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ENRIQUE MARTÍNEZ GLERA

Mariano Espinosa vuelve, en esta ocasión, desde el dibujo y a través del paisaje, hacia el origen. Las peculiares vistas de las tierras y viñas le ofrecen la posibilidad de una expresión estética y formal más completa, al poder pasar desde la tinta china al color y la materia.

En esta secuencia del proceso creativo, podemos observar que nada ha fallado, que todo tiene su cuerpo y su esencia, lo que nos hace concluir que todavía hay quienes saben leer con claridad en el verdadero y difícil camino del arte.




DEMETRIO NAVARIDAS

Coherencia, pasión, intensidad, síntesis, precisión, conocimiento, limpieza, equilibrio, tesón. En definitiva … verdad. Son las bases que tendría que poder desarrollar a la hora de escribir sobre la obra de Mariano Espinosa, en su momento extraordinario alumno y actualmente gran artista en

vuelo propio, ya sea de sus obras sobre tela o de sus excelentes monotipos, de espontáneo, aparentemente violento, y calibrado trazo, donde podemos apreciar puntos de encuentro con Ortega Muñoz en unas y con George Pratt y Kent Williams en los otros, que por otro lado es donde aflora de forma mas explícita la mayor carga de preocupación social. Pero si he de hacer referencia a los dibujos de clásica plumilla, pincel y tinta china que ilustran este fancine, tengo que resaltar la potente relación de sombra y luz, en el alto contraste que produce la abrasadora luz cenital del mediodía estival, semejante al efecto visual de una incipiente nevada. En las ilustraciones botánicas, de exquisita sensibilidad,con referencias a la delicada tradición japonesa, la plumilla danza delicadamente sobre el papel y, dando saltos entre las ramas, pétalos y hojas, el trazo se torna libre, alegre, sugerente y ágil y en ocasiones se acerca a la abstracción. Posiblemente animado por efecto de la premura, la incomodidad y el movimiento que marca el trabajo a la intemperie y en directo en pleno campo. En los dibujos de viñedos y campos de labranza del terreno de Labraza, el trazo se torna más calculado, contenido y descriptivo, y me lleva hacia los desolados territorios de Moebius en su Blueberry. En cualquiera de los dos casos se trata de verdad, tesón, equilibrio, limpieza, conocimiento, precisión, síntesis, intensidad, pasión. En definitiva… coherencia.


BÁRBARA MINGO COSTALES

De entre todas las ramas ninguna es mía. Las nubes se han ido. Echo de menos mi infancia. ¿Sería capaz de reconocer el árbol que nació del hueso que escupí? A la vuelta del camino me esperaba la caléndula.

Porque di la vuelta al recodo había crecido el arbusto.

De entre todas las ramas ninguna es mía.

¿De qué te ríes, campo? ¿De qué os reís?




EDUARDO ALVARADO

TORMENTA ESTIVAL Apenas un instante, Suficiente, El diluvio ha sucedido al sol radiante -implacableY el afilado bisturí,

Con la erosión... la inclemencia, Ha adoptado la forma. Vaga y generosa. De atmosférico bisel









DANIEL ESTEVE

CÁLIZ DE ARCILLA En cáliz de arcilla roja, el fermento de hierro, de la sangre del cerro donde la boca se moja y el alma se deshoja.

Lienzo de ocre y Rojo, paisaje que llevo en la sangre, que ahora me templa la Carne, y donde veo fértil el tono.


DAVID ROMERO

ARRIERO DE ARENA La tierra que siempre has pisado te llena de polvo la cara, restos de tus ancestros son calima suave y cálida.

Sabes que nunca fue esta arena la causa de tus desgracias. Ese polvo del camino no pesa, así son los recuerdos resecos que invaden los bolsillos, y las maletas, que untan las suelas de fino olvido, que protegen las cosas viejas, y que se apartan con cada lluvia a la cuneta. Y es en esa cuneta, donde, aquel polvo y esta tormenta, envuelven tus semillas, como lecciones de vida pero bien aprehendidas, para que florezcan a tu paso las lomas, los cerros, los altos, las colinas... y los márgenes de esta humilde tierra! que casi se la reconoce por lo que aún, en sus lindes, pele(ch)a.




R.A.M

AÑORANZA DE UNA VILLA Labraza es esa colina en la falda de los montes que perpetúa y enlaza la zona sur con la norte.

Defensa de la Ribera en la antigua encrucijada entre caminos romanos donde reinaba la plata. Campo abierto y su pinar “el Alepensis” de Dueñas; llega del Mediterráneo ubsistiendo a duras penas. Cereales, viña y almendro y huertas de regadío completan esta amalgama con abundantes olivos. (...) Labraza es ese recinto con el castillo quemado y sus murallas abiertas a los que vienen de paso. Labraza es esa colina enclavada en la ladera que perpetúa y abraza la montaña y la Ribera.





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