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IX Los últimos años

IX. Los últimos años

Siempre consideramos en la familia que el último viaje a Galicia del tío Rodolfo, a los setenta y un años de edad, no solo había sido a modo de despedida familiar, sino que también parecía indicar el fin eminente de su incesante actividad galeguista, sin que por ello juzgásemos que dejaría de vivir con su acostumbrado fervor las noticias da Terra que le fueran llegando. Nada más lejos de la realidad, ya que su protagonismo político se mantuvo vivo hasta los últimos momentos de su existencia. Crónicas de la época lo confirman, al considerar que durante los años setenta, Rodolfo Prada era la figura más importante del galleguismo bonaerense, centrando su actividad por entonces en el “Centro Orensano” y en el “Instituto Argentino de Cultura Gallega”, ubicado en el “Centro Gallego” de Buenos Aires. Hasta tal punto alcanzó una especialísima relevancia, que fue propuesto por grupos galeguistas a finales de los años setenta, para presidir la Preautonomía de Galicia cuando se alcanzase la transición democrática Conocedor profundo de los movimientos soterrados del galeguismo del interior, avanzando con lentitud desesperante en medio de la dictadura del franquismo, aguardaba esperanzado ser testigo aún en vida del fin de Francisco Franco y el regreso de la democracia. Y así fue, en noviembre de 1975 muere el dictador, aparece la figura del rey don Juan Carlos

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-no del gusto del galeguismo, partidario de la república-, y se celebran las primeras elecciones democráticas en España. Surgen entonces en Galicia incipientes voluntades de recuperar los restos de Alfonso Daniel Rodríguez Castelao, enterrado y semiolvidado en el ”Panteón Social del Centro Gallego” de Buenos Aires. En los archivos del centro figura una precisa declaración de intenciones: “Es intención da nosa colectividade eiqui radicada, de enviar os restos do ilustre patriota a Galiza, cando alí non campe o réxime de barbarie e opresión das libertades da nosa terra”. Era la voluntad expresada en repetidas ocasiones por Castelao.

Buenos Aires,”Panteón Social del Centro Gallego” en el cementerio de La Chacarita, años sesenta. Uno de tantos homenajes recibidos por Castelao en su tumba. Rodolfo Prada, en el centro, con traje claro y sombrero en la mano.

El tío Rodolfo, ya en las últimas manifestaciones políticas en las que intervendría, no era en absoluto partidario todavía de trasladar los restos de Castelao a Galicia, porque consideraba que la incipiente democracia en España aún no había alcanzado los niveles exigibles.

Buenos Aires, años setenta. Recepción del “Consello da Galiza” a Paco Fernández del Riego en su visita a la capital argentina. De izquierda a derecha: Alonso Rios -el segundo-, Fernández del Riego, Manuel Puentes, Suárez Picallo, Rodolfo Prada, Perfecto López y José Benito Abraira.

Mientras vivió -fallecía en 1980, fue prevaleciendo su criterio, y aún después de su muerte, se tardaría cuatro años más en trasladar los restos de Castelao a Galicia. El 28 de junio de 1984, por iniciativa de la Xunta de Galicia, con el fuerte y decisivo apoyo de su presidente Fernádez Albor y del líder galeguista Camilo Nogueira, se recibe el féretro con el cadáver embalsamado de Castelao en el Aeropuerto de La Bacolla, en medio de la protesta y el desorden público protagonizados por los radicales naciónalistas, que veían en el acto una profanación de la figura y de la doctrina del maestro. Cargas policiales, detenidos y heridos se repiten en el atrio de la Iglesia de Santo Domingo de Bonaval, donde cerca de tres millares de manifestantes del BNG, protestan por la manipulación política ante las autoridades autonómicas de Alianza Popular -derecha española, y antí-

tesis de todo lo que representaba Castelao para el mundo gallego.

Santiago, 1984. Traslado del féretro con los restos de Alfonso Daniel R. Castelao al “Panteón de Galegos Ilustres”. Cerca de tres mil manifestantes protestan por la manipulación política del acto. El féretro es transportado por guardias municipales, protegido por la Guardia Civil y la Policía Nacional.

El”Panteón de Galegos Ilustres” en la Iglesia de Santo Domingo de Bonaval, acoge desde entonces los restos de Alfonso Daniel Rodríguez Castelao, muy cerca de los de Rosalía de Castro.

Santo Domingo de Bonaval,”Panteón de Galegos Ilustres”. Tumba de Alfonso Daniel Rodríguez Castelao.

Pero al margen de su incesante e histórica actividad política, el tío Rodolfo también mantuvo una interesante vida privada. Los testimonios de sus nietas nos acercan a su lado más familiar. En ellos se reflejan con claridad su personalidad, su carácter recto y honrado, su defensa de los valores… y el firme amor hacia los suyos que siempre conservó a lo largo de sus días. Su nieta María Elena Prada Alliende, testigo fiel tras muchos años de convivencia con los abuelos, nos lo cuenta con pasión. <<El abuelo fue un gran hombre, a pesar de su baja estatura. Bonachón, honrado, simpático, bromista a veces, “querendón” con los niños… Siempre seguro de sus convicciones, creo que duro ante las injusticias, y de ideas muy claras con respecto a lo que quería para su Galicia amada. ¡Cómo trabajó por ella! ¡Cuántas reuniones con gallegos tuvo en su escritorio! Yo, de niña, me escurría en la sala, me sentaba en el suelo, y calladita para no molestar, sacaba de un cajón una colección de sellos postales de todo el mundo que juntaba el abuelo, y me entretenía mirándolos. Nunca me echó de allí, y yo escuchaba sus interminables tertulias en gallego sin entender ni una sóla palabra. >> María Elena nació en Buenos Aires en 1946, y aunque en casa de los abuelos se hablaba el gallego a menudo, es evidente que no lo entendía bien. <<Viviamos en una casa muy grande y cómoda, contigua a los “Laboratorios del Doctor Andreu”, que la empresa le proporcionaba al abuelo por su condición de Gerente, y más tarde como Di-

rector General de las delegaciones de Sudamérica. >> <<Mi padre, Alberto Prada Fraga, fue hijo único, y había comenzado los estudios de Ingeniería Civil Industrial en la Universidad. En un viaje a Chile con su equipo de natación, conoce en la Playa de Algarrobo a la chilena Gabriela Elena Alliende Armstrong, que “vacacionaba” allí en aquellos días. Fue algo increíble, se enamoraron, mi padre abandonó la universidad después de tres años de estudios, y el abuelo hubo de viajar el año siguiente a Santiago de Chile para pedir la mano de mi mamá. Se casaron en 1942, y se vinieron a vivir a Buenos Aires en la casa paterna. >>

Santiago de Chile, 1942. Boda de Alberto Prada Fraga y Gabriela Elena Alliende Armstrong. A la izquierda, los padres de la novia; a la derecha los padres del novio, Manolita y Rodolfo.

Santiago de Chile, 1942. La novia, Gabriela Elena, recibe el cariño de su suegra, Manolita Fraga. A la izquierda, Rodolfo Prada Chamochín. Detrás, el novio Alberto Prada Fraga.

Santiago de Chile, 1942. Carola Amstrong de Alliende y Rodolfo Prada, en la boda de sus hijos Gabriela Elena y Alberto.

<<Las ilusiones del abuelo de que su hijo Alberto se hiciese ingeniero se esfumaron. Pero al fin, los conocimientos que había adquirido en sus tres años de estudios, le valieron para ponerlo a trabajar en el laboratorio. Dicen que mi mamá era una buena moza, simpática, muy de casa y que se adaptó enseguida a la vida en Buenos Aires. Se llevaba muy bien con la abuela Manolita, y fue para ella como una hija -que nunca tuvo-. Dos años antes que yo, nació mi hermano Alberto, y formábamos una familia feliz, asentada, tranquila y de lo más normal. >>

Buenos Aires, años cuarenta. Gabriela y Alberto, recién casados, con Manolita y Rodolfo. (Archivo familia Prada Alliende).

<<Pero el destino se encargaría de truncar aquella estabilidad familiar, y mover los hilos en otra dirección, por cierto desfavorable para casi todos. La muerte de mi madre, en 1951, de forma totalmente imprevista, produjo un enorme descalabro en la familia. Una embolia, agravada por su embarazo de nueve meses, fue la causa de su falleci-

miento. Lo médicos dijeron que ese caso se daba una vez entre un millón de embarazadas. Yo tenía cinco años y mi hermano Alberto siete. Al cabo de un breve tiempo, el abuelo decidió enviar a mi padre Alberto -con la pertinente autorización de los Andreu- a establecer un nuevo laboratorio en Santiago de Chile, del que acabaría como gerente durante el resto de su vida. Una vez en Santiago de Chile, mi padre contactó con la familia de mi madre, y terminaría por casarse con una prima hermana de mamá, Eliana Alliende Rojas, chilena como ella. Tuvieron dos hijos, María Soledad y Carlos Hernán. Mi segunda madre, Eliana, aún vive, tiene noventa y siete años, pero se encuentra en estado senil. >>

Santiago de Chile, 2011. Ochenta y nueve cumpleaños de Eliana Alliende Rojas, “Kiki”, viuda de Alberto Prada Fraga. A ambos lados, sus hijos María Soledad y Carlos Hernán. (Archivo María Soledad Prada)

<<Albertito y yo nos quedamos con los abuelos en Buenos Aires, con los que permanecimos durante doce años. Ellos fueron nuestros verdaderos padres en la niñez. >>

Buenos Aires, finales de los años treinta. Rodolfo y Manolita con su hijo Alberto, dispuestos a coger el tren para uno de sus viajes. <<La abuela Manolita, de apellidos Fraga Bonfanti -sigue contando María Elena-, nació en Mendoza en 1887. Su padre era gallego, José Fraga, y su madre italiana, de Génova, mujer de fuerte carácter. Los llegué a conocer, eran mis bisabuelos, y recuerdo que ella tenía muy malas pulgas. Los abuelos se conocieron en Mendoza, y se casaron muy jóvenes. Él tenía cinco años más que ella. Cuando el abuelo fue destinado en 1918 a Buenos Aires por el banco en el que trabajaba, ya estaban casados. >>

Mendoza, 18 de mayo de 1916. Rodolfo Prada dedicaba a su novia, Manolita Fraga, este tarjetón con su fotografía y la dedicatoria al dorso. (Archivo familia Prada Alliende).

Mendoza, 1916. Rodolfo Prada Chamochín, a los veinticuatro años. (Archivo familia Prada Alliende).

Mar de Plata (Argentina), años treinta. Los abuelos, con su sobrina Ana María Chiappa, “Perlita”. (Archivo familia Prada Alliende).

Mar de Plata (Argentina), años treinta. De pie, Manolita y Rodolfo, con su hijo Alberto. Tumbada, la sobrina Ana María Chiappa. (Archivo de la familia Prada Alliende)

Buenos Aires, años treinta. Manolita y Rodolfo, de excursión con su hijo Alberto. (Archivo de la familia Prada Alliende).

<<En aquellos años de mi niñez -recuerda María Elena, en casa vivíamos los abuelos, mi hermano Albertito y yo, pero convivíamos estrechamente con la madre de la abuela -mi bisabuela María, las hermanas -tía Elvira y tía Emilia- y una sobrina, Perlita -hija única de Elvira-, que vivían juntas en la casa materna. La tía-abuela Elvira, viuda por entonces, era como una santa, y bordaba como los dioses. Trabajaba en exclusiva para una importante casa en el centro de Buenos Aires, que vendía toda clase de enseres bordados a mano. Al casarse su hija Perlita, se trasladó a vivir con ella. La otra tía, Emilia, era muy buena moza, pero nunca llegó a casarse. Cuando falleció, me

contaba la abuela que padecía reumatismo al corazón, y que ya el médico le había advertido que no podría tener hijos. “Noviaba” con un tenor italiano de mucho prestigio, pero nunca se supo en definitiva qué pasó entre ellos. Una lástima. La tía Perla se portó muy bien con los abuelos, y éstos la querían como a una propia hija. >>

Buenos Aires, 1949. Foto de familia. Arriba: Manolita Fraga Bonfanti, Ana María Chiappa Fraga (tía Perla), Gabriela Alliende Armstrong y Rodolfo Prada Chamochín. En medio: Emilia Fraga Bonfanti, la bisabuela María Bonfanti, Alberto Prada Fraga y Elvira Fraga Bonfonti. Abajo: los hermanos Alberto y María Elena Prada Alliende.

<<La tía Perla se llamaba en realidad Ana María, pero todos la conocían por Perlita. Se casó y tuvo dos hijos. Fue el paño de lágrimas para todos los mayores de la familia en Buenos Aires. La abuela Manolita murió en sus brazos en el Hospital del “Centro Gallego” en 1982. La tía Perla, al ser la más joven, atendió a todos los mayores en su fallecimiento, ya que el resto de familiares vivíamos en Chile. >>

Buenos Aires, años setenta. Elvira Fraga, con su nieta Gabriela Cravello en brazos, y Rodolfo Prada. (Archivo fam. Prada Alliende) <<Conoci muy bien al abuelo -sigue María Elena con el relato, y no he sabido nunca de otra persona que trabajara tanto como él. Se levantaba muy temprano y dedicaba todo el dia al laboratorio. Luego se sumergia en su escritorio, y seguía muchas horas con los asuntos gallegos, como decía la abuelita. Como hijas del gallego José Fraga, Elvira y Emilia, y también Perlita, se involucraron en los

asuntos gallegos, y comprendían perfectamente al abuelo Rodolfo en todo lo referente a su tierra. Las tías lo adoraban, lo respetaban y le consultaban todo. >>

Don Torcuato (Buenos Aires), años setenta. Los abuelos en casa de Ana María Chappa, tía Perla. (Archivo familia Prada Allende).

<<Viví con los abuelos en su casa de Buenos Aires -Constitución, 4234, barrio Caballito, hasta los doce años, y guardo en mi memoria unos momentos inolvidables. Yo había empezado a estudiar piano con una profesora particular, y me examinaba en el antiguo Conservatorio Beethoven. En casa había un lindo piano que era de mi madre, que decían que tocaba muy bien, pero de oído, no sabía música. Y recuerdo a la abuela Manolita que mientras cosía, escuchaba silenciosamente mis prácticas, y cuando me equivocaba, me apuntaba enseguida, “¡mi bemol, mi bemol!… ” . Nunca supe como la hacía, porque no sabía nada de música. >>

<<Doña Virginia, la viuda de Castelao, era mi compañera de cine en la tarde de los sábados. Íbamos al “rotativo” del barrio a ver tres películas, algunas argentinas, y muchas veces de Carmen Sevilla. Después de terminada la función, nos íbamos a comer pizza. Fue una persona que quise mucho. El abuelo, cuando nos llevaba en auto al cine, le pasaba dinero a doña Virginia, cosa que entonces no entendía. Para ella, Rodolfo era un dios. >>

Virginia Pereira, viuda de Castelao.

<<A la abuelita no le gustaba nada salir, pero en cambio le encantaba jugar a las cartas. Con doña Virginia jugaban a la canasta, se peleaban mucho, siempre con risas y buena armonía. >>

<<El abuelo se paraba conmigo a menudo a enseñarme sus libros favoritos, y gracias a él descubrí a Rosalía Castro, y también a Federico García Lorca. Aunque era muy pequeña, once o doce años, quedé inmersa para siempre en el mundo literario. También recuerdo que íbamos a las fiestas del “Centro Orensano” en la celebración de alguna fecha importante para los gallegos. Había banda de gaitas, y parejas bailando al són de la muiñeira. >>

Buenos Aires, 1948. Fiesta de cumpleaños de Albertito, que aparece en el centro apagando las velas de la tarta. A su izquierda, María Elena, con los brazos cruzados. Detrás, la bisabuela María; al fondo, los abuelos Rodolfo y Manolita; a la izquierda, los padres Alberto y Gabriela, que apenas se ven; a la derecha, en primera fila, la tía Emilia... (Archivo familia Prada Alliende).

<<Pero llegó un momento en que los abuelos consideraron que ya debíamos conocer a nuestros dos hermanos chilenos, y criarnos y convivir en familia junto a ellos y a “nuestros padres”. Nos enviaron a Chile con mi padre, primero a mi hermano en 1956, y al cabo de dos años, en 1958, a mí. >>

Buenos Aires, años cincuenta. Primera Comunión de los hermanos María Elena y Alberto.

<<Mi hermano Albertito no se adaptó nada bien al cambio. Fue rebelde desde su llegada, y lo echaron de varios colegios donde estaba interno. Al final consiguió terminar sus estudios en un colegio muy estricto. Luego se dedicó a la música, y comenzó a destacar. Hizo varios arreglos musicales para el Festival Internacional de la Canción de Viña del

Mar (Chile), que se celebra anualmente desde 1960, y es el más importante del continente americano. En 1966 creo un conjunto que fue considerado el mejor del año, y actuó en importantes eventos, como el XIX Campeonato del Mundo de Esqui Alpino, en Portillo (Chile). Se casó con Lorena Aedo, tuvieron una hija, Daniela, y se hizo profesor de música. Lamentablemente falleció de un infarto a la edad de cincuenta y ocho años. Su esposa, Lorena, acaba de fallecer en el pasado mes de mayo tras una larga enfermedad. Daniela, su hija, está casada, y tiene a su vez una hija, Antonia, de dieciséis años, que es la primera tataranieta de Rodolfo y Manolita. Viven en Talca, una ciudad al sur de Chile. >>

Santiago de Chile, 1970. Alberto Prada Alliende, a los 27 años.

<<Dos años más tarde, también me envíaron a Chile con mi padre. Lo pasé mal, pero nunca se lo dije a los abuelos. Fui muy infeliz, pero no los juzgo por haberme mandado con mi padre y mis hermanos. Era lo que correspondía. Rebelde como Albertito, no estudiaba nada al llegar. Al fin recapacité, comencé a estudiar, y pude acceder a la Universidad. Allí me encontré con un anuncio de la compañía aérea LAN Chile buscando auxiliares de vuelo. >>

Santiago de Chile, años sesenta. María Elena Prada Alliende, recién igresada como auxiliar de vuelo en LAN Chile.

<<Sin dudarlo, me presenté y pasé en ese trabajo los diez años siguientes en buena armonía conmigo mismo. Me hice una buena trabajadora, y al cabo de cuatro años en la compañía, me pasaron a atender la Primera Clase. >>

<<Los abuelos viajaron muchas veces a Chile cuando yo estaba en secundaria, seguramente por asuntos del laboratorio, pero también por ir a vernos a todos. >>

Buenos Aires, 1970. Rodolfo Prada y Manolita Fraga, en el aeropuerto internacional de Ezeiza, en uno de sus viajes a Chile.

<<Después, cuando ya trabajaba en LAN, pasaba mis vacaciones con ellos en Buenos Aires. Toda mi vida estuve muy ligada a los abuelos. >>

María Elena, auxiliar de vuelo.

Santiago de Chile, años sesenta. La tripulación de LAN Chile, preparada para iniciar un vuelo a Isla de Pascua y Tahití. La primera azafata por la izquierda, es María Elena Prada Alliende.

Buenos Aires, Aeropuerto de Ezeiza, años sesenta. María Elena recibe la visita de su tía Perla y de sus dos hijos.

<<En 1972, el abuelo Rodolfo cumplió ochenta años, y lo fue a celebrar a Santiago de Chile con todos nosotros. Era una auténtica fascinación la que tenía por la familia. >>

Santiago de Chile, Restaurante El Parrón, 1972. Celebración del 80 cumpleaños del abuelo Rodolfo. A la izquierda, María Soledad Prada; a la derecha, María Elena Prada y su abuelo Rodolfo. Al fondo, Eliana Alliende, “Kiki”, segunda esposa de Alberto Prada.

<<Los abuelos, ya bastante mayores, ochenta y tres años él y setenta y ocho ella, no dejaron por ello de acudir a Santiago de Chile a mi “Postura de Argolla”, y unos meses después, siguiendo el protocolo, a mi boda con el chileno Héctor Pino. Fueron momentos muy emocionantes para mí el convivir con ellos en ambos ceremoniales, de tanta trascendencia en mi vida. >>

Buenos Aires, 1975. Antes de la “Postura de Argolla”, Héctor Pino y Rodolfo Prada, en el apartamento de éste en la calle Don Bosco Belgrano. El cuadro de la izquierda podría ser de los Hermanos Hernández, famosos orfebres y esmaltistas de Vigo, tal vez adquirido por Rodolfo en uno de sus viajes a Galicia.

Santiago de Chile, 1975. “Postura de argolla” de María Elena y Héctor en casa de Alberto Prada. Enrique Diharce, tío de Héctor Pino, con los abuelos Rodolfo y Manolita.

Santiago de Chile, 1975. En casa de Alberto Prada, María Elena y Héctor, con los abuelos, en la “Postura de Argolla”.

Buenos Aires, 9 de octubre de 1976. La novia María Elena Prada Alliende, con su padre Alberto Prada Fraga, padrino de boda, disponiéndose a entrar en la iglesia para celebrar la ceremonia religiosa. (Archivo familia Prada Alliende).

