CHILE: deconstrucción del neoliberalismo a 48 años del pinochetazo

Page 1

13 de septiembre de 2021

CHILE:

deconstrucción del neoliberalismo a 48 años del pinochetazo Aldo Anfossi y Marcos Roitman Rosenmann


Haciendo camino al andar Chile, en el duro tránsito de salir del individualismo neoliberal para intentar un país inclusivo

Aldo Anfossi

S 13 de septiembre de 2021

II

ANTIAGO. Casi medio siglo después del sangriento término de los mil días de la Unidad Popular (UP) –con el presidente Salvador Allende cumpliendo su promesa de morir antes que rendirse en el Palacio de La Moneda, incendiado por el bombardeo aéreo y de artillería de los golpistas– el régimen neoliberal que implantó sin escrúpulos la dictadura chilena enfrenta la posibilidad de ser deconstruido. Tras el derrocamiento de Allende y la derrota de la “vía chilena al socialismo” los Chicago boys avanzaron casi sin contrapeso en 1974 en el desmantelamiento del aparato estatal y rematando fraudulentamente las empresas públicas, convirtiendo en fuente de utilidades privadas casi todo aspecto de la vida cotidiana de las personas. Fue una captura ideológica que se prolongó en los 90 a los gobiernos del postpinochetismo, cuyos tecnócratas profundizaron el modelo con más privatizaciones, el resto de los servicios públicos básicos y concesionando la obra pública a destajo. Pero la apropiación mercantilista del diario vivir que produjo el neoliberalismo, tuvo su punto de inflexión en el estallido social del 18 de octubre de 2019 (18-O), que ocurre tras algo más de una década de descontentos: alzamientos de comunidades dañadas por la contaminación y abandonadas a su suerte; la explotación despiadada de los recursos forestales, marítimos y mineros; huelgas de trabajadores precarizados, sin derechos laborales efectivos y mal pagados; movilizaciones de estudiantes y familias agobiadas por el endeudamiento agiotista a manos de la banca; repulsa generalizada del fracasado sistema de pensiones individualista y expoliador, y la masiva irrupción del feminismo instalando sus demandas. “Estamos finalizando un ciclo que se inició con el derrocamiento de la UP, el experimento sociopolítico histórico que se instala con el golpe”, dice el profesor Julio Pinto Vallejos, premio nacional de historia (2016), director del Programa de Doctorado en Historia de la Universidad de Santiago de Chile. Ese ciclo “se desenvuelve con una línea importante de continuidad hasta el 18-O, con etapas y cambios, pero hay un libreto que se empieza a escribir el 11 de septiembre de 1973 y llega a su agotamiento el 18-O. En ese sentido hay una conexión muy directa entre el gobierno de Allende y lo que sucede ahora. La interrogante es qué viene”. Carlos Ruiz Encina, sociólogo, doctor en estudios latinoamericanos de la Universidad de Chile, dice que “el germen de las contradicciones que estallan en octubre de 2019, radica en la mercantilización que alcanza la vida cotidiana, sin paralelo en América Latina. Cada una de las protestas sociales que se dan desde 2006 tenía un componente contra el neoliberalismo. Por ejemplo, las revueltas estudiantiles no eran contra los contenidos, eran contra el lucro, contra un sistema de educación mercantil, donde incluso las universidades estatales actúan como privadas. Las protestas ambientalistas son contra el extractivismo exportador de recursos naturales, contra la apropiación del agua. La apropiación de la soberanía de la vida en nombre de la libertad mercantil; eso explota como promesa de que el esfuerzo individual te iba a llevar a alguna parte”.

Desde el 18-O hay varios momentos culminantes. Ocurren el 15 de noviembre de 2019, cuando la clase política, asustada por la insurrección que avanza, cede a la demanda de una nueva Constitución. Otra fecha es el 25 de octubre de 2020, cuando 80 por ciento de los electores dice “apruebo” al proceso constituyente; el 15 y 16 de mayo de 2021, cuando la derecha apenas elige a 37 de los 155 convencionales, lejos del tercio deseado para bloquear el proceso, y el 4 de julio de 2021, cuando se inauguran los 12 meses de sesiones para redactar un texto a plebiscitarse. Posiblemente la peste del Covid-19 salvó al presidente Sebastián Piñera de caer en aquellos meses de alzamiento, pero en la práctica su gobierno terminó la noche del estallido social, cuando él declaró la guerra a sus compatriotas (“estamos en guerra contra un enemigo poderoso, implacable, que no respeta a nada ni a nadie, que está dispuesto a usar la violencia y la delincuencia sin ningún límite”, fue su lectura). El tapaboca vino del general Javier Iturriaga, a quien el gobernante había puesto al frente del estado de emergencia, que dijo: “Yo soy un hombre feliz y la verdad es que no estoy en guerra con nadie”. Piñera siguió con su belicismo y respaldó a Carabineros en la insana represión del estallido, tanto como que un año después del 18-O el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH) dijo que en el periodo hubo “las más graves violaciones desde el regreso a la democracia”. En cifras, 34 muertos, más de 3 mil heridos, más de 400 con heridas oculares a perdigonazos, dos 2 mil 520 querellas por violaciones a los derechos humanos y más de 11 mil 300 detenidos.

