Monteadentro 011 - Junio 2017

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Junio de 2017 El Retiro, Antioquia DISTRIBUCIÓN GRATUITA

PERIÓDICO TRIMESTRAL

< Una caña a tiempo vale más que una semana moliendo >

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ESPECI AL LEJOS DEL NI DO

LUCÍA VILLADA Nicolás Naranjo / p • 4 LEJOS DEL NIDO (FRAGMENTO) Juan José Botero / p • 7 ¿QUIÉN FUE COSIACA? Julio Vives / p • 10 GUADUA Hebert Soto / p • 12

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NICOLÁS NARANJO BOZA ELKIN OBREGÓN SANÍN LUIS GERMÁN SIERRA JARAMILLO

DICEN

PATRICIA NIETO NIETO Comité Editorial ALEJANDRA ESTRADA SIERRA Directora artística y de contenido GLORIA BERMÚDEZ BERMÚDEZ

ALEJANDRA ESTRADA SIERRA

Coordinadora

Directora Monteadentro

ELKIN OBREGÓN SANÍN SUSANA ARISTIZABAL CORREA Corrector LAURA BUSTAMANTE CORTÉS Diseño y diagramación FOTO CARÁTULA: Santiago Zabala. Lejos del Nido, El Retiro. 2017 ISSN: 2389-8747 Impreso en El Colombiano

Corporación rural Laboratorio del Espíritu Km 6, vía El Retiro - La Ceja. Vereda Pantanillo Teléfono: (574) 5410579 www.laboratoriodelespiritu.org monteadentro@laboratoriodelespiritu.org Antioquia, Colombia

ALIADO

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icen que América, antes de ser América, se pobló a través de los ríos. Y que Antioquia fue uno de los primeros lugares de América del sur en ser poblado, debido a su ubicación. Dicen, que existen datos que permiten afirmar que en la parte central de Antioquia, en las costas y en el Valle del Magdalena existieron asentamientos hace 7 u 8 mil años que se consideran entre los más antiguos de Sudamérica y Colombia. Dicen que a la llegada de los españoles, Antioquia estaba ya algo despoblada de indios, aunque en ese momento muchos pueblos la habitaban: los aburráes, los yamecíes, los tahamíes, los nutabes. Dicen también que los nuevos tuvieron que vérselas con el cacique Nutibara y los catíos. Imagino varios pueblos intercambiando productos, con lenguas similares y costumbres diferentes. Imagino algunos comerciantes caminando muchos kilómetros, llevando sal, maíz, fríjol, oro, carne de zaino y algodón. Imagino a algunos viviendo en los árboles (como los guazuzues), y otros muy sofisticados con sus sistemas de riego, caminos empedrados y caciques (como el cacicazgo Guaca). Imagino unos criando perros mudos, otros tejiendo, unos cuantos ahorcándose al ver un español. Unos pacíficos y otros beligerantes. Unos que prefieren irse antes que pelear y otros comiéndose al enemigo. Imagino un paisaje tan verde que estalla la mente, con pájaros y sonidos de este mundo. Dicen. Imagino. Porque la información es quebrada y escasa, muchas veces contradictoria. Un pasado difuso, extinto, inalcanzable ya, pues los que estaban encargados de escribir y documentar estaban más interesados en el oro que en los pueblos y costumbres. Tengo la certeza de estar en el último puesto de un teléfono roto. Es muy poco lo que se escucha sobre indígenas aquí en El Retiro. Pero cualquier mención que se haga está relacionada con Lejos del nido, ya sea la vereda, o la novela. Parece que los habitantes de la vereda son descendientes de indígenas tahamíes y si preguntas allá por los indígenas, no parece haber rastro; parece que no son más descendientes de indios que el resto de los habitantes de El Retiro. Cuando piensas que lo único que nos quedó de los tahamíes fue el nombre de su cacique en un famoso recinto de convenciones del Carmen de Vivoral, te das cuenta de que ves menos ojos azules y trenzas rubias aquí que en el resto del oriente, y de que te encuentras con ojos negros y brillantes, cabellos oscuros y fuertes, pieles morenas, talento para el tejido y la música; entonces se calma tu lado nostálgico: el pasado tiene sus formas de persistir. EDITORIAL

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LEJOS DEL NIDO TAMBIÉN ES UNA NOVELA NICOLÁS NARANJO BOZA Literato y músico

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odos sabemos que Lejos del nido es una vereda del sur de El Retiro, pero pocos saben que también es una novela, ¿o es al contrario? Escrita por Juan José Botero en el siglo XIX —momento en el que tuvo lugar el secuestro histórico de la niña—, tuvo que esperar hasta 19241 para ser publicada. Es uno de los mayores logros literarios del pasado antioqueño y puede apreciarse en cinco ediciones impresas, una radionovela y una telenovela. La obra del poeta, dramaturgo y editor nacido en Rionegro, es completa y compleja, llena de riquezas: ofrece usos del lenguaje valiosos para estudiosos de la lengua, paisajes en forma narrativa, usos y costumbres detallados, personajes literarios consistentes; permite asomarnos entretenidamente a matices de las mentalidades de la época, y a problemáticas sociales como la guerra y la diferencia entre clases, todo presentado de forma literaria. Es capaz de llevar al lector por los ríos Arma y Cauca, por El Retiro, por el Rionegro y el San Antonio de hace ya dos siglos; también da testimonio de la práctica bárbara pero común del reclutamiento forzado de indígenas.

la novela a cómo esa avecilla, esa niña, se encuentra “lejos del nido”, de su hogar. No faltaron escritores antioqueños del siglo XIX que denigraran a los indígenas en sus obras, refiriéndose a ellos como seres que deben mantenerse alejados o exterminados. Estas ideas son un legado de la conquista: los españoles aniquilaban y cristianizaban indios con la justificación de civilizarlos. Se empezaba por el bautismo como forma de “ingreso al orden”, para tornarlo “bueno” y “blanco” y, si no accedía a la conversión religiosa, debía ser vencido militarmente —pocas veces se le perdonaba la vida tras un enfrentamiento—, así la masacre y el exterminio se volvieron ley. La tajante posición del ideario

novela no buscaba presentar a esta pareja como estereotipo de maldad, ni a sus acciones como propias de un grupo indígena. Jorge Alberto Naranjo, un estudioso de la literatura antioqueña, comenta que uno de los personajes de la obra, la indígena Luisa, es la verdadera protagonista de la narración —quien cuida de Andrea y vela por ella en su apartamiento forzado del hogar— realzando con ello su buen actuar y su modo de ver la vida2. Nos han contado que los habitantes de la vereda Lejos del nido de El Retiro —uno de los escenarios de la novela donde viven aún descendientes de indígenas—, no quieren saber de su pasado, pues la aculturación ha sido tan determinante que no desean conocer sus raíces. Dicen que parte de este desarraigo se debe a la mala representación de lo indígena en el relato de Juan José Botero, pero es preciso quitarse de la mente tal idea: el autor demostró que uno de los verdaderos valores indígenas es tratar bien a quien se ha alejado de su familia y acompañarlo en sus tristezas, destaca la importancia de rememorar el pasado y de proteger la identidad para no estar “lejos del nido”.

