suelen ser dolorosos para las mujeres quienes son frecuentemente víctimas de resistencia por parte de sus compañeros varones por acoso laboral y sexual, o se ven presionadas a asumir estereotipos conductuales masculinos para ser aceptadas, con un costo psicológico importante. En el camino muchas desisten, otras resisten. Hay una fuerte presión de las mujeres en el mercado de trabajo, sin embargo sus opciones de empleo no son las mejores. Las mujeres representan 60 por ciento de quienes buscan trabajo por primera vez. En la Misión Saber y Trabajo, de 1.190.749 inscripciones en 2012, 55,6 por ciento fueron mujeres, siendo las áreas más demandadas: educación 25,6 por ciento, vivienda 20,2, faja petrolífera 10,5, médicos asistenciales 10,3, agricultura y forestal
Desigualdad en las responsabilidades productivas y reproductivas Las mujeres están en la producción y en la reproducción y los hombres no asumen sus responsabilidades reproductivas. La mayoría de los hombres venezolanos no brinda acompañamiento ni apoyo a sus parejas durante el embarazo y el parto, pocos se ocupan del cuidado y atención a los hijos e hijas. Crecen los hogares mantenidos y sostenidos por mujeres, de acuerdo con datos aportados por el Instituto Nacional de Estadísticas, estos han pasado de 24 por ciento en 1990 a 39 por ciento en 2011. Las trabajadoras remuneradas dedican de tres a cuatro veces más tiempo a las tareas domésticas y responsabilidades familiares que los trabajadores. En 2007 se decreta la Ley para Protección de las Familias, la Maternidad y la Paternidad, la cual contempla la licencia de paternidad para que los padres puedan compartir el nacimiento o la adopción de sus hijos e hijas (Artículo 9); la recién aprobada Ley Orgánica del Trabajo, las Trabajadoras y los Trabajadores determina inamovilidad laboral por dos años del padre y la madre por razón de nacimiento o adopción (artículos 335 y 339). También se considera la inamovilidad laboral para las trabajadoras o trabajadores que tengan hijos o hijas con enfermedades que les impidan valerse por sí mismos (Artículo 347).
Mientras tienden a igualarse las responsabilidades económicas de los hombres y las mujeres, la desigualdad en las cargas reproductivas de ambos sexos permanece inamovible (…) Este desequilibrio responde a una ideología de género que pudiera ser transformada por medios y mecanismos educativos contundentes, pero las acciones de igualdad de género en la educación aún marchan lentamente y los medios de información y comunicación tienen contenidos profundamente sexistas que afianzan todavía más las
desigualdades de género en nuestra sociedad.
así somos R E V I S TA Profesora de la Unidad Educativa P.P. Alfonso Cobos López en La Pastora, Caracas, 2011. Fotografía: Iván Calzadilla
Mientras tienden a igualarse las responsabilidades económicas de los hombres y las mujeres, la desigualdad en las cargas reproductivas de ambos sexos permanece inamovible, asumiendo las mujeres todo el peso en las responsabilidades familiares. Este desequilibrio responde a una ideología de género que pudiera ser transformada por medios y mecanismos educativos contundentes, pero las acciones de igualdad de género en la educación aún marchan lentamente y los medios de información y comunicación tienen contenidos profundamente sexistas que afianzan todavía más las desigualdades de género en nuestra sociedad. En este escenario se hace inminente la formulación e implementación de políticas públicas para superar el desequilibrio que representa adjudicar la responsabilidad familiar predominantemente a las mujeres. as
Para seguir leyendo… I nstituto Nacional de Estadísticas (INE). Censo Nacional 2011. Caracas, INE, 2012. Ley para la Protección de las Familias, la Maternidad y la Paternidad. Caracas, República Bolivariana de Venezuela, 2012. Ley Orgánica del Trabajo, las Trabajadoras y los Trabajadores (Lottt). Caracas, República Bolivariana de Venezuela, 2012. Ministerio del Poder Popular de Interiores y Justicia (Mppii)-Consejo General de Policía (CGP). Tras la equidad de género, disponible en www.consejopolicia. gob.ve/index.php/bibliotecadigital/lineaeditorial/ linea-editorial/tras-equidad-de-genero/detail Organización Internacional del Trabajo (OIT). ABC de los derechos de las trabajadoras y la igualdad de género. Ginebra, OIT, 2003.
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O t ra s Vo c e s
E ntrevista a
I r ene G o n z á l e z comu n i c adora p op u l ar
“El Miss Venezuela tiene que acabarse” Jae l Palacio s
Fotografías: Ra Ú L COL M E N A R E S
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Comunicadora social
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Hace cuatro años forma parte del Colectivo Radio Rebelde 91.5 FM. Se confiesa una lectora empedernida de las cartas de Bolívar, sobre todo de aquellas en las que exalta las luchas femeninas. En abril de este año cubrió la VI Cumbre de las Américas. Catia es su barrio y no cría cuaimas
¿La radio comunitaria es un hobbie? No, para nada. Es un compromiso. Yo estoy enamorada de este rollo, me siento más humana. Ayudar a alguien a conseguir un bastón por ejemplo, a través de la radio, me llena de alegría. Gabriela Mistral dice: “creo en mi corazón, siempre vertido, pero nunca vaciado”. Todos, no solo las mujeres sino también los hombres revolucionarios, debemos verter nuestro corazón en cada acción que hagamos. ¿Qué pasaba con la comunicación alternativa en este país antes de abril de 2002? Era un volcán dormido. Al hacer erupción, a raíz del golpe de Estado, toda esa lava que salió no la detuvo nadie, formó bases fuertes. Ahora nosotros estamos construyendo el resto. No basta decir que somos comunica-
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Nacen nuevas vías de expresión para el pueblo comunicador y se inicia una fuerte batalla contra los medios hegemónicos que intentan callar a los comunicadores populares ¿Habla esto del verdadero poder popular? Los monstruos imperialistas siempre estarán alertas frente a la fuerza colectiva de los pueblos que despiertan. Apenas el pueblo alza la voz, el monstruo se levanta henchido de rabia. Por ejemplo, un Colegio Nacional de Periodistas que amenaza a los comunicadores alternativos porque han ganado espacios de comunicación que ellos ya no tienen. Lo más importante es que caigamos en cuenta del poder que tenemos en la mano, en la voz. Ya no hay “droga imperialista” que adormezca de nuevo a este pueblo. ¿Cómo fue la experiencia de cubrir la VI Cumbre de las Américas? Radio Rebelde participa activamente en una mesa de comunicación con la Cantv. Luego de
¿El hombre pa' la calle, la mujer pa' la cocina? Cuando éramos pequeños, en navidad, a mis hermanos varones les regalaban una caja registradora y a mí un jueguito de cocina. ¿Cuál era el mensaje? Tú, varón, eres el dueño del negocio y tú, hembra, te toca ir a la cocina a lavar. Yo jugaba con la cajita registradora escondida de mis padres (risas). Desde ahí comencé a rebelarme. Cuando llegó internet eran pocas las amas de casa que se conectaban. ¿Quienes usaban internet? Los hombres de oficina, de negocios. Ahora la mujer es ama de casa, mujer de negocios y usa la tecnología para estar informada. Pero, aún no hay igualdad.
La necesidad de comunicarnos la tenemos todos y más las mujeres que históricamente hemos sido reprimidas. Por siglos nos han impuesto que la mujer esté a un lado mientras el hombre manda, decide por una.
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de comunicarnos la tenemos todos y más las mujeres que históricamente hemos sido reprimidas. Por siglos nos han impuesto que la mujer esté a un lado mientras el hombre manda, decide por una. Yo descubrí el poder de la comunicación la primera vez que hablé por Radio Rebelde en junio de 2008, descubrí que la radio es una herramienta para romper con esos patrones.
varias conversaciones surgió la posibilidad de que una delegación de Medios Alternativos y Comunitarios asistiera a Cartagena de Indias, Colombia, para dar cobertura y reportar para otros medios comunitarios en el país. Estas experiencias deben continuar. Llegará el momento en que los medios alternativos estén de igual a igual con los medios tradicionales. Para eso el Sistema Nacional de Medios Públicos debe comenzar a respetar y visibilizar nuestras capacidades. No dejamos de preguntarnos, si los comunicadores populares lo que queremos es construir, ¿por qué han sido pocos los espacios abiertos dentro del SNMP para nuestra participación?
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interesaste en hacer radio?
Irene González: La necesidad
dores populares y no tenemos carnet de periodistas porque somos rebeldes. Tenemos que formarnos. No hablo exclusivamente de la academia. Hablo de la discusión, del intercambio colectivo, de la lectura que nos permita blindar la comunicación popular. Es mucho lo que nos falta por construir.
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Jael Palacios : ¿Por qué te
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Allí está mi responsabilidad como comunicadora popular. Recordar a las mujeres que me escuchan que tenemos tantos derechos como deberes. Para mí ha sido reconfortante ver a una mujer que le explica a su hijo varón que sí puede jugar con una muñeca porque esa muñeca es reflejo de su madre. ¡Yo he visto eso! Sin embargo, la lucha por encontrar espacios de igualdad ha sido y seguirá siendo fuerte. La sociedad patriarcal se forma por valores impuestos difíciles de transformar. ¡Pero nada es imposible!
¿Cómo, a través de la radio, has encontrado formas para desmontar los patrones patriarcales? Yo siempre digo en mi programa: ¡Yo no crío cuaimas, le abro los ojos a las mujeres! (risas). Quizá, el "espacio" donde se encuentran no es el apropiado. Entonces deben romperlo, cambiarlo, intervenirlo, modificarlo. Y a veces tienen que hacerlo solas. En mi programa hago muchísimo hincapié en el valor de la mujer latinoamericana en cuanto a las luchas que hemos librado, en el acompañamiento que podemos
recibir de las instituciones del Estado creadas para escuchar y canalizar nuestros intereses y en el importante papel de la mujer para la revolución bolivariana, tal como el mismo presidente Chávez lo dice. A mí me resulta fácil entender cuál es el papel de la mujer en esta revolución leyendo a Bolívar, un hombre de batallas que siempre tuvo tiempo para escribir sobre nosotras con sensibilidad, como si nos conociera a todas. Escribía a las mujeres de Tunja en 1816: “A la mujer, nuestros antepasados la consideraban inferior al hombre y
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Ahora la mujer es ama de casa, mujer de negocios y usa la tecnología para estar informada. Pero, aún no hay igualdad. Allí está mi responsabilidad como comunicadora popular. Recordar a las mujeres que me escuchan que tenemos tantos derechos como deberes.
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La mujer es el motor material y espiritual de esta revolución. Tenemos a nuestra disposición herramientas para conformar empresas de producción social, por ejemplo. Pero seguimos teniendo mujeres que dejan escapar las oportunidades. En la medida en que nos reconozcamos valiosas, importantes, útiles, nos será más fácil integrarnos a la fuerza productiva necesaria para construir la patria nueva.
Seguimos viendo avisos publicitarios en los que mujeres semidesnudas anuncian marcas de jeans ¿Cómo enfrentamos el reto de romper con patrones culturales tradicionales? Produciendo mensajes que fortalezcan la autoestima de mujeres que siguen siendo blancos de mensajes que establecen que eres bella mientras más te pareces a una miss. Es
¿Cuánto nos falta para que nuestras niñas quieran ser Marías Lionzas, Josefas o Manuelas? El Miss Venezuela tiene que acabarse. Hay un despertar en nuestras niñas y adolescentes. Ellas se revelan frente a los patrones de belleza impuestos y comienzan a imponer los suyos propios. Tenemos la seguridad y la satisfacción de que en esta generación que se viene formando va a prevalecer la ideología revolucionaria. Tenemos una gran responsabilidad. Y la vida me puso en esa trinchera revolucionaria que es Radio Rebelde para contribuir en esa lucha. Hasta el último día de mi vida haré todo lo que está en mis manos por el bienestar colectivo. as
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una cultura impuesta. ¡Gracias a Dios cada vez son menos las jóvenes que quieren ser misses! Cuando yo era chamita y veía el Miss Mundo, escuchaba las respuestas de la china o a la rusa, ¡esas mujeres nunca ganaban! Una mujer inteligente no ganaba. Ganaba la del pelo más brillante, porque garantizaba un contrato millonario. Romper con esos patrones es un trabajo en conjunto de los Medios Alternativos y Comunitarios con el Sistema Nacional de Medios Públicos.
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En esta etapa de reflexión, ¿qué cosas debemos corregir las mujeres? La mujer es el motor material y espiritual de esta revolución. Tenemos a nuestra disposición herramientas para conformar empresas de producción social, por ejemplo. Pero seguimos teniendo mujeres que dejan escapar las oportunidades. En la medida en que nos reconozcamos valiosas, importantes, útiles, nos será más fácil integrarnos a la fuerza productiva necesaria para construir la patria
nueva. Debemos valorar el papel de nuestras mujeres a lo largo de la historia para comprender hoy nuestra responsabilidad individual primero e integrarnos a la unidad colectiva. ¿Entonces, vamos a dejar que toda esa sangre se pierda?
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nosotros la consideramos nuestra igual. Unos y otros estamos grandemente equivocados porque la mujer nos es muy superior”.
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La cocina es el colectivo, lo nuestro, lo compartido. Allí la mujer-madre, la mujer-trabajadora, la mujer-hermana, la mujer-amante, la mujer-hija… es la productora, acarreadora, procesadora, distribuidora, ecónoma, botánica, alquimista, artista, de alimentos y saberes, dueña de los fogones de la familia y de la cultura D or in da
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Fogón. San José de Guaribe, estado Guárico, 2011. Fotografía: MIGUEL GARCIA MOYA
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Docentes de Ciencias Sociales
Los primeros años de mi vida, los pasé junto al fuego de la cocina de mi madre y abuela, viendo cómo estas sabias mujeres, al entrar en este recinto sagrado se convertían en sacerdotisas, en grandes alquimistas que jugaban con el agua, el aire, el fuego, la tierra (…) Lo más sorprendente es que lo hacían de la manera más humilde, como sino estuvieran transformando al mundo a través del poder purificador del fuego, como si no supieran que los alimentos que ellas preparaban y que nosotras comíamos permanecían dentro de nuestros cuerpos por muchas horas, alterando químicamente nuestro organismo, nutriéndonos el alma, el espíritu, dándonos identidad, lengua, patria. Laura Esquivel. Íntimas suculencias. Tratado filosófico de cocina.
Miradas, mujeres y comida La comida y las mujeres entran por los ojos, la sabrosura, plenitud y salud se manifiestan por la abundancia, lo voluptuoso, los colores vivos, la redondez, la suavidad y lo jugoso de los alimentos y las formas de presentarlos, que invitan a degustar en un banquete donde el erotismo está presente. En Venezuela los alimentos deben estar servidos con abundancia y colorido, además de frescos, jugosos, con un toque de picante y aromáticos: similar a la imagen que se tiene de la mujer joven, lozana, de formas abundantes, firmes, suaves, redondeadas, con sentido del humor y picardía. Cuando se sirve la mesa se sirve la cultura y la nuestra es machista; esto se evidencia cuando la mujer distribuye en cada plato las raciones de alimento, según el sexo y edad de los comensales. Por ello, los primeros en ser servidos y con abundancia son los hombres de la casa, le siguen los enfermos, luego los niños y por último y en menor cantidad las niñas y mujeres que han elaborado los alimentos. Esto responde al imaginario colectivo, los hombres por ser más grandes y ser considerados proveedores deben o merecen ser mejor alimentados. Esto resulta paradójico en un país donde cada vez más las mujeres son jefas de familia.
