Consejo del Centro Eugenio Garza Sada A.C. David Garza Lagüera Federico Garza Santos Alicia Navarro Garza Alejandra Rangel Hinojosa Alberto Villarreal Alejandro Camelo Ernesto Canales Rogelio Sada
Director General
ÍNDICE
• 80 de Siembra……….………………… 2
Francisco Suárez Warden
• Mi
• De acero inolvidable, 17 claves
Director Editorial César Salinas Márquez
Jefa de I nformación
Mariana Sánchez Tamez
Jefa de Diseño Karla Treviño
Octubre – Diciembre 2015 La Casona es una publicación trimestral editada por el Centro Eugenio Garza Sada A.C. Calle Cerro del Obispado 603 Colonia Obispado Monterrey Nuevo León, México 64060 T +52 (81) 5980 1000 www.cegs.mx info@cegs.mx Reserva d e Derechos al uso exclusivo No. 04-‐2013-‐032012111400-‐102. ISNN: 2007-‐6827. Ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor Responsable de la última actualización de este número: César Salinas Márquez Calle Cerro del Obispado 603, Colonia Obispado Monterrey, Nuevo León, México
por
la
Universidad
Regiomontana……………………....... 10 sobre HYLSA….………………..........… 14 • Trabajo y Ahorro, valores de Nuevo León………………..………..….…….….… 17
LA CASONA AÑO IV NUM 14
paso
• Tardó 40 años en volver a visitar una de sus esculturas….…….….… 22 • Doña Margarita Garza Sada, 10 claves sobre su vida..…….………… 24 • Diez
cosas
básicas
sobre
CEMEX…………………………………….. 28
Las opiniones expresadas por los autores, no reflejan necesariamente la postura de la Institución editora ni del editor de la publicación
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80 AÑOS DE SIEMBRA César A. Salinas Márquez Centro Eugenio Garza Sada csalinas@cegs.mx La Revolución Mexicana fue un movimiento militar y político, pero también una guerra de ideas que se impulsaron durante y después del proceso. Los gobiernos posrevolucionarios se proclamaron los únicos representantes del pueblo, y la presidencia de Lázaro Cárdenas (1934-‐1940) declaró abiertamente su postura socialista, proclamando que el Estado debía ser el regulador de todos los ámbitos del país. Además, estableció la orientación de la educación socialista, pretendiendo que el Estado formara las conciencias de los ciudadanos. Sin embargo, quienes no convenían con el socialismo manifestaron activamente su oposición. Hubo protestas en las principales universidades del país, incluyendo a la Universidad de Nuevo León. La respuesta gubernamental fue la misma en todas partes: el despliegue de las fuerzas policiacas y militares. La UNL, por ejemplo, fue disuelta por el gobierno estatal, quien creó otro organismo que adoptó la educación socialista. De igual forma, gran parte del sector empresarial regiomontano cerró filas para oponerse al socialismo de Estado, y organizó el 5 de febrero de 1936 una marcha a la que acudieron 40 mil personas, siendo la demostración pública más grande que se había visto hasta entonces. La Casona| Octubre -‐ Diciembre 2015
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Al día siguiente se llevó a cabo un paro económico en Monterrey para enfrentarse a las políticas cardenistas, y otras manifestaciones que fueron reprimidas por las fuerzas armadas. En una de ellas, realizada en 1936, algunos empresarios fueron detenidos y confinados al campo militar, entre ellos Joel Rocha, Virgilio Garza Jr. y Eugenio Garza Sada. La situación nacional estaba polarizada ante el socialismo. Quienes discordaban con estas ideas, encabezados por un grupo de empresarios de Monterrey, entendieron que el camino no era la confrontación y en su lugar decidieron proponer acciones benéficas y constructivas para el país. Estos ciudadanos se reunieron en los organismos que desde antaño se habían establecido en Nuevo León: los Caballeros de Colón (1921) y el Club Rotarios de Monterrey (1922). Ahí, empresarios, profesionistas, intelectuales y ciudadanos emprendieron programas filantrópicos, educativos, sociales, culturales y deportivos, promoviendo con ello valores contrarios a la confrontación: solidaridad, cooperación, apoyo mutuo y empatía. Sin embargo, estos clubes dependían de sus centrales en Estados Unidos, quienes instaban a sus miembros a no intervenir en asuntos públicos. En 1936, por ejemplo, algunos Rotarios de Monterrey pidieron a Rotary Internacional que hiciera pública su queja ante Washington por las declaraciones del embajador estadounidense, quien aseguró que las medidas socialistas de Cárdenas eran completamente aceptadas por los mexicanos.
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Rotary Internacional respondió que no se inmiscuiría en asuntos políticos y pidió a sus miembros mexicanos que también se abstuvieran. No obstante, los rotarios regiomontanos aseguraron que no querían intervenir en la política, pero sí en lo público, señalando que no podían realizar sus actividades sociales si el Estado los excluía, limitaba o incluso estigmatizaba como “reaccionarios”. La desilusión de la esfera de acción de los clubes existentes no era nueva, pero lo sucedido con Cárdenas fue la coyuntura definitiva. A partir de ahí se pensó en crear un club esencialmente mexicano, acorde a la realidad y las necesidades del país. Para ese momento se habían fundado algunos organismos mexicanos, como la Coparmex (1929) y Acción Cívica (1935), pero ambos tenían otros fines. Fue así como el 9 de julio de 1936 se creó en Monterrey
el
Club
Sembradores
de
Amistad. Los socios fundadores fueron: Manuel L. Barragán, Eugenio Garza Sada, Federico Gómez, Joel Rocha, Héctor González, Luis G. Sada, Virgilio Garza Jr., Manuel Santos, Jesús Barrera, Ángel de Fuentes, Rodolfo M. Garza,
Guillermo
Zambrano,
Bernardo
Elosúa, Andrés Chapa, Octavio Treviño, Guillermo Guajardo Davis, José G. Martínez, Abiel
Treviño,
Manuel
M.
Ortiz,
Ernesto
Santos
Cervantes,
Arturo
Garza, Antonio Muguerza, Ignacio Albo Jr., Ignacio A. Santos, Eduardo Belden y Rodolfo Junco de la Vega, entre otros. Su bandera: amistad y civismo. La generación que fundó el club tenía algo en común: estar orientados a la acción más que a las palabras, por lo que concibieron un trabajo La Casona| Octubre -‐ Diciembre 2015
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constante, concienzudo, planificado, como la siembra. En su opinión, el sembrador sabe que debe esperar el fruto, pero debe trabajar para obtenerlo. Este esfuerzo muchas veces no es visible porque no es superficial, pero por dentro tiene raíz, fundamento. De este modo, los Sembradores fueron constituidos como agentes de un cambio constante y permanente, callado pero trascendente. Para ellos, sembrar no era una imposición, sino el aprovechamiento de la naturaleza humana, creyendo que una persona es capaz de obrar mal, pero también de hacer el bien, y naturalmente buscaba vivir en armonía. Pero para sembrar se ocupa una semilla. Entonces se pensó en un concepto que fuera siempre vigente, universal, incluyente, que solucionara lo que aquejaba al mundo, y se decidieron por la amistad. Creían que el que se muestra amigo es justo, noble, solidario, y es movido a hacer el bien para sus amigos. 5 Asimismo, los Sembradores propusieron “el amor en lugar del odio, la colaboración de los individuos en lugar de la lucha de clases, y la siembra de amistad en vez de la siembra
de
enemistades”.
Consideraban
que
el
hombre
nació
para
la cooperación y no para el conflicto o la competencia. Las bases del Club se fincaron sobre el diálogo, la tolerancia y la solidaridad; propusieron que la amistad uniría voluntades porque no tiene fronteras ni reconoce geografías. A decir de Virgilio Garza Jr., ser sembrador era una ocasión de trabajo, señalando: “Se han sembrado tantos odios en México, que es indispensable sembrar amistad. Se han sembrado tantas mentiras, que es urgente sembrar la verdad. Se ha sembrado tanta confusión, que es necesario sembrar la luz y continuar nuestra principal finalidad que es la salvación de México”. Agustín Basave, ideólogo del Club Sembradores de Amistad, expuso así el concepto de amistad: La Casona| Octubre -‐ Diciembre 2015
La amistad es, a más de necesaria, hermosa. Son dos que marchan juntos. Al amigo se le ha de desear todo bien y por su propio respecto. La amistad es una postura ante la vida. Es el distintivo de nosotros, los sembradores. De aquellos que llevan no sólo un escudo en la solapa, sino una configuración moral (ethos) en su vida. La amistad se convierte en la medida por la que es medido el hombre. La amistad es una puerta siempre abierta. Todos pueden entrar, a nadie se le cierra. Es un camino sin fin.