Haciendo camino al andar ¿Cómo está Chile hoy; qué tan cierto puede ser que, convertido en cuna y laboratorio del neoliberalismo sea, paradójicamente, la tumba de ese proyecto de dominación económico/sociocultural; es posible una conexión entre la derrota del allendismo en 1973 y la expectativa de un triunfo de fuerzas políticas de izquierda en noviembre de 2021? “Hay puntos de contacto entre lo que fue la UP y el Chile postestallido, una valoración de lo colectivo por sobre lo individual. Es un rasgo compartido de lo que fue la UP y lo que algunos actores del proceso actual quisieran recuperar, una idea de que debemos privilegiar lo que nos une como comunidad humana, elementos de solidaridad y de reconocimiento de derechos sociales que fueron parte del proyecto de la UP y que no sólo se perdieron, sino que se desecharon y destruyeron, porque la idea fue construir un modelo de convivencia diametralmente opuesto al de la UP”, define el historiador Julio Pinto. Pero advierte que “tampoco hay que exagerar estos paralelismos, el Chile de hoy es muy distinto al de 1970: menos pobre en términos absolutos, pero mucho más desigual –uno de los motores del 18-O– y con una sociedad muy fragmentada. Hay una pérdida de los sentimientos de pertenencia colectiva y un deseo de recuperarlos. Pero no se piensa en un proyecto que a partir de coordenadas comunes aglutine a todos, porque en las generaciones más jóvenes hay una valoración de la diferencia, de que no es tan bueno una sola utopía que aglutine a todo el mundo, sino que convivan utopías distintas. En la UP había una única una utopía: construir una sociedad socialista y con elementos bien definidos”. No es menor lo que se juega, sobre todo por lo inédito del proceso.


Marcha del 11 de septiembre de 2014, en Santiago de Chile, para rememorar el golpe militar contra el presidente Salvador Allende. Foto Xinhua

Una década, a lo menos

Cifras del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) exhiben lo pauperizado del mundo del trabajo: el salario promedio ronda 850 dólares y la mitad de los asalariados percibe menos de 600 dólares mensuales. La encuesta de caracterización económica muestra la desigualdad: uno por ciento de los hogares acumula 26 por ciento del ingreso; 10 por ciento, 66.5 por ciento de la riqueza; por contrapartida, 50 por ciento de los hogares de menores ingresos percibe apenas 2.1 por ciento. En cuanto a las pensiones del sistema de capitalización individual –eje del neoliberalismo, pues es fuente de financiamiento gratuito para la expansión de los grupos empresariales–, 50 por ciento de las jubilaciones está bajo 150 mil pesos (180 dólares, aproximadamente), menos de la mitad del salario mínimo (400 dólares) y El regreso de la política bajo la línea de pobreza. El historiador Julio Pinto Vallejos dice que uno de los resultaEl sociólogo Carlos Ruiz Encina sostiene que, producto dos que más le entusiasman del presente de Chile es la recudel 18-O, la política entró a una reorganización que será properación de la política como patrimonio de toda la sociedad. longada, marcada por la decrepitud que castiga a la ex ConcerMenciona que, si bien nunca desapareció del todo, hubo un tación, la coalición de centro-izquierda dominante que siguió propósito de la dictadura de alejarla de las mayorías sociales, a la dictadura. “porque el diagnóstico que hicieron fue que uno de los princi“Nosotros llegamos al estallido con un abismo entre popales causantes de lo que ellos troncharon el 11 de septiembre lítica y sociedad. Tomará mucho rato y el hoyo que deja la fue la politización masiva de la sociedad, sobre todo de las claex Concertación en términos del papel que jugaba de control ses más pobres”. social, de dominación, de frenar al movimiento sindical; eso La despolitización de la sociedad avanzó por todos los mequeda absolutamente abierto, la derecha no es capaz de padios, desde la represión y la destrucción física, rar esa situación. Entramos a un nuevo ciclo a la demonización, trivialización y tecnocratihistórico que puede tomar una década de En la UP había una zación de la política, “pasó a ser algo malo en sí reconfiguración; la izquierda tampoco escamismo o algo demasiado complejo como para pará a ello; las nuevas fuerzas que se han leúnica una utopía: que las mayorías se involucraran en ello y que vantado no han logrado construir mayorías construir una había que dejarles a los expertos”. sustantivas y las formas que explotaron de “Lo que pasa ahora es la reversión de emergencia política, como la Lista del Puesociedad socialista ese proceso; son las personas, no es la tecnoblo, no duraron nada.” y con elementos cracia o la casta que se constituyó para admiRuiz Encina visualiza que “desmantenistrarla; eso fue una desnaturalización, aholar el neoliberalismo va a tomar una década” bien definidos ra todos debemos involucrarnos y hay una reporque incluso el izquierdista Frente Amplio cuperación de ese protagonismo”, celebra. propone “un listado de cuestiones adminis-

Hortensia Bussi de Allende (con anteojos), viuda del presidente chileno Salvador Allende, el 10 de septiembre de 2004. Foto Ap

III

13 de septiembre de 2021

“Estamos frente a lo que en historia se llama un acontecimiento duro. No había pasado nunca en la historia de Chile que una revuelta social haya forzado a la institucionalidad y a los actores políticos a abrir un proceso deliberativo de la magnitud del que tiene lugar. Los procesos constituyentes del pasado siempre fueron digitados desde arriba, a puertas cerradas, por grupos pequeños, designados. Es un escenario inédito, no hay mapas, se están construyendo al andar, dibujando al andar”, precisa el historiador. Dice ser optimista –“tenemos un cuerpo deliberante que es una muestra del Chile con todas sus particularidades y heterogeneidades, si se compara esto con la apatía o el cinismo de 20 años atrás, hay una recuperación del sentido de comunidad e historia que encuentro muy alentador”–, pero advierte que si el proceso termina en nada, los escenarios se tornan apocalípticos y el país puede caer en una depresión colectiva tremenda y de una duración inimaginable. “Sobre todo la juventud que después de haberse restado de involucrarse durante tanto tiempo, ahora lo hace con entusiasmo. Si eso se frustra estamos mirando varias décadas de desaliento y hasta de autodestrucción; o caer en una prolongación indefinida del estallido social.”