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La cocina no es un paraíso doméstico, es un terreno inhóspito y que demanda paciencia y energía por parte de las mujeres, son horas de preparación en preparación que tienen sus picos según el calendario festivo: familiar, local y nacional; donde las mujeres literalmente se instalan a vivir en la cocina y son las últimas en disfrutar las festividades. Son los hombres de la casa los que recordaran, de manera melancólicamente egoísta, las horas que pasaban sus abuelas, madres, tías y hermanas preparando los platos tradicionales y los aromas a canela, clavo, comino, romero, salvia, coco, orégano, tomillo, albahaca,
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contaminación. El hecho de que una mujer esté menstruando la imposibilita, culturalmente hablando, de preparar ciertos platos, como las tortas, el guiso de las hallacas, porque su estado haría que estos se cortasen o pasmasen, acontecimientos que son sinónimos de corrupción de los alimentos, de enfermedad o muerte. Desde la cocina las mujeres propician con sus conocimientos botánicos y sazón las fiestas: con la torta de cumpleaños, el quesillo de coco, los dulces de lechosa y cabello de ángel, los suspiros, los besitos de coco, la gelatina de colores, los tequeños, las bolitas de carne, los huevos de codorniz con su imprescindible salsa rosada, la leche de burra, la chicha… Sanan con la sopita de pichón, la de pollo, las cataplasmas devuelve alientos, los guarapos milagrosos quita dolores y pesares de llantén, yerbabuena, sauco, malojillo, anís estrellado, la infusión de manzanilla, el tilo, la valeriana, la cayena y la lechuga… Sueñan el futuro con los logros familiares donde no faltan la parrilla, la carne en vara, el mondongo, el cruzao… En y desde la cocina la mujeres gobiernan el mundo de lo privado; es donde señorean, impartiendo consejos y justicia; propician situaciones y decisiones, de allí sale la última palabra en asuntos familiares trascendentes, desde mucho antes del alba y hasta bien entrada la noche, las mujeres, en el duro trabajo de procesar los alimentos de todos y todas, son las primeras en conocer lo que pasó, pasa y pasará en la vida doméstica de su grupo familiar. Desde la colada del café y la preparación de las arepas, ellas y solo ellas sabrán mantener el orden dentro del caos cotidiano que parece hacer naufragar a todos y a todo menos a ellas.
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Fogones de mujeres La cocina es el espacio femenino por excelencia dentro del hogar, allí han sido recluidas, durante milenios, por la cultura patriarcal dominante, las mujeres. Pero ha sido también un lugar-espacio-horizonte donde las mujeres han hecho arte, política; han ejercido su sororidad y con ello crean, recrean y comparten la cultura. Porque elaborar los alimentos es presentar y transmitir cotidianamente estructuras simbólicas raigales de nuestra cultura, donde todos y todas pastamos y abrevamos desde tiempos inmemoriales. Por tanto, la cocina es el colectivo, lo nuestro, lo compartido. Allí la mujer-madre, la mujer-trabajadora, la mujer-hermana, la mujer-amante, la mujer-hija… es la productora, acarreadora, procesadora, distribuidora, ecónoma, botánica, alquimista, artista, de alimentos y saberes, dueña de los fogones de la familia y de la cultura. La cocina es un espacio con connotaciones sagradas donde las mujeres ejercen rituales que se trasmiten generacionalmente, por eso en toda familia, al calor de los fogones, se escuchan y guardan con celo recetas y secretos para la elaboración de los alimentos, también es el ámbito donde lo natural y lo cultural se encuentran en comunión perfecta, donde lo crudo y lo cocido; lo duro y lo blando; lo dulce y lo salado; lo caliente y lo frío y la vida y la muerte, a cada instante se complementan, en las manos de mujeres que traspasan sus saberes y sabores. Lo sagrado y lo profano giran en torno a la cocina, ella nos muestra indicadores de nuestro proceder social que se reflejan en la cultura culinaria del país. Por ello, allí encontramos espacios y momentos donde está presente lo sagrado y su posible
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Cuyagua, estado Aragua, julio 2012. Fotografía: Nahuel Valentini
menta, ají dulce y picante, lavanda y romero que su piel, sonrisa y cabellos desprendían en una bucólica y ascética imagen con visos de postal familiar. “Nadie cocina como mi mamá.” Bocados de mujer En Venezuela hay bocados esenciales de nuestra cultura culinaria que no son solo hechos por mujeres, sino que han recibido, no por estas precisamente, nombres que hacen referencia a su
presencia. El pan nuestro de cada día es un ejemplo de ello, la arepa, que dependiendo de su relleno se le denomina y pide como la catira (de queso amarillo), la pelúa (con carne mechada); o hace referencia a su estatus económico o sentimental, tenemos así a la viuda (una arepa íngrima y sola) y la estrella dentro de los gustos de los comensales: la reina pepeada (con ensalada de gallina y aguacate).