El primer decálogo de Sembradores estipulaba: 1) Con la conducta personal cooperar al mantenimiento de la paz y abolición de todo movimiento generador de destrucciones y violencias; 2) Fomentar todos los recursos naturales y fuentes de producción; 3) Consumir y fomentar el consumo de productos mexicanos y preferentemente de NL; 4) Fomentar el impulso cívico de pro de la ciudad, el estado y la patria; 5) Reprobar las ganancias ilícitas y actividades que no son éticas; 6) Dedicación al trabajo; 7) Respetar y hacer respetar las leyes; 8) Respetar los derechos de los demás y ser tolerante a las creencias; 9) Ser un factor de engrandecimiento nacional; 10) Enaltecer el prestigio internacional de Monterrey, Nuevo León y México. Es importante notar que, desde los años 30, los Sembradores de Amistad propusieron temas que actualmente son altamente relevantes: cultura de la paz, sostenibilidad, civismo, combate a la corrupción, cultura del trabajo, cultura de la legalidad y tolerancia. La Casona| Octubre -‐ Diciembre 2015
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Años después, el Ideario de Sembradores, realizado por Agustín Basave en la época de internacionalización del Club incluyó 11 conceptos: 1.) Colaboración desinteresada; 2.) Defensa apasionada de los derechos del hombre; 3.) Realización de la justicia y práctica de la caridad; 4.) lucha por una ética estricta; 5.) Exterminar las actividades deshonestas, ganancias ilícitas; 6.) Estímulo a la iniciativa particular, creadora de riqueza; 7.) Servicio desinteresado para elevar cultural y moralmente a la sociedad; 8.) Cultivo de la idea de la patria, conservando el amor al propio suelo, a la propia historia y a los propios símbolos; 9.) Enaltecimiento de los valores espirituales y morales; 10.) Búsqueda del acercamiento de todos los países; y 11.) Creación de clubes hermanos en distintos países. A decir de don Eugenio Garza Sada, en los valores no se puede ser pragmático, hay que definirse y defenderlos. El sembrador, en su opinión, era libre de estar de acuerdo con muchas cosas de la sociedad y en desacuerdo con otras, pero siempre debía ser franco, transparente, capaz de arriesgarlo todo por lo que se cree. Pensaba que se debía tener la osadía de sembrar amistad en un mundo de odio, y vencer la vida mezquina llevando vidas ejemplares. La Casona| Octubre -‐ Diciembre 2015
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Por otra parte, para cumplir con sus objetivos, los Sembradores comenzaron a organizar reuniones-‐comida, convencidos de que no hay amistad sin convivencia. En estos eventos se podía compartir un momento social con los socios, pero también se planificaban los programas y las acciones a realizar en conjunto, eran expuestos los principales logros alcanzados, y se informaba del crecimiento del Club y de los retos a afrontar. Además se invitaban a expositores del Club o externos que hablaban de temas de interés. Al respecto, Alfonso Garza expuso: “Nuestras reuniones no deben ser una torre de marfil donde nos aislemos y nos refugiemos como un grupo de hombres ilusos para soñar, debemos ser dinámicos, debemos contar con hombres y conciencias cabales y capaces de colaborar y actuar viviendo dentro de la problemática sociedad que nos toca vivir”. 8 Desde el principio, el Club Sembradores no reparó en la nacionalidad del consocio, lo que importaba era su postura, sus ideas. Cerrar sus fronteras era un contrasentido, pues la amistad no dependía de la nacionalidad, la sangre, el territorio o el idioma, sino de una cohesión espiritual, un modo de ser. Por ello se crearon clubes en distintas ciudades mexicanas y también en otros lugares como Estados Unidos, Centroamérica y Europa. En cada país los principios y actividades del organismo dependieron directamente de las circunstancias locales inmediatas; este fue el inicio del Club Internacional. Desde su perspectiva, los sembradores impulsaron la cooperación internacional para sanar a un mundo dividido. El doctor Basave señalaba que ser sembrador era un “apostolado laico de formar almas, de encender en otros los ideales de la amistad”. Si bien el número de socios era pequeño a comparación del enorme reto que se impuso el club, sus obras fueron trascendentes. La Casona| Octubre -‐ Diciembre 2015
“No me asusta saber -‐declaró Alfonso Garza-‐ que nuestra cruzada de la amistad es obra de una pequeña minoría. Nuestra fe y entusiasmo no van a ser menores porque no los compartan millones de hombres. El sembrador tiene una misión creadora sobre la tierra. Está llamado por vocación a realizar grandes cosas, a producir obras de gran calibre”. Los clubes de sembradores, en sus respectivas ciudades y países, han tenido considerables logros. Fundaron y mantienen escuelas de distintos niveles escolares, otorgan becas, crearon y financian instituciones de asistencia social (hospicios, orfanatos, asilos, casas de tratamiento para adicciones, comedores, casas hogar y centros de ayuda a grupos vulnerables), la creación de la Cruz Roja en Nuevo León, campañas de ética profesional y empresarial, fomento de valores cívicos, éticos y morales, guarderías infantiles, patronatos que promueven la cultura, el arte, el deporte, la educación, organismos de salud pública e higiene, instituciones de protección al medio ambiente, entre otras. A casi 80 años de existencia, a cumplirse el siguiente año 2016, el Club Sembradores de Amistad ha demostrado su solidez al permanecer en activo. En septiembre de 2015 se reunieron en el Centro Eugenio Garza Sada, la que fuera casa de uno de sus fundadores. Ahí refrendaron su ideal de continuar con la siembra y la amistad.
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MI PASO POR LA UNIVERSIDAD REGIOMONTANA
Hugo Valdés hugoval63@yahoo.com.mx
Entré a la Universidad Regiomontana (UR) por mero azar: una compañera de la secundaria que había ingresado a Letras Españolas me comentó que había un ambiente propicio y, lo mejor, que la carrera se podía cursar por las tardes. Para mí aquello era fundamental porque deseaba continuar estudiando en la Facultad de Agronomía de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), a la cual asistía en clases matutinas luego de haber concluido la preparatoria. En realidad, mi plan de hacer dos carreras simultáneamente se vino muy pronto a pique: no era posible acudir a dos instituciones para tratar de entender una docena de materias por completo disímiles. Se impuso la carrera de Letras, a lo largo de la cual conocí a personas muy valiosas, tanto a nivel personal como profesional. Mi estancia en la UR inició pues en 1981 y concluyó en 1984, lapso durante el que los integrantes de mi generación —de los cuales solo nos graduamos María Concepción Cuevas Arriaga, la noble e inteligente Conchita, el guitarrista Pedro Soto y yo— ocupamos diversos espacios a manera de aulas, desde parte de una casa por la calle Rayón; pasando por una serie de salones ubicados en un ya desaparecido caserón cuyo frente miraba a Padre Mier y se extendía hasta Matamoros, jardines y patios
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interiores incluidos; para finalizar en una residencia con sótano y terrazas que se alza aún en Padre Mier y Miguel Nieto. Hoy puedo decir que mi facultad es el único lugar donde nadie se extrañó por lo inusual del nombre de aquel joven de Río Bravo, Tamaulipas, que se apersonó una tarde con nosotros: el ahora dramaturgo y director Medardo Treviño. Antes de su arribo, otro alumno, él una persona mayor de edad, se llamaba igual. Junto con aquél, precisamente, quien esto escribe y otro estudiante que se integraría cuando yo estaba por terminar la carrera, Eduardo Antonio Parra Caballero, tuvimos el privilegio de contar con uno de los mejores maestros que hayamos tenido: Israel Guajardo. De vida irregular, muchas veces sin rigor para desarrollar convencionalmente su cátedra, muy probablemente porque nunca le interesó hacerlo así, escucharlo era una de las más altas experiencias formativas para quienes, como los dos grandes amigos que acabo de referir y otros más, entendíamos desde ese momento lo que significaba la literatura en nuestras vidas. Israel sabía tan bien lo que pasaba por mi cabeza y mi ambición de escritor incipiente, que menospreció tanto como me hizo menospreciar a mí un resultado académico: un siete o setenta que difícilmente llegué a aceptar en la preparatoria, aquí era una simple nota más —la verdad, producto de un castigo por retarlo o algún fallido intento mío de escarnecerlo— que podía amargarles la vida a otros compañeros, no a mí, quien había empezado a escribir una novela y leído bastantes libros ya, por encima del promedio que se esperaba tuviese cualquier alumno de la escuela. La Casona| Octubre -‐ Diciembre 2015
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Era cierto: algunos que, por una especie de chiste, llegaron a tener cierta calificación con pocos o varios puntos arriba de mí, eran aquellos cuyo contacto con el Ulises de James Joyce, un volumen que en ciertas ediciones roza las mil páginas, se limitó a leer su resumen en un párrafo cortesía de algún vademécum para flojos e iniciados. Gracias a Israel tuve acceso a novelas como Bomarzo, de Manuel Mujica Láinez, y Adán Buenosayres, de Leopoldo Marechal, porque tuvo muy claro que me proponía escribir una primeriza obra larga y era natural que en ese proceso manifestase una voracidad por echar mano del lenguaje en toda su riqueza, con el riesgo siempre latente de desbarrancar dada mi mocedad. Otra aportación notable que hizo la UR a nuestra vida académica fue la contratación de la maestra peninsular Isabel Magallón, sin cuyos acicate e interés por mis acercamientos a textos que leíamos muy seguramente no me habría puesto a escribir ensayos como hasta hoy lo hago, y sobre todo a amar el género desde que se gesta en la lectura. Isabel tenía además una cualidad que la distinguía e inquietaba a amigos como el referido Eduardo Parra, aquejado desde temprana edad por la efervescencia hormonal propia de la adolescencia: además de brillante, era una mujer bellísima. No olvido desde luego el optimismo, algo parecido a la amistad y la aplicación solidaria de un entonces muy joven mentor, Arturo Torres, con quien por cierto transité el trámite de preparación y escritura de mi tesis sobre la cuentística de Sergio Pitol, autor poco leído y conocido en aquella época, que luego se extendería a todo un volumen sobre la mayor parte de su obra narrativa y ensayística. Puedo entonces asentar que si desde la preparatoria había empezado a escribir, esperando convertirme en novelista algún día, la creación de The Monterrey News tuvo su origen en aquellos tiempos en que pasé por Letras de la UR, donde me preparaba, acaso apenas intuyéndolo, para reformular una visión y una estética con las cuales La Casona| Octubre -‐ Diciembre 2015
