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Salud

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Productividad y bienestar en entornos virtuales

Si bien el trabajo a distancia no es un concepto nuevo, la pandemia por Covid-19 ha transformado el trabajo remoto de una oportunidad a una necesidad.

Por: Guadalupe Lepe, CEO de Human Development Solutions. contact@humandevelopmentsolutions.com www.humandevelopmentsolutions.com https://www.linkedin.com/company/ human-development-solutions En el pasado, muchas personas no elegirían la opción de trabajar desde casa o bien, sus empleadores no se los permitirían por diferentes dinámicas laborales. Sin embargo, dadas las circunstancias inicialmente de salud y, después del impacto en las eficiencias, el trabajo remoto se ha vuelto una dinámica cotidiana.

Este proceso no fue planeado, la adaptación de las organizaciones y colaboradores, ha sido vital para encontrar las formas efectivas de operar los negocios, mantener el movimiento y ser productivos.

Aunque muchas organizaciones han tomado pasos firmes y apoyado a su fuerza laboral, no solo desde la parte estructural, sino también desde la parte emocional y de compromiso, valdría la pena adentrarnos en varios puntos que deben ser considerados para asegurar que estos procesos, que llegaron para quedarse, sean implementados siempre para bien del colaborador y de la organización.

Desde que el trabajo remoto se implantó de manera radical, se han observado dos dimensiones que se ponen en la mesa una y otra vez, en las diferentes experiencias de negocios chicos, medianos y grandes. Por un lado, se hace referencia

a la productividad, cómo nos aseguramos que los resultados se den, que la atención a los clientes y procesos sea asertiva, y que se generen los resultados propuestos. Por otro lado, se hace referencia al bienestar del colaborador que, al no salir de casa puede tener retos al alargar sus jornadas laborales, carecer de infraestructura o espacios adecuados para trabajar, más las dinámicas familiares o de casa que el contexto del Covid-19 adicionalmente arroja.

Hábitos y prácticas

Cómo hacemos entonces para balancear y medir con el termómetro correcto la productividad, generar las exigencias correctas en un entorno no controlado. Cómo hacemos entonces también para garantizar el compromiso de los colaboradores en estas circunstancias que, si bien son demandantes por parte de los empleadores, también hay una co-responsabilidad de manejo de tiempos y entregables por ambas partes.

En este sentido, si buscamos balancear productividad y bienestar debemos poner atención en el acompañamiento de las organizaciones a sus colaboradores para garantizar que cuenten primeramente con la infraestructura necesaria, y que puedan desarrollar hábitos y prácticas de trabajo que promuevan la productividad y el bienestar.

Vale la pena recalcar que cada cultura organizacional es diferente, y que cada individuo también tiene diferentes necesidades y formas de afrontar estos cambios. De esta forma, estos hábitos y estas prácticas de trabajo serán abordadas desde la experiencia, ya que cada individuo enfrentará la transición al trabajo remoto de manera diferente. Algunos pueden tener dificultades para desconectarse del trabajo al final del día, y otros pueden experimentar tensión emocional por la falta de contacto cara a cara, por ejemplo.

Aquí abordamos los puntos más relevantes a tomar en cuenta en el balance de la productividad y el bienestar; buscando que los líderes y las organizaciones, así como los individuos, puedan tomar en cuenta la dinámica que ejercen alrededor de estos y reflexionar si van por el camino adecuado:

1. Colaboración.- La comunicación y la colaboración siempre han sido el reto más recurrente en cualquier sistema humano, desde las familias hasta las organizaciones. Tener claridad en los mensajes, compartirlos a tiempo, llegar a acuerdos, compartir opiniones y retroalimentaciones, apoya tanto la productividad de los equipos como el bienestar y el compromiso entre sus miembros.

Debemos asegurarnos como organización y como líderes, generar mecanismos de comunicación continua, no solo reactiva, sino también proactiva, donde los equipos puedan revisar de manera continúa los avances, cómo están y qué necesitan sus compañeros.

¿Cómo fomentas la integración en entornos virtuales? ¿Con qué frecuencia contactas a tus compañeros para saber si requieren algo de tu parte? ¿Con qué oportunidad comunicas avances o situaciones importantes?

2. Foco y concentración.- Mientras que algunas personas trabajan de manera mucho más focalizada fuera de la oficina, hay otras que concentrarse fuera de esta se vuelve un reto. El generar agendas y horarios de trabajo consistentes, compartirlo en casa y con los equipos, hace más fácil generar ambientes predecibles.

Generar jornadas de dos horas ininterrumpidas con descansos de 20 minutos, da oportunidad de integrar dinámicas paralelas con otras personas en casa, momentos de descanso físico (caminar, hidratarse) y mantener la mente ágil.

4. Calidad de vida.- Además de mantener jornadas de trabajo consistentes y correctas, la calidad de vida se promueve con hábitos que ayuden a aumentar la energía, salud y el estado emocional positivo. Hábitos como hacer ejercicio, tomar agua, comer en los horarios correctos, permite que el cuerpo se desintoxique y se nutra adecuadamente.

Para el tema emocional ejercicios como “mindfulness” o técnicas de respiración y manejo del estrés se vuelven relevantes. Incorporar estos hábitos diariamente no solo en entornos virtuales, sino también bajo el contexto del Covid-19, nos permite generar recursos para abordar los retos laborales y personales más asertivamente.

3. Manejo del tiempo.- La concentración es un punto que promueve el adecuado manejo del tiempo, pero si no generamos hábitos concretos en esta "nueva normalidad”, podemos estar trabajando el triple y generando la mitad de los resultados.

Contar con agendas y horarios consistentes de actividades, llamadas y juntas, permite prever y organizar con antelación, permitir llamadas o conversaciones no enfocadas o no planeadas, puede generar que el tiempo disminuya y los resultados se demoren. Las agendas y las alarmas con las que muchos no se sienten cómodos, podrían volverse un recurso interesante para operar y/o para medir como invertimos nuestro tiempo diariamente. Si bien hay más dimensiones que considerar, estas cuatro definen los puntos más importantes para resolver como individuos y acompañar como organización. Cada individuo tendrá sus propias circunstancias a las que se enfrenta y valdrá la pena reflexionar para hacer una transición más efectiva.

Las organizaciones efectivas, por otra parte, deberán generar acompañamientos y facilitación para que sus colaboradores puedan integrar hábitos correctos que permitan y garanticen, tanto la productividad como el bienestar en entornos virtuales en la nueva normalidad.

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¿Cómo saber si necesito coaching?

“El impacto de nuestras acciones está fundamentado en la forma de vivir la experiencia, y no en la interpretación o explicación mental que hacemos de ello”.

Por: Jorge Luis Becerril

Sánchez, Directivo en Recursos Humanos, Facilitador Transformacional, Coach y Guía de Desarrollo Personal y Espiritual. www.viviendoenpaz.com @viviendoenpazya Cada persona es un enigma. La experiencia de recibir coaching tiene que ver con el interés personal de profundizar en quienes somos, cómo abordamos la vida y aceptamos la invitación interna de explorar en aquellos aspectos que nos pueden levantar de una situación anímica difícil, o simplemente reforzar el mecanismo de vida que nos ha estado trayendo resultados positivos específicos y medibles en alguna área personal y profesional.

Pensemos en grandes figuras públicas que tienen éxito en el dominio de su profesión o vida; los tenistas Rafael Nadal y Roger Federer por ejemplo, tienen detrás de sí un equipo de coaches, aún con lo exitosos que son, reconocen que para mantener un nivel de alto desempeño se requiere seguir trabajando en aquellas áreas de luz y sombra donde han encontrado una forma de ser poderosa, y donde pueden todavía tener alguna área de oportunidad para seguir creciendo.

En los años 90`s, Tom Peters afirmaba: “Para que una empresa aspire a la excelencia, primero deberá poseer una actitud humilde, pero infortunadamente, la mayoría de las empresas ven

las cosas con humildad solo cuando están en crisis”. (Peters,Tom y Waterman, Robert H., En Búsqueda de la excelencia, Harpers Collins Ibérica, 1994, Madrid España). Lo mismo ocurre para la persona que elige recibir coaching en su proceso de búsqueda, para expresar la mejor versión de sí mismo, requiere una dosis de humildad para mirar hacia dentro de su ser.

Un momento de coaching (Sistema de diálogo que ayuda a causar las condiciones para que se diseñen acciones y alcanzar objetivos usando los propios recursos y habilidades de quien recibe el couching: el couchee), no tiene que ver necesariamente en estar dentro de una sesión formal con un coach especializado o certificado, más bien, es una disposición de la persona que recibe el coaching en querer desentramar la mecánica de pensamiento interno, que hace que cause o no, un resultado específico y medible.

“El maestro está aquí y te llama”. Hacernos las preguntas que internamente nos mueven de manera consciente e inconsciente, requiere de un “estar dispuestos” a buscar nuestra propia luz interna. Por siglos de existencia humana, las preguntas que nos han invitado a transformarnos en este afán de encontrar nuestra paz y felicidad internas, han sido recogidas en la llamada filosofía perenne; cuyo fundamento radica en sugerirnos la existencia de un conjunto universal de verdades y valores comunes a todos los pueblos y culturas. La persona que declare que necesita recibir coaching, irremediablemente se planteará de forma seria buscar sus propias respuestas a las siguientes preguntas universales:

¿Quién soy? ¿De dónde venimos? ¿Por qué estamos aquí? ¿Hacia dónde vamos? ¿De qué estamos hechos?

Hacernos estas preguntas nos provee una forma distinta de estar en el mundo. No podemos posponer vivir. El couchee es invitado a descubrir ¿Quién soy en mi relación con los otros y la vida?, en aproximarse al verdadero gozo en la vida que radica en ver la vida como un misterio, y no en saber cosas y acumular datos e información. De hecho, quien tenga interés en recibir coaching, descubre que el impacto de sus acciones tiene que ver con la forma de ver la realidad a través de revisar su conducta en las experiencias de vida que ha tenido.

Aquí es importante señalar que, el impacto de nuestras acciones está fundamentado en la forma de vivir la experiencia, y no en la interpretación o explicación mental que hacemos de ello. Si estamos observando una corrida de toros, es muy diferente la experiencia de estar “en las gradas” a estar "en el ruedo". El evento ocurre muy diferente para el torero que para el espectador; mientras uno se juega la vida frente a un animal de 400 kgs., el otro observa, juzga y califica el desempeño del torero. El coaching acelera que vivamos la experiencia a nivel del ruedo.

¿Cómo saber si lo necesito o no?

Para saber si lo necesitamos, debemos plantearnos que los resultados de tomarlo, dependen en un gran porcentaje de nuestra elección de recibirlo: estar abiertos a analizar lo que pensamos y sentimos, observar nuestra trayectoria de vida, cuando somos luz y cuando somos sombra; tener la humildad de reconocer, admitir y aceptar nuestro propio potencial y limitaciones, son algunas de los planteamientos que potencializarán la elección de acudir al coaching.

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Si hemos tomado la elección de recibirlo, debemos captar también que no necesariamente requerimos de un profesional formado en esa área. Lo que debemos buscar es alguien con el suficiente testimonio de vida, que nos permita establecer un diálogo para descubrir nuestra relación entre lo que consideramos verdad y subjetividad en los momentos de emprender acciones.

A este momento de “captar nuestra verdad” se le conoce como parresía (decirlo todo), es decir, la posibilidad de hablar franco en un momento de confesión profunda. Para Foucault es definida “como la posibilidad de ser sinceros con alguien que ocupa una posición de poder respecto de nosotros”. (La ética del pensamiento. Para una crítica de lo que somos, Foucault, Michael, Edición de Jorge Álvarez Yágüez, Biblioteca Nueva, 2015). Foucault agrega que la constitución de sí mismo, implica la atención dirigida hacia nuestros propios pensamientos, a lo que uno es capaz de realizar, el grado de dependencia para llevar a cabo ciertas cosas, hacia los progresos que debe y que quedan por hacer; cosas en suma que no se enseñan, ni se aprenden, sino que son frutos de ejercicios que se elaboran sobre uno mismo, es decir “el coraje por encontrar la verdad de uno”. De tal forma que en el proceso de elegir un coach, debemos garantizarnos que dicha figura nos permitirá:

1. Explorar las conclusiones que se generan cuando empezamos a escuchar nuestra propia voz interna en cualquier circunstancia “sin juicio”. 2. Analizar qué se requiere para que los demás “escuchen” quiénes somos. ¿Qué se requiere para traerle congruencia a eso que pienso, siento y soy? 3. Conversar con el coach al respecto de quién soy cuando causo resultados, y lo que se requiere traer a la existencia que dependa de mí solamente.

A manera de resumen, los siguientes puntos nos ayudan a valorar personalmente si necesitamos coaching, y nos invitan a plantearnos si tenemos un genuino interés en:

1. Cuestionarnos la importancia de aclarar nuestros pensamientos. 2. Elegir una figura de coach que nos permita expresarnos abiertamente, y nos plantee preguntas que causen pensamiento reflexivo profundo. 3. Crear la vida que vale la pena vivir para

nosotros, con acciones específicas y medibles.

Al final elegir recibir coaching tiene que ver con lo que un director espiritual refería en el proceso de expandir nuestra mejor versión en el mundo:

“Todas las cosas terminan bien, y si no han terminado bien, es que no han terminado”.

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