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EL MUNDO DE LAS RELIGIONES MITOS Y SÍMBOLOS – Douglas Davies Después de haber oído una movida pieza de música, nos parecería muy extraño que alguien nos preguntara si la música era verdadera o falsa. La música, podríamos replicar, no es ni verdadera ni falsa. Hacer esa pregunta está fuera de lugar. La mayor parte de la gente sabe que la música puede, llegado el caso, hablarle sin palabras. De hecho, algunas de las grandes sinfonías nos pueden afectar más profundamente que una lluvia de palabras, mientras obras corales como el Mesías de Händel pueden producir un efecto mayor que el de cualquier texto. Lo que sucede con la música, sucede también con las personas. No es posible decir qué significa una persona para nosotros afirmando simplemente que es nuestro marido o nuestra esposa, porque las relaciones humanas esconden siempre niveles inexpresados de intuiciones, sentimientos y emociones. La cuestión del “sentido” o significado ha de verse siempre relacionada con estas dimensiones, así como con otras más evidentemente tangibles. MITOS Los mitos asumen muchas formas según la cultura en que se encuentran, pero su función es siempre ilustrar instancias y valores vitales para la existencia de una sociedad determinada. Con frecuencia dramatizan esos temas profundos de la vida y de la muerte, como, por ejemplo, el origen del hombre, el sentido de la vida, el tipo de comportamiento como ciudadano, marido, criatura de Dios, agricultor, etc. Los mitos no son teorías científicas o sociológicas sobre estos temas, sino el resultado de la reflexión de una nación o de un grupo sobre esas grandes cuestiones. Su función no consiste simplemente en proporcionar una teoría de la vida, que se puede aceptar o rechazar a voluntad; sirven para provocar una respuesta en el hombre. Podríamos hablar de los mitos como de puentes entre el intelecto y la emoción, entre la mente y el corazón, y en esto son como la música. Ambos expresan una idea y obligan a una respuesta por nuestra parte. A veces, los mitos pueden formar una extensa serie en la que se entremezclan unos con otros, acompasando muchos aspectos de la vida, como se ha demostrado en el caso del pueblo dogon del río Niger, en Africa occidental. Por otra parte, pueden servir también para explicar problemas parciales como el odio entre hombre y serpiente, o para explicar la forma particular de una montaña. Un problema para nuestra comprensión de los mitos radica en el hecho de que las religiones occidentales – judaísmo, cristianismo e islam- están muy relacionadas con la historia. Tienen fundadores y ven su historia como una acción personal de Dios. Este fuerte acento de acontecimientos reales difiere del modo oriental de enfocar la religión,
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modo que acentúa la conciencia individual. Hinduismo y budismo poseen enfoques diferentes de la historia, y por mismo de la ciencia. En occidente, el estudio de los hechos en la ciencia es semejante al estudio de los hechos en la historia, pero ambos difieren del estudio de la experiencia religiosa en el presente. En occidente, historia y ciencia han llagado a funcionar como un marco de referencia dentro del cual las experiencias religiosas se encuentran y se interpretan; y como consecuencia, los mitos han sido despojados de su poder de evocar respuestas humanas a las ideas religiosas. El eminente historiador de la religión Mircea Eliade ha tratado de restaurar esta pérdida del sentido de lo sagrado en el hombre occidental, ayudándole a comprender la verdadera naturaleza de los mitos. El hombre occidental secularizado ha perdido el sentido de lo sacro y trata de compensarlo, tal como lo ve Eliade, por medio de la ciencia ficción, de la literatura y de los filmes sobre otros mundos. Naturalmente, se puede mantener un firme sentido de la historia y de la ciencia sin tratar de destruir la apreciación mítica de las ideas y de las creencias. SÍMBOLOS Los símbolos religiosos ayudan a los creyentes a entender su fe en profundidad. Como los mitos, sirven para unir el intelecto y las emociones y empreñarlos a seguir fielmente las directrices de su credo. Los símbolos integran también las dimensiones sociales y personales de la religión, habilitando al individuo para condividir ciertas creencias comúnmente admitidas y expresadas por los símbolos y dándole a la vez la libertad de una interpretación personal de las mismas. Vivimos el conjunto de nuestra vida en un mundo de símbolos. Las muecas y sonrisas diarias, el apretón de manos y los saludos, así como los grandes coches o las casas lujosas, símbolos de un status social, transmiten todos estos mensajes sobre nosotros a los demás. Para aclarar el significado de los símbolos, es conveniente distinguir entre “símbolo” y “signo”. Los signos son en cierta medida arbitrarios, y así la palabra “mesa”, que significa un mueble con una superficie plana apoyada en patas, podría sustituirse fácilmente con otro sonido. Así los alemanes la llaman “Tisch” y los galeses “bwrdd”. Un símbolo, por el contrario, está más íntimamente relacionado con lo que significa. Participa en aquello que simboliza y no es fácilmente sustituible por otro símbolo, ni puede explicarse con palabras y conservar la misma fuerza. Un beso, por ejemplo, es un símbolo del afecto y del amor; no sólo significa estos sentimientos en una forma abstracta, sino que los demuestra de hecho de manera tangible. En este sentido, un símbolo puede ser como un pensamiento en acción.
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Los símbolos religiosos participan de estas características generales, pero son con frecuencia mucho más eficaces, porque contienen y expresan los valores y las relaciones más sublimes de la vida. La cruz de Cristo, los libros sagrados de los musulmanes y de los sikhs, la vaca sagrada de los hindúes o el silencioso Buda sentado inspiran la lealtad de millones de hombres y mujeres religiosos. Si tales símbolos son atacados o profanados, los creyentes reaccionarán intensamente, lo que nos demuestra cuán profundamente están enraizados los símbolos en su vida emocional. La fuerza de los símbolos estriba en su capacidad para unir a todos los creyentes en una comunidad. Ofrecen un punto focal de fe y de acción, al mismo tiempo que hacen posible un cierto grado de comprensión personal que los extraños quizás no pueden compartir. En muchas sociedades primitivas, el aspecto compartido del símbolo es importante como principio unificador de la vida. La sangre, por ejemplo, puede simbolizar la vida, la fuerza, la fraternidad, o la familia y el grupo mismo de parentesco. En el cristianismo expresa la vida sacrificada en la muerte, el amor sacrificial del mismo Cristo que murió por el pecado de los hombres. Probablemente el color rojo sirva con tanta facilidad como símbolo de peligro por su profunda asociación biológica con la vida y la muerte. Los símbolos sirven como estímulo de compromiso en el campo religioso. Contienen las enseñanzas y las expresan de un modo tangible. Así, los sacramentos del bautismo y de la cena del Señor en el cristianismo llevan al creyente a una relación práctica con las ideas, por otra parte abstractas, del arrepentimiento y del perdón. El hombre apenas puede vivir sin símbolos, porque necesita siempre algo que motive su vida; como si las ideas abstractas necesitaran recalar en símbolos antes de que el hombre se sintiera movido a actuar según ellas. Cuando se intenta transformar los símbolos en simples afirmaciones de la verdad, se puede evaporar fácilmente su carga vital y emotiva. En Bali, los mitos y las leyendas del hinduismo son representados cada año en danzas dramáticas. Aquí, Hanuman, el dios-mono, ha venido en ayuda del príncipe Rama para rescatar a su mujer de Rävana, el rey demonio. Detrás está Barong, un dragón amigo.
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LAS RELIGIONES ANTIGUAS El país de los aztecas y de los incas: América antes de Colón La cuna de la civilización: El Antiguo Medio Oriente El antiguo Egipto: El país del rey-sacerdote Los templos egipcios: centros de poder Los dioses del antiguo Egipto La batalla cósmica: El zoroastrismo El mitraísmo:El culto al toro Las antiguas religiones de Grecia y Roma Los dioses de Gracia y de Roma Conocimiento secreto: los gnósticos Los mandeos: supervivientes gnósticos Fe de la luz y de las tinieblas: los maniqueos Los antiguos dioses: religiones del norte de Europa Los dioses escandinavos Los nómadas de las estepas LOS MANDEOS: GNÓSTICOS SUPERVIVIENTES - Edwin Yamauchi Los 15.000 o más mandeos que viven en Irak meridional e Irán son los únicos supervivientes del antiguo gnosticismo. Sus textos, escritos en un dialecto del grupo aramaico oriental, llamado mandaico, son una fuente importante para conocer las enseñanzas gnósticas. Los textos más antiguos son amuletos de plomo del siglo III d.C., seguidos de compas mágicas del 600 d.C. aproximadamente. Los manuscritos religiosos importantes no son anteriores al siglo XVI, incluso la mayor parte pertenecen a los siglos XVIII y XIX. Conocimiento de la vida La obra más importante, el Ginza, habla de la creación del universo y del destino del alma después de la muerte. El libro de Juan revela que los mandeos veneran a Juan Bautista y consideran a Jesús como un falso profeta. El HaranGawaita contiene un relato legendario de su presunta migración desde Palestina. En su visión dualística del mundo, es Ptahil quien crea el mundo con la ayuda del malvado espíritu Ruha. “Mancha d’Haije”, “Gnosis – conocimiento – de la vida”, se revela a sí mismo al hombre como una encarnación de los tres espíritus celestiales –utras-. Al morir, el alma de los mandeos deja atrás su fétido cuerpo y asciende al mundo de la luz.
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Los mandeos practican ritos muy complicados. El masbuta es un rito bautismal de purificación de efectos mágicos. En el momento de la muerte, se celebra un banquete sacramental – masiqta- para asistir al alma en su viaje al mundo de la luz. Los mandeos tienen un elevado código ético, con un acento especial en el matrimonio y los hijos, cosa casi única entre los gnósticos. Muchos estudiosos han hablado de un origen precristiano de los mandeos en Palestina. Las pruebas objetivas, sin embargo, no demuestran que existiera el mandeismo antes del siglo II d.C. LAS RELIGIONES PRIMITIVAS El mundo de los espíritus Religiones primitivas del mundo de hoy
Nuevos mitos: los “Cargo Cults”
Glosario de palabras maoríes La epopeya luba Cristianismo y religiones primitivas
Ejemplo 1: Asia Ejemplo 2: Corea Ejemplo 3: Oceanía Ejemplo 4: Melanesia Ejemplo 5: Los foe de Papúa Nueva Guinea Ejemplo 6: Los aborígenes australianos Ejemplo 7: Los maoríes Ejemplo 8: Madagascar Ejemplo 9: Religiones africanas Ejemplo 10: Los zulúes Ejemplo 11: Los indios norteaméricanos Ejemplo 12: Los Andes
“Los muertos no se fueron para siempre:están en la sombra espesa. Los muertos no están bajo la tierra: están en el árbol que susurra. Están en la madera que cruje, están en el agua que corre, Están en la choza, están en la multitud, Los muertos no están muertos. Los muertos no se fueron para siempre: están en el pecho de las mujeres, Están en el niño que se lamenta y en el rescoldo que ilumina. Los muertos no están debajo de la tierra: están en el fuego que se está apagando, Están en la hierba que llora, Están en las rocas que gimen Están en la selva, Están en la casa. Los muertos no están muertos. Tomado de Cantos y sombra y de Hostias Negras, de Leopold Senghor
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LAS RELIGIONES ORIENTALES VIVAS La enseñanza eterna: el hinduismo Raíces: el desarrollo de la religión hindú El hinduismo fuera de la India Hombres y movimientos Aproximaciones a la verdad: los grandes intérpretes Los dioses hindúes Conceptos del hinduismo Karma y Dharma: la ética hindú Culto y fiestas hindúes Las fiestas del hinduismo? ¿Huir de la vida? La religión de los gurus: la fe sikh El templo dorado Respeto hacia toda vida: el jainismo Coraje y fe: los parsis El iluminado: el budismo El buda Gautama en su ambiente Buda ¿Fue simplemente un buen hindú? Los países budistas La enseñanza de Buda De la memoria a lo escrito Una meta, muchos caminos Las grandes corrientes del budismo El atractivo del budismo en occidente Cao Dai y Hoa Hao Sabios e inmortales: religiones chinas El culto de los antepasados Un tapiz de tradiciones: religiones japonesas Unidad y paz: la fe baha’i Persecución de los baha’i0 EL BUDA GUATAMA EN SU AMABIENTE - Richard H. Drummond Siddhärita Gautama, que después se llamó el Buda – el “iluminado” – y que fue el fundador de la religión budista, nació hacia el 560 a. C., y murió a la edad de 80 años. Vivió en el nordeste de la India, en un tiempo en que aquella región era uno de los centros de actividad espiritual e intelectual más grandes del mundo.
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Su nacimiento coincidió con el final de un largo período de desarrollo de la tradición religiosa hindú. Mil años antes, las tribus arias habían penetrado por primera vez en la India desde el noroeste, y su poder militar y político, sus prácticas religiosas y otras costumbres acabaron por imponerse poco a poco en todo el subcontinente. La literatura religiosa de los Vedas hacía mucho tiempo que había sido compuesta y la mayor parte de las Upanisads existían ya por este tiempo. En el interior de esta larga tradición religiosa el budismo apareció como una especie de movimiento de reforma, que fue aceptado solamente en parte, y al final más o menos rechazado, tanto que a partir del final del primer milenio d.C. es cuando ha visto su mayor difusión sobre todo fuera de su patria. Gautama era hijo del rajá de Kapilavastu y fue educado como un príncipe. Se casó muy joven y tuvo un hijo. Cuando tenía 28 años, sin embargo, un impulso interior le indujo a abandonar su aparentemente espléndida existencia y a abrazar la vida errante de un santón. Su decisión fue evidentemente el resultado de una aspiración largamente cultivada hacia cosas superiores y en armonía también con la orientación religiosa más bien interior de los Upanisads y con la aparición dentro de la India, de un estilo de vida errante como un método adecuado para quienes buscaban con ansia la verdad y la realidad espiritual. Gautama fue instruido por maestros religiosos, pero al parecer la mayor parte de los seis o siete años siguientes al abandono de su casa los dedicó a ejercicios religiosos sin ayuda de nadie. Estos ejercicios se fueron haciendo cada vez más severos y ascéticos, hasta el punto de caérsele el pelo por el ayuno. El punto de partida clave, anterior a su iluminación, fue el haber constatado la inutilidad moral y espiritual de un ascetismo exagerado y la adopción de métodos más moderados de meditación y de fe. Este fue el contexto específico de su iluminación, la experiencia religiosa que fue decisiva para el resto de su vida. Buda comenzó a enseñar poco después de su experiencia de la iluminación y pronto ganó discípulos que le siguieron en su vida errante y en su actividad misionera. Su enseñanza, como la de sus discípulos, iba también dirigida a los hombres y mujeres ordinarios, que no querían abrazar la vida monástica. El estilo de vida de su grupo más restringido se caracteriza como meditativo, mendicante y misionero. Eran, en efecto, una orden misionera, y el sentido de la misión universal que él propuso no tenía paralelo en la historia precedente de la India. Viajando con sus discípulos a través de la cuenca del Ganges, dedicó el resto de sus días a proclamar la verdad liberadora: El dharma y el nirvana.
