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■ MAR DEL PLATA ■ DOMINGO 24 DE OCTUBRE DE 2010

IDA Y VUELTA: cultura@lacapitalmdq.com.ar

LA HISTORIA DE ENRIQUETA MARTI SE DEVELA EN CLAVE DE FICCION

Crueldades semiolvidadas La mujer acusada de hacer desaparecer niños con aberrantes propósitos, en la Barcelona de 1912, es retomada en clave ficcional por la escritora Elsa Plaza en ‘El cielo bajo los pies’, luego de una exhaustiva investigación.

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lsa Plaza ofrece nueva y reveladora información sobre un caso estremecedor. Nacida en Buenos Aires, pero radicada en Barcelona desde hace años, la escritora ha dado forma a ensayos sobre estética, teoría del arte, memoria, mujer, aparecidos en Revista de Art, Materia, Body-Art y Duoda, entre otras publicaciones especializadas. En una entrevista la autora cuenta cómo llegó a la mujer llamada ‘la vampiro del Raval‘ y cómo decidió que la ficción era la mejor manera de acercarse a ella y a una historia con ribetes siniestros de explotación y maltrato infantil. -Cuando toma conocimiento de la existencia de Enriqueta Martí en 2004 y comienza a investigar sobre ella, ¿ya tenía la idea de recrear al personaje desde la ficción? -La curiosidad que me despertó fue inmediata. No sabía nada de ella hasta que encontré un folletín, publicado en mayo de 1912, con los hechos que la prensa había ido publicando desde febrero de ese año. Al acabar esa lectura recurrí a los archivos de prensa a comprobar si los sucesos eran ciertos y comencé una investigación que me llevó por diversos archivos de Barcelona y alrededores. La historia me pareció desde el principio novelable, pero dudé, a medida que avanzaba en mi investigación, entre un ensayo o

Elsa Plaza.

una obra de ficción. Sí creí necesario dar a los hechos una mirada distinta para contraponerla a la misoginia que destilaba el tratamiento de ese caso a través de la prensa de la época. ESCENARIO DE EPOCA -Barcelona se recorta como escenario de una época de cambios sociales. ¿Era algo que decidió de antemano o el influjo de la ciudad se le impuso en el relato y adquirió vida propia? -Poco a poco fui sintiendo que no quería hacer de Enriqueta Martí el personaje principal, quería mostrar cómo ella componía un eslabón más en esa Barcelona de 1912, sacudida por acontecimientos sociales: huelgas, atentados, pero también la experimentación de nuevas vías para el cambio social como el esperanto, el libre pensamiento, la escuela racionalista, el feminismo. Y por una guerra colonial que desencadenó en 1909 la Semana Trágica, revuelta popular cuya

causa inmediata (hay muchas otras) fue la protesta desatada por el envío de tropas desde el puerto de Barcelona para luchar contra Marruecos. Así también el escenario de la ciudad, sus barrios y sus gentes explican, con una aproximación más clara, el porqué de la espectacularidad de un caso delictivo como el encarnado por Martí. A través de ello se ocultaba la explotación, miseria, desamparo, la doble moral...de toda una época. AGUJEROS NEGROS -La idea de cómo se con frontan y complementan el periodismo y la literatura sobrevuela la novela. ¿Piensa que hay agujeros negros en la investigación periodística que se iluminan con los reflectores de la ficción? -Sí, aunque la tentación de hacer los focos de la ficción más potentes la reprimí, porque sabía que trataba con personajes reales, que habían existido y cuyas

historias aunque incompletas están en los archivos, sí jugué con aquéllos personajes que inventé yo misma, pero que tienen referentes en las lecturas acerca del caso. -También dice que los casos judiciales mencionados fueron reales, lo mismo que los nombres de los niños desaparecidos y las niñas violadas y los nombres de alcahuetes y violadores. ¿La ficción sirve como herramienta para la memoria y la justicia? -Sí, no era agradable leer esas sentencias donde siempre aparecían como no culpables los implicados en esas historias de miseria económica, sexual, de explotación infantil y femenina y donde las únicas a las que se condenaban eran a las que ofrecían los contactos o a las madamas. ¿Y los clientes, los violadores, los funcionarios cómplices, los hombres que demandaban ese tipo de mercancía? La novela permite ejercer un poco de justicia, pequeña, solitaria... y sobre todo recuperar la memoria de los sin voz. LA LEYENDA -¿Le fue difícil seguir los rastros de Enriqueta, dejar de lado la leyenda para adentrarse en la vida de una mujer de carne y hueso? -Ocurrió un día que estaba revisando papeles de la época en el archivo del pueblo donde ella nació: Sant Feliu de Llobregat (a media hora en tren de Barcelona). Allí encontré la lista de la maestra que había tenido Enriqueta Martí, confeccionada a mano, donde aparecía su nombre y los céntimos que había pagado su madre para que fuera escolarizada, calculé que tenía entonces unos muchos años. Encontré también unas cartas al Ayuntamiento de su maestra, María Bargay, donde se quejaba

de las malas condiciones en las que estaba el edificio que servía de escuela y el peligro que corrían las alumnas... y allí comencé a imaginarla niña. -El feminismo es un tema presente en la novela, al tiempo que subraya que el caso de Enriqueta “tiene una carga misógina” ¿El personaje de Margarita Casas surgió para contrarrestar esa carga? -Por supuesto, sólo una mujer periodista y maestra (caso excepcional entonces ya que el analfabetismo femenino en España alcanzaba al 70 por ciento) como lo es Margarita podía mirar con otros ojos los acontecimientos que se van sucediendo. Sólo una mujer podía ser sensible a cuestiones que enuncian un mundo de lo femenino, diferente al que vehiculizan la cultura y los medios de la época. Sentimientos como el materno desviado de la raptora, pero que está ahí también, el de vacío de las madres que les raptan los niños, el de los padres que venden a sus hijos...la cuestión de los abortos clandestinos que no se mencionan nunca en la prensa pero que flota en el aire, la prostitución... ■

Las 8 preguntas para Darwin Manuel(*)

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¿Qué error le molesta más advertir en un texto literario y cuál es el último que halló en el libro que está leyendo o que acaba de

leer? -Me molestan los errores de impresión y la ausencia de correctores. Los padecí al presentar mi nove-

la Sirela. Cuando leí "Buenos Aires anteayer", en una página observé; "El Pabellón de los Lagos, fue construido en 1901" y en la página siguiente: "El Pabellón de los Lagos, inaugurado en Palermo en 1900...". Grosero ¿no?

(*) Darwin Manuel es escritor, actual titular de la SADE (Sociedad Argentina de Escritores seccional Atlántica). Fue médico traumatólogo y ejerció la medicina del deporte. Acaba de publicar la novela "Después de esa noche".

Mora Cordeu


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¡MATEMÁTICA, MAESTRO!, UN EXCELENTE LIBRO

Un concierto para números y orquesta más allá de los as¡Matemática, maespectos concernientro! es un excelente lites a su escritura, es bro que acaba de puposible reconocer blicar Pablo Amster, a en la música una través de Siglo Veingran variedad de tiuno Editores, en el nociones matemámarco de la colección ticas, tales como la Ciencia que ladra. simetría, las pro¿Música y matemáporciones, las relatica? ¿Qué tienen que ciones numéricas ver? Mucho, tal vez entre frecuencias e todo, como explica el intervalos, el ritmo matemático y guitao las reglas de la arrrista Pablo Amster en monía. Pero quizá este concierto para la conexión más números, frecuencias profunda sea aquey relaciones aritmétilla magistralmente cas. expresada por el esComo bien se señacritor argentino Jorla en el prólogo del lige Luis Borges: "Cobro, si el universo está mo la música, las escrito en el lenguaje matemáticas puede la matemática, enden prescindir del tonces uno de sus diauniverso, cuyo ámlectos favoritos es "ese bito comprenden y que viene en paquetes cuyas ocultas leyes de cinco rayitas cruzaexploran". das por pelotas blanInsiste Amster en cas o negras, rayas y su libro que "no es signos que no tienen Pablo Amster, autor de "¡Matemática, maestro!" casual, entonces nada que envidiar a la mismísimo tango, compadrito, que numerosos teóricos de la más elegante de las ecuaciones. lógico y aritmético. Y ya nunca música hayan sido matemátiPero ¿cómo puede ser que el veserá lo mismo escuchar a Cancos y numerosos matemáticos hículo de la pasión, las emociotor o Euler, o demostrar algún se hayan interesado en la músines, el vino, las mujeres y el canteorema de Carlitos Gardel. Coca. En la antigüedad clásica, esto pueda "reducirse" a una notamo dijo otro gran matemático to era casi una obviedad, pues la ción fría y calculadora? Tal vez (Leibniz), la música es el placer música era una rama de la mateel secreto esté en considerar que que el alma humana disfruta al mática. Tal es la tradición que no se reduce, sino que se explicontar sin saber que está conproviene de pensadores del sica, se entiende para, en el font a n d o . P a r a P a b l o A m s t e r, glo IV a C. como Platón y Arquido, disfrutarla más. Entender el "cuando escuchamos una melotas, según la cual la matemática mundo y sus sonidos no es quidía rara vez pensamos en númese divide en cuatro ramas: la tarle belleza o magia, por el conros, proporciones o logaritmos. geometría, la aritmética, la astrario, nos permite disfrutarlo al Sin embargo, todos hemos oído tronomía y la música. Más tarmáximo, tanto sea en Woodsdecir que la música es matemáde, esta división fue conocida tock, en el Teatro Colón o en el tica, o que los músicos son macomo queadrivium, la denomilaboratorio". temáticos aplicados. Esto obenación se debe al filósofo romaEn este contexto, se apunta dece, sin duda, a que la música no Boecio (480-524 d.C.) quien que "las octavas, las escalas, los tiene un gran nivel de abstracestableció el estudio de estas acordes y las tonalidades pueción: más que en otras artes, se cuatro ramas como un prerreden ocupar su lugar en el mismo hace uso de un lenguaje simbóquisito para la filosofía". estante que los teoremas y los lico y un sistema de notación siLa situación cambió en el Reboleros, las demostraciones y milar a algunos de los que emnacimiento, seguramente para los ukeleles. Esta mirada tiene plean las ciencias formales. En gran alivio de los músicos (y de también sus grandes ventajas: efecto, hace ya siglos los músilos filósofos). Sin embargo, el la próxima vez que cantando cos idearon modos de escritura interés recíproco entre teóricos una que sepamos todos debaque de cierta forma se anticipade la música y matemáticos se mos pasar de la tonalidad de DO ron a las nociones modernas de mantuvo. "Vale la pena mencioa la de MI mayor, bastará subir diagramas y grafos". nar, por ejemplo, que el primer las frecuencias por un factor de Recuerda también que "más libro publicado por René Des1,259921 y a seguir el fogón cosorprendente aún es el sistema cartes no fue de matemática, mo si nada. Así, podemos tener creado en la Edad Media, preciencia o filosofía, se trató del no sólo un arte, una neurociencursor de los actuales pentagraCompendium musicae, del áucia musical (que explique qué le mas, en los que la melodía se esreo año de 1618. Otros pensapasa a un cerebro perdido en un cribe mediante un sistema de dores ilustres de la época han eslaberinto de notas y figuras), coordenadas, donde el eje X recrito e intercambiado corresuna física de los sonidos y sus presenta el tiempo y el eje Y, la pondencia sobre estos temas: el combinaciones, sino también altura. Este sistema fue inventajesuita y matemático", se conuna geometría y aritmética de la do en el siglo XI. signa en este nuevo libro. música de las esferas. O sea que En definitiva, "¡Matemática, no hay una sola musa, sino una maestro!" constituye un mateserpiente de muchas y delicioSIMETRÍA Y PROPORCIONES rial excelente, también para sas cabezas". Descartes introdujo una idea aquellos que aman la música, y Amster se mete con lo sagrado similar para fundar la geometría seguir aprendiendo día a día ■ y descubre la matemática del analítica. En cualquier caso,

