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BIENVENIDOS AL ESPECIAL LOGROÑO FANTÁSTICO. ABSTÉNGANSE LOS AMIGOS DE LO RANCIO, PORQUE VAMOS A LLENAR NUESTRAS CALLES DE JEROGLÍFICOS, JOROBADOS SINIESTROS, MALDICIONES, CASAS ENCANTADAS, SARCÓFAGOS Y MOMIAS, ESQUELETOS, PUERTAS FALSAS, MUERTOS VIVIENTES, SIMIOS GIGANTES Y TODAS LAS EXTRAVAGANCIAS QUE SE NOS OCURRAN. CONTEMPLEN ESTAS PÁGINAS COMO CONTEMPLÓ AQUEL NIÑO QUE FUERON SU TEBEO, SU NOVELA DE A DURO O SU SERIE DE DIBUJOS ANIMADOS FAVORITA. ES MOMENTO DE DEJARSE LLEVAR E IMAGINAR. DISFRUTEN CON LAS COSAS QUE HAN SALIDO DE NUESTRAS CABEZAS Y NO DEJEN NUNCA DE SOÑAR.

LOGROÑO FANTÁSTICO es un nuevo intento de La Chimenea Fanzine de conseguir una visión cercana de esta ciudad, un lugar que nos pone en contacto a gente de diferentes generaciones, con ideas que son de aquí, son lo que hemos mamado y cultivado.

Poco a poco la ciudad se duerme más y más, y va llegando la hora de quitarnos las máscaras para mostrarnos unos a otros los monstruos que somos, y los que nos atormentan. Aquí quemamos esos demonios y nos convertimos en puro humo. Humo negro, blanco y de infinita escala de grises. Disfruten de este humo que sale de sus hogares, de los tejados en la ciudad que habito. Ahora toca querer curiosear qué se cuece tras los muros, bajo el asfalto, en las cabezas de la gente y en el aire que nos toca respirar. Una vez situados o perdidos, comencemos a leer nuestro mapa interior. O démosle lumbre. David Romero

Eduardo Alvarado

Que ninguno de los autores cobre un euro, y mucho menos los editores, maquetadores, o repartidores, es una señal del compromiso, imparable e impagable. Nuestro ahinco por mantener esta publicación, con el solidario apoyo de comercios locales, amigos y cómplices, nos anima a seguir abogando por la libertad de expresión y la reivindicación de un medio humilde como este fanzine para entender la realidad que nos rodea a todos como conciudadanos.


una noche con verónica d’elexido

Escuché por primera vez el nombre de Verónica D’Elexido la pasada primavera, de forma accidental, cuando mi amigo Roberto se convirtió, por unos breves instantes, en diana de las ebrias mofas de un compañero de clase. Roberto trataba de zafarse del tipo en cuestión, un plomo lenguaraz y sudoroso que había esperado el momento adecuado para el ataque en algún oscuro rincón del bar o escondido tras una columna, valorando si nuestros acompañantes –dos amigas– eran suficientes para constituir un público digno de su escarnio. El borracho gritaba algo ininteligible; primero nos lo espetaba a nosotros, luego a Roberto y se le acercó tan bruscamente que casi lo derriba del taburete; «Diliisidou, Diliisidou, Diilisidou». Por suerte, el asalto transcurrió en pocos segundos y la bestia abandonó el lugar en busca de nuevas víctimas. No es que la curiosidad me reconcomiera, pero el patetismo del episodio precipitó algunas preguntas. «Es la americana de clase». Roberto se sonrojó. Pareció pedir permiso con la mirada a nuestras interlocutoras. «Verónica D’Elexido. Es muy guapa. Me vuelve loco». Roberto es transparente en exceso y

enseguida me percaté de que la tal Verónica le había subyugado; el repaso biográfico fue extenso en detalles, probablemente recolectados durante alguna conversación más íntima y prolongada, delataba algo más que simple admiración. La chica estudiaba Antropología en la Universidad de Miskatonic de Arkham –su ciudad natal– y llegó becada a comienzo de curso. Coincidía con Roberto en la mayoría de sus clases de Humanidades por lo que la veía a diario, un gran estímulo para posibles enamoramientos. La equis del apellido, de origen español, debía pronunciarse jota, «como México», aclaró Roberto; el castellano se lo había enseñado su abuela venezolana y lo hablaba quedamente con acento dulce y suave. «Pero esto no es lo más importante», nos aseguró Roberto antes de concluir, «escogió Logroño como destino porque un antepasado suyo nació aquí, ¿no es increíble?». La verdad es que Roberto sabía como contagiarnos la fascinación que sentía por Verónica, al rato todos estábamos hablando de ella a pesar de que sólo él la conocía. Hasta que llegó el verano y con él, mi oportunidad. O más bien mi turno.

