La Jornada Ecológica

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Número especial

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Directora general: Carmen Lira Saade Director fundador: Carlos Payán Velver Director: Iván Restrepo Editora: Laura Angulo

ecologlca junio 2022

Reservorios de carbono azul:

Los manglares Números anteriores

Correos electrónicos: ivres381022@gmail.com • estelaguevara84@gmail.com


Presentación

Marco Octavio Aburto Oropeza Universidad de California San Diego-Instituto de Oceanografía Scripps División de Investigación de Biología Marina Correo-e: maburto@ucsd.edu

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a fina línea que divide al mar de la tierra delimita dos mundos contrastantes. Es ahí donde miles de especies han surgido, desaparecido y adaptado, dando lugar a uno de los ecosistemas más productivos dentro del planeta: los manglares. Estos árboles con adaptaciones morfológicas singulares tienen raíces que no solo les permiten anclarse eficientemente en el lodo y sobrevivir sin oxígeno en suelos pantanosos, sino que les permite deshacerse de sales y sobrevivir en agua de mar. Desde parches aislados de árboles enanos, hasta bosques exuberantes de más de 40 metros de altura, los manglares representan una zona de contacto entre las comunidades marinas y las terrestres, pues diariamente reciben una carga de agua del océano y agua dulce que desemboca de ríos, arroyos terrestres o subterráneos, además de nutrientes y sedimentos. La presencia de miles de especies inunda de color y sonido este microcosmos verde, y lo convierte en un espacio de riqueza biológica, estudio y contemplación que se reinventa permanentemente a lo largo de nuestras costas. Los manglares son la membrana protectora del continente, la piel de nuestras costas, y generan enormes beneficios económicos para las comunidades costeras y para todo México. Sin embargo, hemos perdido la mitad de este ecosistema en los últimos 50 años. Y aunque ha disminuido la tasa de deforestación en general, seguimos perdiendo manglares y sus servicios ambientales cada año.

Este número de La Jornada Ecológica se refiere, en particular, al servicio de captura de carbono que a través de la fotosíntesis prestan estos árboles. Los manglares, marismas y pastos marinos tienen la capacidad de guardar el exceso de su producción primaria (por lo general en forma de carbono orgánico) en los sedimentos, donde puede permanecer a lo

Manglar en Barra de Potosí, Guerrero

En portada: los incansables esfuerzos por rescatar la vida de los manglares junio 2022

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largo de escalas de tiempo milenarias. Estos árboles almacenan tanto CO2 como los bosques tropicales en tierra. Pero por debajo de la línea de agua (en sus raíces), los manglares son aun más eficaces pues acumulan cinco veces más carbono en la misma superficie. En este suplemento, varios calificados investigadores discuten la importancia de este

tema en el contexto del cambio climático. Incluyen los retos de investigación, manejo y conservación de estos ecosistemas. Y ponen énfasis en las irregularidades que pueden darse por políticas laxas para fomentar mercados de bonos de carbono. El lector tiene así oportunidad de conocer más sobre un asunto que ocupa la agenda ambiental a nivel internacional.


Jorge A. Herrera Silveira Cinvestav, Unidad Mérida

Correo-e: jorge.herrera@cinvestav.mx

Claudia Teutli Hernández

Investigadora ENES-UNAM, Laboratorio de producción primaria Cinvestav Correo-e: claudia.teutli@enesmerida.unam.mx

Siuling Cinco-Castro y Rosalía Andrade-Medina

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Laboratorio de producción primaria Cinvestav, Mérida Resiliencia Azul, AC

Correo-e: r.andrademedina@gmail.com

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e reconoce que la deforestación y la degradación de los bosques es la segunda fuente más grande de emisiones de carbono después de la provocada por el uso de combustibles fósiles. De esta forma se contribuye significativamente con una de las principales causas del cambio climático: el aumento de los gases de efecto invernadero a la atmósfera. El cambio climático es un problema global, sus impactos se observan a largo plazo e involucran interacciones complejas entre procesos naturales (fenómenos ecológicos y climáticos) así como sociales, económicos y políticos a nivel mundial.

¿Por qué nos debe preocupar como individuos el cambio climático? El clima es regulador de los procesos naturales que observamos, y de los cuales la sociedad se ha aprovechado para su desarrollo social y económico. Por ejemplo. Las pesquerías de camarón, pulpo, langosta (entre otras) varían en cuanto a la época de año en que pueden realizarse. Esto se debe a que las especies para su crecimiento, desplazamiento y reproducción dependen de las características del agua, como temperatura y salinidad. Ambas son reguladas por la temperatura ambiente y por el agua dulce que llega del continente

Foto: Jorge A. Herrera Silveira

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arbono azul en manglares: ¿qué es, dónde está y para qué sirve? después de las lluvias, es decir por el clima. Tomar vacaciones en una determinada época del año depende del clima. En verano se está en búsqueda de sol y temperaturas agradables en las playas, mientras que en invierno se necesita de nieve para las pistas de esquí. Por lo tanto, los gobiernos han establecido políticas que permitan ofrecer condiciones para que actividades como la pesca y el turismo generen recursos económicos y bienestar a las comunidades costeras. Sin embargo, durante mucho tiempo estas políticas no consideraron que las actividades del hombre repercutirían negativamente en el incre-

mento de los gases de efecto invernadero, y tendría efectos negativos en el clima, en el funcionamiento de los ecosistemas y en consecuencia en la economía. Cambio climático, carbono azul y política El cambio climático está teniendo efectos en todos los ecosistemas. Sin embargo, los ecosistemas costeros reciben los efectos que vienen tanto de tierra adentro como del mar (efecto de “jamón del sándwich”), por lo que son más vulnerables a los impactos del cambio climático. Los ecosistemas costeros por su ubicación entre los


Una institución que va más allá de la ciencia

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ace una década fue fundad en la ciudad de La Paz, Baja California Sur, el Centro para la Biodiversidad Marina y la Conservación (CBMC). Su objetivo central: apoyar a investigadores mexicanos en proyectos de investigación importantes. Y, a la vez, permitir que jóvenes continúen su capacitación científica. El resultado de esa labor: generar conocimiento científico y facilitar su integración en los procesos de conservación y manejo de recursos. Quienes integran dicho centro saben que el conocimiento científico debe contribuir a la protección de los ecosistemas marinos y costeros, y a las especies que habitan en ellos. Por eso sus trabajos abarcan temas relevantes para la sociedad mexicana como el manejo pesquero, la protección de la biodiversidad y las contribuciones que el aprovechamiento del capital natural genera al bienestar social. Sus trabajos, además, conjugan las técnicas modernas y multidisciplinarias con las tradicionales. Y promueven la ciencia colaborativa a fin de facilitar la participación de usuarios de recursos y demás personas interesadas. Esta filosofía le ha permitido al centro realizar investigaciones de manera integral y eficiente. Nuestras iniciativas Monitoreo pesquero: Para comprender la relación de las comunidades pesqueras con el ambiente, este monitoreo se realiza con la colaboración de pescadores. Con ello se genera información de primera mano que permite conocer la actividad pesquera de distintas flotas ribereñas. Además se recolectan datos a través de muestreos biológicos y pesqueros en las comunidades. Así se logra sa-

ambientes totalmente terrestres y los marinos, tienen una riqueza natural que les permite ofrecer múltiples beneficios al hombre como: criaderos y “guarderías” de especies de importancia económica y ecológica; son sistemas naturales de control de inundaciones y barreras contra huracanes; mejoran la calidad del agua al funcionar como filtro biológico; poseen un alto valor estético, recreativo y de investigación. A todos estos beneficios en su conjunto se les conoce como servicios ambientales o servicios ecosistémicos. Uno de los servicios ecosistémicos que proveen los ecosistemas costeros, en particular los manglares, pastos marinos y marismas salobres,

ber más sobre la biología, ecología y economía de las especies que se comercializan. Monitoreo ecológico: • Arrecifes rocosos: Desde 1998, el CBMC participa en el monitoreo de arrecifes rocosos a lo largo del Golfo de California y el Pacífico Mexicano, recopilando datos sobre las comunidades de peces e invertebrados. • Manglares y pastos marinos: Con base en tecnologías de bajo impacto, el CBMC recoge datos que permiten conocer la salud de esos importantes ecosistemas. • Monitoreo de actividades turísticas: se ha logrado que los pescadores utilicen los dispositivos GPS para monitorear sus actividades de turismo en Bahía Magdalena, BCS, en avistamiento de ballena gris, ballena jorobada, nado con marlín, recorridos en manglares, etc. Además se obtiene información económica sobre las actividades mencionadas. El laboratorio de datos: La información generada por quienes forman parte de CBMC, en colaboración con comunidades pesqueras, organizaciones de la sociedad civil, agencias de gobierno y otros científicos, se analiza colectivamente para ayudar a mejorar el conocimiento colectivo y la comprensión de los procesos ecológicos y sociales que se relacionan con el uso, protección y manejo de los

se relaciona con la reducción de losa gases de efecto invernadero en la atmósfera. Esto significa que como todas las plantas usan el CO2 (que es un gases de efecto invernadero como materia prima a través de la fotosíntesis para transformarlo en biomasa vegetal: troncos, raíces, hojas), cuando muere un alto porcentaje permanece en el suelo almacenándose como carbono orgánico. Esta característica de captura y almacenamiento de CO2 en forma de carbono orgánico (Co) en la vegetación y los sedimentos de estos ecosistemas, se le conoce como carbono azul. Ya está siendo utilizada por algunos gobiernos (Australia, Colombia, por ejemplo) como soporte para

