La Gualdra No 19, lunes 10 de octubre de 2011

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“Yo siempre quiero retratar el alma de la gente, observo no sólo el rostro, quiero ver más allá de lo inmediato… la fotografía creativa no está peleada con el fotoperiodismo. Me gusta ver, yo siempre regreso a Zacatecas para ver el cielo, a veces me da hasta miedo voltear arriba; el azul del cielo zacatecano es único. No es chauvinismo, la luz de la tarde en cualquier lugar de Pág. 6 y 7 Zacatecas, el olor de la tierra mojada, me hacen llorar”. Pedro Valtierra


Cuidemos nuestro centro histórico Aprender a ver, es la recomendación que nos hace esta semana el fotógrafo y buen amigo Pedro Valtierra. Estamos tan acostumbrados a vivir en esta hermosa ciudad que hemos perdido la capacidad de asombrarnos con su belleza. Caminamos todos los días por sus calles y callejones y no nos percatamos de los detalles que la hacen única. Aprendamos entonces a ver el cielo sin miedo, ese cielo azul que no encontraremos en ningún otro lado y que está ahí para nosotros. Observemos los edificios coloniales y veamos que los colores de su cantera son armónicos con ese cielo tan cruel que se ha negado a darnos lluvia este año. Visitemos el centro histórico, dediquemos algo de nuestro tiempo durante un día de la semana a pasear por sus calles y jardines. Seamos observadores y tomemos nota de lo que encontramos y lo que nos gustaría encontrar en él. Cada día son menos las personas que habitan este centro histórico considerado Patrimonio Cultural de la Humanidad, y eso es una pena porque está comprobado que cuando las zonas céntricas quedan deshabitadas y ocupadas solamente por comercios, instituciones bancarias y de gobierno, se vuelven peligrosas. Así pasó por ejemplo en el Distrito Federal; la ciudad empezó a crecer tanto que sus habitantes dejaron el centro en el abandono, más pronto que tarde ese espacio se tornó sucio, lóbrego, poco seguro, pero lleno de comercios. Los asaltos proliferaron al caer la tarde y esas plazas que anteriormente estaban llenas de familias que salían a pasear por las tardes, a que sus niños jugaran, se volvieron puntos de reunión para pandillas, indigentes y tracaleros. La gente dejó de pasear por la Ciudad de los Palacios, los edificios empezaron a deteriorarse… el centro se estaba viniendo abajo. Si la gente del D.F. no paseaba por ahí, los turistas menos… y los comerciantes empezaron a quejarse porque sus ventas colapsaron. A alguien se le ocurrió mucho tiempo después que eso no debería seguir así y durante los últimos años una asociación civil ha trabajado para devolverle el rostro pacífico y alegre al centro de la ciudad –cuando ya el empresario más rico del mundo, mexicano, por cierto, había comprado un sinnúmero de edificios antiguos-. Lo peor del caso es que eso pudo haberse evitado y no se hizo a tiempo. En Zacatecas corremos el mismo peligro y no lo vemos o no lo queremos ver, pero eso puede evitarse y estamos muy a tiempo. Para eso, necesitamos tener claramente una visión a corto, mediano y largo plazo de lo que queremos para este espacio. Es urgente que se defina claramente la vocación

del centro histórico. ¿Qué queremos para él? ¿Qué tipo de gente es la que queremos atraer? ¿Qué debemos hacer para atraerla? La planeación estratégica no se aplica exclusivamente a las empresas comerciales y gubernamentales; este tipo de planeación es indispensable para cualquier acto emprendedor, incluso para la vida misma. Pero la planeación estratégica inicia con la elaboración de un diagnóstico preciso y bien elaborado que dará lugar a la definición de la visión y los valores que han de ser compartidos por todos aquellos que participen en el proyecto. Cuando esto está definido se elaborarán los objetivos –medibles, alcanzables y que impliquen un reto- y es hasta entonces que tendrán que establecerse las estrategias – que definen el qué hacer- y las tácticas –que definen el cómo y con qué recursos hacerlo-. Una vez establecido todo esto, el plan se ejecuta considerando siempre mecanismos de control y evaluación que nos digan de manera periódica si lo que estamos haciendo está funcionando o no. No es necesario ser especialista en planeación estratégica para darse cuenta de que las tácticas y estrategias implementadas para que la gente venga a centro histórico y para que sus habitantes no tengan que desplazarse a otras áreas de la ciudad, no están funcionando. ¿Por qué? Porque dudo mucho que se haya elaborado un diagnóstico previo, porque aún no nos queda claro cuál es o debe ser la vocación del centro histórico; y porque al no haber un objetivo claro, las estrategias para traer gente a este lugar están mal orientadas; por si eso fuera poco, se están ocupando recursos financieros y humanos que podrían invertirse en esto mismo pero con una visión más clara para obtener mejores resultados. Mientras todo esto ocurre, la gente que habita el primer cuadro de la ciudad, está cansada de tanta contaminación visual y auditiva y seguramente está planeando ya no vivir aquí. Y ahí están los grupos de teatro independiente, las cameratas, las orquestas, los cantantes, los libreros, esperando a ser considerados en una programación artística que atraiga a familias completas al centro. Y ahí están los comerciantes, esperando sin resultados positivos que sus ventas repunten, porque la gente que viene últimamente no es la que entra a un restaurant, a un bar, a una galería, al teatro. Aprendamos a ver, a observar, como nos dice Pedro Valtierra… pero también aprendamos a escuchar, a dialogar, a proponer. Cuidemos nuestro centro histórico ahora, antes de que sea demasiado tarde. Jánea Estrada Lazarín lagualdra@hotmail.com

Los escritores escriben por Gabriel Luévano

Mill y la despótica criminalización del aborto por Manuel García Garduño

El espejo del mundo (I) La mirada, palabra y escritura por Nelson Guzmán

Pedro Valtierra: la poesía de la imagen por Jánea Estrada

Gutenberg vive El siempre codiciado oro de Moscú por Mauricio Flores

Carmen Lira Saade / Dir. General Raymundo Cárdenas Vargas / Dir. La Jornada de Zacatecas direccion.zac@infodem.com.mx

Los presuntos culpables: franceses y mexicanos por Carlos Belmonte Grey

Retornos por Antonio Villarreal

Castillo de sal si puedes por Ester Cárdenas

Dos historias de biblioteca por Eduardo Campech Miranda Lo que yo quiero por Pilar Alba Diario de Mateo por Mateo Estrada Gaviria

Jánea Estrada Lazarín / Dir. La Gualdra lagualdra@hotmail.com Sandra Andrade Trinidad / Diseño

La Gualdra es una coproducción de Ediciones Culturales y La Jornada Zacatecas. Publicación semanal, distribuída e impresa por Información para la Democracia S.A. de C.V. Prohibída la reproducción total o parcial del contenido de esta publicación, por cualquier medio sin permiso de los editores.

