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¡Gracias, Sakamoto!

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El cuerpo ideal

El cuerpo ideal

CELEBREMOS EL PASO vital de Ryuichi Sakamoto. Sí. Tras su muerte nos quedamos con la música y sus actuaciones en el cine, pero sobre todo con una curiosidad inspiradora. Esa es la palabra que mejor lo define: curiosidad. Lo pensamos mientras escuchamos a Yellow Magic Orchestra (YMO), su primera agrupación relevante. (Por cierto, apenas en enero de este 2023 murió el baterista del conjunto, Yukihiro Takahashi, lo que deja como único superviviente a Haruomi Hosono.)

Fundada en 1978, YMO estableció éxitos pioneros para un electropop en ciernes, contraparte de la solemnidad que Kraftwerk desarrollaba en Alemania. Música precursora en la estética del animé y los videojuegos, la de estos japoneses proponía un desenfado futurista. Era experimental e introvertida, pero igualmente divertida. No hay mejor ejemplo de su crisol que “Firecracker”, incluida en su álbum debut de 1978. Corra a poner esa pieza, lectora, lector. Es impresionante lo que esos jóvenes consiguieron hace cuarenta y cinco años, no sólo en términos tímbricos sino compositivos.

En esa canción suenan juntos todos los intereses de Sakamoto. Las melodías del Japón tradicional, las influencias del impresionismo clásico, su obsesión por la vanguardia electrónica, la exploración de instrumentos innovadores: sintetizadores (ARP, Moog), cajas de ritmos, sampleos y computadoras. Tanto así que también fue conocida como “Computer Games”, aunque la melodía original fuera del pianista estadunidense Mark Denny. En ella se hace un viaje de “ida y vuelta” a muchas latitudes; un círculo, como dijera el mismo Sakamoto hablando de la globalización atemporal en la que se imaginaba inmerso.

Hablamos de finales de los setenta y principio de los ochenta.

Mientras Estados Unidos salía de la música disco preparándose para el pop y mientras Hispanoamérica cocinaba la Movida y el Rock en tu Idioma, estos nipones creaban burbujas oníricas y conquistaban Asia con una popularidad inmensa. Por ello fue que tras disolverse sucedieron dos reencuentros más, tanto en los noventa como en los dosmil. Le recomendamos que busque primero su participación de 1980 en el programa Soul Train; luego mírelos en el Tokio Dome en 1993; finalmente, durante una visita a San Francisco en 2011.

Dicho eso y tras su inicio meteórico con YMO, Ryuichi Sakamoto construyó una carrera impecable, poblada de asociaciones que lo mantuvieron activo hasta edad avanzada. ¿Por dónde conocerlo o reconocerlo? Afile orejas y rente la película El último emperador. Cuando termine de llorar aviéntese The Revenant y El pequeño Buda. En ellas escuchará los filamentos de una sensibilidad que profundiza en sentimientos lo mismo que en conceptos, contextos e imaginación. Ponga después Merry Christmas Mr. Lawrence. Deje que se le caiga la quijada viéndolo actuar al lado de David Bowie. En ese filme también hizo la banda sonora de la cual se desprende “Forbbiden Colours”, éxito al lado del gran David Sylvian.

Ya en plan lúdico mire el video “Rain” de Madonna. Allí Sakamoto actúa como si fuera el “director” (rol que en la vida real jugó Mark Romanek). Otros artistas con los que coincidió: David Byrne, Lang Lang, Cornelius, Fleetwood Mac, Eric Clapton, Arto Lindsay, Thomas Dolby, Iggy Pop, Dj Spooky… ¿Los conoce? ¿Pudo calcular la variedad de géneros, geografías y tiempos que esos nombres representan? Es difícil de creer que el mismo artista haya podido interconectarlos. Y son una parte mínima del total incalculable.

Nosotros pudimos verlo, al lado del artista electrónico Alva Noto, en el Festival de México en el Centro Histórico de 2012. Maravilloso. Poético. Algo se sabía sobre su enfermedad, pero afortunadamente duró un buen tiempo con vida. Ganador de premios Bafta, Globos de Oro, Oscares, Grammys, Ryuichi Sakamoto fue grande como creador y como unificador, lo más apreciable en este presente. Descanse. Agradecidos estamos. Buen domingo. Buena semana. Buenos sonidos ●

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