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recursos naturales en el golfo de California. Las metas de este esfuerzo son: 1. Mejorar las prácticas pesqueras y reducir conflictos con actividades no extractivas (ecoturismo). 2. Describir las dinámicas de mercado y redes de comercialización de pescados y mariscos para entender las áreas de posibles mejoras y el papel de los intermediarios. 3. Entender cómo el cambio climático influirá en las tendencias de capturas pesqueras para poder establecer escenarios que permitan planear de acuerdo con los objetivos de conservación hacia el 2030. 4. Modernizar los sistemas de manejo de recursos naturales para detectar y reducir la pesca ilegal y no reportada en México. Ir más allá de la ciencia… Basados en la raíz y objetivo de crear un grupo multidisciplinario y hacer llegar la información y el conocimiento a una audiencia más amplia se inicia en enfatizar la comunicación de la ciencia: • dataMares: creada en 2014, promueve la transparencia y acceso libre a datos. Incentiva la interacción con información y ayuda a que la ciencia llegue a otros investigadores, usuarios de recursos naturales y tomadores de decisiones. (http://datamares.ucsd. edu/?lang=es) • Mares Mexicanos: comunica casos de éxito en la conservación en México, a través de video y fotografía. Además, genera espacios adecuados para que los investigadores puedan dar a conocer su trabajo a una audiencia más amplia. (http://maresmexicanos.com/) http://maresmexicanos.com/

la implementación de políticas de mitigación y adaptación a los efectos del cambio climático. Los hábitats del carbono azul a pesar de que solo cubren menos del 0.5 por ciento de la superficie marina, almacenan más del 50 por ciento del total del carbono de los sedimentos oceánicos. Por otra parte, solo constituyen el 0.05 por ciento de la biomasa vegetal terrestre. Pero almacenan hasta tres veces más carbono por unidad de área que cualquier ecosistema terrestre, esto en su reservorio de los sedimentos. A diferencia de los ecosistemas terrestres, las mayores concentraciones de Co en los ecosistema de carbono azul está en el suelo.

Los ecosistemas de carbono azul, además de capturar y almacenar el carbono que producen (autóctono), son receptores de materia orgánica y Co que viene de otros ecosistemas asociados a cuencas de ríos que llegan a la costa (alóctono). Por ser ambientes que están sometidos a la inundación periódica o continua, la tasa de descomposición de la materia orgánica depositada en el suelo de estos es muy lenta, acumulándose y almacenándose por largos periodos de tiempo. Esta característica de la inundación es responsable de que la magnitud de los almacenes de Co de los ecosistemas de carbono azul sean mucho mayor que la de los


ecosistemas terrestres por unidad de área. Los manglares han llamado recientemente la atención de la comunidad internacional porque estudios en la región del Indo-Pacífico demostraron que estos ecosistemas almacenan mayores concentraciones de carbono ≈1000 Mg C ha-1, en comparación con los bosques boreales ≈350 Mg C ha-1, bosques templados ≈349 Mg C ha-1, bosques tropicales ≈230 Mg C ha-1. La mayor parte del carbono no se encuentra en la vegetación, sino en los suelos, donde se almacena hasta el 95 por ciento del carbono orgánico total. En el caso de los bosque de manglar, si sufren deforestación y degradación se pierden o reducen importan-

tes servicios ecosistémicos. Además de producirse emisiones de CO2 especialmente grandes. Cabe destacar que el contenido de C en los suelos (>0.3m) de los manglares, donde se almacena la mayor parte del C de este ecosistema, generalmente no se reporta en los inventarios nacionales de carbono (México no lo hace). Entonces, las políticas internacionales de reducción de emisiones no han evaluado adecuadamente la contribución de los manglares. Por otra parte, la degradación de los ecosistemas costeros está teniendo consecuencias no solo en la pérdida de los servicios ecosistémicos que ofrecen, sino que pone en riesgo la biodiversidad, el

Foto: Jorge A. Herrera Silveira

patrimonio de particulares y del propio gobierno. Hasta la seguridad alimentaria. Por lo tanto, es urgente la implementación de políticas que aseguren la permanencia y restauración de los ecosistemas de carbono azul como estrategia de mitigación y adaptación. Así como para reducir la vulnerabilidad a los efectos del cambio climático por incremento de las emisiones de gases de efecto invernadero. Carbono azul de manglares en México

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Las emisiones de CO2 de México lo coloca en el primer lugar en Latinoamérica y en el 13 como país emisor de gases de efecto invernadero en el mundo (9). Por todo eso se

comprometió a metas ambiciosas de cero emisiones netas por cambio de uso del suelo, firmando y ratificando el Acuerdo de París. Muchas naciones se han comprometido en el Acuerdo de París (COP21) a reducir sus emisiones de carbono con el objetivo de limitar el aumento de la temperatura global a 2 grados Celsius (4). Para alcanzar estas ambiciosas metas de emisiones, México declaró dar prioridad a las acciones que tengan el “mayor potencial de reducción de emisiones y que generen cobeneficios en la salud y el bienestar de la población”, incluyendo “la conservación y recuperación de los recursos marinos y costeros”, como los manglares.


El carbono azul tiene el potencial de contribuir a las políticas de mitigación y adaptación a los efectos del cambio climático. Y, partiendo del conocimiento actual, se recomienda incentivar las valoraciones de carbono tanto en los ecosistemas de manglar como de pastos marinos.

Los manglares tienen interés especial para México, ya que por su extensión (más de 900 mil hectáreas) ocupa el cuarto lugar a nivel mundial. En la península de Yucatán, el 98 por ciento de la línea de costa se encuentra ocupado por manglar y contiene >60 por ciento de este ecosistema de México. De él, un 76.2 por ciento está protegido y considerado en el tratado intergubernamental en el que los países miembros –como México– se comprometen a mantener las características ecológicas de sus humedales de importancia internacional. Y también planificar el uso sos-

tenible de todos los humedales situados en sus territorios. Ese tratado intergubernamental se conoce como Convención Ramsar. No obstante, de contar con mapas a escala nacional de la extensión de los manglares, no hay suficientes datos para estimaciones de carbono en ellos a nivel regional o local con la suficiente precisión y valor de incertidumbre. En estudios de Fernanda Adame y colaboradores y de Jorge Herrera y colaboradores se utilizaron datos de carbono orgánico almacenado en árboles, madera caída y suelos de manglares de diferentes regio-

Cárdenas, Tabasco

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nes de México. Entre otros motivos, para estimar su contribución al cumplimiento de los objetivos de emisión de carbono en 2030 según lo comprometido en el Acuerdo de París. A partir de datos de campo de ambos estudios que consideraron el carbono almacenado en los suelos y estandarizado a un metro de profundidad se estimó que la reserva total de carbono de los manglares en México varía entre 240 y 350 Tg C. Pero si se consideran suelos de más de un metro de profundidad, la reserva puede llegar a más 500 Tg C. Los reportes nacionales subestiman el contenido de

carbono de los manglares por factores de 11 hasta 57 si se consideran los diferentes almacenes que el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPcambio climático) menciona como los básicos que deben reportarse: biomasa aérea, biomasa subterránea, madera muerta, mantillo y carbono orgánico del suelo. A nivel internacional y nacional se han propuesto protocolos, normas y leyes como estrategias que tienen la finalidad de proteger los humedales. Y en última instancia, y no explícitamente, reducir las emisiones de gases efecto invernadero. Esta estrategia de política puede llevar a reducir la vulnerabilidad de los ecosistemas a través de mitigar los efectos y adaptarse a los impactos por los efectos del cambio climático. Internacionalmente existe el protocolo de Tokio, el Panel Intergubernamental de cambio Climático, y las Conferencias de las Partes (COP). En México, previas a la Ley de Cambio Climático se puede mencionar la Ley General de Bienes Nacionales, Ley General del Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente (LEGGPA), Ley General de Vida Silvestre y su reglamento, la General de Desarrollo Forestal Sustentable y su reglamento, que coadyuvan a la protección, conservación y restauración de los humedales. Sin embargo, llevar a la práctica acciones concretas y específicas por ecosistema para esta reducción de gases de efecto invernadero, no es una tarea fácil. Entre los mecanismos que podrían ser útiles para los eco-


sistemas de carbono azul, y en específico para los manglares de México, podría nombrarse al programa REDD+ y el pago por Servicios Ambientales, ambos mecanismos de política pública. Existen experiencias e iniciativas para otros ecosistemas terrestres y con reglas de operación ya establecidas que pudieran adaptarse a las características de los ecosistemas de manglar. Retos de la investigación La escasez de estudios relacionados con los almacenes y flujos de carbono y otros elementos (nitrógeno y fósforo), en los manglares de México, implica que están abiertas múltiples líneas de investigación relacionadas con los ciclos biogeoquímicos en estos ecosistemas. La variabilidad de climas, geoformas, condiciones hidrológicas, niveles y tipos de impacto son oportunidad para estudios de variabilidad espacial y temporal de procesos que se relacionan con el almacenamiento y flujos de carbono en manglares. Detectar patrones de acuerdo con gradientes ambientales, tipos ecológicos y perturbaciones, ayudaría a definir pa-

trones relacionados con los recursos, estresores e hidrología, de acuerdo con diferentes ambientes geomorfológicos e impactos. Otro tipo de estudio que está creciendo en interés por el tipo de información a nivel del ecosistema que provee, es el de flujos de CO2 y CH4 mediante el uso de las torres de covarianza de vórtices (Eddy Covarianza). La importancia del almacén de Co en sedimentos de manglares y el papel de las características del hidroperiodo en el funcionamiento de estos ecosistemas es una oportunidad para futuras investigaciones. Ac tualmente, las técnicas de caracterización de la composición molecular de las fuentes de materia orgánica y las de trazadores isotópicos, ofrecen la oportunidad de rastrear el origen de la materia orgánica (alóctono, autóctono), y entender los cambios que estos ambientes han experimentado en el largo plazo. Los resultados de este tipo de investigaciones se pueden asociar con el actual funcionamiento ecosistémico e incorporar esta información en modelos ecológicos para simulaciones de escenarios fu-

Foto: Jorge A. Herrera Silveira

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turos. Sus resultados pueden orientar acciones de adaptación y mitigación. Desde la perspectiva del proceso ciencia-tecnología e innovación, la investigación sobre la restauración ecológica es muy prometedora. Pero todavía es más incipiente que todas las líneas de investigación anteriores. ¿Cómo alcanzar mayores tasas de captura y almacenamiento de C a través de acciones de restauración? Esta es una de las preguntas más relevantes en este tema, con fuertes implicaciones de política pública y relación con la sociedad. La restauración, y en especial de manglares, se reconoce como una de las estrategias más eficientes de adaptación y reducción de la vulnerabilidad a los efectos del cambio climático de las costas tropicales. En conclusión, el carbono azul tiene el potencial de contribuir a las políticas de mitigación y adaptación a los efectos del cambio climático. Y, partiendo del conocimiento actual, se recomienda incentivar las valoraciones de carbono tanto en los ecosistemas de manglar como de pastos marinos, así como la restauración ecológica, principalmente de áreas de manglar.

