Impregnar de sensibilidad la espiritualidad

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Im pregnar de sensibilidad ecum énica la espiritualidad y la pastoral católicas J o s é Miguel

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Moralia 40 (2017) 399-421 Resumen : Para impregnar de sensibilidad ecuménica la espiritualidad y la pastoral católicas necesitamos superar el confesionalismo. El artículo presenta tres dimensiones del ecumenismo: en el “hilo de papel” enumera los documentos más relevantes pro­ ducidos por la Comisión Mixta luterano-católica y por la Igle­ sia Católica; en el "hilo de fuego”presenta la contribución de las comunidades y las acciones pastorales concretas; y en el “hilo de sangre” muestra el testimonio ecuménico de los márti­ res de nuestro tiempo. A modo de conclusión, recoge los cinco imperativos del documento “Del Conflicto a la Comunión”. Abstract : In order to imbue with ecumenical sensitivity Catholic spiritu­ ality and pastoral practice, we need to overcome confessionalism. This article presents three dimensions of ecumenism: in the “thread of paper”, it lists the most relevant documents produced by the Lutheran-Catholic Joint Commission and by the Catholic Church; in the “thread of fire”presents the contri­ bution of communities and concrete pastoral actions; and in the “thread of blood”, it shows the ecumenical testimony of the martyrs of our time. As a conclusion, it quotes the five impera­ tives proposed in the document “From Conflict to Communion”. Palabras Clave : Moral Ecuménica / Pastoral / Espiritualidad / Taizé * Sacerdote redentorista.

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J osé Miguel de H aro Introducción ¿Por qué planteamos la cuestión de una sensibilidad ecuménica tanto en la pastoral como en la espiritualidad? Porque la unidad de todos los cristianos es el testamento vinculante de Jesús (Jn 17,21). Y porque la división del cristianismo en cientos de Iglesias y comuni­ dades eclesiales contraría la voluntad del Señor, a la vez que es un escándalo dañino que resta credibilidad a la misión y al anuncio del Evangelio1. Escándalo que vacía la llamada a la fraternidad. Adquirir una sensibilidad ecuménica no es sólo una cuestión teórica, de conocimiento y lectura de documentos, sino también una vivencia íntima, eclesial, que se traduce en una manera nueva de leer la historia y renovar las relaciones con creyentes de otras Iglesias y comunidades eclesiales. Es nuestra manera de estar en la Iglesia, expresar la fe, buscar soluciones a los problemas de nuestro tiempo, vivir la caridad pastoral con modos abiertos. Dejamos ins­ pirar por el capítulo 17 del evangelio de san Juan. Y salir al en­ cuentro del otro. Está siendo una oportunidad en este 2017 la conmemoración de los 500 años de la Reforma protestante, para ensanchar la mirada y el corazón. La espiritualidad y la pastoral católica, por lo general, care­ cen de esta sensibilidad ecuménica fuera de las élites que acuden a congresos, coloquios y celebraciones ecuménicas. Por eso propongo en este articulo una apertura mayor, una liberación de los confesionalismos para encontramos entre sí como cristianos y hacer posible una pastoral verdaderamente ecuménica. En el prólogo del documento “Del Conflicto a la Comunión”, pu­ blicado para la conmemoración del quinto centenario de la Reforma, refiriéndose tanto a católicos como a luteranos, se dice: “En 2017 debemos confesar abiertamente que hemos sido culpables ante Cristo de causar daño a la unidad de la iglesia”. Y también: “En virtud del bautismo cristiano existe ya ahora una unidad fundamental”. “Juntos confesamos al Dios trinitario, así como que Jesucristo, nuestro salva­ dor común, es verdaderamente humano y verdaderamente divino, el 1 Concilio V aticano II, Unitatis Redintegrario,

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Impregnar de sensibilidad ecuménica la pastoral mediador único y universal entre Dios y el ser humano”2. Cristo no está dividido. Tenemos un bautismo común que nos impulsa a for­ mar parte del Pueblo de Dios como una familia con sus riquezas y diferencias. Ensanchemos las perspectivas de nuestras catcquesis y el espacio de nuestras parroquias y comunidades. Ubiquemos la propuesta de esta reflexión dentro del dinamismo eclesial que tiene por objetivo espiritual la comunión. Aceptando que la catolicidad constituye una tarea permanente, no temerosa de crecer y madurar también por la recepción de muchas aspiraciones protes­ tantes y de otras confesiones. I.

ALGO SOBRE ECUMENISMO

El movimiento ecuménico tiene una historia cargada de incom­ prensiones y logros, que han tomado más relevancia en los últimos cincuenta años; pero su origen está relacionado con un impulso del Espíritu Santo y la necesaria coherencia moral que exige la predica­ ción misionera del Evangelio. La cuestión ecuménica “en el ámbito protestante”, tiene su inicio en la Conferencia sobre la misión celebrada en Edimburgo en 1910. Allí se concluyó que el mayor obstáculo para la misión mundial era la división del cristianismo. Desde entonces, el movimiento misionero y el movimiento por la unidad se comportaron como gemelos3 . Y, cada vez más, fueron vistos como propuesta para el crecimiento espiritual y pastoral en la búsqueda de la reconciliación de los cristianos. En la Iglesia Católica, con anterioridad al Concilio Vaticano II, la jerarquía había levantado muros de autodefensa ante las otras Igle­ sias. No obstante, a la vez se daba cierta ambigüedad entre los do­ cumentos oficiales y la vida. “El movimiento ecuménico, anterior al Concilio, también había enseñado a ver no solo lo que separa, sino lo que une a las distintas confesiones cristianas; se había descubierto 2 W. K asper, Cosechar los frutos. Aspectos básicos de la fe cristiana en el

diálogo ecuménico, Sal Terrae, Santander 2010, 234. 3 W. Kasper, Caminos hacia la unidad de los cristianos, Sal Terrae, Santan­

der 2014, 125.

