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La sombra del greenwashing en el comercio exterior
Ante la falta de una regulación adecuada, las medidas para combatir la emisión de gases de efecto invernadero en la industria siguen sin dar resultados
Por Daniela Quirós
En las últimas décadas, las cadenas de suministro se han vuelto cada vez más complejas y extensas para satisfacer la demanda y las nuevas tendencias de los consumidores. Desde los procesos de manufactura, hasta el aumento de transporte de carga, la industria es una de las más contaminantes del planeta. De acuerdo con la Organización Mundial del Comercio (OMC), el comercio exterior representa entre el 20 y el 30 por ciento de la emisión de gases de efecto invernadero.
El problema ambiental ha obligado a los inversionistas a buscar cada vez más soluciones sustentables en sus cadenas de suministro, lo que incluye a sus proveedores en otros países. La Bolsa Mexicana de Valores prevé que este año, por ejemplo, el 55 por ciento de la deuda colocada en México estará ligada a bonos verdes, lo que representa un incremento considerable del 11 por ciento que se registró hace relativamente poco en 2020.
Sin embargo, en los últimos años las medidas para combatir la contaminación producida por el comercio exterior no han dado resultados y los expertos advierten que el problema tiene que ver con el llamado greenwashing o ecoblanqueo. Este término hace referencia a la estrategia publicitaria que algunas empresas usan para dar la apariencia de reducir sus emisiones, cuando en realidad las mantienen o sólo las mueven a otras partes de la cadena de suministro.
La OMC advierte que uno de los principales problemas es que los países desarrollados han trasladado sus operaciones contaminantes a las naciones en vía de desarrollo. Por eso hace un llamado a homologar los criterios ambientales alrededor del mundo para comenzar a revertir la situación y cumplir con el Acuerdo de París por el cambio climático.
Actualmente, las medidas adoptadas no han complacido ni a ambientalistas ni a los defensores del liberalismo económico. Ambos grupos señalan que se trata de un postureo que, por un lado, no beneficia al medio ambiente y que, por el otro, encarece la operación de las empresas.
¿Cómo afecta el greenwashing a México?
El nearshoring se ha convertido en una promesa ambiental para el comercio internacional. La relocalización de las cadenas de suministro está acercando las producción a los punto de venta, lo que implica menos transporte y menos contaminación.
No obstante, esta nueva oportunidad conlleva también un reto. Los inversionistas extranjeros ya no sólo buscan la opción más eficiente y económica, también quieren que sus proveedores sean conscientes con las emisiones que realizan para cumplir con las regulaciones en sus países de origen que las obligan a disminuir su huella ambiental.
De tal modo, se prevé que las empresas que tengan y cumplan los criterios medioambientales, sociales y de gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés), adoptados por la ONU en 2015, puedan diferenciarse de sus competidores en el corto y mediano plazo.
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Los más grandes casos de greenwashing
Volkswagen
En 2015 se reveló que la automotriz alemana llevaba más de cinco años haciendo trampa en las pruebas de emisiones de sus vehículos. A través de un software ilegalmente instalado, simulaba ante las autoridades que sus autos contaminaban hasta 40 veces menos de lo que realmente lo hacían.
BP
Hace más de 20 años que British Petroleum pasó a llamarse Beyond Petroleum para mejorar su imagen, pero con muy poco éxito. A pesar de promocionar agresivamente sus proyectos ambientales, analistas advierten que el 96 por ciento de su gasto anual está destinado a combustibles fósiles.
Nestlé
En 2018 la empresa emitió un comunicado en el que prometía que para 2025 todos sus empaques serían de plástico reciclado. Sin embargo, Greenpeace y otros ambientalistas advierten que no se estableció ningún objetivo concreto y que hasta la fecha no ha habido ningún avance significativo ya que sigue siendo uno de los tres principales productores de plásticos de un sólo uso en el mundo.
Starbucks
Con bombo y platillo, la cadena de cafeterías anunció en 2018 que dejaría de usar popotes de plástico para cambiarlos por tapas con un orificio especial para beber. El problema es que las nuevas cubiertas usan más plástico que el popote y las tapas anteriores combinadas. La empresa afirma que la nueva opción es de un tipo de plástico que es más fácil de reciclar, pero los activistas señalan que sólo el 9 por ciento del plástico en el mundo tiene un segundo uso, por lo que el impacto de la nueva medida es insignificante.
La banca internacional
La mayoría de los grandes bancos, como JP Morgan, Citibank, Bank of America, Barclays, Bank of China, HSBC, Goldman Sachs y Deutsche Bank, presumen sus proyectos sustentables. No obstante, varias organizaciones han señalado que siguen siendo los principales financiadores de las industrias que más contribuyen al cambio climático y que sin su apoyo estas empresas no podrían hacer tanto daño al medio ambiente como lo hacen actualmente.