6 minute read
Una muestra poética de la guayaquileña Roxana Landívar.
from Casapalabras 52
ROXANA LANDÍVAR:
Fractura primaria
Advertisement
Aclaración
No voy a mentir escribir no me salva es apenas un leve grito una mínima pausa y la mayoría de veces una absurda repetición del dolor
Ser escritora
Anne y Plath compitieron por la asfixia Virginia siguió las voces encontró un río una, dos, tres: las llaman numerables
Simone no practicó su libro a Goldman la mató el exilio Marceline no aguantó a sus hijos
Quizá no fue la demencia con dientes de sierra lo que las desgarró desde lo profundo
Quién más Quién más
No está mal para una mujer sin duda todas lo comparten
Quién más nos toca Qué más nos toca a mí a las que vienen
Quizás esto se detenga dejando de hacer fila
Muerte a la musa
Quería ser el fantasma entre los poetas llorones quería mi nombre apareciendo en las noches de embriaguez y coleccionar cada poema en mi guarida de lágrimas pero las musas son tan solo instrumentos me rehúso a ser la madre de los poetas a acariciarles la vida cada vez que sufren el amor es hermoso porque muere y no hay que quedarse siempre aunque haya sido promesa
Ficción
La cosa no mejoró sucede que me llevo a mí misma a todos lados los libros hacen mucho daño hablan siempre de un lugar que ya no existe
No encontré nada en los cafés ni debajo de las bancas en los parques tampoco en los sitios donde ya había ocurrido pero ahora entiendo Hay que inventarse las vidas que no se tienen hay que perder el equilibrio y tirarse a morir en cualquier parte
Hay que volcar las palabras sobre el papel si es posible en la madrugada con todo el peso del silencio
Hay que dejar de romperse tanto el alma no hay nada ahí afuera nunca lo hubo
Carta guardada
Madre, lo que he elegido para no volver a ese lugar te espantaría te espantaría mi noche sin rumbo te espantaría lo fácil que se me da quebrarlo todo
Muchas veces he soñado que me confieso esa Biblia incrustada en la infancia me hizo pedazos me pienso arrodillada en tu lecho de muerte diciéndote cómo no he vivido la vida ni un poco como querías
Madre, si vieras la intensidad con la que merodeo por estas calles tu angustia se tornaría aún más insoportable
¿Qué hice mal? dirás ¿Qué hicimos mal?
Y mi padre se levantará a una hora siniestra de la madrugada para revisar los ruidos de la culpa
Madre, no he vivido la vida como querías me sedujeron las manchas más terribles
Madre, no he vivido la vida como querías y creo que lo volvería a hacer
Terremoto
Los escombros sepultaron mi infancia el pueblito se tornó fantasma están los puntos de referencia perdidos y el hogar con un techo que no cubre
Me conforma una serie de pequeñas demoliciones los objetos familiares destruidos y un lugar que solo existe en la memoria pero quizá son incendios necesarios
Quizá son incendios necesarios quizá son incendios necesarios
Finales abiertos
Queda otro lugar más con los muros pelados sin fotos sin adornos sin pinturas y con justa razón
Nadie soportaría realizar el mismo triste ritual tantas veces por año mirar cada objeto con nostalgia y proceder cuidadosamente a guardarlo en una caja sucia
Se vuelve preferible andar ligera tirar unas pocas cosas en la maleta
Marcharse
Desalojar habitación tras habitación abandonar el hogar familiar abandonar el hogar del amor abandonar el hogar de los amigos
Desalojar habitación tras habitación desalojar las habitaciones ajenas desalojar la propia habitación
II
Continúo pretendiendo vivir aquí y pareciera que la ciudad confabula
es como si buscara todas las formas posibles
de expulsarme
(Fractura primaria, Editorial La Caída, 2020)
Poemas inéditos
Fotos de Florida
Es casi medianoche en Florida/ un hombre toca el violín en la esquina /mientras los vagabundos se acomodan para dormir/ Camino a paso lento hasta plaza San Martín /la angosta calle del centro exhibe a los turistas su propio retrato de los años veinte/ una foto que parecería gritar /Fui esto/ casi como el resto de calles en Buenos Aires/ Doy media vuelta y regreso a Viamonte/ hago este recorrido cinco veces cada noche/ y cada vez lo noto con más claridad/ los paseantes avanzan bajo la pálida luz /echándome miradas extrañas/ ancianos de sombrero /mujeres de abrigo largo/ miran hacia abajo /con preocupación y desagrado/ quizá también lo notaron/ mis pies se están quedando pegados/ al suelo de esta ciudad que me hiere.
El Manso
Algo queríamos hacer con esa pequeña ciudad / por eso los desvelos hablando de grandes sueños / y de cómo construir un lugar más soportable / algunos amigos pintaron sus muros / incluso
llegaron a colgar obras / en los pequeños museos a los que nadie iba / Mis hermanas gritaron poemas en bares mugrosos / y llenaron por primera vez las calles / de mujeres / de putas / y maricas / Mamá se replanteó varias veces / a la abuela no pudimos llegar / era un poco caso perdido / algunos amigos crearon sin pedir nada a cambio / hicieron lo que pudieron con lo que tenían / sabiendo que probablemente sea olvidado de acá a un par de años / algunos salimos / volvimos / demasiadas veces acordamos en que era inútil / que allá no germina nada / mejor abandonarlo / para siempre / dejar de hacerse mala sangre / Algo teníamos que hacer con esa pequeña ciudad / incendiarla / secuestrar a los autoproclamados dueños / que jamás se renovaban / echarlos al río para que él mismo se haga cargo / Queríamos destruirla y volverla a construir / algunos se cansaron / los poetas envejecieron para leer el periódico encerrados en sus casas / sus casas construidas lejos del centro / en urbanizaciones cerradas / con guardia las veinticuatro horas / algunos incluso tuvieron hijos / pensando ingenuamente que serían la esperanza / Tanto queríamos cambiar las cosas ¿recuerdas? / mira lo que nos hizo esa pequeña ciudad / todos colgamos los guantes / ni nos dimos cuenta.
Herederos de Silva
Me son duros mis años y apenas si son veinte ahora se envejece tan prematuramente Medardo Ángel Silva
Hoy tengo veintiuno y soy Medardo / mis amigos también son Medardo / hijos de obreros / huérfanos con los bolsillos rotos / así, en estas condiciones / nos tomamos el arte / aunque no nos pertenece / aunque nos digan / que quién nos salva después / sin herencia ni lugar / donde caer / a morir / Donde nos dijeron que no / hacia ahí corrimos todos / seguidores natos de Medardo / pioneros en malas decisiones / Tendríamos que reconsiderar / quizás no fue tan buena idea / enseñar a Medardo en las escuelas / leerlo sin advertencias / sin manual de instrucciones / como si los lectores ya supieran / acerca de los poemas / de los que no se vuelve / como si no fuera necesario aclarar / que algunos poetas son armas / y por supuesto las usan / casi siempre / contra sí mismos.
Roxana Landívar
Guayaquil, Ecuador - 1997 Escritora. Estudiante de Letras en la Universidad de Buenos Aires. Publicó los poemarios: Fractura primaria (La Caída, 2020) y Ciudades cemento (2019) con colaboración fotográfica. Sus poemas también constan en la antología Pedir un deseo, prenderle fuego (Ediciones Continente, Argentina) y en Poesía no consagrada (Ed. Granuja, México). Ha participado en la Feria Internacional de Quito en 2019 y 2020; la Feria del Libro Independiente de la Universidad San Francisco de Quito (2021), y el Encuentro Internacional de Poesía Ecuatoriana, organizado por el Centro Cultural Ecuatoriano Americano de New York (2021). Formó parte de Chasquis: cartas entre escritores atravesados por la migración. Co-creadora en Nika Turbina, agrupación musical feminista de Pop existencialista y Neonew romance. Fue curadora y gestora de Línea imaginaria, proyecto de difusión de arte ecuatoriano en Buenos Aires y de Resistencia: espacio feminista de canalización artística en Cuenca. Ha participado en diversos ciclos de lectura en Argentina, Chile y Ecuador. Sus textos pueden encontrarse en varias revistas y antologías digitales de Latinoamérica.