La novela tiene una trama central en torno a la cual se construyen aconteceres diversos: en un descuido de unos hacendados, una de sus hijas pequeñas es raptada por una pareja de indígenas, Romana y Mateo.

De ahí la recurrente alusión durante la novela a cómo esa avecilla, esa niña, se encuentra “lejos del nido”, de su hogar.

La novela tiene una trama central en torno a la cual se construyen aconteceres diversos: en un descuido de unos hacendados, una de sus hijas pequeñas es raptada por una pareja de indígenas, Romana y Mateo. La niña, Filomena, sufre muchos avatares durante su secuestro (por ejemplo el cambio de su nombre por el de “Andrea” y ser vendida como mercancía). De ahí la recurrente alusión durante

español en América se quedó entre nosotros encarnándose de muchas maneras, aun hoy, en todo el país, los indígenas son segregados y despreciados, por ello se unen y manifiestan para hacer valer sus derechos. En la novela Lejos del nido asistimos a esta mentalidad racista y despectiva, sin embargo, precisamos esto: Juan José Botero incluye en su obra a otros indígenas —fuera de la pareja de raptores— que se alejan del estereotipo condenatorio y son seres realmente benévolos, cariñosos, cuidadosos del otro, aseados y ordenados. La

¿Cuál es la relación entre la vereda y la novela? ¿Qué recuerdan hoy los habitantes sobre la novela o los indígenas? ¿Por qué se llama la vereda igual que la novela? ¿Es cierto que sus habitantes no son descendientes de indígenas? En las próximas páginas esperamos resolver algunos interrogantes.

1La primera edición es de 1924 pero es escasa. La tercera edición, de 1930, en la Tipografía Helios de Medellín, está ilustrada por Emiro Botero. 2Ver: “Juan José Botero y su novela” de Jorge Alberto Naranjo en Lejos del nido de Juan José Botero. Colección de autores antioqueños. Medellín: Fondo editorial EAFIT, 2009. págs. 13-14.

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LUCÍA VILLADA

Lejos del nido, la vereda

Doña Lucía Villada nació en Lejos del nido. Su madre, Otilia Villada, fue fundadora de la escuela. Sus historias las compartimos a continuación.

|Fotos: Alejandra Estrada, 2017|

NICOLÁS NARANJO BOZA Literato y músico

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obre indígenas

A nosotros no nos tocó eso, ni a mi abuela ni a mi bisabuela. Ni a Don Valentín que tiene 92 años —mientras señala a un hombre viejo en una silla de ruedas—, ni a él le tocó, pero él de pronto sí se acuerda de cosas y de gente. Don Valentín es el último esposo de la madre de Lucía. Estuvo a nuestro lado durante toda la entrevista, y hoy lo aqueja una demencia. Casi no escucha ni habla, y por eso no pudimos hablar con él directamente. Había algunas historias muy bonitas, pero es que ya se murieron todos los que contaban esas historias… Don Valentín contaba que por aquí había un señor que tenía contrabando de aguardiente y que lo esterilizaba con un muñeco de cobre o de plata, y ese era de “ralea de indio”. Otra que contaba, era que una vez en uno de esos caminos usados por contrabandistas, un indígena iba con un cargamento de oro, se chuzó el pie y se iba desangrando. Al verse encartado con dos costales llenos de oro, Dios le ayudó, sacó el oro y lo enterró. El tesoro está enterrado por estos caminos. De resto… se ven todavía rasgos de gente que es indiecita, con ojitos rasgados y todos raros, pero yo no recuerdo nada más. Por acá —dice Lucía— todos tenemos los mismos apellidos: Villada, Suaza, Flórez y Blandón. Si hay otro, sabe uno que es de otro lado. Sobre Don Valentín Trabajó para don Chepe en una finca llamada Montesol, arreaba ganado hasta La Pintada y se venía de vuelta a caballo, ya por la época de navidad, y le pagaban 3 centavos. La bajada a La Pintada era por Versalles y se demoraban tres días. La comida que llevaban era panela y quesito. Una vez iba con el ganado para La Pintada y se encontró con un amigo que le dijo que se fuera a espulgar tabaco, sacándole un gusano blanco. Eso se hacía a mano, no se fumigaba.

Era carpintero y era muy generoso con las hijas de su esposa. Ahora Lucía lo cuida con esmero y cariño, porque “el que siembra recoge, el que no, no recoge nada”. Dice Lucía que por esa época había muchos contrabandistas que pasaban por los caminos después de las diez de la noche y arrimaban a las casitas a comer, luego salían a Rionegro a entregar los cargamentos por el Alto del perro y por la escuela llamada El higuerón. Sobre la escuela A esta vereda —señala el piso, refiriéndose a Lejos del nido— la consideraban la vereda “de arriba”, y la que hoy llaman El Chuscal era “la de abajo”, dice Lucía, señalando una montaña. Recuerda que a los nueve años, ella y sus hermanas tenían que ir a estudiar a la vereda “de abajo” y su madre, Otilia, se oponía a que tantos niños recorrieran esa distancia tan larga. Eso sería hace como cincuenta años. Mi mamá le hizo la propuesta al alcalde de ese momento, de darnos un empujoncito para fundar una escuelita en la vereda “de arriba”. El alcalde le pidió a mi mamá que consiguieran un terreno, para poder construir la escuela. Entonces Don Solano Restrepo, dueño de los terrenos de todo lo que se ve desde la casa de doña Lucía hasta la vereda Pantanillo, tras reunirse con sus hijos herederos, recibió de ellos como respuesta: “Pues usted con tanto terreno… ¿por qué no dona ese pedacito para esa escuelita?”. Así de fácil acordaron qué terreno iban a donar y obsequiaron el más adecuado para el proyecto, señalaron con piedras los límites e hicieron escrituras. Se conformó una junta de acción comunal para recoger donaciones de adobe, Eternit y madera. Para llegar hasta allá no había camino en ese entonces —dice Lucía—. Todo el material se descargaba en El Chuscal y de allá lo llevaban hasta donde está la escuela hoy. Uno de los hijos de Solano

