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VII Reflexión
VII. Reflexión
Cuando andaba atareado buscando a los personajes baioneses de esta historia que publicamos, como algún marinero del arrastre, un cocinero, un jefe de máquinas, un patrón del espada… me topé con un palpitante libro entre las manos que me ha dejado una profunda huella en medio de lo que estábamos escribiendo. “Buena mar”, se titula el libro, en donde un periodista madrileño, Antonio Lucas, del “El Mundo”, cuenta su experiencia de pasar embarcado una marea de veintiún días en un arrastrero en el caladero del Gran Sol. El barco vigués, “Nuevo Confurco”, al que llama “Carrumeiro” en el relato, lo recoge en el pueblo irlandés de Castletownbere, puerto habitual de descarga y avituallamiento de los buques que faenan en el Gran Sol. A lo largo de más de doscientas páginas, nos explica sus vivencias con los marineros del barco en un “territorio -para el madrileño- sobrecogedor, desconocido y apasionante”. Me han quedado prendidas frases del libro, que explican con claridad la situación al límite que viven los marineros en el Gran Sol. Antonio Lucas va conociendo a la tripulación, once en total, cinco gallegos y seis africanos. “Anxo”, lo recibe en su “oficina”, la sala de máquinas, y le dice: “Bienvenido a las tripas de la bestia”. El calor es asfixiante y el ruido, infernal. Son mil doscientos caballos de potencia que no se detienen nunca. - En esta mierda, echamos la vida -comenta Anxo. Hacemos turnos de seis horas y descanso. Un día tras otro, y así llevo treinta y seis años de mareas. Para volverte loco. Lo malo es que te acostumbras, te pones los cascos en la cabeza… Después de los seis reportajes publicados en “El Mundo”, recibidos con buena acogida por los lectores, Antonio Lucas se decide a escribir un libro sobre su experiencia. <<Mi novela es un homenaje a los “invisibles” del mar, a los que trabajan en condiciones tan extremas.>>
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<<Vivir con ellos las semanas que pasé embarcado fue una de las experiencias más alucinantes que he tenido. Aún hoy aprendo de tantas cosas que experimenté allí. De la inclemencia de un mar de un azul que llega a negro y que no tiene piedad. Un mar que no acepta héroes ni poetas. Un mar en crudo. Y esos hombres lo surcan alrededor de 300 días al año. Y a muchos de ellos les ha arrancado partes de su vida. >>
Antonio Lucas titula su novela con las palabras de despedida entre gentes del mar, “Buena mar”; así como se le dice al viajero, “Buen viaje”, o al peregrino a Santiago de Compostela, “Buen camino”…
A su llegada al barco, Antonio Lucas fue recibido por “Lolo”, el patrón, de cincuenta y cuatro años, hijo y nieto de marineros, natural de Marín, con veintisiete años patroneando en el Gran Sol. Cuentan que uno de sus tíos se quedó bajo el mar, vio morir a un primo braceando entre las olas, y su padre naufragó varias veces. Empezó en el oficio de adolescente.
El periodista, en varias de sus muchas entrevistas a raíz del exitoso libro, nos deja frases sobrecogedoras… pero tan reales que parece imposible que esos hechos puedan ocurrir. ANTONIO LUCAS:
"Navegan por un agua que tiene en el fondo a padres, a hermanos, a tíos, a amigos…"
CADA TRES HORAS HORAS SUENA UN TIMBRAZO Y HAY QUE RECOGER REDES, DÍA Y NOCHE
Cada tres horas el patrón da tres timbrazos que se convierten en un mantra. Es la señal para izar las redes, recoger y eviscerar el pescado, almacenarlo y volver a lanzar. Cada tres horas, día y noche, haga el tiempo que haga, "canta el grajo". Nada interrumpe ese ritmo desquiciado. Esos hombres -ahora son africanos, ya no hay gallegos que quieran realizar esta tareatrabajan entre 15 y 20 horas diarias, con intervalos de descanso de no más de 3 ó 4 horas, por 1.500-1.800 euros al mes…
<<Al mar no le coges cariño, tan sólo te acostumbras. Lo soportas, como él te aguanta a ti. Pero esto no es buena vida para nadie. Una semana, un mes, un año, y otro, y otro, y otro. Y el vivir se gasta aquí sin darte cuenta. Es el infierno. Los barcos en el Gran Sol son como celdas flotantes, de abrumadora soledad, donde las horas pueden parecer días o semanas. >>
¿Merece la pena arriesgar la vida 300 días al año? ¿El frío, la inclemencia, la ausencia? Si fallece alguien en tu familia, casi nunca estás. Si nace, no estás. No sueles estar en navidades, en cumpleaños»
El periodista, durante su marea de veintiún días, vivió un tremendo temporal en el “Nuevo Confurco”, y lo cuenta de forma prodigiosa. Al leerlo, hasta parece que uno se marea y que le penetra en lo más hondo un pánico espantoso y sobrecogedor.
<<El “Carrumeiro” vacila en una danza calamitosa. El barco sube a cada rato un poco más alto y la caída es fuerte antes de emerger entre triunfal y agónico. No tan lejos, los truenos detonan camuflados en el ruido del motor. La noche pesa como el plomo, y el estruendo lo llena todo. El mar sin dar tregua, zumba y se endemonia con un fragor incesante. Un rayo agrieta el fondo de la noche como un látigo celeste. “Mañana entrará el temporal”, había anunciado “Lolo”. Estuvieron soportándolo más de ocho horas. >>
El arrastrero “Nuevo Confurco”, atracado en el puerto de Vigo. En el libro “Buena mar”, el autor lo nombra como el “Carrumeiro”. De acero, 36 metros de eslora por 8,5 de manga, 1.200 caballos de potencia, once tripulantes, y construido en 1997.
<<En medio del tremendo temporal de fuerza siete, los marineros siguen largando el aparejo y recogiéndolo cada tres horas. Las gentes del Gran Sol faenan en situaciones donde se sobrepasa cualquier límite imaginable. Hace dos días navegando a la capa con olas de quince metros hocicándoles. Y sin embargo no claudican. El pánico aumenta en cada sacudida del viento, en cada erupción de espuma contra el cristal. >> - Toda la vida metido en una cárcel -dice Bieito, el patrón de costa, apretando los dientes. - ¿Qué cárcel? –pregunta el periodista. - El barco, carallo. Esto es peor que la prisión. Al menos allí tienen visitas y derecho a patio.
<<El temporal enseña las encías con una descarga de rayos que desmantela el cielo por mil puntos. Qué llevará a estos hombres, un mes tras otro, al Gran Sol. Poco a poco el temporal empieza a amainar. De fuerza siete a fuerza cuatro. El viento afloja después de diez horas. Nadie ha dormido. Veintisiete horas sin dormir. A las cinco y algo de la madrugada el sol desprende ya un ámbar ofuscado entre dos nubes negras. Es el alivio. El barco recupera despacio una calma que mejora la vida difícil en Gran Sol. >>
El brillante periodista Antonio Lucas, (Madrid, 1975), autor de “Buena mar”, en el “Nuevo Confurco”. (Foto Toni Mateu).
"Atopei nos mariñeiros galegos o mellor quilate do humano, unha nobreza, unha honestidade e unha lealdade como xamais vira". “Non hai día na miña vida que non me acorde deles. Para min o mar ten once nomes e once apelidos". _____________________________________
Muchos marineros de Baiona habrán pasado mareas angustiosas como la que cuenta el periodista. Los de antes, a bordo de aquellos barcos de madera, en los que hoy en día casi no se comprende cómo podían sobrevivir en el Gran Sol. Los de ahora, en excelentes buques de acero con todos los adelantos posibles… Pero de vez en cuando, inevitablemente, aquel mar infernal se sigue cobrado sus vidas. Antes, como ahora… como siempre, el mar arremete contra los barcos con una furia incontenible y feroz, y ayudado, para agravarlo aún más, de la fuerza de un viento arrasador que semeja llevarse todo a su paso. A veces parece un milagro que los marineros salgan con vida del trance… y cuando ocurre, se prometen no volver… y vuelven… y así una marea tras otra. Alguien nos dice que el Gran Sol debía borrarse como caladero en defensa de la vida de los marineros… Otro marinero nos cuenta que es peor Terranova… y en medio de nuestras reflexiones, llega la noticia que nos da de sopetón un patrón que ha vuelto hace un mes de las aguas de Terranova. <<Acaba de hundirse un barco en Terranova. De veinticuatro tripulantes, de momento sólo se han salvado tres. Los conocía a todos, al patrón, a los marineros, al armador, al barco… No sé sabe que pudo pasar. Se supone que un bandazo del mar pudo haber sido la causa… >> El patrón se llevará la consternación con él para varios días. “Allí está el dinero -me explica. El armador no habrá querido que el barco se refugiase del temporal en puerto, se pierden días de pesca… además del gasto que supone la ida y vuelta al caladero.” Otro marinero me dice: “Se me pone la carne de gallina.” Los héroes de Terranova, los del Gran Sol -baioneses entre ellos-, seguirán yendo a pescar una marea tras otra, como sosteniendo un duelo interminable con aquellos malditos lugares de faena, devoradores de marineros en demasiadas ocasiones… “Buena mar”, les deseamos a todos.
_____________________________________________________ Un prestigioso patrón vasco del atún sentenció que unos libros sobre lapescade los últimos tiempos de Baiona, no pueden estar bien sin la presencia en ellos de “El Mariscal”... Nosotros añadimos que tal vez falte alguno más... Se intentará.