Monteadentro 003 / marzo 2015

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Marzo de 2015 El Retiro, Antioquia DISTRIBUCIÓN GRATUITA

PERIÓDICO TRIMESTRAL

<A la tercera va la vencida>

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SIBARITISMO DEMOCRÁTICO Julián Estrada / p • 3 ÑITO Elkin Obregón / p • 6 LÁZARO VILLA Santiago Rendón / p • 7 LOS PRIMEROS CALZONCILLOS Rafael Arango / p • 8 ¿CUÁL ES LA TAREA? Daniel Álvarez / p • 10

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¿A QUIÉNES ESCRIBIMOS? ALEJANDRA ESTRADA SIERRA Directora Monteadentro JULIÁN ESTRADA OCHOA NICOLÁS NARANJO BOZA ELKIN OBREGÓN SANÍN LUIS GERMÁN SIERRA JARAMILLO Comité Editorial ALEJANDRA ESTRADA SIERRA Directora artística y de contenido GLORIA BERMÚDEZ BERMÚDEZ Coordinadora DIANA MATILDE MÚNERA HOYOS Asistente general ELKIN OBREGÓN SANÍN Corrector LAURA BUSTAMANTE CORTÉS NATALIA VÉLEZ ESCOBAR Diseño y diagramación FOTO CARÁTULA: Fredy Castañeda Bustamante. Caficultores guarceños. 2014 ISSN: 2389-8747 Impreso en El Colombiano Corporación rural Laboratorio del Espíritu Km 6, vía El Retiro - La Ceja. Vereda Pantanillo Teléfono: (574) 5410579 www.laboratoriodelespiritu.org monteadentro@laboratoriodelespiritu.org Colombia, 2014 APOYA

ALIADO

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stamos haciendo un periódico para los campesinos. ¿Los campesinos? Y ¿quiénes son ‘los campesinos’? Parece una obviedad, pero como todas las obviedades, es mejor mirarlas con detenimiento. A pesar de ser una categoría con la que millones de personas se identifican en Colombia, está cargada de prejuicios e ideales, como era de esperarse en un país que ha construido un abismo entre lo rural y lo urbano. Algunas veces es idealizado como un habitante de vida tranquila, con un vínculo especial con la naturaleza y su trabajo, postales de hombres de azadón quemados por el sol. La mayoría de las veces se asocia a la ignorancia, a lo inculto, a la pobreza, gentes mansas, ahistóricas y apolíticas. En muchos de los casos, se mezclan ambos. Esta categoría –como todas- debe ser matizada. No sólo vivimos en un país donde los campesinos difieren mucho de una región a otra; también sabemos muy poco de ellos. ¿Cómo y de qué viven? ¿Cuál es su rutina? ¿Cuáles sus temas de interés? ¿Leerán algo del periódico? Estas simples preguntas –y otras- traen consigo unas respuestas no tan simples, que poco a poco van perfilando a ese sujeto al que nos queremos dirigir, y con ello, van definiendo el contenido que escogemos publicar aquí. A menudo nos encontramos con comentarios paternalistas referidos al campesino, que nacen del no- paternalista contenido del periódico, y que por supuesto, vienen de no-campesinos. Paremos ahí y pensemos en ello. ¿Por qué es tan natural hacer estos comentarios? ¿Cuánto hay en ese paternalismo de realidad, cuánto de convencionalismo? Quisiera voltear la situación, y preguntar cuánto hemos aportado a que esos prejuicios sean una realidad al alienar y aislar, al no educar, al no escuchar, al ignorar, al tratar con condescendencia al campesino. Cómo estas nociones son la causa –y no la consecuencia- de la realidad de millones de personas hoy: la pobreza, el olvido, el analfabetismo, la ausencia de educación, de tecnología y de oportunidades. Las ideas tienen un vasto alcance: se vuelven reales. El campo colombiano hoy vive una realidad más compleja de lo que la mayoría puede alcanzar a comprender. Va más allá de la pobreza y hace rato está lejos del romanticismo. Es una realidad con guerrillas, minería, desplazamiento, masacres, paramilitares, ejército, reclutamiento ilícito, despojo de tierras, mendicidad en las ciudades. Y esto ha cambiado a los campesinos gradual y contundentemente. A pesar de los prejuicios, este país le debe al campesino algo más que el 40% de la canasta familiar y su seguridad alimentaria. Con más frecuencia de la cuenta salen de allí personajes que nos enorgullecen, productos y costumbres que nos identifican. Darle la espalda a quienes custodian los recursos no es nada inteligente, y ese es el precio que hoy paga el país entero (una catástrofe social y ecológica), y nos da una pista de por dónde se debe empezar a hacer la reparación. Con esto en mente, Monteadentro está dirigido al campesino que aparece una vez se superan los prejuicios: dignos, versátiles, creativos, llenos de conocimientos que han pasado de generación en generación, a aquéllos capaces de aliarse, de renovarse, de reivindicarse como campesinos, que saben usar la información. Aquéllos ávidos de conocimiento y de historias, aquellos que quieren que renazca todo lo que la guerra ha arrasado, que se recuerde lo que el olvido ha alcanzado, y que luchan por ser mirados con el respeto y la dignidad que merecen. Es muy peligroso quedarnos con la primera versión de las cosas, con una idea sesgada y corta respecto a algo o alguien. Cuando superamos la primera impresión de las diferencias encontramos las similitudes. Eso que nos acerca y que nos recuerda que estamos hechos de lo mismo. Monteadentro le apuesta a esas similitudes, y trata de romper ese abismo construido entre lo urbano y lo rural: hasta el momento somos leídos –y muy gratamente bienvenidos- en ambos tipos de hogares. Creemos que, al final, las almas son iguales, y que es en la cultura donde se encuentran. EDITORIAL

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SIBARITISMO DEMOCRÁTICO JULIÁN ESTRADA OCHOA Antropólogo

| Manet. Ilustración: Elkin Obregón.|

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ara el común de las gentes, el término sibarita no goza de buena interpretación. Vivimos una realidad, donde históricamente la hambruna se campea por grandes territorios y sobre numerosas poblaciones del planeta. Si bien las generalizaciones sociológicas son sumamente delicadas, debemos aceptar que hace más de siglo y medio los franceses constituyen el pueblo más sibarita del mundo, dada su afición por convertir una necesidad fisiológica y cotidiana (comer) en auténtico ritual de goce y satisfacción. No estoy diciendo nada nuevo: todo el mundo reconoce la calidad de la cocina francesa; sin embargo, lo importante para resaltar en ésta crónica, es la pasión (léase placer) que dicho pueblo asume -desde el más humilde galo, hasta el más aristocrático burgués- al momento de probar un sencillo bocado de comida. Ricos y pobres, en guerra o sin guerra, el francés ha concebido un singular procedimiento para alimentarse, al cual denominó l’art du pique nique como el símbolo más democrático del sibaritismo, que se conoce mundialmente como pic-nic y cuya contundente esencia fue plasmada en más de una ocasión por los pintores del impresionismo.

para este tipo de condumio. Da gusto ver familias enteras con abuelitas y consuegros incluidos, o patotas de barrios, grupos de parceros, parejas de enamorados, amigos de oficina, cruzándose unos con otros y conformando una red social, en donde ni la marca del carro, ni la sofisticación del BBQ, ni la potencia del equipo de música interfieren o generan diferencias de clase… allí todos están como en su propia finca y nadie hace alarde de su economía. Repito: da gusto observar cómo la gente se divierte preparando la más variada gama de platos de nuestro recetario para un día de campo… Nunca falta la gran olla con sancocho de espinazo haciendo borbotones; tampoco faltan los tamales con arepas de bola acompañadas de ají y aguacate; los aromas de los chócolos asados se entreveran y compiten con aquellos de quienes preparan costillitas al carbón o lujuriosas lonjas de punta de anca… El sudado de gallina en hoja o aquel de posta con papas azafranadas gozan de un cromatismo que hubiese envidiado Renoir.

...da gusto observar cómo la gente se divierte preparando la más variada gama de platos de nuestro recetario para un día de campo…

No tengo clara la razón por la cual en nuestro medio el Día de Reyes se ha convertido en un día para almorzar al aire libre, o más aún, en la fecha indicada para organizar paseos comunitarios y familiares, tradicionalmente llamados “paseo de olla”. Disfrutar de un fiambre al aire libre, al lado de un buen charco o de un sereno río es algo que no se hace todos los días; sin embargo, en El Retiro no es necesario que la fecha sea “el Día de Reyes” para observar cómo sábados, domingos y festivos, a orillas del río que fluye paralelamente a la carretera de entrada del municipio, se genera una romería que aprovecha la infraestructura de kioscos y parrillas para realizar en ellos los más envidiables paseos, con todos los aromas y sabores que la cocina antioqueña ofrece monteadentro 03

Ojalá las autoridades municipales de este municipio mantengan esta política de puertas abiertas*, para que ciudadanos de cualquier parte del mundo, vengan a disfrutar de nuestro paisaje, pues en este país donde la violencia, la corrupción y la injusticia son pan de todos los días, esta espontánea manifestación de divertimento popular es la comprobación patente de que el sibaritismo –en El Retiro- no es un asunto sólo de élites. * La Secretaría de Turismo debe de establecer - cuanto antes - un manual de comportamiento y uso con reglamentación sobre parqueo de vehículos, encendido de barbacoas y fogatas, manipulación de basuras, baños públicos y vigilancia; conformando “brigadas de cicerones” (juventud guarceña), las cuales, en colaboración con la policía (bachilleres) desempeñarán funciones de información, organización y control.


LOS MACHOS PA’ LIMPIAR EL CANALETE DEL CAFÉ NICOLÁS NARANJO BOZA Literato y músico

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n ese paraíso de finca llamada Canáan, en Suroeste, mucha de la vida giraba en torno al café. De pronto se perdían don Eduardo Correa –dueño y alma de la finca-, Juan de Dios -el mayordomo- y Alirio –un trabajador– pa’ ir a quitar la maleza en torno a los troncos de los árboles del cafetal. Horas con las espaldas sin pasar de un ángulo de inclinación para quitar todo lo que pudiera afectar el árbol en un trabajo tanto más sistemático cuanto más imperceptible era. Y uno se iba dizque a ayudar y a los diez palos de café se aburría y se devolvía a jugar… eso era pa’ los grandes. Al oscuro, desde las cinco de la mañana, salían muchachos y hombres grandes, sanos y fuertes: Guilson, Carlos Mario y otros que no eran de por esos laos. Colgada la jíquera, la botella de aguardiente de la FLA llena de jugo, la lonchera de peltre blanco de varios pisos o la olla con arroz, papa, plátanos, aguacates, arepas y los “jríjoles” -empacado por Oliva, María o alguna otra de las que ayudaban en la casa-. Y como si los hubieran ‘enjalmao’, cargaban a la espalda esos canastos con correas de cabuya que cruzaban por delante del pecho. Cestos tan bien tejidos con mimbre que no se salía ni una pepita y rodeados en su interior de tela curtida por el café. Los mismos donde nos metíamos a jugar cuando no nos veían… Y ellos se iban a ‘voliar parejo’, a conseguir pa’ tanta necesidá… Y durante la mañana o después del breve descanso del almuerzo llenaban y llenaban el canasto desgranando cada rama del cafetal… Y al caer la tarde volvían trayendo canastos cargados hasta el tope pa’ vaciar el contenido en los tanques donde primero se le quitaba al café la cáscara exterior y luego esa como babasa que recubría la pepita. O se despulpaba en esa máquina verde con cuchillas a la cual uno tenía orden de no acercarse. Era de ver el hueco en el monte recubierto de mallas donde descargaban los desperdicios con cáscara roja y verde y la pulpa… Es’uera el mejor lisadero pa’cabar uno en el fondo. Pero se volvía un nido de gusanos, mosquitos, zancudos… y hasta alacranes como vimos una vez.

|Cajones para el secado del café en Cannan. Tomada del álbum de la familia Correa Restrepo|

“Toman tinto y tinto y no pueden vender el café con el que hacen el tinto…”

|Lavando Café. Tomada del álbum de la familia Correa Restrepo| monteadentro 04

O se usaba la técnica pa’ dejar libre el grano donde sí ayudábamos mucho en el beneficio del café: en el canalete. Este era de cemento muy pulido, casi bruñido por la lama. Era paralelo al corredor exterior del Edificio del café que daba al patio para el secao. El canalete empezaba desde la canilla como para manguera de bombero, con una llave de rosca para abrir que no se podía girar a menos que uno de los grandes ayudara. Y a partir de ese punto había como veinte metros de canal recto de unos cincuenta centímetros de ancho por unos setenta de profundidad. Después venía la curva grande para volver en el otro sentido y luego otros veinte metros de canal recto. Al terminar el canal estaba la malla pegada en el piso sobre el desagüe, hecha de lámina de zinc perforada por círculos con exactitud para dejar ir la babasa y dejar el grano en la superficie. ¡Cuánto graduaron el tamaño de esas perforaciones! Era un colador que no dejaba perder un solo grano… Y cuando no estaban trabajando los grandes ahí, jugábamos a represar agua para crear una piscina deliciosa. Como el canalete estaba recubierto de lama entonces uno corría y patinaba y regaba el agua. Y así ayudaba a limpiar ese pegote… Lo mejor era acumular agua en todas las secciones e ir quitando las paredes de madera de los diques para concentrar el agua en el último tramo. Finalmente llegaba el momento esperado de irse al lado de la llave y recorrer desde allá empujando el agua con los pies y así ver el cuerpo del agua atropellando todo a su paso, buscando salir a regarse por el patio hasta que por la presión soltaba las últimas tablas... Era mejor si había alguien en el último de los diques a quien arrastrara el agua… Era de risa cuando lo revolcaba a uno y salía disparado como en una avalancha y acababa tirado en el patio en medio del agua esparciéndose por doquier. ¡Más bueno! Había dos maneras de secar el café: extendiéndolo al sol en los patios de cemento o sobre las planchas, unos como cajones de un escritorio, los cuales entraban en una armazón de cemento


La roya es un hongo que se fortalece con el cambio climático. Colombia sufrió uno de los más grandes impactos en toda Latinoamérica durante la cosecha 2011-12, bajando de 11 millones de sacos a 8 millones. Por eso hoy el país desarrolla y cultiva arbustos resistentes a la roya Colombia posee condiciones climáticas excepcionales que le permiten ser el único país que ofrece café fresco permanentemente, pudiendo cosecharlo casi 50 semanas al año. El Café de Colombia proviene de más de 563,000 pequeñas familias de Cafeteros que se han organizado a través de la Federación Nacional de Cafeteros. De estas familias, el 96% está conformado por familias campesinas que poseen fincas menores de 5 hectáreas cultivadas en café. En el Kiosko La Ceiba, en el parque de El Retiro, se venden aproximadamente 700 tintos al día. Café Retiro es una marca guarceña de ‘café especial’. Esto quiere decir que su calidad debe superar 80 de los 100 puntos que establece la SCAA (Specialty Coffee Association of America) para calificar una taza. Este café es cultivado en las veredas Nazareth, Los Medios y Tabacal, entre los 1650 y 1950 metros sobre el nivel del mar. Producen 1000 libras de café al mes, y cuentan con 70.000 árboles. La asociación está conformada por siete socios caficultores de la región.

con techo de zinc. Eso sí: ¡No se le ocurriera a uno mojar el café que se había puesto a secar…! Ahí sí nos daban, con correa, con zurriago, con lo que hubiera a mano… ¡Y duro! Cuando el café estaba seco venía la separada del grano en el corredor. Era un sitio para conversar a ritmo de los mayores. Uno se sentaba en un lado de la mesa, escogía su morrito de café y deslizaba sobre la madera grano por grano para el escrutinio. Que no quedara ni un granito gris o con café oscuro porque devolvían el café… Y se demoraba horas y horas. El pago daba pa’ir a comer cremas a la casa de Juan de Dios.

|Caficultores guarceños. Foto: Fredy Castañeda Bustamante. 2014.| monteadentro 05

Después de la empacada en los bultos, los más juertes se echaban eso al hombro y los cargaban hasta la camioneta Ford. A veces dos bultos a la vez. Estaban tan bien empacados que no los rompía ni tirarlos en el volco… Y la llevada de los bultos de café al parque de Tarso a la tienda’e Pacho era un verdadero paseo. Todos los bultos iban atrás al aire libre y uno sentado encima. No se caían con uno a pesar de los brincos por la carretera destapada. Luego en la tienda, Pacho y don Eduardo hablaban de la Federación de Cafeteros, de la Caja Agraria y de la baja de los precios y tomaban tinto en pocillos con logos de cafeteros… Y esa cara de angustia y los silencios de don Eduardo calaban… Y uno pensaba: “Toman tinto y tinto y no pueden vender el café con el que hacen el tinto…” Sentía algo parecido a cuando veía la campaña contra “La roya” en televisión para pedir cualquier informe de su presencia. Sentía que “La roya” se iba trepando por el cuerpo y me llegaba hasta la nuca… algo así como lo que debía sentir don Eduardo al vender su cosecha ‘a huevo’ y con tanto trabajador dependiendo de él. Y con esos machos de ayudantes… ¡Ah canalete que limpiamos! Eso sí éramos: “¡Los machos pa’ limpiar el canalete del café!”


ÑITO ELKIN OBREGÓN SANÍN Caricaturista y escritor

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n el número 2 de Monteadentro prometió este cronista decir algo sobre “Ñito”, y lo prometido es deuda.

Antonio José Restrepo, llamado “Ñito”, nació en Concordia, en 1855, y murió casi octogenario en Barcelona, España. Liberal de tiempo completo, y masón por añadidura. Escritor, poeta, diplómatico, periodista, parlamentario, folclorista. Como parlamentario, sostuvo encendido debate contra la pena de muerte, que defendía el poeta y político conservador Guillermo Valencia. Triunfaron los argumentos de Ñito, y por eso —es un decir— no existe la pena de muerte en Colombia. Como folclorista, escribió El cancionero de Antioquia, recopilación del coplerío colombiano nunca superada hasta hoy. Pero es su estampa de trovero, amigo de rasgar el tiple y de empinar el codo, la que aquí se quiere resaltar; en especial, su memorable encuentro con los Pombales. Cedo con gusto la pluma a uno de nuestros más grandes escritores, el cuentista, novelista y cronista don Efe Gómez: “… Acertaron a estar ahí, dentro de la tienda de Tomasito Guerrero, los Pombales. Eran éstos unos hacendados del río Cauca arriba, que andaban por ahí de juerga hacía algunos días: habían venido a conocer la empresa, a beber trago y a gastar dinero. Cuando entró con sus compañeros Ñito, el menor de los Pombales, mozo buscarruido y muy ladino, arrebató el tiple a uno de los presentes, saltó a media sala, y encarándose con Ñito, punteó el tiple y cantó bravo:

Trove, trove, compañero, dicen que usted es poeta y lo creo, pues se ve que no tiene una peseta. Rasgueó Ñito su tiple y replicó:

No tener una peseta es el mayor de mis males. Ah malhaya quién tuviera plata como los Pombales.

Los mozos hacendados, creyendo, por la contestación cortés de Ñito, que se iba a terminar en juerga, pidieron trago para todos. Ñito, sin esperar a que lo sirvieran, continuó cantando:

¡Ah, malaya! quién tuviera plata como los Pombales. Lo que no tienen en plata lo tienen en animales. Lo que no tienen en plata lo tienen en animales, porque son la misma cosa animales y Pombales. Porque son la misma cosa animales y Pombales; los unos viven en ranchos y los otros en yerbales. Y se embuchan de aguamasas, de aguamieles y aguasales. No son más que buche y cachos, Animales y Pombales…”

| Ilustración: Ricardo Rendón.|

Concluye don Efe contando que se armó allí un zafarrancho de la madona, y hubo trompadas, gritos, garrotazos, y hasta corrió la sangre. Pero no debió ser demasiada la sangre, digo yo, tal vez porque Dios reservaba a Ñito para sus días en el Congreso. Un lugar, por cierto, ayer y hoy repleto de Pombales, y en donde, en esos días y en los que corren, se armaban y se arman guachafitas de mayor calibre.