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usó su tractor para remover el terreno. Ya cuando estuvo construida, mi mamá sugirió nombrar la escuelita con el título de la novela “Lejos del nido”, porque supuestamente eso había ocurrido por aquí y así es como empiezan a llamar a esta vereda así. Hoy, si usted visita la escuela de Lejos del nido, puede ver en la biblioteca del primer piso el nombre de Don Solano Restrepo, y en la segunda planta, terminada hace once años, el nombre de Otilia Villada. Sobre la vida de antes La vida en ese entonces era muy templada. En los inicios de la vereda solo había unas treinta personas. Las buenas viviendas eran de teja de barro y las más pobres eran ranchos de paja y paracote —tela negra que se ponía debajo de las tejas— Se cocinaba con leña y el baño diario era en la quebrada. No había ni luz ni teléfono, se alumbraba por las noches con una lamparita de petróleo. Según Lucía, la luz eléctrica llegó hace veinticinco años. Eso fue por un señor, Carlos Mauro Hoyos, él era un político, iba a todas las reuniones de la vereda y lo que prometía lo cumplía. Recuerda cuando su madre le dijo a ella y a sus hermanas que la ayudaran a cocinar para darle de comer a los trabajadores de la instalación de la luz eléctrica. En realidad nos lo ordenó. En esa época uno no tenía más de dos vestiditos, de esos que se conseguían en la beneficencia y la tela era como de paño y le rascaba a uno. Pero eso era lo único que daban y así había que aguantárselo. Y con el vestido de la hermana mayor hacían todas las hermanas la primera comunión. Mi mamá los lunes lavaba ropa para una familia Calle, los martes aplanchaba, los miércoles arreglaba fincas. Los jueves y los viernes la llamaban para que fuera a hacer natilla o menudo (morcilla). Y yo me iba detrás d’ella. A la hermana mayor le tocaba muy duro porque tenía que cuidarnos a todos. Ya de abuela, doña Otilia mandaba a todos los nietos al colegio. Eran cinco. Mi mamá era muy responsable pa’ mandar esos muchachos a la escuela. Y a cada rato Erasmo no iba, y como ella ya sabía donde se escondía, iba por él y le decía: ¡Camine sinvergüenza ques-que usted no va a hacer lo que se le dé la gana!, si hubieran hecho esto conmigo yo hoy en día no sería una persona analfabeta. Y hoy por hoy, ¿sabe qué dice Erasmo?: “yo esto sí se lo agradezco mucho a mi abuela que fue la que luchó conmigo, porque si yo no hubiera estudiado, yo hoy no estaría donde estoy”. Cuenta que su abuelo tenía mucha tierra, vacas de leche y huerta con tomate, zanahoria, papas y repollo, chócolo, “de todo”. Que antes, como no necesitaban cuidos ni productos industriales, la finca se sostenía sola. Todo lo que sobraba, el abuelo lo quemaba y luego lo usaba de abono. Y eso ayudaba mucho a la canasta familiar de la casa, pues les daba a sus nietas arepa de chócolo y la leche de “la primera bajada” y podían recoger alimentos para cocinar. Sobre la violencia Por aquí no… esos que llamaban “chusmeros” solo estaban por allá lejos en la selva. Eso por aquí no se llegó a ver, hasta por allá como en el 97 que sí empezó a entrarse gente rara y a llevarse a los muchachos. Sacaban de dos y tres que la embarraban y los mataban, detrás de este morro los mataban… a eso lo llaman “el cementerio”. Amedrentaban mucho a la gente. Eran comandados por una mujer blanca, troza, de cabello mono y muy bonita. Pedían vacunas, pero doña Otilia les respondía: ¿Vacuna? Aquí no hay nada, antes vaya consiga panela. Esto no es mío, yo esta casa la cuido, ¡vacuna aquí no hay! —Continúa Lucía— Eso duró mucho, por ahí diez años… ¡pero qué cosa tan horrible!, se encontraba por esas carreteras de a tres, cuatro, gente acabada de matar, qué cosa tan verraca. Y no les habían robado nada. Ahora ya no se ven esas cosas. Finalmente doña Lucía nos narra su trabajo como cocinera de Luis Carlos Estrada y Nury Mesa durante veinte años. La relación era tan estrecha, que doña Nury se tomaba sus cervezas con doña Lucía de vez en cuando. La casa estaba ubicada en la Avenida La Playa de Medellín. Expresa su agradecimiento con ellos, pues la pareja y sus hijos Pedro, Mauricio, Álvaro, Andrés, Carmen Cecilia, Olga, Marta, y Teresita le han ayudado siempre.


ABEL ANTONIO VILLADA Lejos del nido, entre la vereda y la novela NICOLÁS NARANJO BOZA Literato y músico

Don Abel Antonio Villada es uno de los más antiguos habitantes de la vereda Lejos del nido. Nos contó todo lo que sabía de la historia de la novela, de la verdadera.

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iempre he vivido aquí, la pura y santa verdá. Hace 86 años… ya la memoria me falla. Antes del nacimiento mío esta casa la hizo mi abuelo entonces imagínese, es de la misma familia mía. Mi mamá me levantó. Me fui pal Valle un rato y trabajé con caña. Eso desde que se dio La Violencia me vine de huida de la cuestión. Eso fue bravo… salir a la carretera y ver que caían como piedras. Me casé, tuve siete hijos. Aquí ya conseguí trabajo. El nombre de mi esposa era Rita Inés. Trabajé de finca en finca y acabé en La Ceja. Hasta que conseguí que me pensionaran, con la cédula y todo eso, con el patrón Genaro Gutiérrez. El Camino de las ánimas —lo que queda de un antiguo camino hispánico construido por indígenas— cruza la vereda y pasa cerca a su casa, que con su tapia, su bahareque y su chambrana, es testimonio de tiempos pasados. La casita se resiste a ser absorbida por la urbanización que la circunda, moderna y llena de habitantes urbanos. Su casa está aún rodeada por tierra de la que huele, tiene un corredor delicioso para la conversación desde el que se ve un paisaje sobrecogedor, con casitas de allegados a quienes ha ayudado a construir casa propia desde hace décadas. Don Abel leyó una versión popular de la novela Lejos del nido, publicada hace mucho. La leyó hasta una parte porque le extraviaron el libro. La novela se la prestaban en El Retiro y se le perdió al que se la prestaba mientras iba de casa en casa cobrando arriendos. Al perderse, la historia iba en que la niña había sido robada, y había seguido una ruta muy larga por casi todo el país. Lo último que leyó fue un “continuará” y nunca supo cuál sería el final. Sin embargo, nos hizo el recuento del recorrido de la niña secuestrada, de la real, no la de la novela:

