(XFDULVWtD VDFUDPHQWR PHPRULDO GH OD YLGD \ OD PXHUWH GH -HV~V KDVWD TXH YHQJD -XDQ +HUQiQGH] 3LFR 6 - &HQWUR GH 5HĂ H[LyQ 7HROyJLFD 6DQ 6DOYDGRU
(O PLVWHULR R VtPEROR GH OD ,JOHVLD \ OD HXFDULVWtD HO PLVWHULR GH OD IH Mysterium Ecclesiae y Mysterium Fidei Es importante enfatizar que al estudiar la eucaristĂa no vamos a intentar aplicar de una manera deductiva, como desde el gĂŠnero a la especie, o como desde un concepto universal a una realidad particular, la antigua teologĂa de los sacramentos en general; de modo que buscĂĄramos encontrar en ella cĂłmo se realizan los rasgos mĂĄs generales del sacramento eclesial por antonomasia. MĂĄs bien la originalidad sacramental de Jesucristo y la fundamentalidad sacramental de la Iglesia funcionan a la manera de un paradigma o modelo para la sacramentalidad de la eucaristĂa. A su vez, la eucaristĂa nos va a enseĂąar de una PDQHUD VLQJXODU TXp VLJQLĂ€FDQ ORV VDFUDPHQWRV HQ OD ,JOHVLD TXH ORV FHOHEUD \ TXp VLJQLĂ€FDQ SDUD HO HQFXHQWUR FRQ -HVXFULVWR (VWR HV HQ HO IRQGR OR TXH VH TXLHUH decir con aquella cĂŠlebre frase: “La Iglesia hace la eucaristĂa, la eucaristĂa hace la Iglesiaâ€?. Es decir, la Iglesia, sacramento fundamental o sacramento-raĂz, muestra cĂłmo su autorrealizaciĂłn principal, la eucaristĂa, es totalmente sacramental. Y la eucaristĂa, sacramento o misterio de fe, muestra cĂłmo la Iglesia, en cuyo seno se realiza, es radicalmente sacramental. +HQUL GH /XEDF DĂ€UPD TXH ORV RELVSRV HQ SD] \ FRPXQLyQ PXWXD \ FRQ HO RELVSR GH 5RPD ORV VDFHUGRWHV MXQWR FRQ VX RELVSR \ ORV Ă€HOHV unidos por medio de ellos... Todos ruegan humildemente al SeĂąor‌ por su ,JOHVLD VDQWD \ FDWyOLFD /H SLGHQ TXH OD SDFLĂ€TXH OD JXDUGH OD XQLĂ€TXH \ OD ULMD HQ WRGD OD VXSHUĂ€FLH GH OD WLHUUD $Vt VH GLFH HQ HO SULQFLSLR GHO FDQRQ [romano o tridentino] de la misa, en la introducciĂłn al instante sagrado en el que la Iglesia se dispone a hacer la eucaristĂa‌ Pero‌ si la plegaria de la Iglesia es escuchada, es debido a que, a su vez, en el sentido mĂĄs estricto, la eucaristĂa hace la Iglesia‌ ‘Del costado traspasado de Cristo que dormĂa en Digitalizado por: Biblioteca "P. Florentino Idoate, S.J." Universidad Centroamericana JosĂŠ SimeĂłn CaĂąas
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OD FUX] Ă X\HURQ ORV VDFUDPHQWRV FRQ ORV FXDOHV HV FRQVWUXLGD OD ,JOHVLD¡ 'H esta suerte el cuerpo social de la Iglesia, el cuerpo de los cristianos, congregado en torno a sus pastores para la ‘manducaciĂłn del SeĂąor’, se convierte de hecho en el cuerpo mĂstico de Cristo‌ La cabeza obra la unidad del cuerpo. Y asĂ es como el P\VWHULXP Ă€GHL es tambiĂŠn el mysterium Ecclesiae por excelencia.1 Es decir, asĂ es como el misterio de la fe es tambiĂŠn misterio de solidaridad (koinonĂa). “La cabeza obra la unidad del cuerpoâ€?, esto es, Jesucristo, presente en la eucaristĂa, es “cabeza del cuerpo que es la Iglesiaâ€? (Col 1, 18). Sin embargo, la gran contradicciĂłn de la Iglesia es que la eucaristĂa —dicho catĂłlicamente—, o la Cena del SeĂąor —en lenguaje protestante (paulino)—, no es accesible a travĂŠs de las fronteras de las diversas Iglesias. Se ha vuelto signo de divisiĂłn. No hay communio in sacris, es decir no hay comuniĂłn, koinonĂa, en lo mĂĄs profundo del culto cristiano, en el partir del pan. Entonces, ÂżcĂłmo podemos ser “una especie de sacramento‌ de unidad para la humanidad (LG 1), cĂłmo podemos ser ‘ciudad construida sobre un monte’ (Mt 5, 14), imposible de permanecer oculta? ÂżQuĂŠ habrĂĄ de extraĂąo en que los pueblos, de Occidente y de Oriente, mĂĄs formados por la herencia cristiana, sean en su mayorĂa tan poco solidarios con los pueblos empobrecidos de este mundo? ‘El hecho de que en la situaciĂłn actual no sea posible por mor de (= por amor a) la verdad, que todos los cristianos nos reunamos en torno a la Ăşnica mesa del SeĂąor y participemos en la Ăşnica Cena del SeĂąor es una profunda herida en el cuerpo del SeĂąor y, en el fondo, un escĂĄndalo’â€?2. El autor de estas Ăşltimas palabras citadas, el cardenal presidente del Consejo 3RQWLĂ€FLR SDUD 3URPRFLyQ GH OD 8QLGDG GH ORV &ULVWLDQRV GLFH WDPELpQ TXH \D que tenemos un bautismo comĂşn a todos los cristianos, nos encontramos a nivel sacramental a medio camino hacia la plenitud de la unidad. Chauvet dirĂa que tambiĂŠn tenemos en comĂşn la que el Concilio Vaticano II llamĂł “la mesa de la Palabraâ€?, presente a nivel sacramental en la celebraciĂłn de toda eucaristĂa3. 3HUR QDGD GH HVR VLJQLĂ€FD TXH HVWHPRV VHQWDGRV D OD PHVD GHO PXQGR ´FRPR quien sirveâ€?, y mucho menos que estemos dispuestos a “lavar los piesâ€? de los seres humanos en mĂĄs necesidad, los de otra raza, los de otro color de piel, los
1. H. De Lubac, Meditaciones sobre la Iglesia %LOEDR 'HVFOpH SS &RQ DEXQGDQWHV FLWDV GH ORV 6DQWRV 3DGUHV \ GH ORV WHyORJRV PHGLHYDOHV /D FLWD TXH FRPLHQ]D Âł'HO FRVWDGR GH &ULVWR´ HV GH 6DQ $JXVWtQ De Civitate Dei, 1, XXII, c. 17 (PL., 41, 779). 2. W. Kasper, Sacramento de la unidad: EucaristĂa e Iglesia, Santander, Sal Terrae, 2004, p. 123. 3 / 0 &KDXYHW SĂmbolo y Sacramento. DimensiĂłn constitutiva de la existencia cristiana %DUFHORQD +HUGHU SS Digitalizado por: Biblioteca "P. Florentino Idoate, S.J." Universidad Centroamericana JosĂŠ SimeĂłn CaĂąas
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refugiados, los â&#x20AC;&#x153;medio muertosâ&#x20AC;? por intentos de genocidio, los inmigrantes y los que ni siquiera tienen ĂĄnimo para emigrar. Para ello es preciso que la Iglesia sea â&#x20AC;&#x153;cuerpo de Cristo en la Historiaâ&#x20AC;?, como reza el tĂtulo de la segunda carta pastoral de monseĂąor Ă&#x201C;scar Romero4. /D DQDORJtD HQWUH OD FHOHEUDFLyQ GH OD HXFDULVWtD \ OD FHOHEUDFLyQ GHO matrimonio Es la Iglesia la comunidad que celebra la eucaristĂa. La Iglesia que, en la carta a los efesios, estĂĄ vista, en su ser colectivo, comunitario, con una metĂĄfora teologal que tiene carĂĄcter interpersonal, la metĂĄfora de la relaciĂłn conyugal. â&#x20AC;&#x153;AbandonarĂĄ el hombre a su padre y su madre, se pegarĂĄ a su mujer, y serĂĄn los dos una sola carneâ&#x20AC;?. Y Pablo aĂąade inmediatamente: â&#x20AC;&#x153;Ese sĂmbolo (mystĂŠrion) HV PDJQtĂ&#x20AC;FR mega), y yo lo aplico a Cristo y a la Iglesiaâ&#x20AC;? (Ef 5, 31-32). Por otro ODGR DFDEDPRV GH UHFRUGDU OD UHĂ H[LyQ WHROyJLFD VREUH FyPR ´OD HXFDULVWtD KDFH la Iglesiaâ&#x20AC;?: la eucaristĂa, que el canon romano o tridentino llama P\VWHULXP Ă&#x20AC;GHL, misterio de la fe. 3RGHPRV HQWRQFHV UHĂ H[LRQDU TXH DQDOyJLFDPHQWH OD FHOHEUDFLyQ GH OD HXFDristĂa es a la construcciĂłn de la vida de la Iglesia como la celebraciĂłn del matrimonio es a la construcciĂłn de la vida en pareja. AnalĂłgicamente, la eucaristĂa es como la celebraciĂłn del matrimonio: nunca acaba ahĂ. /D FHOHEUDFLyQ GHO PDWULPRQLR \ OD FRQVWUXFFLyQ GHO DPRU GH OD SDUHMD 5 El matrimonio, una vez celebrado sacramentalmente6, no solo tiene que consumarse7 en esa uniĂłn erĂłtico-genital, en cierto sentido la mĂĄs profunda que puede haber entre un varĂłn y una mujer, sino que, para que esposa y esposo lleguen a ser â&#x20AC;&#x153;una sola carneâ&#x20AC;?, tiene que afrontar el desafĂo de que la vida en pareja haga crecer el amor. Un amor que es tambiĂŠn placer que satisface a ambos â&#x20AC;&#x201D;a la esposa tanto como al esposoâ&#x20AC;&#x201D;, y solo en ese sentido es egoĂsta, es decir es â&#x20AC;&#x153;amarse a sĂ amando al otro o a la otraâ&#x20AC;? (Ef 5, 28); es lo que llamamos eros. 4. Cartas pastorales y discursos de monseĂąor Ă&#x201C;scar A. Romero Âł,QWURGXFFLyQ´ GH -RQ 6REULQR 6DQ 6DOYDGRU &HQWUR 0RQVHxRU 5RPHUR S <D .DUO 5DKQHU KDEtD HVFULWR TXH ÂłOD ,JOHVLD ÂŤ HV HO VDFUDPHQWR KLVWyULFR VDOYtÂżFR GHO 5HLQR GH Diosâ&#x20AC;?, en Sämtliche Werke, vol. 17/2, 1. 148 &LWDGR HQ - $ *DUFtD HG Karl Rahner. Dios, amor que desciende. Escritos espirituales, Santander, Sal Terrae, 2009, p. 119. 5. Escribo sobre esto con temor y temblor, puesto que he vivido el hogar solo desde el URO GH KLMR KHUPDQR WtR DPLJR HWF 6. O de otra manera. Explicar esto requerirĂa otro artĂculo. 7 +R\ HQ GtD OD FRQVXPDFLyQ FRPLHQ]D GH KHFKR QR SRFDV YHFHV DQWHV GH OD FHOHEUDFLyQ GHO PDWULPRQLR (V HVWH XQ KHFKR HQ OD YLGD FX\R YDORU R GHVYDORU KXPDQR HVWi HQ GLVFXVLyQ Digitalizado por: Biblioteca "P. Florentino Idoate, S.J." Universidad Centroamericana JosĂŠ SimeĂłn CaĂąas
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Y un amor que es tambiĂŠn entrega mutua de cada dĂa en la vida de pareja. Una entrega altruista â&#x20AC;&#x201D;el uno a la otra y la otra al unoâ&#x20AC;&#x201D; que no pocas veces acepta contener el deseo, sin dejar que se extinga, pues si se extingue, muere con ĂŠl â&#x20AC;&#x153;una chispa de fuego, llamarada divinaâ&#x20AC;? (Cant 8, 6). Contenido el deseo y mantenido, hay que buscar, en cambio, la mejor oportunidad, la gracia de la mutua lealtad inagotable recibida en el sacramento (cf. Jn 1, 16) y el tiempo favorable, gratuito, para ambos â&#x20AC;&#x201D;tanto para la esposa como para el esposoâ&#x20AC;&#x201D;. Se trata de una entrega que descubre a eros no solo en la uniĂłn consumada genitalmente en una sola carne, sino en una sinfonĂa de palabras, caricias y otros gestos creada cada vez con mĂĄs sensibilidad y belleza, en un compartir las tareas de ambos â&#x20AC;&#x201D;en el trabajo de la procreaciĂłn y gestaciĂłn o embarazo, en el trabajo del hogar, en el WUDEDMR GHO RĂ&#x20AC;FLR R GH OD SURIHVLyQ \ HQ HO GHVFDQVR X RFLRÂł \ HQ XQD FRPXQLcaciĂłn que va poco a poco dejando de tener secretos, y que, sin embargo, respeta la Ăşltima soledad de cada persona, siempre actual. Una entrega que se abre a la generaciĂłn responsable y generosa, que asĂ mantiene la especie y permite a la pareja una creaciĂłn y educaciĂłn como la de Dios: a imagen y semejanza de ambos â&#x20AC;&#x201D;de la esposa como del esposoâ&#x20AC;&#x201D;, y con gran cuidado por la emergencia de la libertad, para no ser ni padre ni madre dominantes ni hacer al hijo, la hija o los hijos e hijas dependientes. Es, pues, tambiĂŠn el amor agĂĄpe. Eros y agĂĄpe son complementarios en el matrimonio, como varĂłn y mujer lo son tambiĂŠn, es decir, con su propia y diferente identidad personal. En su precisa complementariedad, VRQ H[FOXVLYRV \ H[FOX\HQWHV 'H DKt OD H[LJHQFLD GH OD PXWXD Ă&#x20AC;GHOLGDG SDUD YLYLU con felicidad y sin angustias, tambiĂŠn sin celos. Pero no excluyen la amistad, que hace a un hogar abrir sus ventanas y sus puertas y compartir con otros hogares y otras personas la hospitalidad. Ni excluyen, sino que demandan la preocupaciĂłn por los pobres de este mundo, para contribuir a que â&#x20AC;&#x153;construyan casas y las habiten, a que planten viĂąas y coman sus frutosâ&#x20AC;? y asĂ â&#x20AC;&#x153;no engendren hijos para la catĂĄstrofeâ&#x20AC;? (Is 65, 21.23). El matrimonio, en su vivencia experiencial prolongada, es decir, la celebraciĂłn del matrimonio como acontecimiento re-vivido, tiene una estructura de peregrinaciĂłn. Es un camino que hay que recorrer, en principio y en deseo, â&#x20AC;&#x153;hasta que la muerte separeâ&#x20AC;? a esposa y esposo. La peregrinaciĂłn a su vez tiene carĂĄcter liminal8. Las personas que peregrinan no estĂĄn ni en el comienzo del FDPLQR QL WDPSRFR KDQ OOHJDGR DO Ă&#x20AC;QDO (VWiQ SUHFLVDPHQWH ´HQ FDPLQRÂľ /D peregrinaciĂłn, con sus dudas e incertidumbres, con sus peligros y sus cansancios, FRQ HO DWUDFWLYR GHO Ă&#x20AC;QDO FRQ HO QR YROYHU OD YLVWD DWUiV FRQ DxRUDQ]D R QRVWDOJLD 8. Del latĂn limen XPEUDO HV GHFLU HVH OXJDU TXH QR HVWi QL IXHUD QL GHQWUR GH XQD FDVD R PHWDIyULFDPHQWH QL IXHUD QL GHQWUR GHO VHQR PDWHUQR HQ HO DFWR GHO SDULU R QL IXHUD GH OD QLxH] QL GHQWUR GH OD DGROHVFHQFLD R GH OD MXYHQWXG R GH OD PDGXUH] R GH OD WHUFHUD HGDG R GH OD YHMH] R GH OD PXHUWH HQ OD DJRQtD /D DJRQtD HV OD ~OWLPD liminalidad de la vida. Digitalizado por: Biblioteca "P. Florentino Idoate, S.J." Universidad Centroamericana JosĂŠ SimeĂłn CaĂąas
