Conversaciones con la izquierda anticapitalista europea Olivier Besancenot (NPA) Ulla Jelpke (Die Linke) Francisco Louçã (Bloco de Esquerda)
entrevistas de Miguel Romero
la oveja roja
Conversaciones con la izquierda anticapitalista europea Olivier Besancenot (NPA) Ulla Jelpke (Die Linke) Francisco Louçã (Bloco de Esquerda)
Entrevistas de Miguel Romero
la oveja roja
Conversaciones con la izquierda anticapitalista europea, de Miguel Romero, 2012 Diseño original de la colección: Jérôme Oudin La Oveja Roja - colección Viento Sur www.laovejaroja.es Apdo. 2008 sucursal 2 28850 Torrejón de Ardoz (Madrid) ISBN: 978-84-940011-0-9 Depósito Legal: M-9573-2012 Impreso en España Tanto el autor como el editor de este libro permiten y alientan la reproducción y difusión de esta obra, independientemente de los medios técnicos por los que se realice y siempre que se cite al autor y la edición de origen. El papel que sirve de soporte a este libro cuenta con los certificados ecológicos PEFC, FSC (gestión sostenible de los bosques) y ECF (sin cloro).
Sumario
Introducción........................................................................... 9 1
Olivier Besancenot (Nouveau Parti Anticapitaliste, NPA, Francia)....... 15
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Ulla Jelpke (Die Linke, República Federal Alemana)................. 59
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Francisco Louçã (Bloco de Esquerda, Portugal)................................... 87
Introducción Este libro ha tenido una elaboración lenta: entre las primeras entrevistas y la publicación han pasado casi dos años. Hemos procurado paliar este inconveniente actualizando las entrevistas hasta mediados del año 2011 e incluyendo cuando ha sido necesario una referencia a datos posteriores en la introducción a cada una de ellas. Desde un cierto punto de vista, el inconveniente puede ser considerado una ventaja: el lector tiene una perspectiva más amplia que los entrevistados y puede juzgar sus opiniones incluyendo nuevos acontecimientos que las confirman, las desmienten o, más frecuentemente, las enmarcan en un nuevo contexto. La idea del libro parte de mis propias dudas sobre cómo construir hoy una organización política anticapitalista en las condiciones de la crisis del capitalismo, tal como se manifiesta en la Unión Europea. Olivier Besancenot, que es uno de los entrevistados, declaró en una entrevista publicada en El País el 28 de enero de 2009: «pertenezco a una generación llena de dudas y eso no es malo». Con el paso del tiempo las generaciones se desgarran y uno se siente muy incómodo en esa especie de etiqueta de «generación del 68», que todavía hay quien utiliza como mito o como anatema. Pero, digamos, la pequeña parte de esa «generación» a quienes la voluntad de luchar por la revolución social no «se nos pasó con los años» (parafraseando el irónico y desafiante título de la autobiografía de Alain Krivine, Ça te passera avec l´âge) creo que compartimos las dudas que reconoce Olivier, junto con una mochila bien llena de las que acompañan a las cicatrices de las batallas que hemos perdido, sin que nos hayan derrotado.
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Entre esas dudas, la más inquietante, al menos en mi caso, se refiere a la posibilidad misma de construir una hegemonía revolucionaria en los países del Centro y dentro de ella un partido revolucionario. Parafraseando a Francisco Louçã: «Ésta es nuestra tarea más difícil, casi imposible, pero es lo que tenemos que hacer». Lo que sí se ha mostrado posible es construir organizaciones políticas anticapitalistas con una influencia significativa, es decir, con capacidad para que sus opiniones e iniciativas sean tenidas en cuenta en los temas que interesan, indignan o preocupan a la sociedad y, por tanto, aptas para al menos en ciertos momentos producir cambios en la dinámica social y política. Lo que podemos saber hoy sobre la política revolucionaria no está, creo yo, en el estudio y el debate sobre el pasado, por más que éste sea política y moralmente imprescindible, sino en lo que aprendamos de estas organizaciones. De aquí nació este libro. El plan inicial era tratar de entender la forma de hacer política de organizaciones europeas anticapitalistas, en sentido amplio, que precisamente hacen política de formas muy distintas. Convencido por dura experiencia de la esterilidad de los «modelos de partido», me parecía especialmente interesante conocer políticas muy distintas y tratar de aprender de todas. El cuestionario tipo eludía las cuestiones ideológicas y entraba muy de pasada en las cuestiones de estrategia, sobre las cuales creo que falta aún base empírica para elaborar opiniones con fundamento en la experiencia real. Los ejes fueron los que me parecen centrales para la política revolucionaria hoy, es decir: las experiencias de unidad a la izquierda de la llamada «socialdemocracia»; las relaciones entre los espacios social y político; la relación con las instituciones políticas, y particularmente las po-
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líticas electorales; cómo contribuir a la transición entre las luchas actuales y las que lleguen a proponerse derrocar al capitalismo; la comunicación; la democracia en los movimientos sociales, en la organización partidaria y en las relaciones entre ambas. Cada uno de estos temas he buscado enfocarlos a partir de la experiencia real de cada organización, traduciéndolos en la medida de lo posible a problemas concretos. Creo que el resultado terminó siendo en general interesante en todos los puntos, menos en uno: como me temía, la política de comunicación de las organizaciones revolucionarias sigue básicamente las mismas pautas que la de los partidos del sistema, reducida a salir lo más posible en la prensa convencional, especialmente en la televisión, y hacer un uso intensivo y enredado de Internet, sobre el que no están claras ni las orientaciones, ni la evaluación de resultados. No parece que haya forma de salir de este cercado. Las organizaciones elegidas, Bloco de Esquerda (Portugal), Die Linke (Alemania) y NPA (Francia) son, en mayor y menor grado según los criterios de cada cual, referentes para la izquierda anticapitalista europea. Me hubiera gustado contar también con la Alianza Roja y Verde de Dinamarca, pero el presupuesto no me daba más de sí. Las personas que responden: Francisco Louçã, Ulla Jelpke, Olivier Besancenot son representativas de sus organizaciones y tienen la cualidad de reflexionar sobre su propia práctica y no eludir las preguntas incómodas. Espero que se lean con el mismo interés que he tenido al escucharlos. Me gustaría que éste fuera uno de esos libros que se leen con un lápiz en la mano y acaban con los márgenes llenos de anotaciones. Además de los propios entrevistados, he podido contar con muchas colaboraciones amistosas, sin las cuales este proyecto hubiera sido imposible: en Portugal, Ana
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ampos me dio un hospedaje cálido y amistoso; Joana C Louçã, conociendo la poquísima afición de su padre por las entrevistas, especialmente cuando son «en profundidad», le hizo un «pressing en todo el campo» desarmante y divertido. En Berlín, Manolo Garí hizo de jefe de producción en la complicada organización del viaje y la entrevista, contando con la colaboración de algunos de los incontables amigos de David Garí, que le profesan una emocionante fidelidad. Roser Garí ha sido más que una colaboradora, en su papel de traductora en directo y por la transcripción de la entrevista a papel. En París, Robert March me acogió con una amistad que empezó el día de 1969 en que, en nombre de la Liga Comunista francesa, viajó a Madrid a conocer al grupo de militantes que la habían adoptado como «modelo»; cosa de aquellos tiempos o quizás no sólo de aquellos tiempos. Claire March me cedió su cuarto y su cama; espero no haber desordenado mucho su geografía de peluches, cuentos, dibujos, pósters y todo eso. El libro tiene una dedicatoria que estaba pensada desde que era sólo un proyecto. No sería muy exagerado decir que está escrito para poder poner esa dedicatoria.
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Para el Bensa, naturalmente
1 Olivier Besancenot (Nouveau Parti Anticapitaliste, NPA, Francia)
Olivier Besancenot nació el 18 de abril de 1974 en Levallois-Perret, en la región de los Hauts-de-Seine (Francia). Hizo estudios universitarios de historia contemporánea. Desde 1997 trabaja como cartero en Neuilly-sur-Seine, en la región de París. Se afilió a la Jeunesse Communiste Révolutionnaire (JCR) en 1988. Compaginó sus estudios universitarios con el trabajo en un supermercado, en el que fundó una delegación local del sindicato Confederación General del Trabajo (CGT). En 1991 se afilió a la LCR. Desde 1997 es miembro del sindicato Sud-PTT.