|Don Abel. Foto: Nicolás Naranjo, 2017| Un tío me contaba que la novela nació en las cuencas del río Arma y de una gran hacienda de unos ricos, en un diciembre. Ella salió de la hacienda San Pablo, en las cuencas del río Arma, más arriba de donde sale el Buey y más arriba de donde sale el Arma al Cauca, o sea muy arriba. No me recuerdo el nombre de los personajes. Son muy raros. Salieron directamente de allá. Robada. Y caminaron a pie. Estaban en la fiesta de diciembre a las doce de la noche. Salieron a jugar al prado porque la noche estaba bonita tal vez… Cuando hacían la novena y todo eso. Al rato entraron los compañeros y dijeron: Se la acaban de llevar dos indios. La cogieron ahí en la portada y se la llevaron. Se la robaron. Como que bajó a La Pintada, ¡no!… ¡a Damasco!, después a Santa Bárbara, a Montebello, al río La Miel y a la quebrada de El Tabacal, por la cordillera del Alto del Muerto y descendió al valle al frente de La Ceja. Se vino por Morrochengo y Alto Chiquito… bajó por allí —mientras señala el paisaje del frente moviendo el dedo— y llegó al Plan, donde está la escuela ahora. Estuvo en el camino para Medellín en “Los alticos”, y pasó ahí tres meses me parece. Detrás de ellos venía gente, y no fueron capaces de encontrarla. Bajó a Santa Marta o a Cartagena… Volvió y subió caminando o en mula, no sé, y se informaron en Bogotá… Por un camino que el tío mío decía que nacía en Barranquilla, subía por Puerto Berrío, pasaba por Rionegro y por El Chuscal, cogía “Las Ánimas” y cogía a salir a Versalles por detrás de esta cordillera, iba a La Pintada y salía a Pereira a lomo de mula. En esa época no había nada… Abel nos cuenta todo lo que le dijo su tío. Que esa gente hizo un cambuche con chusco para camuflarse y volarse, con el techo parejo y todo tapado. Después, como seguían buscándolos, se volaron para El Retiro y pusieron a trabajar a la niña para vivir de cuenta de eso. Que ellos se mantenían huyendo, y otros se mantenían preguntando. La niña no vivió aquí, en la vereda, pero por aquí sí pasó. Estuvo tres meses viviendo en el cambuche de chusco que habían construido en lo que hoy se conoce como El Chuscal. Dice que es mentira que esa niña había nacido en su casa —la de don Abel— y que la vereda se llamó como la novela mucho tiempo después, cuando se empezó a reunir la Junta de Acción Comunal y quisieron hacer una escuela más cerca. monteadentro

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LEJOS DEL NIDO Fragmento de la novela. 1924

JUAN JOSÉ BOTERO No podemos publicar la novela completa. Pero por favor, antójese de leerla toda. Aquí escogimos sólo un pedacito, para que vaya usted por el libro completo. Lo puede prestar en la biblioteca del Laboratorio del Espíritu.

Para leer este fragmento, recuerde: Andrea es la niña raptada, cuyo verdadero nombre es Filomena. Los raptores se llaman Romana y Mateo. Andrea, antes de ser raptada, vivía en una hacienda que se llamaba San Pablo.

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uando por allá en el año de 1833 se hizo el repartimiento de los terrenos de indígenas, de ‘Santa Bárbara’, ‘Zabaletas’ y el ‘Chuscal’, les cupo en suerte a estos malvados1, un lote de tierra situado en el ‘Chuscal’ y en un paraje llamado ‘El arenal’, donde construyeron su vivienda o mejor, la miserable choza que acababan de dar a… Andrea (será llamarla así)2, por morada, en cambio de la hermosa y cómoda casa de ‘San Pablo’. De aquella corta heredad sólo tenían en cultivo la huerta que rodeaba la desdichada habitación, sembrada de maíz, viéndose crecer a inmediaciones de la casa, en profusión y sin orden alguno, el apio, la achicoria, verdolaga, manzanilla y demás plantas que emplea la medicina casera. Daban sombra a la cocina unas matas de higuereta, a cuyos troncos mantenían atado un cerdo, que vivía en paz y quietud con las gallinas que allí se llegaban a dormir la siesta, en los días de calor, al abrigo de las cuevas que en un barranco formaba con el hocico aquel animal. La casa pajiza, cercada con palos redondos, por cuyas junturas irregulares entraban libremente la luz, el aire y la lluvia.

Toscas bancas de madera camas sin otros tendidos que miserables harapos, bajo las cuales se oía el cló cló cló de las gallinas crianderas que por allí anidaban, soltando unos insectos… En zarzos, vigas y soleras, costales viejos, mochilas de cabuya idem, gastados instrumentos de labranza, un agujereado cuero de res, sin poderse distinguir la especie de cuadrúpedo que abrigó; un viejo vihuelón de cedro sin cuerdas

¿a cuál diablo pensaba atajar, cuando no sólo este en persona vivía adentro, sino también la diabla?

|Ilustraciones por Emiro Botero, de la tercera edición del libro Lejos del nido, impresa en la Tipografía Helios de Medellín. 1930.|

para preparar los brebajes, cuando recetaba, como así mismo colgaban del dintel de la puerta especie de canastillos de hoja de palmera (ramo bendito) dizque para que no entrara el diablo; pero ¿a cuál diablo pensaba atajar, cuando no sólo este en persona vivía adentro, sino también la diabla?

Juan José Botero: Este hijo del prócer de la

Se ocupaban estos indios en la hechura de sombrero de hoja de palmera y esta reducida industria, unida a los pocos frutos de la huerta y a las exiguas remuneraciones de los pacientes que atrapaba Blandón para recetarles, era lo que les daba el miserable sustento; pues si algunas veces hacían sus excursiones a las orillas del río Cauca a beneficiar el tabaco, lo poco que les dejaba esta ocupación se iba en la fiesta de Los negritos, en El Retiro, o en la de San Antonio, en Rionegro3.