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pudiera novelar la ciudad —aquella ciudad— no solo en el presente, sino desde su pasado fundacional, pasando por diversos pasajes históricos para entender al regiomontano contemporáneo, buscando con ello desmitificar algunas de las nociones preconcebidas que se habían y han todavía procurado sembrar en el imaginario colectivo. A dicha novela le ha seguido media docena más, ya publicadas o en espera de serlo muy pronto, así que la semilla prosperó. Dice el escritor José María Pérez Gay que los recuerdos que se niegan a desaparecer quieren decirnos o revelarnos algo, y yo sospecho que ciertos sueños cumplen esa misma función: como la escuela con la que sueño a veces, ubicada delante de la real, a veces por una íntima y floreciente avenida Hidalgo, con una hermosa fachada tras de la que, ya traspuesto un corredor que cruza largos bloques de salones, me esperan jardines nocturnos en los que me encuentro, de nuevo como un muchacho feliz, con personas inolvidables. 13
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DE ACERO INOLVIDABLE, 17 CLAVES SOBRE HYLSA (TERNIUM) César A. Salinas Márquez Centro Eugenio Garza Sada csalinas@cegs.mx 1. Hojalata y Lámina S.A. (Hylsa), ahora Ternium, es una empresa siderúrgica, es decir, que se ocupa del tratamiento del hierro para obtener productos derivados, principalmente el acero. Este tipo de industrias comenzaron desde 1900 en Monterrey, México, siendo pioneras en Latinoamérica. 2. La empresa fue fundada en Monterrey el 11 de junio de 1942, por Eugenio Garza Sada, Roberto Garza Sada,Jesús Sada Muguerza, José F. Muguerza, Roberto G. Sada y Antonio Muguerza. 3. El objetivo de la empresa era proveer de lámina para corcholatas a la Cervecería Cuauhtémoc, quien no podía importarlas por la carestía provocada por la Segunda Guerra Mundial (1939-‐1945). 4. La planta de Hylsa, terminada en marzo de 1943, se instaló en el municipio de San Nicolás de los Garza, entre los kilómetros 2 y 3 de la vía del ferrocarril que iba a Matamoros, Tamaulipas (actualmente entre avenidas Guerrero y Nogalar). 5. La empresa requirió una inversión constante: se agregaron 7.4 millones de pesos en 1943 y 28 millones en 1948. La Casona| Octubre -‐ Diciembre 2015
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6. La producción de la compañía aumentó y se diversificó con rapidez, fabricando lámina y acero para el mercado nacional; en 1950 ya era proveedora de 900 industrias en México. 7. La empresa fue beneficiada con la reducción del 75% de impuestos estatales durante sus primeros 20 años, conforme a la Ley de la Protección a la Industria. Ésta buscaba estimular la inversión y la creación de empresas mexicanas que tuvieran un capital mayor a 2 millones de pesos. 8. La producción de Hylsa se incrementó con los adelantos tecnológicos que implementó. En 1943 se producían 4,300 toneladas de acero y en 1948 eran ya 20,000 toneladas. 9. Al inicio, la compañía contrató a técnicos norteamericanos para capacitar a sus trabajadores; en 1943 tenía 179 empleados, y 815 personas para 1950. 10. La materia prima esencial de Hylsa era la chatarra, con la que fabricaba sus productos. En la década de 1950, se ocupaban mensualmente 3,000 toneladas de chatarra. 11. La dificultad de obtener chatarra hizo que los directivos de Hylsa promovieran la investigación de un método que facilitara la producción de materia prima para fabricar acero. El ingeniero Juan Celada encabezó la tarea, creando en 1957 el Proceso HyL, un sistema de reducción directa del hierro para producir Fierro Esponja, material libre de impurezas y de fácil manejo. Esta es una de las patentes industriales mexicanas más reconocidas a nivel mundial. 12. El Fierro Esponja se producía en un horno vertical tipo túnel, con capacidad de generar doce toneladas de fierro por día.
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13. En 1974 se creó Alfa, grupo industrial encabezado por Roberto Garza Sada, siendo Hylsa el núcleo de las empresas que concentró. Bernardo Garza Sada, hijo de don Roberto, dirigió las compañías. 14. En medio de la apertura económica global, Hylsa fue comprada por la empresa italo-‐argentina Techint, creando la compañía Ternium en 2006. 15. Ternium produce láminas galvanizadas y electro-‐galvanizadas, láminas pre-‐ pintadas, hojalata, tubos con costura, acero laminado en frío y en caliente, barras y varillas de alambre, y componentes metálicos para la construcción. 16. Según la Asociación World Steel, México es el segundo productor de acero más importante en América Latina. 17. Actualmente, Ternium fabrica anualmente 10.9 millones de toneladas de productos de acero terminado, y da empleo a 16,800 personas.
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TRABAJO Y AHORRO, VALORES DE NUEVO LEÓN
César A. Salinas Márquez Centro Eugenio Garza Sada csalinas@cegs.mx
Trabajo y ahorro son valores descuidados. Se puede
decir
que
las
personas
lo
siguen haciendo por necesidad y obligación, pero pocas por convicción, es decir, como parte de su cultura personal o social. Según la Comisión Nacional Bancaria y de Valores en 2014, el 40% de los mexicanos no ahorran, pero el 60% de la población recurre a préstamos. Para ejemplo práctico nótese en el rápido crecimiento de las casas de empeño en México. De acuerdo a una investigación del Centro Eugenio Garza Sada, gran parte de las personas involucradas en el crimen organizado lo hacen por falta de trabajo, pobreza o la voluntad de ganar dinero fácil (trabajando poco). Dicho de manera clara, trabajar y ahorrar cada vez figuran menos en el carácter y la actitud de los mexicanos. Pero no siempre fue así. Por lo menos en Nuevo León, ambos valores formaron una dupla inseparable que fue promovida masiva y continuamente a los ciudadanos durante el siglo XX. En el estado se difundió que trabajo-‐ahorro era la fórmula ideal para progresar, siendo difundida por empresarios, medios de comunicación, escuelas y los propios obreros. La Casona| Octubre -‐ Diciembre 2015
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El trabajo era considerado como algo sagrado, pues es la única vía para que una persona consiga el sustento, y el ahorro la forma en que asegura su porvenir. Trabajar se veía casi como una religión, un valor que todo ciudadano debía adoptar por convicción y no por obligación. La cultura del trabajo se promovió tanto que se convirtió en parte de la identidad del nuevoleonés. La cultura del trabajo era tangible en todos los ámbitos y reconocida por propios y extraños. No era difícil escuchar que los nuevoleoneses eran trabajadores. Se debía trabajar porque era lo justo, el papel que todo ciudadano tenía. Esta cultura aseguraba que trabajar daba mayor dignidad a la persona, pues le permitía usar sus habilidades y talentos para contribuir al desarrollo de su comunidad. Desde las empresas de Nuevo León se promovió que tanto los empresarios como los obreros se dedicaran al trabajo. Independientemente de la clase social, quien no trabajaba era mal visto, mientras que las personas trabajadoras eran admiradas y reconocidas. Los empresarios no quedaban ajenos a este esquema, sino que se exigían ser ejemplo. Reconociéndose como líderes ciudadanos, promovieron el trabajo de la única forma congruente: trabajando duro. No era extraño verlos a altas horas en sus oficinas o supervisando personalmente la producción en sus empresas. También incentivaban a sus trabajadores con buenos salarios, prestaciones y un trato digno. Así se difundió que todo trabajo fuera bien hecho, de manera disciplinada y eficiente. Por ello, los trabajadores de Nuevo León fueron un ejemplo a nivel nacional por su productividad, talento y experiencia. Pero el trabajo, por sí mismo, no garantiza la prosperidad. Una persona podía obtener mucha riqueza y gastarla hasta quedarse pobre; incluso podría utilizar dinero que no tiene y hundirse en deudas. Ni siquiera quienes reciben altas ganancias o poseen enormes fortunas pueden progresar si son derrochadores. Por ello se promovió el La Casona| Octubre -‐ Diciembre 2015
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ahorro y la modestia, y se condenó ser ostentoso o presumido. Gastar en exceso, incluso teniendo mucho dinero, era mal visto, desaprobado socialmente. Los empresarios regiomontanos vivieron confiscaciones y violencia durante la Revolución Mexicana, enfrentaron crisis como la de 1929, y carestías durante la primera (1914-‐1918) y segunda guerra mundial (1939-‐1945). La experiencia les enseñó que aun el gran capital podía perderse, pues nadie, ni siquiera ellos, tenían el futuro asegurado. Desde entonces ahorrar significó prepararse para las épocas malas. El empresariado comprendió que derrochar el dinero los haría vulnerables a las crisis, inoperantes ante las coyunturas desfavorables, e incluso perderían competitividad si no tenían capital para reinvertir en el crecimiento y modernización de sus negocios. En Monterrey los grandes empresarios como Eugenio Garza Sada predicaban con el ejemplo, viviendo modestamente y utilizando una parte de sus 19
ganancias para la reinversión. Una de las frases de este empresario es: “El lucro no es renta para satisfacciones egoístas, sino instrumento de reinversión para el progreso económico y social”. Además, en su Ideario nos habla de disfrutar el trabajo y dedicarse a éste. Eugenio Garza Sada y otros empresarios regiomontanos consideraban que era un deber moral dar sueldos justos, es decir, lo suficiente para que el trabajador pueda solventar sus necesidades básicas y las de su familia, y que le quedase un porcentaje para ahorrar. En otras palabras, asegurar que el obrero ganara más de lo indispensable para vivir. La Sociedad Cuauhtémoc y Famosa, a la que estaban suscritas las empresas de los Garza Sada, creó en 1921 la Revista Trabajo y Ahorro. En ella se promovió la dupla de valores que se convirtió en clave para Nuevo León. En esta publicación se promovió que el trabajo y el ahorro debían ir siempre de la mano, pues las personas no solamente debían valorar su trabajo, sino también el fruto de éste (salario). La Casona| Octubre -‐ Diciembre 2015