Santiago de Chile, 9 de octubre de 1976. Boda de María Elena y Héctor Pino. El novio, con los abuelos políticos Manolita y Rodolfo.

Buenos Aires, 1976. Los novios María Elena y Héctor con los abuelos Manolita y Rodolfo. (Archivo familia Prada Alliende).

<<La última vez que estuve con ellos fue en 1980. Viajé a Buenos Aires con mi marido Héctor, y mi hijita Carolina, con dos años, porque quise que conocieran a su biznieta. La emoción embargó al abuelo, a pesar de que nuestro encuentro tuvo como escenario el sanatorio del “Centro Gallego”, donde la abuela estaba internada a causa de una arritmia. El abuelo dormía en la habitación contigua, y los atendían como reyes. Al abuelo lo veneraban en el centro. >>

Buenos Aires, Hospital del “Centro Gallego”, 1980. El abuelo Rodolfo con Carolina Pino Prada, la única de los once biznietos que llegó a conocer. Los demás nacieron cuando ya había fallecido. (Archivo familia Prada Alliende).

<<La abuela siempre decía que ojalá Dios se llevara antes al abuelo que a ella, porque sabía perfectamente que él no hubiera podido subsistir sin ella. Estaban muy unidos. >>

Buenos Aires, Hospital del “Centro Gallego”, 1980. La abuela Manolita, hospitalizada por una arrimia, recibe la visita de su nieta María Elena en presencia del abuelo Rodolfo. (Archivo familia Prada Alliende).

<<Pocos meses después de esta visita, el 3 de noviembre, fallecía de repente el abuelo Rodolfo de un paro cardíaco en la misma sala de espera a la que acudía a la consulta de su médico. Tenía ochenta y ocho años, y se cumplieron así los deseos de la abuela de que se muriese antes que ella. El 11 de marzo de 1982, la abuela Manolita, no habían pasados dos años, se muere a los ochenta y cinco años en el hospital del “Centro Gallego”, donde permanecía ingresada desde hacía algún

tiempo. La tía Perla la atendió en su lecho de muerte. >>

La abuela Manolita, la tía Perla y la nieta María Elena, en el hospital del “Centro Gallego” en 1980.

Los nietos chilenos, Carlos Hernán y María Soledad, no tuvieron tanta relación con los abuelos como su hermana mayor, pero a pesar de la distancia, los veían a menudo y se profesaban un mutuo cariño.

Santiago de Chile, 2012. Eliana Alliende Rojas, viuda de Alberto Prada, en el noventa cumpleaños, con sus hijos María Soledad, María Elena y Carlos Hernán. (Archivo de la familia Prada Alliende).

<<Mis padres se casaron en 1953, y los abuelos, por supuesto, asistieron a su boda -comenta María Soledad-. Desde entonces venían con frecuencia a Santiago de Chile por asuntos del labo-

ratorio, y nosotros cruzábamos la cordillera en vacaciones para verlos. A mi me hacía mucha ilusión ir a Buenos Aires porque los abuelos eran muy cariñosos con nosotros. Desde muy chica, el abuelo nos contaba anécdotas de su tierra, y sobre todo de su amigo Castelao. Incluso su viuda, la señora Virginia, nos llevaba a pasear junto a la abuela Manolita. >>

Buenos Aires, 1976. El abuelo Rodolfo, su nieta pequeña, María Soledad -aún soltera-, y su hijo Alberto Prada, delante de su casa en la calle Don Bosco de la capital. (Archivo de la familia Prada Alliende).

<<Cuando me casé en 1978, fui con mi marido Dino Peirano a Buenos Aires para presentárselo a los abuelos. Recuerdo que disfrutamos de una visita muy agradable. >>

<<Fue la última vez que los vimos. El abuelo falleción dos años después, en 1980, y la abuela a continuación, en 1982. Por entonces vivíamos en Caracas (Venezuela), donde mi marido Dino trabajaba. >>

Santiago de Chile, 1979. María Soledad Prada Alliende y Dino Peirano Costa en su Matrimonio Civil. (Archivo de la familia Prada Alliende).

<<Me afectó muchísimo su muerte, y ahora -despues de mi estancia en Ourense y Os Peares en 2017 y 2019- estoy muy feliz de haber conocido su tierra, de la que hablaba con tanto amor, y era su sueño permanente, regresar algún día a Galicia. Algo que al fin acaba de conseguir con el traslado de sus cenizas a Os Peares. >>

<<Mis padres sí que viajaron a Galicia en varias oportunidades, y sé que conocieron a varios familiares, sobre todo a Rodolfo Lama Prada, a quien mi abuelo quería mucho a pesar de las tremendas diferencias políticas. >>

<<Al casarnos, nos fuimos a vivir a Caracas porque allí tenía Dino su trabajo -sigue contando Sole. Un tiempo después, enero de 1980, nos hicieron una visita mis padres, que luego relataron con todo detalle al abuelo por carta -nueve hojas. Días más tarde, el abuelo nos escribía a nosotros. >>

Buenos Aires, 28 de febrero de 1980. Carta de Rodolfo Prada Chamochín a su nieta María Soledad Prada Alliende.

<<Tal como era nuesto deseo y el de toda la familia, en 1983 regresamos a Santiago de Chile, y allí nos establecimos definitivamente. Tuvimos cinco hijos, un varón y cuatro mujeres: Matías (1983), Francisca (1984), Alejandra (1987), Constanza (1991) y Josefina (1997). >>

Santiago de Chile, 1985. María Soledad Prada Alliende y su marido Dino Peirano Costa. (Archivo de la familia Prada Alliende).

<<Mis hijos residen todos en Santiago, menos la segunda, Francisca, que hace un año se trasladó a vivir a Andalucía (España) con su marido, Alberto Geep. Ella tiene los estudios de Administrador de Empresas. Viven en Mijas (Málaga). El mayor, Matías, es ingeniero, casado y con dos hijos; Alejandra es profesora, casada y con una niña; Constanza, “Coni”, se acaba de casar; la pequeña, Josefina, estudia 4º curso de Diseño. Mi marido Dino falleció en 2003, y pasé momentos muy difíciles. Me encontré viuda, con cinco hijos… pero salimos adelante. En la actualidad vivo

con mi hija Alejandra, que está esperando su segúndo hijo. >>

Santiago de Chile, años noventa. Dino Peirano, con su hijo Matías y sus sobrinos Federico y Carlos Alberto.

<<Mi hermano Carlos tiene tres hijos: Carlos Alberto (1985), Federico (1987) y Vicente (1991). Son los que conservan el apellido Prada en la familia. Ellos, igual que mis hijos, no llegaron a conocer a los abuelos. >>

Santiago de Chile, 1994. Dino y Sole.

Santiago de Chile, Campo Pangue, 2002. Sole y Dino, con su hija Josefina, la más pequeña de los cinco hijos, delante del picadero de caballos de la familia. Dino, entre otras cosas, se dedicaba a criar caballos. (Archivo de la familia Prada Alliende).