donde apareció su primera obra famosa

independencia José María Botero Villegas, nació en Rionegro, el 13 de enero de 1840. Sus profesores fueron Lino de Jesús Acevedo Z. y Venancio Berrío. Publicó por primera vez en el periódico de Rionegro llamado El estudio, junto al poeta Federico Jaramillo Córdoba. Más adelante colaboró en grandes revistas antioqueñas como La miscelánea, dirigida por Juan José Molina, ¡Quiero ser gato! Fue autor de dramas y sainetes como Juana la contrabandista, Los cazadores de Guamito, Las bodas de un francés, Un duelo a taburete y Noscete ipsum. En 1919 su drama Margarita obtuvo un premio en Bogotá, en un concurso abierto para celebrar el Centenario de Boyacá. En 1924 publicó su novela de costumbres Lejos del nido. También dirigió varias compañías teatrales de aficionados. Colaboró en revistas antioqueñas como La idea, El oasis, El Ruiz, El álbum, La semana literaria de Antioquia, Antioquia literaria, El liceo antioqueño, y en revistas y periódicos capitalinos como El hogar,

ni clavijas, arropado con manto espeso de telarañas, instrumento en el cual acompañaba Mateo, en sus mocedades, las jácaras que le endilgaba a Romana, declarándole su pasión amorosa. Colgaban por todas partes manojos de plantas medicinales, que ponía el bruto galeno a disecar,

El pasatiempo, La tertulia y La pluma. Entre sus poesías sobresale A mi hijo. Entre sus cargos están Fiscal y Juez del circuito de Rionegro, Prefecto del departamento del centro y Visitador Fiscal del Estado. Prestó servicios a la causa liberal y combatió en la Batalla de Cuaspud al lado del General Mosquera. Así dice de él Joaquín Ospina en su Diccionario biográfico y bibliográfico de Colombia4 : “Este ingenio de la montaña que supo comunicarle a

1Se refiere a Romana y Mateo, los secuestradores indígenas de Andrea 2El autor dice “será llamarla así” porque los secuestradores le cambiaron el nombre de Filomena a Andrea. 3Lejos del nido. Juan José Botero. Colección Bicentenario de Antioquia. Prólogo de Jorge Alberto Naranjo Mesa. Fondo Editorial EAFIT, 2009. pags. 29-30. 4Diccionario biográfico y bibliográfico de Colombia. Joaquín Ospina. Bogotá: Editorial Cromos, 1927. págs. 322-323.

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su vida de poeta sentidos tonos de sabor agreste y juvenil, llenos de gracia y de picaresca, sana y aguda intención, murió en Rionegro, el 9 de febrero de 1926”.


RECUERDO DE LOS ABUELOS FAMILIA VILLADA VILLADA Habitantes de Lejos del nido

Hace 100 años en el municipio de El Retiro se descubrió una vereda llamada Lejos del nido, con una población de 120 personas entre adultos y niños, la cual vivía de los recursos que tenía a su alrededor. Eran personas muy humildes con muy pocas oportunidades de trabajo, pero que se las ingeniaban para sobrevivir. |Lejos del Nido. Foto: Santiago Zabala, 2017|

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stilo de vida

Sus casas eran de bahareque y techo de paja sacada de los árboles, que ellos mismos construían en comunidad. Comenzaban clavando palos muy juntos y amarrándolos con fique, una cabuya muy fina extraída de una planta, para luego rellenarlos de barro y revocarlos con boñiga de vaca mezclada con tierra amarilla, la cual quedaba como una colada, eso era la pintura en esa época. Todos colaboraban, los niños, los adultos y los vecinos, todos unidos. En esa época no había luz eléctrica, se iluminaba con velas, y se cocinaba en fogones de leña que ellos mismos hacían con madera y barro. Tampoco había acueducto, entonces se ingeniaban la manera de buscar agua en nacimientos y pozos que ellos mismos hacían. Para poder comer, salían desde las cinco de la mañana a sembrar frijoles petacos, maíz, tomate de árbol y de aliño, papa y muchas plantas que nacían de la tierra como la achira, maravilla, batata, brevo y hortalizas. Con todos esos alimentos nos hacían coladas, sopas, ensaladas, arepas de chócolo, tortas y jugos deliciosos. La plata en ese tiempo era muy escasa, entonces manejaban el

trueque, que era cambiar ropa y cosas que necesitaban por comida, así era como nos vestían. Cada uno tenía solo tres mudas de ropa: una para salir los domingos a misa, y las otras dos para ir a la escuela de El Chuscal a pie limpio porque no alcanzaba para los zapatos. Escuela Otilia Villada empezó a gestionar el lote para la escuela en una junta de acción comunal con Don Solano Restrepo, que muy gentilmente lo dona. También nos cuentan que para hacer la escuela, doña Otilia Villada se puso a hacer empanadas con la comunidad para comprar materiales. En comunidad, hicieron convites para traer los materiales desde El Chuscal hasta la escuela por camino de herradura. Cuando terminaron, con la ayuda de los sacerdotes, le colocaron el nombre Lejos del nido. La escuela la hicieron con el fin de que los niños no se trasladaran hasta El Chuscal. Sus tableros eran verdes con tiza, estudiaban hasta tercero de primaria. Remedios Cuando los niños se enfermaban de sarampión los curaban con leche hervida mezclada con boñiga que pasaban por un trapo para des-

pués tomárselo. Para purgar a los niños, cogian una planta llamada paico, la machacaban en un trapo, la exprimían y les hacían tomar el jugo que era muy amargo para que así arrojaran los parásitos.

También hacían buñuelos y pan de queso de maíz capio, el cual hacían moliendo el maíz a máquina, se pasaba por un cedazo y se amasaba con huevo y queso, para después compartirlo entre todos. Navidad Cuando llegaba la navidad se reunían en familia con los vecinos. Hacían natilla de maíz, dulce de brevas, victoria, cidra, todo proveniente de la huerta. También hacían buñuelos y pan de queso de maíz capio, el cual hacían moliendo el maíz a máquina, se pasaba por un cedazo y se amasaba con huevo y queso,

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para después compartirlo entre todos. Para hacer el pesebre se madrugaban adultos y niños para los montes cercanos a buscar cardos y musgo, se llevaban en una talega arepa, panela y chocolate para comer porque se quedaban hasta tarde. El pesebre se hacía afuera grande, para todos. El árbol lo hacían de una rama, la pelaban y le colocaban bolas de barro envueltas en papel de aluminio o moticas de algodón, el alumbrado eran velas en candelabro de barro y faroles de papel de coco de panela. Todos se reunían alrededor del pesebre a tocar el tiple y la guitarra, y los niños a cantar. También tenían la costumbre de esconder al Niño Jesús alrededor de la huerta, con un plato de natilla, dos buñuelos y 500 pesos, el que se lo encontraba se lo quedaba y si eran varios, compartían. Terminaban haciendo un sainete que era un palo lleno de cintas para envolverlas. Era tan maravillosa esa época que el tiempo no pasaba, todos se ayudaban y compartían, son recuerdos que siguen vivos y que son parte de nuestra historia, de lo que somos ahora, personas felices, unidas, comprometidas y orgullosos de nuestra vereda.


