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El colmao El Pregón

Después de muchos años cantando para atrás, cantando en academias, cantando en peñas y tablaos; después de muchos años enseñando flamenco en Madrid, de vivir el flamenco, de sentir el flamenco, Paco, el Trini o el Trini de La Isla, como a él le gusta que lo llamen, presentaba el pasado mes de enero su primer trabajo discográfico llamado Mi sueño en el Teatro de la Cortes de su Isla de San Fernando. Toda la ciudad y parte de la provincia estuvieron arropando ese metal de voz inusual, ese cante que transmite desde los primeros sones.

Un trabajo lleno de vida, de fuerza, de llanto. Un disco magnífico donde se hace acompañar por las mejores guitarras de La Isla. Su música llega, hace soñar con un flamenco limpio, nos impregna del sentimiento más genuino o nos hace latir con ese templado compás que le caracteriza. Trini es único. Los arcanos del flamenco cañaílla siguen acompañándolo allá por donde va y continúa impregnando su cante, de los olores de las marismas y esteros. Soleá de Cádiz, siguiriyas, malagueñas, abandolaos, fandangos y hasta unas bulerías preciosas de Cecilia Gómez, Ramito de violetas , a la que ya Manzanita se encargó de dar el toque flamenco y ahora el Trini la ha dotado del estilo más cañaílla.

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Hay que destacar el Pregón del marisquero, novena entrada del trabajo discográfico donde canta por Alvarito de La Isla, a dúo con el insigne Miguel Poveda y acompañado por la sobresaliente guitarra de Jesús Guerrero. Unos tanguillos que por estas tierras se han cantado bastante y forman parte de nuestra banda sonora particular.

Alvarito de La Isla es su inspiración, qué bello es que dos paisanos marchen de la mano y que el fin sea revivir una copla que fue tan querida en la ciudad y por un cantaor al que le debemos respeto y veneración. Porque Alvarito pertenece a esa lista de cantaores que han cimentado con arte el tronco flamenco de La Isla por los teatros de toda España. Fue asiduo de Torres Bermejas y del Corral de la Morería, los tablaos madrileños de moda en los años sesenta, y grabó una película junto al Príncipe Gitano, donde hacían una riña cantando por fandangos.

Un periodista de la época lo definió en 1953 como un «cantaor de cepa» y no es de extrañar que lo calificaran como de los mejores cantaores de fandangos, siendo comparado con Porrina de Badajoz o Rafael Farina. No en vano Pastora Imperio lo llevó en su compañía y recorrió los mejores teatros de España, Marruecos y Guinea Ecuatorial.

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