El abuelo Rodolfo, además de las veces que vino a Galicia, viajó en más de una ocasión a Barcelona para entrevistarse con los Andreu por temas del laboratorio. A principios de los años cincuenta, lo acompañaron su hijo Alberto y su esposa Eliana, recién casados, viaje que aprovecharía para presentarselos a los empresarios catalanes.

España, años cincuenta. Alberto, Eliana, Rodolfo y un acompañante de “Laboratorios Andreu”. (Archivo de la familia Prada Alliende).

Los abuelos Rodolfo y Manolita.

A su paso por Madrid, camino de Barcelona, no dejaría de visitar a su sobrino Rodolfo Lama Prada, con él que mantenía relaciones muy entrañables.

Madrid, años cincuenta. Rodolfo y su hijo Alberto, visitando una de las obras de la empresa del sobrino, “Rodolfo Lama Construcciones” . (Archivo de la familia Prada Alliende).

En medio de esa convivencia estrecha de los abuelos con Elvira Fraga -la hermana de Manolita- y sus hijas, cualquier motivo era suficiente para buscar un encuentro siempre celebrado y lleno de afecto. Así que cuando Alberto y Eliana llegaban de Chile a visitar a sus padres, el paso por Don Torcuato a ver a las tías era de obligado cumplimiento.

Don Torcuato (Buenos Aires), años sesenta. En la casa de Ana María Chappa, tía Perla: Elvira Fraga, Horacio Gravello (hijo), Rodolfo Prada, Alberto Prada y Horacio Gravello (padre). (Archivo de la familia Prada Alliende).

La familia reunida en Don Torcuato. Alberto, Rodolfo, Eliana, Elvira, Ana María y delante, los nietos. (Archivo de la familia Prada Alliende).

Don Torcuato, años sesenta. Elvira Fraga, Eliana Alliende y Rodolfo Prada.

En Buenos Aires, años sesenta. Manolita, Eliana y Rodolfo.

Santiago de Chile, años sesenta. Eliana y Alberto formaban una pareja muy elegante.

Alberto Prada Fraga fallecía en Santiago de Chile en 2006, a la edad de ochenta y cinco años. Su viuda, Eliana Alliende Rojas, “Kiki”, acaba de cumplir noventa y ocho años. Vive con su hijo Carlos en Santiago de Chile.

Santiago de Chile, 2018. Eliane, en su noventa y seis cumpleaños, con su hija María Soledad. (Archivo familia Prada Alliende).

Manolita y Rodolfo, siempre tan apasionados y cariñosos con la familia, estarían hoy felices y orgullosos compartiendo mesa y mantel con sus once biznietos, ya en edad madura, con sus carreras todos ellos, y la mayoría acompañados de sus respectivas parejas. Ni en sueños podrían imaginar los abuelos, encontrarse en medio de una celebración de boda de una biznieta, y con la presencia de una familia casi al completo a la que se veía feliz e irradiaba tanto amor entre ellos.

Santiago de Chile, 2015. Boda de Alejandra Peirano Prada y David Sanhueza. De izquierda a derecha: Esteban -un amigo-, las hermanas Josefina y Constanza Peirano Prada, la madre María Soledad Prada, los novios, el hermano Matías Peirano Prada y su esposa Ignacia Alamos. Faltan Francisca Peirano Prada y su marido Alberto Geep, para completar el grupo familiar.

La generación nacida entre finales de los setenta y los noventa, que sigue a Albertito, a María Elena, a María Soledad y a Carlos Hernán, forma ese espléndido grupo de biznietos del abuelo Rodolfo. Daniela Prada Aedo, hija de Alberto Prada Alliende, el nieto mayor ya fallecido, es la que inicia la cuenta. Su hija Antonia, ya de quince años, es la primera tataranieta. Carolina y Barbara Pino Prada, las dos hijas de María Elena y Héctor, siguen en el recuento. Los tres chicos de Carlos Hernán y Marìa Teresa, Carlos Alberto, Federico y Vicente Prada Fuenzalida, serán los únicos biznietos que conserven el apellido Prada en su descendencia.

Santiago de Chile 2017. La familia al completo. Los padres, María Elena Prada y Héctor Pino, con las hijas Bárbara y Carolina Pino Prada, y con el yerno Fëlipe Moisës, pareja de Carolina. (Archivo de la familia Prada Alliende).

Santiago de Chile, 2020. La familia ha crecido con la llegada de Noah Moisës Pino, el cuarto tataranieto de los abuelos Manolita y Rodolfo. (Archivo de la familia Prada Alliende)

Carlos Hernán Prada Alliende, con sus hijos Federico, Vicente y Carlos Alberto Prada Fuenzalida, en los Saltos de Petrohué.

Los tres hermanos Prada Fuenzalida, con su madre María Teresa, “Teté”, Fuenzalida Zegers. (Archivo de la familia Prada Alliende).

Los padres, Teté y Carlos, con sus dos hijos mayores, Federico y Carlos Alberto. (Archivo de la familia Prada Alliende).

Santiago de Chile, 2017. Reunión de primos: Matías, Constanza, Josefina, Alejandra, Bárbara y Carolina.

En 2018, los hermanos María Soledad y Carlos Hernán, su esposa Teté, la hermana de ésta y su marido, viajaron a Europa, y en su itinerario se hacercaron a Galicia, hicieron el Camino de Santiago, y por supuesto visitaron Os Peares, la tierra del abuelo Rodolfo.

Santiago de Compostela, 2018. A su llegada a la Plaza del Obradoiro, punto final del Camino de Santiago, el primo Emilio Lama Bellver los estaba esperando. (Archivo de la familia Prada Alliende).

María Soledad ya había estado en 2017, acompañada de su hija Contanza, en el acto de homenaje que le habían tributado al abuelo Rodolfo en el Consorcio de Os Peares. En esta ocasión, unos meses después, el grupo se acercaría a Os Peares para mostrarle a Carlos Hernán el pueblo y la casa donde había nacido el abuelo. Estuvieron en la mítica estación del tren, centro neurálgico de la intensa actividad comercial de toda la comarca en el pasado; en la

“Asociación Cultural Rodolfo Prada”, fundada a pocos años de su fallecimiento en Buenos Aires; y comprobaron “in situ” el lugar en el que se situaría el monumento a Rodolfo Prada Chamochín, que se estaba finalizando en el taller de un famoso escultor gallego.

Os Peares, 2018. María Soledad y Carlos Hernán, en la “Asociación Cultural Rodolfo Prada Chamochín”.

En la histórica estación de Os Peares: Teté Fuenzalida Zegers, su hermana, María Soledad y Carlos Hernán Prada Alliende.

A finales de ese mismo año, en el mes de noviembre, conmemorando la fecha de fallecimiento del abuelo Rodolfo, se inauguraba en un emotivo acto, el “Monumento a Rodolfo Prada Chamochín”, al pie de la casa donde había nacido. A la inauguración, representando a la familia, asistió María Elena Prada Alliende, que intervino con unas sentidas y emocionadas palabras de agradecimiento. A su regreso a Santiago de Chile, la familia al completo se reuniría en una juntanza, en la que María Elena daría cuenta de todos los pormenores

del imponente homenaje al abuelo Rodolfo ofrecido en Os Peares.

Santiago de Chile, 9 de diciembre de 2018. Juntanza familiar al regreso de María Elena de Galicia, tras asistir a la inauguración del “Monumento a Rodolfo Prada Chamochín” en Os Peares. Arriba: Felipë Moisës, Carolina Pino Prada, Héctor Pino, María Elena Prada Alliende, Carlos Hernán y María Soledad Prada Alliende, Alejandra Peirano Prada, David Sanhueza, con su hija Sofía en brazos, Matías y Josefina Peirano Prada, Constanza Peirano Ptada y su marido Fernando Rueda, Magdalena Cerón y Magdalena Couts, esposas de Vicente y Federico Ptada Fuenzalida Abajo: Bárbara Pino Prada, María Teresa Fuenzalida Zegers, Ignacia Alamos con su hija Dominga en brazos, un amigo, Vicente y Federico Prada Fuenzalida.

X. El reconocimiento

Durante mucho tiempo, el tío Rodolfo fue un personaje ignorado por completo en la historia de galeguismo en el exilio. Pero para los grandes intelectuales de la época, como Manuel Murguía, Alexandre Bóveda, Otero Pedrayo, Paco Fernández del Riego, Valentín Paz Andrade, Ben-Cho-Shey, Filgueira Valverde, Ramón Piñeiro, Vicente Risco, Luis Seoane, Alonso Ríos, Jaime Isla… y otros muchos, Rodolfo Prada fue una persona fundamental en el movimiento galeguista en Argentina -y en Sudamérica- por su inmensa labor en favor da Terra, y sobre todo por su extrema vinculación con Alfonso Daniel Rodríguez Castelao. Bien es verdad, que siempre permanecía en un segundo plano, sin demasiada ambición en sobresalir o protagonizar cualquier acto relevante, y se mantenía por costumbre a la estela del gran pensador mientras vivió. Tal vez sea ésta la razón del olvido, aunque desde el fallecimiento de Castelao en 1950, se convierta en el gran heredero del pensamiento y de la ideología del carismático lider. Un escritor vigués, Lois Pérez Leira (1953), -emigrado a Argentina de niño, y retornado a Galicia en 1990, especializado en la emigración y en el exilio gallego durante el franquismo, es uno de los primeros historiadores en dar a conocer en una enciclopedia gallega la figura de Rodolfo Prada. Se conocieron personalmente en Buenos Aires en 1977, y el vigués se convertiría, tal vez, en el mejor documentalista del mundo gallego en la capital argentina.

RODOLFO PRADA:

UN INCASABLE PATRIOTA GALEGO por Lois Pérez Leira

Rodolfo Prada Chamochín naceu na Peroxa (Ourense) o 28 de agosto de 1892. Trasladouse moi xoven á Argentina, radicándose en Mendoza e posteriormente en Bos Aires, onde se afincou definitivamente e comezou a súa actuación nas entidades da colectividade galega. Con Luis Davila e Luis López funda en Bos Aires en 1919, a Asociación Protectora da Real Academia Galega, sendo o seu primeiro secretario. En representación da mesma foi nomeado Correspondente da Real Academia Galega. Foi secretario en 1920 da primeira Casa de Galicia. Nesta institución dirixe a revista “Acción Galega” e o “Ateneo de Cultura Galega”. En 1924 intégrase como redactor xefe e despois copropietario do “Correo de Galicia” que dirixía Lence. Durante a longa viaxe de Lence por España será Prada quen o reemplace no enderezo do periódico. Co triunfo da segunda República participa da fundación de ORGA en Bos Aires chegando a ser o seu presidente. Como membro do Centro Ourensán dirixiu o seu órgano periodístico “El Orensano” e mais tarde “Opinión Gallega”. En 1940 realizaba a sección literaria de “El Noticiero español”, unha antiga publicación fundada polo periodista M. Barrio. Rodolfo Prada realizou distintas conferencias algunhas das cales foron editadas, como a realizada en Montevideo en 1935 baixo o nome de “Encol da nosa Galiza,” tamén editou en Bos Aires unha conferencia en xeito de folleto “Encol de Antolin Faraldo”. Coa chegada de Castelao a Bos Aires en 1940 comeza unha etapa moi activa do exilio galego. Na capital del Plata xunta ó grupo maioritario do noso exilio entre eles: Luis Seoane, Rafael Dieste, Lorenzo Varela, Arturo Cuadrado, Otero Espasandin, Antonio Baltar, Rey Baltar, Nuñez Búa, Gumersindo Sánchez Guisan-

de y Alonso Ríos entre otros. É de destacar tamén a presenza de outros galeguistas que como Prada formáranse na emigración como Eduardo Blanco Amor, Manuel Puente, Campos Couceiro, Cao Turnes, Xosé Abraiara, Francisco Regueira etc. Durante os dez anos de residencia de Castelao en Bos Aires, Prada converteuse na súa persoa de confianza o secretario persoal. Foi quen motivou a idea de Castelao de crealas Irmandandes Galegas en toda América, sendo elexido presidente de Bos Aires durante un periodo. Foi o organizador do Consello de Galicia e un dos operadores fundamentais da recreación de Galeuzca. Tamén foi un dos impulsores da creación dos catro centros provinciais. Rodolfo Prada fue o encargado da reedición do periódico galeguista “A Nosa Terra” no exilio. Con relación á súa amizade con Castelao, o propio Prada contanos as súas lembranzas, a través dunha entrevista que lle realizou Luis Seoane e que foi editada en “Galicia Emigrante”:

“Teño como a maior honra da miña vida a amizade que me dispensou o gran Castelao e o privilexio de moitas confidencias de tan esclarecido espírito. Eu souben das esperanzas que tiña postas na colectividade galega de Bos Aires, nesta colectividade á cal, -polo clima propicio no que vive-, chamaballe a Galicia Libre. De ela esperaba Castelao a mellor defensa e en certo modo a salvación da auténtica espiritualidade de Galicia, e a mais eficaz axuda para un novo renacer da milenaria cultura galega. Tamén esperaba de ela, como complemento natural e lóxico, a conservación e cultivo das esencias do patriotismo galego en función de afirmar a personalidade histórica de Galicia. E é evidente que as súas esperanzas, felizmente no se viran defraudadas... As influencias que Castelao exerceu sobre os 400 mil galegos que temos a fortuna de vivir nesta acolledora terra arxentina, foi poderosa, eficaz e trascendental. Chegou a nós, en hora de honda tristura. A súa presenza eiquí fixo o miragre de levantar os nosos espíritos e de aledar os nosos corazóns.

Con el semellou que Galicia mesma estaba connosco. E á vez, Castelao sentiuse feliz. El dicía que era feliz, porque vivía na Galicia Ideal. E pola onda do patriotismo galego e o orgullo de ser galego, tan encarnado en Castelao, deuse outro miragre: o da rara unanimidade con que os galegos de eiquí, calquera que fose a súa tendencia ideolóxica, o admiraban, o querían e o respetaban, asignándolle a simbólica representación da galeguidade... Nos dez anos que Castelao viviu entre nós, actuou en permanente función de mestre e de guía, -de “guieiro” para decilo mais gráficamente en galego. Dende o Centro Ourensano, que foi o seu fogar espiritual e a súa cátedra, difundiu ensinanzas, fixou posicións e fortificou a fe dos galegos. O seu lápiz de debuxante e a súa pluma de escritor, estiveron en constante actividade, pese á súa loita dramática coa deficiencia visual que padecía e coa cruel doencia que abatiu a súa vida. Os seus derradeiros momentos, foron reveladores da alta xerarquía e serenidade do seu espírito. Podoo dicir eu que tiven o privilexio de recoller os seus postreros pensamentos, íntegramente relacionados coa Galicia Ideal; e o poden dicir os ilustres médicos que interviron na operación quirúrxica que deberon practicar como recurso extremo e sin esperanzas: antes de ser anestesiado, Castelao fixo gala do seu innato humorismo, relatándolles un conto espelido... que fue su último hablar...”

O seu amigo Luis Seoane quen lle adicou unha semblanza e unha caricatura sinalou do noso biografiado: “É un dos mais importantes homes da colectividade galega de Bos Aires e dos que máis contribuíu a facer historia nela voltando sentimentalmente a Galicia, facendo posible que intervise como protagonista na solución de algúns dos seus problemas... É unha personalidade que, independentemente do seu talento, é dunha grande bondade e xentileza. Todo o contrario do dito popular ´home pequeno fol de veneno´. É un home xigante no amor á súa terra e ós homes” .

O espirito galerista de Prada era incansable, en 1964 volta a editar o “Correo de Galicia”. A súa presenza era unha constante en tódalas actividades da colectividade galega, marcando durante moitas décadas o desenvolvimento da mesma. Coñecín a Rodolfo Prada en 1977 na biblioteca do Centro Galego de Bos Aires, era a época dos cursos de idioma galego-portugués que dictaba Ixinio Rodríguez. Alí atopábamonos e entremezclábamos varias xeracións de galegos que solemnemente e ritualmente achegabamonos para falar de Galicia. A cita era o día sábado pola tarde. Ás cinco da tarde ían chegando os de sempre: Xosé Benito Abraira e Bernardo Souto. Outros como Lamela, Prada e o propio Tacholas cando podían dábanse unha volta polas clases que despois terminaban en tertulia no bar de enfronte do centro. Entre os xóvenes que andabamos sobre os vinte anos que nos dábamos cita estaban: os irmáns Negreira, Carlos López, Enrique Albor e quen lles escribe. A miña derradeira lembranza que teño de Prada foi nun corredor do centro galego escoitando unha cinta de Xoan Pardo traída de Galicia onde interpretaba unha poesía do Pondal. Naquel intre compartido con Tacholas e Miguel Ángel Negreira, Prada parecía estalar de emoción e rachar aquela coraza de home serio que tiña. Ós poucos meses chégame a noticia da súa morte. A colectividade galega perdera a uns dos seus mais importantes dirixentes. O 3 de novembro 1980 ós 88 anos finaba o galeguista Rodolfo Prada, con el remataba unha das etapas mais fructíferas da emigración galega do Río del Plata.

Lois Pérez Leira

(Enciclopediadaemigracióngalega.com)

Buenos Aires, años setenta. Rodolfo Prada Chamochín.

Buenos Aires, 1960. Reunión de galeguistas en una exposición de pintura: Arturo Cuadrado, Luis Seoane, Emilio Pita, M. Pedreira y Rodolfo Prada.

Por iniciativa de un grupo de vecinos de Os Peares, en 1982, dos años después de su fallecimiento, se funda la “Asociación Cultural Rodolfo Prada Chamochín”. Entre sus actividades, cuenta con un “Grupo de Gaitas e Danzas Galegas”.

Os Peares, 2018. “AUGAS DE XUNTANZA, Escola de Gaitas e Danzas Galegas” de la asociación cultural que lleva su nombre, y que estuvo presente en el homenaje a Rodolfo Prada Chamochín.

En 2016, a propuesta del jurado del “Premio Ourensanía”, que se celebra anualmente desde 2013 en Ourense, se organiza un acto en el Consorcio de Os Peares en homenaje y recuerdo de Rodolfo Prada Chamochín. Eligen como fecha ideal el 3 de noviembre de ese mismo año, aniversario de la muerte del homenajeado. La Deputación de Ourense tomará a su cargo la organización del acto. La prensa regional recoge la noticia con amplia información.

Un acto reivindica la ourensanía de Prada

LA REGIÓN

Redacción 03/NOV./16

Chamochín

La Diputación reconoció su compromiso con As Irmandades da Fala y su trabajo en Argentina. La sede del Consorcio dos Peares acogió ayer un acto de homenaje a Rodolfo Prada Chamochín, el valedor de Castelao en

Buenos Aires. Al evento, organizado por la Diputación, acudió su presidente, Manuel Baltar, que recordó de Prada “o seu compromiso con Galicia dende a emigración e a relevancia que tivo nos círculos galeguistas e ourensáns na capital arxentina”.

Este acto se organizó a propuesta del jurado del premio

“Ourensanía” con el objetivo de recuperar la memoria de Prada, que tuvo un relevante protagonismo en la prensa de época y fue el principal impulsor de la obra "Sempre en Galiza", de Castelao. Baltar valoró que el evento “reivindica a nosa memoria e a nosa cultura, apostando tamén por unha das características que temos como pobo e territorio: a emigración, e sen dúbidas Rodolfo Prada, de quen o vindeiro ano se cumpren 125 anos do seu nacemento, foi un referente ourensán, galego e español na emigración arxentina”. En el homenaje, también estuvieron el escritor y jurado do premio “Ourensanía”, Luis González Tosar, el presidente de la Asociación Cultural “Rodolfo Prada Chamochín”, Francisco González, el concelleiro de A Peroxa, José Manuel Rodríguez y los alcaldes de Nogueira de Ramuín y Carballedo, César Parente y Julio Yebra. Tosar explicó que, como valedor de Castelao, “foi o seu albacea testamentario, ademais dun referente do galeguismo e o artífice de unir as asociacións de emigrantes que había en Bos Aires” y destacó su implicación en el Partido Galeguista y las Irmandades da Fala” . González propuso “que se erixa un busto conmemorativo nos Peares, que se repatríen desde Bos Aires os seus restos e que se cre un premio literario de animación cultural que leve o seu nome, para destacar a persoeiros da nosa lingua”.

En 1920, el homenajeado fue elegido secretario de la Casa de

Galicia. Posteriormente, creó la revista "Acción Gallega" y fue redactor jefe y copropietario de “Correo de Galicia” .

El nacionalista Rodolfo Prada, de Os Peares, será homenajeado en 2017

EL PROGRESO

JAVIER QUIROGA, 4 NOVIEMBRE 2016

José Manuel Rodríguez, presidente de la “Asociación Cultural Rodolfo Prada Chamochín” se dirige al público en el salón del Consorcio de Os Peares.