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En 2002 se presentó como candidato de la Ligue Communiste Révolutionnaire (LCR) a las elecciones presidenciales. Con 28 años fue el candidato más joven en la historia de la República. Obtuvo más de un millón de votos (4,25%). Fue de nuevo candidato de la LCR en las elecciones presidenciales de 2007, en las que obtuvo cerca de un millón y medio de votos (4,08%) siendo el candidato más votado de la izquierda antineoliberal. En mayo de 2011 dio a conocer en una carta a las y los militantes del NPA su decisión de no ser candidato del NPA en las elecciones presidenciales de 2012. En esa carta afirmaba: «Nosotros no consideramos la actividad política como los demás partidos. Sería también, a mi parecer, una contradicción insostenible: por un lado, denunciamos un sistema en el que la política se ha convertido en un valor mercantil, y por otro, comenzaríamos involuntariamente a integrarnos en el decorado político tradicional incrustando nuestro movimiento y nuestras ideas en la casilla “candidato ritual a la elección presidencial” de nuestro televisor. Es correr el riesgo, a medio plazo, de transformarnos en una caricatura de nosotros mismos, incluso en coartada del sistema. Como a vosotros y vosotras, esta visión me es personalmente insoportable. (…) os pido ser solidarios con esta decisión, comprendiéndola como la voluntad de que el NPA pueda (…) desplegarse sobre bases más conscientes y más constantes. Más conscientes de la necesidad de defender un proyecto revolucionario, internacionalista, vivo y abierto, que le mantenga a distancia del sistema actual. Más constantes en su acción global cotidiana, interviniendo sin cesar en las empresas, los barrios, la juventud y animando activamente las redes de resistencia del movimiento social-sindical, antirracista, ecologista, feminista….»1 . 1 Cfr. http://www.vientosur.info/articulosweb/noticia/?x=3892
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La entrevista se desarrolló unos meses después de las grandes movilizaciones y huelgas que desde marzo a noviembre de 2010 se enfrentaron a la reforma de las pensiones del gobierno Sarkozy sin conseguir que fuera retirada. Este fracaso tuvo un significado especialmente duro por referencia a las luchas contra el Contrato de Primer Empleo (una norma para favorecer el empleo precario de los jóvenes, sometidos a la autoridad despótica del empresario, que podía despedirlos a su antojo), en febrero-marzo de 2006, que sí consiguieron que el gobierno diera marcha atrás.
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El papel de la LCR en la fundación del NPA es indudable, aunque su peso militante haya sido minoritario, felizmente, en el nuevo partido. En tu opinión, ¿qué era nuevo en el NPA respecto a la tradición política y la cultura de la Liga? Significó un salto cuantitativo y cualitativo. Cuantitativamente, pasamos de una organización que tenía dos o tres mil militantes al NPA, que tuvo en su fundación aproximadamente 9.000. Hemos conseguido que converjan en un mismo proyecto militantes de los movimientos sociales, sobre todo sindicalistas, algunos que vienen de otras organizaciones: de la izquierda revolucionaria, libertarios, algunos del PCF… pero éstos en un número menor. Creo que la mayoría han sido personas sin partido, que en líneas generales estaban de acuerdo con la orientación de la Liga, con lo que decíamos y con lo que hacíamos, pero que no estaban dispuestos a entrar en la LCR, en primer lugar por razones que tienen que ver con nuestra historia. Podemos considerar esas razones bastante injustas, pero en todo caso la Liga estaba muy marcada por una herencia, un perfil, una historia del trotskismo y había gente que, estando de acuerdo con nosotros en el objetivo de derrocar al capitalismo, no quería inscribirse en la tradición política del combate de la oposición de izquierdas al estalinismo, bien porque no la compartían, o bien porque pensaban que no estaba ya de actualidad en esta nueva época. Cualitativamente nos ha permitido afirmar que hemos sido un instrumento político nuevo para reagrupar a todos los que quieren acabar con el sistema capitalista, todos los que quieren que el mundo «cambie de base». A partir de ahí, se abre un horizonte programático nuevo respecto al de la Liga, con fortalezas y debilidades que podemos constatar ahora. En todo caso, hemos puesto en
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marcha un espacio de reflexión política, nos replanteamos cuestiones estratégicas, dejamos abiertas algunas de ellas, asumimos que somos un instrumento político que debe aportar su reflexión sobre los temas de la ecología, la democracia, el feminismo, el poder… el propio funcionamiento del partido… Porque todo esto afecta al propio funcionamiento organizativo, como comprobamos en cada reunión del NPA. Contamos ahora con una base social más amplia, y un funcionamiento que no se puede llamar «libertario» porque eso implicaría otras cuestiones, pero sí «de abajo a arriba», mucho menos centralizado, mucho menos vertical que el de la Liga. Quizás sea sólo una impresión mía, pero la Liga tenía una base doctrinal muy consistente, mientras que el caso del NPA, no es que ésa base se haya debilitado, sino que se considera que esa no es una cuestión fundamental. Si es así, ¿este tipo de cambios no ha planteado problemas de homogeneidad entre militantes que vienen de una tradición fuertemente ideológica y militantes que no quieren plantearse esos temas? Sí, eso plantea problemas, especialmente en la dirección, más que en la organización en su conjunto. Porque la mezcla de la gente se ha producido más bien en la base y en los niveles intermedios, sin mayores problemas, ya que se trata de un instrumento político abierto en el que cada cual no es que pueda ir a lo suyo, pero sí puede defender sus ideas, de una forma complementaria con los demás puntos de vista. Pienso que, de un modo un poco esquemático, se puede decir que los militantes que provienen de la Liga han aprendido a poner en práctica una forma menos activista de la militancia, a organizarse por grupos de afinidad, lo que también es nuevo para nuestra tradición.
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Y a la vez los militantes que han venido directamente al NPA se han politizado, descubren la necesidad de las cuestiones ideológicas. El problema creo que está en que la dirección política de la organización ha perdido sustancia, y esto crea dificultades para afrontar los desafíos que nos plantea la situación concreta: tenemos dificultades para preverlos, también para sacar conclusiones de las experiencias… porque nos falta esa fuerza que viene de la tradición, de sentirse continuadores de un combate que viene de lejos y que nos proyecta hacia el porvenir, más allá de las circunstancias inmediatas. Lo instantáneo repercute demasiado en el NPA, y especialmente en su dirección, perturbada frecuentemente por la presión inmediata, por ejemplo por fracasos electorales. Cuando sufrimos una presión del entorno mediático, político… nos resulta difícil tomar distancias, mirar a medio plazo, enmarcarlo en una perspectiva estratégica. Para mí es la mayor dificultad que tiene el NPA, desde su fundación hasta hoy. Sabíamos que ese riesgo existía, que pagaríamos un cierto precio... y así está sucediendo… Una de las ideas más interesantes del proyecto del NPA es construir lo que habéis llamado un «partido popular», lo cual creo que significa un cambio importante respecto a concepciones del «partido militante», en el sentido más exigente del término. Me parece que el riesgo de ese «partido popular» está en que dependa demasiado de los resultados a corto plazo, de lo que obtiene o se cree que se puede obtener a corto plazo, de los «éxitos», por ejemplo electorales, pero no sólo éstos. La pregunta concreta es: ¿acaso una parte de los militantes del NPA que no vienen de la tradición de la Liga, y que constituyen afortunadamente la mayoría del partido, han venido por la idea de «un partido que sube», que está en un proceso creciente de éxitos
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electorales, de reconocimiento público, etc. y cuando llegan malos resultados dan un paso atrás…? Sí, ha habido algo de eso. Hay que tener en cuenta que pasamos de los aproximadamente 9.000 militantes del momento de la fundación a los 5.000 de 2010. Esto ha suce dido después de los malos resultados electorales en las pasadas elecciones regionales de marzo. Creo que los que se han ido estaban en la idea de un proceso lineal de desarrollo, electoral o no, pero que en todo caso iba a funcionar como una bola de nieve cada día más grande, sin tener en cuenta las dificultades de la situación política, cuando militantes más experimentados sabíamos que en un momento u otro iban a llegar los problemas. El desafío es cómo consigues estabilizar el instrumento político para poder avanzar, de forma que el colectivo militante se fortalezca aprendiendo de la experiencia. Es lo que tratamos de hacer ahora. Tras el retroceso electoral, las movilizaciones del otoño del 2010 nos han consolidado, gracias a que la organización en su conjunto va comprendiendo las limitaciones de la situación. Hay que recordar que el NPA se fundó al comienzo de la crisis, aunque el proyecto era anterior, con los capitalistas inseguros, inquietos… La coincidencia parecía mostrar que éramos los más inteligentes, al haber construido un partido anticapitalista en plena crisis del capitalismo, y que por eso teníamos un porvenir radiante ante nosotros. Quienes veníamos de la Liga éramos más precavidos, planteábamos que con la crisis económica vendrían no sólo posibilidades, sino también grandes obstáculos… pero por mucho que lo repitas no significa que logres convencer. Así hemos llegado a una situación con pérdidas importantes de militantes, que por otra parte no estaban entre los más activos, y a una conclusión lógica: el fin de las ilusiones.
