A mediados del siglo XII, Cuenca es una ciudad completamente amurallada, dominada por los musulmanes bajo el gobierno del príncipe Taschfin Ben Alí. Tiene jardines, palacios, albufera, mezquita y ricas huertas. En ella viven moros, judíos y cristianos en perfecta convivencia. Tiene una población de 800 habitantes, que habitan la ciudad dentro de sus muros fortificados, con un castillo o alcazaba poderosa y un alcázar con torre minarete, llamada Mangana.