La x en la palabra de Fermín Castro

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II Concurso Noches PoĂŠticas Bilbao 2016


La X en la palabra

FermĂ­n Castro

ColecciĂłn Noches PoĂŠticas /04


Publicado por: L.U.P.I. (La Única Puerta a la Izquierda) PRIMERA EDICIÓN Diciembre 2016 De los textos: Fermín Castro De la presentación e introducción: Teresa Ramos Rabasa Derechos exclusivos de esta edición: Asoc. Cultural La Única Puerta a la Izquierda Colección: Noches Poéticas / 04 II Concurso Noches Poéticas Bilbao 2016 De la supervisión de la colección: Julián Borao y Julio G. Alonso Del diseño: L.U.P.I. De la fotografía de solapa: Fermín Castro ISBN: 978-84-945148-7-6 DEPOSITO LEGAL: BI-1896-2016 Impresión y encuadernación: Reprográficas Malpe, S.A. Apdo. Correos 64. 48910 Sestao, Bizkaia. España info@launicapuertaalaizquierda.es http://launicapuertaalaizquierda.blogspot.com.es


PRÓLOGO A LA X EN LA PALABRA “¿Para qué sirven las fotografías?”: dice uno de los versos de Fermín Castro González. Es por todos conocido que ciertos nativos americanos evitaban que los fotografiasen; creían que con la captura de la imagen también se llevarían su alma. Ahora soy yo quien se pregunta para qué sirve un prólogo, concretamente, éste que me ocupa. Yo no sé para qué sirve, pero sí sé que trataré de dejar constancia de una impresión -la mía- surgida de la lectura atenta del texto que ha captado mi interés desde el primer momento. La x en la palabra es un poemario repleto de preguntas metafísicas formuladas con soltura e ironía. Cuando me adentro en sus páginas, tengo la impresión de navegar por las aguas del Mare Nostrum, entre planteamientos de un tiempo remoto y al mismo tiempo actual; con la ligereza de un lenguaje que se atreve a jugar con la palabra: un recurso propio de la postmodernidad. Pareciera que el autor de este poemario transmitiera las ganas de preguntar a los autores que le preceden sobre el complejo entramado existencial en el que se ubica el ser humano del siglo XXI.

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Tal vez para eso sirvan los prólogos, al igual que los libros al completo, para aportar una visión, una huella indeleble; o tal vez no, pero en cualquier caso, una huella diminuta en la inmensidad de la cosmogonía que nos contiene a quien prologa, al autor y al lector que accederá a una información hasta entonces desconocida. Abro el libro para encontrarme con un primer poema rotundo como es a menudo la pérdida misma, para empezar, el lector se dispone a conectar con una vivencia que, tarde o temprano, acabará experimentando: “Ella saca su pecho en la noche/ Amamanta su bebé de aire/ Acaricia la nada con ternura/ Maternal.” Nos muestra a lo largo del poemario un concepto universal, que venimos con fecha de caducidad, que los días están contados en el marcador de un tiempo desconocido de antemano para el ser humano, pero exacto e implacable, “todo pasa y nada queda”, o tal vez sí, que queda la huella de un tiempo por vivir, el anhelo de ese amor incondicional que aportaría la maternidad, en este caso. Nos habla de amor y del desamor, defiende la palabra que lo nombra y lo cuestiona al mismo tiempo, rompe la estructura conocida y se adentra en el juego semántico que desvela el atrapamiento del propio concepto o creencia, consiguiendo evidenciarlo. La palabra crea, destruye o restituye la realidad que nombra. 8


El texto apunta las cuestiones existenciales formuladas por el poeta, y nos coloca frente a la conciencia de la temporalidad, que asoma para recordar que “somos polvo de estrellas” W. Reich. “El amor apenas es una palabra visible/ Una reminiscencia de algo más/ Tan difícil de explicar/ Hoy apenas fonemas cacofónicos Falsos”. Sin embargo, el amor reverbera, ocupa un espacio enorme: “todo en mí es un solar” y a veces, ese mismo amor no miente. Tal vez, para desdramatizar sea necesario expresar la rabia de sentir algunas limitaciones a través de la ironía: “Yo solo. Hago apología del amor/ Y toda esa mierda”…, consiguiendo de ese modo transmitir ese estado de vulnerabilidad que es consustancial al sujeto que ama, esa dependencia del objeto amado, que, en determinadas ocasiones, puede llegar a resultar dolorosa: “…Pero la lluvia no cesa y la luz/ Se ha quemado” Acaso el amor, y su presencia o ausencia, convierta a quien lo experimente en sobreviviente que, dependiendo de la suerte que haya tenido, bien podría convertirlo en una persona cínica, o, por el contrario, en alguien que se abre realmente a la experiencia vital. A lo largo del texto se puede percibir un hilo conductor en el que observamos cómo, de nuevo, se expone a reconocer 9


la necesidad de la que será objeto de su deseo. “La vida es el vaivén de una cadera” y se entrega, por tanto, al abrazo genital. Vivir como un juego permanente de reconocer y volver a reconocer en la otra persona la propia identidad. “Lo que da consistencia a ese puñado de niebla” entre la materia y el sueño, la memoria de lo que fue y lo que será historia un tiempo después. Pareciera que no quedara alternativa, sólo manejar afectos y emociones, y encajar el duelo permanente de las etapas que concluyen para asentarse definitivamente en la asunción de que vivir es cuestión de abrir y cerrar ciclos, a ser posible, dignamente. El poema se presenta como un espacio en el que rendirse o no es una posibilidad, al igual que en la vida cotidiana -la alternativa es luchar o fluir-. Las calles son el centro de la expresión de lo particular y esencial de las personas y de las comunidades en ese transitar hacia el cambio que deviene o no, porque lo esencial permanecerá incólume. Esas mismas calles, que son el escenario del infierno o de la redención, serán en las que se alzará la voz poética de un hombre dueño de un espíritu crítico que trata de comprender el complejo entramado existencial que le 10


viene dado, desenvolviéndose en un mundo aquejado de deshumanización. Y que vuelve a recurrir al encuentro amoroso para salvarse de tanto absurdo y de tanto sufrimiento, también en lo social. El autor interpela al lector, le recuerda “… esa larga tradición manriqueña” y esa pasión de vivir en un cuerpo agitado por el deseo y por la erosión del paso del tiempo. Su mediterráneo de temperaturas altas y oliva nos conecta con el “savoir faire” y nos muestra el regalo de vivir en un clima amable, pero no sólo eso, “…también arroja los cuerpos por decenas de los inmigrantes…” Habla a través del poema esa voz templada, agradecida y consciente: “Que la vida iba en serio uno lo empieza a comprender más tarde”, “hay décadas vacías de muerte” y otras desbordadas de muertos, los cadáveres que reciben sus costas lo evidencian. “La X en la palabra” de Fermín Castro González permite abordar esa complejidad existencial, no exenta de contradicciones, con la perspicacia y la ironía necesaria para no caer en el atrapamiento de un discurso sufriente. “Soy mi tiempo y mi paisaje, de eso no hay duda y mi historia…“, ”el corazón siempre se cree joven”. No obstante, se aprecia un acercamiento respetuoso y verdaderamente 11


conectado a la emoción; la tristeza se expresa: “estoy tan triste como un león convertido en alfombra…“ Los hombres sí lloran, por qué no habrían de hacerlo, frente a la pérdida de todo aquello que han amado y les ha amado. Sabe del sabor ácido de la soledad y lo reconoce. Y esa misma voz que se permite llorar también ríe, el humor salva y se expresa de forma soberbia en el poema XXIX en el que juega con “La X en la palabra”; en cualquier caso, la X es la letra de las ecuaciones y las posibilidades, el futuro está por definir y, tal vez del mismo modo, la propia realidad. Bienvenido, estimado lector, a recorrer este manuscrito lleno de hallazgos, ritmo, solvencia moral y riqueza en los contenidos, que se expresan con una abundante manifestación de imágenes y cierta dosis de humor que lo hace fluido de principio a fin. Teresa Ramos

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La X en la palabra por Hitchcock


I En el hospital la chica había perdido su hijo, no dejaron que lo viera se lo llevaron envuelto en el misterio y en la ausencia extraña… Ella saca su pecho en la noche, amanta su bebé de aire, acaricia la nada con ternura maternal.

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II El amor apenas es una palabra visible, una reminiscencia de algo más tan difícil de explicar; hoy parcos fonemas cacofónicos falsos. El amor amor amor amor amoramor. ¿Qué ha sido de la antorcha negra y de la pupila azul? Las casas han absorbido todo. Las manchas de humedad del techo son lo que el tiempo ha dejado tras de sí del cielo infinito. Adiós adiós adiós adiosadios comienza a tener una carga cognitiva. La refracción no miente, no esta vez. El alcohol en un rincón no sirve a la causa. Las chicas ya no te miran ¿Cuándo se inició el proceso de invisibilidad? Debió empezar hace mucho. La calle apesta a soledad. Los coches contaminan con pereza. Una mujer compra una mujer vende. Un tipo pasa. Un perro enmudece. Envejecen los edificios, 17


algunos han caído, quedan durante un tiempo los solares minipaisajes de guerra. Así son las cosas: mis manos mi cara y esta boca idiota y estos ojos soñadores que se niegan a envejecer, envejecen más rápidamente. Todo en mí es un solar.

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III Las bocas acostumbran a mentir. No siempre es asĂ­, ya lo sĂŠ. En raras ocasiones una lĂĄgrima, una saliva que no es tuya, un aroma a rosas, la materia de un suspiro se condensa siempre en la memoria con la fuerza de un rinoceronte. Una rosa. Una flor. Una hoja. La esquina de una calle de agua. Un bar. Gente mar de gente. A veces una boca.

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XXVII Hasta lo más intimo tiene algo de distanciamiento una pequeña barrera de plástico y algo más penetrante: la imposibilidad de mantener la unión en eternidad la desesperación por calmar la gran sed. La furia de las caderas y los sexos no encadenan lo necesario. Los ojos, las manos, los besos de amapola, toda la humedad de agrio olor son sumandos, pero no son suficientes queda al final permanece una desesperanza clavada y acida Soledad la llaman. Debe ser su nombre de verdad.

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XXVIII La cama en el piso de estudiantes era un acordeón, cada noche tocábamos la misma juguetona música al amanecer fulgían nuevamente las notas el vecino de abajo nos aplaudía. La cama era un buen altar. Hubo otros cuerpos hubo otras camas y otros vecinos, pero la música primera esa ya no ha vuelto a sonar.

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XXIX Tampax Klinnex Hoy me ha dado por observar la X. Las palabras con X son palabras marcadas alguna hembra dominatrix de buen gusto las ha ido grabando con sus uñas de acero inox mientras su mirada de ónix nos señala el ápex.

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ร NDICE Presentaciรณn e introducciรณn: Teresa Ramos Rabasa

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La X en la palabra por Hitchcock

I. II. III. IV. V. VI. VII. VIII. IX. X XI. XII. XIII. XIV. XV. XVI. XVII. XVIII. XIX. XX. XXI. XXII. XXIII. XXIV. XXV. XXVI. XXVII.

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XXVIII. XXIX. XXX. XXXI. XXXII. XXXIII. XXXIV. XXXV.

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