3 4 5 6 7 8 9 11 12 Juan Carlos Villegas / Ilustraciones jvampiro71@hotmail.com


Los escritores escriben Por Gabriel Luévano Tantas veces me he repetido, que somos habitantes del azar. A veces uno regresa al lugar de origen, en otras la tierra se vuelve grande y parece que los recuerdos nos vuelven extranjeros del rincón de nuestro hogar. Los vínculos que establecemos con ciertas ciudades, con pequeños jardines, escaleras perdidas o carreteras tan lejanas, nos riegan los pedazos de la conciencia hasta volvernos parte del mundo. Entonces podemos decir, que pertenecemos a todos aquellos lugares donde la impresión detuvo las nociones temporales y los acontecimientos pueden considerarse vitales para la vocación del oficio que hemos perpetuado como un daguerrotipo invisible: el oficio del recuerdo. Una buena o mala noticia es crucial para la imagen que guardamos de las escalas que hacemos a lo largo de los años. Hace poco, durante el recuento de mi primera visita a la ciudad de Guanajuato, evocando una serie de sucesos aun sorprendentemente diáfanos, que contribuyen al recuerdo maravillado que mantengo de ese lugar, me di a la tarea de rescatar lo más memorable. No se tergiversen mis palabras. Mi cariño a la ciudad no se debe a cuestiones políticas o incluso culturales, sino meramente anecdóticas. Fue allí, donde ya hace un año, me dieron una de las mejores noticias que pude recibir: La concesión del premio Nobel al escritor peruano Mario Vargas Llosa (1936). Este personaje, protagonista esencial de ese movimiento llamado comúnmente “Boom latinoamericano”, es autor de algunas de las novelas

Fotografía: Pedro Valtierra

más celebradas en la literatura escrita en lengua española de la segunda mitad del siglo XX. La muesca literaria que ha dejado está fuera de duda. Sin embargo, la figura del peruano no ha permanecido incólume ante la crítica popular. Se ha ido alimentando una creciente leyenda negra, defendida por grupos seguidores del ejercicio de la atrabilis y el fanatismo, más que gustosos de las letras. No pretendo escribir mi percepción completa del fenómeno, pero sí me gusta volver al nombre del premio: Nobel de literatura. Ahora bien, tampoco ese tipo de distinciones avalan de manera celosamente fiel la mayor o menor importancia de los escritores. En palabras de José Donoso: “Es muy probable que los premios literarios hayan sido creados por algún demiurgo sarcástico para subrayar la carcajada con que el tiempo se venga de las certidumbres”. Es cierto, detrás de un premio se halla un grupo de personas, poseedoras de un criterio muy personal. Los resultados y su magnitud universal, por lo tanto, son relativos a la vista de muchos. No obstante, la concesión del premio no deja de ser fascinante, al menos para mí, en cuanto a la posibilidad de que el mundo volteé a la literatura en español, y con ello, pueda descubrir nuevos autores. La militancia política de Vargas llosa, tan crucial para mí como la vida de fulano de tal, me tiene sin cuidado. Como él dijo en cierta ocasión, palabras más palabras menos: “creo en las ideas, no en las etiquetas”. Que se peleen los ociosos. Novelas como La ciudad y los perros (1962), La casa verde (1965),

Fotografía: Pedro Valtierra

o Conversación en la catedral (1969), conforman la tríada épica del autor. En ellas, se narra con prístina maestría, el duro trance del individuo, por mundos cerrados y violentos, hacia estados de profunda tensión. El tratamiento que regularmente plantea Vargas Llosa entorno a la autoridad, es presentado como un desgarramiento del ser, al reaccionar contra los valores impuestos por pautas culturales y políticas, que recuerdan más a una dictadura. En el caso de Conversación en la catedral, es evidente el contexto dictatorial. La ciudad y los perros, su primera novela, narra la experiencia de un grupo de muchachos internados en un colegio militar, donde se dará un choque inevitable entre los ideales tradicionales del machismo y el honor, con el desarrollo natural del ser humano. La casa verde, por su parte, transcurre en lo inextricable de la selva, y es, quizá, la novela más experimental del peruano. En ella vemos a su máxima expresión, las aventuradas técnicas con las que el autor confirmó ser uno de los mayores artífices de nuestra lengua. La trama de las obras, constituye una urdimbre de historias que en primer momento, con apariencia caótica, terminan por hilvanarse, por lo que el resultado es un ingenioso rompecabezas donde nada es incidental. Ahora bien, la novela que más me ha impresionado de este autor, es sin lugar a dudas La guerra del fin del mundo (1981). Siempre que me piden la recomendación de una obra de Vargas Llosa, no dudo en nombrar esta novela. La fábula es la recreación de un hecho histórico, ocurrido en Brasil en el siglo XIX: El pequeño pueblo de Canudos, se rebela contra el gobierno y se convierte en un gigantesco parapeto que espera combatir a las fuerzas repu-

blicanas. Aquí convergen, formando un notable equilibrio, la poderosa descripción emocional de los personajes, la densidad dramática del escenario y el hermético mundo de la milicia. La mayoría de los personajes, giran en torno a Antonio El Conselheiro (el consejero), un personaje mesiánico, líder de la rebelión, que pretende defender el reino de Dios en la tierra de las garras del demonio, es decir, el gobierno. Cada uno de los personajes representa un drama particular, que encuentra cobijo en el vaivén inconsciente de la batalla. La beata María Cuadrado, que mató por accidente a su hijo, el León de Natuba, un adolescente deforme dotado de una sensibilidad y educación sobrehumanas; Joao Abade, un peligroso y demoníaco asesino, del lado de Canudos; y por el otro, los militares comandados por Moreira Cesar, crean un cuadro de caracteres insuperable. A éstos se les suman aquéllos que, embelesados por el fragor de la lucha, como los fenómenos de un circo itinerante, porfían en unirse al séquito del Consejero y defender una causa pérdida o los que inevitablemente se ven inmersos en el conflicto, como el Barón de Cañabrava o el periodista miope. Algunas de las mejores escenas bélicas, estremecedoras, dolientes, que pueda recordar, se encuentran en La guerra del fin del mundo, estampa de los miedos más irracionales del ser humano y de la violencia que desata la pugna por el poder. Hace un año, al recibir la noticia, no pude menos de pensar en todo esto: quizá algún día logremos valorar a los escritores por lo que escriben y no por lo que militan. Entre tanto, me gustaría regresar a aquella ciudad, donde puede que me den un día de éstos, alguna otra buena noticia.


Mill y la despotica criminalizacion del aborto

Por Manuel García Garduño

La subordinación legal de un sexo a otro es injusta en sí misma y es actualmente uno de los grandes obstáculos para el progreso de la humanidad.

Lo que menos importa es la época en que acontezcan. A la larga, los atropellos gubernamentales suelen ser calificados con insistencia de brutos y miopes. Por fortuna, pese a la propaganda oficialista y el firme impulso –profundamente cristiano– que mantienen algunos de someter a quienes los rodean, parece que tarde o temprano siempre logramos darnos cuenta de que la penalización de cualquier derecho individual, y jamás el derecho que se condena, es el único y auténtico crimen. No debe de sorprendernos, por tanto, que las ideas de un filósofo británico del siglo XIX luzcan más actuales y sensatas que las reformas constitucionales de Baja California y San Luis Potosí respecto al aborto, avaladas recientemente por la SCJN. Debido a una rigurosa instrucción paternal, John Stuart Mill pronto vivió en carne propia la desdicha que propicia la arbitrariedad humana. A lo mejor eso influyó en su formulación y defensa de dos principios sin los cuales no podríamos concebir cualquier sociedad que pretenda darse ínfulas de abierta, progresista y democrática: el respeto de las libertades civiles y la tolerancia hacia la pluralidad de enfoques y creencias.1 Él pensaba que todos nosotros tenemos derecho a ser felices, que la felicidad es la cualidad que tenemos de desarrollarnos con libertad, según nos convenga y sin rendir cuentas a nadie por nuestros actos, y que la colectividad tiene la obligación de garantizarnos esa felicidad, eliminando los obstáculos que nos lo impidan. De tal manera que nadie tiene derecho a coaccionar a un individuo, ni siquiera por su propio bien, a no ser que éste ejerza su libertad atentando contra la libertad de los demás. Por eso, en una sociedad efectivamente democrática, no existe ninguna justificación para que las creencias personales o los dogmas de fe2 se inmiscuyan en la vida pública. De ser así, estamos ante una dictadura. Mill decía que la verdadera virtud de los hombres es “su apti-

