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Un montón de voces
Entrevista a el grupo “La colmena” Por Josena de Cara
En esta ocasión cerramos los ojos y escuchamos la música que nos canta La Colmena. Este es un sonido compuesto por las voces y percusiones de 17 mujeres que pronuncian un repertorio popular latinoamericano. Se presentan como un ensamble de mujeres con la particularidad de no tener una única dirección, sino que funcionan de manera horizontal y cooperativa. Sin lugar a dudas su música es teatral. Hay toda una escena montada a favor de las canciones con su vestuario, luces, proyecciones y la disposición espacial, por momentos, coreográca. Son actrices de la escena.
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Josena: El hombre por hombre ya tiene el lugar habilitado, la mujer tiene que demostrar para tener un lugar. ¿Sienten que en algún momento tuvieron que demostrar algo para ser respetadas musicalmente? Miriam: En lo personal, no sé si tuvimos que demostrar algo, pero sí notamos que los lugares son mucho más acotados en ese sentido. Sol: A mí se me vino una frase que dijo una integrante de la Red MultiSonora (Asociación civil que incluye a mujeres cis, personas trans, lesbianas, no binarixs y otras identidades disidentes en relación a distintas disciplinas del sonido): la diferencia entre mujeres y hombres haciendo cualquier cosa en general, es que los hombres hacen sin pedir permiso y las mujeres siempre estamos pidiendo permiso para hacer. Nosotras somos cantoras y justo ese lugar es bastante hegemónico dentro de lo que es ser mujer, quizás si fuésemos contrabajistas sería diferente… Wanda: Al respecto, nosotras hacemos un esfuerzo constante en dejar claro que no somos un coro. Hace ocho años que lo repetimos y creo que eso nos pasa porque el ser mujeres en grupo está relacionado a ser un coro y eso está permitido en la música. Que las mujeres formen parte de un coro, casi siempre mixto y dirigido por hombres, es natural. Ahora, cuando las mujeres quieren hacer otra cosa, es raro. Sofía: Algo que nos dicen siempre que nos entrevistan es: “Wow, son diecisiete mujeres”, como algo llamativo. Antes, vale decir que nosotras somos todas mujeres de clase media, blancas y vivimos en una megalópolis, entonces tenemos un lugar privilegiado que hace todo más accesible dentro del circuito, pero aun así sorprende ver a tantas mujeres juntas. Siempre están las preguntas del tipo: “¿Y cómo hacen?, ¿no se pelean?”, cuando a ninguna banda de chabones se les pregunta eso, entonces es ahí cuando con una pregunta se nos está poniendo en un lugar, además eso trasciende lo musical, lo inhabilita y sólo somos mujeres haciendo algo juntas. Es una cuestión de lugares estancos, preestablecidos por la cultura y hay que romper con esa idea, no porque nosotras creamos que estamos haciendo algo novedoso, sino porque es la idea que tiene la otra persona sobre lo que hacemos.
Josena: En relación a la grupalidad, es cierto que es muy llamativo verlas y no tendría porqué serlo, pero me preguntaba si notan diferencias a la hora de enfrentar a la industria musical como parte de una banda frente a hacerlo de manera solista. ¿Sienten que la grupalidad allana algo de esto que todavía pasa? Sol: Sí, yo creo que la grupalidad allana siempre, en cualquier ámbito. No sólo por el hecho de ser mujeres sino en general, siento que la grupalidad más que allanar, hace al hecho artístico, potencia lo que cada una puede aportar desde su lugar y generar algo que sería imposible de otra manera. Sofía: Lo grupal es una construcción que no condice con la norma. Que de repente en una sociedad tan individualista, un grupo de personas decidan ser independientes y autogestionarse para hacer un acto artístico, está por fuera de lo establecido y quizás ahí resida, en parte, la novedad de lo nuestro. Wanda: En el patriarcado está muy fuerte la idea de la competencia entre mujeres y la grupalidad lo pone en juego. “¿Cómo, no hay una que dirija o lidere la banda?” Ahí se maniesta ese preconcepto de que las mujeres siempre estamos compitiendo entre nosotras y eso es lo que el grupo tensiona, es uno de los desafíos que desde afuera creen que tenemos, pero internamente nunca lo fue. Eso es lo que le sirve al capitalismo en realidad y el feminismo vino a patear ese tablero. Eso es la sororidad, dejar de competir con tu compañera, y en ese sentido lo grupal también ayuda a reducirlo. Tamara: En esta sociedad, ver a una mina yendo a cantar sola habilita el juicio, y si sos medio machirulo quizás te animás a decirle algo. Ahora, si te topás con un grupo de 17 mujeres, es más difícil. Josena: Y en cuanto al feminismo, ¿Registran algún cambio desde que empezaron en 2012 en relación a toda la ola feminista del 2015? ¿Qué acciones concretas cambiaron y llevaron a la banda a posicionarse distinto? Miriam: Una de las cosas más importantes fue hacer foco en el repertorio. No que no lo hiciésemos antes, pero ahora la búsqueda es más exhaustiva y rigurosa, pensando en qué queremos decir con eso. Tamara: Hubo un momento icónico en un encuentro de mujeres músicas en Santiago del Estero al que fuimos en 2018. A nosotras nos invitaron sin saber mucho quiénes lo organizaban y nos encontramos con un montón de mujeres músicas hablando y debatiendo sobre los vínculos y el rol de la mujer en la música. Al nal, el encuentro terminó en el Patio del Indio Froilán, un patio de peña tradicional dentro del folclore argentino, con trescientas mujeres en el medio de ese lugar históricamente machista, fue muy impresionante. A partir de ahí nos dimos cuenta que era una responsabilidad y había que asumirla, no era una cosa para ser tibias y ahí fue cuando entendimos que el escenario era un lugar claro para militar esos debates y fue muy fundante. Sol: Lo que nos pasó en ese encuentro fue que visibilizamos hacia adentro lo que estábamos construyendo. Nos sirvió para ver que muchas de las prácticas que veníamos llevando adelante estaban muy asociadas a los postulados de esta nueva ola: la sororidad, tejer redes, no competir y problematizar los lugares de poder. Entonces nos dimos cuenta que estábamos caminando ese camino, aunque no le hubiésemos puesto nombre y eso fue muy poderoso también. Nos hizo replantearnos otras cosas, como qué prácticas íbamos a abandonar y qué bandera íbamos a levantar a partir de entonces y así. Miriam: También nos sirvió para replantearnos la elección de la gente con la que laburamos. Sin proponérnoslo, de a poco empezamos a relacionarnos más con mujeres y fuimos tejiendo redes para apoyarnos entre nosotras. Tenemos una sonidista mujer por ejemplo, y nos dimos cuenta que todo ese tipo de roles que fueron históricamente ocupados por hombres, podemos ocuparlos las mujeres entonces queremos darle ese lugar, porque somos mujeres y nos tira para ese lado.
Josena: Justo les quería preguntar sobre el vínculo con los demás rubros en la música. Entonces no es que han pasado de tener un manager hombre y lo cambiaron, si no que se fue dando. Tamara: Sí, se fue dando… Pero sí tuvimos dos percusionistas hombres, un fotógrafo y ayudantes de sonido y hoy raramente los incluiríamos. En nuestro disco, el productor, ingeniero de sonido, técnicos, mastering, todo el proceso de pre y post producción fue masculino, de hecho hubieron muchos músicos invitados en su mayoría hombres. Ese paradigma cambió mucho y ahora es una decisión muy consciente. Sofía: La marea que surge en 2015 nos hizo preguntarnos por qué toda esta gente son siempre hombres y entendimos que se da porque es a lo que más fácil se accede. Ellos están más visibilizados, tienen más laburo, más posibilidades de crecer, entonces es lo que más llega; pero cuando conocimos a quienes trabajan a la par suya pensamos: “Tenemos un colectivo que pisa fuerte, porque somos un montón de pies, entonces sumemos gente para tejer esas redes”. No es en contra de los hombres, sino una cuestión de entender que estamos construyendo algo más potente, que se entrecruza políticamente con el ocupar un escenario y decir algo, entonces tenemos esta identidad y vamos a accionar en relación a eso. Sol: También nos pasó con muchos roles que nos dimos cuenta que nos sentíamos más cómodas trabajando con mujeres. Hay una mirada que compartimos, como con las fotógrafas, algo de entender el cuerpo de la otra, que los hombres no tienen o lo tienen de una manera diferente. Entonces hacer fotos con fotógrafos es muy distinto a hacerlo con una mujer que entiende cómo nos vemos y pensamos nuestro cuerpo, en algunos roles eso es fundamental. También nuestra productora es mujer, hay muchas cosas sobre la construcción del colectivo, la estética y el mensaje que resultarían raras pensadas por hombres, no me imagino a un chabón pensando en la identidad de La Colmena.
Josena: Vinculado a esto de “somos un montón”, pensaba en la necesidad de que se tenga que pensar una ley de cupo femenino. En lo dicotómico, paradójico y horrible que se necesite una ley para que estemos en la escena, con un porcentaje tan pequeño como el 30%, es ridículo pero existe. ¿Qué experiencia tienen con eso? ¿Sienten que algo se modicó? Sol: Nosotras no solemos tocar demasiado en festivales, pero algo que siempre me llama la atención es que tenemos un “prime time” de contrataciones para el 8 de marzo, como si el trabajo fuese en marzo porque es el día de la mujer y hay que contratar mujeres, entonces en todos lados hay grupos de mujeres tocando y el resto de los meses no sucede. Nos pasó concretamente el año pasado que tocamos todos los ndes de semana de marzo, contratadas por el estado con cachet y todo, y eso no se replicó el resto del año, entonces en esas cosas a mí me salta la cha. Tamara: Sin embargo, pasó que uno de esos eventos lo dirigía un hombre y además fue muy polémico porque se nos prohibió usar pañuelos verdes en el escenario. Era un evento donde supuestamente estábamos las mujeres al poder, eramos las protagonistas pero no podíamos decidir. Miriam: Fue toda una situación porque nos enteramos justo sobre la hora de salir al escenario y se armó un debate entre nosotras, fue muy difícil e indignante. Además fue muy incómodo porque había un compromiso político, 2019, año electoral, entonces nos decía: “No es nada contra ustedes, yo estoy re de acuerdo, pero no da” . Igualmente, más allá de esa situación puntual, que el cupo femenino se cumpla sólo en marzo es un bajón. El día de la mujer se termina usando y nos volvemos funcionales a eso. Wanda: Claro, es lo que garpa, porque ahora está de moda. Igualmente eso no quita la importancia de la ley, en cuanto a que es una mínima que se está logrando. Si no existe esa ley ni siquiera se cumple ese 30%, y hay que ver cuánto se cumple porque no hay quien controle. Sofía: Y no somos sólo las mujeres, hay también un montón de otras identidades marginadas y queda mucho por hacer. Justo nos atañe a nuestro campo, porque todas las injusticias sociales en una ley no entran, pero son muchas más. La visibilidad es clave para posibilitar un futuro con mayor participación de otras identidades, porque nosotras somos justo una generación bisagra, pero el hecho de que generaciones posteriores crezcan viendo escenarios llenos de mujeres, trans y otras identidades no binarias, puede hacer que las cosas sean un poco diferentes, hay algo del estar ahí que hace que exista. Miriam: Muy distinto hubiera sido, si años atrás, las chicas que querían ser instrumentistas hubieran visto un montón de bandas de mujeres. Esa identicación te recontra incentiva y decis: “No loca, me pongo a armarlo porque se puede y voy a tener el espacio”, visibilizarlo es súper importante. Sofía: Dentro de nuestra propuesta, que es de canto colectivo y percusión, hay algunas que se dedican más a la percusión que al canto, y ese también es un lugar menos hegemónico que el de la cantante. Nos sucedió buscando percusionistas mujeres, recibir respuestas de gente muy cercana diciendo: “¿Sabés qué pasa? No hay tantas pibas que toquen bien”, y es re fuerte escuchar eso, que sucede y mucho. Tamara: Hubo una situación en una gira con una percusionista profesional de la ostia, en donde se pidieron prestadas unas congas y le llevaron unas no profesionales argumentando que como era mujer y no tenía peso en la mano, iba a tocar mejor con una no profesional, que la profesional era para hombres: “Esas para vos están bien, para tu manito”. Instrumentos para mujeres, instrumentos para hombres. Sofía: Ese es el rol de los colectivos: visibilizarnos, sacarnos de esos lugares en donde nosotras mismas nos construimos, porque nacemos con ese chip y tiene mucho costo rebelarse contra eso.
Josena: Proyectando un poco, ¿cómo ven a futuro el rol de la mujer en la industria de la música? Wanda: Yo creo que además de acompañar ciertas leyes, lamentablemente vamos a tener que estar atentas a que se cumplan. Hay que estar alertas, no sólo con las mujeres, sino también con las disidencias con quienes tenemos una deuda mucho más grande como sociedad. Miriam: Alertas en las acciones también. Si voy a ocupar un escenario, visibilizar desde el propio reconocimiento. Si estoy en un lugar y puedo decir algo, es porque hay gente que no. Tamara: Las mujeres somos un tipo de minorías, un tipo de oprimidas, pero también somos opresoras de otres, no por elección, sino porque la sociedad así lo hizo, entonces siempre es bueno tener perspectiva del lugar que ocupamos. Yo creo que el camino es seguir ocupando roles y espacios. Justo siendo cantoras, estamos en un lugar hegemónico, por eso es clave seguir abriendo y ocupando nuevos lugares como instrumentistas, sonidistas, productoras, ingenieras de grabación y así hasta el innito. Sofía: Y más allá.