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mientras se estĂĄ en camino, con el entusiasmo amoroso que sostiene la caminata, tiene mucho que ver con la estructura del seguimiento de Jesucristo. /D FHOHEUDFLyQ GH OD HXFDULVWtD \ OD FRQVWUXFFLyQ GH OD comunidad eclesial La celebraciĂłn sacramental de la eucaristĂa tampoco comienza con el prinFLSLR GH OD FHOHEUDFLyQ QL DFDED QXQFD DKt HV GHFLU FRQ HO Ă&#x20AC;QDO GH OD FHOHEUDFLyQ Lamentablemente, como ya hemos visto, es lo que puede estar sucediendo en este mundo de hoy con cada vez mĂĄs frecuencia, y que, en su caso extremo, demuestra que la primera comuniĂłn es tambiĂŠn empĂricamente la Ăşltima. Pero por su propio dinamismo la eucaristĂa es un acontecimiento que invita a mirar hacia atrĂĄs, al camino de la vida ya recorrido, y adelante, al camino de la vida que queda por recorrer. Porque la vida, antes de cada eucaristĂa, ha sido ya una peregrinaciĂłn: â&#x20AC;&#x153;Nosotros esperĂĄbamosâ&#x20AC;Śâ&#x20AC;?, y tambiĂŠn: â&#x20AC;&#x153;Âżno se abrasaba nuestro corazĂłn por el camino?â&#x20AC;?, dicen los discĂpulos de EmaĂşs despuĂŠs de haber reconocido a JesĂşs â&#x20AC;&#x153;en el partir del panâ&#x20AC;? (Lc 24, 21.32.31.35). La eucaristĂa es tambiĂŠn un acontecimiento que, como la peregrinaciĂłn matrimonial, pone en marcha hacia adelante a las comunidades eclesiales. Las pone en camino como se pone en camino el amor en la celebraciĂłn del matrimonio, que es un acontecimiento enormemente festivo. La eucaristĂa es la celebraciĂłn de una caminata, la caminata de la lucha por la vida y de la vida misma con su alegrĂa y su angustia. La eucaristĂa es una celebraciĂłn sacramental â&#x20AC;&#x201D;un acontecimiento que deberĂa ser muy festivoâ&#x20AC;&#x201D; a la que se trae la vida anterior, la vida con la que hermanas y hermanos nos hemos encontrado en el mundo, en la historia, y tambiĂŠn la vida personal e interpersonal que hasta ahora hemos vivido. La eucaristĂa es una celebraciĂłn sacramental, un acontecimiento que mira tambiĂŠn hacia adelante, hacia la vida que queda por vivir en el hogar o en la comunidad, en la historia y en la evoluciĂłn y el crecimiento personales. La eucaristĂa es la celebraciĂłn sacramental, el acontecimiento que â&#x20AC;&#x153;hace arder nuestros corazonesâ&#x20AC;? (Lc 24, 32) mientras por el camino vamos desvelando y se nos va revelando, hasta los lĂmites del misterio, el sentido de nuestra vida y de la historia, a la luz de la Palabra que Jesucristo, compaĂąero de camino, va interpretĂĄndonos; una Palabra sacramental y litĂşrgicamente proclamada, que el EspĂritu sigue susurrando en nuestros corazones y en nuestras reuniones comunitarias eclesiales o simplemente humanas, y en nuestra tarea o misiĂłn. /D DQDORJtD HQ HO PHPRULDO /D VHPHMDQ]D PD\RU \ OD GLIHUHQFLD La eucaristĂa es un acontecimiento memorial: â&#x20AC;&#x153;Lo habĂan reconocido al partir el panâ&#x20AC;? (Lc 24, 35). Pertenece al orden del recuerdo que reconoce, es decir, Digitalizado por: Biblioteca "P. Florentino Idoate, S.J." Universidad Centroamericana JosĂŠ SimeĂłn CaĂąas
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no de cualquier recuerdo, sino del recuerdo que vuelve a hacer presente lo que recuerda. De una manera analĂłgica, es eso tambiĂŠn lo que sucede en la vida matrimonial. Cada vez que la esposa se une con su esposo y se hacen los dos una sola carne, su uniĂłn es un memorial que hace presente simbĂłlicamente la mutua aceptaciĂłn, la perenne acogida que se prometieron en la celebraciĂłn sacramental de su matrimonio. Pero la uniĂłn conyugal tiene a la vez un realismo total que no es de orden simbĂłlico. Se trata, pues, de una comparaciĂłn analĂłgica. La diferencia es mayor que la semejanza. En el acontecimiento matrimonial sacramental y en su continua consumaciĂłn en la cotidianidad y en momentos cumbre de ella, la esposa y el esposo recuerdan y hacen presente su propio amor. Cada vez que se aman con total realidad carnal y espiritual anuncian su propio compromiso hasta la muerte. Nosotros creemos y confesamos, ademĂĄs, que Jesucristo resucitado bendijo su matrimonio en la celebraciĂłn sacramental y acompaĂąa a los esposos con su OHDOWDG DQLPiQGRORV SRU HO (VStULWX 6DQWR YDOHGRU SDUD TXH QR IDOOHQ HQ VX Ă&#x20AC;GHlidad y crezcan en su amor mutuo. De quien habla el EspĂritu Santo a la pareja HV GHO PLVPR -HVXFULVWR TXH IXH FUXFLĂ&#x20AC;FDGR HO TXH VDEH GH OD HQRUPH DOHJUtD GHO amor humano: â&#x20AC;&#x153;Les he dicho esto para que participen de mi alegrĂa y su alegrĂa sea plena. Este es mi mandamiento, que se amen unos a otros como yo los amĂŠ (â&#x20AC;Ś) Ya no los llamo siervos (â&#x20AC;Ś) A ustedes los he llamado amigos, porque les comuniquĂŠ cuanto escuchĂŠ a mi Padreâ&#x20AC;? (Jn 15, 11-12.15); y el que sabe tambiĂŠn GH VXV DQJXVWLDV GXGDV FRQĂ LFWRV \ WULVWH]DV ´7RGRV XVWHGHV YDQ D IDOODU FRPR estĂĄ escrito: HerirĂŠ al pastor y se dispersarĂĄn las ovejasâ&#x20AC;? (Mc 14, 27); â&#x20AC;&#x153;Pidan no sucumbir en la pruebaâ&#x20AC;? (Lc 22, 40). Es obviamente un acompaĂąamiento espiritual que se parece mĂĄs a un diĂĄlogo de caminantes y que no absorbe la personalidad de los interlocutores: â&#x20AC;&#x153;JesĂşs les dijo: ÂĄQuĂŠ necios y torpes para creer cuanto dijeron los profetas! ÂżNo tenĂa que padecer eso para entrar en su gloria? Y comenzando por MoisĂŠs y siguiendo por todos los profetas, les explicĂł lo que en toda la Escritura se referĂa a ĂŠl (â&#x20AC;Ś) Ellos le insistĂan: â&#x20AC;&#x2DC;QuĂŠdate con nosotros, que se hace tarde y el dĂa va de caĂdaâ&#x20AC;&#x2122;â&#x20AC;? (Lc 24, 25-27.29). En el acontecimiento de la eucaristĂa, â&#x20AC;&#x153;al partirâ&#x20AC;?, personal, comunitaria y universalmente en la catolicidad de la Iglesia, â&#x20AC;&#x153;el mismo panâ&#x20AC;?, y â&#x20AC;&#x153;al beber la copa del SeĂąorâ&#x20AC;?, entramos simbĂłlicamente en â&#x20AC;&#x153;solidaridad con la sangre de Cristoâ&#x20AC;? y â&#x20AC;&#x153;con el cuerpo de Cristoâ&#x20AC;? (1 Cor 10, 16.21). Hay un realismo profundo: en el acontecimiento de la eucaristĂa, Jesucristo resucitado mismo, el que ha muerto FUXFLĂ&#x20AC;FDGR VH KDFH YLGD QXHVWUD \ OD FRPXQLGDG HFOHVLDO VH YXHOYH FXHUSR mĂstico de Cristo, cuerpo de Cristo en la historia. No nos acompaĂąa Ăşnicamente como peregrino dialogante con su lealtad y apostando por nuestro amor. Ă&#x2030;l mismo se nos da en alimento. Pero lo hace simbolizĂĄndolo y simbolizĂĄndose en la comida del banquete, un banquete que no es un burdo canibalismo â&#x20AC;&#x201D;â&#x20AC;&#x153;ÂżCĂłmo puede este darnos de comer su carne?â&#x20AC;? (Jn 6, 52)â&#x20AC;&#x201D;, sino un encuentro espiritual Digitalizado por: Biblioteca "P. Florentino Idoate, S.J." Universidad Centroamericana JosĂŠ SimeĂłn CaĂąas
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con nosotros, un encuentro por la fe y en la fe. En el cuarto Evangelio, JesĂşs dice: â&#x20AC;&#x153;Yo soy el pan vivo bajado del cielo. Quien coma de este pan vivirĂĄ siempre. El pan que doy para la vida del mundo es mi carneâ&#x20AC;? (Jn 6, 51). Hay en este pasaje ecos semĂĄnticos de la celebraciĂłn eucarĂstica en la comunidad del discĂpulo amado: artos, pan; sarx, carne; egĂł doso, yo darĂŠ; hyper, por o a favor de9. Y el cuarto Evangelio continĂşa: â&#x20AC;&#x153;Les aseguro que si no comen la carne y beben la sangre de este hombre, no tienen vida en ustedes (â&#x20AC;Ś) Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitarĂŠ en el Ăşltimo dĂa (â&#x20AC;Ś) Quien come mi carne y bebe mi sangre habita en mĂ y yo en ĂŠl (â&#x20AC;Ś) Quien come este pan vivirĂĄ siempreâ&#x20AC;? (Jn 6, 53.55-56.58). Comenta un buen exegeta: â&#x20AC;&#x153;El comentario midrĂĄsico sobre el verbo â&#x20AC;&#x2DC;comerâ&#x20AC;&#x2122; (cf. V 31) evoca una prolija tradiciĂłn de vocabulario eucarĂstico; â&#x20AC;&#x2DC;panâ&#x20AC;&#x2122;, â&#x20AC;&#x2DC;alimentoâ&#x20AC;&#x2122;, â&#x20AC;&#x2DC;carneâ&#x20AC;&#x2122;, â&#x20AC;&#x2DC;sangreâ&#x20AC;&#x2122;, â&#x20AC;&#x2DC;comerâ&#x20AC;&#x2122;, â&#x20AC;&#x2DC;beberâ&#x20AC;&#x2122;, â&#x20AC;&#x2DC;entregarĂĄâ&#x20AC;&#x2122;, â&#x20AC;&#x2DC;por ustedesâ&#x20AC;&#x2122;â&#x20AC;?10. El realismo de la comida estĂĄ directamente buscado por el abandono del verbo fagein (6, 53), mĂĄs respetuoso, y el uso del verbo trĂłgein â&#x20AC;&#x201D;comer mascando FRQ ORV GLHQWHVÂł PiV UHDOLVWD \ ´DFHQW~D TXH -HV~V VH HVWi UHĂ&#x20AC;ULHQGR D OD H[SHriencia real del comerâ&#x20AC;?11. Pero un comer, al mismo tiempo, que debe entenderse espiritualmente: â&#x20AC;&#x153;La carne no vale nadaâ&#x20AC;? (Jn 6, 63). (Q HO PHPRULDO DFRQWHFH XQD WUDQVIRUPDFLyQ Hay, pues, una transformaciĂłn del pan y del vino naturales en la persona humana de JesĂşs, es decir en ese hombre con una total y completa identidad humana, comĂşn con la nuestra â&#x20AC;&#x153;excepto porque no pecĂłâ&#x20AC;? (Hbr 4, 15), unido, segĂşn la fe de la Iglesia, al Hijo de Dios en persona (Calcedonia). Esto es lo fundamental: acontece una transformaciĂłn en el pan y el vino precisamente para que acontezca tambiĂŠn una transformaciĂłn en la comunidad de sus seguidores. Los sĂmbolos se vuelven reales. ÂżCĂłmo acontece la transformaciĂłn? La pregunta no se suele presentar asĂ, es decir, tratando de aproximarse a un acontecimiento que consiste en un encuentro. Se ha formulado mĂĄs metafĂsicamente, por todo el peso de la tradiciĂłn antetridentina y postridentina: ÂżcĂłmo es esa transformaciĂłn? Santo TomĂĄs de Aquino XVy OD Ă&#x20AC;ORVRItD DULVWRWpOLFD SDUD WUDWDU GH DSUR[LPDUVH DO PLVWHULR \ ´GHIHQGHU asĂ nuestra esperanza dando explicaciones de ellaâ&#x20AC;? (1 Pe 3, 15). Las explicaciones que dio lo llevaron a consagrar el uso de la palabra y el concepto de
