Nuestra valoración de la democracia

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NUESTRA VALORACIÓN DE LA DEMOCRACIA Sociólogo Leopoldo D. Carrasco Rodríguez / Leo Arouet Hasta hace poco creí que nuestro país había dado avances significativos en muchos aspectos –algunos ya irreversibles–, como la defensa de la democracia, los derechos y el respeto de las normas internacionales. Por entonces, yo pensaba y me mostraba confiado en la fortaleza de nuestra economía y los alcances corroborados en las mediciones sobre la percepción de la democracia en nuestro país, hechas por el Latinobarómetro. Todo esto tenía en cuenta dejando de lado un estudio y examen más más profundo y serio sobre nuestra democracia. Aunque ya tenía algunos indicios que no iba por buen camino. Pero, realmente ¿qué sucede con nuestra democracia? Hace ya media década (2009), salió un estudio que evidenciaba y corroboraba la fragilidad de nuestra democracia. Dicho documento afirmaba que nuestra democracia era precaria; es decir, inestable y de poca duración. Pero esta precariedad se sustentaba en la traición a la democracia, debido a que las élites políticas de izquierda y derecha defendían, defenderán e incluso traicionarán a la democracia de acuerdo a sus intereses. Entonces, por lo tanto, la defenderán si un gobierno afecta sus ganancias y privilegios, y la traicionarán si mediante ella no pueden satisfaces sus intereses, lo que ahora sucede en el Perú. Pese a esta inconstancia y cambio súbito de las élites políticas, conviene esclarecer otros factores más que debilitan nuestra democracia. El primero de ellos es la creciente influencia y poder del sector privado en todo el mundo y en nuestro país. En Estados Unidos, por ejemplo, está el complejo de la industria militar con la empresa Lockheed Martin a la cabeza, seguido por Boeing (la empresa de aeronáutica, claro) y General Dinamics. Estas empresas tienen un poder enorme y cada una gasta una cantidad inmensa (calculada en millones de dólares) en influencia, a veces de un modo público y transparente, y otras, de una manera oculta y más oscura. Lo que trato de resaltar es, entonces, el poder de este sector privado. En cada país existen empresas y organizaciones que poseen un poder de decisión proporcional a su poder económico. En nuestro caso, debido a las reformas hechas a inicios de la década de los noventa, este sector privado ha cobrado relevancia y su influencia se ha extendido por todo el territorio. Por lo tanto, lo que debilita a nuestra democracia es el choque y la oposición entre el poder público y el privado. Si se privilegia al primero se crea una dependencia y una barrera a libertad de emprendimiento; y si se privilegia al segundo, se socava la soberanía y el poder de decisión. Este último es lo que vamos a tocar adelante. Como segundo factor que afecta a nuestra democracia, aparte de la facilidad de cómo nos traicionan nuestras élites políticas, tenemos a las condiciones y prerrogativas que se dan al sector privado para hacer y deshacer en el país, mediante normas y leyes aprobadas. Es decir, el Estado incentiva y favorece el desarrollo de la inversión extranjera. Aquí podemos mencionar la Ley de la Promoción de la Inversión Extranjera aprobada por el Decreto Legislativo N° 662, en el año de 1991. Esta ley estableció una protección legal y una estabilidad tributaria a las empresas extranjeras que decidieran invertir en el Perú, de estas disposiciones surgen los conflictos actuales que se proyectan fuertes y profundos. Todo lo anterior se dio sin tomar en cuenta a las empresas y a los empresarios nacionales, que no vieron nacer norma o ley que los


protegiera de la competencia extranjera, sino más bien se les agravó los impuestos y se les impuso una dificultad para abrir nuevas empresas e innovar. Como tercer y último factor menciono una cualidad de origen subjetivo y cultural. Que nuestra política ha estado lejos de ser seria; es decir, que los políticos que aspiran al poder no lo hacen por razones humanitarias ni mucho menos éticas. La Política rige la lógica de la lucha por el poder; así ganará, entonces, no el más sabio, el más prudente, el más educado, ni el que tiene mejores ideas, sino el que conquista mejor a la gente y que comprende que para llegar al poder es necesario usar los medios más eficaces para lograrlo. Esto también debilita nuestra democracia. ¿Qué podemos hacer? Desde la Grecia Antigua, la política ha estado dominada por traiciones, conjuras, conspiraciones, asesinatos, complots y todo tipo de corrupciones. Pero nació la democracia como la opción más humana para poder un límite a todo tipo de poder. Desde entonces, se ha tratado de defenderla a toda costa. Lo que podemos hacer primero, en nuestro caso, es tratar de cambiar nuestra Constitución, cuyas nuevas normas proteja a los ciudadanos, garantice su seguridad, educación y dé las facilidades para invertir a los empresarios peruanos e incentive el crecimiento del país. Segundo, defender nuestra democracia de los ataques desleales de los actores políticos que se olvidaron de sus electores. Y, por último, establecer una democracia directa mucho más fuerte y saludable que la representativa.


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