Gauchito Querido - Amparo Baquerizas

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GAU CHI TO

AMPARO BAQUERIZAS

QUE RI DO


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ES CREER O REVENTAR.




UN TRES Y UNA

MONTÓN

DE UNA

AMPARO BAQUERIZAS

ALTARES, SANTUARIOS TUMBA: PEREGRINACIÓN


DISEÑO EDITORIAL AMPARO BAQUERIZAS IMPRESO EN L’IMPRIMERIE DE L’IFAO CAIRO, EGIPTO IMPRESIÓN DE CUBIERTAS MOHAMED SHAABEN, PRINTING PARK AT THE GERMAN UNIVERSITY IN CAIRO, EGIPTO ENCUADERNADO POR GINA NAGY FATMA EL SAYED AMPARO BAQUERIZAS TIPOGRAFÍAS PONDO REGULAR BRADFORD MONO LL LL BRADFORD QUADRANT TEXT MONO ITALIC ABC FAVORIT MONO © AMPARO BAQUERIZAS, FOTOGRAFÍA Y TEXTOS 2023 RESERVADOS TODOS LOS DERECHOS. NO SE PERMITE LA REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL DE ESTA OBRA, NI SU INCORPORACIÓN A UN SISTEMA INFORMÁTICO, NI SU TRANSMISIÓN EN CUALQUIER FORMA O POR CUALQUIER MEDIO (ELECTRÓNICO, MECÁNICO, FOTOCOPIA, GRABACIÓN U OTROS) SIN AUTORIZACIÓN PREVIA Y POR ESCRITO DE LOS TITULARES DEL COPYRIGHT. LA INFRACCIÓN DE DICHOS DERECHOS PUEDE CONSTITUIR UN DELITO CONTRA LA PROPIEDAD INTELECTUAL.


Así fue como imaginé este viaje por (...) la Argentina, que, allí donde los Estados Unidos fabrican superhéroes, no para de inventar santos. GABRIELA SAIDÓN



BUSCANDO AL GAUCHI: UNA ESPECIE DE INTRODUCCIÓN p11

ANTONIO GIL, EL GAUCHITO

p19

UN MONTÓN DE ALTARES, TRES SANTUARIOS Y UNA TUMBA p27

ANTES DE VOLVER: UNA ESPECIE DE OUTRO p495


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El primero de camino a Mercedes p115

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Donde había un gato egipcio y una Haydée que no era mi abuela p123

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El que estaba en Perdices p131

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Una casita sin más en un arbolito sin más p141

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El de la casita verde despintada p147

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Una casita en la colectora donde pasaban camiones a saludarte p155

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La Santería de la Calle Corrientes

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p29

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p163

Corrientes y Dorrego, Parque Los Andes p33

Santuario Gauchito Gil y los Santos Unidos El de la casita de perro de camino a San Pedro El del triangulito en un árbol El del comedero con un perro grande y negro

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Donde el Gauchi hizo soplar el viento El de los ladrillos apilados

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Donde vivían juntos el Gauchi, la Virgencita de Itatí y San La Muerte

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La primera fiesta de texturas, telas, rejas, casitas (y un cachorrito de boxer)

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p79

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Donde el primer ñandubay

El chiquito en la esquina antes del campo

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Donde el árbol contra la ruta

p294

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El de la esquina con el camino a Uguay

La yapa entre Santa Catalina y Doyle

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p99

p259

p353

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p107

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El último antes de que se fuera el sol p273

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Donde Ramona la de la Colonia p365

El que estaba como en la cárcel p417

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Donde el espinillo con muchos banderines deshechos

La casa de la Abuela Ana

El altarcito en la pared de la copistería p411

(43)

El del atardecer soñado y el Gauchi vestido de fiesta

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Donde Ramona la de la ciudad que en realidad era de la Colonia y conocía a la otra Ramona p403

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p341 (36)

Donde eran gemelos p393

Donde una casita mini, un árbol enorme y atrás vacas

Donde conocimos al guardia de seguridad que caminaba

El de esperando a que abriera El Lapacho p383

p329

El que estaba adentro de una fábrica p249

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p317

p235

p243

El espinillo al que no pude llegar porque había llovido

El primero de adobe

El Gauchi gigante p379

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p305 (33)

p219

p71

El santuario del Señor San La Muerte p285

p215

El que era gauchiplanista

p91 (10)

(38) (30)

p201

p63 (07)

El que llevaba rosario blanco p195

p59 (06)

Donde la ofrenda era un pecado p183

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p55 (05)

El del acceso a Clodomiro Ledesma (que al final no) p169

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p39 (04)

El de la ausencia

El que vivía con dos alazanes de verdad y uno de mentira p427

El de neón p433

El Santuario Grande p439

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La Tumba p479


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BUSCANDO AL GAUCHI: UNA ESPECIE DE INTRODUCCIÓN

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Amparo bebé en el campo argentino. Mediados de los 90.

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Yo nací en Argentina y me hice persona en Argentina y después en un momento me olvidé de dónde era. Era muy chiquita cuando nos fuimos, en el peor momento posible, y nos llevamos con nosotros mucha tristeza y muchos miedos. Y así fue que no volvimos durante años, añares, y mi cerebro y mi corazón fueron buscando cosas a las que aferrarse, anclas de la memoria que consiguieran mantenerme conectada a un lugar que de repente me quedaba a 10.348 kilómetros. El tiempo iba pasando, y yo iba no volviendo. Y para cuando volví a pisar la tierra que me vio nacer, habían pasado seis años, y después once, y yo me había mimetizado con mi nuevo lugar. Los viajes de vuelta siempre son complicados y ruidosos y llenos de abrazos y lágrimas y siempre se quedan cortos. Así que de la primera vuelta ni me acuerdo, y en la segunda es cuando descubrí al Gauchi.

Y en realidad no descubrí al Gauchi, pero me enamoré de un árbol cubierto de cintitas rojas en el medio de la nada. Y pregunté un poco, y me contaron del Gauchi. Y presté atención y tomé notas mentales pero ya, porque el viaje en el que estábamos entonces era por el norte, Jujuy, Salta, y era 2017, y tantos altares tampoco vi. Pero años después cierro los ojos y me acuerdo de ese momento, de ese árbol, de esos harapos de tela colorada meciéndose despacito con el viento del verano. Y ahí quedó la idea, la imagen, la conexión en mi corazón. Y debe ser que en 2022 se alinean los astros y esa idea corrosiva que me rebotaba por el cerebro desde hacía casi seis años sigue pareciendo igual de loca, pero empiezan a pesar más los “por qué no, si no ahora cuándo” que los “esto es tirado de los pelos”. Que el miedo sigue ahí, que me muero, subrayo lo de que me muero, de miedo y no sé ni por dónde empezar. Pero esto es una peregrinación que necesito hacer, una peregrinación más en mi búsqueda eterna para entender la fe, sí, pero sobre todo una peregrinación a reencontrarme conmigo misma, con mi identidad, con mis raíces. Y de una semana para la otra decido que sí, que de repente este es el momento, y que me subo a un avión a Buenos Aires.

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Me voy a buscar al Gauchi.


Se dice por ahí que esta podría ser la única imagen histórica de Antonio Mamerto Gil Núñez. Cleopatra Barrios, experta en el Gauchito Gil y las prácticas fotográficas que lo rodean, lo desmiente con mucha lógica. Me sigue pareciendo una imagen tremendamente linda.

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En realidad Gauchi le digo hoy, que somos amigos y que charlamos. Por aquel entonces para mí todavía era el Gauchito Gil. Me pregunto muchas veces que por qué tanto amor por esto, tanto impulso que me ata a investigarlo. Me lo pregunto mucho yo y me lo preguntan mucho otros. Porque si la Argentina me queda lejos a mi, física y conceptualmente, lo del Gauchi le queda lejos a toda mi gente argentina. Y me contesto, claro, porque siempre digo que si uno cierra los ojos diez segundos y piensa fuerte, escucha todas sus verdades, y si yo cierro los ojos escucho la mía. A mi el campo se me quedó clavado como la joya de la corona de mis recuerdos. Santa Catalina, Poncho, Hormiguita, los desayunos de dulce de leche a cucharada limpia, el ombú grande, las salidas a caballo, los eternos fines de semana, el olor de los eucaliptus en el camino de entrada, los agujeros en la tosca que hacen rebotar la camioneta. Me he pasado la vida soñando reencontrarme con eso. Entonces lógico que la gauchesca me remita, me enganche. Y si a eso le sumo mi obsesión por la historia de las religiones, por diseccionar cómo y en que cree la gente, desde cuando y hasta cuando, me sale en la ecucación, como dice Gabriela Saidón, el Gauchi, que aglutina la cruz y el Martín Fierro y se convierte en amalgama de la cultura argentina.

Cuestión que me pongo a leer, a perseguir al Gauchi primero por internet, a tratar de empezar a investigar… Y me topo con una maraña de historias, leyendas, narraciones, pinceladas, clamores, canciones, poemas, noticias, películas. En cantidades abrumadoras y desestructuradas en mis ojos y mi cerebro de neófita. Y voy tratando de desengranar, de buscar hechos comprobados, datos históricos, recolecciones fehacientes de un culto que me grita de todas las formas posibles que acá la razón no es un prisma válido como enfoque, como punto de partida. Que acá, esto es creer o reventar. Y que la única forma de hacer esto, es perderme por el camino.

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Me subo a un avión desde el Cairo, que es mi casa desde hace ahora seis años, y treinta y dos horas después llegó a una Buenos Aires que por primera vez me dispongo a explorar sola y adulta. No tengo planes exactos, no tengo formas confirmadas de llegar a ninguno de los lugares que necesito encontrar. No tengo certezas de nada. Por no saber, no sé ni por dónde empezar. Pero si no tengo nada, sí tengo la fe en el Gauchi, en que él me ayuda a encontrarlo, en que al final todo se va a dar y que a Mercedes llego como sea.


GAUCHITO ACOMPAÑAME, Gauchito Gil, protegeme, protegé mi viaje. Gauchito Gil, llevame a encontrarte.

GAUCHITO PROTEGEME.

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TEMA............................................... FECHA..............................................

CURSO............. DIVISIÓN............. TURNO.......

MAPA FÍSICO/POLÍTICO

REPÚBLICA ARGENTINA → PARTE CONTINENTAL AMERICANA

NOMBRE...............................................

ES PROPIEDAD LEY 11.723 EDICIÓN DICIEMBRE 2021 IGN.GOB.AR


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EL CULTO AL MILAGRO: EL GAUCHITO

ANTONIO GIL, ↘ ARCADIO. (1996). El culto al Milagroso Antonio Gil "El Gauchito". Talleres Gráficos Bermejo. Haedo.

(I)

ANTONIO GIL, LA HISTORIA Y LA LEYENDA

Antonio Mamerto Gil Núñez, más conocido como Gauchito Gil o también Curuzú Gil (curuzú significa cruz en guaraní), fue un hombre humilde oriundo de la zona del Pay-Ubre, hoy Mercedes, Corrientes. Este querido Gauchito, un gaucho como tantos otros paisanos de los Esteros del Iberá, pasó a la idolatría popular en el mismo momento de su muerte. Conocido como milagrero, sus milagros y favores benefician a millares de promeseros que en un momento de angustia, o por simple favor a conceder, se acuerdan de él. Haciendo sus pedidos con devoción, tanto en su lugar de peregrinación, allí en las cercanías de Mercedes, o simplemente poniendo fe en el Gauchito, el fiel prende una vela colorada o escribe en una cinta el favor a conceder, con la esperanza de ser recompensado con la gracia de ver su favor realizado. Se puede apreciar claramente la gratitud de los peticionantes a los cuales Curuzú Gil les concede su gracia. Se distinguen la diversidad de los favores que se le piden al Santito del Pueblo: desde curaciones de salud en un abanico de importancia, a veces rayando con lo imposible; de trabajo a ascensos en puestos laborales; de comprar una vivienda a poder cambiarla por una mejor; pedidos para conseguir pareja o consolidar la ya existente; la gracia para que un matrimonio pueda tener un hijo, cuando los médicos lo dan por imposible. El Gauchito Gil forma parte del santoral pagano correntino, dándose que la canonización la ha hecho el mismo pueblo. La Iglesia Católica Apostólica Romana no lo ha beatificado ni canonizado. Para la fe del pueblo, basta que sean escuchados sus ruegos, no importa si el santo tiene o no un título impuesto por una autoridad. Ya lo dice la máxima Vox Populi, Vox Dei (la Voz del Pueblo, es la voz de Dios). La prueba está en que cada vez son mas los que se acercan a su santuario. Cada 8 de enero, fecha de aniversario de su muerte, desde muy temprano se puede ver una multitud que se congrega para visitar al santo en su día. La bailanta, infaltable en cada celebración de la fiesta de un santo, se hace sentir con todo su esplendor. Las parejas bailan al compás del chamamé, los músicos entonan canciones y "compuestos" escritos en honor al Gauchito. No solamente en el día de su fiesta se pueden ver a los promeseros. En su santuario nunca

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faltan visitas que se le hacen de agradecimiento, de pedidos o por el solo hecho de darle el gusto al alma y acercarse a los pagos de Mercedes donde está el monumento a Antonio Gil. Visita que reconforta el corazón y da gozo al espíritu. Uno se siente acompañado, los problemas ya no son de uno solamente, porque al confiarle al Gauchito los pesares que nos apenan, parecería que hay alguien que nos está ayudando. Es costumbre que al visitar el monumento se le prenda una vela color rojo, color que lo identifica, y se le ponga una cinta del mismo color escrita con el pedido de gracia a conceder; el agradecimiento por un favor recibido; o simplemente los nombres de las personas a las que uno quiere que el Gauchito proteja y ayude. El lugar del monumento es parada obligada de todo viajante y peregrino. Los micros y colectivos tienen allí parada obligada. Ha ocurrido que algún conductor de colectivo no haya parado por un momento a saludar al Gauchito y recibió el reclamo de todo el pasaje. Es creencia popular que todo caminante que pase por su monumento y no se detenga por este a saludar a Antonio Gil no tiene su protección para el resto del camino, y que si ocurriese alguna desgracia, saldría perjudicado aquel que no paró a saludarlo. Antonio Gil, como se ha mencionado, forma parte del panteón al que se denomina pagano o profano de la provincia de corrientes, y por ende de las provincias que circundan a Corrientes. Agrandándose su radio de acción a todos aquellos lugares de los que provienen los promesantes que llegan a conocerlo. El Gauchito tiene su monumento a escasos kilómetros del cruce de las rutas n° 123 y n° 119, situado a unos 8 kilómetros de la ciudad de Mercedes. Cuando uno llega al cruce de las rutas, se puede apreciar a lo lejos una maraña de tacuaras con banderas coloradas, divisa que distingue al santo. Al bajar la vista de estas banderas, se puede distinguir el mausoleo que conmemora el lugar en el que Antonio Gil fue muerto allá por el final del siglo XIX. Durante las 24 horas del día se pueden ver en el lugar velas coloradas encendidas por los visitantes. Si uno alza la mirada, puede ver que desde el techo y las columnas de esta estructura de galpón metálico cuelgan cientos de cintas del mismo color rojo, en las que queda estampada la fe del peregrino promesero que se deposita en la cruz Gil, cintas con distintos pedidos y agradecimientos hacia el santo, a veces hasta en varios idiomas.


Al Gauchito se lo invoca por mil razones distintas. Da igual acusara de hechos delictivos sin resolver. O, en casos para casos de amor, de dinero, de trabajo, de salud; para todavía más terribles, si el culpable de un crimen era salir airoso de una dificultad o un entrevero, en caso amigo de las autoridades, lo más fácil para limpiar su donde se necesitan agallas y coraje para enfrentarlas. nombre era acusar a uno de estos gauchos, más aún Los casos de invocación no tienen límites, el único límite si alguno de ellos era visto por las inmediaciones del que existe es el que le pone la persona que le pide. Al lugar donde se hubiera perpretado el hecho. Gauchito se le realiza todo tipo de pedidos y bajo cual- La población apreciaba a muchos de ellos, especialmente si quier circunstancia. habían sido víctimas de un hecho casual, como ser una En el año 1850 aproximadamente es cuando se desarrollan pelea no buscada ni querida, pero en la cual el gaucho los hechos relacionados a la vida y triste muerte de se veía obligado a defenderse. Era preferible ser un gauAntonio Gil. Por aquella época, el desprecio por el vacho alzado a ser cobarde, en donde ni él ni su familia lor de la vida humana era moneda corriente. No podetendrían paz, siempre se los tildaría de cobardes. mos decir que era igual o de la misma magnitud como Dentro de estos gauchos alzados, había muchos a los que la lo fue en la edad Media y años anteriores, pero sí, la población quería de verdad: la gente los trataba con vida de una persona tenía muy poco valor. cariño, sobre todo a aquellos que se convertían en la La muerte era cosa de todos los días. Los hombres y mujeres versión guaraní de Robin Hood, robándole a los ricos que vivieron en aquella época, sabían que hoy vivían, y dándole a los pobres, en especial a esos ricos que se mañana no se sabía, tenían asimilada la realidad, y no aprovechaban de los paisanos, explotándolos de forma solamente por causas naturales o enfermedades. sistemática e inquebrantable. En el siglo XIX, los retos y peleas eran a muerte, entre el gau- A esos gauchos el pueblo los tenía como justicieros. Ellos hacían lo que muchos no se atrevían a hacer. Los tenían chaje una ofensa se pagaba con la vida y cualquier motivo podía ser razón justificada para ser considerada como los vengadores de todas las desgracias, de sus bacomo ofensa, agravio o encono personal, familiar o jos salarios y de sus pobres vergüenzas al tener que partidario de alguna bandería política. soportar la arrogancia y menosprecio de los señores La bailanta, fiesta que comenzaba con la caída del sol, se hacía feudales y terratenientes. en conmemoración de la fiesta de un santo, un casamiento, un bautismo u otra ocasión especial, y era el lugar de reunión de toda la paisanada lugareña. Allí (II) VIDA Y MUERTE concurrían los gauchos y paisanos armados con cuchiDEL GAUCHITO GIL llo, y armas de fuego los más bienudos. Según cuentan los viejos lugareños del litoral, no había bai- Algunos dicen que los hechos que nos ocupan ocurrieron al final del siglo XIX, cerca de 1890, en cambio otros hislanta en la cual no hubiera una pelea, y si había una toriadores citan los hechos entre los años 1840 y 1848. pelea era fácil que hubiera, en la mayoría de los casos, un muerto o dos. El matador, luego de la pelea en la Lo único que sí se sabe con certeza es la fecha de la que habría dado muerte a un oponente, iba preso por muerte del gaucho Antonio Mamerto Gil Núñez: el largos años, si tenía suerte, porque según cuentan, las 8 de enero. mismas autoridades le daban muerte camino al lugar Otro detalle acerca de la época de su muerte es la constante de la lucha fratricida ocurrida en la provincia guaraní en el que lo juzgarían. Aunque también estaban los apresados que se daban a la fuga. entre liberales (también llamados celestes) y autonoDesde ese momento pasaban a ser un gaucho alzado, mistas (denominados colorados). como se lo llamaba comúnmente. Las autoridades iban En las proximidades de una de estas infelices batallas es que el entonces en su búsqueda, empujando al fugitivo a incoronel Juan de la Cruz Salazar, veterano de la Guerra ternarse en el monte, donde se juntaba con otros en su del Paraguay, recluta al gauchaje de la zona, dándoles misma condición, formándose gavillas. Algunos, para armas y caballos. Aglutinados en su estancia de la zona poder subsistir, trabajaban haciendo jornales en lugadel Pay-Ubre, en lo que hoy es la ciudad de Mercedes, res de paso, aunque no podían quedarse mucho tiempo el coronel Salazar se apresta a iniciar al viaje en donde en un mismo sitio para que las autoridades no se alerse reunirá con otras tropas para engrosar las filas de la taran de su presencia. Allí trabajaban por la comida, armada autonomista. otros se dedicaban al bandolerismo, asaltando comer- Es así que se encaminan, recorriendo la misma senda que cios y casas de campo. recorriera el General Belgrano camino al Paraguay. Al La fama de estos fugitivos se iba acrecentando cada vez más. llegar a la zona conocida como Los Palmares, lugar en La rueda de figón, junto a unos tragos de aguardiente, que el Coronel Salazar escoge para acampar, Antonio caña con ruda o ginebra, y la falta de temas de converGil, un mozo de entonces 25 años aproximadamente, sación más interesantes, hacían que la fama de estos muy querido por la población y conocido como perpersonajes creciera de forma desmedida; en muchos sona que siempre ayudó al prójimo, abandona el camcasos deformando los hechos, en otros inventando hepamento y se interna en el monte. De allí en más la chos alternativos directamente. leyenda se fue tejiendo, con modificaciones y alteraLa gente le hacía la fama agrandando las historias (cuando ciones según la persona que relata los hechos. eran verídicas) que hubieran rodeado al hecho. Tam- Unos dicen que Antonio Gil se dedicó al cuatrerismo, bién era fácil que a los gauchos alzados y fugitivos se los otros en cambio lo tienen al Gauchito como

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un Robin Hood, que quitaba a los ricos y repartía el si no por hombre bueno, justo y corajudo cuando las botín entre los pobres, especialmente entre las familias circunstancias lo requerían". que tenían muchos hijos y conocían el hambre. Sus Salazar respetaba a este coronel sin jerarquía que era detractores, especialmente los celestes de aquella époVelázquez, que no había sido puesto oficialmente en el grado de coronel por no saber hablar bien el casteca, decían que había formado una banda en donde los delitos contra la propiedad, robos y asesinatos eran la llano, si no únicamente el guaraní. Salazar le dice al norma. Cuantos casos policiales sin resolver aparecían, escuchar a Velázquez, "que si era cierto todo lo que él se lo cargaban sobre las espaldas al Gauchito Gil y su le decía, le traiga 20 firmas de personas conocidas del supuesta banda. pago de Mercedes, y él le daba la palabra que lo dejaba En cambio se pueden oír otras versiones venidas de las enen libertad a Gil junto con el perdón". trañas mismas de pueblo, en donde al Gaucho se lo Dicho esto, Velázquez juntó las firmas requeridas por Salazar recuerda como ejemplar persona, gustoso de prestar y se las llevó, exigiéndole que cumpla con la palabra ayuda al necesitado. que le había dado. Salazar lee las firmas y hace una nota Dicen los viejos pobladores de la zona que el Gauchito Gil en donde da la orden de dejar en libertad a Antonio Gil. tenía el don de curar a sus paisanos, y de esa maneEsa nota fue remitida a la ciudad de Mercedes, pero ra también eran muchas las personas que le estaban llegaría tarde, ya que ya se había iniciado el traslado agradecidas. de Gil a los tribunales de la ciudad de Goya. Siguiendo con el relato de los hechos que enmarcaron la trá- Al llegar al cruce de las Picadas, a unos 8 kilómetro al norte gica muerte del Gauchito, se cuenta que después de de Mercedes, la tropa formada por tres soldados, un éste abandonar el campamento sin ser visto, el Coronel sargento y el prisionero, hacen un alto en el camino Salazar decide licenciar a sus tropas porque se había para descansar a los caballos. llegado a un acuerdo de paz entre autonomistas y libe- Antonio Gil, a sabiendas de la suerte que le aguardaba, le pide rales. Es en ese momento en el que se da cuenta de las al sargento: ausencias de Antonio Gil. —No me mates, porque la orden de mi perdón está en camino... Pasado un año de ese hecho, el Coronel Salazar vuelve a re- —¿Vos te creés que te vas a salvar? De esta no te salva nadie clutar a los paisanos para una nueva batalla entre los —contestó el sargento. rivales históricos. Antonio Gil se apersona junto a sus — No. Vos me estás por degollar, pero te digo: cuando llegues amigos. Al verlo, Salazar se acuerda de él, de cuando esta noche a Mercedes, junto con la orden de mi perun año antes había abandonado el campamento allí dón, te van a informar de que tu hijo se está muriendo en la zona de Los Palmares y le pregunta por los mode mala enfermedad. Vas a derramar mi sangre inotivos que le llevaron a desertar. A lo que Antonio Gil cente, así que invocame para que interceda ante Dios le contestó: Nuestro Señor por la vida de tu hijo; porque sabido es Para qué voy a pelear y derramar sangre de herque con la sangre de un inocente se salvará otro inomano, si no tengo ningún agravio que vengar... cente —replicó el Gauchito. Y agregó que esto se lo había dicho, la noche El sargento se burló de sus palabras, no creyendo a Antonio anterior, Ñandeyára en sueños mientras dormía. Gil, pensó que como tantos otros se asustaba de la Las razones expuestas por Gil no convencieron a Salazar. Por muerte y el desvarío le hacía decir cualquier cosa que el contrario, este le dijo que con los motivos que estaba le sirviera para salvarse. alegando, no hacía más que confirmar lo que en reali- Con respecto a la forma de morir hay varias leyendas o creendad era: un cobarde. De inmediato, el coronel ordenó cias. Una de ellas dice que al Gauchito lo ataron a un a cuatro de sus lugartenientes que lo maniataran y lo poste o a un árbol y le dispararon con armas de fuego, llevaran detenido a Mercedes, para luego de allí ser pero que ninguna de esas balas le entró en el cuerpo. trasladado a Goya, en donde se encontraban los tribuLa creencia popular dice que a quien lleva el amuleto nales que correspondían a esa jurisdicción. de San La Muerte, no le entran balas en el cuerpo, y según dicen el Gauchito Gil era devoto del "Santito", Toda la población del lugar y de los pagos vecinos se enteró del arresto de Gil, y de la suerte que correría, porque como cariñosamente lo llamaban a San La Muerte. El sabido era que la mayoría de los presos que enviaban a sargento a la orden del pelotón quedó sorprendido y Goya eran muertos en el camino, sus custodios justifiuno de los soldados le dijo que Antonio Gil era conocándose en que "al intentar escapar el preso, se produjo cido por Mano Santa, ayudando siempre al desdichado, un tiroteo en donde el cautivo ha caído muerto". y que estaba protegido por alguien, y que además tenía La noticia corrió como reguero de pólvora por toda la zona el poder de hipnotizar a las personas con solo mirarlas del Pay-Ubre. También llegó a oídos de otro coronel a los ojos. A lo escuchado, el sargento le prestó mucha veterano de la guerra del Paraguay, llamado Velázquez, atención y ya preso del miedo, ordenó que colgaran que apreciaba muchísimo a Antonio Gil, y que lo tea Gil de los pies y con el mismo cuchillo del gaucho nía como hombre probo y de bien, desconociéndosele le cortó la yugular, y de esa manera puso fin a la vida antecedentes malos algunos. terrenal de Antonio Mamerto Gil Núñez. Velázquez se apersonó ante el Coronel Salazar y le pidió por La verdadera historia del morir de Antonio Gil es un secreto el noble y honesto cautivo que había mandado a que unos pocos se han llevado a la tumba. Lo imporjuzgar a Goya, sabiendo él que "Gil era persona de tante de esta historia es que el Gauchito Gil era inocenbien y jamás se le había conocido por delincuente, te y fue muerto injustamente.

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El pelotón que asesinó al Gauchito emprendió el camino de regreso. Cada uno de esos hombres ya no sería el mismo a partir de ese nefasto y glorioso día. Nefasto por la muerte de un inocente, como ya llegando a Mercedes se enterarían. Y glorioso porque el cielo recibió el alma de un hombre justo y bueno, cuyo pecado fue no querer pelear y derramar sangre de sus propios hermanos, como ocurría en esa época de luchas intestinas entre diferentes bandos políticos. Su bondad y la iluminación de Dios lo colocan formando parte de las huestes hacedoras de milagros que son los Santos. Al llegar a Mercedes, el sargento se entera del perdón de Antonio Gil. Un fuerte choque lo sacudió de pies a cabeza. Recordando las últimas palabras del Gauchito anunciándole lo que ocurriría a su hijo. Inmediatamente solicitó permiso a su superior para dirigirse a su casa. Le dan permiso y el sargento con el corazón en la boca, sudando frío, las pocas leguas que separaba su casa del cuartel hiciéndose interminables, llega a su casa en donde se encuentra un cuadro desolador. Le dan la noticia de que su pequeño hijo está muy grave, con fiebre altísima, y que el médico del pueblo había dicho que no tenía salvación. Inmediatamente, el sargento cerró los ojos por un momento y tuvo frente a sí la imagen del Gauchito Antonio Gil, cuando le decía exactamente lo que estaba viendo. Con lágrimas en los ojos, se arrodilló y le pidió al Gauchito que intercediera ante Dios para salvar la vida de su niño. Le pidió perdón por no saber lo que estaba haciendo en el momento de darle muerte. Él solamente había querido ser un buen soldado y tampoco lo había condenado. Toda la noche estuvieron juntos madre, padre e hijo, estos dos últimos sin separarae por un segundo. Al llegar la madrugada el milagro se había hecho, el pequeño se había recuperado, y al llegar la media mañana ya se había levantado del lecho. El sargento no cabía dentro de sí de alegría. Con lágrimas en los ojos, pero esta vez de felicidad al ver a su hijo sano y salvo, construyó con sus propias manos una cruz de ramas de ñandubay, las cargó sobre sus hombros y se dirigió, esta vez caminando, dejando de lado la montura, hasta el lugar donde había matado al Gauchito. Hasta allí llegó, le colocó la cruz hecha con sus manos, le volvió a pedir perdón y a darle las gracias por haber salvado la vida de su amado hijo. Esa fue la primera cruz que hubo allí. Esa cruz le dio nombre al lugar, Curuzú Gil, hasta ese momento un alto en el camino, común a tantos otros. Luego, con el transcurso del tiempo se convirtió en un frecuente ápice de peregrinaje. Allí, a toda hora del día y de la noche, se puede apreciar una cantidad siempre importante de personas, promeseros que se acercan al oratorio dando gracias por los favores recibidos, los milagros realizados por Antonio Gil, intermediario incondicional de las personas con Dios Nuestro Señor. Todo viajero que pase por la ruta 123, tanto sea en forma individual o en forma colectiva, tiene una parada obligada aunque sea por unos escasos minutos, frente al santuario del Gauchito Gil, donde se le pide al Santo, la protección para el viaje.

Los peregrinos y promeseros cada vez son más numerosos. Son multiplicados por miles que se acercan expresamente a visitar al Santo. Tocar la Cruz de Madera, prender una vela colorada y plantar una tacuara con una bandera colorada con los nombres de las personas a las que se le pide que proteja o para dar testimonio del milagro realizado por el Gauchito. O estampar en una placa de bronce el agradecimiento que perdurará por siempre en el recuerdo de los tiempos.

(III)

LA SANTIFICACIÓN POPULAR DEL GAUCHO ANTONIO GIL

Desde el mismo día en que el sargento llevara la cruz al hombro hasta el lugar de la muerte del Gauchito, comienza de lo que comúnmente se llama Santificación Popular (escrito con mayúsculas porque la voluntad del pueblo debe ser escrita con las letras más grandes, al ser la palabra del pueblo poco menos que sagrada). Hasta no recibir oficialmente la canonización y posterior santificación, a estas hermosas almas que interceden ante el altísimo por todos los promeseros, se las incluye en lo que se denomina el Santoral Profano o Apócrifo. No por eso deja de ser Santo, si la voluntad del pueblo y la cantidad y calidad de sus milagros así lo demuestran. Sucede que se llega a la Santificación por parte de la Iglesia Católica, luego de varios requisitos como ser la perduración por más de 100 años de culto, del afecto y demostración de la adoración del pueblo. Los 100 años ya han transcurrido. La prueba del culto del afecto y la veneración popular cada día va en aumento. La demostración de ser intercesor ante Dios está demostrada en la inmensa cantidad de placas dentro del oratorio y se puede apreciar cada 8 de enero donde son millares y millares los promeseros que se acercan a visitar al Gauchito en el lugar donde su sangre inocente fue derramada, y se cumple un nuevo aniversario desde que este buen hombre pasara a engrosar las tropas del Santísimo. A mi gusto, la denominación de Santificación Profana o Apócrifa me desagrada. Es feo a los oídos del creyente que una entidad a la que se venera y se le tiene un amor muy especial sea denominada profana o apócrifa. La voluntad y el amor del pueblo dieron su última palabra. Y la siguen dando día a día, renovando sus agradecimientos y haciéndole nuevos pedidos, todos ellos de la más amplia gama. La santificación del Gauchito Antonio Gil o como se lo llama en la lengua guaraní, Curuzú Gil, es un hecho. El pueblo lo nombró intercesor y sabe que tiene a un fiel compañero al que se le puede pedir en cada momento de desgracia, problema de salud, problemas laborales y económicos, de protección y un sinfín de posibilidades. El pueblo no precisa de la oficialización a la santidad del Gauchito para venerarlo y hacerlo su benefactor. La espontaneidad del corazón no necesita de un acta en donde se diga que Antonio Gil, El Gauchito o Curuzú Gil es santo. El pueblo sigue los designios de su intuición, por eso cuando el sar-

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gento vuelve de llevar la cruz de ñandubay y comenta a todos los milagros que obró en la curación de su hijo, la gente en procesión fue inmediatamente a rezarle, llevarle una vela, pedirle y dar gracias al Cielo por haber conocido a tan digno hombre. A partir de ese momento, el lugar de la muerte del Gauchito es un incesante ir y venir de promeseros que van a visitar a su santo. Era tanta la cantidad de promeseros que iban y le encendían una vela, que el dueño de la estancia, por miedo a que se incendiara el campo, hace llevar el cuerpo al cementerio local, para que la gente deje de prenderle velas, llevarle botellas de agua, botellas de caña (aguardiente). Cuentan los lugareños que al Gauchito llegaron a dejarle, por las noches, un caballo ensillado por si le hacía falta. El dueño de la estancia en donde se le rinde culto al Gauchito tenía un buen pasar económico. Su familia bien constituida y la salud era algo de lo que no se preocupaba porque había, y buena. Pero desde el momento en que decide pedir que sacaran de allí el oratorio en donde se lo veneraba a Antonio Gil, su bienestar fue decayendo. La salud de todos los integrantes de la familia iba desmejorando progresivamente hasta el punto en el que muere uno de sus hijos (o dos, no se sabe con precisión ese dato). El estanciero se enfermó de tal forma que lo quedó en cama y cada día iba de mal en peor. La hacienda se iba apestando, los campos se secaban, cuando los campos vecinos florecían del verde divino de los esteros del Iberá. Los médicos no lograban mejorar al estanciero. Cierto día fue visitado por una mujer para que lo curara, y ésta le dijo que el único remedio que tenía para su mejoría, era traer nuevamente el Oratorio de Antonio Gil, que él había mandado sacar. Escuchadas las palabras de la mujer, el estanciero ordenó inmediatamente construir un mausoleo que memorara la veneración del Gauchito junto con una cruz que mandó a tallar en fina madera. Este túmulo o mausoleo es el que actualmente se conserva debajo de un tinglado que lo preserva de las inclemencias del tiempo. Los restos mortales de Antonio Gil quedaron en el cementerio local, pero la veneración se realiza en el lugar en el que él murió. Allí el dueño del campo cedió un espacio generoso para que se puedan construir las comodidades necesarias que alberguen a tantos peregrinos que frecuentan el lugar, alejando el alambrado hacia adentro del campo para que el fuego de las velas no pudiera dañar los pastos y árboles. A partir de ese momento, el estanciero se mejoró, la salud de los integrantes de su familia no tuvo mayores sobresaltos, la hacienda se curó y ya nunca más se le apestó, lo mismo que el campo resplandecía del verdor y sus finanzas mejoraron notablemente. En agradecimiento, el estanciero plantó una tacuara con una bandera colorada, divisa que identificaba a Antonio Gil. Las tacuaras y las banderas se multiplicaron igual que los pañuelos y las cintas del mismo color. Los promeseros y los visitantes cada día se van acercando, desde finales del 1800. Es un culto que la devoción popular no deja de ejercer. La fe en su Gauchito, Antonio Gil.

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(IV)

UNA LEYENDA

Cuentan las personas del lugar, que en el momento en que se iba a asfaltar la ruta que pasa delante del túmulo del Gauchito, ocurrieron hechos sorprendentes para el razonamiento humano. Cuando comenzaron las obras de pavimentación todo iba a la perfección, pero ocurrió que cerca del oratorio la ruta hace un recodo, y eso alarga el kilometraje de la obra, por lo que lo más práctico era trazar una línea en forma recta que acortara las distancias. Sin embargo, la línea recta que figuraba en los planos pasaba exactamente por el lugar del Gauchito. Los ingenieros decidieron que lo más correcto era mover el santuario hacia adentro del campo, y hacer la nueva demarcación justo sobre el lugar en el que se venera el Santo. La orden fue dada, los operarios recelosos al principio se quejaron y le explicaron a los ingenieros que para los correntinos no era bueno pasar por arriba de tierra sagrada. Pero los jefes de la obra, sin conocer la arraigada devoción hacia la memoria de Antonio Gil, le dijeron a los operarios que "eso era solamente la imaginación, que allí o allá al Gaucho se lo podía venerar igual, así que manos a la obra o sino dejan la tarea a otra persona que necesite trabajar..." Muchos de los peones y operarios renunciaron a cumplir la orden y abandonaron el obrador, en cambio otros, oprimidos por la baja condición financiera, no tuvieron otra alternativa que seguir trabajando. Las máquinas utilizadas eran de última generación en ese momento, nuevas, los maquinistas experimentados en otras obras similares. Todo tenía que andar bien como lo venía haciendo hasta ese determinado momento. Pero la casualidad o quién sabe qué, los problemas aparecieron. Al llegar a los 1000 metros aproximadamente, la topadora se trabó. Ese día no la pudieron hacer andar. Al día siguiente pusieron en marcha la máquina, ésta arrancó como si nada, pero en cuanto llegó a sacar 4 o 5 paladas de tierra volvió a pararse. Ya el operador de la topadora no quiso seguir en la obra, abandonó dejando la máquina en el sitio. Los mecánicos ese día, igual que el día anterior, no pudieron hacer funcionar la topadora, no encontraban ninguna falla en el mecanismo, no entendían que estaba pasando. Al día siguiente, el jefe del obrador decide probar del otro lado y con otra máquina que hasta ese momento funcionaba bien sin ningún inconveniente. Fue así que comenzó a excavar y al querer sacar la segunda palada de tierra la topadora dejó de funcionar. Ocurrió lo mismo que ocurrió con la otra máquina excavadora y ese día no pudo trabajar. El jefe, fuera de sí y de toda comprensión, optó por subirse él al día siguiente y hacer él mismo el trabajo. No se daba por vencido. Comenzó a trabajar, la sonrisa se dibujaba en sus labios, les decía a los demás operarios "las supersticiones no existen, todo es producto de la imaginación de las personas con miedo". Cuando ya habían pasado un par de horas, el jefe se descompuso y tuvieron que llevarlo de urgencia para que lo viera un médico, se lo veía muy mal. Y ese día tampoco la obra pudo seguir adelante.


Al otro día los problemas se agravaron. Los trabajadores colado de la imagen en su casa, para de esta forma cerrar menzaron a desertar del obrador. Veían cosas extrañas el proceso de bendición. a su entender y pensaban que el Gauchito no quería Para esto usted le dedicará un lugar en lo posible que sea que lo sacaran del lugar en el que se lo honraba hasta para Él (no es necesario que lo ubique solo, es decir ese momento. que puede estar con o junto a otros santos). Ese lugar deberá ser su altar. Allí se colocarán flores coloradas o Las excavadoras se rompían en donde había tierra floja, cosa que suele suceder cuando se trabaja en tipo de suelo blancas. Comenzará a encender las velas durante 7 días casi rocoso o con grandes piedras. La obra estuvo deseguidos, 1 o 3 velas coloradas por día. Cuando le entenida hasta que los ingenieros decidieron cambiar de ciende la vela efectúa la oración y le pide que proteja su plan y respetar la curvatura del camino y no tocar el casa; a los integrantes una "conversación" con el Santo, Oratorio del Gauchito Gil. al finalizar le reza 3 Padrenuestros, 3 Avemarías y un A partir de ese momento las cosas mejoraron, las máquiCredo. Cumplido los 7 días usted ya tiene asentado al nas no se volvieron a romper, los peones volvieron al Gauchito Gil en su casa, adorne el lugar con cintas coobrador, nadie se volvió a enfermar. Los incrédulos lor rojo, si no tiene velas coloradas puede encenderle comenzaron a encender velas coloradas a Antonio Gil, velas blancas que son comunes a todos los Santos. pidiéndole perdón por el desconocimiento y también Cuando tenga que realizar un pedido hágalo a la imagen que comenzaron a pedirle la protección para que la obra usted tiene en su casa. no tenga ningún otro contratiempo.

(V)

(VI) MUESTRAS DE FE CÓMO PEDIRLE Al Gauchito Gil se le han escrito varios compuestos, poesías, AL GAUCHITO GIL

tonadas y canciones, además de la literatura que narra La manera de pedirle favores al Santo es de lo más variada. sucesos populares correntinos. Están los que le prenden una vela colorada y le hacen Como breve muestra de esta devoción trasladada al arte, paso el pedido. Otra manera es escribir en una cinta de raso a transcribir en forma textual un fragmento de una colorada el pedido y colocarla por la noche en un crupoesía que oportunamente escribió el poeta Florencio ce de caminos, apoyada en la rama de un árbol, de un Godoy Cruz: alambrado o en un plano clavado en la tierra (si es una caña de tacuara mejor, caso contrario una caña común A la muerte de Antonio Gil o palo de madera). No asomarán a sus ojos el fuego de los luceros Se enciende una vela colorada, se toma una cinta colorada y ni el payé de su mirada su enemigo detuvieron. se le hace pasar, todo el largo de la cinta, de un extreLe dio su propio cuchillo al fin su fiel compañero mo a otro entre los dedos, a modo de rosario. Allí en y hubo un silencio profundo en el monte ese momento se le hace una oración al Gauchito, se le espinillero. pide que interceda ante Dios por nosotros, y al finalizar Yo te perdono, chamigo, y en señal de compase rezan un Padrenuestro, un Ave María y un Credo. ñero cuando llegues a tu casa el hijo no estará Luego se toma la cinta y se la lleva a un cruce de camimuerto. no, cerca de un árbol, y si las condiciones lo permiten, Callaron pájaro y viento en el monte espinillero. Colgado está de los pies degollado el pai ubrero. se enciende una vela colorada. Otra forma de hacer un pedido es realizando una novena Y está la cruz que trajera quien dio el tajo al pricomenzando un día lunes. sionero cuando halló al hijo ya muerto, resuciEn estos momentos en comercios especializados (santerías) tado en Enero. se pueden comprar diversos productos que reafirman el momento de hacer el pedido al Gauchito Gil y ayu- En una pared del Oratorio se puede apreciar la copia de un dan a mantener un contacto más estrecho con el santo. chamamé que oportunamente realizara en poesía la Estos productos son los siguientes: amuletos, novenas escritora y poeta coterránea de Antonio Gil, con mú(nueve velas con los colores del Santo), fluídos purifisica del compositor chamamecero Roberto Galarza. La cadores, conos defumadores, jabón, sahumerios y velas obra se titula Injusta Condena y dice así: con la imagen del santo, tienen probada eficacia que aumenta la protección ejercidas por el Gauchito Gil. En esa cruz del camino mojón de vida y de muerté siempre estuvo un espinillo custodio fiel de tu muerte. / El viento acunó banderas (VI) CÓMO BENDECIR enastadas en tacuaras y en esas rojas lumbreras tu pueblo reza ante el ara. / Te ofreciste ante el UNA IMAGEN DEL GAUCHITO Redentor para aliviar sufrimiento y ver tu pueUna vez obtenida una imagen nueva del gauchito, se procede blo contento en un milagro de amor. / Antonio a hacerla bendecir en siete iglesias distintas. Al mismo Gil te llamabas gaucho noble del alma tiempo se recoge agua bendita de esas iglesias. Una vez buena tu vida se vio tronchada por una que se han hecho las siete bendiciones, se realiza un veinjusta condena.

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UN MONTÓN DE ALTARES, TRES SANTUARIOS Y UNA TUMBA

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Acá nos encontramos por primera vez. Iba caminando desde la feria de editores a encontrarme con Pancha en Palermo. Era el primer día del viaje y yo estaba todavía muerta de miedo, ni en broma sacaba el teléfono para mirar el gps y no tenía ni idea de por dónde estaba caminando. Caminaba por la vereda izquierda, que podría haber elegido cualquiera de las dos, pero por la izquierda venía. Y de repente ahí veo mi reflejo en una vidriera: Santería. Zácate. Y entro, obvio. Y voy mirando fascinada, y charlo, y compro. Compro mi primer figura, de goma o de resina, no sé, de plástico. Compro dos velas y un rosario. Y salgo y sigo caminando

y cuando tengo miedo digo:

GAUCHITO, PROTEGEME.

6,5

km

Y no voy y me doy cuenta casi al llegar a Palermo que venía caminando todo esto por la avenida Corrientes. Entendés, podría haber estado caminando por cualquier calle, por la paralela ponele. Pero no. Avenida Corrientes, dirección Palermo, mano izquierda. Yo, sola, primer día en Buenos Aires y mi primer Gauchito ahí en una bolsita de plástico, protegiéndome.

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(01)

La Santería de la Calle Corrientes -34.59357, -58.44527

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Caminaba por Dorrego y Corrientes y todo el mundo me había hablado de que acá había un santuario grandote. El tipo que tiraba las cartas en la Santería, Clarita que lo había visto desde el bondi, Gabriela Saidón en su libro.

6,8

km

Llego con la cámara en un bolsillo, un muchito de miedo y muy poquito tiempo antes de que se escondiera el sol y a mi me diera todavía más miedo andar por ahí.

Te descubro ahí arriba, sobre el árbol, cuidando el parque y vigilando el tráfico. De todas las figuras que hay acá de tu cuerpo, de todas las imágenes de tu cara… ahí arriba del árbol es donde más me impresionás, impertérrito, inalcanzable.

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(02)

Corrientes y Dorrego, Parque Los Andes -34.59026, -58.44941

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Qué lugar.

Qué maravilla.

Llegamos con Pancha después de comer en el club y después de pasarnos la salida. Entramos y hay silencio absoluto y los rayos del atardecer se cuelan por la puerta y se reflejan sobre las urnas de los santos que no son vos pero que también visten rosarios rojos. Hablamos bajito y nos movemos despacio vamos absorbiendo todos los rincones.

y

Y de repente, atrás de la reja de la santería, descubrimos que si pensábamos que estábamos solas, pensábamos mal.

32,2

km

Que atrás de la reja se esconde Eli, encargada del santuario y de la santería que un día fueron una marmolería. Y con Eli también charlamos, cómo no, preguntamos, escuchamos y nos fascinamos con su historia y la de su papá, que un día volvió de Corrientes con una figurita del Gauchi, la puso adentro de la marmolería, y una cosa llevó a la otra hasta que hoy guarda el santuario más lindo de Buenos Aires. Y los encuentros no terminan ahí, porque aparece un tipo en bicicleta y se baja a prenderte una velita. Y lo que tienen tus devotos es que les encanta contar cómo, cuánto los ayudás, y ahí que va este tipo y nos cuenta. Historias sobre vacas perdidas en un campo de Corrientes, facones olvidados abajo de un árbol, madres devotas que dan consejos, y un Gauchi milagroso que lo lleva de vuelta al facón abandonado en la inmensidad del campo.

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(03)

Santuario del Gauchito Gil y los Santos Unidos -34.45412, -58.61978

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para mi devoto es el que va y pide. YO NO PIDO, YO AGRADEZCO. 53

EL MONO FABIO


Acá que veníamos, la pri y yo, manejando y comiendo alfajores en el auto, ojo avisor a ver si aparecías mientras íbamos hacia San Pedro a ver a la abuela. Y esta es la primera vez que aparece en el horizonte un destello de colorado, que ojo lo difícil que es verte y frenar a tiempo cuando uno va por la ruta. Y obvio que nos pasamos y hay que agarrar la colectora para volver corriendo.

95,2

km

Una casita chiquita, como de perro, con un banderín bajito, en una banquina ancha.

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(04)

El de la casita de perro de camino a San Pedro -34.11187, -59.11783

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Y ahí al toque, cuatro kilómetros más adelante, otra banquina, otra colectora, otra casita, otro árbol.

99,8

km

Esta vez vivís en un triangulito colgado del tronco del árbol, con un San La Muerte chiquito que te acompaña y un pedazo de tela colorada.

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(05)

El del triangulito en un árbol -34.09585, -59.16448

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Acá de repente

un comedero al lado de la ruta, grande, con eucaliptos enormes y gente de paso, escuchando música.

111

km

Un perrote negro que nos viene a saludar cuando me bajo de la camioneta y camina con nosotras hasta tu altar. Botellas dejadas en ofrenda, algún pucho apagado por la mitad, figuras y figuritas. Y camiones que pasan por la ruta y piiip piiip, te saludan y te piden, ellos también, que los acompañes.

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El del comedero con un perro grande y negro -34.06055, -59.28067

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Acá sos como de cartón piedra, no de plástico, y sos plano y sin volumen. Parece que fueras como escenografía de teatro. Y encuentro el primer billete y mientras leo me entero de que a veces un promesero puede tomar algo que necesita y dejar otra cosa en ofrenda, qué loco. Y qué paz esta casita contra los árboles gigantes.

148

km

Qué tranquilo debés estar.

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El que era gauchiplanista -33.8447, -59.55749

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La emoción de ver esto desde el auto. Los gritos para parar y dar la vuelta. Las telas rojas que ondean en el viento. La llegada con la boca abierta. Las una, dos, tres, cuatro, cinco casitas. Las hamacas también coloradas. Un cachorrito de boxer que viene y saluda y mueve la cola. Una pareja que come un sandwichito de milanesa, termina, y va a prenderte una velita. El barril cortado para prenderte velas, las latas de cerveza, los vasitos de vino tinto, los cigarrillos que te va dejando la gente que te pide, que te agradece, que te quiere.

148

km

Y yo que camino ojiplática tratando de capturar la belleza de cada uno de los objetos, cada una de las texturas. Las rosas de tela, los llaveros, la pulserita de hospital de un bebé nuevo, las cintas rojas.

Tu cara mirándome desde atrás del alambrado de metal, a través de las banderas.

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La primera fiesta de texturas, telas, rejas, casitas (y un cachorrito de boxer) -33.83951, -59.56404

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Llegamos tarde, re tarde, y el asado se enfría. Pero nos encontramos con esta casita en el camino de tierra que une la ruta con la entrada al campo y hay que parar, obvio. Una paz.

175

km

Botellas de vidrio y botellas de plástico y nosotras que te saludamos y seguimos antes de que el resto de la familia se nos enoje.

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El chiquitito en la esquina antes del campo -33.839, -59.77337

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Es temprano a la mañana y queremos ir a ver Doyle y nos subimos a un auto con Ine y Lautaro y Goyi. Yo salgo con la cámara en el bolsillo, que nunca sé dónde te voy a encontrar y en realidad siempre es mi plan secreto. Y Doyle divino pero a la vuelta ahí que te vemos y paráaaaa para, que hay que bajarse. Es la entrada a un campo y te pusieron ahí para que los que pasan por esta ruta chiquita también puedan saludarte y dejarte una velita. Acá tenés casa y casa de invitados, banderines en los árboles y una cruz grandota.

178

km

Que no por ruta humilde te van a hacer menos.

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La yapa entre Santa Catalina y Doyle -33.8641, -59.78752

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Mensaje de Whatsapp de Juani, recibido el lunes 26 de septiembre '22 (Yo ya estoy en Cairo)

180

km

"Mirá lo que pusieron en la esquina de lo de Anita"

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La casa de la Abuela Ana -33.67936, -59.66449

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UN SÍMBOLO QUE CONDENSA: MARTIN FIERRO Y LA CRUZ

EL GAUCHO GANA POR GOLEADA. TIENE EL MONOPOLIO DE LA RUTA ARGENTINA.

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GABRIELA SAIDÓN


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Para empezar la ruta desde San Pedro y San Fernando, el lugar común es Zárate y ahí que nos reunimos. Todas subidas en la camioneta y Fa haciendo de comandante, yo adelante, buscándote por todas partes, y Viru, Mar y Pancha atrás cebando mate contando historias.

y Y acá te encontramos por primera vez, al poco poquito de salir y lo celebramos mucho porque yo llevo meses buscándote pero es la primera vez del viaje de la hermandad del Gauchi.

283

km

Es tempranísimo y la luz todavía trabaja en colarse a través del rocío de la mañana. Acá estás en un nicho, solito pero grande, discreto pero importantísimo.

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El primero de camino a Mercedes -34.0548, -58.98886

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Mirá que hay casualidades en la vida, pero ahí que empezaba el viaje grande y no voy y me encuentro un gato egipcio de los que en casa en Cairo se le venden a los turistas. Y nos reímos y nos vamos acercando y de repente:

Pancha ve algo encima de tu casita y lo levanta y es un DNI. Que no un DNI cualquiera, no. Una tal Nélida Haydée…

286

km

¿que quién se llama Haydée en este país enorme a parte de mi abuela?

LA SERENDIPIA. Aunque bueno, se suma a todas las casualidades tiradas de los pelos que llevan pasándome estos días, que más que casualidades ya me suenan a guiños tuyos animándome a seguir, que este viaje vale la pena,

que siga, que siga.

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Donde había un gato egipcio y un documento de una Haydée que no era mi abuela -34.0308, -58.98205

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km 378

Casi en la salida de Perdices, o en la entrada, que depende de dónde vengas, el sol ya había agarrado fuerza y en una banquina ancha una cruz de banderas con fiaca que todavía no habían empezado a ondear y un sticker con tu oración desgastado por la lluvia y por el viento.

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El que estaba en Perdices -33.28309, -58.71115

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402

km

A veces son paraditas rápidas, nada relevante que pase ni que piense. Nomás un pasito más hacia tu tierra.

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Una casita sin más en un arbolito sin más -33.083, -58.63622

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Lo que disfruté de este altarcito.

478

km

Al lado de una granja con un tambo tan despintado como tu casita, un busto tuyo espiando desde lo alto del árbol, el pasto bien verde, una cinta roja pidiéndote favores a vos pero con una figurita de la virgen…

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El de la casita verde despintada -32.46632, -58.29963

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piiip piiip piiiip piiip piiip

486

km

gauchiiiii

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Una casita en la colectora donde pasaban camiones a saludarte -32.40511, -58.27919

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494

km

¿A dónde vas cuando no estás, Gauchi?

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El de la ausencia -32.33242, -58.25961

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km 507

Acá paramos y ya parecía que nos íbamos acercando, aunque en realidad nada que ver. Pero yo sentía

como que ibas apareciendo más, y como más importante.

Me quedo charlando con una señora con el pelo tan rubio tan rubio que era casi blanco, que venía viajando desde Buenos Aires a Entre Ríos a visitar a sus hijos. Me cuenta que siempre viajan al sur y que ahí también está lleno de altares en la ruta, que aunque vos seas del norte tus historias llegan lejos y tus devotos te llevan a todas partes.

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El del acceso a Clodomiro Ledesma (que al final no era) -32.22016, -58.23603

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MIRE, SE ME PONE LA PIEL DE GALLINA SOLO DE CONTARLO. 179

MARY


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Mirá que se dan cosas locas en la vida. Un vinito que te dejó alguien. Algunos me dicen que te dejan vino para que los ayudes a dejar de tomar. Otros dicen que pamplinas, que son ofrendas para convidarte nomás. Parece que si te la dejan cerrada, piden ayuda. Que si la dejan abierta, te están convidando lo mismo que el que te deja un pucho prendido.