9 ) - 0RORQH\ El Evangelio de Juan, Estella, Verbo Divino, 2005, p. 238. Se pueden FRQVXOWDU WDPELpQ RWURV FRPHQWDULRV FRPR HO FOiVLFR GH %URZQ HO GH /pRQ 'XIRXU R HO GH 0DWHRV %DUUHWR 10 ) - 0RORQH\ El Evangelio de Juan, Ăłp. cit., pp. 240-241. 11. IbĂd., p. 239. Digitalizado por: Biblioteca "P. Florentino Idoate, S.J." Universidad Centroamericana JosĂŠ SimeĂłn CaĂąas
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â&#x20AC;&#x153;transustanciaciĂłnâ&#x20AC;?12, es decir, de un milagro (Âży no, ÂĄsiempre!, de un misterio13 al que nos acercamos o aproximamos asintĂłticamente explicĂĄndolo, por ejemplo, como milagro, un milagro de la naturaleza?) por el cual la substancia de los alimentos usados en la Cena del SeĂąor, la substancia del pan y el vino, no estĂĄn ya ahĂ presentes despuĂŠs de las palabras del memorial, pronunciadas por el ministro en nombre de toda la comunidad eclesial, por obra y gracia del EspĂritu Santo (lo que en la eucaristĂa se llama la epiclesis, la invocaciĂłn a Ă&#x2030;l, que antecede y/o sigue a la anamnesis); sino que lo que ahĂ estĂĄ presente es la â&#x20AC;&#x153;sustanciaâ&#x20AC;?14 â&#x20AC;&#x201D;es decir, la realidadâ&#x20AC;&#x201D; del cuerpo y de la sangre de Jesucristo resucitado, el mismo TXH PDWDURQ FUXFLĂ&#x20AC;FiQGROR 3HUPDQHFHQ HQ FDPELR D OD YLVWD \ UHDOPHQWH ORV â&#x20AC;&#x153;accidentesâ&#x20AC;? o apariencias en lo que el latĂn de entonces llamaba species (â&#x20AC;&#x153;espeFLHVÂľ VDFUDPHQWDOHV HV GHFLU OD IRUPD OD Ă&#x20AC;JXUD HO FRORU HO VDERU OD WH[WXUD GHO pan sin levadura, el peso y, ademĂĄs, el aroma del vino. Santo TomĂĄs de Aquino usĂł a AristĂłteles para ofrecer explicaciones aproximativas del misterio, sin enfeudarse totalmente al aristotelismo. Lo muestra el hecho de que al tratar de los sacramentos y escribir sobre la â&#x20AC;&#x153;materiaâ&#x20AC;? (el material o gesto del sacramento, p. ej., el agua derramada, el pan y el vino, etc.) 12 6DQWR 7RPiV MXQWR FRQ ORV RWURV JUDQGHV WHyORJRV GHO VLJOR ;,,, ²VDQ $OEHUWR 0DJQR VDQ %XHQDYHQWXUD HO EHDWR -XDQ 'XQV 6FRWR HWF ² FRQVDJUD HO WpUPLQR en la teologĂa despuĂŠs de una historia no muy larga que se remonta a mediados del siglo XII. Cf 0 *HVWHLUD *DU]D La EucaristĂa, misterio de comuniĂłn, Madrid, &ULVWLDQGDG SS 13 6DQWR 7RPiV HQ VXV KLPQRV SRpWLFRV DO 6DQWtVLPR 6DFUDPHQWR OR H[SUHVy PXFKR PiV PtVWLFDPHQWH Pange lingua gloriosi / corporis mysterium &DQWD ÂŁRK OHQJXD el misterio del glorioso cuerpo). Tantum ergo sacramentum / veneremur cernui (Veneremos prosternados un sacramento WDQ JUDQGH $TXt ÂłPLVWHULR´ \ ÂłVDFUDPHQWR´ VRQ VLQyQLPRV 14 /D VXEVWDQFLD HQ OD WUDGLFLyQ WHROyJLFD QR GHEHUtD VHU LQWHUSUHWDGD ~QLFDPHQWH ²R UHGXFWLYDPHQWH² FRPR OD QDWXUDOH]D ItVLFD GH XQD FRVD R SHUVRQD 5HFRUGHPRV GH OD ODUJD KLVWRULD GH OD IRUPXODFLyQ GHO GRJPD FULVWROyJLFR TXH substantia no es necesariamente equivalente a physis 5HFRUGHPRV TXH SXHGH VHU HO IRQGR GH UHDOLGDG GHÂżQLGR SRU OD ousĂa (esencia). Homoousios (de la misma esencia) se traduce en HO FUHGR HQ HO 6tPEROR 1LFHQR &RQVWDQWLQRSROLWDQR FRPR consubstantialis (de la PLVPD VXVWDQFLD 3HUR $ULVWyWHOHV QR KDEtD XVDGR ousĂa en el sentido de sustancia que sostiene accidentes, sino que, para esto, habĂa usado hypokĂŠimenon (aquello que HVWi SRU GHEDMR GH R symbebekĂłta (aquello que symbainei TXH YD MXQWDPHQWH FRQ R VRSRUWD DFFLGHQWHV R FRQÂżJXUDFLRQHV OusĂa era â&#x20AC;&#x201D;segĂşn las investigaciones de =XELUL² VROR OD GHÂżQLFLyQ GH OD VXVWDQFLD Cf ; =XELUL Sobre la esencia, Madrid, $OLDQ]D (GLWRULDO 6RFLHGDG GH (VWXGLRV \ 3XEOLFDFLRQHV SS 'H PDQHUD TXH OD VXVWDQFLD SXHGH HVWDU PiV FHUFD GH OD UHDOLGDG ~OWLPD GH ODV FRVDV R GH ODV SHUVRQDV < GH WRGRV PRGRV ORV FRQFHSWRV ÂżORVyÂżFRV RULJLQDOPHQWH SURYHQLHQWHV GH XQ GHWHUPLQDGR VLVWHPD S HM HO DULVWRWHOLVPR DGTXLHUHQ VX SURSLR VLJQLÂżFDGR D YHFHV GLIHUHQWH GHO RULJLQDO FXDQGR VH XVDQ WHROyJLFDPHQWH Digitalizado por: Biblioteca "P. Florentino Idoate, S.J." Universidad Centroamericana JosĂŠ SimeĂłn CaĂąas
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y la â&#x20AC;&#x153;formaâ&#x20AC;? (las palabras que interpretan al material o gesto y juntamente con ĂŠl se vuelven signo sacramental15) en los sacramentos, o sobre cĂłmo los sacramentos causan (instrumentalmente) la gracia, con frecuencia escribiĂł matizando la explicaciĂłn con un â&#x20AC;&#x153;como siâ&#x20AC;? o un â&#x20AC;&#x153;al modo deâ&#x20AC;?, o un â&#x20AC;&#x153;cuasiâ&#x20AC;?16. Santo TomĂĄs de Aquino no apelĂł nunca a las fĂłrmulas eucarĂsticas del IV Concilio de LetrĂĄn ´SDUD DĂ&#x20AC;UPDU HO FDUiFWHU GRJPiWLFR GH OD WUDQVXEVWDQFLDFLyQÂľ17. Su modelo para la teologĂa sacramental fue mĂĄs bien el modo como ĂŠl mismo habĂa concebido la encarnaciĂłn, entendiendo la naturaleza humana de Jesucristo como un instrumento de la divinidad. AsĂ tambiĂŠn, analĂłgicamente, los sacramentos eran instrumentos de Jesucristo resucitado18. El magisterio de la Iglesia en el Concilio de Trento condenĂł a quienes no asumieran el realismo de la transformaciĂłn eucarĂstica y a quienes no aceptaran que â&#x20AC;&#x153;a esa transformaciĂłn â&#x20AC;&#x201D;conversioâ&#x20AC;&#x201D; la Iglesia catĂłlica la denomina muy adecuadamente WUDQVXEVWDQFLDFLyQÂľ '6 VHVLyQ ;,,, &DQ 6LQ HPEDUJR HQ OD SDUWH WHROyJLFDPHQWH UHĂ H[LYD R SURSRVLWLYD 7UHQWR GLFH PHQRV WD[DWLYDmente, que â&#x20AC;&#x153;transubstanciaciĂłnâ&#x20AC;? es una denominaciĂłn eclesiĂĄstica â&#x20AC;&#x153;conveniente y correctaâ&#x20AC;? (DS 1642). Es decir, mejor que la â&#x20AC;&#x153;consustanciaciĂłnâ&#x20AC;? luterana. +R\ GLUtDPRV XQ SULQFLSLR GH H[SOLFDFLyQ QR HO Ă&#x20AC;QDO GHO WUDEDMR WHROyJLFR GH dar explicaciones de nuestra esperanza a quienquiera que nos pregunte sobre la eucaristĂa. De hecho, en la Edad Media, la teologĂa habĂa ofrecido tres â&#x20AC;&#x153;explicacionesâ&#x20AC;?. La primera, que la sustancia, es decir toda la realidad Ăşltima del pan y del vino, quedaba â&#x20AC;&#x153;aniquiladaâ&#x20AC;? en la eucaristĂa, es decir, reducida a nada, de manera que despuĂŠs de la consagraciĂłn solo la realidad de Jesucristo estaba bajo las aparien15. San AgustĂn: $FFHGLW YHUEXP DG HOHPHQWXP HW ÂżW VDFUDPHQWXP Âł/OHJD OD SDODEUD al elemento y acontece el sacramentoâ&#x20AC;?. El elemento es el agua derramada o el pan y el vino, etc. 16 Âł/D JUDFLD HVWi SUHVHQWH HQ HO KRPEUH al modo como XQD IRUPD HVWi SUHVHQWH HQ VX VXMHWR GH LQKHVLyQ´ SHUR HQ ORV VDFUDPHQWRV OD JUDFLD HVWi SUHVHQWH Âłcomo lo que es movido se halla en lo que lo mueve, pero no como HQ XQ YDVR´ 2 ÂłOD JUDFLD se encuentra en los sacramentos de acuerdo con determinada virtud instrumental, que es algo en devenir e inacabado en su ser natural ( Ă&#x20AC;XHQV HW LQFRPSOHWD LQ HVH naturae ´ ÂłR VHD HQ XQ PRGR PiV SUy[LPR GH OD PDQHUD FRPR XQD IRUPD HVWi SUHVHQWH HQ VX PDWHULD R HQ VX VXMHWR TXH GH DTXHOOD RWUD UHFKD]DGD H[SOtFLWDPHQWH VHJ~Q OD FXDO XQ FRQWHQLGR VH HQFXHQWUD HQ VX FRQWLQHQWH´ &LWDGR SRU / 0 &KDXYHW SĂmbolo y Sacramento, Ăłp. cit., pp. 30 y 27. Todos los ĂŠnfasis son mĂos. 17 0 *HVWHLUD *DU]D La EucaristĂa, Ăłp. cit., p. 504. 18. Humana natura in Christo erat velut organum divinitatis ÂŁ1yWHVH TXH QR GLFH TXH HUD yUJDQR R LQVWUXPHQWR GH OD GLYLQLGDG VLQR al modo de (velut yUJDQR R LQVWUXPHQWR GH OD GLYLQLGDG /D ÂżORVRItD HV DULVWRWpOLFD OD FDXVD HV LQVWUXPHQWDO SHUR OD WHRORJtD OH TXLWD VX ÂżOR FRVLVWD DO LQWHUSUHWDUOD HQ &ULVWR DQDOyJLFDPHQWH DOJR VHPHMDQWH D XQ LQVWUXPHQWR SHUR PiV GLIHUHQWH TXH VHPHMDQWH Digitalizado por: Biblioteca "P. Florentino Idoate, S.J." Universidad Centroamericana JosĂŠ SimeĂłn CaĂąas
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cias de pan y vino. Esto no se aceptĂł porque Dios no aniquila nada de lo que crea (cf. Sab 11, 24-26). Una segunda, que lo que ocurrĂa era una consustanciaciĂłn, es decir, que en el sacramento eucarĂstico coexistĂan la realidad del pan y del vino (no solo sus apariencias) con la realidad de Jesucristo. Esta manera de explicar no se rechazĂł hasta Santo TomĂĄs, aunque se considerĂł menos apta que la siguiente. < Ă&#x20AC;QDOPHQWH HQ WHUFHU OXJDU OD WUDQVXEVWDQFLDFLyQ TXH VRVWLHQH TXH OD UHDOLGDG del pan y del vino no queda aniquilada, sino que se transforma en una realidad mejor y mĂĄs noble, la de Jesucristo, algo asĂ como ocurrirĂĄ con la â&#x20AC;&#x153;superaciĂłnâ&#x20AC;? GH OD DĂ&#x20AC;UPDFLyQ \ OD QHJDFLyQ HQ OD GLDOpFWLFD KHJHOLDQD GH OD KLVWRULD19. Lo mĂĄs sorprendente es que todas las explicaciones las dieron los teĂłlogos medievales sin acudir a los textos evangĂŠlicos. Es Santo TomĂĄs el que dice que solo la transubstanciaciĂłn hace justicia a las palabras de JesĂşs en la Ă&#x161;ltima Cena, porque si se tratara de una consustanciaciĂłn, no habrĂa dicho JesĂşs tomando el pan, partiĂŠndolo y repartiĂŠndolo: â&#x20AC;&#x153;Esto es mi cuerpoâ&#x20AC;?, sino: â&#x20AC;&#x153;Este pan es mi cuerpoâ&#x20AC;?. DespuĂŠs de que se impusiera la explicaciĂłn de la transubstanciaciĂłn, Lutero recuperĂł para su doctrina de la eucaristĂa la explicaciĂłn de la consustanciaciĂłn, que es la que tambiĂŠn se mantuvo en el moderno luteranismo20. $ PHGLDGRV GHO VLJOR ;; \ HQ OD pSRFD SRVWFRQFLOLDU FXDQGR \D VH HVWDED DEDQGRQDQGR R UHYLVDQGR UDGLFDOPHQWH HQ FtUFXORV HFOHVLDOHV OD Ă&#x20AC;ORVRItD DULVWRtĂŠlica, que sirviĂł a Santo TomĂĄs de Aquino de hecho como una herramienta de LQFXOWXUDFLyQ GH OD IH HQ XQ VLJOR HQ TXH IXH UHVFDWDGD GHO ROYLGR SRU OD Ă RUHFLHQWH FXOWXUD Ă&#x20AC;ORVyĂ&#x20AC;FD GH ORV iUDEHV SHUVRQLĂ&#x20AC;FDGD HVSHFLDOPHQWH HQ $YHUURHV21, otros teĂłlogos intentaron aproximarse al misterio de la gracia en la eucaristĂa a SDUWLU GH DOJXQDV Ă&#x20AC;ORVRItDV PRGHUQDV HVSHFLDOPHQWH GH OD IHQRPHQRORJtD GH OD Ă&#x20AC;ORVRItD GHO OHQJXDMH \ GH OD Ă&#x20AC;ORVRItD SHUVRQDOLVWD GHO HQFXHQWUR 5HĂ H[LRQDURQ entonces sobre la presencia real de Jesucristo en el pan y el vino eucarĂsticos en FODYH GH ´WUDQVĂ&#x20AC;QDOL]DFLyQÂľ R GH ´WUDQVLJQLĂ&#x20AC;FDFLyQÂľ (O SDQ \ HO YLQR SHUGHUtDQ HQ OD HXFDULVWtD VX Ă&#x20AC;QDOLGDG GH VHU QXWULHQWH R DOLPHQWR HQ OD FRPLGD GLDULD SDUD HO VXVWHQWR \ IXHQWH GH DOHJUtD HQ OD FRPLGD TXH HV WDPELpQ Ă&#x20AC;HVWD \ DGTXLULUtDQ OD Ă&#x20AC;QDOLGDG GH VLPEROL]DU DO FXHUSR \ OD VDQJUH GH -HVXFULVWR FRPR DOLPHQWR \ alegrĂa de la vida espiritual en la comunidad cristiana eclesial. O el pan y el vino SHUGHUtDQ VX FDUiFWHU VLJQLĂ&#x20AC;FDWLYR GH HOHPHQWRV IXQGDPHQWDOHV GH OD FRPLGD HQ FLHUWDV FXOWXUDV SDUD SDVDU D VLJQLĂ&#x20AC;FDU R VHU VtPERORV GH OD YLGD GH JUDFLD TXH Jesucristo nos regala, de la alegrĂa con que hemos de vivirla y de la disponibilidad servicial con que hemos de tratar de seguir a Jesucristo22. 19 0 *HVWHLUD *DU]D La EucaristĂa, Ăłp. cit., pp. 497-499, 501. 20 . 5DKQHU \ + 9RUJULPPOHU Âł&RQVXEVWDQFLDFLyQ´ HQ Diccionario teolĂłgico, %DUFHORQD +HUGHU S 21 / 0 &KDXYHW SĂmbolo y Sacramento, Ăłp. cit., p. 28. 22 9pDVH XQD DPSOLD H[SRVLFLyQ GH WHRUtDV \ DXWRUHV HQ 0 *HVWHLUD *DU]D La EucaristĂa, Ăłp. cit., pp. 539-551. Digitalizado por: Biblioteca "P. Florentino Idoate, S.J." Universidad Centroamericana JosĂŠ SimeĂłn CaĂąas
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Puede ayudar esta cita de Pedro Lombardo, el Maestro de las Sentencias, a quien comentĂł Santo TomĂĄs de Aquino, para deslindar lo mĂĄs importante de lo importante. Importante es que la teologĂa se esfuerce en aproximarse con VXV H[SOLFDFLRQHV DVLQWyWLFDPHQWH DO PLVWHULR \ PiV LPSRUWDQWH HV DĂ&#x20AC;UPDU OD UHDOLGDG GH OD IH TXH QRV OOHYD D FRQĂ&#x20AC;DU QXHVWUDV YLGDV DO PLVWHULR DQWHV GXUDQWH y despuĂŠs del haber hecho todos los intentos por aproximarnos a ĂŠl. â&#x20AC;&#x153;Pedro /RPEDUGR DĂ&#x20AC;UPD GH ODV GLYHUVDV WHRUtDV TXH QLQJXQD GH HOODV YLHQH LPSXHVWD por la fe: â&#x20AC;&#x2DC;No es artĂculo de fe el creer que aquella conversiĂłn se realiza de una manera o de otra, sino Ăşnicamente el creer que el cuerpo de Cristo, al pronunciar aquellas palabras, estĂĄ en el altarâ&#x20AC;&#x2122;â&#x20AC;?23. 8QD WUDQVIRUPDFLyQ SRU SDODEUDV GH -HV~V TXH VRQ ´HVStULWXÂľ Por su parte, no se pueden olvidar las palabras que el mismo cuarto Evangelio pone en boca de JesĂşs, cuando sus contemporĂĄneos y coterrĂĄneos se escandalizan ante la crudeza realista de sus palabras. â&#x20AC;&#x153;Este discurso es bien duro (sklerĂłs) â&#x20AC;&#x201D;decĂan muchos de los oyentes de JesĂşs, incluso â&#x20AC;&#x2DC;muchos de sus discĂpulosâ&#x20AC;&#x2122;â&#x20AC;&#x201D;: ÂżquiĂŠn podrĂĄ escucharlo? (tĂs dynatai autoĂş akoĂşein)â&#x20AC;? (Jn 6, 59.66). â&#x20AC;&#x153;JesĂşs, conociendo por dentro que los discĂpulos murmuraban de ello, les dijo: ÂżEsto les escandaliza? ÂżQuĂŠ serĂĄ cuando vean a este Hombre subir adonde estaba antes? Es el EspĂritu quien da vida y la carne no vale nada. Las palabras que les he dicho son espĂritu y vida. Pero hay algunos de ustedes que no creenâ&#x20AC;? (Jn 6, 61-64). Se trata, pues, fundamentalmente, de un problema de fe y escucha FRQĂ&#x20AC;DGD /D HXFDULVWtD \ WRGRV ORV GHPiV VDFUDPHQWRV VRQ ´VDFUDPHQWRV GH OD IHÂľ (Q PXFKRV GH ORV TXH R\HQ D -HV~V IDOWD OD IH \ FDUHFHQ GH OD FRQĂ&#x20AC;DQ]D DO escucharlo, porque â&#x20AC;&#x153;murmuranâ&#x20AC;?, es decir, se rebelan interior y exteriormente, y, por eso, no â&#x20AC;&#x153;escuchanâ&#x20AC;?. Consideran duro (sklerĂłs R LQĂ H[LEOH VX GLVFXUVR logos). No se acomoda a sus pretensiones de que JesĂşs no vaya mĂĄs allĂĄ de MoisĂŠs, es decir, no se arrogue ser superior a MoisĂŠs. Les escandaliza que el manĂĄ de su fundacional historia peregrinante por el desierto sea superado, como alimento, por la persona de JesĂşs y sus palabras. Ă&#x2030;l ha hablado a la samaritana de un culto â&#x20AC;&#x153;en espĂritu y de verdadâ&#x20AC;? (cf. Jn 4, 23) y no en los templos tradicionales situados en los montes, donde habĂa el peligro de encontrarse con Dios litĂşrgicamente, cualquiera que fuese la vida para con el prĂłjimo. JesĂşs dice ahora que sus palabras (entendidas luego en las comunidades, despuĂŠs de su ResurrecciĂłn, como eucarĂsticas) â&#x20AC;&#x153;son espĂritu y son vidaâ&#x20AC;? (el Evangelio repite el â&#x20AC;&#x153;sonâ&#x20AC;? â&#x20AC;&#x201D;estinâ&#x20AC;&#x201D;), es GHFLU ´VRQ Âś(VStULWX GH YLGD¡ (VStULWX YLYLĂ&#x20AC;FDQWHÂľ24.
23. Sent ,9 G 3/ &LWDGR ibĂd., p. 498. 24. X. LĂŠon-Dufour, Lectura del Evangelio de Juan, Jn 5-12, vol. II, Salamanca, SĂgueme, 2002, p. 146. Digitalizado por: Biblioteca "P. Florentino Idoate, S.J." Universidad Centroamericana JosĂŠ SimeĂłn CaĂąas
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/D WUDQVIRUPDFLyQ FRPR SUHVHQFLD TXH VH FRQVXPD HQ HQFXHQWUR Por eso, dejando a un lado siglos de morosa aproximaciĂłn al misterio por la vĂa de la explicaciĂłn del modo como Jesucristo resucitado, el mismo que fue FUXFLĂ&#x20AC;FDGR HVWi realmente presente en el pan y el vino de la eucaristĂa, LĂŠon'XIRXU LQWHQWD KDFHUOR SURIXQGL]DQGR Ă&#x20AC;ORVyĂ&#x20AC;FD WHROyJLFDPHQWH HQ OD PLVPD realidad de la presencia: hasta Juan no se habĂa atrevido ningĂşn escritor cristiano a expresarse de este modoâ&#x20AC;Ś Pablo [habĂa escrito]: â&#x20AC;&#x153;Cuando comĂŠis este pan y bebĂŠis este cĂĄlizâ&#x20AC;? (1 Cor 11, 26), sin precisar que se trata del cuerpo y de la sangre de Jesucristo. Para retomar honradamenteâ&#x20AC;Ś Jn 6, 53, serĂa menester que el predicador y la asamblea estuvieran impregnados de su simbolismo. A los ojos del evangelista no se trata ni mucho menos de la realidad fĂsica â&#x20AC;&#x2DC;carne y sangreâ&#x20AC;&#x2122;, sino GHO +LMR GHO +RPEUH FHOHVWLDO >-HV~V UHVXFLWDGR HO PLVPR TXH IXH FUXFLĂ&#x20AC;FDGR@ que hay que â&#x20AC;&#x153;comerâ&#x20AC;?, es decir, acoger en la fe, como se dice poco despuĂŠs: â&#x20AC;&#x153;Quien come mi carne y bebe mi sangre habita en mĂ y yo en ĂŠlâ&#x20AC;? (6, 56)â&#x20AC;Ś â&#x20AC;&#x153;Permanecerâ&#x20AC;? recĂprocamente [o habitar en] es estar presente el uno al otro sin ninguna fusiĂłn ni confusiĂłn, sino en una perfecta comuniĂłnâ&#x20AC;Ś ÂżNo podrĂĄ comprenderse el simbolismo â&#x20AC;&#x153;carne y sangreâ&#x20AC;? con la ayuda de la nociĂłn de â&#x20AC;&#x153;presenciaâ&#x20AC;?? Partir del contacto corporal [como comprensiĂłn PDWHULDO GH OD SUHVHQFLD@ SDUD OOHJDU D OD SUHVHQFLD SVLFROyJLFD \ Ă&#x20AC;QDOPHQWH a la presencia â&#x20AC;&#x153;espiritualâ&#x20AC;?, la mĂĄs profunda que pueda existir. El presupuesto de este paso es que lo real no es ante todo lo corporal; la â&#x20AC;&#x153;presencia realâ&#x20AC;? es esencialmente el â&#x20AC;&#x153;encuentro realâ&#x20AC;? del creyente con el SeĂąor. El riesgo de caer en una interpretaciĂłn fusional parece estar descartado cuando se muestra uno atento al lugar que ocupa Dios, el Padre, en todo el discurso [de JesĂşs]. El Padre â&#x20AC;&#x153;atraeâ&#x20AC;?, â&#x20AC;&#x153;enseĂąaâ&#x20AC;?, â&#x20AC;&#x153;daâ&#x20AC;?, es el Viviente al que hay que escuchar para llegar a JesĂşs. Como dicen los psicĂłlogos, la relaciĂłn dual es siempre arriesgada cuando no hay un tercero. JesĂşs no propone una UHODFLyQ LQWHQVD FRQ pO PiV TXH HQ OD PHGLGD HQ TXH HV OD Ă RUHVFHQFLD GH VX relaciĂłn con el Padre.25 PodrĂa ser que bajo esta manera de hablar estĂŠ, influyente, la filosofĂa de Emmanuel LĂŠvinas o la de Martin Buber, como tambiĂŠn en el aporte de Schillebeeckx en el tema de Jesucristo, protosacramento o sacramento de Dios26. Lo corporal no puede entenderse en clave materialista, sino en clave de misteriosa transparencia del espĂritu â&#x20AC;&#x201D;el cuerpo es el Ăşnico sacramento del espĂrituâ&#x20AC;&#x201D;, que permite apostar por la fuerte realidad del encuentro revelador, un encuentro 25. IbĂd., pp. 156-157. 26 ( 6FKLOOHEHHFN[ Cristo, sacramento del encuentro con Dios 6DQ 6HEDVWLiQ 'LQRU 1966. Digitalizado por: Biblioteca "P. Florentino Idoate, S.J." Universidad Centroamericana JosĂŠ SimeĂłn CaĂąas
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simbĂłlico, no por eso menos real, porque es desvelando sin dejar de velar como revelarĂa JesĂşs su presencia en la eucaristĂa. Por supuesto, sin quedarnos solamente en una presencia al interior de un encuentro intimista, puramente individual, sino avanzando en ĂŠl y desde ĂŠl hacia el encuentro comunitario â&#x20AC;&#x201D;que la persona siempre desea cuando supera el individualismoâ&#x20AC;&#x201D; y al que los padres, desde Pablo â&#x20AC;&#x201D;digĂĄmoslo paradĂłjicamente, ya que Pablo es mĂĄs que padre, es $SyVWROÂł VLHPSUH VH UHĂ&#x20AC;ULHURQ OD DFHSWDFLyQ HQ IH GHO FXHUSR UHVXFLWDGR GHO FUXFLĂ&#x20AC;FDGR HQ HO HQFXHQWUR VLPEyOLFR SUHVHQFLDO FRQ HO FXHUSR HXFDUtVWLFR GH Jesucristo, encuentro que construye el cuerpo de Jesucristo en la historia: â&#x20AC;&#x153;Uno es el pan y uno es el cuerpo que formamos muchos; pues todos compartimos el ~QLFR SDQÂľ &RU (QFXHQWUR DO TXH VH UHĂ&#x20AC;HUH /pRQ 'XIRXU FXDQGR KDEOD de ser atraĂdo por el Padre a la relaciĂłn interpersonal (â&#x20AC;&#x153;dualâ&#x20AC;?) en medio de â&#x20AC;&#x153;la asambleaâ&#x20AC;?, y, por eso, no cerrada, una relaciĂłn que conduce hacia los pobres, la otra gran presencia de JesĂşs (Mt 25, 31-45). La comparaciĂłn analĂłgica de la celebraciĂłn de la eucaristĂa con la celebraciĂłn del matrimonio, la comparaciĂłn de estos dos acontecimientos sacramentales que llenan toda una vida, nos ha quedado ya un poco lejos, en el sentido en que hemos llegado al corazĂłn de la diferencia, que en la comparaciĂłn analĂłgica es mayor que la semejanza. Cada realizaciĂłn en la vida diaria y en los momentos cumbres de la vida matrimonial es una realizaciĂłn sacramental y â&#x20AC;&#x201D;si es verdaderamente cristiana, HV GHFLU VL KD EDMDGR D ODV SURIXQGLGDGHV GH VX VLJQLĂ&#x20AC;FDGRÂł VH YXHOYH PHPRULDO â&#x20AC;&#x201D;u â&#x20AC;&#x153;hoy de aquel entoncesâ&#x20AC;?, es decir, aniversario que recuerda y reviveâ&#x20AC;&#x201D; de una promesa de amor mutuo â&#x20AC;&#x153;hasta que la muerte separe a esposo y esposaâ&#x20AC;?, acompaĂąada por Jesucristo en la fuerza de su EspĂritu Santo. Es el EspĂritu Santo quien hace presente a Jesucristo compaĂąero, â&#x20AC;&#x153;tercero en concordiaâ&#x20AC;?, siempre ofreciendo OD FRPSUHQVLyQ HO SHUGyQ \ OD SD] HQ WRGR FRQĂ LFWR R DPHQD]D GH VHSDUDFLyQ es decir en el sufrimiento crĂtico del que estĂĄ lleno el amor junto con la alegrĂa. La eucaristĂa, sin embargo, es un acontecimiento que celebra el recuerdo, es decir, es un memorial, un â&#x20AC;&#x153;hoy de aquel entonces â&#x20AC;&#x201D;de aquella Ă&#x161;ltima Cena de JesĂşsâ&#x20AC;&#x201D; revivido en la celebraciĂłnâ&#x20AC;?, y por tanto no es el recuerdo hecho presencia de una promesa de amor entre dos personas, varĂłn y mujer, sino de la promesa de amor de JesĂşs de Nazaret por la humanidad: â&#x20AC;&#x153;Nadie tiene amor mĂĄs grande que el que da la vida por los amigosâ&#x20AC;? (Jn 15, 13). Pero esta promesa de amor irrevocable no se mostrarĂĄ solo en el sufrimiento, sino en un sufrimiento que, ademĂĄs, serĂĄ cruz, es decir, persecuciĂłn de los poderes de este mundo hasta dar muerte a quien prometiĂł ese amor. El cuarto Evangelio ha releĂdo â&#x20AC;&#x153;este es mi cuerpo que se entrega por todosâ&#x20AC;? y â&#x20AC;&#x153;esta es la sangre mĂa derramada por todosâ&#x20AC;? â&#x20AC;&#x201D;hyper pollĂłnâ&#x20AC;&#x201D; en una clave profundamente creĂble, porque es la clave del amor que se da en la amistad. El Digitalizado por: Biblioteca "P. Florentino Idoate, S.J." Universidad Centroamericana JosĂŠ SimeĂłn CaĂąas
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resultado de las dos lecturas es una clave personalizada (â&#x20AC;&#x153;nadie tiene amor mĂĄs grande que el que da la vida por los amigosâ&#x20AC;? â&#x20AC;&#x201D;hyper ton fĂlon autoĂşâ&#x20AC;&#x201D;), aunque HVWR QR VLJQLĂ&#x20AC;TXH TXH GHMH GH VHU XQD FODYH KLVWyULFD ´SRU WRGRVÂľ FRPR YHPRV en el mismo discurso testamentario de despedida. De sus inmediatos seguidores, sus amigos â&#x20AC;&#x201D;los que cumplen su legado (Jn 15, 14)â&#x20AC;&#x201D;, JesĂşs dice en su Ă&#x161;ltima Cena de forma testamentaria: â&#x20AC;&#x153;Por ellos me consagro, para que queden consaJUDGRV FRQ OD Ă&#x20AC;GHOLGDGÂľ -Q 3HUR -HV~V RUD WDPELpQ ´SRU ORV TXH KDQ GH creer en mĂ por medio de sus palabras (â&#x20AC;Ś) para que el mundo crea que tĂş me enviasteâ&#x20AC;? (Jn 17, 20-21). Obviamente, â&#x20AC;&#x153;el mundoâ&#x20AC;? aquĂ es la humanidad, aquel mundo que â&#x20AC;&#x153;Dios amĂł tantoâ&#x20AC;? como para entregarle â&#x20AC;&#x153;a su hijo Ăşnicoâ&#x20AC;? (Jn 3, 16). 6HQWLGR GH OD HXFDULVWtD FRPR PHPRULDO GH XQ VDFULĂ&#x20AC;FLR Ă&#x20AC;Q GH OD FRPSDUDFLyQ DQDOyJLFD FRQ HO PDWULPRQLR La tradiciĂłn de la Cena del SeĂąor que Pablo ha recibido y que ha entregado a los corintios deja claro que JesĂşs encomendĂł a sus discĂpulos, en la Ă&#x161;ltima Cena, â&#x20AC;&#x153;la noche en que era entregadoâ&#x20AC;?, el encargo de hacer lo que ĂŠl hizo con el pan â&#x20AC;&#x153;en memoria mĂaâ&#x20AC;?, y de que cada vez que bebieran la copa debĂan hacerlo tambiĂŠn â&#x20AC;&#x153;en memoria mĂaâ&#x20AC;?. Y Pablo interpreta ese acontecimiento como anuncio â&#x20AC;&#x153;de la muerte del SeĂąor, hasta que vuelvaâ&#x20AC;? (1 Cor 11, 23-26). Evidentemente, es DQXQFLR HVFDWROyJLFR SRUTXH QR HV ~QLFDPHQWH DQXQFLR GH DOJXLHQ FUXFLĂ&#x20AC;FDGR sino tambiĂŠn de esa misma persona resucitada, pues de lo contrario difĂcilmente podrĂa volver en el futuro. La comida del cuerpo y de la sangre de JesĂşs en memoria suya se vuelve un acontecimiento memorial de su muerte y de su resurrecciĂłn, o como dice el mismo Pablo mĂĄs adelante en la misma carta, un acontecimiento hasta que Jesucristo destruya al â&#x20AC;&#x153;Ăşltimo enemigoâ&#x20AC;? que es la muerte y â&#x20AC;&#x153;entregue el reino a Dios Padreâ&#x20AC;? (1 Cor 15, 24-26). El anuncio-memorial de la muerte de JesĂşs se convierte tambiĂŠn en memorial del futuro, de la consagraciĂłn en el reino de toda lucha por la justicia, de todo camino hacia la felicidad de los pobres, de toda reconciliaciĂłn en el amor, y de la futura victoria sobre la muerte. Y, sobre todo, la eucaristĂa se convierte en memorial de aquella entrega de JesĂşs hasta la muerte, que, en su misterio, revela la lealtad amorosa de Dios hacia la Iglesia y hacia la humanidad. En el amor matrimonial hay tambiĂŠn un destello de esta lucha y victoria de la que la Cena del SeĂąor es anuncio. TambiĂŠn el amor conyugal estĂĄ asediado por una â&#x20AC;&#x153;pasiĂłn cruel como el abismoâ&#x20AC;? y por â&#x20AC;&#x153;aguas torrencialesâ&#x20AC;? â&#x20AC;&#x201D;testigo, sus crisisâ&#x20AC;&#x201D; que, sin embargo, no podrĂĄn apagarlo, porque es â&#x20AC;&#x153;fuerte como la muerteâ&#x20AC;?, â&#x20AC;&#x153;centella de fuego, llamarada divinaâ&#x20AC;? (Cant 8, 6-7). Creer esto y escribirlo y venerarlo como Palabra de Dios (hebrea y cristiana), a pesar de la experiencia humana que no pocas veces lo contradice, es realmente bello, audaz e inapreciable: â&#x20AC;&#x153;Si alguien quisiera comprar el amor contadas las riquezas de su casa, se harĂa despreciableâ&#x20AC;? (Cant 6, 7). Uno recuerda El violinista en el tejado Digitalizado por: Biblioteca "P. Florentino Idoate, S.J." Universidad Centroamericana JosĂŠ SimeĂłn CaĂąas
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antes y despuĂŠs del pogromo que destruye la aldea judĂa en Rusia, o La vida es bella, aun en Auschwitz. Pero en esta etapa de la pedagogĂa divina reveladora (Vat II, DV 15), el amor es solo â&#x20AC;&#x153;fuerte como la muerteâ&#x20AC;?, es decir, la muerte no logra acabar con el amor de quienes se han amado en vida en el matrimonio. Sin HPEDUJR QR HV XQ DPRU GH HQWUHJD VDFULĂ&#x20AC;FLDO TXH UHGLPH \ UHFRQFLOLD ÂłPiV DOOi de la pareja y su medio de alcanceâ&#x20AC;&#x201D; a la humanidad en su totalidad. Aunque sĂ es uno de los paradigmas mĂĄs humanos del amor, junto al amor maternal y paternal, y a la amistad con o sin camaraderĂa, pero siempre con compaĂąerismo27. /D ,JOHVLD VH KD SURQXQFLDGR HQ 7UHQWR D IDYRU GH OD UHDOLGDG VDFULĂ&#x20AC;FLDO GH OD eucaristĂa. Lo hizo para que, â&#x20AC;&#x153;rechazados los errores y herejĂas, se conserve en la santa Iglesia catĂłlica la tradiciĂłn y se retenga la fe y la doctrina total y perfecta sobre el gran misterio de la eucaristĂaâ&#x20AC;? (DS 1738). Se trata, pues, como en toda la doctrina sobre los sacramentos, de contrarrestar â&#x20AC;&#x153;los errores y herejĂasâ&#x20AC;?, con la ambigĂźedad en la que queda este propĂłsito porque no hubo una decisiĂłn H[FOXVLYD \ GHĂ&#x20AC;QLWLYD D IDYRU GH ´KHUHMtDVÂľ \ SRU OD FRPSOHMD KLVWRULD PHGLHYDO \ UHQDFHQWLVWD GH OD GHĂ&#x20AC;QLFLyQ WHROyJLFD GH TXp HV KHUHMtD (Q HO PLVPR Q~PHUR GHO '6 FDOLĂ&#x20AC;FD 7UHQWR VX GRFWULQD FRPR HQVHxDQ]D docet), declaraciĂłn (declarat) y decisiĂłn (decernit GH TXH DVt VH SUHGLTXH D ORV SXHEORV Ă&#x20AC;HOHV Veamos esa enseĂąanza en su parte propositiva: Este Dios y SeĂąor nuestro Jesucristoâ&#x20AC;Ś en la Ă&#x161;ltima Cena, â&#x20AC;&#x153;la noche que era entregadoâ&#x20AC;?â&#x20AC;Ś, declarĂĄndose constituido â&#x20AC;&#x153;sacerdote eterno segĂşn el orden de Melquisedecâ&#x20AC;? (Sal 109, 4), ofreciĂł a Dios Padre su cuerpo y sangre bajo las especies de pan y vino y se los entregĂł a los ApĂłstoles (a quienes constituĂa entonces como sacerdotes de la Nueva Alianza), para que los comieran bajo los sĂmbolos de aquellas mismas realidades; y les mandĂł â&#x20AC;&#x201D;con estas palabras: â&#x20AC;&#x153;Hagan esto en conmemoraciĂłn mĂaâ&#x20AC;?, etc. (Lc 22, 19; 1 Cor 11, 24)â&#x20AC;&#x201D; a ellos y a quienes los sucedieran en el sacerdocio, que los ofrecieran como siempre entendiĂł y enseùó la Iglesia catĂłlica.
27 &RPHQWDQGR XQ OLEUR GH XQ DPLJR PX\ TXHULGR FRQ HO TXH KH YLYLGR DxRV HQ FRPXQLGDG HVFULEt ³/D FRPXQLGDG HV XQ OXJDU SURSLFLR SDUD OD DPLVWDG 3DUD 3ODWyQ ¾OD FRPXQLGDG \ OD DPLVWDG PDQWLHQHQ OD FRKHVLyQ GHO FRVPRVœ £1DGD PiV \ QDGD PHQRV < ¾OD DPLVWDG  HV OD IRUPD IXQGDPHQWDO GH WRGD FRPXQLGDG KXPDQDœ SHUR 3ODWyQ SUHFLVD TXH HVWR HV DVt VLHPSUH TXH VH WUDWH QR GH XQD FRPXQLGDG VROR ¾QDWXUDOœ SRU HMHPSOR OD IDPLOLD VLQR GH XQD FRPXQLGDG ¾HVSLULWXDO \ pWLFDœ 7DO YH] OR PiV LQWHUHVDQWH ²GLFH -DHJHU HQ Paideia² HV TXH GH HVWD ¿ORVRItD VRFUiWLFR SODWyQLFD GH OD FRPXQLGDG EURWy XQ ¾SURIXQGR FRQFHSWR GH OD DPLVWDGœ TXH ¾IXH YLYLGR \ SURFODPDGR DO LJXDO TXH WRGR HO PRYLPLHQWR pWLFR TXH GH HOOD DUUDQFy FRPR XQD FRQWULEXFLyQ GLUHFWD D OD VROXFLyQ GHO SUREOHPD GHO (VWDGRœ´ +DVWD DKt OOHJD HQ ORV JUDQGHV JULHJRV HVD DPLVWDG TXH -HV~V GH 1D]DUHW VXSHUD DO llamarnos amigos. Digitalizado por: Biblioteca "P. Florentino Idoate, S.J." Universidad Centroamericana JosÊ Simeón Caùas
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Esta es la frase propositiva directa. A esta le acompaĂąan otras que son explicativas. Los dos pĂĄrrafos siguientes vienen, en la redacciĂłn tridentina, antes del anterior: Puesto que en el Antiguo Testamento (segĂşn el testimonio de Pablo el $SyVWRO QR KDEtD SHUIHFFLyQ GHĂ&#x20AC;QLWLYD D FDXVD GH OD IUDJLOLGDG GHO VDFHUGRFLR levĂtico, convino (segĂşn el plan de Dios, padre de las misericordias) que apareciera otro sacerdote â&#x20AC;&#x153;segĂşn el orden de Melquisedecâ&#x20AC;? (Gn 14, 18; Sal 109, 4; Hbr 7, 11), Jesucristo nuestro SeĂąor, que pudiera llevar a la perfecciĂłn GHĂ&#x20AC;QLWLYD D WRGRV ORV TXH KDEtDQ GH VHU FRQVDJUDGRV +EU Por lo tanto este Dios y SeĂąor nuestro, aunque habĂa de ofrecerse una sola vez a Dios Padre en el altar de la cruz pasando por la muerte, para que ahĂ se realizara la redenciĂłn de todos; sin embargo, puesto que su sacerdocio no quedarĂa extinguido por su muerte (Hbr 7, 24.27), para dejar (como lo exige la QDWXUDOH]D GH ORV KRPEUHV D VX DPDGD HVSRVD OD ,JOHVLD XQ VDFULĂ&#x20AC;FLR YLVLEOH por medio del cual se representara aquel que iba a ser realizado cruentamente HQ OD FUX] XQD VROD YH] \ SDUD TXH VX UHFXHUGR SHUPDQHFLHUD KDVWD HO Ă&#x20AC;Q GHO mundo, y su fuerza salvadora fuera aplicada para la liberaciĂłn de los pecados que nosotros cometemos todos los dĂasâ&#x20AC;Ś < GHVSXpV YLHQH HO SiUUDIR GH OR TXH VH DĂ&#x20AC;UPD HQ GLUHFWR HQ OD SDUWH SURSRVLtiva que hemos transcrito aquĂ antes. El pĂĄrrafo que sigue viene a continuaciĂłn del pĂĄrrafo propositivo: AsĂ pues, una vez celebrada la antigua cena pascual, donde la multitud de los hijos de Israel inmolaba el cordero en memoria de la salida de Egipto (Ex 12, 1ss), instituyĂł la nueva Pascua en la cual ĂŠl mismo iba a ser inmolado bajo signos visibles por la Iglesia por intermedio de los sacerdotes, en memoria de su paso de este mundo al Padre, cuando por el derramamiento de su sangre nos redimiĂł y â&#x20AC;&#x153;nos arrancĂł del poder de las tinieblas y nos trasladĂł a su reinoâ&#x20AC;? (Col 1, 13).28 Todos estos pĂĄrrafos estĂĄn en DS 1739-1741. Por su parte, el canon 1, la condenaciĂłn propiamente tal del â&#x20AC;&#x153;error y herejĂaâ&#x20AC;? de los reformadores, dice asĂ: â&#x20AC;&#x153;Si alguien dijere que en la misa no se ofrece verdadera y propiamente un VDFULĂ&#x20AC;FLR R TXH OR TXH VH RIUHFH QR HV VLQR &ULVWR GDGR HQ DOLPHQWR VHD DQDWHPDÂľ (DS 1751). Y el siguiente canon dice asĂ: â&#x20AC;&#x153;Si alguien dijere que con estas palabras: â&#x20AC;&#x2DC;Hagan esto en memoria mĂaâ&#x20AC;&#x2122; (Lc 22, 19; 1 Cor 11, 24), Cristo no instituyĂł sacerdotes a los ApĂłstoles, o no los ordenĂł para que ellos mismos y otros sacerdotes ofrecieran su cuerpo y su sangre, sea anatemaâ&#x20AC;? (DS 1752).
28 6R\ UHVSRQVDEOH GH OD WUDGXFFLyQ GH ORV FXDWUR SiUUDIRV GHO ODWtQ DO FDVWHOODQR ( LJXDOPHQWH GH OD GH ORV FiQRQHV TXH YLHQHQ D FRQWLQXDFLyQ Digitalizado por: Biblioteca "P. Florentino Idoate, S.J." Universidad Centroamericana JosĂŠ SimeĂłn CaĂąas
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Trento asumiĂł la tradiciĂłn tanto bĂblica como litĂşrgica (parte crucial de la lex orandi), kerigmĂĄtica y teolĂłgica de la Iglesia en los siglos anteriores. EntendiĂł OD PXHUWH GH -HV~V HQ OD FUX] FRPR VX ~QLFR VDFULĂ&#x20AC;FLR VDFHUGRWDO GH GXUDFLyQ y validez salvadora eternas, siguiendo en esto principalmente a la Carta a los Hebreos. Y entendiĂł la Ă&#x161;ltima Cena de JesĂşs como una anticipaciĂłn simbĂłlica ´XQ VDFULĂ&#x20AC;FLR YLVLEOH SRU PHGLR GHO FXDO se representaraâ&#x20AC;Ś >HO ~QLFR VDFULĂ&#x20AC;FLR de la cruz]â&#x20AC;?; â&#x20AC;&#x153;[una comida] bajo los sĂmbolos [las especies de pan y vino] de DTXHOODV PLVPDV UHDOLGDGHV >HO FXHUSR \ OD VDQJUH GH -HV~V@Âľ GH HVH VDFULĂ&#x20AC;FLR Ăşnico de JesĂşs en la cruz. ComprendiĂł la eucaristĂa tambiĂŠn como una celebraFLyQ VDFULĂ&#x20AC;FLDO RIUHFLGD SRU OD ,JOHVLD SDUD FXPSOLU FRQ HO PDQGDWR GH -HV~V GH â&#x20AC;&#x153;hacerâ&#x20AC;? en memoria suya lo que ĂŠl hizo en su Ă&#x161;ltima Cena. 3XHGH VHU HQWRQFHV TXH TXHGH FODUR TXH OR TXH VH TXLVR DĂ&#x20AC;UPDU HQ 7UHQWR HV TXH OD Ă&#x201D;OWLPD &HQD IXH XQ DFWR GH HQWUHJD VDFULĂ&#x20AC;FLDO GH -HV~V FRQ HO TXH TXLVR celebrar y anticipar simbĂłlicamente, en una comida de alcance insospechado, lo que iba a ser su muerte voluntariamente aceptada por ĂŠl a manos de sus enemigos. Y que JesĂşs quiso que este acto fuera siempre celebrado y recordado en una cena semejante. /D &HQD GHO 6HxRU PHGLDFLyQ HQWUH OD HXFDULVWtD \ OD PXHUWH GH -HV~V FUXFLĂ&#x20AC;FDGR Hoy hay teĂłlogos bĂblicos catĂłlicos de gran altura que entienden esto de OD PDQHUD VLJXLHQWH (QWUH OD PXHUWH GH -HV~V FUXFLĂ&#x20AC;FDGR YHUGDGHUR \ ~QLFR VDFULĂ&#x20AC;FLR UHDO \ OD HXFDULVWtD H[LVWH OD PHGLDFLyQ GHO DFWR VLPEyOLFR GH -HV~V en la Ă&#x161;ltima Cena, que ĂŠl mismo interpretĂł como de alcance salvador en el â&#x20AC;&#x153;por WRGRVÂľ FRQ HO TXH FDOLĂ&#x20AC;Fy OD HQWUHJD GH VX SHUVRQD D WUDYpV GHO SDQ \ HO YLQR compartidos como su cuerpo y su sangre, segĂşn la tradiciĂłn bĂblica. Mc 14, 24 (hyper pollĂłn) lo dice, en un presente cultual, de la sangre suya derramada realmente, simbolizada en el vino que dio a beber a quienes estaban a la mesa; Mt aĂąade en 26, 28 â&#x20AC;&#x153;para liberaciĂłn de los pecadosâ&#x20AC;? (eis afĂŠsin hamartĂon). Lc 22, 19 (to hyper hymĂłn didĂłmenon ´HQWUHJDGR SRU XVWHGHVÂľ FDOLĂ&#x20AC;FD DVt OD HQWUHJD del cuerpo de JesĂşs realmente simbolizado en el pan que partiĂł y repartiĂł. 1 Cor 11, 24, al igual que el texto lucano, habla de su cuerpo entregado (to hyper hymĂłn ´SRU XVWHGHVÂľ $PERV VH UHĂ&#x20AC;HUHQ OLW~UJLFDPHQWH D DTXHOODV SHUVRQDV seguidoras suyas, miembros de las primeras comunidades. En Juan aparece tambiĂŠn en formulaciĂłn universal que ataĂąe a toda la humanidad: â&#x20AC;&#x153;El pan que yo doy para la vida del mundo (hyper tĂŠs tou kosmou tsoĂŠs) es mi carneâ&#x20AC;? (Jn 6, 51)29. 29 (V SUiFWLFDPHQWH LPSRVLEOH OOHJDU D ODV ipsissima verba Iesu HQ OD Ă&#x2019;OWLPD &HQD 3RU HMHPSOR Âł6LQ TXH LPSRUWH OR TXH XQR GLJD DFHUFD GHO FDUiFWHU GH OD FHQD TXH HO -HV~V KLVWyULFR FRPLy FRQ VXV GLVFtSXORV HQ HO (VWDGLR , >GH OD WUDGLFLyQ GHO Evangelio de Lucas], si fue Ăşnicamente una cena de amistad solidariaâ&#x20AC;Ś con una UHIHUHQFLD HVFDWROyJLFD R DGHPiV XQ PHPRULDO GH VX PXHUWH FRPR DTXHO DO TXH Digitalizado por: Biblioteca "P. Florentino Idoate, S.J." Universidad Centroamericana JosĂŠ SimeĂłn CaĂąas
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La eucaristĂa es memorial de la Ă&#x161;ltima Cena y, solo por la mediaciĂłn de esta, HV PHPRULDO GH OD PXHUWH GH -HV~V FUXFLĂ&#x20AC;FDGR 'H PDQHUD TXH HO FDUiFWHU VDFULĂ&#x20AC;FLDO GH OD HXFDULVWtD GHSHQGH GH \ VH IXQGD HQ HO FDUiFWHU VDFULĂ&#x20AC;FLDO GH OD Ă&#x201D;OWLPD &HQD TXH HV D VX YH] DQWLFLSDFLyQ VLPEyOLFD GH OD PXHUWH GH -HV~V FUXFLĂ&#x20AC;FDGR asesinato y tambiĂŠn entrega libre, y de su sentido escatolĂłgico, su resurrecciĂłn y la realizaciĂłn del reino, asĂ como la entrega de ese reino al Padre en la parusĂa o segunda venida de JesĂşs. Escribe LĂŠon-Dufour: 'RV DFFLRQHV HQ HO FHQiFXOR \ HQ HO FDOYDULR corresponden a los dos relatos [el de la Ă&#x161;ltima Cena insertado en el de la PasiĂłn]. Su relaciĂłn es la de dos WLSRV GH ´VDFULĂ&#x20AC;FLRÂľ (Q HO *yOJRWD -HV~V RIUHFH VX YLGD HQ XQ DFWR TXH SRGHPRV OODPDU ´VDFULĂ&#x20AC;FLR SHUVRQDOÂľ (Q HO FHQiFXOR TXLHUH VLPEROL]DU HVWH VDFULĂ&#x20AC;FLR SHUVRQDO SRU PHGLR GH XQD DFFLyQ OLW~UJLFD TXH HQ FLHUWR VHQWLGR SRGHPRV OODPDU ´VDFULĂ&#x20AC;FLR FXOWXDOÂľ 3HUR HVWH VDFULĂ&#x20AC;FLR VROR WLHQH HQ FRP~Q con los del Antiguo Testamento, el hecho de que la alabanza celebra de VH UHÂżHUH 3DEOR HQ &RU ÂŤ OD UHIHUHQFLD D OD PXHUWH GH -HV~V \ OD FRQH[LyQ FRQ HOOD GH HVWD 3DVFXD UHLQWHUSUHWDGD HQ HO UHODWR OXFDQR VRQ LQHTXtYRFDV DXQTXH LPSOtFLWDV´ HQ - )LW]P\HU The Gospel according to Luke X-XXIV, Nueva <RUN 'RXEOHGD\ S /pRQ 'XIRXU SLHQVD SRGHU OOHJDU D ODV ipsissima verba Iesou \ OR IRUPXOD DVt Âł/D FUtWLFD OLWHUDULD KD SHUPLWLGR UHFRQRFHU GHWUiV GH ODV YHUVLRQHV DFWXDOHV >OR TXH )LW]P\HU OODPDUtD HO HVWDGLR ,,, GH OD WUDGLFLyQ GHO (YDQJHOLR GH /XFDV@ ODV VLJXLHQWHV SDODEUDV Âľ(VWR HV PL FXHUSR TXH VH HQWUHJD SRU XVWHGHV (VWD FRSD HV OD QXHYD DOLDQ]D HQ PL VDQJUH TXH VH GHUUDPD SRU XVWHGHV Les aseguro: no volverĂŠ a beber del fruto de la vid hasta el dĂa en que lo beba, QXHYR HQ HO UHLQR GH 'LRVϫ 3HUR PiV DGHODQWH GLFH Âł(O OHFWRU TXH KD\D VHJXLGR KDVWD DTXt HO GHVDUUROOR GH QXHVWUD LQGDJDFLyQ SRGUi DKRUD UHFRJHU ORV IUXWRV GH VX WUDEDMR +D OOHJDGR \D D OD SUHVHQWDFLyQ GH ORV WH[WRV PLVPRV 6LQ HPEDUJR GHEH HYLWDU XQ HVFROOR 4XL]i HQ HIHFWR GHVHD FRQVHJXLU HYLGHQFLDV \ FHUWH]DV FXDQGR HO UHVXOWDGR D TXH KHPRV OOHJDGR VH DSR\D HQ EXHQD SDUWH HQ KLSyWHVLV 3HUR ¢QR RFXUUH OR PLVPR HQ FXDOTXLHU LQYHVWLJDFLyQ GHQWUR GH ODV FLHQFLDV KXPDQDV" Âľ/D FHUWH]D KLVWyULFD QR SDVD GH VHU XQD SUREDELOLGDG TXH QR SDUHFH UD]RQDEOH SRQHU HQ GXGD QL KD\ UD]yQ VXÂżFLHQWH SDUD HOORÂś (VWR YDOH WDPELpQ SDUD OD Ă&#x2019;OWLPD &HQD GH JesĂşs y para las tradiciones que conservan su recuerdoâ&#x20AC;?. VĂŠase X. LĂŠon-Dufour, La FracciĂłn del Pan. Culto y existencia en el Nuevo Testamento 0DGULG &ULVWLDQGDG 1983, pp. 216-217 y 235. El mismo autor trata el problema de las palabras de invitaFLyQ D OD PHPRULD FRPR DxDGLGXUD UHGDFFLRQDO PX\ WHPSUDQD QXPHURVRV KLVWRULDGRUHV QR DWULEX\HQ ÂłOD DQDPQHVLV D -HV~V HQ SHUVRQD ÂŤ (O PDQGDWR GH DQDPQHVLV SUHVXSRQH HQ -HV~V OD FHUWH]D GH TXH SHUPDQHFH SUHVHQWH HQWUH ORV VX\RV QR VROR SRU HO KHFKR GH TXH UHVXFLWDUi VLQR WDPELpQ GH TXH HQ VX FRQYLFFLyQ VH SURORQJDUi la comensalidad inaugurada con sus discĂpulos. El sĂmbolo del pan, es decir del alimento que mantiene la vida, es el que JesĂşs ha escogido libremente para expresar VX SUHVHQFLD GXUDGHUD HQWUH ORV VX\RV WDO VtPEROR IXH XWLOL]DGR SRU ORV SULPHURV FULVWLDQRV SDUD H[SUHVDU OD SUHVHQFLD HIHFWLYD GH -HV~V HQWUH HOORV ÂŤ &DEH SHQVDU TXH PX\ SURQWR VH HQXQFLy OD DQDPQHVLV SRU OD TXH -HV~V GHFODUDED TXH HUD SUHFLVR hacer aquello en memoria suyaâ&#x20AC;?. IbĂd., pp. 228 y 231. Digitalizado por: Biblioteca "P. Florentino Idoate, S.J." Universidad Centroamericana JosĂŠ SimeĂłn CaĂąas
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antemano la victoria de Dios que salva a su Hijo de la muerte y da origen a la ,JOHVLD /D &HQD VLPEROL]D HO VDFULĂ&#x20AC;FLR GH &ULVWR HQ OD FUX] 7DPELpQ OD PLVD VLPEROL]D HO VDFULĂ&#x20AC;FLR GH &ULVWR HQ OD FUX] SHUR OR KDFH SRU OD PHGLDFLyQ GH OD &HQD. La misa, en efecto, reitera el rito de los primeros cristianos, que recogieron y explicitaron la acciĂłn de JesĂşs. Repite continuamente los gestos de JesĂşs, tal como fueron recibidos por los cristianos. En este sentido hay reiteraciĂłn: no de la â&#x20AC;&#x153;comidaâ&#x20AC;?, tal como JesĂşs pudo celebrarla, sino de los gestos y de palabras rituales conforme al sentimiento que JesĂşs les habĂa dado. Por eso el celebrante proclama el relato eucarĂstico y lo gestualiza; pronuncia las palabras de JesĂşs tal como la tradiciĂłn las ha transmitido. Esta independencia de la tradiciĂłn frente a las ipsissima verba de JesĂşs es de gran importancia para indicar la libertad con que la Iglesia es invitada a referirse al acontecimiento pasado de la Cena. Solo la tradiciĂłn HFOHVLDO SXHGH SHUPLWLUVH PRGLĂ&#x20AC;FDU VXV SDODEUDV SDUD KDFHUODV PiV GHQVDV R mĂĄs explĂcitas. /D PLVD FRPR OD &HQD VLPEROL]D HO IUXWR GH YLGD GHO VDFULĂ&#x20AC;FLR GH &ULVWR HQ OD FUX]. Es lo que la teologĂa dice cuando habla de â&#x20AC;&#x153;sacramentoâ&#x20AC;?: la misa HV VtPEROR HĂ&#x20AC;FD] GH OD DOLDQ]D HVWDEOHFLGD SRU -HV~V DO GDU VX YLGD HQ OD cruz y sellada por Dios que resucita a su Hijoâ&#x20AC;Ś La misa no representa el acontecimiento mismo de la cruz, sino que repite la Cena, la cual de manera simbĂłlica, anticipaba el mundo nuevo inaugurado por Cristo. &HQD FUX] \ PLVD constituyen aparentemente tres polos del pensamiento [teolĂłgico y del magisterio]; en realidad estĂĄn agrupados de dos en dos. La misa estĂĄ unida a la Cena, la Cena estĂĄ unida a la cruz, de manera que, en cierto sentido, la misa estĂĄ unida a la cruz. Si bien la misa es una represenWDFLyQ GHO FDOYDULR QR OR UHLWHUDâ&#x20AC;Ś; cada dĂa la Iglesia se hace presente en el calvario, UHLWHUDQGR ORV JHVWRV GH -HV~V en el cenĂĄculo, que anticipaban no solo su muerte sino tambiĂŠn su resurrecciĂłn. PrecisĂŠmoslo bien. Si la misa y la Cena son gestos litĂşrgicos, reciben su sentido de su relaciĂłn con el acto Ăşnico del calvario y, por tanto, con toda la existencia de Jesucristo, prepascual y pospascual. TambiĂŠn aquĂ se encuentra el binomio culto/existencia, el Ăşnico que mantiene en toda su fuerza el culto y OD H[LVWHQFLD 6H WUDWDÂŤ GH XQD UHODFLyQ ´GLDOpFWLFDÂľ TXH QR SXHGH VDFULĂ&#x20AC;FDU ninguno de los dos polos que la constituyen.30 AsĂ escribiĂł tambiĂŠn Taborda31 HQWUH SUD[LV \ Ă&#x20AC;HVWD KD\ XQD UHODFLyQ GLDOpFtica; las personas que se quedan solo en la praxis, acaban como fanĂĄticos del WUDEDMR GH OD SROtWLFD GHO DUWH HWF R GH OD UHOLJLyQ 6LQ OD Ă&#x20AC;HVWD OD SUD[LV VH 30. IbĂd., pp. 355-356. 31 ) 7DERUGD 6DFUDPHQWRV SUD[LV \ ÂżHVWD, Madrid, Ediciones Paulinas, 1987. Digitalizado por: Biblioteca "P. Florentino Idoate, S.J." Universidad Centroamericana JosĂŠ SimeĂłn CaĂąas
