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Alberto Dallal, el crítico proliferante
ALBERTO DALLAL (1936) es una de las figuras más interesantes de la cultura mexicana. A lo largo de su vida profesional, poco más de sesenta años de experiencia, ha estado en prácticamente todos los miradores desde los que se tiene el privilegio de echar una mirada en redondo a diversos procesos creadores del ambiente cultural mexicano.
Dallal fue profesor apenas concluida su carrera, transitó en los escenarios académicos más variados como docente. Venía de las escuelas Nacional de Arquitectura y Nacional de Ingeniería de la UNAM pero, como le sucedió a muchos químicos e ingenieros del Politécnico y de la Universidad Nacional, se dedicaron a quehaceres artísticos, como le pasó a la figura central de este comentario y, por ejemplo, al crítico de cine más relevante de México, Jorge Ayala Blanco. Se esforzaron por transitar el más arduo escenario positivista pero terminaron en las aguas procelosas de la incertidumbre creadora a través de la crítica, una de las prácticas más complejas y a contracorriente de la vida cultural mexicana; un medio cultural tan repelente a mirarse en el espejo de quienes les devuelven lo que han hecho unos creadores que, a menudo, creen que su obra se trata de sus buenos deseos y de sus intenciones.
Ese signo de identidad lo llevó al periodismo, que no tenía la etiqueta de cultural como hoy. Dallal no estaba cerca del periodista cultural que más abunda hoy en el diarismo audiovisual e impreso, por lo general, una persona que escribe notas informativas, hace entrevistas cortas, en la redacción le da la vuelta a algunos boletines y los firma.
No es gratuito que ocupara altos cargos como responsable de la difusión, la prensa y, más allá, en la configuración de la identidad de algunos organismos e instituciones que tuteló. La autoridad moral e intelectual fue un modelo muy importante que desgraciadamente no es muy común.
Dallal le dio a esos encargos al frente de instituciones culturales (Coordinación de Difusión Cultural, dirección general de Radio UNAM, titular del noticiero cultural Hoy en la Cultura en Canal Once) una dimensión de servicio y de extensión pública de los organismos mencionados, a diferencia de lo que sucedió con la mayoría de las áreas de comunicación en Conaculta, “pastoreadas” por un burócrata que se encargaba de imponer, con la coerción publicitaria, un boletín de prensa que era la extensión del culto a la personalidad del titular en turno.
En el Ballet Nacional de México, Dallal pudo legar ese digno modelo de comunicación (sin entrar en conflicto de interés) y ser al mismo tiempo uno de los faros y difusores más importantes. Alberto Dallal no ha dirigido quinientas tesis, pero el corpus dirigido por su mano tiene piezas del más alto nivel académico.
Jorge Alberto Manrique, critico e historiador de la plástica, fue una de las figuras más influyentes en la fundación de una heterodoxia universitaria que le dio un rumbo muy interesante al Instituto de Investigaciones Estéticas y supo ver las cualidades del joven Dallal, que de manera oblicua hizo posible la concreción de aventuras intelectuales como El Dancing mexicano y Femina-danza, que entre muchos otros trabajos marcaron la amplitud de miras que necesitaba la UNAM.
La presencia de Dallal en el Ballet Nacional de México era vista en esos años con una enorme codicia; se trataba de uno de los periodistas y críticos más importantes de la escena mexicana y quienes participaban en ese mundo, lo que más apreciaban era un comentario crítico de Alberto Dallal. Después llegaron figuras muy relevantes, con una vocación crítica de primer orden y también formada en el periodismo, como Patricia Cardona, que hizo una pareja extraordinaria con la fotógrafa Christa Cowrie, y juntas construyeron un monumento documental para la danza mexicana de las últimas décadas. En ese terreno no omito que Rosario Manzanos forma parte de ese territorio crítico tan desértico, en correspondencia con lo poco que recibe la danza contemporánea de las instituciones culturales ●