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tanto la fuerza y la belleza de las iglesias orientales, como el empuje de las comunidades protestantes”4. Esta incipiente sensibilidad ecuménica fue abriendo las puertas a una comprensión mayor de la realidad cristiana, a través de personas concretas de diferentes confesiones, su constancia creyente, y el testimonio de grupos y comunidades en muchos casos fundadas por ellos o por ellas. La Iglesia Católica tuvo su cénit en el Concilio Vaticano II. Pero, espiritual y pastoralmente, sigue en el intento por entrar en esa sensibilidad ecuménica. Digo intento porque una cosa es la promulgación de los documentos del Concilio y otra, bien dife­ rente, la recepción que de esos documentos haga el Pueblo de Dios5. Reflejando el clima de esa época, el hermano Roger, fundador de la comunidad ecuménica de Taizé, invitado por el Papa al Concilio Vaticano II, escribe: “Contra la opinión de muchos, [el Papa] no había dudado en invitar a ortodoxos y cristianos de distintas adhesiones protestantes. Pidió perdón por el pasado. Estaba dispuesto a ir más lejos. Había decla­ rado: ‘No haremos un proceso histórico, no buscaremos saber quién ha tenido razón y quién se ha equivocado, las responsabili­ dades son compartidas; solamente diremos: ¡Reconciliémonos!”6. Y la realización del Concilio Vaticano II sería una puesta en marcha de esa hoja de ruta ecuménica. Pero, ¿hasta qué punto el Concilio Vaticano II ha sido recibido por el Pueblo de Dios como propuesta ecuménica? Tengamos en cuenta el déficit ecuménico en la formación del clero y el pueblo católico en España, y el aisla4 P. B lanco - J. F errer, Lutero, 500 años después, Rialp, Madrid 2016, 148. 5 V. CODINA, Sueños de un viejo teólogo. Una Iglesia en camino, Mensajero, Bilbao 2017, 127: “La recepción es un término eclesiológico que se refiere a la asimilación vital por parte de todo el cuerpo eclesial de normas y ense­ ñanzas emanadas de los pastores de la Iglesia. No es simple obediencia, sino una aceptación cordial de lo que la jerarquía ha propuesto o enseñado. Es como el ‘amén’ litúrgico por el cual se acepta lo que la Iglesia celebra y pre­ senta. Este concepto de recepción es el que expresa la primitiva Iglesia al aceptar como Palabra de Dios los escritos de los evangelistas y apóstoles, consideró santos y santas a los mártires, asimiló sínodos y concilios”. 6 R. de T aizé, ¿Presientes una felicidad?, PPC, Madrid 2006, 92.

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Impregnar de sensibilidad ecuménica la pastoral miento en la experiencia pastoral. No son pocos los católicos prac­ ticantes que ni siquiera han leído el Decreto sobre ecumenismo del Concilio Vaticano II Unitatis Redintegratio. ¿Qué decir de la pues­ ta en práctica de sus propuestas? Sigue abierto un camino por andar. ¿De qué manera aparecen en los planes de pastoral la pro­ puesta ecuménica? El Concilio “presentó la conversión eclesial como la apertura a una permanente reforma de sí por fidelidad a Jesucristo”7. Conver­ sión, apertura, fidelidad a Jesucristo. La pastoral católica necesita repensarse desde las propuestas indicadas en ese Decreto para adqui­ rir una verdadera sensibilidad ecuménica. Santiago Madrigal muestra un muy buen intento positivo de “giro eclesiológico” en su obra sobre la recepción del Vaticano II8. En este año conmemorativo de la Reforma de Lutero, los autores del documento “Del conflicto a la comunión”, destacan que “es la primera conmemoración que tiene lugar en una época ecuménica”9, poniendo así de manifiesto un progreso, una mayor sensibilidad ante el escándalo de la indiferencia de unas Iglesias hacia otras. Tomamos conciencia de un acercamiento, un intento por acceder a un corazón verdaderamente universal por ecuménico. Kasper, pone luz en este enriquecimiento mutuo afirmando que “en las últimas décadas hemos aprendido mucho de los hermanos evangélicos sobre la importancia de la palabra de Dios, la lectura y la exégesis de la Sagrada Escritura; ellos, por su parte, aprenden ac­ tualmente de nosotros sobre la importancia de símbolos y celebra­ ciones litúrgicas” 10. Asi podemos decir que el ecumenismo es “un intercambio de dones ” (Juan Pablo II), no un proceso de empobre­ cimiento, sino “un proceso de crecimiento de la vida’’. Este “ecu7 P apa F rancisco, Exhortación apostólica Evangelii gaudium, San Pablo,

Madrid 2013, 31 (n°26). 8 S. M adrigal, El giro eclesiológico en la recepción del Vaticano II, Sal Ten-ae, Santander 2017. 9 C omisión Luterano-Católico R omana, Del conflicto a la comunión, Sal Terrae, Santander 2013, 11 (n° 4). En adelante DCC. 10 W. Kasper , Caminos hacia la unidad de los cristianos, Sal Terrae, Santan­ der 2014, 581.

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menismo básico” es el que deseamos y esperamos en el Pueblo de Dios, al hablar de sensibilidad ecuménica.

II. Superar el confesionalismo: Hacia una sensibilidad ecuménica Abrirse a una sensibilidad ecuménica pasa por una “purificación de la memoria”, por una comprensión más amplia de la realidad eclesial. “Aún hoy, un gran número de católicos asocian la palabra ‘Reforma’ únicamente con la división de la Iglesia, mientras que para un gran número de cristianos luteranos la palabra ‘Reforma’ se asocia princi­ palmente con el Evangelio, la certidumbre de la fe y la libertad” 11. A los católicos españoles esto nos debiera llevar a tomamos más en serio el cuidado por una mayor sensibilidad y un mejor conocimiento de lo que levantó muros de incomprensión impidiendo la apertura fraterna a la comunidad cristiana, sea cual sea su confesión12. El cardenal Kasper, para una contextualización actualizadora de Lutero, citando a Cari Andresen, dice que el desarrollo doctrinal de los dogmas puede dividirse en tres períodos: el de la catolicidad (patrística y Edad Media), el período del confesionalismo y, actualmente, el pe­ riodo del ecumenismo13. Ya quisiéramos estar en este período del ecumenismo, pero hay un arrastre confesional que lo retrasa y en algu­ nos casos lo impide. La invitación de este artículo es a situamos ahí, en el inicio de ese tránsito. En el trabajo por superar los confesionalismos, buscando una sensibilidad ecuménica que influya no solo en nuestra espiritualidad sino también en nuestra acción pastoral. En los años sesenta del pasado siglo, Roger de Taizé ya decía: “El confesionalismo es una actitud de autodefensa. Ha podido justi­ ficarse en el pasado, pero hoy conduce a los que lo mantienen a en­ cerrarse en sí mismos. Por otra parte, pueden subsistir mentalidades 11 DCC, n" 9, p. 13. 12 Actas colloque international: L ’atualité de la vocation monastique ou religieuse, Les Presses de Taizé, Taizé 2016. 13 W. K asper, Martín Lutero. Una perspectiva ecuménica, Sal Terrae, Santan­ der 2016, 55.

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Impregnar de sensibilidad ecuménica la pastoral confesionales, incluso cuando la fe ha desaparecido” 14. Contribuya­ mos a superar los muros que, en ocasiones, levantan los arrastres del confesionalismo. Una sensibilidad ecuménica intenta liberarse de esas trampas. Podemos decir que el movimiento ecuménico ha comenzado la transformación de las percepciones de las iglesias sobre la Reforma. La conmemoración de la Reforma, Lutero hoy, nos hace ese servicio. Está ayudando a realizar un trabajo por la superación de las diferencias que dividen a la Iglesia. Sensibilidad que se va expandiendo lenta pero eficazmente, a la vez que se acepta a Lutero como el hombre que “transformó la iglesia occidental y, con ella, el mundo de un modo como pocas veces lo ha hecho otro hombre antes o después de él” 15. Para dejamos impregnar por una sensibilidad ecuménica, hemos de aceptar que la Reforma es una protesta en nombre del Evangelio y de la conciencia. Para Lutero, en su inicio, fue una cuestión de con­ ciencia, de fidelidad a Cristo como el verdadero contenido de la Es­ critura. Impresiona leerle este texto: “Y nosotros, ¿es que vamos a huir y a separamos porque deba­ mos llevar las cargas y los monstruos, insoportables, en verdad de la corte romana? [...] Sabemos que el amor lo supera todo, no so­ lamente las instituciones defectuosas, sino también los hombres que son monstruos de pecado. Es mentiroso el amor que no so­ porta más que la buenas cualidades del otro” 16. Rafael Lazcano, en su reciente biografía sobre Lutero, nos dice que la meta de Lutero “era la renovación de la Iglesia católica y de todo el cristianismo desde el Evangelio de la gracia y el mensaje de la cruz de Cristo” 17. La voluntad de Lutero no era abandonar la Igle­ sia, sino servirle como doctor en Teología y docente universitario. Roger de Taizé, inmediatamente después del Concilio, en 1965, pu­ blicó “Dinámica de lo provisional”, donde dice: 14 15 16 17

R. de T aizé, Dinámica de lo provisional, Herder, Barcelona 1977, 13. Th . Kaufmann, Martín Lutero. Vida, mando, palabra, Trotta, Madrid 2017, 16. R. de T aizé, o . c . (nota 14), 61. Citando la Edición de Weimar, II, 605. R. L azcano , Lutero, una vida delante de Dios, San Pablo, Madrid 2017, 13 y 112.

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J o s é M iguel d e H aro “Quizás no estaríamos hoy donde estamos, si la confrontación que el concilio Vaticano II permitió, hubiera tenido lugar en el si­ glo XVI. ¡Cuántas veces, bajo las bóvedas de San Pedro, durante las reuniones conciliares, no habré evocado la figura de este Mar­ tín Lutero! Me decía: si este hombre estuviera aquí, no podría por menos de alegrarse al oír, expresadas en este lugar, sus intencio­ nes más esenciales, las aspiraciones, que en sus comienzos lo animaron en lo más profundo” 18. Impregnar de sensibilidad ecuménica la espiritualidad y la pasto­ ral católicas supone despertar y valorar en nosotros, en nuestros gru­ pos y comunidades, un respeto exquisito a la conciencia. Lutero termina su discurso en la dieta de Worms (1521), dicien­ do: “Estoy encadenado por los textos escriturísticos que he citado y mi conciencia es una cautiva de la palabra de Dios. No puedo ni quiero retractarme en nada, porque no es seguro ni honesto actuar contra la propia conciencia. Que Dios me ayude. Amén” 19. A modo de ejemplo traigo aquí lo que el profesor Marciano Vidal, citando al teólogo Oscar Cullmann y al papa Francisco, nos ha recordado. Que el discernimiento es la principal categoría moral en el Nuevo Testamento. La usa al considerar la situación de las perso­ nas casadas que se separaron, y habiendo vuelto a rehacer sus vidas, quieren participar en la vida de la Iglesia y recibir los sacramentos. Vidal hace referencia a la nota 351 de la exhortación La Alegría del Amor, en la que el papa afuma el valor de la conciencia personal a la hora de que se acerquen a participar en la eucaristía. Los laicos, dice Francisco, deben formar su conciencia y, siguiéndola, actuar con autonomía, como quería el Concilio en el número 16 de la Constitu­ ción sobre la Iglesia en el mundo moderno20. Una sensibilidad ecuménica nos ayudará a redescubrir y profun­ dizar en nuestra identidad como cristianos, más allá, mucho más allá de los límites que, a veces, imponen los confesionalismos. Roger de Taizé, terminado el Concilio, lo decía así: 18 R. de T aizé, o. c. (nota 14), 62. 19 T. E gido, Lutero. Obras, Sígueme, Salamanca 2016, 175. 20 J. P agóla, Entrevista a M. Vidal: Alandar (Enero 2017).

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Impregnar de sensibilidad ecuménica la pastoral “La vocación ecuménica nos lleva inexorablemente a una refle­ xión sobre la pertenencia de todos los cristianos, por el bautismo, a Cristo y a su Cuerpo. Ortodoxos, católicos y protestantes, en virtud de un mismo bautismo, estamos signados con el sello de lo universal y designados para llegar a ser hombres capaces de dis­ cernir en toda criatura la imagen misma del Creador”21. III. E s p ir it u a l id a d

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El pastor protestante Alfredo Abad acude, en la reflexión sobre Es­ piritualidad y Ecumenismo en el décimo congreso de los Trinitarios en Granada, a la definición de espiritualidad que hace Ignacio Ellacuría. Dice, “La espiritualidad cristiana no es sino la presencia real conscien­ te y reflejamente asumida del Espíritu Santo, del Espíritu de Cristo en la vida real de las personas, de las comunidades y de las instituciones que quieren ser cristianas”. Siguiendo la reflexión, Alfredo Abad dice: “Para algunas Iglesias evangélicas la espiritualidad es la celebración cultual, es decir, se concentra en los momentos puntuales en los que se vive de manera especial, o en lugares especiales, la adoración a Dios”22. Ante las diferentes propuestas nos hacemos conscientes de que la es­ piritualidad ecuménica no puede quedarse reducida a un asunto exclusi­ vamente emocional del que se excluya la pregunta por la verdad. Toda espiritualidad ecuménica sana requiere reflexión y discernimiento teoló­ gico que nos ayude a escuchar y abrimos a la exigencia del Espíritu. “La espiritualidad ecuménica es la aportación que necesitamos para desarrollar una espiritualidad de comunión” que facilite “el encuentro entre hermanas y hermanos. La coherencia con la re­ forma y renovación de nuestras respectivas Iglesias, la fidelidad a nuestras tradiciones proféticas, el impulso del Espíritu para que el encuentro sea posible y fortalezca nuestra fidelidad en el segui­ miento de Jesucristo”23. 21 R. de Taizé, o . c . (nota 14), 55. 22 A. A bad, Ecumenismo y espiritualidad, en: Trinidad, Comunión y Unidad. X Congreso Trinitarios - Granada, Paulinas, Madrid 2017, 108. 23 Ibid., 114.

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J o sé Miguel de H aro Desde una espiritualidad ecuménica se ha hecho un camino a través de los últimos cincuenta años. Poco a poco esa sensibilidad se ha ido ensanchando y ganando en hondura. Quiero recordar, muy someramente, algunos textos y acontecimientos gracias a los cuales avanza la comunión entre cristianos, a la vez que vemos una sana influencia mutua desde las Iglesias de la Reforma a las Comunidades Católicas y viceversa. Hay un deseo que impregna de sensibilidad ecuménica tanto la espiritualidad como una inci­ piente pastoral. Quiero utilizar la imagen de los hilos para presentar el tejido que está surgiendo y que sería una buena noticia de Evangelio si culmi­ nase en esa casa común de la Iglesia Indivisa, en su riqueza y plura­ lidad. Valiéndome de vuestra imaginación presento esta búsqueda de comunión a través de los tonos de los tres hilos siguientes: el papel o la riqueza de los documentos, el fuego o la creatividad del Espíritu, y la sangre o el testimonio de los mártires. a.

Desde el hilo del papel

Desde 1967 funcionó en Zúrich la Comisión mixta entre la Iglesia Católica y la Federación Luterana Mundial, que a través del estudio, el diálogo y los consensos han logrado documentos y textos que han ayudado a la superación de prejuicios y la caída de muros. Esta co­ misión es el ejemplo de una nueva actitud en las diferentes Iglesias. Una breve mirada a las afirmaciones comunes realizadas a través de las cuatro fases de esta Comisión Mixta y de algunos documentos imprescindibles de la Iglesia Católica nos permitirá adquirir un co­ nocimiento necesario que dé suelo a una sensibilidad apropiada para un “ecumenismo básico”. Incluimos en la imagen papel los textos del Concilio Vaticano II, encíclicas y documentos papales, conversaciones ecuménicas, publi­ caciones de las Comisiones mixtas que nos van llevando hacia una mayor aproximación en la búsqueda de la verdad revelada. Es mucho el trabajo hecho y se hace imprescindible profundizar en ellos para un conocimiento más hondo de lo que el Espíritu Santo está pidiendo a las Iglesias. Sigo para todo este apartado a Pablo Blanco y Joaquín

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Impregnar de sensibilidad ecuménica la pastoral Ferrer24 y las afirmaciones comunes expuestas en las cuatro fases de trabajo de la comisión Luterano-Católica Romana25. - El 21 de noviembre de 1964, el concilio Vaticano II promulgó solemnemente el decreto Unitatis Redintegratio sobre el ecumenismo que, entre otras cosas, nos pide: “Conviene que los fieles católicos se interesen por los hermanos separados, con una actividad ecuménica, orando por ellos, tratando con ellos de las cosas de la Iglesia, dando los primeros pasos a su encuentro. Considerando con sinceridad y atención lo que hay que renovar y realizar en la misma familia católica, para que su vida dé testimonio más fiel y más claro de la doctrina y de las instituciones transmitidas por Cristo, por medio de los Apóstoles” (UR4). En nuestro ecumenismo básico resuena con fuerza que “la conver­ sión del corazón, la santidad de la vida y las oraciones privadas y públicas por la unidad de los cristianos, se deben considerar como el alma de todo el movimiento ecuménico, y con razón se puede llamar ecumenismo espiritual” (UR8). Y en el número 11 se nos da un crite­ rio de discernimiento: “Al confrontar las doctrinas, recuerden que existe un orden o ‘jerarquía’ en las verdades de la doctrina católica, porque es diversa su conexión con el fundamento de la fe”26. La lectura orante de este Decreto nos ayudará a introducimos en una espiritualidad ecuménica, y a dar el paso a ese nuevo estilo pas­ toral que la Iglesia está necesitando. Recordemos siempre que el Vaticano II fue un concilio ecuménico. - La Cena del Señor (1978) es un documento que pone sobre la mesa la cuestión de la Eucaristía. En 1971 el Diálogo internacional entre la Comunión Anglicana y la Iglesia Católica de Roma ya había publicado un documento sobre la doctrina de la eucaristía. En la segunda fase de la Comisión Internacional Luterano-Católica sobre la Unidad, entran también en el tema y abren una reflexión que continua. 24 P. Blanco -J. F errer, o. c. (nota4), 147-177. 25 DC'C, p. 115. 26 Algunos críticos destacarán que no se concreta suficientemente el alcance de expresiones tales como “Iglesias” y “Comunidades eclesiales”.

