ESTUDI OS DE LEX I COGRA FÍ A R EVISTA M EN SUAL, EN PAPEL Y DIGITAL, DE PROM OEDIT N º 7, N OV I EM BR E D E 2015
M ON OGRÁFI CO SOBRE EL SL H DIRIGE ÁGUEDA
M ORENO
Director: Jesús Camacho Niño
Creador: Juan V. Romero Comité asesor: Francisco Abad (UNED),Ignacio Ahumada (CSIC),Pedro Ál varez de Miranda (UAM, RAE),Ángel es Ál varez (UAH), Jul io Borrego (USAL),Ignacio Bosque (UCM, RAE),Ivo Buzek (U. Masaryk), Mar Campos (USC), Francisco Carriscondo (UMA), Gl oria Cl avería (UAB) Dol ores Corbel l a (ULL),Crist óbal Corral es (ULL),Pil ar Díez de Revenga (RAAX),Est her Forgas (URV),Pedro Fuert es (UVA), Cecil io Garriga (UAB),Sal vador Gut iérrez (ULeón, RAE),Jens Lüdt ke (U. Heidelberg),Concepción Mal donado (UCM, Editorial SM), María Jesús Mancho USAL),José Ramón Moral a (ULeón),Águeda Moreno (UJaén),Ant oni Nomdedeu (URV),José Ant onio Pascual , (UCarlos III, RAE), Ál varo Port o (UDC),Sven Tarp (U. Aarhus),Maximiano Trapero (ULPGC)
ELex es una revista mensual, en formatos impreso y digital, que forma parte del Proyecto Integral de Lexicografía de la empresa de comunicación Promoedit , impulsora de diferentes proyectos y productos.
Presidente: Ju an V. Rom er o Directora gerente: Raqu el Casas Directora de proyectos: Rocío Ayu so Directora de ProinLex: Su san a Gál vez Director de comunicación: Ram ón Or t ega
Estudios de Lexicografía Lugar de edición: Bar celona ISSN: 2385-6025 Por tal de la r evista: http://estudiosdelexicogr afia.lasdosvidasdelaspalabr as.com Cor r eo electr ónico de la r evista: info@estudiosdelexicogr afia.com Por tal de Pr oinLex: http://pr oinlex.com Cor r eo electr ónico de Pr oinLex: info@pr oinlex.com © Pr om oedit, 2015 Queda pr ohibida, salvo excepción pr evista en la ley, cualquier for m a de r epr oducción, distr ibución, com unicación pública y tr ansfor m ación de esta obr a sin contar con la autor ización de los titular es de pr opiedad intelectual. La infr acción de los der echos m encionados puede ser constitutiva de delito contr a la pr opiedad intelectual (ar ts. 270 y sigs., Código Penal). El Centr o Español de Der echos Repr ogr áficos (w w w.cedr o.or g) vela por el r espeto de los citados der echos.
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ESTUDI OS DE LEX I COGRA FÍ A
NOVIEM BRE DE 2015
5 COLABORAN EN ESTE N ÚM ERO______________________________________________ I N TRODUCCI ÓN Gr upo de investigación: HUM 922- Seminario Lexicografía Hispánica
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ÁGUEDA M ORENO M ORENO_________________________________________________
ARTÍ CULOS El diccionar io com o her r am ienta didáctica par a la enseñanza de las var iedades en ELE
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NARCI SO M . CONTRERAS I ZQUI ERDO___________________________________
Sobr e el léxico r eligioso docum entado en un inventar io de beneficencia jiennense (siglo XIX)
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M ARTA TORRES M ARTÍ NEZ__________________________________________________
La ter m inología lexicogr áfica en los diccionar ios gener ales del español: pr opuesta de un diccionar io de especialidad
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JESÚS CAM ACHO NI ÑO_______________________________________________________
Léxico andaluz en el pr im er DRAE (1780)
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ANA M ARÍ A ROM ERA M ANZANARES________________________________________
LI BROS PRESEN TADOS Jacinto Gar cía, Eduar do José (2015): For m a y función del diccionar io. hacia una teor ía gener al del ejem plo lexicogr áfico
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EDUARDO JOSÉ JACI NTO GARCÍ A____________________________________________
Contr er as Izquier do, N.M . (2008): El diccionar io de lengua y el conocim iento especializado en la sociedad actual
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ALI CI A ARJONI LLA SAM PEDRO______________________________________________
C OLABORAN EN ESTE NÚM ERO
ÁGUEDA M ORENO Pr ofesor a Titular de la Univer sidad de Jaén. Tiene su for m ación básica com o Licenciada en Filosofía y Letras (sección de Filología) por la Univer sidad de Gr anada y el título oficial de Doctora en Filología Hispánica por la Univer sidad de Jaén, tr as haber pr esentado la tesis doctor al: ?La obr a lexicogr áfica del Padr e Diego de Guadix. Edición y estudio de la Recopilación de algunos nombres arábigos (c. 1593)? (Jaén, 2003). Así m ism o, tam bién posee la titulación de postgr ado en la M aestría de Elaboración de diccionarios y control de la calidad del léxico español. Itinerario: Diccionarios históricos por la Univer sidad Nacional de Educación a Distancia, tr as haber pr esentado la M em or ia final de M áster : ?Los adjetivos collón y poltrón en español. Estudios sem ánticos, com por tam iento y evolución en el español de la r ed léxica de estos dos italianism os? (M adr id, 2010). Com o docente de Univer sidad tiene una exper iencia desar r ollada desde el año de 2001 en el Depar tam ento de Filología Española, Facultad de Hum anidades y Ciencias de la Educación de la Univer sidad de Jaén. Así m ism o, cabe destacar su exper iencia docente en la enseñanza del español com o lengua extr anjer a con estudiantes extr anjer os de español de difer entes univer sidades extr anjer as com o son distintas Univer sidades Chinas y nor team er icanas y la Univer sidad Ca´ Foscar i de Venecia (Italia). Tam bién ha sido pr ofesor a invitada en pr ogr am as especializados del ár ea de conocim iento de la Lengua Española por or ganism os extr anjer os com o son: la Univer sidad de Bucar est (Rum anía), la Univer sidad de Szeged (Hungr ía), la Univer sidad de Bolonia (Italia) y la Univer sidad Inter nacional M enéndez Pelayo en el ?Pr ogr am a de for m ación de pr ofesor es de lengua española? del Centr o del Depar tam ento de Educación de Cebú (Filipinas). Es dir ector a (IP) del Gr upo de Investigación ?Sem inar io de Lexicogr afía Hispánica? (HUM 922), gr upo que centr a sus objetivos gener ales en el estudio par ticular de la Lexicogr afía del español y sus var iedades y la Dialectología en las hablas andaluzas.
NARCI SO CONTRERAS Doctor en Filología Hispánica por la Univer sidad de Jaén. Su labor docente com ienza en 1995 com o lector de español en univer sidades extr anjer as. Ha sido pr ofesor contr atado del Instituto Cer vantes y de los Cur sos Inter nacionales de la Univer sidad de Salam anca, y desde 2001, es pr ofesor en la Univer sidad de Jaén. Sus pr incipales líneas de investigación son la lexicogr afía, la ter m inología y la enseñanza-apr endizaje del español com o lengua extr anjer a, cam pos en los que ha publicado m ás de cuar enta tr abajos. Ha dir igido o coor dinado diver sos sem inar ios, congr esos y encuentr os de ám bito nacional e inter nacional, entr e ellos la dir ección de cuatr o ediciones del Encuentro de Profesores de Español para Sinohablantes (EPES), la coor dinación del VI Seminario de Lexicografía Hispánica o la or ganización del XXIV Congreso Internacional de ASELE. Desde 2004, ha desem peñado var ios car gos de gestión univer sitar ia en la UJA: Tutor de la titulación de Filología Hispánica, Director del Secretariado de Programas de M ovilidad Internacional, Coordinador de Programas Lingüísticos y Subdirector del Centro de Estudios Avanzados en Lenguas M odernas, contr ibuyendo a la inter nacionalización y al desar r ollo de los pr ogr am as lingüísticos de esta univer sidad. En la actualidad es pr ofesor contr atado doctor en el Depar tam ento de Filología Española de la Univer sidad de Jaén, coor dinador académ ico del m áster oficial UJA-FUNIBER en Lingüística Aplicada a la Enseñanza del Español como Lengua Extranjera, docente en cinco m áster es univer sitar ios en ELE en difer entes univer sidades e instituciones, dir ector de una decena de tesis doctor ales en el m ism o cam po, m iem br o del Consejo de Redacción, Com ité Editor ial y Com ité Científico de diver sas r evistas de investigación y par ticipa en diver sos pr oyectos de investigación (I+D) e innovación docente.
C OLABORAN EN ESTE NÚM ERO
M ARTA TORRES M ARTÍ NEZ Pr ofesor a Contr atada Doctor del Depar tam ento de Filología Española (Ár ea Lengua Española) de la Univer sidad de Jaén Titulaciones: Licenciada en Filología Hispánica por la Univer sidad de Jaén (2002).Doctor a en Filología Hispánica por la Univer sidad de Jaén. Tesis doctor al: La prefijación en gramáticas y diccionarios del español (siglos XVIII-XX) (Univer sidad de Jaén, 20 de abr il de 2009, Sobr esaliente cum Laude (por unanim idad), dir igida por la Dr a. Dña. Elena Felíu Ar quiola). M áster en Elabor ación de diccionar ios y contr ol de calidad del léxico por la UNED (2014) Líneas y gr upo de investigación: Estudio de la for m ación de palabr as desde el punto de vista de la histor iogr afía lingüística y de la lexicogr afía· Estudio del léxico histór ico en fuentes docum entales y en diccionar ios del español· Sem inar io de Lexicogr afía Hispánica (SLH) Estancias en centr os de investigación: Univer sidad de Salam anca (2004 y 2005· Univer sidad de Par ís 13 (2006)· Biblioteca de la Real Academ ia Española (2007)· Instituto de Lingüística, Univer sidad de Buenos Air es (2011)· Univer sitá di Bologna (2012)· Sapienza - Univer sità di Rom a (2015).
JESÚS CAM ACHO NI ÑO Com enzó sus estudios de Filología Hispánica en el cur so académ ico 2004-05 en la Univer sidad de Jaén y ya desde los pr im er os cur sos se sintió m uy inter esado por el estudio de la lingüística y la lengua española. Esta tem pr ana atr acción le per m itió conocer el m undo de la investigación filológica gr acias a la pr ofesor a doctor a doña M .ª Águeda M or eno M or eno. En el año 2008 ter m inó sus estudios de licenciatur a y com o salida natur al a su vocación investigador a, tom ó par te en los cur sos de doctor ado (Estudios Super ior es de Lingüística y Liter atur a) ofer tados por la Univer sidad de Jaén; obteniendo el Diplom a de Estudios Avanzados gr acias a la m em or ia de investigación Textos metalexicográficos del español: Prólogos de diccionarios. A com ienzos del año 2011, en la m ism a univer sidad donde ha desar r ollado su car r er a académ ica, inició la tesis doctor al que poster ior m ente le per m itir ía obtener el gr ado de doctor a finales de 2014: Teoría de la Lexicografía en diccionarios monolingües del español (Orígenes ? Siglo xxi); dir igida esta por la doctor a doña M .ª Águeda M or eno M or eno. Com o investigador, las líneas de investigación m ás desar r olladas han sido la m etalexicogr afía, m ás concr etam ente las fuentes par a su estudio, junto a la histor ia e histor iogr afía de la lexicogr afía y los diccionar ios. Los pr im er os pasos en este ter r eno se dier on en el m ar co de la Asociación de Jóvenes Investigador es en Histor iogr afía e Histor ia de la Lengua Española (ajihle) y en las r euniones r ealizadas por la Asociación Española de Estudios Lexicogr áficos. De entr e las investigaciones desar r olladas en esta cor ta car r er a académ ica, se pueden señalar las siguientes com o las m ás r elevantes en m ater ia lexicogr áfica: Contenido m etalexicogr áfico en el pr ólogo del Nuevo diccionario de la lengua castellana que comprende la última edición íntegra, muy rectificada y mejorada, del publicado por la Academia Española de Vicente Salvá (1847) (2009), Ter m inología m etalexicogr áfica en diccionar ios gener ales del español (s. xix) (2009), El tr atam iento de las acepciones en diccionar ios gener ales del español: per spectiva histór ica (2011), Evolución del contenido m etalexicogr áfico en los pr ólogos al diccionar io académ ico (1726-2001) (2012), La r ecepción textual y lexicogr áfica de los tér m inos de la m iner ía y la m etalur gia em pleados en la Historia natural y moral de las Indias (1590) de J. de Acosta (2014) o La evolución de las m ar cas de especialidad lingüística en los diccionar ios académ icos (1726-2001) (2014). Actualm ente, for m a par te del Gr upo I+D+i ?Sem inar io de Lexicogr afía Hispánica? (hum 922) (http://sem inar iolexicogr afiahispanica6.w ebnode.es/), pr esta colabor ación activa en el gr upo ?elci, el español, lengua de la ciencia? per teneciente al Consejo Super ior de Investigaciones Científicas (csic) (http://w w w.investigacion.cchs.csic.es/elci/node/1) y asum e las tar eas de edición en la r evista Investigaciones sobre lectura (http://com pr ensionlector a.es/r evistaisl/index.php/r evistaISL).
C OLABORAN EN ESTE NÚM ERO
EDUARDO J. .JACI NTO Pr ofesor de lingüística española en la Univer sidad de Innsbr uck (Austr ia) desde el año 2013. Se licenció en Filología Hispánica en la Univer sidad de Jaén. Tr as disfr utar 3 años de una beca FPI en la m ism a univer sidad, com enzó a tr abajar com o pr ofesor científico en la Cátedr a de Lingüística Aplicada de la Univer sidad de Augsbur go (Alem ania). Ha colabor ado dur ante var ios años en la r edacción del Diccionario del Español de Ecuador, en el m ar co del pr oyecto Diccionarios Contrastivos del Español de América (DCEA) dir igidos por los pr ofesor es Reinhold Wer ner y Günther Haensch. En 2012 se doctor ó en la Univer sidad Com plutense de M adr id con la tesis ?El pr incipio de autor idad en los diccionar ios gener ales del español (siglos XVIII-XX)?, con la que obtuvo el pr em io extr aor dinar io de doctor ado. Es m iem br o de los gr upos de Investigación Seminario de lexicografía Hispánica (Hum 922) y Español, lengua de la ciencia (ELCI). Ha par ticipado desde sus or ígenes en los sucesivos pr oyectos de investigación par a la elabor ación del Diccionario Bibliográfico de la M etalexicografía del Español (Or ígenes-2000), (2001-2005) y (2006-2010), dir igidos por el Pr of. Dr. Ignacio Ahum ada. Ha escr ito sobr e tem as r elacionados con la histor ia de la lexicogr afía, las citas de autor idad en los diccionar ios hispánicos y acaba de publicar, adem ás, el libr o Forma y función del diccionario. Hacia una teoría general del ejemplo lexicográfico (2015). Actualm ente tam bién investiga sobr e las r elaciones hispano-ger m anas en el cam po científico dur ante los Siglos de Or o.
ANA M ARÍ A ROM ERA M ANZANARES Se gr aduó en la Univer sidad de Jaén en 2014 en Filología Hispánica, seguidam ente en 2015 r ealizó el M áster en Estudios Hispánicos Super ior es en la Univer sidad de Sevilla y actualm ente se dispone a em pezar sus estudios de Doctor ado.
ALI CI A ARJONI LLA SAM PEDRO Es licenciada en Filología Hispánica por la Univer sidad de Jaén. Posee el Diplom a de Posgr ado en Formación de profesores de español como lengua extranjera y el título de M áster de Investigación en Didáctica de la Lengua y la Literatura por la Univer sidad de Bar celona. Es pr ofesor a de español com o lengua extr anjer a desde 2003, ha tr abajado en difer entes instituciones y actualm ente ocupa el car go de Dir ector a académ ica en CLIE Culture and Language International Experience SCA. Im par te cur sos de español com o lengua extr anjer a en el Centr o de Estudios Avanzados en Lenguas M oder nas de la Univer sidad de Jaén desde 2008 y es m iem br o del Sem inar io de Lexicogr afía Hispánica de la Univer sidad de Jaén, entr e sus publicaciones destaca su colabor ación com o coautor a en la r edacción del Diccionario de términos clave de ELE (ver sión electr ónica) del Centr o Vir tual Cer vantes.
PRESENTACIÓN
Gr upo de investigación: HUM 922- Seminario Lexicografía Hispánica
¿Qu i én es som os?
Águ eda M or en o M or en o Universidad de Jaén
Nos or ganizam os com o r enovado equipo de tr abajo ? una nueva ?ter cer a gener ación?? dependiente del Plan Andaluz de Investigación, Desar r ollo e Innovación pr opio de la Secr etar ía Gener al de Univer sidades, Investigación y Tecnología de la Junta de Andalucía con sede en la Univer sidad de Jaén en el 2012 y fuim os inscr itos com o Gr upo de Investigación HUM -922 en situación de ?definitivo? en el Sistem a de Infor m ación Científica de Andalucía (SICA) ya en el año 2014. A pesar de nuestr a cor ta vida com o SLH-HUM 922, la m ayor par te de los m iem br os del equipo cuenta con una lar ga tr ayector ia de estudios y pr oyectos en com ún, lo que ha per m itido tener una base sólida par a, con esfuer zo y pasión, concr etar nuevos pr oyectos, tr azar nuevas líneas de tr abajo y m antener una actividad constante especialm ente en tanto al estudio del léxico del español se r efier e. Per o es, sobr e todo, la par te hum ana de nuestr o tr abajo en donde la actividad científica ha conseguido cultivar r elaciones de am istad, r espeto y solidar idad, y com par tir un pr oyecto pr ofesional y per sonal.
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ÁGUEDA M ORENO M ORENO
No es fácil la sobr evivencia académ ica en un m edio donde las r estr icciones institucionales, m ater iales y sociales condicionan la pr áctica de esta actividad. Sobr e todo si la investigación no r edunda en beneficio par a la sociedad y en el enr iqueciendo de la for m ación de los futur os pr ofesionales docentes en tér m inos de obtención de beneficios económ icos y m ejor as de la pr oductividad. No obstante, aunque la financiación de las em pr esas es la que condiciona los pr ogr am as de estudios y de investigación, r econocem os que en los últim os años se per cibe un inter és por m ejor ar las condiciones par a la cr eación de nuevos y alter nativos conocim ientos que sir van par a la for m ación pr ofesional docente y, por extensión, par a la pr oyección de la investigación.
¿Qu é h acem os? Nuestr o gr upo en su hacer hum ano tiene la cultur a y la lengua española com o una cuestión de r esponsabilidad social, de ahí que el eje ver tebr ador de nuestr o tr abajo esté en apor tar algunas ideas y exper iencias en tanto a la enseñanza-apr endizaje de la lengua española se r efier e. Sobr e todo y, m uy especialm ente, dentr o de estudio del léxico. Estam os convencidos de que un apr endizaje ligado a la tr ansm isión de conocim ientos, en estos tiem pos, exige un nuevo enfoque sobr e lo que significa el apr endizaje, ahor a entendido com o la constr ucción de conocim ientos. Así hablam os de una m etodología docente m ás com pleja que la clase m agistr al, centr ada en gener ar entor nos en los que el estudiante sea activo dentr o y fuer a del aula, y en la cual el pr ofesor no busca solo la tr ansfer encia, sino las exper iencias del alum no y cuyo r esultado es la investigación y puesta en pr áctica de nuevas estr ategias y m étodos docentes: teniendo m uy en cuenta conceptos tales com o el constr uctivism o, el enfoque or ientado a la acción, la significatividad del apr endizaje, el apr endizaje cooper ativo, la autonom ía del apr endiz, las estr ategias y el apr endizaje por descubr im iento 2.0, la r elevancia del apr endizaje infor m al, etc. Conceptos estos que difícilm ente pueden ser llevados al aula dentr o del m ar co cur r icular pr eestablecido en la enseñanza tr adicional y necesar iam ente r equier en par tir de la r eflexión e investigación científica. Poner a disposición del estudiante, del docente y/o del investigador las her r am ientas y sopor tes digitales necesar ios par a facilitar el tr abajo autónom o en el ám bito de la investigación ? cor pus lingüísticos, pr ogr am as lexicogr áficos, estaciones lexicogr áficas, pr ogr am as específicos TICs y/o la m ism a w eb? es ahor a un cam ino obligado par a el desar r ollo, la tr ansm isión del conocim iento y la par ticipación en la actual investigación lingüística. Los r ecur sos que hoy podem os encontr ar en la w eb son r ecur sos com par tidos que ofr ecen una capacidad de tr abajo con una pr ofunda
GRUPO DE INVESTIGACIÓN: HUM 922- SEM INARIO LEXICOGRAFÍA HISPÁNICA
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aplicabilidad r eal tanto par a la teor ía y descr ipción lingüística, com o par a la investigación en lingüística aplicada. Así, en el inter és de la búsqueda docum ental par a el pr oceso de investigación, estos r ecur sos sir ven par a: 1) pr opor cionar datos sobr e la situación actual o diagnóstico del objeto investigado, 2) conocer los antecedentes teór icos, así com o las teor ías existentes, y, sobr e todo, 3) llevar a cabo nuevos m étodos de estudio y de pr oceso investigativo. De m odo que las labor es de investigación dentr o del seno del SLH no solo cuentan entr e sus inter eses con objetivos científicos, sino que los objetivos didácticos y pedagógicos, que se despr enden dir ectam ente de estos, son una m eta m ás de la pr oyección de tr abajo de este equipo. Así m ism o, tr abajam os dentr o de una or ientación inter disciplinar ia en lo histór ico, cultur al y didáctico. Sobr e todo, por que entendem os que en el seno de la pr opia tr adición está el vínculo del pasado con el pr esente. Los estudios del léxico histór ico del español nos han llevado a desar r ollar una línea de tr abajo que pone en pr áctica el estudio de las fuentes docum entales, desde la per spectiva de Histor ia de la lengua y la edición de docum entos de ar chivo com o objetivo fundam ental. Nuestr o tr abajo e inter eses com unes nos ha per m itido for m ar par te de la Red CHARTA (http://w w w.char ta.es/) y llevar a cabo un pr oyecto en com ún par a la r ecuper ación del patr im onio docum ental de fuentes histór icas, a fin de obtener un r ecur so r eutilizable par a la extr acción de datos y ofr ecer un espacio m ultidisciplinar de investigación de utilidad par a la ar chivística, la paleogr afía, la teor ía lingüística, la sociolingüística histór ica, la histor ia de la lengua, la histor ia gener al y/o la liter atur a, entr e otr as disciplinas. No es necesar io señalar la inter dependencia entr e los estudios histór icos y lingüísticos, antes, es fácil entender que la histor ia de la lengua está en dependencia con las cir cunstancias histór icas que envolvier on a sus hablantes y, por tanto, las fuentes histór icas son el m ejor cam ino par a obtener su conocim iento. Sin em bar go, el filólogo que se adentr a en este tipo de investigación se encuentr a con dificultades var ias. En pr im er lugar, su pr opia for m ación: de sobr a es conocida la r ealidad de la nula for m ación en paleogr afía, ar chivística y docum entación en los planes de estudio en Filología, a favor de una especialización m ás concr eta en conocim ientos lingüísticos. Solo algunos diseños cur r icular es de estudio per m iten al estudiante cur sar este tipo de enseñanzas, com o asignatur as esencialm ente de libr e configur ación, pr opias de otr as titulaciones com o son la Histor ia, Histor ia del Ar te o Hum anidades. De tal m aner a que esta m etodología investigador a, tan necesar ia par a el conocim iento de la Histor ia de la Lengua, r esulta un cam po inexplor ado y desconocido par a el filólogo.
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ÁGUEDA M ORENO M ORENO
Así, el SLH tiene entr e sus m etas de tr ansm isión del conocim iento la sensibilización y cam bio de per cepción investigador a del estudiante de Filología. Par a ello han desar r ollado escenar ios de par ticipación activa con la par ticipación en pr oyectos de for m ación m ixta de pr ofesor ado y alum nado ? m uestr as de ello, entr e otr as: el pr oyecto Archivo y Filología: interpretación de la lengua y la literatura a través de los textos? (Pr oyecto 2012-2014) o de las IV Jornadas monográficas de la AJIHLE. Archivística y Filología: la Historia de la lengua en las fuentes documentales (Jaén, 2014)? en donde m iem br os del equipo de investigación han pr esentado el quehacer filológico, haciendo entender com o una necesidad inm ediata la labor de edición de textos com o vía de descr ipción lingüística par a la Histor ia de la lengua. Los r etos m ás inm ediatos es estim ular la cur iosidad lingüística, pr epar ar al estudiante par a dar r espuestas, no com o hablantes, sino com o especialistas (esto ser á lo que distinguir á a un buen pr ofesional de otr o m ediocr e, m ás aún cuando las habilidades que se per siguen no son sólo el conocim iento y la descr ipción de la lengua española, sino la enseñanza de la m ism a) y, en especial, fom entar del espír itu cr ítico.
Lín ea m at r i z de con oci m i en t o e i n vest i gaci ón Nuestr o pr oyecto centr al de tr abajo es estudio de los diccionar ios del español y el desar r ollo de las m últiples posibilidades del diccionar io en el aula. Sin duda, una de las fuentes de infor m ación gener al a las que podem os acer car nos par a acceder al conocim iento es el diccionar io. No obstante, es necesar io señalar que la infor m ación sobr e el léxico que encontr am os en estos var ía sobr e todo según el tipo de diccionar io. Es así que en obr as de consulta y r efer encia de car ácter sim ilar, com o pueden ser los diccionar ios gener ales m onolingües, se pueden hallar notables difer encias de tr atam iento del léxico. Es esto lo que ocur r e, por ejem plo, entr e la pr áctica académ ica y la pr áctica no académ ica. Igualm ente, la elección de un diccionar io u otr o es una tar ea com pleja, ya que no todos cum plen las m ism as funciones ni pr esentan la m ism a eficacia; ofr ecen una r ealidad tipológica tan am plia, com o am plia es la var iedad de usuar ios a los que van dir igidos, de ahí que sea necesar io un m ínim o de instr ucción lexicogr áfica par a su uso cor r ecto. Así m ism o, las piezas léxicas no solo poseen infor m ación pur am ente sem ántica, sino que, entr e otr as pr opiedades, contienen infor m ación sobr e algunas de sus peculiar idades m or fológicas, así com o sobr e el m odo de com binar se con otr as palabr as. Esto significa que léxico y gr am ática se r elacionan de for m a sistem ática y que m uchos fenóm enos gr am aticales tienen su or igen en el léxico. Num er osos aspectos de la estr uctur a léxica de una palabr a deter m inan tanto sus peculiar idades m or fológicas com o sus posibilidades de com binator ia sintáctica. Y a la inver sa, el conocim iento de las par ticular idades
GRUPO DE INVESTIGACIÓN: HUM 922- SEM INARIO LEXICOGRAFÍA HISPÁNICA
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m or fológicas de una palabr a y de la for m a en que se com bina con otr as palabr as per m ite deter m inar una buena par te de sus pr opiedades léxicas. De m odo que, hoy no cabe duda de que el diccionar io ha de atender de for m a m uy especial a deter m inados aspectos de la gr am ática de las palabr as. Pues bien, en este espacio de estudio es que hem os desar r ollado la línea de investigación: Lexicografía y estudio del léxico español que es, sin duda, la línea de investigación que m ejor es r esultados nos ha pr opor cionado, no en vano es la línea de tr abajo con m ayor tr adición en nuestr o cur r ículo: el estudio par ticular sobr e obr as lexicogr áficas es una m eta m ás de la pr oyección de tr abajo de este equipo, estos escenar ios de investigación han sido am pliam ente apr ovechados y han ser vido par a el incr em ento de la pr oducción científica, r edundando así m ism o en un for talecim iento de las com petencias de investigación, com o son las publicaciones científicas. No se excluye, en este cuadr o descr iptivo, el inter és que le hem os dado a la investigación dialectal andaluza, la cual, aun en cam ino de for talecer su dim ensión de análisis, ya cuenta con una lar ga tr adición. Las pr im er as investigaciones salen a la luz con el tr abajo ?El léxico histór ico r egional en las pr im er as obr as lexicogr áficas etim ológicas (ss. XV-XVII)? (M or eno, 2004). En dicha investigación se tr ató la r econstr ucción de las var iedades léxicas de las hablas peninsular es desde una per spectiva histór ica, apoyada en las fuentes docum entales que ofr ecen los pr im er os diccionar ios etim ológicos (ss. XV-XVII). De la pr oducción de aquel tr abajo, la investigación se centr ó poster ior m ente ? Léxico histórico andaluz. I. Período clásico (M or eno, 2007)? en encontr ar r eflejada la r egión andaluza entr e las cator ce zonas geogr áficas a las que se cir cunscr iben las voces r ecogidas en los textos etim ológicos. Investigación pioner a en este ám bito. Se seleccionó el léxico que apar ecía siem pr e m ar cado con etiquetas geolingüísticas, que en el caso del andaluz se pr esentaba bajo el uso de m ar cas diatópicas difer entes: Andalucía, Cór doba, Gr anada, Jaén y Sevilla. A la luz de estas investigaciones, se pudo cer tificar en su m om ento que, del total del léxico r ecogido, la zona geogr áfica que m ás había sido atendida por los difer entes autor es tr abajados er a la r egión andaluza, con casi una centena de voces, lo que suponía casi una cuar ta par te de todo el total. Estos datos nos ofr ecen ya un pequeño cor pus de léxico histór ico andaluz y adelantan pasos definitivos en la viabilidad del pr oyecto m ayor sobr e ?El léxico histór ico de las hablas andaluzas?. Hoy en día se han pr esentado distintos r esultados de esta investigación en pr oceso, de for m a par cial en distintos for os y escenar ios de divulgación científica, lo que dem uestr a la viabilidad y la actividad r eal del pr oyecto por el conocim iento y estudio de las hablas andaluzas. Sin em bar go, desde el gr upo de investigación som os conscientes de que par a una ver dader a inter pr etación diacr ónica de la lengua, m ás
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allá de las fuentes m etalingüísticas, la explotación de las fuentes lingüísticas es un r ecur so especialm ente r ico e infor m ativo. De ahí que el SLH esté desar r ollando otr a línea de investigación par alela y com plem entar ia: estudios filológicos y fuentes documentales, la cual se pr esenta com o fuente fundam ental y explotación de datos par a el estudio histór ico de la var iedad dialectal andaluza, pr incipalm ente. Sin duda se tr ata de uno de nuestr os objetivos ?distinguidos?. Acabam os así, br evem ente, esta descr ipción cur r icular, y al ter m inar parece que nuestra vida aumenta cuando podemos ponerla en la memoria de los demás. Quer em os dejar por sentado que aún falta por alcanzar m uchos logr os en lo pr ofesional, científico y hum ano. Por eso, estam os abier tos a las suger encias de quienes nos lean con sentido constr uctivo. M iembros del Grupo de Investigación: Águeda M or eno, Nar ciso Contr er as, M ar ta Tor r es, Isabel Sánchez, Jesús Cam acho, Alicia Ar jonilla y Ana M ar ía Rom er a. E Ignacio Ahum ada y Eduar do Jacinto, com o investigador es colabor ador es.
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El diccion ar io com o h er r am ien ta didáctica par a l a en señ an za de l as var iedades en ELE Nar ciso M . Contr er as Izquier do Universidad de Jaén
0. INTRODUCCIÓN Cualquier hablante de español, sea esta su LM o su L2/LE podr ía apor tar anécdotas de m om entos puntuales de falta de com pr ensión con otr os hispanohablantes[1], debidos en gr an par te a las difer encias que de for m a natur al se pr oducen en todos los idiom as. La concepción actual de las lenguas com o her r am ientas de com unicación im plica la visión del idiom a com o un diasistem a, un conjunto de var iedades, entendidas estas com o m anifestaciones lingüísticas que r esponden a factor es com o el tiem po (var iedades diacr ónicas), el espacio geogr áfico (var iedades diatópicas), los factor es sociales (var iedades diastr áticas) y los factor es situacionales (var iedades diafásicas). De este m odo podem os afir m ar que el español, com o lengua histór ica «?no se habla?: no se r ealiza, en el hablar, en cuanto tal y de m odo inm ediato, sino sólo a tr avés de una u otr a de sus for m as deter m inadas en sentido diatópico, diastr ático y diafásico» (Coser iu, 1981: 307). Este hecho tiene una im plicación dir ecta en el aula del Español com o Lengua Extr anjer a (ELE), ya que el pr ofesor debe decidir qué var iedad o var iedades tom a com o m odelo lingüístico par a la enseñanza y apr endizaje, siendo el establecim iento de dicho m odelo una de las lagunas que debe cubr ir la enseñanza de nuestr o idiom a en la actualidad (Andión, 2007: 22). ______________________________________________________ [1] En los últim os tiem pos ha tenido una gr an difusión el vídeo ?Qué difícil es hablar el español? (http://w w w.youtube.com /w atch?v=Xyp7xt-ygy0): aunque no deja de ser una visión en tono jocoso de la var iación léxica del español, puede ser vir de ejem plo ilustr ativo de los pr oblem as r eales que pueden sufr ir los estudiantes de ELE debido a la diver sidad y difer enciación en el léxico de nuestr a lengua.
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En este sentido se han pr opuesto conceptos com o lengua general, lengua común o lengua o variedad estándar que algunos autor es pr oponen com o m odelo par a la enseñanza de nuestr o idiom a, aunque otr os ponen en duda su eficacia par a este com etido. En este tr abajo abor dar em os de for m a teór ica la cuestión de qué var iedad o var iedades son m ás adecuadas en el aula de ELE, tom ando tam bién com o r efer encia par a su elección las necesidades com unicativas de los alum nos, centr ándonos m ás específicam ente en la var iación de tipo dialectal, y concr etam ente en el nivel léxico. Igualm ente, analizar em os y descr ibir em os diver sos r ecur sos disponibles en la actualidad par a la enseñanza de estas var iedades del español, tales com o cor pus lingüísticos, diver sos tipos de diccionar ios en línea y otr os m ater iales accesibles pr incipalm ente a tr avés de Inter net. Por últim o, pr esentar em os actividades par a tr abajar diver sos fenóm enos de los distintos niveles de descr ipción de nuestr o idiom a (fonético-fonológico, m or fosintáctico y léxico) basadas en el uso específico de dichos r ecur sos lexicogr áficos y que for m an par te de una platafor m a de autoapr endizaje par a Lengua Española desar r ollada en la Univer sidad de Jaén.
1. LA VARIACIÓN LINGÜÍSTICA Y LAS VARIEDADES DEL ESPAÑOL EN EL AULA: ¿QUÉ ESPAÑOL ENSEÑAR?, ¿CUÁNDO?, ¿CÓM O? Y ¿POR QUIÉN? «La lengua es var iable y se m anifiesta de m odo var iable» (M or eno Fer nández, 1998: 17). Con esta afir m ación debem os entender, com o el m ism o M or eno Fer nández (2010: 24) pr ecisa, que
La var iación lingüística consiste en la alter nancia y m ultivocidad de unos elem entos que cum plen unas m ism as funciones, r esponden a una m ism a intención com unicativa u ocupan unos m ism os espacios lingüísticos, en cualquier a de los niveles que confor m an la lengua. Estos elem entos alter nantes se hallan tanto en la configur ación inter na de la lengua com o en sus m anifestaciones exter nas, sin que estas últim as deban ser necesar iam ente el r eflejo de una alter nancia or iginada en la pr im er a.
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Esto significa que podem os em plear elem entos lingüísticos difer entes, en cualquier nivel, par a expr esar unas m ism as cosas, sin que se pr oduzca ninguna alter ación sem ántica. Com o decim os esto se pr oduce en todos los niveles de descr ipción lingüística, siendo ejem plos evidentes de este hecho en el nivel fonético-fonológico las distintas r ealizaciones alofónicas de un m ism o fonem a (com o las r ealizaciones [s, h] del fonem a /s/ im plosivo: [kásas], [kásah], [kás?]) o fenóm enos com o el seseo y el ceceo. En el plano m or fológico nos encontr am os con el uso de distintos m or fem as par a el m ism o tiem po ver bal (-ra o -se par a el im per fecto de subjuntivo) y fenóm enos com o el leísm o, laísm o y loísm o. Del m ism o m odo, en el nivel sintáctico, y aunque es cier to que es donde m enos hechos de var iación se pr oducen, podr íam os aducir la pr efer encia por cier tas constr ucciones activas o pasivas. Finalm ente, en el ter r eno léxico-sem ántico las difer encias dialectales son una clar a m uestr a de esta var iación (bus/colectivo/autobús/guagua). La selección que el hablante r ealiza de un elem ento u otr o se debe a factor es diver sos, y que pueden ser pur am ente lingüísticos (pensem os por ejem plo en la influencia del contexto lingüístico en casos de var iación fónica) o factor es extr alingüísticos com o la histor ia, la sociedad o la situación com unicativa. De este m odo, y en función del factor que inter viene, podem os distinguir cuatr o tipos de var iedades: las var iedades funcionales o diafásicas (los registros de lengua, y que se pr oducen en función de la situación com unicativa), las var iedades sociocultur ales o diastráticas (los niveles de lengua o sociolectos, deter m inados por factor es sociales com o la edad, el sexo o el nivel sociocultur al de los hablantes), las var iedades geogr áficas o diatópicas (los dialectos, en función del or igen geogr áfico) y las var iedades histór icas o diacrónicas (estados de lengua, deter m inados por la evolución tem por al de la lengua). Ante esta r ealidad, la de la lengua com o un com plejo diasistem a for m ado por diver sas var iedades, y ante la im posibilidad de enseñar las todas, el pr ofesor de ELE debe plantear se la selección de la var iedad que confor m ar á el m odelo par a el apr endizaje en el aula, así com o otr as cuestiones im por tantes com o cuándo abor dar su enseñanza (¿desde los niveles iniciales o cuando el alum no ya ha alcanzado cier to nivel?), y el m odo de acer car estas var iedades a los apr endientes[2].
______________________________________________________ [2] No podem os olvidar que tanto el M arco Común Europeo de Referencia para las Lenguas (M CERL, 2002: apar tado 5.2.2.5. Dialecto y acento), com o el Plan Curricular del Instituto Cervantes (PCIC, 2007: vol. I. Nor m a lingüística y var iedades del español) tom an en consider ación el conocim iento de estas var iedades par a el desar r ollo de la com petencia com unicativa del estudiante.
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En palabr as de Blanco (2000: 213): «[? ] si a la pr egunta qué español hay que enseñar se le unen la consider ación y el dom inio del concepto de nor m a en el pr ofesor, la cuestión de fondo no es el qué, sino el quién, el dónde, el en qué niveles y el con qué fines; pues ser á en la r espuesta a estas pr eguntas donde se encontr ar án las pautas sobr e qué español hay que enseñar »[3]. En líneas gener ales podem os decir que en la tr adición sobr e la enseñanza de ELE podem os encontr ar tr es postur as sobr e qué var iedad es la que debem os enseñar. La pr im er a de ellas es la que tom a com o r efer encia y m odelo una var iedad concr eta pr estigiada por diver sos factor es sociocultur ales e histór icos. Nos r efer im os al español de Castilla, tom ado por el ?m ejor español? fr ente al r esto de var iedades, consider adas incluso desviaciones y defor m aciones de ese español cor r ecto. Esta consider ación ha venido for jándose desde hace siglos, com o m uestr a el siguiente fr agm ento que r epr oducim os del Diálogo de la lengua de Juan de Valdés (s. XVI)[4]:
VALDÉS Sí, por cier to, m uy gr ande es el autor idad dessos dos par a hazer fundam ento en ella, y m uy bien devéis aver m ir ado el Vocabular io de Libr ixa, pues dezís esso. PACHECO ¿Cóm o? ¿No os contenta? VALDÉS ¿Por qué quer éis que m e contente? ¿Vos no veis que, aunque Libr ixa er a m uy doto en la lengua latina, que esto nadie se lo puede quitar , al fin no se puede negar que er a andaluz, y no castellano, y que scr ivió aquel su Vocabular io con tan poco cuidado que par ece aver lo escr ito por bur la? Si ya no quer éis dezir que hom br es im bidiosos, por afr entar al autor, an gastado el libr o. PACHECO En esso yo poco m 'entiendo. Per o, en qué lo veis? VALDÉS En que, dexando apar te la or togr afía, en la qual m uchas vezes peca en la declar ación que haze de los vocablos castellanos, en los latinos se engaña tantas vezes que sois for çado a cr eer una de dos cosas: o que no entendía la ver dader a sinificación del latín (y ésta es la que yo m enos cr eo) o que no alcançava la del castellano, y ésta podr ía ser, por que él er a de Andaluzía, donde la lengua no stá m uy pur a.
_____________________________________________________ [3] Com o vem os es una cuestión com pleja, en la que tam bién debem os plantear nos si el pr ofesor debe var iar su expr esión, adaptándola al m odelo lingüístico seleccionado, par a ser él m ism o ejem plo de dicha var iedad. Por m otivos de espacio no abor dar em os esta cuestión, per o par a esta inter esante cuestión r ecom endam os entr e otr os los tr abajos de Aincibur u (2008) y Blanco (2000). [4] El subr ayado es nuestr o.
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Esta postur a ha ido m odificándose y actualm ente no podem os m antener que haya unas var iedades m ejor es que otr as:
En el caso del español, que es la lengua nacional de una veintena de países, pr oponer com o estándar gener al la m odalidad de pr estigio pr opia de una r egión par ticular, im plica una valor ación inaceptable que conduce a una selección im posible de r ealizar sobr e una base válida desde el punto de vista lingüístico. [? ] Hay que entender que la lengua española es patr im onio de todos y dentr o de su unidad fundam ental alber ga una extensa var iedad, por que debe tener la am plitud suficiente y la capacidad necesar ia par a per m itir les a sus usuar ios m anifestar se exactam ente com o son, con su par ticular per sonalidad cultur al y con la nacionalidad que les cor r esponde (Alba, 2001).
La segunda de estas postur as postula que, ante la im posibilidad de enseñar todas las var iedades deber íam os tom ar com o base lo que de com ún tienen todas ellas, ya que a pesar de la existencia de toda esa diver sidad los hablantes podem os com unicar nos, por lo que es lógico pensar que existe una base com ún o gener al a todas las var iedades. De este m odo se han pr opuesto conceptos com o lengua común / estándar / general / norma. La dificultad de esta pr opuesta r adica por un lado en la difícil delim itación y car acter ización de estos conceptos, y por otr o en su aplicación en el aula. Por últim o, y de acuer do con los pr incipios m ás actuales en la Adquisición de Segundas Lenguas, se estim a que la var iedad o var iedades que deben tom ar se com o m odelo depender án de las necesidades del alum no, y por lo tanto deben ser las m ás cer canas al uso natur al en el que se van a desenvolver com unicativam ente los apr endientes. Desde nuestr o punto de vista consider am os que es efectivam ente el análisis de las necesidades del alum no el que debe r egir la selección del m odelo lingüístico de r efer encia. Con esa pr em isa com o base, coincidim os con diver sos autor es (Andión, 2008; Blanco, 2000; Blecua, 2001; Lope Blanch, 1993; M or eno Fer nández, 2010) en que sea la nor m a culta de la zona donde el alum no estudia o con la que va a entr ar en contacto por sus inter eses y necesidades la que se constituya en m odelo de r efer encia. Esto, la elección de la nor m a culta, tiene una gr an ventaja en el caso del español, y es que según diver sos estudios dicha nor m a culta pr esenta un alto gr ado de heter ogeneidad en todo el ám bito hispanohablante, aunque evidentem ente no sea exactam ente igual en todas las zonas (M or eno Fer nández, 2010). Tanto es así que se ha
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constatado (Lope Blanch, 1993) que hay m enos distancia entr e las nor m as cultas de dos zonas alejadas en el espacio que entr e la nor m a culta y la var iedad coloquial de una zona concr eta. Lo im por tante es que los pr ofesor es debem os ser conscientes de estos hechos, deter m inar la var iedad que necesitan nuestr os alum nos (variedad central) y pr esentar la en el aula, aunque tam bién debem os pr opiciar que conozcan lo m ás car acter ístico de las otr as (variedades periféricas[5]. Igualm ente el pr ofesor, sin necesidad de ser un especialista en la m ater ia, debe tener conocim ientos básicos sobr e este tem a. El gr ave pr oblem a que se plantea es que ni siquier a los especialistas en este tem a se ponen de acuer do sobr e conceptos fundam entales com o lengua estándar, lengua general, lengua común, español neutro, norma, estándar? Desde nuestr a concepción opinam os que par a intentar aclar ar este punto debem os volver la vista a las teor ías lingüísticas que sustentan la concepción actual de la lengua com o un diasistem a. M ás concr etam ente cr eem os que las teor ías de Coser iu (1967), abor dando y clar ificando los conceptos de sistema, norma y habla pueden ar r ojar luz sobr e esta com pleja cuestión. El habla es la r ealización concr eta del lenguaje, entendido este com o facultad hum ana de com unicación. Es un hecho individual, per o tiene algo tam bién de colectivo, pues el lenguaje no puede entender se sino com o her r am ienta de com unicación social. El habla ser ía pues el lenguaje com o actividad concr eta. A par tir del habla, en un pr im er nivel de abstr acción, se configur a la nor m a. Esta es lo com ún de las r ealizaciones per sonales de un gr upo social m ás o m enos am plio. Par a Coser iu (1967) es el sistem a de r ealizaciones obligadas, de im posiciones sociales y cultur ales, y que var ía según la com unidad. Ser ía por tanto la nor m a que seguim os necesar iam ente por ser m iem br os de una com unidad lingüística. Aunque par a el autor r um ano no tiene un car ácter pr escr iptivo (?hablar bien o m al?) sí que pensam os que esta nor m a puede estar establecida por convención social (aquí el pr estigio juega
_______________________________________________________ [5] Andión (2007: 24-26) consider a que la var iedad pr efer ente es «aquel geolecto del estándar ponder ado dentr o del pr ogr am a de un cur so de EL2/LE al cual le estam os diseñando un m odelo lingüístico», es decir, la var iedad seleccionada com o m odelo pr incipal par a la enseñanza. De este m odo, las var iedades per ifér icas ser ían los otr os geolectos difer entes a esa var iedad pr efer ente, y su conocim iento le facilitar á la com unicación con hablantes de otr as zonas geogr áficas.
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un papel pr edom inante[6]) o por ?im posición? de alguna institución (hablar íam os entonces de una nor m a pr escr iptiva). De este m odo queda clar o el car ácter sociocultur al de la nor m a, así com o el hecho de que existen var ias nor m as sociales y r egionales, dado que la nor m a es siem pr e m enos gener al que el sistem a. Por esto se habla del car ácter plur inor m ativo o plur icéntr ico del español[7]. La nor m a es un sistem a de r ealizaciones obligadas, de im posiciones sociales y cultur ales y var ía según la com unidad. En una m ism a com unidad lingüística nacional y dentr o del m ism o sistem a funcional hay var ias nor m as (lenguaje fam iliar, lenguaje popular, lengua liter ar ia, lenguaje elevado, lenguaje vulgar, etc.), distintas en vocabular io, en for m as gr am aticales y en pr onunciación. Finalm ente, en un segundo nivel de abstr acción encontr am os el sistem a, que es al que r em iten tanto el habla com o la nor m a. Es el conjunto de elem entos con oposición funcional que todos poseem os, aunque debem os pr ecisar que no se tr ata de ?par tes del sistem a?, sino que este sistem a es com ún a todos, per o se r ealiza de for m a diver sa. El sistem a es un conjunto de posibilidades, adm ite infinitas r ealizaciones y sólo exige que no se afecten las condiciones funcionales. Lo que se im pone al individuo, lim ita su liber tad expr esiva y com pr im e las posibilidades ofr ecidas por el sistem a es la nor m a. " De este m odo, sobr e esta base teór ica podr íam os decidir que el m odelo al que debem os tender ser ía la nor m a, ya que esta constituye lo que de gener al y com ún tienen las r ealizaciones en el habla de cada individuo, y en función de las necesidades de cada alum no[8], seleccionar aquella de entr e las var ias que encontr am os en español, com enzando por la enseñanza de la var iedad culta en cada nor m a, ya que com o hem os com entado esta es la que m ás hom ogeneidad pr esenta.
_______________________________________________________ [6] No obstante el pr opio Coser iu (1981) afir m a que existen ?dialectos ter ciar ios o var iedades r egionales que, dentr o de una lengua histór ica, adoptan la función de m odalidad ejem plar o estándar en r azón de que cada estado difunde un centr o de poder estr echam ente ligado al habla de la élite ur bana (nor m a m exicana y centr oam er icana, car ibeña, andina, chilena y r ioplatense)?. En este m ism o sentido se expr esa M ontes Gir aldo (1983), quien distingue entr e ?nor m a consuetudinar ia (convención social basada en el pr estigio, al igual que las nor m as sociales del bien vestir ) y la ?nor m a pr escr iptiva? (im puesta por instituciones). Son m odelos a los que se aspir a, per o no son r ealizados, sino r ealizables en el hablar. [7] Por ejem plo M ontes Gir aldo (1983) y Rodr íguez M aldonado (2009). [8] M or eno Fer nández (2010: 21) com enta otr as var iables que deter m inan tanto las var iedades com o el m odo en que han de enseñar se, tales com o el contexto de apr endizaje, las car acter ísticas del alum no y los objetivos de la enseñanza.
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M as no cabe duda de que esa nor m a culta, dentr o de cada dialecto geogr áfico, es la que dir ige la vida del idiom a, la que da la pauta y sir ve de m odelo a m uchas de las otr as nor m as, y, sobr e todo, la que m ás contr ibuye a m antener la unidad fundam ental, básica, de la lengua, gr acias a su pr oxim idad con otr as nor m as cultas de dialectos geogr áficam ente distintos. En no pocos casos hay m enos difer encias entr e dos nor m as cultas de países difer entes, que entr e las nor m as culta y popular de una m ism a ciudad (Lope Blanch, 1993).
Esta var iedad culta es la de los hablantes m ejor instr uidos y m ás pr estigiosos de la com unidad (M or eno Fer nández, 2010: 20), constituyéndose por tanto en m odelo o estándar, un ideal al que tendem os, aunque no se tr ata de una var iedad ?neutr a?, esto es, sin m ar cas de var iación, ya que no podem os hablar sin m ar ca alguna. No obstante, y com o ya hem os esbozado, es aconsejable pr esentar al alum no m uestr as de otr as nor m as existentes del español (Andión, 2008: 20). Así el estudiante am pliar á su conocim iento de la lengua y gar antiza el éxito de la com unicación con hablantes nativos de distinta pr ocedencia dentr o del m undo hispánico (situación pr evista en el M CERL y atendida en el PCIC). Por otr o lado, tam bién debem os señalar que tal y com o postulan algunos autor es (Beaven y Gar r ido, 2000: 185-6) tal vez no sea tan im por tante la cuestión de qué var iedad enseñar, sino qué destr ezas necesitan los estudiantes par a poder hacer fr ente a cualquier var iedad que encuentr en, y qué podem os hacer los pr ofesor es par a facilitar les la com unicación con hablantes de otr as var iedades. De este m odo deber íam os dotar a los alum nos de estr ategias com unicativas par a com unicar se con hablantes de distintas pr ocedencias. El desar r ollo de estas estr ategias estar ía basado en la pr esentación de var iedades a tr avés de m ater iales audiovisuales pr incipalm ente par a la com pr ensión auditiva. Esto es así por que un hablante de español LM por lo gener al no necesita conocer distintas var iedades par a com unicar se de for m a adecuada con hispanohablantes de otr os or ígenes, por lo que la com pr ensión se r ealiza em pleando distintas estr ategias com unicativas[9].
_____________________________________________________________________ [9] Rodr íguez M aldonado (2009: 991) habla de sensibilizar al alum no ante los distintos usos de la lengua, lo que significa enseñar le a r econocer los e identificar los.
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El r espeto a las var iedades lingüísticas, el apr ender a negociar significados no solo desar r olla las destr ezas lingüísticas en la clase, sino que tam bién r efleja una necesidad com unicativa de todo el m undo de habla hispana. Apr ender a adaptar se a distintas var iedades lingüísticas, apr eciar la r iqueza de las var iedades dialectales, y explor ar m aner as de descubr ir y com pr ender difer encias lingüísticas pr epar a al estudiante par a com unicar se en cualquier com unidad de habla hispana (Villa, 1996: 197).
Finalm ente, otr a cuestión inter esante en este sentido es quién debe enseñar esta nor m a, ya que podem os pr eguntar nos qué sucede cuando la var iedad del pr ofesor no coincide con la seleccionada com o m odelo del cur so. En este caso coincidim os con Andión (2007: 25) al consider ar que no es im pr escindible que coincidan am bas var iedades, del m ism o m odo que tam poco es im pr escindible que el pr ofesor sea nativo, per o sí lo es que conozca bien la var iedad que pr esenta a sus alum nos.
2. EL DICCIONARIO, HERRAM IENTA PARA LA ENSEÑANZA DE LAS VARIEDADES LINGÜÍSTICAS Hoy día nadie pone en duda que el diccionar io constituye una her r am ienta fundam ental par a la for m ación cultur al de cualquier ciudadano m edio, e igualm ente par a el conocim iento de las lenguas. En este sentido las innovaciones que se están intr oduciendo en los diccionar ios com o consecuencia de la aplicación de pr incipios teór icos lingüísticos han supuesto que en este tipo de obr a se tengan en cuenta la lengua hablada y los niveles diafásicos y diastr áticos del lenguaje, por lo que r esulta fundam ental en la enseñanza y apr endizaje de lenguas. Debem os ser conscientes de que el diccionar io constituye una de las bases en el desar r ollo de la com petencia com unicativa del alum no, ya que por ejem plo el estudiante acude a él? incluso antes que a una gr am ática o a un m anual? par a intentar r esolver sus dudas y desar r ollar así su inter lengua. En este sentido estudios com o los de Battenbur g (1991) o Bogaar ds (1988), par a los diccionar ios de apr endizaje del inglés y del fr ancés r espectivam ente, analizan el uso de aquel y su papel según el tipo de actividad que r ealiza el alum no. Según las conclusiones de estos autor es el diccionar io está pr esente en actividades de pr oducción y de com pr ensión, tanto or ales com o escr itas. Sin em bar go, y por desgr acia, este im por tante r ecur so par a potenciar el apr endizaje de una LE es el m enos em pleado, y en la m ayor ía de los casos solo se utiliza par a conocer el significado de las palabr as desconocidas y r esolver algunas
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dudas de tipo or togr áfico[10]. En este tr abajo defendem os la idoneidad del diccionar io par a tr abajar en clase no solo el léxico, sino tam bién otr os niveles com o el fonético-fonológico y el m or fosintáctico, todo esto desde la convicción de que toda obr a lexicogr áfica es básicam ente una her r am ienta didáctica:
[...] si los diccionar ios son esos libr os útiles que encier r an la r espuesta a m uchas pr eguntas; si son esos instr um entos de consulta que todos hem os apr endido a m anejar desde pequeños; si son esa her r am ienta im pr escindible par a m anejar el lenguaje con m ayor dom inio y pr ecisión, entonces está clar o que el diccionar io es ese libr o indispensable par a todos los que estam os pr eocupados por un uso r esponsable de la lengua (M aldonado, 2001: 120).
No obstante, som os conscientes del papel centr al del léxico, puesto que sin duda alguna, una de las cuestiones m ás com plejas, una vez decidida la var iedad de r efer encia, es seleccionar el vocabular io que deben apr ender nuestr os alum nos, debido a que m ientr as los r asgos fonéticos y m or fosintácticos de las distintas var iedades for m an un catálogo m ás o m enos cer r ado, finito, y por lo gener al bien analizado por disciplinas com o la Dialectología y la Sociolingüística, el nivel léxico r epr esenta un ver dader o quebr ader o de cabeza por su am plitud y su constante evolución. Dicha selección debe estar basada en cier tos cr iter ios com o son la fr ecuencia (léxico básico) y la disponibilidad (léxico disponible).
3. ¿USAM OS EL DICCIONARIO? A continuación pr esentam os una bater ía de actividades incluida en M or eno et al. (2013), una platafor m a de autoapr endizaje par a fom entar el uso del diccionar io en la
____________________________________________________ [10] En este sentido r ecom endam os algunos tr abajos com o los de Battaner (2000), Her nández (2001), M or eno (2000) y Pr ado Ar agónes (1996, 1997 y 2001) en los que adem ás de abor dar este tem a desde un punto de vista teór ico y descr iptivo, se pr oponen algunas actividades par a fom entar el uso del diccionar io en el aula.
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enseñanza del español (im agen 1)[11]. Esta her r am ienta fom enta el estudio com pleto de la lengua española desde las per spectivas sincr ónica y diacr ónica. Adem ás, y es lo que nos atañe aquí, atiende a las distintas var iedades lingüísticas.
Im agen 1. Acceso a la ?Platafor m a de autoapr endizaje?
Lo novedoso de la platafor m a es que pr opone el uso del diccionar io par a las descr ipciones lingüísticas de los tr es niveles de análisis con m ater iales diseñados par a desar r ollar las destr ezas lingüísticas. Par a ello incluye diver sos m ater iales m ultim edia que potencian el apr endizaje por tar eas centr adas en el diccionar io m onolingüe. Igualm ente per sigue el desar r ollo de la independencia y autonom ía del alum no, ya que el or denador hace las veces de tutor, super visando la puesta en acción de la tar ea y el pr ogr eso en la r ealización de la m ism a. El alum no puede acceder a los contenidos y a las tar eas de m aner a específica, bien a tr avés de los tr es ejes (sincr onía, diacr onía y var iedades), bien a tr avés de los tr es niveles de descr ipción (fonético-fonológico, m or fosintáctico y léxico-sem ántico), com o puede ver se en la im agen 2.
_______________________________________________________ [11] Este tr abajo se encuadr a dentr o de los llevados a cabo par a el pr oyecto de investigación ?El diccionar io com o her r am ienta útil en el pr oceso de enseñanza/apr endizaje: m ater iales didácticos m ultim edia?. PID28_201113. Vicer r ector ado de Docencia y Pr ofesor ado de la Univer sidad de Jaén. Secr etar iado de Innovación Docente y For m ación del Pr ofesor ado.
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Im agen 2. M odos de acceso a la platafor m a.
La estr uctur a básica de cada apar tado consiste en pr im er lugar en una intr oducción sobr e el fenóm eno en cuestión par a ofr ecer al estudiante infor m ación y bibliogr afía básica sobr e el m ism o (im agen 3).
Im agen 3. Intr oducción ?Seseo-ceceo?
A continuación se indica en qué lugar y de qué for m a puede acceder a infor m ación sobr e dicho fenóm eno en diver sos diccionar ios m onolingües del español (im agen 4).
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Tr as esto se pr esentan diver sos r ecur sos disponibles en Inter net en los que es posible acceder a textos or ales y escr itos par a apr eciar estos fenóm enos en el ám bito hispanohablante, y finalm ente se incluyen diver sas actividades par a tr abajar los fenóm enos pr opuestos[12].
Im agen 4. Infor m ación en los diccionar ios.
Por lo que se r efier e a los r ecur sos en Inter net, com o hem os dicho existen diver sos sitios y páginas w eb en los que es posible acceder a textos or ales y escr itos par a apr eciar estos fenóm enos en hispanohablantes de distintas pr ocedencias, com unidades de habla y gr upos sociales. Igualm ente, en la actualidad en Inter net son accesibles distintos glosar ios, diccionar ios y otr os r ecur sos de car ácter lexicogr áfico que son de gr an ayuda en el estudio de la var iación en español. ______________________________________________________ [12] Todas estas actividades están disponibles en http://w w w.educaplay.com /es/m ieducaplay/105928/nar ciso_m _.htm En la platafor m a se incluyen hasta nueve fenóm enos distintos de las distintas var iedades, por lo que aquí solo pr esentar em os una selección de tr es fenóm enos, uno por cada nivel de descr ipción tr abajado (fonético-fonológico, m or fosintáctico y léxico). La selección de los fenóm enos se ha r ealizado atendiendo a la r epr esentatividad y extensión de los m ism os en el ám bito hispanohablante. Por otr o lado, el objetivo de dichas actividades no es evidentem ente el apr endizaje de todos los fenóm enos r efer entes a la var iación en español, sino m ás bien, y com o hem os com entado anter ior m ente, sensibilizar al apr endiente de ELE sobr e la existencia de estos fenóm enos y ofr ecer le diver sos r ecur sos donde acceder a infor m ación sobr e la m ism a. Igualm ente, se pr etende que el alum no cobr e conciencia de que el diccionar io puede ser una im por tante fuente de infor m ación en este cam po. Finalm ente, no hem os indicado el nivel de los alum nos par a los que se pr oponen estas actividades, ya que, por ejem plo, es extr em adam ente com plejo dividir el vocabular io en niveles. De todos m odos r ecom endam os su uso con niveles m edios y avanzados, ya que no nos par ece pr oductivo par a niveles iniciales.
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A m odo de ejem plo de este tipo de r ecur sos, en Jergas de habla hispana[13] su autor a, Roxana Fitch, nos ofr ece una buena r ecopilación de palabr as y expr esiones de los distintos países hispanohablantes entr e las que podem os encontr ar un buen núm er o de vocabular io coloquial. Este sitio está abier to a la colabor ación de posibles inter esados en añadir nuevas palabr as y expr esiones. Igualm ente, el Diccionario Latinoamericano pr opone la colabor ación de los usuar ios par a com pletar lo e incluye voces de difer entes países hispanohablantes, pr incipalm ente coloquiales[14]. Otr o r ecur so inter esante es Voces Hispánicas, disponible en el centr o vir tual del Instituto Cer vantes[15]. Consiste en un catálogo de m uestr as audiovisuales de las var iedades del español de todo el m undo hispánico. Estas m uestr as se acom pañan de la tr anscr ipción de los textos, adem ás de infor m ación gr áfica y textual. Hispanorama, de Radio Televisión Española[16], es un pr ogr am a de r epor tajes de tem as sociopolíticos y cultur ales en el ám bito hispanohablante en el que es posible acceder a m uestr as or ales de hispanohablantes de distintas pr ocedencias. Por su par te la W ikilengua. Atlas Oral[17] constituye un inter esante r egistr o de var iedades dialectales del español, localizadas en un m apa al que se pueden ir añadiendo nuevas gr abaciones. Igualm ente, Panhispania Oral[18] es un banco de textos or ales pr ocedentes de hispanohablantes de todas las pr ocedencias, y que sir ven par a ejem plificar peculiar idades fónicas, m or fosintácticas y léxicas de cada r egión. Debem os destacar asim ism o la Dialectoteca del Español[19], «una biblioteca audiovisual que usa m uestr as de habla de una am plia var iedad de hablantes nativos par a docum entar los patr ones m ás r epr esentativos de la pr onunciación del español
_______________________________________________________ [13] http://w w w.jer gasdehablahispana.or g/ [14] http://w w w.asihablam os.com / [15] http://cvc.cer vantes.es/lengua/voces_hispanicas/default.htm [16] http://w w w.r tve.es/podcast/r adio-exter ior /hispanor am a/ [17] http://w w w.w ikilengua.or g/index.php/Categor %C3%ADa:Atlas_or al [18] http://w w w.ugr.es/~dialectologia/panhispania.htm l [19] http://dialects.its.uiow a.edu/
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m oder no» (Inicio). Este inter esante sitio incluye igualm ente descr ipciones de los factor es que m otivan la var iación alofónica, m apas de las pr incipales r egiones dialectales, tr anscr ipciones or togr áficas y fonéticas, así com o descr ipciones de los pr incipales r asgos dialectales y ejer cicios par a r econocer dialectos del español basándose en car acter ísticas fonéticas. Otr o r ecur so im pr escindible es VARILEX, Variación Léxica del Español en el M undo[20], pr oyecto del pr ofesor Hir oto Ueda, de la Univer sidad de Tokio, que pr etende conocer la situación actual del léxico español en el m undo. En este pr oyecto se r ecogen datos del español m oder no, con especial atención a la var iante ur bana, que son analizados y car togr afiados en m apas de las gr andes ciudades hispanohablantes. No podem os dejar de destacar el Corpus de referencia del español actual (CREA) de la Real Academ ia Española de la Lengua[21]. Com o sabem os, este cor pus está com puesto por un conjunto de textos de diver sa pr ocedencia del que se puede extr aer infor m ación par a el estudio de las palabr as. Lo inter esante de este cor pus es que r ecoge tanto m uestr as de textos escr itos (libr os, r evistas, per iódicos? ) com o de textos or ales pr ocedentes en su m ayor ía de la r adio y la televisión. Otr o inter esante ejem plo de este m ism o tipo es el Corpus del español de M ar k Davies[22]
[? ] le per m itir á hacer búsquedas entr e m ás de 100.000.000 palabr as pr ocedentes de m ás de 20.000 textos del español de los siglos XIII al XX de una m aner a r ápida y sencilla. La inter faz le per m ite buscar de difer entes m aner as: palabr as exactas o fr ases, com odines, etiquetas, lem as, categor ía gr am atical o cualquier com binación de estos. Tam bién puede buscar colocaciones (una palabr a junto con las que apar ece con m ás fr ecuencia) con un m áxim o de diez palabr as (puede buscar, por ejem plo, todos los sustantivos que apar ecen cer ca de cadena, todos los adjetivos que apar ecen cer ca de m ujer o todos los sustantivos que apar ecen cer ca de gir ar ). El cor pus per m ite tam bién hacer búsquedas por fr ecuencia de uso y com par ar la fr ecuencia de uso de palabr as, fr ases y constr ucciones gr am aticales (Pr esentación)
-------------------------------------------------------------------------------[20] http://lectur e.ecc.u-tokyo.ac.jp/~cueda/var ilex/ [21] http://cor pus.r ae.es/cr eanet.htm l [22] http://w w w.cor pusdelespanol.or g
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Del m ism o m odo debem os r eseñar la consulta en línea del Diccionario de Americanismos de la RAE[23], obr a cuyo objetivo es r ecoger todas las palabr as pr opias del español de Am ér ica, incluyendo igualm ente una detallada infor m ación sobr e las car acter ísticas geogr áficas, sociales y cultur ales del uso de las acepciones que pr esenta. El sitio Diccionarios de variantes del español de José R. M or ala[24], es una excelente her r am ienta en la que se pr esentan un gr an núm er o de diccionar ios, glosar ios o vocabular ios accesibles a tr avés de la Red que se ocupan de r egistr ar var iantes de cualquier tipo. Por su par te, el pr ofesor Gaviño, de la Univer sidad de Cádiz, es el autor del sitio w eb Español coloquial[25], com puesto por var ios apar tados, todos ellos dedicados a esta var iedad. Dentr o de ellos, destaca el Diccionario del Español Coloquial (DEC), que [? ] pr etende ser, pr incipalm ente, una her r am ienta de uso par a todos aquellos estudiantes de español inter esados en la adquisición y un m ayor desar r ollo de su com petencia com unicativa en nuestr a lengua. [? ] El estudiante de español que quier a adquir ir una adecuada com petencia com unicativa ha de abor dar el desar r ollo de su capacidad com unicativa en este r egistr o coloquial y, par a ello, necesitar á estar fam iliar izado con el caudal de léxico y expr esiones coloquiales pr opias de las com unicaciones coloquiales que, al estar m ar cadas por la var iedad de uso infor m al, apar ecen r ar am ente en otr as m odalidades de habla (Pr esentación). Adem ás, este sitio incluye otr os apar tados com o ?Recur sos Didácticos?, con actividades sobr e tendencias del español coloquial en los distintos niveles de descr ipción (fonético, sintáctico, léxico y conver sacional), o el Diccionario de Gestos Españoles, dividido en par tes del cuer po (car a, m anos? ) y que incluye igualm ente actividades. Otr o r ecur so inter esante es la página w eb del Gr upo de investigación VAL.ES.CO. (Valencia Español Coloquial)[26], que alber ga infor m ación y docum entos r elacionados con el español coloquial com o su car acter ización, estr uctur a, cor pus de conver saciones, así com o una am plia bibliogr afía de los m iem br os del gr upo. ____________________________________________________ [23] http://asale.or g/r ecur sos/diccionar ios/dam er . En este enlace pueden r ealizar se búsquedas de la obr a publicada en 2010. [24] http://w w w 3.unileon.es/dp/dfh/jm r /dicci/0000.htm [25] http://coloquial.es/ [26] http://w w w.valesco.es/
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Finalm ente, por lo que se r efier e a este tipo de r ecur sos, m encionar em os la página w eb del Instituto Cer vantes, que pone a nuestr a disposición una r ecopilación de diccionar ios, léxicos y glosar ios del español y sus var iantes dialectales y diastr áticas, tanto peninsular es com o hispanoam er icanas[27].
3.1.Las variedades dialectales en el nivel fonético-fonológico: seseo y ceceo Al tr atar se de fenóm enos de natur aleza fonético-fonológica afectan a la pr onunciación de las palabr as, per o no a su gr afía, por lo que no tienen r epr esentación en las entr adas de los diccionar ios. No obstante sí que podem os encontr ar infor m ación sobr e ellos en diver sos ar tículos lexicogr áficos, concr etam ente en los r efer idos a las letr as ?s? y ?c? y a los tér m inos seseo, ceceo, sesear, cecear.
Diccionario Clave[28]:
_____________________________________________________ [27] http://cvc.cer vantes.es/oteador /default.asp?l=2&id_r am a=523&ct=catalogo88 [28] http://clave.sm diccionar ios.com /app.php
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Diccionar ios Vox[29]:
Diccionario de la Lengua Española (RAE)[30]:
El pr im er fenóm eno que tr abajar em os ser á el del seseo y ceceo, encuadr ado en el nivel fonético-fonológico de la var iación dialectal (im agen 5).
______________________________________________________ [29] http://w w w.diccionar ios.com [30] http://lem a.r ae.es/dr ae/
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Im agen 5. Var iedades. Nivel fonético-fonológico. Seseo-ceceo.
En la pr im er a actividad pr opuesta (im agen 6)[31] se le pide al alum no que con la infor m ación pr opor cionada en los diccionar ios, y con la consulta del Diccionario Panhispánico de Dudas[32] encuentr e diez casos de seseo y ceceo gr áfico en una sopa de letr as. Par a ayudar le, le ofr ecem os la definición de estas diez palabr as tom adas del Diccionario de la Lengua Española (RAE)[33]:
1. f. Cubier ta m ás o m enos llana de un edificio, dispuesta par a distintos fines. 2. tr. Pr oducir algo, dar le el pr im er ser. 3. m . M ueble par a sentar se. 4. tr. Sacar o m ostr ar algo por una aber tur a o por detr ás de alguna par te. 5. f. Instr um ento cuyos extr em os se apr oxim an par a sujetar algo. 6. m . Saco m ás o m enos pequeño cosido en una u otr a par te de los vestidos, y que sir ve par a m eter en él algunas cosas usuales. 7. tr. Dir igir a Dios o a per sonas santas or aciones de contenido r eligioso. 8. adj. coloq. Indifer ente ante las cuestiones que im por tan o se debaten en la vida social, fr ecuentem ente por hostilidad a esta. 9. m . Piso de un cuar to o vivienda. 10. f. Placer m uy intenso del ánim o. ______________________________________________________ [31] Disponible en http://w w w.educaplay.com /es/r ecur soseducativos/732431/seseo_ceceo.htm [32] http://lem a.r ae.es/dpd/ [33] http://lem a.r ae.es/dr ae/
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Im agen 6. Actividad 1 (seseo-ceceo).
La segunda actividad (im agen 7)[34] consiste en m ar car en un m apa de España las zonas en las que podem os encontr ar el fenóm eno del seseo. Par a ello, adem ás de contar con la infor m ación pr opor cionada en los diccionar ios habituales, se r ecom ienda la consulta del Diccionario Panhispánico de Dudas[35].
Im agen 7. Actividad 2 (seseo-ceceo) ______________________________________________________ [34] Disponible en http://w w w.educaplay.com /es/r ecur soseducativos/734607/par es__seceantes_.htm [35] http://lem a.r ae.es/dpd/
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En la ter cer a actividad (im agen 8)[36] el alum no debe r ealizar un cr ucigr am a basándose en cóm o pr onunciar ían hablantes ceceantes o seseantes las palabr as que cor r esponden a las definiciones pr opuestas, y par a com plicar algo m ás la actividad, las palabr as for m an ?par es? com o por ejem plo asada/azada. Par a ello dispone del Diccionario Panhispánico de Dudas[37] y la ayuda del Diccionario de la Lengua Española (RAE)[38].
Im agen 8. Actividad 3 (seseo-ceceo).
Finalm ente, y a m odo de r esum en, en la cuar ta actividad (im agen 9)[39] se pr oponen diver sas afir m aciones par a que el alum no las m ar que con ?ver dader o? o ?falso?.
_______________________________________________________ [36] Disponible en http://w w w.educaplay.com /es/r ecur soseducativos/734607/par es__seceantes_.htm [37] http://lem a.r ae.es/dpd/ [38] http://lem a.r ae.es/dr ae/ [39] Disponible en http://w w w.educaplay.com /es/r ecur soseducativos/742587/seseo_ceceo__v_f_.htm
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Im agen 9. Actividad 4 (seseo-ceceo).
3.2. Las variedades diastráticas en el nivel morfosintáctico: queísmo y dequeísmo Podem os encontr ar diver sa infor m ación sobr e estos fenóm enos en los ar tículos de, queísmo y dequeísmo de diver sos diccionar ios:
Diccionario de la Lengua Española (RAE)[40]:
Diccionario Clave[2]:
______________________________________________________ [40] http://lem a.r ae.es/dr ae/ [41] http://clave.sm diccionar ios.com /app.php
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Vademécum: Diccionario de dudas del español[42]:
Diccionar ios Vox[43]:
_______________________________________________________ [42] http://w w w.fundeu.es/vadem ecum .htm l [43] http://w w w.diccionar ios.com
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Com o hem os com entado, pr oponem os el diccionar io par a tr abajar en clase fenóm enos de diver sa natur aleza, y no solo los pur am ente léxicos. De este m odo, a continuación pr esentam os diver sas actividades que se encuadr an en el nivel m or fosintáctico de la var iación diastr ática, y que se r efier en concr etam ente a los fenóm enos de queísm o y dequeísm o. La pr im er a actividad que pr oponem os a nuestr os alum nos es la siguiente (im agen 10): en español hay ver bos y constr ucciones en los que no se adm ite el uso de ?de que?, m ientr as que con otr os sí se adm ite o incluso se exige. Teniendo esto en cuenta, debe incluir cada uno de estos ver bos y constr ucciones en el gr upo cor r espondiente. Par a ello debe consultar la entr ada cor r espondiente al ver bo o expr esión en cuestión en el Diccionario de la Lengua Española (RAE)[44]. Igualm ente se r ecom ienda la consulta del Diccionario Panhispánico de Dudas (s.v. queísmo y dequeísmo)[45].
Im agen 10. Actividad 1 (queísm o-dequeísm o).
En la segunda actividad (im agen 11), se le pide al alum no que com plete diver sas or aciones con la for m a adecuada (?de? / ?de que?). Par a ello se le pr opone que consulte la entr ada cor r espondiente al ver bo o expr esión en cuestión en el Diccionario de la Lengua Española (RAE)[46]. Igualm ente se r ecom ienda la consulta del Diccionario Panhispánico de Dudas (s.v. queísmo y dequeísmo)[47]. _______________________________________________________ [44] http://lem a.r ae.es/dr ae/ [45] http://lem a.r ae.es/dpd/ [46] http://lem a.r ae.es/dr ae/ [47] http://lem a.r ae.es/dpd/
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Im agen 11. Actividad 2 (queísm o-dequeísm o).
Finalm ente, en la ter cer a actividad (im agen 12), el alum no puede com pr obar sus conocim ientos sobr e estos fenóm enos con este test. Par a r ealizar lo debe consultar la infor m ación pr opor cionada en el Diccionario Panhispánico de Dudas (s.v. queísmo y dequeísmo)[48].
Im agen 12. Actividad 3 (queísm o-dequeísm o).
______________________________________________________ [48] http://lem a.r ae.es/dpd/
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3.3. Las variedades diafásicas en el nivel léxico: el español coloquial Lo que se conoce com o español coloquial constituye una var iante diafásica de la lengua, es decir, un r egistr o que depende de la situación com unicativa en la que se desar r olla la inter acción, aunque este r egistr o puede var iar en función de la zona geogr áfica (var iación diatópica) en la que nos encontr em os[49]. Por otr o lado, es una var iedad fundam entalm ente or al (de hecho la conver sación es el pr ototipo de uso de este r egistr o coloquial), aunque tam bién puede apar ecer en textos escr itos. Buen ejem plo de ello (aunque no el único) lo encontr am os en la actualidad en el chat o el cor r eo electr ónico. Igualm ente puede apar ecer en otr os textos com o las car tas a am igos íntim os, diálogos de novelas, etc. En los diccionar ios este r egistr o suele estar r eflejado en el uso de abr eviatur as, aunque en otr os casos esta indicación apar ece de for m a desar r ollada:
Diccionario de la Lengua Española (RAE)[50]:
Diccionario Clave[51]:
___________________________________________________ [49] Podem os encontr ar num er osos ejem plos del uso de este r egistr o en español. Tr aem os aquí una canción de un cantante hondur eño. Concr etam ente se tr ata del tem a ?Yo hablo español? de Paul Hughes (?Polache?) [tom ado de: http://w w w.jer gasdehablahispana.or g/polache2011.htm l]. El vídeo está disponible en http://w w w.youtube.com /w atch?featur e=player _detailpage&v=M Jakk71W hek. [50] http://lem a.r ae.es/dr ae/ [51] http://clave.sm diccionar ios.com /app.php
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Diccionar ios Vox[52]:
Finalm ente, en la platafor m a se pr oponen cuatr o actividades par a tr abajar el nivel léxico de las var iedades diafásicas, concr etam ente del español coloquial. En la pr im er a actividad (im agen 13)[53] se le pide al alum no que com plete un cr ucigr am a par a conocer var ias palabr as em pleadas en el r egistr o coloquial, en gener al en todo el español, o específicam ente en diver sos países hispanoam er icanos. Par a ello se le pr opor ciona la definición que, de cada una de ellas, ofr ece el Diccionario de la Lengua Española (DRAE)[54].
Im agen 13. Actividad 1 (español coloquial)
En la segunda (im agen 14)[55], el alum no debe com pletar dos textos con las palabr as que faltan: el pr im er o es pr opio de jóvenes de la ciudad de M éxico y hem os supr im ido voces de uso coloquial, y en el segundo faltan sus equivalentes en un español m ás ?estándar ?. Par a r ealizar lo se pr opone el em pleo del Diccionario de la Lengua Española (DRAE)[56]. ______________________________________________________ [52] http://w w w.diccionar ios.com [53] Disponible en http://w w w.educaplay.com /es/r ecur soseducativos/767702/lexico_coloquial.htm [54] http://lem a.r ae.es/dr ae/ Las palabr as que confor m an el cr ucigr am a son: chivo, gafo, guita, paco, palo, pegue, pendejo, pisto, quemar y salado. [55] Disponible en http://w w w.educaplay.com /es/r ecur soseducativos/769641/lexico_coloquial.htm Am bos textos son adaptaciones de los incluidos en el tr abajo de Ávila (2004). [56] http://lem a.r ae.es/dr ae/
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Im agen 14. Actividad 2 (español coloquial).
Com o hem os visto en la actividad anter ior, el léxico coloquial difier e de un país a otr o. Un ejem plo es la denom inación que r ecibe el ?cuer po de Policía?. Por ello, en la ter cer a actividad (im agen 15)[57] debe com pletar un m apa par a conocer algunas de las denom inaciones que se utilizan en diver sos países hispanohablantes en el r egistr o coloquial. Par a r ealizar lo debe utilizar el Diccionario de la Lengua Española (DRAE)[58].
Im agen 15. Actividad 3 (español coloquial).
____________________________________________________ [57] Disponible en http://w w w.educaplay.com /es/r ecur soseducativos/770151/lexico_coloquial.htm [58] http://lem a.r ae.es/dr ae/
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El léxico coloquial tam bién difier e dentr o del ám bito hispanohablante de un país a otr o en var ios sentidos: por ejem plo, el significado de una m ism a palabr a em pleada en el r egistr o coloquial puede ser difer ente, o incluso puede ser coloquial en un país y no en otr o. Par a conocer algunas de estas difer encias, en la cuar ta actividad (im agen 16)[59] se plantea un test que el alum no debe com pletar consultando el Diccionario de la Lengua Española (DRAE)[60].
Im agen 16. Actividad 4 (español coloquial).
4. CONCLUSIONES Tr as todo lo expuesto debem os concluir que sin duda la var iación lingüística y las var iedades son conceptos claves en la lingüística actual, y com o hem os visto tienen unas r eper cusiones concr etas y m uy im por tantes en el pr oceso de enseñanza-apr endizaje de idiom as, y por consiguiente en ELE. Al concebir la lengua com o un m acr osistem a, debem os plantear nos qué var iedad/es enseñar, ya que siem pr e apr endem os un idiom a a tr avés de una de ellas. Por ello, estim am os que el docente de ELE debe poseer un conocim iento básico de conceptos fundam entales com o el de norma y de su plur alidad en español, así com o de sus aplicaciones a la docencia. De este m odo podr á deter m inar qué var iedad debe pr oponer com o m odelo lingüístico a sus alum nos y dotar los de estr ategias par a com unicar se de for m a efectiva cuando se encuentr en con otr as var iedades distintas. ______________________________________________________ [59] Disponible en http://w w w.educaplay.com /es/r ecur soseducativos/770185/lexico_coloquial.htm [60] http://lem a.r ae.es/dr ae/
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NARCISO M . CONTRERAS IZQUIERDO
A pesar de que pr oponem os par tir de la nor m a culta par a el apr endizaje de ELE, es igualm ente im por tante exponer a nuestr os estudiantes a otr as var iedades, debido a su im por tancia pr incipalm ente en el uso or al de nuestr a lengua. Par a ello hem os pr opuesto una ser ie de actividades con la finalidad de sensibilizar al estudiante ante esta var iedad, y hem os pr esentado igualm ente var ios r ecur sos accesibles en Inter net par a su consulta. Finalm ente, con las actividades pr opuestas en este tr abajo hem os intentado dem ostr ar que el diccionar io m onolingüe del español puede ser una excelente her r am ienta de tr abajo par a la sensibilización de nuestr os alum nos ante la var iación lingüística, así com o par a la enseñanza y apr endizaje de los fenóm enos pr opios de las distintas var iedades lingüísticas del español en la clase de ELE.
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Sobr e el l éxico r el igioso docu m en tado en u n in ven tar io de ben eficen cia jien n en se (sigl o XIX) M ar ta Tor r es M ar tínez Universidad de Jaén
Tal com o hem os puesto de m anifiesto en otr as investigaciones (Tor r es 2014a: 129 y Tor r es 2014b: 217), en la actualidad m uchos especialistas centr an su inter és en el análisis del léxico contenido en los inventar ios de bienes, testam entos y com pr aventas de pr otocolos notar iales, especialm ente en aquellos datados en los Siglos de Or o (vid. Góm ez e Isasi 2008; Góm ez, Isasi y M or al 2008; Quir ós 2011 y 2012; Bastar dín 2012; Calder ón 2012; Car r iazo 2012a y 2012b; Egido 2012; M or ala 2010a, 2010b y 2012 o Per diguer o 2012 y 2013, entr e otr os). Según indica M or ala (2012: 200), los inventar ios constituyen una fuente léxica inagotable pues
por la pr opia natur aleza jur ídica de este tipo de textos, los escr ibanos que los r edactaban estaban obligados a r eflejar en ellos, con el m ayor detalle posible, una lar ga ser ie de objetos y bienes, y la única for m a que tenían de logr ar lo er a haciendo gala de una puntillosa pr ecisión en el uso del léxico y en la descr ipción y la valor ación de los objetos inventar iado.
En este tr abajo nos centr am os en un inventar io, datado en el siglo XIX, en el que se listan los víver es y enser es disponibles en un hospital jiennense.
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Pr ecisam ente, en su estudio acer ca de la or ganización de la beneficencia en la pr ovincia de Jaén en el siglo XIX (1822-52), Gar cía Sánchez (2007: 26-83) com enta el or igen y la situación de los establecim ientos benéficos en el inicio del per iodo cr onológico objeto de estudio. En r elación con el hospital al que per tenece el inventar io que m anejam os en la pr esente investigación, Gar cía Sánchez (2007: 26) apunta que se tr ataba de ?un hospital gener al par a los pobr es enfer m os de am bos sexos llam ado de la M iser icor dia, que cor r ía a car go de los r eligiosos hospitalar ios de San Juan de Dios en vir tud de concor dia del Ayuntam iento con la Or den en 1619?. M ás adelante, la autor a da detalles acer ca de la índole de esta entidad benéfica: ?una institución dedicada a la cur ación de enfer m os pobr es, de cualquier tipo de enfer m edad excepto incur ables y locos. Queda el hospital bajo la dir ección del Ayuntam iento, com o patr ono, y de una com isión o junta dir ectiva de su seno. Los r eligiosos tendr án la obligación de cuidar y alim entar a los enfer m os, per cibiendo por ello las r entas de los expr esados bienes, que se aum entar on después por donaciones que se hicier on entr e los siglos XVI y XVII? (Gar cía Sánchez, 2007: 30). El Hospital estuvo r egentado por la Or den de San Juan de Dios hasta 1835 o com ienzos de 1836[1], seguidam ente la Junta de Beneficencia se hizo car go de la institución. A continuación, ofr ecem os la infor m ación r elativa al inventar io m anejado en este estudio, extr aído del Ar chivo de la Diputación Pr ovincial de Jaén (ADPJ)[2]:
______________________________________________________ [1] Com o r ecuer da Gar cía Sánchez (2007: 39), debido al Decr eto de 25 de julio de 1835, de supr esión de los conventos cuya com unidad no llegar a a 12 r eligiosos, ?los her m anos de San Juan de Dios se vier on obligados a abandonar 52 hospitales en España. Solo quedar on abier tos 7 de ellos, entr e los que se contaba el de Jaén con 17 r eligiosos?. Adem ás, tam bién hay que tener en cuenta el poster ior Real Decr eto de 9 de m ar zo de 1836, que r establece la Ley de Beneficencia de 23 de ener o de 1822, que supr im ía totalm ente las ór denes r eligiosas. No obstante, según apunta Gar cía Sánchez (2007: 39), quedaban exceptuados los hospitalar ios de San Juan de Dios, si bien ?se les obliga a despedir a los novicios, se les pr ohíbe r ecibir otr os nuevos y usar hábito r eligioso, lo que equivalía a un aplazam iento de la supr esión de la Or den dejándola extinguir lentam ente?. [2] Seguim os el m odelo de cabecer a em pleado en la Red Inter nacional CHARTA (Corpus Hispánico y Americano en la Red: Textos Antiguos), vid. Sánchez-Pr ieto (2011).
SOBRE EL LÉXICO RELIGIOSO DOCUM ENTADO EN UN INVENTARIO DE BENEFICENCIA 51 JIENNENSE (SIGLO XIX)
ADPJ, Legajo 2177/45 1869 diciem br e 16 (Jaén, España) Inventar io gener al de los víver es, utensilios, com bustibles, efectos de botica, cam as, r opas, útiles de la cocina y alhajas existentes en dicho establecim iento [hospital] en 1.º de diciem br e de 1869 Papel Buen estado de conser vación
Este docum ento se pr esenta dividido en diver sas secciones, esto es, m uestr a una clar a clasificación inter na, que cum ple con la función de inventar iar todo lo contenido en la institución benéfica. En total, la nóm ina consta de siete apar tados: (i) ?víver es?, (ii) ?com bustible?, (iii) ?utensilios?, (iv) ?botica?, (v) ?r opas?, (vi) ?útiles de cocina?, (vii) ?r opas y alhajas existentes en la capilla?. Seguidam ente, listam os el léxico contenido en la últim a sección, ?r opas y alhajas existentes en la capilla?, en tor no al que centr ar em os la pr esente investigación:
Sobrepellices de hilo, roquetes de hilo, capillos, frontales de altar, cíngulos, hijuelas para cálices, palias para cálices, capas de coro, vestido de terciopelo para imágenes, vestido de seda para imágenes, albas de hilo, amitos, manteles de altar, sobremanteles, cortinas de seda, cortinas de damasco de lana, cortinas de percal, cojines, juegos de sacras, dalmáticas, juegos de cortinillas, guion, paño de púlpito, paño de palio, escapularios de san Rafael, casullas, alfombras de lana, juego de corporales, taza de plata con tapadera para consagrar, cálices de plata completos, copones de plata, par de vinageras de plata con sus platillos, incensario con su naveta, custodia, portaviático, diademas de plata para san Juan de Dios, pez de plata para san Rafael, roscón de plata para san Rafael, turbante para san Rafael, vara de plata para san Rafael, lámparas de metal, acetre de metal, atriles para misales, misales, faroles, relicario de plata de san Juan de Dios, ciriales de madera y de metal blanco, espejos de cornucopias, palmatorias de cristal, candeleros de metal y de plata, crucifijos de metal, san Judas de talla, san Pedro de talla, santa Ana de talla, Purísima de talla, san Joaquín de talla, san José de talla, san Antonio de Padua de talla, san Francisco de talla, san Rafael de barandillas, san Juan de Dios de barandillas, Virgen de nuestra señora del buen lucero, niño Jesús con su urna, Virgen del Carmen.
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Nos inter esa seleccionar aquellos ítem s r elativos exclusivam ente al ám bito r eligioso a fin de apr oxim ar nos a la ter m inología suntuar ia em pleada en el siglo XIX. Descar tam os, por tanto, léxico com ún com o vestido, cortina, cojín, alfombra, taza, diadema o farol, así com o los últim os objetos listados, a saber, los r elativos a las tallas o escultur as de los santos y vír genes situados en la capilla (san Judas, san Pedro, san Rafael, niño Jesús, Virgen del Carmen, etc.). En total, analizam os 30 ítem s, or denados ya alfabéticam ente:
Acetre, alba, amito, cáliz, capa de coro, capillo, casulla, cíngulo, cirial, copón, cornucopia, corporales, crucifijo, custodia, dalmática, escapulario, frontal, guion, hijuela, incensario con su naveta, manteles de altar, misal, palia, paño de palio, paño de púlpito, portaviático, relicario, roquete, sacras, sobrepelliz, vinagera,
A continuación, pr esentam os las palabr as objeto de estudio y ofr ecem os (i) la pr im er a docum entación en diccionar ios m onolingües del español (Tesoro de la lengua castellana o española, 1611 de Covar r ubias y Diccionario de autoridades, DA 1726-39 de la Real Academ ia Española), y (ii) un com entar io en el que exponem os datos obtenidos de otr os r eper tor ios com o el Diccionario crítico etimológico castellano e hispánico (DCECH), 1980-91, de Cor om inas y Pascual, así com o de bancos de datos com o el Corpus diacrónico del español (CORDE) y el Fichero general, am bos de la Real Academ ia Española.
ACETRE ACETRE. El hisopo con que se echa el agua bendita, por la sem ejança que tiene con el cetr o; aunque se tom a com únm ente por el calder o del agua bendita (Tesoro 1611, s. v. acetre) Acetr e, el palo, a m odo de cetr o, cuya cabeça está aguada y llena de cabos de cer das, par a echar el agua bendita al pueblo chr istiano, y sobr e las sepultur as de sus difuntos, y de la sem ejança tom ó el nom br e (Tesoro 1611, s. v. cetrería). ACETRE. s. m . El caldér o ò vaso pequeño de plata ù otr o m etál, que contiene el agua bendita, y en que se pone el asper sór io ò hyssopo, par a r ociar con ella al pueblo, y hacer otr as asper siones de que usa la Iglesia Catholica. Lat. Urna, vel situla lustralis aquae. RECOP. lib. 9. tit. 22. l. 2. De qualquier suer te de caldér as, y acétres, alquitár as :::: se pague al dicho alm oxar ifazgo cinco m ar avedis por ciento, &c. (DA 1726, s. v. acetre).
SOBRE EL LÉXICO RELIGIOSO DOCUM ENTADO EN UN INVENTARIO DE BENEFICENCIA 53 JIENNENSE (SIGLO XIX)
ACETRE. Covar r. dice que tam bien se llam a assi el hyssopo con que se espar ce el agua bendita, y que por la sem ejanza que tiene con el cetr o se pudo llam ar acétr e. Es voz que no tiene uso. Lat. Aspersorium. Hyssopus. (DA 1726, s. v. acetre). ACETRE. Se llam a vulgar m ente el M onacillo, que lleva el acétr e ò caldér o con el agua bendita en las pr ocessiónes solem nes. Lat. M inister puer, qui lustralis aquae situlam portat. (DA 1726, s. v. acetre).
Hay var ias acepciones de acetre r elativas al ám bito r eligioso r egistr adas en los r eper tor ios consultados, si bien al docum entar en el inventar io objeto de estudio el sintagm a acetre de metal, el significado que pr evisiblem ente nos inter esa es 'El caldér o ò vaso pequeño de plata ù otr o m etál, que contiene el agua bendita'. En el DCECH (1980-91, I: 23) se explica la etim ología (?del ár. sa?l 'vasija con asa, cubo' y este del lat. S?T? LA?) y, adem ás, tam bién se r ecoge la for m a antigua por tuguesa acéter, acétere ('vaso par a beber ', 'lavator io por tátil'), así com o las var iantes docum entadas en nuestr a lengua (celtre, cetre, acelde, celde, aceldre o cétel). En el Fichero general hallam os infor m ación de esta voz en num er osos diccionar ios de época e índole difer ente, entr e otr os, el Diccionario de arabismos (1593) de Diego de Guadix (?Llam an en España a una suer te de calder o de cobr e o de otr o m etal con que suelen tener agua bendita en las iglesias?), Diccionario castellano (1786-93[1767]) de Ter r er os (?El calder illo o vasija en que se tiene el agua bendita, y el hisopo?)[3], el Diccionario de términos de arte y elementos de arqueología, heráldica y numismática (1970) de Guiller m o Fatás y Gonzalo Bor r ás (?Receptáculo par a el agua bendita?) y Diccionario de uso del español (1966-67) de M ar ía M oliner (?Pequeña vasija de for m a de calder o. Par ticular m ente la que se em plea par a sacar agua de las tinajas o pozos o la que se usa en las iglesias par a llevar el agua bendita con que se hacen las asper siones?).
ALBA Ø (Tesoro 1611). ALBA. Significa tam bien aquella túnica de lienzo blanco, que sobr e su hábito Cler icál, ò Religioso se ponen despues del Am ito los Sacer dotes, y or denados de m ayor es ór denes par a celebr ar el Santo sacr ificio de la M issa, y otr os Oficios Divinos. Lat. Alba, ae. Sacerdotalis interula linea. OLALL. M iss. Cant. num . 561. Llegáda la hor a en la Sacr istía se r eviste el Celebr ante Am íto, Alba, Estóla, y capa pluviál. (DA 1726, s. v. alba). _______________________________________________________ [3] Adem ás, en el r eper tor io de Ter r er os se r econocen otr as tr es acepciones: ?se tom a por el hisopo?, ?el que lleva el calder illo en alguna función de Iglesia? y ?llam an en el Reyno de Gr anada a la vasija con que sacan el agua de las tinajas, o er r adas; y en las m ontañas le llam an Bacinica?.
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En el DCECH (1980-91, I: 87) se sitúa la pr im er a docum entación de alba com o 'túnica sacer dotal' en Gran conquista de Ultramar, que data de entr e 1291 y 1295 en su pr im er a r edacción. En el Fichero general encontr am os infor m ación sobr e esta voz en dos r eper tor ios lexicogr áficos de especialidad: el Diccionario de términos artísticos (1982) de José Luis M or ales (?Siglo XVIII al XX. Túnica de lino que el sacer dote viste encim a del am ito?) y el Diccionario de términos artísticos y arqueológicos (1988) de Estela Ocam po (?Vestidur a de tela blanca utilizada por los sacer dotes en deter m inadas cer em onias r eligiosas?).
AM ITO Ø (Tesoro 1611). AM ITO. s. m . Una de las vestidúr as de que usa el Sacer dóte par a celebr ar y decir M issa. Es un lienzo fino r egular m ente de una var a en quadr o, con dos cintas lar gas de var a y m édia cada una, pegadas ò puestas en las dos puntas de la par te super iór, el qual se pone al pr incípio sobr e la cabeza, y despues se baxa y pone al cuello, y con las cintas que se cr uzan por m édio del cuer po se afianza y assegúr a. Es tom ado del Lat. Amictus, us. OLALLA, M iss. cant. num . 25. Conviéne à saber tr es amítos, tr es albas, otr os tantos cíngulos, &c. (DA 1726, s. v. amito).
El DCECH (1980-91, I: 193) da am plia noticia de esta voz, docum entada por vez pr im er a en Ber ceo, en Vida de Santo Domingo de Silos, c. 1236 (Por éssa passó Pedr o, en tal guisa fue quito, / com o gelo dixier a el m onge benedicto, / el qui con él fablava cubier to del amito, / dioli por la car r er a guionage e vito): ?'lienzo que el sacer dote se pone debajo del alba al oficiar ', tom ado del lat. amictus, -?s, 'envoltur a, lo que cubr e', 'vestido', der ivado de amicire 'envolver ', com puesto de jac?re 'echar ' y amb'alr ededor '?. En el Fichero general hem os localizado cédulas en las que se lem atiza amito en var iados r eper tor ios léxicos: el Vocabulario del Cancionero de Baena (1931) de Walter Schm id (?Lienzo que se pone el sacer dote sobr e la espalda?), el Diccionario de términos de arte y elementos de arqueología, heráldica y numismática (1970) de Guiller m o Fatás y Gonzalo Bor r ás (?Vestido sacer dotal?) y el Léxico del comercio medieval en Aragón (siglo XV) (1982) de José Ángel Sesm a y Ángeles Líbano (?Lienzo que el sacer dote se pone debajo del alba par a oficiar ?[4]).
______________________________________________________ [4] Destacam os el hallazgo de una papeleta en la que se docum enta la infor m ación sobr e amito en el Diccionario de andalucismos (1880-1910) de José M ar ía Sbar bi, ?M al definido por la Academ ia?, si bien no se especifica cóm o deber ía de ser definida esta voz.
SOBRE EL LÉXICO RELIGIOSO DOCUM ENTADO EN UN INVENTARIO DE BENEFICENCIA 55 JIENNENSE (SIGLO XIX)
CÁLIZ CALIZ. [...] Entr e los vasos sagr ados tiene nom br e de cáliz, y se entiende siem pr e por solo el vaso consagr ado en que se consagr a la sangr e pr eciosíssim a de nuestr o Redentor, en el sacr ificio de la M issa [...] (Tesoro 1611, s. v. cáliz). CALIZ. s. m . La copa que tiene su pie y es honda, que sir ve par a beber vino y otr os liquor es. Y tam bien se llam a assí el vaso sagr ado de or o o plata en for m a de copa honda, en que echada una por ción de vino se hace la consagr ación. Latín. Calix, icis. Sacer calix. Sacra patera. PARTID. 1. tit. 4. l. 56. Cálices son llam ados vasos, con que facen el Sacr ificio del Cuer po de Nuestr o Señor Jesuchr isto. RIBAD. Fl. Sanct. Vid. de S. Bonifacio. Es m ui celebr ado un dicho de S. Bonifacio, el qual, hablando de los Sacer dotes, y de los Cálices antiguos, y de los de su tiem po, dixo, que los Sacer dotes antiguos er an de or o y celebr aban en Cálices de m ader a, y que los de su tiem po er an Sacer dotes de m ader a y celebr aban en Cálices de or o. ANT. AGUST. Dial. fol. 28. De la una par te tiene un vaso com o cáliz. (DA 1729, s. v. cáliz).
El DCECH (1980-91, I: 598) señala su etim ología (caliz, -?cis) y su pr im er a docum entación (Ber ceo). En el CORDE hallam os la for m a calix en un docum ento legal, en la ver sión r om anceada de las Cortes de Coyanza, de 1250 (?non sacr ifiquem cum calix de m ader o, nen de vidr io, nen de cobr e, nen de laton, si non con calix dor o, o de plata, o de plonm o, o destano, ye con or nam ientos ecclesiasticos?). En el Fichero general, entr e otr as, hallam os dos cédulas en las que se define este ítem léxico: ?Vaso sagr ado que sir ve en la m isa par a echar el vino que se ha de consagr ar ? (edición de El sacrificio de la misa de Gonzalo de Ber ceo pr epar ada por Claudio Gar cía Tur za en 1979) y ?El vaso sagr ado de or o o plata que sir ve en la m isa par a echar el vino que se ha de consagr ar ? (Diccionario de cocina, 1892, de Ángel M ur o).
CAPA DE CORO Ø (Tesoro 1611). CAPA DE CHORO. El m anto Capitular que visten los Dignidades, Canónigos y Pr ebendados de las Iglésias Cathedr ales y Colegiatas dur ante el Invier no, par a assistir en el Chor o a los Divinos Oficios y Hor as Canónicas, y tam bien a los dem ás actos pr ópr ios de com unidad junta en capítulo. Hácese de estam éña o otr o géner o de lana delgada, de color negr o, el qual r em ata en punta y for m a una cáuda lar ga de m as de dos var as, y sobr e él por encím a de los hom br os se pone una com o m uceta, hecha de la m ism a tela, cubier ta de felpa o ter ciopelo negr o, la qual por la par te de atr ás tiene un capillo, que ter m ína y baxa en punta m as de
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una var a hasta las cor vas. Llám ase Capa de Chor o por que sir ve par a la assisténcia en él, com o vestidúr a destinada par a tal lugar. Latín. Sacrorum rituum trabea. ALCAZ. Vid. de S. Julian. lib. 2. cap. 2. La Santa Iglésia de Cuenca tiene her m andad con la de Osm a, y entr an los de una Iglésia en la otr a con Capas de Choro o sobr epellices. (DA 1729, s. v. capa).
Cabe destacar que esta unidad plur iver bal queda lem atizada, bajo capa, en el pr im er diccionar io académ ico. No obstante, no se r ecoge en el Tesoro ni en el DCECH. En el CORDE se docum enta desde 1256, en el anónim o Estatuto del cabildo de Ávila (?El com pañer o o clér igo del cor o que sovier e o entr ar e en el cor o sin capa de coro o sin sobr epelliz m ientr e dixier en las hor as?). Podem os obser var cóm o tanto en la autor idad r ecogida en el DA com o en el ejem plo de CORDE capa de coro se entiende com o sinónim o de sobrepelliz. En el Fichero general no se docum entan cédulas r elativas a esta unidad plur iver bal.
CAPILLO CAPILLO. El que ponen al r ecién baptizado en la pila, en figur a de la vestidur a cándida de la gr acia [...] (Tesoro 1611, s. v. capillo). CAPILLO. Vestidur a de tela blanca, a m aner a de m uceta, que se pone sobr e los niños al tiem po de bautizar los, quando dice el Sacer dote Accipe vestem candidam. Latín. Linteum amiculum candidum, humeris, sacro jam fonte lustrati pueri, injici solitum. COLM EN. Hist. Segob. cap. 48. §. 3. Llevó el capillo Don Antonio Henr iquez de Toledo, Conde de Alvadeliste: la tohalla Rui Gom ez de Sylva, Duque de Pastr ana. (DA 1729, s. v. capillo).
El DCECH (1980-91, I: 655-56) indica la etim ología de capillo, ?del lat. vulg. CAPP?LLUS 'vestidur a de la cabeza', der ivado dim inutivo de CAPPA?. La pr im er a docum entación localizada, ya en el Cid, es la r elativa al significado 'capacete de la ar m adur a'. Ya en el CORDE com pr obam os que la acepción que nos inter esa se em pieza a r egistr ar a par tir del siglo XV. Por ejem plo, en las Cuentas de Gonzalo de Baeza, tesor er o de Isabel la Católica (1477-91), ?A don Juan Rom an, ar çediano de Castr o, 20.000 m r s., por vna çenefa de capa con su capillo?. Llam a la atención que en el Fichero general se localizan num er osas cédulas en las que se r egistr a esta voz en r eper tor ios dialectales am er icanos: ?Lienzo que sobr e la cabeza del pár vulo coloca el oficiante en los bautizos? (Glosario del bajo español en Venezuela, 1929, de Lisandr o Alvar ado), ?En el Per ú, m edalla conm em or ativa de bautizo o m atr im onio. En gener al,
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r ecor dator io im pr eso? (Diccionario general de americanismos, 1942, de Fr ancisco J. Santam ar ía) o ?En ciudades y cam pos del Ecuador llam an capillos a las m onedas que los padr inos echan a los niños en los bautizos. Segur am ente el uso de esta palabr a r ecuer da la acepción legítim a, de vestidur a de tela blanca que se pone en la cabeza del niño al bautizar lo? (El lenguaje rural en la región interandina del Ecuador, 1969, de Julio Tobar Donoso)
CASULLA CASULLA. El últim o de los or nam entos que viste el sacer dote par a dezir m issa. Es dim inutivo de casa, por que le r ecoge todo dentr o de si [...] (Tesoro 1611, s. v. casulla). CASULLA. s. f. La últim a vestidúr a que se pone el Sacer dote sobr e todas las otr as, con que se ador na y viste par a celebr ar el Santo Sacr ificio de la M issa. Antiguam ente er an cer r adas hasta abaxo con una aber túr a par a sacar la cabeza; [ii.227] per o por ser m ui em bar azosas se fuer on acom odando al uso que oy tienen, que es en for m a de un capotillo, par tído en dos m itades, y abier to por los lados hasta abaxo, con una aber túr a r edonda en m édio, par a entr ar por ella la cabeza. En las dos caídas de atr ás y adelante se le suele poner una cenefa, que llega hasta abaxo, ancha y en m édio de ellas, que es r egular m ente de distinta tela. Hácense de dam asco, r aso, o tela m ui r ica y de diver sos color es, segun las festividades de la Iglésia. Covar r. dice ser dim inutivo de Casa, por cubr ir se con ella el Sacer dote, com o hacen los habitador es con las casas. Latín. Casula, ae. CHRON. GEN. fl. 141. E fallar on por aventur a el Sacer dote ante el Altar con su Casulla vestida. G. GRAC. fol. 239. La Casulla es señal de la vestidúr a inconsútil, que desnudar on a Chr isto al tiem po de poner le en la Cr uz. RIBAD. Fl. Sanct. Vid. de S. Ger on. Decía M issa con m uchas lágr ym as, ter núr a y sentim iento, y oy día se m uestr an en Rom a el Caliz y Casulla con que la solía decir. (DA 1729, s. v. casulla).
En el DCECH (1980-91, I: 725-26) se especifica la etim ología de este ítem : ?del bajo lat. CASUBLA 'vestidur a eclesiástica pr ovista de capucho', der ivado de CASA 'choza' (por que pr otegía el cuer po com o una choza)?. Adem ás, se apunta que ?CASUBLA en España se convir tió en CASULLA por influjo de CUCULLA 'capa pr ovista de capucho'?. La pr im er a docum entación r egistr ada data, según Cor om inas y Pascual, de 896 (docum entación de San Rosendo). En el CORDE hallam os casulla por vez pr im er a en un docum ento de donación al m onaster io de San M am és de Obar enes (car tular io de San M illán de la Cogolla), de 1008-1009: ?septem car r os de cever a inter tr itico et or dio, octo libr os, casulla linea, capas, scam nos, m esas, m anteles et car r os?. En el Fichero general se incluye una papeleta en la que casulla se docum enta en dos diccionar ios de
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especialidad, el Diccionario de términos de arte y elementos de arqueología, heráldica y numismática (1970) de Guiller m o Fatás y Gonzalo Bor r ás (?Pr enda sacer dotal colocada sobr e el alba par a la celebr ación de la m isa?) y el Diccionario de tejidos (1949) de Fr ancesc Castany, donde encontr am os detallada infor m ación (?Con esta denom inación se conocen los tejidos de seda con los color es del r ito litúr gico y gener alm ente br ocados en or o o plata. Utilizados par a la confección de la vestidur a sagr ada que se pone el sacer dote sobr e las dem ás, par a celebr ar el santo sacr ificio de la m isa. Son gener alm ente br ocados con dibujos a la Jacquar d de tem as flor ales, o bien de tem as adecuados al r ito?).
CÍNGULO CÍNGULO. Este nom br e es latino y vale en castellano cinto, per o entr e los or nam entos del sacer dote, al cinto llam am os cíngulo, y no sir ve par a otr a cosa, y tiene sus m ísticas significaciones. Entr e otr as la guar dia y obser vancia de la castidad [...] (Tesoro 1611, s. v. cíngulo). CINGULO. s. m . Cor dón de seda, algo gr uesso, de tr es var as de lar go con poca difer encia, y en los cabos sus bor las ò fluecos de la m ism a seda. Sir ve par a ceñir se el Alba el Sacer dote, quando vá à celebr ar. Los hai tam bien de hilo, y de lana par a difer entes usos. Viene del Latino Cingulum, que significa esto m ism o. RIBAD. Fl. Sanct. Vid. de S. Gum ar o. Ató el ar bol, que estaba alli caído, con su cíngulo, y se levantó, y assentó en el m ism o lugár donde estaba antes. (DA 1729, s. v. cíngulo).
Cíngulo es r econocido com o cultism o (del lat. C?NG? LUM ) por el DCECH (1980-91, I: 808), que lem atiza la voz patr im onial cincho. Tal com o se indica en este r eper tor io lexicogr áfico y com o constatam os en el CORDE, cíngulo se r ecoge ya en el Universal vocabulario en latín y en romance (1490) de Alfonso de Palencia. En el Fichero general localizam os una cédula donde se especifica el em pleo y la cr onología de esta voz: ?Ceñidor, cintur ón. Pr enda sacer dotal con la que el celebr ante se ciñe el alba. Cintur ón abr ochado con una gr uesa hebilla sobr e la túnica, usado en los siglos VI al IX? (Diccionario de términos de arte y elementos de arqueología, heráldica y numismática, 1970, de Guiller m o Fatás y Gonzalo Bor r ás).
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CIRIAL Ø (Tesoro 1611). CIRIAL. s. m . Candelér o gr ande, hueco desde el pie una par te del cañón, par a que encaxe en una var a, sobr e la qual le llevan levantado con su vela encendida. Son siem pr e dos, y se usan en las Iglesias par a las M issas, Vísper as, y Laudes cantadas: y tam bien sir ven en las pr ocessiones llevando en m edio una Cr uz. Los hai de plata, de m adér a dor ada ò plateada, y de difer entes hechúr as, à que cor r esponden las var as. Viene de la voz Cír io. Lat. Fax, cis. Funale, is. OLALL. M iss. Cant. num . 795. Los Cer ofer ár ios al em pezar el cántico tom an los cir iáles, y están con ellos en sus puestos. (DA 1729, s. v. cirial).
Destacam os que no se especifica en el Tesoro de Covar r ubias el significado suntuar io de cirial, sino el gener al ('el candeler o en que se pone el cir io'). En el DCECH (1980-91, I: 811) se r ecoge la for m a cirial y tam bién la var iante cerial. En el Fichero general hallam os un par de papeletas en las que se detalla el uso del cirial en el ám bito r eligioso: ?Var a lar ga y r edonda por lo com ún de plata con el alm a de palo, que r em ata con un candeler o, y que con su vela encendida llevan los acólitos en las funciones y en algunos oficios de la iglesia. Vino de cereolare, ris, n. neut. lat. que significa candeler o o m echer o par a velas de cer a? (Diccionario de etimologías de la lengua castellana, 1837, de Ram ón Cabr er a) y ?Candeler o alto que llevan los m onaguillos en algunas funciones de iglesia? (Diccionario de uso del español, 1966-67, de M ar ía M oliner ).
COPÓN Ø (Tesoro 1611). COPÓN. Por Antonom ásia se entiende el vaso de [ii.588] or o o plata, en que se conser va y guar da el Santíssim o Sacr am ento. Latín. Columba Eucharistica. OLALL. M iss. r ez. num . 464. A cada uno dar á el Sacr am ento, haciendo con la par ticula la señal de la Cr uz sobr e el Copón o Patena de alto a baxo, y la linea que cr uza, que no passe de los lim ites de los labios de la Patena o Copón. (DA 1729, s. v. copón).
Der ivado de copa (del latín vulgar C? PPA), el DCECH (1980-91, I: 893-94) apunta que se r egistr a por vez pr im er a, en sentido litúr gico, en la M isa cantada (1690) de Fr utos Bar tolom é de Olalla, autor idad incluida en el pr im er diccionar io de la Academ ia, según com pr obam os m ás ar r iba. En el Tesoro de Covar r ubias no se r egistr a el significado r eligioso de copón, sino 'la copa ancha, alta y seguida, a m odo de coluna'
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(s. v. copón). En el Fichero general se incluyen dos cédulas donde se define copón en dos r eper tor ios de especialidad: ?S. XVII al XX. Por antonom ., copa gr ande de m etal con baño de or o por dentr o, en la que, puesta en el sagr ar io, se guar da el Santísim o Sacr am ento? (Diccionario de términos artísticos, 1982, de José Luis M or ales) y ?Vaso par a guar dar las hostias? (Diccionario de términos artísticos y arqueológicos, 1988, de Estela Ocam po).
CORNUCOPIA Ø (Tesoro 1611). CORNUCÓPIA. Se llam a tam bien un cier to géner o de ador no, de la figur a m ism a de la cor nucópia, que se hace de plata, azófar, o m ader a, dor ada, plateada, o de otr o color, la qual se clava en las par edes, y en su extr em o se ponen buxías par a ilum niar algún sitio: com o Capilla, sala, &c. Latín. Candelabrum in copiae cornu y pariete prominens. M UÑ. M . M ar ian. lib. 4. cap. 5. Está ador nada esta Capilla con excelentes pintúr as, y junto a ellas dos cornucópias dor adas. M . AYAL. Honr. de la Réina Doña M ar ia Luisa, pl. 122. Yá estaban en esta sazón encendidas todas las hachetas y dem ás luces de los Altar es, las del túm ulo, y las que sostenían las cornucópias de las par edes. (DA 1729, s. v. cornucopia).
En el DCECH (1980-91, I: 970) se apunta que este ítem pr ocede del lat. cornu copia 'la abundancia del cuer no' y que se docum enta por vez pr im er a a finales del siglo XV. Tam bién el CORDE r egistr a esta voz, por vez pr im er a, a finales de dicha centur ia, en el Vocabulario eclesiástico (1499) de Rodr igo Fer nández de Santaella. En el Fichero general se r egistr an num er osas cédulas en las que distintos r eper tor ios de natur aleza heter ogénea (de especialidad, gener ales, dialectales, etc.) car acter izan esta voz: el Vocabulario de arquitectura civil (1848) de M ar iano M atallana (?Ador no que figur a el cuer no de Am altea, en el cual se entallan fr utas, flor es, etc., sim bolizando la fer tilidad y la abundancia. Espejo con m echer os en la par te infer ior del m ar co?), el Diccionario de uso del español (1966-67) de M ar ía M oliner (?Cuer no de la abundancia. M otivo de ador no que consiste en un cuer no ancho r ebosando flor es y fr utos. Par ticular m ente, ese m otivo hecho en talla dor ada par a colgar lo com o ador no en las par edes. Por extensión, se han llam ado así unos m ar cos dor ados, anchos, tallados, a veces con sopor tes par a velas, con un pequeño espejo, em pleados com o decor ación?), el Diccionario de términos de arte y elementos de arqueología, heráldica y numismática (1970) de Guiller m o Fatás y Gonzalo Bor r ás (?cuer no de la abundancia. Espejo con el m ar co tallado y dor ado?), el Diccionario de términos artísticos y arqueológicos (1988) de Estela Ocam po (?Cuer no o r ecipiente en for m a de cuer no r ebosante de flor es y fr utos que sim bolizaba la abundancia entr e gr iegos y r om anos. Pequeño espejo con el
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m ar co dor ado y or nam entado?), o el Vocabulario Palentino (1988) de Fr ancisco R. Gor daliza (?Espejo con lujoso m ar co, ancho y dor ado que es cor r iente en iglesias y sacr istías, sobr e todo de Tier r a de Cam pos?),
CORPORALES Cor por ales, aunque sinifica las cosas que per tenecen al cuer po, está r estr ingido a sinificar los lienços que se ponen en el altar, sobr e los quales se coloca en la m issa el cuer po de nuestr o Redentor Je Chr isto, debaxo de las especies de pan y vino; y r epr esenta la sindone o sávana delgada en que fue em buelto el sacr atísim o cuer po de nuestr o Redentor quando le pusier on en el sepulcr o [...] (Tesoro 1611, s. v. corporal). CORPORALES. Los lienzos que se ponen en el Altar, encím a del Ar a, sobr e los quales se coloca el Cuer po de Nuestr o Señor Jesu Chr isto, debaxo de las especies de pan y vino. Latín. Eucharistica corporalia. PART. 1. tit. 4. l. 57. Cor por ales son dichos aquellos paños blancos, que ponen sobr e el caliz con que lo cubr en, quando face el Clér igo el Sacr am ento del Cor pus Dom ini. FR. L. DE GRAN. Sym b. par t. 2. cap. 27. §. 9. El Sacer dote que decía la M issa, envolvió las seis for m as en los corporales, y a gr an pr iesa los escondió debaxo de una piedr a. M UÑ. M . M ar ian. lib. 4. cap. 7. Están llenas gr andes ar cas, cofr es, y escr itór ios de m ucha y cur iosa r opa blanca, par a el ser vicio de la Iglésia: Corporales pr eciosos, cópia de albas guar necidas y olor osas, sábanas, pur ificador es, am ítos, tohallas y sobr epellíces. (DA 1729, s. v. corporales).
El DCECH (1980-91, I: 971) docum enta esta voz ya en Ber ceo, en singular (corporal, ?tom ado del lat. CORPORALIS?) y sin aludir al significa suntuar io que nos inter esa. En el CORDE encontr am os r egistr ado este ítem , en plur al (corporales), en un inventar io de bienes de la catedr al de Salam anca, de 1275. En el Fichero general solo encontr am os una cédula concer niente a esta voz. Se tr ata de la definición de corporales aducida en la edición de El sacrificio de la misa de Gonzalo de Ber ceo, pr epar ada por Claudio Gar cía Tur za (?Lienzo que se extiende en el altar, encim a del ar a, par a poner sobr e él la hostia y el cáliz?).
CRUCIFIJO Cr ucifixo, la efigie de Chr isto Nuestr o Redentor clavado en la Cr uz (Tesoro 1611, s. v. fijar).
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CRUCIFIXO. s. m . La figur a o efigie de Chr isto Nuestr o Señor enclavado en la Cr uz. Latín. Christi Crucifixi sacra Imago. RIBAD. Fl. Sanct. Vid. de S. Fr ancisco de Assis. Un día estando San Fr ancisco haciendo or ación en la Iglésia de San Dam ián, delante de un Crucifixo, oyó una voz, que salía del, y por tr es veces le decía: Fr ancisco, vé y r epar a m i Casa. NIEREM B. Vir t. Cor on. cap. 4. §. 2. M ostr ándole tr ás esto un Crucifixo, y una disciplina llena de sangr e, le dixo: Con este Crucifixo m ur ió, hijo, vuestr o Avuelo el Em per ador m i Señor, tan Cathólico com o yo, y con su ayuda acabó: haced vos lo m ism o, r ever enciando esta Santa Im agen de Dios, com o lo debeis, y hicim os su M agestad, y yo, y m er ecer eis las m er cedes que puede hacer os. M UÑ. M . M ar ian. lib. 4. cap. 6. Encím a de la r eja del Chor o, en lo m ás alto de la bóveda, está un gr an Crucifixo de talla, de estatúr a natur al ... y debaxo del Crucifixo un lienzo m ui gr ande. (DA 1729, s. v. crucifixo).
El DCECH (1980-91, I: 952) indica que crucifijo pr ocede del par ticipio latino crucifixus y que se docum enta ya en Ber ceo bajo la for m a lem atizada en el DA, crucifixo. En el Fichero general se docum entan num er osas papeletas r elativas a este ítem , entr e ellas, dos en las que se r egistr a en sendos diccionar ios de especialidad: Diccionario de términos artísticos (1982) de José Luis M or ales (?Siglo XIII al XX. Efigie o im agen de Cr isto cr ucificado?) y Diccionario de términos artísticos y arqueológicos (1988) de Estela Ocam po (?Escultur a de Cr isto cr ucificado?).
CUSTODIA Ø (Tesoro 1611). CUSTODIA. s. f. El lugar destinado par a encer r ar o guar dar algúna cosa, par a que no se pier da o m altr ate. Y por Antonom asia se llam a assí el ador no de plata, or o, o pedr er ia en que se lleva el Santíssim o Sacr am ento en las pr ocessiones, o se expone a la ador ación pública en los Altar es. Latín. Sacrae Eucharistiae pyxis turrita, editiorque. RECOP. DE IND. lib. 3. tit. 15. l. 43. M andam os, que los Pages del Vir r ey del Per ú y el de Nueva España, que van con hachas alum br ando al Santíssim o Sacr am ento en la Pr ocessión del Cor pus, no tom en lugar entr e la Custódia y Cabildo Eclesiástico. M UÑ. M . M ar ian. lib. 4. cap. 8. La últim a y m ás pr eciosa joya es una Custódia r ica de cr ystal, de var a de alto, labr ada con gr an pr im or y cur iosidad ... En esta Custódia se descubr e en ocasiones el Santíssim o Sacr am ento. OV. Hist. Chil. pl. 331. Aplicar on el pr im er or o, que tr uxer on a España de la Am ér ica, a la insigne Custódia que se hizo de él, y está en la Iglésia de Toledo. (DA 1729, s. v. custodia).
SOBRE EL LÉXICO RELIGIOSO DOCUM ENTADO EN UN INVENTARIO DE BENEFICENCIA 63 JIENNENSE (SIGLO XIX)
CUSTÓDIA. Se llam a tam bien el taber náculo de m ader a, que se pone en m edio del r etablo de una Iglésia, par a exponer el Santíssim o Sacr am ento. Latín. Tabernaculum Sacrae Eucharistiae asservandae. M UÑ. M . M ar ian. lib. 4. cap. 4. La Custódia es m ui her m osa: su for m a ochabada, ador nada de nichos y colúnas: en el cam po de la puer ta del Sagr ár io está esculpido Chr isto nuestr o Señor de m edio r elieve. (DA 1729, s. v. custodia).
Com o podem os obser var m ás ar r iba, hay dos acepciones r elativas al ám bito r eligioso que nos pueden inter esar. En el DCECH (1980-91, I: 992) no se atiende al significado r eligioso de este ítem , solo al significado gener al ('guar dia, conser vación', 'centinela', 'pr isión'). En el CORDE el sentido r eligioso de la voz custodia em pieza a ser docum entado con fr ecuencia a par tir de los Siglos de Or o. Por ejem plo, en Fructus sanctorum y quinta parte del Flossanctorum (1594) de Alonso de Villegas (?no sé qué m ás se pueda dessear, estando todos ocho días desde la m añana hasta la noche patente el Santíssim o Sacr am ento en una custodia de plata sobr edor ada de cinco m il ducados de valor ?) o en la Tercera parte de la Historia de la orden de San Jerónimo (1605) de Fr ay José de Sigüenza (?En M adr id se haçia la obr a de la custodia y r elicar io con par te del r etablo, donde se juntauan m uchos m aestr os y labor antes?), entr e otr os. En el Fichero general hallam os algunas cédulas en las que custodia, en su acepción r eligiosa, se lem atiza en r eper tor ios lexicogr áficos de especialidad y gener ales: el Vocabulario de arquitectura civil (1848) de M ar iano M atallana (?Cír culo de or o o de plata, guar necida de r adios a m aner a de sol, en cuyo centr o se coloca entr e dos cr istales la hostia consagr ada; va colocada sobr e un pie del m ism o m etal. Tam bién r ecibe este nom br e el tem plete en que se conduce el Santísim o Sacr am ento en las pr ocesiones por m edio de unas andas. En el siglo XVI se constr uyer on custodias m uy elegantes?), el Diccionario de uso del español (1966-67) de M ar ía M oliner (?Vaso litúr gico destinado a exponer el Santísim o Sacr am ento a la ador ación de los fieles; después del establecim iento de la festividad del Cor pus Chr isti, tom ó gr an im por tancia, llegando a ser una r ica constr ucción en que es expuesto el Sacr am ento en las gr andes solem nidades y llevado en las pr ocesiones: consta fundam entalm ente de un depósito de for m a cir cular en que se coloca la hostia consagr ada, sostenido sobr e un pie y r odeado de r ayos y, a veces, de una constr ucción sem ejante a un tem plo, de or o, plata y piedr as pr eciosas?) y el Diccionario de términos artísticos (1982) de José Luis M or ales (?Pieza de or o, plata u otr o m etal en que se expone el Santísim o Sacr am ento a la pública vener ación?).
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El DCECH (1980-91, II: 105) indica que la voz dalmática pr ocede del latín tar dío dalmat?ca vestis, 'túnica de los dálm atas', docum entada ya en San Isidor o. Adem ás, en este r eper tor io se r ecogen otr as var iantes m edievales com o almática, almá(s)tiga, balmática o almátigua. No se r egistr a infor m ación sobr e esta voz en el Fichero general.
ESCAPULARIO Ø (Tesoro 1611). ESCAPULARIO. s. m . Una com o estola m ui ancha, que pende por delante y por detr ás, y enm edio tiene una aber túr a en r edondo capaz par a que por ella pueda entr ar la cabeza: y desta for m a son los escapulár ios que visten m uchos Religiosos: com o Dom inícos, M er cenár ios, Car m elitas, Tr initár ios, etc. Llám ase tam bien Escapulár io el que tr ahen las per sonas Seglar es, y se com pone de dos piezas pequeñas quadr adas de algún géner o de lana, las quales penden de dos cintas, que están unidas y cosidas en las puntas de las dos piececitas quadr adas, y con ellas se cuelgan del cuello y tr ahen sobr e los hom br os pendientes por delante y por las espaldas. Viene del Latino Scapularis. RIBAD. Fl. Sanct. Vid. de S. Vicente Fer r er. No tenía sino una saya, un escapulár io y una capa de paño bastó. GONG. Son. Var. 6.Yace debaxo desta piedr a fr ía / M uger tan santa, que ni escapulário, / Ni cor dón, ni cor r ea, ni r osár io / De su cuer po jam ás se le caía. (DA 1732, s. v. escapulario).
Ya en el CORDE escapulario se docum enta desde Los M ilagros de Nuestra Señora (1246-52) de Gonzalo de Ber ceo. Pr ecisam ente, en el Fichero general existe una cédula en la que se incluye las definiciones de Claudio Gar cía Tur za en el vocabular io que acom paña a su edición de Los M ilagros de Nuestra Señora (1984): ?Especie de delantal lar go que cae desde los hom br os y que pr eser va la túnica o el hábito dur ante el tr abajo? y ?pr enda cer em onial del vestido de cier tas ór denes r eligiosas?. Adem ás, destacam os la detallada descr ipción incluida en el Diccionario de términos artísticos y arqueológicos (1988) de Estela Ocam po (?Escapular io. Pr enda m onástica consistente en una capucha y dos pr endas r ectangular es que caen sobr e el pecho y la espalda?), así com o el em pleo dialectal r egistr ado en el Vocabulario andaluz (1980[1934]) de Alcalá Venceslada (?Capote de tela r ecia en for m a de dalm ática que usan local cam pesinos. Pr ovs. de Cór doba y Jaén).
SOBRE EL LÉXICO RELIGIOSO DOCUM ENTADO EN UN INVENTARIO DE BENEFICENCIA 65 JIENNENSE (SIGLO XIX)
FRONTAL Fr ontal, el ador no que se pone en el altar en la fr onter a que m ir a hazia el pueblo [...] (Tesoro 1611, s. v. frente). FRONTAL. s. m . El par am ento de seda o otr a m atér ia con que se ador na la par te delanter a de la m esa del Altar. Latín. Frontale. OV. Hist. Chil. lib. 3. cap. 3. Todo el frontal y bar andillas del Altar er an de plata m aciza, con m oldúr as de or o. (DA 1732, s. v. frontal).
El DCECH (1980-91, II: 573) apunta que frontal ya se r ecoge en Nebr ija (fr ontal de fr ente, frontalis, e). En el CORDE com pr obam os que este ítem se docum enta desde el siglo XIII, el caso m ás tem pr ano se localiza en un inventar io de bienes per teneciente a la Catedr al de Salam anca, fechado en 1275 (?Un fr ontal de púr pur a for r ado con dos façaleias. Un çir ial. Un ar a con dos cor por ales [...]?). En el Fichero general localizam os, com o en la voz anter ior, una papeleta donde Claudio Gar cía Tur za define frontal en su edición de Los M ilagros de Nuestra Señora (1984): ?Par am ento de m etal, seda u otr a m ater ia con que se ador na la par te delanter a de la m esa del altar ?. Tam bién destacam os la infor m ación incluida en una papeleta r elativa al Diccionario de términos de arte y elementos de arqueología, heráldica y numismática (1970) de Guiller m o Fatás y Gonzalo Bor r ás (?Par te anter ior del altar, antipendio. Suele estar decor ado de algún m odo, y lo fue con especial r iqueza dur ante el r om ánico?).
GUION Ø (Tesoro 1611). GUIÓN. s. m . La Cr uz que lleva delante el Pr elado, o la Com unidad, com o insignia pr ópr ia. Latín. Signum . Insigne, is. M ARIAN. Hist. Esp. lib. 11. cap. 24. Con la cr uz y guión que llevaba, com o es de costum br e, delante el Ar zobispo D. Rodr igo, passó por los esquadr ones de los enem ígos dos veces. (DA 1734, s. v. guion).
La acepción r eligiosa de esta voz no se incluye en el Tesoro, per o sí su significado m ilitar ('el estandar te r eal que va delante del pr íncipe', s. v. guion). En efecto, al consultar el DCECH (1980-91, II: 828), com pr obam os que la acepción m ilitar ya se docum enta desde Ber ceo, si bien la r eligiosa ('cr uz que se lleva delante'), según Cor om inas y Pascual, em pieza a r egistr ar se a par tir de 1552, en El felicissimo viaje del muy alto y muy poderoso Príncipe don Phelippe [? ] de Juan Cr istóbal Calvete de Estr ella. En el Fichero general encontr am os una cédula, de índole dialectal, en la que
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se descr ibe m inuciosam ente el contexto r eligioso donde se em plea el guion: ?Delante de la im agen del santo, o del Santísim o r espectivam ente, una per sona pr incipal lleva el guión con su diestr a, el que no es cr uz, aunque tiene una pequeña, ni es estandar te, aunque algo se le par ezca: y a sus dos lados, dos per sonas de consider ación van llevando las bor las del guión. Delante del pr elado, si es Obispo, no va ninguna cr uz, y si es Ar zobispo, va la cr uz ar zobispal o de cuatr o br azos. En las pr ocesiones con el santo Viático, no hay cr uz alta sino guión, com o hem os apr endido de la m adr e España? (Riqueza de la lengua castellana y provincialismos ecuatoriano, 1933, de Alejandr o M ateus).
HIJUELA Hijuela, la cober tur a del cáliz, que sinifica el sudar io que fue hallado en el sepulcr o del Señor [...] (Tesoro 1611, s. v. hija). HIJUELA. Se llam a assim ism o la cubier ta de lienzo que se pone encim a del caliz, par a pr eser var le de que no cáiga dentr o de él cosa alguna, dur ante el sacr ificio de la M issa. Latín. Palla, ae. ILLESC. Hist. Pontif. lib. 5. cap. 9. Dende entonces acá, se usa cubr ir el caliz con la hijuela que ponem os encím a. (DA 1734, s. v. hijuela).
En el DCECH (1980-91, II: 918) no se r ecoge el significado r eligioso que nos inter esa, sino 'r eguer o pequeño', ya docum entado en Covar r ubias, y 'fundo r ústico que se for m a por subdivisión de otr o m ayor ', em pleado en Chile y en el oeste ar gentino y r egistr ado a par tir de la segunda m itad del siglo XIX. Esta voz no se docum enta en el Fichero general.
INCENSARIO CON SU NAVETA Ø (Tesoro 1611). INCENSARIO. s. m . El br aser illo m ovible con cadenillas y tapa, en que se pone y quem a el incienso par a incensar. Latín. Thuribulum. Acerra. RIBAD. Fl. Sanct. Vid. de S. Theodosio. Con el nuevo fuego que se encendió de suyo, en un incensár io que llevaba. PELLIC. Ar gen. par t. 2. lib. 2. cap. 7. En la m ano tenia un incensário lleno de gom as de Ar abia. (DA 1734, s. v. incensario). NAVETA. s. f. El vaso o caxita, que en figur a de una navecilla, sir ve par a m inistr ar el incienso en la Iglesia, par a la cer em onia de incensar. Latín. Accerra. CORR. Ar gen. lib. 1. f. 45. Entr ando luego en el tem plo Ar genis, en la naveta de plata, sobr e sagr adas br asas, lisonjeaba a los Dioses con el hum o de ar om as sabéos. (DA 1734, s. v. naveta).
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Tanto en el DCECH (1980-91, II: 259) com o en el CORDE se indica que la pr im er a docum entación (encensario) data del año 1112, en un inventar io de alhajas y or nam entos de la iglesia de Covar r ubias. En el CORDE la for m a incensario se localiza por vez pr im er a en una fuente lexicogr áfica, el Universal vocabulario en latín y en romance (1490) de Alfonso de Palencia. En lo que r especta a naveta, según el DCECH (1980-91, III: 505), se r egistr a con el significado de 'nave pequeña' en la Gran conquista de ultramar (h. 1300). El significado que nos inter esa ya se localiza en Nebr ija y Cor om inas y Pascual fijan su or igen etim ológico en el catalán naveta 'bar quichuelo', 'naveta de incienso'. En el CORDE se docum enta ya en un inventar io de bienes de la catedr al de Salam anca, de 1275 (?una naveta por a encenso sobr edor ada con quatr o piedr as?). Nos par ece inter esante la descr ipción encontr ada en el Fichero general a pr opósito de incensario y naveta, incluida en r eper tor ios de ar te y en el diccionar io de M oliner : ?incensar io. Vasija, de diver sos m ater iales, dentr o de la cual se quem a incienso. Posee tapader a y una ser ie de per for aciones par a que el hum o salga? (Diccionario de términos artísticos y arqueológicos, 1988, de Estela Ocam po), ?incensar io. Siglos XVI al XX. Br aser illo con cadenillas y tapa, que sir ve par a incensar ? (Diccionario de términos artísticos, 1982, de José Luis M or ales), ?naveta. Recipiente par a contener el incienso; suele tener for m a de navecilla y estar tr abajado? (Diccionario de términos de arte y elementos de arqueología, heráldica y numismática, 1970, de Guiller m o Fatás y Gonzalo Bor r ás) y ?naveta. Navecilla, incensar io. Utensilio en for m a de bar quilla que se utiliza en las iglesias par a incensar ? (Diccionario de uso del español, 1966-67, M ar ía M oliner )
M ANTELES DE ALTAR Ø (Tesoro 1611). M ANTELES. s. m . Cier ta especie de texido de lino labr ado, que sir ve par a cubr ir la m esa y poner sobr e él las viandas. Hailos de difer entes géner os y labor es: com o Alem aniscos, de gusanillo, m anteles r eales, &c. y por sem ejanza llam an assí la sábana con que se cubr e la m esa de Altar. M appa. M antile, is. PRAGM . DE TASS. año 1680. f. 8. La var a de m anteles finos de Rioseco, a diez r eales y m edio. ALCAZ. Vid. de S. Julian, lib. 2. cap. 11. Confusión es que haya m ejor es manteles, par a vuestr as m esas, que par a los Altar es. (DA 1734, s. v. manteles).
Com o podem os obser var en el ar tículo lexicogr áfico del DA, aunque se tr ata de un ítem que no apunta dir ectam ente al ám bito r eligioso, al final de la definición se apunta que ?por sem ejanza llam an assí la sábana con que se cubr e la m esa de Altar ?. Esta acepción no se r ecoge en el Tesoro. En el CORDE, esta unidad plur iver bal solo se
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r egistr a en Los pazos de Ulloa (1886) de Em ilia Par do Bazán (?las cor tinas de dam asco r ojo fr anjeadas de or o se par ecían exactam ente a colgadur as de iglesia, y cuyas sábanas blanquísim as, ter sas y alm idonadas, con r andas y encajes, tenían la casta lisur a de los manteles de altar?). En el Fichero general no hallam os ninguna cédula r efer ida a esta unidad plur iver bal
M ISAL M ISAL. Libr o m issal, por donde se dize la m issa [...] (Tesoro 1611, s. v. misal). M ISSAL. adj. que se aplica al libr o en que se contiene el or den y m odo de celebr ar la M issa. Usase com o substantivo r egular m ente. Latín. M issale. Liber m issalis. RECOP. lib. 1. tit. 7. l. 27. M andam os que no se im pr im an en estos Reinos M issales, Diur nales, Pontificales, M anuales, Br eviár ios en Latín ni en Rom ance, ni otr o Libr o alguno de chor o, sin que pr im er o se tr ahigan al nuestr o Consejo. ILLESC. Hist. Pontif. lib. 4. cap. 1. La Iglesia Gr iega sigue la or den del M issal que or denó S. Juan Chr ysóstom o: y la Cathedr al de M ilán usa el M issal Am br osiano. (DA 1734, s. v. missal).
En el DCECH (1980-91, III: 361) se car acter iza com o der ivado culto del ver bo meter y se indica com o pr im er a docum entación la obr a de Ber ceo. En el Fichero general, adem ás de la acepción r eligiosa, se docum enta un significado m etoním ico r elativo a la im pr enta: ?Libr o con el or den y m odo de celebr ar la m isa? (Diccionario de términos de arte y elementos de arqueología, heráldica y numismática, 1970, de Guiller m o Fatás y Gonzalo Bor r ás), ?Libr o en que lee el sacer dote m ientr as celebr a la m isa. Devocionar io, libr o de m isa, libr o m ás pequeño en que leen los fieles. (im pr enta) Letr a del tam año inter m edio entr e el peticano y la par angona? (Diccionario de uso del español, 1966-67, de M ar ía M oliner ) y ?Fundición al cuer po 20, llam ada así por que con ella se im pr im ió el M isal r om ano? (Tratado de la Tipografía o Arte de la Imprenta (1884) de José Gir áldez).
PALIA PALIA. Un linteo sobr e que se descogen los cor por ales y el paño con que cubr en el cáliz, por que cubr e se dixo assí (Tesoro 1611, s. v. palia).
SOBRE EL LÉXICO RELIGIOSO DOCUM ENTADO EN UN INVENTARIO DE BENEFICENCIA 69 JIENNENSE (SIGLO XIX)
PALIA. Se llam a assim ism o la hijuela con que se cubr e el Caliz. Latín. Palla, ae. (DA 1737, s. v. palia)[5].
El DCECH (1980-91, III: 623) lem atiza la for m a en m asculino, palio, ?tom ado del lat. PALL?UM , der ivado de palla 'm anto de m ujer '?. Este r eper tor io ubica palia entr e los der ivados de palio, lo docum enta en los siglos XV-XVIII y lo sitúa en el Diccionario de autoridades com o pr im er r egistr o. En el Fichero general sí hallam os cédulas concer nientes a la voz palia. Por ejem plo, el Diccionario de términos artísticos y arqueológicos (1988) de Estela Ocam po (?Lienzo sobr e el que se extienden los cor por ales par a decir m isa. Cor tina o m am par a que se dispone delante del sagr ar io?). Destacam os la infor m ación incluida en una papeleta r efer ida a un r eper tor io dialectal, en el que se puntualiza y r ectifica la infor m ación sobr e palia que apor ta la Academ ia en sus diccionar ios: ?Cor tina exter ior con que se cubr e el Santísim o | | Lienzo sobr e el que se extienden los cor por ales par a decir m isa (Nos per m itim os indicar a la Academ ia española que la Litur gia o el r ito latino está lejos de conocer ningún lienzo sobr e el que se extiendan cor por ales, y que sólo r econoce un cor por al, que, par a la m isa, se extiende sobr e los tr es m anteles; la cor tina o velo no es palia)? (Riqueza de la lengua castellana y provincialismos ecuatorianos, 1933, de Alejandr o M ateus).
PAÑO DE PALIO PALIO. El cielo que en Italia llam an valdochin, debaxo del qual se acostum br a llevar el Santissim o Sacr am ento, y va el papa cuando sale de pontificial [...] (Tesoro 1611, s. v. palio).
______________________________________________________ [5] Inter esa destacar que las dos pr im er as acepciones de palia en el Diccionario de autoridades tam bién se r efier en al contexto r eligioso: PALIA. s. f. El lienzo sobr e que descogen los cor por ales par a decir M issa. Es del Latino Palla. CARR. DE LAS DON. lib. 3. cap. 20. Lo qual todo ser á bien que ofr ezcan al Tem plo, par a or nam entos, cor por ales, pálias ... y otr as cosas. SIGUENZ. Hist. par t. 3. lib. 4. Disc. 15. Sobr e todo hai una gr ande cópia de cor por ales y hijuelas o par vas pálias, fr uter os y pálias gr andes de her m osíssim as labor es, y m atices. (DA 1737, s. v. palia). PALIA. Se llam a tam bien la cor tína o m am par a exter ior, que se pone delante del Sagr ár io en que está r eser vado el Santíssim o. Latín. Velum. Cortina. (DA 1737, s. v. palia).
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PALIO. Se llam a tam bien aquella especie de dosel, colocado sobr e seis o ocho var as lar gas, que sir ve en las Pr ocessiones, par a que el Sacer dote que lleva en sus m anos el Santíssim o Sacr am ento, o algunas Im ágenes, vaya cubier to de las injur ias del tiem po y de otr os accidentes. Par a el m ism o efecto usan tam bien de él los Reyes, el Papa y otr os Pr elados, en las funciones de sus entr adas en las Ciudades. Latín. Umbella. ACOST. Hist. Ind lib. 7. cap. 25. Llevado en hom br os de quatr o Señor es, y él cubier to de un r ico pálio de or o y plum er ía. REBOLL. Ocios, pl. 292. El Gr an M aestr e con la cor ona, im m ediato al pálio, que er a tam bien de ter ciopelo car m esí, con las fr anjas y var as de plata. (DA 1737, s. v. palio)[6].
El DA no incluye ni en su m acr o ni en su m icr oestr uctur a paño de palio, sino palio. Tam poco en el Tesoro se alude a esta unidad plur iver bal. En el CORDE no existen casos de este ítem léxico. Tam poco encontr am os en el Fichero general infor m ación sobr e la unidad plur iver bal paño de palio, si bien se docum entan cédulas donde se explica el significado de palio. Por ejem plo, en el Diccionario de términos de arte y elementos de arqueología, heráldica y numismática (1970) de Guiller m o Fatás y Gonzalo Bor r ás: ?Cubier ta por tátil usada en el culto católico, especie de dosel por tado por sus sopor tes ver ticales, que antes se usaba par a r esguar dar a logr ar m onar cas en sus desplazam ientos?.
PAÑO DE PÚLPITO Ø (Tesoro 1611). PAÑO DE PULPITO. La vestidúr a con que se ador na exter ior m ente quando se ha de pr edicar, que r egular m ente es de tela r ica y del color cor r espondiente al día. Latín. Suggestûs stragulum. (DA 1737, s. v. paño).
_______________________________________________________ [6] Tam bién se r egistr a otr a acepción de palio r elativa al ám bito r eligioso: PALIO. Insignia pontificial que da el papa a los ar çobispos y a algunos obispos [...] (Tesoro 1611, s. v. palio). PALIO. Es tam bien una insignia Pontifical, que da el Papa a los Ar zobispos y a algunos Obispos: el qual es com o una faxa con difer entes cr uces blancas. Latín. Pallium. AM BR. M OR. lib. 9. cap. 7. Concedió el m ism o Sum o Pontífice al Obispo de Com postela el Pálio, de que solo usan los Ar zobispos. (DA 1737, s. v. palio).
SOBRE EL LÉXICO RELIGIOSO DOCUM ENTADO EN UN INVENTARIO DE BENEFICENCIA 71 JIENNENSE (SIGLO XIX)
Nos encontr am os, al igual que en el caso anter ior (paño de palio), ante una unidad plur iver bal. No obstante, en esta ocasión el DA r ecoge este ítem a m odo de subentr ada, bajo el lem a paño. El Tesoro de Covar r ubias no la r egistr a. En el CORDE hallam os 13 casos en 3 docum entos. El m ás tem pr ano data de c. 1594, en M em or ias de Gar ibay, de Esteban de Gar ibay (?Un paño de púlpito negr o guar necido de ter ciopelo negr o, y en m edio una cr uz quadr ada de Hier usalen de r aso car m esí, hecho de un capote negr o del m ism o fundador par a oficiar difuntos, advientos y quar esm as?). Adem ás, paño de púlpito se docum enta en unos inventar ios r eales, concr etam ente de bienes m uebles que per tenecier on a Felipe II, c. 1600: por ejem plo, ?Un paño de púlpito de dicho ter ciopelo m or ado de quatr o anchos, for r ado en bocací m or ado?. Por últim o, tam bién hallam os este ítem en un docum ento notar ial anónim o, de 1663, r elacionado con la custodia de los or nam entos de una iglesia toledana (?Un ter m o de dam asco con su paño de pulpito de façistor ?). No se docum enta paño de púlpito en el Fichero general.
PORTAVIÁTICO Ø (Tesoro 1611). Ø (DA 1726-39). VIATICO. Con toda pr opr iedad se llam a el Sacr am ento del Cuer po de Chr isto, que se adm inistr a à los enfer m os, que están en peligr o de m uer te, y com o en viage par a la eter nidad, com o ver dader o sustento del alm a. Lat. Viaticum . PARR. Luz de Ver d. Cath. par t. 2. Plat. 19. El dia siguiente volvier on los par ientes à instar al Cur a, par a que le llevasse el Viático. (DA 1739, s. v. viático).
La voz com puesta portaviático no se docum enta en la tr adición lexicogr áfica del español, per o sí se r egistr a viático, según com pr obam os m ás ar r iba. En el Tesoro de Covar r ubias r egistr a este ítem per o con el significado de 'el sustento par a poder cam inar ' (s. v. viaje). En el DCECH (1980-91, IV: 720) se indica que la for m a viático se docum enta a par tir del siglo XVII, tal com o hem os com pr obado en CORDE (por ejem plo, ?Oy la tr aen el Sacr am ento / por viatico à esta dam a?, en Conceptos espirituales, tercera parte, 1612, de Alonso de Ledesm a). En el Fichero general hallam os tr es cédulas concer nientes a la voz portaviático, una r elativa a un inventar io de bienes (?un por taviático de plata en for m a de pelícano?) y otr as dos en las que se alude a una exposición de ar te sacr o celebr ada en 1966.
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RELICARIO RELICARIO. El lugar donde se guar dan las r eliquias (Tesoro 1611, s. v. relicario). RELICARIO. Se llam a tam bien aquel ador no, con que se guar nece alguna r eliquia. Hácese de m etal o de otr a m atér ia, y de var ias hechúr as. Latín. Reliquarium capsa, ae. AM BR. M OR. lib. 9. cap. 7. Viéndola el Em per ador D. Car los Quinto, de glor iosa m em ór ia, m ostr ó su sentim iento de devoción, y su m ar avilla, y la estím a que hacía de la pr eciosa r eliquia, con palabr as y con m andar le hacer un r ico relicário, y capilla par ticular. (DA 1737, s. v. relicario). RELICARIO. s. m . El lugar en donde están las r eliquias r ecogidas y guar dadas. Tr ahele Covar r. en su Thesor o. Latín. Reliquarium theca, repositorium. (DA 1737, s. v. relicario).
Obser vam os que este ítem tam bién puede denotar dos significados de ám bito r eligioso, según r ecoge el DA. En el DCECH (1980-91, II: 122) se explica que la for m a relicario, docum entada por vez pr im er a en las obr as de Am br osio de M or ales (1574), pr ocede de la disim ilación de la voz reliquiario, r egistr ada en Ber ceo. Estas dos acepciones incluidas en el DA, tam bién las encontr am os en el Fichero general, r ecogidas en diccionar ios de especialidad com o el Diccionario de términos artísticos y arqueológicos (1988) de Estela Ocam po (?Lugar destinado a conser var las r eliquias. Caja o m ueble en la que se guar dan las r eliquias?) o el Diccionario de términos de arte y elementos de arqueología, heráldica y numismática (1970) de Guiller m o Fatás y Gonzalo Bor r ás (?Lugar par a conser var r eliquias. Caja o estuche par a custodiar las. Sus for m as fuer on num er osas, adoptando m uchas veces la de la r eliquia contenida; así, hay bustos-r elicar ios, br azos-r elicar ios, cabezas-r elicar ios, etc.?). Adem ás, destacam os el significado dialectal r egistr ado en Venezuela y en Colom bia: ?Se dice m uchas veces por m edallón. U. t. en Colom bia? (Glosario del bajo español en Venezuela, 1929, de Lisandr o Alvar ado).
ROQUETE ROQUETE. Vestidur a de olanda o otr a tela delgada de que los obispos y pr elados usan sobr e la sotana, debaxo del m antelete. Díxose quasi r uquete, por que le cogen no doblándole, sino tor ciéndole, y assí haze unas ar r ugas m uy m enudas. En algunas iglesias usan r oquetes los clér igos en lugar de sobr epellizes. (Tesoro 1611, s. v. roquete). ROQUETE. s. m . Vestidur a, especie de sobr epellíz cer r ada, con m angas ajustadas, o anchas en punta, com o las que llam an de Ángel. Covar r. dice que se dixo quasi Ruquete, por las ar r ugas, o pliegues que for m a al doblar le, o coger le. Latín. Amiculum lineum humerale. (DA 1737, s. v. roquete).
SOBRE EL LÉXICO RELIGIOSO DOCUM ENTADO EN UN INVENTARIO DE BENEFICENCIA 73 JIENNENSE (SIGLO XIX)
ROQUETE. s. m . Vestidur a, especie de sobr epellíz cer r ada, con m angas ajustadas, o anchas en punta, com o las que llam an de Ángel. Covar r. dice que se dixo quasi Ruquete, por las ar r ugas, o pliegues que for m a al doblar le, o coger le. Latín. Amiculum lineum humerale. (DA 1737, s. v. roquete).
El DCECH (1980-91, IV: 69) sitúa su or igen en el catalán u occitano roquet 'sobr epelliz', ?dim inutivo de * roc, que a su vez se tom ó de un fr ánc. * ROK 'chaqueta'?. La pr im er a docum entación que señala este r eper tor io de la for m a roquet se pr oduce en un inventar io ar agonés de 1469. En el CORDE encontr am os roquete en Istoria de las bienandanzas y fortunas (1471-76) de Lope Gar cía de Salazar (?Fizo un r oquete de seda br oslado a Josep, que her a de diez y siete años?)[7]. En el Fichero general hallam os descr ipciones detalladas en tor no a roquete en diver sos r eper tor ios lexicogr áficos: Vocabulario de las obras de Don Luis de Góngora y Argote (1930) de Ber nar do Alem any (?Especie de sobr epelliz cer r ada?), Apuntaciones idioma? t icas y correcciones de lenguaje (1955) de Rober to Restr epo (?Es una especie de sobr epelliz, de m anga cor ta y estr echa, que usan especialm ente los obispos. La vestidur a blanca de m anga lar ga que usan nuestr os sacer dotes y sem inar istas no es r oquete sino una sobr epelliz?) o Léxico del comercio medieval en Aragón (siglo XV) (1982) de José Ángel Sesm a y Ángeles Líbano (?Especie de sobr epelliz cer r ada y con m angas?).
SACRAS Ø (Tesoro 1611). SACRAS. Se llam an aquellas tr es tablas, en que están escr itas algunas cosas del Cánon: el Lavabo, Evangelio de S. Juan, &c. Lat. Tabulæ altaris sacræ. (DA 1739, s. v. sacr as).
En el CORDE com pr obam os cóm o desde el siglo XIII se docum enta sacras com o adjetivo (vestimentas sacras, sacras virtudes, órdenes sacras, sacras escripturas, etc.), si bien hay que esper ar al siglo XVI par a hallar el pr im er r egistr o del sustantivo sacras. Se tr ata de un docum ento de 1593 que contiene el contr ato r ealizado por el notar io Lor enzo M ar ín y el pintor Juan Sainz: ?Lor enzo M ar ín, notar io, encar ga al pintor Juan Sáinz un r etablo de Santa Lucía, una cor tina par a pr oteger lo, un ______________________________________________________ [7] Podem os encontr ar docum entaciones m ás antiguas de roquete con el significado de 'hier r o de lanza de tor neo' (DCECH 1981-91, IV: 69). Por ejem plo, en las Poesías (c. 1450-1480) de Góm ez M anr ique (?e con el m esm o r oquete, / el fi de puta m ar fuz / leuovos el capaçete / a buelta con el capuz?).
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pintor Juan Sáinz un r etablo de Santa Lucía, una cor tina par a pr oteger lo, un delantealtar, unas sacras y pintar un san Lor enzo en un guadam eci, todo ello par a la iglesia de San Pablo de Zar agoza?. En el Fichero general encontr am os pocas cédulas dedicadas a la voz sacra, entr e ellas, la concer niente a El diccionario del lenguaje antiguo castellano (1833) de Ram ón Cabr er a (?Sacr a. s.f. El canon de la m isa?).
SOBREPELLIZ Ø (Tesoro 1611). SOBREPELLIZ. s. f. Vestidúr a de lienzo cor ta, y ajustada al cuer po, abier ta por los costados, par a sacar los br azos, con unas m angas per didas m ui lar gas, que se r odean al br azo. Lat. Superpelliceum, ei. RECOP. DE IND. lib. 3. tit. 15. l. 10. Rogam os, y encar gam os à los Obispos, que pr ovean lo que convenga, par a que un Clér igo con sobrepellíz, y estola, sin otr a vestidúr a, dé la paz à los Gober nador es, y Capitanes. ESPIN. Escud. Relac. 1. Desc. 13. Ayudabale à M issa un Sacr istan, que sobr e un sayo par do m ui r ozagante tr ahía una sobrepellíz de cáñam o. (DA 1739, s. v. sobrepelliz).
El DCECH (1980-91, III: 782) docum enta este palabr a por vez pr im er a en el DA, en Espinel (1616), tal com o vem os en el ar tículo lexicogr áfico del pr im er diccionar io académ ico. No obstante, se apunta que la for m a or iginal es sobrepelliça, docum entada en el Cid, ?después alter ado en la sobrepelliz por contam inación con alguna otr a palabr a?. Si consultam os el CORDE, hallam os casos en los que sobrepelliz se r egistr a en docum entos m ás antiguos, a par tir del siglo XIII (Estatuto del cabildo de Ávila, 1256 ??entr ar e en el cor o sin capa de cor o o sin sobr epelliz m ientr e dixier en las hor as??). En el Fichero general, destacam os la inclusión de esta voz en el Léxico del comercio medieval en Aragón (siglo XV) (1982) de José Ángel Sesm a y Ángeles Líbano (?Vestidur a blanca, de lienzo fino y m angas m uy anchas, que llevan los clér igos sobr e la sotana? y, siguiendo a Cor om inas y Pascual, se explica que ?En la Edad M edia el tér m ino er a sobrepelliza, que ya se docum enta en el Cid; sobrepelliz está atestiguado en castellano a par tir de 1616?) y en el Diccionario de etimologías de la lengua castellana (1837) de Ram ón Cabr er a: ?Especie de tunicela de lienzo fino con m angas lar gas y abier tas, que par a celebr ar los oficios divinos se pone el cler o y aun los m inistr os legos sobr e la sotana; y llega desde los hom br os hasta la cintur a poco m ás o m enos. Vino de superpelliceum, ei, n. neut. lat. eclesiástico, que tiene la expr esada significación?).
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VINAGERA Ø (Tesoro 1611). VINAGERA. s. f. El vaso par a ser vir el vino. Dicese fr eqüentem ente de los que sir ven al uso del Altar, quando se dicen las M issas: y en este m inister io tam bien se llam a assi la que sir ve par a el agua. Lat. Ampulla, æ. PARR. Luz de Ver d. Cath. Plat. 1. del Sacr am . del Or den. Y yá m as à lo inter ior, allá en el Pr esbyter io, el Acólito esse es el quar to gr ado, el or den quar to, à ser vir los cir iales, los incensarios, las vinagér as. (DA 1739, s. v. vinagera).
El DCECH (1980-91, IV: 743) señala el or igen etim ológico de esta voz, ?del fr. ant. vinagière, der ivado de vinage 'bebida alcohólica'? y la docum enta por vez pr im er a, al igual que el CORDE, en un inventar io salm antino de 1275 (?una vinager a de plata?). En el Fichero general solo encontr am os dos casos en la General Estoria de Alfonso X y un par de docum entaciones en inventar ios de bienes. Tr as r evisar el tr atam iento de las voces objeto de estudio en los pr im er os r eper tor ios lexicogr áficos (Tesoro y DA), en el DCECH y en los bancos de datos académ icos, podem os destacar que: - Según hem os obser vado, las palabr as estudiadas se r egistr an desde los inicios de la lexicogr afía m onolingüe, cir cunstancia pr evisible al tr atar se de voces de natur aleza r eligiosa y, por tanto, de cor te tr adicional. Solo hallam os una palabr a no docum entada en la tr adición lexicogr áfica, portaviático, voz com puesta r egistr ada, en cam bio, en el Fichero general. - En nuestr a nóm ina encontr am os cuatr o unidades plur iver bales (capa de coro, manteles de altar, paño de palio y paño de púlpito), dos de ellas lem atizadas en la m acr oestr uctur a del Diccionario de autoridades (capa de choro y paño de púlpito). - En algunas ocasiones, los r eper tor ios lexicogr áficos r ecogen distintos valor es sem ánticos de una m ism a voz, concer nientes al ám bito r eligioso. Tal es el caso de acetre ('calder o' e 'hisopo') y custodia ('ador no en que se lleva el Santísim o Sacr am ento' y 'taber náculo de m ader a par a exponer el Santísim o Sacr am ento'). Al no disponer de un am plio contexto par a dilucidar el significado pr eciso de estas voces inventar iadas, hem os ofr ecido los significados de índole suntuar ia docum entados en los diccionar ios. - Com o es habitual en los inicios de la lexicogr afía m onolingüe, la m ayor ía de los ítem s léxicos son definidos de m odo enciclopédico. Cabe destacar, por ejem plo, las voces r elativas a pr endas de vestir, tales com o amito, capa de coro, casulla, cíngulo,
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roquete o sobrepelliz, en las que se descr ibe detalladam ente la com posición y em pleo de las m ism as. - En el Fichero general hem os hallado num er osas cédulas en las que las voces objeto de estudio se docum entan en diccionar ios de especialidad, concr etam ente de tér m inos ar tísticos com o el de Fatás y Bor r ás (1970), M or ales (1982) y Ocam po (1988). En definitiva, en esta m odesta contr ibución hem os tr atado de apr oxim ar nos al léxico r eligioso r egistr ado en un docum ento ar chivístico decim onónico, que seguir em os analizando en futur as investigaciones.
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La ter m in ol ogía l exicogr áfica en l os diccion ar ios gen er al es del españ ol : pr opu esta de u n diccion ar io de especial idad[1]
Jesús Cam acho Niño Universidad de Jaén
1. INTRODUCCIÓN El tr abajo elabor ado pr etende dem ostr ar que el diccionar io constituye un texto de m ar cado car ácter teór ico en el ám bito de la M etalexicogr afía. Par a ello, nos acer cam os a la Teor ía lexicogr áfica contenida en los diccionar ios gener ales del español m ediante la elabor ación de un diccionar io de especialidad ? Diccionario Histórico de la Terminología M etalexicográfica (DHTM )? que tom a com o fuente la m acr oestr uctur a de este tipo de obr as de consulta. Con esto se intentar á deter m inar, en la m edida de lo posible y par a la lexicogr afía del español, cuál es la ter m inología m etalexicogr áfica r egistr ada y el tr atam iento r ecibido dentr o de los diccionar ios gener ales. De esta m aner a, la investigación, adem ás de pr esentar infor m ación sobr e la evolución de la pr áctica lexicogr áfica y la teor ía que se despr ende de ella, tam bién facilitar á datos r elativos a la filogenia entr e diccionar ios. La incor por ación de voces pr opias de la ciencia y la técnica es un punto de r eflexión acostum br ado dentr o de la M etalexicogr afía del español; hasta tal punto que actualm ente existe un debate abier to en tor no a la inclusión de este léxico en los diccionar ios gener ales (cf. Ahum ada, 2000: 82).
______________________________________________________ [1] Este ar tículo es una síntesis de la Tesis doctor al titulada Teoría de la Lexicografía en diccionarios monolingües del español (Orígenes ? Siglo xxi), dir igida por la pr ofesor a Dr a. Dña. M .ª Águeda M or eno M or eno y defendida el 11 de diciem br e de 2014 en la Univer sidad de Jaén .
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En los siglos XVI y XVII, las voces técnicas se r egistr aban pr incipalm ente en m anuales y textos especializados de acceso r estr ingido. En el siglo XVIII, con el nacim iento de la lexicogr afía gener al, tam bién em piezan a r ecoger se en los diccionar ios gener ales. Uno de los m om entos decisivos en el tr atam iento lexicogr áfico de este subconjunto léxico fue el siglo XIX, cuando los diccionar ios de la Academ ia y los ajenos a la Cor por ación m odifican su postur a en tor no a la inclusión de tecnicism os, los cuales pasan a ocupar desde entonces un lugar significativo en las colum nas de los diccionar ios gener ales. La ter m inología pr opia de la elabor ación de diccionar ios ha tenido una pr esencia constante desde el nacim iento de la lexicogr afía gener al del español. Per o sin duda, la pr ofunda r eestr uctur ación exper im entada por la lingüística dur ante el siglo XX, la cual per m itió la consolidación de la Lexicogr afía com o disciplina lingüística, tuvo una im por tancia definitiva en el desar r ollo ter m inológico de esta r am a de la lingüística aplicada y en su m ayor r epr esentación en las m acr oestr uctur as de los diccionar ios gener ales.
2. OBJETIVO DE LA INVESTIGACIÓN La pr esencia de voces técnicas ha sido una constante en la lexicogr afía gener al española desde su nacim iento. M uchas han sido las par celas del conocim iento cuya ter m inología ha encontr ado acom odo en estas her r am ientas de consulta; entr e ellas la Lingüística. Ante esto, la Lexicogr afía, com o disciplina científica per teneciente a la Lingüística aplicada, es susceptible de ser r ecogida tam bién. La dem ostr ación de esta hipótesis es la que fundam enta el objetivo gener al de la investigación: la r ecopilación de las voces de especialidad lexicogr áfica inser tas en los diccionar ios gener ales del español con el fin de cr ear un diccionar io de especialidad for m ado a par tir de fuentes m etalingüísticas. Toda investigación científica intenta dem ostr ar una hipótesis establecida pr eviam ente. Si bien el fin pr incipal es la dem ostr ación de esta hipótesis, el desar r ollo del tr abajo puede ofr ecer otr os datos útiles al estudio de la disciplina abor dada. La investigación planteada en nuestr o caso no es distinta en este aspecto. Adem ás del objetivo pr incipal, existen otr os, que podr íam os llam ar secundar ios o específicos y que der ivan de la consecución de este. El pr im er o hace r efer encia al uso del diccionar io gener al com o fuente par a el estudio de la M etalexicogr afía. Las r eflexiones m etalexicogr áficas hechas en los diccionar ios a tr avés de los pr ólogos y ter m inología m etalexicogr áfica r ecogida evidencian la im por tancia de las her r am ientas lexicogr áficas, en gener al, y de los
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diccionar ios gener ales, en par ticular, com o fuente de gr an pr ovecho par a el desar r ollo de la Teor ía lexicogr áfica. El segundo objetivo específico em ana del estudio del diccionar io gener al com o tipología lexicogr áfica. La selección de los diccionar ios que for m an nuestr o cor pus exige un estudio de la natur aleza de estos r eper tor ios. El r esultado de esta r eflexión es la fijación de las car acter ísticas pr opias de los diccionar ios gener ales, lo cual supone una im por tante apor tación al estudio de esta tipología lexicogr áfica. Otr o objetivo específico es la elabor ación de un m ater ial lexicogr áfico susceptible de incluir se en otr o diccionar io de especialidad m etalexicogr áfica de m ayor enver gadur a. Nos r efer im os a la elabor ación de un posible diccionar io de esta especialidad basado en fuentes lingüísticas y m etalingüísticas. De esta m aner a, el diccionar io aquí elabor ado vendr ía a apor tar los m ater iales extr aídos de un conjunto de fuentes m etalingüísticas concr eto com o son los diccionar ios gener ales.
2. DESCRIPCIÓN DEL DHTM A continuación expondr em os los cr iter ios que han guiado la selección de obr as lexicogr áficas que for m an nuestr o cor pus, así com o los seguidos en la extr acción de las unidades léxicas y su pr esentación definitiva en for m a de diccionar io especializado.
2.1. Selección de diccionarios generales La cr eación del cor pus lexicogr áfico utilizado en nuestr a investigación par te de las car acter ísticas com unes a todos los diccionar ios gener ales. Todos los r eper tor ios lexicogr áficos par ticipan, en m ayor o m enor gr ado, de cier tos aspectos. La disposición de los m ater iales que com ponen las obr as sigue los pr esupuestos sem asiológicos y se or ganizan por or den alfabético. Su m acr oestr uctur a se com pone en un alto por centaje de unidades léxicas no m ar cadas, si bien contienen tam bién lexem as per tenecientes a otr os subconjuntos léxicos, com o pueden ser unidades o usos diatópicos, diatécnicos, diafásicos o diastr áticos. Dentr o de sus unidades m icr oestr uctur ales, todos los diccionar ios seleccionados r egistr an infor m ación sobr e categor ía gr am atical, r estr icciones de uso y contenido sem ántico. Otr o aspecto a tener en cuenta es el per iodo cr onológico seleccionado. Nuestr a r evisión par te del que ha sido consider ado por D. Azor ín (2000: 4) com o el pr im er diccionar io gener al de la lengua española: el Diccionario de autoridades (1726-39), par a llegar hasta los diccionar ios gener ales de m ás r eciente publicación o r eedición:
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CLAVE. Diccionario de uso del español actual (2012 [1996]) de C. M aldonado (dir.). Por tanto, el ar co tem por al diseñado par a nuestr a investigación discur r e desde el siglo XVIII hasta el siglo XXI. Es decir, desde los or ígenes de la Lexicogr afía gener al hasta la m ás r eciente actualidad de estos diccionar ios. Si bien el per iodo tem por al descr ito r ecoge toda la vida de esta tipología lexicogr áfica, no incluim os todos los ejem plos lexicogr áficos que la com ponen, pues el análisis de toda la lexicogr afía gener al del español ser ía una tar ea difícilm ente abar cable par a una investigación de estas car acter ísticas. Por ello, se ha decido hacer una selección de las obr as m ás notables de nuestr a Lexicogr afía gener al. Los diccionar ios gener ales seleccionados se pueden or ganizar en dos gr upos: académ icos y no académ icos. La pr oducción lexicogr áfica de la Academ ia es m uy am plia y var iada, si bien la obr a m ás conocida, adm ir ada y cr iticada es su diccionar io gener al, com únm ente conocido com o DRAE. El or igen del Diccionario usual de la Academ ia está, com o es sabido, en las dos ediciones, del tam bién gener al, Diccionario de autoridades (1726-39 y 1770 [inacabada]). En nuestr a investigación, se ha dado cabida a todos los diccionar ios gener ales de la Academ ia; es decir, las dos ediciones del Diccionario de autoridades (1726-39 y 1770), junto a las veintidós ediciones del DRAE (1780-2001)[2]. En cuanto a los diccionar ios gener ales no académ icos, en pr im er lugar par tim os de la selección lexicogr áfica que la pr opia Academ ia hace par a su Nuevo Tesoro Lexicográfico de la Lengua Española, que incluye r eper tor ios gener ales desde finales del siglo XVIII a pr incipios del siglo XX. Desde pr incipios del siglo XX hasta la fecha actual, hem os seleccionado aquellos diccionar ios m ás influyentes, los cuales han m ar cado el desar r ollo de la Lexicogr afía gener al en lengua española en este per iodo y desper tado el inter és de los usuar ios de las obr as y los estudiosos de la disciplina[3].
2.2. Extracción de los términos La labor de extr acción de las voces se ha guiado en pr im er lugar por la m acr oestr uctur a del Diccionario de lexicografía práctica (1995) de J. M ar tínez de Sousa. A par tir de esta nom enclatur a se ha iniciado la búsqueda en el cor pus de diccionar ios gener ales elabor ado. Sin em bar go, debido a la natur aleza de la obr a de J. M ar tínez de Sousa, ha sido necesar io supr im ir algunas de las entr adas existentes. Es el caso de las entr adas cor r espondientes a la biogr afía de los lexicógr afos m ás im por tantes de la histor ia de esta disciplina. ______________________________________________________ [2] Nóm ina com pleta en el Anexo I [3] Nóm ina com pleta en el Anexo I
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Por otr o lado, no todas las unidades léxicas extr aídas del DLP (1995) y los diccionar ios gener ales han pasado definitivam ente a nuestr o diccionar io. Debido a los m uchos puntos de unión que el diccionar io, y por ende la Lexicogr afía, establece con otr as r am as del estudio lingüístico, la m acr oestr uctur a del DLP (1995) incluye m uchas voces que no siendo pr opias de la M etalexicogr afía, son satélites al tr abajo lexicogr áfico. Ha sido nuestr a decisión supr im ir las del diccionar io que pr esentam os, con el fin de plasm ar en nuestr o r eper tor io aquellas voces que, en su uso especializado, son pr ivativas de la Teor ía lexicogr áfica. El objetivo pr incipal de la selección y extr acción ha sido localizar los tér m inos que estando en los diccionar ios gener ales, la definición apor tada por ellos hace r efer encia dir ecta o indir ectam ente al conocim iento m etalexicogr áfico. Sir van de ejem plo:
con t or n o. m . (Ling.) En lexicografía, conjunto de elem entos de la definición que infor m an sobr e el contexto habitual del vocablo definido, en oposición a los elem entos que infor m an sobr e su contenido (drae, 2001: s. v. contorno). con t or n o. m . (Ling.) Par te de la definición lexicogr áfica que infor m a sobr e el contexto habitual de la palabr a (dea, 2005 [1999]: s. v. contorno). con t or n o. m . (Ling.) Conjunto de elem entos de la definición lexicogr áfica que infor m an sobr e el contexto habitual del vocablo definido (due, 2007 [1966]: s. v. contorno).
Com o obser vam os en los ar tículos pr esentados, aunque no haya una m ar ca diatécnica pr opia par a este conocim iento, se hace una r efer encia explícita al estudio lexicogr áfico a tr avés de los textos definicionales, por lo que el uso del tér m ino queda lim itado a esa r am a del conocim iento lingüístico.
con t en i do. m . (Ling.) Significado (dea, 2005 [1999]: s. v. contenido). con t en i do. m . (Ling.) Significado del signo lingüístico, por oposición a la expr esión (due, 2007 [1966]: s. v. contenido). con t en i do. m . En lingüística, significado de un signo lingüístico o de un enunciado (clave, 2012 [1996]: s. v. contenido).