Sin embargo, hay que recurrir a grupos de trabajo que han demostrado tener experiencia, ya que muchos estudios no se han hecho o seguido estrategias que aseguren datos robustos o éxito en los proyectos. Dado que los manglares son ecosistemas clave en los programas de mitigación de carbono propuestos, una mejor valoración de sus emisiones de carbono se traducirá en una distribución más justa y equitativa de los esfuerzos y beneficios derivados de los tratados internacionales sobre reducción de emisiones de carbono. Por ejemplo, los manglares emiten naturalmente potentes gases de efecto invernadero como CH4 y N2O. Pero estas emisiones no se han considerado en ninguna estimación. Las emisiones de CH4 y N2O en los manglares suelen ser bajas (<1 por ciento de las emisiones), especialmente cuando la salinidad es alta, como en el noroeste de México. Sin embargo, las emisiones de CH4 y N2O son más altas en los manglares deforestados que en los naturales, lo que enfatiza aun más el potencial de los manglares para reducir las emisiones de efecto invernadero. Y, por último,


no se tienen en cuenta las tasas de secuestro de C de los manglares en pie, por lo que se subestima la contribución de los manglares para reducir las emisiones de C. No obstante, el reto de contar con datos robustos de diferentes fuentes de emisiones, tasas de secuestro, destino del carbono capturado, etc., es evidente la contribución que tiene evitar la deforestación y la degradación de los manglares a las emisiones nacionales. Créditos de carbono azul, comunidades y brockers La valoración climática del carbono azul de manglares, como servicio ecosistémico de mitigación, es una herramienta útil que ofrece información de mercado para el cambio en el comportamiento de consumidores y proveedores de servicios ecosistémicos. El carbono azul es una solución basada en la naturaleza, encaminada a la conservación de ecosistemas y la biodiversidad, reducción de riesgos de desastres y la captura y almacenamiento en ecosistemas sumideros de carbono. Los créditos de carbono –en este caso carbono azul– son un mecanismo internacional de mitigación para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero que provocan el calentamiento global. Se trata de uno de los mecanismos propuestos por el Protocolo de Kioto para la disminución de emisiones causantes del efecto invernadero y el calentamiento global. Así lo indica la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.

Como una estrategia financiera, los créditos de carbono azul, además de ayudar a compensar los gases de efecto invernadero, son una forma de incentivar la restauración, conservación y uso sustentable del ecosistema manglar. Al obtener la certificación de los bonos de carbono en el mercado voluntario, los propietarios de la tierra generan un incentivo económico derivado de la comercialización de los créditos como resultado de dos tipos de intervención: captura de CO2 por restauración y emisiones evitadas por la conservación de los acervos de carbono (REDD+). El mercado voluntario de carbono (VCM) permite a las empresas, organizaciones, gobiernos e individuos apoyar actividades que reducen, evitan o eliminan gases de efecto invernadero y compensar sus propias emisiones. A través de este mercado, el financiamiento directo se canaliza a actividades climáticas que de otro modo no se implementarían. En los pro-

Manglar Sisal, Yucatán

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yectos denominados de “carbono azul”, cada tonelada de carbono equivalente que se registra genera un certificado de carbono. La distribución de los beneficios económicos derivados de la venta es una decisión que se debe tomar de forma participativa e informada en la comunidad. Actualmente estas premisas, generalmente, no se cumplen. Las iniciativas de carbono deberán responder a cuatro condiciones: 1) adicionalidad, es decir que la acción de conservación y/o restauración no sería posible sin la existencia del proyecto. 2) Permanencia del carbono a lo largo de la vida del proyecto. 3) No fugas o desplazamientos que pudieran migrar una actividad que genera degradación en otros sitios, y 4) Generar cobeneficios de tipo ambiental (servicios ecosistémicos) y sociales (gobernanza). Tanto en el desarrollo de la iniciativa como a lo largo de su implementación es necesario el acompañamiento multi-

disciplinario a las y los dueños de la tierra (participantes); la participación gubernamental a través de sus instituciones, la sociedad civil y la academia. Si bien los créditos de carbono surgen como una necesidad por mitigar las emisiones de grandes corporaciones, ahora son vistos por las comunidades locales y por quienes se dedican al comercio de los bonos como una forma relativamente fácil de obtener jugosos ingresos. Esta percepción influye en que cada vez haya más de los denominados brokers. Estos no son más que intermediarios financieros en los mercados de bonos de carbono que se quedan con una gran parte de los beneficios económicos derivados de dichos bonos. El incremento en número de estos intermediarios, individuales o asociados, no garantiza que el mercado de carbono sea seguro y que beneficie directamente a los propietarios de los ecosistemas. Ni a los compradores de los bonos pues, como en cual-


quier negocio, gran cantidad del recurso financiero se queda en el camino. Esta situación pone en jaque a las comunidades locales, en ocasiones por mera ignorancia de los procesos y movimientos de los mercados. Pero en la mayoría de los casos, porque los brokers pretenden obtener la proporción más grande los beneficios económicos generados por la comercialización de los créditos. Es importante mencionar que, si bien la situación económica de las comunidades y la rapidez con la que pueden obtener ingresos extras por vender créditos de carbono certificados es un factor importante en la toma de decisiones de los dueños de los recursos naturales, hay que considerar que la forma en la que los intermediarios ofrecen beneficios no es del todo ética. En efecto, apelan a la necesidad inmediata en vez de proporcionar beneficios comunitarios a largo plazo. En este sentido, un proyecto de créditos de carbono puede ser viable, cumplir con los objetivos para los que fue creado y beneficiar a compradores y a vendedores, siempre y cuando los beneficios económicos y climáticos sean distribuidos de forma adecuada. Y para que además de que se reciban ingresos directos, también se deriven otros beneficios que a largo plazo beneficien a las nuevas generaciones en las comunidades. Consideraciones finales A pesar de la importancia ecológica y social de los manglares, el cambio de uso de

suelo y degradación derivados de la actividad humana y climática están afectando la condición de estos ecosistemas. Ello se traduce en emisiones de gases de efecto invernadero, ya que un manglar degradado o deforestado pasa de ser un sumidero de carbono a una fuente de emisión. Por tanto, dada la alta capacidad de capturar y almacenar carbono atmosférico por los ecosistemas de manglar asociados a su alta productividad primaria; y a que son ecosistemas que están teniendo tasas de deforestación y degradación importantes en el país, es necesario y urgente que su protección, manejo sostenible y restauración sean clave para reducir el riesgo climático de las comunidades y medios de vida asociados a estos ecosistemas costeros. Ante este escenario, existe un área de oportunidad para que México desarrolle un sistema de comercio de emisiones considerando a los ecosistemas de carbono azul como

Manglar de Avicennia germinans creciendo frente a La Carbonera

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parte de su portafolio de soluciones basadas en la naturaleza; promoviendo a su vez un mercado nacional. Se recomienda por tanto robustecer la investigación en materia de inventarios de emisiones a escala regional y local; a nivel jurisdiccional y municipal. Usando buenas prácticas, metodologías robustas y estandarizadas, a partir de cartografía desarrollada localmente. Se ha identificado la necesidad de llevar a cabo análisis de conectividad ecológica y social, y muy importante el asegurar la educación y sensibilización de los propietarios de las tierras y de los usuarios de los servicios ambientales que los manglares ofrecen. La autoridad podría declarar una moratoria nacional de proyectos de créditos de carbono. Ello, por las irregularidades que tienen los contratos de los brockers. Por ejemplo, en la forma de presentarlos y los porcentajes de beneficios. Los brockers que se hacen llamar “desarrolladores de

proyectos” deben estar certificados antes como especialistas en carbono azul. Porque muchos de ellos han migrado de los ecosistemas terrestres y los mecanismos de mercado ya existentes, asociándose con pseudoespecialistas en carbono azul. No hay mas que revisar sus historiales para identificarlos. Sin embargo, los créditos de carbono azul no son la solución ni al cambio climático, ni a la deforestación y degradación de los ecosistemas de manglar. Creemos que el carbono azul es un área de oportunidad para promover esquemas de aprovechamiento sustentable y diversificación de medios de vida que aporten a los factores economicos locales relacionados a estos ecosistemas. Tal es el caso del ecoturismo y la apicultura. Siempre considerando la gobernanza y apropiación comunitaria, con lo cual se internalice la necesidad de conservar y restaurar los ecosistemas de manglar.


Joanna Acosta Velázquez Profesora, investigadora y directora Aura: manglares y costas, SC Correo-e: joanna.acosta@gmail.com

Jonathan G. Ochoa Gómez Profesor-investigador Facultad de Ciencias Naturales, Universidad Autónoma del Carmen (Unacar)

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Correo-e: jochoa@pampano.unacar.mx

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os manglares son humedales costeros reconocidos por su alta capacidad de almacenar y secuestrar dióxido de carbono (significativamente mayor que los ecosistemas terrestres), además de ser piezas clave para mantener el bienestar humano y la biodiversidad global; también para asegurar la seguridad alimentaria y nacional ante los efectos del cambio climático en regiones costeras. La provisión de los servicios ecosistémicos de los humedales está valorada en 20.4 trillones de dólares al año a escala global1. De todos los humedales, los manglares en particular se caracterizan por su alta productividad y resiliencia que permite la provisión de múltiples servicios ecosistémicos cruciales como la protección costera, la filtración de nutrientes/contaminantes, medios de vida para las comunidades y cobeneficios relacionados a la mitigación, adaptación y resiliencia ante los efectos del cambio climático. La preservación y el manejo sustentable de los manglares ahorra a la comunidad global aproximadamente 65 billones de dólares al año por pérdidas asociadas a las inundaciones costeras2. A pesar de su importancia socioeconómica y ecológica, estos ecosistemas se siguen perdiendo y degradando por múltiples factores. Esto debido a su localización en las partes terminales de las cuencas costeras, donde reciben el impacto acumulativo de las prácticas productivas, y a la falta del manejo integral u ordenamiento territorial de la región. La pérdida y degradación de estos humedales contri-

buye significativamente al aumento en las emisiones de gases de efecto invernadero, alteran la calidad y cantidad de la provisión de los servicios ecosistémicos y generan costos/pérdidas económicas a toda la sociedad. Por lo tanto, la preservación y el manejo sustentable de los manglares son factores clave para mantener a largo plazo la calidad de vida y las economías de las comunidades costeras (potencial pesquero, amortiguación de las inundaciones, erosión costera).

or qué conservar y preservar los manglares mexicanos mentos de conservación han contado con algún tipo de financiamiento público. De hecho, ya existen algunas plataformas de gobernanza locales que permiten implementar proyectos orientados a la conservación y a la restauración de manglares en diferentes municipios costeros del país. A pesar de estos instrumentos de conservación es importante señalar que las comunidades y municipios costeros del país son polos de crecimiento poblacional y de de-

Las estrategias de conservación y preservación deben considerar los aspectos económicos de los servicios ecosistémicos en calidad y cantidad, así como la vulnerabilidad de comunidades costeras bajo un contexto de cambio global. En este sentido, la conservación y preservación de estos humedales es crucial en México, debido a que es el cuarto país con más manglares en el mundo (≈905,000 hectáreas)3. Los manglares a escala nacional están distribuidos en diecisiete entidades federativas y presentan alta heterogeneidad con una elevada gama de gradientes biofísicos (e.g., nutrientes, geomorfología, hidrología), latitudinales (tropical a templado) y de dinámicas socio-ecológicas. Esto representa un reto para la preservación, uso y manejo de estos ecosistemas a lo largo y ancho del país. A escala nacional, el 78.9 por ciento (714 mil 044 hectáreas) de los manglares de México se distribuyen en un área natural protegida o en sitios Ramsar4. Este tipo de instru-

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sarrollo, por lo que están atravesando problemáticas socioeconómicas y ambientales importantes que deben ser atendidas. En este contexto, distintos actores de los municipios costeros del país están demandando poner en marcha estrategias locales para el manejo integral de estos recursos costeros. Además se ha detectado la necesidad pública de preservar/conservar a los manglares para proteger/mantener los actuales niveles de captación, almacenamiento y secuestro de dióxido de carbono (carbono azul: carbono de los manglares, pastos y marismas). Lo anterior para asegurar la provisión de todos de los servicios ecosistémicos que brindan a la sociedad en calidad y cantidad; además de redu-

cir las emisiones de dióxido de carbono derivadas de la deforestación/degradación de estos ecosistemas. Por lo tanto, los esfuerzos de las autoridades y los actores clave de los municipios costeros deberían estar orientados en tejer una estrategia local pública que tome en cuenta el bienestar de los pobladores de las zonas costeras del país y que brinden alternativas para mejorar sus medios de vida. Actualmente existen intereses y expectativas de actores clave en los territorios costeros para la implementación de proyectos relacionados a la acreditación de bonos de carbono azul. Los bonos de carbono azul son un instrumento económico que financia actividades de conservación mediante un mercado voluntario de carbono. El objetivo de los proyectos es evitar la deforestación, restaurar a los manglares e identificar formas de mejorar los medios de vida locales mediante la implementación de nuevas fuentes de ingresos. Sin embargo, las condiciones/reglas jurídicas, y de políticas públicas, no están consensuadas/estructuradas de forma institucional en México. Por ejemplo, el uso/manejo público de los manglares en México, al estar ubicados en zonas federales, requiere sortear una serie de permisos y trámites administrativos en coordinación con distintos niveles de gobierno y actores claves locales, como los ejidos y comunidades. Nuestra propuesta es que, a escala municipal, los actores clave articulen una estrategia/directriz que dé respuesta a los principales retos a los que


nos enfrentamos, a través de un ejercicio de focalización y priorización de los instrumentos de ordenamiento vigentes como niveles de conservación, preservación o degradación4; a través de datos técnicos/ científicos y de políticas públicas, partiendo de un diagnóstico objetivo, particular y con visión de cuenca. En el caso de los proyectos de bonos/créditos de carbono azul, la visión debe ser de comanejo entre el gobierno, la industria, la academia, tomadores de decisiones, sociedad civil y comunidades. Estos esquemas implican arreglos institucionales públicos/transparentes y de gobernanza local, repartición de responsabilidades/tareas/ estrategias/seguimiento entre actores clave y una clara meta del ganar-ganar.

Asimismo, es necesario gestionar otras fuentes de financiamiento para invertir en el manejo y la preservación de los manglares con esquemas multipropósitos a largo plazo dado sus múltiples servicios ecosistémicos (e.g. pago por servicios ambientales, estándares de biodiversidad/cobeneficios sociales), en los que se incluyan otros de soluciones basadas en la naturaleza y para crear una red local de fondos/actividades que se interrelacionen con diferentes actores/sectores. Finalmente, las políticas públicas para manejar y preservar a los manglares deben armonizarse para prevenir cambios de uso de suelo y su degradación. Además, las estrategias locales deben considerar la valoración económica de los servi-

El reto es preservar y manejar a los manglares en un país con alta heterogeneidad ambiental, social y económica

cios ecosistémicos en calidad y cantidad, así como el aumento de la vulnerabilidad de comunidades costeras bajo un contexto del cambio global. Nos parece importante resaltar que para elaborar estas

Imagen: Dra. Joanna Acosta Velázquez

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estrategias locales es necesario contar con análisis holísticos y esquemas participativos que abonen a los esfuerzos conjuntos así como a los compromisos nacionales e internacionales.

NC, Van Dam AA, Finlayson CM, McInnes RJ. 2019. Worth of wetlands: revised global monetary values of coastal and inland wetland ecosystem services. Marine and Freshwater Research 70,8:1189-94. 2 Menéndez P, Losada IJ, Torres-Ortega S, Narayan S, Beck MW. 2020. The global flood protection benefits of mangroves. Scientific reports 10:4404 3 Conabio. 2022. Extensión y distribución de manglares. Recuperado el 02 de abril del 2019, de Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (CONABIO): https:// www.biodiversidad.gob.mx/monitoreo/smmm/extensionDist 4 Acosta-Velázquez J y Ochoa-Gómez JG. 2021. Instrumentos de conservación para el manejo de los ecosistemas de carbono azul en México. En: Hernández AJM, Manzano MG, Bolaños MA y Ibarra P (Ed.). Estado actual del conocimiento del ciclo del carbono y sus interacciones en México: síntesis a 2021. 231-237. Serie Síntesis Nacionales. Programa Mexicano del CarbonoTecnológico de Monterrey. Texcoco, estado de México, México.


Jonathan G. Ochoa Gómez Profesor-investigador Facultad de Ciencias Naturales, Universidad Autónoma del Carmen (Unacar) Correo-e: jochoa@pampano.unacar.mx

Joanna Acosta Velázquez Profesora, investigadora directora de Aura: manglares y costas, SC

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Correos-e: joanna.acosta@gmail.com y jacosta@pampano.unacar.mx

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a práctica de la restauración de ecosistemas es un proceso complejo que ha evolucionado con el tiempo. Sin embargo, la dinámica ecológica-social y los resultados que se generan son inciertos en el largo plazo. Y ello es así porque dependen de la estrategia en las intervenciones e inversiones, así como de la variabilidad ambiental/climática/social/económica. De hecho, la restauración ecológica se ha transformado en ecología de la restauración. Actualmente en ecosistemas costeros se debería nombrar como “diseño de ecosistemas”; según lo ha expresado el Dr. Robert Twilley, quien es experto mundial en manglares. La complejidad, dinámica y heterogeneidad de estos humedales es alta, comparada con ecosistemas terrestres; por lo que su restauración es aun más complicada. Los manglares están sujetos a presiones-empujes naturales y antropogénicos, que influyen en su dinámica ecológica y en la variabilidad (espacio-temporal); en los gradientes biofísicos (salinidad, biomasa, productividad, topografía, hidrología y otros), que se analizan en los diagnósticos para intervenciones de restauración. Asimismo, la conectividad hidríca de las cuencas costeras, así como su nivel de degradación y nivel de impacto antropogénico son muy importantes de considerar en los diagnósticos para estrategias/intervenciones de restauración en manglares que se insertan en el paisaje costero. El objetivo de “restaurar” manglares es difícil de alcanzar debido a que las interven-

anglares en México: ¿restauración o diseño de ecosistemas? tauración deberían incorporar a los ecosistemas adyacentes o que están en coexistencia como las marismas. De hecho, la dinámica ecológica del ecotono manglar es tan compleja, que en zonas áridas se ha reportado que tienen paralelismos al ecotono tipo sabana1; por lo que las intervenciones de restauración en el componente ecológico deben tomar en cuenta el análisis de la dinámica de esta coexistencia entre plantas leñosas (mangles) y herbáceas (marismas). Asimismo, las estrategias de restauración deberían estar fundamentadas en el análisis/valoración de los servicios ecosistémicos que proveen los

ciones/estrategias han estado enfocadas a la reforestación y rehabilitación hidrológica en los sitios; sin contemplar la dinámica ecológica-social e impacto de las actividades antropogénicas a diferentes escalas, así como la conectividad con el paisaje costero. Además, es necesario incorporar análisis de la dinámica hidrosedimentaria y del carbono en estos humedales que son zonas de transición/tensión; es decir, ecotonos. Estos ecotonos presentan componentes/atributos complejos de analizar debido a que coexisten con otros humedales costeros en la interface mar-tierra. Las intervenciones/estrategias de res-

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manglares. Esto para considerar qué servicios ecosistémicos son necesarios mantener o cuales se requiere recuperar para solucionar problemáticas socioambientales específicas y mejorar la calidad de vida de las comunidades. Las intervenciones/estrategias de restauración en México solo han logrado, en el mejor de los casos, objetivos a corto/mediano plazo, dado la complejidad ecológica de los manglares (difícilmente se recuperan en estructura y en función) y a las condicionantes socioeconómicas de las comunidades que están relacionadas a estos proyectos. Estas intervenciones para recuperar la cobertura vege-


tal son costosas para el erario. Se desconoce en términos reales cuantas hectáreas se han restaurado, así como si estas intervenciones han contribuido a resolver las problemáticas socioambientales de las diferentes regiones costeras del país. La Comisión Nacional Forestal (Conafor) ha impulsado acciones de conservación y restauración en manglares a través de intervenciones puntuales, alcanzando parcialmente el objetivo de recuperar la estructura y función de estos ecosistemas. El financiamiento de estas intervenciones y estrategias provienen del programa de proyectos especiales, el programa de compensación ambiental y, recientemente, del programa de pago por servicios ambientales. En este sentido, la Conafor ha financiado 67 proyectos enfocados a la restauración de manglares desde el 2012 hasta el 2021. La inversión para estos proyectos ha sido de 400 millones de pesos en una superficie que abarca 11 mil 240 ha (solamente el 1.2 por ciento del total nacional) en 12 entidades federativas2. Se estima que el costo de restaurar una hectárea de manglar a nivel nacional es de ≈36 mil pesos por hectárea cuadrada; aunque este costo varía según la entidad federativa. Por ejemplo, en Sonora el promedio es de más de 100 mil pesos por hectárea y en Colima solamente de ≈16 mil.2 Sin embargo, se desconoce el estado/éxito actual de las intervenciones y el análisis que se realizó para ejecutarlas. En este sentido, es desafortunado que algunas de las

intervenciones que se han realizado con la lógica de la compensación ambiental, se hayan llevado a cabo en manglares conservados; es decir, en los que no requerían acciones de restauración (Figura 1). Este tipo de intervenciones han generado ecocidios e impactos negativos que han afectado zonas adyacentes y pérdida/modifación de servicios ecosistémicos. Actualmente, el sector ambiental del país no cuenta con una plataforma pública para darle certeza/seguimiento a los proyectos que han sido apoyados con financimiento público. Los reportes técnicos de algunos proyectos manifiestan la restauración de

Imágenes satelitales Google Earth del estero Pargo, Ciudad del Carmen, Campeche. En la página anterior, manglar conservado antes de la restauración. En esta página, manglar muerto después de una intervención para restauración por compensación ambiental

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cientos de hectáreas, cuando realmente los indicadores a los que se les da seguimiento son la construcción de metros lineales de canales por rehabilitación hidrológica (que incluso generan gases de efecto invernadero). Por lo tanto, las cifras deben revisarse/corroborarse y analizar el éxito o fracaso de estas acciones. De no hacerlo, esto contribuye a mayor incertidumbre y promueve un ejercicio incorrecto de los recursos (sociales, naturales y económicos). En este contexto, es importante señalar que en el 2021 arrancó la iniciativa “Década para la Restauración de los Ecosistemas”, declarada por la

Asamblea General de las Naciones Unidas para el periodo 2021-2030. Con ella se busca incrementar a gran escala la restauración de los ecosistemas degradados y destruidos a nivel mundial. En el marco de esta iniciativa existen muchas preguntas sobre cómo va abordar México el gran reto de contribuir al manejo/restauración de los manglares degradados. La adaptación basada en ecosistemas es una solución integral que permite generar medios de vida a las comunidades, sin alterar a los ecosistemas y que incluye en algunos casos acciones de restauración. El modelo de restauración clásica en la que se rehabili-


ta la conectividad hidrológica en sitios específicos, tendrá que transitar a: mejorar las condiciones generales de las cuencas costeras; mejorar las prácticas productivas para disminuir el impacto ambiental que generan; respetar el caudal ecológico de los ríos. Y, finalmente, manejar adecuadamente los acuíferos para asegurar en el largo plazo que nuestros manglares se recuperen y mantengan la provisión de sus servicios ecosistémicos. Cabe señalar que algunos actores consideran que las intervenciones de restauración pueden ser dirigidas por las comunidades costeras sin un conocimiento exhaustivo en el tema. La realidad es que la complejidad de la dinámica ecológica-social de los manglares requiere que estas intervenciones/estrategias sean lideradas por expertos/especialistas en el análisis de esta dinámica. Por lo tanto se requieren

esquemas colaborativos con las comunidades y otros actores clave para fortalecer la gobernanza local/regional de los proyectos. El reto de México es relevante puesto que somos el cuarto país con más manglares en el mundo. Y al ser los manglares ecosistemas claves en la mitigación y adaptación a los efectos del cambio climático, se está detectando un auge en proyectos de restauración de manglares que carecen de una visión holística en diversos puntos del país. Son liderados por el sector no gubernamental (asociaciones civiles), por iniciativa privada o por particulares interesados en el surgimiento de los créditos de carbono azul. Estos bonos/créditos de carbono prometen generar ingresos a través de un mercado económico global de forma voluntaria. Actualmente, se realizan acciones de reforestación/restauración en

Manglar en Tabasco

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algunos sitios incluso dominados por otros humedales. Pero esto genera una modificación de los servicios ecosistémicos y una arquitectura/ estructura incipiente de los mangles, debido a gradientes biofísicos no apropiados para su desarrollo. Por lo tanto, es importante transparentar los sitios seleccionados para estas acciones, las estrategias de restauración que se llevarán a cabo, el ejercicio/financimiento de los recursos y los objetivos de los

proyectos donde se realizarán las acciones de restauración. Nosotros proponemos que, a escala municipal, se generen plataformas virtuales públicas donde se tenga acceso a estos proyectos y se les dé seguimiento para la mejora en la toma de decisiones. Finalmente, lo más importante es apostar por conservar y preservar estos ecosistemas tan particulares. Y que nos brindan servicios ecosistémicos cruciales/únicos para mantener nuestra calidad de vida.

Referencias: 1 Ochoa-Gómez JG. 2019. Dinámica del carbono orgánico en manglares de zonas áridas del suroeste del Golfo de California. Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste S.C (CIBNOR). Tesis de Doctorado. 85 p. Repositorio institucional del CIBNOR: http://cibnor.repositorioinstitucional.mx/jspui/ handle/1001/1506 2 Silva-Flores R. 2021. Manglares de México: Acciones de protección, conservación, aprovechamiento y restauración por la CONAFOR. En: Foro de experiencias sobre protección, conservación, aprovechamiento y restauración de manglares en México. Febrero del 2021. SEMARNAT, CONAFOR. En: https:// www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/614955/Acciones_ de_CONAFOR_Ramon_Silva_compressed__1_.pdf


Claudia Teutli Hernández

Investigadora ENES-UNAM, Laboratorio de producción primaria, Cinvestav Correo-e: claudia.teutli@enesmerida.unam.mx

Jorge Alfredo Herrera Silveira

Departamento de Recursos del Mar, Cinvestav, Mérida

Correo-e: jorge.herrera@cinvestav.mx

Francisco Comín

Catedrático de historia e instituciones económicas, Universidad de Alcalá Correo-e: comin-@ipe.csic.es

