A la sombra del maltrato

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En Degaña, la expareja de SILVIA BRUGOS asesinó con un machete a su padre, su hermano y a quien era su pareja en aquel momento. Ella y su madre resultaron con heridas graves. Todo ello, delante de los dos hijos de ella y de quien intentó asesinarla. “Empieza muy poco a poco y no te vas dando cuenta, porque las mujeres no somos tan tontas para que nos minen así, nos menosprecien así, y no nos demos cuenta. Te va diciendo cosas que no ves normales. Con el paso del tiempo, te acabas creyendo que, de verdad, tiene razón en lo que dice: que eres una “inútil”, “una mierda de tía”… Y yo salía a la calle pensando que era “una mierda de tía.” Me aisló de mis familiares, de mis amigos… Yo estaba siempre en casa. Una amiga, me dijo que se me veía mal. Es cuando te paras, lo piensas, y empecé a contarle lo que me pasaba; y ella me advirtió: “Esto no es normal.” Yo tampoco lo veía normal porque la relación que tenían mis padres era buenísima, y a mí me daba un poco de vergüenza el decirle a alguien: “a mí me pasa esto con esta persona. No nos entendemos bien.” Él siempre estaba: “¡Cuánto tardaste hoy!, ¿dónde estuviste? ¿con quién estuviste?”. Y: “Ay, perdona, no te quería decir eso. Soy muy tonto. Anda, venga, perdóname, que te quiero mucho y voy a cambiar.” Yo llegué a pensar, años después, que él no se casó conmigo: él me compró en una feria, era como una pertenencia de él. Primero no quieres separarte porque quieres para tus hijos la figura paterna. Pero llega un momento en que no es posible. Los mismos críos se están dando cuenta de lo que está pasando. A mí me llegó a decir la niña, con siete años: “Mami, si te tengo que ayudar, te ayudo yo.” Ese fue el punto en que dije: “Ya, hasta aquí.” Empieza con cara de pena: “No me dejes, que yo cambio.” Una cosa extraña: en el juicio, el asesino tiene la última palabra. Y dijo: “Perdón a todos, menos a Isabel y a Silvia”, o sea, a mi madre y a mí. Como que ya pagaríamos nosotras lo que le hicimos a él. Arrepentimiento, cero. Yo siempre me mantengo muy optimista, mirando al futuro siempre. Por mis hijos, que nos vean bien. Ellos vieron todo lo que ocurrió. Nosotros no evitamos hablar de ello cuando necesitan hablar de ello. Pero tienen una vida completamente normal. Yo esto lo hablo mucho con el psiquiatra quien me ha dicho que “es maldad, pura y dura, no le pasa nada, psicológicamente está perfecto. Tiene maldad, ganas de hacer daño.” Salgo adelante con muchos apoyos: el de la familia, de instituciones, de médicos, de amigos… ¡es increíble!” UNA MUJER, FUERA DE CÁMARA CON EL FIN DE PROTEGER A SUS HIJOS, cuenta su testimonio, una vez “liberada”: “Todo empezó a los 18 años. Yo estaba empezando la carrera. Lo conocía del pueblo, era atractivo; encantador, no, nunca lo fue. Pero me gustó. Desde el principio, dio señales de lo que iba a ser. Y no tardó en empezar a hacerlo. El primer maltrato físico fue ese mismo año. Tras una discusión en la calle, me dio con la cabeza en la pared. Me dejó una cicatriz


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A la sombra del maltrato by Elena - Issuu