Aquella noche simplemente apareció. Sabía mi nombre porque Roberto le había hablado de mí en una ocasión, también aseguraba haberme visto con él alguna vez aunque yo no lo recordaba. La noche era cálida y tomamos unas cuantas cervezas en una terraza del centro. Entendí de súbito el hechizo que Verónica ejercía sobre Roberto; sus ojos verdes parecían descifrarme sin esfuerzo; ávidos de espíritu, miraban dentro sin que pudiera impedirlo, directos a la verdad. Charlamos animadamente, mis bromas habituales funcionaban y ella alternaba típicas historias hilarantes con algunas extrañas o incomprensibles para mí, derivadas quizás, de sus conversaciones universitarias y sus preferencias artísticas o literarias; era fanática de un poeta llamado Abdul Al Hazred y admiraba los cuadros del pintor norteamericano Richard Pickman. Yo asentía y fingía interés durante esos momentos aunque en realidad no tenía la menor idea de lo que estaba hablando. El tiempo transcurrió en un suspiro y el camarero se acercó para comunicarnos que éramos los últimos clientes y que sólo quedaba nuestra mesa por recoger.

El piso de Verónica estaba cerca de la universidad, en Padre Marín o Caballero de la Rosa, siempre las confundo. Nos encontrábamos en el trance que antecede al encuentro sexual entre desconocidos, cuando el ánimo y la distensión anteriores se detienen abruptamente y nuestros movimientos adoptan un aire severo mientras repasamos mentalmente el protocolo estándar que nos asegure satisfacción sin sobresaltos. Verónica me había conducido al dormitorio y me senté en el borde de la cama. Ella parecía guiarse por un código diferente al mío; permanecía esquiva a cualquier acercamiento y, sin embargo, en un santiamén me desabrochó el cinturón, se arrodilló y comenzó a chupar. Era la suya una forma salvaje, de sacudidas vehementes, rápidas y profundas; las manos cruzadas a su espalda, su determinación, le conferían aspecto de atleta olímpico. Me recliné para observar su rostro mientras tanto y la agarré del cabello, quise tirar de ella hacia arriba, que se incorporara, deseaba observarla desnuda. Se detuvo un instante y con el dorso de la mano interrumpió el goteo de su barbilla; lo hizo fugazmente, apenas un imperceptible gesto con el fin de ahorrarme la visión de sus vertidos, que a mí podrían parecerme desagradables, o tal vez le avergonzaran, sencillamente, temerosa de que pudieran interpretarse como síntomas de inexperiencia. «Deja», susurró, y volvió a las veloces cabezadas; más parecía haberse parado para decirme eso que porque realmente necesitara tomar aire o regular las incipientes arcadas. Me entraron ganas de correrme y apreté la melena de Verónica para retirarla de acuerdo a las convenciones internacionales, pero ella ya lo había decidido. No insistí más. Después salió de la habitación, rumbo al cuarto de baño, probablemente.

Desperté y Verónica ya se había marchado. No sabía si vivía sola o si compartía el piso así que tomé las precauciones necesarias y me vestí para investigar el resto de la casa. No había nadie. La casa era antigua pero reformada y Verónica o los que vivieran allí no se habían esmerado con la decoración, todas las estancias se asemejaban a una habitación de hotel. Husmeé en las estanterías del salón, Verónica me había demostrado que era leída la noche anterior; todos eran libros de carácter científico, en inglés la mayoría y relacionados con la antropología, aunque había otros más raros, escritos con caracteres que desconocía. No había ni cafetera ni nada parecido; abrí el frigorífico y encontré multitud de pequeños frascos de uso médico, dos estantes repletos, todos perfectamente alineados e identificados mediante adhesivo frontal; fecha y nombre. September 21 – Jaime, September 29 – Ricardo, October 4 – Fran... En la segunda balda, a la derecha del todo estaba el mío, 12 de Junio, con mi nombre a continuación. La rosca se había pasado y me costó un rato abrirlo; Verónica había decidido llevarse a Arkham un souvenir bastante personal, acerqué la nariz y enseguida supe que la noche anterior, cuando salió del dormitorio, no fue rauda al lavabo ni al váter. Cerré el frasquito y lo introduje en la cazadora, a ver si así se rompía el encantamiento que la señorita D’Elexido estaba preparando. Antes de marcharme decidí comprobar algo. Hurgué en la colección de Verónica hasta llegar a las extracciones del mes de abril. El día siete, Roberto sucumbió como yo lo había hecho unas horas antes. Mi nerviosismo comenzaba a avasallarme y me marché del piso, ni siquiera esperé al ascensor, bajé los seis pisos a la carrera. Decidí llamar a Roberto aunque no sabía muy bien por qué; ¿debía contarle aquello? Después de todo, era una cosa de locos, ni yo mismo era consciente de lo que había presenciado. Marqué su número, no obstante. Recordé a Verónica D’Elexido y su refrigerador; cada vez teníamos más cosas en común Roberto y yo.

Guillermo Moracia incitatusblog.wordpress.com


logroño fantástico

La Chimenea Fanzine

Divertimento fantasmagórico Jorge Ortega A los suicidas de la Pasarela del Ebro, con la esperanza de que algún día alguien cuente su historia.