trativas parciales, no un programa ni una estrategia de transformación” que permita paulatinamente “desmontar las instituciones que amparan la reproducción de la desigualdad”. “Aquí lo que falta son proyectos de izquierda; una izquierda que debe apropiarse de los conflictos planteados por el desarrollo capitalista. La solución no es poner más Estado, no vamos a volver a la vieja industrialización sustitutiva de importaciones o a los viejos principios de nacionalización, habrá que hacer alianzas con inversiones extranjeras, pero desde una condición de soberanía y no como ahora, que son depredatorias. En todos esos terrenos vienen los conflictos y eso será instalado como exigencia al nuevo gobierno.” ¿Será suficiente con que un gobierno progresista empiece a hacer reformas para aliviar las expectativas? “Hay una sociedad mucho más exigente, propensa a la movilización; no descarto la posibilidad de rebrotes de estallidos sociales. El desmontaje del neoliberalismo no será lineal, sino con avances y retrocesos, porque las fuerzas en que está amparado este modelo son muy fuertes. Habrá mucho de conflicto y de redefiniciones políticas.” Respecto de la Convención Constitucional, Ruiz Encina dice que “es central” para empujar, ahora sí, una nueva estrategia de desarrollo inclusiva, sostenible y redistributiva; opina que “está por verse” si logra absorber la onda de choque del estallido social, porque “todavía no hay una canalización institucional del descontento popular”. “Sigue existiendo una cuenta pendiente y ahí las fuerzas reactivas no saben la irresponsabilidad histórica que comenten al tratar de frenar una posibilidad de institucionalizar estas transformaciones antes que se expresen nuevamente de una manera violenta por fuera de cualquier canal de procesamiento de conflictos. Negarse a cualquier cambio es no darse cuenta que están arriba de un volcán.” En cuanto a la experiencia de la UP, dice que siempre fue mirada como “una experiencia de fracaso, no como una derrota”, pero ahora tiene lugar “una relectura y hemos empezado a discutir cómo se logró la articulación de sectores populares que habían estado muy divididos y con mucha confrontación. La historia nunca se cuenta de una vez y para siempre; cada generación interroga al pasado para entender su presente; la epopeya de Allende vuelve a ser interrogada desde el presente, desde este neoliberalismo que la sepultó. Se empieza a construir recién una conciencia que no llegamos aquí sin que hubiera pasado aquello y ese ascenso popular”.


El golpe de Estado en Chile: las piezas del puzle Marcos Roitman Rosenmann

T

1. Chile en el contexto latinoamericano: los años 60 ras la revolución cubana, no hubo tregua. La derecha latinoamericana fomentó la intervención de las fuerzas armadas, patrocinando golpes de Estado, bajo la doctrina de la seguridad nacional. Un nuevo régimen político, fundado en el asesinato y tortura a militantes de izquierda, se levantó bajo la tutela de Estados Unidos (EU). Entre 1963 y 1966 se desarticulan cinco gobiernos democráticos. El 25 de septiembre, en República Dominicana, el coronel Elías Wessin toma el poder, derrocando al presidente Juan Bosch. En Honduras, el 3 de octubre, Ramón Villeda Morales es depuesto por el general Oswaldo López Arellano. El 15 de abril de 1964, el presidente de Brasil, Joao Goulart, es derribado por el mariscal de campo Humberto Castelo Branco; en Bolivia, el 6 agosto de ese año, Víctor Paz Estenssoro sucumbe ante el general René Barrientos. En 1965, 40 mil marines estadunidenses invaden República Dominicana para frenar el levantamiento popular del coronel Francisco Caamaño, quien pedía el regreso de Juan Bosch a la presidencia. Y en Argentina, el 28 de junio de 1966, el general Juan Carlos Onganía lidera el putsch militar que derroca al presidente Arturo Illía, poniendo en práctica la concepción del enemigo interno. Bajo el paraguas de la OEA y el TIAR, la doctrina de la seguridad nacional, diseñada por el Pentágono, las oligarquías criollas y las fuerzas armadas latinoamericanas, adoctrinadas en el Instituto del Hemisferio Occidental para la Cooperación en Seguridad, sito en la zona del canal de Panamá, se convierte en la estrategia para llevar a cabo los golpes de Estado.1 1 En este periodo se producen otros dos golpes de Estado, pero no responden a la doctrina de la seguridad nacional, son antioligárquicos y antimperialistas. Me refiero a los gobiernos del general Velasco Alvarado en Perú que destituye al presidente Belaúnde Terry el 3 de octubre de 1968 y el golpe de Estado en Panamá, el 11 de octubre de ese año contra Arnulfo Arias, instaurando una junta provisional de coroneles. Posteriormente Omar Torrijos será su rostro más visible.

13 de septiembre de 2021

IV

Marcha de organizaciones sociales y de derechos humanos por calles de Santiago para conmemorar el 40 aniversario del golpe, el 8 de septiembre de 2013. Foto Xinhua

Pero no fue la única opción. EU buscó alternativas, patrocinando gobiernos reformistas. Las burguesías locales debían comprometerse. La Alianza para el Progreso sirvió de cobertura. El entonces secretario de Defensa estadunidense, Robert McNamara (1961-68), declaró que el apoyo económico a gobiernos reformistas, formaba parte del liderazgo geopolítico y militar de EU en la región. El sostén a los gobiernos desarrollistas fue la cara amable de John Kennedy para frenar el avance de los movimientos insurreccionales; su frase: “aquellos que imposibilitan la revolución pacífica hacen que la revolución violenta sea inevitable” sería utilizada por el embajador de EU en Chile para avalar al naciente partido Demócrata Cristiano fundado en 1957, en las elecciones presidenciales de 1964. “Revolución en libertad” será el lema de campaña. La seguridad hemisférica, la industrialización dependiente, bajo una democracia vigilada fue el reverso de los golpes nacidos al amparo de la doctrina de seguridad nacional. Así, se financiaron partidos, sindicatos, medios de comunicación e investigaciones, como el Proyecto Camelot para frenar la revolución violenta. El miedo al comunismo se trasformó en arma electoral. Cuba fue el chivo expiatorio. Tras la invasión a Bahía Cochinos, la expulsión de Cuba de la OEA, el bloqueo económico y comercial a la isla, EU mira hacia Chile. Pronto serán las elecciones presidenciales. Patrocinar un candidato y hacer viable su triunfo sería la mejor ventana para contrarrestar la influencia de la revolución cubana en el continente. El elegido, será Eduardo Frei Montalva. Kennedy y, tras su asesinato, Lyndon Johnson apoyaron con decenas de millones de dólares su postulación. Llegaron fondos a mansalva. Muchos se destinaron a potenciar la campaña del miedo. “El informe Covert Action precisa que la CIA ‘ayudó’ a los democratacristianos a dirigir la campaña [...], que incluía encuestas, registro de votantes, autodivulgación de votos, además de propaganda secreta [...]. Así, se publicarán cientos de miles de folletos, afiches, programas radiofónicos, destinados a infundir el miedo al ‘comunismo’. Proyectan la imagen de una izquierda manipulada por los comunistas y a éstos como seres abyectos que obedecen a un plan siniestro para implantar el totalitarismo: arrebatarán propiedades, incendiarán iglesias y arrancarán a sus hijos de sus madres para enviarlos a Cuba.” Eduardo Frei se siente cómodo en esta batalla. Es anticomunista por convicción, lo demostrará años más tarde siendo protagonista del golpe que derrocará al presidente Salvador Allende. Ya en 1964 lo explicita en su discurso: “La izquierda propone al pueblo el camino del marxismo leninismo, de violencia moral y política; de la omnipotencia del Estado en todas sus manifestaciones de la vida nacional; la colectivización y la desviación del porvenir de Chile hacia la órbita del mundo comunista”.2 En esta cruzada, tampoco faltan voces extranjeras 2 Magasich Airola, Jorge. Historia de la Unidad Popular. Tiempos de preparación: de los orígenes al 3 de septiembre de 1970 (vol. I). Editorial LOM, Santiago de Chile, 2020.


2. La derecha chilena y el golpismo: 1964-70 Siempre hubo en las fuerzas armadas quienes llamaron al golpe militar. Las voces crecieron en los años 60 a medida que la izquierda avanzaba. Fruto de la derrota electoral de 1964, los partidos conservador, liberal y acción nacional se unifican. La derecha amplifica y potencia la idea de un gobierno militar. En 1966, nace el Partido Nacional. Sus dirigentes no ocultan sus intenciones de derrocar el régimen constitucional. Las corrientes neoliberal antidemocrática y la gremialista se unen para demandar la refundación del orden. Ya no se trata de cambiar un gobierno, sino de trasformar Chile. Su oportunidad llegará el 11 de septiembre de 1973. Para los dirigentes del Partido Nacional, la Democracia Cristiana (DC) representaba la puerta de entrada al marxismo y la destrucción de los valores patrios. Así, llaman a “todos los chilenos a participar en una gran lucha para vencer la sensación de inferioridad y fracaso, que lleva al país a vivir del socorro extranjero, a entregarse a ideologías foráneas y sustituir el trabajo y el riesgo personal por un estatismo deprimente”. En su ideario se recalca: “El Partido Nacional es un movimiento renovador que se propone restablecer la unidad nacional y el recio estilo que forjó el alma de la chilenidad [...], se inspira en los valores espirituales de la civilización occidental y rechaza, por artificial y limitada, la interpretación materialista de la historia. Se opone al marxismo y a toda forma de colectivismo [...]; lucha por instaurar una democracia orgánica”. Las semillas del golpe de Estado se han sembrado. Será cuestión de tiempo que germinen. En 1969 el Partido Nacional avala un putsch para derrocar el gobierno de Frei. Los vínculos políticos entre la derecha golpista y los militares descontentos con el gobierno demócrata cristiano se estrechan. Los bajos salarios de los uniformados y lo obsoleto del armamento son el caldo de cultivo para alentar asonadas. Ya en 1966, la Marina solicita al gobierno la compra de un portaviones; Frei lo rechaza. Las desavenencias se hacen públicas. El comandante en jefe de la Armada, almirante Jacobo Neumann, escribe a Frei sobre el “carácter permanente de las fuerzas armadas y lo transitorio de los regímenes políticos”. Algunos oficiales, redactan el Manifiesto de los tenientes, deslizando la opción de un gobierno militar. Frei será objeto de ataques y señalado como “filocomunista”. Buena excusa para avivar el intervencionismo de las fuerzas armadas. En Argentina, se edita el libro Frei, el Kerensky chileno. Será distribui3 Ibídem, op.cit., p. 57 y sig. 4 Citado por Magasich, Jorge. Op. cit., p. 59.

Aspecto del ataque

do en todo el continente. Su autor, el dirigente de la Sociedad lanzado contra el Palacio Brasileña de Defensa de la Tradición, la Familia y la Propiepresidencial chileno el 11 de septiembre de dad Privada, Fabio Vidigal Xavier Da Oliveira, enfatiza: “Nos 1973 después de ser alproponemos hacer evidente que la Democracia Cristiana chicanzado por cohetes de lena y sus hombres son izquierdistas y están conduciendo a la Fuerza Aérea durante Chile hacia el marxismo. En este orden de ideas, procurareel golpe militar. Foto Ap mos demostrar que el presidente Frei está desempeñando en Chile el papel que tuvo Kerensky en Rusia: servir de jefe de un gobierno que, ya socialista, hace la transición desde un orden contrario al marxismo hacia una estructura totalmente marxista”.5 En 1975, Frei, aludiendo a dicho texto, se queja amargamente: “Sería interesante averiguar quién paga en el extranjero la edición suculenta del libro del brasileño, que se ha repartido por toda América Latina, quiénes tienen tanto dinero como para importarlo y obsequiarlo en forma gratuita en todo el país [...]. Sería digno de preguntarse por qué este libro y esos folletos [...] logran hacerse circular, y más aún se envía a las fuerzas armadas”.6 El golpismo se adueña de parte de la oficialidad. El gobierno de Frei concede subidas salariales a la tropa y a la oficialidad. Cambia ministros y derechiza la acción de gobierno. “Pero no basta. Una parte de los oficiales está al borde de la insubordinación por motivos de índole política, en concordancia con el discurso nacionalista. Aparecen dos oficiales dispuestos a encabezar un golpe: Arturo Marshall y Roberto Viaux.”7 Un año más tarde, el 21 de octubre 1969, Viaux lidePara 1969, las ra un fallido golpe de Estado. Salvador semillas del golpe Allende, presidente del Senado, condena abiertamente la intentona y se dirige a La de Estado se han Moneda para apoyar a Frei, desautorizansembrado, será do que algunos miembros de su partido, el diputado Erick Schnake, se reuniese con cuestión de tiempo los alzados. Por su parte, el Partido Naque germinen cional adopta una actitud pasiva frente la asonada. Ya nada será igual. Las fuerzas armadas entran en la arena política. El gobierno militar se contempla como una salida que evite un posible triunfo de la izquierda. El último año de gobierno, la Democracia Cristiana se fractura. Un sector se declara partidario de profundizar las reformas en la vía no capitalista, otro mira a la derecha, al autogolpe, para frenar la candidatura de Allende. En mayo de 1969, el llamado grupo de los rebeldes, abandona el partido, y crea el Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU). Entre sus dirigentes destaca Jacques Chonchol, artífice de la reforma agraria de Frei, y Rodrigo Ambrosio, ex secretario de las Juventudes.

V

3. Mil días de conspiración. El camino hacia el golpe de Estado El triunfo electoral de Salvador Allende y la Unidad Popular fue inesperado, acelerando la trama cívico-militar para romper el orden constitucional e impedir su acceso a la presidencia. Para la derecha fue una sorpresa. EU y los empresarios contaban con el triunfo de su candidato, el conservador y ex presidente Jorge Alessandri. Agustín Edwards, dueño de El Mercurio, huido de la justicia, se reúne en EU con el jefe de la CIA, Helms, Nixon y Kissinger, para urdir la trama. Primero, 5 Da Silveira, Fabio. Frei, el Kerensky chileno. Editorial Cruzada. Buenos Aires, 5a edición, 1968, p. 13. 6 Frei, Eduardo. El mandato de la historia y las exigencias del porvenir. Editorial Democracia y Humanismo. Buenos Aires, 1975, p. 21. 7 Magasich, Jorge. Op. cit., p. 169.

13 de septiembre de 2021

que alertan del “terror rojo”. Juana Castro, hermana menor de Fidel, reclutada por la CIA en 1961, advierte: “Chilenos, quiero que sepan, que el candidato de los que se dicen ser socialistas, el señor Salvador Allende, es amigo de Fidel Castro, Ernesto Che Guevara, Nikita Kruschev, y, al igual que todos ellos, sigue una sola línea: la trazada por el Partido Comunista [...]. Chilenos, los comunistas borrarán el nombre de Dios de la Constitución, y después borrarán la Constitución, como lo han hecho en Cuba. Serán invadidos los templos y profanadas sus imágenes [...]. Madres chilenas, estoy segura de que ustedes no permitirán que sus pequeños hijos les sean arrebatados y enviados al bloque comunista, como ha pasado en Cuba, donde toda la mala intención que caracteriza a los rojos y, como único fin de servir así a los intereses del Partido Comunista, serán adoctrinados, desarraigando en esas criaturas, la orientación cristiana y saludable que ustedes con tanto amor y desvelo han forjado en ellos”. Igualmente, se distribuyen millares de estampitas de la Virgen con las frases: ¡Sálvanos, señora, de la plaga comunista! Líbranos de ser esclavos del soviético o de cualquier otro extranjero”.3 La campaña surtió efecto. El anticomunismo pasó a formar parte de la idiosincrasia del chileno de clase media, afectando, también, a las clases populares. Eduardo Galeano recuerda una conversación de época con Salvador Allende, quien entristecido, le comenta: “Mira bien la mansión que tenemos al lado. Ahí vive una de las familias más ricas de Chile. Esa casa tiene una empleada que, por una modesta paga, se ocupa de los niños, de lavar, de la jardinería, de todo. Lo que me tiene triste es que me enteré que esa sacrificada mujer ha enterrado su poca y pobre ropa, porque los medios la han convencido que si ganamos y yo soy presidente le vamos a quitar su ropa. Si yo vivo para ayudar a gente como ella”.4


Una joven levanta la efigie del presidente Salvador Allende, durante la manifestación por el 30 aniversario del pinochetazo, el 11 de setiembre de 2003. Foto Afp

13 de septiembre de 2021

VI

buscarán que Allende no sea ratificado presidente por el Congreso pleno. Tendrán mes y medio para lograrlo. La sesión solemne está convocada para el 24 de octubre. En esta vorágine, sectores de las fuerzas armadas apoyan un golpe de Estado, entre otros, están implicados el jefe de Carabineros, Vicente Huerta; el comandante en jefe de la Fuerza Aérea, Carlos Guerraty Villalobos, y el recién nombrado comandante en jefe de la Marina, vicealmirante Hugo Tirado. Sólo el general en jefe del Ejército, René Schneider, llama a reconocer los resultados electorales, emprendiendo una visita a los cuarteles para desanimar cualquier ruido de sables. Su conducta lo convierte en un objetivo para la derecha. Mientras, Frei traslada al embajador estadunidense Korry ser partidario de frenar la llegada de Allende a La Moneda. Se pone en marcha la maquinaria. El primer plan contará con el aval del Departamento de Estado, la Casa Blanca y la CIA, y lleva el nombre de una jugada de ajedrez, la estrategia del gambito: ofrecer piezas a cambio a cambio de obtener una ventaja en el desarrollo del juego. La pieza ofrecida será Jorge Alessandri, quien obtuvo la segunda mayoría relativa. “El primer plan para desconocer el resultado de la elección lo esboza el general Camilo Valenzuela al día siguiente. Este antiguo miembro del grupo Línea Recta, que en 1955 planeó dar un golpe, es ahora el principal contacto de los servicios estadunidenses en el Ejército. La maniobra: el PDC y el PN elegirían a Alessandri, este designaría un gabinete militar y dimitiría. Los militares organizarían elecciones en sesenta días en las que Frei sería electo.”8 Entre tanto, el Comité de los 40, grupo de operaciones encubiertas, en el cual participan miembros del Departamento de Estado, el Pentágono, la CIA, el Consejo de Seguridad Nacional, la Casa Blanca y los embajadores de los países implicados, se reúne el 14 de septiembre en Washington con la presencia de Kissinger y el embajador Edward Korry. Están de acuerdo en impedir la presidencia de Allende a través del gambito, apoyando la renuncia de varios ministros y la formación de un gabinete militar que reprimiría las protestas. Para eso montarán campañas de prensa para desprestigiar a Allende, fabricarán dificultades económicas y eventualmente comprarán votos de parlamentarios. Todo con el asentimiento de Frei.9 Al día siguiente, Nixon convoca a Kissinger, Mitchell y Helms, en el Despacho Oval. Deciden hacer todo lo posible por evitar un gobierno de Allende. Nixon ordena que la CIA orga8 Magasich Airola, Jorge. Historia de la Unidad Popular. De la elección a la asunción: los álgidos 60 días del 4 de septiembre al 3 de noviembre de 1970. Editorial LOM, Santiago de Chile. 2020. Vol. II, p. 22. 9 Ibídem, op. cit., vol. II, p. 47.