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Esto no se ha debido tanto a presiones exteriores, que puedes atajar, sino a ilusiones que vienen de dentro, que confían en un desarrollo ininterrumpido del partido, logro a logro. Pero hay un problema sustancial: ¿cómo militar en un clima de derrota? Éste es un problema político enorme, que sigue ante nosotros. Tratamos de aprender caminando… Suena zapatista. Sí, es nuestra vena zapatista. Y es así, eso corresponde a lo que hacemos y vamos a seguir haciendo. ¿Cómo habéis enfocado el problema de no ser los «únicos» a la izquierda de la socialdemocracia? Descubrimos ese problema después de la fundación del NPA. El Parti de Gauche de Mélenchon2 se fundó más o menos dos semanas antes de nuestro congreso. Tuvimos que tomar en consideración este nuevo escenario, en el que ya no éramos hegemónicos en ese espacio y en el que un tiempo después, en el terreno electoral, tendríamos la competencia del Front de Gauche, coalición del Parti de Gauche y el PCF que nos superaría en las elecciones. Pero yo pienso que éste no es nuestro mayor problema político. Cometimos el error de no prever esta nueva realidad, de ir detrás de ella y no enfocarla bien en nuestros debates. 2 Jean Luc Mélenchon fue ministro de Formación Profesional en el gobierno de Lionel Jospin entre los años 2000 y 2002. Siendo senador por el Partido Socialista, rompió con el partido en noviembre de 2008 y fundó el Parti de Gauche [«partido de izquierda»]. Fue elegido eurodiputado en las elecciones de 2009, como candidato del Front de Gauche, en el que también se incluye el PCF y otros grupos de menor influencia. Actualmente es candidato a las elecciones presidenciales del 2012 por el Front de Gauche.
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¿Qué se puede aprender de las experiencias de construcción de una organización anticapitalista en otros países? Si se busca un modelo listo para imitar, pocas cosas. Muchas, si se está convencido de que no hay modelos, de que las dudas son mayores que las certezas y que las nuevas respuestas se esconden más en las experiencias actuales que en los libros clásicos. Ésta es la idea que ha impulsado este libro de entrevistas a personas que ocupan cargos de dirección en organizaciones anticapitalistas europeas con influencia significativa en sus países. Se ha indagado, no sobre su ideología, sino sobre los problemas políticos que su realidad les presenta, cómo intentan resolverlos, dónde han tenido éxito y dónde han fracasado, con el convencimiento de que se aprende tanto de las victorias como de las derrotas. Las personas entrevistadas no militan en organizaciones de las mismas características, ni que desarrollen políticas similares. Pero están animadas de la misma voluntad anticapitalista. En esta diversidad de experiencias con un objetivo común reside el interés de sus palabras. Miguel Romero es editor de la revista Viento Sur y militante de IA (Izquierda Anticapitalista). Formó parte del Frente de Liberación Popular desde 1966 hasta su disolución en 1969. Posteriormente fue durante muchos años dirigente de la LCR y representó a la organización en la IV Internacional.
isbn:
978-84-940011-0-9