ÁNIMAS

EN PENA ELKIN OBREGÓN SANÍN Caricaturista y escritor

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los espantos se los llevó el ensanche, y esto es casi literal: la luz eléctrica, las redes viales, la deforestación, el automóvil, todo aquello que —para bien o para mal—, llamamos progreso, los borró del mapa. O casi. Enumero algunos, a cuál más terrible: La Llorona, La Patasola, El Mohán o Muán, La Madremonte, El Sombrerón, El Gritón, La Mula de tres patas, El Hojarasquín del monte, El Espanto de Hojasanchas, El Bracamonte. Muchos no nos pertenecen del todo, vienen acaso de lejanas tierras, pero el pueblo supo adecuarlos a nuestros ambientes, a nuestra tradición, a nuestros espacios, a nuestros temores. En México hay Lloronas, y El Fraile sin cabeza —hay diversas versiones a lo largo de Colombia—, tiene nexos bien claros con el mito norteamericano del Jinete sin cabeza, muy afincado en el folclore de ese país, e inspirador por cierto de dos muy buenas películas, siempre de la mano de su víctima más mencionada, el maestro rural Ichabold Crane. El miedo es viejo compañero de los hombres, y en esto, al menos, las naciones no tienen fronteras.

hay colectivos. En Antioquia existieron entre otros Los Meneses, Los Rescoldaos, Las Ilusiones Malignas. No obstante, tal vez el relato más vívido que conozco al respecto es un cuento brasilero del S. XIX, y narra la historia de un solo aparecido; se lo evoca Cirino, un viejo pescador, al autor de esas páginas: por fatal imprudencia, y pese a todas las consejas que sabe sobre el asunto, se adentra en el bosque, pues precisa cruzarlo para llegar a su morada; es viernes, fecha en donde nadie de aquel lugar se aventura a tal travesía. Al llegar a un claro de la floresta, disimulado entre matorrales, asiste al sobrecogedor espectáculo de un esqueleto que, medio desarticulado y surgido de no se sabe dónde, celebra frente a él una alucinante danza macabra. El terror le da alas, y como puede, casi al borde del desmayo, logra llegar al otro extremo de la espesura. El título del relato es cabal anuncio de lo que nos espera: La danza de los huesos. El autor, por si alguien quiere buscarlo en bibliotecas, se llama Bernardo Guimarães.

Aunque hay excepciones, los espantos acostumbran actuar en la oscuridad; pertenecen a ella, al reino de las sombras. Además, son solitarios, cumplen solos su destino; pero también en eso se dan excepciones, y los

Aquí debo contradecirme. Pues la verdad es que, con todo en su contra, los espantos se niegan a desaparecer. Están incrustados en nuestros miedos ancestrales, en nuestra memoria propia y heredada; nos vienen de la inmonteadentro 09

fancia, de los relatos de las viejas campesinas, de las cuenteras y cuenteros que revivían al calor del fuego aquellas leyendas tan antiguas y tan reacias a morir. Hace unos años fui de paseo con dos amigas a Villa de Leyva. Una noche decidimos visitar el bar de un hotel, situado a unos dos kilómetros arriba del pueblo; éramos turistas de a pie, y a pie hicimos el camino. Era noche cerrada, el sendero era estrecho, no había luces, nadie lo transitaba a esa hora. Por broma se me ocurrió asustar a mis compañeras, mencionándoles la posibilidad de cruzarnos con algún espanto. Mis amigas, hay que decirlo, son universitarias, cultas, profesionales de tiempo completo; pero esa noche eran dos niñas atemorizadas; yo mismo, lo confieso, llegué a creerme mi patraña, y llegamos al hotel como quien llega a un oasis de salvación. Para llegar a la Villa, un par de horas después, nos emborrachamos a conciencia; los tragos nos dieron valor, y los espantos nos respetaron. Pero hasta ahí llegaron nuestras rondas nocturnas. No hay moraleja en esta crónica, amigo lector. O sí: Hoy los espantos son de carne y hueso, y lo mejor es quedarse uno en casa, viendo en la tele historias de fantasmas.


¿QUIÉN FUE COSIACA? JULIO VIVES GUERRA Tomado de: Crónicas. Julio Vives Guerra (pseudónimo de José Velásquez García). Medellín: Secretaría de Educación y Cultura, 1994.

C

osiaca se llamaba José García, pertenecía a la más humilde clase social y era perfectamente analfabeto, pero tenía un talento que para sí lo quisieran quienes presumen de apóstoles y conductores.

Fuera de eso, era persona de adamantina honradez, cualidad que también les hace falta y les falta a algunos de los aludidos conductores y apóstoles. Conocí a Cosiaca cuando yo contaba unos seis años y él unos sesenta. Mi padre me aseguraba que había conocido siempre viejo a Cosiaca. De modo que moriría de mil años, como el conde de Cagliostro1; pero ni la edad ni el aguardiente habían logrado apagar el ingenio de Cosiaca, personaje tan agarrado a las costumbres de la Montaña. Y va un episodio, mientras escribo otros: Una vez iba Cosiaca de Medellín para Guarne, a un carnaval o “fiestas de plaza”, como entonces se decía. Al salir de Medellín encontróse con un señor Henao que llevaba al hombro una arroba de tabaco en rama. —Cosiaca —le preguntó Henao—, ¿vas para Guarne? —Sí, don Henaíto —le contestó Cosiaca—. —Entonces tú puedes llevarme este tabaco. Estaba yo aquí esperando alguno que fuera a Guarne, para mandarle esta arroba de tabaco a mi hermano, que lo necesita esta misma tarde. ¿Se lo llevas? —Hasta demás, don Henaíto —respondió Cosiaca afablemente—. Henao le entregó a Cosiaca el fardo de tabaco, le pagó la conducción y luego, dejándole un papel doblado, le dijo: —Mira, esta es la guía; cuidado la dejas perder, porque te decomisan el tabaco. —No tenga cuidado, don Henaíto. Echóse el anciano el bulto al hombro y empezó a andar. El camino de Medellín a Guarne es una cuesta empinada y Cosiaca, que era muy canijo, ascendía cansadísimo y loco de aburrido con el fardo.