nice un golpe de Estado. El director de la CIA, Helms, lo apunta en sus notas que serán entregadas a la Comisión Church en 1975: “Aunque haya una oportunidad sobre 10, ¡salvar a Chile!; gastar duro, no importan los riesgos, no involucrar a la embajada; 10 millones disponibles, más, si es necesario; trabajar a tiempo completo, con los mejores hombres disponibles; elaborar un plan; hacer aullar la economía; un plan en 48 horas”. El plan fracasará. Entre otros motivos, se encuentra la firma del acuerdo de garantías constitucionales entre la UP y la DC. En ellos, se establece el respeto a las libertades políticas, de prensa, expresión y la salvaguarda de los derechos constitucionales. El presidente mantendrá su rol como general en jefe de las fuerzas armadas. Eso decanta el voto de la Democracia Cristiana en favor de Allende. Otro factor en contra es el intento fallido de asesinato de Allende que debía producirse el 17 de octubre. Allende destapa una conspiración, gracias a la información proporcionada por marinos constitucionalistas. Y tal vez el más destacado sea el asesinato del general René Schneider, el 22 de octubre. Proclamado Salvador Allende presidente constitucional por el Congreso pleno, el Partido Nacional, los militares golpistas, los empresarios, un sector de la Democracia Cristiana, junto a la embajada de EU emprenden el único camino que les queda: inducir un golpe de Estado que derroque el gobierno legítimo e instaure una dictadura militar afincada en los principios de la doctrina de la seguridad nacional. Para logarlo, movilizará todo el arsenal político. El gobierno Nixon-Kissinger da el visto bueno. Habrá dinero, se apoyarán las huelgas empresariales, se fomentará el mercado negro, el desabastecimiento, se quemarán cosechas y alentará la fuga de capitales. El primer punto de inflexión se produce 2 de diciembre de 1971. Las mujeres de la derecha convocan una manifestación contra el gobierno. Se recordará como la marcha de las cacerolas vacías. El 28 de diciembre, la Democracia Cristina interpone acusación constitucional para inhabilitar del cargo al ministro de Interior, Jose Tohá. Al ser concedida, Allende lo nombrará ministro de Defensa. La derecha se desconcierta, la democracia cristiana sella el pacto golpista. El año 1972 será crucial en la estrategia desestabilizadora. A principios de la primavera, la confederación de dueños de camiones llama al paro patronal, que irá del 9 de octubre al 5 de noviembre. Lentamente se suman la Confederación de Comerciantes Minoristas, la Confederación de la Producción y el Comercio, la Asociación de Dueños de Microbuses y Taxibuses. Se adhieren los colegios profesionales de ingenieros, médicos, dentistas y la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica, entre otros. Se levanta el pliego por Chile y se convoca un paro general para el 24 de octubre. El trabajo dentro de las fuerzas armadas se intensifica. La campaña de miedo se recrudece. La prensa de derecha llama día a día al golpe de Estado. Allende, no sin debates internos en la Unidad Popular, decide incorporar en el gabinete a miembros de las fuerzas armadas. Carlos Prats, comandante en jefe del Ejército, será nombrado ministro de Interior; el contralmirante Ismael Huerta ocupará el Ministerio de Obras Públicas, y el general de Aviación Claudio Sepúlveda, la cartera de Minería. Tras el golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, Ismael Huerta será ministro de Relaciones Exteriores de la dictadura y embajador en Naciones Unidas. Restaba eliminar los sectores constitucionalistas de las fuerzas armadas. La campaña de acoso se intensifica en 1973. En la Democracia Cristiana, Frei, Aylwin y los más acérrimos anticomunistas dictan la política del partido. Las piezas del puzle encajan. Aquello que era tabú en Chile, pensar en un golpe de Estado militar y que la derecha llamase directamente a las fuerzas armadas a tomar el poder, dejó de serlo. El Partido Nacional y la Democracia Cristiana hablan el mismo idioma, sin el concurso de las fuerzas armadas, el golpe de Estado era inviable. Había que derrocar al gobierno, la última oportunidad para un golpe blando sería conseguir los dos tercios de congresistas en las elecciones parlamentarias del 4 de marzo de 1973. Pero, al igual que en la estrategia del gambito, vuelven a fracasar. Los partidos de la Unidad Popular obtienen 44 por ciento de votos, la opción de un impeachment se desvanece. La derecha denuncia fraude electoral. La única salida, incrementar el asedio a las fuerzas armadas y provocar el golpe de Estado. El 29 de junio, se realiza un primer intento general, el tanquetazo es neutralizado. Mi-


Directora General: Carmen Lira Saade Coordinador de Arte y Diseño: Francisco García Noriega Edición del texto: Manuel Guerrero Alarcón Diseño: Brenda Moncada Hernández Retoque digital: Ricardo Fores Archivo de fotografía: Alejandro Pavón Editado por Demos, Desarrollo de Medios, SA de CV Av. Cuauhtémoc núm. 1236, colonia Santa Cruz Atoyac, alcaldía Benito Juárez, Ciudad de México CP 03310, teléfono: 55-9183-0300. Impreso en: Imprenta de Medios, SA de CV Av. Cuitláhuac núm. 3353, colonia Ampliación Cosmopolita, alcaldía Azcapotzalco, Ciudad de México, teléfonos: 55-5355-6702 y 55-5355-7794. Prohibida la reproducción parcial o total del contenido de esta publicación, por cualquier medio, sin permiso expreso de los editores. Ciudad de México 13 de septiembre de 2021 Fotos de portada: Ap

Manifestantes durante una marcha de organizaciones sociales y de derechos humanos para recordar a las víctimas de la dictadura pinochetista, el 7 de septiembre de 2014. Foto Xinhua

VII

13 de septiembre de 2021

les de partidarios de la UP salen a las calles y creación de poderes paralelos, ilegítimos, que desfilan por horas frente a La Moneda. Pero constituyen un gravísimo peligro para la naAquello que era no será suficiente. Los siguientes dos meses ción, con todo lo cual ha destruido elementos hasta el 11 de septiembre se completan las esenciales de la institucionalidad y del estado tabú en Chile, piezas del puzle. La Contraloría General de de derecho”. A continuación hace un llamado pensar en un golpe la República, en manos de la DC, declara parexplícito a las fuerzas armadas, “que en razón cialmente inconstitucional el decreto que conal grave quebrantamiento del orden institude Estado y que la formaba las tres áreas de la economía, social, cional… les corresponde poner de inmediato derecha llamase mixta y privada. El 8 de julio, los presidentes término con el fin de […] asegurar el orden del Senado, Eduardo Frei Montalva, y de la constitucional de nuestra patria”. directamente a las Cámara de Diputados, Luis Pareto, redactan Mujeres de Poder Femenino, militantes fuerzas armadas un comunicado subrayando que el gobierno de la Democracia Cristiana, el Partido Na“pretende imponer un esquema ideológico y cional y Patria y Libertad, acompañan, el 21 a tomar el poder, programático que la mayoría del país rechade agosto, como preámbulo de la carta, a las dejó de serlo za”. A continuación, el Colegio de Abogados esposas de generales a la casa del comandanmanifiesta que se ha roto el ordenamiento te en jefe del Ejército, Carlos Prats, convalejurídico. El 27 de julio, la ultraderecha asesiciente de un ataque al corazón y un proceso na al capitán de Navío y edecán del presidente, Arturo Araya gripal. Desde la acera, tildándolo de cobarde, lanzan plumas Peeters. El 5 de agosto, marinos constitucionalistas son torde gallinas, insultan y solicitan la intervención de las fuerzas turados por denunciar las maniobras de golpe. “Entre 1970 y armadas. Al día siguiente, el general Prats presenta su dimi1973 varios centenares de marinos intentan oponerse al golpe sión. En la carta se lee: “Al apreciar en estos últimos días que de Estado que ven prepararse. Sargentos, cabos y marineros, quienes me denigraban habían logrado perturbar el criterio de organizan grupos antigolpistas en las cuatro secciones de la un sector de la oficialidad del Ejército, he estimado un deber Marina: la Escuadra, las escuelas de especialidades, la Unidad de soldado, de sólidos principios, no constituirme en factor de de Aviación Naval y los astilleros. Establecen contactos con quiebre de la disciplina y de la dislocación del estado de dedirigentes políticos próximos al gobierno para informarles de recho, ni de servir de pretexto a quienes buscan el derrocala conspiración en marcha y se organizan para enfrentarla. miento del gobierno constitucional [...] he estimado un deber Son descubiertos por los servicios de inteligencia. La primera de soldado presentarle la renuncia indeclinablemente de mi detención se efectúa el 15 de junio de 1973; las siguientes a cargo de ministro de Defensa Nacional, y a la vez, solicitarle fines de julio y a partir del 5 de agosto se desata una verdadera mi retiro absoluto de las filas del Ejército, al que serví con el razzia dentro de la Marina [...]. Más grave aún: la facción golmayor celo vocacional durante más de 40 años”. pista de la Armada organiza y equipa los primeros grupos de Guillermo Pickering, comandante de las Escuelas Mitorturadores, ocultando su existencia al comandante en jefe y litares, y Mario Sepúlveda, comandante de la segunda divia otros oficiales.” sión (Santiago), generales con mando en tropa, renuncian El 22 de agosto la Cámara de Diputados, en manos de los en solidaridad con Prats. El director general de Carabinegolpistas, redacta el siguiente comunicado: “Es un hecho que ros, Jose María Sepúlveda Galindo, se mantiene firme. Esel actual gobierno de la república, desde sus inicios, se ha ido tará con el presidente en La Moneda, el 11 de septiembre. empeñando en conquistar el poder con el evidente propósito Abandona su puesto cuando Allende se lo ordena. El subdide someter a todas las personas al más estricto control econórector del cuerpo de Carabineros, Jorge Urrutia, y los genemico y político por parte del Estado y lograr de ese modo la rales Rubén Álvarez y Orestes Salinas tampoco se pliegan instauración de un sistema totalitario, absolutamente opuesto al golpe, los alzados recurren a un general mediocre, sexto al sistema representativo que la Constitución establece; que en la cadena de mando, César Mendoza. En la Armada, su para lograr ese fin, el gobierno no ha incurrido en violaciocomandante, Raúl Montero, será retenido en su casa. Los nes aisladas de la Constitución y la ley, sino que ha hecho de almirantes Daniel Arellano, Hugo Poblete Mery, el capitán ellas un sistema permanente de conducta [...], violando habiRené Durandot y el teniente Horacio Larraín, constituciotualmente las garantías que la Constitución asegura a todos nalistas, son separados del mando; se autoproclama jefe de los habitantes de la república y permitiendo y amparando la la armada José Toribio Merino.


Aspecto del asalto militar al Palacio de La Moneda, el 11 de septiembre de 1973. Foto Afp

Militantes del Partido Comunista de Chile marchan en Santiago, el pasado 4 de septiembre para conmemorar el 50 aniversario del triunfo electoral del presidente Salvador Allende. Foto Afp

Pinochet, desactiva el 10 de septiembre el Plan Hércules, dispositivo antigolpe que debía funcionar el 11 de septiembre. Allende convocaría a referendo y la redacción de una nueva Constitución, cuyo borrador estaba siendo redactado y daría en un nuevo marco jurídico, nacido por primera vez en Chile, por votación popular. La alocución de Allende nunca se producirá. Los golpistas son alertados. La DC, el Partido Nacional y quienes participan de la trama civil son alertados de las intenciones del presidente. El discurso de Allende no podía ver la luz. El 10 de septiembre, en medio de la Operación Unitas con la Marina de EU, la Armada desplaza sus acorazados hacia Valparaíso. Buques de guerra estadunidenses la apoyan. La aviación controla los aeropuertos civiles y desplaza los aviones Hawker Hunter. Serán utilizados en el bombardeo de La Moneda. El Ejército toma ministerios, medios de comunicación, fábricas, sedes de los partidos y universidades. Se inicia la detención, el asesinato de dirigentes y militantes de la Unidad Popular. La tiranía se cierne sobre Chile. Serán tiempos de oscuridad. El puzle está completo.

El gobierno cívico-militar nacido del golpe de Estado del 11 de septiembre no es restaurador. Es fundante de un nuevo orden. Se adhiere a los principios de la doctrina de la seguridad nacional, pero rompe con la concepción política del Estado. Sus principios provienen de los llamados neoliberales, proporcionados por la Sociedad de Mont Pellicer, bajo la batuta de Hayek, Von Mises y la escuela de Ginebra, cuna del neoliberalismo. Entre sus principios encontramos las bases del gobierno militar, posteriormente reflejados en la Constitución vigente en Chile desde 1980. “La democracia es una amenaza potencial para el funcionamiento del orden del mercado. Por tanto, hace falta establecer salvaguardias frente a su potencial nocivo. [...] El peligro de la democracia es que legitima las exigencias de redistribución. Las leyes surgen de manera espontánea, no se construyen. Las sentencias de jueces y académicos son preferibles a la legislación creada por los parlamentos. [...] El derecho debe garantizar la previsibilidad como guía para la futura acción humana. De manera específica, debe proteger el papel de los precios en la trasmisión del conocimiento sobre el futuro [...]. Las instituciones internacionales deberían actuar como mecanismos para proteger y fomentar la competencia, sin ofrecer espacios donde la gente pueda formular reivindicaciones [...] La soberanía del consumidor prevalece sobre la soberanía nacional. La distinción público/privado es más importante que la distinción extranjero/nacional. El orden económico mundial depende del derecho de propiedad frente a la extralimitación del derecho de los estados.”10

Con esas piezas, el nuevo orden social chileno se fue articulando. La Constitución de 1980 le dio carta de ciudadanía. Elaborada por un grupo de notables, sigue vigente. Nunca fue refrendada ni consultada. Pero, además, tras la salida del tirano, existió un consenso en administrarla. El golpe se reditaba a partir de 1989. Los presidentes que fueron electos, lo han sido por la Constitución pinochetista. Primero, Patricio Aylwin, el articulador del golpe de 1973, luego se siguieron Eduardo Frei Ruiz Tagle, hijo de Frei Montalva, también golpista; tras ellos vinieron sus socios de la Concertación, más tarde reconvertida en Nueva Mayoría, Ricardo Lagos y Michelle Bachelet; por último el representante de la derecha tradicional y acólitos de Pinochet, de la Coalición Vamos Chile: Sebastián Piñera. Todos han seguido sus dictados, sólo maquillajes y parches. Las raíces del neoliberalismo son profundas. Hayek, en su visita a Chile en 1977, señaló que prefería “un dictador liberal antes que un gobierno democrático sin liberalismo”. Esas palabras se complementan con los argumentos de Von Mises refiriéndose “al fascismo italiano y los movimientos similares que aspiran a instaurar dictaduras están cargados de buenas intenciones y su intervención ha salvado, por el momento, a la civilización europea. El valor que de ese modo ha demostrado tener el fascismo pervivirá para siempre en la historia”.11 Qué coincidentes son estas declaraciones con las pronunciadas por Alejandro Foxley, ex presidente de la Democracia Cristiana, ex ministro de Exteriores en el primer gobierno de la presidenta Bachelet, entre 2006 y 2009, y antes ministro de Hacienda con el golpista Patricio Aylwin. Veamos: “Pinochet realizó una trasformación, sobre todo en la economía chilena, la más importante que ha habido en este siglo. Tuvo el mérito de anticiparse al proceso de globalización que ocurrió una década después, al cual están tratando de encaramarse todos los países del mundo, descentralizar, desregular. Esa es una contribución histórica que va a perdurar por muchas décadas en Chile y que, quienes fuimos críticos con algunos aspectos de ese proceso en su momento, hoy lo reconocemos como un proceso de importancia histórica para Chile, que ha terminado siendo aceptado por todos los sectores. Además ha pasado el test de la historia, pues terminó cambiando el modo de vida de todos los chilenos, para bien y no para mal. Eso es lo que yo creo, y eso sitúa a Pinochet en la historia de Chile en un alto lugar”. Ha sido con la rebelión popular de octubre de 2019 cuando el edificio neoliberal se ha resquebrajado. Pero los mismos que la construyeron ayer, lo defienden hoy. Es el llamado partido del orden, donde habitan desde los socialistas hasta los pinochetistas. Sus acuerdos buscarán impedir el nacimiento de una Constitución democrática, refrendada por el pueblo en votación universal, libre y secreta. Es la primera pieza de un puzle que busca reditarse con otra figura. El fantasma de un golpe se agita nuevamente. Ese es el dilema que enfrentan los convencionales que redactan una nueva carta magna.

10

11

Ha sido con la rebelión popular de octubre de 2019 que el edificio neoliberal se ha resquebrajado

13 de septiembre de 2021

VIII

4. Los administradores del golpe, 48 años de Constitución pinochetista

Slobodian, Quinn: Globalistas. El fin de los imperios y el nacimiento del neoliberalismo. Edit. Capitán Swing. Madrid, 2021, p. 408 y sig.

Von Mises, Ludwig. Liberalismo. La tradición clásica. Unión editorial, 5a edición, Madrid, 2007, p. 87.


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.