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LA ENSEÑANZA DE BUDA – Richard H. Drummond Karma
Rencarnación
Liberación del karma
Las “cuatro nobles verdades”
La noble senda de los ocho pasos
La ley del karma, o de la causa y efecto, rige tanto en las dimensiones morales como en las físicas de la vida humana. El hombre es esclavo del ciclo de los resultados de sus buenas o malas acciones. Por medio de la rencarnación o de un nuevo nacimiento los seres humanos cosechan las buenas o malas consecuencias de sus obras. La calidad de sus obras, de sus pensamientos y palabras en vidas precedentes determina las circunstancias de su rencarnación. Por medio de una adecuada comprensión de la situación humana – su aprisionamiento en el proceso del karma- y por la obediencia a las justas condiciones es posible trascender la situación humana. Ello no equivale a abolir el karma, sino a una liberación de su tenaza interior y a una reorientación de la vida. Comienza entonces un nuevo proceso por el que puede crearse el llamado “buen karma” y sus buenes fectos se experimentan en sí mismos y en otros. La experiencia de Buda ha quedado resumida en las “cuatro nobles verdades”: La primera dice que la experiencia humana universal del dolor mental, emocional y físico es efecto del karma pasado. La segunda, que la causa de tal sufrimiento es el deseo o la búsqueda de cosas malas o de cosas buenas queridas de modo equivocado. El problema humano fundamental está en un sentido desviante de los valores, que asigna a las cosas o a las personas del mundo, un valor que ellas no tienen. Nada en el mundo material es digno de una reverencia última, ni de ser tomado como fundamento último del que depender. La tercera, que es posible el cese del sufrimiento, Gautama proclamó que el dilema humano universal puede resolverse. La cuarta es llamada también la “noble senda de los ocho pasos” Conocimiento recto Actitud recta Palabra recta Acción recta Vida recta – u ocupación – Esfuerzo recto Pensamiento recto
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Nirvana
Dharma
Concentración recta de espíritu
Los ocho indicadores de la senda se pueden clasificar en tres títulos: Los dos primeros bajo el título de sabiduría o comprensión. Los tres siguientes bajo el de la conducta ética; Los tres últimos bajo el de la disciplina mental. El fin de la vida es el nirvana, que no es una aniquilación del yo – herejía budista -. El nirvana, por el contrario, es una nueva forma de conciencia humana, y también una realidad independiente con dinamismo propio; es radicalmente distinto del mundo material: el reino eterno, la seguridad completa, el verdadero refugio. El Dharma es el camino a la meta del nirvana, el dinamismo, “cuasipersonal” que da fuerza y calidad interiores a la vida. Buda habló del dharma como de algo hermoso y amable y enseñó que la esencia de la vida religiosa consiste “en la amistad, en la asociación en la intimidad con todo lo que es hermoso y amable”. La amistad con la belleza es la primera condición tanto para comenzar como para proseguir por la “noble senda de los ocho pasos”.
“El tao que puede expresarse no es el tao eterno; el nombre que puede definirse no es el nombre inmutable. La no-existencia es llamada el antecedente del cielo y de la tierra; la existencia es la madre de todas las cosas” Versos iniciales del Tao Te Ching de Lao-tse.
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LA GENTE DEL LIBRO El pueblo escogido: el judaísmo Las fiestas del judaísmo La alianza Historia de una nación Difusión de los judíos en el mundo Moisés Esdras El Dios que habla Torá y Misná Ramas del judaísmo Theodor Herzl Evolución del judaísmo La influencia del judaísmo La vida en una familia judía El camino del profeta El mundo musulmán Mahoma El Corán El culto del islam Las fiestas del islam La ley del islam Un día en la vida de una familia musulmana Ciencia, arte y cultura en el islam Unidad y variedad en el islam Las principales corrientes del islam El futuro del islam EL PUEBLO ELEGIDO: EL JUDAÍSMO C.David Harley “Al principio creó Dios el cielo y la tierra. La tierra era un caos informe; sobre la faz del abismo, la tiniebla. Y el aliento de Dios se cernia sobre la faz de las aguas. Dijo Dios: - que exista la luz. Y la luz existió. Vio Dios que la luz era buena; y separó Dios la luz de la tiniebla y llamó Dios a la luz “día” y a la tiniebla “noche”. Pasó una tarde, pasó una mañana: el día primero.” (Palabras iníciales de la biblia: Gn 1, 1-5). Dios se elige un pueblo: Gn 12, 1-3 “El Señor dijo a Abrahán: -sal de tu tierra nativa y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré. Haré de ti un gran pueblo, te bendeciré, haré famoso tu nombre y servirá de bendición. Bendeciré a los que te bendigan, maldeciré a los que te maldigan. Con tu nombre se bendecirán todas las familias del mundo”.