— ¿Qué lleva usted ahí? —Una arrobita de tabaco en rama, mi don —contestó Cosiaca humildemente—. —¿Tiene la guía? —No, mi don, a yo no me dieron ninguna guía. —Entonces, venga ese bulto, que es tabaco de contrabando. Cosiaca, sin oponer la más leve resistencia, le entregó el tabaco y echó a andar entre los dos guardias, muy contento, porque ya iba descargado. Llegando a Guarne, los dos guardias se dirigieron con Cosiaca a la administración de rentas y uno de ellos le dijo al administrador: —Aquí está este hombre que traía esta arroba de tabaco de contrabando. —¿No trae la guía respectiva? —preguntó el administrador—. —No, señor, nos dijo que no le habían dado guía. Entonces Cosiaca, sacando de su grasiento guarniel la guía reclamada y entregándosela al administrador, le dijo: —Vea el dotor, en Medellín me dieron este papelito. Leyólo el administrador, y repuso sonriendo: —Pero si esta es la guía, hombre. —Antonces yo me llevo mi tabaquito —agregó Cosiaca—. — ¡Y nosotros que le cargamos a este viejo el fardo casi desde Medellín! —exclamó uno de los guardias, amohinado—. Entre las carcajadas del administrador y de los circunstantes, agregó Cosiaca, por vía de consoladora epifonema: —Es que bustedes son muy buenos guardias y me sirvieron de ángeles de la guardia, mientras yo les servía de guía.

Habría andado una legua y apenas traspasó el límite de los dos distritos, lo detuvieron dos comisarios de resguardo, uniformados, y uno de ellos le dijo: 1Aventurero italiano Hijo de una familia en extremo humilde, creció y se educó en la calle. Entre sus muchas ocupaciones, vendía filtros amorosos y elixires de juventud y ejercía la videncia y las curaciones milagrosas.

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Conocí a Cosiaca cuando yo contaba unos seis años y él unos sesenta. Mi padre me aseguraba que había conocido siempre viejo a Cosiaca. De modo que moriría de mil años, como el conde de Cagliostro; pero ni la edad ni el aguardiente habían logrado apagar el ingenio de Cosiaca, personaje tan agarrado a las costumbres de la Montaña.

|Foto: Archivo Fotográfico Biblioteca Pública Piloto|

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GUADUA Los productos y usos de la guadua: Potencialidades y utilización Balsa

HEBERT ENRIQUE SOTO SALAMANCA Ingeniero forestal. Asesor forestal y ambiental.

Canoa Drenaje

Cucharas Esterilla

¿

Por qué usar la guadua?

La guadua, ya sea como parte de un bosque o de un cultivo, ofrece bienes, servicios y productos. Tiene múltiples usos y aplicaciones entre los que están los servicios ambientales como calidad del aire y del agua, y protección contra desastres naturales. Sus características físico-mecánicas y resistencia para muchos usos hacen que a la guadua se le conozca como el acero vegetal. Los productos que se extraen de un guadual y que posteriormente pueden ser transformados, se conocen como primarios y elaborados. Estos últimos pueden ser artesanales e industriales.

¿Qué es un producto primario? Es aquel que resulta con la actividad de entresacas. Después de la extracción, se cortan y trocean tallos (culmos) maduros para utilizarlos sin transformación o con mínima transformación. A este producto se le conoce como guadua redonda o rolliza y tiene diferentes dimensiones según la oferta y demanda del producto; pero al realizar la primera transformación con el troceado, se convierte en lo que

Sus características físicomecánicas y resistencia para muchos usos hacen que a la guadua se le conozca como el acero vegetal. se conoce como piezas: cepa, basa, sobrebasa y varillón, alfarda o puntal, además de la esterilla que generalmente tiene un mayor valor. Estos son los productos que se encuentran generalmente en los depósitos de madera.

¿Para qué se utiliza un producto primario? Un producto primario con mínima transformación se utiliza para cercos, tutores para cultivos, infraestructura doméstica en fincas como conducción de agua, puentes, escaleras, bebederos, drenes, trinchos, casetones para construcción y construcciones rurales.

¿Qué es un producto elaborado? Es la guadua redonda o rolliza (y otros monteadentro 12

subproductos como ramas, rizomas, ganchos, hojas, capachos u hojas caulinares) transformada manual o mecánicamente en productos como viviendas, equipamiento de viviendas, kioscos, puentes con diseños estructurales, balsas, artesanías, muebles, laminados, pisos, fibras, papel, alimentos y carbón activado. Estos productos pueden ser hechos con procesos artesanales o industriales, que incluyen tratamientos de secado y preservación de la guadua, además de diseños según los prototipos que se quieran elaborar.

¿Cuál es la diferencia entre productos industriales y artesanales de guadua? Las instalaciones, la maquinaria y equipos, los procesos, la escala de producción, el personal calificado y la cantidad, los criterios de calidad y certificación. Las normas a cumplir son características solamente de los procesos industriales, así como el empleo de ciertas máquinas o equipos. Para los productos artesanales se usan herramientas tradicionales y procesos manuales y la mano de obra es individual, familiar o de pequeños grupos de artesanos y aprendices.


Puente complejo

Puente simple

Escalera

Tutor cultivo

Techo

¿Qué otros usos o aplicaciones tiene la guadua? La guadua se utiliza como elemento principal en los tratamientos biomecánicos o de bioingeniería, esto quiere decir que se utiliza para la conservación y recuperación de suelos, control de la erosión y manejo de aguas a través de trinchos en guadua y esterilla, en cauces intermitentes y laderas. Estos tratamientos suelen ser complementados con siembra de guadua, bambúes, cañabrava, pastos y leguminosas principalmente, dependiendo de la magnitud de los problemas erosivos, de manejo de aguas y tipos de suelo.

¿Hay información sobre los usos y la elaboración de productos de guadua? Se cuenta con investigaciones en diferentes universidades, institutos y centros de investigación y se están desarrollando nuevos proyectos en el área de los cosméticos, fibras y viviendas. Se cuenta con las Normas Técnicas Colombianas (NTC) del Icontec y las Normas Sectoriales de Competencia Laboral (NSCL) del Sena, que contemplan labores, procesos y

procedimientos desde el cultivo, manejo, aprovechamiento sostenible y transformación; detallando las estructuras en construcción, la elaboración de muebles y artesanías, el mantenimiento y la elaboración de latas, tablillas, tablerillas (tablas a partir de esterillas) y otros productos.

¿Cuál es la normatividad aplicable a los productos de guadua? Son las Normas (NTC) y Guías (GTC) Técnicas Colombianas del Icontec: NTC 5300 Cosecha y Poscosecha de los Culmos de Guadua angustifolia Kunth. NTC 5301 Preservación y Secado del Culmo de Guadua angustifolia Kunth. NTC 5405 Propagación Vegetativa de Guadua angustifolia Kunth. NTC 5407 Uniones de Estructuras con Guadua angustifolia Kunth. NTC 5458 Elaboración de Artesanias y Muebles con Culmos Maduros de Guadua angustifolia Kunth. NTC 5727 Terminología aplicada a la Guadua y a sus Productos. NTC 5829 Obtención de Latas y Tablillas de Guadua angustifolia Kunth. NTC 6100 Etiquetas Ambientales Tipo 1. Sello Ambiental Colombiano. Criterios Ambientales para Productos de Primero y Segundo Grado de Transformación de Guadua angustifolia Kunth. GTC 220 Tablas a partir de Esterilla (Tablerilla) de Guadua angustifolia Kunth. NSR–10 Estructuras de Guadua, Capítulo G-12 del Código de Construcciones. Para el establecimiento, manejo y aprovechamiento de la Guadua se deben tramitar los permisos y autorizaciones ante las Autoridades Ambientales, aplicando la Resolución 1619 de octubre 6 de 2016, del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible.