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Fr ente a los ejem plos anter ior es, en estas definiciones no se hace una r efer encia pr ecisa a la disciplina lexicogr áfica, per o si se r elaciona con la par cela de estudio de la Lexicogr afía y los diccionar ios: el significado. Es necesar io r esaltar que, a pesar de que inicialm ente nos hem os basado en la obr a lexicogr áfica de J. M ar tínez de Sousa, no hem os lim itado nuestr a búsqueda de tecnicism os m etalexicogr áficos a los contenidos en ese r eper tor io, si bien es el único en español. Tam bién se han r evisado en pr ofundidad las m acr oestr uctur as de los diccionar ios seleccionados con el fin de que nuestr o r eper tor io r epr esente una m uestr a lo m ás fidedigna posible de los tecnicism os m etalexicogr áficos incluidos en las obr as de nuestr o cor pus.
2.3. M acroestructura Este es el pr im er eje alr ededor del cual se or ganiza cualquier obr a lexicogr áfica y su pr incipal función es la estr uctur ación y or ganización del cor pus léxico que se pr etende descr ibir. Está for m ada por entr adas y se som ete a una lectur a ver tical par cial. En nuestr o caso, contam os con una nom enclatur a com puesta por 182 entr adas[4], las cuales deben ser som etidas inicialm ente a un pr oceso de or denación y lem atización.
2.3.1. Tipos de entradas Antes de exponer los cr iter ios seguidos en la or ganización de las entr adas de nuestr o diccionar io, es necesar io disponer de infor m ación r elativa a su natur aleza. Las entr adas que com ponen la m acr oestr uctur a del r eper tor io lexicogr áfico planteado son de dos tipos: unidades sim ples y unidades plur iver bales. En cuanto a sus car acter ísticas m or fológicas, per tenecen a distintas categor ías léxico-gr am aticales (cf. Por to Dapena, 2002: 142-143): sustantivo, adjetivo y ver bo. Dentr o de estos tr es tipos de palabr as, el gr upo m ás num er oso son los sustantivos (161), a continuación los adjetivos (12) y finalm ente, los ver bos (9). Com o se puede obser var a tenor de estos datos, todas las voces r ecogidas en el diccionar io que pr oponem os son unidades léxicas plenas; es decir, la m acr oestr uctur a diseñada no da cabida en su inter ior a unidades significativas m enor es que la palabr a, com o por ejem plo: los elem entos com positivos. Por otr a par te, tam poco se ______________________________________________________ [4] Anexo II
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contem pla en este diccionar io el concepto de subentrada. Tr adicionalm ente, los diccionar ios han r ecogido com o entr adas unidades léxicas sim ples; sin em bar go, no son solo estos los elem entos léxicos estudiados por los diccionar ios, tam bién se r ecogen en su inter ior unidades léxicas plur iver bales. En nuestr o caso, hem os optado por incluir com o entr adas de la m acr oestr uctur a las unidades plur iver bales extr aídas de nuestr o cor pus de diccionar ios gener ales. Cier tam ente, al tr atar se de un vocabular io de especialidad no siem pr e es posible la jer ar quía lexicogr áfica de las unidades plur iver bales bajo el espacio de la unidad léxica sim ple, ya que, m uchas veces, el tér m ino de especialidad solam ente lo es, dentr o de su estr uctur a sintagm ática.
2.3.2. Ordenación Existen m uchos tipos de or ganización m acr oestr uctur al, en función del tipo de obr a lexicogr áfica y de su finalidad. J.-Á. Por to Dapena (2002: 178-179) habla de cuatr o tipos: alfabética (dir ecta e inver sa), ideológica (conceptual), estadística y etim ológica. Por su par te, M .ª-A. Castillo Car ballo (2003: 85-86) establece una división m uy sim ilar a la de J.-Á. Por to Dapena. En pr im er lugar, difer encia entr e or den onom asiológico y sem asiológico. Dentr o del pr im er o cabe la or denación conceptual, m ientr as que en el segundo lo hace la or denación alfabética (dir ecta e inver sa), por r im as y por núm er o de letr as. En nuestr o caso, hem os optado por seguir la tr adición lexicogr áfica pr edom inante y dar a nuestr o diccionar io una or ientación sem asiológica, plasm ada en una or denación alfabética dir ecta.
2.3.3. Lematización Lem atización Este pr oceso es im pr escindible en la for m ación de diccionar ios, pues per m ite r educir todas las var iantes de un par adigm a léxico a una sola for m a ? el lema? que lo r epr esenta en su totalidad (cf. Castillo Car ballo, 2003: 83). La lem atización está m uy ligada a la categor ía gr am atical de las entr adas, de m aner a que puede var iar en función de la natur aleza léxico-gr am atical de las unidades a las que se aplica este pr oceso (cf. Por to Dapena, 2002: 176-177). Los sustantivos se han lem atizado en m asculino (abecedario) o fem enino (abreviatura) singular, en caso de no pr esentar var iación de géner o gr am atical. Por el contr ar io, los que sí pr esentan var iación genér ica son r ecogidos en am bas for m as (lexicógrafo, -fa). Finalm ente, las unidades plur iver bales incluidas en la
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m acr oestr uctur a de nuestr o diccionar io están for m adas en m ayor ía por un sustantivo acom pañado de un adjetivo, por lo que categor ialm ente se com por tan com o sustantivos y siguen los m ism os cr iter ios que estos en su lem atización. Un caso especial lo constituye la entr ada por extensión; esta es la única unidad plur iver bal r ecogida que no se com por ta categor ialm ente com o un sustantivo, ya que se tr ata de un sintagm a pr eposicional. Sin em bar go, su lem atización no conlleva pr oblem as debido a la natur aleza invar iable de la pr eposición. En el caso de los adjetivos, cuando pr esentan var iación de géner o gr am atical, se lem atizan, al igual que los sustantivos, r egistr ando las for m as de m asculino y fem enino en singular (definido, -da; homógrafo, -fa; homónimo, -ma). Los adjetivos que no pr esentan var iación genér ica han sido lem atizados en la for m a existente singular (definible, definicional). Finalm ente, los ver bos se han lem atizado, siguiendo la tr adición de la lexicogr afía en lengua española, en la for m a no per sonal de infinitivo.
2.4. M icroestructura Es el segundo eje ver tebr ador de cualquier diccionar io. Fr ente a la m acr oestr uctur a, cuya lectur a es ver tical y par cial, se pr esenta la m icr oestr uctur a con una lectur a hor izontal y, en función de los usuar ios y finalidades del diccionar io, selecciona y or ganiza la infor m ación pr ototípica que debe contener cada uno de los ar tículos.
2.4.1. Estructura del artículo lexicográfico La estr uctur a diseñada par a los ar tículos lexicogr áficos de nuestr o diccionar io de especialidad se com pone de cuatr o par tes; si bien la últim a de ellas puede dividir se en dos. De esta m aner a, nuestr os ar tículos lexicogr áficos se or ganizan en entrada + definición + glosa + autoridad (lexicogr áfica y textual). Sir va de ejem plo:
LA TERM INOLOGÍA LEXICOGRÁFICA EN LOS DICCIONARIOS GENERALES DEL ESPAÑOL: 87 PROPUESTA DE UN DICCIONARIO DE ESPECIALIDAD
Lem a <---------------- espi gar . Buscar datos en un conjunto de obr as par a for m ar la
<-----------------------Definición Glosa
Autor idad textual
Autor idad lexicogr áfica
m acr oestr uctur a de un diccionar io. No se r egistr a definida por la pr áctica lexicogr áfica española com o voz pr opia de la Lexicogr afía.
Cf.: «En lo que atañe a la lexicogr afía, espigar en los diccionar ios con el fin de com pr obar la ter m inología lingüística no es infr ecuente, lo hace Sar alegui en "El DRAE y la investigación filológica: la definición m etalingüística de ?navar r o, ar agonés y navar r oar agonés? de 1970 a 2001? (2003)» (Espar za Tor r es, 2006: 77).
1. tr. (Fig.) Tom ar de uno o m ás libr os, r ebuscando aquí y allá cier tos datos que a uno le conviene apr ovechar [dr ae, 1925-1992]. ? tr. (Fig.) Tom ar datos de uno o m ás libr os, r ebuscando acá y allá [dgile, 1987]. ? tr. (Fig.) Tom ar datos de uno o m ás libr os, r ebuscando acá y allá [dale, 1990]. ? tr./intr. Buscar y r ecoger datos o citas de una o var ias publicaciones con un fin [gdle, 1996]. ? tr. Tom ar de uno o m ás escr itos, r ebuscando acá y allá, datos que a alguien le inter esan [dr ae, 2001]. ? tr. Recabar infor m ación consultando distintas fuentes y tom ando de ellas los datos que conviene [lem a, 2001]. ? tr. Recabar infor m ación consultando distintas fuentes y tom ando de ellas los datos que conviene [dueae, 2002]. ? tr. Recoger datos, cifr as y ejem plos tom ándolos de los distintos sitios [dea, 2005 (1999)]. ? tr./abs. Buscar y r ecoger de distintos libr os o escr itos datos, noticias, citas, etc. [due, 2007 (1966)]. ? intr. Buscar, con cuidado y seleccionándolos, cier tos datos que uno necesita [dem , 2010]. ? tr./intr. Buscar y r ecoger datos o citas de una o var ias publicaciones con un fin [vox (diccionar ios.com ), 2011]. ? tr./intr. Buscar y r ecoger datos y citas de una o var ias publicaciones par a un fin [clave, 2012 (1996)].
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2.4.2. Separación de las acepciones Los tecnicism os son unidades léxicas cuya cr eación está m otivada por una necesidad científica o técnica y pr esentan una r elación unívoca, o m ás o m enos unívoca, entr e el significante y la r ealidad a la que hacen r efer encia, por lo que el fenóm eno de la polisem ia es m uy lim itado o inexistente. Debido a esta peculiar idad sem ántica del vocabular io técnico, en su tr atam iento lexicogr áfico es m enos habitual que se r egistr en var ias acepciones especializadas par a una m ism a voz. El diccionar io que pr esentam os cum ple con lo dicho anter ior m ente. La m ayor ía de las entr adas pr esentan únicam ente una acepción, aunque tam bién hay voces que r egistr an dos acepciones. En los casos en los que encontr am os una entr ada que hace r efer encia a var ios aspectos de inter és par a la M etalexicogr afía, hem os establecido var ias acepciones. Estas se pr esentan una a continuación de otr a y van num er adas en negr ita m ediante núm er os ar ábigos:
r egi st r o 1. Voz lem atizada en un diccionar io. 2. Infor m ación diafásica codificada en la m icr oestr uctur a m ediante m ar cas lexicogr áficas. Hace r efer encia a la m odulación lingüística r ealizada por los hablantes en función del contexto en el que se desar r olla la com unicación.
2.4.3. Definiciones La exposición de las car acter ísticas sem ánticas de una unidad léxica es el eje alr ededor del cual gir an la m ayor ía de los diccionar ios. Es la pr incipal infor m ación que ofr ece el diccionar io y a la que se van añadiendo otr os aspectos com o las m ar cas de uso, el contenido enciclopédico, sintagm ático o par adigm ático. En el caso de este diccionar io, tam bién hem os incluido textos definicionales que ofr ezcan infor m ación al lector sobr e el contenido léxico de las entr adas. Definir una palabr a es una tar ea de gr an com plejidad que var ía en función de m uchos factor es lingüísticos y extr alingüísticos, com o pueden ser el usuar io de la obr a o las car acter ísticas léxico-gr am aticales de las voces definidas (cf. Por to Dapena, 2002: 277). La m etodología seguida par a r edactar las definiciones de nuestr o diccionar io pasa, pr incipalm ente, por elabor ar textos sencillos y de extensión r educida. De esta m aner a, podem os encontr ar pr incipalm ente dos tipos de definiciones: sinoním icas y per ifr ásticas de tipo sustancial (cf. Por to Dapena, 2002: 290). A continuación, podem os ver algunos ejem plos de las definiciones r edactadas en los ar tículos lexicogr áficos:
LA TERM INOLOGÍA LEXICOGRÁFICA EN LOS DICCIONARIOS GENERALES DEL ESPAÑOL: 89 PROPUESTA DE UN DICCIONARIO DE ESPECIALIDAD
en t r ada. Lem a. f i ch a l ex i cogr áf i ca. Cédula. l em a. Unidad léxica que encabeza el ar tículo lexicogr áfico de un diccionar io. pl eca. Signo gr áfico utilizado en los diccionar ios par a separ ar las acepciones.
En el caso de las definiciones de tipo per ifr ástico, es totalm ente necesar io cum plir con las r eglas de adecuación de las definiciones (cf. M edina Guer r a, 2003: 136-138), especialm ente a aquellas que se r efier en al principio de identidad funcional y principio de sustituibilidad. Las definiciones de los adjetivos constituyen un caso especial dentr o de nuestr o diccionar io. Cuando apar ecen este tipo de unidades gr am aticales, se ha optado por em plear definiciones de tipo r elacional en su m odalidad r elativa junto a un contor no no integr ado explícito (cf. Por to Dapena, 2002: 312-320) entr e cor chetes:
an t ón i m o, -m a. [Unidad léxica] que tiene significado opuesto al de otr a palabr a lem atizada. def i n i bl e. [Unidad léxica] que se puede definir.
Finalm ente, dentr o de las definiciones, per o clar am ente se par ado de ellas, podem os encontr ar contenido enciclopédico que ofr ece infor m ación adicional sobr e las par ticular idades del uso del lem a dentr o de la teor ía lexicogr áfica:
r em i si ón . Envío de un ar tículo lexicogr áfico a otr o par a com pletar la infor m ación sum inistr ada. Esta técnica lexicogr áfica tiene com o fin optim izar el espacio em pleado por el diccionar io. t ecn i ci sm o. Léxico pr opio de una r am a del saber. Estas unidades léxicas tienen cabida en diccionar ios gener ales y especializados: diccionario de lingüística, diccionario de arquitectura, diccionario de medicina, etc.
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2.4.4. Glosas Los ar tículos lexicogr áficos elabor ados par a nuestr o diccionar io incluyen en su estr uctur a, tr as la definición, una glosa que r ecoge datos sobr e el tr atam iento de la unidad cor r espondiente en la tr adición lexicogr áfica gener al española. El fin de estas glosas es ofr ecer al usuar io del diccionar io, datos sobr e el tr atam iento especializado dado a nuestr as entr adas en los textos lexicogr áficos usados com o autor idad:
cal epi n o. Diccionar io de latín.
Se r egistr a definida por la pr áctica lexicogr áfica española com o voz pr opia de la Lexicogr afía desde el Diccionario castellano con las voces de las ciencias y las artes (1786/88).
n eol ogi sm o. M ar ca lexicogr áfica em pleada en los diccionar ios par a deter m inar el léxico de r eciente cr eación o incor por ación. Se r ecoge m ediante la m ar ca abr eviada neol. ?neologism o?.
No se r egistr a definida por la pr áctica lexicogr áfica española com o voz pr opia de la Lexicogr afía.
2.4.5. Autoridades En el diccionar io que pr oponem os existen dos tipos de autor idades: textuales y lexicogr áficas. La pr im er a se com pone de textos m etalexicogr áficos y la segunda de textos lexicogr áficos.
2.4.5.1. Textuales Estas autor idades están com puestas por investigaciones de tipo de m etalexicogr áfico. El objetivo que se per sigue con la inclusión de este tipo de textos es poner de m anifiesto la vigencia de los tecnicism os m etalexicogr áficos extr aídos en las actuales tendencias investigador as en Teor ía lexicogr áfica. Ya que el objetivo es com pr obar y evidenciar la actualidad de los tér m inos, los textos seleccionados com o autor idades per tenecen, en su gr an m ayor ía, a fechas poster ior es al año 2000. Dentr o de los textos seleccionados com o autor idad hay, sobr e todo, m anuales y m onogr afías,
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aunque tam bién apar ecen ar tículos e incluso, pr ólogos de diccionar ios, que, com o ya quedó dem ostr ado anter ior m ente, son una fuente de gr an valor par a el estudio de la M etalexicogr afía. Las autor idades textuales se sitúan tr as las glosas y en ellas se r ecoge un fr agm ento en el que apar ece, en cur siva, el tér m ino que funciona de entr ada en su uso especializado.
acepci ón . Significado o uso de una unidad léxica. Se r egistr a definida por la pr áctica lexicogr áfica española com o voz pr opia de la Lexicogr afía en los siguientes diccionar ios: lema. Diccionario de la lengua española (2001), Diccionario de uso del español de América y España (2002), Diccionario del español actual (2005 [1999]) y Diccionario de uso del español (2007 [1946]). Cf.: «En la siguiente, el dr ae-92, se adm iten dos nuevas palabr as: ?caguaso? y ?zoca?, aunque esta ya estaba en la gr afía ?soca?, en tanto que ?caña?, en la acepción quince, r em ite a ?caña de azúcar ?, y a car am elo se le agr ega una nueva acepción» (Cor r ales Zum bado y Cor bella Díaz, 2012: 158).
En el caso de que la entr ada conste de dos o m ás acepciones, se ha seleccionado una autor idad textual que justifique la pr esencia de cada una de las acepciones:
vocabu l ar i o. 1. Diccionar io. 2. Unidades léxicas pr opias de una m ater ia. 3. Recopilación por or den alfabético de las voces em pleadas en la obr a de un autor, con indicación del lugar donde se hallan y una br eve explicación. Se r egistr a definida por la pr áctica lexicogr áfica española com o voz pr opia de la Lexicogr afía desde el Diccionario de autoridades (1726/39). Cf.: «Entendido de m aner a gener osa, vocabulario ser ía un par asinónim o de diccionar io; sin em bar go, par ece r azonable r estr ingir lo, bien, confor m e a lo pr opuesto por el dr ae bajo este tér m ino en sus acepciones ter cer a y quinta, a los catálogos de palabr as per tenecientes a una r egión, actividad o cam po sem ántico deter m inado, bien, com o hace M anuel Alvar Ezquer r a, a una selección de tér m inos r ealizada con cr iter ios extr alingüísticos» (Cam pos Souto y Pér ez Pascual, 2003: 55).
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Cf.: «Com o el título asignado m anifiesta, este glosar io r ecoge el vocabulario de una disciplina científica, la geom etr ía, dur ante un per iodo tem por al ? el r enacentista? de vital im por tancia en la confor m ación de la ter m inología de esta ciencia m atem ática» (Sánchez M ar tín, 2009: 327). Cf.: «Al hacer sus descr ipciones, Alcedo se da cuenta de las difer encias léxicas que se pr oducen en el español de los dos lados del Atlántico, y pone al final de su obr a este pequeño vocabulario, que únicam ente r egistr a 629 palabr as, aunque son m ás de las que apar ecían en los diccionar ios gener ales de la lengua» (Alvar Ezquer r a, 2005: 15).
2.4.5.2. Lexicogr áficas La últim a par te de los ar tículos lexicogr áficos está r eser vada a las autor idades lexicogr áficas. En estas, se r ecogen las definiciones de los diccionar ios gener ales que hacen r efer encia a los tér m inos especializados. Estos fr agm entos se sitúan tr as las autor idades textuales, separ adas am bas por una m ar ca de pár r afo, y su tipogr afía es m ás r educida que el r esto del cuer po del ar tículo lexicogr áfico. Cada una de las definiciones extr aídas de nuestr o cor pus de diccionar ios gener ales incluye la r efer encia bibliogr áfica del diccionar io gener al del que se ha extr aído y se separ a del r esto m ediante un sím bolo r om boidal (?). En ocasiones encontr am os que los diccionar ios gener ales ofr ecen var ias acepciones de una m ism a voz que pueden ser aplicables a la Teor ía lexicogr áfica; en esas ocasiones, hem os agr upado las distintas definiciones según la acepción a la que cor r espondan:
r em i si ón . Envío de un ar tículo lexicogr áfico a otr o par a com pletar la infor m ación sum inistr ada. Esta técnica lexicogr áfica tiene com o fin optim izar el espacio em pleado por el diccionar io. [? ] 1. f. Nota o adver tencia par a que vea el lector en otr a par te del libr o o escr ito el pasaje que tiene r elación con el que está leyendo o donde se halla lo que en él se cita [ndlc, 1846]. ? f. Nota o adver tencia par a que vea el lector en otr a par te del libr o o escr ito el pasaje que tiene r elación con el que está leyendo o donde se halla lo que en él se cita [dele, 1853]. ? f. Indicación en un escr ito, del lugar del m ism o, o de otr o escr ito, a que se r em ite al lector [drae, 1899-1992]. ? f. Indicación, en un escr ito, de otr o lugar del m ism o, o de otr a obr a, a que se r em ite al lector [ndeilc, 1901] [? ]
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En la extr acción de las definiciones de los diccionar ios se ha tenido com o objetivo m odificar lo m enos posible el texto or iginal. Cuando las definiciones poseen contor no no integr ado, este se ha m ar cado con letr a cur siva, pues suele ser aquí donde los diccionar ios señalan la per tenencia de la definición a una r am a específica del conocim iento:
com bi n aci ón . Listado de voces de un diccionar io que em piezan con una m ism a letr a o com binación de letr as. [? ] 1. f. Agr egado de todas las voces y palabr as de una lengua que em piezan con una m ism a letr a [da, 1726/39-1770]. ? f. En los diccionarios, se llam a así al agr egado de voces que em piezan con una m ism a sílaba, puestas en or den alfabético [drae, 1780-1869]. ? f. En los diccionarios, el agr egado de voces que com ienzan con una m ism a sílaba, puestas en or den alfabético [dlc, 1825] [? ].
3. ESTUDIO DE LA TERM INOLOGÍA LEXICOGRÁFICA EXTRAÍDA Este estudio sobr e el tr atam iento de la ter m inología m etalexicogr áfica en los diccionar ios gener ales com pr ender á var ios apar tados. En pr im er lugar, se tr azar án las distintas par celas de la M etalexicogr afía r ecogidas por esta ter m inología; en segundo, se atender á al desar r ollo que ha exper im entado la ter m inología m etalexicogr áfica en los distintos diccionar ios gener ales analizados; y, en ter cer y últim o lugar, se analizar án las difer encias de tr atam iento lexicogr áfico en los diccionar ios académ icos y no académ icos.
3.1. Parcelas de la M etalexicografía representadas La descr ipción que la M etalexicogr afía hace del diccionar io pr esenta a este com o una com pleja tr am a en la que se ponen en r elación gr an cantidad de conceptos y tér m inos. El estudio de la Lexicogr afía y, por ende, de los diccionar ios, se or ganiza en aspectos m uy diver sos. La or ganización conceptual que pr esentam os gir a en tor no al diccionar io com o eje y fundam ento del estudio m etalexicogr áfico, discur r iendo de los aspectos m ás gener ales a los m ás específicos. De esta m aner a, se ha diseñado una estr uctur a conceptual que consta de siete bloques:
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0. Gener alidades 1. Tipología lexicogr áfica 2. Diccionar io: aspectos exter nos 3. Diccionar io: aspectos m etodológicos 4. Diccionar io: estr uctur a inter na 5. M acr oestr uctur a 5.1. Aspectos gener ales 5.2. Selección y diseño 5.3. Lem atización 5.4. Or denación 6. M icr oestr uctur a 6.1. Estr uctur a del ar tículo lexicogr áfico 6.2. M ar cas 6.3. Infor m ación diafásica 6.4. Infor m ación diastr ática 6.5. Infor m ación diatécnica 6.6. Infor m ación diatópica 6.7. Definición 6.7.1. Tipología de la definición 6.8. Relaciones par adigm áticas 6.9. Subentr ada
Si analizam os la r epr esentación que de cada una de estas par celas hace la ter m inología m etalexicogr áfica extr aída, obser vam os que cier tos cam pos tienen una m ayor r epr esentación. El cam po conceptual que contiene un m ayor núm er o de voces técnicas es el per teneciente a la Tipología lexicográfica, con un total de 37 voces, lo que supone un 20,3%. A este cam po le sigue Diccionario: aspectos externos con un total de 21 tér m inos (15,3%), los cuales están r elacionados pr incipalm ente con el diccionar io com o objeto físico. El apar tado Selección y diseño, cor r espondiente a la m acr oestr uctur a, se com pone de 20 tér m inos (10,9%), un núm er o m uy pr óxim o al del anter ior apar tado. En el extr em o opuesto se encuentr an los cam pos m enos r epr esentados, los cuales poseen solo 1 tér m ino (1,82%): Generalidades e Información diatécnica. A continuación se incluye un gr áfico con la r epr esentación por centual de cada par cela:
LA TERM INOLOGÍA LEXICOGRÁFICA EN LOS DICCIONARIOS GENERALES DEL ESPAÑOL: 95 PROPUESTA DE UN DICCIONARIO DE ESPECIALIDAD
3.2. Evolución de la terminología metalexicográfica incluida en los diccionarios generales analizados En tér m inos cuantitativos, obser vam os que la ter m inología m etalexicogr áfica incluida en los diccionar ios gener ales ha exper im entado un aum ento en su núm er o con el paso del tiem po y el desar r ollo de la técnica lexicogr áfica. Si aplicam os una visión cr onológica al análisis de los diccionar ios em pleados par a la confección de nuestr o r eper tor io de especialidad, obser vam os clar am ente esta tendencia sum ator ia en el r egistr o de voces.
3.2.1. Académicos Debido a la natur aleza de los diccionar ios académ icos, los cuales siguen una tr adición lexicogr áfica de var ios siglos, obser vam os que, en líneas gener ales, existe una continuidad en el tr abajo lexicogr áfico de la Cor por ación, la cual se tr aduce en una tendencia acum ulativa de una edición a otr a. Es decir, cada una de las ediciones r egistr a los tér m inos m etalexicogr áficos que se lem atizan en las anter ior es, añadiéndoles a estos nuevas entr adas técnicas.
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Los diccionar ios académ icos r ecogen un total de 151 voces, lo que supone un 82,96% del total de voces r ecogidas en nuestr o r eper tor io de especialidad. Por otr a par te, si com o ha quedado dicho anter ior m ente, existe una acum ulación de tér m inos a lo lar go de las distintas ediciones de la obr a académ ica, tam bién es cier to que hay algunas en las que el aum ento de voces es m ás consider able que en otr as. Este es el caso de las ediciones de 1780 (11 tér m inos nuevos), 1884 (12 tér m inos nuevos), 1925 (13 tér m inos nuevos), 1984 (16 tér m inos nuevos) y 2001 (20 tér m inos nuevos). Tam bién encontr am os casos en los que no se han intr oducido nuevos tér m inos, com o en los r eper tor ios lexicogr áficos de 1822, 1832, 1914 y 1947. Si bien m uchas ediciones de la obr a académ ica hacen im por tantes apor taciones, el aum ento de voces técnicas m ás num er oso se pr oduce en las últim as ediciones publicadas, especialm ente en las de 1984 y 2001.
3.2.2. No académicos Si en el anter ior gr upo de diccionar ios obser vábam os una continuidad de una edición a otr a, en este que analizar em os ahor a no se puede hablar de esta continuidad, per o sí se puede decir que el aum ento de voces ha seguido la m ism a pr ogr esión que en el caso de los diccionar ios académ icos. La pr im er a obr a lexicogr áfica no académ ica r egistr ada es el Diccionario castellano con las voces de las ciencias y las artes (1786/88) de E. de Ter r er os. Este r eper tor io contiene 31 entr adas consider adas com o tecnicism os m etalexicogr áficos, lo que supone un 17,03% del total. Dentr o de las obr as lexicogr áficas del siglo XIX, hem os seleccionado seis que consider am os las m ás r epr esentativas de este per iodo. El Diccionario de la lengua castellana (1825) de M . Núñez de Taboada r egistr a un total de 42 voces (23,07%), el Nuevo diccionario de la lengua castellana (1846) de V. Salvá incluye 58 tér m inos (31,86%), el Diccionario nacional o Gran diccionario clásico de la lengua española (1846/47) de R.-J. Dom ínguez lem atiza 62 voces (34,06%), el Gran diccionario de la lengua española (1852 [inacabado]) da cabida a 6 voces (3,29%), el Diccionario enciclopédico de la lengua española (1853) de Gaspar y Roig r egistr a 54 tér m inos (29,67%) y finalm ente, el Diccionario enciclopédico de la lengua española (1895) de E. Zer olo incluye 72 lem as (39,56%).
LA TERM INOLOGÍA LEXICOGRÁFICA EN LOS DICCIONARIOS GENERALES DEL ESPAÑOL: 97 PROPUESTA DE UN DICCIONARIO DE ESPECIALIDAD
El per iodo que com pr ende el siglo xx está com puesto por siete diccionar ios, en los cuales se acentúa esta tendencia de aum ento de voces, especialm ente en los últim os publicados en este siglo. El Nuevo diccionario enciclopédico ilustrado de la lengua española (1901) de M . de Tor o y Góm ez incluye 62 voces (34,02%), el Gran diccionario de la lengua castellana (1902) de A. de Pagés r egistr a 62 tecnicism os (34,02%), el Diccionario de la lengua española (1917) de J. Alem any y Bolufer apor ta 81 tér m inos (44,5%), el Diccionario general técnico hispano-americano (1918) de M . Rodr íguez Navas da cabida a 67 voces de especialidad m etalexicogr áfica (36,81%), el Diccionario general ilustrado de la lengua española (1987) de M . Alvar Ezquer r a (dir.) r ecoge 125 entr adas (68,68%), el Diccionario actual de la lengua española (1990) incluye 126 r egistr os m etalexicogr áficos (69,23%) y por últim o, el Gran diccionario de la lengua española (1996) de M .ª-A. M ar tí (coor d.) r egistr a 140 tér m inos (76,92%). Los últim os siete diccionar ios seleccionados par a nuestr o cor pus per tenecen al siglo xxi, aunque sus or ígenes se encuentr an en el siglo anter ior, pues se tr ata de nuevas ediciones de diccionar ios com o el de M . M oliner o M . Seco, O. Andr és y G. Ram os. El LEM A: diccionario de la lengua española (2001) de P. Battaner (dir.) r ecoge, al igual que el Diccionario de uso del española de América y España (2002), tam bién dir igido por P. Battaner, 133 tér m inos (73,07%), el Diccionario del español actual de O. Andr és, M . Seco y G. Ram os, en su edición de 2005, r egistr a 139 voces (76, 37%), el Diccionario de uso del español de M . M oliner, en su edición de 2007, incluye 136 tér m inos (74,72%), el Diccionario del español de M éxico (2010) de L.-F. Lar a (dir.) lem atiza 67 voces (36,81%), el VOX/LAROUSSE (DICCIONARIOS.COM ) (2011) incluye 140 tér m inos (76,92%), y por últim o, el CLAVE. Diccionario del español actual de C. M aldonado (dir.), en su edición de 2012, r egistr a 130 tecnicism os (71,42%). Al igual que ocur r e con los diccionar ios académ icos, en este conjunto de obr as lexicogr áficas se obser va un aum ento pr ogr esivo de los tér m inos de especialidad r ecogidos, desde los pr im er os diccionar ios gener ales hasta los m ás actuales. Este aum ento es especialm ente im por tante a par tir del Diccionario general ilustrado de la lengua española (1987) de M . Alvar Ezquer r a (dir.). Este hecho coincide con lo visto en el caso de los diccionar ios académ icos, los cuales exper im entaban su m ayor aum ento de ter m inología m etalexicogr áfica a par tir de la edición de 1984. Los diccionar ios no académ icos que r ecogen m ás tér m inos en sus colum nas son el Gran diccionario de la lengua española (1996) de M .ª-A. M ar tí y el VOX/LAROUSSE (DICCIONARIOS.COM ) (2011), am bos con 140 tecnicism os m etalexicogr áficos.
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3.3. El tratamiento de la terminología metalexicográfica en los diccionarios generales Si en el anter ior apar tado analizábam os cuantitativam ente la ter m inología r ecogida en nuestr o diccionar io, en este nos centr ar em os en el tr atam iento m icr oestr uctur al que han r ecibido estas voces, con especial atención a las alusiones explícitas que se hace a la Lexicogr afía y al diccionar io com o objeto de estudio. En total, hem os localizado, en los diccionar ios gener ales que for m an nuestr o cor pus, 43 voces en las que se encuentr an r efer encias a la disciplina lexicogr áfica, lo que supone un 23,62% del total de la m acr oestr uctur a de nuestr o diccionar io especializado. A su vez, no todos los diccionar ios gener ales incluyen el m ism o núm er o de voces m ar cadas com o per tenecientes a la especialidad lexicogr áfica. El r eper tor io lexicogr áfico que m ás voces r egistr a es el DRAE (2001) con 25, un 58,13%: artículo lexicográfico, calepino, combinación, contorno, definición, enciclopedia, entrada, glosario, hápax, lema, lemario, lematizar, léxico, lexicografía, lexicógrafo, lexicón, macroestructura, marca, microestructura, nomenclatura, panléxico, tecnicismo, tesauro, tesoro, vocabulario, vocabulista. A este diccionar io le siguen dos, am bos con 25 tér m inos (46,51%), el DEA (2005 [1996]): acepción, artículo lexicográfico, calepino, contorno, definición circular, diccionario enciclopédico, diccionario onomasiológico, diccionario semasiológico, diccionario de uso, enciclopedia, entrada, lema, léxico, lexicografía, lexicógrafo, lexicón, palabra guía, subacepción, tesauro, tesoro, vocabulista; y el DUE (2007 [1946]): acepción, artículo lexicográfico, calepino, contorno, definición, diccionario enciclopédico, diccionario histórico, diccionario ideológico, diccionario de uso, diccionarista, enciclopedia, entrada, lema, lexicografía, lexicógrafo, lexicón, marca, panléxico, tesauro, tesoro, vocabulario, vocabulista. Las r efer encias a la disciplina lexicogr áfica que encontr am os en la m icr oestr uctur a de los diccionar ios gener ales de nuestr o cor pus se codifican de cuatr o for m as: contor no no integr ado, ejem plo, definición y r em isión sinoním ica. El pr im er ejem plo consiste en inser tar antes de la pr opia definición un sintagm a pr eposicional que acota un ám bito de uso especializado par a la voz. Par a facilitar la localización de estos elem entos en nuestr o diccionar io, se han colocado en cur siva estos fr agm entos. Sir van de ejem plo:
com bi n aci ón . f. En los diccionarios, conjunto o agr egado de vocablos que em piezan con unas m ism as letr as y van colocadas por or den alfabético (DRAE, 1884-2001: s. v.).
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con t or n o. m En lexicografía, conjunto de elem entos de la definición que infor m an sobr e el contexto habitual del vocablo definido, en oposición a los elem entos que infor m an sobr e su contenido (DRAE, 2001: s. v.). en t r ada. f. En un diccionario u otra obra similar, palabr a o sintagm a que encabeza un ar tículo (DEA, 2005 [1999]: s. v.).
En el segundo caso, en la definición no encontr am os r efer encia alguna a la Lexicogr afía ni a los diccionar ios, per o sí se m enciona este ám bito fuer a de la definición, m ediante el uso de ejem plos, los cuales habitualm ente están situados tr as el texto definitor io:
acepci ón . f. Cada significado de una palabr a cuando tiene m ás de uno. En este diccionario se separan las distintas acepciones con números (DUE, 2007 [1966]: s. v.). def i n i ci ón . f. Palabr as con que se define. Particularmente, explicación del significado de una palabra en un diccionario (DUE, 2007 [1966]: s. v.). di cci on ar i o en ci cl opédi co. m . Diccionar io en que apar ecen entr adas pr opias de enciclopedias; com o biogr afías, países, etc. En los artículos, aparte de la definición del encabezamiento, suele darse información más amplia de la materia correspondiente (DUE, 2007 [1966]: s. v.).
El ter cer m étodo consiste en incluir, dentr o del texto definitor io, r efer encias al ám bito especializado al que per tenece la voz:
di cci on eo. m . Colocación por or den alfabético de las voces que entr an en un diccionar io (GDCLE, 1846/47: s. v.). m acr oest r u ct u r a. f. (Ling.) Disposición gener al de las entr adas de un diccionar io (núm er o de entr adas, or den, tr atam iento de los lem as, apéndices, etc.) (LEM A, 2001: s. v.). m ar ca. f. (Ling.) Indicación utilizada en lexicogr afía par a infor m ar sobr e deter m inadas cir cunstancias del uso de las palabr as o fr ases (DUE, 2007 [1966]: s. v.).
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Finalm ente, el cuar to pr ocedim iento por el que se da infor m ación sobr e el ám bito especializado de uso de una voz es la utilización de definiciones sinoním icas que r em iten a otr os tér m inos. Este m étodo se usa especialm ente en el tr atam iento de la tipología lexicogr áfica:
cal epi n o. m . Diccionar io latino (DGILE, 1987: s. v.). t ér m i n o. m . Nom enclatur a (DRAE, 1869: s. v.). vocabu l i st a. m . ant. Vocabular io (diccionar io) (DRAE, 2001: s. v.).
3.4. El tratamiento de la terminología (diccionarios generales Vs. diccionarios de especialidad lexicográfica) El apar tado que cier r a este capítulo de la investigación está destinado a r ealizar una com par ación entr e la ter m inología m etalexicogr áfica extr aída de los diccionar ios gener ales y la incluida en el Diccionario de lexicografía práctica (1995) de J. M ar tínez de Sousa, el único r epr esentante del estudio de la lexicogr afía especializada de esta disciplina lingüística en español. Com o descr ibíam os en el apar tado cor r espondiente a la M etodología práctica, el diccionar io especializado que pr esentam os for m a su m acr oestr uctur a a par tir de las voces r egistr adas en el único diccionar io de lexicogr afía existente par a la lengua española, el de J. M ar tínez de Sousa, y de la r evisión de los lem ar ios de los diccionar ios m ás im por tantes de la histor ia de nuestr a Lexicogr afía gener al. De esta m aner a, cr eem os que es inter esante evidenciar las difer encias que existen entr e unas obr as y otr as. El conjunto total de voces lem atizadas en nuestr o diccionar io alcanza la cifr a de 182 tecnicism os. Si analizam os la pr ocedencia lexicogr áfica de las palabr as r ecogidas, obser vam os que en un m uy alto por centaje estas se hayan incluidas en el Diccionario de lexicografía práctica (1995) de J. M ar tínez de Sousa; sin em bar go, un r educido núm er o solo se r egistr a en los diccionar ios gener ales. De las 152 voces, un 7,69%, es decir, 14 tér m inos solo apar ecen en los diccionar ios gener ales, m ientr as que un 92,30%, 168 tér m inos, se r ecogen en el dlp (1995). El gr upo de voces que solo se r ecogen en los diccionar ios gener ales es el siguiente: connotar, definición física, definición metafísica, denotar, diccioneo, jerigonza, lematizar, marca difásica, marca diastrática, marca diatécnica o técnica, nómina y por extensión.
LA TERM INOLOGÍA LEXICOGRÁFICA EN LOS DICCIONARIOS GENERALES DEL ESPAÑOL: 101 PROPUESTA DE UN DICCIONARIO DE ESPECIALIDAD
4. CONCLUSI ONES La pr im er a conclusión que podem os extr aer gir a en tor no al desar r ollo de la M etalexicogr afía com o disciplina científica per teneciente a la Lingüística. Desde su pleno asentam iento com o r am a de la Lingüística aplicada, a pr incipios de la década de los setenta del siglo XX hasta nuestr os días, la Lexicogr afía teór ica, en gener al, y concr etam ente la del español, en par ticular, ha exper im entado una ver tiginosa evolución; especialm ente en cier tas par celas, com o las m onogr afías. Sin em bar go, nuestr a investigación ha puesto de m anifiesto que las pr opias obr as lexicogr áficas son una fuente par a el conocim iento de la Lexicogr afía teór ica que solo se han apr ovechado par cialm ente. A lo lar go de nuestr o estudio se ha dem ostr ado que los diccionar ios, concr etam ente los gener ales, constituyen una fuente de estudio m etalexicogr áfico de gr an utilidad, tanto par a el conocim iento de la histor ia y com o de la Teor ía lexicogr áfica. En cuanto a la ter m inología m etalexicogr áfica incluida dentr o de esta tipología lexicogr áfica, podem os decir que, aun no siendo la m ás abundante, su pr esencia en los diccionar ios gener ales no solo ha sido constante, sino que su núm er o ha ido cr eciendo pr ogr esivam ente desde la publicación del pr im er diccionar io gener al. Sir va com o ejem plo, en el caso de los diccionar ios académ icos, el aum ento de ter m inología m etalexicogr áfica que se pr oduce entr e el Diccionario de autoridades (1726/39) y la vigésim a segunda edición del DRAE (2001). El DA (1726/39) r ecoge un total de 31 entr adas que poseen al m enos una acepción pr ivativa de la disciplina lexicogr áfica, fr ente al DRAE (2001) que r egistr a un total de 151 voces[5]. La últim a conclusión gir a entor no al tr atam iento de las voces com o tér m inos de especialidad en la m icr oestr uctur a de los diccionar ios gener ales estudiados. Aunque no existe una m ar ca diatécnica par a las voces pr opias de la M etalexicogr afía, los r edactor es de los ar tículos han desar r ollado r ecur sos textuales par a infor m ar al usuar io de la obr a del uso pr ivativo de la unidad consultada. En nuestr o estudio, hem os deter m inado que estos r ecur sos son cuatr o: uso del contor no definicional no integr ado, uso de ejem plos, inclusión de la infor m ación especializada en el texto definicional y uso de r em isiones sinoním icas.
_______________________________________________________ [5] Todos los datos r elativos al núm er o de voces por diccionar io se encuentr an r ecogidos en el ANEXO II
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LA TERM INOLOGÍA LEXICOGRÁFICA EN LOS DICCIONARIOS GENERALES DEL ESPAÑOL: 105 PROPUESTA DE UN DICCIONARIO DE ESPECIALIDAD
Repertorios lexicográficos Ahum ada Lar a, Ignacio (dir./ed.) (2006): Diccionario Bibliográfico de la M etalexicografía del Español (Orígenes-año 2000), Jaén, Univer sidad de Jaén. ? ? ? (2009): Diccionario Bibliográfico de la M etalexicografía del Español (2001-2005), Jaén, Univer sidad de Jaén. M ar tínez de Sousa, José (1995): Diccionario de lexicografía práctica, Bar celona, Bibliogr af. Real Academ ia Española de la Lengua (2001): Nuevo tesoro lexicográfico de la lengua española, M adr id, Espasa Calpe [Disponible en línea en http://w w w.r ae.es/r ecur sos/diccionar ios/diccionar ios-anter ior es-1726-1992/nuevo-tesor o-lexicogr afico] .
ANEXO I DICCIONARIOS GENERALES ACADÉM ICOS Diccionario de la lengua castellana, en que se explica el verdadero sentido de las voces, su naturaleza y calidad, con las phrases o modos de hablar, los proverbios o refranes, y otras cosas convenientes al uso de la lengua [? ]. 1726-39, M adr id, Im pr enta de Fr ancisco del Hier r o. Diccionario de la lenguas castellana compuesto por la Real Academia Española. Segunda impresión corregido y aumentada. Tomo primero. A-B, 1770, M adr id, Joachín Ibar r a. Diccionario de la lengua castellana compuesto por la Real Academia Española, reducido a un tomo para su más fácil uso, 1780, M adr id, Joachín Ibar r a. Diccionario de la lengua castellana compuesto por la Real Academia Española, reducido a un tomo para su más fácil uso. Segunda edición, en la qual se han colocado en los lugares correspondientes todas las voces del Suplemento, que se puso al fin de la edición del año 1780, y se ha añadido otro nuevo suplemento de artículos correspondientes a las letras A, B y C, 1783, M adr id, Joachín Ibar r a.
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Diccionario de la lengua castellana compuesto por la Real Academia Española, reducido a un tomo para su más fácil uso. Tercera edición, en la qual se han colocado en los lugares correspondientes de todas las voces de los suplementos, que se pusieron al fin de las ediciones de los años 1780 y 1783, y se han intercalado en las letras D. E. y F. nuevos artículos, de los quales se dará un suplemento separado, 1791, M adr id, Viuda de Ibar r a. .Diccionario de la lengua castellana compuesto por la Real Academia Española, reducido a un tomo para su más fácil uso. Quarta edición, 1803, M adr id, Viuda de Ibar r a. Diccionario de la lengua castellana por la Real Academia Española. Quinta edición, 1817, M adr id, Im pr enta Real. Diccionario de la lengua castellana por la Real Academia Española. Sexta edición, 1822, M adr id, Im pr enta Nacional. Diccionario de la lengua castellana por la Real Academia Española. Séptima edición, 1832, M adr id, Im pr enta Real. Diccionario de la lenguas castellana por la Real Academia Española. Octava edición, 1837, M adr id, Im pr enta Real. Diccionario de la lengua castellana por la Real Academia Española. Novena edición, 1843, M adr id, Im pr enta de D. Fr ancisco M ar ía Fer nández. Diccionario de la lengua castellana por la Real Academia Española. Décima edición, 1852, M adr id, Im pr enta Real. Diccionario de la lengua castellana por la Real Academia Española. Undécima edición, 1869, M adr id, Im pr enta de Don M anuel Rivadeneyr a. Diccionario de la lengua castellana por la Real Academia Española. Duodécima edición, 1884, M adr id, Im pr enta de D. Gr egor io Her nando. Diccionario de la lengua castellana por la Real Academia Española. Decimotercia edición, 1899, M adr id, Im pr enta de los señor es Her nando y com pañía. Diccionario de la lengua castellana por la Real Academia Española. Decimocuarta edición, 1914, M adr id, Im pr enta de los sucesor es de Her nando. Diccionario de la lengua española. Décimo quinta edición, 1925, M adr id, Espasa. Diccionario de la lengua española. Décimo sexta edición, 1936, M adr id, Espasa-Calpe.
LA TERM INOLOGÍA LEXICOGRÁFICA EN LOS DICCIONARIOS GENERALES DEL ESPAÑOL: 107 PROPUESTA DE UN DICCIONARIO DE ESPECIALIDAD
Diccionario de la lengua española. Décimo sexta edición, 1939, M adr id, Espasa-Calpe. Diccionario de la lengua española. Décimo séptima edición, 1947, M adr id, Espasa-Calpe. Diccionario de la Espasa-Calpe.
lengua
española. Decimoctava
edición, 1956, M adr id,
Diccionario de la lengua española. Decimonovena edición, 1970, M adr id, Espasa-Calpe. Diccionario de la lengua española. Vigésima edición, 1984, M adr id, Espasa-Calpe. Diccionario de la lengua española. Vigésima primera edición, 1992, M adr id, Espasa-Calpe. Diccionario de la lengua española. Vigésima segunda edición, 2001, M adr id, M adr id, Espasa.
DICCIONARIOS GENERALES NO ACADÉM ICOS Diccionario castellano con las voces de las ciencias y artes y sus correspondientes en las tres lenguas, francesa, latina e italiana, 1786-88, Ter r er os y Pando, Esteban de, M adr id, Viuda de Ibar r a. Diccionario de la lengua castellana, para cuya composición se han consultado los mejores vocabularios de esta lengua y el de la Real Academia Española, últimamente publicado en 1822; aumentado con más de 5000 voces o artículos que no se hallan en ninguno de ellos, 1825, Núñez de Taboada, M anuel, Par ís, Seguin. Diccionario Nacional o Gran Diccionario Clásico de la Lengua Española, 1846-47, Dom ínguez, Ram ón Joaquín, M adr id-Par ís. Nuevo diccionario de la lengua castellana que comprende la última edición íntegra, muy rectificada y mejorada, del publicado por la Academia Española, y unas veinte y seis mil voces, acepciones, frases y locuciones, entre ellas muchas americanas añadidas, 1846, Salvá, Vicente Par ís. Biblioteca Universal. Gran Diccionario de la Lengua Española [? ]. Tomo I [único publicado], 1852, Castr o y Rossi, Adolfo de, M adr id, oficinas y establecim iento del Sem inar io Pintor esco y de La Ilustr ación.
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Biblioteca Ilustrada Gaspar y Roig. Diccionario enciclopédico de la lengua española, con todas las vozes, frases, refranes y locuciones usadas en España y las Américas españolas [? ] Tom o I, 1853, [Gaspar y Roig], M adr id, Im pr enta y Libr er ía de Gaspar y Roig, editor es. Diccionario enciclopédico de la lengua castellana, 1895, Zer olo Elías, Par ís, Gar nier Her m anos. Nuevo diccionario enciclopédico ilustrado de la lengua castellana, 1901, Tor o y Góm ez, M iguel de, Par ís-M adr id, Libr er ía de Ar m and y Colin ? Her nando y Cía. Gran diccionario de la lengua castellana, autorizado con ejemplos de buenos escritores antiguos y modernos [? ]. Tom o pr im er o, 1902, Pagés, Aniceto de, M adr id, Sucesor es de Rivadeneyr a. Diccionario de la Lengua Española, 1917, Alem any y Bolufer, José, Bar celona, Ram ón Sopena. Diccionario general y técnico hispano-americano, 1918, Rodr íguez Navas y Car r asco, M anuel, M adr id, Cultur a Hispanoam er icana. Diccionario general ilustrado de la lengua española, 1987, Alvar Ezquer r a, M anuel. (dir.) (nueva r edacción), Bar celona, Vox. Diccionario actual de la lengua española, 1990, Alvar Ezquer r a, M anuel (dir.), Bar celona, Vox. Gran Diccionario de la Lengua Española, 1996, M ar tí, M .ª Antonia (coor d.), Bar celona, Lar ousse Planeta. LEM A. Diccionario de la lengua española, 2001, Battaner, Paz (dir.), Bar celona, Vox. Diccionario de uso del español de América y España, 2002, Battaner, Paz (dir.), Bar celona, Vox. Diccionario del español actual, 2005 (1999), Seco, M ., Andr és, O. y Ram os G., M adr id, Aguilar. Diccionario de uso del español, 2007 (1966-67), M oliner, M ar ía, M adr id, Gr edos. Diccionario del español de M éxico, 2010, Lar a Ram os, Luis Fer nando (dir.), El Colegio de M éxico. Diccionario de lengua española, 2011, Vox/Lar ousse (on line). CLAVE, Diccionario de uso del español actual, 2012 (1996), M aldonado, Concepción, M adr id, SM .
LA TERM INOLOGÍA LEXICOGRÁFICA EN LOS DICCIONARIOS GENERALES DEL ESPAÑOL: 109 PROPUESTA DE UN DICCIONARIO DE ESPECIALIDAD
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Léxico an dal u z en el pr im er DRAE (1780)[1]
Ana M ar ía Rom er a M anzanar es Universidad de Jaén
1. INTRODUCCIÓN El objetivo pr incipal del pr esente estudio se centr a en r evisar y extr aer las voces m ar cadas com o pr opias de la r egión andaluza que se r ecogier on en el pr im er diccionar io usual de la Real Academ ia Española de la Lengua, esto es, el Diccionario de la lengua castellana compuesto por la Real Academia Española reducido a un tomo para su más fácil uso, publicado com o es sabido a finales del siglo XVIII, concr etam ente en 1780, año a par tir del cual el r eper tor io oficial inicia su andadur a tr as la r educción a un tom o del Diccionario de Autoridades. En esta ocasión, tr as la r ecolección de las voces m ar cadas diatópicam ente, ya sea por m edio de m ar cas lexicogr áficas o por m edio de par áfr asis en las definiciones, se pr oceder á a la com posición de un cor pus léxico que nos va a per m itir conocer, por un lado, la valiosa contr ibución lexicogr áfica de este pr im er DRAE de 1780 al conocim iento de las hablas andaluzas y, por otr o, su apor tación a la fijación de un sistem a de m ar cas diatópicas en los diccionar ios poster ior es, que se enr iquecer án enor m em ente tr as acoger estas voces dialectales.
_____________________________________________________ [1] Este ar tículo pr esenta par te del estudio llevado a cabo en el Tr abajo de Fin de Gr ado Las voces andaluzas en los diccionarios académicos (siglo XVIII): el DRAE de 1780, tutor izado por la Dr a. M . ª Águeda M or eno M or eno dur ante el cur so 2013-2014 en la Univer sidad de Jaén. A Águeda, tutor a y m aestr a, le dedico estas páginas.
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Adem ás, tr as la r ecogida de m ater iales y con el fin de constatar la vigencia del cor pus extr aído, se ha pasado a com pr obar si estas voces siguen usándose en la actualidad así com o si siguen consider ándose com o cir cunscr itas al ter r itor io andaluz. Par a ello hem os consultado el Tesoro Léxico de las Hablas Andaluzas (2000) y la edición en línea del r eper tor io oficial de la Academ ia DRAE (2001)[2], obteniendo valiosos e inter esantes r esultados.
2. EL PRIM ER DRAE (1780) «La histor ia de la Real Academ ia Española y la de su Diccionar io ?vulgar ? han ido siem pr e estr echam ente unidas» (Azor ín 2000: 273), y es que el nacim iento m ism o de este diccionar io ?vulgar ? r esponde a una solución de ur gencia adoptada por la Cor por ación; los tr abajos de r edacción del segundo tom o de la segunda edición del Diccionario de Autoridades estaban r etr asándose por lo que, ante la gr an dem anda de ejem plar es, se hubo de com poner un com pendio de toda la obr a «en m enor núm er o de tom os y tipogr afía m ás r educida, supr im iendo las citas y etim ologías» (Seco 1991: IV). Así pues, el DRAE de 1780 se pensó com o una r espuesta r ápida a esa petición del público m ientr as la Academ ia seguía tr abajando en la segunda entr ega del Diccionario de Autoridades, per o las ediciones de esta obr a pr ovisional se han ido sucediendo hasta nuestr os días ya que, com o es sabido, la nueva ver sión del r eper tor io académ ico tuvo tal aceptación que se publicar on tr es ediciones sucesivas, a saber, las de 1783, 1791 y 1803. Es por esto que autor es com o Azor ín (2000: 274) afir m an que la Academ ia «haciendo de la necesidad vir tud, acabó por instalar se definitivam ente en la ?pr ovisionalidad? r enunciando ?al m enos, tácitam ente? a la continuación del Diccionario de Autoridades, cuyo her eder o ya en nuestr o siglo ser á el Diccionario histórico de la lengua española, único pr oyecto que, salvando las lógicas distancias de objetivos y m étodos, se puede com par ar con el vener able antecesor de nuestr o actual DRAE».
______________________________________________ [2] La fecha de r evisión de los m ater iales que aquí se pr esentan es anter ior a la publicación de la edición vigente del DRAE (2014). Actualm ente, tr abajam os con esta nueva edición par a poder ofr ecer una actualización de los m ism os.
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En cuanto a las pr incipales car acter ísticas de la obr a, el «hijo de Autoridades» (Álvar ez de M ir anda 2000: 51) supone una edición im por tante por dos r azones pr incipales. Pr im er am ente, en r elación con el pr im er r eper tor io publicado por la Cor por ación se om iten las citas liter ar ias y, por tanto, se r educe la obr a a un único volum en, según r eza en la pr opia por tada «par a su m ás fácil uso» y, adem ás, se tr ata de la pr im er a edición, com o decim os, del diccionar io ?oficial? o ?vulgar ? de la Academ ia, conocido por DRAE. Y en cuanto a sus pr incipales apor taciones, Seco (2003 [1987]: 242-255) señala algunas cuestiones r elevantes. Por un lado, la m acr oestr uctur a es esencialm ente la del Diccionario de Autoridades, si bien, m uchos lem as se han r eubicado según las innovaciones or togr áficas establecidas por la Cor por ación a par tir de 1741. Por otr o lado, en la m icr oestr uctur a lo m ás destacado es la supr esión de citas y la om isión de etim ologías, aspecto este últim o que se r eintegr ar á al DRAE a par tir de la edición de 1884. Adem ás, Seco (2003 [1987]: 241) tam bién apunta que se sustituyó el sistem a de m ar cas por uno m ás r igur oso y ceñido, sistem a que ser á utilizado en nuestr o tr abajo par a espulgar las voces m ar cadas com o andaluzas. Com o ya se ha dicho, el DRAE de 1780 nace her edando por las pr opias cir cunstancias de su apar ición el lem ar io del Diccionario de Autoridades y m anteniendo los m ism os pr incipios de selección que guiar on a la Academ ia en la tar ea de codificar la nor m a culta del idiom a. Per o este cr iter io, com o señala Azor ín (2000: 277), ha sido inter pr etado por la cor por ación española dentr o de unos m ár genes am plios, sin caer en las r estr icciones exclusivistas de algunos de sus m odelos eur opeos. Este cr iter io ha per m itido, por ejem plo, la inclusión de estas voces dialectales y ha estado vigente dur ante estos tr escientos años de andadur a académ ica y, por ende, en las veintidós ediciones que se han sucedido desde esta pr im er a del año 1780 que contaba con 46000[3] entr adas hasta la que analizam os en este tr abajo de 2001, que ha pasado a duplicar su nóm ina contando con m ás de 87000[4]. De la m ism a m aner a, el léxico m ar cado diatópicam ente en gener al y andaluz en par ticular tam bién ha aum entado. El cor pus que aquí se r ecoge contiene 278 voces que se cir cunscr iben a este ám bito geolingüístico en la pr im er a edición del DRAE, lo que supone un 0.6 % del total. Hem os podido com pr obar tr as la consulta de la ver sión en CD-ROM (2001) de la edición utilizada del DRAE (2001) que la nóm ina de voces
_______________________________________________________ [3] Según cifr as de Rodr íguez Bar cia (2008). [4] Según cifr as de la Academ ia.
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De la m ism a m aner a, el léxico m ar cado diatópicam ente en gener al y andaluz en par ticular tam bién ha aum entado. El cor pus que aquí se r ecoge contiene 278 voces que se cir cunscr iben a este ám bito geolingüístico en la pr im er a edición del DRAE, lo que supone un 0.6 % del total. Hem os podido com pr obar tr as la consulta de la ver sión en CD-ROM (2001) de la edición utilizada del DRAE (2001) que la nóm ina de voces andaluzas asciende a 912[5], lo que supone un consider able aum ento y un 1.05 % del cóm puto total.
3. LA M ARCACIÓN DIATÓPICA EN EL PRIM ER DRAE (1780) Las abr eviatur as se han utilizado desde los inicios en la lengua escr ita par a r educir el espacio que ocupaban infor m aciones de la m ás diver sa índole. Esto las hace especialm ente útiles en el cuer po del diccionar io ya que con ellas se consigue codificar m ultitud de datos en un m ínim o espacio. La consolidación de un sistem a estr uctur ado de abr eviatur as ha facilitado el avance de la técnica lexicogr áfica, por lo que el estudio de su im plantación y desar r ollo tiene un notable inter és y m ás tr atándose del Diccionario de la Real Academia Española ya que, com o bien afir m a Pascual (2009: 6), es la obr a que sienta las bases de la lexicogr afía española e influir á en num er osos diccionar ios poster ior es. La Academ ia, al em pezar a pr epar ar su pr im er diccionar io, vio la utilidad que podía pr esentar el hecho de ofr ecer una ser ie de datos codificados m ediante abr eviatur as. Pr im er o, los académ icos incluyer on m ediante este sistem a la infor m ación de cor te gr am atical, segur am ente guiados por sus pr ecedentes lexicogr áficos que así lo hicier on; no hem os de olvidar que uno de los ideales académ icos er a alcanzar la pur eza de la lengua a tr avés del conocim iento de la gr am ática. Así, ofr ecen una lista de dieciocho abr eviatur as en los pr elim inar es de la pr im er a edición del Diccionario de Autoridades (1726-1739) que r em iten a contenidos de este tipo: dieciséis gr am aticales, una par a señalar r efr anes y otr a m ás par a señalar las voces pr opias de las facultades u oficios (Pascual 2000: 7). Per o, adem ás, en este pr im er r eper tor io se incluyer on otr o tipo de m ar cas que r ecogían el uso de las voces que, si bien no figur an com o abr eviatur as en los pr elim inar es, su uso es constante en toda la m icr oestr uctur a de la obr a. En las publicaciones poster ior es, la Cor por ación, tr as haber constatado el pr ovecho de este sistem a de m ar cas, decidió am pliar consider ablem ente el núm er o de abr eviatur as que habr ía de em plear en la segunda edición del Diccionario de Autoridades (1770). Así pasam os de contar dieciocho m ar cas iniciales a contar con noventa en esta fecha. Este aum ento en el sistem a de m ar cas lexicogr áficas no se ha
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vuelto a dar en la histor ia del diccionar io académ ico, por lo que esta segunda edición supone «la ver dader a institucionalización del sistem a de abr eviatur as» (Pascual 2009: 13), lo que supone par a m uchos la m ejor a m ás im por tante de esta segunda edición, ya que a la infor m ación gr am atical de las voces se añaden las infor m aciones de uso de las m ism as. Este sistem a de m ar cación se siguió utilizando en la pr im er a edición del diccionar io usual, ya que seguía dir ectam ente las dir ectr ices de esta segunda entr ega del Diccionario de Autoridades, aunque se utilizó de for m a m ás r igur osa y ceñida, siendo esta, com o señala Seco (2003 [1987]: 241), la m ayor apor tación m icr oestr uctur al de este diccionar io. Esto es lo que venim os a apr ovechar y cor r obor ar con nuestr o estudio, ya confir m a la im por tancia y el peso que tuvier on estas abr eviatur as en el éxito de este nuevo tr abajo de la Academ ia. Com o dem uestr a el m encionado estudio de Pascual (2009), este r ecur so que ya se había fijado en 1770 se consolida en esta pr im er a edición del DRAE de 1780. En cuanto a las m ar cas diatópicas, que ser án las que exam inem os en nuestr o tr abajo, vem os que aum entan cuantiosam ente, ya que en el Diccionario de Autoridades (1770) solo figur aba la m ar ca Provinc. a la que se añadía el nom br e de la zona geolingüística cor r espondiente. Ahor a, en 1780, contam os con doce abr eviatur as dialectales consolidadas de difer entes zonas peninsular es: p. And., p. Ar., p. Ast., p. Ast. de Santillana, p. Extr., p. Gal., p. Gran., p. M anch., p. M ur., p. Nav., p. Rioj., p. Tol. Com o es pr edecible, estas m ar cas diatópicas se utilizaban ya en la segunda edición del Diccionario de Autoridades, aunque se r ecojan ahor a por vez pr im er a en los pr elim inar es com o m ar cas consolidadas. Com o se ha constatado en difer entes estudios sobr e léxico r egional, las m ar cas diatópicas son pr opias del diccionar io desde su pr im er a apar ición, aunque se tr ate en ocasiones de explicaciones o par áfr asis y no de un sistem a nor m ativizado de abr eviatur as. Ahor a, en 1780, se pr oduce un cam bio r adical en el tr atam iento del léxico r egional, ya que se intr oduce la antigua m ar ca Provinc. en los ar tículos lexicogr áficos de los dialectalism os, per o no se hace de for m a aislada en la m icr oestr uctur a, sino con esa descr ipción sintética de las zonas geolingüísticas a las que hace m ención. Este uso ser á deter m inante par a la ya m encionada consolidación del sistem a de m ar cas lexicogr áficas que ofr ece el DRAE de 1780. En sus pr elim inar es, esto es, la Explicación de varias abreviaturas que se ponen en este Diccionario para denotar la calidad y censura de las voces, encontr am os la r elación de abr eviatur as diatópicas enum er ada anter ior m ente; dos de ellas tienen r elación con el ám bito andaluz: p. And.,
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y p. Gran., que se r efier en a ?pr ovincial de Andalucía? y ?pr ovincial de Gr anada? r espectivam ente. Hay que señalar que se hace una distinción entr e am bos ter r itor ios por que, según Salvador (1985: 111) se consider a que las tier r as r econquistadas en el siglo XV constituyen hasta el siglo XIX una r egión difer ente de la llam ada Andalucía. Fuer a de estas m ar cas lexicogr áficas encontr am os, tr as la r evisión com pleta de la obr a, las siguientes par áfr asis:
Con especialidad en Andalucía: m ar chazo (s. v. esm ar chazo) En algunas partes de Andalucía: aguaducho En algunas partes y mas freqüentemente en Andalucía: afr aylar En algunas partes, como en Sevilla: asistente En Andalucía y particularmente en Córdoba: tor r e albar r ana En Andalucía: ajo blanco, alham el, alhucem a En Córdoba y algunas partes de Andalucía: axim ez En el reyno de Córdoba: agr az, En el reyno de M urcia, y parte oriental del de Granada: alm uér dago En el reyno de Sevilla: pelantr ín En Estremadura y Andalucía: alm elga En Granada: alloza, car m en, cauchil, haiz En la Andalucía la baxa: abocado, m ar ojo, bar cinar En la ciudad de Córdoba: pelón En la vinatería de Xerez, y de aquellos puertos: ar r um bar En las ciudades de Toledo y Granada: alcaycer ia En las Costas de Andalucía: algayda, atún En los picaderos de Córdoba: befar En Sevilla: alam ina, alfar ge En Sierramorena y M ancha: alar Especialmente en Andalucía: alfajor, am iga, quinto Fue de mucho uso en Andalucía: ar gentado Llaman en Andalucía: apur ador, tem por ales, vaca
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M as comunmente en Andalucía: anafe Tiene uso en Andalucía: alfahar er ía Úsase en Andalucía y particularmente en la parte que confina con el Algarbe por el Condado de Niebla: algaydo,da Voz que se conserva en Córdoba y algunas partes de Andalucía: axim ez
Con el r egistr o de todas estas etiquetas diatópicas y sin descar tar ninguna entr ada hem os com puesto el cor pus que adjuntam os a m aner a de anexo de léxico histór ico andaluz cor r espondiente a este pr im er diccionar io usual de la Real Academ ia Española de la Lengua.
4. LAS VOCES ANDALUZAS DEL DRAE (1780): ACTUALIDAD Y VIGENCIA Después de la com posición de nuestr o cor pus, hem os podido som eter las voces escr utadas a exam en, con el fin de com pr obar el estado que posee en la actualidad la m ar cación andaluza que docum entam os en 1780. Par a llevar a cabo esta tar ea, com o dijim os anter ior m ente, se han cotejado las obr as m ás sobr esalientes, de las que disponem os en la actualidad, en donde se descr ibe el léxico gener al del español y de sus var iantes, de un lado la edición en línea del DRAE (2001) y de otr o el Tesoro Léxico de las Hablas Andaluzas (2000). Tr as esta r evisión, hem os podido cer tificar que de las 278 voces andaluzas que r egistr am os en el DRAE de 1780, 91 se siguen docum entado com o andalucism os en la 21. ª edición del m ism o, lo que supone un 32, 7 % del léxico r ecogido en nuestr o cor pus: afrailar, agracejo, alamina, albarazada, alcaicería, alcalde de hijosdalgo, alcalde de la cuadra, alcalde del crimen, algaido, da, alhamel, almancebe, almecino, almirón, almona, apurador, arandillo, asistente, atarazana, atravesado, barcina, barcinar, berlinga, berrendearse, caballeros cuantiosos, cabero, cachucho, canasta, capellán real, carmen, castañuela, cauchil, chamberga, charanguero, chivata, cirigaña, clarilla, colaire, compadre, conde, conocedor, coquina, coquinero, costalero, cuartas, despichar, gazpachero, helado, hilo de acarreto, jea, lama, maharrana, mariscal, pajecillo, recova, regañada, romper, salpuga, simado, da, sobajanero, solero, sortijas, suspiro, tajadilla, tajón, telera, temporales, tertil, tinajería, tocador, toldero, toldo, tolones, toñina, torcida, tornas, tornero, traba, tragante, traspalar, traste, tridente, veinticuatro, virote, vivero, zafa, zahínas, zalona, zangandongo, zarandalí, zarrio, zumbón.
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Por otr a par te, se r egistr an en el Tesoro Léxico de las Hablas Andaluzas (2000) las siguientes 172 voces de nuestr o cor pus, que suponen un 61, 9 % del total de nuestr o cor pus, lo que dem uestr a el gr an acier to en la m ar cación andaluza: abocado, acemita, afrecho, agracejo, ajo blanco, alamina, alar, albarazada, albarillo, alcaicería, alcalde de la cuadra, alcarcil, alcubilla, alfajarería, alfarje, algaida, algaido, da, alhamel, alhucema, alicantara, alicante, aljofifa, alloza, almecina, almecino, almirante, almirón, almizqueño, almona, amasijo, amiga, anafe, aperador, apurador, arandillo, arramblar, arropía, arropiero, arrumbar, atarazana, atestar, atravesado, atún, azuquero, barbicacho, barcina, barcinar, barzón, batata, batatín, bejinero, berlinga, berrendearse, berrendo, bitoque, boca, borrajo, cabero, cabestrero, ra, cabuya, cachucho, calabozo, canal, canasta, candela, candonga, canto, capacha, capataz, carmen, casa en alberca, casapuerta, casco, castañuela, cauchil, cegajo, chamberga, charanguero, cherna, chícharo, chivata, cigüeñal, címbara, cirigaña, clarilla, cobra, colaire, collación, collazo, compadre, conde, conocedor, copo, coquina, coquinero, corcha, costalero, cuarta, despichar, embotijar, empanadilla, escardillo, estaca, gazpachero, geta, gula, helado, higuera tuna, hilo de acarreto, jallullo, jarapotear, lama, maleante, marisma, marojo, meollada, oliva, pajecillo, parece que ha comido alejijas, pelantrín, picón, pintarroja, prior, recova, regañada, regocijo, romper, saína, salpuga, serpia, sesada, sillón, simado, da, sobajanero, sobeo, solera, solero, sortija, suspiro, tajadilla, tajón, talla, telera, temporal, tertil, tetuda, tinajería, toba, tocador, toldero, toldo, tolón, toñina, torcida, tornero, traba, tragante, traspalar, traste, tridente, tusón, vafe, veinticuatro, virote, vivero, zafa, zahínas, zalona, zangandongo, zarandalí, zarrio, zumbón.
5. CONCLUSIONES Con la investigación que hem os pr esentado br evem ente en este ar tículo pr etendim os dem ostr ar cóm o una fuente m etalingüística de finales del siglo XVIII com o es el pr im er DRAE (1780) se im pone com o una valiosa y pr eciosa fuente par a el conocim iento del léxico histór ico andaluz. Efectivam ente, pudim os com pr obar la pr eocupación de aquellos pr im er os académ icos por incluir en su r eper tor io un consider able caudal de léxico r egional en gener al y andaluz en par ticular, a pesar de que la edición que hem os exam inado fuer a concebida com o una edición r educida y de ur gencia. Así, llegados a este punto, podem os decir que alcanzam os los objetivos que nos m ar cábam os al pr incipio. Se pudo r ecopilar un cor pus léxico con un núm er o consider able de voces andaluzas tr as el estudio com pleto de esta obr a de 1780, el
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Así, llegados a este punto, podem os decir que alcanzam os los objetivos que nos m ar cábam os al pr incipio. Se pudo r ecopilar un cor pus léxico con un núm er o consider able de voces andaluzas tr as el estudio com pleto de esta obr a de 1780, el DRAE que aquí nos ocupa. La nóm ina de voces r egistr ada, que asciende a un total de 278, aunque par ezca una cifr a a pr im er a vista insignificante en r elación con el conjunto de la obr a, adelantam os que es una gr an y tem pr ana r epr esentación del léxico dialectal en la histor ia de la lexicogr afía académ ica, adem ás de un valioso testim onio par a el conocim iento del léxico histór ico de las hablas andaluzas cor r espondiente a esta par cela cr onológica tan poco estudiada, esto es, el Siglo de las Luces.
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An ex o: cor pu s de an dal u ci sm os
abezan a. s. f. p. And. Quadr illa de yuntas de bueyes que está ar ando. Juga boumturmatin arantia. (DRAE, 1780: s. v.). abocado. En Andalucía la baxa se llam a así el vino que por suavidad es apacible al gusto. En Castilla se dice em bocado. M ollis, lenis. (DRAE, 1780: s. v.). acem i t a. s. f. p. And. y otr. part. El pan hecho de acem ite. Similagineus panis. (DRAE, 1780: s. v.). acem i t e. p. And. Cier to potage que hacen las M or as de tr igo tostado y m edio m olido. Cibus ex tritico torrefacto et semitrito conditus. (DRAE, 1780: s. v.). af r ayl ar . v. a. En algunas par tes, y m ás fr eqüentem ente en Andalucía, se dice de los ár boles, por desm ochar los y cor tar les todas las r am as á r aíz de la cabeza del tr onco. Decacuminare, detruncare. (DRAE, 1780: s. v.). af r ech o. s. m . p. And. y Extr. Lo m ism o que salvado. Según Covar r. viene del latín frango. (DRAE, 1780: s. v.). agr acej o. s. m . p. And. La aceytuna que se cae del ár bol ántes de m adur ar. Oliva immatura. (DRAE, 1780: s. v.). agu adu ch o. En algunas par tes de Andalucía se llam a así el ar m ar io donde se guar dan los vasos de bar r o, que sir ven par a dar de beber. Fictilum repositorium. (DRAE, 1780: s. v.).
aj o bl an co. Condim ento que se hace entr e los r ústicos con ajos m achacándolos cr udos, y echándoles un m igajón de pan, aceyte y agua. Úsase m as com únm ente esta voz en Andalucía. Allium candidum. (DRAE, 1780: s. v. ajo). aj ón j ol i . Planta que vino de las Indias or ientales á Eur opa, y es m uy com un es España, especialm ente en Andalucía. Ar r oja un tallo sem ejante al de la cañaheja, ó al del m ijo, aunque m as alto y gr ueso. Las hojas son de un ver de m ezclado de r oxo: las flor es son ver dosas, y naccen de las juntur as, ó del ángulo que for m as las hojas en el tallo, y de ellas nacen despues unas com o cabecillas á m odo de la ador m ider a, las quales contienen unos gr anitos am ar illos, que es lo que com unm ente se llam a alegr ía. Sesamun. (DRAE, 1780: s. v. alegría ?en Andalucía, donde se llam a tam bién ajónjoli?). al am ín . p. And. M anch. y otr. par. Es el alar ife, que se nom br a par a r econocer las obr as de ar quitectur a, y la calidad de ellas. Fabricarum domuum judicialis estimator. (DRAE, 1780: s. v.). al am i n a. s. f. Especie de im puesto, ó m ulta, que pagaban en Sevilla los oller os por lo que se excedían en la car ga de los hor nos al cocer sus vasijas. Pudo haber tom ado este nom br e por ser el alcalde Alam in á quien se pagaba esta pena pecuniar ia. M ulta figulis imposita. (DRAE, 1780: s. v.).
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al ar . Volat. La per cha de cer das par a cazar per dices. Hállase usado com unm ente en plur al. En Sier r am or ena y M ancha se llam a alar la senda, ó cam ino que se for m a y com pone en las lader as de los cazader os de per dices con r am os y m atas, de m odo que ojeándolas, se las estr echa y obliga á entr ar por donde está oculto y ar m ado el lazo, ó m áquina con que se cogen. Laqueus ex crinibus contextus ad irretinendas perdices. (DRAE, 1780: s. v.). al bah aca l ar ga. p. And. Lo m ism o que M IRABEL. (DRAE, 1780: s. v. albahaca). al baqu ía. En la r ecaudación de diezm os del Ar zobispado de Sevilla es m uy usada esta voz por el r em anente, ó r esiduo que en el pr or r ateo de algunas cabezas de ganado no adm ite división cóm oda, com o seis, ó siete ovejas par a pagar diezm o, &c. Ex supputatione residuum incommode dividendum. (DRAE, 1780: s. v.). al bar azada. Se aplica á una especie de uvas que tienen en el hollejo m uchas m anchas com o jaspeadas, de que hay gr an abundancia en Andalucía. Uva jaspideo colore variata. (DRAE, 1780: s. v.). al bar i l l o. p. And. Una especie de albar icoque m as pequeño que los com unes, blanco, m uy olor oso, dulce y tier no, que despide con m ucha facilidad el hueso, dexando descubier ta la alm endr a á poca fuer za que se haga al abr ir le. Armeniaci muli minores species. (DRAE, 1780: s. v.). al cal de de h i j osdal go. El alcalde de la sala de hijosdalgo, que hay en las
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chanciller ías de Valladolid y Gr anada, en la qual se conoce de los pleytos de hidalguía y de los agr avios que se hacen á los hidalgos, por lo tocante á sus exênciones y pr ivilegios. Es juez togado. Nobilium judex. (DRAE, 1780: s. v. alcalde). al cal de de l a qu adr a. El alcalde de la sala del Cr im en de la audiencia de Sevilla: es juez togado y tiene fuer a de su tr ibunal jur isdiccion civil en su ter r itor io. En estos alcaldes se tr ansfir ió la jur isdiccion que ántes tenian los alcaldes m ayor es de la m ism a ciudad; y por que la sala capitular se llam a quadr a, les daban el nom br e de alcaldes de la quadr a, que hoy conser van los de aquella audiencia. Criminum judex in Hispalensi Senatu. (DRAE, 1780: s. v. alcalde). al cal de del cr i m en . Alcalde de la sala de cr im en, que hay en las chanciller ías de Valladolid y Gr anada, y en algunas audiencias del r eyno: el juez es togado, y tiene fuer a de su tr ibunal jur isdiccion or dinar ia en su ter r itor io. Criminum judex. (DRAE, 1780: s. v. alcalde). al car ci l . s. m . p. And. Alcachofa silvestr e, que difier e solo de la hor tense en ser m as pequeña y tener en las hojas unas puntas m uy agudas, y el gusto ásper o y desabr ido. Dícese tam bién alcaucil y alcacil. El P. Alcalá dice alcaci, y der iva estas voces de cabcila, ó cabcil, que vale lo m ism o, añadido el ar tículo al. Binara silvestris. (DRAE, 1780: s. v.). al caycer i a. s. f. Sitio, ó bar r io com puesto de tiendas, en las quales se vende la seda cr uda, ó en r am a, y no otr o algún géner o de seda; aunque en lo antiguo se
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en esta var ias piezas de bar r o. Es voz ár abe de caizar que vale casa de cesar, añadido el ar tículo al, aunque Juan Lopez de Velasco, y el P. Alcalá dicen que significa lonja de m er cader es. Vicus quo sericum nondum textum conditur, et venditur. (DRAE, 1780: s. v.). al cu bi l l a. s. f. p. Gran. El ar ca de agua. Castellum. (DRAE 1780: s. v. alcubilla). al ex i j as. s. f. p. Especie de puches, que se difer encias del far r o solo en el nom br e, pues se hacen com o este de cebada quebr antada despues de tostada y m ondada, la qual se cuece con agua y sal hasta que se espesa, y tom a algun cuer po; y par a que estén m as sabr osas les echan por encim a un poco de ajónjoli, ó alegr ía. Tam ar id las llam a alexias. Pultis bordacea. (DRAE 1780: s. v. alexijas ?per o en Andalucía, donde se venden públicam ente por las calles, pr onuncian alexijas, y es m as confor m e á su or igen ar ábigo aldixix?). 2 par ece qu e h a com i do al ex i j as. loc. vulg. And. con que se m oteja al que está débil y flaco, por ser este alim ento de m uy poca substancia. Y en el m ism o sentido se dice, tiene car a de alexijas. Homo videtur pulte nutritus. (DRAE 1780: s. v. alexijas). al f ah ar er ía. s. f. Lo m ism o que alfar er ía, ó alfar. Tiene uso en Andalucía. (DRAE, 1780: s. v.). al f aj or . s. m . Pasta hecha de alm endr as, nueces, y alguna vez piñones, pan tostado y r allado, y especia fina, con m iel m uy subida de punto. (DRAE 1780: s.v. alajú: ?En algunas par tes de España, y especialm ente en Andalucía, se llam a alfajor.?).
al f ar ge. s. m . La piedr a infer ior del m olino de aceyte, segun Covar r ubias. En Sevilla, donde esta voz tiene uso, significa solam ente el poyo r edondo, tr es palm os, ó una var a elevado del suelo, y hecho de ladr illo, ó piedr a, en el que se encaxa y asegur a la m uela infer ior. M eta molaria. 2 al f ar ge. El techo de un aposento, ó sala, labr ado de var ios m odos en las m ader as. Es voz ar ábiga, y que tiene uso en Sevilla. Tectum tignis tabulisque vario modo contextum. (DRAE 1780: s. v.). al gayda. s. f. Cer r o de ar ena, que for m a, y suele el viento m udar de una par te á otr a en las or illas del m ar. Es voz m uy usada en este sentido en las costas de Andalucía. Arenae fluviaticae, aut marinae monticulus. (DRAE, 1780: s. v.). al gaydo, da. adj. Lo que está cubier to de r am a, ó paja. Úsase en Andalucía y par ticular m ente en la par te que confina con el Algar be por el Condado de Niebla, donde llam an a las casas cubier ta con paja, ó r am a, casas algaydas. Tuguriolum. (DRAE, 1780: s. v.). al h am el . s. m . Bestia de car ga. Voz usada en Andalucía, donde es costum br e tener caballos con angar illas texidas de m im br es y listas de cuer o cr udo par a llevar todo géner o de car gas gr andes. Es palabr a for m ada del ár abe ahmil, por que el P. Alcalá en su Vocabular io pone por equivalente de car ga de bestia, y del ar tículo al. Bestia sarcinaria. (DRAE, 1780: s. v.). al h u zem a. s. f. Planta ar om ática, que por otr o nom br e se llam a espliego. Úsase com unm ente esta voz en Andalucía. Es voz for m ada del nom br e ar ábigo
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al h u zem a. s. f. Planta ar om ática, que por otr o nom br e se llam a espliego. Úsase com unm ente esta voz en Andalucía. Es voz for m ada del nom br e ar ábigo huzima, que el P. Alcalá le da por cor r espondiente, y del ar ábigo al. Spica nardi. (DRAE, 1780: s. v.). al i cán t ar a. s. f. Anim alejo á m aner a de lagar tija, cuya m or dedur a es m or tal. Cr íase en Sier r a M or ena hácia Andujar. Serpens quodam, lacertae simile, cujus morsus letbalis est. (DRAE, 1780: s. v.). al i can t e. s. m . Especie de culebr a, que tiene de lar go com o var a y m edia, y de gr ueso lo que abulta la pier na de un hom br e; per o su cabeza es m ayor de lo que cor r esponde á este tam año. Sus dientes son m uchos, y sem ejantes á los colm illos del gato, y la piel m anchada de par do obscur o sobr e cam po ceniciento, aunque tal vez se ha visto de color ver de clar o. Las labor es que for m an estas m anchas se par ecen a las de las víbor as. Es anim al fer ocísim o, que em biste aunque no le inquieten; y de tanta fuer za que suele despedazar á un hom br e. Su veneno es m or tal. Hay noticia de haber se encontr ado alguna vez en tier r a de Sevilla. Serpens admodum ferus, et venenosus. (DRAE, 1780: s. v.). al i cat ado. s. m . La obr a hecha de azulejos. Es voz usada en Andalucía, donde pr incipalm ente se ven m uchas casas con esta labor y ador no, que par ece haber se tom ado de los M or os; y los ar tífices de aquella pr ovincia le llam an obr a de alicatado. Opus tessellis discoloribus ornatum. (DRAE, 1780: s. v.). al j of i f a. s. f. Paño basto de lana par a
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fr egar el suelo enladr illado, ó enlosado de las casas. Es voz de uso fr eqüente en Andalucía, Toledo y otr as par tes; y com puesta del ar tículo al, y del nom br e ar ábigo jafifa, que según el P. Alcalá significa esponja de m ar, sin duda por que en lo antiguo se usar ía de esponjas par a este efecto. Pannus detersorius. (DRAE, 1780: s. v.). al l oza. s. f. En algunas pr ovincias, señaladam ente en Gr anada, significa la alm endr a ver de. Tr aen esta voz el P. Alcalá y Covar r ubias, la qual se for m ó del ar tículo al, y del nom br e ar ábigo leuc, que el m ism o P. Alcalá pone por cor r espondiente de alm endr a. En la M ancha se llam a ar zolla. Amygadalum viride. (DRAE, 1780: s. v.). al m acaer o. s. m . El que tiene por oficio un géner o de pesca que se hace con bar co en el r io de Sevilla. Qui ex cymbula piscatur, piscator horiarius. (DRAE, 1780: s. v.). al m aci gar . v. a. Sahum ar, ó per fum ar alguna cosa con alm áciga, com o la tinaje del agua, ó los bar r os en que se bebe: lo que es m uy usado en Andalucía, ya por gusto, ya por r em edio par a el estóm ago. M astiches fumo suffiere adolere. (DRAE, 1780: s. v.). al m an cebe. s. m . ant. El bar co pr epar ado par a cier to géner o de pesquer ía que se hacía en el r io Guadalquivir, cer ca de Sevilla. Piscatoria cymba. (DRAE, 1780: s. v.). al m ar j o. s. m . p. And. Yer ba silvestr e, lo m ism o que sosa. El P. Guadix, según Covar r ubias, der iva esta palabr a de la ar ábiga almarch, que significa pr ado, ó
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vega; y el P. Alcalá pone por cor r espondiente á estas el nom br e ar ábigo marg, que se difer encia m uy poco del r efer ido almarch; aunque tam bien tr ae la castellana alm ar jo. (DRAE, 1780: s. v.). al m azar a. s. f. p. M ur. y Gran. El m olino de aceyte. Es voz ar ábiga, pues el P. Alcalá tr ae los nom br es maazara y maacir por cor r espondientes del m ism o m olino. (DRAE, 1780: s. v.). al m azar er o. s. m . p. M ur. y Gran. El m oliner o de aceyte. Olei pistos, olearius. (DRAE, 1780: s. v.). al m eci n a. s. f. El fr uto del alm ez. Hoy solo tiene uso esta voz en Andalucía. Loti, vel fabae aegyptiae fructus. (DRAE, 1780: s. v.). al m eci n o. s. m . p. And. El alm ez. (DRAE, 1780: s. v.). al m el ga. s. f. El sur co que el labr ador hace á var ias distancias, ya par a dir eccion de los dem as, y ya pr incipalm ente par a m ar car los espacios en que se ha de ir echando la sim iente. Úsase de esta voz en Estr em adur a y Andalucía. Surculus ad arationem, vel seminationem dirigendam. (DRAE, 1780: s. v.). al m i r an t e. s. m . p. And. El m aestr o de nadar. Natatorum magister. (DRAE, 1780 [Sup.]: s. v.). al m i r on . s. m . La achicor ia. Esta voz tiene uso en Andalucía, y la tr aen Nebr ixa y el P. Alcalá. Tam ar id la pone entr e los vocablos ar ábigos intr oducidos en castellano. (DRAE, 1780: s. v.). al m i zqu eñ o, ñ a. adj. p. And. Lo m ism o
que alm izcleño. (DRAE, 1780 [Sup.]: s. v.). al m on a. s. f. p. And. Casa en la que se fabr ica el xabon, y lo m ism o que xaboner ía. (DRAE, 1780: s. v). al ver j on . s. m . Especie de ar veja, de la qual se distingue en ser su sim iente m as gr ande y r edonda, y de color alagar tado. La com en en yer ba difer entes anim ales, y señaladam ente sir ve su sim iente m olida de pasto á los bueyes, y enter a á las palom as. Pisum. (DRAE, 1780: s. v. arvejón ?en las (pr ovincias) de Andalucía se conoce com unm ente con el nom br e de alverjon?). am asi j o. s. m . p. And. La pieza donde se am asa. Locus ubi subigitu farina. (DRAE, 1780 [Sup.]: s. v.). am i ga. s. f. En algunas par tes, especialm ente en Andalucía, es la escuela de niñas; y así dicen: fulana ha puesto am iga, esto es, escuela de niñas. Pudo dar se este nom br e á la escuela de niñas por haber le tenido pr im er o la m ism a m aestr a, y así le conser va todavía en Canar ias, adonde es natur al pasase desde Andalucía. M uchos por usar se conm unm ente esta voz con el ar tículo la, pr onuncian lam iga, par a evitar la cacofonía: y de aquí ha pr ocedido que quando se usa sin el ar tículo, se dice vulgar m ente m iga, lo que es cor r upcion. Puellarum schola. (DRAE, 1780: s. v.). an af e. s. m . Especia de hor nilla por tátil de hier r o, bar r o, ó piedr a blanda, que según su m ater ia tiene difer entes figur as. Úsase m as com unm ente en Andalucía. Clibanus, vel furnus portabilis. (DRAE, 1780: s. v.).
LÉXICO ANDALUZ EN EL PRIM ER DRAE (1780)
an dada. p. And. y Extr. El pan que se pone m uy delgado y llano, par a que al cocer quede m uy dur o y sin m iga. Planior ac depressior panis. (DRAE, 1780: s. v.). aper ador . s. m . p. And. El que cuida de la hacienda del cam po, y de todas las cosas per tenecientes á la labr anza. Villicus, cui tota rei rusticae cura a domino committitur. (DRAE, 1780: s. v.). apu r ador . Llam an en Andalucía los cosecher os de aceyte al que despues del pr im er var eo de los olivos, va der r ibando con una var a m as cor ta las aceytunas que han quedado. In Baetica is dicitur qui post primam decisionem residuas olivas virga decutit. (DRAE, 1780: s. v.). ar an di l l o. s. m . p. And. El tontillo de m énos vuelo, que en castilla llam an cader illas. Palla dilatata, turgida. (DRAE, 1780: s. v.). ar r am bl ar . v. a. p. And. y Ar. Dexar los ar r oyos, ó tor r entes llena de ar ena la tier r a por donde pasan en tiem po de avenidas. Terentes siernere agros, et arena operire. (DRAE, 1780: s. v.). ar r ebol er a. p. Extr. y Gran. La m uger que vende salser illas de ar r ebol. Fuci, vel purpurissi venditrix. (DRAE, 1780: s. v.). ar r opi a. s. f. p. And. Lo m ism o que m elocha. (DRAE, 1780: s. v.). ar r opi er o. s. m . p. And. El que hace, ó vende ar r opía. M elliscocti venditor, fabricator. (DRAE, 1780 [Sup.]: s. v.). ar r u m bar . v. a. p. And. Poner alguna cosa com o inútil en lugar excusado. Rem inutilem recondere, abjicere. (DRAE, 1780: s. v.).
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ar r u m bar . En la vinater ía de Xer ez, y de aquellos puer tos es lo m ism o que tr asegar los vinos. (DRAE, 1780: s. v.). asi st en t e. En algunas par tes cor r esponde a lo m ism o que cor r egidor, com o en Sevilla. Praefectus urbis. (DRAE, 1780: s. v.). at ar azan a. En Andalucía se da este nom br e al par age donde se guar da el vino en toneles. Cela vinaria. (DRAE, 1780: s. v.). at est ar . v. n. m et. y r am . p. And. Lo m ism o que atr acar. Úsase tam bién com o r ecípr oco. (DRAE, 1780: s. v.). at r avesado. M ulato, ó m estizo. Hybris. (DRAE 1780: s. v. atravesado ?En Andalucía se llam a así al m ulato o m estizo?). (DRAE, 1780: s. v.). at u n . s. m . Pescado m uy gr ueso y de cinco á seis pies de lar go. Su car ne es cr asa y algo sem ejante al tocino. Tiene pestañas lar gas y dur as. Péscase com unm ente en las alm adr abas de las costas de Andalucía. Thynnus, vel thunnus. (DRAE, 1780: s. v.). au di en ci a de l os gr ados. Así se llam a la Real Audiencia de Sevilla, por haber se r efundido en ella la jur isdicción de difer entes jueces, ante quienes de gr ado en gr ado se r epetían m uchas veces las apelaciones. Senatus hispalensis. (DRAE, 1780: s. v. audiencia). ax i m ez. s. m . Ventana hecha en ar co con una colum na, que la sostiene por m edio. Es voz ár abe, que se conser va en Cór doba y algunas par tes de Andalucía. Arcuata fenestra columnae innixa. (DRAE, 1780: s. v.).
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azn ach o. s. m . Ár bol silvestr e sem ejante al pino, per o sus r am as son m uy pequeñas y su hoja m uy m enuda. No hace copa, sino viste el tr onco igualm ente desde abaxo ar r iba: su tr onco no excede el gr ueso de un m uslo y su m ayor altur a llega á dos estados. Se cr ia en algunos par ages calientes del r eyno de Gr anada. Pinaster. (DRAE, 1780: s. v.). azu qu er o. s. m . p. And. Lo m ism o que azucar er o. (DRAE, 1780 [Sup.]: s. v.). bar bi cach o. s. m . La cinta, ó toca que se echa por debaxo de la bar ba. Úsase de esta voz en Extr em adur a, Andalucía y otr as pr ovincias. Fascia mentum operiens, vitta mentum ambiens. (DRAE, 1780: s. v.). bar ci n a. s. f. p. And. Red hecha r egular m ente de espar to par a r ecoger paja y tr anspor tar la. Llám ase tam bién así la m ism a car ga, ó haz gr ande de paja. Rete sparteum, vel praegrandis paleae fascis. (DRAE, 1780: s. v.). bar ci n ar . v. n. Coger las gavillas de m ies y echar las en el car r o par a conducir las á la er a. Es voz de la Andalucía baxa. Frumetarios fasces, sive messes plaustro imponere. (DRAE, 1780: s. v.). bar zon . s. m . Paseo ocioso, úsase en algunas par tes de Andalucía y Extr em adur a en la fr ase dar, ó hacer bar zones, por lo m ism o que bar zonear. Vagari, cursitare, desidiosa vagatio. (DRAE, 1780: s. v.). bar zon ear . v. n. Andar vago, y sin destino. Úsase en algunas par tes de Andalucía y Extr em adur a. Desidiose, vel desidiosum vagari. (DRAE, 1780: s. v.).
bat at a. s. f. Raiz de una planta que tiene el m ism o nom br e: es lar ga y com unm ente tor cida, por dentr o blanca y por fuer a par ta y algo m ayor de las que llam an papas. Cr íase con abundancia en las cer canías de M álaga. Batata, radix quaedam M alaca copiose affluens. (DRAE, 1780: s. v.). bat at i n . s. m . p. And. La batata m enuda y de m énos pr ecio. Batata minuta. (DRAE, 1780: s. v.). bef ar . v. n. M over los caballos los betos, o labios, alar gándolos par a alcanzar la cadenilla del fr eno: es voz usada en los picader os de Cór doba. Equos labia movere ad fraena mordenda. (DRAE, 1780: s. v.). ber l i n ga. s. f. p. And. Un palo clavado per pendicular m ente, desde el qual á otr o sem ejante se ata un cor del, ó soga par a tender r opa al sol. Palus terrae infixus, quo funes alligantur ad exsiccanda lintea. (DRAE, 1780: s. v.). ber r en dear se. v. r. p. And. Se dice del tr igo cuando se pinta. Tricitum variegari, colorem nativum mutare. (DRAE, 1780: s. v.). ber r en do. p. And. El tr igo pintado. Frumenti genus variegatum, vario colore pictum. (DRAE, 1780: s. v.). bex i n er o. s. m . ant. En algunas par tes de Andalucía se llam aba así al que ar r endaba la bexina, ó alpechin par a sacar el aceyte, y á qualquier a que entendia en esta unidad. Amurcae conductor, vel negotiator. (DRAE, 1780: s. v.). bi t oqu e. s. m . p. And. El palo r edondo
LÉXICO ANDALUZ EN EL PRIM ER DRAE (1780)
con que se cier r a el agujer o, ó piquer a de los toneles. Obturamentum doliare. (DRAE, 1780: s. v.). bocas. Especie de cam ar on sem ejante al cangr ejo, per o m as pequeño, cuya car ne es sabr osa y está encer r ada en una especie de vaynas, ó conchas algo fuer tes. Cammarus, piscis ex crancorum genere. (DRAE, 1780: s. v. boca ?Es voz usada en Andalucía y pr ovincias confinantes, y r egular m ente se usa m as en plur al diciendo bocas?). bor r aj o. s. m . Lo m ism o que r escoldo. Hoy tiene uso en Andalucía y Extr em adur a. (DRAE, 1780: s. v.). cabal l er os qu an t i osos, ó de qu an t ía. Los hacendados que en las costas de Andalucía y otr as par tes tenian obligacion de m antener ar m as y caballos par a salir á la defensa de la cosata quando la acom etian los M or os. Ditiore equites maris ora ab hostium incursibus persiculo suo tentes, protegentes. (DRAE, 1780: s. v. caballero). caber o. s. m . En Andalucía la baxa es el que tiene por oficio echar cabos, m angos, ó m ástiles á las her r am ientas de cam po, com o azadas, azadones, escar dillos, &c. y hacer otr as que todas son de m ader a, com o bielgos, r astr illos, aguijadas, ó aijadas, hor cas, &c. M anubriorum artifex. (DRAE, 1780: s. v.).
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1780: s. v.). cach u ch o. En Andalucía es lo m ism o que cachar r o. (DRAE, 1780: s. v.). cadal ech o. s. m . Cam a texida de r am as, de que usan en las chozas de Andalucía y otr as par tes. Lectulum ramusculis contextum. (DRAE, 1780: s. v.). cal abozo. Instr um ento de hier r o, que sir ve par a desm ochar y podar ár boles. Hoy tiene uso en Extr em adur a, Andalucía y otr as par tes. Falx putatoria. (DRAE, 1780: s. v.). cal i m aco. s. m. En Andalucía, Extr em adur a y otr as par tes se llam a así el calam aco. (DRAE, 1780: s. v.). can al . Llam an así en la Andalucía á una especie de teja delgada y m ucho m as com bada que las que tienen el nom br e de tejas, y sir ve par a for m ar en los tejados los conductos, ó canales por donde va el agua. Collidicia, tegula, canaliculata. (DRAE, 1780: s. v.). can ast a. La m edida de las aceytunas en el alxar afe de Sevilla, y es de cabida de m edia fanega. Certa olivarum mensura. (DRAE, 1780: s. v.). can del a. p. And. La lum br e; y así se suele decir : ar r im ar se á la candela. Ignis. (DRAE, 1780: s. v.).
cabest r er o, r a. adj. p. And. que se aplica á las caballer ías que em piezan á dexar se llevar del cabestr o; y así se dice: potr o cabestr er o, m ula cabestr er a. Bestia capistro parens. (DRAE, 1780: s. v.).
can di el . s. m . M anjar delicado que se hace con vino blanco, yem as de huevo, azúcar y otr as especies. Úsase fr eqüentem ente en Andalucía y otr as par tes. Dapes ex ovorum vitellis, saccharon et vino conditae. (DRAE, 1780: s. v.).
cabu ya. p. And. La cuer da hecha de hilo de pita. Restis indico filo texta. (DRAE,
can don ga. p. And. El chasco, ó bur la que se hace á alguno de palabr a con apodos,
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ó chanzas continuadas; y suele decir se: dar candonga. Derisio, irrisio. (DRAE, 1780: s. v.). can t o. p. Extr. y And. Lo m ism o que canter o de pan. (DRAE, 1780: s. v.). capach a. p. And. Espuer ta pequeña de palm a que sir ve par a llevar fr uta, y otr as cosas m enudas. Vas palmeum, fiscella palmea. 2 capach a. Vulgar m ente se da este nom br e a la or den de S. Juan de Dios. Llam óse así por que en su pr incipio los r eligiosos r ecogian la lim osna que pedian par a los pobr es en unas cestillas de palm a, que nom br an capachas en Andalucía, donde em pezó esta ór den. Religiosus ordo a S. Joanne de Deo fundatus. (DRAE, 1780: s. v.). capat az. En Andalucía y otr as par tes se llam a así la per sona á cuyo car go está la labr anza y adm inistr ación de las haciendas de cam po. Villicus. (DRAE, 1780: s. v.). capel l an r eal . El que obtiene capellanía por nom br am iento del Rey, com o los que hay en las capillas de San Isidr o de M adr id, de Toledo, Sevilla, Gr anada y otr as. Regius capellanus. (DRAE, 1780: s. v. capellan). capot e de dos f al das. p. And. y otr. par. Lo m ism o que capotillo de dos faldas. (DRAE, 1780: s. v. capote). capot i l l o de dos h al das, ó f al das. Casaquilla hueca, abier ta por los costados hasta abaxo, y cer r ada por delante y por atr ás, con una aber tur a en m edio de las dos faldas par a m eter por ella la cabeza: tiene unas m angas sueltas, que se dexan caer á la espalda quando se quier e. Usan de este tr age los hom br es
del cam po en Andalucía, la M ancha y otr as pr ovincias, y tam bién lo suele usar la gente m oza por gala, guar necido el capotillo con cintas y otr as cosas de ador no. Sagulum . (DRAE, 1780: s. v. capotillo). car ey. s. m . p. And. Concha de tor tuga m ar ina, que despues de beneficiada sir ve par a caxas, em butidos y otr os usos. Concha marina testudinea. (DRAE, 1780: s. v.). car m en . s. m . En Gr anada se llam a así la quinta con huer to, ó jar din que sir ve par a r ecr eo en el ver ano. Hortus, viridarium. (DRAE, 1780: s. v.). casa, obr a, & c. en al ber ca. m od. adv. p. And. La que tiene hechas las par edes no m as, sin tener cogidas las aguas, ó hechos los techos. Subdiale opus. (DRAE, 1780 [Sup.]: s. v. alberca). casapu er t a. s. f. El zaguan por donde se entr a á la casa. Es voz usada en Andalucía y otr as par tes. Vestibulum, propyleum. (DRAE, 1780: s. v.). casco. En Andalucía la baxa llam an así á la pipa, ó tonel de m ader a en que se tr afica y conser va el vino. Cupa. (DRAE, 1780: s. v.). cast añ u el a. En Andalucía la baxa se llam a así cier ta yer ba delgada lar ga y espesa, que se cr ia en lagunas y sitios pantanosos, que en estando m adur a y seca la siegan, y sir ve par a cubr ir las chozas, cabañas, &c. Herba palustris, tuguriolis cooperiendis idonea. (DRAE, 1780: s. v.). cau ch i l . s. m . En Gr anada se llam a así una especie de pozo, ú hoyo pequeño com o de tr es quar tas de pr ofundidad por
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donde cor r e subter r anea una por cion de agua, á cuyo nivel hay var ios encañados par a r epar tir la á las fuentes públicas y casas cir cunvecinas. Estos cauchiles están cubier tos con losas, y situados r egular m ente en los m as alto de las calles. Fosa aquaria, aquae receptaculum. (DRAE, 1780: s. v.). cazon al . s. m . p. And. Los ar r eos y apar ejos que sir ven par a la pesca de los cazones, com o r edes, cuer das, anzuelos, bar cos, &c. M ustelis picandis apparatus. (DRAE, 1780: s. v.). cegaj o. s. m . En Andalucía y otr as par tes se llam a así al m acho de cabr ío quando solo tiene dos años. Caper bimus. (DRAE, 1780: s. v.). ch am ar i z. s. m . p. And. y otr. par. Páxar o del tam año del xilguer o, y de color ver de. Víreo, viridia. (DRAE, 1780: s. v.). ch am ber ga. p. And. Géner o de cinta de seda m uy angosta. Taeniola serica. (DRAE, 1780: s. v.). ch an ci l l er ía. s. f. Tr ibunal super ior de justicia, donde adem as de los pleytos que en él se intr oducen, se conoce por apelacion de todas las causas de los jueces de las pr ovincias que están dentr o de su ter r itor io: y pr ivativam ente de las de la hidalguía, y pr opiedades de m ayor azgos. De sus executor ias no hay apelación, y solo se adm ite el r ecur so por agr avio, ó injusticia notor ia, y la suplicacion al Rey en gr ado de m il y quinientas. Hay dos chanciller ías en España: una en Valladolid, y otr a en Gr anada. Supremum rei forensis tribunal. (DRAE, 1780: s. v). ch ar an gu er o. s. m . En los puer tos de
Andalucía llam an (DRAE, 1780: s. v.).
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así
al
buhoner o.
ch er n a. s. f. Pescado de m ar del tam año de un salm on, per o m as ancho: las escam as color adas, la car ne blanca y sabr osa. Es m uy com un en la Andalucía. Piscis gennus salmoni similis. (DRAE, 1780: s. v.). ch i bat a. s. f. p. And. La por r a que tr aen los pastor es. Pedum. (DRAE, 1780: s. v.). ch i ch ar o. s. m . p. And. Lo m ism o que guisante. (DRAE, 1780: s. v.). ci goñ al . s. m . Pér tiga enexada sobr e un pie der echo, de que se usa en Andalucía y otr as par tes par a sacar agua de algunos pozos, con que r egar, ó dar de beber al ganado. Llám ase así por tener alguna sem ejanza con la cigüeña. Pertica putealis, ciconia, lignum rostrorum. (DRAE, 1780: s. v.). ci gü eñ al . s. m . p. And. Lo m ism o que cigoñal. (DRAE, 1780: s. v.). ci m bar a. s. f. Instr um ento r ústico m uy sem ejante á la guadaña, per o es m ayor : tiene la hoja m as ancha y pesada, y con ella se siega y cor ta á golpe. Sir ve com unm ente par a r ozar las m atas y m onte baxo, y se usa m ucho en la Andalucía baxa. Falx messoria. (DRAE, 1780: s. v.). cl ar i l l a. s. f. Se llam a en algunas par tes de Andalucía la lexía que se saca de la ceniza par a lavar la r opa blanca. Lixivia. (DRAE, 1780: s. v.). cobr a. s. f. p. And. y Extr. Cier to núm er o de yeguas apar eadas, que han de ser cinco á m énos, y sir ven par a tr illar. Equae areis terendis aptatae. (DRAE,
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1780: s. v.).
murex. (DRAE, 1780: s. v.).
col ayr e. s. m . p. And. Lugar, ó par age por donde pasa el ayr e colado. Angustus aeris tansitus. (DRAE, 1780: s. v.).
coqu i n er o. s. m . p. And. El que coge, vende y tr ata en coquinas. Conchita, conchylii legulus. (DRAE, 1780: s. v.).
col l aci on . s. f. p. And. Lo m ism o que colacion. (DRAE, 1780: s. v.).
cor ch a. p. And. y otr. part. Lo m ism o que cor cher a. (DRAE, 1780: s. v.).
col l azo. En Castilla y algunas par tes de Andalucía se llam a así el m ozo que r eciben los labr ador es par a que les labr en sus tier r as, y á quienes suelen dar algunas her edades que labr en par a sí. (DRAE, 1780: s. v.).
cor r i do de l a cost a. p. And. Cier to tañido que se toca en la guitar r a, ú otr o instr um ento, á cuyo son se cantan las que llam an xácar as. Díxose así por que se inventó en la costa de M álaga. Sonus concitatior canencis cantiunculis optus. (DRAE, 1780: s. v.).
com padr e. En Andalucía y en algunas otr as par tes se suelen llam ar así á los am igos y conocidos, y á los que por casualidad se juntan en posadas y cam inos. Amicus. (DRAE, 1780: s. v.). con de. p. And. En las quadr illas de gente r ústica que tr abajan á destajo, es una segunda per sona que los m anda y gobier na despues del m anijer o. Operis redemtor primus a ductore. (DRAE, 1780: s. v.). con ocedor . En Andalucía dan este nom br e al que en Castilla llam an m ayor al de las vacadas ó tor adas. Pastorum praefectus, pastos primarius. (DRAE, 1780: s. v.).
cost al er o. s. m . p. And. Lo m ism o que espor tiller o, ó m ozo de cor del. (DRAE, 1780: s. v.). cot a. s. f. Nom br e pr opio que se da en Andalucía á las M ar ias. M aria. (DRAE, 1780: s. v.). despi ch ar . v. a. p. And. Desgr anar la uva, par a que no quedándole cosa alguna del escobajo, salga el vino m as agr adable al gusto. Scapis purgare botros. (DRAE, 1780: s. v.).
copos. La flor del ár bol ar om o. Es dor ada, r edonda y vellosa: su olor m uy fr agante: el pie lar go y delgado com o el de las cer ezas, y del tam año y figur a de la guinda. Aromata, aroma. (DRAE 1780: s. v. aroma ?que en algunas par tes de la Andalucía llam an copos?).
em bot i j ar . v. a. Poner ántes de solar, ó enladr illar una sala m uchas botijas juntas, for m ando de ellas y de tier r a un suelo par a quitar la hum edad; lo que se hace m uy de or dinar io en Sevilla y otr as par tes de Andalucía, par a que sean segur os y habitables los quar tos baxos de las casas, que por esta r azon se llam an quar tos em botijados. Pavimentum lagenulis sternere ad humiditatem sugendam. (DRAE, 1780: s. v.).
coqu i n a. s. f. p. And. Especie de m ar isco. Llám ase tam bien así la conche pequeña en que se cr ia. Concha, conchylium,
em pan adi l l a. p. And. El banquillo que se pone en los estr ibos de los coches par a sentar se que se quita y se pone quando
LÉXICO ANDALUZ EN EL PRIM ER DRAE (1780)
es m enester. Subsellium amobile. (DRAE, 1780: s. v.). en car o. p. And. El tr abuco. (DRAE, 1780: s. v.). en cosadu r a. s. f. p. And. La costur a y union de lienzo delgado con otr o m as enter o y basto, que se suele hacer en las cam isas que llam an gallegas, pr opias de m uger es or dinar ias, cuya m itad de m edio cuer po ar r iba es de lienzo delgado, y la m itad de m edio cuer po abaxo es de lienzo fuer te y basto. Diversorum linteorum sutura. (DRAE, 1780: s. v.). en cu r t i r . v. a. p. And. Echar los pepinos, pim ientos y otr as cosas en vinagr e, par a que se cur tan y sazonen. Aceto macerare. (DRAE, 1780: s. v.) en x er i do. p. And. Pasm ado de fr ío. (DRAE, 1780: s. v.). escar di l l o. p. And. y otr. part. Los flecos r edondos que salen de los car dos salvajes y per unos después de secos, y que el viento los lleva por el ayr e com o pelotas huecas por su liger eza, por lo qual tam bien se suelen llam ar duendes. Cardui flocculum. (DRAE, 1780: s. v.). espon j ado. p. And. y otr. part. El pan de azúcar r osado. Saccharum pumicatum. (DRAE, 1780: s. v.). est aca. La r am a, ó palo que se planta y cultiva par a que dé fr uto con el tiem po, y r egular m ente en Andalucía se entiende de las de los olivar es. En algunas par tes llam an á este géner o de plantar, enxer ir de estaca. Arbustum plantatio, talea. (DRAE, 1780: s. v.). est u r ar . v. a. p. And. Secar á fuer za de
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fuego, ó calor alguna cosa; lo que se dice con m as pr opiedad de las viandas y guisados, quando se les consum e el xugo, y en cier to m odo se tuestan. Ustulare. (DRAE, 1780: s. v.) gach u pi n . s. m . El Español que pasa y m or a en las Indias, donde se llam a gachupin. Es voz m uy usada en Andalucía. Hispanus advena, qui apud Indos degit. (DRAE, 1780: s. v. cachupin). gazpach er o. s. m . p. And. El que lleva el gazpacho á los que estan tr abajando en el cam po. Qui defert agricolis pulmentariam offum. (DRAE, 1780: s. v.). get a. p. And. Lo m ism o que seta especie de hongo. (DRAE, 1780: s. v.). gor r on es. p. p. And. Los gusanos de seda, que al tiem po que los dem ás hilan sus capullos, se estan quietos, y no hacen lo m ism o. Bombyces otiosi. (DRAE, 1780: s. v.). gr i s. p. And. El ayr e y tiem po m uy fr io. Aer rigens. (DRAE, 1780: s. v.). gu l a. p. And. El bodegon. Ganea. (DRAE, 1780: s. v.). h ai z. Llam an en Gr anada al guar da de la r enta de la seda. Vectigalium custos. (DRAE, 1780: s. v.). h el ado. p. And. y otr. part. Azucar r osado. Saccharum conglaciatum. (DRAE, 1780: s. v.). h i gu er a de t u n a, ó de l a i n di a. Planta m uy com ún en Áfr ica, de donde pasó á España, y se halla en abundancia en las costas de Andalucía, y par ticular m ente en Gibr altar, Cádiz y Algecir as. Es m uy par ecida á la pinta, y luego que sale de la tier r a el tr onco, em pieza á echar unas
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hojas de la m ism a hechur a y tam año de una pala de jugar á la pelota, m uy unidas unas con otr as, y del gr osor de dos dedos, llenas todas de puas m uy agudas. Pr oduce el fr uto pegado á la hoja, que es una especie de higo de la figur a de un bar r ilillo todo lleno por defuer a de puas m uy sutiles, el qual es ver de, y en llegando á su per fecta m adur ez, es dor ado: par a com er se se abr e con un cuchillo, y quitada esta pr im er a cor teza se encuentr a la fr uta, que es dulcísim a, y toda gr anujosa, y en sum o gr ado r efr iger ante. Sir ve esta planta par a cer car las her edades y huer tas, por que sus hojas y sus puntas la hacen m as im penetr able que las tapias m as fuer tes. En otr as par tes se llam an higuer as de pala. Opuntia, tuna, palla. (DRAE, 1780: s. v. higuera). h i l o de acar r et o. p. And. Lo m ism o que br am ante. Es uno de los hilos de cáñam o, com o el de car tas. (DRAE, 1780 [Sup.]: s. v. acarreto). h i l o de pi t a. Cier to géner o de hilo, que se saca de la planta llam ada pita, m uy com un en Andalucía, y par ticular m ente en el r eyno de Sevilla; la qual es m uy par ecida á la higuer a de tuna o de Indias; y solo se difer encia en que en lugar de fr uto en sus hojas, ar r oja un géner o de estopa, de que se saca el hilo, el qual ser via antiguam ente par a hacer puntas y deshilados, m anteniéndose casi siem pr e de un color par do. Arbusti sic vulgo dicti subtilissimum filum, seu filamentum. (DRAE, 1780: s. v. hilo). h ol an . s. m . Nom br e que dan en Andalucía al lienzo que com unm ente se llam a cam br ay. Linteum cameracense.
(DRAE, 1780: s. v.). h u si l l os. p. p. And. Los conductos por donde se desaguan los lugar es inundados, ó que pueden padecer inundación. Cloaca. (DRAE, 1780: s. v.). j u ez de al zadas. En lo antiguo se llam aba así todo juez super ior á quien iban las apelaciones de los infer ior es. Hoy se conser va con el m ism o nom br e y jur isdiccion en los Consulados de Sevilla, Cádiz, Bilbao, en la ciudad de Toledo y otr as par tes. Llám ase tam bien juez de apelaciones. Judex appellationum. (DRAE, 1780: s. v. alzadas). l am a. p. And. Ar ena suavísim a y m enudísim a que sir ve par a m ezclar con cal. (DRAE, 1780: s. v.). l as si et e r en t i l l as. Llam an en el Consejo de Hacienda á cier tas r entas, ó r am os de ellas, que por no ser de m ucha entidad, se ar r iendan todas juntas, y son la r enta de los naypes del r eyno, el quinto de la nieve, su m illon y alcabala, la extr accion y r egalía del r eyno de Sevilla, los puer tos y aduanas del dicho r eynado, los m illones de lo que se car ga por el r io de Sevilla, y la r enta de pescados, salados y salpr esados. Septem vectigalia m inor a. (DRAE, 1780: s. v. rentilla). l i l ayl a. s. f. Texido de lana m uy delgado, clar o y estr echo, del qual se hacen en Andalucía m antos par a las m uger es pobr es, ó r ústicas: y tam bien se hacen m antos capitular es par a los caballer os de las Ór denes m ilitar es. Lanea tela rarescens. (DRAE, 1780: s. v.). m aest r an za. s. f. p. And. Congr egacion, ó junta de var ios sugetos de calidad, par a exer citar se en el m anejo de los caballos
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con destr eza. Artis equestris magisterii societas. (DRAE, 1780: s. v.).
Andalucía, &c. Tribunus militum. (DRAE, 1780: s. v.).
m aj ar r an a. s. f. p. And. Lo m ism o que tocino fr esco. Car o suina r ecens. (DRAE, 1780: s. v.).
m ar i sm a. s. m . Tier r a salada con el agua del m ar, que la baña á tr echos, y la ester iliza. (DRAE, 1780: s. v. saladar ?Llám ase tam bién salado y en Andalucía marisma?).
m al ean t e. p. And. Gente ociosa, valentona, que m alea la gente m oza. M alignus, vagabundus. (DRAE, 1780: s. v.). m an dar . p. Extr. And. y otr. par. Enviar. M ittere. (DRAE, 1780: s. v.). m ar avedí. M oneda de cobr e, que ha cor r ido en España con diver sos valor es en lo antiguo, m otivado de las alzas y baxas de la m oneda de vellon. El que hoy tiene es de la tr igésim a quar ta par te del r eal de esta m oneda; y se hallan en especie m uy pocos, sino es en los r eynos de Andalucía, par ticular m ente en Gr anada. M arabotinus. (DRAE, 1780: s. v.). m ar ch azo. s. m . Guapo valentón, espadachin. Sicarius. (DRAE, 1780: s. v. esmarchazo ?Hoy se dice en algunas par tes marchazo, y con especialidad en Andalucía?). m ar i scal . s. m . Oficial m uy pr eem inente y pr incipal en la m ilicia, infer ior solam ente al Condestable. Er a juez de todo el exér cito, y le tocaba, no solo castigar los delitos, sino tam bien el gobier no económ ico, disponiendo los alojam ientos, haciendo labr ar puentes, pr eviniendo los abastos, y cor r igiendo las m edidas, y otr as cosas sem ejantes. Hoy se conser va este título en las casas que descienden de los que fuer on en lo antiguo de los r eynos de Castilla,
m ar oj o. s. m . En el r eyno de M ur cia, y par te or iental del de Gr anada llam an así á la yer ba que en Andalucía baxa m ar ojo, y solo se difer encia de él (alm uér dago) en cr iar se en los pinos. Viscum. (DRAE, 1780: s. v. almuérdago ?llam an así á la yer ba que en Andalucía baxa marojo?). m eol l ada. s. f. p. And. La fr itada de sesos. Cerebrum frixum. (DRAE, 1780: s. v.). m oh ada. vulg. La her ida con ar m a punzante.. Ictus pungens, vel sanguinem fundens. (DRAE, 1780: s. v. mojada ?Algunos la llam an m ohada, com o son los Andaluces y valentones?). m or r al l a. Todo el pescado que se saca del m ar, echando la r ed cer ca de la or illa. M inuti pisciculi. (DRAE, 1780: s. v. boliche ?En los puer tos de (? ) Andalucía en el m editer r aneo (se llam a) morralla?). n egr i l l a. s. f. Pescado del m ar, que se sala y seca par a conser var le, y se usa m ucho en Andalucía y Extr em adur a. Piscis nigricans. (DRAE, 1780: s. v.). n o r egi st r ar . f. m et. p. And. Hacer alguna cosa con intr epidez, y sin el m étodo que cor r esponde. Inconsiderate agere. (DRAE, 1780: s. v. registrar). ol i va. p. And. Lo m ism o que aceytuna.
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(DRAE, 1780: s. v.). or ca. s. f. M onstr uo m ar ino, especie de ballena y m uy su contr ar io, el qual dicen que habita en los m ar es de Cadiz, que se ve en el otoño, y se esconde en el estío en los senos capaces y tr anquilos. Su figur a afir m an Plinio y Eduar do es tan ir r egular, que par ece un gr an pedazo de car ne, con dientes m uy fuer tes. Acom ete en los lugar es ocultos del m ar á los hijos de las ballenas, y á las m ism as m adr es estando pr eñadas, par a sacar les del vientr e los fetos, m or diéndolos fer ozm ente. Otr os le llam an or co. Or ca. (DRAE, 1780: s. v.). pageci l l o. p. And. El bufete pequeño en que ponen las luces. Parvus abacus, mensula. (DRAE, 1780: s. v.). pal m i t o. s. m . Planta silvestr e, que cr ece con abundancia en las cam piñas de Andalucía y Valencia. Tiene alguna sem ejanza en las hojas á la palm a, por lo que en algunas par tes la llam an así. Es poco m ayor de un codo, cr ece debaxo de tier r a, es toda cubier ta de hojas, y solam ente se com e de ella un cogollito tier no á m aner a de cor azon, que se halla en las entr añas; el qual se llam a tam bién palm ito. Es com ida dulce, aunque de poco sustento. Palma silvestris. (DRAE, 1780: s. v.). pel an t r ín . s. m . El labr ador de cor tos, ó m edianos caudales de labor y sem enter a. Es voz usada en el r eyno de Sevilla. Agricola parvae messis. (DRAE, 1780: s. v.). pel m a. s. m . p. And. Lo m ism o que pelm azo. (DRAE, 1780: s. v.).
pel on . En la ciudad de Cór doba dan este nom br e al hijo segundo de los caballer os pr incipales. Secundo genitus. (DRAE, 1780: s. v.). per u l er o. p. And. y otr. par. Vasija de bar r o, angosta de suelo, ancha de bar r iga, y estr echa de boca. Urceolus ore angustus. (DRAE, 1780: s. v.). pex em u l l er . s. m . Pez así llam ado por la sem ejanza que tiene del m edio cuer po ar r iba con las facciones, ó m iem br os hum anos, especialm ente de la m uger, á la que se par ece m ucho en los pechos, y á ellos cr ia sus hijos. Tiene br azos, aunque no m anos, sino unas aletas que le com ienzan desde el codo. El r ostr o es chato, r edondo y disfor m e, y la boca sem ejante á la de la r aya, llena de dientes, com o la de un per r o, con quatr o colm illos de á ter cia, com o los de un jabalí; las ventanas de las nar ices m uy gr andes, par ecidas á las de un becer r o. La piel del vientr e es blanca y blanda y por la espalda ásper a y dur a. Del vientr e abaxo tiene una cola m uy lar ga con aletas, com o las del cazon. Quando le m atan gim e com o una per sona, y tar da m ucho en m or ir fuer a del agua. Hállanse m uchos á lo lar go de la costa del Sur. Piscis mulier. (DRAE, 1780: s. v.). pi con . Cier ta especie de car bon m uy delgado y sutil, que se fabr ica de las r am as de la encina, xar a, ó pino, y solo sir ve par a los br aser os. Úsase de él m uy com unm ente en Andalucía. Carbo minutim concisus. (DRAE, 1780: s. v.). pi n t a r ox a. s. f. Pescado del m ar, car tilaginoso y chato, que tiene la cola
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gr uesa, y el cuer o, ó piel tan ásper o, que par ece una lim a. Sír vense de él, despues de seco, los entallador es y car pinter os par a pulir y alisar sus obr as de m ader a, y le llam an tam bien lixa. Squatina, squalus. (DRAE, 1780: s. v. lixa ?En Andalucía le llam an pinta roxa?).
r om per . Quitar, ó cor tar todo el ver de vicioso de las cepas. Es voz de los labr ador es de Andalucía, entr e los quales es com un el adagio: par a cepa hacer, el ver de se ha de r om per donde fuer e m enester. Amputare, excerpere. (DRAE, 1780: s. v.).
pr i or . El que es cabeza del consulado establecido en Andalucía (com o los que habia antiguam ente en Bur gos y Vilvao) y es par a la disposicion del despacho de las flotas y galeones, y dem as cosas tocantes al com er cio de Indias; el qual estaba en la ciudad de Sevilla, y al pr esidente r eside en la de Cádiz. Y lo m ism o es en los consulados que hay en Lim a y en M éxico par a el m ism o efecto. Prior. (DRAE, 1780: s. v.).
sai n a. s. f. Planta sem ejante al m aíz: su espiga es par ecida á la del tr igo y cebada, y lleva m uchas cada pie: los gr anos son com o cañam ones; per o m as gr uesos, y se llam an com o la planta. Es voz ár abe. Siligo. (DRAE, 1780: s. v. alcandia: ?En Andalucía tiene el nom br e de saina?).
qu ar t as. p. p. And. Las m ulas de guia en los coches. Secundae in rhaedis mulae. (DRAE, 1780: s. v.). qu i n t o. Par te de la dehesa, ó tier r a, aunque no sea la quitna par te. Úsase de esta voz especialm ente en Extr em adur a y Andalucia. Terrae defensae quinta, vel altera pars. (DRAE, 1780: s. v.). r ecova. p. And. Cubier ta de piedr a, ó fábr ica, que ponen par a defender algunas cosas del tem por al. Operimentum, vel tegumentum fabrile. (DRAE, 1780: s. v.). r egañ ada. p. And. Especie de tor ta m uy delgada y r ecocida. Exilis placentu concocta. (DRAE, 1780: s. v.). r egoci j o. p. And. y otr. par. La fiesta de los tor os que se cor r en por la m añana. Spectaculum publicum, ludus. (DRAE, 1780: s. v.).
sal pu ga. s. f. p. And. Un géner o de hor m igas ponzoñosas. Salpuga, formica venenata. (DRAE, 1780: s. v.). ser pi a. s. f. p. And. La hor r ur a y vicio del tr onco de la cepa. Vitis vitium. (DRAE, 1780: s. v.). sesada. s. f. La fr itada de sesos. En Andalucía se tom a por los sesos de la cabeza de un anim al. Cerebri medulla frixa. (DRAE, 1780: s. v.). si l l on . s. m . aum . de silla. En Andalucía dan este nom br e á las sillas com unes, que sir ven en las salas. M agna sella. (DRAE, 1780: s. v.). si m ado, da. adj. p. And. Se aplica á las tier r as hondas. Profundus. (DRAE, 1780: s. v.). sobaj an er o. s. m . bax. p. And. El m ozo que sir ve en los cor tijos par a ir por el r ecado al pueblo. Famulus in villis. (DRAE, 1780: s. v.). sobeo. s. m . p. And. y otr. par. Látigo de cuer o, con que se afianza el ar ado con el
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gr uesa, y el cuer o, ó piel tan ásper o, que par ece una lim a. Sír vense de él, despues de seco, los entallador es y car pinter os par a pulir y alisar sus obr as de m ader a, y le llam an tam bien lixa. Squatina, squalus. (DRAE, 1780: s. v. lixa ?En Andalucía le llam an pinta roxa?).
r om per . Quitar, ó cor tar todo el ver de vicioso de las cepas. Es voz de los labr ador es de Andalucía, entr e los quales es com un el adagio: par a cepa hacer, el ver de se ha de r om per donde fuer e m enester. Amputare, excerpere. (DRAE, 1780: s. v.).
pr i or . El que es cabeza del consulado establecido en Andalucía (com o los que habia antiguam ente en Bur gos y Vilvao) y es par a la disposicion del despacho de las flotas y galeones, y dem as cosas tocantes al com er cio de Indias; el qual estaba en la ciudad de Sevilla, y al pr esidente r eside en la de Cádiz. Y lo m ism o es en los consulados que hay en Lim a y en M éxico par a el m ism o efecto. Prior. (DRAE, 1780: s. v.).
sai n a. s. f. Planta sem ejante al m aíz: su espiga es par ecida á la del tr igo y cebada, y lleva m uchas cada pie: los gr anos son com o cañam ones; per o m as gr uesos, y se llam an com o la planta. Es voz ár abe. Siligo. (DRAE, 1780: s. v. alcandia: ?En Andalucía tiene el nom br e de saina?).
qu ar t as. p. p. And. Las m ulas de guia en los coches. Secundae in rhaedis mulae. (DRAE, 1780: s. v.). qu i n t o. Par te de la dehesa, ó tier r a, aunque no sea la quitna par te. Úsase de esta voz especialm ente en Extr em adur a y Andalucia. Terrae defensae quinta, vel altera pars. (DRAE, 1780: s. v.). r ecova. p. And. Cubier ta de piedr a, ó fábr ica, que ponen par a defender algunas cosas del tem por al. Operimentum, vel tegumentum fabrile. (DRAE, 1780: s. v.). r egañ ada. p. And. Especie de tor ta m uy delgada y r ecocida. Exilis placentu concocta. (DRAE, 1780: s. v.). r egoci j o. p. And. y otr. par. La fiesta de los tor os que se cor r en por la m añana. Spectaculum publicum, ludus. (DRAE, 1780: s. v.).
sal pu ga. s. f. p. And. Un géner o de hor m igas ponzoñosas. Salpuga, formica venenata. (DRAE, 1780: s. v.). ser pi a. s. f. p. And. La hor r ur a y vicio del tr onco de la cepa. Vitis vitium. (DRAE, 1780: s. v.). sesada. s. f. La fr itada de sesos. En Andalucía se tom a por los sesos de la cabeza de un anim al. Cerebri medulla frixa. (DRAE, 1780: s. v.). si l l on . s. m . aum . de silla. En Andalucía dan este nom br e á las sillas com unes, que sir ven en las salas. M agna sella. (DRAE, 1780: s. v.). si m ado, da. adj. p. And. Se aplica á las tier r as hondas. Profundus. (DRAE, 1780: s. v.). sobaj an er o. s. m . bax. p. And. El m ozo que sir ve en los cor tijos par a ir por el r ecado al pueblo. Famulus in villis. (DRAE, 1780: s. v.). sobeo. s. m . p. And. y otr. par. Látigo de cuer o, con que se afianza el ar ado con el
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sobeo. s. m . p. And. y otr. par. Látigo de cuer o, con que se afianza el ar ado con el yugo. Aratri lorum. (DRAE, 1780: s. v.). sol er a. p. And. En el vino es lo m ism o que la m adr e, ó lia. (DRAE, 1780: s. v.). sol er o. La piedr a r edonda que en los m olinos está debaxo, y sobr e que se m uele el gr ano u otr as cosas. M ola infer ior hor izontalis, m eta m olar ia. (DRAE, 1780: s. v. solera ?En Andalucía la llam an solero?). soñ ar r er a. s. f. bax. p. And. La accion de soñar m ucho, ó sueño pesado. Altum somnum multiplex per quietem visio. (DRAE, 1780: s. v.). sor t i j as. p. p. And. Los ar os de los cubos, ó m azas de todo géner o de car r o. Anulus. (DRAE, 1780: s. v.). su egr a. p. And. Los extr em os por donde se unen las r oscas del pan, que son m as cocidas y delgadas. Panis spirae extrema. (DRAE, 1780: s. v.). su spi r o. p. And. Flor. Lo m ism o que tr initar ia. (DRAE, 1780: s. v.). su t i r o. s. m . p. And. El r uido que for m a el oido apr etándole con la palm a de la m ano. Auris susurrus. (DRAE, 1780: s. v.). t aj adi l l a. p. And. La por cion pequeña, que se vende par a beber aguar diente, y r egular m ente es de nar anja. M ali aurei citrei frustum, segmen. (DRAE, 1780: s. v.). t aj on . p. And. Vena de tier r a, ó piedr a m uy blanda, de que se hace la cal. Terrae, petrae dissecta vena. (DRAE, 1780: s. v.) t al l a. p. And. La alcar r aza en que se pone el agua á ser enar. Urceolus fictilis. (DRAE,
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1780: s. v.). t apar se de m edi o oj o. f. Se dice de las m uger es quando se tapan la car a con el m anto, sin descubr ir m as que un ojo, par a poder m ir ar quando andas, lo que es costum br e en Toledo y Andalucía. Faciem palla obvolvere um oculo excepto. (DRAE, 1780: s. v. tapar). t el er a. p. And. Cier ta especie de pan bazo de figur a lar ga y r edonda, que se am asa par a los gañanes en los cor tijos. Panis rotundus, oblongusque. (DRAE, 1780: s. v.). t em por al es. p. Se llam an en Andalucía la baxa y otr as par tes, los tr abajador es r ústicos, que tr abajan solo por cier tos tiem pos del año. Tam bien los llam an tem por er os. Operarii temporarii. (DRAE, 1780: s. v.). t er t i l . s. m . Der echo que se paga en la seda del r eyno de Gr anada, que es ocho m ar avedis por libr a. Su uso es desde el tiem po de los M or os, hoy subsiste y se cobr a debaxo del m ism o nom br e. Vectigal pro serico. (DRAE, 1780: s. v.). t et u da. p. And. Un géner o de aceytuna por la sem ejanza de su figur a. Olea in similitudinem mammae. (DRAE, 1780: s. v.). t i n aj er ía. s. f. p. And. Lo m ism o que tinajer o en el sentido del sitio donde se guar dan las tinajas. (DRAE, 1780: s. v.). t oba. p. And. y otr. par. La caña de car do de bor r ico. Cardui silvestris caulis. (DRAE, 1780: s. v.). t ocador . p. And. Lo m ism o tem plador. (DRAE, 1780: s. v.).
que
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t ol der o. s. m . p. And. El tender o que vende la sal por m enor. Salis institor, tabernarius. (DRAE, 1780: s. v.). t ol do. p. And. La tienda en que se vende la sal por m enor. Salis taberna. (DRAE, 1780: s. v.). t ol on es. s. m . p. p. And. Lo m ism o que tolanos en las bestias. (DRAE, 1780: s. v.). t oñ i n a. s. f. p. And. Atun fr esco. Thynnus. (DRAE, 1780: s. v.). t or al . p. And. Se aplica tam bien á la m asa de la cer a por cur ar, ó que está aun am ar illa. Cera naturalis. (DRAE, 1780: s. v.). t or ci da. p. And. La r acion diar ia de car ne, que dan en los m olinos de aceyte al oficial, que sir ve par a m oler la aceytuna. Portio carnis diaria. (DRAE, 1780: s. v.). t or n a gr i t o. El techo que se pone sobr e el púlpito, par a r ecoger el eco. Sugestus, pulpiti tectum. (DRAE, 1780: s. v. sombrero ?En Andalucía le llam an torna grito?). t or n as. p. p. And. Los gr anzones de paja, que por no quer er la los bueyes, se la dan a otr as bestias. Pastus residua. (DRAE, 1780: s. v.). t or n er o. p. And. El dem andader o de m onjas. (DRAE, 1780: s. v.). t or r e al bar r an a. Qualquier a de las tor r es que antiguam ente se ponian á tr echos en las m ur allas, y er an á m odo de baluar tes m uy fuer tes. Llam ábase tam bién otr a especie de tor r es que se fabr icaban apar tadas de los m ur os de las
ciudades, ó poblaciones, y ser vían no solo par a la defensa, sino tam bién de atalaya par a descubr ir la cam paña, de que hoy se conser van algunas con este nom br e en Andalucía, y par ticular m ente en Cór doba, donde hay una m uy gr ande. Turres maniis supereminentes, aut in editis locis constructae. (DRAE, 1780: s. v. albarrana). t r aba. p. And. En las tahonas se llam a el palo que atr aviesa la fr ente del ar ca, en que se m ueve la piedr a. Ligneum retinaculum. 2 t r aba. p. And. Los palos delanter os de la r ed, que usan par a cazar las palom as. Retis anteriora fulcimenta lignea. (DRAE, 1780: s. v.). t r abar . p. And. y otr. par. Pr ender, agar r ar, ó asir. M anus mittere, arripere, comprehendere. (DRAE, 1780: s. v.). t r agan t e. p. And. El cauce por donde entr a en las pr esas del m olino la m ayor par te del r io. Faux, vorago. (DRAE, 1780: s. v.) t r aspal ar . p. And. Cor tar la gr am a de las viñas al golpe del azadon. Gramen ligone abscindere. (DRAE, 1780: s. v.). t r ast e. p. And. El vaso de vidr io pequeño, con que los catavinos pr ueban el vino. Vitreum vaso parvulum ad vina degustanda. (DRAE, 1780: s. v.). t r i den t e. p. And. El instr um ento con que se pesca, llam ado tam bien fisga, y suele tener m as de tr es dientes. Harpago, harpastum. (DRAE, 1780: s. v.). t u son . p. And. El potr o que no ha llegado á dos años. Equulus himus. (DRAE, 1780: s. v.)
