8 minute read

OPINIÓN

Next Article
PSICOLOGÍA

PSICOLOGÍA

Cuando el mundo parece una gran conspiración

Las teorías conspirativas no las inventó QAnon, han circulado durante miles de años. Comprender su estructura puede ayudarnos a esclarecer su atractivo y su inherente falsedad.

Advertisement

L

Las teorías de la conspiración no las inventó QAnon; han circulado durante miles de años. Crédito: Stephen Maturen/Getty Images

as teorías de la conspiración vienen en todas las formas y tamaños, pero tal vez la representación más común es la teoría de la Camarilla Mundial. Una encuesta reciente realizada a 26.000 personas en 25 países les preguntó a los encuestados si creían en “un solo grupo de personas que en secreto controlan sucesos y gobiernan juntas el mundo”.

Un 37% de los estadounidenses respondió que es “definitiva o probablemente verdad”. Ocurrió lo mismo con el 45% de los italianos, el 55% de los españoles y el 78% de los nigerianos.

Las teorías conspirativas, claro está, no las inventó QAnon; han circulado durante miles de años. Algunas de ellas incluso han tenido un inmenso impacto en la historia. Consideremos el nazismo, por ejemplo. No solemos pensar en el nazismo como una teoría de la conspiración. Debido a que logró

controlar un país entero y comenzar la Segunda Guerra Mundial, solemos considerar el nazismo como una “ideología”, aunque sea una malvada.

Sin embargo, en el fondo, el nazismo fue una teoría de la Camarilla Mundial basada en esta mentira antisemita: “Un grupo de financieros judíos domina el mundo en secreto y está conspirando para destruir la raza aria. Diseñaron la revolución bolchevique, dirigen las democracias de Occidente y controlan los medios y los bancos. Tan solo Hitler ha logrado ver la realidad de sus trucos nefarios… y solo él puede detenerlos y salvar a la humanidad”.

Comprender la estructura común de esas teorías de la Camarilla Mundial puede explicar tanto su atractivo… como su inherente falsedad.

La estructura

Las teorías de la Camarilla Mundial arguyen que debajo de un sinnúmero de sucesos que vemos en la superficie del mundo un solo grupo siniestro está al acecho. La identidad de este grupo puede cambiar: algunos creen que el mundo lo dirigen en secreto los masones, las brujas o los satanistas; otros creen que son extraterrestres, reptilianos o varias otras pandillas.

No obstante, la estructura básica sigue siendo la misma: el grupo controla casi todo lo que ocurre, y al mismo tiempo oculta ese control.

Las teorías de la Camarilla Mundial se deleitan en particular con la unión de los opuestos. Por lo tanto, la teoría conspirativa nazi decía que, en la superficie, el comunismo y el capitalismo lucen como enemigos irreconciliables, ¿no? ¡Error! ¡Eso es precisamente lo que la camarilla judía quiere que pienses! Y tal vez creas que las familias Bush y Clinton son enemigos jurados, pero solo están aparentando: a puerta cerrada, todos van a las mismas fiestas del vecindario.

A partir de estas premisas, surge una hipótesis. Los sucesos en las noticias son una cortina de humo diseñada con astucia para engañarnos, y los líderes famosos que distraen nuestra atención son meros títeres a merced de los verdaderos gobernantes.

El atractivo

Las teorías de la Camarilla Mundial son capaces de atraer a grandes grupos de seguidores en parte porque ofrecen una sola explicación sin rodeos para una infinidad de procesos complicados. Las guerras, las revoluciones, las crisis y las pandemias todo el tiempo sacuden nuestras vidas. No obstante, si creo en algún tipo de teoría de la Camarilla Mundial, disfruto la tranquilidad de sentir que entiendo todo.

¿La guerra en Siria? No tengo que estudiar historia del Medio Oriente para comprender qué sucede allá. Es parte de la gran conspiración. ¿El desarrollo de la tecnología 5G? No tengo que investigar nada sobre la física de las ondas de radio. Es la conspiración. ¿La pandemia de la COVID19? No tiene nada que ver con los ecosistemas, los murciélagos y los virus. Sin duda es parte de la conspiración.

La llave maestra de la teoría de la Camarilla Mundial abre todos los misterios del mundo y me ofrece una entrada a un círculo exclusivo: el grupo de personas que entienden. Nos hace más inteligentes y sabios que la persona promedio e incluso me eleva por encima de la élite intelectual y la clase gobernante: los profesores, los periodistas, los políticos. Veo lo que ellos omiten… o lo que intentan ocultar.

El error

Las teorías de la Camarilla Mundial cometen el mismo error básico: suponen que la historia es muy sencilla. La premisa clave de las teorías de la Camarilla Mundial es que es relativamente fácil manipular el mundo. Un pequeño grupo de gente puede comprender, predecir y controlar todo, desde las guerras y las revoluciones tecnológicas hasta las pandemias.