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ven conoce, comparte y disfruta con nosotros en casa retiro: nuestra fábrica y tienda de café

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O A T T O E N J N S O I A A I E T

Y D O E H S T O G T U S M P O R N

N O R M A N D I A E D H A H S D A

T S J O L A H O N D I T A Y U U S

U B A R C L A C S U H C L E N E I

Ingredientes: 5 cucharadas soperas de harina de trigo 2 tazas de agua 1 cucharadita de sal 1 taza de azúcar 20 gulupas Preparación: 1. Triture la pulpa de las gulupas y licúelas con el agua. 2. Cuele el jugo, añada la harina y licúe la mezcla de nuevo. 3. Luego vierta la mezcla en una y añada el azúcar y la sal. 4. Póngalo a cocinar mientras revuelve por 30 minutos aproximadamente. 5. Lo puede servir frío o caliente, con unas galletas saladas o tostadas de pan y un buen vaso de leche.

• Para los bebés (y también para su uso personal) puede usar Maizena en vez de talco. Protege mucho mejor de las quemaduras del pañal. • En caso de diarrea haga su propio suero casero: un litro de agua, 3 cucharadas soperas de azúcar y una cucharadita de sal. Para darle mejor sabor, agregue una zanahoria rallada. Si la diarrea persiste o es muy severa, consulte al médico. • Los siguientes desechos NO se deben quemar ni enterrar ya que contaminan el suelo, el agua y el aire: pilas, residuos de aceite, pintura, disolventes, insecticidas, envases de aerosoles y plásticos. Deben mantenerse cerrados y aparte para llevarlos al botadero municipal. • Las manchas de café en las tazas de plástico o de loza, se quitan fácilmente frotándolas con una pasta hecha con bicarbonato y agua.


Querida Doña Pastora, Tengo 16 años y soy homosexual. No sé cómo decirle a mis papás, ellos piensan que es inmoral, a veces creo que es mejor no decir nada. Lo mismo con mis amigos, ¿qué pensarán de mí? Alguna gente es muy tranquila con eso, pero hay otra que juzga muy duro. Yo no me siento mal por ser así, pero a veces creo que todo sería más fácil si yo no fuera así. Usted qué piensa, ¿cómo manejo a los demás? ¿Usted también cree que es algo malo? Atentamente, Un admirador secreto.

DOÑA PASTORA

Pregúntele lo que quiera que ella es una biblia

Querido joven,

P

rimero, quiero reconocer tu valor al querer hablar de un tema que ha sido tratado como tabú o prohibido; hablar y hacer preguntas es el mejor comienzo para que empieces a aclarar tus dudas, a serenar las inquietudes que tienes y la confusión que sientes. Vamos por partes: En primer lugar te has dado cuenta de tu verdadera sexualidad y estás en proceso de aceptarlo. Primero, necesitas tener muy claro si estás listo para empezar a hablar de esto con las personas que más te importan. Necesitas pensar muy bien en la primera persona que vas a elegir para hablarle del tema (no tiene que ser papá o mamá todavía). Es importante que sea una persona comprensiva y que sepa escuchar, pues ella te va a ayudar a entender mejor este momento en el que estás. Poco a poco, y en la medida que vayas sintiéndote más tranquilo y confiado, podrás compartirlo poco a poco con tus amigos y con tus papás. Aquí detengámonos un poco: a tus papás seguro les tomará algún tiempo hacerse a la idea, como probablemente te pasó a ti. Debes estar listo para recibir muchas preguntas de su parte y tal vez reacciones de rechazo y lejanía. Recuerda que ellos

son de una generación diferente a la tuya y sus pensamientos sobre la homosexualidad pueden estar influidos por sus creencias religiosas o sus miedos con respecto a tu futuro. También temerán cómo te tratará la otra gente… Toma estos temores en serio, escúchalos y busca con anticipación información que te permita estar preparado para responder a sus inquietudes. En segundo lugar, creo que no tienes por qué sentirte avergonzado o mal contigo mismo. Cada uno de nosotros, independiente de si se es homosexual o heterosexual, necesita buscar la manera de ser honesto y feliz de ser quien es. Y esto no puede depender de la aprobación o desaprobación de las otras personas. Ser honesto y vivir feliz, tiene más que ver con todas tus cualidades, talentos y valores. Apóyate mucho en esto para desarrollar amor y confianza en ti, para poder demostrarte a ti y a los otros que te sientes feliz de ser quien eres. Y por último, sé paciente. Así como a ti te tomó tiempo entender y aceptar tu homosexualidad, entiende que las otras personas (amigos, familia, vecinos) también necesitarán su tiempo para entenderte y aceptarte; no es necesario que se lo cuentes a todo el mundo a la vez. Comienza con aquellos que te inspiran

más confianza y seguridad. Y cuando encuentres personas que te rechacen o que te excluyan, aprende a ignorarlos o a defenderte a través del diálogo y a sentirte fuerte. Para los papás: sobre la homosexualidad es importante que tengamos una actitud abierta y siempre respetuosa. Si hay hermanitos menores, podemos contarles que hay dos maneras de explicar la homosexualidad hoy: una afirma que la homosexualidad es una elección personal —igual que la heterosexualidad— en la que influyen factores familiares, ambientales, sociales y biológicos. Otra corriente afirma que se nace homosexual. Sea cual sea la creencia que como padres tengamos, es importante insistir mucho en el respeto por estas personas, y entender que la homosexualidad no es una enfermedad, no se contagia y que hablar de este tema con los hijos no los va a confundir en su propia sexualidad; al contrario, al explicar se pueden evitar confusiones y se pueden prevenir situaciones de riesgo causadas por ingenuidad. Hablar con respeto puede prevenir situaciones de homofobia y acoso escolar, y contribuirá a una convivencia más pacífica.

Los invitamos a darnos sus opiniones, sugerencias, quejas y comentarios. Recuerde que puede suscribirse o pautar con nosotros. monteadentro@laboratoriodelespiritu.org 5410579 / 3155164303 www.laboratoriodelespiritu.org/monteadentro

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