LÉXICO ANDALUZ EN EL PRIM ER DRAE (1780)
u bi o. s. m . p. And. y otr. par. Lo m ism o que yugo. (DRAE, 1780: s. v.). u vada. p. And. Se llam a tam bien una especie de m edida de tier r a, que contiene tr einta y seis fanegas de cuer da m ayor. Terrae mensura. (DRAE, 1780: s. v.). vaca. En el juego llam an en Andalucía el caudal que dos llevan de com pañía. Consortium in ludo. (DRAE, 1780: s. v.). vaf e. s. m . p. And. Golpe atr evido. Ictus audax. (DRAE, 1780: s. v.). vei n t i qu at r ía. s. f. El car go, ú oficio de veintiquatr o en los ayuntam ientos de algunas ciudades de Andalucía. M unus decurionis, vel senatoris a numero sic dictum. (DRAE, 1780: s. v.). vei n t i qu at r o. s. m . Lo m ism o que r egidor en los ayuntam ientos de algunas ciudades de Andalucía. Decurio, vel senator a numero sic dictus. (DRAE, 1780: s. v.). vel l or a. s. f. p. And. La m ota, ó gr anillo, que se le saca al texido de lana. Panni floculus exstans. (DRAE, 1780: s. v.).
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em pr esas del Sacr am ento. Los hay tam bién de plata de m ar tillo, ó guar necidos de ella en el m ism o obr age. Llám ase tam bien así el joyel, que cubr e el Sacr am ento del Altar, quando se r eser va á su Divina M agestad. Tegmen sacrum. (DRAE, 1780: s. v.). v i vaqu e. s. m . p. And. Quar tel pequeño, donde en las ciudades se acogen los soldados, que se em plean par a las r ondas y patr ullas de par te de noche. Parva meta castrensis nocturna. (DRAE, 1780: s. v.). v i ver o. p. And. El pantano pequeño. Brevis locus caenosus. (DRAE, 1780: s. v.). x abegu er o. p. And. El pescador xábega. Piscator. (DRAE, 1780: s. v.).
de
x abon de pi edr a. p. And. El xabon blanco consistente y dur o. Sapo. (DRAE, 1780: s. v.). x al l u l l o. s. m . p. And. Pan, ó m asa, que sobr e las asquas se pone, par a que se tueste, ó ase. Subcineriucius panis. (DRAE, 1780: s. v.). x ar apot ear . v. a. p. Ar. y And. Lo m ism o que xar opear. (DRAE, 1780: s. v.).
ver so. p. And. Chiste. Jocus, nuga. (DRAE, 1780: s. v.).
x ar apot eo. s. m . p. Ar. y And. Lo m ism o que xar opeo. (DRAE, 1780: s. v.).
v i r ot e. p. And. La cepa de tr es años. Vitis triennalis. (DRAE, 1780: s. v.).
x ea. s. f. tr ibuto que se pagaba antiguam ente por la entr ada de los géner os de tier r a de M or os á Castilla y Andalucía. M aurorum vectigal sic dictum. (DRAE, 1780: s. v.).
v i so de al t ar . p. And. Quadr o pequeño de tela, con su bastidor, con el qual cubr en las puer tas del sagr ar io, donde está el Santísim o Sacr am ento. Es de los m ism os color es, que usa la iglesia en sus festividades: suele ser bor dado de seda, de hilo de or o, ó plata, con algunas
zaf a. s. f. p. And. y M ur. Lo m ism o que aljofayna, ó albor nia. (DRAE, 1780: s. v.). zah i n as. s. f. p. p. And. Las gachas, ó puches que se hacen de har ina y no se
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espesan. Fluida pulmenta. (DRAE, 1780: s. v.). zal on a. s. f. p. And. Cántar a, ó botija gr ande. Ur ceus. (DRAE, 1780: s. v.). zan gan don go. p. And. El hom br e inexper to, ó de poca habilidad en su linea. Inhabilis, hebes. (DRAE, 1780: s. v.). zar abu t er o, r a. adj. p. And. Lo m ism o que em buster o. (DRAE, 1780: s. v.). zar am agu l l on . s. f. Ave aquátil y palustr e. Su tam año es com o el de la codor niz, y su color obscur o. No hay ave de las aquátiles que sufr a zam bullidas m as lar gas, con las quales bur la á los cazador es, sur giendo siem pr e m uy distante. Su plum age es tan dur o, que r esiste al tir o, com o el plom o no sea algo gr ueso, ó le alcance la cabeza. Es ave m uy fr eqüente en las lagunas de la baxa Andalucía. M ergus. (DRAE, 1780: s. v.). zar an dal í. adj. p. And. que se aplica al palom o pintado de negr o. Palumbus discolor. (DRAE, 1780: s. v.). zar r acat i n , y pi n f or t e. Voces bár bar as, usadas en cier to juego puer il. Juégase en esta confor m idad. Se pone un niño r odeado de otr os, y alza, o baxa con celer idad el dedo índice de la m ano diestr a, y al baxar le dice: zar r acatin; y al levantar lo: pinfor te; y los otr os que le r odean, pr ocur an im itar le con pr ontitud, haciendo las m ism as acciones que él, y en discr epando en alguna, pier de la pr enda, la que se deposita, par a que despues de acabado el juego, se le m ulte, por no haber obser vado lo que se pr actica en él. Es juego antiguo, y usado en la Andalucía. Puerorum ludus. (DRAE,
1780: s. v. zarracatin). zar r i o. s. m . p. And. Lo m ism o que char r o. (DRAE, 1780: s. v.). zi r i gañ a. s. f. fam . p. And. Lo m ism o que adulacion, lisonja, ó zalam er ía; y tal vez se tom a por lo m ism o que chasco, ó fr ioler a. Assentatio, fallax blanditia. (DRAE, 1780: s. v.). zor zal eñ a. adj. p. And. Que en la ter m inacion fem enina se aplica á una especie de aceytuna m uy pequeña, y r edonda, que se llam ó así por que los zor zales se inclinan m ucho a com er la. Olea species sic dicta. (DRAE, 1780: s. v.). zu l l a. s. f. Yer ba silvestr e, que se cr ia en la r egion occidental de la Andalucía, desde Cádiz á Tar ifa. Su estatur a com un es de una quar ta, aunque á veces cr ece hasta ter cia y m edia, y m uchas veces hasta m edia var a. Las hojas son com o las del per al: su flor encar nada, y m uy her m osa, y toda esta yer ba es pasto m uy apetecido de todo el géner o de anim al, y especialm ente del ganado m ayor, por lo que se les da en lugar de alcacer. Algunos dicen sulla. Hedysarum coronarium. (DRAE, 1780: s. v.). zu m bel . p. And. La cuer da con que los m uchachos enr edan el tr om po, par a que se m ueva. Trochi, turbinis chorda. (DRAE, 1780: s. v.). zu m bon . s. m . p. And. El palom o que tiene el buche pequeño, y m uy cer ca del pico. Palumbus, parvo ventriculo notatus. (DRAE, 1780: s. v.).
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Jacin to Gar cía, Edu ar do José (2015): For m a y función del diccionar io. hacia una teor ía gener al del ejem plo lexicogr áfico, Un iver sidad de Jaén . Ser vicio de Pu bl icacion es Eduar do José Jacinto Gar cía Universidad de Innsbruck
Título: Forma y función del diccionario. hacia una teoría general del ejemplo lexicográfico Autor es: JACINTO GARCÍA, Eduar do José I.S.B.N. 978-84-8439-900-1 Colección: Sem inar io de Lexicogr afía Hispánica M ater ia: Filología ; Lingüística Nº de Págs. 146 Año Edición. 2015 Obser vaciones: Rústica con solapas de 17 x 24 cm
El libr o que aquí pr esento va dir igido especialm ente a quienes se dedican al estudio de los diccionar ios desde una per spectiva teór ica. Su objetivo es el de m ejor ar la descr ipción for m al de los diccionar ios im pr esos, con el fin de com pr ender m ejor el funcionam ento de algunos de los com ponentes de su m icr oestr uctur a, com o son los ejem plos y otr as indicaciones de car ácter sintagm ático. La teor ía m etalexicogr áfica que se r efleja en esta obr a posee, con todo, un lado pr áctico que, sin duda, podr á r esultar útil no solo a los teór icos de la lexicogr afía, sino tam bién a quienes tr abajan en pr oyectos lexicogr áficos concr etos. El libr o está dividido en dos par tes. En la pr im er a, m e he ocupado de cuestiones r elacionadas con el concepto de ejemplo lexicográfico: ¿Qué entendem os r ealm ente por ejemplo? ¿Qué car acter ísticas deben tener los buenos ejem plos? ¿Qué conexión hay entr e los ejem plos y otr as infor m aciones sintagm áticas? En la segunda par te, he elabor ado una tipología del ejem plo lexicogr áfico a par tir de tr es cr iter ios inter r elacionados: la for m a, el contenido y la función. En esta pr esentación dar é unas pinceladas sobr e algunos aspectos im por tantes tr atados en esta obr a.
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En pr incipio, la definición de la categor ía de ejemplo lexicográfico podr ía par ecer sencilla o incluso obvia. Sin em bar go, basta con r evisar los m anuales especializados par a dar se cuenta de la falta de consenso existente a la hor a de establecer qué tipo de indicación se consider a un ejem plo. Sin detener m e ahor a en el lar go debate sobr e su natur aleza y función, dir é que se han m anejado histór icam ente dos conceptos difer entes: por un lado, una concepción am plia, que distingue entr e ejem plos libr es, que están for m ados por enunciados sintácticam ente autónom os, y ejem plos codificados, esto es, ejem plos m anipulados por el lexicógr afo en los que solo se m uestr an deter m inadas com binaciones plur iver bales con diver so gr ado de idiom aticidad, com o son los sintagm as libr es, las colocaciones, las solidar idades léxicas, los ver bos y sus ar gum entos inher entes, y tam bién los cúm ulos basados en m ás de un sintagm a. Por otr o lado, existe una concepción m ás estr echa, según la cual la función esencial del ejem plo lexicogr áfico consiste en m ostr ar la unidad léxica r epr esentada en el lem a en un contexto r eal (o r ealista) de uso. Por tanto, las indicaciones que únicam ente m uestr an el cotexto, es decir, el entor no sintáctico de la unidad léxica analizada no podr ían consider ar se ver dader am ente ejem plos. ¿Per o cuál es la concepción m ás apr opiada? La r espuesta depender á de la teor ía que adoptem os. Algunos científicos afir m an que nuestr a visión de la r ealidad obedece siem pr e a un m odelo m ental. Con los diccionar ios sucede algo par ecido. Su descr ipción depende en todo m om ento del cr istal con que se m ir e. No es posible r ealizar un análisis dir ecto e inocente del diccionar io. Hay que optar por un m odelo que ofr ezca explicaciones coher entes de los fenóm enos analizados. En los años 70, Josette Rey-Debove cr eó una teor ía sem iótica del diccionar io cuya influencia todavía se puede apr eciar en la lexicogr afía española actual. Luis Fer nando Lar a ha concebido igualm ente una teor ía aplicada al diccionar io m onolingüe, en que se integr an distintos enfoques, com o el pr agm ático y el cultur al. M ás r ecientem ente, var ios invistigador es com o Henning Ber genholtz y Sven Tar p, m iem br os del centr o de lexicogr afía de la Aar hus School of Business, vienen desar r ollando un m odelo r uptur ista denom inado teoría funcional de la lexicografía, en el que r econocen el papel cr ucial del usuar io, así com o la autonom ía de la lexicogr afía con r especto a la lingüística. En m i caso, debido al hecho de haber vivido cinco años en Alem ania, m e he inter esado por el m odelo m etalexicogr áfico desar r ollado por el lingüista alem án Her ber t Er nst W iegand, a quien descubr í gr acias al m agister io del pr ofesor de la Univer sidad de Augsbur go Reinhold Wer ner, conocido en el m undo hispánico com o uno de los dir ector es del pr oyecto Diccionarios Contrastivos del Español de América (DCEA).
FORM A Y FUNCIÓN DEL DICCIONARIO. HACIA UNA TEORÍA GENERAL DEL EJEM PLO
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La teor ía del diccionar io planteada por W iegand pr esenta var ias ver tientes, de las cuales destaco su teor ía de la for m a del diccionar io. Par a el m etalexicógr afo alem án, los diccionar ios son sistem as estables de infor m ación y conglom er ados textuales (conjuntos or denados de textos conectados jer ár quicam ente entr e sí). Los diccionar ios son, ante tado, her r am ientas par a la tr ansm isión de infor m ación, que está or ganizada de tal m aner a que el usuar io pueda llegar a ella de la for m a m ás r ápida y sencilla posible. En esto r adica pr ecisam ente la esencia m ism a del diccionar io. Los ar tículos lexicogr áficos tienen una ar quitectur a abstr acta constituída por diver sos ?espacios? funcionales, que gener alm ente se llenan con infor m ación. En vir tud de la estandar ización del ar tículo, cada espacio se asigna a un tipo concr eto de com ponente. El lem a ocupa invar iablem ente el espacio o la posición del lem a, la definición el espacio o la posición de la definición; lo m ism o ocur r e con los ejem plos y con el r esto de los com ponentes. El usuar io encuentr a pr onto la infor m ación que desea dentr o del ar tículo por que conoce de antem ano la distr ibución infor m ativa del ar tículo. El ejem plo lexicogr áfico no es m ás que la infor m ación que ocupa el espacio o el lugar que el autor del diccionar io ha r eser vado a los ejem plos. El hecho de tener una deter m inada posición en la estr uctur a del ar tículo conlleva adem ás una car acter ización tipogr áfica deter m inada. Una definición y un ejem plo se distinguen a sim ple vista no solo por que ocupan lugar es distintos, sino tam bién por que r eciben car acter izaciones tipogr áficas difer entes. La car acter ización tipogr áfica y otr os r ecur sos com o signos de puntuación, plecas, r om bos y diver sos sím bolos utilizados tr adicionalm ente en lexicogr afía se conocen en el m ar co de la teor ía de W iegand con el nom br e de caracterizadores o indicadores microestructurales, pues sir ven par a que el usuar io identifique fácilm ente las clases de com ponentes que va encontr ando. Es evidente que una definición exclusivam ente for m al del ejem plo lexicogr áfico com o la que acabo de pr oponer r esultar ía pr ofundam ente insatisfactor ia. No obstante, la consider ación de la for m a com o punto de par tida del análisis per m ite r esolver diver sos pr oblem as par a los que par ecía no haber solución: un ejem plo lexicogr áfico no es lo que el m etalexicógr afo, a poster ior i y con unas ideas lingüísticas pr econcebidas, consider a que ha de ser un ejem plo. M ás bien, es lo que el autor o el r edactor del diccionar io han quer ido car acter izar com o ejem plo (ya fuer a un sintagm a, una or ación o una cita), o bien lo que un usuar io puede inter pr etar com o ejem plo, basándose en la for m a que adquier e el com ponente en cuestión. El ejem plo es una categor ía lexicogr áfica for m al y, com o tal, debe ser estudiada.
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Por otr a par te, no puede entender se el ejem plo lexicogr áfico sin tener en cuenta su función. El m odelo en el que se estudian las funciones de los distintos tipos de diccionar ios y de sus com ponentes se conoce con el nom br e de teoría funcional de la lexicografía, desar r ollada, con cier tas difer encias, tanto por W iegand com o por los m iem br os del m encionado centr o de lexicogr afía de la Aar hus School of Business. Consider o de gr an im por tancia en el m ar co de la teor ía funcional el concepto de finalidad genuina, que es, a gr andes r asgos, el pr opósito pr incipal que el autor del diccionar io atr ibuye a su obr a. La finalidad genuina de un diccionar io deter m ina la selección de la infor m ación y tam bién el m odo de pr esentar la. En r elación con este tem a, Ber genholtz y Tar p distinguen entr e diccionar ios con función com unicativa, es decir, obr as de consulta que ayudan a r esolver pr oblem as que se dan en situaciones com unicativas pr ototípicas, com o son la pr oducción, la r ecepción o la tr aducción de m ensajes, y diccionar ios cognitivos, cuya finalidad genuina es la tr ansm isión de conocim ientos (ya sean lingüísticos o extr alingüísticos). Par a r econocer la función que cum ple un ejem plo hay que pr eguntar se pr im er o por la finalidad genuina del diccionar io en el que se encuentr a: a qué usuar ios va dir igido, qué gr ado de com petencia m etalingüística tienen, qué tipo de pr oblem as lingüísticos pr etende r esolver, etc. En los diccionar ios didácticos pr edom inan los ejem plos con una función ilustr ativa; en los diccionar ios histór icos y de r egionalism os hallam os ejem plos basados en textos r eales que poseen, por tanto, una función testim onial o filológica; en los antiguos diccionar ios de autor idades encontr am os ejem plos basados en obr as liter ar ias con una función estética y nor m ativa evidente; y en los diccionar ios de especialidad podem os ver ejem plos con infor m ación enciclopédica que com plem entan las definiciones de car ácter ter m inogr áfico o científico. Todas estas cuestiones concer nientes a la definición y la natur aleza oper ativa del ejem plo lexicógr afico son tr atadas, com o he dicho, en la pr im er a par te del libr o. Otr as cuestiones de las que m e ocupo son de índole ter m inológica. Quizá haya sido la lectur a fr ecuente de W iegand, un autor m uy pr eocupado por la pr ecisión en el lenguaje lexicogr áfico, la que m e ha llevado tam bién a fijar un tér m ino específico par a cada cateogor ía analizada. Debido a la pr esencia de m uchos de los tecnicism os usados por el investigador alem án, m uy poco conocidos en la tr adición m etalexicogr áfica española, decidí incluir un glosar io en el que se definier an, se explicar an y se ejem plificar an los num er osos vocablos técnicos que uso a lo lar go del texto. Adem ás, incluyo en cada ar tículo de ese glosar io una br eve r efer encia bibliogr áfica par a m ostr ar las obr as donde se pueden encontr ar usados esos tér m inos o bien donde el lector puede buscar m ás infor m ación acer ca del tem a tr atado en el ar tículo.
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Uno de los aspectos ter m inológicos centr ales en el libr o es el que se r efier e a la delim itación de los tér m inos cita, ejemplo y autoridad. En m i opinión, estas tr es palabr as pueden tener sentidos m uy distintos si se usan en un contexto am plio o si se em plean en otr o m ás especializado. En este últim o caso, es necesar io adver tir que las palabr as cita y ejemplo no se oponen, sino que entr e am bas se establece una r elación sem ántica de hiper onim ia: las citas son un tipo de ejem plo. Otr a cuestión ter m inológica que tr ato en el libr o está r elacionada con la voz autoridad. En m i tesis doctor al, dedicada al estudio del uso de autor idades en los diccionar ios gener ales m onolingües del español, pude obser var que la función de las autor idades había cam biado a lo lar go del tiem po. Hoy se usa el tér m ino autoridad com o sinónim o de cita lexicográfica. Per o no siem pr e fue así. M ar gar ita Fr eixas, al ocupar se de las citas pr esentes en el Diccionar io de autor idades en su libr o de 2010, Planta y m étodo del Diccionar io de Autor idades: or ígenes de la técnica lexicogr áfica de la Real Academ ia Española (1713-1739), defendió por pr im er a vez la necesidad de distinguir entr e la cita de autor idad, por un lado, y la cita de ?fuentes?, por otr o. No todos los autor es que se citan en el Diccionario de autoridades son autor idades. Fr eixas dem uestr a que los m ism os académ icos tenían clar a esta idea e hicier on la distinción en los par atextos de su diccionar io. Si bien es cier to que el uso se im pone por sí m ism o, y cier tam ente hoy la voz autoridad se aplica a cualquier texto en el que se docum enta una voz (ya sea de Cer vantes o el anuncio sacado de un catálogo del Cor te Inglés), en m i libr o pr opongo que este tér m ino tenga un sentido especializado m ás fiel a los usos or iginales. Var r ón, citado por Diom edes en el siglo IV d. C., define la auctoritas com o uno de los cr iter ios de cor r ección lingüística en los que el gr am ático podía basar se par a r ecom endar o condenar un deter m inado gir o lingüístico (junto con otr os tr es cr iter ios, a saber, natura, analogia y consuetudo). La auctoritas solo podía estar r epr esentada por los auctores, que er an aquellos escr itor es que habían llevado a la lengua latina a su m áxim o esplendor. Hem os de entender, por tanto, la voz autoridad com o un testim onio de uso con un valor sim bólico añadido (ya sea de natur aleza estética o de pr estigio). El nom br e que pr opongo par a las citas cuya función es docum entar sin m ás una voz en un m om ento concr eto de la histor ia es el de testimonio (filológico), tér m ino em pleado cor r ientem ente en la tr adición lexicogr áfica fr ancesa y alem ana. Según m i opinión, ni la palabr a cita, ni otr as com o fuente o registro, pr opuestas por difer entes autor es, r eflejan con igual pr ecisión el sentido de este tipo de ejem plos. En la segunda par te del libr o desar r ollo una tipología del ejem plo lexicogr áfico que pr etende abar car todas las clases de ejem plos que apar ecen tanto en diccionar ios del pasado y com o del pr esente. Los tr es niveles de análisis que he tenido en cuenta han sido la for m a, el contenido y la función. He consider ado tam bién los tipos de fuentes, aunque he tr atado esta cuestión en el análisis de la for m a. Según su or igen y
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su aspecto for m al, distingo entr e ejem plo con r efer encia bibliogr áfica o testim onio, ejem plo de com petencia y ejem plo de cor pus. En el apar tado dedicado a las funciones del ejem plo, m e detengo especialm ente en los ejem plos ilustr ativos o ejem plos de uso. Este aspecto ser á el últim o que descr ibir é en esta pr esentación. Es indudable que en la actualidad los ejem plos tienen, sobr e todo, una función ilustr ativa. Los diccionar ios didácticos están concebidos pr ecisam ente par a r esolver dudas de tipo com unicativo. El r eto estr iba en cum plir esa función en los casos en que los usuar ios no disponen de una com petencia m etalingüística suficiente. La dim ensión sintagm ática es una de las m ás im por tantes en el ejem plo ilustr ativo, aunque no la única. Por una par te, la infor m ación sintáctica sobr e una unidad léxica puede dar se a tr avés de infor m aciones de índole m etalingüística condensada. Lo que hace el ejem plo es m ostr ar esa m ism a infor m ación a tr avés del uso natur al de la lengua. El usuar io puede deducir o com pr ender m ejor las indicaciones dadas m etalingüísticam ente a par tir de uno o var ios ejem plos concr etos. El caso de las colocaciones léxicas m uestr a per fectam ente el m odo en que un ejem plo puede ilustr ar las palabr as en su eje sintagm ático. Fue Fr anz Josef Hausm ann quien señaló en los años 70 que las colocaciones debían indicar se en los diccionar ios de lengua, aunque de dos for m as distintas dependiendo del tipo de consulta. Si el usuar io quier e pr oducir o codificar textos, las colocaciones han de ilustr ar se en el ar tículo dedicado a la base, por que esta es la palabr a que el usuar io gener alm ente conoce, ya sea hablante m ater no o no de la lengua tr atada en el diccionar io. Si quier e saber qué ver bos se com binan con el sustantivo conferencia, no le quedar á m ás r em edio que acudir al ar tículo dedicado a esta unidad léxica y, con un poco de suer te, en el ejem plo o bien en otr as indicaciones podr á com pr obar que los ver bos que se usan en este caso son dar o impartir. Si el usuar io quier e saber qué adjetivo se com bina con ignorancia, el diccionar io deber ía pr opor cionar le esa infor m ación en el m ism o ar tículo dedicado a la base (el diccionar io le dir á que la ignor ancia puede ser supina). En cam bio, si el r eper tor io lexicogr áfico quier e cum plir la función descodificador a, deber á m ostr ar esta infor m ación tam bién en los ar tículos sobr e los colocativos. Si un alum no de poca edad se encuentr a con la expr esión error garrafal, buscar á gener alm ente por la voz garrafal, pues de las dos palabr as esta es, sin duda, la m enos com ún. Si desea conocer el significado del adjetivo riguroso, ser á im pr escindible que el diccionar io m uestr e en el inter ior de la par áfr asis sem ántica o bien en una indicación independiente de cotexto las difer entes bases con las que se puede com binar, pues riguroso no tiene el m ism o significado cuando se aplica a unos padr es que a un libr o. Así pues, la m ism a infor m ación puede estar expr esada en distintos lugar es (for m ando difer entes tipos de indicación). La m isión del ejem plo ser á ilustr ar la infor m ación m etalingüística apor tada en el r esto del ar tículo (a veces, incluso añadiendo infor m ación nueva). Veam os algunos casos:
FORM A Y FUNCIÓN DEL DICCIONARIO. HACIA UNA TEORÍA GENERAL DEL EJEM PLO
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LEXICOGRÁFICO
a) La colocación está integr ada en la definición lexicogr áfica de m odo im plícito (el ejem plo ilustr a el uso del signo lem ático en com binación con una base expr esada en la par áfr asis sem ántica). en t abl ar v. Com enzar una activdad en la que var ias per sonas inter cam bian acciones, com o una pelea, una conver sación, una r elación o un pleito: Erick, un joven de diecisiete años, entabla una profunda amistad con el famoso ex astronauta Paul Andrews (20:151) (Diccionar io estudio Salam anca, 2007).
b) La colocación apar ece en una indicación de cotexto (indicación autónom a condensada y no integr ada en la definición ni en el equivalente, algo que es car acter ístico de los diccionar ios bilingües: los ejem plos m uestr an aquí colocaciones nuevas que r equier en equivalentes no indicados con anter ior idad). en t abl ar [A1] vt (a) (iniciar ) <conversación> to str ike up, star t; <amistad> to str ike up; <negociaciones> to enter into, star t; ~on r el aci on es com er ci al es they oponed up tr ade links; se h a en t abal da u n a du r a bat al l a con t r a el l os a fier ce battle has begun against them ; l e ~on pl ei t o por di f am aci ón : they br ought a libel action against him (b) <par tida> to set up (The Oxford Spanish Dictionary, 2001).
c) La colocación está expr esada en el contor no definicional (indicación de cotexto integr ada en la definición: el ejem plo ilustr a el uso de la colocación señalada en la par áfr asis sem ántica). en t abl ar A tr 1 Iniciar [una conver sación, una r elación o una lucha o disputa]. ? Laiglesia Om bligos 157: Ser ía pr olijo enum er ar todas las veces que anduvo un tr echo junto a una ?peatona? tr atando de entablar conver sación (Diccionario del Español Actual, 1999).
d) A veces, el ejem plo consiste en la m er a indicación de las colocaciones léxicas, apenas señaladas en ningún otr o lugar del ar tículo (desgr aciadam ente, pocos diccionar ios, com o el caso del de M ar ía M oliner, incluyen esta infor m ación en el ar tículo dedicado a la base. Lo hacen gener alm ente en el del colocativo). en t abl ar v. tr. 1 Dar com ienzo o inicio a una actividad o pr oceso, en especial cuando im plica a dos o m ás per sonas o par tes: entablar negociaciones; entablar conversación; entablar una dura batalla; entablar amistad; entablar relaciones [? ] (Diccionario General de la Lengua Española, VOX, 2009).
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Al igual que las colocaciones, las locuciones deben ser ilustr adas tam bién a tr avés de ejem plos. Com o ha señalado Daniel M olina Gar cía en su obr a Fraseología bilingüe. Un enfoque lexicográfico-pedagógico (2006), las locuciones, por tr atar se de expr esiones de significado idiom ático, necesitan un tipo de ejem plo especial, el denom inado ejem plo definicional, es decir, un tipo de enunciado que pueda ilustr ar o explicar a tr avés del contexto el significado no com posicional de este tipo de unidades plur iver bales. Las locuciones han de ser car acter izadas com o infr alem as, esto es, com o lem as secundar ios que incluyan la palabr a r epr esentada en el lem a pr incipal, a difer encia de las colocaciones, que, al m enos en lo que se r efier e al diccionar io m onolingüe, casi nunca se car acter izan tipogr áficam ente de dicha for m a, sino com o ejem plos o indicaciones de cotexto. En conclusión, par a poder hablar de una teor ía gener al del ejem plo lexicogr áfico deben tener se en cuenta m uchas facetas difer entes que r odean al diccionar io: el concepto de nor m a lingüística asum ido, la ideología del autor del diccionar io, el desar r ollo de las técnicas lexicogr áficas, las teor ías lingüísticas im per antes, etc. Per o el aspecto que nunca se ha de per der de vista es sin duda el que se r efier e al usuar io potencial del diccionar io. Son sus necesidades y las clases de consulta pr evistas por quien r edacta la obr a las que deter m inan la for m a, el contenido y la función del ejem plo lexicogr áfico. El usuar io novato apr ovechar á m ejor los ejem plos sencillos inventados por el pr opio lexicógr afo; el usuar io m ás avanzado podr á aum entar su com petencia a tr avés de los ejem plos extr aídos de cor pus, que le m ostr ar án sin duda unos usos m ás com pejos y con m ayor núm er o de m atices; finalm ente, un lector m adur o o un filólogo sabr á apr ovechar toda la infor m ación pr esente en los ejem plos basados en testim onios, ya sean liter ar ios, per iodísticos o de cualquier otr o tipo, que le gar antizar án, adem ás, la ver acidad de los datos pr opor cionados en el diccionar io.
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Con tr er as Izqu ier do, N.M . (2008): El diccionar io de lengua y el conocim iento especializado en la sociedad actual, Un iver sidad de Jaén . Ser vicio de Pu bl icacion es Alicia Ar jonilla Sam pedr o Universidad de Jaén
Título: El diccionario de lengua y el conocimiento especializado en la sociedad actual Autor es: CONTRERAS IZQUIERDO, Nar ciso I.S.B.N. 978-84-8439-405-1 Colección: Sem inar io de Lexicogr afía Hispánica M ater ia: Lingüística Nº de Págs. 261 Año Edición. 2008 Obser vaciones: Rústica 17 x 24 cm s.
El fundam ento teór ico de esta obr a r eside en el hecho de que el intenso desar r ollo de los ám bitos científicos y técnicos obser vado dur ante toda la edad m oder na ha continuado con m ás vigor si cabe a lo lar go de todo el siglo XX m anteniéndose hasta la actualidad, lo que ha pr ovocado, sin duda, pr ofundas tr ansfor m aciones sociales. Del m ism o m odo, todo ello queda r eflejado en el lenguaje: el conocim iento científico se am plía y pr ofundiza con inusitada r apidez y la sociedad actual se ve inundada por m oder nas técnicas y pr ocesos, con lo que la lengua ha de acoger las ter m inologías que sur gen continuam ente com o consecuencia de la necesidad de denom inar estos nuevos conocim ientos y r ealidades. Este hecho ha dado lugar a un incr em ento consider able de unidades léxicas que designan y tr ansm iten este conocim iento especializado, unidades que por otr o lado tr aspasan los lím ites pr opios de la com unidad científica y se extienden r ápidam ente por toda la sociedad, entr ando a for m ar par te, pr incipalm ente a tr avés de los m edios de com unicación, de la lengua cotidiana de los hablantes cultos.
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Toda esta situación r eper cute plenam ente en la confección de diccionar ios, pues estos deben acoger entr e sus páginas par te de este inm enso conjunto de voces, con lo que el conocim iento especializado pasa, a tr avés de estas obr as, a la sociedad. Así, el diccionar io se convier te en her r am ienta de tr ansm isión de dichos conocim ientos cum pliendo así la función didáctica de todo diccionar io de lengua. De este m odo, estas obr as alcanzan cier to gr ado de valor social contr ibuyendo al desar r ollo de la pr opia sociedad que las cr ea. Sin em bar go, esta tar ea no es nada sencilla debido tanto al inm enso caudal de tér m inos especializados com o al tipo de infor m ación que tr ansm iten. Los r edactor es de estas obr as se enfr entan a una ser ie de dilem as de difícil solución, tales com o decidir el núm er o y tipo de especialidades que han de incluir se en ellas, así com o los tér m inos de estas especialidades que deben ser seleccionados. Adem ás, otr os aspectos com o la m ar cación tem ática y la definición de estas voces constituyen hoy por hoy dificultades que la lexicogr afía aún no ha logr ado r esolver. Este libr o puede enm ar car se en el ám bito de la pr oblem ática del tr atam iento del léxico especializado en la lexicogr afía española. Su pr incipal pr opósito es el de analizar uno de los factor es que confier e coher encia inter na a los diccionar ios por lo que se r efier e al tr atam iento del conocim iento especializado: la estr uctur ación del saber científico en ám bitos especializados en diccionar ios gener ales españoles de la últim a década del siglo pasado. La obr a se divide en cuatr o capítulos. El pr im er o abor da el tem a del conocim iento especializado en la sociedad apr oxim ándose a los conceptos de ?ciencia? y ?técnica? y a sus r elaciones. Adem ás, en este pr im er capítulo se analiza el papel de estos conceptos en la sociedad actual, incidiendo en lo inadecuado de la concepción her edada de los m ism os y el cam bio que se está pr oduciendo a tr avés del m ovim iento ?Ciencia, Tecnología y Sociedad (CTS)?. Finalm ente, se expone la estr uctur ación del conocim iento especializado en la sociedad actual a tr avés de los sistem as de clasificación del conocim iento m ás usuales. El segundo capítulo está dedicado a la car acter ización de las lenguas especializadas, siendo de especial inter és el hecho de que la descr ipción de esta var iedad lingüística se r ealiza desde un punto de vista com unicativo, es decir, consider ándolas una for m a especializada de com unicación. De este m odo, en este segundo capítulo se incluye tanto una descr ipción de los distintos niveles de descr ipción lingüística de esta var iedad (fonético-fonológico, m or fológico, léxico-sem ántico y textual), com o una car acter ización de los factor es pr agm ático-com unicativos (objeto, situación, inter locutor es y funciones).
EL DICCIONARIO DE LENGUA Y EL CONOCIM IENTO ESPECIALIZADO EN LA
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SOCIEDAD ACTUAL
En el capítulo siguiente encontr am os una apr oxim ación teór ica al tr atam iento del conocim iento especializado en los diccionar ios gener ales: en él se descr iben los diver sos aspectos de un diccionar io r elacionados con este cam po, com o pueden ser las disciplinas científicas y técnicas que se incluyen, la selección del léxico especializado, la definición de los tér m inos y la m ar cación tem ática de los m ism os. Finalm ente, el cuar to y últim o capítulo de la obr a incluye un por m enor izado análisis del tr atam iento del conocim iento especializado en cinco diccionar ios gener ales contem por áneos r epr esentativos de la pr oducción lexicogr áfica española de los últim os años del siglo pasado:
ACADEM IA ESPAÑOLA DE LA LENGUA, Diccionario de la Lengua Española, 21ª edición, M adr id, Espasa Calpe, 1992 [se ha m anejado igualm ente su ver sión en CD-Rom de 1995]. M ARTÍ, M .ª A. (coor d.), Gran diccionario de la Lengua Española, Bar celona, Lar ousse-Planeta, 1996 [se ha m anejado igualm ente su ver sión en CD-Rom de 1996]. M ALDONADO GONZÁLEZ, C. (dir ), Clave. Diccionario de uso del español usual, M adr id, S.M ., 1996 [se ha m anejado igualm ente su ver sión en CD-Rom de 1997]. ALVAR EZQUERRA, M . (dir.), Diccionario General de la Lengua Española, Bar celona, Vox, 1987 [se ha m anejado igualm ente su ver sión en CD-Rom de 1997]. SECO, M ., O. ANDRÉS y G. RAM OS, Diccionario del Español Actual, M adr id, Aguilar, 1999.
En dicho análisis se ha tenido en cuenta, en pr im er lugar, la infor m ación ofr ecida en los pr ólogos de estos diccionar ios sobr e el conocim iento especializado, pasándose poster ior m ente al com entar io de la m ar cación tem ática. En este caso se com entan aspectos com o las car acter ísticas for m ales (ubicación y tipogr afía de las m ar cas), el núm er o de m ar cas y disciplinas, la aplicación de dichas m ar cas o la m acr oestr uctur a del conocim iento en las disciplinas científicas y técnicas que subyace en el listado de abr eviatur as tem áticas de los diccionar ios, todo ello tanto en cada uno de los diccionar ios seleccionados com o en la com par ativa de todas las obr as.
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Por últim o, el autor ofr ece una descr ipción de las m ater ias científicas y técnicas en la m acr oestr uctur a de los diccionar ios com entando el núm er o de disciplinas que incluyen, la m acr oestr uctur a del conocim iento especializado que se evidencia en los diccionar ios y la definición de las voces que designan disciplinas científicas y técnicas, analizando, en este caso, tanto la tipología definicional com o la coher encia en la definición. En r esum en, la obr a aquí analizada r epr esenta un m ás que inter esante y adecuado acer cam iento a una cuestión destacada -y no poco pr oblem ática- en la lexicogr afía actual com o es el de las unidades léxicas especializadas, pr esentando un punto de vista válido par a su m ejor a: la estr uctur ación del conocim iento especializado en los diccionar ios gener ales del español.