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Los diez mandamientos: Ex 20, 1 – 17 “Dios ha pronunciado las siguientes palabras: “Yo soy el Señor, tu Dios, que te saqué de Egipto, de la esclavitud. No tendrás otros dioses rivales míos. No te harás ídolos, figura alguna de lo que hay arriba en el cielo, abajo en la tierra o en el agua bajo tierra. No te postrarás ante ellos, ni les darás culto; porque yo, el Señor, tu Dios, soy un Dios celoso: castigo la culpa de los padres en los hijos, nietos y bisnietos cuando me aborrecen; pero actúo con lealtad por mil generaciones cuando me aman y guardan mis preceptos, no pronunciarás el nombre del Señor, tu Dios, en falso. Porque no dejará el Señor impune a quien pronuncie su nombre en falso. Fíjate en el sábado para santificarlo. Durante seis días trabaja y haz tus tareas, pero el día séptimo es un día de descanso dedicado al Señor, tu Dios: no harás trabajo alguno, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ti tu esclavo, ni tu esclava, ni tu ganado, ni el emigrante que viva en tus ciudades. Porque en seis días hizo el Señor el cielo, la tierra y el mar y lo que ha Y en ellos, y el séptimo descansó: por eso bendijo el Señor el sábado y lo santifico. Honra a tu padre y a tu madre; así prolongarás tu vida en la tierra que el Señor, tu Dios, te va a dar. No matarás. No cometerás adulterio. No robarás. No darás falso testimonio contra tu prójimo. No codiciaras los bienes de tu prójimo; no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea de él”“. El “Sema” Dt 6,4-9 “Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios es solamente uno. Amarás al Señor, tu Dios, con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Las palabras que hoy te digo quedarán en tu memoria, se las inculcarás a tus hijos y hablarás de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado; las ataras a tu muñeca como un signo, serán en tu frente una señal; las escribirás en las jambas de tu casa y en tus portales”. Salmo 122 “¡Qué alegría cuando me dijeron: ‘vamos a la casa del Señor’ Ya están pisando nuestro pies tus umbrales, Jerusalén: Jerusalén está construida como ciudad bien trazada. Allá suben las tribus, las tribus del Señor, según la costumbre de Israel, a celebrar el nombre del Señor. En ella están los tribunales de justicia, en el palacio de David. Desead la paz a Jerusalén: ´los que te quieren vivan tranquilos, haya paz dentro de tus muros, tranquilidad en tus palacios’. En nombre de mis hermanos y compañeros, te saludo con la paz; por la casa del Señor, nuestro Dios, te deseo todo bien”. Salmo 137, 1-6 “Junto a los canales de Babilonia nos sentamos y lloramos con nostalgia de Sión; en los sauces de sus orillas colgábamos nuestras cítaras. Allí los que nos deportaron nos invitaban a cantar, nuestros opresores a divertirlos: <cantadnos un cantar de Sion>. ¡Cómo cantar un cántico del Señor en tierra extranjera! Si me olvido de ti, Jerusalén, que
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se me paralice la mano derecha, que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti, si no pongo a Jerusalén en la cumbre de mis alegrías”. TORÁ Y MISNÁ: Robert Banks El mensaje específico del judaísmo es que Dios se revela a su pueblo, y el término más común para designar la revelación de Dios y las sagradas escrituras es Torá. El término Torá fue también el término más importante para designar la ley contenida en las escrituras judías, y la codificación más primitiva de las principales interpretaciones de la ley quedó fraguada en la Misná. Instrucción divina El primer significado del término Torá es el de “instrucción divina”, y su propósito fundamental fue guiar de manera práctica al pueblo de Dios en su vida diaria. Así quedó expresado con claridad por vez primera en las instrucciones contenidas en la alianza del Sinaí, instrucciones que tienen más el carácter de una revelación profética de la voluntad de Dios que de un código legal. Se basan en la evidencia histórica de Dios, en la elección y promesas a Abrahán, en la liberación de sus descendientes y en la alianza estipulada con ellos. Las instrucciones presentan también el carácter tanto de un don como de una obligación, ya que revelan al pueblo cómo ha de responder a las acciones de Dios a favor de todos ellos, lo que les vincula también al peligro de un juicio en caso de desobediencia. Las instrucciones dadas en el Sinaí, fruto de una situación histórica concreta, fueron reinterpretadas posteriormente (Dt 12). Ampliadas (Dt 20) y cristalizadas (Dt 6) frente a nuevas situaciones. Consisten principalmente en un elenco de prohibiciones fundamentales que marcan los límites extremos dentro de los cuales se ha de vivir la propia vida, y en un número más bien discreto de reglas específicas, que dejan no obstante amplias zonas de la vida a la propia discreción, como las relaciones personales y sociales. Las responsabilidades civiles y políticas, el culto individual y familiar. Pero la ley se ocupa tanto de las actitudes internas como de las actividades externas, pues Dios quiere ver a todo el hombre y a toda la vida de Israel conformada a sus deseos. La ley escrita En la historia de Israel se comenzó muy pronto a poner por escrito la ley, exactamente al acabar el tiempo del éxodo de Egipto. Pero una redacción completa y ordenada de su contenido tuvo lugar más tarde por obra de los sacerdotes. Sus escritos muestran un creciente interés en extender la ley a nuevos sectores y en subrayar los preceptos rituales, pero sin descuidar el carácter esencialmente no legalista y fundamentalmente moral de la ley. Los escritos de los profetas continúan la revelación de la Torá. Apelan constantemente a los inicios históricos de Israel, pero insisten a la vez en algunos principios morales fundamentales. Confirman la centralidad de la ley mosaica, pero son sobre todo exigencias básicas como la “santidad”y la “justicia”las que constituyen realmente el meollo de su mensaje, y de hecho son presentadas como Torá junto con la ley mosaica.
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Los consejos morales y prudenciales más generales de la literatura sapiencial son considerados también como Torá. Estos escritos no contienen ninguna referencia específica a la ley mosaica o a la alianza con Israel, pero indudablemente forman la base de sus enseñanzas. Se usa también Torà para describir la enseñanza de los sacerdotes, de los profetas y de los sabios, y este uso más amplio es un paso significativo en el camino hacia su ulterior aplicación al conjunto de la escritura. En los escritos del período pos bíblico, su aceptación variará aún más, los escritos apócrifos hebreos comienzan a hablar de la ley mosaica en términos más históricos. Los libros apocalípticos hablan de ella como de una realidad eterna que existía antes de que Dios eligiera a Israel e hiciera su alianza con él. En la literatura sapiencial de este período, la ley mosaica se menciona con más frecuencia e incluso se la identifica de modo general con la “Sabiduría”. Estos escritos subrayan las reglas rituales exclusivas de los judíos, y al mismo tiempo comienzan a introducirse los ideales éticos griegos. De este modo se hace camino una corriente más legalista o más humanista en la interpretación judía de la ley. En los rollos del Mar Muerto se pueden apreciar las mismas características, pero se sigue insistiendo aún fuertemente en la gracia de Dios como base de la ley, en la necesidad tanto de la obediencia interna como externa y en unas responsabilidades éticas y sociales más amplias. La enseñanza de los fariseos es similar, si bien dentro de ella se insiste más en los logros humanos y en el desarrollo de una ley oral más amplia con igual autoridad que la Torà escrita. Este desarrollo permitió a los fariseos adaptarse a las necesidades de su tiempo de una manera más eficaz que otros partidos judíos, como el de los conservadores saduceos. El estudio de la ley Por este tiempo, todas las partes de las escrituras judías recibieron el nombre colectivo de Torà, en reconocimiento de que todas ellas están llenas de instrucciones de Dios a su pueblo; pero el Pentateuco sigue teniendo el lugar preminente. Y por este tiempo también se hicieron las primeras colecciones de la Torà oral. Esta codificación la Misnà, recogió las principales opiniones de escribas y rabinos en materia de leyes. Fue ella el fruto de cuatro siglos de interpretación de la Torà y se caracterizo principalmente por la enseñanza de una de las escuelas del fariseísmo, la de Hillel. El compilador de Misnà fue rabí Judá el santo. Contiene 63 tratados, subdivididos en seis grupos principales: leyes sobre agricultura, fiestas estatutarias, el lugar de las mujeres, la propiedad y los asuntos legales, el templo y su equipamiento, y la impureza. A los ojos judíos, el Talmud es segundo en autoridad después de las escrituras. Su contenido muestra la preponderancia de la ley dentro del judaísmo pos bíblico y es un índice bien claro de su creciente legalismo.
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El Talmud está compuesto por la Misna y por un comentario a la misma, la Guemarà, obra de los rabinos que se sucedieron a lo largo de los cinco o seis siglos siguientes. La edición oficial actual del Talmud consta de 19 volúmenes y contiene, además de la Misnà y de la Guemarà, otros comentarios rabínicos posteriores sobre ambas. En estas condiciones, el Talmud resultaba una fuente poco manejable en la vida diaria, sobre todo porque era más un archivo de discusiones que una colección de normas. Por eso rabí Joseph Karo compiló en el siglo XVI un volumen titulado Shulhan aruch (mesa puesta), que en cuatro secciones claras y simples traza las líneas básicas de la vida diaria judía. Para el judío actual, el Talmud es una obra docta y el Shulhan aruch la fuente popular de un estilo de vida judío de acuerdo con la voluntad de Dios. MOISÉS: Geoffrey Cowling Moisés en la figura central del judaísmo rabínico. Según esa tradición, él es el fundador y el legislador, el primero y el más grande de todos los profetas. Por medio de él vino la instrucción, laTorá, para todo Israel, para el pueblo judío, y las leyes obligan solamente en cuanto son halakat Moshe mi-Sinai, una “regla mosaica de conducta que viene del Sinaí”. No solo la Torá escrita es obra de Moisés, sino que también la ley oral le fue dada en el Sinaí y transmitida oralmente hasta ser consignada por escrito en Misná, en la Tosefta y en las Baraitot, colecciones todas ellas de las tradiciones y de las discusiones de los rabinos, que tratan de determinar lo que es la halaká o regla de conducta. Ninguna noticia extra bíblica añade nada históricamente importante a la figura de Moisés. La biblia le describe como nacido en Egipto entre los esclavos exiliados pertenecientes a la tribu de Levi. Educado en la corte egipcia, encontró a Dios en el desierto y se convirtió en caudillo de los “hijos de Israel”. Las diez plagas milagrosas le permitieron conducir al pueblo fuera de Egipto, y otros milagros les protegieron a él y a su pueblo de la persecución egipcia y los sostuvieron en el desierto. En el monte Sinaí, Dios mismo se le reveló de nuevo a Moisés, hizo una alianza con el pueblo y trazó la norma de su conducta. Moisés no entró personalmente en Canaán, la tierra que Dios había prometido a su pueblo. Se discute hoy de nuevo si Moisés existió realmente. Al margen de esta incertidumbre, una fecha que lo coloca en torno al comienzo de la edad de hierro (1200 a. C.) es la más probable. ESDRAS: Geoffrey Cowling Dentro del judaísmo rabínico, sólo Esdras puede compararse con Moisés “Si Moisés no se le hubiera adelantado, Esdras habría recibido Torá” (Tosefta sanedrín, 4,7).tradiciones vinculantes que no se remontan a Moisés se atribuyen a Esdras. La biblia parece sugerir que Esdras, sacerdote y escriba procedente de Babilonia, fue un agente del gobierno persa para el establecimiento de la Torá como ley nacional para los
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hebreos en Judea y en Siria. O quizás fue contemporáneo de Nehemías a mediados del siglo V a. C., o incluso vivió un siglo más tarde. Su labor y su función exacta no están del todo claras ya que no parece habérsele atribuido ninguna autoridad política. Se le presenta como un rigorista en lo que respecta a genealogía, pues pretendía que todas las mujeres “extranjeras” fueran despedidas. Algunos escritos posesílicos, como el Eclesiástico y 1 Macabeos, lo ignoran. En la tradición rabínica Esdras es visto como el fundador y primer jefe de la legendaria “Gran Sinagoga” – una especie de pre-sanedrín-, que se supone duró hasta el tiempo de Simón el Justo. Esdras fue importante también para otros grupos del judaísmo, además depara los círculos rabínicos. En 4 Esdras, un libro apócrifo escrito probablemente hacia el 100 d.C., y cuyo texto sólo se encuentra en latín, Esdras encuentra la Torá quemada y, bajo inspiración divina, dicta 94 libros, 24 del Antiguo Testamento y 70 libros secretos, incluyendo sin duda a 4 Esdras. LOS MUSULMANES El camino del profeta - William Montgomery Watt El islam nació en La Meca hacia el 610 d.C. la religión de los árabes en aquel tiempo era una forma de la vieja religión semita, con santuarios dedicados a varias divinidades, esparcidos por muchos lugares. Parece que existía también una fe difusa en un dios supremo, Alá. Los demás dioses eran considerados a veces como ángeles, y se podía acudir a ellos para que intercedieran ante el dios supremo a favor de los que les imploraban. La mayor parte de los árabes eran miembros de tribus nómadas y creían más en la habilidad humana que en algunos poderes divinos. Pensaban que lo que les sucedía estaba determinado por el Hado o el Tiempo, que según ellos no era un ser al que había que dar culto, sino “el curso de los acontecimientos”. Algunas tribus o partes de tribus se habían hecho cristianas, y en Medina y en otros lugares de Arabia occidental vivían también comunidades judías, por lo que ciertas ideas judías y cristianas llegaron a ser familiares de muchos árabes. Los mensajes de Dios El islam no comenzó entre los nómadas, sino entre los habitantes de la ciudad empeñados en actividades comerciales importantes. Hacia finales del siglo VI, los comerciantes de La Meca detentaban el monopolio del comercio entre el Océano Indico y el Mediterráneo, comercio que seguía la costa occidental de Arabia a grupa de camellos. La Meca tenía un santuario, la Ka’ba, que era un antiguo centro de peregrinación rodeado de una zona sagrada. Todo esto facilitó el desarrollo del comercio, pero la riqueza que revertía sobre La Meca produjo tensiones sociales especialmente entre los más jóvenes.
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Mahoma – ver artículo especial – nació en La Meca en torno al 570 d.C. hacia el 610 d. C., comenzó a creer que Dios le comunicaba mensajes que debía transmitir a sus conciudadanos. Estos mensajes o revelaciones fueron recogidos posteriormente y su conjunto constituye el Corán. En ellos se afirma que Dios es uno – Alá – y que es misericordioso y todo poderoso, el que controla el curso de los acontecimientos. En el último día juzgará a los hombres según sus actos y los destinará al paraíso o al infierno. Algo que se espera de los hombres es un uso generoso de la riqueza. En las revelaciones se habla a veces de Mahoma como de un simple encargado de anunciar los castigos del Dios para los pecadores, y otras veces como de un profeta o mensajero de Dios. Mahoma crecía sinceramente que estas revelaciones no eran invención suya, sino la palabra real de Dios, transmitida a él por medio de un ángel, y esto es lo que siguen creyendo hoy los musulmanes. Mahoma consiguió un cierto número de seguidores, que se encontraban frecuentemente con él y se le unían en el culto a Dios. Pero sus mensajes no fueron bien recibidos por todos. Los comerciantes de La Meca organizaron una fiera oposición soliviantados por las críticas a sus prácticas, según consta en el Corán. Los comerciantes hablaban de los antiguos dioses paganos, mientras que el Corán afirmaba que existe un solo Dios, que “no hay ninguna divinidad más que Dios”. A medida que crecía la oposición, los mensajes coránicos comenzaron a hablar de los primeros profetas que habían encontrado oposición, recordando cómo Dios les había salvado de ellos y a sus seguidores, mandando a la ruina a sus opositores. Entre los personajes evocados aparecían Noé y el diluvio, Lot y la destrucción de Sodoma, y Moisés huyendo del faraón. A Medina Mahoma y sus discípulos comenzaron así a ser perseguidos de varias maneras por sus enemigos, que eran con frecuencia sus propios parientes. Hasta tal punto le fue imposible continuar su actividad religiosa en La Meca que, en el año 622, precedido por nos setenta hombres y sus familias, emigró a Medina. Esta emigración, la Héjira, fue el acontecimiento que marcó el comienzo de la era islámica. Medina era un fértil oasis, pero sus habitantes estaban divididos en dos grupos hostiles. La mayoría de ellos aceptaron a Mahoma como profeta y convinieron en formar con los emigrantes de La Meca una sola comunicación o federación. Quizás se mostraban más dispuestos a escucharle, porque habían oído de los clanes judíos locales sobre la expectación de un mesías, o porque esperaban también que Mahoma les ayudara a superar sus divisiones. Fue en Medina donde la religión islámica asumió sus contornos característicos. Las principales formas rituales, según la enseñanza de Mahoma, son: el culto – u oración -, la limosna, el ayuno – durante todo el mes de ramadán- y la peregrinación a La Meca – incluidas las ceremonias en los lugares próximos -. Los mensajes revelados a Mahoma en Medina incluían también normas legales sobre materias en las que no existía costumbre árabe, como la herencia de bienes y la ilicitud del incesto.
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Los clanes judíos de Medina se federaron con Mahoma como aliados de los clanes árabes miembros, pero casi todos los judíos se negaron a aceptarlo como profeta. Ridiculizaron algunas partes del Corán y a veces se opusieron a los musulmanes, tanto que Mahoma expulsó de Medina a dos clanes judíos e hizo ejecutar a los hombres de un tercero. Hasta después de la conquista de La Meca tuvo pocos contactos con los cristianos. Al principio, Mahoma no tenía ningún poder político en Medina: era simplemente el jefe de los emigrantes de La Meca. Pero después de un año o dos, todos sus seguidores – llamados ahora musulmanes – se vieron involucrados en hostilidades con los habitantes paganos de La Meca. Hacia el 630, Mahoma se sintió lo bastante fuerte como para conquistar la ciudad. Trató generosamente a sus enemigos y convenció a la mayor parte para que se hicieran musulmanes. Muchas tribus esparcidas por Arabia se unieron a su federación y se hicieron musulmanes. Contando con estos éxitos, su autoridad como jefe del estado se hizo indiscutible. “El es Dios. No hay Dios fuera de él. El es el rey, el santísimo, el pacificador, el fiel, el omnipresente, el poderoso, el terrible, el dueño de todo. ¡Gloria a Dios por encima de lo que le asocian! El es Dios, el creador, el plasmador, el formador. Posee los nombres más hermosos. Lo que hay en los cielos yen la tierra canta su loor. El es el poderoso, el sabio”. El Corán, sura 59,23-4 Algunos de los nombres de Dios
El Misericordioso, El compasivo, El perdonador, El indulgente, El clemente, El generoso, El cariñoso, El amable.
Algunos de los 99 nombres de Dios
“Naciones y tribus del mundo, que estáis siempre en guerra, volved vuestro rostro hacia la unidad y dejad que el resplandor de su luz brille sobre vosotros” Baha ‘ Alláh. MAHOMA La vida de Mahoma está rodeada de leyendas, que lo presentan como una especie de superman y taumaturgo, cuya llamada especial por parte de Dios parecía evidente a todos. Los hechos históricos, sin embargo, nos revelan a un hombre muy sencillo, a un jefe de caravanas que había crecido en una pobreza amarga, a un padre que había perdido casi a todos sus hijos y a un comerciante moderadamente afortunado. Nos dan a conocer, sobre todo, a un hombre que percibía que Dios controla de cerca todas las cosas, que él es el principio y el fin de este mundo y que tiene en sus manos la vida de todo ser humano.
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Mahoma nació hacia el 570 d.C. en La Meca, un centro comercial y religioso próspero en el mundo árabe. Perdió bien pronto a sus padres y experimentó la miseria del huérfano, pero aprendió también lo que significa estar rodeado de una comunidad más amplia que la propia familia. Primeramente estuvo bajo el cuidado de su abuelo y después de un tío. A los 25 años guiaba las caravanas de una mujer de negocios, Jadiya, y con tanto éxito que ésta le ofreció su mano en matrimonio. Ahora era rico y, convertido en un respetado e influyente ciudadano de La Meca, parecía haber conseguido su meta. Pero Mahoma no estaba satisfecho con la seguridad material. Desde muy niño había manifestado su predilección por la soledad. Le abrumaban los problemas, la inquietud no le daba paz, hasta que cayó en una crisis profunda. Se fue apartando más y más de los negocios y de la familia, y buscó la soledad del desierto, donde tuvo lugar el acontecimiento que había de cambiar su vida e incidir en la historia del mundo. La noche del destino Mohamed Ibn Isaq, su primer biógrafo, consignó los acontecimientos de aquella noche. Mahoma se encontraba solo en la montaña Hira. “Estaba echado sin poder dormir”, recuerda sus mismas palabras, “cuando un ángel se me acercó con un escrito en la mano y me dijo: ‘lee esto’. Yo le repliqué: ‘No puedo leer’. Entonces presionó el escrito contra mí de tal manera que pensé morir. Luego me dejó y me dijo de nuevo. ‘Lee’. El ángel repitió este mandato una vez más, y yo le respondí tímidamente: ‘¿Qué he de leer?’ El ángel dijo: ‘Lee en el nombre de tu Señor, que creó al hombre y le hizo de un embrión. Lee, pues tu Señor es misericordioso como ningún otro en la tierra. El instruyó al hombre por la pluma y le enseñó lo que él no sabía”. “Me desperté de mi sueño” continúa Mahoma, “y era como si estas palabras estuvieran escritas en mi corazón. Salí de la cueva y me detuve al lado de la montaña. Entonces oí una voz que me llamaba del cielo: ‘Mahoma, tú eres el mensajero de Dios y yo soy Gabriel’. Levanté mis ojos y le vi en el horizonte. No me moví. Cuando traté de apartar la vista, todavía lo seguía viendo”. El profeta de Dios Desde entonces, Mahoma estuvo seguro de haber sido llamado para ser el profeta del único Dios. Volvió a La Meca y en las esquinas de las calles se puso a predicar la resurrección de los muertos y el juicio de Dios. “Dios os juzgará según vuestras obras”, gritaba a los comerciantes de la ciudad, invitándoles a someterse a Dios y practicar el amor hacia los pobres, los encarcelados, los esclavos y los extranjeros. Sus palabras hacían impacto en sus oyentes. Pero muchos ciudadanos de La Meca creían que estaba poseído o que era un revolucionario peligroso y comprendieron pronto que su predicación iba dirigida contra el politeísmo de la ciudad, meta de peregrinaciones y su fuente más importante de ingresos. Sintiéndose amenazados,
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comenzaron a oponérsele, se fueron haciendo cada vez más agresivos y obligaron a Mahoma y a su pequeño grupo de seguidores a vivir en un ghetto. Cuando murió su mujer y, poco después, el tío que le había protegido, Mahoma dejó La Meca. Como Abrahán había abandonado su patria para forma la nación judía, así Mahoma dejó atrás la ciudad de sus padres y de su familia y se fue a Medina, el 662 d.C., el año de su viaje o héjira, marca el comienzo del calendario islámico. Desde entonces, el islam no sólo fue una religión, sino también un poder político distinto. En Medina, la comunidad de creyentes se convirtió en un estado, con Mahoma como su cabeza religiosa y política, y tomaron forma las prácticas religiosas y sociales del islam. Mahoma esperaba que los judíos residentes en la ciudad le reconocieran como profeta de Dios, pero no fue así. Por eso expulsó y destruyó los clanes judíos y, ayudado por las tribus árabes nómadas, a las que organizó, Mahoma comenzó una serie de incursiones armadas sobre La Meca, hasta que en el 630 conquistó la ciudad con facilidad. Rodeado de sus seguidores jubilosos, a grupas de un camello se dirigió directamente al centro de peregrinación, la Ka’ba, hizo limpiar rápidamente la ciudad de todas las imágenes y símbolos de la fe pagana, se alzó sobre la silla y anunció formalmente el final de la idolatría y el comienzo de la nueva era del único Dios. No hubo resistencia, y los vencedores no condenaron a sus anteriores adversarios. La Meca siguió siendo el punto focal y el lugar de peregrinación del nuevo estado de Dios. Dos años más tarde, Mahoma encabezó de nuevo una peregrinación a la Ka’ba y delante de todo el pueblo proclamó el último mensaje de Dios: “Hoy he completado mi religión para vosotros y he cumplido la llamada que se me hizo a favor vuestro. Es mi voluntad que el islam sea vuestra religión. He terminado mi misión. Os he dejado el libro de Alá y sus claros mandamientos. Si los guardáis, nunca os irá mal” Ese mismo año, Mahoma moría. EL CORÁN - j. Christy Wilson El Corán es el libro sagrado de los musulmanes y se le considera como una revelación perfecta por parte de Dios, una reproducción fiel de un original grabado sobre una tabla existente en el cielo desde toda la eternidad. Las copias del Corán son por tanto altamente veneradas y sólo se tocan y leen por los musulmanes después de haber hecho una purificación ritual. De ordinario están cuidadosamente envueltas en seda o adornadas y colocadas en una posición elevada, por ejemplo encima de la puerta de la casa. Muchos musulmanes memorizan en árabe todo el libro, que es casi tan largo como el Nuevo Testamento cristiano. Los que lo consiguen reciben el título de hafiz. Además, los musulmanes de todo el mundo citan en árabe el primer capítulo breve del Corán una y otra vez en sus cinco oraciones diarias. Una colección de escritos
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La palabra Corán procede del verbo árabe qara’ä, “recitar”. Alude al hecho de que la mayor parte del libro recoge las palabras de Alá que Mahoma recibió la orden de proclamar. Se subdivide en 114 capítulos – suras –, dispuestos según su longitud, los más largos al principio y los más cortos al final – a excepción del primero -. No están ordenados cronológicamente o incluso por temas, sino que son una colección de versos escritos en diversos momentos de la vida de Mahoma. Todas las suras comienzan con las palabras: “En el nombre de Dios, el misericordioso, el compasivo” – excepto el número nueve, que originariamente estaba quizás unido al ocho -. Cada uno de los 114 capítulos tiene un título derivado de una palabra importante o más frecuentemente repetida en él: El principio (1), la vaca (2), Jonás (10), José(12), Abrahán (14), María (19), los ángeles (35), Mahoma (47), el divorcio (65), Noé (71), el terremoto (99), los caballos veloces (100), el elefante (105), los infieles (109) y los hombres (114).ç Las suras están divididas en versos (ayat). La palabra ayat también significa “milagro”. Cuando se le pedía a Mahoma un prodigio que autenticara su misión profética, él señalaba simplemente al Corán y a sus versos: ése era su milagro. Con su prosa arábiga rimada, el libro sagrado de los musulmanes en su lengua original tiene una gran belleza literaria y resulta especialmente atrayente. No sigue un orden cronológico, pero su contenido permite asignar muchas de sus secciones al tiempo en que Mahoma vivía en La Meca antes de la emigración del 622 a.C., o al tiempo de su permanencia en Medina. Los pasajes de Medina reflejan el cambio en el papel de profeta o predicador o jefe militar. El Corán contiene escritos diferentes. Mahoma recoge las experiencias de los primeros profetas, sobre todo del Antiguo Testamento, experiencias que con frecuencia fueron modelos de las suyas propias. Son también frecuentes las proclamaciones del juicio inminente y de los gozos sensuales del paraíso y las vividas descripciones de los sufrimientos de los condenados en el infierno. Todo el libro enseña un riguroso monoteísmo. Otras secciones proponen leyes para la comunidad musulmana y regulan las relaciones familiares y las transmisiones hereditarias. Hay pocas referencias históricas en la trigésima tercera sura se menciona la guerra entre los griegos y los persas – que tuvo lugar probablemente hacia el 614 a.C. -. Proclamado pasaje por pasaje En las primeras partes del Corán, Mahoma expresa su simpatía por los judíos y especialmente por los cristianos como “gente del libro”. Además, el Corán reconoce muchos de los escritos judíos y cristianos – el Pentateuco –taurat-, los salmos de David – zabur- y el evangelio de Jesús – injil - como revelaciones de Dios. Pero más tarde, cuando judíos y cristianos no lo aceptaron como profeta, la actitud del Corán hacia ellos cambia. Para explicar las diferencias entre la fe judía y el Corán, Mahoma acusó a los judíos de
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haber corrompido sus escrituras: “Han pervertido las palabras”, y la misma acusación hizo contra los cristianos. El ángel Gabriel habría sido el que reveló el Corán a Mahoma, que proclamó algunas de sus partes, si bien afirmó que el Corán está completo en el cielo. La sura 25,32 afirma: “Los no creyentes dicen: ¿por qué no le fue manifestado todo el Corán de una sola vez?. Lo hacemos así, presentándolo ordenadamente, para robustecer tu corazón”. Según la tradición islámica, el Corán fue escrito originariamente en hojas de palmera, en paletillas de camellos y en piedras. Después de la muerte de Mahoma en el 632 d.C., la tradición afirma que Abu Bakr, el primer califa, ordenó a Zaid, exsecretario de Mahoma, coleccionar y ordenar sus escritos. Zaid lo hizo en colaboración con otros, y finalmente, bajo el califa Utman, se pudo fijar una revisión autorizada del texto, a la vez que se ordenaba la destrucción de otras versiones existentes. Así, aunque el islam tiene muchas sectas, todos los musulmanes usan el mismo Corán, que se remonta a esta versión original – Muchos grupos afirman tener palabras auténticas de Mahoma que no están en el Corán y que reciben el nombre de tradiciones o hadif -. Dentro de Corán no faltan las modificaciones y las supresiones. Por ejemplo, Mahoma mismo ordenó primeramente a sus seguidores que oraran dirigiéndose hacia Jerusalén – sura 2,150 -. Estos cambios se explican en la sura 2,106: “Si suprimimos un verso o lo damos al olvido, lo sustituimos con uno mejor o equivalente”. Aun cuando ninguna parte de la biblia fue traducida al árabe hasta después de la muerte de Mahoma, éste tuvo acceso a las tradiciones orales judías y cristianas – si bien esto lo discuten los musulmanes -. Por ejemplo, una de sus mujeres era judía y otra era nominalmente cristiana etiópica. Ahora bien, su dependencia de tradiciones orales y su contacto con las formas heterodoxas del cristianismo explican por qué en el Corán Mahoma había entendido mal la doctrina cristiana de la Trinidad: En la sura 5,77 escribe: “Falsean su fe los que dicen: ‘verdadero Dios quizás es uno de los tres’”. Llega hasta decir: “Oh Jesús, hijo de María, ¿has dicho tú a los hombres: ‘ponedme a mí y a mi madre como dos dioses al lado de Dios’?” Mahoma creía que los cristianos daban culto a la trinidad de una familia sagrada que incluía a Dios Padre, a María la Madre y a Jesús el Hijo. Por esta razón el Corán ataca la filiación de Cristo afirmando que Dios “ni engendra ni es engendrado”. Otro malentendido, que parece haber derivado de la influencia de las doctrinas judías o cristianas heterodoxas, fue el rechazo de la crucifixión de Cristo. El Corán, en la sura 4,157, afirma: “Pretenden haber matado al mesías, Jesús, hijo de María, pero no le mataron ni le crucificaron, pues sólo tenían la ilusión… En verdad, no le mataron”. El Corán, sin embargo, enseña que Jesús nació de una virgen, obró milagros, fue el mesías, vivió una vida sin pecado, subió vivo al cielo y volverá de nuevo antes del fin del mundo.
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“Alabanza a Dios, Señor del mundo, el clemente, el misericordioso, soberano del día del juicio. Te adoramos y pedimos tu ayuda; guíanos por el recto sendero, por el sendero que recorren quienes han recibido tu gracia, por el sendero que siguen quienes han provocado tu ira o andan descarriados” La plegaria más común entre los musulmanes, de la sura 1 del Corán. “Por la estrella cuando declina. Vuestro conciudadano no es un descarriado o un alucinado. No habla por capricho: lo que dice se le ha sido revelado. Se le enseñó un poderoso de aspecto imponente” Palabras de Mahoma Corán, sura 53, 1-2.
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RELIGIÓN: ¿O EL CUMPLIMIENTO DE LA RELIGIÓN? Jesús una comunidad animada por la vida común La fe cristiana Ramas del cristianismo Las corrientes principales del cristianismo La pretensión de ser única El mundo cristiano La biblia Las fiestas del cristianismo El culto cristiano La vida cristiana Ideologías competitivas actuales Una fusión de religiones: el sincretismo El futuro del cristianismo “Dichosos los pobres en espíritu, porque el reino de los cielos les pertenece. Dichosos los que lloran, porque serán consolados. Dichosos los humildes, porque recibirán la tierra como herencia. Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Dichosos los compasivos, porque serán tratados con compasión. Dichosos los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios. Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque el reino de los cielos les pertenece. Dichosos serán ustedes cuando por mi causa la gente los insulte, los persiga y levante contra ustedes toda clase de calumnias.12 Alégrense y llénense de júbilo, porque les espera una gran recompensa en el cielo. Así también persiguieron a los profetas que los precedieron a ustedes”. Mt 5, 3-12 “Tanto amó Dios al mundo que le dio a su Hijo único para que tenga vida eterna y no perezca ninguno de los que creen en él” Jn 3,16 “Yo y el Padre somos uno” Jn 10,30 “Yo soy el pan de vida el que viene a mí no tendrá hambre jamás”. “Yo soy la luz del mundo. Quien me sigue tiene la luz de la vida y no camina nunca en tinieblas”. “Yo soy la puerta del rebaño… Quien entra por mi será salvo”. “Yo soy el buen pastor, que da la vida por las ovejas”. “Yo soy la resurrección y la vida. Quien cree en mí, aunque haya muerto vivirá, y quien vive y cree en mí no morirá jamás”. “Yo soy el camino, la verdad y la vida; nadie va al Padre sino por mí”. “Yo soy la vida y vosotros los sarmientos. Quien permanece en mí y yo en él, producirá fruto; pues sin mí no podéis hacer nada”. Grandes afirmaciones hechas por Jesús sobre sí mismo, tomadas del Evangelio de Juan.
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“Por ese cariño de Dios os exhorto, hermanos, a que ofrezcáis vuestra propia existencia como sacrificio vivo, consagrado, agradable a Dios, como vuestro culto auténtico; y no os amoldéis al mundo éste, sino idos transformando con la nueva mentalidad, para ser vosotros capaces de distinguir lo que es voluntad de Dios, lo bueno, conveniente y acabado” Palabras de Pablo en su carta a los romanos 12,1. “Si uno quiere ser de los míos y no me prefiere a su padre y a su madre, a su mujer y a sus hijos, a sus hermanos y hermanas, y hasta a sí mismo, no puede ser discípulo mío. Quien no carga con su cruz y se viene detrás de mí, no puede ser discípulo mío”. Lc 14, 26-27 “El amor es paciente, es afable; el amor no tiene envidia, no se jacta ni se engríe, no es grosero ni busca lo suyo, no se exaspera ni lleva cuentas del mal, no simpatiza con la injusticia, simpatiza con la verdad. Disculpa siempre, se fía siempre, espera siempre, aguanta siempre… Esmeraos en el amor mutuo”. Primera carta de Pablo a los Corintios 13, 4-7; 14,1. “Nos hiciste, Señor, para ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”.
TOMADO DEL LIBRO: “El mundo de las Religiones”. Colección Manuales “Nueva Imagen” Editoriales Verbo Divino y Ediciones Paulinas