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T-MEC: una breve retrospectiva a cinco años de su negociación
Por Fausto Ricardo López Aguilar, Vicepresidente de COMCE Sur y profesor del ITESM Campus Puebla.
El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) fue un acuerdo negociado hace 30 años en un contexto histórico muy diferente al actual. Conceptos como el acceso a mercados, reglas de origen, procedimientos aduaneros y solución de controversias son algunos que se aprendieron cuando el acuerdo entró en vigor el 1 de enero de 1994. Sin embargo, en ese momento no se habló mucho de medio ambiente, energía, anticorrupción, temas laborales, Pymes y mucho menos de e-commerce, por mencionar algunos.
El TLCAN fue envejeciendo y justo en 2016 surgió una iniciativa de Donald Trump en Estados Unidos para renegociarlo en caso de ser elegido como presidente o eliminarlo si México o Canadá negaran su revisión.
Al ganar las elecciones presidenciales Trump cumplió su palabra y en pocos meses comenzó un periodo de rondas de negociación entre los tres países que abarcaron de agosto de 2017 a finales de septiembre de 2018. Quizás las rondas más desafiantes que México ha tenido en una negociación de un acuerdo comercial en su historia.
Si hablamos de los temas relevantes en esta revisión podemos poner en primer lugar al de las reglas de origen que son criterios utilizados en un acuerdo comercial con el fin de determinar si un bien cumple como originario y se le otorga el derecho al arancel preferencial.
Haciendo una retrospectiva, para el sector automotriz en aquel momento la exportación de vehículos a Estados Unidos y Canadá bajo trato preferencial representó una oportunidad inigualable. Sin embargo, la condicionante era cumplir con la regla de origen negociada a fin de producir vehículos con porcentajes mínimos de contenido regional de componentes originarios de la región que fueron desde un 50 por ciento de 1994 a 1998, un 56 por ciento de 1999 a 2001 y, finalmente, un 62.5 por ciento a partir de 2002.
Cumplir con los porcentajes de contenido regional fue todo un reto para las empresas exportadoras mexicanas. Para lograrlo surgió un concepto muy importante que fue el de la “localización”, es decir, sustituir componentes de terceros países para buscar proveedores ubicados en la región de América del Norte.
Con el nuevo T-MEC, la regla de origen se multiplicó por cuatro. Principalmente, esto se debió a las exigencias del momento histórico en Estados Unidos y la política de Make America Great Again.
A partir del 1 de Julio 2020, la regla de origen para autos exportados dentro de la región T-MEC demanda cumplir con un contenido regional mínimo del 75 por ciento. También se añade el tema de las partes esenciales como el motor, transmisión, chasis, sistemas de dirección y suspensión, ejes y baterías avanzadas que deben tener un 75 por ciento de contenido regional mínimo requerido, un 70 por ciento de compras de acero y aluminio y un requerimiento totalmente nuevo y único en materia de acuerdo comerciales: el Valor de Contenido Laboral o VCL. Esto requiere que el auto contenga al menos un 40 por ciento de materiales comprados en zonas de alto salario, lo que equivale a 16 dólares por hora.
A partir de este nuevo ciclo en la era del libre comercio en México iniciado por el T-MEC, los retos se multiplican, pero también las oportunidades. La continuación de la integración de la zona de libre comercio más grande de América no podía desaparecer y se comenzó a preparar el terreno desde el fin de la negociación en 2018 para cumplir con los requerimientos. Por un lado, se buscaron alternativas que pudieran apoyar a las armadoras, como lo fueron los créditos para el VCL y los planes alternativos de cumplimiento. Sumado a esto, también fue necesario crear un blindaje para el sector automotriz a través de las cartas paralelas en caso de surgir algún tema relativo a emergencia nacional en los Estados Unidos que pudiera provocar un súbito incremento de aranceles a productos mexicanos y canadienses.
Sabemos que han sido dos años muy dinámicos en la vida del T-MEC y faltan todavía cuatro más para que sea sujeto a una revisión cuando, en caso de que algún país decida abandonar el acuerdo, tendrá que esperar 10 años más para hacerlo.
Un negociador español decía: “El buen lidiador se nota con ganado bronco” y esto es definitivamente lo que en México hemos vivido especialmente en los últimos cinco años.