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Pablo Neruda: 50 años del Premio Nobel, por Yuliana Marcillo.

Pablo Neruda: 50 años del Premio Nobel

Yuliana Marcillo

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Se dice de él que fue un poeta que entendió a la gente. Que su popularidad reside en que pudo expresar lo cosmopolita de una forma sencilla. Que manejaba las palabras con libertad. Que fue un hombre que se expresaba de forma simple.

Que fue un poeta nato, que sus versos nacieron por impulsos desde la intuición, de iluminaciones repentinas, de analogías misteriosas, buscando la perfección. Se dice de él que fue el poeta del gran tema universal de todos los tiempos, el amor.

Lo comenzaron a leer desde la década del veinte, cuando apenas alcanzaba el mismo número en edad. Lo leían en las plazas, en las cantinas, en los parques, en las casas, a la salida de clases; sus poemas se comenzaron a popularizar con gran rapidez, pronto estaban en la memoria de cientos de chilenos. Sus sonetos eran recitados por los jóvenes de la época.

Para entonces era un joven estudiante, pero muy pronto se convertiría en el poeta más popular de Chile, así como en el autor de algunos de los versos más leídos y recitados en el mundo, un bestseller permanente, traducido a todos los idiomas y leído en todos los rincones del mundo, pero sobre todo en América Latina.

Este 2021 se cumplen 50 años desde que Pablo Neruda fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura. Varios homenajes se han realizado en su nombre para recordar su influencia en el ámbito cultural y político de Chile, pero también salió a la luz una nueva revisión en los aspectos personales del poeta, así como una ‘relectura’ de su obra.

Nació como Neftalí Reyes Basoalto

Hijo de un ferroviario y de una profesora, Ricardo Eliecer Neftalí Reyes Basoalto (nombre verdadero) nació el 12 de julio de 1904 en El Parral, al sur de Santiago. Desde niño se trasladó a Temuco, fue hijo único y quedó huérfano un mes después de su nacimiento: su madre murió a causa de una tuberculosis.

Se mudó junto a su padre a la comuna de Temuco, para que él pudiera trabajar en la ferrovía de esta localidad. Su progenitor contrajo nuevas nupcias y Neruda creció bajo el cuidado de Trinidad Candia Marverde, a ella le dedicó uno de sus famosos poemas titulado La mamadre.

Con tan solo 13 años publicó su primer artículo titulado ‘Entusiasmo y perseverancia’, en el diario La Mañana de Temuco. En la adolescencia escribía para revistas literarias infantiles, dándose a conocer entre sus compañeros. En Temuco escribió su primer libro de poemas: Crepusculario.

Recién desde 1920 comenzó a optar por el seudónimo Pablo Neruda para firmar sus escritos, según sus biógrafos, para que su padre, algo descontento por tener un hijo poeta, no se enojara al ver su apellido en las páginas de un libro.

En 1921 se trasladó a Santiago para estudiar pedagogía en francés en la Universidad de Chile, donde obtuvo su primer premio literario con el poema ‘La canción de fiesta’, publicado posteriormente en la revista Juventud. Ahí comenzó a publicar algunos libros, entre ellos, el reconocido mundialmente Veinte poemas de amor y una canción desesperada.

En 1927 inicia su carrera diplomática y en 1937 publica España en el corazón, donde incluye el poema ‘Canto a las madres de los milicianos muertos’, comenzando una etapa literaria política y social. Hacia finales de la década del veinte, Neruda ya era una figura destacada de la cultura de su país.

Fue acusado de agente soviético por fuerzas de la derecha, y Tenía una colección de botellas, barcos dentro de botellas, juguetes extraños, carteles que recogía de la calle, maniquíes, cuadros de grandes pintores, recuerdo de sus amigos; su casa, que estaba junto al mar, era como un gran rompecabezas que iba armando, sus favoritos eran los mascarones de proa, los conseguía o los compraba a los dueños de barcos.

Dicen que la muerte de Allende lo había sumido en una profunda tristeza, que murió quebrado moralmente. El recorrido del velorio inició con 15 personas y durante el trayecto se fueron sumando unos 4.000 ciudadanos al cortejo; era la gente de su pueblo.

de burgués y sibarita por sectores de la izquierda; fue cónsul, senador, embajador, también fue un exiliado y perseguido político.

‘Releyendo’ su obra

Con la ola del feminismo en Chile en la segunda década del siglo XXI, uno de los versos más conocidos del Nobel, ‘Me gusta cuando callas porque estás como ausente’, se transfiguró en consigna: «Neruda, cállate tú». El romanticismo asociado al poeta comenzó a agrietarse debido a que su obra empezó a leerse desde una posición de poder, donde supuestamente el autor abusó de una sirvienta.

Desde las memorias del Nobel, publicadas de manera póstuma en 1974, en el libro Confieso que he vivido, que describe un episodio sobre «la mujer más bella que había visto hasta entonces en Ceilán», quien limpiaba su letrina a diario:

«Una mañana, decidido a todo, la tomé fuertemente de la muñeca y la miré cara a cara. No había idioma alguno en que pudiera hablarle. Se dejó conducir por mí sin una sonrisa y pronto estuvo desnuda sobre mi cama. Su delgadísima cintura, sus plenas caderas, las desbordantes copas de sus senos, la hacían igual a las milenarias esculturas del sur de la India. El encuentro fue el de un hombre con una estatua. Permaneció todo el tiempo con sus ojos abiertos, impasible. Hacía bien en despreciarme. No se repitió la experiencia».