Este grupo tiene una capacidad particularmente extraordinaria para prever los siguientes diez movimientos en el tablero del mundo. Cuando suelta un virus en algún lugar, no solo puede predecir cómo se propagará por el mundo, sino también cómo afectará la

economía global un año después. Cuando desata una revolución política, puede controlar su curso. Cuando empieza una guerra, sabe cómo terminará.

Sin embargo, no cabe duda de que el mundo es mucho más complicado. Por ejemplo, consideremos la invasión estadounidense a Irak. En 2003, la única superpotencia del mundo invadió un país de tamaño mediano en el Medio Oriente, bajo el argumento de que quería eliminar las armas de destrucción masiva del país y terminar con el régimen de Sadam Husein. Hubo quienes sospecharon que tampoco le habría importado aprovechar la oportunidad para obtener hegemonía sobre la región y dominar los vitales yacimientos petroleros de Irak. En busca de estos objetivos, Estados Unidos desplegó el mejor ejército del mundo y gastó billones de dólares.

Si nos adelantamos unos años, ¿cuáles fueron los resultados de este esfuerzo tremendo? Una completa debacle. No había armas de destrucción masiva y el país quedó hundido en el caos. En realidad, el gran ganador de la guerra fue Irán, pues se convirtió en la potencia dominante de la región.

Entonces, ¿deberíamos llegar a la conclusión de que George W. Bush y Donald Rumsfeld en realidad eran espías iraníes encubiertos a cargo de ejecutar una ingeniosa conspiración diabólica que ideó Irán? Para nada. Más bien, la conclusión es que es increíblemente difícil predecir y controlar los asuntos humanos.

No es necesario invadir un país del Medio Oriente para aprender esta lección. Si has estado en una junta escolar o un consejo local, o tan solo has intentado organizar una fiesta sorpresa para el cumpleaños de tu mamá, es probable que sepas cuán difícil es controlar a los humanos. Haces un plan y te sale el tiro por la culata. Intentas guardar un secreto y al día siguiente todo el mundo está hablando de él. Confabulas con un amigo de confianza y en el momento crucial te acuchilla por la espalda.

Las teorías de la Camarilla Mundial nos piden que creamos que, aunque es muy difícil predecir y controlar las acciones de mil o siquiera cien humanos, es sorprendentemente fácil tratar como títeres a 8000 millones.

La realidad

Por supuesto que hay muchas conspiraciones verdaderas en el mundo. Los individuos, las corporaciones, las organizaciones, las iglesias, las facciones y los gobiernos siempre están tramando y elaborando varias conspiraciones. Sin embargo, justo por eso es tan difícil predecir y controlar a todo el mundo.

En los grupos de QAnon abundan los posts criticando la obligatoriedad del uso de las mascarillas para prevenir el covid-19.

En la década de 1930, la Unión Soviética de verdad estaba conspirando para iniciar revoluciones comunistas por todo el mundo; los bancos capitalistas estaban empleando todo tipo de estrategias sospechosas; el gobierno de Roosevelt estaba planeando rediseñar la sociedad estadounidense en el New Deal; y el movimiento sionista estaba planeando la proclamación de una patria en Palestina. Sin embargo, estas y un sinfín más de otras maquinaciones a menudo chocaban, y no estaban a cargo de un solo grupo de gente.

En la actualidad, también es probable que seas el blanco de muchas conspiraciones. Tus colegas tal vez conspiren para poner al jefe en tu contra. Una gran corporación farmacéutica podría estar sobornando a tu doctor para que te dé opioides dañinos. Otra gran corporación podría presionar a los políticos para bloquear regulaciones ambientales y permitirle contaminar el aire que respiras. Algunos gigantes tecnológicos podrían estar hackeando tus datos privados. Un partido político podría estar haciendo fraude en los distritos electorales de tu estado. Un gobierno extranjero podría tratar de fomentar el extremismo en tu país. Todas estas podrían ser conspiraciones reales, pero no son parte de una sola conspiración mundial.

A veces una corporación, un partido político o un dictador logran reunir una parte significativa de todo el poder del mundo en sus manos. No obstante, cuando sucede algo así, es casi imposible mantenerlo en secreto. Un gran poder conlleva una gran publicidad.

De hecho, en muchos casos una gran publicidad es un prerrequisito para obtener un gran poder. Por ejemplo, Lenin nunca habría obtenido poder en Rusia evitando la mirada del público. Y al principio, Stalin prefería las maquinaciones a puerta cerrada pero, para cuando monopolizó el poder en la Unión Soviética, su retrato colgaba en cada oficina, escuela y hogar desde el Báltico hasta el Pacífico. El poder de Stalin dependía de este culto a la personalidad. La idea de que Lenin y Stalin eran solo una fachada para los verdaderos gobernantes que estaban tras bambalinas contradice toda la evidencia histórica.

Percatarte de que no hay una sola camarilla que puede controlar en secreto a todo el mundo no solo es correcto, sino que también te empodera, pues quiere decir que puedes identificar las facciones que compiten en nuestro mundo, y aliarte con algunos grupos en contra de otros. De eso se trata la política verdadera. •

Yuval Harari. Historiador y autor de Sapiens: A Graphic History

This article is from: