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JOAN-ALBERT RIBAS. PAPELES QUE DESCUBRIERON LA ISLA / The papers that unveiled the island

“Entiendo que el confinamiento haya devuelto a muchas personas a una experiencia del pasado, porque ciertamente la tranquilidad y el silencio ya son cosas muy antiguas”

Tanto en Las transiciones como en Enfermos antiguos y, por supuesto en Los extraños y Experiencia y pobreza, aquellos que vienen y van –porque regresan después de muchos años o llegan por primera vez a la isla– suelen sacudir la trama. ¿Necesita una sociedad cerrada los imprevistos que siempre provocan las visitas?

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Así es. El turismo en Ibiza ha derivado en lo que ha derivado, no voy a entrar en esto. Pero sí voy a decir que, al contrario que ahora, hubo un tiempo en que también se podía aprender de los turistas algo valioso. No sólo de los turistas, sino en general de casi todos los que venían de otro lugar y se instalaban aquí. Todos aportaban algo. Y esto fue muy importante, me parece, para esta sociedad ensimismada. Hubo un intercambio provechoso, porque la mayoría de los venían también regresaba a su lugar de origen habiendo aprendido algo importante de la isla. En cierto modo, podría decirse que en algunos de mis libros narrativos está muy presente este intercambio.

Durante el confinamiento por la pandemia, un payés de unos sesenta años que vive cerca del aeropuerto me dijo que la tranquilidad que se respira en su casa desde que se apagó el ruido de los aviones y los coches le transportaba a su niñez. ¿El paisaje de isla ha recuperado ese aspecto “misterioso y reservado” que cautivó a Walter Benjamin y otros tantos extranjeros que viajaron a Ibiza a principios de los años treinta?

¡Ya hace casi cien años que Benjamin dijo aquello…! Ibiza es hoy, probablemente, el lugar menos misterioso y reservado del mundo. Y, desde luego, el más ruidoso. El paisaje de Ibiza ya no tiene nada que ver con lo que fue hace cien años, ni siquiera con lo que era hace quince. En realidad, puede decirse que ya no queda ni un solo rincón de la isla a salvo de la ‘marca’ Ibiza, con su contaminación lumínica y acústica. Entiendo que el confinamiento haya devuelto a muchas personas a una experiencia del pasado, porque ciertamente la tranquilidad y el silencio ya son cosas muy antiguas. In both Las transiciones [The Transitions] and Enfermos antiguos, and of course in Los extraños [The Strangers] and Experiencia y pobreza [Experience and Poverty], those who come and go— because they return after many years or they arrive to the island for the first time—usually stir up the story. Does a closed society need the unexpected events always caused by its visitors?

That’s right. Tourism in Ibiza has led to what it has led to; I won’t get into that. But I will say that unlike today, there was a time in which you could also learn something valuable from the tourists. Not just from the tourists, but rather in general from almost everyone who came from somewhere else and settled here. They all brought something to the table. And that was very important, I think, for this self-absorbed society. There was a rewarding exchange, because most of those who came here also returned to their places of origin having learned something important from the island. In a certain way, you might say that exchange is very present in some of my narratives.

During the pandemic lockdown, a sixty-year-old farmer who lives near the airport told me that since the plane and car traffic noise stopped, the peace and quiet that he’s been feeling in his house has taken him back to his childhood. Has the island’s landscape recovered that “mysterious and reserved” essence that captivated Walter Benjamin and many other foreigners who travelled to Ibiza in the early 1930s?

It’s been nearly a hundred years since Benjamin said that…! Today, Ibiza is probably the least mysterious and reserved place in the world. And it certainly is the noisiest. The landscape of Ibiza is nothing like what it was a hundred years ago; it isn’t even anything like what it was fifteen years ago. You might say that there is no longer a single corner of the island that has managed to escape the Ibiza “brand”, with its light and noise pollution. I understand that the confinement may have taken many people back to a past experience, because there’s no doubt that peace, quiet and silence are now things of the distant past.

TRAVEL GUIDES. JOAN-ALBERT RIBAS

LOS PAPELES QUE DESCUBRIERON LA ISLA

THE PAPERS THAT UNVEILED THE ISLAND

Texto: Pablo Sierra / Foto: Vicent Marí

Algunas de las muchas cosas que Joan-Albert Ribas sabe sobre la isla las ha aprendido leyendo guías sobre Ibiza. Guarda centenares en su casa, una especie de reserva para esta especie en extinción que, antes de la llegada del turismo, era una herramienta indispensable para el viajero y el turista. Esta afición coleccionista –que es realmente una vocación de historiador– le viene de sus años de estudiante de Filología Catalana. En Palma, a principios de los ochenta, encontró muchos lugares donde curiosear. Entre librerías de viejo, anticuarios y ferias de libros descubrió que las guías turísticas guardaban una cantidad de información muy interesante. Sin saber adónde le llevaría, empezó una labor de recolección que no ha cesado desde entonces. Part of Joan-Albert Ribas’s great knowledge of the island stems from the things he learned by reading Ibiza guide books. He has hundreds of these books in his house, which is a sort of reserve for this now endangered species that was an indispensable tool for the traveller and the tourist before the advent of tourism. His passion for collecting—which is in fact the calling of a historian—came from his years as a student of Catalan Philology. In the early 1980s in Palma, he found many different places to poke around. Among old bookshops, antique dealers and book fairs, he discovered that tour guides contained truly interesting information. Without knowing where this pursuit would take him, he began to collect them and he hasn’t stopped since.

Sin embargo, su obsesión por las guías no se inició. Las estanterías de su casa ya soportaron antes el peso de otros manuscritos, aquellos que versaban sobre el pasado remoto de la pitiusa mayor. La génesis de esta aventura comienza con el hallazgo de Historia de Ibiza, de Isidor Macabich. Joan-Albert se adueñó de una obra completa que consta de cuatro volúmenes al que debe sumarse uno dedicado a la literatura. Esa compra fue la que abrió las compuertas de la presa. Desde entonces, un torrente incontenible de tomos ha inundado los anaqueles de su hogar. Hojear entre sus páginas significa bucear en el ADN de la isla, deslizar el dedo por sus lomos es desplazarse a través de la cronología ibicenca. Luego puso sus ojos sobre los encantos que algunos prosistas le regalaron a Ibiza en sus textos. Agenciarse esos ejemplares se convertiría en una pasión que le ha servido para exponer su trabajo en exposiciones. “A todo el mundo le gusta saber qué es lo que dice la gente sobre el país o la tierra en la que ha nacido”, dice JoanAlbert. Las primeras guías que cayeron en manos de este avezado coleccionista, sin embargo, estaban escritas por extranjeros. Eran protoviajeros, nobles aventureros que bajaban de Centroeuropa a los calores mediterráneos para dejar constancia de la fascinación que sentían elementos que a la población local les resultaban mundanos a fuerza de verlos todos los días. Por ejemplo, en sus textos se detienen a alabar las higueras, su sombra y sus frutos. Luis Salvador de Austria es considerado uno de los pioneros en el arte de los libros de viaje, antecesor de la guía como género literario. El archiduque desembarcó en Ibiza con una estela de investigadores y dibujantes que plasmaron todo lo que sus ojos descubrían. Suele atribuírsele a este aristócrata austrohúngaro que nació en Florencia el mérito de haber puesto la primera piedra del turismo balear al quedar prendado de las islas. Según explica Joan-Albert Ribas, hubo un salto gigantesco en el mundo de las guías con la llegada de la fotografía. With a camera in Majorca (Iviza and Menorca) es el título del libro que escribió Margaret d’Este en 1907. En esta obra las Pitiusas quedaban inmortalizadas en unas instantáneas de belleza arrebatadora. Supuso un verdadero punto de inflexión en la publicación de obras destinadas al viajero. La Guerra Civil, tres décadas después, no solamente frenaría la incipiente industria que se estaba desarrollando en torno al turismo en Ibiza. También obstaculizó las mejoras que estaban experimentando los manuales para turistas. Entrados los años cuarenta, las guías volvieron a publicarse y, a pesar de que la calidad literaria no se vio mermada, los Nevertheless, his obsession with tour guides had not yet begun. The bookshelves of his home were already laden with other manuscripts that spoke of the remote past of Ibiza. He traces the birth of this adventure back to the discovery of Historia de Ibiza, by Isidor Macabich. Joan-Albert bought the complete works, consisting of four volumes, in addition to one on literature. It was that purchase that opened the floodgates of the dam. Since then, the shelves of his home have been inundated with books about the island. Leafing through the pages is the equivalent of diving into the depths of the island’s DNA; running a finger over their spines is like travelling back through Ibiza’s history. He would later be captivated by the magical allure that some of the prose writers proffered to Ibiza in their texts. Getting a hold of those volumes became a passion that has led him to display their works in exhibits. “Everyone enjoys hearing what people have to say about the country or the land where they were born”, says Joan-Albert. Nevertheless, the first guides that fell into the hands of this experienced collector were written by foreigners. They were proto-travellers, noble adventurers who came down from Central Europe to the warmth of the Mediterranean to leave record of their fascination with recurrent, everyday elements that were considered mundane by the locals. For example, in those texts, the travellers would stop to sing the praises of the fig trees, their shade and their fruit. Archduke Ludwig Salvator of Austria is considered one of the pioneers in the art of travel books, the predecessor of the guide book as a literary genre. The Archduke landed on Ibiza with a wake of researchers and illustrators who recorded everything they saw. This Florenceborn Austrian-Hungarian aristocrat has been ascribed the merit of having laid the first stone of Balearic tourism when he fell in love with the islands. According to Joan-Albert Ribas, the world of the travel guide took a giant leap forward with the advent of photography. With a camera in Majorca (Iviza and Menorca) is the title of a 1907 book written by Margaret d’Este that immortalised Ibiza and Formentera in a number of breathtaking snapshots. This was a true turning point in the publication of works for the traveller. Three decades later, the Spanish Civil War would not only halt the incipient up-and-coming industry around tourism on Ibiza, but also stand in the way of the improvements that tourism guides were undergoing at the time. Well into the 1940s, these books were being published again and although the literary quality had not dwindled, the materials showed the signs of the economic deterioration caused by the ravages of a civil war that only a few authors depicted, in Ibizan code. Such was the case of Elliot Paul, who chronicled the conflict from Santa Eulària in Vida y muerte de un pueblo español.

