JESÚS COMUNICADOR Por Francisco Serna 1. Introducción La comunicación de las ideas ha sido a través de toda la historia de la humanidad un desafío muy importante para los hombres y mujeres; en la sociedad actual la comunicación ha adquirido dimensiones enormes y es cada vez más profunda la necesidad de hacerlo de la manera más asertiva posible. En todas las actividades, desde las más cotidianas y simples hasta las más complejas, la importancia de la comunicación crece día tras día. La mirada desde la comunicación es necesaria en cualquier tipo de organización y en mayor medida si se trata de organizaciones de carácter eclesial por lo que significa para la evangelización. La Iglesia, las empresas, las organizaciones de carácter social y económico, los medios y los políticos ya lo saben: en la era de la información se necesitan expertos que acompañen los procesos comunicativos para transmitir adecuadamente sus ideas. 2. ¿Qué es ser un comunicador? Este tema es muy extenso, pero empecemos señalando que todos los seres humanos estamos comunicando ideas y conceptos permanentemente, aunque no todos sabemos comunicar. También es cierto que es una actividad profesional que posee algo de ciencia y arte, cuyos secretos parecen fáciles pero requieren de mucha habilidad y conocimiento, sobre todo experiencia, para adquirir un manejo solvente de su complejidad. Se dice que el comunicador es aquel que tiene una gran capacidad para transmitir a los demás sus opiniones y para conectar con la gente. También se lo define como la persona que se dedica a transmitir eficientemente un mensaje a un público objetivo a través de determinados medios. Un comunicador es quien tiene el trabajo de informar y convencer, por cualquier medio de comunicación, las ideas de su interés. A continuación algunos tipos de comunicador. 2.1. El comunicador por habilidad Hay muchas personas que califican como buen comunicador y no precisamente tienen que ser profesionales. Por ejemplo, vendedores de tiendas especializadas, políticos, presentadores de televisión, etc. Se trata de gente que saca provecho al talento natural para llegar eficientemente a los demás, colocando su mensaje en búsqueda de un resultado. Ese resultado implica la acción de persuadir, convencer, entretener o predisponer a otros hacia determinada convicción o comportamiento. Y para ello, se requiere un conjunto de habilidades. Por ejemplo, la capacidad de observar; saber escuchar y tener empatía; emplear un lenguaje adecuado para su público, a menudo claro, sencillo, directo; y naturalmente, el tener un propósito. Una persona observadora anticipa qué debe decir, cómo decirlo y con qué énfasis; reconoce la temperatura de su auditorio y lee de forma correcta las señales de cómo se está recibiendo el mensaje mientras se emite, de modo que va ajustando su intensidad o extensión. Quien sabe escuchar, lo hace de modo respetuoso, con disposición hacia el otro, favorece que los demás se manifiesten sin barreras y expresen con confianza sus opiniones o sentimientos. El saber escuchar es una cualidad y una habilidad que va de la mano con la facultad de la empatía, que muy pocas veces desarrollamos. Empatía es ponerse en el lugar del otro, ver a través de sus ojos y de sus sentimientos e ideas para así comprender mejor sus emociones y sentimientos. Un buen