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EDITORIAL
La peor pandemia
Escribo este editorial cuando Colombia vive la peor crisis social de su historia moderna. Una que quizás no se hubiera imaginado vivir y que hace unos días nunca pensó que pudiera llegar a donde ha llegado.
Pero la crisis de Colombia la hemos visto antes como si fuera una película repetida, la vimos en Chile en octubre de 2019 y seguramente como una buena película harán versiones similares en otros países porque ya hemos visto los "avances".
En Colombia como en Chile, un estallido social nació de un error de gobierno. Subir impuestos en medio del tercer pico de la pandemia, encareciendo el costo de vida de personas que la están pasando mal, sin afectar el aparato burocrático, los excesos de gastos y los excesivos salarios de los funcionarios del Estado fue un error que ha costado caro. Esa actitud medieval de gravar impuestos a los ciudadanos para mantener el lujo de los gobernantes terminó como empezaron las revoluciones del siglo XVIII, con revueltas que seguramente llevarán a cambios radicales como nos ha mostrado la historia.
Lo que hemos visto en Colombia y en Chile fue un descontento popular, algunos dicen que orquestado por la izquierda, por Rusia, Maduro, el Foro de Sao Paulo, la revolución molecular disipada o el que sea, lo cierto es que a esto se llega cuando los gobiernos se desconectan de la gente y siembran un descontento popular motivado por los abusos de la política tradicional y la corrupción.
La gente está hastiada del robo permanente de las finanzas del Estado por parte de políticos corruptos que no reciben castigo porque precisamente controlan los entes de vigilancia del país. Gobiernos derrochadores manejados por mandatarios inexpertos, débiles, son el camino para una situación como la que vivimos. A estos mandatarios solo les interesa subir los índices económicos marcados por grupos económicos en cada país que cada año aumentan ridículamente sus utilidades a costa de la pobreza de los demás.
Pero esas cifras de crecimiento llevan al presidente de turno a decir que la economía del país está boyante y sacan pecho ante la comunidad internacional, siendo la verdad que es la economía de una pequeña élite la que se beneficia.
Lo que estamos viviendo en Latinoamérica es un caldo peligroso de cultivo, una olla a presión que está anunciando que en cualquier momento va a explotar y si no escuchan los silbidos de la olla, lamentaremos la catástrofe y no la vamos a poder detener.
La corrupción es la peor pandemia que tenemos en la región, el pueblo no aguanta más que se roben al Estado con la mirada cómplice del gobierno de turno, es descarada la forma como día a día, contrato a contrato saquean sin piedad las diezmadas economías de nuestros países.
La burocracia ha crecido alarmantemente porque hay que crear nuevos cargos para satisfacer a los políticos que los claman a cambio de apoyos al gobierno, ya no basta
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EDICIÓN Sarasota-Manatee PUBLICACIÓN MENSUAL Año 21 - Número 249/Junio 2021
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Colaboradores: Daniel Galilea María Jesús Ribas María Marín Míriam Soto Nora Cifuentes Purificación León
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Foto Portada: Carolina Miranda. Fuente: EFE.
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Viene de la página 12
un nuevo ministerio, hay que nombrar un sinnúmero de viceministros y de altos consejeros y para cada cual otro buen número de respectivos equipos de trabajo, sin contar con los asesores y asesores de los asesores. Y así no hay economía que aguante.
Cada protesta válida acaba con la infiltración de fuerzas oscuras, de vándalos y de bandidos que la aprovechan. Y desde luego, el gobierno cae en el juego y usa la represión para contener la turba y termina cayendo en la trampa violando los derechos humanos y siendo protagonista de las portadas y titulares de la prensa mundial.
Es triste lo que pasa en Colombia, triste ver como desadaptados destruyen el patrimonio de familias, de empresarios y del país. Pero también es triste ver a un mandatario inepto, ver cómo se le sale de las manos la situación. Como si pareciera vivir en otra realidad, desconoce lo que ocurre con su pueblo. Cómo con decisiones erráticas está sirviendo en bandeja a los opositores su cabeza y acabando con la confianza internacional que se había recuperado con el acuerdo de paz.
Esta crisis se superará, el país quedará con profundas heridas, con una polarización más extrema, con más pobreza y menos esperanza. Quizás la izquierda no logre ganar las elecciones el próximo año, pero si no escuchamos a la calle, tarde o temprano llegará un gobierno que prometa acabar con lo que hay y terminará ganando como ya ha pasado, si no me creen, miremos lo que está ocurriendo con las elecciones en Perú.
Latinoamérica necesita terminar con el flagelo más grande que tenemos, la corrupción que está acabando con una generación que se quedó sin futuro porque se lo robaron y esa generación no tiene nada que perder y cualquier cosa puede pasar cuando acabe de despertar. Aquí el facilísimo es culpar a "otro", como lo hace Maduro con las marchas que protestan en su contra o como lo hace Duque con las suyas, pero desconociendo la realidad nunca se va a encontrar una solución.
Colombia necesita un candidato alejado de la política tradicional para 2022, que prometa acabar con la corrupción, controlar el gasto desbocado y que piense en la inversión social para elevar una barrera contra los populismos e ideologías que quieren llegar al gobierno.
Se tiene que acabar esa política de odio que se ha creado por personajes funestos que tanto daño están haciendo al país y pensar que ni a la izquierda, ni a la derecha, solo para adelante se puede sacar a Colombia de la crisis.