La única forma de ser precavido era ahorrar, sugiriendo que lo ideal era separar el 15% del sueldo, sin perjudicar la satisfacción de las necesidades básicas. La Revista Trabajo y Ahorro publicó en junio de 1921: “El ahorro no es un instinto natural. Es un principio de conducta que se adquiere. Comprende la abnegación de sí mismo – la supresión del placer presente por el bien futuro -‐, la subordinación del apetito animal a la razón, a la previsión y a la prudencia. Trabaja para hoy, pero también provee para mañana”. En otro artículo señala: “El trabajo es la idea más grande, más santa y más práctica que ha concebido el hombre. Ama al trabajo.” Publicaciones como esta fomentaron la austeridad y la modestia, y criticaron el consumo irresponsable y la ostentación. El ideal regiomontano era ser muy trabajador y ahorrativo, pensando siempre en cubrir las necesidades presentes y futuras. El ideario nuevoleonés era Trabajo y Ahorro. También los medios de comunicación apoyaban a la difusión de estas ideas, formando la imagen del regiomontano trabajador y muchas veces señalado por “tacaño o “codo”, refiriéndose a su carácter ahorrativo. Se impulsó mucho la idea de que las personas trabajadoras y ahorrativas eran inteligentes y virtuosas, mientras que las derrochadoras y ostentosas eran necias e irresponsables. Se decía constantemente que se debía disfrutar el trabajo, valorarlo, cuidarlo. Poco a poco el ahorro también se convirtió en la piedra fundamental de todas las virtudes, pues no se trataba solamente de ahorrar dinero, sino también tiempo y energía para ser más eficaces, y no malgastar ningún esfuerzo. Aplicar la dupla de trabajo y ahorro es primordial en una sociedad en la que se quiere sacar el máximo provecho al menor esfuerzo, y se promueve tanto el consumo y la ostentación. Peor aún cuando trabajar poco o nada y ser presuntuoso comienza a ser bien visto, sobre todo en las redes sociales. En este mundo globalizado, en el que La Casona| Octubre -‐ Diciembre 2015
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se busca implementar modelos extranjeros para alcanzar el progreso, la superación y la prosperidad, se vale también retomar los valores de lo nuestro. Lo que las generaciones pasadas crearon en la localidad no es desdeñable, también nos puede llevar al éxito. La cultura del trabajo y el ahorro demostró buenos resultados. Apliquémosla. Seamos ejemplo. Enseñémosla a nuestros padres, hijos y familiares. Compartámosla con nuestros amigos, vecinos y compañeros de trabajo. Fomentémosla en nuestras empresas y entre nuestros empleados y colaboradores. A fin de cuenta no nos es ajena, es parte de nuestra identidad. 21
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Tardó 40 años en Volver a Visitar una de sus Esculturas
Karla Quintanilla Treviño Centro Eugenio Garza Sada Social@cegs.mx
El escultor Juan Edmundo González Cuéllar, quien realizó diferentes trabajos de escultura y restauraciones en Nuevo León principalmente, visitó la semana pasada las instalaciones del Centro Eugenio Garza Sada donde descansa una de sus obras. Tardó 40 años en volver a visitar una de sus obras más queridas, un busto en honor a Don Eugenio Garza Sada, que se encuentra ubicado en donde se resguardan sus archivos personales, lo que antiguamente fue la recámara de Doña Consuelo Lagüera Zambrano. Hizo muchos de rostros de distintas nacionalidades y en especial de mujeres. Trabajó también en la restauración del Arco de la Independencia (ubicado en Pino Suarez y Calzada Madero) realizado por el Arq. Alfred Giles, autor de la casa de Isaac Garza y dueño del despacho donde Herbert S. Green, autor de la casa de Don Eugenio desarrollo su quehacer arquitectónico. Sus obras incluyen varios trabajos de bustos de personalidades y esculturas para escuelas y bancos de la región. Uno de sus proyectos más significativos es la escultura de los jugadores de béisbol en el Salón de la Fama de Cervecería Cuauhtémoc.
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Su legado vive a través de sus obras y de sus hijos quienes continúan con la tradición de la escultura que aprendieron de su padre al trabajar muchos años a su lado en su taller ubicado en Galeana, Nuevo León “Yo sentía un gran afecto por la familia” expresa el escultor al recordar los trabajos que realizó para los mismos.
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Especialista en mármol italiano, su último trabajo fue un busto a Juventino Rosas hace 10 años aproximadamente.
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DOÑA MARGARITA GARZA SADA, 10 CLAVES SOBRE SU VIDA
Margarita Garza Sada de Fernández (1925-‐2014) Empresaria, promotora cultural, coleccionista de arte
César A. Salinas Márquez Centro Eugenio Garza Sada csalinas@cegs.mx
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1. María Margarita Garza Sada fue hija del empresario Roberto Garza Sada y Margarita Sada García. Se casó con el empresario Alberto Fernández Ruiloba, con quien procreó siete hijos: Alberto, Balbina, Alejandra, Lorenzo, Mauricio, Margarita y Álvaro. 2. Doña Márgara, como solían llamarla de cariño, fue una de las promotoras de arte más importantes que tuvo México en el siglo XX, y de las principales coleccionistas de arte en todo el país.
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3. “El arte no es moda, es algo que todo el mundo trae en el alma, es algo de sentimiento y el sentimiento nunca pasa”, comentó. 4. En su afán de estimular la creación y difusión de la cultura en todas sus expresiones, fue una de las principales promotoras del Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey (MARCO), el Museo de Historia Mexicana, Arte AC, Museo Alfa y el Centro Roberto Garza Sada. 5. Sobre el Museo de Historia Mexicana dijo: “No puede ser cualquier museo. Quiero que la ciudad tenga el mejor, que sea el mejor museo de historia del país, por lo menos. Entonces pensamos hacer que en este museo se conociera la historia de la mejor manera posible, siempre pensé que sería una maravilla”. 6. “La promoción de las artes resulta de primer orden, por eso todo el mundo debe hacer de alguna forma promoción cultural. En estos quehaceres, el papel de la iniciativa privada o particulares es importante, sin ellos no se podrá hacer nada. Y aunque han disminuidos sus apoyos éstos todavía continúan”, expresó una vez sobre la promoción cultural. 7. Para realizar actividades artísticas y culturales buscó constantemente el apoyo de empresarios, gobierno y organismos internacionales como la UNESCO y el Instituto Cultural Mexicano en Washington. 8. Doña Márgara tenía participaciones en el grupo industrial ALFA, adquiriendo en 2014 poco más del 10% de las acciones de la empresa Vidriera de Monterrey. La Casona| Octubre -‐ Diciembre 2015
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9. Según ella misma lo declaró, fueron cinco los valores que promovió a lo largo de su vida: apego a la verdad, integridad, justicia, respeto y valor al ser humano. 10. “Doña Márgara es una espléndida mujer que señorea en la escena nacional e internacional. Monterrey y México siempre estarán en deuda con ella. Las experiencias personales de doña Márgara la hacen un elemento indispensable. Su gran valor está en su calidad humana” (Jorge García Murillo, promotor cultural).
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DIEZ COSAS BÁSICAS SOBRE CEMEX Oscar A. Rodríguez Castillo UANL | Capilla Alfonsina orodriguez.cien@gmail.com
1. Cementos Mexicanos (Cemex) se creó en 1931 con la fusión de Cementos Hidalgo (1906) y Cementos Portland Monterrey (1920). Los dueños de ambas empresas decidieron unirse para finalizar su competencia por el mercado local. 2. Cemex comenzó a elaborar cemento siderúrgico en 1945 utilizando los residuos que producía la Fundidora Monterrey. Este tipo de cemento se popularizó por ser de bajo costo.
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3. A partir del siglo XX, Cemex ha tenido un papel destacado en el crecimiento y modernización de México. El adobe y la madera fueron sustituidos por el block como el material de construcción en las viviendas de los mexicanos y los grandes edificios que surgieron en el país. 4. Vicente Ferrara fue de los pioneros en la elaboración de cemento en Monterrey. Los terrenos donde instaló su cementera fueron adquiridos posteriormente por la familia Zambrano, propietarios de Cementos Monterrey. 5. Cemex cerró provisionalmente la planta de Cementos Hidalgo en los años 30 debido a la poca demanda de sus productos. Aprovechando la situación, el presidente Lázaro Cárdenas decretó la expropiación de la planta, hasta que medio siglo después fue readquirida por Cemex. La Casona| Octubre -‐ Diciembre 2015
6. En 2000, la adquisición de la empresa estadounidense Southdown Inc. posicionó a Cemex como la productora número uno de cemento en Estados Unidos. 7. Con más de 80 años de experiencia en el ramo, Cemex es la empresa cementera número 1 en México, mientras que en el mercado internacional se ubica dentro de las primeras cinco. 8. Cemex ha alcanzado un lugar sobresaliente en el mercado internacional, siendo una de las pocas empresas mexicanas con presencia en cuatro continentes: América, África, Asia y Europa. 9. Cemex integra el programa ecoeficiencia a sus plantas productivas, reforzando su compromiso con el medio ambiente y con el bienestar de las futuras generaciones. 10. Desde 2003 Cemex ha sido distinguida como Empresa Socialmente Responsable debido a su compromiso con la comunidad. Su mérito: armonizar sus negocios con el bienestar de sus empleados y las comunidades en las que tiene presencia.
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