Era lo que se dice una mujer oscura. La alquimia, los rituales paganos y el esoterismo de barra de bar, no tenían secretos para ella. Era tal su encanto demoníaco que los hombres se convertían en garabatos (nadie nunca pudo entender por qué no los mataba sin más). No era mucho de aquelarres o equinoccios, prefería bailar descalza en las bodas o invocar al diablo con conjeturas metafísicas que ella misma acuñaba.

Otro acontecimiento cercano que contribuyó a afianzar su vocación lunar fue que una tía suya, la hermana más querida de su madre, le hizo un guiño a Alfonsina Storni y se arrojó por una pasarela que cruzaba el Ebro para llegar a la mar. Los médicos del lugar diagnosticaron como “arrebato poético insondable” al suceso, mientras que su madre no volvió a ser la misma. Después de tres noches, su tía Mari, de fantasma presente, la visitó durante horas. En vida fue una cotorra y en muerte no había cambiado un ápice. Monólogos y soliloquios alternaron con alguna anécdota jocosa del marido sordo al que había dejado solo. No le desveló ningún misterio, ningún mensaje desde el más allá.

Y ella se encendió un cigarrillo tras otro extrañada de por qué los muertos piensan en los vivos y no cambian para nada y si eso demostraba la existencia de una querencia incoherente hacia la vida; de lo feliz que hubiera hecho a su madre con su visita en vez de a ella; de que después de todo son unos egoístas estos muertos o de que la mismísima Muerte era en realidad una cotorra que se parecía a su tía Mari.

Fernando de la Iglesia


OTRO MUNDO ZOMBI

ES POSIBLE

Claudio no se puede creer lo valioso que hay en sus manos. Con esa cabeza de champiñón le mira desde su cama con los ojos abiertos. La tarea de Claudio no es educarle, ni aguantarle cuando la criatura está enferma o no quiere comer cosas verdes. El trabajo de Claudio sólo consiste en contarle cuentos para que se pueda dormir. Un día estábamos comiendo en casa de los yayos. Tú estabas ya en la tripa de tu madre. Debiste enterarte de todo, lo que pasa es que ya no te acuerdas. Estábamos comiendo la célebre sopa con pelota de la abuela mientras veíamos la tele. Retransmitían el pisado de la uva. Allí estaban los fotógrafos, las televisiones y los periodistas retratando a todas las personas importantes: los políticos, el Gobierno, la oposición, los hermanos Urdiales pisando la uva en la tinaja al método tradicional, los vendimiadores repeinados y vestidos de riojanitos… Estaban todos, era el Día de La Rioja, la fiesta de la Vendimia. El presidente se acerca al micrófono del escenario para dar su discurso. “Queridos riojanos… “ Se queda callado unos segundos y comienza de nuevo: “Queridos riojanos…” Su cara empieza a cambiar de color. Primero se pone pálido, luego el blanco se torna a amarillo, después a un color verduzco. “Quequequeridos riojanosssss… “ Y se retuerce con unos movimientos muy raros, le dan convulsiones, como si quisiera vomitar. En la tele dejan de enfocar al presidente cuando éste se pone a echar espuma por la boca, para sacar a la gente que está sentada en primera fila. Son las personas más importantes de ésta, nuestra comunidad, La Rioja. Parecen mirar atentamente al escenario con cara de no pasa nada, estoy perfectamente, todo genial, fenomenal, de verdad. “¿Qué le habrá pasado al presidente?”, pregunta tu madre, que inmediatamente después se queja de la buena patada que le has propinado. Tú debías saber ya desde

la tripa de tu madre lo que estaba pasando, pero nosotros en ese momento ni siquiera lo podemos imaginar. Estamos todos con la cuchara llena a medio camino entre el plato y la boca. Se está enfriando la sopa de tu abuela y es necesario comerla muy caliente. Te tienes que quemar un poquito la lengua, es la tradición. En la tele está ahora la periodista de la tele retransmitiendo desde El Espolón y dice que lamenta comunicarnos el suspenso de este importante evento pero que el presidente se ha puesto enfermo y… Una garra le tapa la boca a la periodista y otra le arrebata el micrófono ¡Es un zombi con traje! Debe ser alguna de las personas que estaba en la primera fila porque el traje es bueno. “Queridos riojanos. Somos buena gente y venimos en son de paz. No teman”. La cámara cae al suelo. El operador piensa: “piernas, para qué os quiero” y sale zumbando. El zombi con traje coge con una mano la cámara y se la aleja de la cara todo lo que puede. Sin embargo, se puede ver y sentir la rugosidad de su piel putrefacta, se observa nítidamente cómo los pequeños gusanos que brotaban de sus oídos y su nariz se comen la piel muerta de su cara. “Queridos riojanos. Como les decía, somos gente honrada, sincera, en la que se puede confiar”. De fondo se ve cómo otros zombis con traje y ves-

tido de gala se comen el cerebro de gente normal que se conforma con ver el acto del pisado de la uva de lejos. A su vez, esta gente normal se convierte en zombi a los pocos minutos y va ansiosa a buscar nuevos adeptos a su estirpe. La imagen de la tele se va a negro. “Toda La Rioja se convertirá en zombi en unas horas”, dijo tu madre. “Que lo zombi se propague por toda España es cuestión de días”, apunté yo. “Después los zombis conquistarían Europa, África, Asia, América y Oceanía”, añadió tu abuelo. “Entonces La Tierra será el planeta de los zombis”, señaló tu abuela. Nos ponemos en marcha. Hay que organizarse para encerrarnos en casa y que ningún zombi pueda contagiarnos. El abuelo y yo arrancaremos las puertas de los armarios para tapiar las ventanas y la puerta de entrada a la casa. Tu abuela y tu madre se pondrán a recopilar toda la comida para racionarla y calcular cuántos días podemos sobrevivir. Ya ha cerrado los ojos y Claudio sonríe porque nunca le ha contado el final de la historia puesto que siempre se queda dormido antes de que termine. No puede creerse la suerte que tiene. Que un bello champiñón con ojos espere cada noche que le cuente una historia sin final. Montse Catalán

Mariano Espinosa


SIDERAL LUIS

EL REY DE LA

1919 - 2005

LITERATURA POPULAR

LUIS GARCIA LECHA

por Fafinon de Foss

Un tío que tiene contabilizadas 2003 novelas en su haber no puede ser vago. Además escritas durante 30 años al ritmo de 66 novelas anuales, ahí es nada. Y dicen que es riojano, de Haro concretamente. Y que nació el día de San Bernabé… de 1919.

Tocó todo tipo de géneros, desde el western al terror pasando por el bélico y el policíaco. Y en lo que nos ocupa, la Sci-fi riojana, este prohombre riojano ha escrito más de 600 novelas de cienciaficción, una quinta parte de la totalidad de los bolsilibros de género futurista publicados en nuestro país. La novela de ciencia-ficción más antigua que le conocemos es El Cerebro, publicada en 1954, lo que le convierte en uno de los precursores de la ciencia-ficción española de la posguerra. Viajes en el tiempo, interestelares, sociedades utópicas, avances de bioingeniería, civilizaciones extraterrestres, universos paralelos, imperios galácticos, nada se le resiste a Luis García Lecha (Haro, La Rioja, 11 de junio de 1919 - Barcelona, 14 de mayo de 2005) así llamado este novelista y guionista de cómic. No obstante, sus historias de ciencia-ficción están pobladas de humanos y sus argumentos deben mucho a lo policíaco y de intriga. ¿Y cómo siendo el escritor más prolífico de la ciencia-ficción española no nos suena su hombre? Pues porque se ocultó bajo diversos seudónimos, algunos de los cuales son Clark Carrados, Louis G. Milk, Glenn Parrish, Casey Mendoza, Konrat von Kasella y Elmer Evans.

Todo comienza de manera casual cuando trabaja como funcionario de prisiones en la cárcel Modelo de Barcelona. El destino quiso que en la prisión cumpliera condena uno de los grandes de la literatura 'de a duro', Francisco González Ledesma, más conocido por Silver Kane, con el que comenzó a colaborar, en principio por pura curiosidad. Pero la curiosidad se fue convirtiendo en pasión y el funcionario en escritor. Este riojano, lector voraz -con el Quijote como libro preferidoera una enciclopedia andante. Sabía de todo, respondía con precisión a cualquier cuestión. Conocía a fondo a los clásicos y degustaba la escasa literatura moderna que se publicaba en la época. Su vasta producción es desconocida para el gran público y, por tanto, cualquier cosa que se diga en

El viajero que vino del infinito

torno a su persona y obra, sorprenderá a los lectores. Como que también fue autor de las 15 novelas de la colección Bonanza (Octubre de 1966 hasta Marzo de 1967), aquella afamada serie de televisión estadounidense, con la firma de Clark Carrados. Convendría adentrarse en la “sideral” obra de este riojano, cuyos límites imaginativos los frenó su conservadora postura de volver al funcionariado de prisiones para asegurarse una buena jubilación a comienzos de los años 80.

····· novelas y relatos recomendados ····· ¡Destruid ese planeta! Nº474 Bolsilibros Ciencia Ficción La conquista del espacio (LCDE), 1979, firmada como Carrados. Acción, aventura e intriga, parece inspirada en La Batalla de Inglaterra, el decisivo enfrentamiento aéreo entre las aviaciones alemana y británica que tuvo lugar en 1940. Y un relato fantástico en todos los sentidos, Donde hay espacio, único relato corto escrito y firmado con su nombre que nos habla de la superpoblación planetaria. ····· el personaje ····· El androide KB-000-459-3D5, más conocido como Kabé. Entre las décadas de los años 50 y 60 del siglo XX, Lecha dedicó una serie de novelas a este robot con apariencia humana. Un robot, satisfecho de serlo, que “tontea” con los humanos y, con gran sentido del humor, nos lo narra en primera persona. Aparece, entre otras, en Memorias de una máquina, Nº 65, El oro de las estrellas Nº 75, El país de los robots Nº 87, Maquiavelo artificial Nº 108, Homo mechanicus Nº 115, El planeta de los hombres de oro Nº 137, todas ellas en la colección Espacio, el mundo futuro de Editorial Toray. ····· Lecha predictor ····· Y como todo buen creador, a veces sus “criaturas” pueden llegar a hacerse realidad. Luis García Lecha imaginó un vehículo todoterreno similar al LER Lunar Electric Rover (Todoterreno Eléctrico Lunar) que la NASA presentó en sociedad aprovechando el desfile conmemorativo de la toma de posesión del presidente Barak Obama. Se trata del primer prototipo del coche lunar tripulado de la NASA, con el que los astronautas darán vueltas por la superficie del satélite terrestre en 2020.



tres chavales viven una trepidante aventura al colarse de noche en el edificio en busca de la manera de crear una ley que prohiba los suspensos con la ayuda de un inventor loco y su ratón de ordenador. Una historia de Bernardo Sanchez que recuerda a la inolvidable primera parte de Regreso al futuro con unos excelentes dibujos de Javier de Blas.

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Aprovechando este nUmero especial LOGRONO FANTASTICO hemos decidido buscar las sendas ocultas que conducen al misterio en nuestra pequeNa ciudad. No abundan las obras que la han imaginado imposible o al menos ficticia. te recomienda unas pocas entre ellas.

la chimenea fanzine

NO BEBAIS AGUA DE POZO

Como buenos detectives que somos, no nos costó demasiado interpretar las señales que Miguel Ángel Ropero nos dejó entre las líneas de su novela No bebáis agua de pozo, una curiosa historia detectivesca publicada en 2009 por la Editorial El Tragaluz. Un profesor de historia contemporánea investiga a partir de un descubrimiento vinculado a un suceso pasado terrible: unas obras para construir un parque dan lugar al descubrimiento de un pozo en el cual se ocultan los restos de un cadáver. Una novela misteriosa, sumamente entretenida, en la que podemos jugar a averiguar los lugares reales de nuestra ciudad en la Gradiente ficticia, la urbe provinciana y tranquila testigo de los hechos. -

LA HISTORIA DE LOGRONO JAMAS CONTADA

El escritor Marcelino Izquierdo y la ilustradora Judith Sáenz de Tejada publicaron en el 2011 un libro para toda la familia sobre la historia de la capital riojana. El elefante Mateo, experto gastrónomo, y la cigüeña Blasa sirven de excepcionales guías al pez Bernabé en su visita por nuestras tierras. Son 68 páginas con ilustraciones a todo color y textos en castellano e inglés para hacerlo aún más didáctico si cabe. NO, EL FANZINE MALDITO 7

La revista Calle Mayor en su número doble 4-5 regaló la Edición Rioja del fanzine del hoy reconocido director de cine Álex de la Iglesia. El número se llamó Logroño no existe y como tal trató de demostrar que nuestra ciudad no era más que una utopía fantástica, un paraíso imaginado en leyendas ancestrales y cuentos infantiles. Todo con mucho gusto y muy buen humor. UNA AVENTURA EN EL PARLAMENTO Allá por el 91 la Diputación General de La Rioja publicó un peculiar cómic para ex-

plicar el funcionamiento del Parlamento a los más jóvenes. El argumento es sencillo:


al otro lado

Aquel día me sentía especialmente sola, miles de pensamientos me asediaban. Salí a dar un paseo para intentar despejarme un poco. Logroño estaba mudo, nadie por la calle. Solo mi reflejo en los cristales. Al pasar por un supermercado paré en la puerta y me arrodillé en el suelo, extendí la mano pidiendo limosna. Mi cuerpo actuaba de forma autónoma, había perdido el control sobre él. Alguien apareció a mi derecha, era yo que salía de una tienda vestida con ropas elegantes, extendí mi tronco hacia aquella imagen: “ayúdame por favor, soy tu”. La imagen desapareció apresurada evitando mi presencia, después de lanzarme un pensamiento:” ¿Tu? ¿Qué es eso? Aquí solo existo yo, debe estar loca la pobre...” Me puse en pie y continué mi camino. Entré en una tienda y comencé a hablar animadamente con una dependienta de plástico, compré un bolso vintage y me lo colgué del brazo. Al salir volví la vista hacia atrás y allí estaba yo, de rodillas mendigando, me ignoré con desdén y continué mi camino sin volver a mirar a esa paria. Al llegar a la Calle Mayor empecé a gritar algo en otro idioma, como si estuviese discutiendo con alguien, sentía calor y estaba sudando. Sentí un golpe en la mejilla, di un manotazo al aire y corrí hasta la Plaza del Mercado. Por fin había llegado, me paré junto al árbol exhausta. El mismo árbol en el que el día anterior había pasado horas sentada, obser vando a la gente, intentando comprenderles; cuando una de sus hojas calló rozándome el pelo, y me susurró al oído: “¿De verdad quieres saberlo? Ven al otro lado”