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vuelve a la larga ansiosa, triste y solitaria, es decir angustiada, incluso cuando las apariencias de la riqueza encubren esa situaciĂłn. Lo mismo pasa con la praxis cristiana de la liberaciĂłn en AmĂŠrica Latina, sea praxis en las comunidades de base o en las congregaciones religiosas o en el clero diocesano, y mucho mĂĄs si es praxis teolĂłgicamente solidaria, pero psicolĂłgicamente individualista. La praxis cristiana de la liberaciĂłn conduce a la celebraciĂłn festiva de esa praxis, como en las eucaristĂas en el hospitalito de cancerosos donde fue asesinado monseĂąor Romero o en las misas dominicales de la cripta de la catedral de San Salvador alrededor de su tumba; como en las vigilias de los mĂĄrtires de la UCA con su eucaristĂa central y sus cantos y comidas festivas; como en cualquier eucaristĂa que recuerde la peregrinante y luchadora caminata del pueblo de Dios, entre la pobreza injusta y la solidaridad enriquecedora, que permite seguir buscando el reino de Dios y su justicia aquĂ en la tierra, mientras viene a nosotros el reino del Dios escatolĂłgico desde Dios. Como escribe LĂŠon-Dufour, hay que encontrar â&#x20AC;&#x153;una vida vivida con ritmoâ&#x20AC;? entre la celebraciĂłn y el compromiso32. Un compromiso que â&#x20AC;&#x201D;me inspiro en GonzĂĄlez Fausâ&#x20AC;&#x201D; no puede ser cristiano si es solo ĂŠtico-prĂĄxico; debe ser tambiĂŠn ĂŠtico-mĂstico33. Esto Ăşltimo es lo que ha entendido la tradiciĂłn eclesial latinoamericana de las conferencias episcopales, cuando hace una â&#x20AC;&#x153;opciĂłn preferencial y solidaria por los pobresâ&#x20AC;? â&#x20AC;&#x201D;este es el compromiso ĂŠtico-prĂĄxicoâ&#x20AC;&#x201D; urgida por la visiĂłn mĂstica de â&#x20AC;&#x153;los rostros sufrientes de Cristo, el SeĂąor, que nos cuestiona e interpelaâ&#x20AC;?34. Es una visiĂłn mĂstica la que â&#x20AC;&#x153;urge al amorâ&#x20AC;? (2 Cor 5, 14), porque en los rostros reales de las personas hambrientas, humilladas, explotadas, ofendidas, despreciadas, discriminadas, muchas veces no se alcanza a ver, a primera vista, ni siquiera una â&#x20AC;&#x153;presencia ni belleza que atraiga nuestras miradas ni aspecto que nos cautiveâ&#x20AC;? (Is 53, 2), y mucho menos la presencia de Jesucristo en ellas. De ahĂ la enorme sorpresa de quienes sucumbieron a la solidaridad porque vieron en esta gente a sus hermanas y hermanos (Mt 25, 31-45). (O (VStULWX 6DQWR HQYLDGR SRU HO 3DGUH HQ QRPEUH GH -HV~V JDUDQWH GHO PHPRULDO HXFDUtVWLFR SegĂşn el cuarto Evangelio, la capacidad de las personas seguidoras de JesĂşs de anunciar su muerte creyendo en su resurrecciĂłn y en la victoria futura sobre toda muerte serĂĄ obra a la vez de JesĂşs y del EspĂritu: â&#x20AC;&#x153;No les dejarĂŠ huĂŠrfanos (â&#x20AC;Ś) El valedor, el EspĂritu Santo que enviarĂĄ el Padre en mi nombre, les ense32. IbĂd., p. 351. 33 - , *RQ]iOH] )DXV Calidad cristiana: Identidad y crisis del cristianismo, Santander, Sal Terrae, 2006, p. 222. 34 ,,, &RQIHUHQFLD *HQHUDO GHO (SLVFRSDGR /DWLQRDPHULFDQR Puebla 0DGULG %$& 1982, nn. 1134 y 31, pp. 608 y 452. VĂŠanse los paralelos en Santo Domingo y en Aparecida, y las raĂces en MedellĂn. Digitalizado por: Biblioteca "P. Florentino Idoate, S.J." Universidad Centroamericana JosĂŠ SimeĂłn CaĂąas
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ĂąarĂĄ todo y les recordarĂĄ todo lo que yo les dijeâ&#x20AC;? (Jn 14, 18.26). Nunca JesĂşs de Nazaret actuĂł sin el EspĂritu, aquella fuerza (dynamis) que sentĂa salir de ĂŠl (Lc 8, 46; Mc 5, 30; Lc 6, 19; etc.), la misma que habĂa sido parte fundamental de su experiencia de Dios en su bautismo (Lc 3, 22 par), y por la que se sintiĂł â&#x20AC;&#x153;impulsadoâ&#x20AC;? a volver a Galilea (Lc 4, 14) y ungido en el comienzo de su ministerio pĂşblico al servicio del reino de Dios (Lc 4, 18-21). Tampoco sus seguidores y seguidoras lo harĂĄn: â&#x20AC;&#x153;RecibirĂĄn la fuerza del EspĂritu Santo que vendrĂĄ sobre ustedes, y serĂĄn testigos mĂos en JerusalĂŠn, Judea y Samaria, y hasta el confĂn del mundoâ&#x20AC;? (Hch 1, 8). La eucaristĂa y el EspĂritu Santo serĂĄn dos â&#x20AC;&#x153;memoriasâ&#x20AC;? vivas de JesĂşs, llenas de fuerza para el camino de su seguimiento. En la Iglesia no habrĂĄ eucaristĂa sin invocaciĂłn al EspĂritu Santo (epiclesis) ni habrĂĄ EspĂritu Santo que no reĂşna a la comunidad alrededor de la eucaristĂa para que se celebre el memorial que actualiza a JesĂşs y hace posible el encuentro con ĂŠl. Pero es el Padre quien envĂa al EspĂritu Santo en nombre de JesĂşs; por eso, el encuentro real-simbĂłlico con JesĂşs de cada persona cristiana y de la misma comunidad eclesial en la eucaristĂa serĂĄ un refrendo de aquella atracciĂłn con que el Padre nos encaminĂł hacia el seguimiento de JesĂşs (Jn 6, 44) y terminarĂĄ tambiĂŠn en presencia: â&#x20AC;&#x153;Si alguna persona me ama, cumplirĂĄ mi palabra, mi Padre lo amarĂĄ, vendremos a ĂŠl y habitaremos en ella (â&#x20AC;Ś) Mientras estaba con ellos, yo los guardaba con tu nombre (â&#x20AC;Ś) Ahora voy hacia ti (â&#x20AC;Ś) No pido que los saques del mundo, sino que los preserves del Malignoâ&#x20AC;? â&#x20AC;&#x201D;ek tou poneroĂşâ&#x20AC;&#x201D; (Jn 14, 23 y 17, 12-13.15). SegĂşn Juan, el mundo es a la vez la humanidad, a la que Dios amĂł tanto que le entregĂł a su Hijo Ăşnico (Jn 3, 16), y el mundo injusto, donde el Maligno tiene LQĂ XHQFLD SHUR IUHQWH DO FXDO HO (VStULWX 6DQWR DFWXDUi QR VROR FRPR GHIHQVRU GH ODV SHUVRQDV TXH VLJDQ D -HV~V VLQR WDPELpQ FRPR Ă&#x20AC;VFDO DFXVDGRU TXH GHMDUi en claro el pecado del mundo â&#x20AC;&#x201D;de los poderes de este mundoâ&#x20AC;&#x201D;, la inocencia de JesĂşs y de los mĂĄrtires y santos a quienes esos poderes asesinan o persiguen, HVSHFLDOPHQWH VL EXVFDQ YLGD SDUD ORV SREUHV \ OD MXVWLFLD GH 'LRV TXH HV Ă&#x20AC;GHOLGDG inquebrantable llena de amor a la humanidad y de leal misericordia (cf. Jn 16, 6-11). El EspĂritu Santo, mientras â&#x20AC;&#x153;nos enseĂąa todo y nos recuerda todo lo que JesĂşs QRV GLMRÂľ -Q QRV SUHVHUYDUi GH YHU HQ OD FUXFLĂ&#x20AC;[LyQ GH -HV~V \ SRU WDQWR HQ OD Ă&#x201D;OWLPD &HQD \ HQ OD HXFDULVWtD DOJR DVt FRPR XQ VDFULĂ&#x20AC;FLR VXVWLWXWLYR HQ HO cual JesĂşs fuera una especie de â&#x20AC;&#x153;macho cabrĂoâ&#x20AC;? encima del cual se amontonaran nuestros pecados para ser enviado luego fuera de los muros de la ciudad y muerto allĂĄ, en el calvario, calmando asĂ la cĂłlera de Dios. Este mismo EspĂritu 6DQWR QRV SUHVHUYDUi GH DFHUFDUQRV D OD HXFDULVWtD FRPR D XQ VDFULĂ&#x20AC;FLR GRQGH OD KRVWLD HV GHFLU OD YtFWLPD VDFULĂ&#x20AC;FLDO VDQJUD WRGDYtD SRUTXH XQD \ RWUD YH] expĂa los pecados de la comunidad que celebra, e incluso todos los pecados de la
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humanidad35. El espĂritu valedor o â&#x20AC;&#x153;defensorâ&#x20AC;? nuestro nos guardarĂĄ de ver en la FUXFLĂ&#x20AC;[LyQ GH -HV~V HQ OD Ă&#x201D;OWLPD &HQD \ HQ OD HXFDULVWtD Âł\ GH YLYLUODV FRPR OR que los enemigos de JesĂşs quisieron conseguirâ&#x20AC;&#x201D; un acto de violencia necesario VLQ ULHVJR GH YHQJDQ]D SDUD FRQVHJXLU SRU VX PHGLR OD SDFLĂ&#x20AC;FDFLyQ GH OD JHQWH \ su conformismo frente a las injusticias: â&#x20AC;&#x153;ÂżNo ven que es mejor que muera uno solo por el pueblo y que no perezca toda la naciĂłn?â&#x20AC;? (Jn 11, 50). En Ăşltimo tĂŠrmino, el EspĂritu Santo â&#x20AC;&#x153;nos guiarĂĄ hasta la verdad plena, pues no hablarĂĄ por su cuenta, sino que dirĂĄ lo que oye y nos anunciarĂĄ el futuroâ&#x20AC;? (Jn 16, 13). Y al hacerlo asĂ, DO JXLDUQRV D OD SOHQLWXG GH OD Ă&#x20AC;GHOLGDG GH 'LRV DO KDFHU DFWXDO HO (YDQJHOLR HQ medio del contexto cambiante de las ĂŠpocas, manteniĂŠndolo â&#x20AC;&#x153;el mismo, aunque no lo mismoâ&#x20AC;? (Zubiri), nos preservarĂĄ de aquella imagen de Dios que lo ve, antes GH SHUGRQDUQRV UHFODPDQGR XQ SUHFLR LQĂ&#x20AC;QLWR SRU XQD GHXGD LQĂ&#x20AC;QLWD \ TXH YH OD eucaristĂa como el memorial de la cancelaciĂłn de esa deuda, de un precio pagado para comprar nuestro rescate, o de un rescate, o de un monumento expiatorio, o de XQ KLMR WUDWDGR FRPR SHFDGRU HWF TXH WRGR HVR VHUtD -HVXFULVWR FUXFLĂ&#x20AC;FDGR QHFHsariamente dentro del plan de Dios, y, por lo tanto, JesĂşs-eucaristĂa36. Esa imagen de Dios es un intento lucano, paulino y marcano (tambiĂŠn joaneo) de explicar, ´VHJ~Q ODV (VFULWXUDVÂľ HO ´SRU QRVRWURVÂľ \ HO ´SRU WRGRVÂľ GH OD FUXFLĂ&#x20AC;[LyQ GH
35 8QD FRVD HV TXH -HV~V UHVXFLWDGR PXHVWUH ODV VHxDOHV GH VX FUXFLÂż[LyQ \ TXH HWHUQDPHQWH DGRUHPRV ÂłDO &RUGHUR GHJROODGR´ TXH VLQ HPEDUJR HVWi YLYR \ UHFLEH ÂłHO SRGHU OD ULTXH]D HO VDEHU OD IXHU]D HO KRQRU OD JORULD \ OD DODEDQ]D´ $S y otra que vivamos viendo en la eucaristĂa una imagen cruenta del Dios que pide sangre. 36 ³¢1R tenĂa que padecer eso para entrar en su gloria?â&#x20AC;? (Lc 24, 26). Âł&DQFHOy HO GRFXPHQWR GH QXHVWUD GHXGD ²to jeirogrĂĄphon² FRQ VXV FOiXVXODV DGYHUVDV D QRVRWURV \ OR TXLWy GH HQ PHGLR FODYiQGROR FRQVLJR HQ OD FUX]´ &RO ¢&RQ TXLpQ SRGtD VHU OD GHXGD VLQR FRQ 'LRV" Âł/RV KD FRPSUDGR SDJDQGR XQ SUHFLR´ ²egorĂĄstheteâ&#x20AC;Ś timĂŠs² &RU \ 23), es decir, fueron ustedes comprados como esclavos en el ĂĄgora HQ OD SOD]D S~EOLFD GRQGH VH YHQGtDQ SDUD OLEHUDUORV ÂłGH OD FRUUXSFLyQ´ ²5RP ² Âł6RQ DEVXHOWRV VLQ PHUHFHUOR JHQHURVDPHQWH SRU HO UHVFDWH ²apolytrĂłseos (cf 0F ² TXH -HVXFULVWR HQWUHJy´ 5RP FRPR VH OHV GDED OD OLEHUWDG D ORV HVFODYRV D FDPELR GH XQ UHVFDWH R UHGHQFLyQ DVt QDFLHURQ ORV PHUFHGDULRV SDUD LQWHUFDPELDUVH FRQ ORV SULVLRQHURV GH ORV SLUDWDV PXVXOPDQHV GHO PDU 0HGLWHUUiQHR UHGLPLpQGRORV Âł2UGHQ GH OD 9LUJHQ GH OD 0HUFHG UHGHQFLyQ GH FDXWLYRV´ Âł'LRV OR GHVWLQy D VHU FRQ VX VDQJUH LQVWUXPHQWR GH H[SLDFLyQ R PRQXPHQWR H[SLDtorio) â&#x20AC;&#x201D;ilastĂŠrion² SDUD ORV TXH FUHHQ´ 5RP IlastĂŠrion era o bien la misma YtFWLPD SDUD XQ VDFULÂżFLR H[SLDWRULR R HO OXJDU GRQGH VH UHDOL]DED HO VDFULÂżFLR H[SLDWRULR PLVPR 3DEOR SXHGH HQWRQFHV UHIHULUVH D -HV~V FUXFLÂżFDGR R D OD FUX] R DO *yOJRWD Âł$O TXH QR VXSR GH SHFDGR SRU QRVRWURV lo tratĂł como un pecador, para que nosoWURV SRU VX PHGLR IXpUDPRV LQRFHQWHV DQWH 'LRV´ &RU (V GHFLU 'LRV HO 3DGUH HV TXLHQ OR WUDWy DVt \ QR TXLHQHV OR DSUHVDURQ DFXVDURQ \ FUXFLÂżFDURQ Digitalizado por: Biblioteca "P. Florentino Idoate, S.J." Universidad Centroamericana JosĂŠ SimeĂłn CaĂąas
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JesĂşs, anticipado simbĂłlicamente en la Ă&#x161;ltima Cena y rememorado tambiĂŠn simbĂłlicamente en la eucaristĂa por la mediaciĂłn de la Ă&#x161;ltima Cena. Intentos que mĂĄs muestran el no saber quĂŠ dar como explicaciĂłn, el balbucir explicaciones para un acontecimiento horrendo, casi intragable para el cĂrculo cercano a JesĂşs, si no es por la fe en Dios que â&#x20AC;&#x153;es amorâ&#x20AC;? (1 Jn 4, 8) y â&#x20AC;&#x153;nos amĂł primeroâ&#x20AC;? y asĂ nos hizo capaces de amar (1 Jn 4, 19). Dicho esto, que el â&#x20AC;&#x153;por nosotrosâ&#x20AC;? y el ´SRU WRGRVÂľ HV GHFLU HO SRGHU VDOYDGRU OLEHUDGRU GH OD FUXFLĂ&#x20AC;[LyQ \ PXHUWH GH JesĂşs de Nazaret, revela el amor de Dios Padre y del mismo JesĂşs, unido al +LMR GH 'LRV HQ SHUVRQD KDVWD OD PXHUWH HVWDPRV LQWHQWDQGR DĂ&#x20AC;UPDU TXH DVt D travĂŠs del testimonio â&#x20AC;&#x201D;del martirio: â&#x20AC;&#x153;Para eso he nacido, para eso he venido al PXQGR SDUD GDU WHVWLPRQLR GH OD Ă&#x20AC;GHOLGDGÂľ -Q Âł VH PXHVWUD PHMRU TXH de cualquier otra manera hasta dĂłnde estĂĄ dispuesto a ir Dios para fundar todo el universo y, dentro de ĂŠl, toda la humanidad en el amor y en la solidaridad. De HVH 'LRV TXH DFRPSDxD D -HV~V HQ OD HQWUHJD GH VX YLGD \ GH HVH -HV~V Ă&#x20AC;HO KDVWD HO Ă&#x20AC;QDO VXSHUDQGR HO PLHGR37 \ WHVWLJR PiUWLU GH OD Ă&#x20AC;GHOLGDG \ GH OD VROLGDULGDG GH 'LRV HV UHYHODFLyQ LQVXSHUDEOH OD FUXFLĂ&#x20AC;[LyQ DVt FRPR VX DQWLFLSDFLyQ simbĂłlica, JesĂşs con los suyos en la Ă&#x161;ltima Cena, y, por mediaciĂłn de esta, la eucaristĂa. Tal vez lo ve asĂ tambiĂŠn el autor de la Carta a los Hebreos, que dice no que la pasiĂłn y la muerte en cruz de JesĂşs fueran necesarias para nuestra salvaciĂłn, sino que â&#x20AC;&#x153;convenĂa que Dios, por quien y para quien todo existe, queriendo conducir a la gloria a muchos hijos, consumara por el sufrimiento al 37 Âł(O DPRU OOHJDUi HQ QRVRWURV D VX SHUIHFFLyQ VL VRPRV HQ HO PXQGR OR TXH pO >-HV~V@ IXH \ HVSHUDPRV FRQÂżDGRV HO GtD GHO MXLFLR (Q HO DPRU QR FDEH HO temor, antes bien HO DPRU GHVDORMD DO WHPRU´ -Q Âł&RPR ORV KLMRV FRPSDUWHQ FDUQH \ VDQJUH OR PLVPR ODV FRPSDUWLy pO >-HV~V ÂłXQ +LMR´ +EU @ SDUD DQXODU FRQ VX muerte al que controlaba la muerte, es decir al diablo, y para liberar â&#x20AC;&#x201D;apallatseâ&#x20AC;&#x201D; a los que, por miedo a la muerte, pasan la vida como esclavosâ&#x20AC;? (Hbr 2, 14-15). Es HO DPRU HO TXH OLEHUD GHO WHPRU 1R KD\ DTXt OD LGHD GH ÂłSUHFLR TXH VH SDJD SDUD UHVFDWDU´ VLQR OD LGHD GH ÂłOLEHUDU ²apallassoâ&#x20AC;&#x201D; del temor, explĂcitamente del temor D OD PXHUWH FRQWURODQGR DO HQHPLJR ²HO GLDEOR² -HV~V OR FRQWUROD SUHÂżULHQGR OD PXHUWH D OD LQÂżGHOLGDG TXH VXSRQH HO ÂłSURVWHUQDUVH´ DQWH pO SDUD UHFLELU ÂłORV UHLQRV de la tierra (â&#x20AC;Ś) su poder y su gloriaâ&#x20AC;? (Lc 4, 5-7). Hay una diferencia entre el amor SDWHUQR PDWHUQR \ IUDWHUQR TXH OLEHUD \ HO SUHFLR TXH FRPSUD OD OLEHUDFLyQ 6LQ HPEDUJR WDPELpQ HO DXWRU GH OD 3ULPHUD &DUWD GH -XDQ KDEOD GH ÂłH[SLDU´ R ÂłSURSLFLDU´ Âł(Q HVWR FRQVLVWH HO DPRU QR HQ TXH QRVRWURV KD\DPRV DPDGR D 'LRV VLQR HQ TXH pO QRV DPy \ HQYLy D VX ~QLFR KLMR DO PXQGR SDUD H[SLDU ²FRPR hilasmĂłn deâ&#x20AC;&#x201D; QXHVWURV SHFDGRV´ ÂŁ+LMR GH VX WLHPSR DO ÂżQ \ DO FDER (Q FDPELR +HEUHRV H[FOX\H HO VDFULÂżFLR D OD PDQHUD GH ORV KRORFDXVWRV \ VDFULÂżFLRV H[SLDWRULRV \ UHFRQRFH VROR HO VDFULÂżFLR TXH HV OD REHGLHQWH ÂżGHOLGDG GH -HV~V SRU OD TXH RIUHFH VX SHUVRQD KDVWD OD PXHUWH +EU (V XQD WRWDO QRYHGDG IUHQWH DO VHQWLGR GH ORV ÂłVDFULÂżFLRV´ HQ ODV UHOLJLRQHV LQFOXLGR D YHFHV HO GHVDUUROOR KLVWyULFR GH OD UHOLJLyQ FULVWLDQD \ VX UHODFLyQ FRQ OD YLROHQFLD GH OR TXH KDEOD 5HQp *LUDUG HQ VXV REUDV \ TXH KH WHQLGR en cuenta. Digitalizado por: Biblioteca "P. Florentino Idoate, S.J." Universidad Centroamericana JosĂŠ SimeĂłn CaĂąas
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pionero de su salvaciĂłnâ&#x20AC;? (Hbr 2, 10). La solidaridad en el sufrimiento, que es pauta de la condiciĂłn humana, sobre todo en el sufrimiento de las vĂctimas de la injusticia y la opresiĂłn, es lo que estĂĄ de fondo tras el â&#x20AC;&#x153;por ustedesâ&#x20AC;? y el â&#x20AC;&#x153;por todosâ&#x20AC;?. La solidaridad con las vĂctimas es una respuesta sensible al hallazgo de quiĂŠn es nuestro prĂłjimo, y salva (Lc 10, 29-37). Pero cuando la solidaridad se vuelve peligrosa para los poderes de este mundo, solo ella salva porque solo la solidaridad que se mantiene ante el peligro es solidaridad consumada y muestra el amor mĂĄs grande: â&#x20AC;&#x153;Nadie tiene amor mĂĄs grande que quien da la vida por sus amigosâ&#x20AC;? (Jn 15, 13). Por todo ello, la Carta a los Hebreos habla coherentemente GHO VDFULĂ&#x20AC;FLR FULVWLDQR FRPR XQD YLGD TXH UHSURGX]FD FUHDWLYDPHQWH IUHQWH DO mundo la humillaciĂłn y la marginaciĂłn a la que fue sometido JesĂşs cuando fue FUXFLĂ&#x20AC;FDGR XQD HVSHFLH GH DEROLFLyQ \ VXSHUDFLyQ GH ORV VDFULĂ&#x20AC;FLRV UHOLJLRVRV F~OWLFRV TXH MXVWLĂ&#x20AC;FDEDQ OD ULTXH]D \ HO SRGHU De los animales, el sumo sacerdote introduce la sangre en el santuario para expiar pecados y los cuerpos se queman fuera del campamento (Lv 16; Nm 19, 3). Por eso JesĂşs, para consagrar con su sangre al pueblo, padeciĂł fuera de las puertas. Salgamos, pues, hacia ĂŠl, fuera del campamento, cargando con sus afrentas; pues no tenemos aquĂ ciudad permanente, sino que andamos en busca de la futura. Por medio de ĂŠl ofrezcamos continuamente a Dios XQ VDFULĂ&#x20AC;FLR GH DODEDQ]D, es decir, el fruto de unos labios (Os 14, 2) que FRQĂ&#x20AC;HVDQ VX QRPEUH +EU 38 Toda eucaristĂa, en el EspĂritu Santo, es, pues, una protesta por la muerte injusta de JesĂşs y por todas las injusticias que cometemos en la humanidad. Toda eucaristĂa es una defensa de los inocentes de este mundo, especialmente de los niĂąos hambrientos y desnutridos, y de las personas que han muerto asesinadas por odio, en tremendos genocidios o en horrendas violencias con poco sentido. Toda eucaristĂa, para ser cristiana, ha de ser una inyecciĂłn de valiente sinceridad para la denuncia de la impunidad, de las injusticias y para la construcciĂłn de puentes de reconciliaciĂłn en medio de este mundo, al que el Padre tanto amĂł (Jn 3, 16) y al que, como una madre, nunca puede olvidar a pesar de todas sus rebeldĂas (Is 49, 15-16; Lc 13, 34 par).
38 7UHQWR VLQ HPEDUJR FRQGHQy D TXLHQHV GHFtDQ ORV UHIRUPDGRUHV TXH OD PLVD VROR HUD XQ ÂłVDFULÂżFLR GH DODEDQ]D \ DFFLyQ GH JUDFLDV \ ~QLFDPHQWH XQD FRQPHPRUDFLyQ GHO VDFULÂżFLR GH OD FUX] VLQ YDORU SURSLFLDWRULR´ HV GHFLU XQ ÂłVDFULÂżFLR TXH QR VROR favorece a quien comulga, sino que debe ofrecerse por los vivos y los difuntos, por los pecados, las penas (debidas por ellos), y las satisfacciones (dadas al ofendido)â&#x20AC;? (DS 1753, y vĂŠase la parte propositiva en DS 1743). Digitalizado por: Biblioteca "P. Florentino Idoate, S.J." Universidad Centroamericana JosĂŠ SimeĂłn CaĂąas