Otro bocado es la sabrosa cachapa, la de maíz y queso, que en los últimos tiempos se rellena también de jamón y pernil y que las transnacionales de los alimentos han intentado industrializar, incorporándole el inconfundible sabor a plástico, desdeñado por la mayoría que la prefiere recién hecha de maíz tierno y doradita. Esa misma que a la cultura heterosexual homofóbica le sirve no solo para el buen comer, sino para denotar preferencias sexuales, de dos mujeres que se aman y son etiquetadas de forma hiriente y sexista como “cachaperas”. La hallaca, ese indicador identitario por excelencia de lo venezolano que es la vedette más preciada y esperada en los festejos decembrinos, es un bocado de mujeres, donde tiene cabida desde su elaborada preparación hasta sus ingredientes la feminidad venezolana. En la sabrosa masa, con su color y sabor indescriptible que le confiere el milenario onoto, encontramos la alquimia perfecta ante la cual los comensales deleitan sus sentidos: olor, sabor, textura; son inducidos a un encuentro con los secretos de sacerdotisas que hacen de su preparación un rito, donde confluyen los saberes de las indígenas con sus ancestrales manos de moler; el sofrito excelso de las afrodescendientes y el uso delicado de las especias de las blancas criollas. “Porque la mejor hallaca es la de mi mamá.” El cuerpo femenino: una fruta por describir y descubrir La cultura venezolana hace referencia a la anatomía femenina usando metáforas alimenticias,
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Torta de auyama
as Rosa González, vendedora de tortas. Bellas Artes, Caracas, 2013. Fotografía: Oriana Orozco
Ingredientes • ½ kilo de auyama • 3 tazas de agua • 1 taza de harina • 2 cucharadas de leche en polvo • 1 ½ taza de azúcar • 2 huevos • 3 cucharadas de margarina • Vainilla al gusto • Un puntito de sal Preparación Sancochar la auyama en el agua y la sal. Luego, triturar la auyama con un poco del agua en que se cocinó. Posteriormente agregar en
el siguiente orden los ingredientes: margarina hasta que esté totalmente integrada a la pasta de auyama, la leche, los huevos (con clara y yema), el azúcar y por último la harina y la vainilla. La consistencia de la mezcla debe ser más liquida que espesa. Colocar la mezcla en un molde previamente enharinado y llevar al horno a una temperatura de 250°C por 30 minutos. La consistencia, una vez que se haya enfriado, es similar a la de un pudín. Esta receta tiene algunas variantes que consisten en añadirle una lata de leche condensada, licor y canela.
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por ello el busto, ese ámbito de la femineidad por excelencia, y más en estos tiempos del silicón, puede, según su talla, ser denominado como limones, naranjas, cocos y melones; frutas que nos invitan a degustar lo dulce y lo ácido. Si hablamos de la piel se echa mano de las especias como clavo, guayabita y canela para denotar sabor y color, “…piel canela que me llegan a desesperar”, y la vainilla, por el aroma dulce de la madre nutricia, la hacedora de tortas de cumpleaños; para la textura tenemos el durazno y la fresa, por eso escuchamos: “tienes la piel suave como un durazno y la boca jugosa y carnosa como una fresa”. Ni Rómulo Gallegos se escapa de esta actitud gastronómica para acercarse a la anatomía de la mujer, en su famosa Doña Bárbara describe a Marisela como “sabrosa muchacha de vigorosas formas”, y comentaba con zalamería costumbrista: “sabroso aroma incitador de las frutas maduras”. Desde la obra de un escritor renombrado hasta la esquina de cualquier barrio, plaza, calle, esquina, callejón o puente venezolano podemos escuchar la anatomía deseada de la mujer a través de un ingenioso refranero alimenticio que une en síntesis perfecta lo natural y lo cultural: “está más buena que comer con los dedos”; “Quien fuera ese mango… para estar en esa boquita”; “Si caminas como cocinas…”; “Yo no como mango verde porque me pela la boca / yo lo como madurito porque así es que me provoca”; “Sabe tanto, que sabe a corocoro frito”, “De la flor viene el olor y de la fruta el sabor”… as
Qué Leemos Para conocer más de quienes están trabajando, escribiendo y haciendo desde una perspectiva de género existen muchas publicaciones (digitales e impresas), programas y experiencias, aquí te proponemos solo algunas para orientar tu búsqueda Investigador Museo Nacional de las Culturas
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Chávez en tinta de mujer “El Presidente es objeto de análisis, estudio y preocupación de las mujeres escritoras, periodistas, intelectuales. Por sí mismo, por sus cualidades como líder, por su carisma, por sus dotes de estadista y su visión de futuro (…) Las mujeres escriben sobre Chávez...” La obra, como lo plantea en sus páginas iniciales, “recoge una muestra pequeña, pero sustanciosa, que toca una serie de visiones, acercamientos y lecturas sobre el líder de la Revolución
Bolivariana”, mediante diferentes etapas y anécdotas del mandatario. Las letras de Mercedes Chacín, Asalia Venegas, Mariadela Linares, Laura Antillano, Maryclen Stelling, Carola Chávez, Helena Salcedo, Chela Vargas, Sol Linares, Teresa Ovalles, Carmen Castillo y María Lucía Díaz de Nazoa y las ilustraciones de María Centeno impregnan las más de 500 páginas con la esencia del hombre. Entre los textos encontramos: “Para hablar de este presente visto”, de la escritora Laura Antillano; “El por ahora de Santa Inés”, escrito por la socióloga Maryclen Stelling; “Viviremos para vencer”, de la periodista Carola Chávez, y “La pobreza tenía rostro de mujer”, de la periodista Helena Salcedo. Este libro se puede encontrar en la Red de Librerías del Sur, fue publicado por Ediciones Correo del Orinoco.
El aro y la trama. Episteme, modernidad y pueblo
Escrito por el padre Alejandro Moreno, a partir 50 biografías o historias de vida, confidencias y experiencias producto de la convivencia con toda la comunidad de un barrio caraqueño, este libro centra su atención en el modelo
de familia popular sobre el cual se ha constituido y reconstituido nuestra sociedad, cuyo centro y punto de articulación es la madre. Sobre los roles de la mujer madre, el padre Moreno teoriza para describirnos la episteme desde donde nos constituimos realmente como sociedad, la convivencia. En este análisis podemos observar las fortalezas y debilidades de nuestras familias y de nuestra sociedad, con los peligros a los que estamos todos expuestos al dañar a la mujer madre.
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Mujeres en tiempos de cambio En esta obra la investigadora Iraida Vargas aborda la realidad venezolana contemporánea para explicarnos aspectos específicos como la historicidad de las luchas femeninas en Venezuela, haciendo énfasis en las ocurridas desde hace 500 años, el carácter político de las relaciones de género, las controversiales relaciones del feminismo con los Estados liberales, el papel que han jugado distintos enfoques marxistas sobre el género en las ciencias sociales y la necesidad de una revolución femenina de corte socialista. A este fin, Vargas considera necesario contar con una teoría feminista originada en
la acción política compartida por mujeres y hombres, la cual sería el fundamento de una reflexión que explore sus propios límites y las potencialidades emancipatorias de las mujeres, sumada a una historiografía crítica, comprometida con la democracia, la cooperación y la justicia social. Con el subtitulo Las mujeres populares en la estructuración de las familias nuestroamericanas, Vargas también analiza los roles de la mujer en la organización social a partir de la familia. Editado por el Archivo General de la Nación y el Centro Nacional de Historia, este libro se puede conseguir en la Red de Librerías del Sur a bajo costo.
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Según el padre Moreno, la familia matricentrada, como modelo familiar estructurado, con sus valores y carencia, ha cumplido hasta ahora adecuadamente su función en la sociedad y en la vida de los venezolanos (a lo largo de toda nuestra historia). No ha sido productora de delincuentes y anormalidad. Los que la culpabilizan desde afuera nunca han intentado comprenderla. No está en crisis pero sí se cierne una amenaza sobre la gran columna que la sostiene: la madre. La figura materna está siendo golpeada por la economía, el mundo del trabajo (la separación espiritual con el hogar, más que física) y la ideología dominante. Si la madre tambalea, entonces surgirá una familia inestructurada y enferma. Editado por el Centro de Investigaciones Populares (CIP) e impreso por la Editorial Texto, en Caracas, 1995. Este libro se debe buscar con libreros. Un video del padre Moreno hablando sobre este trabajo se puede ver en Youtube.