tud para vivir juntos como iguales, sin pedir nada para sí mismos que no sea igual a lo que conceden a los otros, y considerando la autoridad como una necesidad excepcional y […] temporal”. Además argüía que conseguir la felicidad propia no es un asunto que se restringe al beneficio individual, pues una sociedad es tanto más rica cuanto más libremente se desarrollan todos sus ciudadanos. Entonces, permitir que cada quien viva como le apetezca no sólo garantiza la máxima felicidad personal, sino la felicidad del conjunto entero. Y es que él consideraba que el hombre es un ser que progresa con la educación y la sociabilidad,3 que no hay una naturaleza humana inmutable, idéntica en todo tiempo y lugar, y por ende tampoco existe una verdad contenida en alguna ley natural o revelada en cierto libro sagrado. Si Mill estaba en lo correcto –y sospecho que sí–, castigar a las mujeres que optan por la difícil alternativa de abortar dista mucho de ser una medida reflexiva e imparcial. Al contrario, es una orientación errónea e intransigente por dos claras razones: porque se opone a los derechos básicos de alguien que con sus actos no perjudica más que a las creencias de los demás indirectamente, y porque dicha sujeción, que viola los mismos principios en los que se supone están asentadas las instituciones sociales modernas, pretende acreditarse con un rasgo involuntario e intrascendente, como es el sexo. ¿O será que, ofuscados por su fervor religioso, quienes defienden este camino creen que todas las mujeres quedan embarazadas como la virgen María y no tiene caso condenar también arbitrariamente a los varones? Si lo expuesto hasta aquí resulta insuficiente para mostrar lo disparatado que es fundar la legislación de una colectividad a partir de las doctrinas compartidas por algunos de sus miembros, medite estos dos ejemplos. Suponga primero que, en universo paralelo, un hindú llega a la Casa Blanca y, tras recibir la llamada de un brahmán, decreta que las vacas ya no serán

Leonardo da Vinci, Studies of Embryos.

explotadas por el mercado del país. ¿Sería razonable dejar sin productos lácteos a la población estadunidense por el credo de ese presidente y sus allegados? ¿Sería justo que los padres de familia tuvieran que traficar leche de manera clandestina para sus hijos? Suponga ahora que, en otro universo paralelo, una asociación feminista extrema se hace del poder en México y, por disposición oficial, empezamos a practicar lo contrario a lo que se acostumbra hacer ahora en África,

por motivos culturales y religiosos: la ablación del clítoris. ¿No protestarían los varones de inmediato por perder su pene? ¿Semejante golpe al machismo tradicional no redundaría en una sublevación de iguales proporciones que la Guerra Cristera? Bueno, pues las causas que están detrás de los más de cincuenta mil muertos que van en este sexenio y detrás de la penalización del aborto en Guanajuato y otras entidades federativas de avanzada, se explican por motivos así de absurdos.

Las acciones son adecuadas en proporción si promueven la felicidad, equivocadas si producen lo inverso.

1 Estos principios, expuestos por Mill en Sobre la libertad, son la base del liberalismo moderno. El texto fue publicado en 1859, cuando el sometimiento del individuo por parte del Estado y de la industria se estaba convirtiendo en un grave problema social. Ese mismo año, Darwin publicó El origen de las especies y Marx su Contribución a la crítica de la economía política. 2 Como creer que la valía de un individuo depende de su aspecto físico, que un sexo está por encima del otro, que la homosexualidad es una depravación, que las drogas son la encarnación de Satanás, o que un cigoto de ocho, dieciséis o treinta y dos células ya es una ‘persona’. 3 Pues nos capacitan para obtener ciertos sentimientos morales.


El espejo del mundo I

La mirada, palabra y escritura Por Nelson Guzmán

Hace pocos días, Sofía y Helena especulaban (la palabra como veremos, es en este caso misteriosamente precisa) sobre la semejanza de los ojos y los espejos. Enternecidas por la mirada de Argos, el perro al que llamé con ese nombre para recordar a aquel otro de Ulises, señalaban la belleza de su brillo dócil; después, reflexionaron sobre cómo en los ojos están contenidas las imágenes que vemos. “El número de brillos en los ojos es el de las ventanas que vemos”, “si me ves a mí yo estoy en tus ojos”, “lo que no está en lo negrito del ojo es lo que vemos pero no nos fijamos”, observaban para finalmente concluir: “nuestros ojos son como espejos”. Pero si los ojos reflejan el mundo, es porque también reflejan a la persona detrás de ellos. No sólo contienen los objetos que devuelven, sino que proyecta en ellos la interioridad de quien la porta. Es por eso que suscitan el gesto inequívoco de nuestros estados íntimos. Por ellos sabemos cuando alguien está triste, alegre o pensativo. Siendo el órgano más transparente de la superficie de nuestro cuerpo, el ojo tiene ese extraño aspecto de ángel corporal, mezcla de vapor y vasos sanguíneos, que por sí solo parece tener una vida autónoma. La superposición del mundo que reflejan y los estados íntimos que develan es a lo que generalmente llamamos mirada. Otro espejo del mundo lo son las palabras, esos sucedáneos de las cosas que de cierta forma les confieren su existencia en el interior del hombre, para quien la realidad de las cosas proviene de su posibilidad de ser nombradas. Así por ejemplo, el poema babilónico de la creación comienza hablando del tiempo “cuando en lo alto, el cielo aún no recibía nombre” (Enuma Elish), es decir, cuando el cielo aún no existía. Existir es ser nombrado. El Enuma Elish contiene por ello la intuición que ha guiado a los hombres por siglos: el mundo existe mediante el acto de su invocación.

si me ves a mí yo estoy en tus ojos

Los hebreos heredaron de los pueblos semíticos mesopotámicos de donde provienen, la intuición de la identidad profunda entre el símbolo y la realidad. Ésta se manifiesta en el poder que le confieren al nombre de Dios, nombre que debe permanecer velado para los hombres cuya pronunciación exacta desconoce. Una de las tradiciones hebreas más representativas de la asociación del símbolo y lo real es la cábala. Para los cabalistas, las palabras —el signo preciso que las representa en la escritura— encierra la realidad de aquello que nombran. Actualmente pensamos que las palabras que un libro contiene refieren algo que está fuera de ellas, que cuentan una historia o explican fenómenos de un mundo externo al libro. La palabra misma es la realidad que refiere. Si ella está contenida en un libro sagrado, consecuentemente en él también lo están Dios y el Universo. No es casual que afirmaran que si dios había creado al hombre de un motón de arcilla a

la que había insuflado el aliento de la palabra, esa misma criatura (que nombró al resto de las cosas) pudiera dar vida y animar una figura de barro si conociera la palabra precisa de la vida. La leyenda del Golem y la cábala nacen así de la intuición por la que el símbolo y en general el pensamiento operan: que las cosas son el reflejo de sus nombres y por lo tanto, que éstos son más reales que aquéllas. La asociación íntima de la realidad y las palabras es un hábito del que aún nosotros no logramos despojarnos. Basta que pidamos a cualquiera que evite decir un nombre o invocar una posibilidad aciaga cuando decimos “ni lo digas” para darnos cuenta de cómo aún persiste en nuestra imaginación la idea de que las palabras dejan su huella en el mundo. La mirada y la palabra, espejos inciertos del mundo, coinciden en la invención humana que dio origen a la Historia: el símbolo gráfico. En la escritura, el reflejo que la palabra hace del mundo no es, como en las tradi-