marina melo

maría velasco


LA/ULTIMA/CENA

POR/GUILLERMO/DE/JORGE

ERA/LA/ÚLTIMA/CENA : LO/TENÍA/TODO/CALCULADO;/HACÍA MESES/QUE/TENÍA/CONCERTADO EL/RESTAURANTE;/HABÍA PREPARADO/LAS/INVITACIONES CON/ANTELACIÓN;/ESTABAN LOS/INVITADOS/AVISADOS ; TODO/ESTABA/PERFECTAMENTE PREPARADO PARA/EL/GRAN/BANQUETE , HASTA/QUE/LLEGÓ LA/HORA DE/PAGAR.

alfonso valenciano


LOS/DONES/DEL/NILO POR/NIGROMANTE/Y/KEMET

Con motivo de la inminente crecida del Nilo discutían los dioses Hapi y Anuket acerca de qué papel desempeñaban los hombres, si simbiótico, colaborando con la existencia del río y los animales, manteniendo su hábitat, o parasitario, aprovechándose del mismo y explotándolo para su propio beneficio sin tener en cuenta su ecosistema. Tras una acalorada discusión, el debate se zanjó con estas palabras:/-Creo, querida amiga, que los seres humanos no le son útiles al río -dijo Hapi-. Devoran y consumen sin preocuparse del daño que le ocasionan, son langostas que asolan la fertilidad del Nilo./-Te equivocas, Hapi. Los seres humanos cumplen un papel importante respecto al río, como los demás seres vivos -contestó rápidamente Anuket-. Estoy segura de que los hombres pueden serle útiles.../¿Estás segura de ello, excelsa Anuket? -le atajó socarronamente el dios- Apuesto a que ningún ser humano es capaz de sacrificar su esfuerzo o su tiempo que tan vivamente malgasta holgazaneando en devolver un poco de vida al río que tan concienzudamente esquilma./-¡Estás completamente equivocado! -la voz de la diosa denotaba decisión y seguridad- Yo misma buscaré un par de seres humanos y ellos serán capaces de sacarte del error, Hapi.//Hace muchos años, vivían en Egipto dos mujeres, hermanas por parte de madre, aunque de distinto padre. La hermana mayor, llamada Tanafriti, había construido su casa junto a su novia en la margen izquierda del Nilo, mientras que su hermana, quien se llamaba Ebe, lo había hecho con su hija en el margen opuesto./Ambas hermanas se dedicaban a la pesca en el río. Tanafriti pescaba poco, tanto como su hermana pequeña, pero se alegraba de la captura diaria y agradecía a la diosa del Nilo estos presentes. Ebe solía quejarse de lo poco que pescaba y ni se conformaba con las uvas o los dátiles que su hijita, Zahra, le traía. Tanafriti y su amante, Aziza, sin embargo, agradecían la gentileza de su sobrina y le daban en cada visita una jarra de cerveza, un poco de miel o algo de pan para dárselo a su madre./Un día de otoño, cuando ambas regresaban de faenar, el río empezó a ondularse y a burbujear. Tanafriti y Ebe se miraron sorprendidas, jamás habían visto nada semejante. Sus barcas chocaron con la orilla y mientras intentaban remar para mantener los botes en el agua, una corona de plumas surgió de las aguas. A esta corona le siguió una cabeza hermosa, de piel aún más oscura que las suyas, con unos bellos ojos azules, que sugerían cataratas y remansos en el Nilo. Las dos hermanas volvieron a mirarse, estaban ante una diosa. La misteriosa mujer sacó su fino y esbelto cuello del agua, quedándose tan sólo sumergida hasta la altura de los hombros. Su boca se abrió lentamente mientras no dejaba de observar a las dos mujeres, aferradas a sus barcas de pesca./-¡No temáis, mujeres! Yo soy Anuket, diosa del Nilo, y he venido desde Asuán para probar vuestra valía -dijo mientras se acercaba nadando a donde ambos botes se mecían-./- ¡Oh, Anuket, augusta entre las diosas de Egipto, reina del Nilo, diosa de las aguas y de la pesca, te saludamos! -corearon las hermanas, perdiendo parte del nerviosismo inicial./-¡Tanafriti, Ebe, no temáis, no deseo haceros daño! Mi deseo es probar si sois dignas de ser llamadas hijas de los hombres -respondió Anuket, alzando sus manos hasta tocar la proa de las embarcaciones. De sus muñecas colgaban finas pulseras hiladas con lapislázuli y zafiro, mientras que su cuello estaba adornado con un bello collar de algas y piedras preciosas.- Os ofrezco un trato: vosotras quitaréis las rocas del lecho del Nilo, desde el recodo aquel que se abre tras la catarata hasta aquella loma que se muestra rojiza, y yo, a cambio, os entregaré abundante pesca, la necesaria para subsistir y formar una pequeña fortuna./-¡Eso es mucho trabajo! ¡Tardaremos días en hacerlo! -protestó Ebe, quien se estaba olvidando de que estaba ante una diosa./-¡Ebe! -le riñó Tanafriti- ¡Podemos hacerlo! ¡No me seas tan ociosa y tan holgazana! -se volvió para dirigirse a Anuket, quien aún se asía de los botes-

