«Ejercicios antilocura»

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Ejercicios Antilocura Autoterrorismo literario y descripciones imaginadas

Victoria P茅rez

Colecci贸n Hecho a mano

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Ejercicios antilocura Autoterrorismo literario y descripciones imaginadas Victoria Pérez Diseño editorial: Adriana Morán Sarmiento ©Victoria Pérez 2013 ©La Vaca Mariposa Editora 2013 Colección Hecho a mano Libro artesanal Ejemplar /100

Pérez, Victoria Ejercicios antilocura. - 1a ed. - Buenos Aires : La Vaca Mariposa Editora, 2013. 40 p. : il. ; 22x16 cm. ISBN 978-987-26006-7-9 1. Literatura Latinoamericana. CDD HA860 .4


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Ejercicio No. 1 También podría dibujarme. Dibujarme con palabras.

Y empezar diciendo que mi cabeza esta inclinada sobre una mesa chiquita y mis ojos se clavan sobre líneas azules con fondo blanco, y otro fondo marrón y un destello móvil inquieto y naranja. La mano izquierda en la frente, la palma derecha transpira. La nariz duele, el pecho lento. La planta derecha bajo el muslo izquierdo. Los dedos del pie izquierdo en el piso. Sosteniendo. El piso está siempre. El centro de la tierra también forma parte de esta escultura. El talón sintiendo el frío metálico de una pata redonda de silla. Los cabellos tirantes. Un suspiro. La ansiedad. También laten en este mármol esculpido con palabras. Hay un mate y en el recuerdo también hay mates, muchos. Tricotados con los colores de los hilos belgas de mi herencia. Y tréboles respirando. Mis isquiones buscando llegar, ser puente de lo que pesa. La boca abierta. El aire entrando y saliendo. La tensión en la espalda. El amor ilimitado e inmortal brilla a mi alrededor como un millón de soles. Debajo de los isquiones hay rojo y hay gris. Si no es escultura es pintura entonces. Fin. Solo por ahora.

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Ejercicio No. 6 El viento sopla fuerte y estoy mirando la Salamanca.

Hace frío. Salí por la ventana y salté sobre los cardos. Tenía miedo… Por eso no hago ruido, el ruido también tiene miedo. Y la noche. Y los perros también, porque no ladran. Nos miramos a los ojos ellos y yo, y nos entendimos. No era oportuno ladrar y ellos saben mucho de oportunidades. Caminé con pausa, con tiempo y sin dolor. No había lugar para el dolor. Me arrastré debajo del alambrado. Miré el cielo. La noche tenía un millón de estrellas, un millón de soles, y mil vientos. Yo no tenía nada. Huía, lentamente, como en una pesadilla. Sin respirar. Entré por el corral. Los chivos estaban despiertos, y entendí que me protegían. La naturaleza, que es diosa, sabe bien cuando atender y cuando cuidar. Y esta vez vino a mí como perro, como chivo, como estrella. En la galería reposé junto a la pileta de lavar. Podía ver la máquina de coser de la abuela y la pila de ropa que había acomodado yo misma esa tarde, con la planchadora de carbón. Creí que no dormiría. Que vigilaría hasta el amanecer. Pero la seguridad trae el sueño, y la luz la vigilia. Con la primera claridad abrí los ojos. Ya era otro día. La Salamanca sigue allí, con sus rojos de piedra. Soy yo la que está en otro lugar.

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Ejercicio No. 9 Por eso me empecé a volver azul. Azul de agua. Hay

un camino desde el perineo hasta el talón hecho de hielo. Hecho de hielo o alguna otra cosa ardiente. Puedo contar la historia de mi vida con descripciones de mis aguas. Y chequeos de presente perfecto. Caminamos por Recoleta y cada tanto nuestros cuerpos se chocan entre sí. Soy extraña en este lugar. Recuerdo a alguien que traía a su chica al cine que estoy mirando ahora mismo. Pero ese ahora no es este ahora. Me veo a mí misma desde las nubes de tormenta. El tiene ojos de piscina. Yo tengo un océano salvaje con espuma de sirenas. Todo hace ruido, las persianas crujen con el viento. Estoy acá y estoy en esa casa. Hoy inmortalicé un instante mientras recordaba lo que conté antes. Él me cuenta que su hermano tocaba la guitarra en este parque. Afuera en la galería mis amigos cantan, ellos no saben que estoy escribiendo. ¿Qué estás haciendo? ¡Escribo! La puerta golpetea, el vidrio resuena. Mi garganta rasposa me hiere hasta las piernas, donde el ardor es ahora un latido arrítmico, como burbujas pequeñas reventando debajo de la piel hacia adentro. Siento el fémur y la tibia, es verdad que tengo huesos, pero solo los recuerdo cuando me levantan del piso. Esa vez no retozamos en el pasto. Llovía. La última vez que dormí en el verde tenía a mi lado un planeta que ahora pide limosna. Empieza a caer un chaparrón. El pájaro insistente, las voces de los niños, la música, todo se transforma y también se azula, como yo. Y la melancolía.

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Ejercicio No. 11 Dibujo un hombre. Remarcando los pliegues de su

pantalón con los grises que tengo (porque hace un tiempo tengo grises), vuelvo a esa tarde en Santa María. Recién pedí una milanesa con puré. Comía carne, sí. Fue hace mucho tiempo. Yo era joven. Tenía un bebé en brazos y mientras le daba de mamar jugaba con un encendedor, recuerdo de ese hombre que abandoné treinta minutos antes. Afuera la tormenta de tierra no dejaba ver más allá de la primera hilera de árboles de la plaza de enfrente. Pensaba como llegar a Buenos Aires. No tenía dinero. Voy a hacer dedo hasta El Mollar por lo menos… Ese día pasé tres veces por la puerta de mi hogar que ya no era, que nunca dejó de ser. Suena el timbre en el taller. Fréderic está subiendo, otro hombre, ahora. En el piso de abajo hay otros dos, otros dos hombres, estudiando la técnica del fresco. ¿Qué hombre estoy pintando? El único. Porque finalmente El Hombre es una abstracción. Todos los demás tienen nombre, pero El Hombre no tiene. Fred sonríe. Comment ça va? Y en mi cabeza persiste el otro, diciendo que va a bajar a la villa a despedirme. La luna está en el cielo iluminando el monte. La luna, ese punto fijo en el que nuestras dos perspectivas fugaban. Dibujo un hombre.

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Ejercicio No. 15 Vos ya no estás y yo te estoy desamando.

Ya sé que no existe la palabra en ningún diccionario. Pero a mí no me importa. No me importa lo que está normado, normalizado. No soy normal. Soy una inestructurada de anormas desregulares. La primera vez que escribí tu nombre lo hice mal, por fonética, y tampoco me importó porque sigue diciéndolo a los ojos que lo quieran leer. Está parado sobre un reglón azul de un cuaderno viejo y arrumbado. Ese cuaderno y otros cuentan nuestra historia. Te estoy desamando, amadorado. Tengo que hacerlo porque si no voy a seguir coleccionando diablitos, fantasmas, vampiros y monstruos debajo de mis omóplatos. Me pesan. Tengo una contractura desde detrás de la oreja izquierda hasta la tercera costilla, que si giro la cabeza se extiende hasta los gemelos derechos. Podría pensar que llevo días sin bailar, o que hace meses que no vuelo en el agua, que no aguavuelo. Pero yo sé que es blezismo. Blezismo es un neologismo hecho con tu nombre. Las palabras que usan todos no nos sirven a vos y a mí. Necesitamos palabras propias. Que al ser pronunciadas dicen a cada sílaba diez años de vida. Te estoy desamando, amadorante. Vos me lo pediste. Vos lo suplicaste anoche. Tanto lo deseás que me entregaste en brazos a mi propio cadáver. El cadáver de nosotros disecado. Guardado en una cajita de madera. No. No era una cajita, después era el cuerpo de mujer de mi yocon-vos. No sabía qué hacer con mi-ella. Estábamos en el cine, pero los protagonistas éramos nosotros, en las butacas. Detrás de tu asiento otros personajes se diluían, se desdibujaban, sin peso, sin profundidad, superficiales. Solo quedamos nosotros tres, vos, yo y mi yo-con-vos frío y esperando volver a la tierra. Te estoy desamando, amadorable. Te lo prometo. .15


Victoria Perez nació en Buenos Aires en 1978. Es arquitecta.

Paralelamente a sus estudios universitarios se formó en talleres de arte, canto, danza y escritura volcándose finalmente a la danza butoh y el contact improvisation, disciplinas que eligió como modo de expresión personal a través del movimiento. De forma inesperada y particular, volvió a la escritura. Sus textos e imágenes forman entidades inseparables.

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La Vaca Mariposa Editora Colecci贸n Hecho a Mano (Todos los derechos reservados)

www.lavacamariposaeditora.com E-mail: contacto@lavacamariposaeditora.com En Facebook: LA VACA MARIPOSA EDITORA En Twitter: @UnaVacaMariposa ____________ Este libro se termin贸 de imprimir en Buenos Aires, en el mes de mayo de 2013.

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