materiales acusaron el deterioro económico que causaron los estragos vividos durante una Guerra Civil que pocos retrataron, en clave ibicenca, como Elliot Paul, cronista del conflicto desde Santa Eulària en Vida y muerte de un pueblo español. Joan Castelló Guasch profetizó que el turismo sería el futuro y al mismo tiempo una fuente de especulación en una guía que apareció en 1947 adelantándose a su tiempo. Fue una flor en el desierto porque Ribas señala que fue necesario esperar hasta los albores de los sesenta –coincidiendo justamente con el primer gran desembarco de visitantes– para que las guías reverdecieran con todo su esplendor. Eran años en que el foráneo se sentía en medio del paraíso sobre las arenas blanquecinas del litoral ibicenco. Una sensación que dejaban por escrito en las postales que mandaban a sus allegados; otro objeto de deseo que Joan-Albert ha reunido con fervor, conservando un medio de comunicación eminentemente turístico y desde hace años arrinconado por la instantaneidad de internet y las redes sociales. Ya nadie manda postales, pero las guías en papel aún sobreviven en medio de la selva digital que nos envuelve. Si algún día dejaran de editarse, podremos llamar a la puerta de este coleccionista para que nos refresque la memoria enseñándonos su vasto archivo. For his part, Joan Castelló Guasch was way ahead of his time, in predicting that tourism would be the island’s future, as well as a source of speculation, as he described in his 1947 guide. This was a flower in the desert, as Ribas notes that the island would have to wait until the dawn of the 1960s—coinciding precisely with the first major arrival of visitors—to see guide books re-flourish in all their splendour. In those years, the newcomers felt they were living in paradise, on the white-sand beaches of the Ibizan coastline. This was a sensation that they often put into writing on the postcards that they sent to their loved ones; another object of desire that Joan-Albert has enthusiastically collected, conserving an eminently touristic means of communication that for years has been cast aside by the instantaneity of the internet and the social media. Today, no-one sends postcards anymore. And yet, the guide books on paper have survived amid the digital jungle around us. If they ever cease to be published, we can always knock on the door of this collector and ask him to refresh our memory, by sharing his vast archive with us.

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