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Mi mejor amante en silla de ruedas
Bertha, una amiga, después de divorciarse me habla acerca de que nunca había tenido un orgasmo y de que no le gustaba tener sexo. Treinta años de casada, cuatro hijos adultos, una casa pulcra, preparar comida cinco o seis veces por semana, su vida se pasaba disfrutando de ser ama de casa. Contaba con un esposo amable, buen proveedor, pero emocionalmente desconectado.
Me relata que su experiencia sexual en los inicios del matrimonio era de una vez por semana (viernes o sábado por lo general), siempre con unas tres posiciones que conoció, y que, conforme los años pasaron, pasaron a ser, primero una al mes y después como seis veces al año hasta que, los últimos tres años, nada en absoluto. También me cuenta que extrañaba a su marido, pues fueron muchos años juntos, pero que no sabe cuándo dejó de amarlo, si bien un día lo amó. Sin embargo, ese vacío era llenado por sus hijos quienes la hacían sentir feliz.
Bertha, después de su divorcio, toma un curso para capacitarse y empezar a trabajar y conoce a un hombre en una silla de ruedas. Se hacen grandes amigos. Mantienen conversaciones, comparten vino, comida y música todos los viernes. En vista de que él estaba en silla de ruedas, ella se sentía con libertad de hablar de cualquier cosa y permitirse ser vulnerable con él.
Bertha, en una ocasión, le dice que nunca había vivido un orgasmo ni disfrutado su sexualidad. Él le dice que, si le permite, sin compromiso él le enseña. “¿Pero cómo, si estás en silla de ruedas?”, dice Bertha, a lo que él responde: “Mira, yo tengo reflejo de erecciones, puedo tomar viagra y mantener una erección, aunque me produce cierto dolor de cabeza. Eyacular no siempre es biológicamente posible para mi, pero el amar y ser amado está a mi alcance todos los días. El ser un gran amante no depende de mis eyaculaciones o mis erecciones.” Con estas declaraciones el romance comienza.
Bertha viene a mi con la inquietud de lo que su amigo le ha dicho y le comparto que no todos los que están en silla de ruedas pierden su capacidad de tener erecciones, depende de donde se haya producido su daño cervical. Lo que sí es importante tener en cuenta, le comento. es que estés consciente y no procures buscar, con tus buenas intenciones, estimular su pene, pues si tiene daño en la cervical T6 puedes inducir disreflexia autonómica, causando que la presión arterial suba, se presente dolor de cabeza y de este modo potenciar más consecuencias de alto riesgo. Habla con él y te va a compartir todo tipo de estudios que le han hecho: diagnóstico completo médico incluyendo uno sexual, otro hormonal, un ultrasonido vascular en su pene (Penile Doppler) y un estudio psicológico llamado International Index of Erectile Function (IIEF). Bertha habla con él, su doctor seguramente ha de tenerlo informado.
La historia de Bertha nos enseña que todos, en mayot o menor medida, vivimos con una limitante de lo que es el sexo. La escuela sexual para muchos es la pornografía, otros siguen su instinto para crear hijos o sentir meramente un desahogo del cuerpo. No todos despertamos a otra realidad más amplia sino cuando llegan enfermedades o accidentes, la menopausia, traumas, estrés laboral, soledad, adicciones, aburrimiento todo lo cual cambia el panorama de lo que comúnmente conocemos como sexo; genitales frotandose entre sí.
Lo que Bertha descubrió a través de crear un espacio donde la honestidad, el ser escuchado, la creatividad y el ser vulnerable con otro ser viviente es que todo ello constituye lo más importante. Esto le permitió que sus lonjitas y canas no le importaran y que las noches bohemias donde ella se lucía con sus comidas, donde ella le bailaba y él la amaba a través de la vista, fuesen las más atesoradas. Los dos eran importantes el uno para el otro. Conoció un orgasmo oral, la estimulación en el punto G y orgasmos vaginales y anales. Todo su cuerpo fue besado ¡Era la reina!
Y amigos lectores su historia no terminó allí. Se casaron, van al cine, se ríen todo el tiempo, rezan juntos, viajan, viven una vida llena de pasión y sí, con sus complicaciones, pero plena. Me despido en esta ocasión, es- perando que en mi puedas recibir el apoyo que necesitas para que tu vida también lo sea.
Su amiga, psicóloga y sex and intimacy coach
Luz María Villanueva PhD.
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