3 minute read

DOS NOVELAS DEL CARIBE MEXICANO

Kolymá, Mauro Barea, Universidad Autónoma del Estado de México, México, 2022.

Botas rusas, Agustín Labrada, Eolas Ediciones, España. 2022.

La narrativa quintanarroense contemporánea se ha difundido muy poco, quizás porque el surgimiento de este territorio como entidad federativa se dio apenas en 1974. Un primer intento podríamos encontrarlo en Quintana Roo, una literatura sin pasado. Cuento y poesía (1977-1990), antología que el poeta chetumaleño Juan Domingo Argüelles, incansable promotor de la lectura, publicó en 1990 con apoyo del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. A pesar del prometedor título hay poca prosa en este volumen, pues de los doce autores incluidos solamente uno de ellos, Héctor Aguilar Camín, aparece como cuentista; los demás son poetas.

Treinta años después, el panorama de las letras en las ciudades costeras bañadas por el Caribe Mexicano ha cambiado sustancialmente. No sólo existen algunos narradores que cuentan ya con reconocimiento nacional, como Elvira Aguilar y el propio Héctor Aguilar Camín, nada más por mencionar a algunos, sino que el año pasado dos autores íntimamente ligados a Cancún y a Chetumal, Mauro Barea y Agustín Labrada, recibieron sendos premios internacionales de novela cuyas ediciones circulan ya en librerías de México y España.

Mauro Barea nació en Cancún en 1981 y reside actualmente en Andalucía, España, desde donde envió a concurso su novela Kolymá, por la cual recibió una mención de honor en el XIX Premio Internacional de Narrativa Ignacio Manuel Altamirano, convocado por la Universidad Autónoma del Estado de México. Agustín Labrada nació en Holguín, Cuba, en 1964, obtuvo la nacionalidad mexicana en 2002 y vive a caballo entre Cancún y Chetumal desde su llegada a Quintana Roo, hace más de treinta años. En 2022, con su nouvelle titulada Botas rusas, ganó el IX Premio de Novela Corta Fundación MonteLeón, convocado en León, España.

Curioso resulta, por decir lo menos, que ambos hayan sido galardonados el mismo año, pero en certámenes internacionales celebrados en diferentes continentes.

poder y revancha se entremezclan en Kolymá, dando por resultado un estremecedor relato de aventuras y traiciones que confirma la madurez literaria de su autor.

Botas rusas también transcurre en el Caribe, pero en la ciudad de Holguín, Cuba. Con el rock como banda sonora de trasfondo, el autor cuenta en primera persona una historia íntima de su adolescencia que “aunque pertenezca al reino de la ficción”, asegura él mismo, “tiene referentes testimoniales que dejan un rastro emotivo en la memoria”.

Carlos Martín Briceño

Ahora bien ¿de qué tratan estas novelas? ¿Se percibe en ellas que sus autores han vivido en una de las regiones más visitadas por los turistas de todo el mundo? ¿Aparecen reminiscencias del Caribe como elemento fundamental en sus historias? Kolymá, vertiginoso relato de venganza y poder disfrazado de cuento de amor, no esconde su origen cancunense. La descripción de Tamul, la corrupta ciudad turística y tropical donde Mauro Barea sitúa la historia de Alan, no deja lugar a dudas. Aun cuando gran parte de la trama se desarrolla en Kolymá, “la Carretera de los Huesos”, mientras el protagonista está encañonado en un auto varado en la soledad de Siberia, la novela está narrada en un ir y venir del presente al pasado que le permite a su autor describir con detalle la turbulenta vida de Alan en Tamul. Utilizando diversas estrategias narrativas, Mauro Barea establece desde el principio las reglas del juego y conduce al lector por un acelerado viaje donde todo puede suceder. Amor,

Novela de iniciación donde el sexo y los conflictos familiares se entrelazan con los sueños y frustraciones de los protagonistas, Botas rusas también es la fotografía de una época –finales de los años setenta– en que el gobierno cubano poseía un régimen político consolidado y tenía la capacidad de esconder sus problemas económicos al resto del mundo.

La voz lírica de Labrada, autor de una docena de poemarios, permea su narrativa y convierte la lectura de Botas rusas en una nostálgica experiencia que permite situarla entre los libros que atesoramos en nuestra memoria por largo tiempo.

Tres décadas después de la publicación de aquella breve antología compilada por Juan Domingo Argüelles, y pese al tibio impulso a las artes que existe en un estado donde el turismo rige la mayoría de las actividades socioeconómicas y culturales, la aparición de estas dos magníficas novelas parece indicar que los narradores quintanarroenses, contra viento y marea, están listos para reclamar su lugar en la República de las Letras. Hago votos porque así sea l

This article is from: