GLAS (interior, páginas sueltas)

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La otra — deja caer el resto. Corriendo el riesgo de volver a lo mismo. Tumba — dos veces las columnas, las trombas — queda resto.

Dos pasajes muy determinados, parciales, particulares, dos ejemplos. Pero el ejemplo quizá se burle de la esencia. Primer pasaje: la religión de las flores. En la Fenomenología del espíritu, el desarrollo de la religión natural tiene como siempre la forma de un silogismo: el momento mediato, «la planta y el animal», conlleva una religión de las flores. Esta ni siquiera es un momento, una parada. Se agota casi en un pasar (Übergehen), un movimiento evanescente, el efluvio que flota sobre una procesión, el paso de la inocencia a la culpabilidad. La religión de las flores sería inocente; la religión de los animales, culpable. No queda resto de la religión de las flores (el ejemplo fáctico vendría de África, pero sobre todo de la India), o apenas; procede a su propia culpabilización, a su propia animalización, al devenir culpable y, por tanto, serio, de la inocencia.Y esto en la medida en que lo mismo, el sí mismo (Selbst) no tiene lugar ahí todavía, no se da, todavía, sino (en) su representación (Vor«Die Unschuld der Blumenreligion, die nur stellung). «La inocencia de la reselbstlose Vorstellung des Selbsts ist, geht ligión de las flores, que no es sino in den Ernst des kämpfenden Lebens, in la representación de sí mismo sin die Schuld der Tierreligion, die Ruhe und el sí mismo, pasa a la seriedad de Ohnmacht der anschauenden Individualität la vida agonística, a la culpa de la in das zerstörende Fürsichsein über». religión de los animales; la quietud y la impotencia de la individualidad contemplativa se convierten en el destructivo ser-para-sí». mirar siempre de soslayo hacia la India para seguir este pasaje enigmático, que pasa muy mal, entre el Extremo Occidente y el Extremo Oriente. La India, ni Europa ni China. Especie de cuello de botella histórico. Angosto como Gibraltar, «roca estéril y dispendiosa», columnas de Hércules, cuya historia pertenece a la ruta de las Indias. En este estrecho un poco bizco y traicionero, el panorama este-oeste-euroafricano se encoge infinitamente. (Ni) punto de devenir. La punta rocosa ha cambiado a menudo de nombre, no obstante. El promontorio se ha llamado Mons Calpe, Nuestra Señora del Peñón, Djebel Tarik (Gibraltar)

Quizás el caso (Fall) de la rúbrica. Si Fall marca el caso, la caída, la decadencia, la quiebra o la rendija, Falle es igual a trampa, trampilla, lazo, la máquina que nos agarra por el cuello.

Segundo pasaje: la columna fálica de la India. La Estética describe su forma en el capítulo de la Arquitectura independiente o simbólica. Esta columna se habría propagado hacia Frigia, Siria, Grecia donde, en el transcurso de las fiestas dionisíacas, según Heródoto citado por Hegel, las mujeres tiraban del hilo de un falo que entonces se erguía en el aire, «casi tan grande como el resto del cuerpo». En el origen, pues, las columnas fálicas de la India, enormes formaciones, pilares, torres, más anchas por abajo que

La rúbrica tumba.

El resto es indecible, o casi: no en virtud de una aproximación empírica sino rigurosamente indecidible. 8

«Catacresis, s.f. 1. Tropo por el cual una palabra desviada de su sentido propio es aceptada en el lenguaje corriente para designar otra cosa que tiene cierta analogía con el objeto que expresaba en un primer momento; por ejemplo, una lengua, porque la lengua es el órgano principal del habla articulada, un cristal [...] una hoja de papel. [...] También se da una catacresis cuando se dice: herrado en plata, cabalgar sobre un palo. [...] 2. Término musical. Disonancia fuerte e inusitada. E. Кατάχρησις, abuso, de κατὰ, contra y de χρῆσις, uso.

Catafalco, s.m. Tarima elevada a título honorífico en medio de una iglesia con el fin de recibir el féretro o la efigie de un muerto. [...] E. ital. catafalco; bajo lat. catafaltus, cadafaldus, cadaffalle, cadapallus, cadaphallus, chafallus. Según Du Cange, cata viene del bajo latín catus, máquina de guerra llamada gato por el animal. Y, según Diez, de catare, ver, mirar. Por lo demás, finalmente, ambas etimologías confluyen dado que catus, gato, y catare, mirar, tienen la misma raíz. Queda falco que, si se tienen en cuenta las variantes del bajo latín en donde aparece la p, no puede ser sino el término germánico balk (véase balcón). Catafalco es la misma palabra que cadalso (véase dicha palabra).

Cataglotismo, s.m. Término de la literatura antigua. Empleo de palabras rebuscadas. E. Кαταγλωττισμός, de κατὰ, que indica rebuscamiento, y γλῶσσα, palabra, lengua (véase glosa)». Littré. Los ALC suenan, restallan, estallan, se reflejan y se revuelven en todos los sentidos, cuentan y se descuentan, abriendo –aquí– en la piedra de


Entre las palabras, en- cada columna una suerte de mirillas incrustadas, aspilleras, celosías, tronetre la palabra misma que ras para no permitir ser apresados en el se divide en dos (nombre y coloso, tatuajes en la arrugada piel de un cuerpo fálico que jamás es legible a verbo, cadencia o erección, menos que se empalme, leyendas asimismo para las piedras del Balcón o del agujero y piedra) introdu- burdel. Irma declara al jefe de policía cir la finísima varilla –ape- que su «imagen aún no es digna de las liturgias del burdel». Él protesta: «Mi nas visible–, lo insensible de imagen crece cada vez más, te lo aseguro. Se torna colosal [Como el “falo una fría palanca, de un es- gigante”, el “rabo de talla” cuya forma, calpelo o de un estilo con el más adelante, se le aconsejará adoptar al jefe de policía]. En cada tabique has fin de exasperar y de echar disimulado unas mirillas. Cada muro, cada espejo está trucado [...] No seré por tierra seguidamente yo quien te enseñe que los juegos del enormes discursos que ter- burdel son ante todo juegos de espejos...». Si has logrado, lector, recorrer minan siempre, aunque lo esta columna, volverás a El balcón para leer en él («El enviado: Lo que cuenta nieguen más o menos, por es la lectura o la Imagen. La Historia atribuir un derecho de au- fue vivida con el fin de que se escriba y luego se lea una página gloriosa». tor: «eso me corresponde», Más adelante, Roger retoma la frase y añade: «Lo que cuenta es la lectura» [...] la rúbrica es mía. Carmen: «La verdad: que estás muerto Lo que la firma pone en o, más bien, que no cesas de morir y que tu imagen, al igual que tu nombre, juego –¿tiene lugar?, ¿dón- reverbera hasta el infinito») a través de las «piedras» que «dicen», que «tude?, ¿cómo?, ¿por qué?, ¿pa- tean» la muerte de pie, el burdel, el ra quién?–; de esto se habla- sonido de las campanas, la apoteosis, la tumba como pedestal, el mausoleo, rá, prácticamente, de paso: el cuello del prelado, el despeñarse de la Inmaculada Concepción, etc., las preliminar indispensable letras y las marchas «gloriosas». Esta para la explicación de la es la primera y la última vez que, para que te sirva de ejemplo, estás avisado formalidad (por ejemplo y preso de este texto, de lo que aquí claquetea — y descompone el cadáver «literaria») con todos los de la palabra (balc, talc, alga, eclosión, enérgicos jueces que la in- glaciar, etc.) en todos los sentidos. Tendrás que hacer solo el resto del trabajo terrogan desde unas instan- y acusarte a tí mismo, como este, como el que escribe, en tu lengua. Al menos. cias aparentemente extrín- «Quizá lo que yo quería era acusarme secas (cuestión del sujeto en mi lengua». Asimismo, tendrás que sacar partido, como un organista, de –biográfico, histórico, eco- la palabra «lengua» nómico, político, etc.– clasificado). En lo que respecta a la textualidad general,

por arriba. Ahora bien, en el punto de partida –pero un punto de partida no deja ya de separarse de sí mismo– esallí, tras lo absoluto de un no tas columnas estaban intactas, sin encentar, dejar ya de, ¿qué hay? lisas. Y solo más tarde (erst später) se practicaron en ellas, en su flanco, por así decirlo, muescas, excavaciones, aberturas (Öffnungen und Aushöhlungen). Estos ahuecamientos, estos agujeros, estas marcas laterales en profundidad habrían sobrevenido, por así decirlo, a unas columnas fálicas, en principio no horadadas o aparentemente no horadables. En ellas se colocaban, se anidaban, se insertaban, se encastraban, se hundían, se tatuaban imágenes de dioses (Götterbilder). Estas pequeñas cavernas o bolsillos laterales en el flanco del falo anunciaban los pequeños templos portátiles y herméticos de los griegos, al igual que encentaban el modelo de la pagoda, que aún no es del todo una vivienda y que se distingue por la separación entre la cáscara y el núcleo (Schale und Kern). Medio apenas determinable entre la columna y la casa, la escultura «Hauptsächlich in Indien nun gingen von dieser Art der Verehrung der Zeugungskraft in der Form der Zeugungsglieder auch Bauwerke in dieser Gestalt und Bedeutung aus; ungeheure säulenartige Gebilde, aus Stein, wie Türme massiv aufgerichtet, unten breiter als oben. Sie waren ursprünglich für sich selber Zweck, Gegenstände der Verehrung, und erst später fing man an, Öffnungen und Aushöhlungen darin zu machen und Götterbilder hineinzustellen, was sich noch in den griechischen Hermen portativen Tempelhäuschen, erhalten hat. Den Ausganspunkt aber bilden in Indien die unausgehölten Phallussäulen, die sich später erst in Schale und Kern teilten und zu Pagoden wurden». Correspondencias: el momento que sigue inmediatamente tanto a la religión de las flores como a las columnas fálicas, relevándolas de inmediato en cierto modo, es el Memnón, la colosal estatua resonante (kolossale Klangstatue) que produce un Klang bajo la incidencia de los rayos solares. El Klang anuncia el fin de la religión de las flores y de las columnas fálicas, pero todavía no es una voz o un lenguaje. Esta luz vibrante, sonora, que resuena como sobre una campana de piedra, deja ya de estar muda, pero no habla todavía (nur Klang und nicht Sprache). Se pueden verificar las correspondencias estructurales entre todas las descripciones del Klang en la Estética, la Fenomenología del espíritu, la Filosofía de la naturaleza, etc.

y la arquitectura. Ahí, por tanto, no hay quien viva. Sea lo que fuere, vivo o muerto. No es ni una casa ni una sepultura. Uno se pregunta quién contempla una estructura así, quién puede hacerlo. Y cómo pueden un altar, un hábitat o un monumento funerario, un urbanismo o un mausoleo, la familia y el Estado, encontrar ahí sus orígenes. Pongamos –tirando los dados– que yo no deje ya de escoger estos

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La flor eclosiona, consuma, consagra el fenómeno de la muerte en un momento de «Trance, s.m. Gran aprensión de un mal que se consitrance. El trance es esa suerte de dera próximo (...) E. Wallon, límite (trance/partición), de caso transs, clamor que se toca por la muerte; españ. y único, de experiencia singular en portug., trance, hora de la muerte, momento decidonde nada acontece, en donde lo sivo; ital. transito, paso de que surge se desmorona «al mismo la vida a la muerte; del lat. transitus, paso. En francés, tiempo», en donde no se puede transe, que ha querido decir todo tipo de emoción fuerte zanjar entre el más y el menos. La y penosa, viene de transir flor, el trance: el simul de la erec- (véase esta palabra)». Littré ción y de la castración. En donde uno se empalma y venda para nada, en donde no se empalma ni venda nada, en donde esa nada «se empalma y venda». No es que la nada sea. Quizá se puede decir que hay la nada (que se empalma y venda). Mejor aún, que no hay, que ahí se empalma y se venda (régimen impersonal) en un pasado que nunca fue presente (la firma –no deja ya de hacerlo– lo negó siempre): se empalmó y se vendó (régimen

dispersión de la materia en la exterioridad, hay que reconocer en ellas una tendencia, un esfuerzo tendente hacia la unidad y la reunión de sí. Como tendencia hacia el centro y la unidad, la materia solo es, por consiguiente, lo opuesto al espíritu en cuanto resto que resiste a esta tendencia, en cuanto que se opone a su propia tendencia. Pero para oponerse a su propia tendencia, a ella misma como materia, es preciso que sea espíritu. Y si cede a su tendencia, sigue siendo espíritu. Es espíritu en todos los casos: solo tiene esencia espiritual. No hay esencia que no sea espiritual. Por consiguiente, la materia es pesantez en cuanto búsqueda del centro; dispersión, en cuanto búsqueda de la unidad. Su esencia es su no-esencia: si responde a ella, alcanza el centro y la unidad, deja de ser materia y comienza a tornarse espíritu, porque el no podemos intentar desplazar espíritu es centro, unidad ligada a sí, enesta necesidad si no es pen- rollada cabe sí y en torno a sí. Y si no alsando –pero, ¿qué significa pensar?– el resto fuera del ho- canza su esencia, resta (materia), pero ya rizonte de la esencia, fuera del no tiene esencia: no resta (lo que ella es). pensamiento del ser. El resto «Uno de los conocimientos que aporta no estea — como traducimos ayudándonos de una muleta, la filosofía especulativa es que la libertad de un ersatz o de una prótesis es la única verdad del espíritu. La materia (west nicht). (Materie) es pesada en la medida en que Aun así habría que franquear el paso (no) dialéctico existe en ella un impulso (Trieb) hacia el centro [el medio: Mittelpunkt]. Es esencialmente compleja [zusammengesetzt, reunida] y está constituida por partes separadas que tienden (streben), todas ellas, hacia un centro (Mittelpunkt). No hay, por tanto, unidad en la materia. Esta es una yuxtaposición (Aussereinanse confirma aquí la afinidad esencial –y no der) de elementos y busca (sucht) solo figurativa– entre el movimiento de relevo su unidad; busca, pues, su contra(Aufhebung) y el cultivar en general: elevación, elevamiento, cría. Ascensión aérea del rio (Gegenteil) y se esfuerza por concepto. El Begriff apresa y arrastra hacia relevarse ella misma (sich selbst lo alto, opone su fuerza a todo lo que tumba. aufzuheben). Si lo lograra no seEs necesariamente victorioso. La victoria no le cae en suerte, es él el que gana. De ahí ría ya materia; habría sucumbido su carácter imperial. Vence a la materia, la como tal (untergangen als solche). cual no puede plantarle cara si no es rele- Tiende hacia la idealidad, pues vándose ella misma, negándose al elevarse hacia el espíritu. Vence también a la muerte: en la unidad es ideal. El espíritu, erigiendo hasta (en) la tumba. La sepultura por el contrario, tiene justamente se eleva. No nos aproximemos demasiado su centro en sí mismo; también deprisa a la sepultura de Hegel, con la cual tendremos que habérnoslas más adelante él tiende (strebt) hacia el centro –aunque él mismo es ese centro–. No tiene su unidad fuera de él, sino que la encuentra dentro de sí.

bander (empalmarse, vendar) es siempre apretar, ceñir (bandé: ceñido), tensar, con una venda, una faja, una cuerda en un lazo (liana, hiedra o correa). «Bande. sf. [...] E. Wallon, baine; namurés, bainde; rouchi (dialecto del Henao francés), béne; provenz. e ital. benda; español, venda; del ant. alto alem. binda; alem. mod., binden, ligar; sánscrito, bandh, ligar. Compárese el gaélico bann, una banda, un lazo». Más arriba: «Ellas alimentan a sus hijos sin arroparlos, sin liarlos en las fajas ni en los pañales», Amyot. Littré, cuyo artículo es preciso leer entero para tomar nota al menos de que las bandas son, en términos de imprenta, unas «piezas de hierro sujetas a ambas lenguas que están en el medio del lecho de la prensa, sobre las cuales rueda el tren». Doble contra sentido, al menos, de la palabra bandé. Qué significa p(r)ensar

impersonal) igual a ligó. Cerradura. Cierta nada, cierto vacío, pues, erige. 30


Las campanas se desbocaron hace un momento.

Está dentro de sí y permanece cabe sí (bei sich). La materia tiene su sustancia fuera de ella; el espíritu, por el contrario, es el ser-cabe-sí (das Beisichselbstsein), siendo en esto en lo que consiste la libertad, pues si yo soy dependiente, estoy en relación con otra cosa que no soy yo, y no puedo existir sin esta otra cosa. Soy libre cuando soy cabe mí mismo (bei mir selbst bin)». Por tanto: el espíritu es. Solo. Su contrario, la materia, solo es en cuanto que no es lo que es, en cuanto que, para ser lo que es (pesantez que tumba y tendencia de la dispersión a la unidad), se convierte en lo que no es: espíritu. El espíritu es. Solo. Ser es ser cabe sí. La pesantez y la dispersión, esencia de la materia, no podrían calificar una esencia. La materia no tiene esencia, su esencia es su contrario, su esencia es no tener esencia. La dispersión, como la pesantez (la no-unidad y la no-idealidad), no tiene esencia. Por tanto, no es. El ser es idea. Por tanto: al ser, la materia no-habrá-dejado-ya-de-convertirse en espíritu. Y como no habrá sido el Geist, por tanto, no puede sino repetirse, repetir su propio aliento, aspirarse/expirarse nada antes de convertirse en espíél mismo. Como efluvio o sublimado, la ritu, es el espíritu el que siempre se repetición de un aliento se mantiene por habrá precedido o acompañado él encima de lo que tumba, de la materia. Semejante repetición despliega la infinita li- mismo hasta el final de la procebertad de una autoafección. Entre sí mismo sión. La materia se precede o resta y sí mismo, en el ser cabe sí, ¿qué puede (primera o última) solo como esimpedir repetir al espíritu? Se pueden ligar las manos y cortar la lengua, se pueden píritu: elevando o erigiendo lo que limitar todas las posibilidades de acción y tumba. autoafección. ¿Cómo se le podría impedir ¿Qué relación hay entre este al Geist repetir? Esta operación, que no se ser-cabe-sí (otra forma de decir podría decidir si es interior o exterior, espontánea o accidental, es el último refugio el ser) y la familia? del espíritu –su ironía suprema– contra toCuando se dice que el espíritu das las constricciones represivas. Pero esta es(tá) –solo–, que tiene su prooperación apenas es nada e incluso será preciso que la materia fermente (todo esto pia esencia, su propio centro y su nos espera junto a la sepultura); pero el fer- propia unidad en sí mismo, no se mento, el calor que descompone la materia, ¿no deja ya de ser, también, el espíritu que trata de una afirmación simple y prepara una bella repetición? Para ello, en tautológica. Esta proposición es primer lugar le hace falta olvidarse especulativa en el sentido hegeliano de la palabra: enuncia la identidad dialéctica de la identidad y de la no-identidad. El ser-cabe-sí del espíritu se produce activamente a través de una negatividad sin límite. El espíritu solo se torna para-sí, cabe sí mismo, al negar activamente todo lo que limita su libertad desde el exterior. Su esencia es activa, dinámica, negativa: «Cuando el espíritu tiende (strebt) hacia su propio centro, tiende

Reconstruyamos ahora la cadena que pone en movimiento las máquinas de clamorear (podremos volver a leer, más adelante, todas sus piezas), sus anillos, sus eslabones: la erección (de la flor cortable-culpable), la ondulación de las lianas (o hiedras: aquí las correas), la lectura retórica de los lirios y del lecho (aquí el féretro recostado sobre la virgen madre), la campana desenfundada que golpea una rúbrica — y todo fluye como lechoso esperma «mediante pequeñas sacudidas continuas» (está escrito así).

Simul de goce: «¡Me acerco, con el corazón enloquecido, y no descubro nada, nada más que el vacío erguido, sensible y orgulloso como una alta digital!». E inmediatamente después del emblema embalsamador, punto de exclamación sin exclamación alguna: «No sé –dije– si las cabezas que están ahí son las de mis amigos guillotinados, pero, gracias a algunos signos fiables, he reconocido que aquellos, los del muro, son totalmente flexibles como las correas de los látigos y rígidos como cuchillos de cristal, sabios como doctores-niños y frescos como miosotas, los cuerpos escogidos para ser poseídos por almas terribles. «Los periódicos llegan mal a mi celda, y las más bellas páginas son despojadas de sus más bellas flores, esos chulos, como jardines en mayo. Grandes chulos 31


El clamor por Harcamone se desparrama esta vez entre las eglantinas y las glila eglantina: uno de los nombres vulcinas. Harcamone va a mo- gares de la ancolía que se denomina también el sello de Nuestra-Señora o rir. Se recuerda el «matorral asimismo el guante de Nuestra-Sede eglantinas» cerca del ñora. Se supuso que dicha planta había recibido su nombre latino (aquilegia, cual «cayó sobre la chiqui- aquilea) debido a que sus nectarios tenían el perfil curvo de un pico de águila lla» y acabó por degollarla o también porque tornaba la vista tan tras haberle hablado «en el aguda como la del águila (aquila). Un águila, águila blanca, águila necuello». Y la glicina que in- gra, águila de Ganímedes sobre todo, domina todo el corpus, se arroja sovade los lugares de una cru- bre él con regularidad por detrás, lo cifixión simulada. Ella –la aprieta y lo coge entre sus garras, se lo tira con el pico en el cuello. Se puede glicina– se torna el cuerpo decir una águila. crístico.

seguros de que, para Hegel al menos, no es posible ninguna ontología antes del Evangelio ni fuera de él. Además, el vínculo que se anuncia entre la cuestión de la cópula y la cuestión de la familia conlleva también esta consecuencia: si se intenta articular una problemática aparentemente «regional» (sociológica, psicológica, económico-política, lingüística) de la familia sobre una problemática ontológica, el lugar que acabamos de reconocer es insoslayable. Si el Sein no puede ser lo que es, ni establecerse, ni devenir y desplegarse, ni manifestarse sin atravesar el destino del cristianismo, es en primer lugar porque el Sein debe determinarse como subjetividad. El ser permite quizá ser recubierto y disimulado, ligado o determinado por la subjetividad (Heidegger), pero lo hace, según Hegel, para pensarse. En Cristo en primer lugar. La revolución de Jesús consistió en oponer el principio subjetivo, es decir, el principio de la libertad al sometimiento a las leyes objetivas o, de una forma más precisa, a los mandamientos objetivos. Siempre que Jesús transgrede alguno de estos mandamientos –por ejemplo, una prescripción del ritual judío–, lo hace en nombre del hombre, de la subjetividad y del corazón. Así, un día de Sabbat es el milagro de la mano: Jesús devuelve a un hombre el uso de una mano del que había sido privado: «El mismo día [de Sabbat] Jesús cura una mano seca (eine verdorrte Hand)». «De este modo el Hijo del hombre es el señor del sabbat. De allí se fue a la sinagoga. Justamente se encontraba en ella un hombre que tenía una mano seca y, para poder acusarlo, le plantearon la pregunta siguiente: “¿Es lícito curar el día del sabbat?” Mas él dijo: “¿Quién de entre vosotros que tenga una sola oveja, si cae en un pozo el día del sabbat, no irá a agarrarla y sacarla de allí? Pues, ¡cuánto más vale un hombre que una oveja! Por consiguiente, es lícito hacer el bien el día del sabbat”. Entonces le dijo al hombre: “Extiende tu mano”. La extendió, y la mano quedó tan sana como la otra. Tras lo cual, los fariseos salieron y planearon el modo de acabar con él».

Vuelo y robo sin referencia, ficción textual, puras letras en el oído o en la garganta. Águila: tatuaje en el Milagro de la rosa. Águila: quimera — asociada al unicornio, en cuanto tiene dos cabezas, en El Balcón. Águila: ausencia de contenido y de peso, elevación sublime, vuelo del ladrón que se ha tornado ligero y sueña con llamarse –un poco– Ganímedes: «Seré ligero. Ya no tendré ninguna responsabilidad. Sobre el mundo depositaré la mirada clara que el águila otorgó a Ganímedes» (Diario del ladrón). Su imperio voló — la polisemia

Tocado por la gracia bajo la mirada de un Perdoux. «De golpe fui tocado por el olor de las rosas y mis ojos se llenaron con la vista de la glicina de Mettray. Como sabemos, esta estaba al final del Gran Cuadrado, hacia el sendero, al lado de la pared del economato. He dicho que estaba enredada entre las zarzas de un rosal de rosas de té. El tronco de la glicina era enorme, estaba retorcido por el sufrimiento. Y retenido a la pared por una alambrada. Algunas ramas demasiado gruesas estaban sujetas

cuando cura la mano seca de un hombre. No es que Jesús oponga la universalidad formal de la ley o de un tú debes en sentido kantiano a la objetividad heterogénea y heterónoma de los mandamientos. En este caso, la escisión judía solo estaría desplazada e interiorizada. El tirano de fuera se convertiría en un tirano doméstico. La autonomía (kantiana) seguiría siendo aparente, tendría su verdad en una severa e implacable heteronomía. Hegel no duda de la posibilidad de la autonomía. Parodiando a Kant y La religión dentro de los límites de la mera razón, volviendo

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por una estaca en forma de horquilla. El rosal estaba atado a la pared con unos clavos herrumbrosos. Su follaje era brillante y

contra él su propia frase, desplaza la diferencia: la heteronomía profunda del tú debes kantiano haría que la diferencia entre el chamán tungús, los prelados de la Iglesia europea, el mongol o el puritano, por una parte, y el hombre del deber formal, por otra, no se diera entre la esclavitud y la libertad. Simplemente, los primeros tienen a su señor fuera de ellos, mientras que el segundo lo tiene en él, como su propia muerte, como un amor «patológico» en el sentido estricto que esta palabra tiene en Kant. La autonomía kantiana es patológica. Ahora bien, cuando Jesús predica el amor no propone leyes ni tampoco una transgresión de las leyes: re«No vayáis a creer que he ve- comienda un relevo, una Aufhebung de la nido a abolir ni la Ley ni a los Profetas. No he venido a abolir ley, de la legalidad formal de la ley. Sin emsino a cumplir. Porque en ver- bargo, la legalidad se suprime y se cumdad os digo: antes de que pa- ple de golpe: «Este espíritu de Jesús, que sen el cielo y la tierra, ni una i, ni un punto sobre la i, pasará se eleva por encima de la moralidad (über de la Ley sin que todo se haya Moralität erhaltene Geist), se muestra inmerealizado» diatamente opuesto a las leyes en el Sermón de la Montaña, que es un intento, a partir de muchos ejemplos de leyes, de despojarlas, a dichas leyes, de su legalidad (das Gesetzliche), de su forma de ley (Form von Gesetzen). No predica el respeto hacia ellas, sino que muestra lo que las cumple (erfüllt) y, sin embargo, las releva (aufhebt) como leyes y que, por consiguiente, es algo más elevado que la obediencia a las leyes, y las torna superfluas». Jesús no predica la disolución (Auflösung) de la ley, sino, por el contrario, el cumplimiento de lo que les falta (Ausfüllung des Mangelhaften der Besetze). Al elevarse por encima de la fría universalidad formal, el amor vivo describe pues el gran movimiento silogístico de la Filosofía del derecho: la moralidad objetiva (Sittlichkeit), tercer momento que comienza con la familia, y dentro de ella con el amor, surge en el relevo del derecho abstracto y de la moralidad subjetiva formal. El esquema se establece con toda rapidez: no se pueden entender los principios de la filosofía del derecho, ni recuperar la conceptualidad de los mismos, si no es en el eco de ese acontecimiento histórico-especulativo que fue el Sermón de la Montaña. Este sermón parece proceder mediante «paradojas». Lo que en verdad ocurre es que la «reconciliación» que constituye el motivo central viene a superar todas las oposiciones estereotipadas por el judaísmo. Según la lógica del judaísmo, la reconciliación parece impensable: es «otro genio», «otro mundo», en el que los opuestos ya no se oponen (la ley y la naturaleza, lo universal y lo particular, el deber y la inclinación, el sujeto y el objeto, etc.), o en todo caso

«No por ser Doncella se deja de tener la regla [. . .] Juana de Arco subió a la hoguera y quedó expuesta con esa rosa enmohecida a la altura del coño». En otra parte, siempre en El Milagro de la rosa, el juego se cierra de este modo con la cadena de rosas y con la cadena de acero que ata las manos de Harcamone: «Puse la rosa en el falso bolsillo cortado en mis calzones». La rosa siempre es más o menos postiza, como el bolsillo, que es falso: ambos se cortan en un tejido. Volveremos a hablar de la tal(l)a de la rosa y de la tal(l)a en general. Rosa, que no es ni simplemente un nombre ni simplemente un adjetivo, ni un masculino ni un femenino garantizados, puede ser utilizado también como un nombre propio. Por ejemplo, disimulado en la lengua extranjera, la de Warda, (Warda quiere decir rosa) que todo el tiempo trabaja su boca. Warda se limpia los dientes, todo el día, con un alfiler de sombrero que ella llama su estilo. Ella es quien no cree en la verdad. La pieza se interpreta en una suerte de rosaleda llena de ortigas cuyo propietario trata de añadirse un vientre y un culo postizos (unos cojines, una almohadilla). «LA VOZ: Señora, solo amo su vientre en donde, durante nueve meses, he tomado la forma rosa que la rosa de su matriz ha dejado caer sin más al suelo...»

las flores tenían todos los matices de la carne. [...] y delante de la glicina y del rosal enredados es donde el señor Perdoux, el jefe de taller, hacía que nos detuviésemos. Las rosas, en la cara, nos soltaban entonces tufarada la esencia de la rosa es su no-esencia: su olor al evaporarse. De ahí su afinidad de efluvio con el pedo o con el eructo: esos excrementos no se conservan, ni siquiera se forman. El resto no resta. De ahí su interés, su falta de interés. ¿Cómo podría la ontología apoderarse de un pedo? Siempre puede echar mano a lo que queda en el cagadero, nunca al tufo que sueltan las rosas. Es preciso, pues, leer la antropía de un texto que hace peer a las rosas. Y, sin embargo, el texto, a su vez, no desaparece del todo, no del todo tan aprisa como los pedos que soplan dicho texto. Los biombos, que pueden entenderse como el inmenso alarde de un pedo producido

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El himno que se le dedica, al transformarlo necesariamente en «lámpara de aceite» (élaion) o en «lamparilla funeraria», se suspende durante un largo parántesis que, por su parte, rodea otro parántesis gordo y gusaneante, glutinoso y graso, de gl.

femenina de la sepultura no se opone a la exterioridad de una materia no consciente, sino que sofoca un deseo inconsciente. La familia quiere impedir que el muerto sea «destruido» y la sepultura violada por ese deseo. Semejante observación constituye la apertura sistemática de este análisis a problemáticas ulteriores relativas al trabajo del duelo, a la antropofagia, al canibalismo, a todos los procesos de incorporación e introyección. Hegel no determina los deseos inconscientes de los que hay que preservar al muerto. La familia (consanguínea) interrumpe la obra material abstracta de la naturaleza y «asume» (über sich nimmt) la destrucción. «El muerto, al haber liberado su ser de su operación, o de su unidad negativa, es la singularidad vacía, un ser-para-otro pasivo, a merced de cualquier baja individualidad irracional y de las fuerzas de la materia abstracta; la primera por la vida que tiene, las segundas por su naturaleza negativa, son ahora más poderosas que él. La familia aparta del muerto esta operación deshonrosa de los deseos inconscientes (bewusstloser Begierde) y de la esencia abstracta, pone su propia operación en lugar de la de aquellas, y desposa al pariente con el seno de la tierra (vermählt der Verwandten dem Schosse der Erde), con la imperecedera individualidad elemental; con ello lo hace miembro de una comunidad que, en cambio, domina y mantiene sujetas (gebunden hält) las fuerzas de la materia singular y las formas de vida (Lebendigkeiten) inferiores que tratan de abatirse sobre el muerto y destruirlo».

El tubo de vaselina, «ese pequeño objeto» induce, efectivamente, en el texto la aparición de una madre, la intervención aparentemente inesperada de una imagen maternal («pero he aquí que interviene una imagen...»). Dicha madre es una ladrona. Figura asimismo de una madre sustitutiva y fálica (pez luna). Ganas de cubrirla de flores y de besos (matar-adorar-follar-embalsamar-empalmar), de babear o de vomitar encima de ella, no directamente en su seno (o su/ello tumba –donde su tumba–, pues desde la cuna el destete se ha consumado, el verdugo ha envejecido) sino en su vello o entre sus manos que han debido (habrían debido, esto solo puede decirse en inglés) provocar la expresión del tubo y dar por culo al bebé: gl que se extiende, se corta, se retoma, chorrea por doquier, desborda por todos los orificios, anega todas las figuras, llena todos los oficios, excluye, engancha, reagrupa todos los trozos, se pierde y disemina. El lugar de paso aún no se ha nombrado: es el estambre.

Entra Antígona en escena. La hija de Edipo reclama contra la ley humana en nombre de la ley divina y familiar (no escrita). Reclama una sepultura. Para un hermano, el único pariente «irreemplazable». Hubiera podido, dice, reemplazar a un marido muerto, a un hijo muerto y, así, dejarlos pudrirse sobre la tierra, para no ir contra las leyes de la ciudad. Pero no puede esperar otro hermano. Su canto se eleva en el momento en que Creonte da la orden de encerrarla en una «tumba de piedra» para que en ella viva o muera sin ver el sol.

«... si el contenido mismo de este tubo, quizás a causa de su carácter untuoso, al evocar una lámpara de aceite, no me hubiese hecho pensar en una lamparilla funeraria. 164


«(Al describirlo, recreo este pequeño objeto, pero he aquí que interviene una imagen: bajo un farol, en una calle de la ciudad donde escribo, el macilento rostro de una viejecilla, un rostro plano y redondo como la luna, muy pálido, del que no sabría decir si era triste e hipócrita. Ella me abordó, me dijo que era muy pobre y me pidió algo de dinero. La dulzura de ese rostro de pez luna me sacó de dudas enseguida: la vieja salía de la cárcel. «— Es una ladrona, me dije. Al como siempre, la necesidad semántica, que da lualejarme de ella, una suerte de en- gar a una hermenéutica, soñación aguda, que vivía en mi a una semiótica, incluso a una psicoanalítica, sigue interior y no al borde de mi es- estando indecidiblemente suspendida de la oportupíritu, me arrastró a pensar que nidad de una aglutinación con la que me acababa de encon- así llamada formal o significante. El vuelo de esa sustrar quizá fuese mi madre. No sé pensión, y su necesidad, despista tanto al semannada de ella, que me abandonó en tismo como al formalismo. la cuna, pero esperaba que fuese [En francés] voleuse [ladrona] recoge al vuelo veiesa vieja ladrona que mendigaba lleuse [vigilante y lamparilla] y la fija un poco más abajo por la noche». como vieille voleuse [vieja El astro lunar, maternal, pone en ladrona]. Escritura maravillosa. Increíblemente valiosa danza desde dentro el texto (puntiagudo, agudo, «en mi interior») de forma a la vez benéfica y nociva: ese pez que sale de la cárcel es, por tanto, muy burro en el momento mismo en que procura goce, es «redondo como la luna», vacío como un agujero que mendiga, que pide ser cubierto, rellenado, engordado; una pobre hucha que «me pidió algo de dinero» y a la que, siempre entre parántesis, respondo. «— ¿Y si fuese ella?, me dije al alejarme de la vieja. ¡Ah, si fuese ella, iría a cubrirla de flores, de gladiolos y rosas, y de besos! ¡Iría a llorar de ternura sobre los ojos de ese pez luna, sobre ese semblante redondo y

Ὦ τύμβος, ὦ νυμφεῖον, ὦ κατασκαφὴς οἴκησις αἰείφρουρος

«¡Oh tumba, cámara nupcial, morada subterránea, mi prisión para siempre...!».

¿A dónde conduce el deseo de Antígona?

Las dos funciones de la sepultura relevan al muerto de su muerte, evitándole ser destruido –comido– por la materia, la naturaleza, el ser-fuera-de-sí del espíritu, pero también por la violencia probablemente caníbal de los deseos inconscientes de los supervivientes. Es decir, esencialmente de las mujeres, ya que estas, en cuanto guardianas de la sepultura y de la familia, están siempre en situación de sobrevivir. La ley de la singularidad (divina, femenina, familiar, natural, nocturna) se protege en cierto modo de sí misma, contra sí misma. Y al mismo tiempo contra la otra ley, la humana (viril, política, espiritual, diurna). Ambas leyes combaten entre sí, y se intercambian a través de las diferencias de estratos, de etapas o de niveles (Stufen). La ley de la comunidad humana, ley manifiesta, ley de lo alto, ley solar, pasa por la regla de un gobierno (Regierung). En el gobierno el espíritu efectivo se reúne, reflexiona y se refleja. En él la comunidad se relaciona consigo misma como en una cabeza, un lugar de individualidad o de indivisibilidad. La cabeza mantiene juntos, por arriba, los miembros dispersos de la comunidad. Pero la existencia presente y real de la comunidad (Realität o Dasein) sigue siendo la familia. Esta organiza su existencia con una relativa independencia: independencia personal, independencia de la propiedad (Eigentum) ligada siempre a la familia, derecho personal y derecho real (dingliche Recht) que asegura la posesión y el uso de las cosas, trabajo que apunta a la adquisición y al goce. Ahora bien, aunque el gobierno –la cabeza– autoriza y organiza este derecho familiar, elemento y ser-ahí natural de la comunidad, también está amenazado por él. La familia pone la cabeza en peligro. En efecto, corre el riesgo de instalarse, de hundirse en su interés privado, en su derecho de posesión y de goce. Al estar a la cabeza el gobierno debe, pues, convertirse en el enemigo de eso mismo que rige, debe sofocar a la familia no solo como singularidad natural sino también en el sistema jurídico que le es propio: guerra del gobierno de la ciudad contra la familia, ley del día contra ley de la noche, ley

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¿Qué es la poesía? ¿Qué es lo que empalma a este texto, seduce y perturba el discurso doctoral, introduce una separación (un «Gran Cuadrado») en la estancia donde el paciente se desnuda, se acuesta, no dice nada finalmente, hace en cambio que el maestro tartamudee? Unos días después, este envía un manuscrito dedicado al paciente escritor: con mi admiración. ¿A que es bueno? Es un poco como lo que Ud. hace ¿no? El escritor no responde. Sobre todo no es lo suficientemente virgen como para decir que ocupa el lugar del otro.

conciencia, de la libertad y de la voluntad. Si no tenemos en cuenta estas cuatro diferencias, estoy de acuerdo con Freud, mi IC es su tabú, «no es otra cosa». En la medida en que el IC fuera negativo –que no lo es–, en que tuviera el mismo objeto –que no tiene–, en que fuera psicológico, empírico-fenoménico –lo que no es–, en que tuviera una estructura heteronómica — que no tiene: en efecto, no sería otra cosa que aquello a lo que Freud lo asimila con el nombre de tabú. Pero nunca un proceso de idealización y de interiorización que hace pasar de lo negativo a lo positivo, de un objeto a otro, de lo inconsciente a lo consciente, de la constricción a la autonomía, de lo psicológico a lo que se da como no psicológico, no fenoménico; nunca un proceso semejante podrá dar cuenta del salto propiamente infinito que produce el objeto de la moralidad pura. «La religión verdadera –la moa menos que, siguiendo un desplazamiento deconstructivo de todas las oposiciones ralidad pura que debería fundapor las que apuesta el discurso kantiano mentarla– rompe con todas las para imposibilitar en él un proceso analógico (sensible/inteligible, fenoménico/ determinaciones finitas, critica el nouménico, intuitus derivativus/intuitus fetichismo, el antropomorfismo y originarius, etc.), el discurso psicoanalí- todas las representaciones sensitico determine –en la lógica kantiana– el punto sensible: el punto de sensibilidad bles, en una palabra, toda religión en el que los dos términos de la oposi- fenoménica que se organiza a parción se tocan y se ahorran el salto. Es, por tir de una relación con el padre y ejemplo, el respeto de la ley moral que no pertenece ni al orden racional de la ley ni con la ley como objetos finitos. A al orden de los fenómenos psicológicos; es partir del momento en que la ley, también el interés de la razón y en general Dios Padre, etc., no son ya objetos todo el esquematismo de la imaginación trascendental que, suprimiendo la oposi- finitos –es decir, que tampoco esción, suspende el salto. También hay un tán ya presentes, que ya no apareanalogismo kantiano. cen–, el principio de la genealogía La época es aquí unánime: el salto está bien. Pero hay que preguntarse siempre psicoanalítica de la religión y de la por qué y por encima de qué nos apresu- moral se vuelve caduco». ramos a saltar Hegel («la oscura filosofía hegeliana», como la llama Freud) relanza el tiovivo. Lo que tiene interés es la repetición circular del debate, su círculo vicioso: «Freud tiene razón cuando habla de la moral y de la religión kantianas; estas se quedan en la finitud, en la representación sensible, en el psicologismo, en el fetichismo, en las relaciones celosas entre el padre escondido, invisible, y el hijo impotente; la religión kantiana no alcanza el pensamiento de lo infinito y de la religión verdadera; se mantiene dentro de los límites de la religión sensible (fetichista, antropomórfica) o, lo que viene a ser lo mismo, dentro de los límites de una religión formal del entendimiento. Ahora bien, el psicoanálisis puede dar

El texto es arracimado. todo se reduce a vivir enDe ahí el nerviosismo permea- ganchado a un manco; el racimo, el gancho son una ble y seducido, de rodillas, de especie de matriz ganquien querría aprehenderlo, com- chuda. «Grappe [racimo], prenderlo, apropiárselo. E. Picard y champ. crape; En él se trata del ersatz, en len- provenz. grapa, gancho; españ. grapo, gancho; ital. gua extranjera de lo que se pone y grappo, gancho; bajo-lat. añade en el lugar. grapa, grappa, en las AdenLa tesis (la posición, la propo- das de Quicherat; del ant. sición, Satz) protege, sin embargo, alt.-alem. chrapfo, gancho, alem. mod., Krappen; comp. lo que sustituye. el kymry crap. La grappe se Sin embargo, he aquí que un ha dicho así porque tiene contemporáneo (el hecho es muy algo de ganchuda, de enimportante) al que todo, si no su ganchada». (Littré) propio clamor, habría tenido que preparar para leer la escena, se apea, ya no quiere ver nada más, dice lo contrario de lo que quiere decir, declara la guerra, monta en cólera.

El ersatz, dice, no está bien. 242


Alianza difícilmente explicable con Sartre. Y, sin embargo: «Sartre ha señalado, a su vez, una extraña dificultad en la base de la obra de Genet. Genet, que escribe, no tiene ni el poder ni la intención de comunicar con sus lectores. La elaboración [visiblemente no hecha adrede] de su obra tiene el sentido de una negación de los que la leen. Sartre lo vio sin sacar de ello la conclusión de que, en esas condiciones, esa obra no era del todo una obra sino un ersatz, a mitad de camino de esa comunicación mayor a la que aspira la literatura. La literatura es comunicación. Parte de un autor soberano, más allá de las un autor servidumbres de un lector aislado, y se dirige a la humanidad soberana. [...] «No solo Genet no tiene intención de comunicar si la caricatura, el ersatz, no están bien, escribe sino que, en la me- son falsificaciones. A él le gusta la edición original, el sello, la rúbrica de lo dida en que, cualquiera que auténtico. No lo falso, lo verdadero. A sea su intención, se esta- él no le gusta la galalita. Seguramente blecería una caricatura o es galalita, ya nada es como antes un ersatz de comunicación, el autor niega a sus lectores esa semejanza fundamental que el vigor de su obra correría el riesgo de revelar. [...] el vigor de su obra «El mismo Genet no duda de su debilidad. Hacer obra literaria no puede ser, así lo creo, sino una operación soberana: hacer obra literaria es verdad en el sentido en que la obra exige al autor que supere dentro de él a la persona pobre que no está al la obra exige al autor que supere dennivel de sus momentos so- tro de él a la persona pobre que no está al nivel... sí beranos. [...]

cuenta de la genealogía de una religión de esta naturaleza, pero no de una religión del concepto o de la razón especulativa que parte, a su vez, de lo infinito, etc., etc., etc.». Kant: «¡Exceso de analogismo! Complicidad de la Schwärmerei, de la locura religiosa y del fetichismo (Dios presente en la finitud sensible). Desaparición del cristianismo, infidelidad, neo-paganismo. La dialéctica especulativa está sometida más que nunca a la jurisdicción psicoanalítica. Confusionismo, desconocimiento de la especificidad de lo religioso que se disuelve en lo filosófico, en tanto que mi ensayo sobre la religión dentro de los límites de la mera razón efectúa, a este respecto, un movimiento más complejo en su relación con las escrituras, etc.». Hegel: «Sin embargo, también Ud. habla ahí de un progreso de la razón. Yo no propongo una identificación formal y tautológica del objeto filosófico y del objeto religioso, sino una identificación concreta, histórica, heterológica, laboriosa, dialéctica. Tengo en cuenta –efectivamente– la teología vergonzosa cuyos estigmas encierra tu obra. Hago sin celos, evidenteFreud (con un pie en el tiovivo): «¿Qué pasa mente, sin ellos por supuesto, lo cuando dos sistemas filosóficos (manías que tú deberías haber hecho. Lo paranoicas erectas, rectas, no torcidas) se enfrentan o se persiguen mutuamente, re- que hay en mi crítica es el homeprochándose no haber comprendido nada naje a una filiación, etc.». acerca de la religión (de la neurosis obseLa identidad de la filosofía con siva erecta, recta, no torcida)? ¿Qué pasa cuando dos sistemas filosóficos, invocando la religión da conclusión a un sila verdad, pretenden detentar a la vez la logismo histórico, a una histoverdad de la neurosis y la de la paranoia, ria cuyo sentido interno –precisa que el psicoanálisis pretende saber bien lo que son, ya que sabe que una es la carga Hegel– es necesario comprender. o la caricatura (Zerrbild) de la religión y la La analogía propuesta nos dice al otra lo es de la filosofía?» ¿Cómo pueden mismo tiempo todo aquello en lo hablar juntos y sostener cada uno que la verdad de uno está en el otro, de cada que no hay que interesarse si se cual en cada cual? ¿Acaso me soltaré de quiere alcanzar el sentido de la este tiovivo diagnosticando: filosofía igual pintura (y el sentido –interno– a «sobrestimación de la magia verbal»? en general): una historia externa Habría que verlo. ¿Y qué hace, sin embargo, el tercero, es ciega para con la verdad de la el artista o la histérica? Y cuál detenta la religión: «Un ciego puede ocuparse verdad del otro del marco, del lienzo, del barniz de un cuadro; puede conocer la historia del pintor, el destino de un cuadro, su precio, en qué manos ha caído, y no ver nada del cuadro mismo. El obstáculo con el que la religión se encuentra en nuestra

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Esta forma de interrogación no deja ya de implicar que se sepa al menos que el fetiche es algo. Aquí, aparentemente, sí, es un fetiche: sustituto del pene adorado por el niño que no quiere renunciar al falo de su madre, erección monumental del triunfo sobre la amenaza de castración, negativa, pacto, etc. ¿No es muy reconocible todo ello? De lo que el estilita se provee no es, sin embargo, del sustituto de un pene, que él tiene muy bello y muy fuerte, sino de lo que no deja ya de ser tanto una «llaga postiza» (un golpe postizo, una llaga siempre lo es de un golpe, su nombre así lo indica) como un miembro fetiche para re-marcar-compensar

la representación (Vorstellen), mantiene una relación histórica y sistemática esencial con la Inmaculada Concepción: si no con el dogma referente al nacimiento de María, al menos con su premisa o su conclusión, la virginidad de la madre. Indispensable para la argumentación hegeliana, para la dialéctica especulativa y para el idealismo absoluto, dirige lo que podría llamarse la aproximación al Sa. Desde el momento en que se determina la diferencia como oposición ya no se puede evitar el fantasma (palabra por determinar) de la IC: a saber, un fantasma de dominio infinito de los dos lados de la relación de oposición. La virgen-madre prescinde del padre efectivo, tanto para gozar como para concebir. El padre en sí, autor real, sujeto de la concepción e incluso de la anunciación, prescinde de la mujer, de eso por lo que él pasa sin tocarlo. Todas las oposiciones que se encadenan en torno a la diferencia como oposición (activo/ pasivo, razón/corazón, más allá/aquí abajo, etc.) tienen como causa y como efecto el mantenimiento inmaculado de cada uno de los términos, su independencia y, por consiguiente, su dominio absoluto. Dominio absoluto que se les confiere fantasmáticamente en el momento mismo en que son invertidos y subordinados. Cuando a la virgen se le sustrae el en sí del acto de concebir es cuando prescinde efectivamente del padre, etc. El fantasma se revela y se delimita como tal desde el Sa que hace aparecer el momento de la religión absoluta como simple representación (Vorstellen).

una columna aquí –que se piense, pues, la otra allí–. La una sube cuando la otra baja, pero acaso el nivel no es más o menos constante, solo más o menos porque nosotros no tenemos nada que ver con la medida de las dos columnas heterogéneas. Ninguna medida común en el momento mismo en que creemos embragar/desembragar, manipular, orquestrar, hacer subir o bajar la música líquida jugando con los pedales, como maricas. Las columnas se burlan de nosotros, amenazan con desplomarse la una sobre la otra sin dejarnos ninguna escapatoria.

No hay clamor sin la interposición de una maquinaria.

¿Puede el concepto corriente de «fantasma» dominar, con alguna pertinencia, este discurso? De hecho está determinado por él, a partir de él. Por ejemplo, sería fantasmático el efecto de dominio producido por la determinación de la diferencia como oposición (y hasta el mismo valor de dominio), de la diferencia sexual como oposición sexual, de la cual cada término se aseguraría la dominación y la autonomía absoluta en la IC: el efecto –el hijo (más que la hija)– me compete únicamente a mí solo. El fracaso de semejante deseo del retorno a sí, en el círculo de la doble virginidad, sería justamente el límite del fantasma: determina el fantasma como tal, al término de la fenomenología de espíritu. El fantasma es el fenómeno. Los nombres lo indican.

Eso no se maneja como una pluma.

De la misma manera que no puede medirse con su lógica, ningún órganon es capaz de su música. Sin embargo, tal vez el organólogo cree reconocer en él su objeto: la máquina se ha adaptado a todos los progresos de la tecnología occidental (fuelles, acústica, electrónica), prescinde del soplido, divide el cuerpo, desmultiplica, suple poderosamente los gestos del organista, incluye a su vez un cuerpo y un rostro (la caja y la fachada), un sistema respiratorio (el fuelle, los

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Pero, ¿podemos encontrarnos con un fracaso semejante? ¿Dónde? ¿Quién puede hablar de él? ¿Qué es fracasar en el caso de un fantasma absoluto? El valor de fracaso es débil y confuso. ¿Ante qué habría fracasado el fantasma de la IC? ¿Ante la «realidad»? Pero, comparada con la potencia de la gran lógica que piensa la verdad de la IC, esta noción de «realidad» sigue siendo también muy confusamente empírica. ¿Quién se atrevería a decir que el fantasma de la IC no ha tenido éxito? Dos mil años, al menos, de Europa, desde Cristo al Sa, sin hablar de los efectos retroactivos, de las representaciones, de los efectos de borde y de desbordamiento, de todo eso que se podría llamar el imperialismo o los colonialismos y neo-colonialismos de la IC. ¿Se dirá, para determinar la IC como fantasma, que no es verdadera, que no pasa así, que solo es un mito? Sería realmente ingenuo, y la ingenuidad también se debería a la «experiencia sexual». Pero sí, pasa así, y lo que la gran lógica demuestra impecablemente –esta es la palabra– es que no solo este mito es verdadero sino que también da la medida de la verdad misma, la revelación de la verdad, la verdad de la verdad. Así pues, el fantasma (absoluto) de la IC como fantasma (absoluto) es la verdad (absoluta). La verdad es el fantasma mismo. La IC, la diferencia sexual como oposición (tesis contra tesis), el círculo familar absoluto sería la equivalencia general de la verdad y del fantasma. Enantiosis homosexual. ¿No es esta diferencia determinada como contradicción o como oposición justamente la religión (la representación) resuelta en el Sa? ¿Acaso el Sa no permite, precisamente, pensar el límite de este límite, hacer que aparezca este límite como tal, ver el fantasma en su verdad? ¿Acaso el Sa, resolución de la oposición absoluta, reconciliación del en sí y del para sí, del padre y de la madre, no es el Sa mismo del fantasma?

secretos), un sistema muscular (teclados manuales, pedaleros, válvula en el interior del secreto, pequeños cilindros horizontales y varillas verticales), un sistema nervioso y cerebral (la consola) con tiradores de registros que corresponden a los «juegos» (timbres) de los pedales de combinación y de acoplamiento de un teclado encima del otro y de ambos encima del pedalero (teclado de pies) y, a veces, unas combinaciones fijas y libres de registros programados, un sistema vocal (hileras de tubos que pueden llegar a tres mil, tubos de embocadura y tubos de caña). El tubo de embocadura comporta un pie: el aire que en él se introduce viene a golpear el bisel y, pasando por la toma de viento (intervalo entre el bisel y el labio inferior), golpea entonces el labio superior, haciendo así que vibre el aire en el interior del tubo. El sonido es tanto más alto cuanto más larga es la columna en el cuerpo: pero un tubo cerrado (bordón) produce el efecto de un tubo dos veces más largo. El tubo de caña comporta una lengüeta (delgada lámina de latón que golpea la caña, ese canal de cobre cerrado por un lado y que, por el otro, penetra en el núcleo de plomo que le hace tocar al cuerpo de resonancia). Una varilla de hierro, la rasilla, regula, con la longitud de hoja, la altura del sonido.

