![](https://static.isu.pub/fe/default-story-images/news.jpg?width=720&quality=85%2C50)
10 minute read
Colombia
from La Hora 17-08-2021
by La Hora
sergio Penagos
Es mi deber como presidente y como médico, proteger la
Advertisement
vida.
Giammattei Falla
Para el último cambio de gobierno de la mal llamada era democrática, Jimmy Morales acudió al Congreso a presentar el informe final de su gobierno. En esa ocasión se quejó de ser acosado y odiado por sus detractores. Sin embargo, aseguró que su administración logró que el país fuera el número uno en transparencia y acceso a la información en Centroamérica, y que su política de gobierno constó de cinco ejes, siendo el primero la tolerancia cero a la corrupción.
Álvaro Arzú, el criollo que presidía la junta directiva del Congreso, con un discurso de despedida harto de falso nacionalismo y religión, dijo que Morales y su vicepresidente Jafet Cabrera pasarán a la historia como “los gobernantes que defendieron la soberanía de Guatemala”. Estas fueron mentiritas que opacó el presidente que tomó posesión. Un graduado de médico y cirujano, que ha sido asesor de empresas del sector privado y ha participado cuatro veces como candidato presidencial (2007, 2011, 2015 y 2019). En 2006 fue director del Sistema Penitenciario y durante su gestión, el Ministerio de Gobernación llevó a cabo una operación conocida como “Pavo Real”, para eliminar a los reos que ejercían el control de la Granja Penal de Rehabilitación Pavón. En esa operación cientos de policías, militares y civiles armados ingresaron al lugar por sorpresa y de madrugada. Durante el operativo varios reos fueron asesinados, como consecuencia de ello, algunos funcionarios y autoridades fueron detenidos, juzgados y encarcelados, entre ellos el propio Giammattei, quien estuvo varios meses en prisión y fue absuelto de los cargos.
Como candidato presidencial propuso construir lo que él llamaba un “Tren Maya”, que describió como un vehículo de alta velocidad que conectaría a todo el país con dos vías, una de mercancías y otra de pasajeros. Lo que no dijo es que le vendería a los rusos el país por camionadas, vía Santo Tomás de Castilla, tampoco que robaría con la oscura compra de vacunas y construiría nidito de amor, con carretera asfaltada incluida, utilizando varios millones de quetzales presupuestados para combatir la pandemia.
A tres meses de haber asumido el cargo, la noche del 16 de marzo, Giammattei anunció 15 restricciones en el marco de la emergencia por el coronavirus. Pero la medida duró menos de 8 horas. El día martes 17 de marzo Giammattei visitó el Parque de la Industria y aseguró que instalaría un hospital en 48 o 72 horas; el lugar estaba siendo equipado con catres, paneles para simular paredes y máquinas para tomografía. Esa misma noche en su quinto mensaje a la nación aseguró que Guatemala está lista “para el peor escenario posible” en materia de salud. Reiteró que el gobierno tendrá habilitado el hospital de Villa Nueva con capacidad para 180 personas y el hospital provisional en el Parque de la Industria para 3 mil personas más. El día 19 marzo visitó otra vez el Parque de la Industria y confirmó el noveno caso de coronavirus en Guatemala, asegurando que se trataba de una persona de más de 40 años y que guardó cuarentena provisional desde el viernes, pues había llegado a Guatemala en el mismo vuelo que el primer infectado en Guatemala por Covid-19. Sin embargo Ana Lucía Gudiel, vocera del Ministerio de Salud, aclaró que el paciente no era una persona del sexo masculino; sino una joven de 23 años; ninguna de las dos instituciones confirmó cuál es la verdadera versión de esa situación.
En el permanente y largo encadenamiento de mentiras de Alejandro Giammattei un médico conservador opuesto al matrimonio entre personas del mismo sexo y al aborto, resalta su mayor mentira, exhibirse sin ningún recato con argolla matrimonial idéntica a la que porta su pareja sentimental, como se ve en la fotografía ¿Se casaron en México como aseguran algunas personas? Era mucho antes de que la variante Delta entrara al país. Ya íbamos tarde, pero aún estábamos a tiempo para iniciar con un proceso de vacunación que se tornaba urgente con el afán de salvar vidas para los momentos críticos que se nos vendrían encima.
Pero el Presidente, quizá motivado por el trato ofrecido por los rusos que pedían una porción del puerto le estaban dando, se inclinó por unas vacunas que no han llegado como deberían. Lo que sí ha llegado es la desolación de muchos guatemaltecos que para esta época ya deberían haber tenido esquema completo y ahora se la baten en los hospitales del país y no digamos, los que lloran a sus deudos, a los que vacunarse antes les pudo haber salvado la vida.
El presidente Alejandro Giammattei sugirió a los rusos motivado por los tratos que ya venían haciendo en otros frentes, como el del puerto, y gracias al Consuelo y las Porras que le hace la Fiscal General al mandatario, el 1 llegó a pensar que podían organizar todos los negocios como el del puerto.
El Presidente bravucón no logra tener un aire con remolino contra los rusos y eso habla volúmenes en torno a lo que está ocurriendo y por qué él, como Alejandra Carrillo la esposa de Felipe Alejos, maniobró para que le quitaran al fiscal que les estaba resultando incómodo a Giammattei, Miguel Martínez y su círculo.
Hay mucha gente que se escuda en que contra el Presidente no hay pruebas porque eso les hizo creer Consuelo cuando se fue a instalar a la FECI como una niña castigada “en una silla de pensar”, pero es una apuesta un tanto atrevida porque no ha habido en el mundo el crimen perfecto y siempre pueden quedar algunas huellas.
Estados Unidos lanzó un salvavidas humanitario que muchos en Guatemala usaron para fortalecer las bases de impunidad en el país. Sábado y domingo, en uno de los departamentos se reportó más afluencia en fin de semana porque en esos días estaban poniendo la “Moderna” y entre semana, la “Sputnik” y preguntados los asistentes el motivo, dijeron que todo lo que pasó alrededor de la vacuna rusa no les daba confianza.
Toda esta situación, el opaco manejo del dinero de la gente y usar los salvavidas (literalmente porque las Modernan salvaron vidas) está generando un tenebroso panorama que va poco a poco colmando la paciencia y siendo caldo
Sputnik: el impacto que tuvo que Giammattei buscara “negocio”de cultivo para quienes, desde los Pedro Pablo marroquín Pérez radicalismos, buscan exacerbar los ánimos para sacar ventaja. Los guatemaltecos que pmarroquin@lahora.com.gt entendemos, sin importar @ppmp82 nuestro apellido, posición social o color de la piel, tenemos la harta obligación no solo de hablarnos, sino de escucharnos para centrarnos en los acuerdos que no solo oxigenen, sino que sienten las bases para los cambios que necesitamos. Fracasos como las Sputnik, acciones de impunidad realizadas luego que Estados Unidos tiró un salvavidas, negocios como los que los rusos quieren hacer en el puerto, quedarán siempre en la impunidad y por eso es fundamental que el primer eslabón de cambio sea la renuncia de Consuelo Porras y debería ser el primer punto de acuerdo entre diversos sectores, con el afán de cortar un poco el ímpetu que llevan los esfuerzos pro impunidad en el país. Detener esa impunidad es bueno para los negocios, es bueno para la gente honrada, es necesario para atraer inversiones, para incentivar la inversión local y por eso es que debería estar en el mejor interés de todos que el país empiece a pensar en quién termina el periodo de Consuelo Porras. Entre otras cosas, eso obligará a Giammattei a conseguir más vacunas sin pensar en la tajada.
Dar la talla
El tema es inquietante, parece una sentencia. Nunca se puede ser tanto ni tan poco, pero el problema no es de ser, sino de convencer; y pasamos la vida queriendo demostrar que valemos la pena.
Se busca tanto lo que no existe, que no se ve la verdad; y profundizar en eso desdibuja el panorama y la extensión de la vida. Gritando para ser escuchado uno no se escucha a sí mismo, o peor aún, no escucha su alma.
Todos intentamos hacer bien las cosas, pero está claro que tenemos puntos ciegos que son el resultado de pésimos aprendizajes y mandatos inconscientes. Queremos dar la talla como hijos, como padres, como estudiantes, como empresarios, como atletas, como amantes, lo que sea. Por ser imposible la culpa es compañera, y varía según lo que cada uno haya hecho propio, con la moral que adoptó como válida. Vivimos como pasando un examen todo el tiempo, y como si la vida fuera un deber. La paradoja es que ser feliz, no depende de lo que pase afuera sino de cómo se está por dentro.
Ser el mejor en algo es imposible. Es como ir en una carretera y esperar que nunca haya un auto delante, y lo que es más caprichoso; querer que sí haya autos, pero que todos vengan detrás. En la fantasía de ser el mejor, se necesita a los demás para vencerlos. Un poco el resabio de no poder estar solos.
Así somos. Nos sentimos tan debilitados que llegamos a creer que hacer cosas, a la larga nos va a revitalizar. Es un tema de autoestima en el fondo; por eso es necesario no sobreestimarse ni subestimarse, solamente estimarse. Todos lo sabemos. Pero como me comentaba una amiga, se pueden tener ideas filosóficas magníficas como verdades y aun así no tener un cambio. La conclusión más sensata es que, si no hay cambio, esa no es la verdad que necesitamos, y vamos a tener que seguir buscando. Pero ¿buscar qué? Seguramente hay que averiguar para qué nos sirve solapadamente seguir viviendo igual y no de otra manera.
Ya desde la antigüedad Aristóteles con sus ocurrencias, identificaba a la mediocridad como una virtud y la práctica sabia de buscar términos medios justos entre dos actitudes diametralmente opuestas. Hasta se acuñó el concepto de Aurea Mediocrita y se definió como el estado de quien está en paz
con un bienestar que siempre será Juan Jacobo Muñoz Lemus relativo, es decir que ni demasiado, ni demasiado poco. O como bien se puede entender con esta dualidad, sin envidia y sin codicia. Pero es común que nos guste navegar en la dicotomía del bien y el mal. Ser mediocre era humano, pero se degradó la palabra, se hizo peyorativa, y solo hablamos de excelencia como sinónimo de perfección. Queremos ser un cien, que no se puede por ser perfecto; descubrimos que somos un setenta, o en un buen día un ochenta y nos descalificamos tanto por ello, que nos sentimos un cero. El mundo se ha beneficiado de eso y pide excelencia, no rendirse jamás, establecer el cielo como límite y que nadie se conforme. Son palabras nada más, vacías la mayor parte del tiempo; y aunque el exceso y la carencia no son deseables, el ser humano solo es perfectible, que solo significa ser capaz de mejorar, y seguramente con la posibilidad de ser muy bueno en algo, nunca perfecto. Vivimos en la irrealidad con un yo ideal estratosférico y esperpéntico, y ponemos en el inframundo lo que creemos que es nuestro verdadero yo. Necesitamos humildad para conocernos, reconocer nuestros límites y los de la realidad y hacer las paces con la normalidad de la imperfección. Sin eso, querer dar la talla es como ser un niño pequeño que cree que si no lo hace como supone que los otros quieren, lo van a dejar de querer, lo van a abandonar, se va a quedar solo y se va a morir desprotegido. Caminar despacio es mejor que correr sin rumbo y deslumbrado por luces pasajeras. Correr bajo el sol de mediodía no deja ver la sombra; pero la sombra es como un tatuaje, es imborrable y siempre va con uno. Habrá que ganar tolerancia a la frustración, a la ansiedad, a la incertidumbre, a la comparación, a la crítica, a la soledad, a las ambigüedades, a lo diferente; a la realidad en general. De lo contrario todos estaremos penando por no dar la talla y culpándonos neuróticamente por nunca ser suficientes. Que en alguien quepa la cordura, y al que lo logre le dirán que es un conformista y un perdedor. Tendrá que tolerar eso también.