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A través de la noción “sacrificio de alabanza”, luteranos y católicos avanzan en el diálogo. Los luteranos se centran en participar del banque­ te mediante la comunión y los católicos insisten en la permanencia de la presencia en las especies del pan y del vino, como una presencia adorable. El documento deja pendientes las cuestiones referidas a la eclesiología, el ministerio y la doctrina de la justificación27. - La encíclica Ut unum sint (1995), del papa Juan Pablo II, en su número 20, señala la centralidad de la tarea ecuménica. Dice: “El movimiento a favor de la unidad de los cristianos no es un mero ‘apéndice’ que se añade a la actividad tradicional de la Iglesia. Al contrario, pertenece orgánicamente a su vida y a su acción”. ¿Cómo explicar esto a tantos de nuestros catequistas? Sitúa la búsqueda ecuménica afirmando que “en materia de fe, una solución de compromiso está en contradicción con Dios, que es la Verdad. En el cuerpo de Cristo, que es ‘camino, verdad y vida’ (Jn 14,6) ¿quién consideraría legítima una reconciliación lograda a costa de la verdad? (n° 18)”. Y recuerda los principios eclesiológicos sobre Iglesias y Comunidades eclesiales. Pero deja claro que el camino ecu­ ménico es el camino de la Iglesia (n° 7), presentando como fruto del diálogo ecuménico la fraternidad reencontrada (n° 41). Va más lejos invitando a una reflexión sobre el ministerio papal: “¿No podría llevar a los responsables eclesiales y a sus teólogos a establecer conmigo y sobre esta cuestión un diálogo fraterno, paciente, en el que podríamos escuchamos más allá de estériles polémicas?” (n° 96). Recordando la relación ecumenismo-misión, se pregunta: “¿cómo anunciar el evange­ lio de la reconciliación sin comprometerse al mismo tiempo en la obra de la reconciliación de los cristianos?” (n° 98). - Declaración conjunta sobre la justificación (1999). Hay todo un itinerario sobre la cuestión de la justificación en las conversaciones entre luteranos y católicos a través de la Comisión Mixta, entre la Iglesia católica y la Federación luterana mundial. Por primera vez, desde que Lutero rompió con la Iglesia católica romana, se llega oficialmente a un acuerdo en materia de doctrina, sobre esta cuestión central para el protestantismo: la justificación. 27 W. K asper, o . c. (nota 2), 224.

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Impregnar de sensibilidad ecuménica la pastoral El 31 de octubre, día de la Reforma de 1999, en la Iglesia de san­ ta Ana, en Augsburgo, se firmó la Declaración conjunta entre católi­ cos y luteranos sobre la doctrina de la justificación. Y en 2006, se adhirió el Consejo metodista mundial. El núcleo del acuerdo afirma la verdad compartida por católicos y luteranos: “Confesamos juntos que no en razón a nuestros méritos, sino so­ lo por medio de la gracia y en la fe en la obra salvadora de Cris­ to, somos aceptados por Dios y recibimos el Espíritu Santo, el cual renueva nuestros corazones, nos capacita y nos llama a cumplir buenas acciones ”28. Este texto hace posible revisar y someter a crítica anteriores des­ encuentros. Es uno de los grandes frutos de la reflexión teológica y el diálogo ecuménico. - En este itinerario, a través de la imagen que llamo ‘papel’, re­ cordemos ahora un documento de la Congregación para la doctrina de la fe que no gustó a todos: Dominas lesas (2000). Hubo quien la interpretó como una puntualización a la Declaración conjunta sobre la justificación. El documento repite lo dicho por el Concilio (LG8), que existe “una única Iglesia de Cristo, que subsiste en la Iglesia católica, gobernada por el sucesor de Pedro y por los obispos en comunión con él”. Pero añade que “las Comunidades eclesiales que no han conservado el episcopado válido y la genuina e ínte­ gra sustancia del misterio eucarístico, no son Iglesia en sentido pro­ pio". Y “las Iglesias que no están en perfecta comunión con la Iglesia católica, pero se mantienen unidas a ella por vínculos estrechísimos como la sucesión apostólica y la Eucaristía válidamente consagrada (cristianos ortodoxos), son verdaderas iglesias particulares”. Ante las polémicas surgidas en el ámbito protestante y cierto ma­ lestar en algunos católicos, Juan Pablo II, se refirió a este documento en una de sus alocuciones, diciendo: “Espero que esta declaración que para mí significa tanto, después de tantas interpretaciones equi­ vocadas, pueda asumir finalmente su función de aclaración y al mis­ mo tiempo de apertura”29. 28 P. Blanco - J. F errer, o. c. (nota 4), 167. 29 J uan P ablo II, antes del rezo del Ángelus, 1 de octubre del 2000.

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- De las conversaciones entre luteranos y católicos que constituyen la cuarta fase del diálogo de la Comisión Mixta, que van del 1995 a 2006, nace el documento La apostolicidad de la Iglesia (2007). Se plantea la relación y diferenciación en los sacerdocios común y minis­ terial. Hay acuerdo en la centralidad del sacerdocio bautismal. No lo hay en las dimensiones apostólica, sacerdotal y sacramental. Pero “el viejo estereotipo de que la Iglesia católica es la iglesia de los sacra­ mentos en contraposición a las comunidades protestantes, que serían iglesias de la Palabra, ha sido superado. Todas las partes están persua­ didas de la íntima relación existente entre Palabra y sacramento”30. - La Iglesia: hacia una visión común (2013). Documento presen­ tado en la Décima Asamblea del Consejo Ecuménico de las Iglesias, en el que se hacen esta pregunta: “¿Qué podemos decir juntos sobre la Iglesia del Dios trino para crecer en comunión, luchar juntos por la justicia y la paz en el mundo, y superar nuestras divisiones pasadas y presentes?”. Es el resultado de una larga preparación y concluye el proceso abierto por otros documentos previos: Naturaleza y finalidad de la Iglesia (1999), Naturaleza y misión de la Iglesia (2005)31. - Del conflicto a la comunión (2013), está siendo el documento para la conmemoración Conjunta Luterano-Católico Romana de la Reforma en el 2017. Es un documento de imprescindible lectura, estudio y oración para quienes son conscientes de la necesidad que tenemos de impregnar de sensibilidad ecuménica nuestra espirituali­ dad y testimonio pastoral. Expresa la mejor sintesis del camino hecho y los consensos con­ seguidos en los diálogos ecuménicos. Aparece abierto un camino hacia un ecumenismo común. En su capítulo sexto sugiere cinco imperativos ecuménicos que nos serán muy válidos a la hora de am­ pliar nuestra sensibilidad ecuménica y su incidencia tanto en nuestra espiritualidad como en lo pastoral32. El documento nos recuerda que 30 W. K asper, o. c. (nota 2), 228. 31 S. M adrigal, La eclesiología trinitaria en perspectiva ecuménica, en: Tri­ nidad, Comunión y Unidad. X Congreso Trinitario - Granada, Paulinas, Madrid 2017, 80. ’ 32 Con los jóvenes y adultos de la Asociación Acoger y Compartir (www.acogerycompartir.org), se aprovechó el Año Lutero para tener como

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Impregnar de sensibilidad ecuménica la pastoral se necesitan aún “conversaciones ecuménicas más extensas sobre la relación entre la visibilidad y la invisibilidad de la Iglesia, entre la iglesia universal y la iglesia local, entre la iglesia como sacramento y la necesidad de la ordenación sacramental en la vida de la iglesia, así como sobre el carácter sacramental en la consagración episcopal. La discusión futura debe tomar en cuenta el trabajo significativo que ya ha sido realizado”33. A la hora de mostrar los frutos cosechados por el trabajo teórico de este hilo del papel, durante estos últimos cincuenta años, Walter Kasper nos los ofrece en su obra “Cosechar los frutos”34, aspectos básicos de la fe cristiana en el diálogo ecuménico. Amplía la pers­ pectiva a los diálogos ecuménicos oficiales con la Comunión angli­ cana, las iglesias luteranas, reformadas y metodistas. Y pese a las discrepancias sobre puntos fundamentales, reconoce como positivo: • Una fe apostólica común. Compartimos el Evangelio como Pala­ bra de Dios y buena nueva para toda la humanidad y los credos de los primeros siglos. Confesamos que juntos, en nuestras dife­ rencias, somos hermanos y hermanas en el único Señor y en el único Espíritu de Cristo. • Compartimos una comprensión nueva y renovada de la relación entre Escritura y Tradición. Es un logro haber aprendido a dife­ renciar entre Tradición y las múltiples tradiciones. En la actuali­ dad, ya no es posible contraponer Escritura y Tradición. De todos modos, qué signifique en concreto la primacía de la Escritura y de qué modo sea posible interpretarla de modo vinculante son pre­ guntas que aguardan solución. tema de Pascua el nombre de este documento: Del Conflicto a la Comunión. A los asistentes en el Homico (Jaén) a esta Pascua, la mañana de Resurrección se les presentaron los cinco imperativos ecuménicos que propone este docu­ mento, como un camino a recorrer en una iglesia que busca ganar en sensibili­ dad ecuménica. Para quien de verdad busque impregnar su vida con un com­ portamiento ecuménico le ayudará mucho reflexionar, rezar y llevar a la prác­ tica la vida que transmite este documento. J. M. DE H aro, La oportunidad de conmemorar la reforma: Iglesia Viva 271 (Julio-Septiembre 2017) 121-126. 33 DCC, n°218, p. 99. 34 W. Kasper, o . c. (nota 2), 233-245.

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J o s é M igu el d e H aro • Hay acuerdo básico sobre la doctrina de la justificación. Es uno de los logros de mayor alcance35. Con la Declaración conjunta sobre la doctrina de la justificación fue posible redescubrir que la afirmación de la sola gratia y la sola fide no contradice la afirmación de que, por la gracia, somos capacitados para dar buenos frutos a través de la obras de la justicia, la compasión y el amor activo. • Se da una comprensión más profunda de la naturaleza de la Igle­ sia. Las raíces trinitarias de la Iglesia han vuelto a ser acentua­ das36, y se ha prestado atención a su naturaleza como koinonía o communio. Aunque el principal argumento que aún divide a las iglesias es la comprensión de la Iglesia misma. • Conforme a la visión sacramental católica, la Iglesia de Cristo y su misterio subsiste en una estructura institucional concreta y permanente, en comunión con el obispo de Roma y los obispos en comunión con él. La otra visión, sin abandonar por completo el aspecto institucional, sostiene una concepción de la Iglesia como acontecimiento, según la cual la Iglesia existe dondequiera que el Evangelio es correctamente predicado y los sacramentos son de­ bidamente administrados. • Se dan nuevas aproximaciones a los sacramentos del bautismo y la eucaristía. El redescubrimiento del bautismo común nos ha ayudado a los católicos y otros cristianos a reconocernos mutua­ mente como hermanos y hermanas en Cristo, lo que ha llevado al recíproco reconocimiento oficial del bautismo entre iglesias. Esto ha ayudado a un redescubrimiento de la centralidad de la liturgia, en especial la liturgia de la eucaristía como fuente y culmen de la Iglesia. A través de la idea bíblica de anamnesis o memoria, el diálogo ecuménico ha abierto nuevas perspectivas de compren­ sión. Se ha logrado ya mucho, existiendo serias diferencias sobre la presencia real y verdadera del Señor “en y bajo” las especies del pan y el vino. 35 J. M. H ernández, La justificación por la fe: Sal Terrae 105/1 (Enero 2017)22. 36 S. M adrigal, o. c. (nota 31), 53-8S.

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Impregnar de sensibilidad ecuménica la pastoral Ante la necesidad de un modelo ecuménico asentado en el diálogo, el encuentro y la comunión, se hace necesario “definir, explicar y desa­ rrollar en qué consiste la unidad en la diversidad de las Iglesias y teologías -católica, anglicana, protestante (luterana, reformada, me­ todista) y ortodoxa- desde la verdad del Evangelio”37. b. Desde el hilo del fuego El cardenal Kasper nos hace una aclaración muy importante, dice: “El corazón del ecumenismo no está en los papeles y documen­ tos. Estos son importantes, sin duda; pero en ocasiones no puede sustraerse uno a la impresión de que en la Iglesia actual hay de­ masiado papel escrito con tinta de imprenta. El Espíritu no se apareció en Pentecostés en forma de papel, sino en lenguas de fuego; y el fuego, por fortuna, quema el papel inútil. El ecume­ nismo comenzó antes del concilio con círculos de amistad; y también hoy puede cobrar nuevo impulso sobre todo a través de círculos de amistad, comunidades y centros de vida”3». Aprovecho la cita para proponer como una de esas comunidades, a la comunidad ecuménica de Taizé, lugar donde el fuego del Espíri­ tu se ha mostrado a través de un cristianismo creativo, ecuménico. Cada vez son más los que leen la vida de su fundador como un hecho profético de nuestro tiempo, persona en quien se han superado los confesionalismos. Miles de jóvenes católicos han adquirido una sensibilidad ecumé­ nica participando en las semanas de encuentro en la colina borgoñesa o en la Peregrinación de Confianza a través de la tierra, que anual­ mente organiza la comunidad. Encuentros con jóvenes de otras fami­ lias espirituales, valoración de la Escritura, descubrimiento del silen­ cio, el gozo y la belleza de un canto con textos bíblicos y en diferen­ tes idiomas... una invitación a abrirse al otro, a salir a la búsqueda del otro. 37 R. Lazcano, Lútero , una vida delante de Dios , San Pablo, Madrid 2017, 15. 38 W. Kasper, Caminos hacia la unidad de los cristianos, Sal Terrae Santan­ der 2014, 586.

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J o s é M iguel d e H aro Comentando el camino hecho por el Hermano Roger, su sucesor hermano Alois, dice: “Frére Roger respiraba de tal modo en la Iglesia indivisa, que realizó un recomido sin precedentes después de la Reforma, y lle­ gó a decir: ‘He encontrado mi propia identidad de cristiano re­ conciliando en mí la fe de mis orígenes con el misterio de la fe católica, sin romper la comunión con ninguno de los dos’. A ve­ ces podía añadir: ‘. . . y con la fe ortodoxa’, con la que se sentía muy cercano”39. Su historia personal es profética por ese desafío que supone para las Iglesias confesionales históricas. El quiere acudir, no huir. En él late la cuestión: ¿Cómo llevar el nombre de cristiano, del Dios de amor, y aceptar elegir una Iglesia, es decir, tomar partido contra otros cristianos? Decía: “¿Tendremos los cristianos el corazón lo bastante amplio, la imaginación suficientemente abierta, el amor ardiente para descubrir este camino del Evangelio: sin retraso, vivir reconciliados?”40. Kasper, refiriéndose al itinerario ecuménico de Roger, habla de él como uno de los faros del último siglo y comienzos de este: “Un faro que proféticamente ha indicado el camino hacia el futu­ ro sin abandonar la herencia del pasado, un gran hombre y un gran cristiano, humilde y generoso, piadoso y valiente, un verda­ dero testigo de Jesucristo [...] Era un teólogo arrodillado, un teó­ logo que en el silencio escuchaba eso que el Espíritu quería decir­ le, un teólogo que vivía eso que decía y que puesto en camino conducía hacia una esperanza, una visión de la reconciliación de los cristianos y de la paz en el mundo”41. El pastor Gill Daudé, responsable del servicio de relaciones ecu­ ménicas de la Federación Protestante de Francia, cuando Roger fue 39 H ermano A lois, Conferencia dada en la Universidad Gregoriana de Roma

(1 de marzo de 2016). Inédito. 40 R. d e T a i z É, Dios solo puede amar, PPC, Madrid 2007, 89. 41 W. KASPER, L'apport de frére Roger á la pensé théologique, en: Actes du colloque international Taizé, 31 aoüt - 5 septembre, 2015, Les Presses de Taizé, Taizé 2016, 300.

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Impregnar de sensibilidad ecuménica la pastoral asesinado, escribió un texto luminoso para quienes no podían com­ prender lo que Roger suponía para muchos. Escribió, “El hermano Roger entró en un camino post-confesional o, por decirlo de otra manera, sobrepasó los enclaves confesionales. Esto nos parece insólito, parece ir más allá de lo que podemos imaginar, pero ese era su camino”. Nos aclaraba así lo que Roger ha dicho con su vida, que se podría cerrar ya definitivamente aquella división de las Iglesias y sus heridas. El nuevo prior dice: “Ya no podemos buscar excusas para no re­ conciliarnos. Quedarán muchas cuestiones teológicas, pero ya podemos anticipar una reconciliación”. Ha llegado el momento de dar el paso para “vivir bajo el mismo techo”, en la pluralidad de una familia. Roger antes había dicho: "Ha llegado la hora de los hechos concretos”42. Y la exis­ tencia de la misma comunidad, formada por hermanos de diferentes tradiciones espirituales, viene a ser el signo visible que se buscaba. Como una oración, Roger escribió: “Por el don de nuestra vida. Dios espera que seamos capaces de irradiar y percibir el fuego del Espíritu. Sí, su amor es un fuego. Por muy pobres que seamos, no apaguemos el fuego, no apague­ mos el Espíritu ( ITesalonicenses 5,19). La sencilla confianza de la fe se transmite como el fuego, de uno a otro”43. Este ecumenismo espiritual es el corazón del ecumenismo de la vi­ da, de! “ecumenismo básico”. Es el Espíritu el que nos hace ver que las instituciones solas no valen, que necesitamos una espiritualidad de comunión que trascienda los confesionalismos. El hermano Roger ha sido un hombre de comunión, que ha sabido ir más allá de los muros confesionales. En este sentido, ha abierto un camino que es fuego del Espíritu; y cada vez más, una propuesta para todos los cristianos.

c. Desde el hilo de la sangre Hay un ecumenismo que en los últimos años nos interroga con fuerza, que nos pone ante el valor de nuestra identidad cristiana. Nos 42 R. d e T aizé, o. c. (nota 14), 25. 43 R. de T aizé, o. c. (nota 40), 42.

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mueve el terreno de nuestra flojera creyente. Es el testimonio de los mártires de todas las Iglesias. Mientras discutimos sobre conceptos, otros escriben con su sangre una historia de amor y entrega a causa de Cristo y su Evangelio. Cuando asesinan a un cristiano no le preguntan si es ortodoxo, ca­ tólico o protestante. Lo matan porque lleva la cruz, por ser cristiano. Esta muerte martirial nos sitúa ante lo esencial: somos cristianos. “El martirio hoy es ecuménico, y debemos hablar de un auténtico ecumenismo de la sangre. En efecto, la sangre de tantos mártires en el mundo actual no divide, sino que une [...] Veo en la experiencia de la persecución y del martirio, común a todos los cristianos, el signo más convincente del ecumenismo hoy y del futuro”44. En el reciente congreso internacional de los Trinitarios, el obispo de Alepo y presidente de Cáritas en Siria Mons. Antoine Audo, dijo: “La guerra en Siria e igualmente en Irak, así como el centenario del primer genocidio de Tos Armenios' (1915-2015), han sido la ocasión de hacer memoria de los mártires de las diferentes Igle­ sias de la región [...] En cuanto obispo de la Iglesia caldea de Alepo y Siria, puedo dar testimonio de que el martirio de los miembros de nuestras familias está profundamente grabado en nuestros corazones y en nuestros cuerpos. Están tan presentes los recuerdos de 1915, que hoy oímos repetir muchas veces, que el mismo drama está abatiéndose sobre los cristianos de nuestros países, con los sufrimientos de los mártires por un lado y los in­ tereses de los poderosos de este mundo por otro. Frente a tales pruebas, hacemos la experiencia de la comunión, porque la san­ gre de los mártires nos une y nos conduce hacia la Fuente, hacia una misma santidad”45. En Taizé, cada viernes, al terminar la oración de la noche, se po­ ne en el centro de la Iglesia de la Reconciliación la Cruz de Cristo.

