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Por Indiana Litwinchuk
El siguiente texto fue escrito por una estudiante de la Red Pedagógica Teatral en el marco del curso de Entrenamiento Físico Actoral.
Yo decido empezar un entrenamiento personal como una búsqueda que no encuentra denición ni terminación nal. No interesa el cierre sino la apertura. En cada movimiento que repito aparecen nuevas preguntas a las que no aspiro encontrar una respuesta correcta. La respuesta correcta me aburre, me ha aburrido siempre. Sin embargo, incesante la persigo. Mi entrenamiento personal se podría sintetizar en... Yo persiguiéndome a mí misma. Creo una paradoja que motoriza mi movimiento. Aprendo sobre las posibilidades que mi cuerpo me regala. Yo las recibo como quien recibe un regalo. A veces el a mi ansiedad, le saco rápido el envoltorio. Juego. Pruebo. Saboreo. Rompo. Desecho. Al romperlo me desarmo en partes ¿Cuántas partes tiene el movimiento? Las reciclo. Otras veces, en un relajo, desenvuelvo más lentamente el presente. Saco como capas los papeles y mujer cintas de un regalo de yo para mi. Mi entrenamiento personal circula por el espacio preguntándome qué me interesa que circule. Y yo decido. El aire del ambiente circula fusionándose con mis exhalaciones. Circula el polvo del piso sintiendo mis gotas bailarinas de transpiración caer. Circula la sombra mía y de mi ropaje. Circula la memoria, mi ideología, algunos pensamientos, angustias nuevas como las históricas que en mi cuerpo llevo escritas. Circulan deseos y debates. Circula política y poética. Circulan restos y repeticiones. Circulan sueños y suertes. Circulan errores y herramientas. Circula todo eso y y se funde con la grupalidad vibrante. Circulo por un espacio que yo misma voy abriendo. Abro el espacio e inauguro un lugar para habitar en movimiento. Arde el movimiento preciado y saca chispas muy auténticamente mías. Un lugar donde cultivo singularidad y crece danza, crece voz, crece mirada. Hace no mucho tiempo aprendí (aunque cada tanto se me olvida) que no persigo las respuestas correctas, sino mis respuestas. Que lo más bello no fue lo que elegí, si no haberlo elegido yo. Yo decido qué circula en mi entrenamiento. “Yo decido”, me digo a mí teatro misma. Y siento placer y miedo a la vez.
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