ciones orales, escuchado sino además es visto. La literatura nace así de la conjunción de ambos espejos, cuya incidencia le confiere acaso un carácter mágico. Para ello debemos tomar en cuenta que la escritura ha nacido del dibujo, es decir, de la representación pictórica que hacía de las paredes y de los frontispicios un reflejo de las cosas. Sólo tardíamente el hombre descubrió que ciertas combinaciones de dibujos creaban nuevas formas y así nacieron sucesivamente los ideogramas, las sílabas y las letras. A través de la mímesis entre el libro y el mundo; entre la identidad del espejo y del mundo que imita, somos llevados frecuentemente a la sensación de que aquello que llamamos realidad es ilusorio. Pues cuando la ficción se introduce en la vida real, otro tanto ésta cae en el dominio de aquélla. Esta intuición la encontramos en el relato que Homero pone en boca de Odiseo, cuando recuerda sus avatares y desdichas marinas ante el pueblo de los feacios, pues el personaje se convierte en narrador; en Calderón de la Barca aparece cuando concibe este universo bajo la alegoría de un teatro, del gran teatro del mundo, o cuando imaginó a Segismundo, príncipe de Polonia, concluyendo bajo las sombras de su prisión la vida es un sueño y quizás la muerte un despertar. Shakespeare hizo que Claudio contemplara su crimen en la puesta en escena que Hamlet le deparó y en el final de La tempestad, Próspero, amante de los libros, acude a la benevolencia del lector para que él sea quien termine su historia. En todos esos casos, la ficción arrastra hacia su vórtice al lector que incursiona en el libro. O también a la inversa, son los personajes los que escapan de los márgenes del texto para aparecer como fantasmas que respiran en la misma habitación del lector que dirige hacia las letras el espejo de sus ojos para darles vida.

cuando en lo alto, el cielo aún no recibía nombre


Por Jánea Estrada Pedro Valtierra es, además de un fotógrafo talentoso y reconocido internacionalmente, un hombre generoso que ama a su tierra, a la que siempre vuelve y de la que nunca se ha ido pese a que tiene más de la mitad de su vida radicando en el D.F. “Nací en una comunidad perteneciente a Fresnillo, llamada San Luis –y mejor conocida como El Chivo-, en el corazón de la sierra. Desde niño mi padre me mandaba a cuidar las chivas al campo, y eso me gustaba mucho… mientras ellas pastaban yo me tiraba en el suelo a ver el cielo y las pareidolias que formaban las nubes; así, boca arriba, miraba pasar los aviones y yo me creaba mis propias historias, no sabía a dónde iban pero yo me imaginaba quiénes eran sus tripulantes, cómo eran, qué hacían. Ahí, en el Chivo, yo aprendí a ser buen observador de la gente y de las cosas que pasan en el mundo”. Valtierra se muda a Fresnillo con su familia y vive ahí hasta 1969, cuando su padre decide ir a buscar nuevas oportunidades a la capital.

Tenía 19 años cuando inició su labor como fotógrafo en la Presidencia de la República: “Yo soy un hombre de trabajo, primero fui bolero en los Pinos y después aprendí a sacar fotografías y me quedé ahí a trabajar en la oficina de prensa, mi maestro fue Manuel Madrigal, él fue mi tutor, el que me enseñó todo lo que se necesitaba, el más generoso… aunque Leopoldo Morales y el Chino Pérez también me ayudaron. En aquel entonces el presidente era Echeverría y los tiempos eran complicados, fue una época de movimientos armados, de reclamos sociales fuertes; pero yo sólo hacía fotos oficiales”. Después de trabajar en presidencia, inicia su labor como periodista en diferentes medios y es en abril de 1979 cuando lo nombran corresponsal de guerra para cubrir los conflictos en Nicaragua; a sus 23 años, un joven de Fresnillo estaba cubriendo hechos de guerra, con valentía y profesionalismo “Yo vengo de una familia que ha estado siempre

interesada en la política, muy crítica de lo que pasa en el mundo. Trabajé desde muy niño, desde los 8 años traía la leña, cuidaba chivas, ayudaba a mi papá a sembrar, a ordeñar vacas… en el Chivo no había luz, ni agua potable… en Fresnillo vendía periódicos, revistas de Lágrimas y Risas, Memín Pinguín y la revista la Alarma, en fin… estaba acostumbrado a trabajar y a vencer obstáculos. Pero la guerra es otra cosa, yo me obligué a ser valiente por necesidad, tenía que aportar dinero a mi familia, pero fui yo quien buscó ir allá; cubriendo la nota policiaca había visto muertos anteriormente pero nada es comparado a lo que se vive en zonas de conflicto bélico. Los periodistas tenemos que ser imparciales, juiciosos, respirar profundamente y tomar las imágenes necesarias para contar las cosas tal como las ves, pero con fotografías. Periodísticamente hay que narrar los hechos como son. Yo me sentía bien, era mi trabajo, pero sí, tenía miedo”.


Pedro regresó con bien de Nicaragua. La década de los 80´s fue productiva, obtuvo varios premios, empezó a exponer individualmente y funda la agencia Cuartoscuro que da pie a crear la revista con el mismo nombre. Desde 1993, él dirige esta publicación enfocada a difundir los trabajos fotográficos de creadores de todas partes del país “Hemos sobrevivido a muchas crisis económicas; pero el secreto está, creo yo, en tener una estructura organizacional conformada por pocas personas. En los tiempos más duros para la revista, yo tuve que trabajar en otro lado para no dejarla caer. Actualmente nuestro tiraje es de 14 mil ejemplares

que circulan por todo el país cada dos meses, no sé si lo hayamos conseguido, pero queremos ser la mejor revista en su tipo en América Latina, y que sea para todos los fotógrafos de México”. Los tiempos han cambiado radicalmente desde que él empezó a ser fotógrafo –hace 36 años-, lo que no ha cambiado es esa forma tan especial que Valtierra tiene para captar con su lente el espíritu de las personas y la esencia de las cosas. Vivimos tiempos violentos, que de acuerdo a este fotógrafo, tienen que registrarse “Sí hay que tomar fotos de todo lo que pasa, de los muertos, de los colgados en los puentes, de las tumbas clandestinas, para que

la memoria nacional no olvide lo que ocurre en estos días. Con el tiempo, la historia se oficializa, puede incluso distorsionarse, pero ahí estará una memoria fotográfica que contará la verdad”. Para Pedro Valtierra, sacar fotos es una manera peculiar de hacer poesía, de narrar historias con imágenes, de dar vida y nombre a los personajes de épocas diferentes “Yo siempre quiero retratar el alma de la gente, observo no sólo el rostro, quiero ver más allá de lo inmediato… la fotografía creativa no está peleada con el fotoperiodismo. Me gusta ver, yo siempre regreso a Zacatecas para ver el cielo, a veces me da hasta miedo voltear arri-

ba; el azul del cielo zacatecano es único. No es chauvinismo, la luz de la tarde en cualquier lugar de Zacatecas, el olor de la tierra mojada, me hacen llorar”. Seguramente por eso las fotografías que Pedro toma a la gente zacatecana y a sus lugares, están impregnadas de nostalgia, de esa pasión por retornar a sus orígenes, a su infancia, cuando boca arriba, tirado en el pasto de un paraje desértico en el Chivo imaginaba mundos distantes, nombraba a las nubes y disfrutaba de los olores y los ruidos del campo zacatecano. Gracias, Pedro, por tu memoria, por tus imágenes, tus historias y tu manera de hacer poesía. Pedro Valtierra, nació en Fresnillo, un 29 de junio de 1955. Se inició en 1973 como auxiliar de laboratorio y a partir 1975 como fotógrafo de la Presidencia de la República. Ingresó a El Sol de México en 1977 y un año después se incorporó al diario unomásuno. En 1984 organizó y dirigió la Agencia Imagenlatina. Fue fundador y jefe de fotografía de La Jornada (1984-86 y 1995-2000). Presidente de la Sociedad de Autores de Obras Fotográficas (1988-91). Director de la revista Mira (1990-92). En 1986 fundó la Agencia Cuartoscuro, de la cual es director hasta la fecha. En 1993 fundó la revista del mismo nombre. Es fundador de la Fototeca de Zacatecas que lleva su nombre, inaugurada en abril de 2006. Desde 1979 ha participado en más de 300 exposiciones individuales, tanto en México como en el extranjero. Así como en colectivas en diversos países, entre los que destacan Canadá, Cuba, España, Francia, Italia, Alemania, Bélgica, Venezuela, Ecuador, Guatemala y Costa Rica. En 1980 y 1984 recibió el Premio de Adquisición en la Primera y Segunda Bienal de Fotografía del INBA. En 1983 el Premio Nacional de Periodismo. En 1984 la Asociación de Reporteros Gráficos de la Ciudad de México lo reconoció por la mejor foto del año. La Revista Foto Zoom lo nombró el fotógrafo de prensa de la década (1975-85) y en 1994 le entregó la Diosa de la Luz, como el fotógrafo del año en prensa. En 1986 recibió la Medalla de Plata en Moscú que otorga la Organización Internacional de Periodistas. En 1994 obtuvo el segundo lugar en el concurso México en la Encrucijada, celebrado en Múnich, Alemania. En 1998 obtuvo el premio José Pagés Llergo de la revista Siempre, el premio Foto Prensa en la Tercera Bienal de Fotoperiodismo. Ese mismo año, la Agencia EFE y el Instituto de Cooperación Iberoamericana le otorgaron el Premio Rey de España por la mejor imagen noticiosa internacional.

Todas las fotografías son autoría de Pedro Valtierra. Agradecimientos especiales a Mónica Morales Flores por haberlas seleccionado y propocionado para su publicación.


Gutenberg vive

El siempre codiciado oro de Moscu Por Mauricio Flores*

Autor de unos diez títulos novelísticos —ganador del Premio Xavier Villaurrutia en el lejano 1974— Manuel Echeverría no es un autor de ésos que venden de manera abundante. Ni falta hace. Leerlo es en todo caso más que recomendable. Lo constata su nueva novela, El abogado del Kremlin, trhiller de hechuras refinadas.1 Arnoldo Martínez Verdugo, quien fuera el máximo dirigente del Partido Comunista Mexicano durante décadas, lo negó una y varias veces: a la organización política, la más antigua del país hasta su desaparición en la década de los 80 del siglo pasado, nunca llegó el tan codiciado oro de Moscú. La tesis de que las agrupaciones de izquierda de todo el mundo se alimentaban de los recursos de la entonces vigorosa Unión Soviética, fue más bien una invención de los poderes establecidos. Mito que trasladado a la esfera literaria cobra verosimilitud y es una de las líneas argumentales de El abogado del Kremlin, la nueva novela de Manuel Echeverría (Ciudad de México, 1942). Decir que con el presente el autor alcanza diez títulos pudiera parecer trivial. Nada más que, habría de recordarse, entre estas diez novelas se encuentran sin duda algunas de las mejores que se hayan escrito en la línea del thriller mexicano (El enviado especial, La sombra del tiempo, Las tinieblas del corazón, et. al). Género que hacia la primera mitad del siglo XX tuvo muy buenos momentos, pero que inexplicable y lamentablemente, lustros después, fue denostado por la crítica dominante. Habría de ser Paco Ignacio Taibo II (y su famosa serie del detective Héctor Belascoarán Shayne al frente de las sagaces y burlescas investigaciones) quien recuperara para esa forma de narrar, para esos temas, un nuevo certificado de autenticidad hasta ahora vigente. De comportamiento atípico, alejado de las luces promocionales y protagónicas, donde unos y otros se aplauden a rabiar, como a rabiar se atinan puñaladas traperas, Echeverría es un novelista al que le gusta recrear ciertos ambientes y tiempos mexicanos.

Su predilección (a un momento) por los bajos fondos y las élites del poder, le han permitido inventarse personajes que concentran las pasiones humanas. Periodistas de nota diaria, investigadores privados, empresarios de altos ingresos, políticos chanchulleros… que deambulan con sus contradicciones a cuestas por una Ciudad de México reconstruida a la perfección por la pluma del autor. Ahora, en El abogado del Kremlin, Echeverría nos traslada a la década de los 50, escenario donde confluirán las vidas (tragedias) de un agente ruso en la búsqueda de la izquierda mexicana, “siempre llena de grietas y fisuras”, y de un boyante abogado, “siempre ligado al poder y al incremento de sus cuentas bancarias”. Junto a la relación de ambos protagonistas, la novela rebosa en personajes contiguos desnudados en su humanidad y en permanente suspenso. Sin importar que, y producto de la destreza del autor, desde la primera página sepa el lector de la existencia de un muerto, abandonado a las puertas del palacete de Tacubaya que durante décadas fue la sede de la embajada de la Unión Soviética. Con esta nueva novela, el autor (quien como pocos se ha mantenido fiel a un sello editorial; si bien no el que mejor proyecta las letras contemporáneas mexicanas) se mantiene en su reconocido estilo. Maneras de narrar —¿llanas?— limpias y sin excesos estructurales, donde se construye y alcanza la fusión exacta entre continente y contenido. Lo que el narrador pretende decir, y mediante qué manera. Un ejemplo: “Javier Valero se quedó perplejo cuando se abrió la puerta y Camila Girón surgió en el fondo del corredor para rescatarlo de los vendavales de la revolución internacio-

nal, que lo habían llevado de la Plaza Roja a las calles de Léopoldville y a las mazmorras de Nairobi, donde habían sido torturados y fusilados centenares de negros revoltosos que se negaron a vivir bajo el manto protector de la corona británica. ¡Javier —gritó Camila— por fin, volvemos a encontrarnos! Y le dio un beso en la mejilla y lo miró de arriba abajo, como si quisiera asegurarse de que era el mismo hombre que le había robado el corazón desde la noche en que lo vio en el Palacio de Bellas Artes”. Palabras justas que condensan tiempos y espacios, que empujan al lector a dilapidarse en la lectura: vertiginosa revelación de personajes apasionados. “Mi noción de la vida ha cambiado de una forma tan radical que hoy en día me interesan más los individuos que las ideas —dice uno de los personajes—, para no hablar de la ideología, que todas las noches trabaja en un burdel diferente”. Traiciones, medias verdades, sentimientos desbordados y muchísima lana mal habida están presentes en El abogado del Kremlin, siempre su telón de fondo esa Ciudad de México ya desaparecida (hervidero de revolucionarios potenciales) y que en la novela se nos revela en formatos sepia. “¿Qué es la soledad en el fondo?”, se preguntó Echeverría ante Nacho Trejo Fuentes en una de las 1

escasas entrevistas concedidas a la fecha (me parece que también La China Mendoza le publicó algo). “Falta de generosidad social —contestó—. Cada vez somos menos generosos con nuestros afectos, con nuestro tiempo y nuestra capacidad de comunicación. Cada día vivimos más hacia adentro, desconfiamos del vecino, de la autoridad, de los agentes del orden, de las doctrinas, de la moral. Uno se reduce a ser un conglomerado inmenso de individuos, cada uno de ellos más desconfiado del vecino que el otro. Eso es la soledad, finalmente”. Personajes de burdel, como los que habitan las más de quinientas páginas de El abogado del Kremlin. Se acabó la guerra fría A la Policía Judicial llegó el reporte: un muerto. “¿Dónde?”, preguntó el agente. “En Tacubaya”, le respondieron. Pero como “éste es un país muy grande”, volvió a preguntar: “¿Dónde mero?”. “En el lugar más extraño que pueda imaginarse […] frente a la guarida de los rusos”. Nuevo dilema para el agente Sergio Miranda, como si no tuviera suficiente con el Chacal de la colonia Aurora, la banda de hondureños que se roban los coches en el primer cuadro y los venden en Centroamérica, los traficantes de La Merced, los cadeneros de la Algarín.

Manuel Echeverría, El abogado del Kremlin, Océano, México, 2011, 528 pp. * Periodista y promotor cultural. mauflos@gmail.com


Los presuntos culpables: franceses y mexicanos Por Carlos Belmonte Grey*

Las historias filmadas que narran injusticias ejecutadas por las autoridades judiciales no son nuevas, quizás una de las mejor logradas sea The wrong man (El Hombre equivocado, 1956), sin embargo el tema ha adquirido actualidad en México con la exhibición en cines del documental Presunto Culpable, pero también en Francia con un titulo homónimo apareció Presumé Coupable. Del documental mexicano mucho se ha dicho. Dirigida por Roberto Hernández y Geoffrey Smith cuenta el juicio de Antonio Zúñiga que estuvo encarcelado durante 804 días desde el 12 diciembre de 2005 sin que se pudiera probar su culpabilidad. Entre otros méritos del documental como el que los abogados (Roberto Hernández y Layda Negrete) consiguieran el permiso de las autoridades para filmar el juicio y seguir en el interior del reclusorio oriente de la Ciudad de México la vida del inculpado, destaca que las autoridades hayan cambiado la denominación acusatoria por el de “presunto inocente” a partir del 2016 y además que se puedan considerar las videograbaciones del juicio como elementos para dictar sentencias. Pero del francés, menos conocido en México bien vale la pena hacer una breve reseña. Presumé Coupable del director Vincent Garenq salió a cines el 7 de septiembre. Cuenta cómo en 2001 Allain Marécaux (Philippe Torreton) un agente judicial del

gobierno francés es detenido, junto con su esposa Edith (Noémie Lvovsky), por la policía nacional francesa por estar acusado de participar en actos de pedofilia que tenían el consentimiento de los padres (dos parejas). Además de la pareja fueron inculpados 12 personas más. Serán 23 meses los que pasará en la cárcel y su imagen pública será hecha añicos. A causa de su detención su madre morirá, su hijo mayor será recluido en una casa para jóvenes problemáticos, su esposa (también inculpada pero inexplicablemente puesta en libertad, pues sufría la misma acusación) lo dejará además de quitarle la potestad de los tres hijos, su jefe le pedirá su renuncia y por si no fuera poco se verá obligado a vender su casa. Desesperado, Allain, intentará suicidarse en dos ocasiones, la primera al saber el abandono de su mujer y la segunda cuando el juzgado lo condena a 18 meses de cárcel, a pesar de que la madre acusadora se retractará y confesará haber mentido; entre ambos intentos comenzará una huelga de hambre con el objetivo de que su caso sea reabierto y él puesto en libertad precautoria, como el resto de los acusados, lo que conseguirá ya estando a las puertas de la muerte. Una vez la madre del niño confiesa haber mentido e inculpado a las personas por motivos que van desde la venganza personal hasta la presión ejercida por del juez de ins-

trucción, Burgaud, para que señalará a más posibles violadores, el peso del error del sistema judicial recae en dicho juez, quien llevado al tribunal se defiende explicando su método inquisidor para hacer confesar a los indiciados. Basado en los señalamientos de la madre y del niño, bajo la premisa de que “los niños nunca mienten”, el juez había comenzado a instigar oralmente a los acusados y a sus familias para arrancar la confesión de su culpabilidad. Sin embargo, el juez carecía de toda prueba, incluso de aquélla que demostrara siquiera la presencia de éstos en los lugares de las violaciones, huelga decir que Marécaux ni siquiera conocía a la familia acusadora. Es claro que hay diferencias entre ambos videos tanto que uno es documental y el otro es una dramatización con actores profesionales sobre un hecho real, pero el fondo del asunto es similar, demostrar la inocencia de alguien que es un presunto culpable para el sistema judicial, y no al contrario. El año 2011 ha sido complicado para las relaciones diplomáticas entre Francia y México llegando al grado de anular el año de México en el país galo cuando ya estaba la organización y la inversión tanto de empresas privadas como del gobierno, a causa del caso Florence Cassez que puso en tela de juicio a nivel mundial la limpieza y eficiencia del sistema judicial mexicano. En Francia las ma-

nifestaciones y artículos de prensa así como la opinión popular era cosa cotidiana y decían, palabras más palabras menos, que la corrupción probada del gobierno no podía condenar a una persona a 60 años de prisión, pena que en su país no existe. En México sucedió otro tanto, medios de comunicación no dudaron en exponer las deficiencias de un sistema que parece más amenazar la tranquilidad de la gente que asegurar la seguridad. La opinión popular no se cansaba vapulear al gobierno y su histórico sistema judicial. Todos colocaban a México en el peor de los escenarios mundiales muy lejos de los países del primer mundo, tal es Francia. Y es precisamente en respuesta a esto que nace este breve comentario sobre ambas películas. No se trata de disculpar y justificar con “que mal de todos consuelo de tontos”, sino simplemente invitar a la reflexión de que ni México es todo imperfecto y corrupción, ni que los llamados países del primer mundo viven en la ideal democracia. Los formadores de opinión deberían tener más cuidado en sus aseveraciones y sobre todo cuando éstas parten de afirmaciones comparativas. Francia es más que la Torre Eiffel, los Campos Elíseos y el museo de Louvre. Y México es más que narcotráfico y corrupción. * Doctorante por la UJI (Castellón de la Plana) y la UFC (Besancon).


CICLO: PEDRO ALMODÓVAR EN SU DÍA

Viernes 14 20:00 hrs. VOLVER Dir. Pedro Almodóvar. España/2006.

PELÍCULAS INVITADAS

Sábado 15

CLOSE – ACT THEATRE PI LEAU HOLANDA Plaza de Armas 20:30 Horas

Domingo 16

GUÍA NOCTURNA UN QUIJOTE SIN MANCHA ZACATECAS Plaza Bicentenario 17:00 Horas “TORRENA” DANZA & TEATRO RESTROSPECTIVA MUSICAL ZACATECAS Plaza Miguel Auza 17:00 Horas TEATRO EN MOVIMIENTO VIKINGOS ZACATECAS Itinerante LUNA MORENA ZAIKOCIRCO JALISCO Plazuela Goitia 19:00 Horas CLOSE – ACT THEATRE PI LEAU HOLANDA Plaza de Armas 20:30 Horas

Lunes 17

TEATRO EN MOVIMIENTO VIKINGOS ZACATECAS Itinerante LUNA MORENA ZAIKOCIRCO JALISCO Plazuela Goitia 19:00 Horas “TORRENA” DANZA & TEATRO ZACATECAS Plaza Bicentenario 19:00 Horas LES PARFAITS INCONNUS CIRCO, DELIRIO Y ROCK&ROLL CANADÁ Plaza Miguel Auza 20:30

Martes 18

MÁSCARA ENTRE SOMBRAS HISTORIAS DEL ARRABAL MÉXICO, DF Itinerante

FLOTANTES I.Z.C. DE BARBAS Y FALDAS LARGAS ZACATECAS Plaza Bicentenario 17:00 Horas TALLER DE TEATRO ESCOLAR INBA LA MÁQUINA DE ESQUILO MÉXICO, DF Plazuela Goitia 19:00 Horas LES PARFAITS INCONNUS CIRCO, DELIRIO Y ROCK&ROLL CANADÁ Plaza Miguel Auza 20:30 Horas

Miércoles 19

MÁSCARA ENTRE SOMBRAS HISTORIAS DEL ARRABAL MÉXICO, DF Itinerante FLOTANTES I.Z.C. DE BARBA Y FALDAS LARGAS ZACATECAS Plaza Bicentenario 17:00 Horas TALLER DE TEATRO ESCOLAR INBA LA MÁQUINA DE ESQUILO MÉXICO, DF Plazuela Goitia 19:00 Horas AZIZ GUAL HUMOR EN CUBOS MÉXICO, DF Plaza Miguel Auza 20:30 Horas

Jueves 20

GUÍA NOCTURNA UN QUIJOTE SIN MANCHA ZACATECAS Plaza Bicentenario 17:00 Horas REHILETE AZUL TITIRESCOPIO ZACATECAS Itinerante LEYENDAS DE ZACATECAS ZACATECAS Itinerante CONCIERTO BANDA SINFÓNICA DEL ESTADO DE ZACATECAS ZACATECAS Plazuela Goitia 19:00 Horas AZIZ GUAL HUMOR EN CUBOS MÉXICO, DF Plaza Miguel Auza 20:30 Horas

Viernes 21 LOS COSMICÓMICOS COLMILLOS DEL OESTE ZACATECAS Plaza Bicentenario 17:00 Horas

Miércoles 12 / 20:00 hrs. CABEZA DE VACA Dir. Nicolás Echevarría. México/España/ Estados Unidos/Gran Bretaña / 1990.