44 J. P. García, El ecumenismo que viene, en: Trinidad, Comunión y Unidad. X Congreso Trinitario - Granada, Paulinas, Madrid 2017, 235-36. 45 A. Audo, El ecumenismo de la sangre y el reconocimiento de la santidad en los hombres de otras confesiones cristianas, en: Trinidad, Comunión y Uni­ dad. XCongreso Trinitario - Granada, Paulinas, Madrid 2017, 125.

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Impregnar de sensibilidad ecuménica la pastoral Siempre me impresiona el movimiento que, al instante, se produce en el templo. Todos los jóvenes van hacia la cruz entre cantos sere­ nos y en un clima orante, para poner sus frentes sobre ella. Lo he recordado al leer este texto: Debajo de la cruz no nos veremos clasi­ ficados como protestantes, católicos u ortodoxos. Allí serán salva­ dos los sin Dios, perdonados los enemigos, liberados los prisione­ ros, enriquecidos los pobres y cobrarán esperanza los infelices. Cuanto más nos acerquemos a Cristo, más nos acercamos unos a otros. Es el mismo Cristo el que nos impregna de una sensibilidad ecuménica cuando su Evangelio es en nosotros verdaderamente una fuente de vida. Documentos escritos en papel, vidas y comunidades transforma­ das por el Fuego del Espíritu, cristianos que se juegan el todo por el todo, siendo capaces de llegar hasta el extremo del amor martirial, son una propuesta moral que invita a impregnar de sensibilidad ecu­ ménica nuestra espiritualidad y la pastoral de este tiempo que es el hoy de Dios.

IV. Conclusión Pese a no saber cuál puede ser la futura forma ecuménica de la Iglesia, lo que se espera del Pueblo de Dios es que no se instale, que no se detenga y permanezca abierto a lo que sugiere el Espíritu Santo a través del intercambio de dones abierto por las Iglesias. Para terminar quiero traer el testimonio del Papa Francisco que está tan implicado en esta sensibilidad ecuménica. Fue durante el pasado mes de marzo (2017) en la audiencia dada a los participantes del Congreso Internacional de Estudios con motivo del Quinto Cen­ tenario de la Reforma luterana, dijo: “Confieso que la primera sensación que tengo ante esta loable iniciativa del Pontificio Comité de las Ciencias Históricas es un sentimiento de agradecimiento a Dios, acompañado de un cierto asombro ante la idea de que no hace mucho tiempo una conferen­ cia como esta hubiera sido del todo impensable. Hablar de Lutero, protestantes y católicos juntos, por iniciativa de un organismo de la Santa Sede: realmente es como tocar con la mano uno de los 419


J osé Miguel de Haro frutos del Espíritu Santo, que supera todas las barreras y trans­ forma los conflictos en oportunidades para el crecimiento de la comunión”46. A todos nos gustaría no quedamos solo en palabras, ni en pape­ les, sino avanzar hacia una Iglesia visiblemente reconciliada. Esa es una cuestión de todos. El ecumenismo no puede seguir siendo un asunto de élites. El Pueblo de Dios está llamado a hacer este descu­ brimiento que invita a derribar muros, saltar tapias, empujar para llegar a un tiempo nuevo en la Iglesia. A modo de conclusión, me uno a la propuesta que hace el docu­ mento Del conflicto a la comunión escrito por la Comisión Mixta Luterano - Católico Romana, para la conmemoración de los quinien­ tos años de la Reforma, que invita a avanzar en una mayor sensibili­ dad ecuménica a través de estos cinco imperativos: • Primer imperativo', católicos y luteranos deben comenzar siem­ pre desde la perspectiva de la unidad y no desde el punto de vis­ ta de la división, para de este modo fortalecer lo que mantienen en común, aunque las diferencias sean más fáciles de ver y ex­ perimentar. • Segundo imperativo', luteranos y católicos deben dejarse trans­ formar a sí mismos continuamente mediante el encuentro de los unos con los otros y por el mutuo testimonio de fe [...] Ya que los problemas han surgido del conflicto entre unos y otros, solo se pueden resolver, o al menos abordar, si mediante esfuerzos co­ munes se profundiza y fortalece la comunión. •

Tercer imperativo', católicos y luteranos deben comprometerse otra vez en la búsqueda de la unidad visible, para elaborar juntos lo que esto significa en pasos concretos y esforzarse continua­ mente hacia esa meta. Católicos y luteranos tienen la tarea de dar a conocer de manera renovada a los miembros de sus comunida­ des la comprensión del evangelio y de la fe cristiana, al igual que las tradiciones antiguas de la iglesia. Su desafío consiste en evitar

46 https://w2.vatican.va/content/francesco/es/speeches/2017/march/documents/ papa-ffancesco_2017033 l_comitato-scienze-lutero.html (Consultado el 27 de octubre, 2017).

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Impregnar de sensibilidad ecuménica la pastoral que, a causa de esta relectura de la tradición, se caiga nuevamente en la antigua discrepancia confesional. • Cuarto imperativo', luteranos y católicos deben juntamente redes­ cubrir el poder del evangelio de Jesucristo para nuestro tiempo. • Quinto imperativo: católicos y luteranos deben dar testimonio común de la misericordia de Dios en la proclamación y el servi­ cio al mundo. Los inicios de la Reforma habrán de ser recordados correctamen­ te cuando luteranos y católicos escuchen juntos el evangelio de Jesu­ cristo y permitan ser llamados nuevamente a la comunión en el Se­ ñor. Entonces estarán unidos en una misión común que la Declara­ ción conjunta sobre la doctrina de la justificación describe así: “Lu­ teranos y católicos compartimos la meta de confesar a Cristo, en quien debemos creer primordialmente por ser el único mediador (1 Tim 2,5-6) a través de quien Dios se da a sí mismo en el Espíritu Santo y prodiga sus dones renovadores” (DCDJ 18)47.

47 DCC, n° 245, p. 112.

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