La Clase Media es un tango de Discepolín Por Sebastián Chilano

René Conforti manejó su auto por la avenida Paso y subió por ella una de las lomas geográficas de la ciudad. Después de la calle Tucumán, Márquez le pidió que estacionara y por fin los dos bajaron del auto. –La belleza de esta paradoja es sublime –dijo Márquez–. En medio del barrio más caro y residencial de la ciudad se formó una villa miseria... a dos cuadras, también, del principal destacamento policial de Mar del Plata... Ahora los están reacomodando, a los pobres, claro, pero la locura debería ser respetada... René Conforti casi no lo escuchaba. Se limitó a cruzar los brazos sobre el pecho y esperar. –Mirá a tu alrededor –Márquez siguió hablando–. La mejor vista... Las casas descienden la loma dándole la espalda al mar... Si hasta se puede ver el estadio Mundialista, iluminado y todo, cuando se juegan los partidos de verano... cuarenta años y ningún equipo en primera... en fin... Ahora en serio: mirá Conforti, para el otro lado el mar y la villa... mirá, mirá... si seguimos por esta calle nos encontramos con la segunda contradicción del día, uno de los hoteles más lujosos del país, con casi seis estrellas, ¡pero con vista al Cementerio! René Conforti se apoyó contra la puerta del acompañante del auto. Márquez caminó unos pasos en el terreno baldío y luego retrocedió. –¿Estás pensando en el revólver? ¿Querés saber si te voy a pegar un tiro y dejar medio muerto, acá, en el descampado? ¿Querés saber si me hiciste enojar por ir a mi casa a decirme las palabras que nadie tiene el valor de escupirme en la cara? –No va a tardar en venir la policía a ver qué estamos haciendo –dijo René Conforti. Márquez miró a la nada. –¿Sabés qué les vamos a contestar? –No. –Que estamos planeando un asalto en la villa. Somos los vengadores de la Clase Media oprimida. Clase medio boluda, medio sorete –dijo Márquez haciendo un involuntario homenaje a Metarquía, una banda de Metal–. No debemos atacar a los ricos, ellos son nuestros dioses, nuestros modelos a seguir. Debemos dominar a los pobres, porque ellos sí son nuestros competidores. –Estás loco, Márquez, pero no creo que tanto como para dispararme... yo me voy. René Conforti dio vuelta al auto y se subió. Puso las manos en el volante, pero no arrancó. Vio cómo Márquez iba y venía y al final se subió al asiento del acompañante. Se quedaron en silencio. Ninguno de los dos habló por unos minutos. Un patrullero pasó lentamente junto a ellos y los policías los miraron. René Conforti bajó la vista, pero Márquez les sonrió. El patrullero siguió su camino. –¿Sabés por qué no te fuiste? –habló Márquez–. ¿Por qué te quedaste a esperarme? –No. –Porque en el fondo sos como yo, Conforti. –No. –Sí. Lo sabés. Vos no fuiste a casa a decirme que dejara de escribir pavadas que no representan el espíritu del Instituto ni de sus “famosas” investigaciones, vos fuiste porque pensás como yo. Somos iguales. Estás harto de la mediocridad basada en la evidencia. Alto de la demostración estadística, del intervalo de clase, del odds ratio y la p significativa. ¿Pero sabés qué pasa? Mejor seguí con todo ese “empirismo mágico” porque en el mundo exterior pasa lo mismo. Eso es lo que trataba de decirte... y vos no querías escucharme, o no necesitabas escucharme, porque lo sabés... ¡Lo único que nos faltaba ya se cumplió: hasta el Diablo es ministro de economía! ¡Hasta el Diablo está desorientado y no sabe cómo ayudarnos! Porque hoy por hoy la realidad fuera de los centros de atención, los institutos, los laboratorios, es igual de irreal. ¿No escuchaste lo que dije? La sociedad no tiene solución... Ni Dios, ni el Diablo, ni la Ciencia podrán salvar al hombre... por eso construimos pastores, curas y sanadores televisivos, por eso traemos al Diablo a la política, por eso buscamos en la Ciencia respuestas que no puede darnos... mientras tanto en el medio del barrio más rico sale un grano de pus, las luces del estadio se iluminan en verano para recordar lo mediocres que somos el resto del año y enfrente del hotel de lujo está el cementerio para recordarnos dónde vamos a parar. Márquez se quedó callado, a la espera de una respuesta. –Mejor te llevo a tu casa –dijo René Conforti–. Porque en cualquier momento te ponés a cantar un tango de Discépolo ■

Las 8 preguntas para Darwin Manuel

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¿Qué situación de su vida cotidiana encontró reflejada con sorpresiva exactitud en un libro, una película, una canción o cualquier otra obra de arte?

-Siempre dije: Alcanzamos la plenitud de la sabiduría segundos antes de nuestra muerte. Semejante a lo dicho por Sábato en "Un dios desconocido" capítulo de "Sobre héroes y

tumbas": "Cuando empezamos a aprender este difícil oficio de vivir, ya tenemos que morirnos".


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A 100 AÑOS DEL NACIMIENTO DEL ARTISTA

Redescubriendo a Luis Seoane Una entrevista realizada a la historiadora del arte Silvia Dolinko revela la importancia de la obra de Seoane, un pintor, poeta y ensayista español que vivió en Argentina y luchó contra el fascismo.

un lenguaje modernista, son rasgos que también atraviesan toda su producción”, afirma Dolinko con interés. RELACIÓN CON BERNI

Por Verónica Meo Laos

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ste año se cumple un siglo del nacimiento de Luis Seoane, pintor, poeta y ensayista descendiente de españoles que nació en Buenos Aires el 1 de junio de 1910, regresó a Galicia a los seis años y volvió a la Argentina como exiliado en 1936 tras el estallido de la guerra civil española. Comprometido con el galleguismo, se gradúa en Derecho en la Universidad de Santiago de Compostela en 1932, dos años después de su primera exposición pictórica en la sala de Amigos del Arte donde expone una serie de relatos y caricaturas de personajes del lugar. No obstante, ya a comienzos de la década de 1930 había ilustrado un libro de varios amigos suyos, entre ellos Alvaro Cunqueiro. La guerra civil española lo obliga a marchar hacia el exilio. Provisto de documentación falsa logra cruzar la frontera de Portugal y embarcarse en Lisboa rumbo a Buenos Aires, que en aquella época era una auténtica metrópolis periférica receptiva de los nuevos lenguajes artísticos. Pero al llegar a Buenos Aires es detenido por haber desertado del servicio militar obligatorio dado que no había renovado la prórroga, ello obliga a que Maruja, su novia, viaje de Galicia para casarse. La profusa actividad cultural y artística que desarrolla el artista gallego en nuestro país es materia de análisis de la historiadora del arte Silvia Dolinko que se acerca a la obra de Seoane atraída, fundamentalmente, a partir de la investigación que lleva adelante sobre grabado e imagen impresa. Es que para acercarse al universo de un artista e intelectual múltiple como lo fue Seoane, es necesario el abordaje múltiple. De qué otra manera, de lo contrario, es posible dar cuenta de una figura que se movió con comodidad tanto en sus proyectos culturales, artísticos o en el compromiso militante contra el fascismo. A tal fin, la investigadora y docente coordinó las “Jornadas Luis Seoane (19102010), Imágenes y palabras para un proyecto moderno” que se llevaron a cabo en la Casa de la Cultura del FNA entre el 22 y 23 de setiembre y se hace un recorrido relativo a cómo se acerca a la obra de Seoane y cuál fue su evaluación al respecto. Según Dolinko a Seoane llega particularmente por su investigación sobre grabado e imagen impresa. “No fue en verdad un descubrimiento que tuve que hacer -sostiene- ni un recorrido demasiado complejo hasta llegar a su obra: ya de entrada, cuando empiezo a trabajar sobre grabado de los años sesenta (allá por el año 1997), el nombre de Seoane aparecía como clave de un proceso de renovación de la gráfica en esos años”. Su investigación se centraba en las relaciones entre tradición y experimentación, y en este sentido, las experiencias de Seoane con la xilografía (y su inclusión del collage, por ejemplo) resultaban centrales. A partir de aquel primer interés o motivación, comenzó a indagar hacia su producción anterior, siempre des-