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Xavier Chiappa-Carrara

Profesor adscrito a la UMDI-Sisal y tutor de posgrado en Ciencias del Mar y Limnología y en Ciencias Biológicas, UNAM Correo-e: xcc@ciencias.unam.mx

estauración hidrológica y reforestación de manglares

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pesar de que México es el quinto país con la mayor cobertura de manglar a nivel mundial distribuida en los 17 estados costeros del país en ambos litorales, las actividades humanas (el turismo, agricultura, ganadería, acuicultura, destrucción de hábitat para desarrollo urbano, la sobre explotación de los recursos naturales, etc.) han reducido la cobertura de los ecosistemas de manglar. La magnitud y cobertura de los impactos están relacionados con la intensidad y tipo de actividades socioeconómicas de cada región costera del país. En consecuencia, México presenta 9 mil 680 hectáreas de manglar degradado y hay una necesidad urgente de desarrollar acciones de restauración. Estas acciones se reflejan en la cantidad de proyectos que se han y se están realizando a nivel nacional, siendo la reforestación la principal actividad, seguida de la restauración hidrológica por medio de la apertura de canales, y modificaciones topográficas (tarquinas, chinampas). Sin embargo, no se conoce el éxito de estos proyectos, debido a la falta de datos duros y continuidad de los mismos. El involucramiento de las comunidades en las que se planee llevar a cabo dichas actividades de restauración o reforestación es fundamental para asegurar su éxito, la duración y alcanzar las metas que se propongan para cada área. Es necesario que cada uno de los proyectos de restauración que se planteen sean desarrollados con una estrategia sólida e integral; con métodos

de seguimiento y documentación que consideren que el grupo de trabajo debe estar conformado por diferentes sectores, de manera que asegure una gobernanza adecuada y cohesión durante todo el proyecto. Además, se recomienda contar con un grupo técnico multisectorial, integrado por miembros de la comunidad local, organizaciones de

Laguna de Chacahua, Oaxaca

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la sociedad civil, pueblos indígenas (cuando sea el caso), colectivos sociales, académicos, representantes de las instancias gubernamentales a nivel estatal y municipal. Y ello es necesario porque cada sector aportará diferentes fortalezas al proyecto para su ejecución, lograr que sea socialmente aceptable, ecológicamente funcional y económicamente viable.

Cabe destacar que, si bien se han desarrollado una gran cantidad de actividades de restauración en todo el país, los resultados no se ven reflejados en las hectáreas recuperadas, ni en el avance del conocimiento del tema a pesar de que la inversión en dichos proyectos ha sido cuantiosa. Además de contar con una estrategia y planeación definidas, se sugiere no optar direc-


Desde aquí, hacemos la sugerencia y el llamado a los actores que estén trabajando en la restauración ecológica de manglares a basarse en la teoría de la restauración ecológica. Entendiendo y aplicando conceptos básicos que permitan evaluar patrones y procesos de recuperación.

tamente a la reforestación. La estrategia debe contener elementos históricos y de contexto actual que permita tomar la mejor opción antes de impactar un ecosistema. Lo ideal es que la estrategia sea parte de elementos de la política pública, como los planes de desarrollo estatales y municipales. Y que además aborde actividades relacionadas, no solo con la restauración de los manglares, sino también en la adaptación al cambio climático por su capacidad de captura de carbono. Se ofrecería así una

opción para el cumplimiento de metas nacionales e internacionales a las que México se ha comprometido, como el Acuerdo de París. El panorama parece ser incierto a la luz de los compromisos que México tiene a nivel mundial. Como el reto Bonn Challenge, donde se comprometió a restaurar 8.5 millones de hectáreas para el 2020. Además de la declaratoria de la “Década de las Naciones Unidad para la Restauración de los Ecosistemas 2021-2031”. Hasta hoy, no se cuenta con información clara acerca de

Yum Balam, Quintana Roo Foto: Tania Escobar O.

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las hectáreas que se han restaurado. Como la evaluación de proyectos de restauración de manglares es complicada, a pesar de que hay documentos científicos publicados, la información que proporcionan es presentada de manera particular, no integral. En resumen, todo proyecto debe incluir aspectos ecológicos, sociales y económicos. Hacemos la sugerencia y llamado a los actores que estén trabajando en la restauración ecológica de manglares a basarse en la teoría de la restauración ecológica. En-

tendiendo y aplicando conceptos básicos que permitan evaluar patrones y procesos de recuperación del ecosistema de manglar. Este acercamiento y entendimiento de los procesos podría llevar a mejorar las estrategias, objetivos y técnicas de restauración de manglares. Y quizás a reducir la variabilidad de los resultados mediante la estandarización y documentación puntual de cada esfuerzo, así como la generación de indicadores reales del componente social y económico.


Alejandro Callejas Linares Colaborador asociado CEDO Intercultural Correo-e: alejandro.callejas@r-evolution.mx y acallejas@yahoo.com

Nélida Barajas Acosta Directora General Centro Intercultural de Estudios de Desiertos y Océanos Correo-e: nelida@cedo.org

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Hem Nalini Morzaria-Luna Centro Intercultural de Estudios de Desiertos y Océanos

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l cambio climático es el mayor desafío que enfrenta la humanidad actualmente. De no disminuir o secuestrar el volumen de gases de efecto invernadero que emitimos a la atmósfera, los cambios en el tiempo (condiciones presentes de humedad, temperatura, lluvias, sequías, etc.) tendrán una cascada de efectos que impactarán todos los flujos de energía y materiales tanto dentro de los ecosistemas, como de nuestra economía y sociedad (LPR, 2020).

Según el reporte AR6 SYN (que integra los reportes de los grupos I, II, III) elaborado este año por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre Cambio Climático (IPCC), así como por los órganos técnicos subsidiarios y científicos del Convenio de Diversidad Biológica, el cambio climático se convertirá pronto en el mayor impulsor de la pérdida de biodiversidad planetaria (IPBES, 2019). Si consideramos biodiversidad en su sentido más amplio, como un continuo que va de

La Cholla, municipio de puerto Peñasco Foto: CEDO

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isminuir y secuestrar el volumen de gases de efecto invernadero genes a ecosistemas, el escenario será de efectos sistémicos negativos y con un costo estimado de 8.1 billones de dólares al 2050, de acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEP), si deseamos evitar esta catástrofe. Las emisiones derivadas del uso de combustibles fósiles ponen a México, según la sexta comunicación nacional y segundo informe bienal de la actualización ante la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Cli-

mático (2018), como el décimo tercer lugar a nivel global en emisiones en toneladas de dióxido de carbono equivalente. Hoy somos responsables del 1.3 por ciento de las emisiones de CO2 en el planeta, y el año pasado la Semarnat estimó que el ritmo de crecimiento anual de las emisiones es de 1.6 por ciento. Debido a su posición geográfica, extensión territorial y al Océano Pacífico y al Atlántico, nuestro país es particularmente vulnerable a los


efectos que tendrá el cambio climático en el planeta (INECC, 2019). En este sentido, la adaptación y mitigación climática son esenciales para mantener los medios de vida de las poblaciones más vulnerables, así como conservar nuestro patrimonio natural de forma adecuada y mantener las condiciones económicas que permitan un bienestar social amplio de acuerdo con los escenarios climáticos que tendremos en las siguientes décadas en el país. M é xico cuent a con un marco jurídico en materia de cambio climático y una infraestructura administrativa insuficiente que, bajo una política pública de austeridad administrativa, cerró el fondo de cambio climático y desaparecerá el Instituto de Ecología y Cambio Climático. Asimismo, el gobierno federal publicó la actualización de su Contribución Nacionalmente Determinada1 en 2021 y comenzó el Programa de Prueba del Sistema de Comercio de Emisiones (DOF, 2019).

Sin embargo, los recursos financieros asignados al sector ambiental para atender la urgencia climática (PEF, 2022), son muy limitados. Actualmente, México cuenta con un buen nivel de contabilidad en torno a las emisiones nacionales y por sector, –particularmente en el sector agricultura, silvicultura y otros usos (Semarnat, 2018)–; no obstante, el carbono azul es solo considerado en ejercicios académicos y de investigación, dado que el país no cuenta con una política pública nacional asociada al tema o un marco jurídico específico. 2 El llamado carbono azul se encuentra asociado a ecosistemas costeros, como los manglares, pastos marinos y marismas. El almacenaje de este carbón orgánico se hace a nivel de suelos y por su dinámica se estima que puede durar miles de años almacenado. Si bien, este tipo de ecosistemas cubren menos del 0.5 por ciento de la superficie marina del planeta, se estima que, en

Vista aérea del golfo de California

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un año, pueden secuestrar el equivalente a la mitad de las emisiones del sector transporte a nivel global. 3 La Comisión de Cooperación Ambiental de América del Norte publicó en 2017 el informe: Análisis de las oportunidades para la Integración del concepto de carbono azul en la política pública mexicana (CCA, 2017), en el cual señala la falta de un marco legal y normativo en el país que aborde la materia, y que los beneficios estimados que proveen los manglares a la nación son del orden de los 100 mil dólares estadounidenses por hectárea. Sin embargo, el mismo reporte señala que los humedales costeros son de los ecosistemas más amenazados del país y del mundo. En México, Roberto Lindig Cisneros, del Instituto de Investigaciones en Ecosistemas y Sustentabilidad de la UNAM, mencionó en febrero del 2019, que México ha perdido el 62 por ciento de sus humedales entre 1900 y 2019 4 ; mientras que, a nivel

nacional, los dos periodos principales de reducción de superficie de manglar se dieron entre 1981-2005 (9.6 por ciento) y 2005-2010 con un 1.2 por ciento (Rodríguez-Zuñiga, et. al, 2013)5. Son muy pocos los casos de países que cuentan dentro de sus contribuciones nacionalmente determinadas (NDC) con compromisos en carbono azul, con metas y línea base y con una contabilidad detallada 6, es una gran oportunidad para México desarrollar una hoja de ruta que le permita generar los acuerdos institucionales necesarios en materia climática, como un mecanismo más que sume al cumplimiento de la Agenda 2030, particularmente los objetivos de desarrollo sustentable 13 Acción por el Clima y 14 Vida Submarina en sus metas 13.1, 13.2, 13.37; y 14.2, 14.58 respectivamente. Tras dos años de trabajo iniciados en 2016, la comunidad internacional en el seno de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cam-


Si bien este tipo de ecosistemas cubren menos del 0.5 por ciento de la superficie marina del planeta, se estima que, en un año, pueden secuestrar el equivalente a la mitad de las emisiones de carbono del sector transporte a nivel global.

bio Climático, después de la puesta en marcha el año anterior del Acuerdo de París, dentro de la COP24 (2018), acordó las directrices de aplicación, conocidas como el Paquete de Medidas de Katowice. Éstas son un complejo compendio de medidas mínimas, que se deben considerar para poner en marcha el Acuerdo de París. Integran los lineamientos para comunicación del cumplimiento de metas y el marco de objetivos de cada Estado, hasta los esquemas de transparencia y seguimiento. También la evaluación del progreso e información preliminar de apoyos financieros. Las NDC de México cuentan con un apartado concreto para las reglas de Katowice. Para el caso de la actualización de sus NDC, el carbono azul se encuentra en el componente de adaptación, que cuenta con cinco ejes y contiene 27 líneas de acción. Éste está considerado dentro del eje C: “Conservación, restauración y aprovechamiento sostenible de la biodiversidad y de los servicios ecosistémicos”. Hace sinergia con el componente de mitigación C3: “Fortalecer instrumentos e implementar acciones para la conservación de la biodiversidad y restauración en ecosistemas marinos, costeros y dulceacuícolas, así como promover el incremento y permanencia de reservorios de carbono, haciendo énfasis en carbono azul”. También, parcial e indirectamente con el C4: “Implementar acciones de conservación y restauración de los mares y océanos, para favorecer su resiliencia ante el cambio climático”.

Asimismo, dentro del componente de mitigación de la NDC, el carbono azul se encuentra integrado en sinergia con el de adaptación dentro de los enfoques y acciones multisectoriales, en conjunto con soluciones basadas en la naturaleza, como “carbono azul y protección de mares y costas”. Finalmente, bajo reglas de Katowice, México reporta en un anexo a la actualización de la NDC el tema de carbono azul en tres de los apartados de la matriz de reglas: Información cuantificable sobre el punto de referencia (con indicación, si corresponde de un año base).

San Jorge, Sonora Foto: CEDO

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Meta relativa al indicador de referencia expresada numéricamente, por ejemplo, en forma de porcentaje o cuantía de la reducción. México aumenta a sus compromisos condicionados y no condicionados de reducción de emisiones, con un enfoque de participación social el tema de carbono azul. Alcance y cobertura. Beneficios secundarios de mitigación resultantes de las medidas de adaptación y/o planes de diversificación económica de las partes, con una descripción de los proyectos, medidas e iniciativas especí-

ficos que formen parte de las medidas de adaptación y/o los planes de diversificación económica de las partes. […] Entre los temas más relevantes que se abordaran en el componente de adaptación con sinergias a mitigación, se encuentran: protección de infraestructura estratégica, gestión integrada de recursos hídricos, conservación y restauración de ecosistemas marinos, restauración de suelos; restauración y conservación de ecosistemas de carbono azul y arrecifes coralinos, así como acciones para fortalecer el


manejo y conservación de bosques y selvas. Procesos de planificación. Cada una de las partes con una contribución determinada a nivel nacional en virtud del Artículo 4 del Acuerdo de París que consista en medidas de adaptación y/o planes de diversificación económica que den lugar a beneficios secundarios de mitigación conforme a lo dispuesto en el Artículo 4, párrafo 7, del Acuerdo de París deberá presentar información sobre: los proyectos, medidas y actividades específicos que se llevaran a cabo para contribuir a los beneficios secundarios de mitigación, incluida la información sobre los planes de adaptación que también produzcan beneficios secundarios de mitigación que puedan abarcar, entre otros, sectores clave como los recursos energéticos, los recursos hídricos, los recursos costeros, los asentamientos humanos y la planificación urbana, la agricultura y la silvicultura, así como las medidas de diversificación económica que pueden abarcar, entre otros, secto-

res como la industria y las manufacturas, la energía y la minería, el transporte y las comunicaciones, la construcción, el turismo, el sector inmobiliario, la agricultura y la pesca. Ejes de A hasta E. […] Entre los temas más relevantes que se abordarán en el componente de adaptación con sinergias a mitigación, se encuentran: protección de la infraestructura estratégica; gestión integrada de los recursos hídricos y tratamiento de aguas residuales; conservación y restauración de ecosistemas marinos; restauración de suelos, restauración y conservación de ecosistemas de carbono azul y arrecifes coralinos; así como acciones para fortalecer el manejo y conservación de los bosques y selvas. En el Centro Intercultural de Estudios de Desiertos y Océanos (CEDO), nos encontramos trabajando y elaborando propuestas con un marco de referencia sobre los resultados de la actualización de la NDC de país, y aprovechando la experiencia de nuestra organización, haciendo énfasis en los temas de carbono azul y cambio climático.

Sierra Pinta, en puerto Peñasco, Sonora Foto: CEDO

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Particularmente, la estrategia de carbono azul impulsada desde el Centro Intercultural de Estudios de Desiertos y Océanos busca desarrollar conocimiento que facilite el entendimiento y su contribución como ecosistema en la mitigación de cambio climático. También cuantificación de carbono y, potencialmente, mecanismos de mercado para el mismo, la toma de decisiones para su uso y conservación. Particularmente en los conocimientos, actitudes y prácticas de sus usuarios, los procesos ecológicos e impacto relativo en el medio marino adyacente. Especialmente el papel que desempeñan estos humedales como zonas de cría de peces de aleta y mariscos. Creemos que el carbono azul es una de las mayores oportunidades del país para contribuir con proyectos enfocados a una economía oceánica sostenible; para poder brindar oportunidades económicas a los pobladores de estos grandes sumideros de carbono. Y bajo un esquema de mitigación y adaptación climática y reducción de riesgos por fenómenos hidrometeorológicos extremos, Mé-

xico pueda transitar de un balance de carbono positivo, a uno negativo que lo ponga en la ruta de una recuperación verde (y azul), con base en el bienestar colectivo. Los estuarios del golfo de California, ecosistemas de carbono azul El golfo de California se caracteriza por sus ecosistemas dominantes que son los esteros/estuarios. Son humedales costeros marinos que proporcionan atributos ecológicos y servicios económicos que no se encuentran en ningún otro ecosistema. Albergan una extraordinaria biodiversidad y son el hogar de comunidades de animales y plantas que no se encuentran en otro lugar. Proporcionan hábitats de cría críticos para muchos peces de aleta y mariscos, incluida la mayoría de las especies comerciales que se pescan en el golfo de California. Los esteros/estuarios proporcionan un hábitat crítico para las aves migratorias acuáticas y canoras. Los humedales costeros del golfo de California comprenden una ruta migratoria clave para las aves de la ruta del Pacífico. Son un


corredor de hábitat acuático a través de casi 600 kilómetros de desierto para las especies que se desplazan desde las zonas de invernada de América del Sur hasta las zonas de anidación de América del Norte. Su productividad primaria supera la de casi todos los demás hábitats marinos, y la mayor parte de esta productividad se exporta al mar abierto como biomasa. Estos humedales también proporcionan amortiguadores ecológicos durante las tormentas, tanto de tierra como de mar. A pesar de su importancia, los esteros son los ecosistemas costeros más amenazados y menos estudiados del golfo de California, y su alto valor paisajístico ha impulsado los desarrollos turísticos, puertos deportivos, salinas y granjas de camarones. En el 2006, de acuerdo con los estudios de Brusca et al. (1), se cuantificó que en los últimos 10 años, más del 95 por ciento de los manglares del norte del golfo de California se utilizan para la cría de camarones. Y el desarrollo de complejos turísticos/casas de vacaciones está prácticamente explotando en la costa de Sonora. De los 208 humedales identificados en el golfo de California, 98 corresponden a estuarios (53 negativos, 22 positivos, cuatro estacionales y 14 no clasificados), los cuales se subdividen en cuatro regiones. Para fines de este trabajo de la región 1 que comprende los esteros no manglares de Sonora y Baja California (ver mapa). Los bienes y servicios de los esteros En los últimos años, el CEDO, en colaboración con diversas

universidades, investigadores y comunidades, ha recopilado información científica, histórica y social de estos ecosistemas logrando un mejor entendimiento de sus valores económicos y biológicos. Y ha generado estrategias que han permitido a las comunidades poner en práctica acciones de conservación y manejo de los recursos. Particularmente reconociendo los servicios ambientales que brindan a la pesca y la acuacultura artesanales. Entre estas acciones se encuentran la designación de sitios Ramsar, la designación de zonas federales marítimo-terrestres como acuerdo de destino a favor de la Conanp y del ayuntamiento de puerto Peñasco; la conformación de grupos comunitarios en el monitoreo biológico y vigilancia de recursos. Y el emprendimiento y consolidación de

negocios comunitarios, entre los que destacan las cooperativas Única de Mujeres y Punta Roja en el estero Morúa; la Red de Humedales de Bahía Adair en bahía Adair; Mujeres Trabajando y Grupo Lobos en bahía San Jorge. Los esteros y el cambio climático

