5 minute read

2054. VIAJE AL FUTURO / Journey to the future

JOURNEY TO THE FUTURE

2054

Advertisement

“La sociedad ibicenca de 2054 no será muy distinta a la de 2022 por la sencilla razón de que los humanos somos, después de todo, criaturas que adoran sus costumbres y sus tradiciones”

Texto: Ben Clark / Ilustración: Sergio G. Barragán “The Ibizan society of 2054 won’t be very different from that of 2022 merely because, at the end of the day, humans are creatures that adore their customs and traditions”

Cuando la cantante Violeta Parra inmortalizó con una canción sus versos “Volver a los diecisiete / después de vivir un siglo”, es posible que no estuviera pensando, precisamente, en la teoría de la relatividad especial formulada por Albert Einstein en 1905. Aunque, quién sabe. Puede que sí y que la canción surgiera de una conversación con su hermano, el también poeta Nicanor Parra, que era, además de poeta, físico y matemático y acabó desafiando con su propio cuerpo las leyes del tiempo viviendo un siglo entero y tres años más. La canción de Violeta Parra plantea un viaje al pasado, un regreso a la juventud desde la experiencia. Pero las últimas publicaciones de la NASA parecen apuntar que los viajes en el tiempo sólo podrían ser posibles hacia el futuro. Pero todo

When in a song, singer Violeta Parra immortalised her verses “Volver a los diecisiete / después de vivir un siglo” (To go back to age seventeen / after living a century), she may not have had Einstein’s 1905 theory of relativity in mind. Then again, who knows? It could be so. And it could be that the song came up out of a conversation with her brother, Nicanor Parra, who like her, was also a poet, as well as a physicist and mathematician (Nicanor would ultimately challenge the laws of time through his own body, living to the ripe age of one hundred and three). Violeta Parra’s song describes a journey into the past, a return to youth from the vantage point of experience. Yet the latest publications by NASA seem to suggest that

En el peliagudo y suculento tema de los viajes en el tiempo, la comunidad científica parece estar de acuerdo en dos cosas: de ser posible, sólo podríamos viajar al futuro y nunca podríamos viajar a un momento anterior al de la fabricación de la primera máquina del tiempo

es relativo, claro. Uno también podría argumentar que, siguiendo las ideas de Einstein, si uno partiera con 12 años en una nave espacial que viajara casi a la velocidad de la luz y viajara durante cinco años y regresara a la Tierra para encontrarse a sus compañeros de clase convertidos casi en septuagenarios, esos septuagenarios estarían viajando, de alguna manera, al pasado, a la contemplación de sus 17 años… En cualquier caso, en el peliagudo y suculento tema de los viajes en el tiempo la comunidad científica parece estar de acuerdo en dos cosas: de ser posible, sólo podríamos viajar al futuro y, en el casi inconcebible caso de los viajes al pasado, nunca podríamos viajar a un momento anterior al de la fabricación de la primera máquina del tiempo. Pensemos, pues, en un viaje al futuro, un viaje de unos pocos años casi a la velocidad de la luz que nos transportara, sin envejecer apenas, a la Ibiza de 2054, es decir, al momento en que se cumple un siglo desde que Las Dalias abriera sus puertas al público. Arthur C. Clarke (que nació el mismo año que Violeta Parra) fue uno de los pocos autores de ciencia ficción capaces de especular sobre el futuro con cierta autoridad. Títulos como 2001: Una odisea espacial anticiparon muchos de los inventos futuros y, algo más notable, los protocolos de actuación y los patrones de comportamiento de los astronautas. Así, si uno se mira al espejo y se da cuenta de que no es Arthur C. Clarke, no debería realizar ningún tipo de predicción, pero si pensamos en la Ibiza de 1954 podemos aventurarnos a pensar en algunas cosas: En primer lugar, es bastante probable (y deseable) que la isla obtenga, por fin, la energía que necesita de manera limpia: placas solares fotovoltaicas cubrirán los tejados de los edificios (como ya ocurría en Las Dalias a principios de siglo) y habrá parques solares para aprovechar la inmensa

time travel might only ever be possible into the future. But of course, everything is relative. One could also argue, in keeping with Einstein’s ideas, that if a 12-year-old left in a spaceship travelling at almost the speed of light for twenty-five years and returned to Earth to find his classmates had become septuagenarians, those septuagenarians would somehow be travelling into the past, to contemplate their age at 17… In any case, in the complex yet juicy theme of time travel, the scientific community seems to agree on two things: if it were possible, we’d only be able to travel to the future, and in the inconceivable case of travel to the past, we would never be able to go back to a time before the manufacture of the first time machine. So, let’s consider a journey into the future, a trip just a few years ahead, at nearly the speed of the light, that will transport us, virtually without aging, to the Ibiza of 2054; in other words, a journey to a century after Las Dalias first opened its doors to the public. Arthur C. Clarke (who was born the same year as Violeta Parra) was one of the few science fiction authors who could actually speculate on the future with some authority. Titles like 2001: A Space Odyssey anticipated many future inventions, and most notably, the protocols of conduct and the behavioural patterns of the astronauts. Not everyone has that sort of intuition. So, if one should happen to confirm, by just glancing in the mirror, that he or she is in fact not Arthur C. Clarke, then one would be wise not to try and make any predictions at all about the future. Nevertheless, looking back at the Ibiza of 1954, we can venture to anticipate a few things: First of all, it is highly probable (and desirable) that the island will finally obtain the energy it needs from a clean power source: solar panels will cover the roofs of the buildings (as already occurred at Las Dalias at the start of the century) and there will be solar power plants to harness the immense amount of energy that the sunny archipelago receives every second of the

This article is from: