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Poemas preliminares

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Hogar

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Roja

Soy la herida desnuda que se tiende bajo la claridad azul del Altiplano Matizo el paisaje con el hierro que circula en mis arterias palpitantes

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El subsuelo se nutre del óxido de mi respiración Tejo en la sombra una red de vasos capilares que se rompen al alcanzar la flor del tabachín o se condenan ebrios al fondo de una rosa

Estallo cada tanto

Soy la carcajada de las frutas y el rubor de los cuerpos cuando traslucen el torrente airado de sus pasiones calladas

Ardo

Sangro

Abro el día manchando la superficie del valle y establezco el crepúsculo cuando el sol se desgaja entre los nubarrones

Soy el tiempo que late en el vientre de esta ciudad mujer y el grito íntimo que pulsa en la germinación de sus semillas

Germinación

Quienquiera que tú seas, escucha, bajo esta roja tierra algo se mueve algo germina, algo raíces del maguey, agua encendida surcos despiertos donde el sol reposa las palabras sisean entre guijarros —voces antiguas de la piedra ecos, revelaciones— el paisaje sin límites las parcelas azules, los lejanos cerros la ceniza del tiempo, derramándose suelta su rito vegetal la milpa su hojarasca de luz al primer viento

Escucha el tiempo y el sendero (las dos mitades de la vida) hablan y tú, chupa, chupa, la vida la tierra roja eleva sus maizales

Tepatitlán

Rojo es el beso de esta tierra roja rojo su cielo cuando cae la tarde rojo su amanecer —barca que arde— roja su milpa cuando se trashoja.

Rojo este suelo que la lluvia moja con dedos de cristal, rojo el alarde de pájaros que rondan en la tarde mientras, de abril, la rosa, se deshoja.

Ay, este corazón que, en su memoria ha guardado el dolor de cien heridas, bien sabe que su última victoria

(tras morir con las luces encendidas) será con esta tierra al fin cubrirse y en su abrazo amoroso consumirse.

Tepa

Tepatitlán en el día es canto de sol despierto por tierra roja cubierto y roja melancolía. En la noche es melodía que se desborda encendida y en sus entrañas anida remedio de mal de ausencia. Tepatitlán es presencia, tierra, viento, fuego y vida.

Germinación 2

Quien quiera que seas tú, abraza esta tierra color de corazón ella sustenta jardines y banquetas los ríos de luz que corren por las calles maizales gallineros campanarios oraciones al borde de los templos ella ha formado la fibra de tu carne los elementos de tu alma la sustancia de tu cuerpo tu coraza de cal el grano de maíz que echa raíces limpias en tu frente.

Jorge Souza Jauffred

Rojo sangre la tierra de los Altos

Rojo sangre la tierra de los Altos. Suelo lunar para las pencas verdiazul que apuntan hacia el dominio solar (bien podría ser la región más transparente).

Lares de luz donde el surco es vena de arcilla, un enrejado carmín que desde su planear miran atónitos el gorrión, el aura y el zopilote.

La diosa Deméter recibió otro nombre en la pila bautismal de las Américas, pero ¿qué es un nombre en la faz del Cielo? Igual gobierna aquí como Mayahuel, pero no sobre el rocío, ni sobre los vientos, y tampoco los valles del Peloponeso, sino aquella greda que por colorada se ruboriza bajo el intenso fuelle del sol.

Limo carmín en la tromba y el chubasco, siena quemado en la claridad de noviembre, he aquí el pelaje de esa comarca de púas donde las estaciones sin herirse se decantan.

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