Este hecho ocurrió en 1929, cuando Neruda era cónsul en Ceylán (Colombo). De este hecho no existe otra prueba que las palabras de Neruda, señalan sus biógrafos.

La historia de su hija Malva

También se puso en la palestra el hecho de que Neruda nunca mencionó en sus escritos a su hija, Malva Marina, quien nació en agosto de 1934, fruto del matrimonio con María Hagenaar Vogelzang. La pequeña tenía hidrocefalia y murió al cuidado de unos amigos de la madre a los ocho años.

Una de las pocas menciones de Neruda hacia la menor, según sus biografías, es una carta que envía a unos amigos en Argentina, un duro testimonio que se puso a la luz en estos últimos años: «Mi hija, o lo que yo denomino así, es un ser perfectamente ridículo, una especie de punto y coma, una vampiresa de tres kilos».

También salió a la luz Malva, la primera novela de la poeta neerlandesa Hagar Peeters, en donde se cuenta cómo la protagonista fue víctima de abandono. En esta obra se señala que Neruda nunca tuvo mucha piedad con ella, además de que primero la ocultó y luego la abandonó definitivamente.

«La desilusión de Neruda por la enfermedad de su hija no hizo sino crecer. Nunca soportó el hecho de tener una hija enferma. No entraba en sus cálculos. Y así, tras un sinfín de desencuentros e infidelidades con su pareja y madre de Malva, y con un evidente rechazo hacia su hija, en 1936 el poeta las

abandona definitivamente. La niña solo tenía dos años. Las dejó en Montecarlo, ciudad a la que llegaron escapando de la Guerra Civil. De allí, pasando penurias y sin apenas dinero, fueron a Gouda, en Holanda. En esa misma ciudad, en 1943, moriría la pequeña Malva Marina con ocho años», reza en sus biografías.

Sobre este libro Roberto Bolaño dijo: «Lo confieso: no puedo leer el libro de memorias de Neruda sin sentirme mal, fatal. Qué cúmulo de contradicciones. Qué esfuerzos para ocultar y embellecer aquello que tiene el rostro desfigurado. Qué falta de generosidad y qué poco sentido del humor».

Rodolfo Reyes, sobrino de Neruda, dijo a BBC Mundo que el relato pertenece a unas memorias poéticas y que, por tanto, no se puede tomar literalmente lo que dice. «Además, Neruda era un joven de 24 años en ese entonces, estaba solo en Asia, no se le puede criticar su vida en ese sentido. Y lo que relata hay que verlo en el contexto mismo. Y, si ocurrió, fue en su juventud, con una falta de experiencia total. Después en el mismo relato dice que no lo volvió a hacer, pide excusas en ese sentido», añade.

La relectura de este relato se relaciona con el auge de los movimientos feministas, pero también tiene defensores, quienes señalan que «traer a la visión actual lo sucedido es tergiversar la historia poniendo los hechos del pasado a los principios de hoy».

En 2018, dos académicas españolas propusieron sacar a Neruda de las lecturas obligatorias. Y en Chile la idea de bautizar el aeropuerto de Santiago con su nombre encontró un elocuente rechazo. Hoy hay quienes sugieren silencio a la obra de Neruda.

Recién desde 1920 comenzó a optar por el seudónimo Pablo Neruda para firmar sus escritos, según sus biógrafos, para que su padre, algo descontento por tener un hijo poeta, no se enojara al ver su apellido en las páginas de un libro.

Su casa como un teatro

En su tierra natal adquirió una casa en Valparaíso, donde acumuló todo tipo de objetos. Allí amplió su faceta de coleccionista y reunió objetos que había adquirido en sus viajes. En el documental Historias de vida – Pablo Neruda, se realiza un recorrido visual por estos elementos, a veces teatrales, escenográficos, objetos raros y las adecuaciones que hizo en su casa, de acuerdo a sus necesidades. «Son mis propios juguetes, los he juntado toda mi vida con el propósito de no estar solo», dijo el Nobel en una entrevista.

Tenía una colección de botellas, barcos dentro de botellas, juguetes extraños, carteles que recogía de la calle, maniquíes, cuadros de grandes pintores, recuerdo de sus amigos; su casa, que estaba junto al mar, era como un gran rompecabezas que iba armando, sus favoritos eran los mascarones de proa, los conseguía o los compraba a los dueños de barcos. No era una casa lujosa arquitectónicamente, sino más bien modesta, a la cual fue llenando con un sinnúmero de objetos que no tenían un gran valor comercial, pero que los juntaba por alguna razón.

A Neruda le encantaba recibir a amigos en su casa, las reuniones a veces se extendían semanas, gustaba del buen whisky, vino y de los más exquisitos mariscos.

En 1972 se vio afectado por un cáncer de próstata, que se agravó después del Golpe de 1973. Muere el 23 de septiembre de ese año en Santiago de Chile. Tuvo un funeral vigilado y sus casas fueron saqueadas durante la dictadura. Su deceso ocurre 12 días después de la muerte del presidente Salvador Allende, su mano derecha y ‘jefe’.

Dicen que la muerte de Allende lo había sumido en una profunda tristeza, que murió quebrado moralmente. El recorrido del velorio inició con 15 personas y durante el trayecto se fueron sumando unos 4.000 ciudadanos al cortejo; era la gente de su pueblo.

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