CICLO: SÁBADOS CON HAYAO MIYAZAKI REHILETE AZUL TITIRESCOPIO ZACATECAS Itinerante LA CIÉNEGA TEATRO TEO HIPNOS ZACATECAS Plazuela Goitia 18:00 Horas

Sábado 15 / 18:00 hrs. EL CASTILLO EN EL CIELO. Dir. Hayao Miyazaki. Japón/1986.

CICLO: HOMENAJE KRZYSZTOF KIESLOWSK Jueves 13 / 20:00 hrs. DECÁLOGO. Cap. 3 y 4

LES PIÉTONS RUE DE L´ATTRIBUT FRANCIA Plaza Miguel Auza 19:00 Horas LEYENDAS DE ZACATECAS ZACATECAS Itinerante ANTAGON THEATERAKTION GINKGO ALEMANIA Plaza de Armas 20:30 Horas.

Dir. Krzysztof Kieslowski. Polonia /1988. Capítulo 3: Santificarás las fiestas Capítulo 4: Honrar a tu padre y a tu madre

Sábado 15 / 20:00 hrs. DECÁLOGO. Cap. 5 y 6

Dir. Krzysztof Kieslowski. Polonia /1988. Capítulo 5: No matarás Capítulo 6: No fornicar

*SEMANA DEL MIGRANTE Lunes 10 / 18:00 hrs. LA BAMBA Dir. Luis Valdez. EEUU/1986.

Sábado 22

LOS COSMICÓMICOS COLMILLOS DEL OESTE ZACATECAS Plaza Bicentenario 17:00 Horas

20:00 hrs. INAUGURACIÓN de exposición Permanencia lunes 24 de octubre

REHILETE AZUL TITIRESCOPIO ZACATECAS Itinerante

Martes 11 / 18:00 hrs. LAS MUJERES VERDADERAS TIENEN CURVAS Dir. Cardoso. EEUU/2002.

LA CIÉNGA TEATRO TEO HIPNOS ZACATECAS Plazuela Goitia 18:00 Horas LES PIETONS RUE DE L´ATTRIBUT FRANCIA Plaza Miguel Auza 19:00 Horas

Miércoles 12 / 18:00 hrs. NOVIA SIRIA Dir. Eran Riklis. Francia-Alemania- Israel/ 2004.

Jueves 13 / 18:00 hrs. ZOOT SUIT

LEYENDAS DE ZACATECAS ZACATECAS Itinerante CLAUSURA ANTAGO THEATERAKTION GINKGO ALEMANIA Plaza de Armas 20:30 Horas

Dir. Luis Valdez. EEUU/1981.

Viernes 14 / 18:00 hrs. NACIDO EN EL ESTE DE LOS ÁNGELES Dir. Cheech Marin. EEUU/ 1987.

*CICLO: ASESINOS Y LOCOS Domingo 16 / 18:00 hrs. LA PIANISTA Dir. Michael Haneke. Austria-Francia/2001.


Retornos Por Antonio Villarreal

Las migraciones en México no sólo son de mexicanos hacia el extranjero; también ocurren de extranjeros hacia nuestro país, entre las migraciones masivas más recordadas está la ocurrida durante la guerra civil española, cuando llegaron a nuestro país grandes intelectuales que enriquecieron la vida intelectual mexicana, entre ellos el gran cineasta Luis Buñuel. En la película Luz Silenciosa de Carlos Reygadas se nos muestra un panorama de la comunidad Menonita, la que arribó entre 1920 y 1930 y se estableció en el norte de nuestro Estado. En el Porfiriato llegaron las comunidades Chinas a trabajar en el tendido de las vías férreas, el relato de esta historia se cuenta en las películas de Jackie Chan. Existe además, como en todo el mundo luego de la diáspora, una gran comunidad judía, y en el cine mexicano sus integrantes fueron retratados por Alejandro Springall en Morirse está en Hebreo. La vida de las comunidades extranjeras en Mexico es el tema con el que continuamos con nuestro ciclo Migrantes en el Cineclub Universitario durante esta segunda semana de octubre, no proyectaremos las cintas mencionadas anteriormente, sino tres películas de humor para quitarnos el mal sabor de boca que queda después de que en la primer semana del ciclo conocimos de las tragedias que sufren nuestros compatriotas al cruzar la frontera con EUA.

Lunes 10, 18:00 hrs. El viaje de la Nonna (2007) Dir. Sebastián Silv

Miércoles 12, 18:00 hrs. El Rediezcubrimiento de México (1997) Dir. Fernando Corté

Viernes 14, 18:00 hrs. De ida y vuelta (2000) Dir. Salvador Aguirre

A la Nonna, abuela de los Todaro, se le olvida todo. Todo menos que quiere ir a la tierra de su amado y difunto marido, Italia, con toda su familia, antes de que también se le olvide que tiene familia. Acorralados por la insistencia de la Nonna y queriendo darle un último gusto, la familia decide concederle su añorado viaje. Así pues, todos se embarcan en una aventura en búsqueda de imágenes para la memoria de la abuela; en un viaje lleno de enredos y sorpresas inherentes a la situación, pero, sobre todo, de amor.

Seferino, un asturiano de veinticinco años, se despide de sus padres y de su novia Asun, a los que deja en Pola de Somalo para marchar a México. Su intención es hacer las Américas trabajando con Victorino, hermano de su padre, que tiene una tienda de ultramarinos en el país azteca. Rápidamente el tío le enseña a hacer negocio; un kilo tiene que pesar novecientos gramos. En cambio su tía y su primo Tomás le desprecian. Cuando el tío muere le echan del negocio y tiene que vender libros por todo el país. Así es como conoce a Melitón, del que se hace amigo, y a Lupita, de la que se enamora y con la que se casa. Pasan los años y es dueño de una editorial en Puebla. Al reanudarse las relaciones entre España y México su mujer le anima a volver.

Después de pasar tres años trabajando en los Estados Unidos, Filiberto regresa a su pueblo en México, creyendo que allí encontrará el reconocimiento que le ha sido negado. La realidad es otra muy distinta. En su pueblo, Filiberto no sólo encontrará violencia, traición y desamor, sino que estará a punto de perder su identidad.