Eso bastó para que el púlpito se silenciara. Por una vez, la poesía venció a la iglesia.

Una última anécdota: vivió un tiempo Ñito, en no sé que pueblo de Antioquia, en “pecaminoso ayuntamiento” con una muchacha llamada María Jesús Cataño. Aunque respetaba mucho al personaje, el párroco le enviaba frecuentes indirectas desde el púlpito. Hasta que Ñito, ya cansado, le hizo llegar una copla que decía:

P.D. Se incluye aquí el retrato que Ricardo Rendón hizo de Ñito: de pantuflas y levantadora, cargado de años y de espaldas, narizón, prognato, tal vez cansado ya, después de tantas luchas. Es para mí uno de los mejores retratos (si no el mejor) que debemos al genial caricaturista rionegrero.

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El cura manda en su iglesia y el pastor en su rebaño, y Antonio José Restrepo en María Jesús Cataño.


LÁZARO VILLA Un músico de tradición en El Retiro SANTIAGO RENDÓN ECHEVERRI Integrante del semillero de periodismo

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s complejo escribir en pocas frases la historia de un músico de 98 años, quien cultivó intensamente su arte. De él existen tantas anécdotas que no cabrían en esta página. Afortunadamente contamos con la mejor cómplice. ¿Quién mejor que su hija, Lucía Villa Franco, para contarnos sobre quien luchó por el desarrollo de la música de nuestro municipio, ella que es a su vez maestra y música (pianista y tiplista), persona amable y abierta?

Cuando “Lazarito” tenía 16 años, gracias a un párroco comprometido con la música, se lo envió junto con otros músicos al Carmen de Viboral a estudiar lectura y escritura de música. Como cuenta Lucía, se iban la semana entera y dividían su tiempo estudiando y “echando azadón” “Lazarito”, como le dicen por cariño, empezó a amar la música a los cuatro años al escuchar la recién establecida banda parroquial de músicos de El Retiro. Desde entonces no dejó de disfrutar de ese sonido, atendiendo procesiones o acudiendo al atrio de la iglesia después de misa. A los nueve años ya tocaba melodías en el flautín, instrumento al cual llamaba “pífalo” y el cual fue un compañero durante el final de su infancia y su juventud. Cuando “Lazarito” tenía 16 años, gracias a un párroco comprometido con la música, se lo envió junto con otros músicos al Carmen de Viboral a estudiar lectura y escritura de música. Como cuenta Lucía, se iban la semana entera y dividían su tiempo estudiando y “echando azadón” en un maizal. Cada ocho días regresaban y demostraban al párroco lo aprendido. Éste, al ver el avance de “Lazarito” en un año, lo nombró corista de la iglesia. A sus 18 años, solo un año después del nombramiento, fue ascendido a director de la banda, lo cual le ocasionaba un poco de temor por ser el menor de los integrantes. Pero, gracias a su humildad, zalamería, disfrute de la conversación y, sobre todo, su capacidad musical pudo desempeñar muy bien su labor. “Lazarito” hizo muchas travesuras para salir con la banda, desde tocar varios instrumentos al tiempo —cuando los músicos le faltaban o se emborrachaban— hasta caminar por trochas a media noche para llegar a municipios como La Ceja, La Unión, Marinilla u otros donde los contrataban. Los arreglos y las composiciones para la banda los hacía en un piano comprado a los hermanos Arbeláez de Marinilla. Dice Lucía que lo tocaba desde las siete hasta las diez de la mañana y la familia entera hacía silencio para permitirle concentrarse. monteadentro 07

|Lázaro Villa. Foto: Camilo Cortés.| “Lazarito” no era solo músico. De pequeño vendía bebidas de menta preparadas por él en el parque, desyerbaba andenes de casas, arriaba vacas hasta Marinilla y La Ceja. Gracias a su capacidad para la música y a la facilidad para tocar variados instrumentos de viento, percusión y cuerda, dirigió una pequeña estudiantina con las hermanas salesianas. Entre 1950 y 1954 trabajó con bandas de Cocorná, Venecia, Versalles y Chinchiná. Dirigió la banda de El Retiro hasta el año 1975. Sin embargo, “Lazarito” no dejó de hacer música y entre tantos arreglos y tantas composiciones, cabe destacar quizás el mejor legado al pueblo guarceño: la creación de la música del himno a El Retiro (hecho a petición de su hija Cecilia Villa Franco, quien escribió la letra). Hoy, “Lazarito” vive tranquilo rodeado de su familia y de quienes lo aprecian. Ha sido muy correcto y sus buenas costumbres las ha transmitido a sus 13 hijos.


LOS PRIMEROS CALZONCILLOS RAFAEL ARANGO VILLEGAS Tomado de la Revista Gloria, de Fabricato, Nº 11, 1948. Reproducido en La Crónica en Colombia, Medio Siglo de Oro. Maryluz Vallejo Mejía, 1997.

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e las efímeras alegrías que con mano avara han deparado a mi alma estas pobres cosas de la tierra, ninguna se grabó en mi mente con trazos indelebles como el recuerdo de aquella noche lejana en que me estrené los primeros calzoncillos...

no existía ningún deseo imposible. El mundo todo se rendía ante esa prenda con la sumisión de un esclavo.

Mucho tiempo, mucho tiempo, atormenté a mi pobre madre con la constante súplica: mamacita, que me hagas unos calzoncillos...

Y redoblaba mis exigencias, cada vez con más fuerza: —mamacita, ahora sí estoy grande. Hoy, cuando el peluquero me estaba motilando, me dijo que ya tenía barba y me afeitó las mejillas. Fíjese como estoy de afeitado. —Pues sería raspándole la mugre, porque como ya no se lava... —No señora; no era eso, porque me fijé en la barbera y le quedaron pelos... Pasaron todavía muchos días sin que ella atendiese a mis ruegos. Su respuesta era invariablemente la misma: —Usted está todavía muy chiquito. Cuando crezca más se los hago. — Pero si no tengo calzoncillos, ¿cómo podré ser grande? Hágamelos y verá cómo me vuelvo grande.

—Pero si los calzoncillos son para los hombres grandes, y usted es todavía un chiquillo. Cuando crezca más se los hago. Todavía no es tiempo... Y no la sacaba de allí. Entre tanto la idea perturbaba mi mente en todos los momentos, en la vigilia y en el sueño, en la agitación y en el reposo. La varonil prenda cifraba todos mis años, mis ambiciones todas. Cuando fuera un hombre... ¿Pero cuándo iba a serlo si no tenía calzoncillos y si sólo éstos imprimían a los hombres la condición de tales? Las mujeres eran mujeres porque no tenían calzoncillos. Y ningún ser humano, por grande que estuviese, podría ser hombre si no tenía calzoncillos.

Era una solemne impostura lo que mi madre me decía todas las noches, al darme la bendición: “acuéstese bien juicioso para que amanezca bien grande”. ¿Cómo iba a amanecer grande, si no tenía calzoncillos? Y la idea me seguía taladrando cada vez con más fuerza. Cuando tuviera calzoncillos sería grande y podría tener novia y requerir de amores a las bulliciosas colegialas que ante mis requiebros amorosos reían entre burlas de torturante ironía. Entonces cuando ante mis desenfrenantes galanteos estallasen en hirientes burlas, podría mostrarles los calzoncillos y decirles con altivo gesto: soy un hombre; mirad estos calzoncillos que me acreditan de tal. Podría también demorarme en la calle hasta después del Angelus, y campear altivo y desafiante por entre los odiados policías cuando me sorprendiese la noche escuchando los acordes de la banda de música o recorriendo los suburbios del poblado tras del oso bailarín de algún gitano. Y hasta podría fugarme del hogar materno e irme por el mundo en busca de aventuras cuando sintiese el primer afán migratorio en las profundidades del alma... Para un hombre con calzoncillos

LECTURAS PARA COMPARTIR EN LA COCINA 08

Todas mis debilidades, todas mis cobardías, tenían su origen en la falta de la anhelada prenda. Si alguna condiscípula hacía burla de mí y hasta llegaba a las vías de hecho y me zarandeaba de lo lindo, yo no podía defenderme e imponer mi sexo a la audaz contendora, porque no tenía calzoncillos. Los tuviera y otro gallo le cantara a la atrevida mozuela. Espera que me hagan los calzoncillos, y nos veremos las caras, decía en retirada a la mocosa, enarbolando los puños. Pero un día le fue imposible a mi madre resistir por más tiempo. La suerte me deparó un argumento definitivo, incontrovertible, heroico: ¡Llegaron por la primera vez a Manizales los almanaques de Bristol! Los regalaban en la botica a quien comprase


a la casa. ¡Mamacita!, exclamé ahogándome: hágame ahora mismo los calzoncillos, porque ya soy grande. Mire la prueba. Y le alargué el sobre, temblando de emoción. —¿Y qué? — Pues lea; hágame el favor de leer. —Sí, ya leí, pero es que no veo el motivo que usted tenga para decir que ya es grande —Qué, ¿no ve el motivo?¿Y eso no es nada? De manera que usted cree que esos señores, que saben tanto, le van a decir “¿Señor DON RAFAEL ARANGO” a un muchacho chiquito? ¿O es que usted quiere saber más que esos señores que hacen los almanaques y que son tan sabios? Sonrió mi madre y apenas se atrevió a negar mi aserto con un ligero mohín. Mi triunfo fue resonante, inmenso. Decididamente el argumento era heroico, invulnerable, Aquiles ¡Lo decían los sabios!... Y colmé mis anhelos. Al otro día a las cinco de la tarde (ese día anticipé la acostada) andaba por los corredores de la casa en calzoncillos, mostrando a todo el mundo la valiente prenda. Los mostré a la cocinera y me asomé al balcón. La alegría me embargaba, me inundaba el gozo.

|Ilustración: Alejandra Estrada.|

unos celis, un parche poroso o un centavo de quinina. Como en mi casa no había por el momento enfermo, puse a prueba todas mis argucias hasta que alcancé un ejemplar. Estaba dedicado por entero a hacer la apología del jabón de Ross. En la última página se abría una interesante apuesta: “¿Cuál es el jabón —se preguntaba a los niños—, que ustedes deben exigir a sus mamás para el aseo diario? A quien envíe la respuesta en el cupón adjunto se 1e mandará, libre de porte y gastos, un excelente regalo”. En seguida envié la mía: “Yo exijo siempre a mi madre que me bañe con jabón de Ross”. A los tres meses cumplidos durante los cuales fui diariamente al correo, llegó el regalo ofrecido. Era un bello encabador de plata, con enchapados de oro. Con ser muy bello, no me interesó gran cosa. Había en el envío algo que llamaba infinitamente más mi atención; en el sobre del paquetico se leía muy claro, en letras muy grandes, como para que lo viesen todos: “Señor DON RAFAEL ARANGO VILLEGAS, Manizales, Colombia, S.A.” ¡No necesitaba más! Tragándome los vientos me encaminé

Con mucho trabajo logró mi madre reducirme al lecho ya muy entrada la noche. De mal grado me tendí en él, pero rotundamente rechacé la manta con que quería cubrirme. Imposible conciliar el sueño. Daba vueltas en la cama y levantaba al aire las piernas para mirarme de la cintura a las corvas. ¡Qué elegancia, qué distinción, qué machía! Algo me mortificaba que a la procera prenda le corriese por toda la pretina un letrero que decía: “Gold Metal”. Ya me harían otros que no tuvieran semejante inri. En la sala de la casa, contigua al dormitorio, se oía grande animación. Estaban de visita varios amigos de la casa, las niñas del frente, la señora del alcalde, la mujer del juez. Lo que valía en el pueblo. Se hablaba de todo y se hacían comentarios sobre pequeños incidentes de la vida aldeana. Sobre los calzoncillos ni una palabra siquiera. Yo aguzaba el oído y aguardaba con impaciencia que mi madre comunicara a la selecta concurrencia mi feliz acceso a la categoría de hombre. Lo haría, seguramente. ¿Cómo no había de hacerlo, si en esos días no había ocurrido en el pueblo suceso más importante? Pero pasaba el tiempo y ella nada

LECTURAS PARA COMPARTIR EN LA COCINA

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decía. Aquello era inaudito, criminal, infame. Porque era absolutamente necesario que todas esas gentes se enterasen aquella misma noche, a fin de que dejasen de considerarme como a un chiquillo. Pero finalizaba la visita, y ella nada había dicho. ¡Qué malas! Crecía mi angustia. Sentí que alguien se levantaba para despedirse, y ya no pude contenerme más. ¡Se iban a ir sin enterarse de que tenía calzoncillos!... ¡Salté del lecho, anduve presurosamente, e irrumpí en la sala...! No puedo pintar el indescriptible revuelo que mi presencia produjo. De un lado los visitantes celebraban mi hazaña y aplaudían mi gesto. De otro lado se me censuraba, en forma ruda, anonadadora, mortal. Mis hermanas querían fulminarme, y mi madre me increpaba, amenazando con los cerrados puños: —¡Irrespetuoso! educado! ¡grosero!

¡desvergonzado!

¡mal

Eso, y todo lo más que hubieras querido, ¡pobre madre mía! Pero era absolutamente indispensable que esas gentes, infatuadas porque eran grandes, viesen mis calzoncillos y constatasen mi hombría...


¿CUÁL ES LA TAREA? DANIEL ÁLVAREZ BETANCUR Licenciado en español y literatura

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n casi todas partes, barrios, caseríos y veredas, hay una escuela. Una escuela siempre es algo misterioso. Esconde cosas, secretos. En ella los niños aprenden a leer, a descifrar las palabras de otra persona, escritas en otro tiempo, en otra parte. Empiezan a entender los enigmas de los números y las posibilidades que encierran. Comienzan a tomar conciencia de todos los misterios que esconden el cuerpo humano, los otros seres y los fenómenos de la naturaleza. Por si fuera poco, aprenden a tener amigos, a enamorarse, a trabajar en equipo, a valorar las virtudes ajenas y a forjar la identidad. En la escuela se empieza una búsqueda que no va a terminar nunca. Es una lástima que tantas personas piensen que las escuelas son para los niños solamente. ¡Qué lindo sería encontrar a los padres de familia, o a los abuelos, investigando en la biblioteca o leyendo un libro en el corredor escolar! ¡Qué espectáculo encontrarlos leyéndoles un cuento a los niños, en un momento especial! Pero sobre todo, ¡qué importante sería que todos aquellos que poseen un saber práctico, o que son aficionados a las historias, enriquecieran los conocimientos que los niños adquieren en la escuela! Para que los niños no tengan un maestro, sino muchos. Que el Maestro sea la comunidad entera.

|San Carlos, vereda el Charcón. Foto: Daniel Álvarez, 2013|

Contrario a lo que muchos piensan, las escuelas rurales tienen mucho potencial. En ellas, por ejemplo, a la hora de aprender de la naturaleza, se aprende en estrecho contacto con ella, por medio de la observación y la experimentación, en vez de hacerlo, como en otras partes, exclusivamente a través de los libros. Y es en este sentido como la comunidad rural se puede integrar al currículo: El que sabe de abonos, semillas, animales, cocina, o conoce la tradición; el que sabe canciones, juegos o adivinanzas; el que ha viajado y visto las costumbres de otros pueblos o regiones; todos deberían ir a la escuela a compartir su saber con los demás y a adquirir otros nuevos. Para eso debe ser una escuela: para que los saberes dialoguen, para que se comparta, para que nos ayudemos entre todos a conocer más, a entender mejor la vida, a sacarle provecho y disfrutarla. En la medida en que la comunidad enriquezca a la escuela, la escuela va a enriquecer a la comunidad. Podrá brindarle a cada uno de sus miembros la oportunidad de aprender nuevas cosas al entrar en contacto con los saberes de los otros y de los libros.

Las escuelas no son y no deben ser solo para los niños Los humanos, desde la cuna hasta la tumba, podemos aprender cosas nuevas… y enseñarlas. Pásese por la biblioteca de la escuela más cercana, dele una ojeada a los libros. Seguramente varios le interesarán. Déjese vencer por alguno. Converse con los niños, enséñeles el trabalenguas que aprendió cuando era niño, o cuénteles un cuento de miedo. Les aparecerán sonrisas en la cara. Ahora no me queda más que preguntarle, amable lector: ¿Qué quiere y qué puede hacer por su escuela, por sus niños, por el futuro suyo y de su comunidad? Siempre hay alguna manera de participar.

|La Clarita Arriba, Salgar. Foto: Daniel Álvarez, 2013| monteadentro 10


HISTORIA DE UNA ESCUELA RURAL 50 años educando la comunidad amapolence CLAUDIA ANDREA POSADA ECHEVERRI 16 años, Vereda La Amapola

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ntes de la construcción de esta escuela se daban clases en la finca que hoy en día pertenece al señor Gonzalo Restrepo, que era llamada “La Cañada”. La escuela de La Amapola fue fundada en 1964 gracias a la señora Laura Rosa Mejía de Tobón, propietaria de grandes extensiones de tierra, quien donó el terreno para construir la escuela. Por ello recibió su nombre.

También se puede destacar al señor “Toño” Puerta: lideró la construcción del lugar con la ayuda del municipio y la comunidad que existía en ese entonces. Cuentan que para realizar la obra unas personas de los Estados Unidos estuvieron allí y regalaron US$ 10.000 dólares.

|Centro Educativo Rural La Amapola. Foto: Alejandra Estrada, 2015|

LOS INVASORES ELKIN OBREGÓN

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La escuela fue dotada por el municipio y funcionó 12 años. En 1977 fue cerrada y se arrendó para vivienda. En 1984 fue desocupada. El 23 de abril de 1985 llegó el nombramiento para la nueva profesora. La primera educadora que enseñó en el C.E.R. (hoy C.E.R. La Amapola) fue la profesora Laura Rosa Mejía de Tobón, quien trabajó mucho, hasta que se jubiló. Empezó con seis niños, no existía la carretera para llegar, entraban por la finca del señor Walter Haidook. Las profesoras que han enseñado en esta escuela, en orden cronológico e indicando al frente el tiempo de duración en el cargo respectivo, son: PROFESORA

TIEMPO

Rosa Aristizábal

15 Años

Amparo Cardona

3 Años

Otilia Zuluaga

1 Año

Fanny Montoya

2 Meses

Beatriz García

6 Meses

Adela Castrillón

6 Meses

Lucía López

3 Meses

Lucelly González

7 Meses

Maryory Restrepo

2 Meses

Rosalba Pimiento

3 Años

Maribel Giraldo

2 Años

Rosa Montoya

1 Año

Yaneth Valencia

4 Años

Sara Eugenia Alba Montoya

2 Años

Marta Nelly Higinio

2 Años

Luz Estella Ramírez

Actual


ESA BELLA EXTRANJERA DE OJOS NEGROS JUAN RAÚL NAVARRO ARANGO Escritor

|Invasión de ojo de poeta en la entrada a El Retiro. Foto: Alejandra Estrada, 2015.|

|Dibujo de J. Curtis. Curtis’s Botanical Magazine, vol. 52. http://plantgenera.org|

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uestros bosques nativos están siendo colonizados, de manera agresiva, por una planta exótica que amenaza con extinguirlos. La llamamos con cariño Ojo de poeta o Susana de ojos negros. Su nombre científico es thunbergia alata y es nativa del África.

No está catalogada como planta parásita, pero sí es -como se indica en algunas publicaciones que la describen-, vivaz, persistente, trepadora e invasora; biólogos y botánicos, atestiguan sobre el daño que está haciendo y la amenaza que representa, si se sigue reproduciendo sin control.

Para erradicarla se requiere (labor para titanes ecologistas y amantes del medio ambiente) penetrar en la espesura, cortar sus lianas aéreas varios centímetros por encima del suelo, arrancarlas de raíz y retirarlas para que no germinen al paso de los días.

Amparada en su gracia natural, adornada con flores de cinco pétalos de color amarillo anaranjado, con un profundo ojo negro en el centro y verdes hojas opuestas y sagitadas, no sólo se libra de ser combatida sino que seduce a muchos inadvertidos que, con fines ornamentales y bienintencionados, la siembran en sus jardines o parcelas y le permiten propagarse a su amaño. Para colmo, cuando se afinca en una región, no precisa de manos que la siembren. Valiéndose de sus semillas aéreas y saltarinas, de rápida germinación, va invadiendo terrenos y conquistándolos. Por su condición rastrera original repta sobre hierbas y rastrojos, y buscando altura para escapar del sombrío y optimizar su fotosíntesis, se aferra y trepa sobre toda maleza, mata, arbusto o árbol que encuentra a su paso.

Estamos a tiempo de evitar un daño ecológico de un tamaño que no dimensionamos. Convoco a las personas que deseen sumarse a esta campaña a que visiten y participen en el blog: www.ojodepoeta.blogspot.com. Propongo que a través de él conformemos un grupo de guardabosques voluntarios y honorarios que, al notar la cercanía o la presencia del ojo de poeta en nuestros bosques, tratemos de combatirla y alertemos del caso. Y que, cuando la situación sea extrema y lo amerite, organicemos brigadas de voluntarios para hacer limpias, con el previo permiso de quien deba otorgarlo, y ojalá con su apoyo.

Además se deberá regresar para hacer limpias periódicas, pues, por más exhaustiva que sea la poda, quedarán raíces y semillas que brotarán de nuevo.

Me pregunto qué están haciendo las autoridades de dichas localidades para proteger su medio ambiente de esta plaga que, si nos descuidamos, va a acabar con los bosques nativos, y que tendrá como consecuencia una mengua de la flora, la fauna y las aguas.

El periódico Monteadentro, la Corporación Madremonte y la Alcaldía de El Retiro se unen para eliminar el ojo de poeta. Si quiere hacer parte de las brigadas de erradicación, comuníquese al 3155164303 monteadentro 12


DIANA SUÁREZ Una investigadora no solo dedicada a las mariposas ESTEBAN CASTAÑEDA ROMÁN Integrante del semillero de periodismo

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ace mucho tiempo pude conocer el proyecto del mariposario Sueños con alas. Fuimos a la vereda El portento de El Retiro, mediante una visita que hicimos desde el Laboratorio del espíritu, con el fin de conocer más de lo que habíamos escuchado sobre las mariposas, sobre el proyecto mismo y sobre Diana Suárez, quien hoy en día es la encargada de dicho mariposario. El proyecto fue creado hace 12 años con el fin de involucrar a los niños y jóvenes de la vereda en la investigación científica, de inducirlos a la pasión por el campo y el estudio. Se recorre la vereda con binoculares, lupa, cámaras fotográficas y agenda para observar, tomar notas y recolectar información que luego es estudiada y expuesta en diferentes escenarios donde se comparte el conocimiento con otros estudiosos e interesados en el mundo de las mariposas. Lo más importante es que los muchachos mismos son quienes exponen y responden a las preguntas en las exposiciones con la asesoría de Diana. ¿Quién es ella?

|El mariposario del Laboratorio del Espíritu en la escuela de la vereda El Portento. Foto: Diana Suárez, 2014|

Está vinculada con la investigación desde los ocho años, gracias a una beca que obtuvo en la Universidad de los Niños de EAFIT. Adicionalmente, desde pequeña ha estudiado en el mariposario con Nora Londoño, una bióloga que vive en El Retiro, y quien desde hace años realiza diversos proyectos relacionados con el hábitat natural. Siguiendo sus pasos, Diana y varios de sus compañeros (algunos ya no se encuentran dados sus compromisos académicos) han hecho del proyecto uno de los más sólidos a nivel nacional. Después de salir del colegio, Diana se dedicó a estudiar formulación de proyectos, investigación y asuntos relacionados con el agroambiente, mediante becas. No pierde su humildad, sencillez y alegría que, como lo afirma, la caracterizan. Siempre se la encuentra ocupada, porque debe sostenerse económicamente y ayuda a sostener su hogar. “Debo sacar tiempo para formular los proyectos de gestión, realizar informes, llevar la contabilidad y hacer mantenimiento del mariposario con varios niños y jóvenes del sector que me acompañan en los recorridos de campo y en las exposiciones en universidades, sitios culturales y demás instituciones que nos contactan para conocernos y conocer el proyecto. Y muchas veces vienen a visitarnos de acá y de fuera del país”. Quedo sorprendido por las particularidades que me cuenta, como aquella reciente, según la cual varios de los chicos con quienes investiga son excelentes en este campo, pero no tienen buen rendimiento en otras áreas como la matemática, las ciencias, la informática o el castellano. Por lo cual entre ellos mismos se ayudan: un compañero apoya a los demás. O hacen gestión con estudiantes alfabetizadores de colegios vecinos para ir los lunes, martes y miércoles a la casa de Diana para contribuir en los demás estudios de los futuros investigadores.

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|Diana Suárez en el mariposario. Foto: Diana Matilde Múnera, 2015|

Colombia es el país más rico del mundo en mariposas diurnas, con 3.500 especies. Las mariposas, además de su gran belleza y colorido, son de vital importancia en el ciclo de la vida como agentes polinizadores y factor de equilibrio ecológico. Las mariposas son muy importantes dentro de las cadenas alimenticias porque sirven de alimento a muchas aves, avispas, arañas, libélulas, moscas, ranas, sapos, lagartos, micos, entre otros. En la investigación del Mariposario del Laboratorio del Espíritu se han identificado 85 especies de mariposas y 75 plantas donde se alimentan y ponen los huevos. En ella participan 25 niños de las veredas El Chuscal y El Portento. Para conocer más de este proyecto, visita el blog http://lacasadelasmariposas.comxa.com/


MEMORIAS CULINARIAS DE LA SEMANA SANTA EN COLOMBIA PARQUE EXPLORA

|Tamalitos de pipián, típicos de Popayán. Ilustración: Alejandra Estrada.|

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as comidas y bebidas tradicionales de Semana Santa hacen parte fundamental de los sabores en las cocinas regionales de Colombia. Estos días dedicados a reconfortar el espíritu también son dedicados a deleitar el paladar. Es una fecha especial donde se tiene en una mano el palote para mecer un dulce y en la otra se sostiene la camándula para rezarles al Cristo del calvario y a la Virgen de los Dolores.

Sabores, aromas y sonidos definen las memorias culinarias colombianas en la Semana Mayor. En el Caribe por los días santos se pueden probar platos como el sopón, sopa de candia con mojarra ahumada, arroz de frijol, pebre de galápago, guiso de babilla, fricaché de moncholo ahumado, y las chichas de maíz y de sandía. Amén de todas las frituras: buñuelo de frijol cabecita negra, patacones, carimañolas, quibbes y empanadas. Por los lados del Atrato, en tierras chocoanas, se acostumbra comer sopa de resplandor y al sur, por Popayán, los tamalitos de pipián. En Los Llanos Orientales no puede faltar una cachama sudada. En la mesa santafereña tenemos sopa de indios, caspiroletas, atún y sardina enlatada, arroz con leche y capitanes guisados. Un capítulo interesante en las comidas semanasanteras lo conforman los dulces. Existe, o existió, la costumbre de dar y recibir dulces haciéndolos circular de casa en casa como un mensaje de reconciliación cristiana. Los clásicos son jalea de guayaba, dulce de mora, de ñame, de plátano, de mamoncillo, de guandú, de papaya biche con tomate, de leche cortada, mongomongo, cocadas, y el tradicional dulce de brevas rayado en teja y cocido en paila de cobre. En torno a la comida rezamos, celebramos, lloramos, reímos, festejamos, conmemoramos; cada alimento que nos llevamos a la boca está lleno de sentidos y significados.

A MANERA DE GLOSARIO Candia: Hortaliza verde de África, usada en sopas y guisos. También se conoce como okra, gombo, kanya o quimbombó. Caspiroletas: Bebida de leche, canela, licor y huevos. Capitán:Tipo de bagre que habita el altiplano cundiboyacense. Fricaché: Preparación con huevo y aliños usada en el Caribe; el tipo de carnes puede variar según la región. Guandú: Leguminosa de color café oscuro. Se usa en sopas, arroces y dulces. En Barranquilla es famoso el sancocho de guandú en Carnavales. Moncholo: Pescado de agua dulce, muy popular en las cocinas del Caribe colombiano para sopas, guisos, envueltos, frituras y asados. Mongomongo o calandraca: Dulce típico de las sabanas de Sucre y Córdoba, realizado con plátano verde y maduro, mamey, guayaba, papaya, mango, piña, miel de panela, anís, canela, pimenta de olor y una cocción lenta. Pebre: Guiso con zumo de coco, ajo, cebolla roja, ají dulce, pimenta de olor, limón, pimienta picante y carne de galápago (pequeña tortuga). Pipián: Puré con papa colorada, maní tostado, cebolla, tomate, ajo y achiote que preparan al sur de Colombia; se usa como relleno de empanadas y masa para tamales. Sopa de resplandor: Sopa chocoana con maíz añejo, pescado, aliños y achiote. Sopa de indios: Caldo de papa y cebolla con boyos de harina y queso envueltos en repollo. Sopón o sopa de arroz: Es un caldo espeso con arroz, papa y achiote, ají dulce y una carne que puede ser cerdo ahumado, pato salado u otra carne de monte.

UNA EXPOSICIÓN Parte de ese universo culinario, lo presentaremos en la nueva exposición itinerante del Parque Explora, que saldrá al público en mayo de 2015. Pondremos en escena la relación comida, naturaleza y cultura a través de una deliciosa exposición que recorre temáticas como evolución, ritualidad, dietas, utensilios, ecosistemas, economía, territorios y memorias culinarias de Colombia y América Latina

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¿CÓMO HACER MONTAÑAS DE PAPEL?

1. Dobla por las líneas punteadas para hacer pliegues, y deja el papel extendido

Señora Doña Pastora Es que imagínese que mi bebé recién nacido llora mucho, y mi marido me dice que de tanto cogerlo lo voy a apestar, a resabiar, que es mejor dejarlo llorar que pa’ que sia fuerte. A mí me da un pesar, y yo lo cargo y se calma y entonces no sé qué hacer, porque hasta mi suegra me dice que me está manipulando. ¿Será que lo estoy malcriando mi señora, será que es mejor que se acostumbre a que llore solo? Usté qué me aconseja, ¿será que es así?

Le quedo muy agradecida si me orienta, Mamá confundida

DOÑA PASTORA El llanto en los bebés

S

2. Dobla a la mitad. Dobla para que las puntas se encuentren en la línea del centro

3. Dobla por la línea punteada

Querida Mamá confundida in importar la edad, los seres humanos necesitamos consuelo y compañía. El cariño es muy importante en el desarrollo de un bebé y poco tiene que ver con malcriarlo. Por el contrario, abrazar a los bebés, cogerlos y tenerlos con nosotros es beneficioso en muchos aspectos:

4. Voltea

Les da seguridad y tranquilidad

Pues les permite desarrollar su personalidad con más confianza. Los bebés que no son abrazados, cuando crecen tienden a gastar mucha energía en velar por su seguridad. Están siempre alertas y solucionan su soledad llamando la atención de los padres. Los brazos sirven para calmar el llanto La mayoría de las veces, al llorar, un bebé pide contacto, cariño y seguridad; y no siempre pide comida o cambio de pañal, ni se trata necesariamente de cansancio o frío.

5. El centro se dobla un poquito.

Pedir cariño no es manipular, y cuando se trata de bebés mucho menos, pues solos no saben calmarse. Cuanto más rato pasan cargados, cuanto más tranquilos están y cuanto menos se estresan, menos lloran. Tienen mejor peso Los bebés que son más cargados, más acariciados y más amados, son más tranquilos, más estables y ganan más peso, pues no hay tantos nervios ni estrés. Une a padres e hijos Esto no quiere decir que los padres que cargan más a sus hijos los quieran más que los otros padres… el amor de un padre no se mide. Pero cuanto más cerca están unos de otros mejor es la relación, mayor el entendimiento, más se conocen mutuamente.

¡LISTAS LAS MONTAÑAS!

Los invitamos a darnos sus opiniones, sugerencias, quejas y comentarios. 5414163 / 5410579 / 3155164303

monteadentro@laboratoriodelespiritu.org www.laboratoriodelespiritu.org

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