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Banmujer
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Esta es una institución microfinanciera pública que facilita a las mujeres con pocos recursos económicos, organizadas en colectivos solidarios, acceso al microcrédito de manera oportuna y corresponsable, para incorporar a la mujer al desarrollo económico a partir de sus capacidades. Las solicitudes de crédito se tramitan directamente con las promotoras en cada estado y están dirigidas a grupos organizados dedicados a una misma actividad socioproductiva o complementaria, como Unidades Económicas Asociativas (UE) (conformadas de dos hasta nueve personas), Brigadas Feministas de Producción Socialista (BFPS) (integradas por siete hasta nueve personas), Cooperativas (créditos hasta 50 mil), Unión de Usuarias de Créditos y Servicios (asociación civil sin fines de lucro conformada por un mínimo de siete personas) y Unión de Extensión Agroecológica (conformada por una máximo de 45 familias campesinas). Las tasas de interés van del 0 al 6 por ciento. La dirección web de esta institución es www.minmujer.gob.ve/ banmujer/
Colectivos feministas. Encuentro feminista En nuestro país existe un enorme movimiento de colectivos feministas ocupados en la lucha por el respeto a la dignidad de las mujeres y lograr el reconocimiento pleno de sus derechos humanos, sociales y políticos. Un portal web al que podemos acceder para conocer este movimiento es http://encuentrofeminista. weebly.com/ A través de este sitio podemos acceder a algunas de estas organizaciones: Colectivo Cimarrón, Cumbe de Mujeres Afrovenezolanas, Colectivo de Mujeres de Aragua, Colectivo Red Nacional de Turiteros y Turiteras Socialistas, Lactarte (dirigido a exponer la importancia de la lactancia materna), Entrompe de Falopio, Género con Clase (su lema: “¡Por un socialismo feminista, construyamos poder popular!”), Guarura, Insumisas (“Sin feminismos no hay socialismo, sin socialismo no hay futuro”), Momumas, Red de Mujeres Campesinas María Lionza, Mestruarte y muchas otras más. Estos colectivos han incidido en la redacción y aprobación de la Ley Orgánica sobre el Derecho
de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (Lodmvlv). Sobre esta ley explican: “no es de ninguna manera una ley punitiva, su enfoque es principalmente de cambio cultural, por eso da especial importancia a las medidas de sensibilización, educación y prevención. Dispone crear estructuras de formación y comunicación y programas de prevención dirigidos a educar para la igualdad, exaltando los valores de la no violencia, el respeto, la equidad de género y la preparación para una vida familiar con derechos y obligaciones compartidas y para construir la sociedad justa para todas y todos”. Para comunicarse con EncuentroFeminista, puede hacerlo a través de webfeminista@ gmail.com as
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ntender que la cultura es un proceso social y no únicamente la representación que de ella se hace como producto es comprender la importancia de estas mujeres en la formación de la identidad local, porque en la socialización secundaria que se da en la comunidad ellas tienen un rol importante para la valoración, revalorización y referentes del ser mujer oriental, llanera, andina, indígena, afrodescendiente, guayanesa, zuliana, etc. En esta ruta los/as invito a conocer a estas mujeres, a dialogar con ellas, a preguntarles de la vida, del pueblo, de historias, de mitos, de sus saberes. Como señalan Berger y Luckman: “Es verdad que un individuo
suele recordar las realidades de su pasado; pero la manera de ‘refrescar’ esos recuerdos es dialogar con quienes comparten su relevancia”. La cultura es mujer, en Historia, mujer, mujeres, de Iraida Vargas, Delia Delgado señala que las mujeres somos responsables no solo de la reproducción biológica sino también ideológica de los sujetos sociales. Cuando nos establecemos en pareja se da un proceso de conculturación, generalmente en la distribución de los roles establecidos por la sociedad criolla la mujer es ama de casa, en este sentido es quien decide acerca del hogar, qué alimentos se consumen, cómo se decora, los valores que se establecen, entre otras cosas, por lo tanto
ella determina la mayor influencia cultural, es decir que la cultura se transmite mayoritariamente por la vía materna. Partiendo de la aseveración anterior, podríamos preguntarnos: ¿el machismo es mujer? ¿Somos nosotras mujeres y madres responsables de la naturalización y reproducción de los roles sociales impuestos a cada uno/a según el sexo? Las que hemos tenido la suerte de tener hermanos, cuántas veces escuchamos decir a nuestras propias madres que ellos sí podían llegar tarde o ir solos a las fiestas, entre otras cosas. En otras palabras, la transformación de la sociedad depende fundamentalmente de nosotras, porque la revolución es cultural y la cultura se viste de mujer.
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La ruta de la matria es una invitación a recorrer el país colocando el acento en las mujeres que desde su hacer silencioso han ido construyendo las identidades de los diversos pueblos que nos conforman como nación; no solo desde la socialización primaria en el seno de sus propias familias, sino también en la construcción de los referentes que dan sentido de pertenencia a los pobladores/as de las localidades donde habitan
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Hay un dicho popular y machista que dice que detrás de cada gran hombre hay una gran mujer, lo que no termina de expresar el dicho es que es una gran mujer que plancha, lava, cocina, cría a los hijos, entre otras funciones, es decir, la perfecta ama de casa, en otras palabras, ellos necesitan de nosotras para llegar a ser grandes, bien sea atrás, al lado, adelante, arriba o abajo... lo que sí usted nunca va a escuchar es que detrás de una gran mujer hay un gran hombre. Por lo tanto si usted mujer, quiere llegar a ser grande, esté tranquila que puede andar sola, pero mejor si consigue a uno que sepa cocinar, lavar, planchar, hacer las tareas con los hijos/as y además ser cariñoso, de esta manera el trabajo doméstico tomará otro valor y no se sorprenda cuando el dicho se transforme y diga: "Detrás de cada gran mujer hay un gran cocinero, un gran lavandero, un gran planchador y un gran criador, por lo tanto el grande es él". Pido disculpas, una vez más, ya que por falta de espacio no puedo incluir a miles de mujeres luchadoras y emprendedoras ni a todos los estados del país. Bueno, ahora la invitación es a recorrer el país y visitar a estas mujeres, a dialogar con ellas, por ejemplo si va a Cumaná en el estado Sucre y no conversa con María Rodríguez es desaprovechar la mitad de su viaje.