584

km

Pero mirá que dejarte una ofrenda que se llame Pecado… hay que sonreírse.

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Donde la ofrenda era un pecado -31.57882, -58.19493

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Tranqui, chiquito, en un pino. Calmo,

discreto, tus colores desteñidos por el sol

596

km

(como a mí me gusta).

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El que llevaba rosario blanco -31.55038, -58.18965

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La bandera adormilada encima de los árboles, y yo

que quiero hacerle una foto y nada, imposible.

612

km

Y ahí te pido en voz alta: “Gauchi, haceme ondear la bandera, dale” y nos reímos todas porque já que te escucha.

Y zácate que levantás brisita y la bandera divina, abierta entera. Que es creer o reventar, en serio.

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Donde el Gauchi hizo soplar el viento -31.35203, -58.09304

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Pienso y pienso mucho en la gente que se para a construirte un altar.

676

km

¿Es este un lugar especial? ¿Quién decidió hacerte una casita de ladrillo para que nunca te vueles con el viento?

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El de los ladrillos apilados -30.78338, -58.02607

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Acá sí que sí, de verdad que nos acercábamos y ya íbamos casi por Curuzú Cuatiá. Estabas ahí de todos los tamaños y de todas las formas, en banderas, en figuras, en placas. Tu nombre repetido sin cesar en agradecimiento. Puchos, fotos, flores. El pasto bien cortado y un hombre que llega en bicicleta a prenderte una vela. Que no es el primero en este día de sol, porque hay un montón de velitas derritiéndose a tus pies.

684

km

Un barrio de santidad en el que vivís con San La Muerte y con la Virgencita de Itatí.

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Donde vivían juntos el Gauchi, la Virgencita de Itatí y San La Muerte -30.7188, -58.01019

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EN DIOS CREO, PERO LE PIDO AL GAUCHO. 233

YANINA


704

km

Qué lindo encontrarme con la primera de tus casitas armadas en un espinillo, ese arbolito pinchudo y peleón que tan típico es de tu tierra.

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Donde el primer ñandubay -30.54707, -57.98044

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km 760

¿Quién te puso acá, tan encimita de la ruta, que casi se te puede dar un beso desde la ventana de la camioneta?

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Donde el árbol contra la ruta -30.05269, -58.0086

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km 792

Me acuerdo de verte desde la camioneta y darme cuenta que estabas adentro de una fábrica, que a ver cómo hacía para entrar a verte. Y ahí que me bajo y me encuentro con un peón y su hija a caballo sacando a pasear unas vacas. Y amago, que entro, que no, y el peón que pega un silbido y que me dice que para adentro, que no pasa nada. Y yo que le grito:

¡AL GAUCHI, VENGO A VER AL GAUCHI!

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El que estaba adentro de una fábrica -29.77676, -58.08643

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km 794

Creo que si tengo que poner los altares en orden según lo lindo, este Rincón Soñado (así, con mayúsculas, que no es que yo sea cursi, es que se llama así) se pone fácil en el podio. Que también puede ser que llegáramos a la hora perfecta, el sol poniéndose y la luz dorada metiéndose en el altar y reflejándose en tus vestidos de flores y de fiesta. Pero es que cómo no admirarte acá, que hasta corona de rosas vestís.

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El del aterdecer soñado y el Gauchi vestido de fiesta -29.75765, -58.08561

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km 836

Otro de tus empujoncitos, asegurarte de que llegara a este último altar antes de desviarnos para llegar a la estancia María Isabel. Digo llegar porque así como yo sacaba la última foto, se iba el último rayito de sol. Cerrabas un día largo de mucho buscarte, y lo terminabas con la sensación de ahora sí, sí, llegábamos al corazón de tu lugar.

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El último antes de que se fuera el sol -29.40787, -58.19415

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Todavía me acuerdo de la impresión de las banderas negras ondeando al viento. Entramos en camioneta, nos mandamos mal, terminamos casi en la zona del cámping.

Dimos vueltita y seguimos camino, la tierra roja nos esperaba y anunciaban lluvia.

841

km

Sin saberlo llegábamos dos días antes de la celebración grande de San La Muerte, y venían llegando miles de personas en ómnibus y autos.

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El santuario del Señor San La Muerte -29.3634, -58.18365

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ES QUE LA FE NO TIENE EXPLICACIÓN, LA FE FUNCIONA. 293

GABRIEL


km 879

Casi se nos cierra la ruta de tierra, una lluvia que no pegaba nada. Zafamos del encierro, de la ruta cortada, pero algún charquito quedaba para cuando me bajo acá a las corridas y trato de saltar para llegar a este espinillo que quedaba bastante lejos de la ruta. Llegar a tocarte, no llegué, pero las medias mojadas sí me quedaron.

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El espinillo al que no pude llegar porque había llovido -29.16634, -58.01583

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km 897

Me miran rumiando. Yo avanzo despacito, no sea cosa que se me espante la magia. A doscientos metros, en la ruta, me espera la camioneta. Y del otro lado pasturea una manada de caballos que parecen salvajes, aunque probablemente romantizo. Se escuchan las chicharras (creo, ¿o solamente vienen en verano y es una invención de mi memoria?) y los ojos de las vacas me siguen cada pasito que doy, cada ramita que se rompe abajo de mis pies.

Te cuidan bien, asumo.

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Donde una casita mini, un árbol enorme y atrás vacas -29.07574, -57.85849

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Ah,

qué emoción, qué emoción, qué silencio, qué cruce de caminos.

905

km

Un charquito del agua que podría haber sido traicionera, pero no. Otro de tus empujoncitos para adelante. El adobe grueso y pintado de colorado o de rojo, que a quién le importa eso.

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El primero de adobe -29.03379, -57.78721

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km 923

Manejábamos por esta ruta que ya se había convertido del asfalto a la tierra. Había silencio afuera del auto y mate y galletitas adentro. Ahí que ondea una banderita, un destello de rojo en un desvío, y ahí que bajamos con calma, que la única prisa es que no llegamos a ver los yacarés y los carpinchos, que igual los vemos mañana. Y ojo que abro la puertita de vidrio, prendo velita, disparo y estoy cerrando cuando se acerca caminando un tipo que más calma que yo tiene en el cuerpo, y mirá que yo soy lenta pa' los mandados. Y por supuesto que charlamos, le pregunto si es devoto, me contesta que evidentemente. Y sigue con su caminar, despacito por este camino de tierra, manteniendo la paz y saludándote de ida y de vuelta.

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Donde conocimos al guardia de seguridad que caminaba -28.94293, -57.6444

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una tumba y un chico que venía desde los Esteros en bicicleta.

954

km

Acá había un cruce entre tosca y ripio, una charca, un árbol que parecía un sauce llorón pero que no era,

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El de la esquina con el camino a Uguay -28.71228, -57.46355

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986

km

Acá la tierra ya era colorada roja roja, las espinas del espinillo habían hecho jirones los banderines que ahí seguían aferrándose, el viento enredándolos entre las ramas. Después Ramona la de la Colonia me iba a contar que de este altar hacía poco se habían llevado tu figura (¿a dónde, Gauchi, a dónde?) y que ella había traído una nueva desde Mercedes en su motito, también roja (obvio). Y ahora ahí que estás, nuevito, con Ceferino Namuncurá espiando por encima de tu hombro.

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Donde el espinillo con muchos banderines deshechos -28.55555, -57.20647

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km 991

Yo había estado preguntando por la Colonia que a ver dónde podía encontrar un altarcito y me iban dando direcciones medio así a la sans façon y yo no sabía si sería cualquiera o de verdad te iba a llegar a encontrar. Donde la Ramona me decían. Y ahí que seguimos las indicaciones, dos derechas, una izquierda, todo recto, pasada la capilla de la Virgencita donde saludamos a Juanjo. Dos palmadas desde el portón y ahí que aparece Ramona, risueña, tranquila, como la Colonia entera, por otra parte. Y nos cuenta de cómo al principio estabas en la casita chiquita de metal, pero que ella te prometió que si la ayudabas con unas cositas de salud, te construía casita de ladrillo. Y no solamente, pero que también se comprometía con vos a hacer fiesta todos los 8 de enero, así, gratis, para como trescientos invitados.

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Donde Ramona la de la Colonia Carlos Pellegrini -28.53229, -57.17274

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entonces el gaucho gil NO EXISTIÓ, pero HOY sí EXISTE. 377

CAROS LACOUR


km 1111

Tremenda manera de anunciar la entrada a Mercedes, la ciudad de los Esteros y del Gauchito. Un Gauchi gigantesco en el medio del pasto, donde la gente llega en moto y se toma unos matecitos con bizcochitos de grasa.

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El Gauchi gigante -29.1604, -58.08161

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km 1115

Dábamos vueltas esperando a que abriera el Lapacho, Rosario y yo en la camioneta, yo buscándote en todas las puertas y en todas las esquinas. Y acá que te veo de repente, chiquito pero presente, el rojo de tu adobe haciendo juego con el rojo de los ladrillos de la pared.

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El de esperando a que abriera el Lapacho -29.19077, -58.07722

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km 1117

Callejeando, callejeando, buscando rincones colorados y confundiéndome todo el tiempo.

Y de repente acá que aparecen dos, en la calle Ñandubay al 581. Y yo que me acerco y tiro fotos y de repente QUÉ INFARTO

alguien que me habla desde la ventana en la que yo no me había fijado porque claro,

sola y únicamente veo al Gauchi, busco al Gauchi, pienso en el Gauchi, hablo del Gauchi.

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Donde eran gemelos -29.18122, -58.08688

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km

Otra vez, avistamiento de rojo mientras damos vuelta a la plaza.

1117

Frenazo, portazo y ahí que me bajo a ver qué encuentro.

Palmadas desde el portón, una chica que sale, yo que le cuento que vengo buscando al Gauchi, ella que llama a su abuela Ramona, que es la que construyó este altar. Ramona que sale, que me invita a pasar, que me cuenta de su historia con vos, que me pregunta por la mía. Terminamos charlando de mi viaje buscándote, le hablo de mi visita a la Colonia Carlos Pellegrini, le cuento de la otra Ramona, me dice, ¡Ah, si, Ramona, la que hace fiesta por el Gauchi todos los años!

Lo del hilo rojo, escuchame.

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Donde Ramona la de la ciudad que en realidad era de la Colonia Carlos Pellegrini y conocía a la otra Ramona -29.18073, -58.08578

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km 1117

Acá que Rosario me lleva a la Biblioteca Municipal y me presenta a Lali, y yo pregunto por el Gauchi y me prestan libros y textos. Y me cuentan de la antropóloga francesa que vino a investigar el culto al Gauchi y se terminó enamorando del tipo que le llenaba el tanque de nafta, y ahí que ahora viven los dos en París. (Y me cuentan también de la mujer de Mercedes que ahora escribió un libro sobre la antropóloga francesa y el tipo que le llenaba el tanque de nafta). Y yo que corro a la copistería y pido que me hagan fotocopias de los libros que no me puedo llevar, del de Marta de París (que parece chiste pero no, que acá todo va hilado bien hilado). Y ahí mientras espero turno adentro y Rosario me espera en la camioneta afuera, me quedo boba mirando tu altarcito en la pared,

vos, siempre, en todas partes.

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El altarcito en la pared de la copistería -29.18446, -58.07222

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MI MAMÁ ME BENDIJO

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CON EL NOMBRE DEL GAUCHITO. ANTONIO MAMERTO


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km 1123

Acá que se iba terminando el viaje, se iba acercando el gran momento de llegar al santuario grande, de todo lo que había venido yo a buscar. Salimos de Mercedes y lo primero que veo en esos ocho kilómetros que me quedan para llegar al santuario, dos gauchis chiquitos, como en jaulita al lado de la ruta.

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El que estaba como en la cárcel -29.14979, -58.11464

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km 1123

Nos bajamos acá y yo corría para que no me dejara la camioneta, nos íbamos quedando sin horas antes de que las chicas se tuvieran que ir. Y los dos alazanes (los de verdad) me miraban con los ojos grandes y la calma chicha. Porque en realidad había tres alazanes, lo que pasa es que uno era de mentira. Me fascina la repetición eterna de tu cara, tu figura, tus casas. Pero era la primera vez que la veía en tus caballos. No tiene pinta de que históricamente anduvieras a caballo pero no importa porque qué lindo quedás (y cómo me hacés acordar de andar a caballo cuando era chiquita y de Poncho y del Gris que me regaló Marucho, al que nunca me pude subir).

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El que vivía con dos alazanes de verdad y uno de mentira -29.1483, -58.11899

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km 1124

El grito que pegué cuando te vi ahí, ahí arriba, todo de colores, el neón sobre el campo. Qué adrenalina, qué emoción, saber que ya casi, ya casi, ya llego.

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El de neón -29.14561, -58.12734

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km

A ver.

1126

Cómo pongo en palabras la intensidad de todo esto. Los escombros de una demolición más que polémica. El crepitar de las velas quemándose todas juntas, que ojo nunca me habría imaginado los decibelios que alcanza esto, que a poco podría ser un cuerpo de orquesta. El olor a cera derretida, recién derretida, derritiéndose. Las cintas, los ajos de telgopor, los imanes, las figuras. De resina, de plástico, de yeso, de madera, las figuras en todas partes, las figuras, las figuras, las figuras. La galería de los recuerdos, los vestidos de quince, los de novia, los de bautismo, las remeras de fútbol, las pruebas médicas, las fotos, el rojo por todas partes, las patentes de auto.

LAS PLACAS.

Una placa, doce placas, trescientastreintaycinco placas, cuatromilcuatrocientassiete placas, cincomillones de placas, seismillones de gracias. Gracias Gauchito, gracias, gracias, gracias Gaucho.

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El Santuario Grande -29.14062, -58.1464

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ahora ME ENCOMIENDO AL GAUCHO Y ya NO TENGO MIEDO. 477

CARLOS


km 1133

Tantas leyendas hay sobre dónde quedaste descansando. Si seguís en el santuario, abajo del árbol. Si te sacaron y te trajeron al cementerio. Si después te volvieron a llevar.

En realidad ni importa, y por si acaso te vengo a visitar acá también. Vengo con Rosario y con María, que un día empezó a soñar con banderas coloradas mientras estaba embarazada, y hoy tiene un hijo al que le puso Antonio, Antonito. Está más tranquilo el ambiente acá que en el santuario, claro. El cuidador de la tumba me cuenta, me trata de contar, va. Me dice que me lleva a la tumba de San La Muerte. Allá que vamos, dando vueltas de oreja por el cementerio, perdidas nosotras, perdido él. Llegamos, volvemos. Me despido. Te doy las gracias. Por soplarme el viento hasta acá, por traerme, por emujarme a buscarte y ayudarme a encontrarte. GRACIAS, GAUCHI. GRACIAS POR LOS FAVORES CONCEDIDOS.

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La Tumba -29.15473, -58.0813

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TENER FE NO SE ELIGE, SE ESPERA. ya vendrá, ya va a venir. QUIROGA


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Ⅳ ANTES DE VOLVER: UNA ESPECIE DE OUTRO

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Y bueno, acá termina esto. Y con esto sola y únicamente me refiero a este viaje iniciático. Porque buscándote sigo, Gauchi. Esperame tranquilo, que cualquiera de estos eneros estoy de vuelta para celebrarte con los tuyos.

Por ahora yo no paro de pensar en vos. Ni de compartirte ni de contarte. Me siguen llegando mensajes desde Argentina, amigos, familia, que me mandan fotos cada vez que te encuentran. Milagros que hacés y que ya no pasan por alto. Te traje conmigo hasta el Cairo. Di una charla, conté tu historia, la de tu gente. Mostré tus fotos. De repente hay un par de docenas de árabes enamorados de vos desde el otro lado del mundo. Esta peregrinación fue una reconexión con mis raíces, una reconciliación con mi país, un reencuentro con mi gente. Y me pongo a agradecer, eso que tan de la cultura del Gauchi es. Porque nunca, ni en un millón de años, podría haber hecho realidad esta idea loca si no hubiera estado rodeada de gente tan generosa, inteligente, maravillosa.

A todas las personas que se cruzaron conmigo durante este viaje y me contaron sus historias con vos, de vos, para vos. A Marwa Benhalim, Nada Mohamed Hesham, Andreas Trenker, Xenia Nikolskaya, Rodrigo Brum, Eva Fàbregas, Beatriz Álvarez, María Guerrero Oliver. A Rocío Hidalgo, por empujarme con paciencia y buen rollo, por recordarme que la mayor fe la tenía que poner en mí misma. Por ayudarme a encontrar mi voz y mi luz. A Fa Carreras, Mar López, Juani Hecker, Pancha Baquerizas y Viru Coma por ser la hermandad del Gauchi y por subirse conmigo a una camioneta a buscar algo que les quedaba tan lejos. Por las risas, los abrazos, las charlas, los mates y el amor. Por haber hecho esta peregrinación posible. A Pancha por haber sido mi puntal en este viaje, por pasarse horas hablando del Gauchi y de la vida, por ser mi espejo, mi amiga y mi prima a partes iguales. A Rosario García Enciso y Julio Argentino Roca por acogerme como a una sobrina, cuidarme como a una hija y mostrarme su rincón del mundo. Y por las alpargatas coloradas en honor al Gauchi. También a Mercedes García Enciso y María Navone. A Panchi, Bowie y Plati por ronronearme encima, por ser mis compañeras de siestas y por darme amor todos los días. A Mamá y Papá, por habernos regalado la vida, el cambio, la mente abierta y la pasión por la búsqueda de nuevos horizontes. A Leli, por haber sabido calmarme cuando no conseguía encontrar el camino. Por ser mi hermana, la mejor amiga de mi vida, mi terapeuta, mi guía y mi calma. A Omar Al-Zo’bi. No me entran las palabras en estas quinientas páginas para agradecerte. Mi editor, mi aliado, mis fuerzas cuando me faltaron y mis ojos cuando no supe ver. Por creer en mí, en el Gauchi y en este proyecto desde el principio y hasta el infinito. Por inspirarme siempre. Inshallah sigamos colaborando forever. Ibrahim Ibrahim Ibrahim. Y a Amour Sharafeldin, que qué sería yo sin vos. Porque no he vivido una aventura más grande que la que construímos juntos. Espero poder seguir agradeciéndote todos los días de mi vida. Bahebak awy, dayman.

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GRACIAS, GAUCHITO QUERIDO, POR LOS FAVORES RECIBIDOS

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