No se preocupe, sagrada diosa del Nilo, yo me ofrezco como voluntaria para hacerlo./- Entonces os concedo tres soles con sus tres lunas para realizar la tarea. Cada alba os entregaré una bandeja idéntica a cada una de las dos. Si al amanecer del tercer día habéis concluido correctamente el trabajo, seréis obsequiadas con una buena cosecha. Si no lográis terminarlo en el plazo acordado, no seréis dignas de ser llamadas hijas de los hombres./La diosa sonrió satisfecha, sumergió su mano en las ondas azuladas del Nilo y sacó una fuente de oro brillante, ornada con piedras preciosas, sobre la cual había dispuestos varios pescados, todos de gran tamaño y buena apariencia. La puso en la barca de Tanafriti y además añadió varias chucherías y adornos varios, como regalo por su buena disposición./Al ver Ebe los regalos de Anuket, brotaron de su interior la avaricia y el egoísmo, por lo que dijo al ver terminar el acto:/- ¡Yo también me ofrezco para hacerlo, diosa Anuket! -con voz fuerte y segura, aunque no pretendía cumplir seriamente su palabra, pues la tarea se le antojaba dura y fatigosa solo para conseguir una bandeja y varios adornos./La diosa Anuket sumergió la otra mano, contenta por el ofrecimiento de Ebe, aunque recelando de su palabra, para volver a alzarla con otra fuente, igual a la de Tanafriti. La puso en la barca de Ebe, junto con un puñado de collares y pulseras, similares a los que le había dado a su hermana mayor./Ambas se despidieron de la diosa y regresaron a sus casas. Fue una noche de júbilo en cada orilla, tras la cena Tanafriti y Aziza guardaron la fuente y parte del pescado para el día siguiente, mientras que la codiciosa Ebe se reservó gran parte del mismo para venderlo al día siguiente.//Con las primeras luces del alba Ebe se marchó a la aldea principal de la zona para vender el pescado que Anuket le había regalado, al conseguir un buen precio por él su mente divagó en mil y una maneras de conseguir enriquecerse con los dones de la diosa. Mientras tanto, Tanafriti se despidió de su cónyuge y, cogiendo la barca de pesca, el buey de la pareja y una carretilla, se dispuso a limpiar de rocas el margen izquierdo del Nilo, entre aquellas zonas acotadas que la diosa le había marcado. La tarea era pesada pero la mujer sabía que había prometido hacerlo y, por lo tanto, debía cumplir con su palabra./Estuvo toda la mañana limpiando varios metros. Subida en su barca, recogía con una red las piedras del lecho del río y las colocaba en la carretilla. Cuando llenaba la carretilla, ayudada por el buey, Tanafriti la llevaba hasta su casa, donde Aziza la ayudaba a construir una pequeña muralla que las protegiese de las crecidas del Nilo. Por otro lado, Ebe no se molestaba en recoger las piedras, alguna vez bajaba en su barca y cogía las más ligeras, intentando cumplir con su palabra, pero enseguida cambiaba de parecer y buscaba peces y otros animales en las aguas fértiles.//Al despuntar el alba del segundo día, Tanafriti pidió ayuda a su novia al comprobar que era un arduo trabajo para tan escaso tiempo. Se repartieron el trabajo y mientras Aziza llevaba las rocas hasta la casa, Tanafriti sacaba las rocas del agua. Compartieron los ágapes que la diosa les otorgó y los administraron sabiamente para épocas de necesidad. Sin embargo, su hermana pequeña vendió todo el pescado y la fuente, quedándose sin comer sin comer ni ella ni su hija, para comprar esclavos.//Al amanecer del tercer día, Zahra fue a pedir ayuda a su tía que trabajaba en el río, ya que llevaba sin probar bocado desde hacía dos lunas. Tanafriti atendió los ruegos de su sobrina, dándole de comer de aquellos pescados que sabiamente había administrado. Mientras tanto, Ebe había pagado a varios trabajadores para que se encargasen de su tarea. A lo largo del día los trabajadores fueron acortando terreno con respecto a la labor de la pareja, pero a pesar de ello dudaban de poder terminar en el tiempo estipulado. Uno de ellos sugirió la idea de replantear la labor y, en lugar de sacar las rocas al exterior del río, arrastrarlas fuera de los límites marcados./A la caída del sol, Tanafriti y Aziza descansaban sudorosas y agotadas al borde del río, compartiendo su cena con la sobrina, satisfechas por haber terminado el pedido a tiempo y observando cómo los empleados de su hermana habían acumulado las rocas en un meandro, más allá de la loma, sin haberlas sacado del río./A medianoche, les despertó el sonido del agua que se había desbordado del río, anegando la casa de Ebe y su cosecha, pero inexplicablemente sin salpicar ni una gota en su casa que estaba justo enfrente.




Desde La Chimenea En un día lluvioso cualquiera, pero triste como

él solo, desde su mullida esquina controlaba toda la casa,

en su sepulcral silencio, con la mente abotargada, al azar

Siempre odié a los que odiaban a los egoístas

como yo, por eso tal vez ni siquiera me dignaban con su mi-

rada. Como un bicho atropellado en un arcén, como una vieja

entre tristes alegrías y risueñas desgracias.

prostituta en una gasolinera olvidada; yací sin compasión al-

harta me encontraba, tan harta, y aún siendo libre, que

tertores servirme cual caritativa mortaja.

En un día como hoy -se dijo- meditabunda y

sólo mirar por la ventana me sosegaba. No hay comodidad

guna, anónima o espontánea, que pudiera en mis últimos esIncapaz de articular, tal vez por el daño físico,

alguna en mi actual estado, pese a que muchos, traba-

quizás por el moral con que la escena me atenazaba, me des-

-aún sin advertirles-, haría, reproche de ésta vida relajada;

única solución, desde hacía tiempo ya anhelaba. Ningún hu-

jando al raso, ipso facto por mí se cambiaran. He de decir,

cualquiera que se acerque hoy a mí, cualquiera que en mi

vanecí sintiendo ese descanso final que cuando salté, como mano ha vuelto de éste trance, ni de la muerte pacífica ni de

inacción se equivoque y envidie mi calma, será porque

la provocada, como único testimonio este pensamiento re-

cuerpo como a mi alma, y que no para poco tiempo me

estar presa en una forma de vida superior, omnisciente, pe-

desconoce la horrible historia que aqueja tanto a mi tiene postrada en esta tibia y seca estancia.

Algunas veces no se elige sino no elegir; pri-

mer don de la condición humana, y tras tirar por la borda

la vida, sólo sujeta al designio divino ésta se halla.

Así pues entre mi propia carne molida me hallé, entre un

dolor tan cruel que el poco cerebro que aún tenía, por en-

cima de él se elevaba; a la vez, de manera confusa, en-

currente, este ardor existencial que diariamente me ataca,

luda, cuadrúpeda y de costumbres extrañas, esclava de mi

pobre dueño, al que miro, y maúllo, avisándole de su forma

de vida equivocada, al que doy todo el amor que puedo, sobre

el que me acuesto para dar sosiego cuando su mente noto alterada, de quien totalmente dependo, y de quien en un fu-

turo no muy lejano, por su culpa, mi pequeño infierno, aca-

bará siendo mi sueño de Cassandra. Y seguirá mis pasos, y

tendí que había caído en el mayor de los errores, y el

tendrá mis dudas, y por dentro le arderá ese dolor que hace

segar cabalmente mi vida, una mezcla de ridículo e inde-

acabará como yo, pensando, todos los días, mientras se

se agolpaban, unos curiosos, otros indiferentes, casi

engrandecerán la vida, la muerte y la desgracia, y para las

mayor de mis temores se confirmaba: fui incapaz de

fensión me llenaba, cuando a mi pie en la calle, las gentes ofendidos, por mi lado sin mostrar preocupación alguna simplemente pasaban.

a las personas tomar por correctas ideas descabelladas, y

baña, cosas como la contenida en esta queda misiva, que que un año más, para personas como nosotras, liberador,

FRIKOÑO dure un mes, un año o una semana.

Raquel Echeverri

arturo-sarramian.blogspot.com



Amparo Bonet


Jorge OchagavĂ­a




Chavo


· Reune todos los cromos y pégalos en su espacio correspondiente. · Acércate a la presentación del número 18, el día, hora y lugar que indicaremos dentro de dos meses en nuestra página de facebook. Las dos primeras personas que nos entreguen el fanzine con la colección de cromos completa se llevarán de regalo un lote de cervezas cortesía de ARTESANÍA CERVECERA. ¡Completa la colección!

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Giulio Pettegolezzi

Geografía 1. f. Macedonia es el país europeo con más alta concentración de árboles frutales. Otómano 1. adj. Dícese de la persona natural de Turquía con una afición desmedida por el coleccionismo de oídos. Paralelismo 1.m ej. Bécquer: "Tus deseos son órdenes para mí" - Sacher-Masoch: "Tus órdenes son deseos para mí" 2. m. ej. De lo que aprendí he olvidado algunas cosas. Pero no recuerdo cuáles. Whiskypedia 1. tr. Dícese de la manera de caminar que se me queda después de unos cuantos lingotazos. 2. m. Figur. Hacer eses, u ochos según la hora. 3. m. Conjunto de definiciones de determinado licor, aportadas por la comunidad de internautas, todos ellos expertos en el tema.



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