Berta Cova, cultora. Campoma, estado Sucre, 2011. Fotografía: Iván Calzadilla
Las mujeres de oriente Cuando recorra el oriente del país, si va a isla de Coche, en el estado Nueva Esparta, pregunte por Nelly Lunar, cultora de las diversiones orientales, quien le podrá contar sobre estas fiestas tradicionales y además tiene la Escuela de Folklore Cochense. Ya en tierra firme, en el estado Sucre, cerca del golfo de Cariaco, se encuentra la población de Campoma, allí pregunte por Berta Cova, su
verdadero nombre es Alberta, pero todos/as la conocen como Berta; cantautora y bailadora de joropo oriental, conocedora de medicinas naturales tradicionales, le hará recomendaciones para combatir la diabetes, la piedra de los riñones o la úlcera, entre otros remedios. Mientras ella le cuenta de su población natal aproveche para que le haga un peinado de trenzas de los tantos que sabe tejer.
Las mujeres de los Llanos De oriente a Guárico entre por San José de Guaribe y de allí siga para Altagracia de Orituco, en esta población pregunte por Silene Valero, una trabajadora y promotora cultural de toda la vida. Ella le contará de los Diablos Danzantes de San Rafael de Orituco, del joropo guariqueño, los tambores de Lezama y la Parranda de Negros. Si sigue camino a Portuguesa llegue hasta su capital Guanare, en el Instituto
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Mejías, dulcera, artesana del barro, además de trabajar la cestería con cola de mula y cascarón de cambur. En el estado Táchira, en la frontera con Colombia se encuentra el Agromuseo Estación El Tabor, aquí está una de las promotoras del Museo Comunitario Lisneida Nieto, ella le contará de sus cultivos y sus saberes acerca de la producción de duraznos además de hacerles un recorrido por el museo.
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Siguiendo en Sucre, en la vía del Turimiquire, como quien va para el estado Monagas, pase por la población de Cerezal, allí encuentra a la muñequera Amada Rojas, quien elabora las muñecas y muñecos tradicionales en trapo y les coloca a cada obra su nombre propio, yo adquirí a Serapio. Ella los/as llevará a recorrer su casa y le contará la historia de sus creaciones. Amada le cantará alguna de las canciones que compone para narrar sus historias y le dará para probar la bebida tradicional que prepara, chinguirito. Pero si toma la vía de Sucre para Anzoátegui pasará por el golfo de Santa Fe, en la meseta vive Lourdes Campos, quien es artesana, sanadora de la etnia Kariña y ardua luchadora por la defensa de los derechos indígenas, entre sus logros está su participación en la redacción de la Ley Orgánica de Pueblos y Comunidades Indígenas y que la cédula de cada uno/a de los pobladores de los diferentes grupos originarios señale además de su fecha de nacimiento, el pueblo indígena al que pertenece y la comunidad donde reside. Las mujeres andinas Del estado Portuguesa puede seguir rumbo al estado Trujillo, hacia Boconó encontrará cantidades de mujeres artesanas del barro, textiles y tallas, dirijase al paseo artesanal Fabricio Ojeda, allí, entre tantas artesanas, se encuentra Cerafina
Cerafina Mejías, artesana del barro, estado Trujillo. Fotografía: CORTESÍA ENRIQUE GONZÁLEZ MEJÍAS
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Las mujeres del sur Carolina Bastidas es estudiante de Gestión Ambiental y pertenece a la comunidad originaria Mapoyo, ubicada en El Palomo, estado Bolívar; por supuesto es conocedora de su cultura ancestral y una de las promotoras del Museo Comunitario Mapoyo, con ella no solo conocerá su cultura sino que le servirá de guía para visitar el cerro Las Piñas, el cerro Castillito y los ríos y lagunas que se encuentran en este territorio. Y antes de despedirme, porque hasta aquí nos trajo el río, la corriente y la quebra’a, debo nombrar entre las mujeres del sur, a las madamas de El Callao, como un reconocimiento especial a Lourdes Basanta, Cleotilde de Billings e Isidora Agnes. as
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Carolina Bastidas, promotora del Museo Comunitario Mapoyo Murükuní, estado Bolívar, 2012. Fotografía: Archivo MNC
de Cultura pregunte cómo ubicar a Jóvita Nieto, mi maestra, de quien aprendí a bailar el joropo llanero criollo. Ella le contará cómo de pequeña bailaba con las ramas de una escoba, su participación en festivales nacionales e internacionales, cómo ganó el Festival del Silbón, cómo creó la vuelta del picure y su participación en el programa Maestros de Tradición; además de que le enseñe a bailar joropo
llanero. De allí siga camino al estado Cojedes, en San Carlos vive Lesly Alvarez, maestra de danza, patrimonio cultural del municipio y quien puede prestarle colaboración y llevarlos/as a conocer el fandanguillo de Macapo o de Mango Redondo, el joropo horconeao, el merengue campesino, los diablos danzantes de Tinaquillo, las locainas de Lagunitas o San Pascual Bailón en Libertad.
Para seguir leyendo…
Berger, Peter y Thomas Luckman. La construcción social de la realidad. Buenos Aires, Talleres Gráficos Color Efe, 2001. Vargas, Iraida. Historia, mujer, mujeres. Caracas, Fundación Editorial el perro y la rana, Biblioteca Popular para los Consejos Comunales, Serie Inventamos o Erramos, 2007.