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Las funciones de los ecosistemas y los servicios ambientales que prestan los humedales costeros están amenazados por el cambio climático y otros impactos antropogénicos. En esta región, los estuarios negativos hipersalinos sirven de guardería y refugio para las especies migratorias y sostienen importantes pesquerías. Es necesario evaluar el grado de vulnerabilidad, la naturaleza y el alcance de los pro-

bables impactos del cambio climático en los humedales costeros para desarrollar estrategias de adaptación. El CEDO ha sintetizado la información científica existente para examinar dichos impactos en los procesos físicos y bióticos de los humedales costeros del norte del golfo de California. Descubrimos que los humedales del norte del golfo pueden ser susceptibles a los efectos del aumento del CO2, la subida del nivel del mar, la frecuencia e intensidad de las tormentas, los cambios en la temperatura ambiente y los cambios físicos del océano. Incluyendo la elevada temperatura del mar y la acidificación. Estos efectos tienen el potencial de afectar a la fenología, lo que provoca cambios en las especies y en las interacciones tróficas. Las respuestas de los humedales costeros a estos efectos del cambio climático serán probablemente interactivas y difíciles de predecir; la variabilidad climática interanual (por ejemplo, El Niño-Oscilación del Sur) desempeñará un papel importante en la determinación de la fuerza y la dirección de los impactos. Dada la incertidumbre que hay sobre los efectos del cambio climático, hay que dar seguimiento a los existentes y aplicar otros nuevos que ayuden a diferenciar la variabilidad natural de los efectos del cambio climático. A la par que se desarrollan acciones de gestión y planes de adaptación que tengan en cuenta la incertidumbre y fomenten el aprendizaje continuo. Las principales amenazas para estos ecosistemas son el cambio en uso de suelo a


su alrededor (para el desarrollo turístico) y la construcción de marinas sobre ellos (14, 15). La pesca artesanal juega un papel social y económico clave en estas comunidades. La comprensión y aceptación por parte de los pescadores de la información sobre el cambio climático y las percepciones del cambio ambiental conformarán e influirán en la aplicación de las políticas. Al mismo tiempo, los hábitats marinos, las especies y las pesquerías de esta región están expuestos a los impactos del cambio climático. Se espera que causen cambios en la composición y distribución de las especies en escalas latitudinales, verticales y temporales, cambios en los ciclos estacionales, pérdida de biodiversidad y variación de la producción primaria neta (2). En las comunidades costeras del golfo de California, la pesca artesanal (o de pequeña escala) proporciona alimentos y una fuente de ingresos a 50 mil personas que operan 25 mil embarcaciones (3). Los pescadores artesanales del golfo experimentarán directamente los efectos del cambio climático cuando se vean afectados servicios eco-

sistémicos económica y socialmente importantes. Como la composición y la productividad de la pesca, el turismo, la acuicultura, la protección de la costa y el bienestar humano (4, 5). El alcance de los impactos del cambio climático en los entornos costeros y marinos de México puede requerir que los pescadores artesanales se adapten rápidamente y apliquen estrategias de adaptación; esto puede resultar complejo, ya que estas pesquerías están integradas en un sistema socioecológico acoplado a múltiples escalas, formado por componentes biofísicos y humanos interconectados. En este contexto, la participación de los pescadores artesanales en las estrategias de adaptación es un requisito para responder con éxito a los efectos del cambio climático y para la aplicación de la política medioambiental, y puede influir en los resultados más que las propias políticas. Entender cómo se enmarca o presenta el cambio climático (es decir, cómo se habla de él) por parte de los actores importantes de dicho cambio en la región, y buscar sinergias con las percepciones de

Pelícanos en el delta del río Colorado Foto: Bill Hatcher/ Sonoran Institute

los pescadores, puede dar lugar a una aplicación más eficaz de las políticas y promover una mayor sostenibilidad y adaptación exitosa. La forma en que se enmarca la información sobre el cambio climático puede influir en las respuestas de comportamiento a los cambios reales y percibidos en las condiciones locales y en la aceptación de las políticas y los planes de acción (6). En particular, los medios de comunicación pueden influir en la interpretación del cambio climático por parte de los pescadores legitimando perspectivas ideológicas o políticas específicas, atribuyendo responsabilidades, comunicando la incertidumbre científica y destacando el papel de las instituciones locales (7). Los esteros y la pesca

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Con esta visión integral comunitaria de la conser vación combinada con nuestra experiencia, la propuesta va enfocada a lograr una gestión de largo plazo en el corredor Peñasco-Lobos. La integración de grupos comunitarios de puerto Lobos

y desemboque de Caborca y el Grupo de Estero Morua, junto con los de bahía San Jorge y Adair, nos dará la certeza de que en esta nueva etapa de participación social para el corredor, las acciones de conservación en humedales que se tomen en consenso tendrán un mayor impacto regional y directo sobre el ecosistema marino adyacente. Una vez conformado y trabajando el Grupo Intercomunitario de Humedales, se buscará su integración con el Grupo Intercomunitario de Pesca para lograr con ambor grupos un manejo integral de los dos ecosistemas y luego hacer un grupo de manejo coordinado y unido para el bien común del ecosistema. Para contrarrestar las amenazas que enfrentan los humedales del corredor Peñasco-Lobos es necesario que las comunidades: 1) Reconozcan el valor de los sistemas de humedales para sus actividades, principalmente las pesqueras. 2) Conozcan el marco legal que los regula. 3) Establezcan y consensúen acciones para proteger estos ecosistemas esenciales para su actividad.


San Jorge, Sonora Foto: CEDO

El CEDO Intercultural ha participado en análisis de la dinámica de la pesca artesanal en la región (12) y lidera un esfuerzo actual para desarrollar un plan de gestión de la pesca para el corredor biológico pesquero puerto Peñasco-Puerto Lobos (13). Por ello, contamos con personal dedicado a la investigación sobre el cambio climático con los conocimientos técnicos necesarios. Y con un profundo conocimiento del alcance de los actores políticos, los pescadores artesanales y otras partes interesadas que nos permiten avanzar en esta

estrategia. Por otro lado, reconocemos la importancia de los medios de comunicación

en la interpretación y comunicación de los mensajes sobre el cambio climático y sus

Referencias Brusca, R., R. Cudney-Bueno y M. Moreno-Báez. 2006. Gulf of California esteros and estuaries. Analysis, state of knowledge, and conservation and priority recommendations. Final report to the David and Lucile Packard Foundation by the ArizonaSonora Desert Museum Arizona-Sonora Desert Museum, Tucson. 60 pp. Earth-Sci. Rev. 162, 253–268 (2016). Prog. Oceanogr. 73, 1–26 (2007). Mar. Policy. 45, 182–193 (2014). Ocean Coast. Manag. 93, 37–50 (2014). Panam. J. Aquat. Sci. 5, 298–309 (2010). 7. http://repositorio. iberopuebla.mx/handle/20.500.11777/251 (2015) L. M. Vazquez Garcia, thesis, York University Toronto (2014). L. M. Quist, P. Rinne, The politics of justification: Newspaper representations of environmental conflict between fishers and the oil industry in Mexico. whp-journals.co.uk (2017) https://osf.io/preprints/socarxiv/dgc38/(2018).Environ.Sci.Policy 11,379–393 (2008/8). 12. J.Southwest. 57, 337-390 (2015).P. J. Turk-Boyer, et al. in Fisheries Management of Mexican and Central American Estuaries. F. Amezcua, B. Bellgraph, Eds. (Springer Verlag, 2014), Estuaries of the World. pp.155–180. https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/ B9780444538130000162 Glenn, E. P., P. L. Nagler, R. C. Brusca y O. Hinojosa-Huerta. 2006. Coastal wetlands of the northern Gulf of California: inventory and conservation status. Aquat. Conserv.-Mar. Freshw. Ecosyst 16(1): 5-28. Contreras-Espinosa, Francisco & Warner, Barry. (2004). Ecosystem Characteristics and Management Considerations for Coastal Wetlands in Mexico. Hydrobiologia. 511. 233-245. 10.1023/B:HYDR.0000014097.74263.54.

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consecuencias en la región que bordea el golfo de California (8, 9,10).

[1] https://cambioclimatico.gob.mx/contribucion-determinada-anivel-nacional-actualizacion-2020/ [2] Revisar la presentación de Irma Fabiola Ramírez Hernández del INECC, del 25 de septiembre de 2019 en: https://www2.cifor. org/taller-regional-de-carbono-azul/ [3] https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/249455/ Carbono_azul.pdf [4] Se puede revisar también el Inventario Nacional de Humedales en https://www.gob.mx/conagua/articulos/gracias-al-inhsabemos-cuantos-humedales-hay-en-mexico?idiom=es [5] Se puede revisar el mapa elaborado por Conabio con la información del estudio en: http://bioteca.biodiversidad. gob.mx/janium-bin/janium_zui.pl?fn=14173&jzd=/janium/ Documentos/Mapa_Manglares/d.jzd [6] Se puede revisar la presentación del Dr. Moritz von Unger de Silvestrum Climate Associates de 26 de septiembre del 2019 en: https://www2.cifor.org/taller-regional-de-carbono-azul/ [7] 13.1 Fortalecer la resiliencia y la capacidad de adaptación a los riesgos relacionados con el clima y los desastres naturales en todos los países; 13.2 Incorporar medidas relativas al cambio climático en las políticas, estrategias y planes nacionales; 13.3 Mejorar la educación, la sensibilización y la capacidad humana e institucional respecto de la mitigación del cambio climático, la adaptación a él, la reducción de sus efectos y la alerta temprana. [8] 14.2 De aquí a 2020, gestionar y proteger sosteniblemente los ecosistemas marinos y costeros para evitar efectos adversos importantes, incluso fortaleciendo su resiliencia, y adoptar medidas para restaurarlos a fin de restablecer la salud y la productividad de los océanos; 14.5 De aquí a 2020, conservar al menos el 10 por ciento de las zonas costeras y marinas, de conformidad con las leyes nacionales y el derecho internacional y sobre la base de la mejor información científica disponible.


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