Y teniendo en cuenta el «recitativo», las «celosías» de la «caja de expresión», del «plein-jeu» y del «grand pleinjeu», de la bi-claviculación y de los órganos clásicos, barrocos o románticos, ¿no podríamos reconstruir un modelo organográfico, una nueva De organographia

En cuanto que lleva a cabo el paso de la representación a la presencia y produce la verdad (presente a sí en el saber) del fantasma absoluto; en cuanto que es la verdad del fantasma absoluto, su esencia desvelada (Wessen: Gewesenheit: el fantasma habiendo-sido), el Sa es el cumplimiento final del fantasma, el ser-cabe-sí del lógos. El fantasma absoluto: Sa. Pero de eso no hay que concluir: Sa no es sino — el fantasma; la verdad de la verdad todavía no es sino fantasmática. Desde el momento en que Sa se alcanza a sí mismo, todo lo que le es equivalente es infinito. De un fantasma infinito ya no se puede decir que no-es-sino. El discurso del Sa descalifica el no-sino.

que sería como el saber absoluto de clamor? Pero el saber absoluto no es, como la «celosía», sino una pieza de la maquinaria, un efecto de marcha

otro sustituto de 251


Está listo. ¿Cómo lo hace? Tan despojado, completamente desnudo. Faltan tantas letras. Ninguna A suena en su nombre. Ninguna R sobre todo, ni siquiera una. Tampoco hay G a la que una consonante, una A o una U vengan a endurecer o a tensar, detener, angular. Grabar. Impedir gemir, gimotear, dar vagidos. Está solo, sin ninguna de las letras buenas, ella las ha guardado todas para ella, para su nombre de pila. I también le falta. La L, no la tiene siquiera. La ha dejado caer, sin hacer caso, sin uno, completamente desnudo, justo para especular con ello, sin imagen, sin saberlo, sobre su nombre. Sin lo cual.

circulación del gozar en el culto. Télos del culto, especular el goce de Dios y beneficiárselo. siguiendo la galería fenomenológica («Este Estamos en el círculo dionidevenir presenta (stellt... dar) un movimiento lento y una consecuencia de espíritus, una siaco. El tercer momento del arte galería de imágenes (eine Galerie von Bil- abstracto, la religión que se insdern)...»), de estación en estación, volvere- cribe en él, no deja ya de ser la fase mos hacia la IC y el Sa, pasado el «calvario del espíritu absoluto». En él nos volvemos a en- más abstracta del movimiento ulcontrar, muy cerca del «calvario» –que hay que terior, la obra de arte viva. A trainspeccionar desde ambos lados–, con la «cer- vés de su silogismo, un proceso de teza de su trono» (Gewissheit seines Throns). lenguaje se afana todavía en el reBasta en suma, apenas, con esperar. Todo esto habrá sido proyectado, hecho levo del resto. pedazos, cerrado, clavado, tumbado, relevado, El primer momento unilateral repetido, en torno a la Pascua. es el delirio báquico, el Taumel, la El círculo de la galería fenomenológica se reproduce y se envuelve en un círculo en la ebriedad desbordante en el curso gran Lógica y en la Enciclopedia. ¿Cuál es de la cual el dios se vuelve presente. la diferencia entre dos ediciones del mismo círculo? Hegel, que acaba de enterarse de La esencia luminosa ascendente se «la venta rápida de la segunda edición» de la desvela como lo que es. El goce es el Enciclopedia, confía a Winter, en 1827, sus misterio de esta revelación. Porque inquietudes. Le pide que actúe como «garante del pago puntual de los honorarios». lo místico no reside en la disimu«Por el número de hojas primitivo (18) en la lación de un secreto (Geheimnis) primera edición hemos fijado los dos tercios o de algo no sabido. Pero lo que del honorario, que asciende a 25 florines; por el número de hojas posterior, nos he- aquí se desnuda pertenece todamos atenido a este honorario, y por las 18 vía al espíritu inmediato, al espírirestantes de la segunda edición nos hemos tu-naturaleza. El misterio del pan contentado con 22 florines por hoja; al cerrar este acuerdo me he reservado el derecho de y del vino todavía no es eso que es reclamar honorarios por lo que fuera añadido –que no deja ya de ser–: el de la en una nueva edición. [...] ¿Se incrementará carne y de la sangre. Dioniso debe, en la nueva edición este número de hojas? ¿Y cuánto? Todavía no puedo tener ni idea por tanto, pasar a su contrario, sodado que este trabajo me ha sorprendido segarse para existir, no dejarse bede improviso y aún no he podido hojear la ber y consumir por la «horda de obra desde este punto de vista; pero, de una forma general, preveo que no aportaré ningu- mujeres exaltadas». Se dedica a hacer gimnasia enna modificación o adición importante. — La tirada queda fijada como antes en 1.000 tonces. ejemplares, con 18 ejemplares de autor, Apolo no es nombrado, cierta12 en papel vitela y 6 en papel de escribir. «Como he recibido tan tarde el anuncio de mente; pero lo opuesto, la parte la necesidad de una nueva edición (la carta de adversa, la estancia contraria a la M. Oswald está fechada el 13 de julio) resulta que el envío del manuscrito no podrá tener lu- que lo dionisiaco debe pasar para gar sino tarde — más tarde sin duda de lo que «sosegarse convirtiéndose en obUd. desearía; con mis trabajos, que después jeto (sich zum Gegenstande beruhise han acumulado, no puedo decir nada preciso sobre la fecha. Pero haré lo posible para gen)», se alza como el cuerpo erique la edición pueda aparecer por Pascua». gido en la gimnasia griega, la bella

Leche de duelo sellada (coactada, estrujada, estrechada, escondida, coagulada, cuajada).

Empiezo a tener celos de su madre que pudo, hasta el infinito, cambiar de falo sin detallarse. Hipótesis diosdevenida padre en sí por no estar allí. 290


Él permanece ligero, no cesa de aligerarse. Cómo vivir así. Todo está bloqueado en la cuenta materna. Vencimiento. Hubiese bastado con tan poco, una A, una R, una G, para que ello hubiese prendido de otra manera, para que ello se hubiese detenido en otro lugar, para que ello se hubiese anclado en otro fondo y hubiese arañado o rascado otra superficie, la misma no obstante. Para que ello no se deslizase más. Consigo, con su pompa fúnebre, otro contrato. Otro legado. Para saldar, sobornar el no deja ya del antepasado absoluto.

«Körperlichkeit». La figura del hombre se cultiva en lugar de la columna escultural de la divinidad. Lo divino se deja reapropiar en lo humano: intercambio también de las dos erecciones, de las dos instituciones, puesta en movimiento y rebrote de vida. Plusvalía de la contradicción que (se) contrae consigo misma, se torna regalo por lo restante.

«Vor der Sonne kamst du zur mir, dem Einsamsten. Wir sind Freunde von Anbeginn: uns ist Gram und Grauen und Grund gemeinsam: noch die Sonne ist uns gemeinsam. Wir reden nicht zueinander, weil wir zu vieles wissen -: wir schweigen uns an, wir lächeln uns unser Wissen zu. [...] was uns gemein ist,- das ungeheure unbegrenzte Ja -...»

Pero una vez más, movimiento de balanza, todo se fija en la objetividad exterior que ha sido opuesta a la conflagración dionisiaca. Tenemos, por tanto, dos trozos opuestos que se contradicen en su unilateralidad respectiva. El equilibrio (Gleichgewicht) es roto sin cesar. En el delirio, el sí mismo (Selbst) pierde el conocimiento; en el estadio, el espíritu es el que está fuera de sí mismo.

Es muy árido, en la inmensa explanada, pero ello no hace más que empezar, el trabajo, aquí, desde ahora. Desde que ello comienza a escribir. Comienza apenas. No falta más que una pieza. Ello chirría. Rueda sobre los troncos de árbol caídos. Poleas. Las cuerdas engrasadas se tensan, solo se las oye a ellas y la respiración de los esclavos doblados en dos. Buenos para tirar. Látigo del contramaestre, que azota. Renovación de fuerza atada. La cosa es oblicua. No deja ya de formar un ángulo con el suelo. De nuevo muerde lentamente su sombra, segura de sí. Hubiese bastado con tan poco, el mínimo error de cálculo, dicen ellos, si ello tumba, si se inclina y reclina hacia la cama del otro, la máquina todavía es demasiado simple, el modo de escritura precapitalista.

A través de la obra de arte espiritual –lenguaje de parte a parte– la reconciliación se anuncia: síntesis de la religión estética (abstracción, vida, espíritu). El silogismo del arte espiritual (épos, tragedia, comedia) conduce a la religión estética hasta la religión revelada. A través, por tanto, de la comedia.

Un tiempo para perfeccionar la semejanza entre Dioniso y Cristo. Entre ambos (no deja ya de hacerse) se elabora en resumidas cuentas el origen de la literatura. Sin embargo esta corre hacia su pérdida, por haber contado sin

Lo que yo había temido, naturalmente, no deja ya de reeditarse. A día de hoy, aquí, ahora, el residuo de 291


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