Por Ester Cárdenas He pasado más de la mitad de mi vida viendo películas de Woody Allen, entre ellas una docena más que memorables: Annie Hall, Interiores, Manhattan, La rosa púrpura del Cairo, Hanna y sus hermanas, Días de radio (maravillosa), Crímenes y pecados, Maridos y esposas, Poderosa Afrodita, Match Point, Conocerás al hombre de tu sueños y hace unos cuantos días Media noche en París. Debo confesar que antes de ver la película estaba de bastante mal humor, habían pasado quince minutos y aún no apagaban la luz, luego tuve que sufrir no sé cuántos anuncios, entre ellos, uno horripilante del verde ecologista, que me hizo preguntarme por qué tenía que pagar más de un salario mínimo para sufrir esos bodrios. Finalmente inició la cinta y ya de entrada escuchar la música de Cole Porter y ver esas hermosas panorámicas de París esfumó mi enojo. No cabe duda, Woody Allen es un fiel testigo de su época, que ahonda, película, tras película, en la conciencia humana y nos muestra con simpatía las terribles contradicciones en que vulgarmente vamos cayendo a lo largo de nuestra vida.

Inflexiblemente nos ataca con la sonrisa en la boca, escarbando en nuestras miserias cotidianas, hasta llegar a un callejón sin salida (Crímenes y pecados) o aplastando en agresividad la violencia contenida (Maridos y esposas). Pocas veces lo sentiremos cruel, consigo mismo o con los demás, porque su ternura está cerca del corazón. Una de mis cintas favoritas es Poderos Afrodita, es tan divertida como Annie Hall, Manhattan, Conocerás al hombre de tus sueños y Media noche en París. Es sencilla, emocionante y enternecedora. Los escasos instantes de tristeza, que son más bien interiores, están resueltos con amabilidad y siempre próximos a la sonrisa. Se le puede mirar sin abstracciones, como un puro divertimento, y cualquier persona con un poco de sensibilidad la encontrará adorable y al igual que Media noche en París es tan bonita y está tan bien contada que produce admiración. Amigos lectores, no lo piensen dos veces y corran a buscar las cintas de Woody Allen. En estos tiempos purpúreos y violentos no me cabe la menor duda de que François Truffaut tenía razón: El cine es mejor que la vida.

Y en ciencia ficción Rusa: Jueves 13, 18:00 hrs Un Visitante en el Museo (1989) Dir. Konstantin Lopushansky


Dos historias de biblioteca

Lo que yo quiero

Por Eduardo Campech Miranda

Por Pilar Alba

Mauricio Magdaleno fue un escritor y guionista cinematográfico zacatecano. Murió en 1986 a la edad de 80 años. También en 1986 se inauguraba la Biblioteca Pública Central Estatal, la cual lleva el nombre del ensayista y narrador. Veinte años después, Antonio Torres, entonces director de dicha biblioteca, preguntaba al personal que ahí laboraba ¿quién fue Mauricio Magdaleno? Arturo, conductor de transporte colectivo por la mañana y bibliotecario por la tarde, fue el primero en responder: -Pues el que mandó construir la biblioteca.

Arturo y Juan Manuel, bibliotecarios zacatecanos, discutían animadamente en la terraza del edificio que alberga la Biblioteca Pública Central Estatal “Mauricio Magdaleno”, en Zacatecas, Zac., México. Al verme cerca, Arturo me llamó con la finalidad de desenmarañar la conversación. - ¿Qué significa “osóculo”?- Me disparó Arturo en cuanto me integré.

- Esa palabra no existe- respondí tajante. - ¡No, no, sí existe! -insistía- Dile a este wey qué es “osóculo”… La negación de uno y la afirmación del otro no hacían sino divertir a Juan Manuel. Harto del debate estéril, me aventuré a enunciar una definición alegórica e irreverente: - “Osóculo” -dije- sustantivo, masculino. Dícese de la parte anatómica por donde defeca el oso. Triunfante, Arturo nos miró a Juan Manuel y a mí, con esa arrogancia que nos gritaba ¡ignorantes!, y secundó su gestualidad con la explicación ilustradora: - Lo leí en un poema. “Osóculo” quiere decir beso. Impresionado, sólo atiné a responder: - Beso es ósculo, no “osóculo”. - ¡Ah, sí, sí, así era! Concluyó Arturo y los tres liberamos una sonora carcajada.

Emerick Rodríguez Rentería

Yo lo que quiero es coger, sí, coger con usted; así nomás, porque sí, como si nada, como quién no quiere la cosa. Coger sin nada más, sin “quieres ser mi novia”, sin “déjame pensarlo”, sin esperar meses o años. Ni ramos de flores o chocolates, sin enormes y patéticos osos de peluche que van a parar al frente, para adornar, del camión de la basura. Así, coger, sin pudor y sin recato. Sintiendo los cuerpos, el calor, el tacto. Sin ritos civiles ni religiosos, sin orquesta ni motivos en blanco. Pasar la noche cogiendo, una hora o nomás un rato; sentir que la cama se hace grande enorme y que aquí nadie, ni Dios, podrá molestarnos. Coger sin promesas de para

siempre, sin lágrimas de impotencia, sin palabras de despedida. Coger, conocernos en el cuerpo, sin contratos ni apellidos, sin embarazos ni descendencias, sin pensión alimenticia, sin odios ni juzgados. Coger, “sentir bonito”, “morir chiquito”, “tocar el cielo”, “como un columpio”… arriba, abajo, por un lado por el otro. Sin miedos ni preservativo, sin pastillas al día siguiente. Sin consciencias ni culpas. Coger con la embriaguez de la pasión, con el ardor del deseo, coger sin nada más, aunque no nos volvamos a ver, aunque no sepamos después dónde volver a encontrarnos. Aunque no me acuerde ni cuál es su nombre.

nifiestan en las calles. Envidio esa enjundia, aunque sean masa anónima. Uta, ¿yo tendré una misión en la vida? PD. Steve Jobs murió. Viernes 7. No sé quién es el premio Nóbel de Literatura. Tampoco he leído algo de él. Las clases en la licenciatura no dejan de entusiasmarme. Miré a Javier & Cía.… Hablé con el profe Marco. Fui donde su “famosa” casa azul (qué hermosa terraza; es en la colonia África). El ensayo semestral será acerca del papel de la imprenta local en el proceso de construcción del Estado federal. Hasta donde voy, supongo que su instalación y funcio-

namiento no cambió el paradigma ilustrado de la cultura letrada impresa, pero sí contribuyó en las maneras públicas de leer. La imprenta ayudó a que unos, los pocos, monopolizaran y ejercieran el poder. En oposición, los lectores-escuchas adquirieron nuevas categorías que les ayudaron para interactuar con los emisores. Lo hicieron negociando con papeles en mano y mente… Tanto se socializó con los periódicos, que se obligó a exhibir las lecturas íntimas. Domingo 9. Está frente a mí. ¡Lee Las cuitas del joven Werther! [J. W. Goethe]…

Por Mateo Estrada Gaviria Lunes 3. Todo el día he tomado agua. Me siento invadido de alcohol. Martes 4. No habla. No mensajea. No viene… ¿me querrá? Miércoles 5. Nada. Esperaré, contra esperanza, seguiré esperando. Entregué el tercer reporte de lectura. Es sobre el impacto de las nuevas tecnologías en la cultura letrada de Zacatecas, en el siglo XIX. La doctora [Mariana] Terán me devolvió el segundo reporte; le hizo “hartas” observaciones y debo rehacerlo. En la tarde, una señora vino a pedir limosna para “la reliquia de San Juditas”. Creo que el acto de “posible” humillación, de ir casa por casa, solicitando cooperación, no le

retira dignidad. Hace lo que cree con convicción-devoción-fe. Luego, un vendedor de tamales tocó la puerta como lo hace él. No compré. Jueves 6. Anoche llegó. Vino ebrio. Durmió en el sillón negro, el de la mesa de trabajo. En la mañana lo hicimos XXX. Yo se lo pedí. Dormimos hasta las doce. Le dije que comprendo su situación (bi, closet); que sé cuál es mi lugar en esta relación. Sin rodeos le dije: “te amo” y por mí podemos seguir así… “La verdad, no espero otra historia…” En Chile, Grecia y USA, los indignados y los estudiantes se ma-


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