El consorcio y la Diputación de Ourense contemplan traer sus restos de Buenos Aires, recordar su trayectoria y dedicarle un busto

El galleguista nacido en Os Peares en 1892 y fallecido en Buenos Aires en 1980, Rodolfo Prada Chamochín, será homenajeado a lo largo de 2017 con diferentes actos para ensalzar su compromiso con la cultura gallega. Además, el responsable de la asociación que lleva su nombre y que funciona en

esta localidad que se reparte entre dos municipio ourensanos y dos lucenses, Francisco González, solicitó que los restos mortales del Chamochín sean trasladados a Os Peares y que se coloque un busto donde nació, en el edificio del bar Barra, lugar en el que su familia tuvo una fonda antes de emigrar a Buenos Aires. En la mañana de este jueves tuvo lugar un preámbulo a esos futuros homenajes con un sencillo acto celebrado en la sede del consorcio de Os Peraes. Entre los asistentes estuvo el presidente de la Diputación de Ourense, alcaldes y representantes del consorcio, así como miembros de la asociación sociocultural que desde 1982 lleva el nombre del homenajeado. El presidente de la Diputación de Ourense, Manuel Baltar, asumió las peticiones del responsable de la asociación y puso de relieve que Rodolfo Prada fue el gran valedor de Castelao en Buenos Aires y que incluso fue el impulsor de la publicación ‘Sempre en Galiza’, del escritor de Rianxo.

Los vecinos consideran al ilustre pearense como un emblema del nacionalismo gallego en la diáspora, en especial en Buenos Aires

El presidente del gobierno provincial destacó de Rodolfo Prada "su compromiso con Galicia dende a emigración, e a relevancia que tivo nos círculos galeguistas e ourensáns na capital arxentina" y subrayó que actos como el del jueves sirven para que todos conozcan la importante "traxectoria deste galeguista ourensán, co que tamén contribuímos a fortalecer o sentimiento de autoestima e de autoidentificación como é a chamada ourensanía".

Manuel Baltar afirmó que los futuros actos a desarrollar "reivindican a nosa memoria e cultura, apostando tamén por unha das características que temos como pobo e territorio: a emigración, e Rodolfo Prada, de quen o próximo ano se cumpren 125 anos do seu nacemento, foi un referente ourensán, galego e español na emigración".

En el acto del jueves participaron el escritor y jurado del “Premio Ourensanía”, Luis González Tosar, el presidente de la “Asociación Cultural Rodolfo Prada Chamochín” y el edil de A Peroxa, José Manuel Rodríguez, junto con los alcaldes de Pantón, Nogueira de Ramuín y Carballedo, y otras figuras de los ámbitos social y cultural. Todos abogaron por darle más relevancia a la figura de Rodolfo Prada.

Bandera del “Consello de Galiza”

La Diputación rinde homenaje a Rodolfo Prada, el gran valedor de Castelao

Fue el principal impulsor de "Sempre en Galiza"

FARO DE VIGO.

Ourense 03.11.2016 Homenaje a Rodolfo Prada en Os Peares. // Brais Lorenzo

El presidente de la Diputación, Manuel Baltar, presidió en la sede del Consorcio dos Peares el acto de homenaje y recuerdo de Rodolfo Prada Chamochín, el gran valedor de Castelao en Buenos Aires. El jurado del Premio Ourensanía propuso a la Diputación recuperar la memoria de este galleguista, que tuvo un importante protagonismo en la prensa de la época y fue el principal impulsor de la obra Sempre en Galiza de Castelao.

El presidente del gobierno provincial destacó de Rodolfo Prada "su compromiso con Galicia desde la emigración y la relevancia que tuvo en los círculos galleguistas y ourensanos en la capital argentina” . Y señaló que actos como estos sirven para que todos conozcan la importante trayectoria de este galleguista ourensano.

Rodolfo Prada fue un referente ourensano en la cultura de la emigración argentina. Nació hace 124 años en la localidad de Os Peares.

Os Peares, 2017 La casa donde nació Rodolfo Prada Chamochín, hoy en ruinas, se convertirá en un Centro de Interpretación que recoja la memoria del ideario galleguista en América.

Os Peares rinde homenaje a Rodolfo Prada, el "gran valedor" de Castelao

Jueves, 03 Noviembre 2016 por NoticiasGalicia.com

La localidad orensana de Os Peares (Ourense) ha rendido este mediodía un acto de homenaje y recuerdo al intelectual y emigrante gallego, Rodolfo Prada, a quien han descrito como el "gran valedor de Castelao en Buenos Aires" en la década de los 40 y 50, en la emigración. Entre su fructífera trayectoria, Prada Chamochín (A Peroxa, 1892), activo propulsor de la galleguidad, creó y dirigió la revista "Acción Gallega" y el “Ateneo” de cultura gallega. Además, en 1932 participó en la fundación de la organización nacionalista republicana de Galicia y presidió el centro gallego de Buenos Aires. Este reconocimiento se produce a propuesta del jurado del “Premio Ourensanía", quien ha abogado por recuperar la memoria de este galleguista, que tuvo un "relevante protagonismo en la prensa de la época y principal impulsor de la obra “Sempre en Galiza”, de Castelao". Durante su discurso, el presidente del gobierno provincial, Manuel Baltar, ha resaltado el "compromiso" de Prada con Galicia desde la emigración y su "relevancia en los círculos galleguistas y orensanos en la capital argentina", lo que le convierte en todo un referente para "las nuevas generaciones". "Este acto reivindica nuestra memoria y nuestra cultura, apostando también por una de las características que tenemos como pueblo y territorio: la emigración y, sin duda, Rodolfo Prada, de quien el próximo año se cumplen 125 años de su nacimiento, fue un referente ourensano, gallego y español en la emigración

argentina", ha proclamado Baltar. Este acto de homenaje ha contado con la presencia del escritor y poeta, Luis González Tosar; el presidente de la Asociación Cultural "Rodolfo Prada Chamochín", Francisco González, y el concejal de A Peroxa, José Manuel Rodríguez. González Tosar ha destacado de Prada Chamochín su protagonismo como "un combatiente de la palabra y un activista cultural de primera magnitud, irguiendo siempre la conciencia de Galicia por encima de todo". Como valedor de Castelao, "Prada fue su albacea testamentario además de un referente del galleguismo y artífice de unir a las asociaciones de emigrantes" y destacó también por su implicación con el Partido Galleguista y su afiliación a las Irmandades da Fala, en 1917. Oriundo de Os Peares, González ha asegurado que representa todo "un símbolo y uno de los galleguistas ilustres" por lo que ha propuesto "que se erija un busto conmemorativo en Os Peares y que sus restos se repatríen desde Buenos Aires y que se cree un premio literario de animación cultural que lleve su nombre para destacar a ilustres de nuestra lengua". Según ha detallado, el concejal de A Peroxa, José Manuel Rodríguez, Prada, quien vivió hasta los siete años en una casa próxima a la estación de ferrocarril, emigró a Buenos Aires con su familia y una vez allí fue "un garante del galleguismo", algo que ha considerado llamativo, dada la temprana edad a la que se fue de Galicia. En 1920, el homenajeado fue elegido secretario de la Casa de Galicia. Posteriormente, creó la revista "Acción Gallega" y fue redactor jefe y copropietario del “Correo de Galicia” .

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