de la gráfica, y estudiando su labor como editor de revistas, sus ilustraciones y diseño en publicaciones a su llegada a la Argentina, y especialmente desde los cuarenta. La profusa actividad que Seoane realiza en editoriales y revistas, entre ellas Correo Literario, es abordada por Silvia Dolinko en el marco del grupo de investigación de la Universidad de Buenos Aires, Ciencia y Técnica (Ubacyt). No obstante, la investigadora ya venía indagando en el tema desde su tesis doctoral en la cual profundizó en el estudio del trabajo editorial que llevó adelante Seoane en Eudeba en el marco del "boom" de los sesenta, y especialmente en relación con los proyectos de "democratización" o popularización del arte, que ya había comenzado a investigar y adelantado algo en su libro Arte para todos. ¿Por qué, habiendo sido un artista polifacético, Dolinko decide abordar el trabajo de Seoane en la gráfica? Porque, a partir del trabajo con la gráfica, encuentra en Seoane un artista e intelectual polifacético, una notable coherencia de su "proyecto creador", en términos de Bourdieu. “En distintos soportes, momentos, proyectos, él mantuvo un proyecto por un arte plural, múltiple, público (el caso de sus murales en Buenos Aires), y comprometido con su ideario antifascista. A la vez, los diálogos que establece entre tradición y experimentación, entre un imaginario localista (gallego o argentino) a través de

La autora de Harry Potter recibió el premio "Hans Christian Andersen" Joanne Rowling, creadora de la exitosa saga de Harry Potter, recibió la semana pasada en la ciudad danesa de Odense el premio Hans Christian Andersen por sus siete volúmenes sobre las aventuras del aprendiz de mago. La distinción, dotada de 93 mil dólares, fue entregada a Rowling por la princesa María de Dinamarca en la ciudad natal de Andersen, 205 años después de su nacimiento. "Andersen nos dejó personajes eternos, indestructibles. El patito feo, la sirenita, la reina de las nieves y el desnudo emperador.. y aunque los personajes de Harry Potter no son comparables... fue muy doloroso dejarlos tras 17 años", dijo la escritora al recibir el galardón. El danés, fallecido en Copenhague en 1875, y la británica nacida en Yate en 1965, empezaron a escribir en condiciones muy modestas: uno como hijo de un pobre zapatero y la otra como madre soltera que recibía ayuda social en Edimburgo. Ahora que tiene millones de lectores, Rowling afirma que el universo `harrypotteriano´ le sigue pareciendo "su propio reino privado". "No puedo evitar volver allí de vez en cuando y mirar qué están haciendo las personas que aún viven", señaló sobre su finalizada saga. El premio literario Andersen fue fundado en 2005 como parte de las celebraciones del bicentenario del nacimiento del escritor ■

¿Qué otros nombres fue encontrando la historiadora del arte en su investigación? Una relación de interés que pudo establecer, si bien en verdad ellos casi ni tuvieron contacto entre sí, es con Antonio Berni, a partir del mutuo interés por la experimentación gráfica, su renovación y, específicamente, el uso del collage en la xilografía. “Aun cuando cada uno utilizó este recurso de manera particular y de acuerdo a sus particulares intereses estéticos, hay allí una confluencia de intereses”. En efecto, Seoane comienza a incorporar el collage en la xilografía a fines de los años cincuenta, hacia 1958; Berni en 1961. “Ambos forman parte del circuito de avanzada porteño”. Asimismo, la trama del exilio gallego en la Argentina y las redes de solidaridad intelectual es una matriz que Dolinko considera necesaria para leer a Seoane en la Argentina, sobre todo en los cuarenta. Entre los argentinos: José Luis Romero, Jorge Romero Brest, Alberto Girri, son nombres relevantes. Pero otros exiliados comparten con él proyectos en esos años, entre ellos: Grete Stern, Lorenzo Varela, Arturo Cuadrado, Attilio Rossi. Y también resulta notable el espacio otorgado en sus publicaciones a jóvenes por ese entonces desconocidos, como Julio Cortázar publicando en Correo Literario en 1944. Con respecto a la trama de relaciones de Seoane en la Argentina que fue el recorte teórico que hizo Dolinko afín a su investigación, para ella fueron sumamente importantes dos personas que le ayudaron mucho a aproximarme a Seoane: Albino Fernández, organizador del Club de la Estampa de Buenos Aires en los años sesenta, que conoció y editó a Seoane, y también Emilio Ellena, editor rosarino radicado en Chile en 1964 -responsable de la publicación del Bestiaron en 1965- que le habló mucho del artista. Y que en 2006 la convocó a publicar un libro en el Centro Cultural de España en Chile. Finalmente, con respecto a las Jornadas Luis Seoane en el Fondo Nacional de las Artes, en las que participaron, entre otros: Fernando Devoto (Instituto Raviganani, UBA), Hernán Díaz (UBA – Centro de Investigación Ramón Suárz Picallo), Mariela Tilve Rouco (Fundación Xeito Novo de Cultura Gallega), Cecilia Belej (UBA), Talía Bermejo (Conicet- UNTREF), Ramón Villares (Universidad de Santiago de Compostela) y la propia Dolinko, la evaluación de la responsable es muy positiva dado que -afirma- no sólo asistió una importante cantidad de público, sino que entre la multiplicidad de invitados hubo gente que se acercó a descubrir al artista gallego, sin tener demasiada idea de su figura o su carrera. “Este era otro objetivo del encuentro: echar luz sobre una figura importante pero que tal vez no tenga en la actualidad el justo reconocimiento o valoración”. Desde la multiplicidad de miradas, las jornadas del FNA intentaron reproducir la diversidad de intereses que caracterizó a la producción de Seoane. Qué mejor oportunidad que el centenario del nacimiento del artista para revisar su obra, sus aportes, su inscripción en el campo cultural del siglo XX a la luz del bicentenario. “Desde su doble condición de hijo de inmigrantes y de exiliado, la historia de Luis Seoane nos habla también mucho de nuestra propia historia” ■

Las 8 preguntas para Darwin Manuel

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¿De qué lugar, personaje común o circunstancia en general que ofrece Mar del Plata se apropiaría para incorporarlo como pasaje central de alguna de sus

obras? -Nuestro mar, costanera, mansiones o cualquier casa o motivo que sorprenda. Tal es así que el Museo Castagnino

sirvió en el inicio y parte del desarrollo de mi novela "Después de esa noche".


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Operativo siesta (fragmento)

DIARIO DE LECTOR

Leer escribiendo

(fotografía de autor)

Por Marcos Aguinis ciudades invisibles, en el que Marco Polo le describe al Gengis Khan la ciudad de Tamara, una ciudad escondida bajo una apretada El lector que escribe un diario no pudo envoltura de signos, donde “el ojo no ve coresistir la tentación. La cadena de casualisas sino figuras de cosas que significan otras dades había sido demasiado aún para ese cosas”. tipo de agnóstico crédulo al que perteneQue la red sea el eje de toda la estructura ce, sin dudas. Todo había comenzado con de la novela hace que al lector que escribe un una … ¿cómo llamarla? ¿discusión? ¿se diario le resulte totalmente coherente con puede llamar “discusión” a lo que aconteuna afirmación de Calvino que aparece en el ce dentro de la cabeza de uno, monólogo a prólogo de la edición de su traducción espamedias con la hoja en blanco que se abre, ñola: a veces, para parir una idea? Retomando, el objeto de la lectura que está en el centro entonces, todo había comenzado con la de mi libro no es tanto ‘lo literario’ como ‘lo cuestión de los libros largos que se venden novelesco’, esto es un procedimiento literacomo pan caliente. Contrasentido de la rio determinado (…) que se basa en primer época de los fragmentos, el vértigo perpelugar en la capacidad de sujetar la atención tuo y el llame ya. Para aportar algo a la con- Italo Calvino, autor de "Si en torno a una trama, en continua espera de fusión general, cayó en sus manos Si una una noche de invierno un lo que va a ocurrir. noche de invierno un viajero, de Ítalo Cal- viajero". Red y trama tienen un inocultable parenvino: primeras líneas y helo aquí leyendo sobre la imposibilidad de las novelas extensas en estas épo- tesco semántico, como lo tienen tejer y urdir. Como lo tiecas. El lector que escribe un diario escribió lo suyo, luego de nen urdimbre e intriga. Y como lo tienen texto y tejido, que esta primera línea y de esta primera coincidencia. Y des- es de eso, en definitiva, de lo que estamos hablando. pués, decíamos, no pudo resistir la tentación y siguió adeMODOS DE LEER lante. Y allí sucedió todo lo demás. No hay que olvidarlo: este libro es sobre el lector, lo que Si no fuera por la vieja costumbre de firmar y fechar los libros -una suerte de toma de posesión, de fe de bautismo, de Calvino llama el lector medio: El natural destinatario de lo “novelesco” es el “lector meanclaje en el fluir de ese tipo particular de vida que es la lectura- el lector que escribe un diario podría haber jurado que dio” y por eso quise que fuera el protagonista del Viajero. nunca leyó esta novela. Aclarando: recuerda haberla leído, Protagonista doble, pues se escinde en un Lector y una Lecrecuerda que le ha gustado, recuerda haberla recomendado tora. Cómo leen los que leen ha sido una preocupación del leccalurosamente, recuerda la estructura de diez comienzos de novelas y otros datos más del argumento y, sobre todo, tor que escribe un diario. Es decir, desde que se decidió a esrecuerda con afecto el sabor que le dejó todo eso pero se di- cribir sus lecturas, el lector que escribe un diario no dejó de ría, ahora que volvió a sumergirse en ella, que está ante un plantearse si todos los lectores leerían como él. Con el conlibro nuevo, virgen. Reconoce sus anotaciones, sus subra- secuente temor inconfesado e inconfesable de no saber si yados. Y es más: concuerda con el lector que fue antes en estaba “leyendo bien”. Porque más allá de lo que lógica y raque lo subrayado es lo que vale la pena subrayar y en que lo cionalmente cualquiera puede decir -que quién decide qué anotado al margen es lo que vale la pena anotar al margen. está bien y qué está mal; que después de todo el lector que Pero lee inauguralmente, como si nunca hubiera leído, sin escribe un diario es un lector y no un catedrático, o un proque sea posible hallar en estas afirmaciones, restos de metá- fesor de secundaria, o un maestro de primaria, ni siquiera fora, analogía, símil o paralelismo. ¿A dónde van los resul- un coordinador de talleres literarios ni todas esas autoridatados de las lecturas que no van al recuerdo pero tampoco al des- al lector que escribe un diario le pesa el no saber. Esa coolvido?, no puede sino preguntarse el lector con el libro en sa que trae consigo la soledad de la lectura y el aislamiento en que vive este hombre que no tiene mucha gente alredela mano. Y, harto de darle vueltas a la cosa, se lanza en medio de la dor con la que conversar sobre libros. Y que si tiene, serán marea que viene a arrastrarlo, en segunda persona, invo- los que le preguntan si leyó la última novela de moda, la de cándolo directamente. Y se hunde, bien hundido ya, en la la película aquélla, la del señor que sale en la tele. Pues ya sabemos que el lector que escribe un diario es poco dado a las novela del lector y la lectura. novedades, más allá de alguna que otra claudicación, que tampoco es un anacoreta cultural. EN EL PRINCIPIO ERA LA RED Por eso, la alegría del lector tiene que ver con que en este Todo parte de la confusión y la confusión es la razón de ser de esta novela: un lector cualquiera, el Lector, mejor di- libro se habla de los modos de leer: los legítimos y los verídicho, compra una novela, comienza a leerla y, cuando ya ha cos, los lícitos y los culposos, los deseados y los reales. Los empezado a tomarle el gustito, todo se interrumpe: como vericuetos de la mente que lee, los del cuerpo que lee y la alun disco rayado, el volumen mal compaginado comienza a ternativa, incluso, de leer el gran libro mundo. La lectura aparece, lejos de mistificaciones de maestro en repetir páginas anteriores hasta completar lo que su nombre indica: el volumen -geométricamente hablando- de un feria de libro, con toda su materialidad, por ejemplo, en el libro. El Lector concurre a la librería, frustrado, para devol- hecho de cortar las páginas pegadas, porque “los placeres ver el malescrito y pedir la restitución de un ejemplar como que reserva el uso del abrecartas son táctiles, auditivos, vila gente. Y ésa será precisamente toda una cuestión: ¿qué es suales y sobre todo mentales”. Nada más claro para explicar un libro como la gente, un libro bien escrito, bien termina- que el abrirte paso a filo de espada en la barrera de las hojas do, de pe a pa, como quien dice? En lo absurdo de estas -en se asocia con el pensamiento de cuanto la palabra encierra apariencia- simples y lógicas preguntas Calvino teje una y esconde: te adentrás por la lectura como por un tupido teoría -¡qué disparate! ¿Teoría? ¡Si se trata de una práctica!- bosque. En ese bosque y con esa actitud militar, el Lector se adende la lectura. Rebobinemos: éste no es para nada un libro confuso. Es tra en laberintos de lecturas: principia con la universidad y un libro impecablemente construido, atado en sus nudos la academia, ridiculizadas en los seminarios que organiza más pequeños, organizado, medido y estructurado. Por- Lotaria, donde importa más encontrar lo que ya se sabe que que, cree intuir el lector que escribe un diario, el libro habla buscar lo que no se encontrará nunca. Pero aún allí, están de la red que constituye la vida, mirada desde esa estructura los lectores escribiendo sus versiones: la lectura se transforelemental biológica que es la proliferación de sentidos. Y ma rápidamente en escritura cuando se comenta, se propouna red podrá tener una malla más o menos tupida, pero de ne, se dice a partir de un texto. Porque en algún momento, cada nudo partirán los hilos hacia otros nudos, sin confu- viendo las paredes de la universidad escrita, el Lector -o el narrador, o vaya a saber qué entidad estructural- piensa en sión. Entonces, lo primero que asoma es la red, la red que se te- los cavernícolas que sentía necesidad de hacer (inscripcioje de hilos que llegan a este nudo, a este particular sitio que nes) sobre las frías paredes de las grutas para señorear su anes la línea que ahora leo, la página que ahora doy vuelta, gustiosa extrañeidad mineral, familiarizarlas, verterlas en proveniente de vaya a saberse qué nudo distante, a través su propio espacio interior, anexarlas a la fijeza de lo vivido. de qué ignoto derrotero. Una red que el lector que escribe Y es en esa frase que el lector que escribe un diario siente la un diario recuerda en otro relato del mismo autor, el de Las justificación de su modo de leer, escribiendo ■ por Gabriela Urrutibehety

E

rnesto y Joaquín emergieron en el extremo de la ruta arrastrando sus mochilas. Llegaron frente a la solitaria estación de servicio y se derrumbaron bajo un árbol inmóvil. Desprendieron las correas, intercambiaron cigarrillos, apantallaron el calor. La siesta ardía. Al mismo tiempo un hombre calvo con overol azul salió de la oficina y se instaló bajo el alero de la estación de servicio en un banquito de tres patas. Sacó una revista, mojó la punta del lápiz en su lengua y se concentró en las palabras cruzadas. Le sobraba tiempo: el tránsito había decaído en esta ruta provincial desde que se habilitó la nueva carretera nacional, varios kilómetros al sur. Había sido largamente proyectada y más largamente debatida; su construcción --dicen-- benefició al país y a los bolsillos de varios ministros. No se benefició el pelado vestido de overol que fruncía los párpados y apretaba los dientes. Claro, pensaba: no era un político. Según él, ni siquiera benefició al país, porque la ruta provincial quedó librada al abandono, perjudicando campos y pueblos. Puteó a las perdices, los ministros, el calor y la universal peperina. El cielo blanco quemaba. Ernesto y Joaquín palparon sus armas, decididos a consumar el robo. Paciencia: virtud esencial. Se corrieron unos centímetros tras la sombra. Los rayos perforaban el enramado y en el suelo se formaban monedas amarillas. El pelado levantó de nuevo los ojos: estaba intrigado con esos mochileros que pretendían hacer dedo con este sol y en esta ruta. Levantó el banquito y se reintrodujo en la fresca oficina. Joaquín estrujó el paquete de cigarrillos y lo tiró a la sartén del pavimento. Bostezó. Por ahí no pasaba ni un beduino. Terminarían asaltando al pelado y robándole la bicicleta. Se durmieron. Una hora, dos, el trayecto incomputable de una siesta canicular. La fatiga de la jornada anterior —y de la noche pergeñando planes— les ablandó los músculos y aclaró la piel. Algunas torcazas se aventuraron a saltar sobre la ruta incandescente y vacía. Por fin la tarde arrimó una brisa. Joaquín tuvo un sueño repugnante al principio; después el aire refrescó la humedad de su cabello alejándolo del horror. Ernesto se despabiló de golpe, tenso; aferró el brazo de su compañero. En la punta del camino guiñaba algo, un auto tal vez. Joaquín se frotó con rabia los párpados, colocó la mano como visera y corrigió: es una rural. No, un auto, insistió Ernesto. Una camioneta, gritó Joaquín, una camioneta, segurísimo. Creo que tenés razón. Ernesto inspiró el aire dotado ya de cierta fragancia y palpó su revólver. Yo haré señas con el dedo; poné cara de circunstancias. Alzaron las mochilas. Ernesto salió del círculo de sombras y lo emblanqueció la luz. Movió la mano con el pulgar extendido: maniobra universal, implorante. La bajó al notar que la camioneta iba frenando y desviándose hacia los surtidores de nafta. Ambos se palparon las armas ocultas. ¡Atentos! El de overol salió de la oficina limpiándose migas de pan. El conductor de la camioneta bajó, trastabillando, ventilándose la camisa. Por la otra portezuela salió una mucha-

EN NOVIEMBRE APARECERÁ UN "TODOS LOS CUENTOS"

La otra cara de Aguinis "Escribir un cuento muchas veces equivale a jugar, a divertirse, a ordenar la vida de un modo distinto a como la vida se presenta", así definió el escritor Marcos Aguinis a su labor como cuentista, una tarea algo desconocida para sus seguidores. Estos cuentos, justamente recuperados en el libro "Todos los cuentos" que aparecerá en noviembre editado por Sudamericana, revelan otra faceta de sus habilidades como narrador. Su dominio de la forma breve queda de manifiesto por la hondura en la elección de los temas, la sutileza en el tratamiento de las personalidades, la inteligencia y precisión en el tejido de relaciones y la urdimbre de intrigas. Nacido en Córdoba y reconocido novelista y ensayista, Aguinis se vale de la ironía para generar humor, lo que muchas veces obliga a la diversión y a soñar alternativas que enaltecen la frágil condición humana. A continuación, LA CAPITAL anticipa un cuento de este flamante libro todavía no aparecido en las librerías argentinas ■ Tapa del libro de Aguinis que revela otra faceta del escritor. cha con anteojos de sol. El pelado enchufó la manguera. Al rato contestó la pregunta señalando dónde los hombres y dónde las mujeres: antes esta ruta fue importante y las instalaciones, de primera, agregó con prescindible orgullo. El hombre caminó rápido hacia su objetivo. Ella hizo un rodeo: miró la camioneta, al pelado cargando nafta, tragó saliva, después se alejó. —Van de camping —musitó Ernesto. —Ahora van a mear —precisó Joaquín. El pelado sacó la manguera y cerró la boca del tanque. Llenó con agua el radiador. Empapó un trapo gris y se puso a limpiar el parabrisas. —¿Ya? —se impacientó Joaquín. —¡Ya! Sus zapatillas cachetearon el asfalto. El pelado limpiaba esmeradamente los fragmentos de mariposas estalladas contra el parabrisas; giraba su brazo sobre el vidrio y no comprendió cómo había aparecido la cara de un mochilero junto al volante. Espejismo del calor. Enseguida su cinturón lo arrastró hacia atrás, un ladrillo suelto en la explanada, o tal vez un poste caído, porque tropezó, cayó sentado, se nubló el cielo o un sombrero le tapó la nariz, qué carajo es esto, oyó el motor de la camioneta, nadie pagó un peso, un asalto. ¡Eh, eh!, gritó el conductor emergiendo con prisa del baño, los dedos enredados en la bragueta, el pelado había caído en un charco de aceite, la puta que los parió, la camioneta rechinó dolorosa con el cambio de marcha, culebreó con riesgo de volcar, sus neumáticos dejaron huellas en el asfalto y después se achicó tras una plateada estela de humo. ¡Policía! ¡Policía!, gritó la mujer, el pelado se sacudió el overol embadurnado, el hombre tenía la bragueta sin prender aún, ella soltó un llanto progresivo e hipante, él exigió al pelado atónito: haga algo, el pelado le mostró sus manchas negras y sus ojos perplejos, la estación solitaria, una bandada de torcazas regresando al pavimento, los tres desamparados, mientras Ernesto y Joaquín perforaban la ruta llevando júbilo en el corazón. Y en la camioneta, una pesadilla. Rosendo tenía buenos motivos para triturar maldiciones. Hacía cuatro años que no se tomaba un descanso, precisamente desde su viaje de bodas. El laburo, juntar los pesos, guardarlos en la Caja de Ahorros,

terminar de amoblar la casita, comprarse la camioneta. Faltaba el hijo, únicamente. Al principio Gladis tomó píldoras recetadas por un ginecólogo de confianza, pero después quiso embarazarse. Un mes, dos, seis... nada. La suegra atribuyó el inconveniente a las pocas relaciones sexuales. Rosendo trabajaba todo el santo día y llegaba con más deseos de abrazar la almohada que a su mujer. Es necesario tomarse unas vacaciones. No, replicaba Rosendo, con el adicional me pondré al día con las deudas. Pero la preocupada suegra no cedía, enloqueciendo a su hija con los abrumadores ejemplos de matrimonios estériles que fructificaron durante las vacaciones. Encima de no ganar dinero, tendré que gastar en hotel, nafta y los estúpidos recuerdos serranos, protestaba Rosendo, y esa noche se esforzaba por demostrar a Gladis que también podía hacerle un hijo en su casa. Pero doña Concepción —la suegra— llegó un día con la noticia: había comprado una carpa. ¡Mamita!, se retorció Gladis los dedos. Sí, una carpa con piso impermeable, cierre relámpago, toda de color amarillo, alegre, para gente joven como ustedes. Gladis se colgó de su cuello. Rosendo se conmovió también, algunas suegras son generosas evidentemente, dijo gracias, y pensó que ya no tenía escapatoria: este verano deberé renunciar al adicional. Le quedaba la perspectiva de que Gladis quedara encinta antes de partir, entonces el médico o las vecinas o incluso doña Concepción recomendarían permanecer en casa porque el cambio brusco de clima o las irregularidades del camino podrían hacerle daño. Una perspectiva remota, sin embargo, porque doña Concepción no habría invertido buena parte de sus ahorros en una carpa con piso impermeable, cierre relámpago y rabioso color amarillo para guardarla en un ropero. Y remota, además, porque las noches se sucedían y Gladis no se embarazaba, aunque Rosendo, por demoledor que fuese su cansancio, había jurado asumir la obligación inexcusable de no rendirse al sueño antes de proveer a su mujer una cuota diaria de esforzado semen, obligación que cumplía aunque se le acalambraran

los riñones. Gladis opinó que su madre debía acompañarlos. Doña Concepción rehusó porque la carpa es para gente joven, vayan ustedes, diviértanse solos, no quiero molestar. Pero mamá, nunca molestás (vamos, Rosendo, apoyame). Es cierto, doña Concepción, usted jamás molesta. ¿Viste, mamá?, Rosendo quiere que vengas, te hará bien al corazón. Sí, suegra, venga nomás. Pero la mujer se preguntaba si con su presencia no malograría el objetivo santo y verdadero del viaje. La carpa es cómoda, mamá, caben cuatro personas y nosotros somos apenas tres. Tres, sí, pero sin divisiones internas. Para qué, mamá, Rosendo puede cambiarse afuera. Hija... cambiarse sí, pero... No se preocupe, doña Concepción, dijo Rosendo, encontraremos la forma de arreglarnos. Y en un breve aparte confió unas palabras a su mujer. Gladis lo miró con dulce reconocimiento, abandonó su carita a una alegría seráfica y corrió hacia la madre que aprovechaba el angosto interregno para ordenar mejor el guardarropa. ¡Mamá, mamá!, no hay problema, y bajó el volumen de voz: la siesta, vos no dormís la siesta, nosotros sí, ¿me explico? Doña Concepción levantó las cejas, balanceó los hombros, entonces podría ser, y aceptó. Al quinto día de haber acampado en las sierras de Córdoba junto a un río de aguas claras, Rosendo empezó a sentirse feliz. Había olvidado sus obligaciones y también la regular acumulación mensual de ahorros. Se despertaba con el fresco de la aurora. El aire grávido de perfumes silvestres se le metía en los huesos. Recogía agua del río melodioso y la ponía a calentar. Luego cebaba mate. Le causaba placer alcanzárselo a Gladis y a doña Concepción que remoloneaban hasta avanzada la mañana. Se sentía libre, fuerte, completo. Después salía a caminar o pescar. La carpa amarilla bajo el frondoso sauce abrigó siestas eróticas como no había experimentado jamás, ni siquiera en sus aventuras pre-

vias al matrimonio. Gladis estaba más apetitosa, él más sensible, retozaban olvidándose de que lo hacían para engendrar un hijo. Doña Concepción sazonaba la comida para complacer el paladar y ayudar a la potencia de su yerno; ella no podía dejar de serles útil. Rosendo y Gladis, agradecidos, le recordaban que no debía hacer esfuerzos, que el corazón, que los medicamentos. Y la pícara suegra sonreía confiando en la pimienta, el maní y las nueces que había traído en suficiente cantidad para que las siestas no fueran un vil desperdicio, total el esfuerzo lo hacía Rosendo, aunque a decir verdad, ella también hacía fuerza durante las siestas, mentalmente por supuesto, para que el semen saliera en chorros calientes y abundantes, inundara el vientre de su Gladis y la fecundara como merece, pobrecita. Rosendo destapó el vino tinto. Con pescado deberíamos usar vino blanco, opinó Gladis. Es lo mismo, replicó Rosendo; además éste lo enfrié en el río junto a las piedras de la orilla, está a punto. Y yo hice una salsita picante que bajará mejor con tinto, apoyó doña Concepción acercando la olla coronada de vapor. ¡Formamos una sociedad perfecta!, se exaltó Rosendo: yo pesco y usted cocina. ¡Arriba las copas! Mamá, tomá poquito, ¿por qué no le mezclaste el vino con soda, Rosendo? Dejala tomar vino como la gente, está más sana que yo, ¿verdad, suegrita? Doña Concepción dijo coman, coman que se enfría. El sol se detenía sobre la copa del sauce y con él se detenía todo: el aire, las hojas, los insectos. El calor ardiente secaba la ropa tendida sobre las piedras. El pescado y la salsa llameante desaparecieron de los platos. Rosendo se repantigó sobre la silla plegadiza mientras las mujeres recogían el mantel y lavaban la vajilla campestre. Después doña Concepción se acomodó en la perezosa, colocó cerca la radio, dos ovillos de lana y las agujas para tejer. Rosendo bostezó y siguió a Gladis, que ya había entrado en la carpa. Los besos rezumaron el calorcito de las hierbas que se mezclaron en la salsa, verdadero filtro de amor. Afuera la madre empezó a cruzar las agujas y adentro la pareja a cruzar abrazos, muslos, labios. Afuera se deseaba que la unión diera fruto y adentro que diera goce. La madre pensaba en la fertilidad, los hijos ya estaban dejando de pensar. En la carpa amarilla se agitaba la sangre, se electrizaban los nervios, se incendiaba la piel; afuera se excitaba la impaciencia, la obsesión. Y en rara telepatía la fuerza de adentro se sintió afuera. Rosendo y Gladis se contraían en la flecha voraz del deleite mientras doña Concepción se paralizaba en un espasmo colaborador: ¡que sea, que sea!; comprimía sus manos, su boca, la desbordaba una plegaria. Los chorros calientes de la fecundación regaron la intimidad de la flor mientras la resolana de la siesta bendecía el campo quieto. Gladis y Rosendo se desprendieron exhaustos. Doña Concepción dejó caer las agujas y el tejido a medio hacer. Un gorrión la miró extrañado, picoteó en la rama, la volvió a mirar y confianzudamente aterrizó en su hombro, como si fuera una estatua ■

Las 8 preguntas para Darwin Manuel

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¿Cuál es el mejor diálogo que recuerda entre dos personajes de ficción?

Tenerife, belleza e interrogantes Por Alberto Natali

Hace muy poco tiempo que he regresado de Tenerife, la mayor de las islas del archipiélago canario. He tenido la satisfacción de visitar esta isla por segunda vez en cinco años y al momento de pisar ese suelo volcánico se producen en mí sensaciones de bienestar general, tanto físicas como anímicas, inexplicables e indescriptibles. Siento en mí la sensación de flotar, como si el cuerpo tratare de elevarse, la mente se obnubila y comienzan a brotar en mí pensamientos y reflexiones sobre la vida y el porqué de nuestra existencia. Es un estado de bienestar total, lleno de armonía y felicidad que me retrotrae hacia mi interior en lo más profundo del corazón y que no lo he experimentado en otros lugares del mundo. El suelo de Tenerife constituido por capas de cenizas, rocas volcánicas y bloques de lava ha sido horadado por profundos cráteres que se han mantenido inalterables durante miles de años. La acción del viento y del agua ha erosionado las montañas formando espectaculares esculturas de piedra de extraordinaria belleza. En el centro de la isla se encuentra el volcán en actividad, El Teide, que ha tenido sucesivas erupciones y que hoy en día se mantiene con alta actividad, observándose las fumarolas de su cráter sumital. Este volcán culmina con un cono de color claro cuyo cráter tiene 80 metros de diámetro y su altitud es de 3.718 metros, máxima altura del archipiélago y de España toda. A medida que uno sube hacia el volcán encuentra paisajes exóticos que parecerían de otro planeta, tal es así que en la Montaña Blanca al pie del último tramo a 3.200 metros se han filmado dos películas futuristas de la conquista del espacio. Esos paisajes de extrema belleza, lleno de colorido, sus cráteres y canadones que las lenguas de lava han dejado en su camino hacia el mar, me han dejado profundamente impresionado y he querido reflejar dicha sensación en estas imágenes y transmitir toda la magnificencia de ese lugar tan inhóspito pero lleno de belleza y de interrogantes ■

Las 8 preguntas para Darwin Manuel -Hay muchas frases felices, ingeniosas o mordaces, difícil elegir una, de tantas que vuelan en mi mente, pero siempre

tengo presente. Según las circunstancias. Creo que resuelve muchos problemas.

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Si le permitieran ingresar en una ficción y ayudar a un personaje, ¿cuál sería y qué haría?

-Me gustaría ayudar a Morel (La Invención de Morel, de Adolfo Bioy Casares) en su desesperación por el

amor perdido.


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C U LT U R A

Balestena reeditará su primera novela, "Ocurre al otro lado de la noche"

Grandes libros, pequeños lectores

"PINCEL Y PAPEL", de Adela Basch, Bs. As., Ediciones Abran Cancha (2008). Ilustraciones de Valeria Cis. Colección Letras de cambio. Por Raquel Piccio Integrante de la ONG Jitanjáfora ¿Puede la palabra “banco” convertirse en la palabra “luna”? ¡Sí! Pincel y papel nos lo confirma. Se trata de un libro en el que se narran pequeños sucesos protagonizados por algunas letras y por una niña que, desde las imágenes, está presente en todas las páginas. La historia comienza en el “banco” de una plaza. Un pajarito deja caer la letra “ele”; entonces, la palabra “banco” se transforma en “blanco”… De esta manera, se suceden palabras -y pequeñas historias- que aparecen encadenadas entre sí porque van modificándose unas a otras. Se trata de un libro en el que se produce una interesante articulación entre el texto lingüístico escrito- y la imagen. Se combina la prosa en rima -este último, recurso característico de Adela Basch- con bellísimas y coloridas ilustraciones de Valeria Cis. Desde la escritura, surgen las letras, inquietas, movedizas, que proponen al lector participar del juego con los significados de las palabras, a medida que éstas van modificándose página a página. Al mismo tiempo, las imágenes intervienen activamente

en la historia, ya que invitan al lector a descubrir -y a anticiparlas nuevas palabras que se van creando… Pincel y papel permiten al lector acercarse a la magia de las palabras, participar del juego que éstas nos proponen y descubrir las maravillosas posibilidades creativas que nos brinda la escritura. Otro título de esta colección: Todo en tren. ENCUENTRO CON SILVIA SCHUJER Un taller sobre las distintas concepciones de la infancia y un encuentro con la escritora Silvia Schujer son las actividades que organizó para el sábado próximo la Asociación civil Jitanjáfora. Ambas propuestas, que se desarrollarán en el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos (Hipólito Yrigoyen 1549), brindarán un espacio para la reflexión y el encuentro con los textos. La charla "Imágenes de la infancia en el bicentenario argentino", que darán Elena Stapich y Mariana Castro, integrantes de esta asociación, está destinada a mediadores de lectura, sean docentes, bibliotecarios, talleristas o padres. Y se realizará desde las 9 a las 13. En tanto que el encuentro con Silvia Schujer está auspiciado por la editorial Alfaguara y se realizará en el mismo lugar, desde las 14 y hasta las 16 ■

Flores y poemas para homenajear a Alfonsina Storni La Sociedad Argentina de Escritores Seccional Atlántica de Mar del Plata realizará un homenaje a la poetisa Alfonsina Storni. Será mañana a las 10 en el monumento a esta escritora, ubicado en el paseo Florentino Ameghino, en La Perla. El homenaje obedece a que un 25 de octubre de 1938 Storni se suicidó en esa playa marplatense. En el acto estarán presentes el presidente de la entidad Darwin Manuel y otros miembros de la misma. Se colocarán flores y se leerán poemas en su memoria. "Amo los cielos claros, los pastos frescos,/ los campos dorados, las delicadas manos,/ las frentes amplias, las almas pulcras..."Alfonsina Storni (1892-1938) ■

Las 8 preguntas para Darwin Manuel

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¿Recuerda haber robado un libro alguna vez? ¿Cuál o cuáles?

Domingo 24•10•2010

-No.

El escritor Eduardo Balestena reeditará su primera novela, titulada "Ocurre al otro lado de la noche", un texto que escribió entre setiembre y octubre de 1986 y que obtuvo el primer premio en un concurso nacional en cuyo jurado estaba Oscar Hermes Villordo. "Fue mi primer libro recordó el autor marplatense, que este año publicó "Amores de lejos"-. El texto no ha sufrido mayores correcciones. Opté por respetar el estilo de entonces, y la ubicación temporal de la narración". "Luego de haber hecho dos años de taller literario con Federico Peltzer (a quien siempre consideré mi maestro) en la Facultad de Humanidades, que me significaron comenzar a escribir sistemáticamente, pude hacer de la experiencia de la escritura algo que no tu-

Tapa de la novela de Balestena, que vio la luz por primera vez en 1986.

viera absolutamente nada que ver con todo aquello con lo que debía

lidiar en mi vida de entonces", agregó e escritor. Y señaló que este texto

está inspirado en la novela La motocicleta, de Andrè Pieyre de Mandiargues. Ese libro "me deparó el hallazgo del lenguaje lírico como modo de narrar un amor clandestino, y decidí dar una vuelta de tuerca y hacer del amor narrado uno aún más clandestino que el de La Motocicleta", indicó. Incluida en trabajos que realizaron investigadores de Polonia y Francia, como Henry Billard, Mieszko A. Kardyni y Pawel Rogozinski, esta novela fue descripta por la doctora en Letras Elisa Calabrese -en el momento de su primera aparición- como "inserta en una vasta red intertextual conformada por una prestigiosa tradición literaria: la de la novela lírica y la de las técnicas perspectivísticas de presentación del mundo interior de los personajes" ■

HARUKI MURAKAMI Y JEAN ECHENOZ

Dos escritores unidos por el atletismo E

l escritor japonés Haruki Murakami sostiene que escribir una novela se parece mucho a preparar un maratón. Murakami entiende de los dos temas: ha corrido 23 maratones y ha escrito más de veinte novelas. El francés Jean Echenoz sabe menos de atletismo pero ha sucumbido ante la legendaria figura del corredor checo Emile Zatopek, al que le ha dedicado una novela, "Correr" (Anagrama). "Correr" repasa la trayectoria de "la locomotora humana" desde sus inicios hasta su caída en desgracia con el régimen comunista, pasando por sus éxitos en todas sus distancias. Es un libro escrito desde fuera: se nota que Echenoz ha hurgado en la vida de Zatopek repasando prensa deportiva de la época, y a ratos parece más interesado en el contexto histórico que en el correr propiamente dicho. Sin embargo, el libro de Murakami, "De qué hablo cuando hablo de correr" (Tusquets), está escrito desde dentro, por alguien que empezó a correr y a escribir al mismo tiempo. Es como un aporte más a las conversaciones que suelen darse entre corredores de fondo, aunque elevado a un gran calidad literaria. A ratos, al leer un libro detrás del otro, se puede lamentar que Murakami no haya escrito la no-

vela de Echenoz. Murakami, como corredor, habría podido tal vez entender mejor muchas cosas y, además, seguramente se habría planteado una serie de preguntas, relacionadas directamente con el acto de correr y con los entrenamientos, que a Echenoz no se le pasan por la cabeza. Sin embargo, está claro que con ese deseo no se le hace justicia a Echenoz, a quien, más que el acto mismo de correr, le interesa el mito Zatopek, del que, después de la lectura, puede tenerse una imagen bastante cercana. En cierta medida, Echenoz se aproxima a una dimensión del atletismo de fondo, la de los atletas de elite y sus éxitos. Murakami, en cambio, se acerca a otra, la de los corredores populares y todo lo que les motiva a acumular kilómetros cada semana, y también a la forma de entrenarse para retos como un maratón o una carrera de cien kilómetros. Zatopek, como todos los atletas de elite, tenía que intentar, en principio, vencer a los otros. Para un atleta popular, en cambio, de lo que se trata, dice Murakami, es de "vencer al tú de ayer". En realidad, cuando se habla de alguien como Zatopek, si se piensa en su mejor momento, el "tú de ayer" también era el principal rival porque, con los otros co-

rriendo siempre detrás de él, la única motivación posible era mejorar las propias marcas. En quienes corren habitualmente puede observarse cierta tendencia meditativa que se ve confirmada en el libro de Murakami cuando éste dice que de alguna manera corre para lograr el vacío. Los métodos de entrenamiento de Murakami parecen un tanto heterodoxos -los de Zatopek, por lo demás, también lo eran-, en la medida en que el escritor japonés no parece darle demasiada importancia a los períodos de regeneración. Según el ritmo que describe, de al menos 60 kilómetros a la semana con un solo día de descanso, resulta increíble que las lesiones no hayan detenido su camino, que le llevó a correr un maratón anual durante 23 años y también una carrera de 100 kilómetros, cuya descripción es uno de los mejores pasajes del libro. En ciertos momentos, Murakami describe una especie de diálogo con el propio cuerpo y alude a la forma en que, mediante el entrenamiento, se puede convencer a los músculos de dar un rendimiento mayor. "Nuestros músculos tienen un alto sentido del deber: basta con que sigamos el protocolo correcto para que no protesten", asegura ■


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C U LT U R A

Domingo 24•10•2010

EL PERIODISMO GRÁFICO, UNA PROFESIÓN CON FUTURO INCIERTO

"Los imperfeccionistas", novela sobre las miserias de una redacción El autor es Tom Rachman, un periodista inglés que comenzó su carrera en 1998, en una agencia de noticias de Nueva York. Conoce a la perfección el mundillo que retrata y teje con inteligencia una historia cuyo sentido se entiende al final. La novela "Los imperfeccionistas", de Tom Rachman, que se desarrolla en un diario -fundado en 1950- refleja la vida adentro de una redacción con un gran conocimiento de las debilidades y las transformaciones de un mundo que no le es ajeno al propio autor, un periodista inglés. Uno de los críticos del suplemento de libros de The New York Time dijo sobre esta novela, publicada por Editorial Plata, que "es tan buena que tuve que leerla dos veces para dilucidar cómo alguien tan joven había logrado aprehender tan bien las miserias humanas". Rachman comienza a trabajar en 1998 en la sección Internacionales de

Tom Rachman, autor de "Los imperfeccionistas".

una agencia de noticias de Nueva York, y fue corresponsal en Japón, Corea del Sur, Turquía y Egipto, entre otros países. Desde ese conocimiento visceral del asunto que aborda, el autor logra reflejar a la perfección el día a día de la profesión, y a esto le suma la situación de precariedad vivida por el periódico, que no se diferencia de lo que ocurre actualmente en los medios gráficos en el mundo. La acción transcurre en Roma, en las entrañas de ese diario propiedad de un empresario estadounidense, Cyrus Ott, que ha dejado que su nieto Oliver -cuya preocupación principal pasa

por su perro Schopenhauer- tome las riendas de la redacción y del destino de sus integrantes. El libro tiene una estructura que detalla las miserias de once integrantes del diario, en su mayoría estadounidenses expatriados, y de Ornella de Monterecchi, su lectora más fiel. Está acompañada por titulares reales como "Un estudio revela que los europeos son unos vagos" o "El calentamiento global es bueno para los helados". Cada capítulo trata de un miembro del diario en un cruce de historias que va mostrando su complejidad a lo largo de la trama por más que hay una cierta independencia en esos retratos interconectados por una historia mayor, cuyo significado no se revela hasta el final. El texto incluye fragmentos en cursiva, al estilo de breves narraciones, de las cuales hay muchas dedicadas a la familia Ott y otros temas -relacionados con el transcurrir de ese medio de comunicación- que se van uniendo con puntos invisibles y arrojan luz so-

bre el derrotero del diario. Desfilan una serie de personajes como el periodista casado en cuatro oportunidades, con hijos a los que ve poco (Lloyd Burko), un redactor de obituarios (Arthur Gomal); el jefe de los correctores (Herman Cohen); una redactora de Economía (Hardy Benjamin), una redactora jefe (Kathlee Solson), que acaba de descubrir la infidelidad de su marido, y un corresponsal en El Cairo (Winston Cheung). Tom Rachman se graduó en la Universidad de Toronto y en la Facultad de Periodismo de Columbia. Fue corresponsal extranjero en Roma para Associated Press y desde 2006 se desempeña como director del Internacional Herald Tribune en París. "Los imperfeccionistas" fue traducida a diez idiomas y encabezó el listado de títulos norteamericanos en la reciente Feria del Libro de Frankfurt. En una nota que le hicieron hace poco, el autor describió a los periodistas: "Somos gente muy consciente de nosotros mismos, y de nuestros propios clichés. Como ese de que somos

■ Lecturas

cínicos, capaces de hacer un chiste en medio de la desolación de un terremoto o que en la mayor de las desgracias lo único que nos interesa es conseguir una buena historia". "Pero no creo que seamos esencialmente malas personas o estemos deshumanizados. En el gremio hay seres humanos muy decentes y otros que no lo son tanto", declaró. Resumiendo, la novela arroja una mirada irónica -aunque por momentos conmovedora- de las vidas desordenadas de esa fauna que forman parte de un periódico que comienza a ser devorado por el tiempo -tantas y tan profundas son las transformaciones que se abaten sobre este gremio- y que avanza a tientas hacia un futuro incierto ■

Fuente: Cámara de Libreros del Sudeste de la provincia de Buenos Aires.

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Aguilar. $69. Debate. $79. Vergara y Riba. $139.

RECOMENDADOS

Editado por Ediciones B, "El final", de Pablo Mendelevich, es un libro que reconstruye la relación de los presidentes argentinos con la culminación de sus respectivos mandatos. "De Rivadavia a Cristina Kirchner", es el subtítulo de este volumen, que propone observar cuánto duran los gobiernos para apreciar hasta qué punto la inestabilidad institucional ha sido algo normal en la Argentina. "Si gobernar la Argentina es difícil, dejar el gobierno lo es más aún", asegura su autor y recuerda que a lo largo de la historia, menos de un tercio de los presidentes logró ajustar la duración del mandato a lo establecido en la Constitución (cuatro o seis años, según el momento histórico), lo que equivale a decir que muy pocos consiguieron, hasta hoy, dejar el poder de manera no traumática. No sólo la mayoría de los presidentes se fueron mal —o fuera de hora— sino que, literalmente, salieron de la Casa Rosada de las formas más estrafalarias. Hubo uno que pidió un taxi (Illia), otro salió caminando sin que nadie lo advirtiera (Farrell), dos lo hicieron en helicóptero, aunque por razones diversas (Isabel Perón y De la Rúa), uno voló en avión a la isla Martín García (Frondizi) y otros dos salieron embarcados (Yrigoyen y Perón), aunque no en plan de descanso: los obligaron a permanecer flotando en sendos barcos de guerra (Yrigoyen al final navego hasta Martín García, donde lo tuvieron preso un año y medio, y a Perón lo despacharon a Paraguay en hidroavión). "Este es un libro que hurga en el desempeño y en la vida de cada uno de los presidentes argentinos para entender, en particular, cómo y por qué se fueron del poder. Es un libro de historia y de análisis político, pero no fue escrito por un historiador sino por un periodista". Pablo Mendelevich no se ha arrogado la capacidad de zanjar discusiones legendarias, pero sí ha hecho gala de su profesionalismo relevando información, con una nutrida investigación bibliográfica y consultas a especialistas; recolectando testimonios y contrastando fuentes ■

1 "GRAIVER, EL BANQUERO DE LOS MONTONEROS” Juan Gasparini. 2 "TODA LA VERDAD” Juan José Becerra. 3 "NUEVAS HISTORIAS NEGRAS DEL FÚTBOL ARGENTINO” Alejandro Fabbri.

Norma. $65. Seix Barral. $69. Capital Intelectual. $48.

Recomendados: Fragmento de “El fantasista”,

de Jorge Rivera Letelier (Alfaguara) Fue un lunes de octubre cuando aparecieron caminando por en medio de la calle desierta. Era la hora de la siesta en la pampa. En el aire no corría un carajo de viento y un sol de sacrificio fundía los ánimos de todo lo que respirara sobre la faz de la tierra. El hombre y la mujer avanzaban silenciosamente bajo la incandescencia del cielo. El venía delante, y ella, dos pasos atrás; ella cargaba una pequeña maleta de madera con esquinas de metal, y él traía una pelota de fútbol bajo el brazo, blanca y con cascos de bizcochos (de entradita supimos que era una de esas profesionales).

Los quedamos mirando sorprendidos. El hombre vestía una camisa tropical, un pantalón demasiado ancho para su talla y zapatillas de lona, y llevaba la pelota igual que los arqueros en los desfiles de inauguración de campeonato. Aunque demostraba tener unos cuarenta años, y parecía cojear levemente de no se sabía cuál de sus piernas arqueadas, caminaba con la actitud y la pachorra de un crack. Además, cosa extraña para nosotros, llevaba un cintillo en la frente. Detrás suyo, delgada y pequeña, mucho más joven que él, su melena roja ardiendo bajo el sol, la mujer lo seguía con una mansedumbre de animal doméstico ■

Las 8 preguntas para Darwin Manuel

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Un extraño hongo se esparce por su biblioteca y consume de manera irrefrenable los libros. Sólo dispone de unos segundos para actuar y salvar a tres de ellos. Lo que usted hace para ganar tiempo

es arrojar a la voracidad del hongo a otros tres libros. ¿Cuáles serían los sacrificados y cuáles los salvados? -Salvaría la Enciclopedia Universal, un Manual de activi-

dades diversas y un libro de cocina. Lamentaría la destrucción de los demás, todos son inútiles, todos dejan algo, una frase, un concepto, una idea...


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C U LT U R A

Domingo 24•10•2010

Lucas contra el tiempo Por Román Onguino

Lucas, un tal Lucas, se acercaba a la esquina y veía venir de frente a su vecino, las pocas ganas de saludarlo se tatuaron en su rostro y su estómago le avisó que ese encuentro lo ponía nervioso. Cuando se cruzaron cara a cara se miraron indiferentes y con un simple hola siguieron sus respectivos caminos, la sensación extraña que se alojaba en el interior de la panza lo acompañó el resto del viaje, no sabía por qué. Las semanas pasaron con los trámites usuales, realizaba los quehaceres de siempre y los goces acostumbrados junto a esa incesante extrañeza que acumulaba el interior de su cuerpo ahora sumado a una constante sensación de apretar los dientes, con las dudas que se acercaban rápidamente a su cabeza. Qué sería se preguntaba sin obtener respuesta y haciendo lo que debía o quería según la ocasión y si el tiempo disponible lo permitía. Extraños fueron los días que proseguían, la molestia de su estómago no cesaba y cada comida que ingería era un problema, la tensión que proyectaba su sistema aclamaba por atención que nunca antes había pedido. La preocupación pasó a ser un integrante importante en su vida. Después de un tiempo, no sabría decir cuanto, decidió que lo viera un médico quien no pudo darle una respuesta certera a simple examen. Propuso que se haga los chequeos rutinarios, pero estos fracasaron también. El médico desconcertado por no encontrar conclusión a sus dolencias o, como decía Lucas, “incomodidad interna” siguió con las pruebas mas exhaustivas, las que preocupan. La respuesta fue la misma: sin conclusión. Lucas visitó especialistas de todo tipo, (hasta esos de los cuales no se sabe qué hacen) todos los recomendados y algunos más también. Las pruebas arrojaban los mismos resultados nulos que al inicio de las consultas, pero él no quería rendirse porque su incomodidad interior no lo hacía tampoco. Los años pasaron con los dientes tiesos y la panza apretada y Lucas los recordaba cada mañana, cada tarde y cada noche como el primer día en que el indiferente vecino le escupió un hola sin importancia, igual que él. Las noches las pasaba admirando cada rincón del techo que dormía sobre su cama, los detalles ya le eran familiares y los recordaba en la calle mientras caminaba para pensar un poco, tal vez de esa forma podría distraerse de esa incomodidad interna que lo acechaba y no descansaba justo como Lucas, que intentaba, pero no lograba dejar de sentir. Desde que empezaron los síntomas, que había comentado a sus allegados sus molestias y lógicamente todos aconsejaron ir al doctor como hizo al poco tiempo del inicio de su encuentro con su vecino, de ese hola tan seco… pero nada. El día que Matías se le acercó a comentarle que por una de esas casualidades estuvo hablando con un alguien y le comentó lo que le pasaba, este alguien le dijo que un amigo de un amigo de un amigo suyo en algún momento sufrió de algo similar por lo que recordaba. La ilusión en el rostro de Lucas fue tan transparente como inesperada la noticia, la brecha que se abría en el futuro por una posibilidad de terminar con lo que no lo abandonaba, que lo había adoptado desde el estúpido hola al estúpido vecino. Enseguida quiso saber quién era, dónde lo encontraba. Matías, atajando las preguntas insistentes, prometió ayudarlo a dar con el paradero del amigo del amigo del amigo del conocido suyo y fueron a buscarlo en ese momento. Matías no tenía opción, notó el desespero. La primera parada fue su conocido, quien dijo no recordar el nombre y sonrió al saber que quien estaba frente a sus ojos era quien tenía esa cu-

La ilustración pertenece a Guillermo Pinuer, estudiante de la carrera de Ilustración de la Escuela de Artes Visuales "Martín Malharro" de Mar del Plata.

riosa incomodidad interna hace ya un largo tiempo. Prometió comunicarse de inmediato con su amigo el que le había contado la historia. Lo llamó y les pidió que vayan a su casa, fueron los tres. El conocido de Matías tocó el timbre, los saludó y al verlo a Lucas sonrió de la misma idiota manera. Lucas lo odió con la mirada, pero podría ser su punto final, el exterminio de lo que convivía con él en su cuerpo. Les dijo que de inmediato llamaría a su amigo que seguro les podría proveer la información. Así lo hizo y los cuatro fueron a su casa. El amigo del conocido de Matías, su conocido, Matías y Lucas estaban frente a su puerta, el primero golpeó la puerta, el maldito sonrió, Lucas ya se estaba acostumbrando, sin perder tiempo le preguntaron, entró, tardó unos minutos y dijo que su amigo iba a estar en su casa, debían ir para allá. Así lo hicieron, el amigo del amigo del conocido de Matías, su amigo, el conocido de Matías, Matías y Lucas estaban frente a la casa del que en algún momento de su vida sufrió algo similar o tal vez no a lo que ahora y hace algún tiempo ya sufría Lucas, llamaron a la puerta, los atendió y no sonrió, Lucas entendió que él si lo comprendía y lo tenía superado, la tranquilidad en los movimientos y la expresión de la cara era obvia, estuvo igual, pero ya no. Lo hizo pasar solamente a Lucas, le pidió que espere en el comedor mientras buscaba en su dormitorio una tarjeta. Lucas obedeció y enseguida volvió con lo prometido y sin decir palabra le extendió la mano, movimiento que empujó a Lucas a imitarlo y como recompensa trabó sobre sus dedos la tarjeta con la dirección de su cura. Le deseó suerte mientras lo acompañaba a la puerta. Afuera estaban los demás, agradeció su ayuda y partió en busca de su cura, se sentía cerca, apretaba fuerte el papel mirando decidido hacia delante caminando muy rápido hasta que encontró el primer taxi, se subió y le dijo sin saludar al taxista luego de mirar nuevamente la tarjeta que ya estaba arrugada:

“Roque Saenz Peña al final de la calle, lo más rápido que pueda, por favor”, adepto a su oficio, el taxista siguió las instrucciones al pie de la letra y en menos de veinte minutos Lucas estaba en medio de la nada, frente a un caserón enorme buscando en la billetera hasta las últimas monedas para pagar el viaje. Dos golpes secos dio a la puerta de doble hoja antigua que iniciaba la casa, los pasos de adentro se sentían crujir por las maderas que seguro recubrían el piso de la casa, escuchó el chirriar lento de la puerta y tuvo que inclinar la cabeza al ver a la viejita casi enana que con un rostro amable y sereno lo invitó a entrar. El interior era como imaginaba los segundos antes de pasar el umbral de doble hoja, apenas entraron Lucas intentó narrarle los motivos de su visita, pero la pequeña anciana lo interrumpió diciéndole que la gente la visitaba sólo por una razón, sabía por qué estaba ahí y luego

prometió curarlo. Caminaron hasta un salón debajo de la casa, un lugar oscuro alumbrado sólo por tres velas que encendió cuando ya se encontraban ahí, le pidió que se recueste en uno de los inmensos almohadones que se hallaban desparramados en el suelo y dijo estas palabras: “Serás sanado si me crees lo que te voy a contar”. Lucas guardó silencio, valía la pena escuchar. -El tiempo es nuestro enemigo natural, hace ya muchos siglos atrás se le dio la numeración que aprovechamos hoy en día. Todos contamos las horas, los minutos y los segundos. Los años, las décadas nos cuentan a nosotros. Para el tiempo somos una insignificancia tan ínfima que no entra en nuestra razón, él existe desde siempre y no sé por qué le decimos tiempo. Como todo gran ser tiene la debilidad de abusar de su enorme poder y es por eso que a veces nosotros, los débiles, podemos enfermarnos del tiempo - Lucas no pudo evitar interrumpir. -¿Me dice que estoy enfermo del tiempo? -Exacto, no es una enfermedad que tenga nombre. Es como la viruela antes de que se llamara viruela – continuó -. Te decía que a veces enfermamos de tiempo, pensando siempre sobre lo que tenemos que hacer y como lo vamos a hacer, donde tenemos que ir y con quien, pero sobre todo a que hora vamos a hacer todo eso. Ahí es donde el tiempo entra en acción y algunas veces se aprovecha de su poder y nos come por dentro. -Entonces no me puede curar como me dijo, es imposible hacer desaparecer el tiempo, voy a vivir toda mi vida así, ¡No lo aguanto más! – Ya cansado de su situación Lucas largó a llorar, sus lágrimas endulzaron aún más la tierna expresión que vivía cómodamente en el rostro de la anciana que lo miraba como una madre. -Por supuesto que no -dijo ella- es imposible detener el tiempo, pero podés aprender a vivir sin que sea tu dueño, eso es todo, si realmente querés curarte, yo te voy a enseñar todo lo que sé para que seas una persona nueva. La alegría de Lucas volvió como por arte de magia, por primera vez desde aquel nefasto saludo no sintió la opresión que lo apretaba y le recordaba continuamente que la incomodidad interna estaba ahí como en cierta forma está dentro de todos, ese malestar imaginario pasó a ser un espectador dentro de su vida. Lucas tiró el reloj, la anciana preparó té y se quedaron conversando de sus vidas hasta vaya a saber uno qué hora ■

Joven escritor local presenta "Lo inevitable" "Lo inevitable", del escritor local Adrián Salinas, es la novela que se presentará hoy a las 18.30 en el centro cultural Osvaldo Soriano (25 de Mayo y Catamarca). Publicada por el sello marplatense "Editorial Martín", la novela de veintiséis capítulos es una historia fantástica de seis personajes. Narrada con misterio, transcurre en una ciudad imaginaria, donde cinco estudiantes y un personaje fantasmagórico -que sólo aparece en sueños- se involucran en un posible asesinato. Salinas es un joven escritor, tiene 23 años y estudia Derecho ■

Las 8 preguntas para Darwin Manuel

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Se le concede la extraordinaria excepción de hacerle una única pregunta a uno de sus tantos escritores

predilectos. ¿Qué le preguntaría? -Sin necesidad de hurgar en "inteligencias", les pre-

guntaría dónde adquirieron la capacidad para hacerlo tan bien.


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