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AKIRA KUROSAWA o el cine como filosofía

Comenzó su carrera en el cine en 1936, cuando fue contratado como ayudante del director Kajiro Yamamoto, aunque su debut ocurrió hasta 1943, con la película La leyenda del gran judo. En esta entrevista, realizada en 1986, Kurosawa habló de la importancia de la política y la filosofía en sus películas, y aconsejó a los jóvenes directores leer los clásicos de la literatura e indagar la relación entre la literatura y el cine. En ese mismo año, la nominación de Kurosawa al Oscar como mejor director, fue un reconocimiento al director japonés más grande y también uno de los directores más destacados del mundo. Ran –adaptación de King Lear, de William Shakespeare, largamente soñada y planeada por Kurosawa– fue su vigesimoséptima película. Durante la visita de Kurosawa a Nueva York en el otoño de ese año, que coincidió con la proyección de Ran en el Festival de Cine de Nueva York, el cineasta fue entrevistado por Kyoko Hirano, quien también tradujo la entrevista desde el japonés.

En entrevista con una revista japonesa, usted dijo que en Ran quería describir el destino humano desde un punto de vista “divino”. ¿Puede aclarar esta afirmación?

–No dije eso. Los periodistas japoneses siempre interpretan mal lo que digo. Lo que quise decir es que algunas de las escenas principales de la película se basan en mis reflexiones acerca de cómo Dios y Buda –si es que realmente existen– perciben a los seres humanos, a esta humanidad siempre firme en los mismos patrones de comportamiento. Kagemusha se filmó desde el punto de vista de un kagemusha [guerrero-sombra] que observa las batallas en las que está involucrado, y también desde un punto de vista muy restringido acerca del período de la guerra civil. Esta vez, en Ran, quería tener una visión más amplia... más imparcial. No quería mirar a través de los ojos de un dios.

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